XXIV PREGON DEL CARGADOR

Page 1

XXIV PREGÓN DEL CARGADOR a la Semana Santa de San Fernando Organizado por la Asociación "Jóvenes Cargadores Cofrades" J.C.C. bajo el lema "cuando el Cargador se hace pregonero o el Pregonero cargador" a cargo de

D. Eduardo Coto Martinez pronunciado en el Salón de Actos del Colegio de las Hermanas Carmelitas de la Caridad SAN FERNANDO 08 de abril de 2006 Sábado de Pasión


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez

PRESENTACIÓN DEL PREGONERO a cargo de

D. Manuel Jesús Sánchez Casas Ilmo. Sr. Alcalde, Dignísimas Autoridades, Sres. Hermanos Mayores, Sr. Presidente y Socios de la Asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades, Cargadores, Señoras y Señores: Saber cargar es oficio que se aprende año tras año, paso tras paso. Creo que el cargador aquí en La Isla se forja en la experiencia, y es el corazón el que marca las pautas de ese aprendizaje. El cofrade que hoy me congratulo en presentarles se inició en la carga con nuestra JCC, con carné de prenumerario desde los 14 años. Y ha cargado en las cuadrillas de Lágrimas, del Amor, del Perdón, la Piedad y ya en su vuelta a los palos, el palio de la Esperanza del Silencio, donde tuve el pasado año la satisfacción de ir junto a él. Pero hoy no vengo a contar las excelencias de Eduardo Coto con la maera, hoy vengo a contarles a ustedes de qué maera está hecho Eduardo Coto. Y ahora sí. Eduardo es buen cargador, pero al decir que es buen cargador me refiero que sabe cargar con las adversidades, que sabe echarse encima los pesos que le vienen (los propios y los ajenos), que sabe aliviar al compañero que está al lado y le dice en esas duras trepás con que algunas veces te castiga la vida: alíviate un poco que yo aguanto. Pertenece a una de las familias más cofrades de San Fernando. ¿Quién no conoce a su padre, Pepe Coto? Desde que nació a finales de los sesenta es hermano de Medinaceli, y bajo su atenta mirada baja y cautiva se empapó de ese sentir cofrade. Ha vestido desde los 12 años la túnica de su Hermandad del Lunes Santo, y también lo ha hecho en Huerto y Vera Cruz. Ya lo tengo casi convencido de salir con el blanquísimo hábito de la Resurrección, de la cual, como Patrón de los cargadores que es, se hizo hermano. Su trayectoria en este proceloso mundo de las cofradías la ha encauzado en su Archicofradía, teniendo varios cargos y siendo actualmente el vocal de formación de su Junta de Gobierno. También nos ha disertado en ciertas ocasiones, con su verbo fácil y comprometido en exaltaciones, presentaciones de carteles y algún que otro Pregón. Colaborador habitual de varias publicaciones, cometió la locura, junto con éste que les habla de iniciar la Revista Cofrade El Penitente, de la que ya llevamos cinco números en la calle. Eduardo estudió en el Liceo, junto a nuestra Patrona, la Carmela más niña y reguapa de La Isla. Después marchó a Sevilla y luego a Madrid, donde se licenció en Farmacia, carrera de la que ahora está concluyendo el doctorado. Pero es un boticario sin botica, porque Edu en lo profesional es un alto ejecutivo de un laboratorio, que lo tiene siempre de viaje por toda España. Cuando lo llamo, siempre lo primero que pregunto es dónde está, porque igual que ayer estaba en Cáceres, mañana está en Granada o pasado me lo encuentro en Canarias.

~2~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez Eduardo es un cofrade comprometido y como tal, buen cristiano. Su vocación cristiana la desarrolla desde las cofradías, pero también desde su familia. Está casado con Almudena, una simpática madrileña, que a veces me parece más isleña que muchos de nosotros y es padre de dos maravillosos niños, a los que educa en ese mismo ambiente cofrade y cristiano que él vivió en su casa. Cuando uno va llegando a determinadas edades tiene cada vez más presente la frase, creo de Pemán, que los amigos son como los dientes, conforme pasan los años, como no sea cuidándolos se te van cayendo uno tras otro. Resulta paradójico ver que ciertos refranes y dichos populares se cumplen inexorablemente, y no lo es menos el hecho de cambiar conceptos y valores que uno creía inmutables como es el de la amistad. En plena adolescencia creemos tener cientos, miles de amigos. Conforme cumplimos años y llegamos a los treinta, no llega a dos decenas. Hoy, en mi cuarentena, lamento decir que cuento con muchísimos conocidos (ese millar de la adolescencia) y quizás media docena de amigos. Pero eso sí, amigos de verdad. Eduardo me ha demostrado en los muchos años que nos conocemos ser un verdadero amigo. No ha sido adulador, y ha sido realista en sus planteamientos. Sabe animarte en los momentos duros y puedes contar con él para, como decía al principio, dejarte de ir durante alguna que otra trepá. Eduardo va a ser el primer capataz de esta magnífica Semana Santa que mañana comienza. Eduardo será capataz y será la voz que os anuncie que esto empieza ya mismo. Estoy convencido que su Pregón nos impregnará a todos de sabores y aromas de La Isla a la que tanto quiere, y nos descubrirá que cargar nos es más que otra forma de rezar. Señoras, señores, Jóvenes Cargadores Cofrades, el pregón va a comenzar. Edu, va a coger el llamador, VAN UNA, porque con su pregón nos hará sentir que los cofrades estamos llamados a ser una fuerza viva de la Iglesia. Eduardo Coto va a tocar, VAN DOS, porque los cargadores de La Isla demostramos como se mantienen las tradiciones de nuestro pueblo. Eduardo, creo que estamos. Pues, TOCA, ¡!!AL CIELO CON TU PREGÓN!!!

~3~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez

XXIV PREGÓN DEL CARGADOR a cargo de

D. Eduardo Coto Martínez Como ocurre en muchos libros, la primera página de este pregón es la página de la dedicatoria. Y en ella pone dedicado a Pepe el rubio. Porque fue un cargador que no pasó desapercibido. Porque fue una persona que siempre sonreía. Porque fue un cargador al servicio de otros cargadores. Por bueno, amable, guapo de corazón.Porque hoy está en la mente de todos nosotros. Porque nos dejó y no quisimos asimilarlo. La primera página de este pregón es la página de la dedicatoria, y ella dice: a Pepe el rubio. Dos torrijas, dos. Dos torrijas y un cola-cao calentito fue lo último que me eché en el cuerpo antes de salir de casa aquella inolvidable y ya lejana tarde de Domingo de Ramos. Aquel 12 de abril de 1987, como si fuera un explorador recién llegado a la selva, se abriría para mí un mundo desconocido del que tan solo había escuchado hablar y del que apenas contaba con algunos datos. A decir verdad, las dudas se agolpaban a mi alrededor desde horas tempranas a la salida. Dudaba de la camiseta que me pondría, si debería llevar el chándal o si era mejor cargar en vaqueros. También dudaba (y entonces se podía dudar) si me ponía los tenis blancos o los otros más oscuritos. Dudaba de todo, absolutamente de todo. -Mamá, la cadenita me la quito. -Si niño, quítatela, a ver si la vas a perder y pa qué queremos más. Todo eran dudas. No sabía si comer mucho, para tener fuerzas y no desfallecer mientras cargaba, o comer poquito, no fuera que me sentara mal con tanto sudar. Así transcurrió ese día. Hasta que por fin me fui a la calle para ver salir a la borriquita. Salí solo, sin clases teóricas y con la cabeza llena de auto teorías. Sin libros que consultar ni página Web a la que acudir. Salí hecho un mar de dudas, pero al menos ya iba vestido de cargador, y sobre todo, lo más importante: YO, YA ME SENTIA COMO UN CARGADOR. Reverendas Hermanas Carmelitas, Ilustrísimo Sr. Alcalde de San Fernando, Sr. Presidente del Consejo Local de HH. CC., Sr. Presidente y Junta Rectora de la Asociación Jóvenes Cargadores Cofrades, Hermanos Mayores de las Hermandades de San Fernando, cargadores de La Isla, admirados músicos, cofrades y amigos, papá, mamá, señoras y señores: Gracias por estar hoy aquí, y arroparme en este momento en el que tengo el alto honor de pregonar en mi tierra al cargador, al cargador de la Semana Santa de La Isla. Y antes de entrar en materia, quiero agradecer a la Asociación de los Jóvenes Cargadores Cofrades la oportunidad que me brinda en este momento, al designarme como pregonero del cargador de la Semana Santa en su edición numero 24.

~4~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez Posiblemente iguale y supere en ilusión a los que me precedieron en este mismo atril años anteriores, aunque no sé, si mi pregón será tan brillante como los que durante 23 años se han escuchado en este salón. Quiero igualmente agradecerle a Manolo los minutos que me ha dedicado en la presentación. Sin dudas, una presentación sobredimensionada, fruto de la sincera y afectiva amistad que existe entre ambos. Gracias Manolo, gracias de corazón. Y como no, si hablo de agradecimientos, tengo que dar las gracias a Dios y a la Santísima Virgen, por haberme hecho nacer en una familia cofrade. Gracias por que el destino ha permitido que por mis venas, corra sangre isleña, y gracias por aquel momento en el que un día decidí meterme debajo de un paso. Gracias también por que este oficio, milenario, me refiero a la carga, se ha mantenido hasta nuestros días, y porque se aferra a permanecer inalterable y a conservar su sabor tradicional. Sí, ustedes me han oído bien, he dicho oficio milenario. Por que creo que esto tiene ya mas de dos mil años. Permítanme que les lea un texto muy conocido para poder explicarme con mayor claridad: “Entonces Pilato decidió que se hiciera como pedían. Soltó al que habían encarcelado por homicidio y les entregó a Jesús para que hicieran con él lo que quisieran. Cuando se lo llevaban para crucificarlo, por el camino encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que venía de trabajar en el campo, y le obligaron a cargar con la cruz para que la llevara detrás de Jesús” Después de leer este texto del evangelista Marcos, podríamos afirmar que posiblemente Simón, fue el primer cargador de la historia. Fue el primer hombre que se echó, por Jesucristo, un leño sobre sus hombros y le acompañó camino del calvario, mientras que cientos de personas miraban como pasaban el uno y el otro por sus lados. Si lo pensamos, en el fondo, todos somos como Simón de Cirene. Con nuestra fuerza llevamos a Cristo por las calles y le ayudamos a llevar la cruz. Por esto pienso que la carga ya cumplió los 2000 años de vida. Cómo creen ustedes que se sintió Simón cuando le obligaron a coger la cruz. ¿Piensan ustedes que se alegró? No posiblemente no, todo lo contrario. Es muy posible que incluso maldijera en ese momento al hombre de la cruz, pero después, algo más tarde, es probable que se apiadara de él y que su carga acabara siendo más llevadera. Al fin y al cabo fue una primera experiencia, y quien no temió e incluso maldijo su primera experiencia con la carga. Yo personalmente, nunca pensé que un paso de Semana Santa pudiera dar miedo y que me fuera a impresionar tanto con tan solo verlo, pero he de confesarles que yo aquella tarde de domingo de Ramos, cuando al fin me vi delante del paso de la Virgen de las Lágrimas, lo primero que vino a mi cabeza fue la idea de abandonar y poner una excusa para evitarme la carga. Desde días atrás, ya venía escuchando teorías que me aterrorizaban. Unos me decían: “La candelería de las Lágrimas es maciza, y es la que más pesa de toda la Semana Santa”; otros me dijeron: “Y tú, siendo nuevo, ¿te han incluido en la cuadrilla de las Lágrimas? ¿con lo que ese paso pega en la calle?”. Y agregaban: “Pero si para entrar ahí, tienes que ser veterano. O sea, que es tu primera vez, y vas a cargar las Lágrimas”

~5~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez Todas estas frases se fueron gravando en mi cabeza y se repetían una y otra vez. Dios mío, -pensaba- ¿Dónde me he metido? ¿Qué he hecho? A ver si esto no va a estar hecho para mi. Bueno mira, que sea lo que Dios quiera –pensé finalmente- lo que Dios quiera y la Virgen de las Lágrimas, claro. El caso es, que Dios, las Lágrimas, y una cuadrilla veterana que jamás olvidaré hicieron que aquella noche disfrutara de lo que a priori me había asustado. Descubrí que debajo de un paso se sufre y al mismo tiempo también gozas. Observe cómo a oscuras puedes ver a la buena gente. Escuche marchas como antes nunca las había escuchado (por cierto que todas me parecieron más larga de lo habitual). En definitiva, aquel Domingo de Ramos yo me hice cargador, conocí lo que se cuece debajo de un paso y entendí, al fin, lo que siente un cargador. Jamás olvidaré la primera levantá en aquel fabuloso paso de palio, mi primera experiencia que quedó marcada de manera imborrable en mi memoria. Tanto es así, que podría reproducir casi a la perfección, aquella lejana escena tan clásica de nuestra semana santa: De entre flores blancas y velas encendidas, está las Lágrimas presta para iniciar su salida.

Apiñados y ordenados todos los cuellos metidos desde afuera también se ha notado por un delicado crujido.

El capataz asiente y el mayordomo ni duda y sin que medien palabra toca esa que llaman una.

Alevosa se dispone toda la cuadrilla entera ya no quedan más opciones que escuchar la que es tercera.

La cuadrilla se prepara cada uno está en su sitio van tocando la almohada, reclinatorio bendito.

De alante una voz pregunta y de atrás respuesta se ha dado: ¡A la parte baja del cielo! que es lo que aquí se ha acordado.

Un martillito de plata va a dar el segundo toque, esos serán mi serenata los que me acompañen toda la noche.

Pues no se hable más mayordomo toca ya la tercera, que este palio de plata y oro vamos a poner en carrera.

Ya se ha dado la segunda. La segunda orden se ha dado y abajo un silencio inunda siete palos apiñados.

Mirad los andares que lleva la Virgen que va bajo palio, si hasta parece que vuela, que no vuela, que va andando que abajo van hombres cofrades que a hombros, la van cargando

. Ser cargador es algo complicado de explicar. De hecho, sería imposible de definir de una forma puramente teórica. Es necesario cargar para poder hablar de carga. Porque el cargador se mueve, se comporta y actúa por unos sentimientos que difícilmente se pueden adquirir fuera de los palos. Primero, cuando eres joven y no tienes la edad, te viene el gusanillo. Ves los pasos en la calle, y todos esos pies asomando por las caídas que se mueven al unísono, sin error ni fallo. De caídas para adentro todo se nos antoja misterioso. Después te intentas enterar de cómo puede uno hacerse cargador. Y al fin, te apuntas a la cuadrilla. Entonces es cuando realmente se

~6~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez comienza a vivir la experiencia de la carga, los ensayos, tu primera almohada, la talla, te enseñan a amarrar, a enfajarte… Recuerdo que de niño, mis sentimientos hacia los cargadores eran bastante contradictorios. Por un lado, no llegaba a entender tanto sacrificio, y he de confesar que incluso el ambiente previo a la salida me producía una incomprensión que se bañaba entre el respeto y el miedo. Si, para mi, aquello de los cargadores era un ambiente bastante adulto, demasiado rudo y tenebroso, algo que no estaba hecho para un niño como yo, que por entonces, llegaba a la Iglesia el Domingo de Ramos de la mano de mi padre, él de penitente y yo de monaguillo. Mientras esperaba en la sacristía, en medio de aquel maremagnum de penitentes que corrían de un lado a otro intentando organizar la procesión, veía como los cargadores iban entrando en un cuarto anexo a la sacristía. Cerraban la puerta y allí hacían no sé que. De vez en cuando la puerta se abría y yo que no me quería perder detalle y mi curiosidad no permitía centrarme en otras cosas, observaba a momentos a aquellos hombres, en un ambiente lleno humo como se enfajaban, unos con otros, dándose tirones espantosos que pareciera que se iban a romper. Dios mío, pensaba, pero qué hacen ahí dentro, con los pantalones medio bajados y liándose de esa manera. Estaba claro que yo no entendía de qué iba aquel asunto. Sin embargo, horas más tarde, cuando la cofradía se recogía, todos juntos íbamos al almacén, y veía como los cargadores hablaban entre ellos y con mi padre, y se felicitaban por lo bien que había ido la noche. En ese momento, eran como héroes que caminaban hacia el almacén, donde esperaba la celebración. Si, una celebración por habernos recogido, no lo entendía, pues para mi, lo de recogerse no era precisamente un motivo de alegría. Estaba claro; la carga debía de dar otras cosas que mi corta mente aun no lograba alcanzar. Pero el gusanillo, ya empezaba a hacer lo propio. Y en multitud de ocasiones, mientras se celebraba una junta o alguna reunión en el almacén, yo solía esperar a mi padre debajo del viejo paso del Medinaceli. Allí me pasaba las horas muertas, mirando los palos, subiéndome encima de ellos, y jugando solo a imitar a los cargadores. Cada vez que me metía, comprobaba si ya tenía altura para llegar al palo, pero no, no llegaba y me conformaba con sentarme en la zambrana y hacerme mis propias películas de cargador. Porque, ¿qué niño no sueña? ¿Qué niño de esta Isla nuestra no sueña con meterse algún día debajo de un paso y convertirse en cargador? ¿Quién de nosotros no ha jugado a los pasos en su casa o en su barrio, con una caja o una mesa como si fuera un paso de verdad? Afortunadamente, hoy los niños también pueden cargar. Y la labor de paciencia y dedicación que llevan a cabo Perico Bulpe o Javi Lebrero, es digna de encomio y de mi felicitación. En alguna ocasión me ha maravillado ver a mi hijo Eduardo, con su primo Quique y su amigo del cole Manuel, esperar con disciplina a que el capataz los llame para meterse en el pasito de ensayos. Todos esos niños, Pedrito el de Quino, los hermanos Franzón, Carlitos Gago, los hermanos Lobeira, Angelito Zapata, los hermanos Merino, Alejandro el de Martín, los hermanos Guillén, y muchísimos más; todos aprendiendo la disciplina, el codo con codo y el trabajo en equipo que supone pertenecer a una cuadrilla. Si, ya se les está metiendo el gusanillo de la carga, eso es lo más evidente, lo que salta a la vista. Pero os voy a decir algo, Perico, Javi, y todos los que os implicáis en este proyecto, pues no se si sois conscientes de que en el fondo os estáis convirtiendo en unos auténticos catequistas de laboratorio. Pues la carga, te lleva a los pasos, y los pasos te llevan a las cofradías, y las cofradías, te llevan directamente

~7~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez a Cristo. Por eso, con esta labor, estáis haciendo apostolado y ayudando a que cuajen futuros proyectos de auténticos cristianos. Así que, no lo dejéis, por favor, porque esto es más importante de lo que parece. Afortunadamente todo llega. Y cuando menos te das cuenta ya tienes 18 años y llega el momento en que puedes cargar. Así es. Nuestras cuadrillas están llenas de jóvenes ilusionados que cada año viven la cuaresma pensando en la carga. Jóvenes cofrades que son atraídos, como todos lo estuvimos un día, por este maravilloso oficio. Qué alegría ser joven y ver que tienes por delante un montón de años para seguir disfrutando debajo de los pasos. Quizá, cuando se está en activo uno no se plantea que puede llegar un día en el que la carga se acaba. Un día en el que tienes que retirarte. Los jóvenes son, somos, unos privilegiados que aun atesoramos la capacidad para disfrutar y empaparnos del ambiente que se vive perteneciendo a una cuadrilla de cargadores. A nadie escapa que la juventud desempeña un papel clave en nuestro particular mundo cofrade. Y muchos jóvenes han sido pieza fundamental para la continuidad y el mantenimiento del patrimonio humano que representan nuestras hermandades. Esto no se ve cuando eres un pivito de junta auxiliar, que lo único que quieres y te preocupa es salir llevando una sección y cuanto más cerca del paso, mejor. Pero cuando ya estás en esa edad, en donde eres joven, pero no tan joven, esa edad en la que si te hablan de usted te sienta mal y si te tutean también te molestas, esta edad vamos, entonces ves claro por qué nuestros cofrades mayores nos cuidaban y nos daban la vidilla del almacén, los premios el día de la salida de tu hermandad, cuando te hacían protagonista anónimo y te hacían sentirte importante llevando un atributo, e incluso, a los aventajados, una pértiga. Ahora conocemos amigos de aquella inolvidable infancia cofrade que hoy son cofrades responsables que rigen el designio y el futuro de nuestras cofradías. Y en la carga pasa lo mismo, recuerdas que aspirabas a entrar en un paso. Y sin embargo, ya lo recuerdas lejano, y comienzas a envidiar a los nuevos cargadores de buen tipo y complexión atlética, que cargan dos, tres y hasta cuatro veces en la semana. Y te das cuenta que la complexión atlética, en tu caso, ha pasado a incomprensión atlética, por que ni tu mismo te conoces. Cuando Rubén Darío escribió aquello tan famoso de “juventud divino tesoro” posiblemente no pensó en el tesoro de la carga, y sin embargo, muchos jóvenes que atesoran su capacidad y disponibilidad para cargar pasos de semana santa consideren que son auténticos afortunados por poder incluir en el currículum de la vida haber sido cargador. Hoy más que nunca, hoy que nuestra sociedad castiga con la carga de la droga, de la delincuencia juvenil, de la inmigración desesperada, del paro, de la injusticia, del machismo y la violencia doméstica, de la discriminación…Hoy, es un regalo de Dios ver a un joven cargador. Hoy Señor, soy un joven cargador, que se estrena en este paso, hoy serás mi confesor, día, noche y ocaso.

tengo hoy el alto honor de en tu paso amarrar, con mis cuerdas y almohada. Hoy Señor, soy un joven cargador, que hoy te ofrece su sudor como moneda de cambio,

Hoy Señor, soy un joven cargador, cargador de nueva añada,

~8~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez pa que escuches las plegarias que aquí abajo iré rezando.

Pero, hoy, Señor, solo soy un joven cargador, que se estrena en este paso, y que a golpe de tambor, caminará muy despacio.

Hoy Señor, que me estreno en estos palos, vengo henchido de alegría, hoy, quiero ser tu bastón tu lazarillo de guía.

Hoy Señor, solo soy un joven cargador, que te pide hacerme fuerte, que no desfallezca esta noche, que el cansancio sea inerte, y llegar hasta tu Iglesia, pa que pueda recogerte.

Hoy Señor, quisiera ser tus pies descalzos. caminar bajo tu cruz, y ayudarte con mis brazos.

Resulta chocante, que a estas alturas aun no haya aparecido la mujer en mis reflexiones. Paradójico, por que al menos casi la mitad de los cargadores estamos vinculados a los palios, es decir, a María. Sin embargo, las mujeres también desempeñan un papel importantísimo en la carga. Y no solo me refiero a las mujeres que cargan, que como todos sabemos, haberlas las hay. No, ahora me estoy refiriendo a las novias y mujeres que quedan solas cuando el cargador sale de su casa para cumplir con su obligación. Verónicas andantes que van de esquina en esquina recreándose con la carga del muchacho que va debajo. Y ella, va a buscarlo en el refrigerio, y le pregunta con cariño: ¿Qué, como vas? ¿vas bien?. Sí, - respondemos nosotros, metidos en el papel - no te veas, lo que va pegando este año. Y ella, tan buena, en lugar de decirnos: “pues ya sabes, el año que viene no cargues, y así no me dejas sola”, nos dice, “que bonita va, y que bien la estáis llevando”. Entonces, en ese mismo momento escuchamos que el mayordomo nos llama, y que nos toca entrar, y ella, con un beso, nos despide como a su héroe. Si, incluso aquí, la carga ha representado una parte importante en nuestras vidas. Y seguramente, cada uno de nosotros, tengamos recuerdos que ligan la carga con épocas de adolescencia y juventud en las que comenzábamos a enamorarnos y a tontear con la niña que nos gustaba. Y hacíamos que nos acompañara a la Iglesia, antes de amarrar, y nos llevaba el bocadillo a la conviá, y nos buscaba en la recogida. Cuántas veces hemos utilizado la carga para que la niña de tus ojos se fijara más en ti, y le has dedicado, en la intimidad de tu corazón, una levantá o una trepá. Para mí, este aspecto, fue clave. La Semana Santa y la carga tenían que representar un atractivo para que mi novia, que venía por primera vez a La Isla a ver la Semana Santa, quedara impresionada con objeto de que un futuro no me propusiera movernos de aquí por vacaciones. Fue hace ya unos pocos de años. ¿Te acuerdas Almudena? Acababas de llegar de Madrid, y yo tenía que amarrar en el paso de la Virgen de la Piedad. Llegamos a la plaza de la Pastora y nos acercamos a saludar a grupo de cargadores conocidos entre los que se encontraba Pepe “el mellao”. Tú, que ya habías comenzado a interesarte por los prolegómenos de la carga, soltaste la pregunta que representaría tu primera lección del cargador neófito. ¿Con qué cuerdas vais a atar la almohada? Y el mellao, que ya por entonces no se resistía a impartir las teóricas de campo, te aclaró con rapidez el matiz. “Almudena, aquí no se ata, aquí se amarra”. La lección quedó clarísima, y además, debió de contribuir a mi objetivo, porque a fecha de hoy, no nos hemos perdido ninguna Semana Santa.

~9~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez Ciertamente, nosotros estamos acostumbrados, pero si nos ponemos a pensar, debajo de un paso se crea un micro mundo que para el que no lo conoce resulta a veces imposible de imaginar. Y no me estoy refiriendo ahora a los aromas que se quedan de caídas para adentro. Me refiero a todo ese puñado de frases que cualquier cargador entiende a la perfección pero que si lo sacamos de ese contexto dejan de tener sentido. Frases clásicas como “vamos a darle banditas”, “ole mis niños”, “vamos a ayudar a los enanos”, o algunas otras más técnicas que aprendí, como “medio adoquinito”, o “medio alquitrán”, o mi frase favorita, que Fernando Fernandez Aranda repetía hasta la saciedad: “vamos a relajar los musculitos”. En esencia, todo esto constituye un código de comunicación que lejos de ser muy literario, es efectivo, eficaz y rápido. Sin duda esto es lo nuestro, y por algo queremos conservarlo tal y como es. Aunque después vengan otros aventajados que piensan que hay que evolucionar. Pero, los años pasan y vamos acumulando recuerdos que formarán parte de nuestra historia. El tiempo pasa rápido y se va llevando sus Semanas Santa. Cada uno de nosotros recordamos todos esos años cargados de anécdotas. Recordamos el año que llovió, el año que la banda izquierda pegó más que la derecha o el año que parecía que ya no podíamos más. Y de repente, un día nos paramos, miramos atrás, y han pasado tantos años que nos planteamos retirarnos de la carga. Y aunque somos muy conscientes de que un año tiene que ser, nos aferramos a la idea de que este año no es el año indicado para la jubilación; mejor el año que viene, si el año que viene será el que me retire. Cada cargador prepara su jubilación con su historia particular. Es como si necesitáramos tener un final programado que nos haga más llevadero el duro trance de aparcar la almohada para siempre. El año pasado, un cargador veterano de Medinaceli, Manolo Franzón, me contaba con cierto romanticismo que cuando carga lleva una pequeña navaja, que era de su padre. El día que no pueda más –me decía-, sacaré la navaja de mi bolsillo y cortaré las cuerdas para siempre, pero mientras aguante, esta navaja no se abrirá. De la misma manera que todos los cofrades, tras la inercia de los seis días anteriores, nos sentimos huérfanos el sábado santo, y nos encontramos desubicados cuando salimos a la calle por la falta de hermandades procesionando, igual le pasa al cargador jubilado. El día que sale su paso, sienten que algo extraño les conmueve en su interior. Anhelan ese trozo de palo en donde han estado cargando tantos años, y se muerden los labios pensando que otra almohada ha ocupado su hueco. Porque ese hueco será siempre el suyo. Cada palo tiene su historia, y esa historia la escriben todos los hombres que cada Semana Santa amarraron y cargaron en ese trozo de madera. He visto y conozco a cargadores que ya no son cargadores. Suena raro ¿verdad? Sinceramente, creo que la profesión de la carga no se pierde nunca. Esos cargadores que ya no se enfajan, y que su almohada ha quedado guardada para los restos, salen en Semana Santa a la calle y no pueden negar que son cargadores. El cargador jubilado busca salida a ese día. Y necesita estar cerca de su cuadrilla, porque esa es su cuadrilla, siempre será su cuadrilla. Cuando ven el paso en la calle, se acercan a los respiraderos como si éstos le llamaran. Sienten necesidad de acercarse, y se quedan escuchando lo que se filtra desde adentro. Algunos susurran con la cara pegada a la plata, animando a los que van dentro, y no se contienen en añadir algún piropo para repartir a toda la cuadrilla. Se emboba con cada detalle del paso, de su exorno, y como no, de la imagen de Jesús o de María que en él va.

~ 10 ~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez El cargador jubilado es especial. Algunos, que los conozco, tienen necesidad de buscar una actividad que sustituya esa tarde la ausencia de carga. Y lo consiguen, como mi amigo el piera, que el Lunes Santo sale de su casa como un pincel y no se separa del paso del paso del Medinaceli en toda la noche, encendiéndole las velas a su Cristo. El cargador jubilado es así. El cargador jubilado tiene un sentimiento muy especial. A la hora de amarrar una almohada a faltado. Ni se le ha visto en la talla, ni el capataz lo ha nombrado Extraño es que haya faltado a su cita con la carga, será una noche muy amarga para un cargador jubilado. La cuadrilla está completa, pero no es la de otros años, la Virgen se ha dado cuenta de que pasa algo extraño. ¿Dónde estás cargador viejo? ¿Porqué de mi manto has salido? Abajo te echan de menos hay un palo desvalido. Estoy aquí, junto a tu vera, este año ya no cargo, pero te enciendo la cera, que llevan tus candelabros. En esta noche santa, sin almohada ni faja, ni cuerdas con qué amarrar, solo puedo conformarme a tus varales acercarme y entre ellos mirar.

que abajo ni se va a notar, ya hay un nuevo cargador y en él puedes confiar. Han pasado muchos años, tantos que ni me acuerdo. de mi palo travesaño sólo me quedan recuerdos. En tus palos he soñado he reído y he llorado, te he pedido y te he dado, en tus palos he cargado. En tu paso, muchos años, he sufrido y he gozado, de tu paso, a mi me queda un recuerdo emocionado. Pero eso ya es pasado, ni mi faja, ni mis cuerdas, hoy me han acompañado. Ya no soy de la cuadrilla, ya mi tiempo ha caducado. Sin embargo, aquí me tienes, porque vengo a acompañarte, y solo te pido una cosa, que de mi, nunca vayas a olvidarte porque aunque más viejo y cansado, yo por siempre seré tuyo, yo seré para los restos, tu cargador jubilado.

Pero Tú no te preocupes, Así son los cargadores cofrades, o cofrades cargadores, como se les quiera llamar. Hoy por hoy, ustedes convendrán conmigo que el cargador es también cofrade. Y además, hay multitud de cofrades que a su vez son cargadores. Esto a priori, puede parecer un detalle sin importancia, pero la realidad es que este aspecto hace que todos los años, muchos de nosotros nos veamos en un dilema. Tu hermandad se prepara y lo dispone todo para sus Titulares y para sus hermanos: las túnicas, los cirios, enseres y atributos, flores escogidas y apalabradas desde meses atrás, y los pasos, limpios y relucientes para ese día. Y cuando llega ese día, ya hemos decidido el lugar donde rezaremos y haremos nuestra penitencia. Los cargadores cofrades ya hemos tomado la difícil decisión de salir en nuestra hermandad con la túnica de penitente o cargando a nuestros titulares. Una difícil decisión que no nos deja otra salida que renunciar a una de las dos modalidades.

~ 11 ~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez He de confesar que aunque llevo más de 30 años saliendo con mi hermandad, primero de monaguillo y luego de penitente, todos los lunes santo miro a los cargadores con la envidia sana de quien se alegra por lo bueno del otro. Y cada año mi corazón se vuelve a plantear la carga del Lunes Santo. Del Lunes Santo soy preso, del Lunes Santo y bendito, por un amor que profeso que es un amor infinito. Quiere mi cuerpo partirse en dos, cada tarde de Lunes Santo, una para vestirme de túnica, la otra, para amarrar bajo tu manto. Veo tu cara tan lozana, veo tu rostro iluminado, por las velas perfumadas de tu paso floreado. Veo los pies que van meciendo esa cuna, que es tu paso plateado y por dentro me va comiendo un deseo muy añorado. Y escuchando los piropos que te dicen desde abajo me requemo, me lamento, y me arrepiento poco a poco por no amarrar en tus palos y decir a los cuatro vientos .

que yo cargo el Lunes Santo a una Virgen que es muy niña que en mi casa duele tanto Pero ahora no es momento de lamentos y quebrantos hoy también estoy contento de vivir otro Lunes Santo. De arriba abajo visto mi túnica, mi túnica de archicofrade, y en esta tarde santa será mi único ropaje. Bendita oportunidad, si con la túnica me revisto, que salir con tu hermandad es revestirse de Cristo. Qué más da, cargador que penitente, túnica o almohada, si hemos venido a lo mismo, a escuchar una llamada, la que nos hace ese Cristo y su madre Trinitaria

Apreciados cofrades y cargadores, no es por fastidiar, pero la Semana Santa acaba rápida. Se nos pasa en un santiamén. Y con ella se va la carga. Los pasos se guardan en los almacenes, desmontados y limpios, con un aspecto muy diferente al que tuvieron días atrás, en los que la belleza y la estética más hermosa inundaban el ambiente por el que pasaban. La carga se acaba. Las fajas se guardan enrolladas y lavadas hasta la próxima temporada. Las almohadas quedan metidas en sus bolsas, guardadas en un altillo o en el fondo de un armario. Pero en realidad, aún queda mucha carga. Ahí fuera, muy cerca de nosotros, y durante todo el año, sigue habiendo cruces que cargar, sigue habiendo personas, que como Jesús, no pueden llevar solas su cruz, y necesitan de un cirineo que le ayude a llevarla. Eso está ahí fuera, ahí mismo, en nuestra calle, en nuestra casa, en el trabajo, y tenemos la obligación de verlo, de detectarlo y como no, de cargar también con esas cruces que no son las nuestras. Simón cargó con una cruz que no era la suya, y Cristo cargó con otra que era la de todos nosotros. Quiero que este sea mi último mensaje, porque si no lo entendemos así, nada de lo anterior habrá servido, no se podrá entender, ni justificar todo lo que hemos hecho. No tendrá sentido si nos quedamos sólo en una carga, y no vemos la otra. Ni las trepas,

~ 12 ~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez ni las levantás tendrán sentido, ni las marcha ni los refrescos, ni los ánimos del capataz ni los abrazos en la recogida. Si no vemos esta carga, la de la vida, la otra no habrá servido para nada. Así que, vayamos también a por las cruces y los leños de la vida, porque esos, si que pegan en la calle. Pero de momento, el descanso de este noble oficio llegará en el Domingo de Resurrección, cuando la mayoría de los cargadores solo guarden los recuerdos de los días recién pasados. Tan solo, una cuadrilla de guardia será la que tenga el privilegio de los últimos mecíos de nuestra Semana Santa. Una joven y madrugadora cuadrilla, será la encargada de anunciar en La Isla que Jesús ha resucitado. La carga del Resucitado, de la Hermandad de la Resurrección, le cambia el chip al cargador, que habituado a un modus operandi tradicional, clásico e histórico, pasa, de la noche a la mañana, y nunca mejor dicho, a actuar de manera diferente. El cargador del resucitado no queda antes para tomar un vino o una cerveza, toma café o cola-cao. A este cargador no se le echa la noche encima, sino la mañana. Este es el nuevo cargador del Resucitado, un cargador madrugador en el que recae el peso de decirle a La Isla que Jesús resucitó. Sin embargo, a veces he pensado que estos cargadores, hubieran actuado de forma diferente si les hubiera tocado vivir la resurrección que cuentan los evangelios. Imaginemos, que si Jesús hubiera resucitado en La Isla, la historia habría sido diferente. Ya dije al principio que el día en que Cristo murió, allí apareció el primer cargador, Simón. Pero el día en que resucitó, solo aparecieron mujeres. Aquel tercer día de la muerte de Jesús, fueron tres mujeres al sepulcro, con preocupación, por que no iban a poder mover ni cargar con la piedra que había en la entrada. Si hubiera resucitado en La Isla, posiblemente algún grupito de cargadores hubiera estado disponible para hacer el traslado de la enorme y pesada losa. Me estoy imaginando la escena: Cerca del sepulcro, muy tempranito han quedado unos cargadores; cada uno con su almohada bajo el brazo. Y según se van acercando al lugar donde está Jesús, ven a un chaval vestido de blanco. ¿Qué hace este aquí? - piensan nada más verlo -. Y cuando le van a preguntar, el chaval se adelanta y les dice: Cargadores, qué andáis buscando el que estaba aquí ha resucitado y el parque va atravesando entre un pueblo apasionado. Es que no os habéis enterado, al alba de San José ha salido, y va en un paso dorado. Decidme cargadores ¿lo vais a ir a buscar? Pues no llevéis almohada ni cuerdas pa amarrar porque una cuadrilla de lujo lo va meciendo a rabiar. Jesús se lo agradece

el pobre está cansado de toda una semana entera entre cruces y calvarios Ninguno querrá salir, ni dejar una trepa, porque ya queda muy poco y otro año hay que esperar Ya se acaba nuestra fiesta, termina la Semana Santa, ya no hay pasos en las Iglesias y nos inunda la Pascua Pero no poneros tristes que esto solo es un pregón, mañana es Domingo de Ramos

~ 13 ~


XXIV PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Eduardo Coto Martínez y hoy, Sábado de Pasión. Mañana empieza la fiesta mañana dan campanadas La Salle abrirá sus puertas ante la gente apiñada Mañana empieza la fiesta en la Iglesia Mayor Parroquial qué más se puede pedir para un comienzo dominical Mañana es Domingo de Ramos para el cofrade y el cargador de La Ardila salen dos pasos a su barrio con fervor Cargadores de La Isla os deseo buena carga que ninguno se lastime que no haya noche amarga Cargadores de La Isla mañana nos queda trabajo

enfajaros las cinturas amarrad en vuestros palos Cargadores de La Isla a las bandas y cortito y no picarme los pasos que eso no queda bonito Cargadores de La Isla os deseo pa estos días lo mejor de corazón que repito, mañana es Domingo de Ramos y hoy, nuestro sábado de pasión. Cargadores de La Isla ya termina este pregón. Y es deseo de este cofrade, que también es cargador, que disfrutéis desde ahora, que disfrutéis un montón, que disfrutéis desde ahora y hasta el Domingo de Resurrección.

He dicho. Real Isla de León, 8 de abril de 2.006, Sábado de Pasión Eduardo Coto Martínez (Joven Cargador Cofrade)

~ 14 ~


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.