Viento Y
luz
Año VIII N° 100 Agosto 2019
“Oigan esto, ustedes que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país; ustedes que dicen: “¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva, para que podamos vender el trigo…a precios altos y usando medidas de trampa y pesas falsas?” ¡Arruinaremos a los pobres para que ellos mismos se nos vendan como esclavos para pagar sus deudas! El Señor ha jurado: “Nunca olvidaré lo que han hecho” Amós:4-7 Para comprender esta porción debemos leer Amós 8 del 4 al 12 Podemos decir que cualquier coincidencia con lo que pasa en nuestra realidad no es mera casualidad. El profeta Amós vivía en una sociedad semejante a la nuestra . Existía un pequeño grupo del país y del pueblo que era cada vez más rico y poderoso, pero la absoluta mayoría vivía en la más extrema pobreza. Los que vivían en la abundancia sólo anhelaban más riquezas, poder e influencias. Y los pobres no tenían más remedio que vender el trabajo de sus manos y el fruto de sus campos a los precios injustos que les imponían los grandes acopiadores y hacendados. Y qué decir si, el vendedor de la cosecha tenía deudas, sobre las cuales debía pagar onerosos intereses. Su producción nunca alcanzaba para cubrir sus compromisos. Es la misma situación que viven nuestros países abrumados por la deuda externa, con sus intereses altísimos. Dios se pone del lado de los que sufren estas injusticias, de los desprotegidos e indefensos. También Jesús se declaró en contra de las riquezas mal habidas y a favor de los pobres y desvalidos. Dios no quiere el dolor de la familia que no puede proveer el pan para sus hijos. No soporta la muerte prematura por falta de medios y recursos. Dios rechaza la ambición de los que acumulan como si fueran a vivir 500 años, mientras otras personas y familias no tienen el sustento para un solo día. El profeta Amós debía anunciar el severo juicio y el castigo de Dios para los opresores, que tranquilizaban su conciencia yendo al templo y adorando a Dios de la boca para afuera. Pero con su corazón y pensamientos tramaban los delitos que irían a cometer al día siguiente. Dice una canción de León Gieco: “Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente” De mis archivos, extraído de Lecturas diarias 2002 Dora Janavel