Gratitud ante todo Antonio Silva Mojica, SJ En el día de mi primer centenario.
G
racias, Señor, porque me hiciste nacer en el seno de una familia de cristianas costumbres. Mis padres, con 8 hijos (4 niñas y 4 niños), vivieron felices; celebraron sus Bodas de Oro matrimoniales. Papá Roberto falleció de 96 años. Mamá Rosita, de 104.
Mi padre era de origen campesino, sano de alma y cuerpo. Ni fumaba ni tomaba. Su genio era alegre y optimista. En nuestros paseos a pie por la carrilera del tren, a mi padre le encantaba ir pisando la hojarasca reseca, por el gusto de escuchar el crujido. Esa alma de niño feliz la heredamos todos sus hijos y sus nietos. La dicha es fácil. Papá Roberto nos enseñó a nadar en el río, a montar a caballo, a ordeñar las vacas, a segar alfalfa, a jugar al tejo, a elevar cometas, a jugar al pan y quesito lanzando sobre la superficie del lago una piedra que se deslizaba sin hundirse. Marzo 2021
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