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Un residuo de clandestinidad

Carlos Delmonte

Cuando pensamos en la celebración de los 850 años de presencia valdense en este tiempo aparecen rasgos de ese pueblo iglesia que no se pueden ignorar. Uno de ellos y que causa una mayor impresión es su resistencia para superar todas las adversidades.

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La situación de los Pobres de Lyon es para nosotros tan lejana que es un poco difícil entenderla en su profundidad. Pero cuando uno se acerca a ese mundo clandestino en las tierras de las catedrales europeas, no se puede apartar de una profunda impresión. ¿Cómo pudo una comunidad cristiana vivir tanto tiempo sin permiso para manifestar públicamente su fe? ¿Cómo pudo ese grupo de fieles que se reunían sólo cuando recibían la visita de los barbas una vez cada dos años, sin libros disponibles ni objetos religiosos, formarse en comunidades familiares compactas y disciplinadas? ¿Cómo fue que con todo su poderío y sagacidad los esfuerzos de la Santa Inquisición no pudieron doblegar tanta tenacidad?

Las preguntas quedan abiertas, solamente pensando que ésa era la voluntad de Dios para ese pequeño

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