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ESTE en comunidad lectora

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Modelo para armar

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Hemos recibido ofrendas específicas para el sostén de nuestro boletín; de Montevideo, de Fray Bentos, de Paysandú. Por supuesto que lo agradecemos muchísimo. Crecer en comunidad es la forma más sana de dar el estirón. Por eso confiamos.

episodio; esta vez en torno a la inauguración de una capilla en el Hospital Vilardebó y a la invitación hecha por el director para asistir al acto religioso.

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No lamenté el debate. Siempre tiene algo de renovador. Lamenté los argumentos. Me pareció que asistíamos a una pulseada por la visibilidad, por un cuadradito en el espacio público. De un lado fue la defensa de esa comprensión de la laicidad que significa casi el destierro de la dimensión religiosa en quienes habitan los espacios públicos, del otro la defensa de méritos de antigüedad que le otorgan el derecho de estar y ser dueña.

Lo curioso es que en ambas orillas se enarbola la misma bandera. Somos genéticamente laicos, gratuitos y obligatorios los hijos del Uruguay. Pero no con la misma palabra entendemos el mismo contenido.

Defiendo la laicidad y por eso siento necesario que profundicemos en su significado. La aceptación unánime y acrítica puede volverla un continente vacío que cada quien llenará con lo que le parezca mejor.

La laicidad implica respeto y sólo se puede respetar lo que se conoce desde la humildad de quien sabe que no toda verdad le pertenece y no se arroga el derecho de excluir; implica libertad que no puede ejercerse en la ignorancia y la eliminación.

En esta última discusión faltó un interlocutor imprescindible: las personas que habitan el Hospital Vilardebó. Debían ser el centro, pero siguieron siendo parte de lo más invisible de la sociedad. Era su pulseada pero no se las dejó poner el brazo.

Está bien que la discusión sobre la laicidad continúe. Los conceptos no son ladrillos invariablemente iguales a sí mismos, van adquiriendo significados nuevos en tiempos distintos. Debemos cambiar los argumentos. En lugar de reclamar el derecho a estar, las comunidades cristianas debemos pensar cuál la misión por la que estamos. Ser voz de quienes no tienen voz es la vocación que nos mueve. A veces somos una voz que sólo habla para nuestros oídos.

Cuando por encima de reclamos de visibilidad, los cristianos nos encontramos en espacios de reflexión, de oración, en los desafíos que lo más débil de la sociedad nos plantea, los argumentos son otros y los debates mucho más fructíferos.

(1) Entrevista en ESTE periódico valdense noviembre de 2022

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