El Río Ejido y la Identidad Urbana

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EL RÍO EJIDO Y LA IDENTIDAD URBANA: UN VÍNCULO ENTRE MEMORIA COLECTIVA Y ESPACIO

ECOURBANISMO

Desde la ciudad fundacional constituida a partir del damero como una influencia colonial que remonta sus orígenes en Al-Ándalus, que según Hugo Palmarola Sagredo, esta morfología urbana correspondió a la búsqueda de una planificación ordenada y sistemática que facilitara la administración de los asentamientos y el control de la población para permitir la identificación de los diferentes sectores de la ciudad, los ríos, Molino y Ejido, han sido los principales actores ambientales de Popayán, los cuales han transformado esta disposición de calles rectas y alineadas, hacia una disposición más irregular que intenta responder a las morfologías orgánicas de estos.

El Río Ejido, un serpenteante cuerpo de agua, configura un importante eje sur-oriental de la estructura ambiental de la ciudad que alimenta a las comunas 5, 6, 7, 8 y 9, cuyas corrientes han impulsado el crecimiento de la ciudad, funcionando como suministro de agua para consumo y nutriendo los molinos y chircales de producción de ladrillos de las monjas de San Agustín que se emplearon en la construcción de la urbe naciente. Pero, con el paso de los años y la avalancha de la industrialización, el neoliberalismo y de los procesos sociales como las migraciones hacia la ciudad, estas actividades socioeconómicas y culturales no han sido indiferentes para el olvido, diluyéndose hasta quedar sepultadas en un rincón inexistente de la memoria colectiva urbana.

Es aquí donde me planteo: ¿Cuál es el papel de la configuración antrópica impuesta por los asentamientos cercanos en la pérdida de la memoria colectiva urbana y en la formación de una frontera urbana en relación con el río y su influencia en la ciudad?

En el voraz anhelo de producción, la industrialización se ha extendido para colonizar las zonas urbanizables, en busca de la máxima eficiencia y del sueño de una sociedad de consumo (Individualismo y mundo natural, 2008), la acción de esta modernidad no sólo ha destruido las actividades económicas y sociales que tenían lugar en los ríos, sino que también ha desconectado estos espacios de la ciudad, relegándolos a zonas residuales, contaminadas y olvidadas.

Las dinámicas de la ciudad neoliberal despojan al territorio y al espacio de su significado vivido y duradero, reemplazándolo con una lógica de producción y comercio sometida al mercado globalizado. El territorio se vuelve efímero en función de sus valores y de cómo son percibidos y utilizados para la explotación económica. Los espacios adquieren contenido y significado a través de las conexiones económicas y las posibilidades de explotación en una amplia red de actores comerciales. (La ciudad como espacio urbano neoliberal, 2019)

Es aquí donde se puede evidenciar de alguna manera un tipo de colonización de los espacios urbanos de la ciudad en busca de la eficiencia y el consumismo, que se podría pensar en un inicio como actividades en busca del desarrollo económico pero que en realidad afectan de una gran manera al ecosistema y a los intercambios socioculturales dentro de esta, produciendo que solo se valore un espacio por lo que produce económicamente sin tener en cuenta el impacto ambiental, social y cultural que puede llegar a generar si de verdad se plantea un espacio público de calidad.

Río Ejido Río Molino

Dos estudios, del Sena en 2013 y de la Universidad del Cauca en 2016, revelaron la diversidad de residuos que pasan por las corrientes del Río Ejido en la ciudad de Popayán reflejando como todavía no se concibe como un espacio público para la ciudad, sino que esta cerrado a ser solo un espacio residual que está siendo afectado por industrias y por los procesos antrópicos:

La Central de Sacrificio Municipal, como principal industria contaminante, descarga sus aguas teñidas de rojo dejando huella en el río. Los árboles que protegían su cauce y afluentes han sido talados, acelerando su desprotección y aumentando los procesos erosivos en la rivera, lo que a su vez causa deslizamientos e inundaciones en las márgenes del río. Pero la verdadera amenaza proviene de las aguas servidas de las comunas 5, 6, 7, 8 y 9 de la ciudad, donde la falta de sistemas de alcantarillado y la descarga de residuos sólidos han creado una situación crítica. Los organismos microbiológicos indican que los desechos sanitarios son descargados directamente en el río, poniendo en riesgo la salud humana, especialmente la población infantil y de adulto mayor que habita en la zona.

Estos procesos neoliberales que han envuelto a la ciudad latinoamericana han llevado a una fragmentación de las ciudades y a la creación de sociedades divididas. Las clases altas han buscado protegerse de las influencias negativas del entorno social a través de formas de habitar que se pueden diferenciar por conjuntos cerrados cercanos a centros comerciales, con seguridad privada y altos niveles de vigilancia. Por otro lado, las clases bajas se encuentran en las periferias de la ciudad, caracterizadas por la guetificación, donde las viviendas son precarias, el acceso a servicios públicos es limitado, los asentamientos son informales y la pobreza está estigmatizada como delincuencia. (La ciudad como espacio urbano neoliberal, 2019)

Según Focault, en el ojo del poder y en su idea de panoptismo, el poder no es simplemente una estructura jerárquica, sino que se ejerce de manera dispersa y descentralizada a través de diferentes instituciones y prácticas disciplinarias. En el contexto urbano, estas prácticas de poder se manifiestan en la planificación urbanística, la segregación espacial y la implementación de mecanismos de control social, como la securitización y la vigilancia privada en los conjuntos cerrados, en las que se privilegia a ciertos grupos y se excluye a otros, generando segregación y desigualdades.

Es pertinente en este punto analizar el proceso urbano que ha tenido la ciudad de Armenia posterior al terremoto que la afectó en el año 1999, pues fue una ciudad que apuntó a la liberación y recuperación de las cuencas hidrográficas en busca de promover el desarrollo de infraestructuras verdes y el control del crecimiento urbano para preservar el equilibrio entre la forma urbana y el entorno natural (Relaciones entre la forma urbana y la dimensión ambiental en el sur de Armenia, 2008).

El caso de esta ciudad y su tejido urbano en el sur, el cual está conformado en su mayoría por vivienda de estrato socioeconómico medio y bajo, reflejan la importancia de considerar la dimensión ambiental en la planificación y el diseño urbano, buscando establecer una relación armoniosa entre la ciudad y su entorno,

Cuencas urbanas Popayán, Cauca

dándoles a estas comunidades un espacio para vivir dignamente teniendo en cuenta el potencial ambiental y paisajístico que aportan estas cuencas en sus barrios y para la ciudad en general.

De alguna manera, lo anterior está relacionado con la idea de descolonización que plantea Enrique Dussel, pues existe una necesidad de descolonizar las estructuras y prácticas que promueven la dominación y explotación de los territorios y comunidades. En el caso de Armenia, la liberación de las cuencas hidrográficas implica una ruptura con los modelos de desarrollo urbano impuestos por el colonialismo y el neoliberalismo, que priorizan la explotación de los recursos sin tener en cuenta el equilibrio ecológico y el bienestar de las comunidades locales, ayudando también a generar una identidad urbana de la ciudad y las comunidades con sus cuencas además de fortalecer la memoria colectiva que tienen estas.

Haciendo un paralelo con Armenia y sus cuencas, el Río Ejido en Popayán configura un borde ecológico hacia el sur de la ciudad, donde la morfología afectada también por procesos migratorios sufre cambios y genera discontinuidades urbanas que afectan los procesos de intercambio social y cultural, como si se tratará de un mecanismo de control que mantiene alejadas a las comunidades que habitan estas zonas de la interacción con el centro de la ciudad.

Cuencas urbanas Armenia, Quindío Barrio Tomás Cipriano Río Ejido Sector Histórico
1970
Expansión - Barrio Tomás Cipriano
Aerofotografía

Para contextualizar en un caso más específico, hablaré sobre el barrio Tomás Cipriano de Mosquera. Este barrio que está ubicado en la comuna 7 de la ciudad, el cual nace y se consolida desde una morfología que respeta al Río Ejido pero que no lo integra como espacio público importante. surge en la década de los 60 gracias a la ayuda del Instituto de Crédito Territorial (ICT) y se fue consolidando mediante la construcción de casas y equipamientos para la comunidad.

Este crecimiento y consolidación del barrio ocurre cuando el efecto de expansión de la ciudad ya se estaba manifestando bajo un estereotipo identitario, aunque en cierta medida discriminatorio, desde el blanqueamiento de muros como si se quisiera olvidar la historia y la Popayán antigua basándose en un fenómeno religioso que intenta darle al visitante la idea de ciudad culta pero que solo se hace presente en el centro de esta. Sin embargo, el terremoto de 1983, sacudió el corazón de la ciudad y develó la existencia de "otra Popayán", una ciudad marginal habitada por recién llegados y desconocidos que buscaban un hogar tras el desastre representada por asentamientos irregulares en las periferias occidental, norte y sur (Tocancipá-Falla, 2014).

Según Sory Morales, en su idea de Ciudad O-Culta, Popayán creció bajo la idea colonial, donde las élites la controlaban y son las mismas élites, las que han contribuido a darle el simbolismo de ciudad culta y educada, situación que recoge como válido el legado hispano, exaltando su pasado elitista que de manera radical excluye y margina otros grupos, mentalidades y territorialidades que potencialmente puedan contribuir a la construcción de un territorio diverso y multicultural, lo que nos hace retomar el concepto del ojo del poder de Focault, donde a partir del dominio de estas comunidades marginadas se mantiene un poder y un control social sobre la ciudad.

Los asentamientos irregulares post-terremoto en las perfierias de la ciudad de Popayán y más específicamente en el sector de estudio hacia el sur del Río Ejido, son una muestra de la ciudad o-culta que busca invisibilizar la ciudad culta ya que pone en riesgo los simbolismos y tradiciones de la Popayán elitista, lo que también afecta de gran manera la concepción que se tiene de este eje ecológico en la memoria colectiva urbana, el cual, como ya se ha expuesto anteriormente, se entiende solamente como un borde de discontinuidad de las dinámicas sociales y de la morfología urbana que carece de identidad, arrebatándole el valor cultural, social y ambiental que ha tenido históricamente para la ciudad y también sin tener en cuenta los imaginarios con los que llegan las personas como indígenas o campesinos que se asientan en su zona de protección.

El entonces presidente de la República, Belisario Betancur con la ayuda de la Coordinadora de Asentamientos, avala, entendiéndose como una medida desesperada de responder al contexto caótico en el que ingreso repentinamente la ciudad por la catástrofe natural, la ocupación de las tierras bajo ningún costo en la periferia de Popayán, generando un malestar para los vecinos ya asentados legalmente en estas zonas de expansión como lo es en el barrio Tomás Cipriano de Mosquera, abriendo paso hacia una dinámica de rechazo donde la idea de “nosotros” (los locales) y “ellos” (los recién llegados) se fortaleció de tal manera que las fronteras sociales ya no eran solo sociales sino también económicas y culturales (Tocancipá-Falla, 2014).

Los “ellos” empezaron a invadir las zonas de riesgo y protección del Río, ignorando por desconocimiento el daño que podían causar. Estas personas, en su mayoría, acostumbradas a vivir cerca de un cuerpo de agua y desplazadas por otra catástrofe más larga y a la vez, más destructora que un terremoto, y que salían despavoridas temiendo por su vida obligados a entregar sus tierras a grupos al margen de la ley, tenían como imaginario la normalidad de asentarse junto a fuentes hídricas intentando hacer lo mismo del campo en la ciudad. Sin embargo, por estas configuraciones antrópicas y las industrias que fueron apareciendo cercanas al Río como la

Asentamiento en la rivera del Río Ejido

Central de Sacrificio Municipal, afectaron el equilibrio natural del Río y lo puso en una situación de peligro.

Según Dussel, en el reconocimiento del “otro”, del extraño, es que radica el progreso del “yo”, en este caso el “yo” representado en la comunidad del barrio Tomás Cipriano y como a partir del reconocimiento de estos asentamientos que llegaron post-terremoto es que se puede lograr un lenguaje para potenciar los intercambios socioculturales y también para reconocer y darle una nueva memoria colectiva al Río Ejido como integrador de estas comunidades con el resto de la ciudad.

“…el hombre solamente puede alcanzar su sentido en su relación con el otro; así, el otro es un maestro, del otro el yo aprende, el otro no es igual al yo, sino que el otro lo trasciende en su altura” (Dussel, 1980)

del ambiente
Mala calidad

Proyectos urbanos llevados a cabo por el Acueducto y la Alcaldía de Popayán como “Recuperación de Microcuencas del sector urbano” llevado a cabo en el año 2007 intentaron mejorar la calidad del agua y promover el río como un espacio público para las comunidades cercanas al Río en la c|omuna 7. Sin embargo, la comunidad no ha reconocido su conexión con el río identificándolo solo como un espacio residual, y la administración municipal ha intervenido sin tener en cuenta un diseño que de verdad involucre a la comunidad.

¿Cómo pueden las personas sentirse parte de un lugar donde no tienen voz ni identidad? Quizás estas intervenciones solo funcionan como una vitrina para mostrar que se está trabajando en la recuperación de este eje ecológico, pero que en realidad la administración municipal no tiene mayor interés en potenciar estos sectores para el desarrollo de la ciudad. Y es que, sumado a las anteriores problemáticas, la zona del Río Ejido en el Barrio Tomás Cipriano y en los asentamientos cercanos, se ha visto como un foco de inseguridad pudiéndose entender como el fenómeno global de un “no lugar” al ser un espacio que carece de identidad y significado contribuyendo a su vez al desarraigo comunitario con el Río (Augé, Marc. 1993).

Cuando habitaba en el Barrio Tomas Cipriano, las calles estrechas se convertían en un lugar íntimo donde la comunidad tenía la posibilidad de reunirse a

Calle 9A

diferentes horas del día. Gracias a antejardines abiertos y a la no presencia de andenes, era un mundo donde lo público y lo privado coincidían permitiendo a su vez la interacción entre estos dos momentos, teniendo como telón de fondo un plano verde de arborización que acompaña al Río Ejido, puede que este contacto, así fuera mínimo y no reconocido, con la naturaleza también potenciaba estas relaciones como una “experiencia necesaria y en cierta medida indispensable en la formación de una personalidad individual y social” (Saldarriaga, Alberto, 2002). En esos encuentros se creaba una cohesión social y una "memoria colectiva del espacio" como si el barrio tuviera su propio espíritu (Halbwachs, 1990).

Por la configuración vial del barrio Tomás Cipriano, la Calle 9A se comporta como una frontera virtual que separa dos mundos: el mundo protegido del barrio donde la comunidad se reúne y el mundo desconocido del Río Ejido, que se siente peligroso y abandonado. A pesar de que la memoria colectiva del barrio se construye en las calles estrechas, con antejardines y sin andenes incitándonos a apreciar, entender y reconocer los “espacios colectivos significativos”, esos lugares que se encuentran en los espacios entre las viviendas que pueden parecer simples pero que a su vez han sido importantes para la construcción de un nodo de actividad para la comunidad (Arango, Salmona, 2002). El río, pasa a ser un espacio olvidado, donde la comunidad no se siente cómoda para realizar actividades.

Proyecto recuperación de microcuencas del sector urbano
- 2007

Sin embargo, al igual que se puede domesticar la calle para convertirla en un espacio público más amigable, se podría “domesticar el río” bajo un diseño participativo que impulse la interacción social y promueva la conservación del agua (Bermúdez, Amargós, Linares, 2010). Esta iniciativa podría transformar la percepción de la comunidad hacia el río, permitiendo que se convierta en un lugar donde la comunidad pueda reunirse, interactuar y crear una memoria colectiva, no solo para los habitantes del Barrio Tomás Cipriano, sino también para las comunidades que se asentaron a lo largo de este, convirtiéndolo en un espacio potenciador de los intercambios sociales que toma en cuenta las formas de habitar de cada una de estas comunidades.

Según María De Bolos, en “La Tendencia del Paisaje Integrado en Geografía" se debe considerar el paisaje como una entidad compleja y dinámica, en la que se entrelazan tanto elementos naturales como culturales, donde existe una interdependencia entre estos factores para lograr realmente un empoderamiento comunitario. La tendencia del paisaje integrado destaca la importancia de valorar la identidad cultural y la memoria colectiva como elementos esenciales en la comprensión y la gestión del paisaje, los cuales van desde las formas de habitar y de relacionarse de las comunidades cercanas al río hasta el reconocimiento del otro como factor antrópico importante en la configuración de una cohesión social.

Calles y Casas Barrio Tomás Cipriano

Dando respuesta a la primera cuestión, la configuración antrópica impuesta por los asentamientos cercanos ha desempeñado un papel fundamental en la pérdida de la memoria colectiva urbana y en la formación de una frontera urbana en relación con el río en Popayán. Esta configuración ha interrumpido la conexión y la identificación de la comunidad con el río, generando una falta de valoración y apropiación del espacio y contribuyendo a la pérdida de la memoria colectiva. Para abordar esta situación, es crucial promover una planificación participativa y una restauración ecológica del río que fomente la interacción social, la valoración de la identidad y la reconstrucción de la memoria colectiva urbana en relación con el río.

Por último, volver a mirar al Río Ejido como lo hicieron los antiguos habitantes de la ciudad y partiendo desde una restauración ecológica del mismo, puede generar grandes cambios sociales y ambientales promoviendo la cohesión e integración de la comunidad para que esta se apropie del espacio público ayudando a fomentar ese sentido de pertenencia y también a reducir la sensación de inseguridad que hay actualmente. Con la idea de promover también que esa ciudad o-culta empiece a florecer desde este valor ambiental para generar cambios importantes en la visión y simbolismos que expone la ciudad culta y elitista de Popayán desde su centro hasta su periferia.

Borde del barrio Calle 9A-Río Ejido

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JHON LÓPEZ

Soy estudiante de arquitectura de 7° semestre, tengo 21 años y soy nacido en Popayán, Colombia.

Inicié mis estudios en la Universidad del Cauca y durante mi trayectoria académica, he adquirido una sólida base de conocimientos teóricos y técnicos en diseño urbano y arquitectónico. Además, he participado en diversos encuentros y presentaciones como estudiante para expandir mi comprensión y conocimiento en el campo de la arquitectura.

(+57) 321 684 0084 @jhonlopez.11 jhelopez@unicauca.edu.co jhonelov9@gmail.com

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