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El retablo en tiempos del Renacimiento y del barroco por tierras de La Litera SILVIA CANALDA LLOBET
Territorio aragonés fronterizo con Cataluña, la comarca de La Litera comparte con ambos la destrucción de la mayor parte de su arte mueble religioso como consecuencia de los actos vandálicos que acompañaron la Guerra Civil española. Retablos, púlpitos, coros fueron quemados de manera casi sistemática en el 36. La desnudez arquitectónica que muestran en la actualidad la mayoría de iglesias de la zona, construcciones en gran parte de raigambre gótica con elementos decorativos de tradición mudéjar, transmiten al visitante una imagen totalmente falseada del pasado. Por poner tan sólo un ejemplo, la colegiata de Tamarite en el año 1922, cuando Ricardo del Arco escribía una memoria para su urgente restauración tras un derrumbamiento parcial, contenía retablos barrocos en cada una de sus ochos capillas laterales. Cabe recordar que el retablo es un mueble litúrgico y devocional que acomete tanto una función doctrinal como escenográfica. A pesar de la calamitosa situación apuntada, fuentes documentales y fotográficas describen algunas obras desaparecidas que permiten bosquejar la evolución de la retablística por estas tierras. La doble capitalidad de la comarca –histórico-cultural, Tamarite, y económico-administrativa, Binéfar– nos sirve para poner hilo a la aguja en este primer intento de reconstrucción del patrimonio retablístico de época moderna de La Litera. Tamarite exhibía en el altar mayor de su iglesia parroquial un retablo pictórico de tradición gótica realizado entre los años 1500 y 1503 por Miguel y Juan Ximénez (ver páginas 158-159). El paso del tiempo, con las ineludibles exigencias de la moda, conllevó su substitución por una obra barroca, que más adelante comentaremos. En el centro del nuevo retablo barroco se colocó, en una hornacina labrada en madera policromada, una imagen de la Virgen tallada en alabastro por Juan Dusi en 1504. Unos veinte años más tarde, la población de Binéfar costeó la construcción de un retablo mayor para la iglesia parroquial de San Pedro apóstol; los aires artísticos habían cambiado y la escultura aragonesa se encontraba en pleno esplendor, con
De las Artes
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