EL JUEZ HÁBIL. LECTURA

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ADAPTACIÓN MATERIAL DIDÁCTICO ÁREA DE LENGUA. PROYECTO “LA CASA DEL SABER” DE LA EDITORIAL SANTILLANA. 5º EDUCACIÓN PRIMARIA. ADAPTACIÓN PARA UN NCC DE 3º‐4º DE EP. ANA QUEVEDO MONTES (PEDAGOGÍA TERAPÉUTICA DEL CEIP AMÓS DE ESCALANTE. CANTABRIA).

Los protagonistas de esta historia son:

EL EMIR BAUAKAS

EL JUEZ

EL MENDIGO

La historia que vamos a leer sucedió hace mucho tiempo, en la capital de un país llamado Argelia. Se trata de un país árabe situado al norte de África.

1 ANA QUEVEDO MONTES


Antes de empezar a leer vamos a conocer el significado de algunas palabras. Es un título de la nobleza en EMIR

los países árabes. El emir es el gobernador de una provincia en un país árabe. Persona capaz de resolver

problemas de forma rápida. INGENIOSO

También, que puede crear e inventar cosas. Y las personas que son graciosas y ocurrentes.

MENDIGO

Persona que pide limosna.

SABIDURÍA

Conocer muy bien la ciencia, las letras, la historia, el arte.

CONFLICTO

Enfrentamiento entre dos o más opciones, personas, etc.

NOTA: Lee primero todas las palabras marcadas en rojo para facilitarte después la lectura de todo el texto.

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ace mucho tiempo gobernaba en Argel un emir llamado Bauakas. Era un buen gobernante y se preocupaba mucho por todo lo que sucedía en la provincia donde gobernaba. Le habían hablado muy bien de un juez que vivía en Argel. La gente estaba muy contenta con él. Por eso Bauakas decidió ir a conocerle y comprobar si realmente era tan buen juez como se decía. Pero decidió que era mejor disfrazarse para que nadie le reconociera.

Me disfrazaré de comerciante e iré a conocer a ese juez para comprobar si es tan hábil e ingenioso como dicen.

Por el camino, Bauakas se encontró con un mendigo que estaba pidiendo limosna en la calle. El emir le dio unas monedas.

-

Muchas gracias - dijo el mendigo.

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Bauakas siguió caminando y, de repente, se dio cuenta de que el mendigo lo seguía. -

¿Y ahora que quieres?- dijo el emir disfrazado.

-

Perdona. Soy viejo y mis piernas están muy cansadas. - respondió el mendigo. - Si pudieras llevarme en tu caballo hasta la plaza.

El emir sintió pena por el mendigo y decidió ayudarle y llevarle hasta la plaza subido en su caballo. Cuando llegaron a la plaza, Bauakas dijo: -

Ya hemos llegado a la plaza. Puedes bajar del caballo. Yo he de seguir mi camino.

Pero…, cuál fue su sorpresa cuando el mendigo respondió: -

¿Bajar? ¿Por qué tengo que bajarme? Este caballo es mío.

-

¿Cómo puedes decir eso?- respondió el emir muy enfadado. - El caballo es mío y has venido montado en él porque yo te he ayudado.

Así empezaron una discusión y la gente de la plaza se fue acercando para ver lo que pasaba.

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-

¡Al juez! ¡Tenéis que ir al juez! – decía toda la gente en la plaza.

-

La sabiduría del juez os ayudará a resolver el conflicto.

Así lo hicieron: Bauakas y el mendigo fueron hasta la casa del famoso y sabio juez. -

Bienvenidos a mi casa. – dijo el juez. - ¿Qué necesitáis de mi?

Primero, el emir Bauakas disfrazado contó lo que había sucedido. Después, el mendigo contó al juez su versión. El juez escuchó a los dos con atención y en silencio. Cuando terminaron de contar el problema, el juez dijo: -

Bien. Dejad aquí el caballo y volved mañana. Tengo que pensar en vuestro problema para resolverlo de forma justa.

Al día siguiente los dos hombres volvieron a la casa del juez. El sabio juez le pidió a Bauakas que lo acompañara hasta el establo donde estaba el caballo.

En el establo había 20 caballos muy parecidos. El juez le dijo a Bauakas que dijera cuál era su verdadero caballo. Bauakas eligió a su caballo. Pasó la prueba sin problema. Luego, el juez le pidió lo mismo al mendigo. Y también el mendigo reconoció el caballo. Todo el mundo se quedó sorprendido y no sabían cómo iba a resolver el juez el conflicto.

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Sin embargo, el juez no tuvo ninguna duda. Se dirigió hacia Bauakas y le dijo:

El caballo es tuyo. Puedes llevártelo.

Y después le habló al mendigo:

Y tú vete de estas tierras. No queremos en esta ciudad a personas mentirosas. Vuelve cuando te hayas arrepentido.

Entonces, Bauakas se quitó su disfraz y le dijo al juez: -

Yo soy el emir Bauakas y vine aquí para conocerte. Yo mismo he podido comprobar que eres tan sabio y justo como la gente dice. Pero dime, ¿cómo supiste que el caballo era mío?

El juez se quedó impresionado al reconocer al emir. Le hizo una reverencia y le respondió: -

Pues…, fue fácil señor. En realidad ha sido el caballo el que ha reconocido a su verdadero dueño. El animal se puso muy contento al veros y dejó que os acercarais. En cambio, cuando el mendigo se acercó el caballo se puso nervioso y se apartó.

Entonces, Bauakas felicitó de nuevo al juez por su sabiduría y le nombró su consejero. Al día siguiente el emir y el juez se fueron juntos hacia el palacio de Bauakas. El emir siempre tuvo la ayuda del sabio juez para resolver sus problemas. Adaptación de un cuento de Tolstoi.

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