vida
MAYO 2019 AÑO LV N°517
de la Iglesia Evangélica Valdense de Montevideo y Libertad En su sexagésimo sexto aniversario y Quincuagésimo primer año de la dedicación del Templo
“Quien tenga sed, venga y beba gratuitamente del agua de la vida” (Apocalipsis 22,17)
1° de mayo: Día Internacional de los Trabajadores El trabajo como otras actividades humanas, ha cambiado a lo largo de la historia, de la recolección de frutos y en cuidado de los niños y el fuego, pasamos a los servicios informáticos. En estos cambios se han usado diversas herramientas de las manos al ordenador pasando por máquinas a motor. En el proceso de organización del trabajo comienzan a surgir conflictos entre los distintos grupos de interés y penalizaciones para estos conflicto, surge de allí también el concepto de propiedad. En otras sociedades como en el mundo griego, se valoraba mucho las actividades de los ciudadanos la política, la filosofía y el uso creativo del tiempo libre, y el trabajo se clasificaba según la cantidad de carga física. Con el crecimiento de los asentamientos humanos comenzaron a valorarse los trabajos manuales, artesanales y comerciales. La aparición de las ciudades representó un cambio significativo y empezaron a ser valorados los trabajos artesanales y el comercio. En el medioevo, la iglesia cristiano lo vivenciaba como una carga, un castigo. Para los reformados a partir del S XVI el trabajo se considera positivamente,
se lo dignifica, asociándolo con un mandato de la creación transformándolo en un signo de gracia. Es esta visión se incluye la vocación, siendo valores el esfuerzo la perseverancia, el orden en el trabajo. Es asi que el trabajo permite hacer frente a las propias necesidades y a las del entorno familiar y acceder a los artículos para vivir de modo digno. El trabajo como medio más humano y ético de acceder a los bienes que uno no produce pero necesita. A partir de la revolución industrial, la aparición de la sindicalización, el trabajo, inicialmente una obligación o deber, pasa a ser un derecho exigible, reconocido como tal en todas las sociedades. La revolución industrial produjo cambios en el sistema de producción (mayor cantidad de productos en menor tiempo y a menor precio) y en la economía. Ello representó para los obreros largas jornadas laborales, la utilización de mujeres y niños en tareas peligrosas, insalubridad y una baja retribución por el trabajo. Allí nació la necesidad de lograr jornadas de 8 horas, vacaciones y mejores condiciones de trabajo, para lo cual fue preciso la lucha para obtenerlas y mantenerlas.