Noticias de Provincia - Marzo 2021

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Editorial “TRES CAUSAS PRINCIPALES SON PORQUE NOS HALLAMOS DESOLADOS” [EE 322] Hermann Rodríguez Osorio, SJ Provincial

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al vez la regla más conocida de San Ignacio de Loyola con respecto al discernimiento espiritual, sea la que invita a no cambiar cuando estamos desolados: “En tiempo de desolación nunca hacer mudanzas, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación” [EE 318]. Tener claros los propósitos y determinación en que estaba el día anterior, parece fundamental para enfrentar la acción del mal y resistir frente al deterioro de la vida de Dios en nosotros. Sin embargo, la regla en la que Ignacio, siguiendo a Juan Casiano (ca. 360 – 435), explica las tres posibles causas de la desolación, tal vez sea más importante porque gracias a ella es posible entender el origen de la desolación y hacernos capaces de enfrentar su acción destructora. Juan Casiano, un poco más de mil cien años antes de Ignacio, en su obra Conlationes, se refirió a tres causas principales por las que nos hallamos invadidos por la «indevoción» o la «sequedad de espíritu», fenómeno espiritual al que Ignacio llama “desolación”. Voy a seguir el orden que propone Ignacio, que es distinto del que presenta Casiano. La primera causa, en palabras de Casiano, tiene su origen en “nuestro descuido”: "De nuestro descuido procede, cuando andando nosotros indiferentes, tibios y empleados en pensamientos inútiles y vanos, nos dejamos llevar de la pereza, y con esto somos ocasión de que la tierra de nuestro corazón produzca abrojos y espinas, y creciendo éstas, claro está que habemos de hallarnos estériles, indevotos, sin oración y sin frutos espirituales" (Conlationes, IV,3).

Esta constatación es fundamental, porque nos obliga a ser responsables de nuestros estados interiores, en los que podemos caer por negeligencia o descuido. En palabras de Ignacio, esta primera causa es descrita así: “la primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, y así por nuestras faltas se aleja la consolación espiritual de nosotros” [EE 322]. Casiano reconoce otras dos circunstancias en las que el estado de sequedad tiene su origen en Dios. Algunas veces, porque Dios quiere que crezcamos en fidelidad frente a la crisis, otras veces, para que reconozcamos los dones de Dios. "La segunda razón de este desamparo es el querer probar Dios la constancia y perseverancia de nuestros buenos deseos e intenciones, y ver el conato y diligencia que ponemos en recobrar lo que experimentamos haber perdido, y tocando así con las manos lo mucho que nos cuesta el recobrar el espíritu de devoción y pureza de alma, que echamos de menos, nos esforcemos en conservarla con sumo cuidado, cuando otra vez nos viéramos enriquecidos de ella. Porque lo que fácilmente se recobra o se vende barato, con escasa diligencia suele guardarse" (Conlationes, IV,4). Marzo 2021

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