Página Valdense - edición abril 2021

Página Valdense

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

Salud Mental desde una mirada integral 3

«LA LIBERTAD DE SER NOSOTROS MISMOS Y NOSOTRAS MISMAS PARA VIVIR, SOÑAR, CREAR, SERVIR»

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RESIDENCIAS, DESINTERNACIÓN Y VIDA FAMILIAR Michel Gardiol

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INSTITUCIONES QUE ABREN PUERTAS Y TEJEN VÍNCULOS Margarita Delmonte

Adriana Bertinat

Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense -Abril 2021 - N° 267 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638

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Argentina

Col. Belgrano: Delhy Pastre.

Col. 25 de Mayo: Ruben Bertinat.

Cnel. Suárez: Pablo Rafarelli.

Gral Roca: Oscar Dalmás.

Gral San Martín - LP: Stella Maris Chambón.

La Paz - ER: Marisel Garnier.

Jacinto Aráuz - LP: Susana Tucat.

San Carlos C. - SF: Héctor Cotichini.

Villa Iris - BA: Ema Dalmás.

Reconquista - SF: Dardo Zanuttini S. Martín - SF: Edith Long.

San Gustavo - ER: Orfilia Barolin.

El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat.

IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol.

López: Carina Tschopp.

Paraná: Equipo de Comunicación.

Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín.

Laprida: Delta Bertón.

Bahía Blanca: Natalia Coria.

Uruguay

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Carmelo: Ruth Soulier.

Cañada Nieto: Alba Charbonnier.

Colonia: Ethel C. Negrin.

Col. Miguelete: Ana Félix.

Col. A. Negro: Carolina Galván.

Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense.

Cosmopolita: Milka Charbonnier.

Dolores: Nora Gallo.

Fray Bentos: Cristina Dalmás.

Juan L. Lacaze: Manuel Ávila.

Alférez Lascano: Nylia Gonnet.

Melo: Glenys Rameau.

Montevideo: Mario Pablo Ábalos O. de Lavalle: Juanita Bonjour.

Palmitas: Hilda Geymonat.

Paysandú: Ruben Dalmas.

Rosario: Andrea Montaña.

Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino Tarariras: Consistorio de Tarariras.

Tres Bocas: María Fernández.

Young: Esther Malán | PÁGINA VALDENSE

Quienes nos leen asiduamente, habrán notado que más de la mitad de nuestras páginas tratan una temática en común. Hacemos un gran esfuerzo en cada planificación para compartirles un contenido que sea plural, diverso, que refleje algunos aspectos de nuestro contexto rioplatense; pero sobre todas las cosas, que sea un insumo más para seguir reflexionando juntxs.

En esta oportunidad podemos leer diferentes artículos sobre salud mental. Un tema que pareciera estar más presente en nuestras conversaciones y en los medios debido a la situación que trae consigo esta pandemia que llegó casi por sorpresa, y hoy forma parte de nuestra dinámica cotidiana. Probablemente, ustedes también han escuchado la frase «el primer paso para sanar es identificar lo que nos pasa, lo que sentimos»; y creo que si algo fuimos aprendiendo en este último año -y pico- es a expresar qué nos pasa, qué sentimos, o de alguna manera prestar más atención a aquello que nos pasa por el cuerpo… aunque, paradójicamente, la pandemia desencadenó varios de estos sentires.

Digo esto porque si hay algo que quisimos dejar explícito desde el comienzo es que proponemos como punto de partida, pensar la salud mental desde una perspectiva integral y no sólo desde la ausencia de trastornos o discapacidades mentales. Como lo expresa la Organización Mundial de la Salud: «La salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad.»i. Adriana Bertinat, en uno de los últimos párrafos nos propone una nueva definición, mucho más amena y sencilla, pero con PÁGINA VALDENSE I 2

una profundidad admirable: «Salud mental es amar, jugar, crear, bailar, emocionarse. Salud mental es po der decir que no estamos bien, que necesitamos ayuda, poder corrernos de los lugares en los cuales no nos podemos encontrar o ser quienes queremos ser.»

Los demás artículos nos van a impulsar a reflexionar sobre los vínculos entre comunidad, institucionalidad y la temática principal.

A medida que avancemos en la lectura, vamos a ir descubriendo e identificando cómo las experiencias -ya sean vivencias personales o prácticas laborales y profesionales- van tejiendo nuevas intersecciones entre estos conceptos, conceptos que también se vuelven acciones concretas.

En la práctica de este trabajo en Página, fui adoptando diferentes dinámicas, aunque hace ya algún tiempo que tomé la decisión de hacer la editorial cuando recibo todos los demás artículos; porque si bien leo conscientemente cada texto apenas lo recibo, no puedo hacerme una idea de la edición como un todo, como una unidad. Este ejercicio me permite elegir el camino: a veces hago hincapié en algo que considero que no está tan presente en el resto, otras voy por una dirección totalmente diferente, algunas recurro a citas para explicitar alguna relación entre textos; pero, sobre todo, descubrí que también disfruto de ese proceso porque siempre me anima a más, me corre de los lugares seguros y también de los lugares comunes. Esta edición no fue la excepción. Es mi deseo, como en cada edición, que ustedes experimenten lo mismo. ¡Que Dios nos aliente a más!

Qué nos anime a seguir descubriendo y aprendiendo de nuevas perspectivas, otras experiencias.

Daiana Genre Bert

«La libertad de ser nosotros mismos y nosotras mismas

para vivir, soñar, crear, servir» Cuando algo de esto tambalea, generando dificultades en el presente subjetivo, se puede sentir que el presente se consume en la inmediatez, sin poder salir de las rutinas cotidianas. Esto conlleva desanimo, ansiedad, angustia, estrés… Muchas veces las personas en lugar de preguntarse qué es lo que quieren, lo que desean y les gusta, hacen lo que consideran que se espera de ellas. Como dice el filósofo Byung Chul Han, la sociedad de nuestro tiempo es «una sociedad del rendimiento que cada vez se desembaraza más de la negatividad de las prohibiciones y los mandatos, haciéndose pasar por una sociedad de la libertad» esto por supuesto que es ficticio, ya que esos mandatos aparecen en demandas que tienen que ver con el rendimiento personal, el poder hacer sin descanso y en la inmediatez.

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En un tiempo en donde cuestan cada vez más los procesos, donde la urgencia por responder a la/ las demandas imaginarias de los otros o las otras, clausura la pregunta por el deseo. Es importante detenernos, preguntarnos, pensarnos, sentirnos.

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Si queremos pensar en Salud Mental, considero importante situarnos en una breve descripción de lo que implicaría la misma. En este sentido, tanto las leyes de Argentina (N°26.657) como la de Uruguay (19.529) reconocen a «la salud mental como un proceso de bienestar, en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, pudiendo hacer un aporte a la comunidad.

Todo esto determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona».1 y 2 A partir de esta pequeña definición, se pueden abrir múltiples caminos desde donde pensar la salud mental y pensarnos como sujetos/as de y con derechos. ¿Quiénes somos? ¿Dónde nacimos? ¿En qué contexto histórico? ¿Cuál es nuestra historia personal? ¿Y social? ¿Cuáles son nuestros intereses culturales? ¿Cómo atravesamos las cuestiones vinculadas a los procesos económicos y sociales del contexto del cual somos parte? ¿Sentimos que se respetan nuestros derechos? ¿Tenemos acceso al cuidado de nuestra salud tanto física como mental? ¿Accedemos a una mirada y atención integral de nuestro ser? ¿Y la gente que nos rodea? ¿Somos capaces de elegir nuestro camino?

A partir de estos interrogantes, creo que es importante poder pensarnos como personas con una historia, un recorrido, no solo nuestro, sino de nuestras familias y comunidades. Entendiendo que somos parte de una realidad social que nos acompaña y a la cual también aportamos a la hora de constituirnos como sujetos/as.

Entendiendo que la salud mental, es de cada uno y cada una, pero que no es sin la comunidad en la cual habitamos y somos parte. Y en relación a lo anterior, el conocernos, saber de dónde venimos, cuáles son nuestros orígenes, nuestra identidad, nos permite apropiarnos de la historia y apropiarnos de lo por–venir. Estableciendo un anclaje en la configuración de un presente y construcción de un futuro.

Algo curioso es que, «la identidad es vivenciada como propia y singular de cada individuo, pero siempre es social, sólo se sostiene en su reconocimiento por otro.

A diferencia de los roles, que son múltiples y variables, la identidad requiere e impone al sujeto de consistencia y coherencia en la producción de sentidos, que deben ser estables y permanecer en el tiempo. En la consideración de esta identidad basada en el reconocimiento de y con los otros, el sujeto puede ejercer su libertad.» 3

Al respecto, Donal Winnicott introduce el término de «apercepción creadora», el sostiene que lo que hace que alguien sienta que la vida vale la pena de vivirse es justamente esta capacidad creadora.

Y en relación a esto, si podemos apoyarnos en nuestro entorno, sintiéndonos parte de una comunidad, que nos aporta y a la cual aportamos desde nuestros dones e intereses, posiblemente podamos darnos lugar a las preguntas sobre quiénes somos, qué queremos ser dándonos así el espacio a crear.

Asimismo, por lo general, es como la sociedad nos permite sentirnos parte, pertenecer y ser. También es la sociedad la que suele decir que se encuentra por dentro y por fuera de la norma, y cómo debería reencauzarse lo «anormal» para que pueda ser funcional al sistema. Los modos en que se nombran a las personas, las prácticas médicas, los diagnósticos, dejan huellas en las personas que los llevan. Y siempre se corresponden con una determinada línea política, económica e ideológica. Por

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lo tanto, es importante pensar a la salud y enfermedad mental como categorías construidas, creaciones socioculturales, históricamente situadas, las cuales deben ser interpeladas, cuestionadas y puestas en consideración constantemente.

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Desde una perspectiva integral, me parece importante poder pensar que Salud mental es amar, jugar, crear, bailar, emocionarse. Salud mental es poder decir que no estamos bien, que necesitamos ayuda, poder corrernos de los lugares en los cuales no nos podemos encontrar o ser quienes queremos ser.

Poder problematizar las realidades que nos circundan y trabajar en un cambio de sentido de aquello que nos lastima. Apuntando siempre a poder ser libres. Salud mental como libertad a la hora de poder ser nosotros y nosotras mismas.

Si bien, muchos de estos procesos son singulares, porque cada persona es única, lo colectivo siempre es una salida a la hora de encontrarnos y reencontrarnos con la esperanza. En un mundo donde la inmediatez es la norma y el salvarse solo/a es lo corriente, la construcción de espacios colectivos, a mi entender, puede ser un camino liberador.

Y en este sentido, deseo que podamos encontrarnos en nuestras comunidades de fe con espacios que sean constructores de salud mental, en tanto que, tal como dice la canción tengamos «la libertad de ser nosotros mismos y nosotras mismas, para vivir, soñar, crear, servir». Creyendo y confiando en un Dios que cruza fronteras para liberar por medio de su amor a la humanidad toda.

Adriana Bertinat

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Disponible

lud-mental.pdf

en:

http://fepra.org.ar/docs/Ley-nacional-sa-

Disponible en: https://legislativo.parlamento.gub.uy/tempora-

2

les/docu3484981757630.htm#:~:text=%2D%20La%20presente%20 ley%20tiene%20por,en%20el%20marco%20del%20Sistema

Galende; E (2004) “Memoria, historia e identidad” Disponible en:

3

https://www.topia.com.ar/articulos/memoria-historia-e-identidad

Chul Han; Byung (2018) “La sociedad del cansancio” Pág. 77 Ed. Herder

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Locos

por la radio

Sábado 6 de marzo, de mañana, me levanto temprano.

Armaría un mate para empezar la jornada, pero ya en un ratito tengo que ir a ver cómo es un día en la fonoplatea de la Radio Vilardevoz, y, tapabocas mediante, se complica para llevar la bombilla a la boca. La Radio tiene casi el mismo nombre que el Hospital de la calle Millán en Montevideo, y no es casualidad, surgió y normalmente funciona allí, pero por la pandemia no se hace en ese lugar sino en la Facultad de Psicología, en la calle Tristán Narvaja.

Billetera, llaves, celular, cuadernito, lapicera, tapabocas y estoy pronto para salir. Me apuro y llego casi al mismo tiempo que la mayoría de quienes llevan adelante el proyecto. Sin intenciones de interrumpir el normal transcurso del programa -y jugando un poco al antropólogo que no soy- busqué una silla en el aula que PÁGINA VALDENSE I 4

ahora oficia de fonoplatea. Antropólogo ya dije que no era, pero como estudiante de sociología -que sí soy- he escuchado hasta el cansancio que quien investiga tiene que separarse de la realidad como un «agente externo» para poder entenderla mejor. Alba me interrumpe el pensamiento con una frase: «las posturas también comunican». Me mira mientras me lo dice y me hace una mímica de cómo estaba sentado -con piernas y brazos cruzados-. Era una apreciación de que parecía aislado del resto, y al mismo tiempo una invitación a integrarme: después de eso me sentí como en casa. Todavía no había arrancado el programa y ya había quedado en evidencia que no iba a pasar desapercibido. La conversación con Alba siguió después de esa apreciación sobre mi postura y conversamos un rato largo.

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Hay una patologización de la salud mental, es decir, una fuerte impronta a tratar a cualquier muestra de «desviación» de la conducta esperada como una enfermedad. Se pierde de vista la integralidad de la persona, la influencia de su entorno y su vivencia en su psiquis, y se pierde una gran oportunidad en la rehabilitación.

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Una parte de quienes participan del proyecto son usuarixs del Hospital Vilardebó, donde muchxs transcurren su vida encerradxs. «Es como estar presos sin haber cometido un delito, el encierro no cura», dice

Alba al respecto. La pandemia ha afectado el normal funcionamiento del proyecto, que siempre funcionó en el espacio del Hospital, transformando cada transmisión en una fiesta donde, con los cuidados pertinentes, cada persona interviene con un pensamiento, un mensaje a través de ese medio. Ese encierro dejaba de serlo por unos instantes y desde allí podían construir una realidad distinta a través de los talleres, de los desembarcos en los distintos territorios, de la salida al aire en cada sábado.

El proyecto al mismo tiempo es una instancia para poder reflexionar sobre la realidad y los temas que están en agenda. Se aproximaba el 8 de marzo y el tema principal del programa de ese sábado fue ese. En un pizarrón al frente de la fonoplatea se van plasmando, junto a la programación, frases que van sintetizando aquello que va surgiendo al aire. «Radio espontánea», «radio al desnudo», «radio de verdad», son algunas de las frases que rescaté de las ideas que allí se iban plasmando. El orgullo loco como reafirmación de identidad en esa diversidad emerge como una verdad en medio del colectivo. Aquel sábado y el lunes siguiente, la locura se vistió de violeta y esa frase quedó plasmada en uno de los carteles que más tarde se pintaron en el patio de la Facultad.

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Para quienes día a día, semana tras semana, construyen este proyecto, la radio es un espacio, una oportunidad de liberarse de las prisiones cotidianas en la que muchas veces están «encerradxs». Un lugar para construir con otrxs en la igualdad y en la diversidad, reivindicando la identidad y pensando a través de ella.

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La Radio Vilardevoz es un proyecto que apunta a la rehabilitación del paciente psiquiátrico desde una perspectiva de salud comunitaria, intentando generar una comprensión de la concepción social de la enfermedad mental a nivel comunitario, promoviendo la discusión y el debate social acerca de la locura, sus dimensiones y límites -objetivos del proyecto-. Funciona desde 1997 y cuenta con distintos talleres, entre ellos una fonoplatea abierta que sale al aire los sábados de 9:30 a 13hs.

Este artículo es una mezcla entre pensamientos, reflexiones, notas y fragmentos de una entrevista realizada ese día a Alba Villalba, referente de la Radio Vilardevoz hace ya varios años y usuaria del Hospital Vilardebó.

Una conversación inventada entre el espacio, quienes hacen la radio y quien escribe.

Nos cuenta Alba: «Este proyecto comunitario nace ahí, de radio, de comunicación, con Andres Gimenez, Cecilia Baroni, otros psicólogos jóvenes y estudiantes.

Comenzaron con una grabadora 23 años atrás en una sala del Hospital Vilardebó, dándole voz y grabando trabajos que ya se estaban haciendo. Con la cooperación con otras radios como Radio El Puente y otras que le dieron una mano salió al aire. Es toda una lucha hasta lograr conseguir la antena y todo lo que significa instalar este sueño que traspase los muros y cuente lo que pasa allí adentro del Hospital Vilardebó, cómo se trataba la salud mental de los pacientes, impacientes, locos, excluidos, patologizantes, psiquiátricos, y cuanta denominación más haya. Esta alternativa da esa voz a la sociedad y llevamos 23 años demostrando esa lucha, como con la ley de salud mental aprobada en 2017 y reglamentada en 2018, que derogó a la ley del psicópata de 1936.»

Alba señala que hay una invisibilización de la salud mental, un pensamiento sobre la locura en un paradigma antiguo donde la psiquiatría prevalece como disciplina frente a otras y que termina por señalar a personas como alteradas o desviadas por no pertenecer a un patrón «normal» de conducta.

«Quedan por allí nuestros internos, nuestros hermanos, nuestros pares con doble encierro. Más allá que ellos llevan un camino aprendido de ya saber y acostumbrarse a ese encierro porque nadie los va a liberar. Acá en esta pandemia tenemos la esperanza de darnos las manos entre todos y podemos abrir puertas. En nuestro local en el Hospital tenemos una puertita, chiquitita, que está representada y pegada debajo en el marco de la puerta, y ese es el espacio que tiene la locura para salir en esta sociedad. En la radio encontramos una vía, un micrófono y una voz en el aire y el interés de jóvenes, obreros, estudiantes, profesionales y de todas aquellas personas que decimos basta de encierro, basta de vulneraciones, porque todos y todas tenemos derechos.» (Alba)

Tomás Barolín Tron PÁGINA VALDENSE I 5

Desmantelar la lógica manicomial Concebimos al Frente Antimanicomial como un espacio político, de articulación y defensa de los derechos humanos, conformado por organizaciones sociales colectivos y personas que luchan por desmantelar la lógica manicomial, las prácticas de encierro, exclusión y discriminación que imperan en nuestro país y que se aplican particularmente en el campo de la Salud Mental. Este Frente reivindica el derecho a la salud mental desde una perspectiva integral e intersectorial, haciendo énfasis en la defensa del buen vivir de todas las personas sin discriminación alguna.

Consideramos que es necesario un cambio de modelo de atención, donde se pueda superar el modelo médico hegemónico, el cual genera y reproduce las prácticas de encierro, de sobre medicalización, vulnerando los derechos de los sujetos/as y pasar a un modelo integral, interdisciplinario y comunitario, donde se respeten los derechos humanos de los usuarios/as de los servicios de Salud Mental, poniendo énfasis en la inclusión social, en su acceso a la cultura, a la vivienda, a la educación y al trabajo digno.

Un paso importante para este cambio en nuestro país se dio con la ley Nº 19.529 promulgada en el 2017, donde se establece el cierre de las instituciones asilares y monovalentes -Manicomios- para el año 2025, y la creación de dispositivos de atención que - desde los reclamos de la sociedad civil- se sustentan en una perspectiva socio-comunitaria que sustituya a las anacrónicas y fallidas concepciones asistencialistas. Creemos que al ritmo que se llevan las campañas alternativas al encierro son sumamente insuficientes para pensar en una verdadera inserción del individuo a la comunidad además si se tiene en cuenta la casi nula voluntad política y la falta de asignación de recursos que tiene la Salud Mental para llevar a cabo los lineamientos mencionados en la ley, es por eso que la falta de medidas concretas pone en riesgo determinados avances concebidos en la misma.

Por lo general las leyes cambian a un ritmo más acelerado que las instituciones, pero gracias a estas últimas, es que los usuarios/as pueden reclamar por el cumplimiento de sus derechos ya aprobados.

Mediante esta nueva Ley de Salud Mental los usuarios/as pueden hallar amparo, resguardo y seguridad ante las problemáticas que, desde hace muchos años nos atraviesan, como la estigmatización, el prejuicio, la institucionalización y es a través de ella, que se deben hacer cumplir los DDHH que son válidos para

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todos/as, como lo son, el derecho a la vivienda, a la educación, a tener autonomía y/o decisión con respecto a las opciones terapéuticas que el individuo/a decida tomar, en caso de hacerlo. En este entendido, dicha Ley aboga por el Derecho a la libertad y el trato digno para todos/as, haciendo a un lado la discriminación para así, lograr la reinserción social de los usuarios/as.

La coyuntura actual de nuestro país nos demuestra la situación en la que se encuentran los hospitales y colonias psiquiátricas, la vulneración de los derechos humanos que existen en la actualidad en estas instituciones, las cuales se han incrementado con la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. Hemos denunciado reiteradas veces prácticas que se tornan cotidianas y naturales, como el reciente caso del usuario atado a una cama sin colchón que se hizo público por una nota de Montevideo Portal.

A modo de cierre es importante tener en cuenta que la lucha antimanicomial no es solamente hacia los cierres de las instituciones monovalentes, creemos que no es suficiente, es necesario desmanicomializar desmantelando las lógicas manicomiales, médico-hegemónicas, de encierro, de medicalización, de afectación de los derechos humanos. El Frente Antimanicomial se encontrará siempre del lado de los/as más vulnerables, por un Uruguay y una América Latina sin manicomios y más justo.

Frente Antimanicomial Uruguay

Ilustración de Shaun Tan

Salud mental en la infancia y adolescencia:

Residencias, desinternación y vida familiar Son notorios sus cambios cuando se encuentran viviendo en una familia que los y las cuide y respete sus derechos, y no dentro de una Residencia, de un Hogar en régimen de internado. Por bueno que sea el trabajo en la Residencia de un Hogar, nunca puede suplantar la vida familiar; en tanto, la estabilidad que puede generar no se reproduce cuando los niños y niñas son cuidados/as en un dispositivo residencial. Obviamente este último es inmensamente mejor que cualquier situación familiar donde sean vulnerados los derechos de los NNA. El efecto de la desinternación se traduce en mejoras muy importantes en la salud mental de los niños/as. Es importante destacar que están en una etapa de desarrollo, no solo de su capacidad física y cognitiva sino también emocional. Luego de años llevando adelante este proyecto es notoria la mejora de los y las NNA dentro de la vida familiar.

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En la gran mayoría de los casos los indicadores de salud mental se reflejan en reducción de los tratamientos farmacológicos y en mejoras en sus tratamientos psicológicos, así como las respuestas a su entorno. Para lograr esto se necesita mucho esfuerzo y fe.

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El Hogar Nimmo es una Obra Diacónica de la Iglesia Valdense. Lleva más de 58 años trabajando con la infancia y la juventud. A lo largo del tiempo ha adoptado diferentes formas de trabajo y desde el año 1982 la IEVRP mantiene un convenio con INAU -Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay-, Órgano rector de la política de la infancia y adolescencia del estado uruguayo.

En el año 2004 entra a regir el nuevo código de la niñez y la adolescencia. En él se prioriza la vida en familia y se minimizan las situaciones en las cuales debe ser realizada la internación de niños, niñas y adolescentes -NNA-. Esto lleva a que la función del Hogar cambie. Los niños y niñas que llegan al Hogar ya han atravesado varios dispositivos que propenden a resolver los conflictos familiares y las situaciones de riesgo para los niños/as. Nuestro tipo de Hogar es la última línea de protección de los NNA que hay en Uruguay, cuando todas las demás instituciones, grupos sociales o comunitarios no logran dar respuesta a situaciones de vulneración de sus derechos.

El Hogar no es un centro especializado en patologías psiquiátricas o discapacidad. No atendemos situaciones graves con estas características, pero los niños y las niñas que atendemos han pasado por circunstancias de vida muy difíciles y dolorosas que dejan marcas en su psiquismo y su proceso de crecimiento.

Entendiendo que el objetivo de este artículo es hablar sobre la salud mental en la infancia podemos plantear desde nuestro lugar los efectos que suele tener la desinternación de NNA de nuestro Hogar.

Es importante aclarar que no es lo mismo la desinternación que la desinstitucionalización. La desinternación implica que los niños y las niñas no siguen viviendo en la Residencia del Hogar y pasan a vivir en familia -sea su familia de origen, de acogida u otro tipo de familia-. La desinstitucionalización en cambio implica que el niño/a no sigue teniendo seguimiento o vínculo con la institución. Esta diferencia es muy grande.

Los y las NNA que atendemos acarrean un gran daño y es muy amplio el dispositivo de atención que desplegamos en todas las áreas de su existencia, pero en salud mental es sumamente extenso, implica la intervención de psiquiatras infantiles, psiquiatras de adultos/as, psicólogos/as para niños, niñas, adultos y adultas, etc. El acompañamiento de nuestro proyecto debe seguir por un tiempo prudencial, así como el del Estado. No se trata de abandonar a su suerte a los niños y niñas, sino apuntar a que ellos/as vivan en familia.

El trabajo que se realiza desde esta Obra Diacónica en el área de salud mental y el tipo de acompañamiento a los niños, niñas y a las familias es muy difícil de encontrar en otros lugares. Para esto es importante que las comunidades tomen conocimiento y acompañen estos procesos.

Las situaciones que trabajamos son muy diversas.

En la actualidad atendemos 33 NNA y podemos plantear que el punto que tienen en común los niños/as y las familias es que no tienen redes de sostén. La familia y la comunidad reparan y ayudan a llevar adelante situaciones sumamente traumáticas, pero solo eso no alcanza. El acompañamiento de las instituciones y el Estado es sumamente necesario.

Michel Gardiol Director Hogar Nimmo PÁGINA VALDENSE I 7

Instituciones que abren puertas

y tejen vínculos

Muchas veces se nos plantea en El Sarandí Hogar Valdense esta dicotomía acerca de las personas con discapacidad: ¿la inclusión implica que permanezcan en su ámbito familiar e institucionalizarlas significa alejarlas, colocarlas por fuera de la sociedad o descuidarlas?

Permítannos contar un poco la experiencia desde El Sarandí, una institución que aloja a personas con discapacidad y que está cumpliendo 50 años de vida. Esta opinión se sustenta en diversas experiencias, sobre todo en situaciones donde lo que la sociedad considera como ideal -que sería que las personas con discapacidad puedan continuar con sus familias de origen- no es posible.

Esta tensión entre lo que esperable e ideal y lo posible, muchas veces nos encierra en una falsa dicotomía, ya que la internación en una institución no implica una desintegración en la sociedad. La integración o, mejor dicho, la inclusión, puede verse potenciada por la internación.

Como ocurre en la gran mayoría de las familias con hijos/as, llega el día en que ellos y ellas saldrán de su núcleo primario para formar el propio. En el caso de las personas con discapacidad esta etapa muchas veces es tardía o no se da. Esta situación propicia, aunque quizás sin intención, un cuidado sobreprotector; lo que niega la posibilidad de ‘emanciparse’ a la persona con discapacidad.

La posibilidad de vivir en un mundo propio es un gran paso para lograr un lugar como adulto/a y crecer.

En este sentido, vivir en una institución que le brinda el cuidado que necesita pero que lo/a coloca en un lugar fuera de su familia, es un paso para relacionarse de otra manera con su familia de origen, además de vivir experiencias nuevas, trabajar o aprender. Esto genera un sentimiento de pertenencia a una comunidad diferente y es vivido como un logro personal.

Vemos muchas veces que, a pesar de no tener lenguaje para comunicarse, las personas con discapacidad quieren estar con sus pares, les alegra y disfrutan el reencuentro con sus familiares, pero luego quieren retornar a su rutina, sus amigos/as y su mundo.

Podemos ver entonces con otros ojos la internación, como una manera de incluirse a una comunidad que a su manera vive y celebra la vida.

Dos proyectos, dos experiencias de integración social

En el marco del vínculo de El Sarandí con la comunidad que nos rodea, se han generado una serie de proyectos que, con la iniciativa de jóvenes y el acompañamiento de técnicos/as trabajando en El Sarandí, les han dado forma a experiencias de inclusión de las personas con discapacidad y su entorno.

En este sentido podemos hoy contarles dos de ellas, en una se generó un proyecto de colaboración voluntaria con los y las adolescentes que concurren al Liceo Daniel Armand Ugón: «En 2014 comencé a participar de una propuesta ideada por profes de Educación Física del Liceo Daniel Armand Ugón y por el equipo de El Sarandí. Consistía en acompañar a las mujeres del Hogar a una actividad PÁGINA VALDENSE I 8

semanal en la piscina climatizada del Club Esparta. Los miércoles de mañana nos encontrábamos en el club, nos preparábamos juntas en el vestuario, disfrutábamos de la piscina haciendo ejercicios y nadando, y por supuesto charlando mucho. Participamos varias estudiantes, por la mañana, acompañando principalmente a las mujeres, y algunos varones en la tarde, a contra turno con el liceo.

Ir a la piscina nos acortaba la semana, nos renovaba la energía. En esa época hacía muchas actividades, pero esta era distinta. Significaba una pausa al acelere del día a día. Las conversaciones requerían de mi escucha y mi disposición total. Estar en el agua implicaba atención, concentración, esfuerzo. Todas estábamos ahí, presentes.

Verdaderamente nos encontrábamos en este espacio.

En esta comunidad chiquita con grandes instituciones, el tejido de redes es fundamental. El trabajo interinstitucional ha forjado la forma en la que en Colonia Valdense «se hacen las cosas», y nos ha enseñado a quienes crecimos en estas tierras, que la solidaridad no se ejerce individualmente sino en el marco de proyectos que apuntan hacia lugares comunes, que más acá o más allá, siempre resulta que tienen algo que ver con el derecho al goce de una vida digna de todas las personas.»

Rocío Geymonat Por otro lado, María Victoria Baridón presentó un proyecto que incluía el arte en el marco de la organización «Jóvenes Embajadores», con apoyo de la Junta local. Mavi lo cuenta en el siguiente texto: «Comenzando el 2017 tuve la oportunidad de empezar un proyecto social en la comunidad de Colonia Valdense. IntegrArte fue el nombre que elegimos.

Juntamos fondos haciendo galletitas, y pudimos trabajar con Vizio, un artista de la zona, que nos dio las herramientas y el conocimiento para lograr el producto final de ese año: el mural. El proceso fue hermoso, divertido, inclusivo y lleno de amor por lo que hicimos. Ideamos, dibujamos y pintamos el mural en conjunto.

Dos mañanas a la semana nos juntábamos a las 9 a pintar lo que Vizio había dejado bocetado la tarde anterior. Éramos más de 15 personas casi todas las veces, y siempre era una fiesta. Bailes, tarros de pintura, pinceles y rodillos. Extensiones para pinceles, rampas improvisadas y turnos para pintar; porque la consigna era que todos y todas pudiéramos hacer y disfrutar, sin importar las circunstancias.

Lo inauguramos una mañana de la Fiesta de Valdense de 2017. Bajamos el “telón” y los ojos se nos llenaron de emoción. Estaba pronto, y era el comienzo de una relación que había calado hondo en nuestros corazones.»

La posibilidad de crear y trabajar en conjunto con otras personas, y generar un producto que sea significativo para otros/as, son también parte de lo que El Sarandí puede generar abriendo sus puertas y posibilitando los vínculos que permiten a las personas con discapacidad ser visibles, ser protagonistas de la sociedad.

También por allí va la inclusión.

Margarita Delmonte

Entrevista a Cristian Rojas

Consumos problemáticos, mitos y comunidades de fe

¿Cómo te gustaría presentarte a lxs lectorxs de Página Valdense?

Quizás tendría que empezar diciendo que desde muy pequeño participé del CUNP -Centro Urbano Nueva Parroquia-. Fui beneficiario de un programa de acompañamiento de reducción de daños para usuarixs de drogas que, en mí, funcionó. Eso me define. Pude ordenar mi vida en cuanto al trabajo, cambiar de entorno, ponerme a estudiar… Hoy, estoy a diez materias de recibirme en Filosofía y Letras en la UBA; eso me construyó mucho también. Pero lo más importante es la espiritualidad; si tengo que definirme digo que fui parte de la comunidad de Flores cuando Óscar Núñez era el pastor, su mensaje fue muy importante para mí. ¿Cómo recreaste tu vínculo con el CUNP? Volví a participar del CUNP un tiempo después, ya con el trabajo de la Red Puentes, allá por el ’98 o ‘99. En ese momento, había una organización mundial -ONUSIDA- que brindaba apoyo económico para trabajar la problemática del VIH; ahí fue surgiendo el paradigma de la reducción de daños, porque había muchxs consumidorxs por vía intravenosa.

En ese tiempo, era usuario de drogas y me quería internar, porque el paradigma reinante era el abstencionista. De hecho, fui a varias entrevistas para hacerlo, pero a la hora de firmar los papeles me daba cuenta que tenía que ceder muchos derechos, unx psicólogx o psiquiatra determinan si vos podés o no abandonar ese tratamiento, y, en realidad, no quería eso.

Así que empecé como beneficiario y logré dejar de consumir, pero también me gustó mucho el trabajo, así que fui metiéndome más de lleno. Hice un curso de acompañante terapéutico en la Universidad de Lanús, y terminé coordinando varios grupos.

¿Qué son los consumos problemáticos? ¿Qué significa «reducción de riesgos y daños»?

El consumo tiene que ver con el nivel de adicción o dependencia que tiene una persona con respecto a las sustancias; es problemático cuando te haces daño a vos mismx y/o a tu entorno.

En el momento que empezamos el trabajo había una sola línea que era la abstencionista, significaba básicamente internarte y dejar de consumir; pero con el tiempo empezamos a trabajar desde la perspectiva de reducción de riesgos y daños que propone quedarte en tu lugar e ir reduciendo los daños que genera el consumo. Al inicio esta propuesta fue muy discutida, nos acusaban de hacer apología del consumo. El paradigma abstencionista tiene un campo de acción sobre la conducta del sujetx, es decir, sólo si molesta a lxs demás se encienden las luces; y, en cambio, este trabajo implica un compromiso del usuarix de drogas, y cada cambio que haga es un logro, aunque sea pequeño.

¿Qué rol crees que tienen las comunidades de fe en esta problemática?

El tema del consumo es fuerte, pero más complejo es sostener un consumo responsable o un no consumo y no encontrar comunidades que te contengan, que te acompañen. Este es un desafío inmenso para todas las comunidades.

Es interesante, el consumo es una consecuencia de problemas que acarreamos, problemas familiares, del contexto donde nacimos y donde vivimos, es muy difícil zafar de eso.

Siempre digo que hay cosas que te cura la ciencia y otras cosas te la cura la iglesia. Por eso mismo, no me gusta dar mi testimonio. No quiero que mi experiencia refuerce el imaginario que toma un caso particular como una regla general, porque en el consumo no la hay. Cada caso es único, por eso es una temática tan difícil de abordar. En mi experiencia, fue muy importante la figura de Óscar Núñez, eso me hizo acercarme a la iglesia, primero a la metodista y después a la valdense. Ahí encontré un lugar de contención, en la comunidad de Flores.

Creo que la Iglesia Valdense tiene muchas herramientas para contener a personas con consumos. El trabajo colectivo o comunitario es esencial para sentirse sostenidx; pero no sólo eso, tiene una concepción de lo colectivo que te ayuda en compañía. Además, es importante que desde lo colectivo se derriben mitos que no hacen más que estigmatizar y excluir. ¿Cuáles son los mitos más presentes en nuestra sociedad?

Voy a nombrar tres que creo son los más presentes. El primero es que consumís porque te juntás con determinadas personas, y es mentira: vos consumís porque tenés algún problema que lo ‘resolvés’ así, nadie te obliga a consumir. Ahora bien, desde una mirada más constructiva, si vos no querés consumir tenés que pensar en qué lugares te movés y a qué grupos pertenecés; la otra es una mirada estigmatizante.

El segundo, es que quien consume es violentx o te roba; y es necesario comprender que eso es algo preexistente en la persona y que la droga lo desinhibe; si alguien te roba o te agrede es ladrón o violentx.

El tercero tiene que ver con la pobreza y las villas.

Lxs drogadictxs, violentxs y chorros somos lxs de la villa. Es necesario que pensemos que el consumo problemático, como también el VIH, no es una cuestión de clase, ni de color de piel; es una cuestión transversal a toda nuestra sociedad.

Derribando estos mitos, cuestionando estereotipos e imaginarios sociales, vamos a estar un paso más cerca de ser comunidades que acompañen y sostengan a estas personas.

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Relato de un

encuentro

Lo que unió Valdo Después de muchas idas y vueltas, reuniones pospuestas por esto o aquello, me encuentro finalmente con Delhy en lo que, a diferencia de nuestras charlas habituales, será una conversación con hilo conductor, tema específico, punto de partida y final. Que se cumpla o no, será cuestión de nosotras.

El lugar que elegimos, y nos vino muy conveniente a las dos, -a pesar de las brevísimas interrupciones de lectoras que entraban y salían- es la Biblioteca «Bartolomé Mitre» de Colonia Belgrano, un lugar muy especial. Por mi parte, me animo a decir que esta biblioteca es mi espacio preferido en el mundo. Desde muy pequeña he recorrido sus más recónditos recovecos, mientras germinaba en mí un gran amor por los libros.

Hace 20 años que Delhy trabaja como voluntaria y forma parte de la comisión de esta institución. Conoce desde dentro el mágico mundo de la bibliotecología y lo disfruta muchísimo. Describe a la biblioteca como su escape, su lugar de descanso y recreación.

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como Iglesia y resultó valiosísima para la comunidad.

Delhy destaca el compromiso de la gente mayor que puso su tiempo, sus dones, su energía, su experiencia, y contagió el entusiasmo y compromiso a gente más joven, primero en hacer campamentos de trabajo para la edificación, y luego en levantar las instalaciones en esos terrenos que habían sido donados a la Iglesia.

También fue maestra de escuela bíblica, líder -papel que cumplió mayormente en los campas de Argentina- y cocinera de campamentos por excelencia; me cuenta la anécdota de la sopa EDEVILDE, nombrada así por algún acampante de aquella época en homenaje a quienes conformaron el primer equipo de cocina de los campamentos en Conchillas: Edelfrida, Vilma y Delhy.

A lo largo del tiempo, este sitio ha crecido a la par de nosotras y se convirtió en un testigo más de nuestros encuentros serendípicos, crucial en el crecimiento de simpatía entre Delhy y yo.

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Pero no es aquí donde se inicia este vínculo; se lo debemos completito al pueblo de Belgrano y a la Iglesia Valdense.

Delhy: una uruguaya más belgranense que el bricelet.

Creció en Ombúes de Lavalle, en una familia valdense y desde niña su participación en la Iglesia es activa. Hizo escuela bíblica, catecismo y confirmación.

Desde la adolescencia integró el grupo de intermedios/ as y luego fue parte muy comprometida del grupo de jóvenes, con el que lograron concretar proyectos muy importantes, como la construcción del centro campamentil en Conchillas, una meta que se propusieron

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Ilustración de Asya Alexandrova

Allá por la década del 60/70, en razón de una reunión sinodal a las que Delhy acostumbraba participar como miembro del Consistorio -por aquella época la jerarquía era distinta y las delegaciones también; ella tenía el título de secretaria-, tuvo que hospedar en su casa a un joven Delcio Constantino, que había viajado desde Colonia Belgrano y se quedó sin cama para pasar esos días. Ahí se conocieron, y se volvieron a ver después en sucesivas ocasiones, todas bajo el marco de alguna actividad eclesiástica. Uno de los tantos encuentros ocurrió cuando Delhy viajó desde Uruguay a la ciudad argentina de Gálvez en una gira que estaban realizando con el coro de la Reforma.

Cartas de por medio y mucho amor desde los dos lados del charco, a fines de diciembre de 1975 Delhy llega a Colonia Belgrano, esta vez con equipaje en mano y decidida a quedarse. Festeja su casamiento con Delcio en enero del 76 en la Iglesia Valdense del mismo pueblo, donde comienzan una feliz vida juntos.

Los primeros años de matrimonio los pasaron utilizando como vivienda la casa pastoral, que estaba desocupada porque el pastor de ese momento, Benjamín Barolín, residía en la ciudad de Gálvez.

Delhy se vino de Uruguay en la época donde allá estaban en dictadura. Conociendo únicamente a Delcio, pasó los primeros años tratando de abrirse camino en un pueblo esencialmente cerrado, intentando hacer amistades y conseguir trabajo, lo que en aquella época era muy difícil siendo mujer y extranjera.

Comenzó su círculo íntimo en la Iglesia. Fue la primera mujer en integrar el Consistorio en Colonia Belgrano; en Ombúes, si mal no recuerda, el cupo femenino alcanzaba un número de dos o tres. Nunca dejó de manifestarse resuelta y decidida en el ambiente valdense, ambiente por demás de conocido y de total confort.

Una de las cosas que Delhy extrañaba más de su antigua vida en Uruguay, además de su familia, era el coro.

Así que después de no mucha cavilación, impulsada por la iniciativa de la directora de la escuela de ese entonces (1990) quien comenzó a invitar personas a las que le gustaba el canto coral, integró, junto con Delcio, la formación del coro popular de Colonia Belgrano, en el que ambos cantaron hasta hace unos años atrás.

La biblioteca, la Iglesia, el coro y andá a saber cuántas cosas más forman parte del catálogo de actividades o hobbies que hacen a Delhy sentirse muy feliz.

Me contó también que estudió mecanografía e hizo cursos contables. En Uruguay trabajaba administrando una tienda de máquinas de campo y ejercía sus habilidades de mecanógrafa en las asambleas presbiterales y sínodos. En Colonia Belgrano, después de mucha búsqueda sin resultado, la mayoría de sus trabajos se redujeron a actividades voluntarias ad honorem.

El año pasado, o seguramente el anterior, pre-pandemia, me llevó a su casa para mostrarme las reformas que estaban haciendo con Delcio.

Me enseñó todas las habitaciones explicándome qué y cómo habían hecho cada cosa, con un entusiasmo

digno de quien te exhibe su posesión más preciada, orgullosa por el trabajo realizado. En ese momento me sentí muy afortunada, y me pregunté cuándo o cómo fue que alcanzamos con Delhy tal nivel de amistad. Recordando eso le pregunto ahora, ya sobre el final de la charla -y bajo la mirada de señoras esperando registrar los libros que se quieren llevar-, si se acuerda del instante de haberme conocido. Yo no tengo recuerdos muy vívidos porque era muy chica, pero quizá ella tiene un poco más de certeza. Me responde que no sabe con seguridad, quizá fue porque mi madre, abuelo y abuela siempre vivieron en Belgrano y su relación con ellos/ as hizo que, por rebote, tenga noticia de mi existencia, pero también me respondió «seguramente te habré visto corriendo por ahí en algún campamento».

Como dije antes, desde siempre Delhy lideró y colaboró en la cocina de los campamentos, y yo sí que recuerdo haberla visto ahí. Lo demás es historia.

«Lo que unió valdo» me pareció el título más acertado para relatar este encuentro. Tanto por la relación que construimos Delhy y yo a lo largo de los años, como por la unión de ella con Delcio, que además de ser sumamente especial y afectuosa, se la debemos -me incluyo, pues gracias a eso conozco a Delhy- a la Iglesia Valdense y su notable y consabida virtud de enlazar almas que ¡por Dios! sería una picardía que no estén enlazadas.

Florencia Arias

Ilustración de Felicita Sala

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Movimiento Juvenil Valdense | Año XXI |Febrero Marzo 20201| conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones

¿Todo es válido cuando se trata de salud mental?

Espiritualidad, ciencia y pseudociencias

La vida, la humanidad, el tiempo. Representaciones cíclicas que pretenden ser lineales.

Es por esta condición que todo lo que alguna vez sucedió, resurge. Determinados sucesos, a lo largo de la historia, han alcanzado tal importancia y trascendencia que resultaron cruciales en el cambio de mentalidades; el antropocentrismo, la separación de la filosofía y la ciencia, las revoluciones, la globalización, etc.

Ciertas doctrinas antiguas, sin embargo, continuaron -y continúan- vigentes; y muchas de las que se perdieron volvieron a manar. En esta ocasión, como lo amerita el tema a tratar este mes en Página Valdense, me refiero a prácticas ancestrales que a día de hoy siguen vigentes para resolver problemas de tipo medicinal y psicológico. Prácticas carentes de evidencia o rigor científico pero muy utilizadas en salud mental, uno de los campos más permisivos en cuanto a acudir a cualquiera, sea cual sea el tratamiento con tal de resolver el problema.

Y es que la salud mental es un tema serio, que nos concierne en totalidad y a muchas y muchos nos aterra.

Hablar de salud mental requiere una introspección que no todas/os estamos dispuestos a hacer. Requiere autoconocimiento y aceptación.

En esta área suele haber dos posturas relacionadas con lo mencionado anteriormente respecto de los métodos a utilizar. Hay quienes anuncian «si te ayuda, es válido» y quienes, por el contrario, objetan que prácticas como la homeopatía u otras ciencias alternativas -acupuntura, incluso astrología- no son éticas para los/as pacientes, o son irracionales y faltas de estudio crítico para contrastarlas a través de sus consecuencias con la realidad.

Ramón Nogueras, psicólogo, divulgador y profesor de psicología y defensor acérrimo de las terapias basadas en la evidencia, dice en una de sus tantas entrevistas, Una cosa que separa a la ciencia de la basura es que la ciencia tiene pocas certezas, y lo que se sabe se revisa. (...) La pseudociencia es dogmática, no cambia sus puntos de vista con la evidencia. Además, pretende siempre ser universal (los tratamientos magufos siempre valen para todo, sobre todo los que argumentan que las enfermedades tienen un origen

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emocional), y nunca se basa en evidencia revisada por pares, nunca explica sus métodos, más allá de presentar casos anecdóticos.

Por tanto, si algo parece demasiado bueno, hay que ser cauto. Si alguien afirma tener todas las respuestas, hay que ser cauto. Si alguien no explica bien cómo sabe lo que dice saber, hay que ser cauto.

Lo cierto es que la salud mental es tan compleja e individual que es difícil juzgar los modos y maneras en que cada quien decide tratarla. Las pseudoterapias pueden ser irracionales y hasta deshonestas en muchos puntos, pero cómo podemos desterrarlas si hay millones de personas que sienten que les ayudan. La sugestión es uno de los poderes más fuertes de nuestra mente, llegando a extremos en los que cualquier cosa que nos diga algún gurú o coach motivacional puede realmente cambiar nuestra conducta y estado de ánimo.

Sabemos que es más beneficioso ir a un/a psicólogo/a que quedarnos sentados/as orando para que nuestros problemas se resuelvan, pero no podemos eludir el hecho de que además de cerebro tenemos espíritu y este se alimenta principalmente de esperanza.

Como creyentes, insistimos en la idea de que la fe mueve montañas, pero también sabemos que no podemos «echarnos a dormir» y dejar que nuestro problema se resuelva solo, tenemos que ocuparnos de manera física.

Pienso que hay pseudociencias y pseudociencias, y no se puede ser objetiva al respecto ni tratarlas a todas de la misma manera, pero sí podemos encontrar un equilibrio y correrlas de su pedestal único. Entendemos que la frenología, grafología, hipnosis y toda la parafernalia de índole espiritual y motivacional no tiene evidencia que respalde su éxito, pero conservamos también un poco de esa ilusión ficticia que nos ayuda a afrontar momentos malos y complementa el trabajo científico que sí y rotundamente sí nos va a ayudar.

Florencia Arias

Espiritualidad, vientos de cambio, sexualidad y compromiso social del pastor Lisandro Orlov exponiendo el comportamiento prejuicioso y silencioso de su comunidad en la Agencia ecuménica de comunicación.2 Una mención aparte merecen la comunidad Valdense en Uruguay y Argentina y la Anabaptista menonita de Buenos Aires.

Lxs valdenses hacen más o menos una década, en uno de sus sínodos, que exhortaron a reflexionar a sus comunidades sobre la bendición de parejas del mismo sexo y trataron de incluir en estos encuentros al Pastor Victor Bracuto de ICM Buenos Aires y al biblista estadounidense Tom Hanks de Otras ovejas, ambos con militancia y trabajo comunitario LGBTIQA+. Ninguna Iglesia protestante avanzó tanto hasta ahora.

En este momento estoy haciendo mi proceso de conversión al judaísmo en la comunidad masorti Or Israel. es una comunidad inclusiva como pocas veces he visto, me siento muy bendecido por eso, pero pienso también en la discriminación, el bullying -a veces espiritual- que todavía sufrimos las personas LGBTIQA+ en las diferentes comunidades de fe en las que nos congregamos. ¿Cuál es el elemento que nos está faltando en este rompecabezas que se nos presenta como realidad?

A veces en forma totalmente violenta. y pienso en la palabra Tzedaká -justicia y solidaridad social-.

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En el judaísmo y en el cristianismo cada persona creyente tiene la oportunidad de ser socix del Creador; ¿cómo sería esto? cuidando al prójimo, dejando de estar calladxs ante las injusticias, mejorando y trabajando activamente por el bien de su comunidad, por la restauración de las relaciones rotas por la discriminación y el odio.

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En septiembre del año 2019 me invitaron a una Jornada sobre Diversidad y Género que daba el Seminario rabínico latinoamericano, en Villa Crespo, en un lugar llamado Beit Tefila perteneciente a la comunidad masorti. El tema de fondo a lo largo de lo que duró el encuentro, era la violencia contra las personas de sexualidades diversas, especialmente las chicas transgéneras. Una de las panelistas era Andy Panziera una chica travesti judía.

En ese momento yo me congregaba en la Comunidad Anabaptista Menonita de Floresta y estaba estudiando Teología en REET y militando en SIGLA como coordinador de un grupo de varones gays con VIH y quedé sorprendido de lo actualizadxs que estaban sobre Diversidad Sexual y también de todo lo que sabían sobre violencia, y asesinatos contra chicas travestis y trans en nuestro país. Entre los panelistas de este encuentro estaba una rabina (Marcela Guralnik) y un rabino (Diego Vovchuk), ambxs de la comunidad masorti.

Ese año el 2019 fue uno de los más violentos en cuanto a asesinatos y violencia contra la población LGBTIQA+ en nuestro país.1 Recuerdo que cuando le tocó hablar a Andy Panziera, una chica que se definió como una activista transgénero y aclaró que su nombre no representaba ni el lado femenino o masculino de su persona, empezó comentando sobre las distintas máscaras que usamos para presentarnos en sociedad y de cómo esas máscaras son parte de nuestra personalidad, en el caso de la sexualidad muchas veces impuesta.

Como persona de fe que soy y en la búsqueda de lugares donde congregarme sin renunciar a quién soy; en mi experiencia creo que la cristiandad -tanto protestantes como católicos- están quedando rezagados en el aspecto de género y diversidad. Son muy pocas las Iglesias en las que son aceptadxs como miembrxs plenxs.

Recuerdo que en las últimas 3 décadas sólo existían las comunidades de ICM y la Iglesia Luterano-danesa donde era Pastor Andres Albertsen en ese momento, las únicas Iglesias visibles donde alguien gay podía ser aceptadx como miembrx plenx o casarse y ser bendecidx en una ceremonia matrimonial, tal como las parejas heterosexuales. El resto de las comunidades cristianas estaban casi cerradas para la diversidad sexual.

En los últimos años hubo un mayor avance en este sentido, en las Iglesias históricas como la Iglesia metodista y la luterana, pero con pronunciados retrocesos después en sus diferentes problemáticas en este sentido. La Iglesia Metodista dejando de bendecir las uniones del mismo sexo en los últimos años y en el caso de la Iglesia Luterana haciendo silencio ante el crimen de odio y discriminación del pastor Fabián Kreischer. Hay una nota muy corta pero concisa y determinante,

Este es un mandamiento -una mitzvah- que tiene que ver con sanar nuestro mundo, repararlo -Tikun Olam-. Ahí donde solo vemos destrucción tenemos la oportunidad de involucrarnos desde el compromiso, de conectar nuestra fe al encuentro, a trabajar nuestros prejuicios a través del conocimiento del otrx en su diversidad sexual, religiosa y étnica.

Juan Benítez Psicólogo Social 1

https://agenciapresentes.org/2019/12/31/2019-record-de-vio-

lencias-a-lgbt-y-travesticidios-sociales-en-argentina/

https://alc-noticias.net/es/2021/02/09/nuevamente-en-el-closet/

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Comunicándonos

Federación Femenina Evangélica Valdense

Llegada de los primeros Valdenses a Cañada Nieto Una hermosa celebración tuvo lugar en el Parque Valdense de dicha localidad el domingo 7 de marzo del corriente año. Dicha celebración comenzó al mediodía con un Culto de agradecimiento dirigido por el Pastor emérito Hugo Gonnet y su esposa Lily Artus acompañando en la música. Se entregó un reconocimiento a Adalberto Gilles por ser el miembro más longevo de la comunidad, que con sus 98 años aún sigue participando activamente.

También se entregó un reconocimiento a Aron Kahrs, integrante de la comunidad, quien grabó junto a compañeros tres videos para celebrar virtualmente los 130 años de la comunidad.

Luego se compartió un almuerzo comunitario que fue seguido de la actuación de músicos de la localidad.

Estuvieron presentes además de miembros de la comunidad, autoridades locales y departamentales, quienes nos autorizaron a realizar esta celebración en pandemia, con todos los protocolos.

Fue muy gratificante haber podido realizar esta actividad al aire libre en un hermoso día, donde además de dar gracias a Dios por tantos años de vida de Iglesia, también agradecimos que continuamos reuniéndonos para compartir La Palabra.

Un poco de historia

Un mes después del establecimiento de los valdenses en Paso Ramos, el 1 de marzo de 1891 llegaba a Cañada Nieto una caravana valdense formada por personas adultas, jóvenes y chicos. Habían venido de la lejana Colonia del Rincón de Sauce, distante unas 35 leguas, empleando cinco días para hacer ese recorrido, caminando o encaramados sobre sus rústicas carretas tiradas por bueyes o caballos. Esos viajeros, que mucho debían parecer a gitanos, eran los intrépidos fundadores de la colonia de Cañada Nieto. La caravana estaba constituida por seis familias: la de Daniel Guigou-Beux, de Francisco Gauthier, Juan Rochón, José Tourn, Carlos Carrea y David Cayrús. Un total de 43 personas.

Esos colonos habían hecho, en octubre de 1890, un contrato de compra de unas 728 cuadras en Cañada Nieto, al precio de $25 la cuadra y habían venido para tomar posesión de sus tierras y trabajarlas.

El vendedor de los campos de Cañada Nieto fue don Manuel Braña, español, soltero, quien realizaba frecuentes viajes por los departamentos de Soriano y Colonia para interesar a los colonos en la compra de sus terrenos.

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Celebración 7 de Marzo

«Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús» 1 Tesalonicenses 5:16-18 Comunidad – Cañada Nieto – Soriano -Uruguay

Todos estos colonos se pusieron de inmediato a la obra, arando sus campos para echar la semilla en los surcos por ellos abiertos. Tanto los Valdenses de Paso Ramos como los de Cañada Nieto fueron ayudados eficazmente por la casa Paseyro, de Dolores, que les brindó toda clase de facilidades. Es con mucha gratitud que los primeros colonos recuerdan a ese comerciante inteligente y progresista.

Los rápidos adelantos de los dos grupos, así como la necesidad de expansión de las viejas colonias establecidas en el departamento de Colonia provocaron una inmigración ininterrumpida de nuevos colonos valdenses en la zona del San Salvador.

Mencionamos aquí a Santiago Guigou, Santiago Dalmás, los hermanos Francisco, Julio, Juan Daniel y Juan Pablo Rostán, Pedro Tucat, Juan Daniel Bertón, Juan P. Cairús, Felipe Rostán, Eliseo Negrín, Juan Santiago Bouissa, Eliseo Charbonnier, Salomón Cayrús, Juan Daniel Geymonat, Enrique Félix, Enrique Bonjour, las Familias Vincon, Monnet, Besson, los hermanos Juan y Daniel Guigou- Peyrot, Daniel Gardiol, etc.

Extraído del libro HISTORIAS DE LAS COLONIAS VALDENSES SUDAMERICANAS EN SU PRIMER CENTENARIO de Ernesto Tron y Emilio Ganz.

Pueblos con memoria Dad gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno. (...)

5 En mi angustia llamé al Señor; él me escuchó y me dio libertad.

6 El Señor está conmigo; no tengo miedo. (…)

27 El Señor es Dios; ¡él nos alumbra!

Comenzad la fiesta y llevad ramas hasta los cuernos del altar.

28 Te doy gracias y alabo tu grandeza, porque tú eres mi Dios.

29 Dad gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno.

(Salmo 118) 1

El pueblo reunido en comunidad celebra y expresa su gratitud a Dios. Hacen memoria de la compañía y cercanía de la divinidad en sus vidas, en la historia colectiva que han transitado. Anuncian la esperanza, la germinación de un tiempo nuevo que está por venir y que se hará realidad para todo el pueblo.

Su testimonio queda plasmado en este Salmo, como en tantos otros que también recogen las vivencias populares y sus expresiones de fe a lo largo de la historia. Así se van construyendo las memorias vivas de los pueblos, que se tejen con las experiencias cotidianas, con las dolencias, las alegrías y con las esperanzas que se van renovando en ese ejercicio dinámico de la comunidad.

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La memoria está viva, decimos, porque no se trata de un mero acto de recordar el pasado sino que también se está construyendo el futuro y transformando el presente. La comunidad que da gracias a Dios evoca a la historia que les antecede y a la vez anuncia que la presencia de Dios sigue en sus vidas, en lo cotidiano, en aquellas tensiones y dificultades que se van presentando.

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Y siguen cantando y celebrando el amor de Dios, en la esperanza de un tiempo nuevo que le da sentido a sus pasos y alumbra el camino que van a recorrer.

La comunidad que hace memoria también resignifica el presente que les toca vivir, agudiza la mirada ante lo que acontece y va tejiendo lazos que dignifican sus vidas sabiéndose parte del proyecto de vida buena y abundante de Dios para toda la Creación.

Tus palabras son fresco manantial sintiendo tu voz aprendí a cantar.

Cuando llegue el alba Viviré, viviré

A un costado del olvido mis sueños madurarán reventando en luz, florecidos.

Cuando llegue el alba Viviré, viviré.

Cuando llegue el alba Viviré, viviré.

Yanina Vigna Equipo Editor PÁGINA VALDENSE I 15

Vamos a plantearnos que estamos todos locos, eso explicaría como somos y resolvería muchos misterios Mark Twain