XXII PREGÓN DEL CARGADOR

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR a la Semana Santa de San Fernando Organizado por la Asociación "Jóvenes Cargadores Cofrades" J.C.C. bajo el lema "cuando el Cargador se hace pregonero o el Pregonero cargador" a cargo de

D. Rafael Vez Palomino pronunciado en el Salón de Actos del Colegio de las Hermanas Carmelitas de la Caridad SAN FERNANDO 03 de abril de 2004 Sábado de Pasión


XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino

PRESENTACIÓN DEL PREGONERO a cargo de

Dª. Yolanda Coto Martínez Muchos de ustedes se estarán preguntando que hace hoy, sábado de pasión, y en este escenario una mujer que no está vestida con el uniforme de la banda de la Cruz Roja; el motivo ya se lo estarán imaginando y no es otro que el de presentaros al pregonero de los Jóvenes Cargadores Cofrades, que en esta tarde va a hacerse cargador como bien dice el lema de este pregón, pues Rafael Vez Palomino, al que la mayoría de ustedes conocen, no se ha metido bajo los palos de un paso nunca (aunque eso sí, ha escuchado muchas veces las vivencias cargadoras de sus dos hermanos), por lo tanto no ha sido cargador de pasos, pero sí ha sido pregonero, y de los buenos, y como el citado lema dice: "cuando el cargador se hace pregonero, o el pregonero cargador", esta tarde se va a hacer realidad lo segundo con total seguridad. Rafa, como cariñosamente le conozco desde que yo era pequeña, nace en San Fernando, en el seno de una familia numerosa (son cinco hermanos), y vive su niñez en el barrio de la Iglesia Mayor, en los alrededores del colegio chico de la Salle. Era en la capilla de este colegio en donde los vecinos celebrábamos la Eucaristía dominical y donde él ya atisbaba su vocación sacerdotal. Con pocos años de edad ya ayudaba a la misa como monaguillo con total formalidad y seriedad, lo cual servía de burla inocente entre los chiquillos de nuestra pandilla, que le auguraban su vocación entre bromas. Pero poco le importaban a Rafa estas burlas, pues ya desde entonces se veían casi forjadas una personalidad y una fe firmes y sólidas; en la primera, su personalidad tuvo mucho que ver su padre que siempre ha inculcado a sus hijos que hay que ir con la verdad por delante y sobre todo defenderla a toda costa, caiga quien caiga; y en los segundo, la fe, fue su madre, mujer ejemplar, creyente y de profunda fe, su transmisora, su modelo y su apoyo para caminar por la senda de Jesucristo, en sus años de formación. Sin embargo, poco le servía la santificación de la misa del domingo, pues desde que salía por la puerta de la capilla, Rafa se colocaba una gorra, siendo uno más de la pandilla del barrio, y a todas las travesuras de la calle se sumaba con su hermano mellizo Carlos, (¡ay de los cristales de las ventanas de la Salle si hablaran, o si le pudiéramos preguntar a los hermanitos de aquella época por aquel Rafa). En fin, tras terminar el C.O.U. en el Liceo, Rafael ingresa en el Seminario de S. Bartolomé, ubicado entonces en Sevilla; allí permanece cinco años tras los cuales marcha a Roma donde cursa los dos años de Licenciatura en Liturgia. A la vuelta, año 1991, es ordenado presbítero en la que había sido su parroquia, S. Pedro y S. Pablo, y empieza su primer destino en Ceuta, que dura tres años, durante los cuales es subdelegado de Juventud; luego es enviado al Río S. Pedro donde permanece ocho años; seguidamente es destinado a la Parroquia de S. Benito en Puerto Real y nombrado Arcipreste, cargo que ocupa durante dos años y medio hasta el año 2002 en que el Obispo de nuestra diócesis envía a Rafael a su ciudad natal, como párroco

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino de San José Artesano donde continúa actualmente, lo cual ha sido todo un acierto, buena fe de ello entre otras muchas cosas, da el lleno de la misa parroquial cada domingo, vamos que si te retrasas un poco te quedas de pie. Durante todos estos años, en los que ha alternado armoniosamente sus obligaciones como párroco con la enseñanza religiosa en la E.S.O., en la Escuela de Teología y en el Seminario, por todas las parroquias por las que ha ido pasando, las ha ido dejando renovadas de savia nueva (una frase que yo le he oído en varias ocasiones es " a vinos nuevos, odres nuevos"), y organizadas perfectamente, las parroquias, en todos los sentidos, de hecho es el sacerdote que a todos nos gustaría tener cerca (mi marido lo llama cariñosamente "su cura de cabecera"), pues vive los tiempos actuales como un hombre de hoy, pero respetando siempre a la Sta. Madre Iglesia y transmitiendo sus enseñanzas a todos los fieles que quieran escucharle; un hombre-sacerdote que sabe estar en todo momento y sabe afrontar cualquier vicisitud teniendo por bandera la cruz de Jesús. Cofrade de la hermandad de Afligidos viste su túnica desde los 12 años y cuando por sus estudios sacerdotales tiene que dejar de procesionar como penitente, pasa a ser un colaborador nato de las Hermandades. Siempre tiene un "sí" para ellas, y eso hoy es de agradecer. De hecho nunca ha dicho que "no" cuando le han propuesto ser pregonero: Rafael ha exaltado la Eucaristía en nuestra ciudad, ha pregonado la Navidad en San Fernando y en Puerto Real, la Semana Santa de Conil y, cómo no, ha sido pregonero de nuestra Semana Mayor. Por eso, como decía al principio de esta presentación, sin duda alguna este pregonero al que ya mismo vamos a escuchar,... va a hacerse cargador. Rafa: has sido compañero de juegos, eres actualmente mi párroco y sobre todo eres mi amigo, pues siempre que te he pedido algo, has estado ahí, para hacer todo lo que estaba en tu mano. Podría seguir contando muchas cosas y anécdotas sobre él que sé que les iba a gustar escuchar, pues de un amigo al que admiras nunca se agota la pluma, pero también sé que desean aún más escuchar el pregón que él ha preparado con todo su cariño, así que sin más dilación les dejo con Rafael Vez Palomino.

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino

XXII PREGÓN DEL CARGADOR a cargo de

D. Rafael Vez Palomino A Yolanda, con cariño y afecto, por su sí tembloroso ante la labor de presentar al pregonero. Con el deseo de que un día, no muy lejano, su voz y la de tantas mujeres, se haga sentir también en la Semana Santa de nuestra tierra, y podamos oír de nuevo el testimonio de las que fueron los primeros testigos de la Resurrección. Gracias por todo. Vaya mi saludo, a las puertas de los días santos, del día anunciado por los profetas, de la hora tan deseada y tan temida por Jesús, el momento de las grandes decisiones, a vosotras mujeres, esposas y novias de nuestros cargadores. ¡Cuántas horas de soledad y entrega! ¡Cuántos pasos tras sus huellas! ¡Cuánto acompañamiento con vuestros hijos en brazos! ¡Cuántos llantos consolados en vuestros hombros! ¡Cuántos besos regalados después del duro esfuerzo! Vaya mi saludo, en el día de triunfo de la paz sobre las violencias humanas, de la sencillez sobre las grandezas humanas, de la alegría sobre las tristezas humanas, del amor sobre los odios humanos, de Dios sobre las miserias humanas, a vosotras “maeras” de los pasos de dolor y misterio, que cada año os ennoblecéis ante nuestros hijos y hermanos, y que no sin dolor vais marcando sus cuellos con el surco del yugo suave y la carga ligera de nuestro Señor y nuestra Señora. Vaya mi saludo, ante la hora amarga de Jesús, sobre el que pesan las tristezas del mundo, los miedos del mundo, las repugnancias del mundo, los cansancios del mundo, a vosotras almoás que finamente amarradas hacéis más llevadera la agonía de la carga. Vaya mi saludo, en la cima del monte maldito, donde se consuma el despojo; donde se le quita lo único que le quedaba, sus vestidos y su honra; donde empezó Jesús a despojarse voluntariamente de su gloria y su riqueza, porque siendo rico, se hizo pobre y siendo Dios se presentó como un cualquiera; donde se le arrancan sus vestidos, pegados a las heridas, y se le expone a la vergüenza pública, a vosotras fajas y zapatillas, ropas envejecidas con la historia de nuestros andares marineros, que ocultáis el esfuerzo y el cansancio de los cuerpos de nuestros cargadores de la isla. Vaya mi saludo, en medio de los gritos desgarradores de los crucificados, ante la palabra suave, la más hermosa melodía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen, a vosotros capataces y llamadores, que con la fuerza de vuestra voz dais vida y movimiento, después de muchas horas de esfuerzo, a los andares cañaíllas de vuestras cuadrillas. Vaya mi saludo, ante innumerables tormentos físicos, provocados por los clavos, las espinas, la fiebre, la sed, la inmovilidad; enormes sufrimientos morales, por la vergüenza, la humillación, el fracaso, la duda; misteriosos sufrimientos espirituales, por la crisis interior y el aparente abandono del Padre, a vosotros

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino aguaores que aliviáis la sed del esfuerzo y el cansancio, llevando sobre vuestros hombros el agua fresca, en botijos de barro, que tantas manos amigas cogen en su regazo. Vaya mi saludo, ante la hora del descanso, ante la Palabra enterrada; ante el silencio expectante y meditativo, como la esposa que enciende su lámpara por la noche y espera el retorno del amado, a vosotros miembros de las bandas y agrupaciones que al son y al cariño de vuestras melodías, acompañáis a nuestras imágenes por las calles de la isla. Vaya mi saludo, en este nuevo año, nueva posibilidad de evangelizar y catequizar por las calles de nuestra tierra, a tantos miles de hombres y mujeres, que contemplarán nuestros pasos misterios, que mirarán nuestros andares, que gozarán ante la belleza y la estética de nuestras imágenes, gracias al esfuerzo de tantos nombres anónimos, de tantas ayudas, de tantas horas de trabajo. Que podamos decir al final: ¡ha merecido la pena! Vaya mi saludo, en este año de tantos estrenos, de tantos pasos nuevos, de tantas caídas arregladas, bordadas, y mejoradas, a vosotros cargadores de mi tierra, mis amigos, mis hermanos, mis conocidos. La alegría se nota en vuestros rostros. Ya está aquí, ya llega la hora. Mirad al cielo y entonad la oración más sentida para que bajo el amparo de nuestra Madre, vuestro esfuerzo haga más llevadero el sufrimiento del Señor por nuestras gentes, por nuestro pueblo. Vaya mi saludo, a ti Yolanda, mi amiga, la primera mujer que presenta a un pregonero, en el seno de la J.C.C. Tu voz se alza hoy en medio de un mundo necesitado del testimonio y la experiencia de las mujeres de nuestra tierra. Aires nuevos para un caminar nuevo. Que no os callen nunca la voz, que no se oculte vuestro esfuerzo, vuestro trabajo, vuestro tesón. Que un día, no muy lejano, vuestros hombros se arrimen al de tantos para elevar hasta el cielo los pasos de nuestra tierra. Y vaya mi saludo, a todos los presentes, que no sin esfuerzo escucharéis a éste que hoy se hace cargador, uno de los vuestros, para ofreceros en voz alta el mensaje más hermoso, más brillante, más maravilloso, anunciado, proclamado, pregonado, la victoria sobre la muerte, la vida en el que es la vida, la resurrección de nuestro amor y nuestra esperanza. Les confieso a ustedes mi sorpresa por la designación para realizar este pregón del cargador. Una llamada al teléfono móvil, me hizo decir sí a algo que después poco a poco fui descubriendo lo que significaba. Agradezco a Enrique y Yolanda, Eli y Antonio, Angel y Elvira, Carlos y Rosa, y a tantos otros sus palabras de ánimo y aliento, que me hicieron descubrir la segunda parte del lema, desconocido por mí hasta entonces, de este pregón: “cuando el pregonero se hace cargador”. A pesar de tener dos hermanos, Perico y Carlos, que han vivido en el mundillo de la maera, les puedo asegurar que “ni por asomo” se me ocurrió alguna vez, o

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino mejor dicho, he sentido la necesidad de meterme debajo de un paso “para vivir esa experiencia” que tanto les llena y os llena. Mírenme bien. No tengo hechura de cargador, sino más bien de alguien que carga con “varios kilos”. Me cuesta meterme bajo la maera, me agobian los sitios ajustados, me molestan los hedores y los olores, y eso de cargar, como decían los antiguos está hecho para otros. Pero no obstante, a éste que hoy les habla, le vienen a la memoria dos “experiencias” en torno a este mundillo: la primera tuvo como resultado unos pocos días de baja por problemas con las cervicales. Y eso que sólo pretendía mover un poquito el paso de palio ya desmontado, que los chicos de la cofradía habían dejado en medio de la Iglesia, y que “estorbaba” de cara a la limpieza y preparación de los oficios del Jueves Santo. A la señal de uno de ellos se hizo la levantá, dejándome sólo ante el peso y el paso. Se pueden imaginar las risas de unos y las palabras de otro. La segunda tuvo un escenario distinto, la calle. En plena procesión de Domingo de Ramos, acompañaba, como director espiritual de la hermandad, a la Cofradía por las calles de una ciudad vecina y empezó a llover a mares. En un instante aquello pareció una estampida, todos corrían, la representación oficial, finamente trajeada, desapareció velozmente a la francesa y allí me encontraba yo, vestido de sotana, manteo y bonete, lógicamente mojado. Los cargadores lloraban desconsolados, y el capataz más, y parecía que nadie quería darse cuenta de que aquello iba a peor. Me acerqué al paso y con voz fuerte les animé a levantar el paso para volver rápidamente al templo. Cuanto más andaban, más los animaba yo, que iba pegado al paso. Cuando se recogió, y estábamos tomando un bocadillo, creo que pa matá el hambre y el cabreo del momento, alguien entró con cierto enfado y gritó: quién ha sido el ca..., que nos ha traído hasta aquí a marchas forzadas gritando. Estamos todos reventados... el resto se lo pueden imaginar. Con semejante experiencia, no creo que sea la persona más adecuada para este pregón. Pero no obstante, como no tenéis posibilidad de buscar hoy a otro, agradeciendo el detalle que habéis tenido quisiera por unos momentos hacerme uno de los vuestros para expresaros algunas cosas que creo importantes, de cara a lo que vamos a vivir y celebrar estos días santos. Llevo muchos días dándole vueltas a varias ideas que me han rondado por la cabeza: ¿Qué sería la Semana Santa sin vuestro esfuerzo y sudores, sin vuestros pasos cortitos y a las bandas, al estilo marinero? ¿Qué piensa uno llevando sobre sus hombros al que ha cargado con nuestros pecados? ¿Qué siente el capataz al dar el golpe al llamador para la primera levantá? ¿Qué le mueve a uno a ir a tallarse para dar la talla y agregarse a un palo y a una cuadrilla?

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino Y les confieso, que por mucho que me sentaba a pensar y a darle vueltas y vueltas a las ideas, no había manera de empezar. Me dije, bueno podemos buscar en internet algún pregoncito ya trabajao y retocarlo un poquito, total quién se va a dar cuenta.... Pero lo que pasa, o bien no sabes buscar o bien temes que todo lo que tú lees ya lo hayan leído otros, porque como dice la página web, eres el visitante número..... Así que me dije, bueno voy a ver el número de pregón que es, busco las coincidencias de este año, coronaciones canónicas, nuevos pasos, aniversarios de dogmas, documentos eclesiales, efemérides varias, y mira por donde, es el pregón número veintidós, y me acordé del dúo sacapuntas, ese tan malo que siempre se andaban pegando, con el estribillo constante, que se hizo pegadizo, de veintidós, veintidós. Por fin decidí dejar a un lado todo eso y calentarme la sesera, mis hermanos siempre decían que la tenía grande, para poner por orden algunas ideas en torno al misterio de nuestra fe que nos ayudaran a todos a convertir nuestras salidas procesionales en un hermoso pregón por las calles de nuestra tierra, la Isla de León. Cada uno desde su puesto, uno bajo la maera, otros con los cirios encendidos, otros con sus cornetas y tambores, otros como prestes, pero todos a una, proclamando y mostrando a las gentes lo más hermoso de nuestra fe, que no es el misterio del dolor y la pasión, sino la certeza y la esperanza de la resurrección. Han llegado los días más sagrados, ya están aquí. Las puertas de nuestros templos se abrirán de par en par. En pocas horas, al son del tambor y las cornetas, del bullicio de la gente, de la alegría de los niños, empezaremos la Semana más hermosa y más grande de todo el año litúrgico, el tiempo más intenso de nuestra piedad y de nuestra vida religiosa. Es de nuevo el paso del Señor por nuestra historia, por nuestra vida, que culminará en el gran paso que es la Pascua. Vamos a meditar, contemplar, celebrar y vivir la Pasión de Cristo. Y lo haremos, después del ejercicio Cuaresmal, desde el agradecimiento más profundo, desde el arrepentimiento más sincero, desde la com-pasión más sentida, desde el amor más encendido, desde la común-unión más lograda. En ellos se nos invita a escuchar cada una de sus palabras, contemplar sus gestos, sus detalles. Palabras y hechos que rompen nuestros moldes y nuestros límites. Por eso, todas las horas de estos santos días serán insuficientes para estudiar esta historia, la más sublime historia de amor. Contemplaremos el amor de un Dios que se empobrece, para enriquecer a los Hombres de un Dios que se empequeñece, para ponerse a la altura de los hombres, elevándolos de un Dios que se hace siervo, para lavar los pies de los hombres de un Dios que se hace comida, para alimentar las hambres de los hombres de un Dios que se hace cordero, para cargar con los pecados de los hombres de un Dios que nos enseñó que el camino de la victoria pasa por la derrota

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino de un Dios que sufre hasta la muerte para dar vida a los hombres de un Dios que bajó a los infiernos para sacar de las tinieblas a los hombres. Acogeremos a Cristo amigo, que quiere lavarnos el alma y repetirnos palabras de amistad; a Cristo alimento, que nos ofrece su Cuerpo y su Sangre para vivir la comunión; a Cristo orante, que da gracias al Padre y pide su glorificación y la consumación de la unidad, para pedir después un poco de fuerza y de consuelo, si es que tiene que beber el cáliz de la amargura; a Cristo paciente, que se entrega como cordero a sus verdugos, desde la obediencia y la paciencia, desde la confianza y la misericordia, para llevar a cabo la Redención; a Cristo resucitado, lleno de espíritu y de vida, regalando espíritu y vida, su victoria sobre la muerte. Celebraremos la entrada triunfal en nuestra Jerusalén, en nuestra vida, de Aquél que es la Vida; de Aquél que viene a sanar nuestro corazón enfermo; de Aquél que se entrega para que tengamos vida, vida abundante; de Aquél que reposa en el sepulcro, y desciende al infierno en busca del viejo Adán; de Aquél que al clarear el nuevo día, es exaltado, glorificado por el Padre, y sentado a su derecha. Procesionaremos la pasión por las calles de nuestro pueblo; los misterios de nuestra fe; las imágenes que colman nuestra alegría; los Titulares que dan sentido a nuestra hermandad; los momentos que jalonan nuestra historia; los esfuerzos que resumen todo un año de camino; los hermosos retablos escondidos en nuestras Iglesias; las bellas estampas que guardamos en la cartera. Proyectaremos sobre el presente, sobre la realidad palpitante de la nuestra historia, toda la pasión y la resurrección de Jesucristo. Sabiendo que sus misterios se prolongan y renuevan entre nosotros. Y todo ello exigirá de nosotros, no sólo preparación, esfuerzo, atención y dedicación, sino sobre todo una actitud de escucha y acogida. Escucha del Evangelio, páginas fuertes e intensas de amistad, de servicialidad, de entrega hasta el fin, hasta la muerte; páginas dramáticas de agonía, de pasión, de humillaciones y traiciones; páginas gloriosas de perdón, de libertad, de resurrección. Escucha no sólo de palabras, sino de signos y de gestos, verdaderamente elocuentes, y de silencios y de cada uno de los hechos porque Cristo hoy sigue enseñando y sirviendo, amando y sufriendo, sigue siendo traicionado, abandonado y condenado, sigue muriendo y resucitando. Porque la cruz contradice los valores dominantes de nuestra sociedad y nos compromete a renovarnos y crear un hombre nuevo y un mundo nuevo, según el evangelio y siguiendo el estilo de las bienaventuranzas. Vive, pues, santamente estos días, para que puedas entrar en la hondura del amor, que pasa por la hondura del dolor. Son días gozosos, porque, aunque se sufra, se vive en esperanza. Son también días comprometidos, días de acercarse a todos los que celebran en vivo estos misterios; hemos de descubrir la presencia de Cristo doliente en los que sufren, en las víctimas que siguen padeciendo la tortura; descubrir la presencia de Cristo misericordioso en el que sirve y el que libera; descubrir la presencia de Cristo resucitado en el que lucha y en el que espera.

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino Vive, pues, la Semana Santa desde la oración y la solidaridad. Celebra los misterios sacramentales y acércate a los sacramentos de la vida. Carga, si quieres, los pasos de las procesiones, pero carga siempre con los pesos vivos de nuestros pobres; llora la pasión y muerte de los hermanos, porque en ellos sigue su Semana Santa Cristo. Vive, conociendo de memoria a Cristo crucificado. Un conocimiento que no se aprende en los libros. Se aprende mejor mirando al crucifijo. Planta pues el crucifijo en el centro de tu vida, como la Iglesia lo hace en el centro de sus celebraciones, a ver si de tanto mirarlo nos lo aprendemos de memoria. Pide la gracia, en medio de tus pasitos cortos y a las bandas, de conocer a Cristo crucificado. Asume los dolores y los amores de Cristo. Comulga con sus sentimientos más hondos, con sus actitudes más profundas Vive, pues, acortando las procesiones, consiguiendo quitar algún paso o alguna estación del vía crucis a tantos cristos humanos: Hay que saberse de memoria la pasión del mundo. Repasar las llagas, azotes y espinas que producen la injusticia y la crueldad humanas. Sintoniza con las angustias y los sufrimientos de todos los crucificados de hoy. Esfuérzate por evitar algún azote o alguna espina, alguna hora menos de agonía y de tortura, alguna caída y alguna lágrima. Dedícate pues a abreviar los días y las horas de la pasión, para que lleguen antes y sean más largos los días de la santa Resurrección. Conviértete, en medio de la vida, en Simón de Cirene. Recuerda: Dios se deja ayudar por un hombre y un hombre ayuda a Dios; que Dios nos necesite para todo -¡qué humildad y qué confianza!- Y que el hombre colabore con Dios ¡qué dignidad y qué solidaridad!- Cada vez que llevas la cruz del hermano, estás llevando, sin saberlo la cruz de Jesucristo. Si esperas encontrar a Dios en el templo, te saldrá al paso en el camino, como al buen samaritano. Si esperas a Cristo en la Eucaristía, se te aparecerá en el enfermo y necesitado. Cristo sigue buscando cirineos. Hay tantos hermanos que no pueden más con su cruz. Y no digas que ése es su problema, que no es tu problema. Y no digas tampoco que tú también tienes tus cargas, y que quién te ayuda a ti. Hoy, aquí en medio de vosotros hago mías las palabras del apóstol Pedro y en medio de nuestra sociedad cada día más alejada de Dios; que reduce la religión y la fe a una mera manifestación cultural; que ve en nuestros sagrados Titulares un simple reclamo turístico; que consiente nuestras estaciones penitenciales porque son expresiones populares, que encierra el culto en lo íntimo de los hombres y de la Iglesia; que empobrece al hombre evitando abrirlo a lo trascendente, os digo, y me digo; os denuncio y me denuncio: Es verdad que vosotros no pedísteis, desde luego la muerte del Justo, pero consentís la muerte de muchos justos. En todos los inocentes que mueren, el Justo sigue muriendo. La lista es interminable. Vosotros, nosotros, os habéis, nos hemos, acostumbrado a tantas condenas injustas.

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino Es verdad que vosotros no pedísteis la libertad de Barrabás el asesino, pero tampoco defendéis suficientemente la vida, os acostumbráis a la violencia, sois violentos. Es verdad que vosotros no estáis de acuerdo con la sentencia del Sanedrín ni con la actitud de Herodes ni con la condena de Pilato, pero también os laváis las manos demasiadas veces. No queréis saber nada de los problemas de los demás o de los problemas que atañen a la comunidad o a la Iglesia. Es verdad que vosotros en fin no habéis negado a Cristo, como yo lo hice cobardemente. Sé que valeis más que yo. Lo digo sinceramente. Pero perdonad que os diga también que os noto, como yo, cobardes. No le negáis, pero tampoco dais testimonio de él. Parece como si no le conocierais o no lo amarais suficientemente ¿O es que no habéis recibido el Espíritu Santo? ¿Es que fuisteis bautizados sólo con agua? Os noto curiosos, si, pero tibios, apagados, acostumbrados. Pronuncio el nombre de Jesús y os quedáis tranquilos. Digo que es el único que nos salva y respondéis que muy bien, que ya lo sabeis. Pero nadie salta de gozo, nadie canta de emoción. Pero quiero deciros, una palabra de aliento, basada en lo propia experiencia. Os puedo asegurar que Jesús os quiere infinito. Aunque seáis, seamos, tan cobardes, él nos quiere. Y eso es lo más hermoso de nuestra vida, la noticia más maravillosa jamás oída, el regalo más generoso jamás recibido. Por ello: Que tus manos, mis manos, no sean egoístas y acaparadoras, que no se cierren con violencia ni rehuyan cómodamente el servicio necesario. Que sean manos generosas, abiertas, amistosas, creadoras, disponibles. Que sean delicadas, capaces de acariciar, y fuertes, capaces de defender. Que se gasten en las tareas y los servicios de cada día. Que tu corazón, mi corazón, bombee con generosidad el amor y el cariño hacia todos sin distinción. Que deje un lugar para que el amor de Dios lo inunde y lo llene de savia nueva. Que se parte y comparte, se reparta con todos nuestros semejantes. Que tome opción por lo débil, lo pequeño, lo insignificante. Que dé vida, vida abundante a todo el que se acerque al él. Que sepa perdonar, esperar, agüantar, comprender, aceptar. Que tus ojos, mis ojos, miren como miraba Jesús. Con mirada limpia, generosa, gratuíta. Con mirada de comprensión, de ánimo de estímulo. Con mirada de cercanía, de compadecerse del dolor ajeno. Que tus labios, mis labios profesen el amor de Dios, Que se entreguen al anuncio del amor infinito. Que proclamen los valores que dan vida. Que den testimonio de Dios entre los hombres. Que saboreen la dulzura de la vida. Que tus hombros, mis hombros, se arrimen a la carga. Que no rehuyan el esfuerzo y el compromiso con otros. Que compartan el dolor y el sufrimiento de tantas cruces. Que sepan acoger el cansancio y la debilidad del hermano.

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino Que tus pies, mis pies, no sean perezosos ni engañosos. Que no equivoquen el camino. Que acudan presurosos a la llamada del hermano, Que sepan estar y acompañar en el momento oportuno. Que vayan por delante en el camino recto. Que tus pensamientos, mis pensamientos, sean creativos, constructivos, esperanzadores, animadores. Que sueñen con un mañana mejor, con un hoy distinto. Que sean positivos, que valoren la vida de los otros. Que se acerquen a la realidad de los otros. Que tenga siempre presente al Otro que es Dios. Oye hoy, de nuevo, mejor de una manera nueva, con alegría y gozo, con sorpresa y admiración la gran noticia de la resurrección, la que llenó de espanto a las pobres y valientes mujeres que fueron con sus aromas al sepulcro, la que hacía reír a los sabios de Atenas cuando se la escucharon a Pablo, la que sacaba fuera de sí a las autoridades del pueblo judío cuando la predicaban los apóstoles. Es la noticia que hoy, como ayer se propaga por todos los rincones de la tierra como el mejor de los anuncios. Es la noticia que fundamenta nuestra fe y nuestra razón de ser como cristianos. Y vívela. Pero vívela no como un recuerdo histórico o a un reto simbólico. Celébrala de una manera viva, resucitando con él o que él resucite en nosotros. Crucifica tu vida en su vida. Cuelga en la cruz: Tus orgullos y tus violencias, arriba del todo, junto a la cabeza coronada, paciente y humillada de Cristo. Tus codicias y ansias de tener, en los brazos de la cruz, donde estaban las manos de Cristo siempre abiertas. Tus hedonismos y ansias de placer, de diversión y de comodidad, en los pies de la cruz, junto a los de Cristo, que no quiso librarse del suplicio y no se dejó seducir hacia caminos prohibidos. Tus egoísmos e insolidaridades en el centro de la cruz, donde latía el corazón grande de Cristo, el que más y mejor supo amar. Y ahora, sí, ahora sí puedes, podemos, escuchar con verdad: ¡¡Cristo ha resucitado!! Nos lo dicen las mujeres temblorosas y los discípulos, que fueron testigos privilegiados del acontecimiento pascual, una experiencia transformadora. Nos lo repite la Iglesia, que experimenta constantemente la presencia victoriosa de su Señor y la fuerza de su espíritu Nos lo proclama su Palabra, que recibe de Cristo resucitado la fuerza y la eficacia Nos lo ofrece resucitado nuestras celebraciones litúrgicas y nuestras expresiones populares

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino Y ahora, una vez que hayas experimentado la fuerza de Cristo resucitado no podrás guardarla para tí. Cuando se posee el sol, hay que ser capaz de repartirlo. Y tu vida se convertirá en una hermosa tarea, en un compromiso por la Pascua. Por ello: Lucha contra las fuerzas que producen muerte. Son las fuerzas que condenaron a Cristo y lo crucificaron, y lo siguen crucificando. La injusticia y la violencia se unen para sembrar muerte. Tenemos que decir no a toda injusticia, toda violencia, toda opresión, toda esclavitud. Sitúate junto a los crucificados y condenados. No podemos estar junto a los que condenaron y condenan a Cristo. Tenemos que estar junto a los que continúan y completan su Pasión. Tenemos que estar junto a ellos, para compartir y para aliviar, para acompañarles en su liberación, para ayudarles a celebrar su Pascua. Resucita lo que va muriendo. Sigue alentando el soplo del Espíritu sobre toda vida que pueda manifestar signos de muerte. Alienta al decaído y endereza al que ya se dobla. Conforta al temeroso y consuela al que está triste. Da razones para vivir al que ya no las encuentra y razones para superarse. Detecta los virus de muerte de los que unos y otros podemos ser portadores y combátelos con la medicina apropiada. No des ningún caso por perdido. Así, solo así, seremos capaces de vivir una Semana Santa distinta, nueva, esperanzada, menos turística y cultural, y más humana, más cristiana, más llena del sentido de Dios. Nuestros pequeños, niños y jóvenes, la esperanza del futuro, se irán tallando y arrimando, según sus capacidades, para ir creando nuevas comunidades cristianas, humanas, que se esmeren por crecer, por ansiar el día esperado, el día en que podrán llevar sobre sus hombros, la carga, la mesa del altar de la vida de tantos hombres y mujeres que no pueden con sus cruces. Las mejores cuadrillas de cargadores se esmerarán, se prepararán y se esforzarán por llevar sobre sus hombros, con pasitos cortos y a las bandas, al estilo de la Isla, de lo que hemos mamao desde pequeños, a los Cristos que sufren en nuestras calles, a los marginados olvidados de todos, a las madres que en el silencio de su corazón van meditando lo que la vida no les explica. A la voz del capataz y el toque del llamador, todos a una, elevaremos hasta el cielo al hombre, redimido del pecado y de la muerte, dignificaremos su vida, y valoraremos la imagen del creador impresa en él por medio del bautismo. Las puertas de nuestros templos se abrirán y dejarán salir una muchedumbre inmensa, de toda raza, pueblo y nación, de hombres y mujeres redimidos, fortalecidos por el Espíritu, que proclamarán, pregonarán por las calles de nuestra Isla, la Isla de León:

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XXII PREGÓN DEL CARGADOR A la Semana Santa de San Fernando Rafael Vez Palomino ¡Que Cristo el Señor Vive! ¡Que el crucificado ha sido exaltado! ¡Que ha sido glorificado por Dios para siempre! ¡Que ha perdonado la culpa de su pueblo! ¡Que vive en medio de nosotros, está con nosotros! ¡Que la Pasión es el camino de la Resurrección! ¡Beethoven, estamos!... Perico, estamos... Cuando quieras..., toca... al cielo con ella.

Real Isla de León, 3 de abril de 2.004, Sábado de Pasión Rafael Vez Palomino (Presbítero)

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