MEMORIAS Almazán • TOMO I • Parte 1

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MEMORIAS GBNEnar JuaN ANoRBU AruazÁN

TOMO I AD¿LsrRro Anruno Maopno Qumoca COMPILADOR

MoNrERRsv, NuEvo Lróru, MÉxrco 2011.


Primera edición,2011 Impreso y hecho en Monterey, México Printed and made in Monteney, Mexico

CRÉDITOS t o gr

áfi c as

Compilación:

Rep r o du cciones fo

Adalberto Arturo Madero Quiroga

Fernando Martínez, Alejandro Almazán y Maria Luisa Soler

:

Superuisión editorial: José

Antonlo Olvera Sandoval

Diseño gráfico:

Leonardo Arerns

Ar chioos do cwnent ales : Hemeroteca de El Universal. El gran diario de México, México, D.F. Archivo Histórico del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F.

Asesoría documental:

Josefina Moguel Flores Corrección de estilo:

Laura Guillén Soldevilla, Martha Johmsen, Ernesto Castillo, Francisco Ruiz, Salvador Guerra, Ricardo Martínez y José Antonio Olvera Capturistas:

María de Lourdes Vargas y Marco Antonio Mufuz

Archioos Jbtográficos:

Archivo Histórico de1 Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F. Archivo privado de Carmen Almazán, México, D.F. Archivo privado de losefina Moguel Flores, México, D.F. Fototeca Macadám J.L.A. Palomo, México, D.F.


MEMORIAS GBNpRel JuaN ANpRยกu Arvazร N

TOMO I



GENEnal JueN ArrroRsu Aru.r.zÁu

I

IruorcE PRrspNrecróN

9

17

SnNrsrANze

I. II. il. IV. V. u. VII. Vm. IX. X. XL XII. Xm. XIV. XV. XVI.

OrmerÁ. Su rusronn v rr cenÁcrER

DE sus HABTTANTES

LR lNpRucle Eu

OlruelÁ

67

Er. Éxooo

85

EN Pu¡ele DE Los ÁNcsrss 1907 Er-

105

125

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135

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163

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Er uÁs rNrcuo

239

DESpoJo DE LA ERA cRrsrrANA

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CpNr¡NeRro LLEGA LA R¡vorucróN ARMADA pERo srN rn rN nr |rrr

FRUSTRADA

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499

7l I



Pnes ENTACION Durante mi estancia en 1a ciudad de México, siendo senador de ia República en la LVIII y LIX Legislatura, y presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriaies de dicho órgano legislativo, diseñé un programa editorial que, además de difundir las investigaciones históricas recientes, recuperara los testimonios y las memorias de 1os políticos sobresalientes de los siglos XIX y XX (Francisco Mejía, José María Iglesias, Alberto J. Pani, Eduardo Suárez, ]osé Manuel Puig Casauranc, Adolfo de la Huerta, entre otros).

A pesar de que nuestra gestión duró seis años, 2000-2006, el tiempo no alcanzóparaorganizar e imprimir todos 1os proyectos trazados. Uno de esos grandes pendientes era precisamente la obra que hoy, ponemos en manos del lector: Memorias del General luan Andreu Almazán. En e1 Senado alcanzamos a editar Memorias del General luan Andreu Almazán. Informe y documentos


] N{r-t'tont:rs

sobre ln canq)aiia políticn de 1940 (senado de la República, México, 2004), texto escrito en7941, en el cual Almazán hace un recuento

de 1a tormentosa sucesión presidencial en la que participÓ colno férreo competidor de otro general: Manuel Avila Camacho.

Considerado el último gran general de 1a RevoluciÓn mexicana, Juan Andreu Almazán (L891-1965), vivió cle manera intensa y heterogénea las diversas etapas de este tnovimiento social. Es un personaje que encarna diversos n'ratices políticos e ideolÓgicos,lo que le rraiió sendas críticas de sus opositores y seguidores. Maderista, antimader ista, zapatista, huertista, felicista, pro villista, anticarrancista, general de1 Ejército federal bajo 1a jefatura de Alvaro obregón -contra quien había combatido-, son algunas de las facetas que asumió el general Almazán. Bajo estas circunstancias, además de su pasión por la historia, se vio obligaclo a escribir sus memorias, publicadas a partir del 29 cle julio cle1957, en el periódico El Uniaersal. El grtut clinrio tle Mérico, donde aclemás de justificar su alianza v "convicción" por determinada fracción revoluciot-taria, rescata Y valora episodios históricos poco conocidos de la lucha armada de 191.0, así como de la historia Colonial -rr dsl México Inclependiente, de manera fresca, apasionante v documentada. El 13 de mayo de 1959, al concluir la redacción de estas lnemorias, establece etr principal propósito de dichos artículos: "Abrigo ia pretensió. (...) qo" muchas de mis referencias serYiráu para enclerezar entuertos palpables de nuestra historia, r'hasta rectificar juicios que ya se consideraban definitivos sobre personajes de primera 1Ínea de nuestra vida pública. ( ..) Y pienso que con esto no daré satisfacción a un simpie impuiso vanidoso, sino al ardiente y constante anhelo de ser útilal noble pueblo mexicano y de serrrir con religiosa devoción a rni patria (...)".

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Crrrn,',r

Ju,r,x Ax»nEu

Al.rrazÁx

I

Desde el2003, iniciamos la indagación 1r fotocopia de los artícLllos en 1a hemeroteca del periódico capitalíno referido. Irosterior-

mente cotejamos algunos que estaban incompletos

o

ininteligibles, por ei tamaño c1e la letra y el paso del tiempo, en el archir.o del Centro c1e Estudios c1e Historia de l\4éxico (CARSO). Proseguimos en la cir-rclad de Monterrev la corrección de texto v el diseño de dichos artículos en forma de libro, dando como resultado una monumentai obra de 101 capítuios, con una extensión de más de cinco rnil cuartillas. Una ¡rublicación de tales dimensiones requirió mucho trabajo cle edición 1-, desde 1uego, tocar puertas para encontrar una institución interesada en financiar la impresión. En este 2011, concretamos un gran esfuerzo que contribuirá a repensar nuestra historia política y social derivada de la gesta revolucionaria de 1910. Más de medio siglo estr-rr,leron guardadas estas memorias, poco conocidas a pesar de su amplia difusión periodística a finaies de 1os cincuenta. Para la historiadora Josefina Moguel, biógrafa de1 general Alrnazán,la historiogra{ía revolucionaria lo coloca en e1 gremio de la antiheroicidacl. El hecho de decidir publicar sus memorias en la prensa periódica, se debió no sólo ai bajo costo de su adquisición y difusión, resultado más accesible para una mayoría cle lectores, sino porque pretendía despertar c1c. la indife-

rencia con la que lo habían condenado. Ei generai Almazán recurrió al pasado reconstruyéndolo en su presente, examinando los sucesos, parodiándolos en su acontecer v condicionándolos en el futuro a fin de provocar el interés de las nue\¡as generaciones; narra cómo fueron sus treinta años de brega v lucha revolucionaria entre 1910 y 1940, así como las consecuencias que enfreutó en los aiios posteriores v hasta su muerte, seña1ado por 1a marginación y la omisión como éi diría r1e "Paria en sLl Patria". 11 |


MEtvtont.rs

En este centenar de capítulos, Almazán elabora una copiosa reconstrucción del pasado mexicano, no sÓlo de la etapa revolucionaria, sino de periodos anteriores v posteriores a esta gesta histórica. Retoma conceptos, descripciones, datos v discursos de escritores \r personajes de la historia , Para sustentar o refutar determinado acontecimiento, devela realidades que se daban por ciertas v le reconoce méritos a personajes que según é1 no han sido bien analizados por los historiadores.

La obra arranca cargada de anécdotas t'recuerdos, describe a su natal Olinalá, estado de Guerrrero, su gente, las costumbres, el origen de su familia y el éxodo a la cruclad cle Puebla; sus años mozos en la capital poblana, los primeros en-rpleos que 1o llevaron a perder un dedo, sus estuclios de lr,{edicina, además de varias referencias sobre el mestizaje,la Independencia v la relación siempre en desventaja con 1os Estados Unidos. Prosigue con 1a imagen de Emiliano Zapata, sus primeras campañas y io que aprehendió de1 Caudillo del Sur, la impresiÓn que le causó Francisco I. lvladero, su icleario político, los esfuerzos por salvarle 1a r.ida l'1a descomposición de su gobierno, e1 perfii revolucionario de Pascual Orozco, su encarcelamiento en 1912 en la Penitenciaría c1e ia ciudad de Mexico, cuando apenas tenía 21 años de edad )¡ 1as condiciones en que conociÓ a Victoriano Huerta. De manera crítica, revalora el papel que desempeñaron Ventlstiano Carranzav Luis Cabrera al inició de la llevotrución,la intro-

misión del gobierno norteamericano a través del presidente Woodro,,r, Wilson, el gobierno efímero de Victoriano F{uerta, el ascenso político de Carranza y diversos testimonios que demuc'stran su falta de convicciones revolucionarias.

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Grxrn-rl JurN Ar»nrL: Ar,lr,rzÁN

Describe su primer contacto, siendo muy ioven, con Victoriano Huerta, para enfrentar a los carrancistas, el reencuentro con ias fuerzas clel general Erniiiano Zapata,la relación incierta con Francisco Villa, los pormenores de la Conr.ención cle Aguascalientes de1914, su opinión sobre Eulalio Gutiérrez,las maniobras poiíticas de Venustiano Carranza Lrara controlar el movimiento y di\/ersos testirnonios sobre la figura clel general Villa.

Además de su relación corr Huerta, Almazán también exalta sus peripecias como rebelde, sus ar.enturas por varias regiones de México, su relación con Fé1ix DÍaz, Ezequiel Padi1la, su juicio personal sobre Venustiano Carranza,los constituventes y la Constitución de 1.977. Su huida a la frontera sur de Estaclos Unidos, descle donde regresa para enfrentar en el norte del país a las fuerzas del carrancismo, relatando su paso por 1os principales puntos de Tamaulipas v Nuevo León, así como 1a arnistacl que cultivó con la gente del noreste, destacando la figura c1e1 escritor Nemesio Carcía Naranjo. Revive sus hazañas como General de Divislón, bajo el mando de1 presidente Ál"aro Obregón, la persecución c1e tropas c1e aizados en Puebia y Oaxaca, sobre todo, 1o que llamó "la gran cacería de1 general Fortunato Vlavcotte". Su paso por Ver:acruz como Jefe de Operaciones militares, para pacificar 1a región y contener a las numerosos gavilias cle gente armada, que cometían toda clase de depredaciones. Sns primeros contactos, afables y de admiraciór-r, con el presidente Plutarco Elías Cal1es, y rrarias rernembranzas cuando controió ia Sexta Jefatura cie Operaciones \,{iiitares en Nlonterre\..

Haciendo aiarde de su fiel rnemoria, describe situaciones ocurridas durante el Maximato, la campaña militar: cor-itra Gonzalo Escobar, en el norte del país, sus desar.enencias de estrategia militar con etr ger-reralCalles, ei padecimiento cle una enJermedad pros13

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] Mnroru.rs

tática que io l1evó a atenderse al Universitv Hospital de Marylancl con el prestigiado doctor John D. Young, 1as vivencias de su viaje de Nueva York a Europa, destacando las entrevistas que daba en las principales ciudades de ese Continente sobre la situación de México y los elogios que recibía de 1a prensa extranjera y concluye Con Su regreso a1 país para de inmediato renunciar a 1a secretaría de Comunicaciones y Obras Pírb1icas, por "el asco que me causaban 1os ultrajes del Jefe Máximo al presiclente Ortiz Rubio". En 1os últimos capítu1os se comienza a perfilar e1 deslinde de Almazán con Plutarco E1ías Calles Y Lázaro Cárdenas. crítica a los personajes que ambos encurnlrraron en e1¡roder t, destaca una serie de vitupenclios que le cometleLon, buscando siempre dañar su imagen e impedir su ascenso po1ítico. En contraste, narra a detalle su estancia en N{onterle\- para construir la Ciudad Militar, los esfuerzos v avatares pala constituir 1a Compañía Constructora Anáhuac y, desde luego, el fin de su relación con los jefes revolucionarios, la conclusión de su carrera miiitar )' córno se gestó su candidatura presidencial para contender en 1940 contra el general Manuel Ávila Camacho. Finahnente, cierra su obra denunciando la irnposición del caciquisrno oficial en los comicios del 7 de julio de 7940, v destaca la figura deLázaro Cárdenas como un traidor a la democracia y al iibre sufragio. Aclara cuál fue su accionar al saiir del país en busca de apoyo para frenar ia imposición presidencial, su relación con los políticos norteamericanos V despeja cualquier sospecha sobre su vincuiación con las fuerzas nazis. En contraste, co¡cluye con un epílogo clonde reir.indica 1a figura de Simón Bolír'ar Y su sueño de unir los pueblos panamericanos en una grande Y poderosa confederación, tarea que según é1 hubiese emprendido de haber llegado a 1a presidencia de 1a Repúb1ica.

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GrNrnal JueN ANonsu Ar-rr,r,tzÁN

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Cada tomo esta ilustrado con una portada que muestra 1as diversas facetas del general A1r.nazán, desde el joven guerrillero hasta el funcionario de aito nivel y hombre de negocios, sin Íaltar su importante carrera militar donde ocupó los más altos cargos.

La carrera de Almazán ofrece oportunidades fascinantes para interiorizar en episodios la historia de 1a Revolución y la estructura política del país que emergió posteriormente. Al seguir los pasos de Almazár¡ comprendemos a una de 1as personalidades más interesantes de México,las controversias que lo envolvieron, así como el surgimiento y declinación del poder miiitar en la política mexicana.

En este 2011, se cumplen 45 años del deceso del general Almazán, que esta obra sea un homenaje póstumo a una de las figuras más contrastantes de la vida política del México contemporáneo.

Adalberto Arturo Madero Quiroga Compilador

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Juan Isidro Andreu Alrnazán, nace el 11 de mayo de 1891, fecha asentada en el registro civil, pero según apuntes de su padre fue e1 día12, a las nueve de la noche, en Olinalá, distrito de Zaragoza erl el estado de Guerrero. Sus padres fueron Juan Andreu Pareja y María Guiilerma de Jesús Almazány Nava; décimo de doce hijos. Después de cursar su instrucción básica, entró en1907 al Colegio del Estado de Puebla, donde inició sus estudios de Medicina, los que abandonó en19\0, para sumarse a la campaña rnaderista y al movimiento revolucionario. En un constante transitar ideológico, en 1911 se incorpora a las filas zapatistas y se alza contra el gobierno de Francisco I. Madero; tras unirse ai general Victoriano Huerta \pasar un periodo fuera del país, en1920 se adhiere a las filas de Alvaro Obregón y proclama el Plan de Agua Prieta. Nueve años después sería uno de los más eficaces colaboradores de Plutarco E1ías Calles en la derrota contra la rebelión escobarista.


I Meuonlas

según Marie Musgrave, en la caffera política de Almazán se reconocen tres fases: la primera duró de 1891hasta 1920, e incluye la etapa violenta de la Revolución. La segunda iniciÓ en 1920, .ru.rdo ocupó puestos relevantes en el gobierno, de donde surgieron sus contratos para realizar obras púbiicas importantes y áecesarias que a lavez Ie favorecieron en 1o personai, y culminó en1940 con su fallida candidatura ala presidencia de la República. La tercera cubre su vida entre 194Ay su muerte en1965,período en el cual vivió en 1o que se considela un retiro forzoso de la política r para dedicarse al desarrollo de1 turismo como industria clave en México. Entre 1910 y 1920, Al}¡rlazán, después de iniciarse en el maderismo, ser huertista, combatir el constitucionalismo y luchar contra los Sonorenses victoriosos en La ptgna de facciones, terminó reintegrándose a 1as filas revolucionarias tfas sef amnistiado por el presidente Obregón. En 1921., se le dio el grado de General y Sostuvo más de 104 acciones de gtTefrar muchas de ellas no reconocidas oficialmente. Desde entonces emprendió una doble carrera como hombre de negocios, militar con mando de tropas, conservando gran influencia política.

Alavez que iba ocupando jefaturas de operaciones militares en Chihuahua, Aguascalientes, Zacatecas, Puebla y Nuevo León, aumentaba su fortuna personal con la comercialización del. plátano, la compraventa de terrenos y, a partir de 1927, por medio de compañías constructoras que se beneficiaban de la concesión de contratos del gobierno. Llegó al gabinete de1 presidente Pascual ortiz Rubio, en febrero de 1930, para ocupar la secretatía de Comunicaciones y obras Públicas hasta noviembre de 1931. Durante la década de los treinta continuó con Sus empresas constructoras, amasando una fortuna que sobrepasaba 1os cuatro

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GrNrnal JuaN

ANDREU

AluazÁN

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millones de pesos de la época, con 1a que sostuvo su campaña política entre 1939 y 1,940. Durante su residencia en Nuevo León edificó la ciudad militar y creó la Sociedad Cooperativa de Consumo de Familias Militares, S.C.L., Ia primera de soldaderas, de matriarcado en el país. Mando construir un camino carretero a Chipinque, con 1o que inició el desarrollo de este paraje.En1936, al pie de la Sierra Madre Oriental, planificó la colonia veraniega de Olinalá, en recuerdo de su pueblo natal.

A partir de junio de1939, renunció al ejército abandonando la Comandancia Militar de Monterrey. Mediante un manifiesto a la nación, publicado en el mes de julio, plasmó un proyecto nacionaI, que hacía alusión a 1os grandes problemas sociales ocasionados por el Cardenismo, principalmente, relacionados con el problema indígena,la tenencia de la tierra,la cuestión del trabajo, las obras públicas, la esfera industrial, 1a administración de justicia,los derechos políticos de la mujer,laley electoral, el espinoso asunto de la educación, las fuerzas armadas, ia política exterior y la libertad de pensamiento, que consideró mancillados y con necesidad de llevar a cabo cambios indispensables para el futuro, más concentrados en el espíritu de ia Constitución de 1917, pero con raigambre "liberaIy progresista". El manifiesto atrajo adeptos y colocó a Alrnazán como uno de los principales actores de la oposición oficial contra el llamado "imposiciorlismo" avilacamachista, sostenido por el PRM, la CTM, la CNC,los diputados,los senadores y los gobernadores, cuya maquinaria fue incontenible frente al oposicionismo almazanista, conformado por ex callistas, empresarios, burócratas, miembros de organizaciones de la derecha católica e intelectuales conservadores.

8n1940, postulado por el Partido Revolucionario de Unifica-

lel


I Mrvonns

ción Nacional (PRUN), que comandó Emilio Madero, hermano de Francisco I. Madeto, para las elecciones presidenciales, el general Alrrrazán consiguió una gran adhesión de parte de la ciudadanía que, el 7 de julio de ese año, acudió a 1as urnas para participar en uno de los comicios más violentos e irregulares del siglo XX. Pese a que la voluntad popular decidió darle el triunfo ai militar guerrerense, la alquimia electoral y el apoyo institucional que ei"general Lázaro Cárd"t'rut otorgó a Manuel Ávila Camacho,llevaron a éste a la primera Magistratura de la nación, no sin el respaldo del ejército, que así mostraba su apoyo irrestricto ala figura presidencial y propiciaba, uno de los episodios más oscuros de nuestra historia política. La salida definitiva de Almazán del escenario político en1940, marca ei fin del predominio de los generales revolucionaros en el gobierno mexicano. Fue el último gran general de la Revolución mexicana. En efecto, en1946, cuando Miguel Alemán dirigió la reorganización del PRM para convertirlo en el PRI, el sector militar fue oficialmente "eliminado" de ia política nacional. Por 1o que respecta a los proyectos de in{taestructura turísüca, comercial e industrial, éstos fueron innegables debido a1 conocimiento y experiencia que adquirió descubriendo las necesidades que el país requeríapara ser reconstruido. Lo hizo como pionero contratista y de negocios en 1a compra de terrenos, algunos de los cuales los destinó al turismo. A é1 se le debe en gran parte la revelación de Acapulco, así como vissaLizó okas regiones del país como Cuernavaca, fundó compañías y cooperativas como la Constructora Anáhuac, S.A. de C.V.,Impulsora de Acapulco, la Compañía Nacional Platanera que enfrentó a la United Fruit Company, entre otras.

Un año antes de su muerte, el general Aknazánera un hornbre 120


GrNrnel JuaN

ANDREU

AluazÁN

I

distante de los acontecimientos políticos, se sentía orgulloso de haber contribuido al fortalecimiento del turismo nacional f , por consecuencia, a Ia modernización del país. Fallece en la ciudad de México el9 de octubre de1965, a la edad de74 años. El sepelio se efectuó el10 de octubre en el cementerio Tepeyac de la Villa de Guadalupe, en el mausoleo donde reposan los restos de sus padres.

BIBLIOGRAFÍA

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I Mrrtoruas

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Moguel Flores, Josefina, luan Andreu Almazán, Col. Grandes protagonistas de la Historia Mexicana, Editorial Planeta DeAgostini, México,2002. Musgrave, Marie, Las aaenturas y desaaenturas de luan Andreu Almazán, último gran general de la Reoolución mexicana, e:n www.profmex. org/ mexicoandtheworld/ volumeg / lasaventuras-y-desvent uras... .

Serrano Alvarez, Pablo, "Juan'tAndreu Almazán, de camaleón político revolucionario a opositor democrático", Instituto Nacional áe Estudios Históricos de 1as Revoluciones Mexicanas, conferencia, México,2004.

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Cnpírulo

I

OI¡N¡ALÁ. Su HrsToRrA Y EL CARACTER DE SUs HABITANTES OLINALÁ (Distrito deZaragoza, estado de Guerrero), es un pueblo excepcional. Situado en el centro de una región de pueblos de indios puros, que hablan "el mexicano", náhuatl a azteca en al* gunos, el tlapaneco en otros y el mixteco en otros más, está habitado por gente distinta que tienen su modo peculiar de vivir. Por su situación topográfica goza Olinalá de un clima ideal, menos variable que el de Cuernavaca, Taxco o Aguascalientes, pero sus habitantes sufren escasez de medios naturales para vivir, porque sus tierras de labor, todas de temporal, son muy reducidas. En los viejos títulos de propiedad de los desaparecidos indios de Olinalá, se puede leer este expresivo documento: El doctor Manuel Dionisio de Somonte y Velasco, cura beneficiado por su Majestad vicario y juez eclesiástico del pueblo y Doctrina de Olinalá de este Obispado de la Puebla, certifico en cuanto puedo y allá el lugar en dere-


I Mmlonras

cho, que las tierras de este curato son pedregosas y todas reducidas a cerros, de modo que los indios con dificultad adquieren una limitada cosecha de maíz tan solamente, por lo inhábil e infructífero de e1las por 1o que determinan alegar su derecho, dando a su Majestad un donativo moderado y paraque conste 1o firmé en dicho pueblo en dos de mayo de setecientos cincuenta y nueve, Dr. Don Manuel Dionisio de Somonte y Velasco. De ahí que los habitantes, en general, se vean obligados a dedicarse a la pintura de jícaras, baúles, cajas, bateas, tecomates, palanganas, bules, arandelas y distintas figuras en forma de pájaros y frutas, así como de objetos de tocador. Para poder subsistir, los olinaltecos, por siglos, han tenido que llevar su producción a lomo de burro no sólo a los estados iimítrofes, sino hasta el centro y norte del país, así como a Centroamérica, por 1o que cuando unos regresan de la feria de Tepalcingo, otros salen patala de Chalma o San Pabio de Acatlán o Tejalpa oIzúcar de Matamoros, etc' Este constante viajar es para los olinaltecos una manera de escuela, que les da un nivel intelectual superior al de los habitantes de sus alrededores y un afán noble de aprendizaiey de aventura. Por eso, mi pequeño terruño ha dado un número notable de obispos, curas, médicos, abogados, etc.

Respecto al origen del nombre OLINALÁ el Dr.

Atl afirma:

El nombre que los pueblos de origen nahoa ponían a los lugares donde residían, a las regiones, a los montes y a 1os ríos, no eran nunca arbitrarios, correspondían siempre a una característica botánica, climatérica, geolÓgica o religiosa.

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GrNrntl

JuaN AN»nsu AI-uazÁN

I

Todos los pueblos o regiones de México revelan por su nombre azteca (indígena) una modalidad especial. Así Olinalán es el lugar donde el agua remolinea. OLIN, movimiento; A,va medio de diccióru agua; LAN, hogar. En efecto, cerca del lugar donde está el pueblo actual,

y también del lugar donde estaba el pueblo primitivo, hay una paza o manantial donde el agua hace remolinos

y a la que los indios llaman Olinos y Olinatzin, que quiere decir: donde está el aguita que remolinea, alllegar a un pequeño manantial situado muy cerca de las ruinas del antiguo Olinalán. Probablemente en ese lugar había un templo dedicado a alguna deidad que llevaba el nombre de Olinaltzin. En un gran cerro cónico situado al oriente del actual Oiinalán, pueden apreciarse algunas ruinas y de entre ellas se han sacado algunas piedras labradas precoloniales, ídolos y algunas máscaras de obsidiana. Hace varios años se hizo una excavación entre estas ruinas y se encontraron numerosos idolitos labrados en una especie de deorita, de formas geométricas, muy primitivos y que son muy característicos en todo el estado de Guerrero... Hasta ayer Olinaláerafamosa por las lacas tan bonitas y tan típicas que ha producido durante sigios; pero hoy adquiere mayor interés por el descubrimiento casual hecho por el señor ingeniero Armando Salinas al hacer el trazo del nuevo camino para automóviles en el tramo de ia Barranca Atopulitla,yacerca de Olinalán. Al hacer dicho trazo el ingeniero Salinas se encontró con una gran roca semioculta por el follaje y como le estorbara, trató 251


I Mliraozuas

de volarla con dinamita, pero mirándola de cerca encontró que toda la roca estaba cubierta de signos ya muy

destruidos por la erosión. El señor ingeniero Salinas me comunicó su descubrimiento y yo fui a investigar, habiendo encontrado diez piedras más, distribuídas sobre el terreno en una forma muy especial. Es muy interesante establecer la topografía de este lugar y la colocación de las rocas y tratar de descubrir su inscripción. El primer dato curioso es este:

El señor ingeniero Salinas sin sospechar al hacer eI trazo de las curvas del camino, en la antedicha barranca de Autopultitla, siguió exactamente entre las mencionadas rocas, como si ellas mismas hubiesen determinado la línea de la nueva ruta. Y digo de la nueva, porque en mi concepto estas piedras marcaban un camino hacia el río o algunaparte, seguramente algún templo. En un principio, creí que la gran roca descubierta por el ingeniero Salinas era un desprendimiento de un talud que fuera hacia la barranca y en Ia cual se anotan algunas grietas y rocas que parecen talladas a pico, pero una exploración minuciosa me llevó al conocimiento de que la piedra grande, así como todas las pequeñas que yo encontré después, han estado desde siempre en su mismo lugar...

Por su parte, el fallecido olinalteco don José María Acevedo dice:

126


GrNrnal Juau

ANDREU ALMAZÁN

mi memoria no es infiel, por el noroeste del poblado hasta el Tenafio entre abruptas peñas y en su mayor elevación existen depósitos del líquido elemento que cuando soplan determinados fuertes vientos, con presión atmosférica todavía no precisada, algunos de estos depósitos braman al grado de que a distancia se perciben los bramidos, y ese depósito o poz¡ cualquiera que sea el nombre con que se Ie designe, se le ha llamado OLINCA que vale tanto como movimiento de agua, significación que se ajusta a la de OLINALA. Así es que este nombre, si no estoy fuera de la verclad, no quiere decir más que movimiento de agu1 de Olín y de Atl. Si

¿La Conquista encontró o no a Olinalá fundado? Seguramente que sí, porque si el españoi hubiera interr.e-

nido en la fundación, de seguro que le habría acomodado el nombre de algún puebio ibérico, por cariño o por semejat\za, o el de a1gún santo, como no se ha visto, por más que como una protesta justa y necesaria, no sea impertinente afirmar que ¡valen más, mucho más, las designaciones indígenas que las de los conquistadores! Desde luego que las primeras se fundan generalmente en condiciones topográficas y no en las que son abstractas y sin objetivo aIguno... Si el poblado de que se trata ostenta un nombre indígena "es de suponer que sus primeros pobladores fueron indígenas", aúrrque no se puede afirmar de qué farnilia, pero con motivo de la conquista hubieron de avecindarse allí españoles, que dieron origen a los mestizos. En cuanto a mí, creo conveniente referir 1o siguiente. Por el año de\907, cuando estudiaba preparatoria, eracelador en el Colegio del Estado de Puebla, mi primo Francisco Flores Andreu, quien 1n1 -rl


I Mruonms

e121 de abril de 191,4,murió enveracru4como espontáneo defenSor de la Patria contra el desembarco de los invasores norteameri-

canos. Flores Andreu era corresponsal en Puebla del historiador

don jenaro García, quien le confiara la búsqueda y copia de numerosos documentos de los primeros años de la existencia de Nueva España, 1o que le había convertido en un buen paleógrafo. En una ocasiórL Flores Andreu me encargó que le buscara cierto momento en el archivo del bufete de licenciado Luis Gótnez Daza,y ahípor casualidad, encontré una cédula de un rey de Espafia, con la que mandaba que en el paraje llamado Olinaltzin se estableciera un destacamento de tropas españolas y sus familias, pero cuidando de no admitir en el campamento la residencia de "naturales", a fir. de evitar sorpresas. El hecho de mencionar la cédula un paraje y no un pueblo, demuestra que el puesto militar tomó asiento fuera del antiguo poblado de Olinalán. El pueblo viejo era de origen náhuatl, ya que perduran en este idioma los nombres de arroyos, barrancas y cerros y en los lugares habilitados más próximos, por todos los rumbos de indios todavía puros/ sólo hablan el "mexicano" y no el mixteco o tlapaneco, lenguas habladas en las regiones inmediatas por el noroeste y suroeste, respectivamente. Seguramente las piedras grabadas a que se refiere el Dr. Atl demuestran que el lugar estuvo habilitado antes de la llegada de los españolesr pero en el nombre de Olinalá encuentro una curiosa coincidencia,yaque antes era comúnusar el de Olinalány es también costumbre generalizada, entre los vecinos, llamar olinalué al árbol linaloe de madera y fruto aromático del que los habitantes por siglos, han usado la madera para fabricar las famosas cajas aromáücas de Olinalá, hermosamente laqueadas por fuera, y también han usado la misma madera y el fruto de linaloe para extraer finísima esencia que ha sido vieja costumbre exportar, para que nos vuelva del extranjero en forma de perfumes carísimos.

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Cr¡r ir.'r

Ju-rr- A\DREL-

,\t ir,r,r,ir

Flurgando, enire otros papeles, en 1os documentos qLre se tefieren ai origen cle la propiedad de la casa habitaciór-r cle mis rnayores, con ntimerosos cambios de mano en los primeros tierupos, he podido comprobar que va en el siglo diecisiete, cuantos figuran en dichos papeles llevan apeilidos típicamente españoles, colno Almazán, Huesca, Andreu, Alarcón, Acer-edo, \,iillalobos, Elguera, Guerrero, Paraje, Vir.ar, Armora, García, Rc-rsenclo, Franco Salgado, Rodríguez, Aburro, Gonzá1e2, Nieto, Coronei, Galindo, Lara, Zárate, Patrón, Escuclero, Esparia, Dionisio, Quiñones, Rendón, Ji.rténez, Viilalba, Reves, lvfancilla, Barrera, Pantaleón, Apresa, Mendoza, etc. Si tantos es¡ra1l6]gr r-ir-Ían e1l L1n lugar que no era ni centro agrícola, r-ri lninelo, ni comercral, qurere decir que las familias españolas que fueron a establet--erse en O1inaltzin no 1o hicieron por su voluntad. Naturaimente, el nrcstiz.rle ahí tuvo que l-racerse con mucha mavor lentitud, pero tarnbién con mucha ma\¡or eficacia que en ias regiones dorrcle 1os corrquistadores caían impunemente sobre las inclias indefensas, al rnismo tiempo que explotaban a1 hombre y las riquezas dei lugar. Pero 1os descendientes de 1os nue\¡os forzar:tos rnoradores c1e Oiinalá, si fueron rápidos en adueñarse de los secretos de la pintura de los antiguos habitantes, del pueblo irrclio clesapareciclos, cle lugar cercanLl por el oriente, \. col-t ejemplar tesón se pusieron a producir V a vender, viajando para poder -.ubsisI.ir. Esa lucha ¡. br¿rzo partido con ia r.ida, no ha dejacio que en Olinalá ha-,.a ricos, peio tampoco miserables. Una rara iguaidad florece en los clualiecos, en el rnodo de rrivir, de vestirse y de comer. Enamorado siempre de mi pequeño pueblo, he p¡L.61-1¡acio en cuantas oportunidades he tenido, investigar su metamortosis racial, desr-1e la conquista hasta nuestros c1ías, ileganilo ai iralagüeño resultado de que en Olinaiá, coirlo en algunos otros pueblos clel país, el mestizaje ha ploducido el r.erc{aclero tipo clei mexicano, tipo que, en mi concepto, debe procurarse, por cuantos meclir:s racionaies existan, sea el único que habite nuestro territoricl, si 2el


I Mmtonras

queremos que México sea algúndíavefdaderamente fuerte, adelantado, unido y feliz.

Lo maravilloso del mestizaje en Olinalá consiste en que no se realízÓ en tiempo de la Colonia, con 1a explotación inhumana de los indios, sino que éstos desaparecieron poco a poco, sobre todo desde nuestra Independencia para acá, por su fusión con los criolIos y los mestizos. Al iniciarse la guerra de Independencia todavía predominaban en el pueblo los naturales sobre los americanos (mestizos) y sobre los españoles (criollos), indios que abandonando su pueblo habían logrado habitar entre los españoles.

29 lul.57 F;n1,697, don Jerónimo de Marchena, Teniente General de la Provincia de Tlapa, tuvo que intervenir en un grave conflicto por

cuestión de linderos, entre los naturales de Olinalá y los indios de Cualac, pueblo éste, tambiéru totalmente mestizo en Ia actualidad. Enlri1g, en1762y en177L"Ély naturales de Olinalán, con su Gobernador, su Alcalde Mayor, sus Alcaldes Ordinarios, Regidor Mayor y demás Oficiales de República" , errtÍan en conflictos con los naturales de Cualac. Todavía en agosto de L809, un año y un mes antes de empezar la lucha el inmenso mestizo don Miguel Hidalgo y Costilla, "Francisco Domingo, Gobernador de Olinalán; JuanJosé, Alcalde Primero; Domingo Melchor, Alcalde Segundo; Antonio Tlallacanqui, Miguel España, Escribano de 1a República, viejos y demás naturales de este citado pueblo", piden y obtienen un nuevo deslinde.

Natural hubiera sido que en ocasión de la guerra de 1810

a

y durante las constantes e interminables luchas posteriores, "gente de razórt" hubiera sido expulsada de la apartada e inla 1821,,

130


Genr«,+t- Juex ANDRELT AuurazÁN

I

defensa región de Olinalá, y que los indios quedarán como habitantes únicos. Pero al contrario, había sido tan humanitaria y cordial la conducta de los americanos (mestizos) y españoles (criollos) para con los naturales, que siguieron conviviendo en armonía tal, que éstos fueron absorbidos por medio del matrimo-

nio, para producir nuestro tipo de mexicano, único posible y conveniente para México.

Fueron tan ecuánimes 1os españo1es de Olinalá que, en 1.820, cuando la lucha por 1a independencia nacional parecía extinguida, en diligencias en que son llamados a declarar, 1o mismo condenan los desmanes de partidas rebeldes desorganizadas, que los de las tropas del Rer', por ejemplo: En el rnismo pueblo, un día, mes, v año (Olinalá,15 de julio de 1820) dio, José María Almazán, Teniente de Justicia en virtud de io mandado hice comparecer a1 don

Pedro González, sujeto avecindado de inmemorial tiempo en el rancho de Tecolapa; a quien cuando presente le hicieron juramento que hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la Santa Cruz, ante cuyo sagrado vínculo ofreció verdad en cuanto supiere y fuere preguntando y habiéndolo sido con respeto 1o que indica el expediente, de comisión que da principio a estos autos dijo que le consta que cuando e1 Capitán don Mariano Carcía recibió el rancho de Tecolap a; aqui con todos sus enseres apenas había como quinier-rtas reses de ganado ma\:¡or por qué el demás estaba alzado v alebrestado: que en cuanto a ganado caballar recibió muv pocas veguas así como caballos demasiadamente estropeados; por 1o que tuvo necesidad dicho García de introducir porción de ganado vacuno, con trescientas cabezas l' doscientas de caballar; que ias casas y corrales se hallaban rnás bien destruidos que útiles -y que Carcía reparó a su costa para 31 I


I Mrraorues

asegurar 1os gastos que emprendiera y que fue todo 1o que después fue incendiado por los rebeldes. Que en los meses que siguieron fue destinado el Capitán García ala campaña de donde ya no regresó por haber muerto en el1a y de que su familia emigró a Puebla a resultas de que invadieron los rebeldes este continente; y en cuya época de más de tres años tomaron y saquearon a su satisfacción cuantos ganados pudieron de ambas clases haciendo 1o mismo un destacamento de Ixcamilpa aún después de que nuestras tropas conquistaron parte del rumbo. Que a continuación varias partidas de eilas como fueron las del Capitán don Mariano González de Clotia, la de igual clase de Ignacio Herrera Alaguanco,la delA1férez de Cataluña don Francisco Mancebo del Castillo, la del Teniente Coronel don José Martín y otras extrajeron del rancho cuanto encontraron exterminando de modo que no quedó unacabeza; que las pocas casas que ya han reedificado nuevamente, han sido a expensas del Capitán don Juan Andreu (mi bisabuelo) actual esposo de doña Micaela Huesca; porque las que antes había ias incendiaron los rebeides; cuya dedicación del Capitán Andreu ha sido de un año a esta parte o poco más: que el declarante ignora los avalúos que se kricieron cuando recibió el rancho el Capitán don Mariano García, así como el valor de las mejoras que hizo en aquel tiempo: que todo 1o referido es la verdad en que se afirma y rutifica en fe de su iuramento expresado llamarse Pedro González ser de estado casado, de calidad español, de oficio criador de caballos, de cincuenta años de edad, de vecindad de aquel rancho... Es tan característico para los de la región el tipo local, que a mí me ocurrió 1o que voy a referir: Cuando en1920, después de casi

diez años de andar de guerrillero en los montes de todo el país, 132


Ceurn.rr. Jur.N AN¡n¡u ALMAzÁN

me uní al movimiento del General Obregón, viene de Monterrey a conocerlo y entrevistarlo en San Luis Potosí. Me invitó a acompañarlo a 1a Capital, recomendando a 1os brillantes generales de su casa militar, Francisco R. Serrano v Jesús M. Carza que me atendieran, 1o cual hicieron estos en forma tan generosa que no creía yo merecer. Con ellos r.iajaba en un gabinete de poollman cuando el tren se detuvo en Querétaro. Había hecho en esa plaza el General Obregón, fuerte concelrtración de tropas, muchas de ellas sin uniforme. Al observar el andén cornenté: "Esos que están enfrente son olinaltecos", Serrano v Carza se apresuraron a preguntarme: ¿Son amigos?, ¿quiere que pasen?". "No, respondí, en la vida los he r-isto. \lur- pequeño salÍ de mi tierra v Íaravez he vuelto de vacaciones; la última, fue hace ).a ocho años por un día, pero esos sol-I olinaltecos". Escépticos, mis compañeros me replicaron que comprenderían que dijera yo: aqué1individuo es veracruzatto, r'ucateco, sonorense, etc., pero decir que era olinalteco, de un lugarcito ignorado, 1es parecía insólito. Realmente me mortificaron con su incredulidad: levantamos los vidrios y Garza preguntó a los tres soldados sin uniforme que estaban enfrente, de donde eran; ellos, ante el asombro de los testigos, contestaron un poco engallados y secos: " de Olinalá, Cuefrero... Después, he encontrado al olinalteco, en su físico, muy parecido alteño de Jalisco, aunque distinto en e1 modo de hablar y de portar las prendas de vestir; presuntuoso sombrero de palma con barboquejo, albeantes y almidonadas camisas, garigoleados huaraches y la indispensable mascada en el cuello o la cintura. a1

Es tanta la influencia que el olinalteco tiene por su constante viajar, que muchas palabras que de niño oía en mi pueblo, no las volví a escuchar sino hasta que estur.,e en Campeche, Chiapas o Guatemala. Por ejemplo: Vale o valedor (amigo), cacho (cuerno), ximar (raspar), chinquetear (empinar), totol (guajolote), briago


I MErraonras

(borracho), bragado (atrevido), templado (valiente), en cuerpo (mujeres con vestido para reunión, sin chal ni mantilla), mercar (comprar), lamber (lamer), ancheta (varilla), tlashimalear (pelear los coaguayotes), atolladero (atascadero), cuadrar (gustar), metida (cuchillada), picar en el remolino (descabellar), atenqui (sazón), pártele que también es vaca (éntrale), inconoso (infeccioso), temoltzin o tejolote (piedra para desbaratar el chile en molcajete), cuapixtle (trapiche), tlamolote (vara para menear atole), cascomite (tronco hueco para hacer rnezcal), tarro (cubo de madera para ordeñar), cr;.z,co (que mete las narices en todo), harto (mucho), etc. En Olinalá todas las casas son de paredes de adobe, aplanadas de cal con techos de teja. Las más constan de"piezas", coÍtedoÍ interior, jardín, patio y corrai. Y en las principales, hay cocinas de carbón y leña (para 1a molendera). Es famoso el pan de Olinaiá. Los mismos panaderos olinaltecos han intentado hacerlo igual en otras poblaciones sin lograrlo. Tal vez se deba al agua. Lástima que vayan dejando de producir las exquisitas ojaldras, los molletes, las catrinas, las chilapeñas y los

besos.

En Olinalá todo el mundo toma chocolate dos veces al díay a!gunas señoras hasta cinco. Los más pobres 1o toman aunque sea en agua. En las tardes, en vez de decir que van a merendar dicen que van a beber.

Da gusto ver en los olinaltecos la brillante limpieza de sus vestidos, sobre todo, en los días festivos. Los tipos atractivos abundan más entre los hombres, que entre 1as mujeres, las que invariablemente se comportan con honestidad, dulzura y abnegación.

134


Glxrtet-

Juorx

A\DIt[u Al r't,rzÁN

I

Creo ser testigo de calidad de 1a honestidad de la olinalteca porque cuantas veces volví como estudiante, com{f revolucionario o con el rango de general, siempre me cogieron con férvido cariño y confianza ciega. Sin embargo, nunca pude saber cómo besa una olinalteca. Son los olinaltecos notablemente honrados, hospitalarios, altivos y cordiales, sin perjuicio de que, dotningo a domingo, se maten bajo el influjo del aguarcliente r. por ir-rextinguibles cuestiones de "honor".

Para vivir en Olinalá har. que trabajar personal e incansablemente, pues ahí no hav a quien expiotar. Esto explica por que, 1o menos en cien arlos, no ha vir.ido allí un solo extranjero. Repito que en Olinalá todos son mestizos y únicamente 1os domingos se llena Ia ytlaza r. las calles de indios puros, de los pueblos circunvecinos, que van a vender y a comprar, tratando hasta hace poco, con el tlaco, la cuartilla, el medio, el real, 1a peseta y el peso. Los dedos, el jetne, la cuarta, la vara, el grano, laonzala libra, la arroba y el quintal. El cuartillo, la maquila, la media, el tercio y 1a carga. A pesar de 1a separación que respecto a los indios existe en mi pueblo, puedo asegurar, ahora que conozco todos los rnodos de todas las regiones de México, que en ningún lugar se trata corno en Olinalá, con tanto cariño y equidad a los inditos, como todos los llaman. He tenido que aceptar ia er.idencia al vivir 1a vida de gueffero, perseguido en los diversos rincones del país, de que no hay peor enemigo del indio que el indio tnismo, cultivado o encumbrado, o e1 mestizo qlle más sangre indígena lleva en sus venas, que parece quemarle su l,ida entera. Recuerdo con pena mi infantil egoísmo cuando rabiaba, por celos, de que en las grandes aglomeraciones de aborígenes, en los días de Santa Cruzy de Todos 1os Santos, inr.adían los corredores 35


I Mruo«t.ls

y patios de nuestras casas, llamando a mi abuela materna"Mamanita" (María Ana) y "Papajuán" a tni padre; y recuerdo con deleite como mi abuela, mis padres, mis tíos, mis hermanos y yo mismo balbuceando,les hablábamos en su propio idioma, "el mexicano".

Nacidos y criados en Olinalá, es natural que no sientan odios por explotadores que no se conocían, ni por logreros de la política que jamás fueron a envenenar ese minúsculo oasis de tranquilidad, donde todos juzgaban con benevolencia los errores y con agradecimiento los aciertos de sus compatriotas dirigentes, fueran liberales o conservadores, guiados siempre por un comprensible sentimiento de equidad. Relacióry con planos muy completos, de unos ingleses que en el cenko de la sierra encontraron urla ciudad "rnl.ás grande que Londres" En relación a Ia industria típica de Olinalá, el mencionado olinalteco Acevedo escribió:

La industria de pintura de baúles, jícaras y bulitos de Olinalá, ya es casi de {arrra mundial, por 1o que debe figurr en los apuntes de que se trata. La pintura es hecha por mujeres y el dorado por hombres.

Parala pintura emplean las mujeres pegamento de aceite de chía al que añaden tecostle y de este compuesto untan lapiezapor fuera, a la que enseguida Ie ponen con una pequeña cola de venado, pintura de un color, y para darle brillo a esta pintura, pasan nuevamente sobre e1la

136


GL..rrrrl Juer- Asonru Ai

\l.\zi\

i

algodón por mañana y tarde, hasta que seca completamente. El tecostle es tierra blanca, que hay en el mismo municipio de Olinalá y para usarse, es pasada antes por la lumbre. Después de la pintura por fuera, se hace cosa semejante por dentro y algo por fuera, en forma de cenefa, con substancia de otro color. Pintada la pieza por dentro y por fuera, se ejecuta el dorado, el que trae su origen de oro volador v cle plata r.oladora de igual calidad, para prezas finísimas.

El dorado se hace cor-r pinceles de pelo fino de gato, destinándose uno para cada color de cenefas v toda clase de figuras. De esa industria r.iven gentes pobres y ricas.- Olinalá 23-XII-931. Finalmente, el Dr. Atl nos ilustra con los siguientes renglones:

La industria de 1as lacas.- Olinalá ha sido célebre en todo el país por los cofres, las cajitas, las bateas y los tecomates lindamente decorados con una pintura especiai de un brillantísimo colorido que fabrican sus habitantes. El aislamiento de1 pueblo durante tres siglos impidió que 1a industria fuera modificada por influencias extrañas y hasta 1925 conservó su carácter completamente autóctono. En México se da en nornbre de laca a los objetos de tnadera fabricados en Uruapan v Olinalá pintados con bo-

37 I


NIENT()RIAS

nitos colores, según ttn procedirniento muy esPecial de las regiones.

Las lacas de Uruapan son de una calidad menos brillante y menos resistánte, que las de Olinalá. Éstas tienen un barniz más resistente, una mayor brillantez de colorido y decoración de dos estilos perfectamente definidos, e1 precortesiano l' el colonial. Su valor, bajo el punto de vista de la técnica v de la plástica, es realmente grande.

procedimiento de 1a laca olinalteca.- El origen de estas lacas se ha discutido largamente. Algunos críticos e historiadores opinan qr'le es una industria importada de España v otros que es uua modificación a las industrias prilnitir¡as. E1

Yo puedo afirmar que la laca de Olinalá es completan-lente autóctona )' que 1as moclificaciones de carácter plástico que ha sufriclo hasta 7925, no han influenciado sobre la calidad de la pintura,

aquí dos datos históricos de un grande interés y que determinan el origen del procedimiento olinalteca: F1e

1".- En 1555 ó 1556 fueron enviadas a España como una

marar;'illa cle ia producción indígena, una serie de bateas de Uruapan v una colección de tecomates de Ciinalá juntarnente con dulces de Morelia que no se conocíar ln España, 1o cual demuestra que los comerciantes ' rque las fueron comerciantes 1os que hicieron est*: n-r¿:ndaron a España como Llna cosa desct,lt' 2..- En 1921 haciendo una excarración Cerca de Zurmpango en el estado de Cuerrero, encontt' 38


Grr.mel Ju,rn

ANDRELT Ar-rrrezÁr'r

]

fragmentos de una jícara de Olinalá y un pequeño tecomate admirablemente conser\,'ado, junto con algunos ca-

charros de la región de Zumpango' Tanto

los sentido el mismo tienen tecomate fragmentos, co111o el decorativo y están pintados con 1os mismos colores de los objetos actuales.

Estos datos son suficientes para den-rostrar que las lacas n<¡ vinieron de España, Peio hat- otro, técnicamente nlás irnportante v es éste: que 1a conlps-ciciÓn cle la pintura es compietamente indÍge1-Ia como 1o revela la siguiente fórmula: Aceite de

cl-iía.

Tor-rctei (piedra quemada rnolicla).

Texcalti (piedra muy dura molida, sin quemar). Tecoxtle (un óxido de hierro).

Con este vehículo se rnezclaban o molían primitivamente los colores purarnente minerales y a él debían su brillo y aspecto especiales. Esta fórmula n¿rda tiene de europea, ni de su composicrón ni por sus nombres.

Cuando los inciios de una región de México aceptaban una fórmula extranjera, invariablemente 1e daban, y le cian todavía, el nombre europeo impuesto. En los objetos muy viejos que vo he encontrado en Tix-

tia, en Chilpancingo y en Zumpango, la composición 3eI


I Mrrraonras

química es exactamente la misma que la de los objetos actuales.

Hasta 1920,las lacas de Olinalá pueden dividirse en dos grandes series: las que tienen un carácter autóctono - decoración de plantas y animales hechos con un verde muy brillante, sobre fondos de amarillo naranja (azarcón)- y aquellos que sufrieron en un sentido decorativo, la influencia española.

Entre los primeros, sólo pueden encontrarse jícaras para conservar el agua o poner las frutas, tecomates para guardar comestibles, especialmente tortillas y muy raras veces pueden verse objetos religiosos o máscaras. Entre los segundos,las formas varían mucho porque las necesidades exigieron desde el principio de la Colonia nuevos objetos, por ejemplo, baúles para gurdar la ropa, pequeñas jicaras parala pintura y objetos de adorno.

Todos estos productos se caracterizan por la extraordinaria brlllantez de sus colores y por Ia solidez de la preparación. Si 1os primitivos eran severos y sus decoraciones eran puramente geométricas, en cambio los de la segunda época, o sea la Colonia, se distinguen por la enorme riqueza del decorado en el cual entran pájaros, flores, plantas y paisajes.

Desgraciadamente, desde 1920,los comerciantes y los que se interesan por las artes populares, discurrieron que era necesario volver a las formas primitivas, para que éstas sirvieran de marco a reproducciones de gentes de aspecto moderno, y con las modificaciones han echado 140


GpNurer Jrr,rN Al,mnru Ar-l,tezÁx

a

perder

1as

I

decoraciones de las cajas y los cofres olinal-

tecos.

Sin embargo, les queda su gran brillantez y la belleza cle la materia que cubre toda clase de objetos. La Olinalá de hoy en día.- La O1inalá de hov en día es un puebiito al salir de una cañada árida, que se extiende al pie de unas lomas pelaclas, surcadas por tres o cuatro caminos, que fueron 1os itt'ticos que durante siglos la comunicaron con el interior del paÍs. Hacia ei oriente en un cerro cónico, sin vegetación, el Olinaltepec, se levanta un santuario completarr-Lente tnoderno \,'de tnuv mal gusto. Su aspecto, a pesar de la aridez qlJe la circunda, es risueño \. un cielo realmente estupendo por su pureza,la cobija.

Una montaña bastante elevada se levanta hacia el oriente- norte, el Cualac, con manantiales de una agua bastante buena.

No más de 3,000 habitantes tiene el pueblo y causa admiración saber cómo es posible que un número tan reducido de gente, trabajando sólo algunos meses en el año, pueda producir 1a enorme cantidad de objetos decorados que se expenden a través de toda la República v a precios realmente irrisorios.

En noviembre de 1931,, Olinalá fue comunicado al resto de la República por un camiuc) para automóviles, que el entonces secretario de Comunicaciones, general Juan Andreu Almazán, mandó construir.

411


I Mrrrromls

Este camino atraviesa pueblos pintorescos y regiones admirables, especialmente Ia parte de la cuesta del Balsas, que atrar.iesa e1río poblano que presenta un aspecto maravilloso. Sobre lomas muy áridas, e1 camino en cur\,'as muy pronunciadas, después de recorrer 460 kitrómetros desde Ia ciudad de Puebla, llega a Olinalá a donde llevarán sin duda,la afluencia cursilona de nuestros queridos comerciantes que pretenderán echar a perder la industria de 1as 1acas. Hay que esperar, sin embargo, del sentido estético de los olinaltecas que nada podrá modificar aqueilos productos que sigar-r rrendiendo en las ferias para los indios y no para 1as señoritingas que pretenden guardar joyas falsas en un cofre olinalteco falseado por el gusto de quien 1o tiene (lv{éx. 72- L- 1932).

Corroborando 1o que clice el Dr. Atl, respecto a que la pintura olinalteca es de origen netamente indígena, cabe mencionar que Francisco Javier Clavljero en su Historia Antigua de México, al hablar de los tributos de los súbditos de 1a Corona azteca, asienta que las provincias daban de io que producían y Olinalá pagaba con pintura. Veamos'. "Los tesoros de1 Rey tenían pinturas en que estaban especificados los pueblos tributarios, 1a cantidad v la calidad de los tributos. En la Colección de Mendozalnay treinta y seis pinturas de esta c1ase, y en cada una se ven representados 1os principales pueblos de una o varias provincias del lmperio. Además, de un número excesivo de ropas de algodón v cierta cantidad de granos y plumas, que eran pagos comunes a todos los pueblos tributarios, daban otros diferentes sl'rjetos según la naturaleza del país. Para dar una idea a 1os lectores, expondremos algunos tributos de los contenidos en aquellas pinturas: Malinaltepec, Tlalcozauhtitlán, OLINALAN, Ychacatlán, Cuala y otros lugares meridionales de los países cálidos, seiscientas me)12


CEx¡R,r,r Ju,+N

Ann«lu

AI-t\tAZÁN

didas de miel, cuarenta cántaros grandes de Tecozahuitl, o sea ocre amarillo para pintura, ciento sesenta hachas de cobre, cuarenta hojas redonclas de oro de ciertas dimensiones, diez pequeñas medidas de turquesas finas v una carga de las ordinarias^.." Pero la deducción que sacamos del tributo que Olinalápagaba a Moctezuma, nos 1leva de la mano a considerar que mi pueblo estaba en el centro de la cultura olmeca aLCaica, que floreció entre los años 1500 a 1350 antes de 1a era Cristiana. El tecomate en forma de calabaza, pintaclo c1e rLaranja sobre crefiIa (irfluencia o1meca en Tlatilco), qr" se \:e en la lárnina 33 de Lns Cultttrtts Preclásicns de la cuencn de },4érico, de Román Piña Chan, parece un objeto típico de Olinaiá por su forma )- por sus colores. El mismo autor da como no\¡ena r'últirna de sus conclusiones,la siguiente: De io anterior se desprende que tanto los llamados arcaicos como los llamados olmecas eran contemporáneos, aunqtle no se sepa todavía de dónde son originarios ni cuáles eran sus sitios más antiguos. Que los grupos arcaicos más antiguos son hasta ahora los de la cuenca de México. Que 1os grupos más antiguos de 1os olmecas arcaicos se han localizado hasta ahora en el estado de Morelos. Que estos olmecas arcaicos pasan de Moreios a la cuenca de México y se infiltran en Tlatilco, durante e1 Preclásico Medio. Que posiblemente el foco central de los estados de Guerrero, Puebla y Morelos. Que de este foco hubo migraciones que llegaron a Tres Zapotes,Chacaltzingo, Tlatilco v Monte Albán. Y que, ya radicados por la costa del Goifo, alcanzaron el sitio denominado La Venta, en donde obtuvieron cierto florecimiento \. poca expansión hacia el sur.

Cabe decir que O1ina1á está situada precisamente en la confluencia aludida. Me parece que daría insospechados resultados 43


i lt{uuonr.rs

el estudio de 1as ruinas y rocas grabadas a que alude ¿Intes el Dr. At1, y de otras mii que existen por Cuaiac, Tecolapa, Ocotepec y toda 1a región y todo Guerrero hasta Chimalacatlán.

De niño, desde el corredor cie rni casa veía la "montafla" ptóxirna, de azul oscuro por 1a tupida vegetación alta y una construcción blanca; me decían que esta era ia capilia de la Cuadrilla de la Libertad, de indios de "nuestra lengua", lrero que rnás aliá la montaña se hacía gigantesca e impenetrable ),la habitaban los tlapanecos, a quienes era imposibie entenderlas su lengua. Ahora, desde mi casa, la "montañita" es un lomerío pelór-r v rojizo por la tala y ia erosión. El1o de mar,o de 1911 en que fuí a atacar a Tlapa por el lado de aguas abajo c1e Tlapaneco, tu\ze que brincar la cordiilera de Cruz Alta para bajar a Tenango Tepexical Jale a pasar revista a los "montañeros". A1 sa1lr de improrriso al arenal, tne sobrecogió el instantáneo terrol: de quien ve que se le viene encima una creciente repentina de aguas revueitas, espumeantes y lodosas, color chocolate. Era 1a masa de doce a quince mil indios tlapanecos, rnis nuevos soldados. Una impresión de angustia indescriptible me causaron tantos miles de seres miserables que no traían más que dos o tres individuos capaces de interpretarles; sus andrajos, segllramente desde que los estrenaron no se los habían quitado jamás, ni para lavarlos; sus armas eran unas cien escopetas guilloteras, arcos y flechas, ondas y lanzas con pedazos de fierro amarrados en las puntas. Lo peor, el odio frenético para Tlapa, su resolución salvaje para acabar con ella ahora, no dejando piedra sobre piedra, ni un ser viviente con hábito de vida, poco antes aullaban una palabra aprendida no sé cómo que era corrrpendio de su programa'. "JoÍzo", "Jorzo" , "Jorzo" o sea forzar,vic:lar a las mujeres de Tlapa. Me sentí contagiado de su odio

para los culpables de su situacién infrahumana y resuelto a mover cieio y tierra para dartres vida de seres humanos, al rnisrno tiempo me preocupaba hondamente por salvar a Tlapa,lo que a1 fin conseguí con darie a cada infeiiz seis l,aras de rnanta -v seis tla44


Glrrnl,l

Ju,rN A¡¡on¡u ArrutezÁx

I

cos de cobre, que poco antes habían retirado de la circulación las autoridades. Y medio siglo después siguen en las mismas o Peores condiciones. Peores, desde luego, de las que privan entre los otomÍes o los tarahumaras, de que tanto se habla.

Creo que en la famosa montaña nunca pudieron dominar 1os ejércitos aztecas, pero en cambio los tiapanecas lograron imponerles su famoso dios Xipe-Tótec "El Señor Desollado". Quién sabe si este dios sea el cuipable de la obsesión que por más de medio siglo ha atormentado a una prima viejísirna, Petra Andreu, quien jura y perjura que los tlapanecos de NIalinaltepec, debaio del altar mayor de su iglesia, tienen un entrada que cuidan con rigor impiacable porque es la de una mina riquísima de dónde sacan "oro nativo" cuando tienen verdadera urgencia. A 1o mejor se trata de celosos guardianes de Xipe-Tótec. Por el otro extremo de Guerrero, por el occidente, por la famosa " zona en explorada" de la Sierra Madre, debe haber también reliquias inestimables. Tuve amistad durante muchos años, en Monterrey, con el súbdito británico señor John Show, que era director de la empresa pro\reedora de gas a las industrias de aquélla región, e infinitas \''eces hablamos de hacer, en la primera oportunidad, un viaje de meses a explorar esa región inexplorada en compañía de un gran amigo su\ro y eminente arqueó1ogo de Londres, quien solo esperaba ser llamado. Dicho arqueólogo tiene, o tenía, si acaso ya murió, coltto lvlister Show, una interesante reiación con planos muv completos. Un barco inglés había naufragado cerca de la costa entre Zacatula), Zihuatanejo. Un grupo de náufragos en la playa solitaria decidió llegar a la ciudad de México, sin más guía que el sol. En el centro de 1a inmensa sierra encontraron maravillados 1as ruinas notables de una ciudad "fflás grande que Londres". Nunca realizamos 1a ansiada expedición.

De cualquier manera, ya por el año de 1500 los que habitaban 45 I


M¡t¡ot<trts

al sur del Valle de N4éxico, por Cuernavaca, Taxco, Iguala, Teioloapan, Ixcateopan, eran 1os Tlahuicas; y más al oriente, por Tecapixtla, Cuautla, Atlixco, Huaquech ula, Izúc ar, Chietla, Olinalá, Cuaiac, Chilapa y hasta el mar del sur, por Ometepec, los Coahuixcas, después poblanos; seguramente ambas familias Nahuatlacas, porque todos hablaban elnáhuatl y a Ia fecl:ra nadie entre los indic¡s entiende una palabra ni del mixteco ni del tlapaneco, que son 1as lenguas de las razas que habitan el oriente, a pesar de la interdependencia de siempre entre los puebios de la Línealzucar, Acatlán, Huajuapan, Tamazulapan, Coixtlahuaca v Tlaxiaco; estas últimas cuatro ciudades, del ccrazón de 1a Mixtcca. Pero la región morolense - poblana - guerrerense - mixteca a medida que los estudios avaÍtzary adquiere mayor importancia colno lugar de origen v de maravilloso desarrollo de una de las dos grandes civilizaciones del continente americano, que fueron, según George C. Vaillant, la de la América Media y 1a de 1a Región Andina.

ll46


Capirulo Il Los At¡tunzÁN Los Almazán.El hogar original de los ancestros en la Plaza de Olinalá. Lo que costaba un sepelio de categoría en la época Siempre reconocimos corno el hogar original de nuestros ancestros la casa del abuela María Ana Narra viuda de Almazán, situada en contra esquina del ángulo noroeste de la Plaza de Olir-ralá, casa que en su frente sur da a la ca1le Real 1, en su lado oriente a la calle de 1a Plazuela.

DonJuan Joseph de Villalobos, esparlol, bisabuelo de doña Micaela Huesca Narra Moctezuma y Villalobos, mi bisabuela paterna, vecino de Olinalá, esposo de dorla Inés de Salazar, heredó cle su tía, doña Leonor de Villalobos, un solar en que "lavró" su casa con " sala \¡ tienda". El ocho de enero de7760, Villalobos perdió su propiedad en favor de doña María de Cea, casica del pueblo de Ixcamilpa, por no haberle podido pagar una deuda de quinientos y cinco pesos. El15 de diciembre de7768, doña María


I Mrnomes

de Cea vendió la misma casa a don Bernardo Rodrí1uez. EI 20 de

julio de 1780, don Bernardo la vendió a su hermano, don Francisco Rodríguez. El nueve de febrero de191'4, don Francisco vendió a las hermanas María Gertrudis y Ana María GonzáLez, ante el Teniente de Justicia, don Vicente González,y arúelos testigos instrumentales, don Juan Angel Aknazán, don Mariano Rosendo y don ]oaquín Aknazán. En esta venta aparece ya colindante por el poniente,la casa de don Francisco Antonio Almazán, casa que hace esquina por las calles Real y "la de las Carreras".

En esta venta aparecen como colindantes las casas que en eI siglo anterior fueron de doña Petra Morales; "por eL oriente con las que fueron del finado capitán don Mariano García, calle enmedio que ve alaPlaza". Don Mariano García fue el primer esposo de mi bisabuela, doña Micaela Huesca, ya nombrada,y al;rí nació doña María Antonia, el16 de rrrarzo de 1808, quien se casó en abril de 1828 con don Severiano Guerrero Moctezuma, para dar origen a los LópezMoctezuma y a los LópezMalo. Del segundo makimonio de doña Micaela, con don ]uan Andreu, venimos todos los Andreu. En el primer cuarto del siglo diecinueve figuran en Olinalá como hermanos y primos de mi tatarabuelo Francisco Antonio Alrrrazán, aparte de don Juan Angel y don ]osé joaquín, don José María, doña AngelaJosefa, doña MaríaJosefa y doña María quien murió el13 de agosto de 1886, de cien años de edad. Posteriormente, las señoras Gonzálezceden la repetida casa,ya en ruinas, a doña Ana Aburto, que Ia deja en herencia a su sobrino don Rafael Aburto, quien el12 de mayo de 1853, Ia vende a mi abuelo, don ]uan AlmLazány Alarcón.

148


GrNsrr:rr Ju.rN Al.toRErr Arlr,rzÁ,r

I

El misrno abuelo, de las dos casas mencionadas formó una sola, por haber adquirido también 1a que fué de su abuelo, Francisco Antonio, según se verá a continuación.

Antes de la Revolución, tuve ocasión de ver papeles viejos en Olinalá, por los que me enteré de que ya pasado el año de 1715 figuraba un Almazán. Muv posteriormente logré encontrar el testamento de mi tatarabuelo materno, don Francisco Antonio A1tnazán, que aquí copio:

"Al margen un sello rojo r' "otro verde de letras llegibles."Al centro: Sello Cuarto - Una "cuartilla.- Para los años de 1832 "r. 1833.-En e1 nombre c1e Dios "Todo Poderoso arnér-L: Sepan "cuantos el presente vieren que "yo D.Francisco Antonio Al"mazán, natural \'r.ecino de es"te ¡'rustrl6 cie Olinalá, hijo legítimo y de legítimo matrirno"nio de D. Lorenzo Almazán y "de Da. María Rita de Nava. "Mis padres y señores ya difun"tos que también fueron de este "citado pr-reblo; hallándome en"fermo de ia enfermedad que "Dios l{uestro Señor ha sido ser"vido ixaltdarme, Irero por su itr"finita misericordia me hallo "en mi entero y cabal juicio v "memoria, 1, (cuatro palabras "ilegibles) creyendo v contestan"do cotrno fiel católico r. cristia4el


] Mltrtont,rs

"no que sé todos los misterios de "nuestra Santa fe que nos en"seña y propone nuestra madre "1a Iglesia Católica, Apostólica, "Romana, bajo cuya creencia he "vivido, viviré y protesto mo"" fir:'....

"Declaro ser casado y velado "legítimamente con doña Juana "Quiñonez, difunta, de cuyo ma"trimonio tuvirnos y procreamos "por nuestros hijos legítimos a "doña María Cuadalupe Alma" zán, a I)n. Juan, a Dn. Manuel, " aDa. Eduviges, a Da. Josefa, a "Dn. Ramón y a Dn. Francisco "Domingo Almazán: declárolo "asipara que conste... Y para curnplir con todo 1o que contiene esta " memoria testamentaria nombre "por mi Albacea a Dn. Vicente "González, mi hijo político, pa"ra que iuego que yo fallezca se "apodere de mis bienes, venda "de 1o más efectivo lo preciso y "de sus productos pague como "ya queda mencionado en el "presente (dos palabras ilegi"bles) todo mi testamentyo y de"firás disposiciones que antes de "ahora haya formalizado para ls0


G¡m¡nlr Ju,tN ANnnru Aura,tzÁN

]

"que ninguna valga ni haga fe, "excepto esta mi memoria tes"tamentaria que quiero y man"do se estime v tengo por tal, "por ser así mi última voluntad.

"Así lo otorgo l. firmo en este "pueblo de Olinalá a los veinte "y cuatro días del mes de julio "de1 año de mi1 ochocientos "treinta \. tres, siendo testigos

"don

José Rodríguez v don Jo"sé Joaquín Gonzále2, de esta

"vecindad.

"Por elotorgante, ]UAN AL'MAZAN. Rúbrica". "Cuenta que vo, D. \ri"cente González, formo como A1"bacea testamentaria de1 finado "D. Francisco Antonio Almazán, "de los gastos erogado en su "funeral y entierro, inclusas las "deudas que reconoce la finca de " caza y sitio único bienes a que "poseía y es como sigue:... "Respecto a haber llenado "hasta aquí el poder que se me "confió con la formación de "esta cuenta y averiguación de1 "monto total de los bienes que "existían de la pertenencia de 51

i


I Mruonras

"mi poderdante paso

estos do"cumentos originales hoY día de "lafecha a manos de D. Juan " Alrrrazán, hijo mayor del finado

"y quien se halla actualmente "en posesión de lafinca, Para "su inteligencia, en los créditos " (palabrailegible) a que está su"jeta esta finca y satisfac" ciól1, cumpliendo así la expre" sada declaración y voluntad del "testador. Olinalá, febrero 20 de " 1834.- Victe. González. Rtt-

"btica". A pesar de las luchas de yorkinos y escoceses, centralistas y federalistas, conservadores y liberales, eraParalos deudos un grave problema el entierro de un cadáver, en el Campo Santo, como se ve aquí: "C:uettta de gastos que tuve "en el "velorio" y entierro del "finado Sor mi Padre D. Franco. " Attt. Almazán... a saber: "Primeramente en elbe"lorio de chocolate, pan "y belas .................. 2.40

"Por una mortaja

"entera.....

12.40

"Por los dchos. del "entierro al S. Cu" Ía ..,.,.,..........,.........25,00 152


GrNrnel Juen ANon¡u Arrvr,tzÁx

I

"Por sus derechos a los "sacristanes....,........... 1.40 "PorIa paga de1Ataud... 0.40 "Por la del cantor 1.00

"Suma

43.00 "Eno. 18 de 1834.

"Manl. Almazán.- Rúbrica".

"Al margen una estarnpilla de "$0.50, de 1878, cancelada en "Oiinalá, e|27 de abril de 1878 "por Juan Almazán.- Al centro: "En Olinalá, a r.einte v seis de " abrll de mil ochocientos seten"ta y ocho. Yo, Juan Ahnazán: "a todos 1os que el presente vie"ren hago saber: que esta casa "de mi memoria y habitación con "su respectivo solar perteneció "al finado señor mi padre don "Juan Almazán, de cuyo domi"nio pasó al mío, no por heren"cia, sino por haber yo pagado "créditos pasivos de la testa"mentaria del finado mi abuelo "don Francisco Antonio Alma" zán, de quien antes fué la re"ferida casa, según consta de su "testamento, otorgado en veinti"cuatro de julio de mil ocho"cientos treinta v tres:...

53 1


Mplronres

"Esta manifestación fué hecha "ante el Juez Municipal de OIi"nalá, C. Jesús ]iménez, firman"do los testigos: Margarito A. " Ayala y José CarranzaSán" chez" .

Mi bisabuelo, Juan Alrnazán, tuvo con su esposa Josefa Alar-

cón, a Juan, casado con María Ana Nava, mis abuelos; a Antonio, con Rosario Ponce: a Josefa, rnadre de los Almazán de Ometepec, a Francisco, con Vicente Lanche, también de Ometepec, )' a Dolores, con Vicente Calvelo.

Mi abuelo

Juan Almazán v Alarcón contrajo matrimouio con doña María Ana Nar.a (la lvlamita de nosotros y de 1os inditos), e hizo testamento en L887, como sigue:

"En Olinalá, a 1as cuatro de "la tarde del día r.eintiséis de "octubre del año de rnil ocho"cientos ochenta \. siete, \,o "Júan Almazán y Alarcón, ori"ginario y vecino de esta pobla" ciórr, de sesenta y cinco años "de edad, hijo legítimo del señor "Juan Almazán y de 1a señora "Josefa Alarcón, ya difuntos, "hallándome gravemente enfer"mo, pero en mi entero conoci"miento y cabal memoria, por no "haber en esta población Nota"rio Público, ni Juez que actúe "por receptoria, formo mi testa"mento privado bajo las cláusu54


Gt l.trn,rr

Juer Axon¡u AltriezÁN

I

"las siguientes: 1o. Es mi vo"luntad que mi cadáver sea se"pultado en el lugar y de la ma"nera que mis albaceas 1o acor"daren.- 2'. Declaro ser casado "con la señora María Ana Na"va,y que durante nuestro ma"trimonio hemos procreado por "nuestros hijos legítimos a Fi"dencia, Romualda, María, Se"cundino, Juan, Porfirio, Adulfa, "Epifania, Herlinda, Artemio y "Fernando; el cuarto y sexto mu"rieron en la infancia y 1os de"más viven aún.- 3u. Declaro "igualmente que mi hija Fiden"cia es casada legalmente con el "señor Vicente Rosendo y mi hi" ja}/.aúa también es casada le"galmente con señor Juan An" drer7..."

De los numerosos hijos de Mamita, la primera sólo tuvo una niña que murió de meses y, la tercera, o sea Matía, mi madre, tuvo doce, de los que llegamos a la edad adulta nueve; el resto permanecieron por muchos años o murieron célibes y,por consiguiente, fuimos únicos nietos, quienes insoportables en el hogar de nuestros padres, invadíamos constantemente 1a residencia de la enérgica abuela y de las cariñosísimas tías y complacientes tíos. Una prima hermana del mismo bisabuelo, doña María de la Luz Rosendo y AImazán, salró de Olinalá casada con Ignacio Flores Millán, y de este matrimonio proceden 1os Flores de Chiautla y de Huajuapán de León, porque tuvieron por hijos a don José 55 1


i

Mnlont..rs

del Carmen, don Nicolás, don Manuel, doña Mónica y doñaLuz. También fue hijo de este matrimonio el notable sacerdote Juan Flores, famoso en Huajuapan, por su inteligencia y energía.

Mi bisabueio materno, Egidio Nava, se casó con doña Rosalía González y tuvieron a María Ana, mi abuela; a Juan, que con su hermana Micaela y sus respectivos cónyuges son los antecesores de incontabies Nava, Covarrubias y Apresas; y a Juana, casada ésta con don Mariano Acevedo, de donde provienen los Acevedo de Chilapa.

Mi bisabuela Rosalía fue hermana de don Miguel González, padre de doña Luisa, prima esposa de1 único hermano de mi abuelo paterno, ei político don Bartolo Andreu, fundador, con su simiente, c1e populoso r.ecindario; de doña Rosalía, madre de 1os Nieto, v de doña Refugio, madre del Arzobispo don Ramón Ibaway Conzález.

Los Andreu, los hermanos Juan y Mateo, originarios de la Isla de Mallorca. Estirpe noble, no de sangte azul, sino de buenos ciudadanos Siendo niño oía a mis mayores decir que al final del siglo XVIII vinieron a 1a Nueva España ios hermanos Mateo y Iuan Andreu, originarios de la Isla de Mallorca. Que el primero era capitán de la marina de guerra española y había sido llamac1o a1 servicio al iniciarse las guerras de independencia en América. Que Juan quedó vlviendo definitivamente en México v de é1 decendemos todos los Andreu que en el país nos reconocelnos colrlo parientes. Cuando nuestra Independencia se consuma ya, era natural que en las potriaciones pequeñas del país, la vida, hacienda y crédito de los españoles rraliera un comino. Sin embargo, mi bisabuelo 156


Cpt'irR,+r Juex ,,\xonru AL-\'IAZÁN

iuan,{ndreu, vecino de Chilapa, era señalado como hombre res-

petable entre los personajes insurgentes, según puede verse en las declaraciones transcrita del español Pedro González y en la siguiente carta: Tixtla, Nbre. De27.- Sor. Capir-r. Genl. Dn. Victe. Cuerrero.- Muv Sor: Mío v Amigó c1e todo mi respeto y estimacb, he visto con particular complacencia 1a grata de Ud. de 16 1e dov las más iustas v erpresir.. Gracs. pr. el farror qe. {ranquea a mi hermo. r- concepto qe 1e merece; vo sóio ciiré a Ud. qe. es hombre de vien v c1e honor, todo elojio qe. ),o i-riciera a su favor seria sospechoso, pr. los rrínculos de 1a sangre qe. nos unen; r. ¡rr. los favores de Iradre qe. 1e debo, p. es cligno de crédito 1o qe. digan de sugetos in-rparciales, como 1o son e1 S. Tío de vos v compo. mio curo de Chilapa, Esquei ANDREU, Casarrur,ias, Rocirigs. etc. r- cuantos 1o conocen; en este supuesto le supiico e1 qe. rne 1o recomiendo a sll separación de esa. En 18 se hizo la jura pública y en el sigte. día. se cantó ia misa de gracs. \'aunque, vo quería elqe, se hiciera en e;te lo qe en esa Capil. qe. concluídas las ilumins. el dirÍan que a mí lo se hiciesen 1as rogacs. y Hnos. de 1os difs. en defensa de 1a india, se me respondió en 1o l,erbai, ccrno,vo 1o propuse, al qe se aguardase viniera de oficio.

lr solicitud del S. su Padre Dn. Juan Pedro, se celebró pr. Ud" ,v S. S. Ofics. y Tropa, una N,{isa solemne en e1 Santuario en e1 23 1o qe. noticio a Ud. pa. su satisfaccion. \fiE Stas. su esposa y niña estan buenas, )'mu)' deceo-

estrecharlo en sus brazos, como io está este su aimo. Amigo ¡,'Serv.y Cap. qe. le vibe agradecido, le ama de corazon v S. M. il. - Manl. Ma11o1.- Rúbrica. s;r:r cir:

r¡erlo

-v

57 I


j Mrrrorr;rs

Por el año de \81.2, Juan Andreu contrajo matrimonio con una señora viuda, renombrada de la región de Chilapa por sus cualidades, y hermana del Padre Huesca, que por su fama de santo es venerado en la Casa Santa de Puebla, que é1fundó. Puede saberse algo de doña Micaela y de su sangre MOCTE-

ZUMA leyendo su testamento: En el nombre de Dios Todopoderoso uno en esencia v trino en personas. Yo doña Micaela Huesca y Nava natural y vecina de esta Villa hija legítirna y de legítimo matrirnonio de don Miguel Huesca y MOCTEZUMA v de doña Josefa de Nar.a v Villalobos difuntos: naturales que fueron el primero de esta Villa v la segunda de el pueblo de Olinalá en jurisdicción de Tlapa.

2".- Item declaro que fuí casada y velada según el orden de Nuestra Santa Madre Iglesia en primeras nupcias con el finado D. Mariano García natural de Olinalá en Términos de la Jurisdicción de Tlapa, en cuyo matrimonio tuvimos y procreamos por nuestros hijos legítimos a doña María Antonia, Da. Ma. de Ia Luz, D. José Antonio, Doña María Antonia, Doña Mariana Antonia, Don Miguel Antonio, otro José Antonio, y otro Nicolás Antonio de los cuales sólo sobrevive doña María Antonia casada con don Severiano Guerrero Moctezuma, habiendo muerto los temas en 1a edad pupila. Item declaro que al predicho matrimonio, ni yo ni mi esposo introdujimos bienes dotales, donaciones propternuptivas, bienes extradotales, ni más venta que 1a que yo como alimentaria del mayorazgo grande de Guerrero Moctezuma, disfrutaba y era en cantidad de cincuenta y dos pesos un real. 3o.

158


CsrlsR,t Ju.rx Annnlu ALN,IAZÁN

I

Item declaro que durante la compañía marital aunque adquirimos muchos bienes de fortuna, éstos perecieron como mi marido en la insurrección pues la casa de nuestra morada, casi vino a reducirse y debiéndose siete mil pesos de su valor. 4u.-

Item declaro que pasé a segundas nupcias con D. Juan Andreu natural de la Isla Española de Mallorca en cuyo matrimonio hubimos \¡ procreafiIos por nuestros hijos legítimos a Don Bartoio v clon Miguel que sobreviven casados ei primero de veintiocho años de edad, v el segundo de veinticinco. Que en este matrimonio introduje a más c1e los bienes supradichos que quedaron en mi poder por fin v rnuerte de mi primer marido una cantidad de ganado ma\-or que hube en mi viudedad cuyo número puede \.erse en los apuntes que dejó a mis A1baceas y el precitado mi esposo introdujo algunos ganados que compró a D. Manuel Aramubia y al R. P. Fray Rosiilo de Mier Cuauhtemotztn como también algunas abilitaciones de comerciantes de Acapulco a quienes se les quedó debiendo por las pérdidas que involuntariamente se le recrecieron por ias revoluciones del país, en que como Español tuvo que sufrir las persecuciones consiguientes a su origen. Y así mismo declaro que ambos mis maridos murieron intestados y por ta1 motir.o no puedo saber a punto fijo la calidad de bienes que se per5o.

dieron de los que sólo por 1o común, tiene noticia el l-rombre- 6".- Iten-r declaro que la casa de Olinalán la r.endí en trescientos pesos y su valor 1o introduje al segundo matrimonio y que el Rancho de Tecolapa, esto es, el casco de cuvo se debían siete mil pesos, el Gobierno me los cedió en recompensa de las grandes pérdidas que en la insurrección tuvimos, en 1os intereses adquiridos en mi primer matrirnonio. Que para recabar esta gracia como 5eI


] lv{rnom.rs

es naturai mi segundo marido hizo gastos de consideración que creo de justicia se le abonen y consten en los libros que quedan en poder de mis albaceas y en algunos apuntes que existen aparte de los libros...

treinta y un días del mes de mayo de mil ochocientos cuarenta y dos siendo Testigos el Capitán D. Manuel Casarrubias, don Manuel Sevilla v Leyva y don Rafael de Nava de esta yecindad y Vo el suscrito Juez Dov Fe que conozco a la otorgante, Quien a lo que naturalmente parese se haya en su entero juicio acuerdo y cumplida memoria en testimonio de 1o cual 1o firmo con los de mi asistencia. L. Joaquín de Mier. Manuel Casarrubias Manuel Sevilla v Le\,\.a, Rafael de Nava. Asistencia Ceronimo Casarrubias. Asistencia Gerónimo Sánchez. ...a los

Del matrimonio de doña María Antonia García Huesca con don Severiano Guerrero, nacieron doña María de Jesús v los abogados don Francisco y don Nicolás Guerrero García, quienes abandonaron sus apellidos para usar ei de Moctezuma, porqtle tenían comprobación de ser descendientes dei Emperador Azteca. Del matrimonio de doña María de Jesús con don Pedro López de Toluca, vienen todos los López Moctezuma v los López Malo. Del licenciado Francisco,los Moctezuma Sañudo t del licenciado Nicolás, los Moctezuma Trejo. Es curioso anotar que

por haber sido nuestra bisabuela hija de

don Miguel Huesca y Moctezuma, también los Andreu somos Moctezuma,lo que posiblemente sea larazón de que siempre hayamos rechazado el ciictado de criollos v ostentado con satisfacción nuestro mestizaje. Como dice doña Micaela, de su segundo matrimonio con don Juan Andreu vinieron don Bartolo y don Miguel. 160


CENrRrl Juex ANDREU AluezÁN

]

Era doña Micaela propietaria de un terreno de cría de ganado llamado Tecolapa, de la jurisdicción de Olinalá y allá mandó a sus hijos atrabajar, con el resultado de que talvez n-tucho más que con ganado poblaron la región con descendientes, al grado de que ahora Tecolapa es un pueblo de Andreus, donde nació mi padre.

El hermano mavor, don Bartolo, fue esposo en primeras nupcias, de doña Luz Gonzá\e2, prima hermana de Mamanita, v con el1a procreó a Rafael, Gertrudiz,José Antonio, Micaela, Dolores y Juan: y, en segundo matrimonio tuvo, de doña María Sánchez, a Librado, Gregorio, Antonio, José Francisco, Eulalia, Cayetano y Gabino. El hermano menor, don Miguel, mi abuelo paterno, tuvo de soltero, con la señora María Josefa Guzrrtán, también soltera, de Te-

un hijo llamado

Jesús. Después contrajo primeras nupcias con doña María Josefa Pareja y Reguera, hija de don Juan Reguera, con quien procreó a don José María, a doña Juana, a doña Hexiquía y don Juan, mi padre. Después de 28 años de matrimonio y de dos de viudez, don Miguel volvió a casarse con doña Celsa Salgado, en Olinalá, el28 de febrero de 1868, de quien no tuvo hijos.

huacán,

María fue esposo, primero cie doña Sixta Franco, de Olinalá y después de doña Rafaela Salmerón, de Chilapa, nieta del célebre gigante Martín de Acapulco, que figura en los anales de las campañas de nuestro gran Morelos; ias tías Juana ), Hexiquía se casalon con los hermanos Miguel y Joaquín lbarra Flores, de Chiautl ay, finalmente, Juan se casó con María Almazán v Nava, rnis padres. José

Era mi abuelo Miguel, Papabei, un hombre extraordinario. Emprendedor, entusiasta, de energía indomable, incansable para el trabajo y de rara habilidad para 1os oficios y para 1os negocios, 6L


IVTENIORIAS

que junto con stl don de gentes, su gusto para la buena mesa y su figura arrogante, hicieron de élla primera figura del pueblo, tan pronto como, procedente de Tecolapa, fue a radicarse a Olinalá.

Pronto compró, amplió -v mejoró la casa que a su muerte quedó a su hijo metr1or, mi padre, )'que ahora es nuestra. Más que para lucrar para su propia satisfacción, instaió en ella un billar, talleres de carpintería, talabartería 1, herrería; Íábrica de pastas alirnenticias, de hilo y de vino para su mesa. Junto a la huerta formó la única l-rortaliza que ha habido en la región, que puso al cuidado de un hortelano que ller'ó de Cholula. f)e Puebla hacia llevar para su despensa los rnejores ultramarinos v no comía a gusto si no le acompañaban algunos de los principales vecinos del poblado. Todavía en 1948, la centenaria ancianita dorla Luz Jiménez, col1 sus facuitades perfectas, me platicaba rnaravilias de las aptitudes, de los gustos y del carácter del abuelo, de quien fue hila de críanza. Recordaba que al oír ias sonoras campanadas del mediodía, salía ella corriendo a recordarles la necesidad de asistencia a la comida al señor Cura Niño de l{.ivera, a don Juan v a clon Antonio Almazán, a clon José de Jesús Eiguera , a don ]osé Rodrígúez, a dor"l Vicente Rosendo. Logró mi abuelo adquirir la totalidad del terreno c1e Tecolapa v también otro iguairnente importante en la misma región, llamado Zacamolica, que compró al licenciado Francisco Moctezuma, así como El Ahuacate, a orillas de O1inalá, que comprenclía la finca de caña Ahuetitián y ios famosos parajes de Olinca v La Lluvia. Es La Lluvia el paso obligado de Olinalá; en el cantil que cae del cerro de Cualac a la barranca de Xihuacán, hay una amplia cavidad con piso parejo, de culro cielo r--aen constantemente gruesas y tupidas gotas que formando estalactitas, sirven a los olinaltecos para darse baños de regadera. Embeliece el majestuoso lugar el perenne verdor de mil helechos y otras plantas de humedad.

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GrsrR,qt ,[u..rx Axonru Arl.uzÁN

I

Murió mi abuelo en Chiautla, el siete de enero de1879, después de dictar sus disposiciones testamentarias. EI 15 de septiembre del mismo año, su hijo menor Juan, mi padre, nombrado albacea por todos los herederos, presentó el inventario y la tasación de los bienes, que fueron aprobados y conforme a ellos fueron repartidos. Hasta la segunda esposa de don Miguel, demostró su absoluta conformidad, como puede verse en e1 siguiente documento: En Olinalá, a los cuatro días del mes de septiembre de mil ochocientos setenta y nLleve, el infranscrito Juan Andreu, nombrado albacea por voluntad expresa de sus hermanos y a quienes representa para el arreglo de los bienes mortuorios del finado su señor padre don Miguel Andreu, se acercó con personas de su confianza/ cüyos nombres al fin se expresan, ante la señora doña Celsa Salgado, viuda que fué por segundas nupcias del expresado difunto, y después de una larga conferencia y palabras de amistad entre ambos interesados, con el fin de no inquietar los ánimos de los herederos ni contrariar el espíritu de la ley, y que en todo se obre con arreglo a 1o dispuesto por el testador, por 1o que respecta a los bienes de ella, venimos a convenirz ell€ €rr virtud de no haberse hecho reconocimiento alguno de intereses cuando ambos esposos contrajeron matrimonio y que hallándose confundidos tarnbién entre e11os los intereses materno de la primera sociedad que formó según consta en Ia memoria testamentaria, acordamos: Primero: que los intereses de ella que obran en poder de su hermano Mucio Salgado, queden corno propios de su 1egítima propiedad, con los gananciales que el finado, según la ley, pudiera reconocer en ellos renunciando a1 efecto, la parte de ganancias que ella también pudiera reconocer, en los intereses del 63


! Mllronras

mencionado. Segundo: Que conbuena voluntad tendrá que percibir 1a mitad del quinto cedido por su expresado esposo después de pagaclos los gastos que debe cubrir. Y por írltin¡o, mutuamente ofrecimos v nos comprometimos a dar li pasar por lo escrito en la presente, obligándonos al resarcimiento de daños y perjuicios que resulten a los elue no estuvieren conformes en 1o sucesivo con estos acuerdos ]' por esa calisa tengan que erogarse gastos, los que serán satis{echos de cuenta v riesgo del que prornueva. Esto dijimos v firmamos con los testigos: Mariano A.

A].rlu, l{icolás Torres, Eusebio Guerrero, mayores cle edad v cie este origen.- Juan Andreu, rúbrica.- A ruego y encar€lo cie doña Celsa Salgado, firma su hermano.- Cayetano Salgacio, rúbrica.- VIar. A" Ayala, rúl-rrica.- Nicolás Torres, rúbrica.- Eusebio Guerrero, rúbrica.

A 1a eciad de diez años, eI nirlo que había de ser mi padre ftte lleva,lo de1 rancho de Tecolapa a O1inalá, para que asistiera a la escuela, por mi abuelo cion Miguel. Debía quedar irospedado en la casa c1e mi abuelo materno, don Juan Almazán. Los acompañaba 1a hermana mavor Hexiquía, quien, en su ancianidad, recordaba qlle cuando llegaron, entre los que los recibieron cariñosamente salió una bonita morena, espigadita, con su largo r:ahello suelto, como de cinco años. Que Juan le preguntó cómo se llamaba y ella, muy garbosa, había respondido: "Mariquita, para servir aDias" , y desde entonces llamó Marlquita,paÍa siemp-re, a 1a que habría de ser la compañera de su vida. Mis pai1res contraieron matrimonio e} dia2l de agosto de7877, siendo eilos doña María Guillerma de Jesús Almazán y Nava, de ciieciocirc años, y don Juan Andreu Pareja, de veintitrés años, hatú4


GENtn.t ]u,rN ANon¡u AllnzÁN

biéndolos unido el señor cura don Isaac Niño de Rivera. Desde el 16 de rrayo de 7872 que nació el primero, hasta el 8 de agosto de 1806, que vió laluz ei xocoyote, venimos Ubaldo, José, Hospicio, Olallo, Juan (estos tres últimos muertos de corta edad); Delfina, Alfredo, Braulio, Miguel, Juan (vo), Samuel y Deonides. ¡Once hombres y una sola mujer! He sido prolijo, en nombrar antecesores y parientes, para buscar la nobleza de mi estirpe, pero no por alguna degenerada sangre azul, sino por 1a conducta secular de mis ancestros v colaterales. Cuando visita uno museos de la realeza europea, se pueden ver el1los retratos de los fundadores de ias más presuntuosas dinastías, tipos de verdaderos facinerosos v en los de sus últimos descendientes, restos de completa degeneración.

Mi orgullo es comprobar que unas cuantas parejas de mis mavores han dado al país, desde 1a independencia para acá, miles y miles de buenos mexicanos, entre 1os que abundan los profesionales, industriales, agricultores, criadores r- comerciantes, que calladamente han cooperado al engrandecimiento de México. Pero, que vo sepa, de entre esos miles v rniles no ha salido ningún banclolero desalmado, ni un cruel asesino, ni un cacique fetoz, ni un capataz, ni un empeñero, ningún explotador de sus semejantes, pero ni un militar con excepción mía. Además, yo siempre me consideré y actué como civil. Creo que de nuestros nombres están limpios los libros de las penitenciarías y los de las Islas Marías.

6sI



Cnpírulo III L¿ ¡NFANCTA EN OUNALA vida. La infancia en Olinalá. Recuerdos desde los tres años. Atisbos de un mundo desconocido hasta entonces Llegó

a la

Bautizo de Juan Isidro.- En esta Santa Iglesia Parroquial de Olinalá, a quince de mayo de mil ochocientos noventa y uno. Yo el Párroco D. Francisco G. Miranda bauticé solemnemente a Juan Isidro de dos días de nacido, hijo legítimo de juan Andreu y María Almazán, siendo padrinos Angel Alrnazán y Juana Franco, a quienes advertí el parentesco espiritual que contrajeron y la obligación de enseñar al ahijado la doctrina cristiana.- Doy fe.Francisco G. Miranda.- Rubricado.- Es copia sacada fielmente de su original. En el registro civil, por error, está asentado que nací el día once, pero Ia verdad es que en la libreta que conservó con devoción, donde mi padre apuntaba la fecha y hora del nacimiento de cada


I lv{rvonr-+s

uno de sus hiios, aparece que nací a las nueve de la noche del día 12. Los primeros ocho años de mi vida los pasé en Olinalá, y creo que en ellos experimenté sensaciones de las que más profundamente quedaron grabadas en mi alma. Guardo, de esa época, recuerdos de sucesos de cuando apenas tenía tres años. Siendo el décimo entre mis hermanos y habituado a vivir entre los mayores de ellos y entre mis tíos, necesariamente tenía que pensar v actuar como persona de más edad. Nunca (ni en mis estudios profesionales con nobles profesores), he recordado a un maestro cuya personalidad avasalladora grabara en mi alma tan hondas huellas como el maestro Milián, Basiliso, de Teloloapan, que dirigía la Escuela Real. Lo veo ahora como fue en las postrimerías del siglo XIX, de estatura mediana, blanco, robusto, cara redonda, ojos cafés, cabello castaño v escaso, bigote regular y del mismo color de su cabello, vistiendo pantalón de tonos claros y blusa de dril; carácter afable y enérgico alavez; y de competencia afamada entonces v recordada todar'ía, con admiración, en mi puebio. Persona capacitada para triunfar v brillar en las capitales había ido a enterrarse a Oiinalá, obligado por una recóndita pena que trataba de ahogar consumiendo todo los días, desde las cinco de la tarde que terminaba sus labores, cuanto aguardiente podía adquirir. Yo, muy pequeño entonces, iba a la escuela acompañando a mis hermanos mayores sólo para acostumbrarme, pero no porque a1guien atendiera a quien, en la actualidad, sería de kínder. Parece que el maestro Mil1án, devorado por el vicio, esperara ansiosamente las cinco de la tarde para recibir al primero de sus amigos para empezar a emborracharse, pues no acostumbraba iniciar sus libaciones solo. Cierto día, en que sólo hubo clases en la mañana, cuando llegamos a mi casa para comer a las doce, tres de los cuatro que íbarnos al escuela, mi madre empezó a preguntar por su l68


Gnx¡R,ql

Tu.qr'r ANDREU

ArrrrezÁl

I

hijo Miguel, a 1o que contestamos que se había quedado con e1 mencionado maestro. Corno a las dos de 1a tarde 1legó mi padre, y mi madre le manifestó que lVliguel no había regresado de la escuela. Se disponía mi padre a salir a buscarlo cuando apareció en 1a puerta de 1a cailez p€ro no en la postura del muchacho ágil y travieso que era, sino que incapaz de guardar el equilibrio natural, se hallaba convertido en cuadrumano. E1 autor de mis días a quién só1o dos veces vÍ en su vida sin un dominio cabal de sí mismo, sufrió tal sorpresa e indignación que, cogiendo de la montura de su cabailo, que se hallaba en el corredor de la casa, 1o primero que encontró a mano y que fue el freno,lo tornó de 1a cabeza y de la rienda y, con el bocado azotó en forma terrible al pobre borrachito, saliendo después a buscar a su querido amigo el maestro Milián, a quien no permitieron que castigara los principales clel puebio, que va se habían reunido para tratar de remediar ia situación. La casa de mi abuela "Mamanita", como he dicho, estaba en contraesquina de la plaza. Cubriendo todo el lado poniente de esa plaza )., por el norte, dando frente al hogar de mi abuela, se encuentra la casa principal del pueblo, la de una prima hermana de ella, doña Rosa GonzáIez de lriieto. En eIla había nacido de una hermana de tía Itosita, ei señor Ramón Ibarra y Gonzále2, entonces Obispo de Chilapa v más tarde primer Arzobispo de Puebla. Recuerdo e1júbilo en e1 pueblo cuando llega el Obispo paisano a visitar a sus parientes. ¡Cómo se sombreaban en materialmente 1as calles con los "tendidos" de hierbas o de papel de china, de casa a casa; a través de las calles por donde tenía que pasar, Y con qué entusiasmo los niños preparaban números Para representarlos en el obligado agasajo al ilustre visitante, que se desarrollaban en un amplio corredor de la residencia de tía Rosita ¡Cómo cantaban las "inditas" ofreciendo aromadas floresl Yo, un mocoso atrevido que se colaba por cualquier intersticio, 6el


lv{rrrrort qs

lograba siempre estar en primera fila, observando a los diminutos artistas, rnaravillado con la vestidura morada, el solideo, el pectoral y el anillo con amatista del señor Obispo, quien en el centro de sus tías y de los principales del puebio, ocupando un confidente de ajuar de Viena y dos cojines de raso a los lados v con 1os pies sobre el fino tapete delgado, mostraba verdadero deleite con las aptitudes artísticas de sus paisanos. Tampoco podía vo faltar a la primera visita en el pueblo que invariablemente hacía e1 alto prelado a su querida tía " Mamani¡a" , y luego tenía vo que avudar, en la medida de mis fuerzas, a preparar nuestra casa barriendo y regando cuidadosamente corredores, ca11es, patios v materialmente inundando 1os pisos de ladrillo poroso de la sala y 1os corredores con 1o que a pesar de1 sol de mediodía, se tenía un frescor delicioso, aunque a costa de grandes esfuerzos porque toda el agua necesaria debíamos traerla, los hermanos, desde 1as "Pllas", aguaje localizado afuera de la población, en burros cargados con cuatro cántaros cle barro, cada uno. El señor Obispo Ibarra v González tuvo la idea de levantar un templo y edificio para L1n colegio con internado en la cirna de1 cerro Olinaltzin, al oriente del pueblo v pidió la ayuda del mismo, a 1o que todo el r.ecindario respondió entusiastamente aportando materiales o, cuando menos, acarreando arena,1o que, en grandes procesiones para ganar indulgencias, hacia todo el pueblo, especialmente los domingos, para subir 1o que cada quien pudiera, desde los más pequeños hasta 1os más ancianos. Cuanclo el templo estuvo terminado me tocó en suerte presenciar la única ceremonia de esa índole que he r¡isto en mi vida: la ordenación de dos sacerdotes que coincidió con 1a inauguración del santuario, por el señor Obispo. Como se trataba de dos jóvenes olinaltecos que habían hecho estudios distinguidos -elseñor Serafín Armora, recién failecido Obispo de Tamaulipas y el señor Jacinto González, también muerto ya- había, no sólo en el pueblo, sino en la región entera, un entusiasmo desbordante v una afluencia excepcional 70


Grxrnsr JueN AN¡n¡u Ant;rzÁr'r

de visitantes que llenaban materialmente todas las casas de O1inalá. En la mía, se ocuparon todas las piezas, con sus camas y, naturalmente, a mí me mandaron a dormir al mostrador de la

tienda cuando cerraron ésta, por suponer que un chiquillo duerme como lirén aún en el lecl-ro más incómodo y también tratándose de un chiquillo dormilór-r e inocente, no hubo el menor inconveniente de poner junto al mostraclor una ancha cama, dos bancos, un tapestle de otates cogidos con mecates, unos buenos petates, grueso abajo y delegado arriba, albeante funda para 1a almohada y dos sábanas. Yo tal t.ez netr.ioso por tantas etnociones del día, y para evitar nue\/as órdenes de hacer mandados, fingía dormir con los ojos cubiertos con L1n brazo. Pude entonces contemplar el primer espectáculo maravilloso de mi vida que causó en mi pequeño ser urla conuoción inesperada, ocasionada por dos majestuosas primas desconocidas hasta entonces, que habían llegado entre 1os parientes v visitantes,las que, de dieciocho y veinte años, eran tlnas morenas que me parecielon las más hermosas de toda 1as mujeres que habían pasado por mi mundo conocido. l{o volví a verlas, pero a más de sesenta años de distancia, todavía me acompaña su recuerdo delicioso. La realidad es que, creyendo al primito bien dormido y no atreviéndose a apagar la débil luz en 1a veladora de aceite colocada en Llna arandela debajo de la imagen de una r.irgen, pude extasiarme con 1o que nunca habÍa tenido ocasión de admirar en ninguna mujer. Después de despojarse de sus ropas exteriores y destrenzar sus negros y lustrados cabellos que cayeron abuudantes v acariciadores sobre sus hombros, pude contemplar, hasta con miedo, sus bustos esculturales que me parecieron e1 summum de 1a perfección. Era una concesión inusitada para mí, ver las intimidades de una donce1la, porque en Olinalá, donde los muchachos son unos verdaderos diablos,las niñas desde muy pequeñas adquieren el empaque de honestas señoritas y es muy extraño encontrarse una marota. Mis hermanos mayores traían al pueblo escandalizado con sus 711


I Mruorues

travesuras diabólicas. En el local más grande de mi casa, en la esquina, mi padre había establecido una tienda bien surtida, y entre puerta y puerta, mis hermanos pusieron un gran cajón boca abajo que servía de asiento y que tenía discretas juntas entre las tablas del fondo. Cuando veían venir por 1a calle a un marchante apropiado, rápidamente levantaban el cajón y metían debajo a alguno de los comploüstas (mis hermanos y sus amigos) provistos de una larrga agrja. Cuando el cliente llegaba y hacía su pedido, ellos, con el pretexto de que tenían que sacar 1o que necesitaban en la trastienda,lo invitaban a esperar sentado. Al instante pegaba un reparo con las manos en las asentar buscando al alacrán, naturalmente este no aparecía y entonces los complotistas, compadecidos abundaban, curándolo solícitos con un frasco de ácido fénico con el que producían al paciente bárbaras quemaduras. Hasta que un día, un marchante advertido o malicioso, al sentir el piquete del alacrán desenfundó descomunal daga y empezó a introducirla por las rendijas entre las tablas. Fue un milagro que el espantado prisionero pudiera imitar a los fakires de la India para salir ileso. Otras veces los del grupo se declarabart " rnartar.os" , y al salir de la escuela se iban por el fondo de la barranca que está detrás de mi casa hasta llegar al frente a las milpas de don Joaquín Torres, cuando ya estaban en jilote, para hacerle" daño" . Habían de vengar los disciplinazos que donJoaquín, austero organista de la Iglesia, les repartía con raro tino a los más traviesos en los ejercicios de tinieblas de la Cuaresma. El chiste para ellos era que en la labor no debía dejarse Ia huella de un pie por 1o que, con las rodillas y las manos envueltas en trapos, debían entrar y cortar con la boca cuantas cañas de maíz pudieran. Más tarde, don Joaquín con sus gentes acarreaban al corral del Consejo cargamentos de milpa destrozada y el alcalde ya sabia a qué padres debía exigir

elpago del"daño".

1,.


Gl:xtRrrl Ju:rN Artxpu Artr,tzÁx

I

En las noches de luna nuestro traspatio se llenaba con los muchachotes de Olinalá donde hacían rrerdadero circo con caballos amaestrados, burf os col1"pelitos" certerísimos para las patadas, borregos más bravos que los toros de Piedras Negras, perros notables, barristas, trapecistas v e1 indispensable Ricardo Bell, que era mi hermano Braulio.

Recuerdos de una infancia en la provincia. Costumbres de la región de Olinalá. Perfil de un buen padre luchador y justo Cuando en tiempo de agtias íbamos a ranchear a Huizcolatitlán, propiedad de mi padre en terreno de Tecolapa, nos acompañaban familiares, parientes o arnigos !, efl campo tan propicio, las fechorías de los muchachos eran ininterrumpidas. Después de cenar inducían a 1as mujeres jóvenes a salir al campo frente a la casa a participar en alegres tertulias que tenían como remate alguna diablura de ellos. Una r.ez prepararon el ambiente con relatos de raptos de inocentes doncellas por bandidos de ingrata memoria v de narraciones de consejas populares de fantasmas, entre las que descollaba 1a Llorona. Entre tanto, alguien había apagado el candil que alumbraba el corredor y había amarrado una reata de lado a lado de la puerta como a dos cuartas del sue1o. De improviso se escucharon desgarradores lamentos en el corral del ganado y pudo apreciarse que las vacas corrían y se arremolinaban azoradas ante la aparición de un fantasma. Uno de los traviesos, desnudo y con taparrabo, se había embarrado el cuerpo con algo fosforescente y llevaba frente a su rostro una calavera de vaca, con 1as cavidades también fosforescentes l' aullaba como un condenado. Naturalmente 1as pobres muchachas que huían despavoridas a refugiarse cerca de las señoras, caían en la puerta como manojo de cañas.

Cuando llegó al colmo la crueldad de mis hermanos fue en la 731


I MEIraonIes

juventud de nuestra hermana,la única entre tanto hombre, situación que, naturalmente, nos hacíafrenéticamente celosos. Al cumplir diecisiete años la llevaron a pasearse a Chiautla, Puebla, y allí conoció a quien había de ser su esposo, Agustín Flores Ruiz, aI que preveia consulta con mis padres, correspondió posterior* mente a su regreso al hogar. A1 establecerse la correspondencia epistolar, mis hermanos se turnaban con esmero el " día del corÍeo" para correr, el afortunado, con la carta y treparse a las ramas más altas de un frondoso árbol de nuestro patio, desde donde empezaba a gritarle a los demás que habia carta del "diablito" , porque era pelirrojo. Todos se congregaban para abrir y leer la misiva con grandes burlas. Entre tanto, mi hermana, llorando a más no poder, buscaba el apoyo de mi madre,la que, mediante amenazas de fuertes castigos, obtenía que dejaran caer la carta que invariablemente yahabia sido causa de 1a más injustificada diversión.

A la petición de mano se fijó un año parala boda y cuando el día de la misma 1legó,13 de junio de 1898, mis hermanos mayores andaban en largos viajes para no conocer al que los dejaba sin la única hermana, y por esto, también los chicos huímos para Ahuetltlán,la pequeña cinta de calla de "Tío Tello", en donde nos encantaba perseguir a incontables cuyos y comer batidillo, melcolcha y melado, mientras, contemplábamos el negro humo del chacuaco o el hirviente melado en los grandes peroles.

Poco después mis hermanos Braulio y Miguel obtuvieron becas para estudiar en el Seminario de Chiiapa.

Para mi madre, el casamiento y ausencia de su hija fue un verdadero derrumbe y paratratar de conformarla,mipadre, después de algún tiempo, dispuso que eIla y los tres hijos más chicos -yo, el mayor, Samuel y Leonides- viniéramos a radicarnos a Chiautla a fin de que madre e hija, compañeras inseparables, vivieran cerca una de 1a otra. No pudo vivir en Chiautla con nosotros mi padre

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Gr:urner

Ju

r:r Atiotil,t' AnrazÁx

debido a que nuestras condiciones econémicas habían llegado ser un verdadero desastre.

I

a

En efecto, años antes había mandado a su segundo hijo, José, a Ometepec, en 1a costa de1 Pacífico, a comprar ganado vacuno, Y al hijo prirnero, Ubaldo, a Teziutlán, Puebla, a engordar y vender el mismo ganado. José empleaba la mitad de1 dinero que le enviaba mi padre en parrandas y la otra en adquirir reses. Estas eran arreadas durante tres meses por terrenos de Guertero, Oaxaca Y Puebla, hasta 1a estacién de1 Interoceánico en Tlancualpicán; c1e ahí eran llevadas por la ciudad de Puebla para Teziutiát-r donde eran desembarcadas y arreadas hacia Tlapacol'an, en 1a costa del Golfo, para Ia "engorda". Allá mi hermano Ubaldo gastaba todo el producto de la venta en continuos agasajos y rni padre hacía un negocio redondo. Después, en 1a madurez de 1a vida, Ubaido y José fueron cariñosos hermanos que nos ayudarr:n en euant<l

pudieron. Fallándole sus hijos en el comercio, rni padre se dedicó a la búsqueda y trabajo de algunas serranías, .v de placeres c1e oro en las cañadas de Tomaxtla en Olinalá, v más tarde a la de Cliahuajarr de Chiautla. Recuerdo cómo estábamos los chicos horas y Lroras sacudiendo las bandejas de arena con agua para ir elirninan,-1o aquella y lograr que se asentarán algunos granos de oro. l.a mina de cobre de Acaxtlahuacán causó e1 desastre final, porque había que mandar el mineral durante interminables días a lomo cle burro hasta Tlancualpicán: de ahí, por I'uebla y México, hasta la fundición de Aguascalientes, y como 1a 1ey de oro resultaba muv baja, las pérdidas eran inevitables.

Ante este estado de penuria lamentable e inmerecido para mi buen padre, tuvo que llevarnos, como ya dije, a Chiautla t, abandonar el Olinalá e irse a enterrar aOztutla, en una margen ingrata del Río Balsas, en 1o profundo de un cañón, con un clirna tre751


I Mruonns

mendo, para instalar allí una fábrica de esencia de linálos, rodeado de indios puros que siempre 1o reverenciaron y 1o cuidaron celosarnente, aún en los aciagos años de 1910 a 1.920, en que ningun" catrín" ni mestizo pudo vivir en muchísimas leguas a Ia redonda y cuando entre el ir y venir de las fuerzas zapatistas se colaban gavillas de feroces bandidos, perseguidos a muerte por aquéllas. Sin embargo, a mi padre jamás 1o molestaron y todos Io respetaron. Poco antes de salir mis hermanos para el Seminario, tuve con Miguel un involuntario arranque de energía que me valió, sin yo buscarlo, ni pensarlo, ni soñarlo, que é1 empezara a resPetarme. Era entonces como 1o sigue siendo hasta ahora, un gran corazón forrado de fósforo, eu€ se encienda al primer raspón. Tiene por costumbre fingirse tan áspero en todo momento que hace muchos años 1e puse "Don Quintín el Amargado". En aqueila ocasión, después de un formidable aguacero, mi madre mandó a Miguel a traer elcaballo jorrero, el de la silla de mi padre, que estaba apersogado de1 otro lado de la barranca que pasa detrás de nuestra caiu, v a mi que 1o acompañara. No podíamos ir calzados por e1 lodo y por las niguas que devoraban 1as puntas de nuestros dedos. No sé por qué caminando cogí una piedra como de a libra. Miguel, que iba por clelante, empezÓ abaiar de 1a calle por el empinado y resbaloso sanjón para llegar al fondo de la barranca que había que cruzar. Yo, como quien no quiere la cosa, me quedé en 1o alto, pero Miguel, a media bajada se detuvo, volteó a verme Y me mandó que fuera por el caballo. Como no elan 1as órdenes que habíamos recibido, protesté, pero é1me gritó con tal furia que vo presa del pánico, soité la piedra, la cual rodando, sin el menor impulso ni ciirección de mi parte, v es más, contra mis deseos, fue a reveniar innumerables bolsas de niguas en los pies de Miguei. A1 ver 1os brincos y alaridos que pegab d, Yo, que no me resiglraba a ser un mártir de mi clesgracia, corrí como un gamo a refugiarme en ias faidas de mi madre. Desde entonces, Miguel quien me

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GINER;rI,[urs Axon¡u Arrvllz,(N

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creyó con magnífica puntería y un desalmado además, fue excepcionalmente considerado conmigo. En otra ocasión, el pobre Migl1e1, que había hecho alguna diablura, no se detenía ante 1a persecución de mi madre por todo el traspatio, a pesar de que io arnenazaba con que se abrtría la tierra para tragarlo. Entonces el1a cogió un carrizo y se 1o lanzó en calidad de iabalina, con tan buena puntería que fue a parárseie en el cuero cabeliudo, enhiesto, colno una banderilla colocada con gran pujanza,

En t;r epoca de stts desvaríos místicos, durante las vacaciones cle Chiautl a, en19A2, algunas veces me rnandaban a acompañarlo a L'sperar el tren de Tlancualpicán. Con un calor insoportabie de mediodía, íbamos con un par de cabalios flacos con alientos para andar apenas clavo a clavo. Lo grave era que a riesgo de insolarn<¡s h,,Iiquelse en-rpeñaba en salvar mi alma delcalor peor que la del infierno ). a cada kilómetro más o menos, me mandaba a hacer aito para obligarme a poner mis dedos en señal de la cruz y luego con la uña de1 pulgar dibujar en mi frente una ], y clecir "Jesr7s"; una N r.,' riecir "Nazareno"; una R l, decir "R"y" y, finalmente, otra I v riecir "d.e los ju.1íos, preservadme de una muerte repentlna". Y en 1a casa, cada vez que me mandaban a buscarlo ya sabía .lue se liailaba detrás de los coscomates en grandes imprecaciones, con iágrimas y todo, en slls coloquios con f.luestro Señor.

Miguel nos alarmaba grandemente, más por lortuna, r:on la enérgica prohibición de mi padre de que volviera ai Seminario, recobró rápidamente para siempre la normalidad. Este misticisrno de

Cuant'la ya quedábamos los tres más chicos con mi madre en 1á CrlscriÉr de Olinalá, e1la se esmeraba más, en medio de las priíi que nos acarreaban los malos negocios, en alimentarnos 'rciories ixr ¡aitrijor ;:osible y nunca en 1a vida he vuelto a comer guisos que rxe supieratr tan deliciosos como los hechos por sus manos. iarnás, en uinguna parte dei rnundo, volví a saborear con tanto

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I Mmtonras

deleite el adobo de jocoque , elpipían, el rabo de mestizo, el adobo blanco,la carne con olores, el pozole y 1os frijoles negros con epazote y tiras de chicharrón. Ni he vuelto a degustar dulces o pasteles como las torrejas, los buñuelos, la sopa en vino, las cajetas de tlahuanca, de pitalla y de camote,la leche envinada,la cocada en leche o el dulce de piña en leche. Los sábados acostumbraba hacer en un grar. cazo de cobre alglún dulce y con mucha anticipación cada quien reclamaba el cazo para raspar y comer los residuos. Y mientras Teresa o Simona, las magníficas sirvientas, como de familia, ayudaban a mi madre en Ia cocina de carbón y los dos chicos jugaban, yo me iba a la cocina de Ieña a platicar con Pina,la molendera, porque me encantaban sus brazos rollizos, su pecho turgente mal cubierto por la camisa con adornos, en su gran escote y sus incipientes mangas de multicolores chaquiras; sus trenzas gruesas de azabache, su rostro blanco, fresco y encendido; su charla entretenida, su risa contagiosa y hasta las perlas de sudor que adornaban sus sienes. Al oscurecer cenábamos y se retiraban las sirvientas ejemplares, que a los patrones les dicen tíos y a los hijos les hablan de tú. Dando las campanadas de las ocho mi madre nos llevaba arogar por las ánimas del purgatorio con un rosario rezado en su alcoba. Un día sábado, en que la raspadura del cazo había estado riquísima les dije a Samuel y Leonides que de los platones de dulce que había visto colocar en la tabla más alta de la alacena de la cocina, Iba abajar uno para que nos los comiéramos entre los tres cuando nuestra madre reposara; pero que era necesario que al empezar el rosario ellos se hincaran delante de ella y mostraran gran devoción desde el principio al fin, así mi buena madre, con la vista fija en la imagen de la pared, no se daría cuenta de que yo, escabulléndome hacia atrás hincado, alcanzaba la puerta y corría a cumplir con mi compromiso. En la cocina, en impenetrable tiniebla, moví una mesa debajo de la alacena y puse una silla sobre la misma, a la que me subí. Sin embargo, me dí cuenta de que ni parándome de puntas en el respaldo de ia silla podía afianzar el platón de dulce, porque me 1o

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C-

ctrt¡l,u Ju:r,r Ax or<rl ALI\'IAZÁN

impedía una tira sobresaiiente de madera en 1a orilla de1 entrepaño, pero sí podía meter los dedos en el manjar, por 1o que pellsé que, ya que mis pobres hermanitos se queclarían sin su parte, era justo que yo me aprovechara. Ller.aría a 1o sumo tres concienzudas lamidas de dedos, cuando un inexplicable cataclismo me hizo caer de espaldas hasta el suelo con el r'erdaderamente doloroso resultado de que ias puntas de fractura del cúbito de mi brazo izquierdo habían roto la piel. Al estrépito en ia cocina y a tnis gritos, acudieron los derrotos col1 luz, pero no con tanta que mi buena madre pudiera verme la fractura v como de inn-rediato, por rnis antecedentes de dulcero incorregible descifró ia situación, tuve que sufrir buenos jalones de orejas, antes de que, azorada,llamara alTío David González que rrir,ía enlrente v era un buen huesero. Lo que pasó en la cocina fue que, tnis hermanos, ya muy tarde, había dejado abierta la puerta del traspatio y un lnarrano blanco, cuino, gordo, gordo, se había meticlo hasta la cocina y, alarmado por mi presencia, se había mantenido a la expectativa en silencio hasta dejarme realizar mi fechoría. Después, quién sabe qué fuerza rnisteriosa 1o impelió a huir, con tan mala suerte que fue a atorarse en unas tijeras de barrotes que ia mesa tenía como refuerzo y yo, que la estaba haciendo de Robledillo con ias puntas de 1os dedos de los pies, v de insaciable tragón con las de los dedos de una mano, al primer desequilibrio dí con mi poco voluminosa humanidad -en ese entonces-, en el suelo.

Muy pequeño iba a la escuela, pero rre aburrÍa. Una vez que mis hermanos habían sido llevados al Rancho en tiempo de ordeña, empecé a creer que debía ser para aventura grandiosa io que llamaban lcls muchachos irse "a pintar \renado" o "irse a galar". Y diciendo y haciendo, también me fui cie plnta para ver qué se sentía, escogiendo como escenario de rni odisea el traspatio de mi casai a donde me escabullí a 1as ocho de la mañana. Ei resultaclo fue que Ia cosa a ias nueve me parecía estúpida, alas díez fasticiiosa en atrto grado 1r, a las once, r,erdaderamente insoporta7el


] It{rirronres

ble, por 1o que, mientras llegaban las ansiadas campanadas de las doce, me puse a tirar al cielo ias piedras más grandes que encontraba )/ a la mayor altura posible, con ei ingrato resultado de que no pude quitarme de debajo de una de ellas que me pescó sin sombrero y me hizo regular descalabradura. Con más escándalo que el justificado, volé en busca cle mi madre, a la que quise hacerle creer que alguien nle había tirado desde la calle. Después de la curación, el castigo, porque no hubo explicación para mi presencia en el lugar de1 accidente, a la hora en que ocurrió.

Liegan al pueblo con el4 de octubre las fiestas del Patrón, San Francisco. Grande entusiasmo entre todos 1os vecinos v los innumerables visitantes. Desde el 15 de septiembre etnpiezan a saiir los tigres de los distintos barrios, que aterrorizan a los niños con sus bramidos v con stl chirrión o reata retorcida en cadena que, a guisa de cola pero delantera, llevan amarrado de la cintura. Con rnáscaras espeluznantes v rrestidos arnarillos con manchas negras, imitando la piel de 1os tigres, producen escalofríos en los chicos. Por todas partes discurren 1os Tecuanes, gente disfrazada que hace gala de ingenio. Numerosas personas presencian 1as habiliclades de los danzantes del Señor Santiago, de Los Doce Pares de Francia, o de los moros y los cristianos. En los días de gallos, 1os de Chilapa, Chiautla o Huamuxtitlán contra los de Olinalá; hay peleas que provocan peiigrosas discusiones. Entre pelea y pelea se celebran rifas con profusión de gritos y dichos ingeniosos para clesmayar de risa. En los días de toros, desde la rnañana juegan el "toro de once", previo desfile de charros que, cantando sones alusivos, acompañan a los que l1evan las vistosamente adornadas castañas de ponche v las jaras o banderillas. En las tardes, con los charros, más que a medios chiles, una serie interminable de hábiles jinetes, de coleadores y de manganeadores hacen con los toros rnil proezas. Durante la semana de fiestas, todas las músicas cle los pueblos de inditos de la jurisdicción, con una tambora v cuatro o cinco latones cada una, aturden las 24 horas de1 día con 180


Crn-ln.u Ju-rx ANDREU Arl,r-lz.4x

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jarabes, palomos y dianas, tarea que soportan los artistas afuerza de chinguere o resacado (aguardiente de caña). En una de esas ferias presencié en mi tierra cosas maravillosas. Una de ellas consistía de una caja de la que sobresalía un cilindro accionado por cuerda al que se le adaptaba otro hueco, color este con leche, y se le echaba a funcionar.Díez o doce personas podían Llsar unos tubos de huie que salían dei aparato )'ya bifurcados terminaban en unos botones de materia negra que se adaptaba a 1os oídos. Entonces se asombraba uno de escuchar música extraña v grata. ¡Era un fonógrafoi También recuerdo otra novedad: Se trataba de un rnanteado rojo en forma circular, como de dos varas de alto y una veinte de circunferencia. A cada vara y a regular altura había dos vidrios por donde se veían lindas ciudades y preciosos paisajes. Mientras se recorría el circuito de la "panorámica" -el cine de entonces- se oía bonita música producida en el interior por una "celestina" qr" alternaba sus cadencias con melodioso salterio. El último día de las fiestas los tecuanes se vuelvelncazadores; empezando de 1o más lejano, por todas partes se escuchan escopetazos y es que los tiradores, vienen persiguiendo a los "tigres". Poco a poco los rran obligando a ir hacia laplazay de ahí a las trampas, donde después son ahorcados, pero no del pescuezo sino de los sobacos: ios pobres tigres reciben cientos de balazos, pero de puro taco. Al día siguiente, en que los borrachitos escanclalosos de los días anteriores son llevados a limpiar el pueblo, los niños pueden voiver tranquilamente a la Escuela Real sin peligro de que 1os persiga el " tigre" . Y así discurría en 1o sucesivo, la vida tranquila de Olinalá, que nunca ha sido víctima de tres plagas; las pobres víctimas del mal del pinto,los bebedores c1e puique, bebida que allá no se conoce; ni los limosneros, porque hasta entre los más pobres hay notorio sentimiento cle dignidad. Eran entonces muy ceremoniosos mis paisanos con sus reunio81

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I Mrlroruas

nes. En toda ocasión, ya se tratará de bautizos, casamientos, entierros u onomásticos, se cuidaban de la hora oportuna, del vestido indispensable, del obsequio apropiado y, sobre todo, de la adecuada manera de expresarse. Había que obsequiar a los asistentes con aromática sangría y exquisita fruta de horno. Cuando mis mayores salían, con muchos días de anticipacióry al caer la tarde, hacían las visitas de ritual a parientes y amistades, a fin de participarle la ausencia próxima. Al volverhabía que mandar pequeños objetos, generalmente dulces, traídos expresamente, como para participar a las amistades el regreso y la disposición de recibir la visita de congratulación. Como ya desde mis primeros años, entre todos mis hermanos, por angas o por mangas, iba confirmándose el cargo de mandadero oficial,yo, como justa compensación, procuraba obtener algún provecho, y, cuando el obsequio que debía llevar en una bandeja pintada, cubierta con servilleta bordada, eran doce canastitas de azúcar de Chiautla, ponía catorce, para mi placer en el camino. Lo mismo con los dátiles cubiertos, de Tepalcingo,las palanquetas de Tejalpa o 1os camotes de Puebla. He dejado para 1o último en la narración de los recuerdos de mis años infantiles en Olinalá, 1o que entonces me produjo más honda emoción, y tal vez influyó definitivamente en 1o que había de ser el curso de mi vida: Veo ahora a mi padre, alto, blanco, de cutis más bien rosado, ojos azules, con ningún cabello en la parte alta de la cabeza y con abundantes bigote y barba; era un buen cristiano, sin asombro de fanatismos interesados; católico, del púlpito paraatrás, como nos enseñó a ser a nosotros, es decir: sin buscar jamás cerca del Altar Mayor o en los asientos de los privilegiados alguna ventaja por medio de Ia ostentación de una hipócrita piedad que se arcojaal cesto de los desperdicios al tratar de dominar o expiotar a los humildes; era tolerante para las ideas y los defectos de los demás y, sobre todo, servicial en grado tan notable que, aparte de rudo batallador en sus negocios, había tenido que adquirir conocimientos de Leyes y Medicina, para servir gratuitamente a sus semejantes, cuales-

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GErunarJulN ANon¡u At-l,lazÁN

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quiera que fuesen. Naturalmente que quienes más lo necesitaban y 1o buscaban eran los pobres indios de pueblos alejados, que a menudo iban a pedir protección o ayuda a quien unos llamabam, como nosotros sus hijos: Papajuan, otros Padre ]uan o bien Tío Juan. Su conducta de siempre le conquistó también en mi pueblo entero invariable estimación y cariño. Me sentía felicísimo de verlo querido por todos y 1o consideraba el padre más bueno y e1 hombre más justo y más útil del mundo entero. Considérese, pues, el cataclismo que fue para míy la desolación para toda la familia y paraOlinalá entero al darnos cuenta de que un buen día llegaron unas gentes de la cabecera del Distrito de Zaragoza, Huamuxtitlán, y se 1o llevaron ¡preso! A los pocos días que regresó en medio del júbilo de todos, pude coordinar mis ideas, no para olvidar jamás, sino para explicarme 1o que me parecía inex* plicable; los indios de Amatlicha tenían sus terrenos desde la época precortesiana; colindando con ellos estaban los del rancho del comerciante más pudiente de Olinaiá (no ha habido ahí nadie verdaderamente rico). Este señor era muy amigo de mi padre y ya grande se había casado con una prima nuestra, de modo que formaba parte de la familia. Vivían en Ia casa que en 1810 era de mi bisabuela doña Micaela. Al pretendido terrateniente se Ie ocurrió apropiarse en la forma que se pudiera, de los terrenos de Amatlicha, expulsando a los legítimos propietarios con la compiicidad de autoridades y con la falsificación de documentos. Los pobres indios miserables encabezados por su Principal, juan Francisco, no encontraron más refugio que en mi padre, quien con toda decisión los patrocinó enérgicamente ante las autoridades de Olinalá, para obtener Ia justa restitución. Pero el tinterillo, defensor del pariente en Huamuxtitlán, acusó a mi padre y a los indios ante un nuevo luez de la 1u. Instancia de Ia Cabecera, como despojadores, obteniendo la orden de aprehensión funesta. Naturalmente, junto con mi padre liegaron a Huamuxtitlán numerosos olinaltecos que espontáneamente iban a defenderlo, a los que se unieron los principales ciudadanos de la localidad. Eljuez 83 1


I Mrvonras

a oit a todos, a esclarecer la verdad y a dar sus excusas a la víctima de su propio ánimo de constantes servir al prójimo, sobre todo al más desvalido: el indio. se apresurÓ

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lv §§1,Exo D§ El éxodo. Descubro en un documento que mi padre tenía ideas semejantes a las que sostuve frente a Calles en la persecución

religiosa Como dije antes,lapobrezay 1o inconsoiable de mi madre por la ausencia de la hija única, nos impuso eléxodo de la tierra querida. Con mi madre, montando hábilmente el Jovero, mi padre v los tres chicos en otros caballos, unas cuantas bestias de carga para 1o que no pudimos abandonar de nuestras pertenencias y dos o tres mozos, eilrprendimos la triste jornada el 23 de febrero de 1900. Subimos el Colotepec, donde por última yez lloramos viendo el Olinaltzin y seguimos por el rancho de Ivotzingo de la Tía Rosita. Yo, que nunca había salido de mi pueblo, iba con el ánimo dispuesto a mirar asombrado y con r.idrio de aumento cuanto veía por primera vez. Me parecían inmensos los ríos, inaccesibles las cumbres de las montañas, lúgubres y misteriosas las cañadas y tristísimas las quejas de las palomas barranqueñas.


] ivltrraoxt.ls

Al dÍa siguiente cruzamos el Tlapaneco, en Ixcamilpa, ya de Puebla, para rendir jornada en Coacalco antes de cruzar ei río Polanco o Mexcala. Nos alojamos en 1a casa de1 amigo de mi padre, el indio puro Julio Meléndez, principal del lugar y único comerciante. Me impresionó profundamente su porte majestuoso, con dos varas y cuarta de a1to, robusto y con maneras soiemnes; hasta las manchas de su cara de pinto azul nte parecían artificiales y pintura de ritual. Estaba seguro de que nos recibía en su cómoda casa, ulr descendiente de los emperadores aztecas y emperador él mismo por derecho, por sus merecirnientos y por su importante figura. Nos obsequió el emperador dulcísimas sandÍas y melones y buscaba yo en las paredes los mantos policromos v 1os rimeros de plumas deslumbrantes para la cabeza del solrerano en 1as ceremonias, como 1o había visto en las estampas de las cajas de cigarros de La Mascota, que solía abrir de contrabando en ia trastienda de mis tíos, para hacer mi colección. Había que madrugar para dominar con 1o fresco de la mañana la "imponente mole de Telicahrra" y el mismo emperador se empeñó en guiar personalmente uno de sus bajeles, mientras sus dignatarios y guerreros manejaban otros, para hacernos cruzar elrío Balsas. Cuando mi fantasía se apaciguó , comprendí que emperador v corte eran unos buenos y hospitalarios indios que por ningún motivo aceptaron paga ni por alimentos ni por nada; y que los bajeles eran unas balsas formadas por tapestles de otate, con calabazas por debajo, para hacerlas flotar. Ese día dormimos en Tepanecatlán, rancho de ordeña de la querida Tía Hesiquia, hermana única ya de mi padre y 1a que para mi madre siempre tuvo fraternal cariño. Llegamos a Chiautla al día siguiente,25. Cuando empezaron 1as aguas en mayo, volvimos a Tepanecatlán, gozando de la vida de rancho cuando los pueblos se despueblan y los ranchos se llenan de alegría, con la junta del ganado; la ordeña muy temprano de 1as vacas con becerro chico; e1 herradero; las artesas llenas de leche de donde ai

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GrNrner juarv ANonru AluazÁN

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mediodía se recoge el jocoque o nata y se 1e pone cuajo para después partir ia cuajada y luego irla recogiendo y exprimiendo hasta sacarla y moleria, para finalmente prensarla en las marquetas o los cinchos y colocar los quesos en las chitas colgadas en los corredores para que les dé el aire, y enchilarlos ya secos a fin de que no se piquen y puedan comerse hasta el año siguiente. El suero de las artesas, que no se da a los cochinos, se pone a hervir en peroles o botes petroleros y luego se deja escurrir en cedazos colgados, para que en ellos quede el sabroso requesón. Luego, el desayuno que se empieza a saborear desde el momento que ve uno cómo prepararon las quesadillas de flor de calabaza,las sopas de jocoque con salsa picante de tomate, el rico atole de ciruela y, como postre, la leche cortada o la calabaza cott miel de abeja. Y para completar la placentera estada, los baños en las pozas de la Barranca al mediodía, y al caer la tarde los paseos por las colonias aromadas para cortar nanches, huaxocotes, chupandillas, pitahayas y prtajayas,llevando para cortar éstas, unos chicotes especiales.

vida en ios ranchos 1a gran maestra de la vida por el contacto constante con la naturaleza. Con ver de reojo al sol saben la hora que es, 1o mismo que en la noche por la posición de la luna o de Venus; los ancianos listos muestran maravillas en el firmamento, explicando los movimientos de "el hrTacal" , el " arado" , "las siete cabtiTlas" , "el lucero atolero", etc.; y porque de sus observaciones deducen si el año ha de ser abundante o no y hasta aseguran que "borrego en el cielo, temblor o aguacero" ; y alreferirse a la edad de algún antepasado o algún hecho histórico 1o refieren al año del cólera o de la peste que trajo el cometa. Es la

En el campo cada planta o fruto tiene su uso, su utilidad y u veces su peligro.

Ahí aprendí a distinguir los animales por sus colores. Las reses: 871


I lvlervtonus

xuchil, con blanco y colorado; galán con blanco y negro; zardo, prieto con rayas blancas; bermejo pajtzo; meco, bermejo con listas rregras/ etc.

Los caballos: tordillo, azulejo, con sombras oscuras; mapano/ bayo con lista negra de la cruz a la cola; ruano, bayo con orín v cola blancas; lobo, bayo con mezcla de pelos negros, mojino, chocolate con hocico negro; retinto, colorado casi negro; alazán-oscuro, color canela; alazántostado, color de café tostado, etcétera. Luego los caballos mascarillos, overos,luceros, unalbos, desalbos, tresalbos, cuatralbos, etc. En 1os gallos negros, colorados, giros, búlicos, avados, cenizos, camaguayos, etc.

Y en los marrones e1 cinchado bianco con cinturón negro, el cuino fino que engorda pronto, el berraco insufrible... Otra r¡ez la triste vida en Ciriautla donde había que ocultar la miseria nuestra, sobre todo a la hermana casada y a la bondadosa tía Hexiquía, con la abnegación infinita de mi madre. Días miserables en que era preciso ir a la escuela demostrando satisfecho el apetito cuando no llerrábamos en el estómago más que una taza de "hojas de naranjo" y ltnapteza de pan de a centavo' Y los prodigios de mi madre para comprarnos zapatos y para mandarnos aseados y con ia ropa muv limpia y bien planchada. Constantemente mi madre se esmeraba en darnos gusto y yo en demostrar mi desconsideración. Un día que hubo dinero, 11egamos de 1a escuela a comer y nos dió mi postre favorito: leche envinada y, aunque nos sirvió suficiente ración, yo, que ví que lrabía hecho un platón extra, aproveché su descuido para atragantármelo íntegro con inconcebible voracidad. A las cinco que 188


GExn«el JueN ANonru Ar-rralzÁrr

volvimos, me preguntó si había tomado el dulce y con la mayor frescura lo negué. Horas más tarde que platicaba con latíaHexiquía. cuando aparentemente no habían notado mi presencia, oi que Ie decía que estaba muy preocupada porque había envenenado con estrienina un dulce para las ratas y alguien se 1o había comido; que estaba segura de que sus hijos no habían sido. La tía contestó que si lograba saber quién 1o había hecho,le obligaría a beber mucho café. Inmediatamente empecé a sentir graves síntomas de envenenamiento con fuertes retortijones. Tan pronto como Ia tía se despidió, yo, con la mayor hipocresía, haciendo como que venía de la calle, todo compungido, me acerqué a mi madre para decirle que sentía sueño pero que tenía que llenar cinco planas de multiplicaciones y divisiones de muchas cifras y apenas tomando café podía cumplir. En mis orejas encontró mi querida madre el mejor antídoto.

Al empezar el siglo XX se celebraba el Año Santo. Repito que mi padre vino a instalarnos en Chiautla y repito que era buen cristiano y enemigo constante de la ostentación y de la capitalizacién de la fe, talvez por eso y para mayor sacrificio, según creó, decidió cumplir con 1o mandado por ia Iglesia para el Año Santo, en horas en que la Villa era un desierto, visitando, entre dos y cuatro de la tarde,las lejanas iglesias de San Miguel, Tlanichiautla y Analco, para terminar en la Parroquia. En esa población, edificada sobre tepetate, el calor de mediodía en el mes de rnarzo es infernal, y sin embargo, mi padre, con paciencia franciscana, hacía su diaria peregrinación siendo yo el único que 1o acompañaba. TaI vez porque llevó su nombre o acaso, según decían en la familia, por ser ei más parecido a é1, o no sé por qué motivo misterioso, eÍayo, de entre los hermanos, el que le era más afín. Con la confusa clasificación moderna relativa a ideologías tendría que definir a mi padre como un socialista- cristiano, liberal y progresista. En efecto, su asomo de clericalismo quiso siempre 8el

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I Mruo«r-ls

ser un animoso y humilde creyente que hizo cuanto pudo a costa de 1o suyo , aúrt de io indispensable para éI, por mitigar las nece-

sidades de los desvalidos procurando invariablemente ei meioramiento de 1os misrnos. Cuando la autoridad de don Porfirio era omnipotente v temida, mi padre no vaciló en desafiarla, encabezando como Alcalde las firmas de ios componentes del Consejo del Municipio en un documento que el 12 de maYo de 1951 encontré en el archivo del Curato de O1inalá. Su lectura me produjo tremenda emoción porque revela las mismas ideas qlle a mi vez sostuve ante el Presidente Plutarco Elías Calles, durante la torpe persecución religiosa de 1926, según lo relataré más adeiante. El documento crue encontré, dice:

Los que suscribimos prometemos deiar a salvo en el ejercicio de nuestro ernpleo las leyes divinas v eclesiásticas o 1o que es 1o rnismo no ofender en 1o más mínimo las creencias católicas, en consecuencia er.itaremos el cumplimiento de las leyes cirriles en todo aquello que se opongan a las divinas -rr gsl.tiásticas y procuraremos en cuanto de nosotros dependa y por 1os medios legales 1a derogación y abrogación de aquellas leyes en su parte anticatólica, declarando como declaramos y esta promesa es absolutamente irrevocable.- Olinalá, diciembre 30 de 1898.- Juan Andreu, Celso Pantalión, Angel Ahnazán, Arten'Lio M. Alntazán, Mariano Acevedo, Mauro Rendón, Gonzalo Mendoza, Severo Rendón, Miguei Apresa, Miguel Rodríguez, Mariano Reves, Balero Franco, Jesús Patrón, firmó por mi y por Juan Re-ves. I'edro Pascual, Jesús Apresa.- Rúbricas. Ya desde ese entonces asomaba la intolerancia de mi buena hermana, a quien más tarde bauticé con el apodo de "Doña Torquemada"; intolerancia ultra fanática inexpiicable en una hija de padres ejemplarmente condescendientes. 90


G¡t¡¡n¡t

Jurtrr Auonrrr ALNIAZÁN

Elpárroco de Chiautia era e1 señor cura Demetrio Flores Ruiz, cuñado de mi herrnana v ella nos impuso la asistencia a la escuela parroquial en los sótanos fúnebres del Convento de San Agustín, en los últimos meses cle 1900. Al maestro, de cc'r1or certizo, facciones toscas v pelan de 1-rirsuta en la cabeza y en los bigotes, 1o llamaban el "Terremoto", aunque hubiera sido más apropiado el mote de "Puerco Espín". Para disciplinarnos y meternos las lecciones, su mejor procedirniento consistía en el uso de la disciplina: una correa entretejida que se dir.idía en múltiples prolongaciones terminadas en Lrolas de plomo. A pesar de mi cercanía a su p-rotector elpárroco, una \rez me consideró merecedor cle sus afanes v me hizo sentir lumbre en las asentaderas \r \rer estrellitas en ver-

tiginosa revoltura. El Jefe político, don Ignacio Flores Iluiz (otro hermano de mi cuñado casado con una prima, hija de la tía Hexequía), intercedió para que en 1901, asistiérarnos a la ruinosa escuela oficial, pero en1902, va concurrimos a la nueva que el mismo Jefe construyó, la que fue a inaugurar y dirigir rln gran maestro normalista del mismo Chiautla, don Martiniano Guerrero; en ésta fuimos felices y aprovechamos. También don Martlniano usaba a veces la pa1meta, como de cuarenta centímetros por cinco -y por dos; 11amando al pillastre frente a é11e pedía 1a mano horizontal r., hacía arriba, le óogía las puntas de loi dedos combándolos par;a atrás de rnodo que resaitarála palma, en donde descargaba un golpe centelleante" No recuerdo por qué una vez fuí canclidato v apuré el cáliz hasta el último detalle, pero en el momento culminante, bien porqlle no hubiera cometido faita o porque 1a angustia que vio en mi cara 1o venció, ei caso fue que terminó la inminente tragedia con una franca risa de1 buen maestro Por esa época me cayó una curiosa chambita. N{i hermana descubrió en mí notables aptitudes para pilmamo y quieras que no me puso criarle a sus hijos, en cuantas iroras me dejaba libre la e1l


] Mnronres

escuela. Seguramente que algunas cicatrices habré dejado a Emi1io, Augusto, Ulpiano, Isauro y Octavio con pellizcos, zancadillas y pedradas; mis modos de acariciarlos. Se me escaparon Tito y ]ulio, porque cuando me necesitaron ya era yo estudiante de Medicina o general. En un viaje de mi padre a Chiautla en1902,le acompañaban los dos hermanos inmediatamente mayores a mí, que por distintas razones no habían de volver al Seminario de Chilapa. Al vender mi padre una buena partida de botes petroleros con esencia de iinoleo que había producido en sll cruel destierro de Oztutla, nos puso una bien surtido botica, para que nri madre, ya con cinco hijos en casa, pudiera atender las exigencias diarias de la rnisma. Pero, desgraciadamente el hermano Braulio, dependiente mayor, unido a un íntimo a inseparable annigo v companero del Seminario, Alberto Rodríguez "El Chaqueta" -que años después murió como general zapatista por Pinotepa Nacional, Oax.-, disponía para 1os esparcitnientos propios de la edad, aunque no de un recién salido del Seminario, de cuantos pesos caían y é1 podía substraer; naturalmente que yo, el clependiente menorr disponía de los centavos que me dejaba, con 1o que compraba mis charamuscas y trornpadas, escapándorne al anochecer a jugarme unas cuantas tablas en la antigua y afamada lotería de la Villa, donde al oír uno cantar "el premio de los ladrones", "la cobija de los pobres", "ay siqui, siriqui, cuándo", "el que le cantó a San Pedro" ,y asísucesivamente, se apuntaban con maíces todas 1as figuras sin que éstas fueran jamás nombradas. No hav que pensar que la participación que me había señalado en el negocio de la botica pudiera dedicarla a algo pecarrinoso que ahora trate de ocultar, pues 1o verdaderamente curioso es que, según tecuerdo, tuve más inquietudes sexuales entre 1os cinco y los ocho años que entre los nueve y los trece. ¿Sería el ambiente de Olinalá en que era feliz, en contraste con la hostilidad dei medio de Chiautia, cu\ro valor, la pobrezay otras cosas me hacían desdichado? ¿Era que aquí no topé con alguna muchacha que me atrajera? le2


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A pesar de mis pequeños hurtos y las comisiones que me adjudicaba muy confidencialmente en cada mandado que hacía a mi mad.re o a mi hermana, me sentía un verdadero miserable, y pensándo1o y examinándolo constantemente, desde todos los ángulos,llegaba a la conclusión dolorosa, que ocultaba cuidadosamente, de que no era hijo de mis padres, tli hennano de mis hermanos, sino algún huérfano recogido poco después de nacer, a quien no se quieie hacer sufrir con la verdad. No me explicaba de otra manerá el que cuantos minutos me dejaba libre la escuela, desde las seis de lá mañana hasta las diez de la noche,1ne ocuparán de dependiente, de pilmamo de los sobrinos v de mandadero consiante. La realidad es que, de los tres chicos, el que me seguía, Samuel, era el más inteligente de la familia, como lo demostró con su brillante carrera de médico; tan inteligente que, invariablemente, cuando lo mandaban a comprar cuartilla de manteca traía tequesquite, v así siempre. En cuanto al último, Leonides, bastaba que le hicieran el menor encargo Para que emPezara a dar unos berridos desaforados. En justísimo desquite le puse "\,iolines" y bastaba que, estalrdo mi madre distraída, pasara JYo mi mano derecha en calidad de arco de violín sobre nibrazo izquierdo extenclido para que el xocoyote armara fenomenal escándalo y yo tuviera que huir del castigo acostumbrado. Cada año, el pueblo entero de Olinalá manda sus pinturas a la Feria de Tepalcinco, Morelos, para la fiesta del Tercer Viernes de la Cuaresma. Desde principios de 1a semana anterior empiezan a salir caravanas de burros cargados y hombres o familias a caballo. El sábado deben llegar a Huehuetlán, muy cerca de Chiautla, donde venden e1 domingo. En 1901 me alboroté para ir a vel. a 1os paisanos. Ahí me acaparó mi tío y padrino Juan Almazán, hombre rnaduro que venía en viaje de bodas con su segunda esposa, una admirable jinete, mujer arrogante, joven, llena de vida v gracia, que con un beso maternal en mi frente produjo en mí i-ror-t¿u emoción, pues nunca acostumbramos que ni las madres e3 I


] N{rrtotues

ni las hermanas besen a los hijos o hermanos ya cfecidos. Entre los dos quisieron llevarme a conocer la famosa 1' legendaria Feria de Tepalcinco, donde me quedé maravillado por la muchedumbre nunca soñada, de comerciantes y creyentes, la infinita yariedad de mercancías y animaies que ahí cambian de dueño v 1a Iglesia pletórica de quienes buscan la salud, en medio de una densa nube de incienso donde parpadean millares de luces de las ceras que ofrendan los desvalidos.

Afuera, en las noches, una serie increíble de "partidas" con largas mesas materialmente agobiadas por 1os macizos de ringleras de pesos, de los de a dos por dólar, para pagar a los afortunados en los albures. Para 1os chicos y las señoras había grandes atractivos entre los que se destacaban las más modernas "Panorámicas" con música desconocida v pegajosa. Estando en Cl-riautla, ocurrió una tragedia que conmovió a 1a familia y a mí me deparó grandes enseñanzas de la vida. El hermano menor de mi madre, hombre bueno y moderado en sus hábitos, ciudadano ejemplar, al empezar el siglo era en mi tierra presidente municipal v tut o que ordenar 1a aprehensión del temido abigeo Juan Flores, con negros antecedentes de asesino, que asolaba el municipio de Olinaiá. Con só1o cruzar el río Tiapaneco para llegar a su tierra lxcamilpa, que ya pertenece al estado de Puebla, el malhechor burlaba a la autoridad. Mi tío Artemio tenía necesidad de rrenir a Puebla, que siempre ha sido nuestra metrópoli, geográftcay económicamente; desoyó a todos los olinaltecos que le aconsejaban largos rodeos para el indispensable viaie y se aventuró por lxcamilpa; e1 llapaneco estaba crecidísimo v los balseros batallaron para crüzarlo. Cuando el tío Artemio saltaba a tierra surgió a dos metros de distancia t'quién sabe cómo, 1a siniestra -v corpuienta figura de Juan Flores, ante quien el tío era un verdadero pigmeo: "Mira, Temio", le hablÓ, "con esta vara te voy a dar tu merecido" (y blandía una correosa vara), "para que 94


GrNnnel JuaN ANnnru ArrraezÁN

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aprendas a recibir en tu pueblo como merecen, a gentes que valen, que son más hombres que todos los olinal..." y no terminó porque de pronto los dos empuñaban las pistolas y la primera baia de Flores destrozó elbrazo izquierdo de mi tío y providencialmente se embaló su revólver, mientras que el plomo de la de mi tío llenaba y destrozada el corazón de Flores. Este, con toda su corpulencia, con las ansias de la muerte y con todo el odio que sentía, se echó sobre mi tío y 1o estaba ahogando en las achocolatadas aguas del río crecido, cualdo 1o salvaron los balseros al quitarle de encima a Flores, ya en los estertores de la muerte. El pobre tío Artemio llegó un día después en la noche a nuestra casa/ con gran contento de nosotros, que ignorábamos a 1o sucedido y, a1 día siguiente, fue a presentarse alJuzgado de Primera Instancia poblano. Luego vino el proceso interminable, con desfile de testigos, que habiaque traer a toda costa, los peritajes, los antecedentes de los protagonistas, la mala voluntad de los poblanos para los guerrerenses, los crecidos gastos, el año entero que se iba en el esclarecimiento, hasta que al fin se impuso la obligada absolución.

Mientras el proceso duró, el tío estuvo detenido en la pieza del alcaide de la cárcel pública y, naturalmente, yo, el mandadero permanente, era el encargado de llevarle al tío los alimentos. A poco, me consideraban como de casa en la cárcel y llevaba las mejores relaciones con Ios " carrtitas" de la guardia, sobre todo, con el trompeta que me asombraba con su capacidad pulmonat pata las dianas interminables a solo obligado; también me hice amigo de los reos comunes, a quienes regalaba algo que me daba mi tío para elIos, como cigarros, velas, papel, fruta, etc. En cambio, admiraba y aprovechaba también la habilidad de eI1os para hacer primores en coyol, en hueso, en cuerno o en palma. Cuando ya mi tío habia sido absuelto y vuelto a Olinalá, ernpezarona circular rumores difusos en Chiautl,a.Habiapeligro en concepto de todos y nadie 1o precisaba. Al revés de Olinalá, e5 I


i lvlrvontas

donde tan bien se trata, o se trataba a los indios, en Chiautla ocuffe 10 contrario, pues los mestizos del "centro" qr" son los menos, siempre andan a 1a gleña con los indios de San Miguel, el barrio más populoso, y siempre volaban las consejas de que sí Abral-ram Ramírez, el jefe de los indios, quería asaltar el "centro" como ya habían hecho en décadas atrás y en distintas ocasiones; que si 1os indios de Huehuetlán serían los asaltantes; que si los cle Jolaipan eran los descontentos, etc., etc. Total, nada en concreto, pero e1 arnbiente estaba l1eno de rumores y mi hermano Braulio v el célebre "Chaqueta" presumiendo de adalides con dos pistolas inútiles, se subían a la azotea de noche para defender la plaza, sin saber frente a quien y sólo mientras no 1os rendía e1 sueño. Más bien subían a fumar como condenados, a escondidas de mi madre. Luego, por cansancio de los murmuradores, renació ia tranquilidad y nadie volr.ió a hablar de los mil veces famosos "pronunciados". Pero, a poco de disfrutar de una verdadera calma, una madrugada entre dos v tres, por abril de 7903, nos despertaron muchos golpes secos que resultaron balazos, gritos destemplados y tropeles de caballería sobre el tepetate de la plaza. En mi casa hubo pánico, seguido de un silencio absoluto ). ).o, burlando Ia vigilancia materna, pude escapar por ia calie de atrás para correr a la plaza, en donde me amaneció 1. experimenté la prirnera gran emoción bélica, al contemplar y paipar hombres y caballos muertos. Los cadáveres correspondían a individuos para rní desconocidos, hasta que al entrar al portal tropecé con r-arios soldados muertos amigos y, sobre todo,lo que más lamenté y me entristeció, fue hallar a mi aclmirado trompeta va cadár,er, pero con una faz cornplacida, una actitud tan varonil v un coior tan natural, que me pus" , hablarle para clespertar'lo crevendo, que después de 1a lucha lo había rendido el sueño.

le6


GErrrenal juaN ANo«Eu ArIltazAN

I

Últimos recuerdos de Chiautla. Dolorosas enseñatrzas. El efecto calmante de las maldiciones, tan útiles para tratar bandidos Según se dijo después, sucedió que Jesús Morales, ranchero del Distrito, se había confabulado con los Jefes de San Miguel, para asaltar el "centro", poner en libertad a 1os presos y destruir algunos expedientes delJuzgado de Primera Instancia. Pero los de San Miguel no ayudarory y Morales y los suyos en lugar de dominar a la dormida guardia, acercándose a pie sigilosamente, penetraron con gran estrépito a caballo, queriendo batir con sus carabinas 44, de bala de plomo, un edificio rnacizo donde los defensores tuvieron tiempo de parapetarse. Enlre los muertos también figuraba Jesús Morales. De Chiautla quedó en mi alma dolorosa enseñanza, de que los mestizos desprecian y explotan a ios indios, sin respetarles su dignidad humana y de que éstos almacenan y comprimen en sus pe-

chos un profundo

y justificado rencor, hasta que estalla y

destruye cuanto les estorba.

Talvez por estos sentimientos, en Ia escuela era más amigo de los prietitos como Isaías Anzures o Gilberto Bosques que de VergaÍa, un muchachote blanco, alto, robusto, que se sentía un verdadero " criollo" de 1800, a juzgar por el trato que nos daba a todo 1os mestizos. Con é1 me sucedió algo parecido a 1o que me ocurrió años atrás con mi hermano Miguel, es deci¡, que conquisté su respeto y su estimación cuando menos 1o esperaba y fue más bien en un arranque involuntario, producto del gran temor que siempre me habíainspirado. A la hora del recreo buscaba Vergara un rincón del patio fuera de la vista del maeskorpara extender en el suelo una manta verde, como de un metro cuadrado donde tenía pegadas las cuarenta cartas de una baraja, para que jugáramos a El Tiempo. Teóricamente, Vergara debía tener en 1a mano otra baraja con una carta más a la que había borrado la figura y pine7 I


I Mr:rronr,ls

tado el diablo, al que llamaba El Tiempo. Todos apostábamos pizarrines y la carta que iba saliendo, después de barajar v partir, la iba parando, pero cuando salía el diablo decía: "¡El Tiempo que IIegó " , y barría con las apuestas restantes. Empero un dÍa, al poner la baraja para partir, alcancé a ver que E1 Tiempo estaba a bajo y me apresuré a ievantar casi toda las cartas para que E1 Tiempo quedara muy arriba, apostando todos rnis pizart'ines, seguro de dar el gran golpe. ¡Cuái no sería mi sorpresa cuando al cantar sólo dos o tres cartas de abajo se apareció el horrible diablol Me apresuré a barrer para mi los pizarrines v me levanté gritando que era un tramposo, porque tenía muchos diablos en 1a baraia. A mí irreflexivo acto sucedió e1 terror, cuando vi que se me echaba encima en la azotea de la escuela, r'sólo para quitarme los puñetazos que me llor¡ían levanté mi rnano en un golpe que seguramente no está clasificado en el manual de Queensbetr\', pero tan efícaz, que fue a dar en su nariz, c1e la que inmediatamente brotó un torrente de sangre, seguramente porque padecerÍa de hemofilia. La vista de su sangre me pareció que era mi sentencia de muerte y al saiir de 1a escuela desapareció como por arte de magia. Para colmo de males, esa noche se les ocurrió a mis hermanitos comer los ricos tamales que vendían en laPlaza de la Lotería y, naturahnente, recibí la orden de ir a comprarlos. No había caminado veinte pasos cuando mis piernas se negaron rotundamente a emprender 1a más desenfrenada ftga, al toparme nada menos que con el ogro que me espiaba. No pudiendo correr, porque estaba paralizado, vi que Vergara se me acercaba y, para mi mavor sorpresa, en la forma más suave que pudo, me dijo que vo había sufrido una equivocación, que debíamos ser buenos amigos, como efectivamente los fuimos desde entonces; que me invitaba a jugar lotería corriendo a cargo de é1 la paga de todas las tablas, 1o que sucedió, por io que esa vez no irubo necesidad c1e que mermara la mercancía que se me habia encargado. Parecido en 1o físico a Vergara, era mi primo Juvencio Ibarra le8


GrNanar ]uaN Aruo«ru ArrraezÁrt

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Andreu, quien me llevaba unos cuatro años y era hijo menor de mi tÍa Regina Varelas. Muchas veces 1o envió su anciano padre donJoaquín, con destino a un internado de Puebla, y la última iba hasta amarrado en el caballo, pero de la estación de Tlacualptcán se les fugó por una ventanilla al partir el tren. En esta ocasión fuí testigo de la paliza que le dió tío Joaquín y no alcanzaba a comprender la conducta de mi primo, porque estaba seguro de que ningún muchacho de Olinalá hubiera dejado de aceptar con júbilo ser mandado a un buen colegio de 1a ciudad. Con el anhelo de ser ayudado algún díaparair a estudiar a Puebla, me mostraba muy comedido con el tío Joaquín. Este señor, muy seco y muy ftabajador, empezó atomarme afecto y me invitaba a menudo a acompañarlo a caballo a reconocer su ganado de IxhuatLány a vigilar la reparación de los lienzos de alambre de púas de sus potreros o la construcción de otros nuevos, así de algunas mangas de cantos rodados o tecorraies. Y como era de los incansables que dirigen trabajando,yotarnbién ayudaba, sobre todo al effrpezar las lluvias, cuando reunía y reprfasus incontables yuntas a quienes habian de pagarle conrrraiz. No hubo necesidad al fin de la ayr-rda de estos parientes, porque mi cuñado, al que cuando era novio no podíamos ver ni en pintura, resultó ser, hombre de grar. corazón y decidido protector mío, quien posteriormente me llevó a Puebla.

Vivíamos en una casa de Ios tíos Joaquín y HexiquíatpoÍ 1o que las cocinas se comunicaban con la residencia de elIos. Una noche en que nuestras travesuras habían rebasado el límite de 1o tolerable, mi madre nos iba persiguiendo a un $upo como de seis primos y en el comedor de los Ibarua, mal alumbrado, alcanzó a coger por el cuello a uno de los pingos, a quien incontinenti empezó a dar duros azotes. Nosokos, desde lugar más obscuro, Íeíamos a carcajadas, porque mi madre, que hacía algún tiempo habíaperdido el sentido auditivo, no oía que su víctima, en medio de grandes alaridos, le decía: "Yo no soy su hijo Samuel, tía María: yo soy Matías, Matías, Matías..." 99


I Mrvonlas

Durante nuestra estancia en Chiautla, Puebla, ocurrió aquel intento de rebelión en Guerrero, que provocó fuerte movimiento de kopas federales rumbo a mi estado. Presumía mucho ante los escolapios asombrados, de las majestuosas e inexpugnables murallas de la Sierra Madre del Sur, que yo les describía minuciosamente, sin conocerlas, donde las fuerzas de Iturbide y de Santa Arura habían sufrido humillantes derrotas infligidas por las de Guerrero y de Alvatez, y amenazaba con una catástrofe para el régimen de don Porfirio, si insisfa en profanar el sagrado suelo de los invictos habitantes del sur. Todo lo decía y 1o gritaba con énfasis ridículo, porque me parecía una obligada ofrenda a mis deberes y a mi amor por el terruño. Pero nada pasó y yo calmé mis infantiles ansias guerreras. En Chiautla quedó una sección del 14 Regimiento de Línea, al mando de un teniente Enciso. Éste y sus treinta y dos soldados y sus caballos empelados gordos y grandes, causaban la admiración del vecindario que a diario se reunía en la plazuela del palacio Viejo para ver las notables maniobras de los militares a pie y acaballo. Yo, sobre todo, senfa ardientes impulsos de participar en míticas campañas, al escuchar los toques marciales que ya me sabía para silbarlos. Lo malo fue que jamás pude silbar.

Mi padre tenía dos medicinas maravillosas, una para la picadura de alacrán y otra para la pulmonía, por 1o que, cuando de chico me picó un alacrán en brazos de mi hermana, con las cucharadas milagrosas la pasé sin novedad. En Chiautla volvió a acontecerme la misma desgracia y como entonces no hubo quien encontrara en mi casa el medicamento que mi padre había dejado a prevencióry casi me muero víctima de terrible "frabada",la que pasados ocho días no me dejaba beber agua fría porque experimentaba la sensación de que a 1o largo del esófago me estabapasando un grueso haz de cabellos de mujer. Lo más deplorable | 100


Grxrn-rl Ji-.ll.r

A)aDREU

Anrlzi,x

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fue que cuando mi padre murió, de pulmonía en 19L8, tampoco hubo quien Ie procurara la medicina, debido a que los médicos que le atendieron se opusieron 1, le recetaron dizque los nuevos procedimlentos, con que 1o mataron. Como hacía tiempo que el señor Cura Demetrio había sido removido a 1a Parroquia de San Jerónimo Xacavatlán, pueblo casí de indios puros, del Distrito c1e Acatlán, a donde se había llevado a su madre doña Petronila Ruiz, viuda de Flores, ancianita agradabilísima y bondadosa, mi cuñado dispuso ir a pasar una temporada, de abril a junio de 19A2, al cuarto de su hermano, con su esposa, los dos hijos que ya tenía... y, naturalmente, el pilmamo, que era yo mero. Fuimos a Tlancualpicán a tomar el tren para la Angelópolis, ciudad que l1enó de arrobo, imaginándome que no podía haber en el mundo otra ni rnás grande ni más hermosa. En esto último todavía pienso que l'uebla es de las más lindas ciudades que conozco. Todas sus calles perfectamente empedradas, juntaban sus cuatro esquinas con prominencias que iban de ias escarpadas al centro del arrolro, para dar iugar a pequeños puentes formados por grandes lajas, que permitían la rápida salida de 1as aguas de lluvia. A p"resar de estas prominencias que suavemente iban a morir a los empedrados de 1os lados, el tránsito a bordo de las calandrias de bandera amarilla, o de 1os coches cerrados de bandera azul, se hacía sin 1a menor molestia, 1o mismo si tenían llantas de fierro que de hule.

Para mí eran emocionantes los bellos crepúsculos de Puebla, cuyos celajes de púrpura los atribuía mi espíritu sorprendido, por tantas cosas majestuosas que iba descubriendo, a las sensaciona1es noticias diarias de la formidable erupción en La Martinica. Por cierto que en los días que estur.iixos en Puebla, visitál:amos diariamente a mi prima Agripina, hija de tía Juanita, la fallecida hermana mayor de mi padre. Era casada Pina con ur1 señor 101 |


I Meuonlas

mucho mayor que ella, también Flores, don Nicolás, el hombre rico de ellos. Hay que pensar en mis sufrimientos cuando entre las muestras de afecto que prodigaba Ia prima rica al "muchachito pobre pero decent e" , recíbi un par de sus propios zapatos, de desecho. Eran botines angostos con telas de resorte a los lados y con orejas de cinta de color, para facilitar la introducción del pie. ¡Y mi buena hermana exigiéndome que los usara en la calLe, para que la querida prima viera que no era orgulloso! Salí de Puebla impresionado porque en 1a residencia donde nos alojamos, de otro hermano de mi cuñado, el licenciado don Manuel Flores Ruiz, uno de sus pequeños hijos, Alfredo, jugando con una prima mayor, ésta 1o había dejado caer desde los hombros hacia atrás, y había sufrido la fractura de la columna verte-

bral. Hicieron todo 1o humanamente posible por curarlo, pero quedó inválido hasta que murió adulto. Iba, pues, procurando por los polluelos que me tocaba cuidar y lo hice con esmero en el tren que nos condujo a Rosendo Márquez, y ef:.el carbonífero, que nos dejó en San Juan Ixcaquistla. Ya en San Jerónimo estaba más confiado, pero tn día, en que el calor encerraba a todo mundo y no se veían en la cal1e ni perros ni xindos (muchachos), me mandaron que sacara a Augusto del curato, no por bueno, según creo. Lo lievé ai átrio de la solitaria Iglesia y 1o senté en el hueco de una ventana, tan alta que a duras penas alcancé a ponerlo; por io que decidí cuidarlo con mayor esmero. De repente, una preciosa mariposa me desafió a cogerla para recrear a mi pupilo y corrí tras ella. En cosa de segundos, un retumbo en eI suelo y un alarido de Augusto, a quien vi boca aruiba, me dieron la seguridad de otr"a fractura dorsal. Con pánico me precipité a levantarlo y para que nadie se fuera a dar cuenta en el Curato,lo metía la Iglesia hasta por el altar mayor, y como mi azoro y sus gritos cadavez eran mayores, procedí heroicamente a llenarle la boca con flores de ofrenda, porque era el mes de María y de palomas de papel estrujadas, de las que acostumbraban mandarle a la Vir1102


Grrnler- Ju,iN AN»n¡u Arrlr,tzÁx

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gen, desde el coro por medio de hislo tendidos. Así iogré restaurar el augusto silencio de1 recinto sagrado y pude quitarle las ropas a mi crío para hacerle una rigurosa inspección de todo su cuerpo. Por cierto que cuancio 1o encontré íntegro me confié y le di terribles golpes en la nuca, entre los omóplatos y entre los riñones, para probar de una \¡ez por todas 1a famosa espina. Como siempre ha tenido Augusto un carácter agrio, me imagino que mi rudo examen fue e1 causante.

Cuando mi tío Artemio llegaba a Chiautla, acostumbraba darle a guardar a su herrnana -mi madte-, una iarga bolsa de cañarno tejido, en la que llevaba su dinero en oro v plata, sobre las ancas del caballo, debajo de su manga de hu1e. Cerraba 1a boca de la bolsa con orilla de piel y muchos ojillos, con un candado de combinación de discos con letras, de modo que solo podía abrirlo formando determinada palabra. Mi madre guardaba el tesoro en su ropero, del que yo tenía una llave de contrabando. Con rara habilidad, aún en tinieblas, daba con 1a clave y cada noche sacaba una moneda para comprar a1 día siguiente charamuscas y trompadas y jugar a la lotería, hábitos mencionados atrás. Mi perversiclad consistía en que estaba seguro de que mi tío se daba cuenta, atribuiría todo a la miseria en que r.ivíamos, que obligaba a mi santa madre a totnar lo indispensable para el diario, persuadido colrlo el estaba, de que nunca aceptaría ella directamente ni un centavo por el alojamiento v alimento del más chico de sus hermanos.

Aquí terminan mis andanzas de

1os años

vividos en Chiautla,

población de la que tan tristes recuerdos quedaron, siendo doloroso el que narro a continuación:

e1

más

Ya he dicho qlle en mi paclre encontré el summur¡ cie la toierancia, de 1a abnegación y de la resignación cristiana. Cuando 1o fastidiábamos de sobremanera, su exclamación era "¡Oh togua103 |


I Mruoruas

lan'rte!", cuyo significado jamás pude entender. Cuando se veía obligado a maltratar a alguiery la palabra gruesa que le oía era la de "chivato", y nunca recibíamos el menor castigo de sus manos. ¡Pobre padre, que nunca gozó delcalmante efecto de las palabro-

tas! ¡Esas maldiciones que empecé a aprender en los colegios y que luego me fueron indispensables cuando alternaba con rudos guerrilleros o con grandes bandidos, ante quienes había que demostrar o simular, al menos, entereza indomable, eran adjetivos a la par que fuente de energía, desahogo de peligrosas exaltaciones! Pero o fuí uno de los causantes de un momento de irritación en é1, el segundo que le ví en Ia vida, y también la única víctima. Una tarde al salir de la escuela llevamos, como de costumbre, a jugar al patio de nuestra casa, a una gruesa palomilla de primos y compañeros y, más que de costumbre, armamos tremendo bullicio. Salió mi padre de la sala a decirnos que se hallaba en la casa, de visita, el jefe político, el juez y otros personajes y que mientras perm¿mecieran con él guardáramos compostura, porque nuestros gritos no los dejaban conversar. Así se 1o ofrecimos/ pero a los pocos minutos hacíamos más ruido aún. Nueva aparición de mi padre y nueva promesa de enmienda, sin perjuicio de que al poco rato nuestro alboroto fuerzainfernal, con el resultado de que su justa cólera estallase. Lo malo fue que en el momento de su tercera aparición, con una cuarta para caballo en la mano, que había cogido de paso, yo estaba de espaldas a la puerta, dirigiendo una mezcla de corridos, gritos y carcajadas y no alcancé a comprender la súbita huida que iniciaban los del coro, antes de sufrir en mis espaldas un cuartazo, uno solo, pero tremendo, doloroso, inconcebible, que me dejó huella imborrable en el alma, porque habíapartido de la mano de mi padre.

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¡

Cnpirulo V EN Pu=eLA DE, Los,ANGELEs En Puebla de Los Ángeles. La verdadera historia de cómo perdí un dedo. Mis primeros empleos. Cómo conocí a Rodolfo Gaona Por los disturbios habidos en Chiautla y para una apropiada educación de 1os hijos, mi cuñado dispuso que permaneciera su familia en ia ciudad de Puebla r para donde había salido el 16 de :matzo de 1903. Y, como el pilmamo era indispensabie, mandaron por mí el mes de mayo siguiente. Ahí vivimos con suerte varia, pero con nuevos motivos cada día para liegar a querer acendradamente y para siempre, a esa bendita cludad. En los años en que el muchacho pasó a ser hombre, Puebla me deparaba múltiples y profundas emociones. Nacer y criarse en pueblos donde cada familia tiene su residencia aislada y donde con andar unos cientos de pasos se 1lega al campo libre, 1o obligan a uno a sobrecogerse ante las aglomeraciones en las urbes populosas v lo forza a averiguar y aún a experimentar, cómo pueden haciuare en "vecindades" muy reducidas los centenares de seres humanos que las


I Mnaonres

habitan, en la más deplorable promiscuidad y miseria. En cuanto a la parte comercial de la ciudad se me figuraba una área inmensa de edificios enormes y misteriosos, impasibles y hasta hostiles para cualquier necesidad de los pobres.

Un día llegué a buscar una medicina a una botica de la calle del Estanco de Hombres, pero llegué agobiado por la urgencia de orinar. La empleada que se ocupó de mi receta se había perdido entre los matraces y los almireces y yo sin poder más, creí que abriendo un poquito el esfínter, para mojar solamente una pierna, podría tener un alivio. Pero el esfínter no obedeció: una rarísima mezcla de dulce alivio y de mortal congoja me invadió 1, el 1íquido salió, salió incontenible corriendo hacia la puerta y saltando a la banqueta. Feiizmente yo era en ese momento eIúnico cliente y los ancianos dependientes no podían ver mi gracia de pronto, así que tan luego como recibí mi menjurge y pagué sin derecho a cambio, salí de estampida. Recuerdo mis pininos de ciudadano poblano. Recién llegado, cuando en las altas horas de la noche me turbaban e1 sueño los silbatos de las máquinas de la estación cercana, mi fantasía invariablemente imaginaba fabulosos viajes con quiméricas aventuras, en tierras que me absorbían, pero que no podían matar ia nostalgia de la tierra de mi niñez. Desde entonces, después de tantos años, cuando estoy solo no puedo evitar que una melancolía me invada momentáneamente al escuchar un silbido prolongado de tren: me parece que alguien, a quien se llevan para siempre, pide auxilio sin que nadie sea capaz de dárselo. Me gustaban los pregoneros de muéganos, que en las noches de frío los ofrecían por todas las calles con un sonsonete cantado cuya letra jamás pude entender, y por las mañanas, todavía más frías, me atraían los pregones de las "jaletinds" y, cuando me juntaba con cinco centavos, corría a comprar un vasote de cosa muy rica. I 106


Cnirnal

Ju:rN ANpn¡u ALI,IAZÁN

Entretanto, mi buena hermana Delfina -que fue y es para todos nosotros una segunda madre- sí mereció que la llarnara "doña Torquemada", pues llevada de su exaltada intolerancia me inscribió en 1903, en la lejana escuela anexa a la Iglesia de Guadalupe, de donde rrie quedaron los mejores recuerdos de ios sacerdotes Ramos :t Zárate. Luego pasé al prirner año de 1a Preparatoria Católica, en 1905, anexa a1 Seminario, por imposición también de la Inquisidora, que no nos dejaba leer más que el católico "Amigo de la Verdad" y nunca "El Imparcial" ni "El Po-

pular". Por cierto que bien aprovechaba el centavo que me costaba el

"Amigo de la Verdad", aunque me enseñaba a ser el grar-r mentiroso, porque cuando doña Torquemada me acusaba con mi madre de que no iba a misa rezada, yo la desmentía con cinismo singular v le demostraba mi edificante devoción con mi espontánea asistencia a la interminable misa cantada, a la que ella asistía, y, al efecto, le repetía el Evangelio de1 día a que se había referido el inacabable sermón...; Evangelio que acababa de leer escondido por algún rincón en el famoso "Amigo de la Verdad". cinco de la tarde que salíamos de la Guadalupana, donde casi todos éramos de fuera cie Puebla, corríarnos a guerrear a pedradas a un baldío deh'ás c1e Ia Penitenciaría, con poblanos de una escuela del Gobierno. Una r.ez, después del combate, Íbamos tres muchachos por la banqueta de la casa c1e1 Gobernador, general don Mucio P. Martínez, hablando horrores de los poblanos, como desgraciadamente 1o hacen todos los fuereños, co1-I el disimulo y a veces hasta con 1a complicidad de los propios nativos.

A

1as

Aunque no nos cuidábarnos, no creíamos que nadie nos oyera, sin fijarnos en un cochero que estaba en el pescante frente a 1a entrada de la casa del Gobernador, quien, al escuchar nuestras estupideces, había bajado de su asiento y no seguía gritando que sí 107 |


I Murlorues

no nos gustaba Puebla fuéramos a moler a quién sabe quiénes, pero como no quisimos enterarnos de sus justificados denuestos, empezaron a caer cerca de nosotros tamaños pedruscos que arrojaba con vigor notable. Nosotros, a correr desaforados, y é1, a seguirnos por todo el paseo nuevo y el costado de la Plaza de Toros. Bueno, desde ese día reflexione seriamente sobre la infamia de los refugiados en Puebla, y poco a poco, hasta la fecha, fui sintiéndome más poblano que muchos poblanos, a los que admiré años más tarde en graves situaciones, como hombres ¡verdaderamente valientes y dignos! Lo malo era que entre la clase adinerada abundaba el "gachupinismo". ]unto a ellos, muchos ganapanes "hijos de español empeñero y mexicanarica", se proclamaban españoles.

Alternar de pronto con gente que se considera más importante que uno trae continuos sinsabores. Me habían enseñado que cuando le ofrecen a uno alguna cosa, por ejemplo, una golosina, habia que rehusarla dando las gracias a tres veces, antes de aceptar. Sobre todo, ante la soberbia mesa de la residencia del licenciado don Miguel Flores Ruiz, a donde constantemente llegaba en compañía del hijo, del mismo nombre, se me hacía agua la boca a la vista de exquisitos postres. Cuando doña Rafaelita me instaba a tomar algo, me rehusaba, apretándome el dedo meñique, para que al llegar la presión al dedo medio no fuera a equivocarme y me considera a la libre de acentar honrosamente, más bien como resignándome a hacer un favor, sin llegar a demostrar que iba a saciar mi ansía devoradora, cual si fuera un diabético o una víctima de lombriz solitaria. Lo malo era que el calor de mis hipócritas negativas, estaba en relación directa con mi deseo de aceptar, y eran tan convincentes, que los ofrecimientos no llegaban a tres, muchas veces se quedaban en dos y, naturalmente, yo también me quedaba maldiciendo con grandes palabrotas, en el pensamiento, al inconsecuente señor Carreño. I 108


G¡Nru¡u. Julrx Ar-onlu Ar-rr.ltzÁn

]

Por el contrario, habiéndome enseñado que debía aceptar con gran contento cuánto se me servía, pasaba grandes apuros cuando en tiempo de Cuaresn-Ia, tenía que comer en la mesa de la prima Pina, en compañía de sus tres hijas y tres hijos y bajo la severa mirada del tío Nicolás. Era entonces de ritual, el empezar con el caldo de habas qlle lne sabía a agua de carabaña; creo que 1o mismo 1es pasaba a los tres pinacates varones, puesto que al consumar yo el sacrificio de mi respectiva raciÓn, me iban pasando el plato de cada uno de ellos, acotnpañado de cínicas aseveraciones de los tres, respecto a que me encantaba el odiado caldo, v ¡toclavía la buena Pina me ofrecía una quinta raciónl Era yo un pollón presumido que empezaba a ievantar golfila y cantar con 1as chocantes notas dei cambio de voz a las mocitas que se ponían a mi alcance, y Lln tormento me agobiaba; una in-

continencia urinaria nocturna que no dejaba seco el colchón donde dormía. De ahí mi supiicio, particularmente cuando tenía que pernoctar en casa extraña. De nada servían cuantas medicinas me aconsejaban, ni el orinar 1o más tarde posible, ni dejar de beber agua desde el atardecer, ni siquiera los chorros de cebo ardiente de una vela que siempre cargaba, con 1os que me levantaba ámpulas en el ombligo al acostarme. El único remedio eftcaz que me curó para siernpre fueron unas soberbias sin alegadas que mi cuñado me aplicó cierta noche, en que al pasar por mi alcoba me sorprendió cuando bien dormido, pero hasta con voluptuosldad, estaba yo disfrutando de tan cochina función.

Como el cambio de residencia de una población a otra significa, para las familias humildes, un vercladero desastre, con ia llegada propiamente mía a Puebla, voivió la pobreza a fincar sus Sarras en nosotros. La primera necesidad que había que atender era 1a 109


I Mrurorues

del alojamiento y vivienda, en constante mudanza de casas, porque generalmente nos echaban a correr los piojos blancos de los vecinos que en nuestra üerra no conocíamos y que sabíamos constituían los más eficaces transmisores del tifo, enfermedad que era desconocida en Olinalá. En las vecindades ya aludidas, donde hay que buscar nueva habitación muy a menudo, aprende uno a comprender la sabiduría de la naturaleza que da a los seres vivientes resistencia e inmunidad inconcebibles, puesto que les permiten subsistir en terrible hacinamiento con víctimas de enfermedades contagiosas, en cuartos hechos sinluz, sin oxígeno y horriblemente humildes. Y para las necesidades inaplazables, cuentan únicamente con los antihigiénicos comunes, lavaderos y resumideros, los que siempre están repletos de repulsivas babosas. El baño se tiene que hacer pagando el placer público, o bien en incómodas tinas portátiles, o simples baldes dentro de las habitaciones, y con agua helada. En esas vecindades conocí angustiado los apuros tremendos del abnegado pueblo mexicano parapagar la renta, al médico, las medicinas o el enüerro. No digo la comida, porque realmente se vive de milagro. Pero para los grandes apremios se disponía del rebozo, las faldas, la cama, todo, absolutamente, que desfilaba por las casas de empeño, odiosos antros de gachupines que prestaban cincuenta centavos por algo que podían vender fácilmente en cinco pesos y con un interés por 1o menos de diez por ciento mensual, de modo que el que llegaba a empeñar cualquier cosa, en realidad iba a rematarla por una cantidad miserable. En esa explotación inicua radicaba la causa de la desesperación y del ansia de lucha entre el pueblo de las ciudades mexicanas. Yo, que frecuentemente iba a empeñar alhajas de mi hermana, a escondidas de mi cuñado, 1o hacía en la casa de unos mexicanos Ruia en la esquina de Santo Domingo y Mesón de Santa Teresa, donde por tratarse de alhajas, no me cobraban sino el tres por ciento mensual. I 110


C¡NmeL JUAN ANDREU Ar.rr'rlzÁN

l

Mi hermano Alfredo era entonces trojero de la Hacienda de San Martín LaJoya, por Acajete, del Distrito de Tepeaca, por la falda de La Maiinche y cerca del cerro de El Pinal, propiedad del tío rico Nicolás Flores. Tal vez para darnos algunos días de tranquilidad en 1o relativo al sustento, por las raciones que recibía de r:eaí2, fríjol, trigo, etc., por su empleo, nos invitó a pasar una temporada con é1, y apro\¡echando las vacaciones de 1904, fuí allá a alcanzar a mi madre. Ciertarnente que no me divertí 1o que esperaba, porque acostumbrado a los ranchos de la tierra caliente, se me encogía el corazón con el ambiente helado de diciembre v el aspecto desértico de1 lugar, golpeado siempre por corrientes de aire frío. Además, el aspecto adusto, sucio, miserable con aire de rencor de 1os Lreones acasillados que ese amontonaban con sus hijos y sus animales domésticos en la calpanería, provocaba asco y compasión, sobre todo, porque no había amanecido cuando va se les escuchaba en 1a Hacienda Vieja, donde vivíamos, el alabado, mientras operaban los troncos de mulas para el trabajo, y ya era oscuro otra vez cuando todavía estaban cantando el alabado y desunciendo sus tiros de mulas. De modo que sólo los domingos veían con la luz del día sus casas, y eso sí se los permitía 1a gran cantidad de pulque que bebían, sobre todo, las noches de los sábados. Es cierto que el agua de que podía disponerse era mil veces peor que elpulque, por ser de restos de depósitos en los jagüeyes, viejo y nuevo, de color verde, y batida siempre por los marranos, perros, \¡acas, mulas, burros y caballos de la Hacienda.

A poco de llegar v vendo a conocer ia Hacienda Nuer¡a, me vió el tío Nicolás, de aspecto venerable, corl sus largas barbas blancoamarillentas, V me dijo " ¡Qué bueno, Juanito, que rreniste a pasaf tus vacaciones, pero como 1a ociosidad es madre de todos los vicios, desde rnañana a las siete (cuando estaba amaneciendo con 111 |


I Mnuoruas

un frío de los demonios), te vienes al molino de olote. Vas a ganar un real diario, así se empiezat" Y desde el día siguiente tuve que ir a pegar a un gran burro manadero que se pone feroz cuando olfateaba a las yeguas, y todo el santo díahabía que arrearlo, llenar el depósito de olote y encostalar el producto desmenuzado, para revolverlo con rnaiz y tantearse a los animales en sus piensos. Pero, antes de cumplir la semana, fui a dejar mi dedo índice derecho en los engranes de una cortadora de rastrojo, que en unapiezainmediata estaba utilizando el caballerango Pedro.

Mi atribulada madre a quien corrí a dar el gran susto, me desprendió con unas tijeras 1o que colgaba de dedo y me cubrió con trapos con aguardiente. Esa misma noche estábamos en el páramo siberiano de la estación de Acajete para regresar a Puebla, donde por cinco reales que había yo obtenido de mi trabajo, se gastaron más de doscientos pesos, una fortuna, en la intervención de los doctores de Ita y Contreras. Por cierto, que cuando pocos años más tarde resulte de repente,patámi propio asombro, el general niño de la Revolución, me dolía contar esta prosaica historia del dedo y hubo veces; sobre todo si me rodeaban señoritas admiradoras, impresionables y de pronósticos favorables, que ante sus insistencias exigencias por conocer mis grandes aventutas guerreras, y esencialmente la batalla donde había perdido mi dedo, que según ellas debía haber sido terrible, me atreví a achacarle a una feroz lucha en Ia que, agotadas las municiones en ambos lados, tuvimos que acudir a los machetes, los famosos bolos de la costa, con los que hacíamos volar cabezas de prójimo a diestra y siniestra; lucha en la que dizque sufrí la amputación. La vida era dura para nosotros y repito que sí de los siete a los ocho años había tenido inquietudes actuales incipientes, de los nueve a los trece no recuerdo nada al respecto,lo que es raro por-

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Grlru«al JuaN Arr»nru AllraazÁN

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que muchas remembÍarrzas mías provienen desde los tres años. Me parece que mi castidad rraufragó con una noviecita por el rumbo del Obraje de la Lomba, pero fue una lucha lealde dos inexpertos que empezaror'L inocentemente sin saber 1o que van a hacer, y en que ambos salieron noqueados y asustados y en la vida no volvieron a encontrarse. Puede que ese procedimiento sea el más racion al para errrpezar, porque a ialta de tales oportunidades tendría uno que satisfacer los instintos exabruptamente despertados, inventando placeres solitarios. Ante las crónicas condiciones de penuria, tenia que trabaiN pra ayudar a mi pobre madre a atender a los dos más chicos y un buen día, tuve la suerte de conseguirme un estupendo empleo de contador, pero no de números, sino de piezas de pan. A1 efecto, debía presentarme todas las madrugadas, antes de las cuatro, a la panaderÍa de la calle. Sola, a despachar los canasteros que iban a enkegar a los tendejones y estanquiiios; cortarles el pan y arreglar las notas de cada pedido que surtía, lo que me llevaba hasta las siete y treinta de la mañana,horaen que sa1ía rápidamente a mi casa a desayunar para estar en la escuela a las ocho; 1o de desayunar era fórmula, porque naturalmente desde que llegaba alapanadería procuraba retacarme de pan calientito para todo el día, aunque/ por pudor, no me gustaba que los patrones supieran cuánto comía. Al salir de la escuela iba a cobrar a los estanquillos y tendajones y ahí volvía a la panaderíaparahacer ia liquidación que terminaba generalmente después de las ocho de la noche. Por esta ocupación" ganaba diariamente la bonita suma de cincuenta centavos.

Mi querida madre lloraba cuando tenía que despertarme en la madrugada, pero estaba contento con mi trabajo y con el patrór¡ que era un señor muy serio, pero agradable y bondadoso. Desgraciadamente, tenía dos hermanas, también amables, demasiado arnables, patológicamente amables, señoritas más que otoñales, entrando francamente al invierno de la vida y con la natural his113 |


I Mrrvrorues

y

amerrazas. A1 fin no me quedó más que, como nuevo casto José, dejarles en sus manos las faldas de mi camisa y huir llorándole a los besos, los bizcochos, las monjas y las semitas calientes que no volvería a comer. Es cierto que mi castidad pudo salir a flote, aunque ya había obtenido una nueva colección que me caía de perlas. Un benévolo señor Guajardo que contaba con la exclusiva de la venta de boletos para los toros (fiesta que recientemente había vuelto a permitirse en la Angelópolis), me confió una de las dos taquillas de sol y me pagaba cinco pesos. A1 empezar la lidia del segundo toro cerraba el expendio y con el dinero y mis papeles iba a presenciar el resto de la corrida, a sombra, para hacer la liquidación al terminar la siesta. Cuando el boleto valía un peso, era usual que yo no sacara más que los cinco pesos; pero si su valor era de setenta y cinco u ochenta centavos, entonces si llovía en mi milpita, porque cuando faltaban minutos para las tres, la aglomeración de los tahúr o filos era tremenda y había muchos renegados que me dejaban el cambio del peso, junto con algunas maldiciones, pues tal vez se les figuraba que no ponía yo la diligencia que podía en atender a otros tan exigentes como ellos, desesperados por ver la salida de las cuadrillas. En tales casos, mis utilidades adicionales ascendían a diez, veinte y hasta treinta pesos y el entusiasmo por la corrida era grande. Ahí conocí y traté a los componentes de la Cuadrillaluvenil de Satumino Frutos "Ojitos", que antes de darse a conocer en la Ciudad de México, torearon dieciocho corridas en Puebla con evidente éxito de todos, y desde luego, de los espadas Rodolfo Gaona y Samuel Solís.

teria compuesta zalaÍnas, exigencias

En el Colegio de San Pedro y San Pablo. Aprobado en solfeo con una condición: no cantar más. Vacaciones en Olinalá Cuando llegaban las vacaciones me apresuraba a salir para la infernal tierra donde el abnegado autor de mis días se mataba ma111,4


Grr.lE«er Juen ANDREU

AruazÁN

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terialmente extrayendo esencia linaloe. En 1a estación de Tlancualpican me esperaba un caballo que me traiaelrnazo indio de confianza de mi padre, Luis "ColeÍnbra" , porque así llamaba a las culebras. Era notable tanto por el pinto que cubría materialmente su cara y sus manos, por su constante buen humor, por su habilidad para conseguir comida para nosotros y forraje para el caballo, como por su diligencia. En esos viajes imponía mi voluntady nunca dormía en casa durante 1a fravesía, sino que llegábamos al ponerse el sol a algtmparaje de arrieros ; un árbolfrondoso y a su alrededor un lugar limpio y grupos de tres piedras, entre las cuales, con unos cuantos leños, se hacía buena lumbre para calentar 1o que traíamos para cenar. Luego, a dar las dormidas más sabrosas sobre los avíos con la montura por cabecera. " CoLerttbra" soltaba al animal paraqué buscará pasto que comer, con la seguridad de que en la madrugada, con sólo sonar el maíz en el mismo morral donde habría de comerlo, se preserúaria prontamente. Y mientras se 1o metía en el hocico colgándoselo a modo de cabezada,yo me rodaba un poco sobre mi propia cobija. Luis ensillaba, levantaba todo, y en un minuto íbamos caminando, ahuyentándome el sueño del amanecer con mil ocurrencias en su media lengua. Que me hacían reír. Cuatrero hasta 1o increíble era el buen "Colembra" .Pasábamos por Texmalac y me detenía conmovido en el lugar, donde me explicaba que los españoles habían hecho prisionero al inconmensurable Morelos; yo le promefa que cuando fuera grande levantaría allí un monumento al heroico Cura,lo cual no he cumplido. Sobrepasado el gran pueblo de indios, Copalillo, dos horas después llegaba a Ozutla, donde encontraba al modelo de abnegación, mi padre, quien a pesar de hallarse privado de la vista, porque se le desarroilaron cataratas bilaterales, se obstinaba en no abandonar su negocio. Uno, dos y hasta tres días me 1a pasaba felízplaticando con é1, viendo la destilación de la madera o de la frutade linaloe en los alambiques, pero luego mi padre compren115 I


I Muvronras

día mi sufrimiento por el calor y los millares de moscos y se empeñaba en que siguiera a Olinalá. Al otro lado del Balsas subía la sierra hasta un hermoso rancho de clima delicioso y perteneciente a Gerardo Coronel, un verdadero patriarca que contaba por docenas a sus nietas, garbosas, gentiles y hechiceras. Cuando salía de ese rancho con numerosas casas de una sola familia, me iba suspirando y resuelto a volver, sobre todo, para decidir cuál de las beldades campiranas me gustaba más. Años más tarde que volví, confrecuencia como general revolucionario, tampoco pude decidir, porque ninguna me tomó en serio, aunque sin regatearme su jovial hospitalidad. La llegada a Olinalá suponía un acontecimiento, pues aunque la acogida de la austera Mamanita era ceremoniosa, en cambio, la de las tías ya ancianas, era verdaderamente efusiva; se desvivían por verme contentó y celebraban hasta el llanto las más tontas de mis simplezas. IJna vez, ert que también mi padre fue al pueblo, se me ocurrió llevar un disfraz de grandes bigotes y espesa barba; me acostaron en una cuna situada en penumbra y me hicieron ponerme las barbas postizas cuando mi padre estaba al llegar. Le dijeron que un viajero conocido estaba enfermo y que necesitaba que 1o reconociera. Fue con las tías, verificó un minucioso reconocimiento y a la hora de recetar, exclamó: "Tengo un remedio maravilloso para este enfermo tan grave" y, diciendo y haciendo, me sacudió de las dos orejas.

Una de esas vacaciones fue la última vez que mi madre visitó la tierra querida, y encontrando la casa donde nacieran sus doce hijos ya destruida hasta los cimientos, por los temblores y la deshabitación de diez años, nos alojamos en la casona de la Mamanita. A 1os pocos días nos fuimos en carav¿rna a la "Mllpa" de la abuela, cerca del populoso pueblo de indios Temalacacingo, donde los principales de apellido Menor se desvivían por homenajearnos a base de la mejor música del rumbo. Habíamos ido a |

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Gl-v.net. Ju,rN Anntr¡u

Aluaz,iN

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ver las cestas repletas de magníficas mazorcas de una cosecha, acaffeadas en innumerables tecolpetes, junto con montañas de calabazas y de frijol. Los chicos aprovechamos muy bien ios días que allí pasamos, recorriendo incansablemente en las barrancas para juntar cuartoiolotes, coapinoles, tlal-ruancas, capires, guayabilios y cuaguavotes. También hacían-ios gran acopio, para llevar a Puebla, de frijoles brincaclores. Elú1timo día, va para regresar a O1inalá, clespués de comer, sufrimos una verdadera tragedia. Los jacales techados de zacate, que rodeaban el corrai donde los cabailos estaban ensillados, se incendiaron. Sopiaba un fuerte ventarrón y una criada empeñada en que lleváramos al pueblo una calabaza en conserva, puso una lumbre detrás de uno de 1os jacales, e1 que se convirtió en llamas de improviso y prodigiosamente comunicó el fuego al resto. Mi padre, casi ciego, quiso y iogró espantar los animales; pero estuvo a punto de morir ablazado por el voraz elemento, sufriendo dolorosas quemaduras. Con trabajo pudimos reunir los caballos, pero no logramos salvar nada de nuestras cosas, por 1o que esa noche volvimos todos con la noble abuela a Olinalá, en calidad de náufragos.

Ai regresar a mis estudios en Puebla, en enero de 1906, me encontré con Ia nor,,edad de que ios estudiantes del único atlo que estuvo abierta ia Preparatoria Católica, dirigida por e1 padre Bazán, pasábamos al recién abierto colegio de San Pedro y San Pablo, en ei edificio colocado entre ei Palacio Arzobispal y el Palacio de Gobierno. El señor arzobispo don Ramón Ibarra y Gonzá\ez había hecho venir de Francia a un numeroso grupo de profesores. La congregación de San iuan Bautista de La Salle tenía a su cargo innumerables escuelas de Francia, pero al llegar la separación cle 1a Iglesia y del Estado pudieron seguir con sus propios colegios, más no son los oficiales, por 1o que muchos educadores emigraron a distintos países del mundo, v el señor Ibarra y Conzález tuvo 1a suerte de disponer de un grupo verda117

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I Mrnoruas

deramente selecto. Ninguno era sacerdote, pues para capellán del colegio tuvieron que escoger a un mexicano; eran hermanos que hacían votos de comunidad y de pobreza, y su única misión consistía en estudiar y enseñar. El hermano Pedro, un alemán alsaciano, era profesor de inglés y español; en nuestra lengua era una potencia y mantenía relaciones estrechas con los filólogos colombianos Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo, discípulo éste del gran venezolano Andrés Bello.

El hermano Heberto, profesor de geometria y trigonometría, había estudiado y enseñado también por más de cuarenta años. Tenía tal facilidad para enseñar, que en la primera clase nos dijo que nos iba a dar una sola explicación de la demostración del teorema conocido por el "puente de los burros". Que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Que al alumno que se la repitiera biery le daría diez notas buenas. Que le decían el "puente de los burros" porque el alumno que no entendiera la demostración después de varias explicaciones, más le valiera que ya no estudiara la geometría. Al terminar preguntó quién quería pasar alpizarrón y todos, absolutamente todos, levantamos la mano. El hermano Amadeo, profesor de geometriaanalincay cálculo infinitesimal, Doctor en Matemáticas de La Soborna, era el más

joven. Fungía como director, el hermano Alfonso Geberto, y aparte de los nombrados, vinieron también los hermanos Berthier, Teófilo, Arminio, Nicolás, Felipe y otros. Maestros especializados, los textos eran escritos por ellos mismos, con 1a dificilísima sencillez de los que dominan la materia. |

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Grxlnu

Ju.r-r

A\DRlu AlltezÁx

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Pero sobre todo, 1o más importantes en ellos -en mi conceptoera su tolerancia inigualable. Católicos como eran, en Turquía por ejemplo, 1a clase de religión no admitían a ninguno c1e 1os alumnos mahometanos si no iba el padre o el tutor del chico a pedir formalmente que se le adrnitiera en la clase de religión. En cuanto a nosotros, siempre nos decían que a ellos les gustaria, naturalmente, que fuésemos piadosos v practicásemos los sacramentos, pero que comulgar era una cosa tan augusta que requería una confesión perfecta, con sincera constricción, y que sí por cualquier circunstancia no nos sentÍamos capaces dei verdadero arrepentimiento, era preferible no confesarnos y que podríamos estar se-

guros de que no por alguna omisión de esta naturaleza, sufriríamos la menor olrserr.ación, y mucho menos, merma en nuestras calificaciones. La rrerdad de estas afirmaciones pude comprobarla, porque Lror motivos que no es del caso referir, desde el primer día que estuve en San Pedro, no acudí a la confesión y, sin embargo, no perdí por eso ios primeros puestos en mis clases, que en algunas n-re disputaba con José Carrasco y en otras con Ezequiel Ter-ssier v Joaquín Izquierdo. Eran sinceros, francos v abnegados. Había uno, el profesor de solfeo y francés, el hermano Bernardo, muy jovial y simpatiquísimo. No menos simpático, pero terrible, era un compañero mío, Pepe Pacheco, quien veinte años más tarde, siendo coronel a mis órdenes, fue asesinado en ia Hacienda de Tapia, Córdoba, Veracruz. Pepe Pacheco era en San Pedro, de los privilegiados, de los internos. Una vez el hermano Bernardo los llevó por el Par-rteón de la Piedad a1Río Atoyac v los dejé que triscaran a su gusto por largo rato. Cuando el herrnano Bernardo los l1amó a reunión con un silbato, notaron que faltaba l'acheco. Como de recién llegados al país, dos de los hermanos habíar-r sido asesinados por los indios 11e I


I Mrrrao«ras

de San Pablo del Monte, en una excursión a La Malinche, vivían con zozobra en sus salidas, por 1o que el hermano Bernardo, temeroso por la vida de Pacheco, dividió a todos en Srupos para buscarlo en el monte, con tan mala suerte para Pacheco, que precisamente el grupo del que formaba parte el hermano dió, detrás de un manchón de grandes magueyes, con el perdido que no había oído las llamadas porque estaba empeñado en convencerse a una bonita india de que sus previas promesas habían sido sinceras. Seguramente el hermano Bernardo y acompañantes sortearon la presencia de Satanás, de 1o que se dio cuenta al punto Pepe Pacheco, quien muy corrido y preocupado, incorporó a las excursiones. De vuelta en el colegio, Pepe considero que si el hermano 1o denunciaba, su expulsión era segura y su padre que radicaba en su Hacienda cercana a Tecamachalco, 1o iba a medio matar, por 1o que resolvió jugarse el todo por el todo. Se consiguió un pistolón todo oxidado, de esos de fulminante y espió al anochecer al hermano Bernardo, quien tenía que pasar por un corredor lóbrego. Al acercarse al hermano 1o llamó y le hizo entrar al gimnasio, más lóbrego a:ún, y ahí, haciendo de tripas corazón, se puso muy digno, muy altanero y, empuñando el arma fatidica,le dijo: "Mite hermano, ustedes como son santos todo 1o ven maL yo a esa indita no más le estaba enseñando unas oraciones para salvar su alma; pero si usted no me cree y me acusa con el Director, me van a expulsar y mi padre que es terrible me va a matar. Antes de que tal cosa suceda, si usted no me promete callarse, 1o mató ahorita". Cuando Pepe esperaba comprar el silencio con el terror, el hermano Bemardo, con la alegría del mártir en el semblante, se postró de hinojos con los brazos en cruz y la mirada en 1o alto y exclamó: "¡Dios mío, muero felízpor decir la verdad!" Asustado hasta el pánico, Pepe Pacheco, tiró su inofensivo trabuco y salió corriendo del gimnasio, Y también del colegio, sin detenerse siquiera a recoger sus cosas.

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Después de nuestras rigurosísimos exámenes en San Pedro y San Pablo, debíamos presentarlos también en el Colegios del Estado, donde invariablemente obteníamos brillante éxito. A1 mismo tiempo que nosotros, se presentaban 1os aristócratas del Colegio Católico de ios Jesuitas, de ios que resultaban muchos reprobados. El resultado creo que se clebía a nuestra mejor preparación en parte, y en parte también, a Ia antipatía que el profesorado y estudiantado del Colegio del Estado demostraba para 1os "r.anidosos niños bien". Cabe decir que entonces el notable Colegio de San Pedro y San Pablo era enteramente gratuito, como e1 Salesiano, como el Metodista, etc. Y eso, antes de la I{evolución "redentora". Ahora, parece que muchos colegios son un brillante negocio, donde se lucra descaradamente. Hasta en las escuelas oficiales, de ias primarias a 1as superioLes, cuesta un ojo de 1a cara a 1os padres sostener a sus hijos. Como decía, íbamos a1 Colegio del Estado a examinarnos completamente confiados. Sin eirbargo, en el examen de solfeo pretendieron los sinodales a probarme por mavoría, 1o que consideré un gran bochorno. Presidía el jurado un profesor de 1a materia, ei famoso don Pepito Vargas, como cie 150 kilos de peso y con una riente bondad de 150 quilates. A1 dárseme ia calificación, todo lloroso y exaltado, reclamé aduciendo que tenía Ia conciencia de saber toda 1a teoría del método Claude Ag" )'que además podía l,olver a cantar cuantas lecciones me señaiaran. A1 escucl-rar rni pretensión de " cantar" ottavez, el gran don Pepito sin-rulando Ia mayor consternación v tapándose los oídos, en medio de ias carcajadas de los otros sinodales y de los estudiantes, me gritó: "No jovencito, no. Lo aprobamos por unanimidad, pero usted no vuelve a caniar. ¡Dios nos

librel" Creo que más a'r.ergonzado que yo salió mi hermano Alfredo, que ya era ceiador en e1 Colegio del Estado; tanto que al pasar entre el tumulto hilarante del salón de música, alguien 1e preguntó quién era ese muchaciro (yo), u 1o que contestó sue no me 121, I


I Mlr'ronL-rs

conocía. ¡Como si mi falta de oído mllsical fuera algo infamantel Jamás en telegrafía pude distinguir un punto de una raya. Por cierto que e1 buen Alfredo mandaba tLacer en el Refectorio, con la mitad de su cena, unas cuantas tortas que me tocaba recoger noche a noche, para llevarlas a mi casa y completar ia nuestra. Ricas tortas que comparadas con los panes de mesa de ahora, podríamos llamar gigantes. N4e parecían algo de "El Alimento de los Dioses", de Wells, que entonces 1eía con atención.

También cuando las circunstancias 1o permitían y no había tortas del colegio, me mandaban a comprarlas al portal de la Mascota, que positivamente eran deliciosas: coino de cuatro tantos de tamaño de las de ahora, en dorado por francés, que le dejaban a uno 1os dedos húmedos de1 aceite con que las confeccionaban 1, desbordantes de gruesas capas de aguacate, de chipotle y de sardinas, o de lengua, o de lomo, o cle queso de puerco. ¡Ese maná, que de por sí era toda una cena, costaba seis centavos! Cuando se podía, satisfacían-ros nuestra gula con veinte centavos, costo de un abundante plato de fiambre de pollo y con otros antojos, en 1a famosa fonda de Las Choles, en la calle de Herreros. Poco a poco mis hermanos Ubaido y iosé iban levantando cabeza y ayudándonos en lo posible. Braulio, que siempre fue incansable y hábil luchador, consiguió trabajar como agente de ventas en 1as máquinas Singer, v frecuentemente me encargaba de ir a cobrar 1os abonos a las farnilias de los temidos obreros de las fábricas de hilados de Tlaxcala, por el rumbo de Panzacola. Aunque muchos decían que mi actirridad era peligrosa, \ro la desen.peñaba con mucho gusto, comprobando cada día más, que era gente honrada, cordial y hospitalaria. Aunque 1os sábados en la tarde, después de las rayas andaba )¡o entre los trabajadores, a1gunos borrachos cargando mi bolsa de aquellos pesotes, jamás hubo quien intentará molestarme ni siquiera de palabra.

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Grxrner JurN

ANDREU Ar-rurezÁN

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Ya he dicho cuán desesperante era 1a miseria en muchas vecindades de Puebla, y entre los peones acasillados en la Tierra Fría. Pero en los obreros, talvez beneficiados por su larga lucha que culminó con la inicua matanza de Rió Blanco, el 7 de enero de 1907, se notaba cierto bienestar en el modo de vestir de sus familias y, sobre todo, en su mesa, cu\¡os apetitosos alimentos me provocaban vértigos en mi castigado estómago y a veces sucumbía mi orgullo ante las insistentes ), bondadosas invitaciones. Como cobrador de la Singer y como inspector de'u'acuna podía comprobar 1o claro y 1o oscuro de 1a situación.

Con tra comisión que me correspondía por 1os abonos cobrados, solía irme, acompañado de numerosa palomilla de escolares, en el tranvía cie mulitas a pasar el mediodía del domingo a los baños sulfurosos de El Rancho Colorado, donde nos agasajábamos con las famosas chalupas l. ios ricos molotes y a veces con sabrosos tlacloyos.

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CnpÍrulo Vl 1907 Acontecimientos que dejaron huellas imperecederas. El primer ataque de romanticismo virulento. Entre la amistad y el amor Ciertos acontecimientos de este año dejaron huella imperecedera en mi vida. Lo que más profundamente hirió y colmó tni alma de incurable escepticisrno respecto a 1os grandes hombres (que fatalmente me impidió, para siempre, admiraryaanadie de manera incondiciona1), tuvo relación con el señor Obispo don Ramón Ibarra y Gonzá7e2, aquél que en sus rria,ies a Olinalá demostraba tanto cariño v predilección por su tía, mi abuela Mamanita. Era don Ramón, (que de Chilpa había venido el22 dejunio de 1902) Arzobispo de Puebla, donde 1rs vivi¿ con mi familia en una inmensa casa, la Obrería Ma1r6¡ dei municipio angelopolitano, que ocupábamos con mi cuñado clon Agustín Flores Ruiz, admi-


i \fu-rrontrs

nistrador de Obras Públicas del ayuntamiento. A la inmensa y anticuada casona forzosamente había que entrar por el interior del mercado municipal, ahora Mercado de la Victoria. Allí llegó en marzo de 1907, a rrisitarnos descie Olinalá, la 1za anciana Mamanita. Para recibir un tratamiento termoeléctrico, algunas veces teníamos que llevarla al espléndidamente equipado consultorio del cloctor don Gustavo O'Farrill, a las siete de la mañana, hora en que hacía mucho frío. Un buen díala querida viejita caYó víctima de pulmonía. Consciente de su grar.edad,la pobrecita pensó tal vez en asegurar la entrada a la vida de bienaventuranza con un pasaporte de su sobrino, e1 señor Arzobispo y angustiosainente requirió la presencia de éste. Diiigentemente fui al palacio arzobispal, persuadido de que en pocos minutos regresaría a bordo de Ia carroza del Príncipe de la Iglesia. Salvé cuantos obstáculos encontré hasta 1legar al familiar de guardia, a quien expuse los deseos de la tía predilecta, María Ana Nava y González, después de la tía Rosita González, a quien é1 consideraba como madre. lViomentos más tarde regresé desolado a comunicar a los míos que el familiar, previa consulta que había hecho, me había contestado que la dignidad arzobispal impedía que don Ramón Ibarra v González atravesara a pie el mercado. Ahora pienso que tal vez el señor Arzobispo ni siquiera se enteró del asunto..., pero yo me quedé amargado v escéptico para toda la vida, respecto a ios grandes dignatarios. Cuarenta años más tarde mi venganza consistió en comprar en Olinalá 1a casa en que nació é1, para convertirla en la Escuela "Maria Almazán de Andreu", con capacidad para trescientas niñas. En el lugar preciso de su nacimiento, había una cruz sobre una peana vulgar de mampostería, sombreada por una bugambiiia gigante, como nunca vi otra. En uno de mis viajes vi con indignación, eue la maraviliosa bugambilia había sido cortada y accedí a que el lugar fuera ocupado por una capilla.

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Gn¡rner JuAx ANnneu Ar-lr.rzÁl'

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Entretanto, los sacrificios increíbles de mi padre en su infernal destierro del cañón del río Mexcala iban dando meiores frutos y, Con frecuencia, hacía femesas de esencia de linaioe o aceite de Guachipil o semilla de Zopilote o Cascalote para su venta en Puebla. Yo me sentía feliz de que encalgala a su hiio de dieciséis años y de su nombre, las l.eirtas r- las cobral1'zas. Entregaba a la droguería "La Europa", o al almacén de ropa de franceses "La Primavera", o a la ferretería de alernanas "La Sorpresa", )r me sentía 1a cal1e v clelante de a1orgulloso )r mL1), importante cuaudo en .[uan B. Calderón, don Eugur-ros compañeros, los irnpouentes Dr. pablo saludaban rnul. rne Doror,rberg [enio Caire o don ieremoniosos, levantando su bombí1como una cuarta' Yo, mu\,' orondo, correspondíales el saludo, elevando mi sombrero cuanto mi brazo alcanzaba. Tarnbién otro acontecimiento del año de 1907 influyÓ de manera definitiva en mi vida.

Experimentaba verdadero pánico a1 pensar en el futurr¡ exa*"r, e1 Colegio dei Estado, de geometría analítica y cálculo "r-r del que no sé por qué milagro salí aprobado por infinitesimal, unanimidad. Se acumularon la hora de 1a clase (de las dos a las tres), la injustificacla antipatía que me inspiraba el inteligentísimo hermano Amadeo, que l-rablaba más de prisa que elDr. I' Q., )'.i primer ataque de romanticlsmo virulento que \-o estaba sufriendo. De modo que, más que PaIa entender razonamientos expuestos con velocidad de r.értigo, 1a hora de la siesta era propicia al ensueño. sazón éramos corl1parielos inseparables }lanuel Flores Gómez y yo. É1, rnuchacho acomoclado Y de tan imata bondad en sus ,.óior-r"r y con todos, que fácilrrLente podía reputárseie débil de carácter. Yo, golpeado \ra por la Vida, con modales buenos y aparente suficiencia en mis procederes, siempre tomaba las

A la

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I Mruoruas

decisiones que el aprobaba y aplaudía. Sin embargo, me sometía dizque a regañadientes cuando, al salir del colegio a rnediodía, me invitaba a saborear 1o que él pagaba invariablemente: un sabroso mantecado con sustancioso emparedado de jamón con mostaza. Hacíamos el consumo en "La Mina de Oro", en el portal de la cerrería de los señores Gómez Ligero, a la que los estudiantes le endilgaban esta adivinanza: "Portal sobre portal, casa de mampostería, dos leones en Ia azotea, dos clavos en la cerería, ¿Qué es?"

También era mi constante pagano de las entradas al primer cine establecido en Puebla, el salón Pathé Freres, en la calle del Estanco de Mujeres, donde íbamos a admirar "La vuelta al mundo por un policía frar.cés" , "Las aventuras de dos pilletes", "Los perros contrabandistas", etc.

Un buen día me platicó que estaba profundamente impresionado por una alumna del Colegio Teresiano,y yo, como disco le repetí 1o mismo, disgustado porque esta vez me había tomado la delantera en la noticia. Por el contrario, é1 se manifestó jubiloso, pues siendo ambas del mismo colegio, seguiríamos andando juntos para ir a verlas a la salida. Diciendo y haciendo, nos fuimos por Guevara y San Martín a encontrarlas. Por ser más alto o porque los transeúntes me 1o permitieran, vi segundos antes que é1, a la beldad que me tenía sorbido el seso y tuve la diabólica idea de faltar a mi promesa de enseñársela. En cambio, segundos después, apretándome el brazo con desesperación me mostró... ¡a la misma! Sentí el principio de un vértigo y que una barrera se levantabade pronto entre los dos. Naturalmente que seguimos caminando hasta llegar al Teresiano, frente alaplazuela de San Luis y nunca encontramos a mi tormento, que él estaba empeñado en conocer. Desde ese momento, en adelante todo fue desesperaciór; simulación e injusta antipatía por el más bondadoso de mis amigos, quiéry para mi mayor tortura, era, cada diamás, e1 mejor ad-

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G¡Nrn,u Juex ANotuu Altvt.rzÁN

mirador de mis supuestas cuaiidades y aptitudes. Se le ocurrió que tenía yo un raro don para escribir cartas amorosas, constantemente me pedÍa que le hiciera borradores en los que, naturalmente, ponía toda la iacerante pasión, sln esperanza, que me destrozaba, sobre todo por que se empeñaba en que 1o acompañara diariamente a encontrarla a Ia salida c1e su colegio, imaginándome que era yo e1 que le interesaba. Entre tanto, e1 ejemplar an-rigo aumentaba a cada instante mi suplicio, instándome a que cumpliera tni promesa de descubrirle a la dueña de1 sentimieuto que clescubría en cacla uno de mis actos desesperados, origir-rados en 1o que vo no podía remediar. Mi presunción me daba la certidumbre de que vo era el preferido y la convicción de que si le declaraba la verdad se retiraría é1impelido por su ingénita nobleza, inconcebible en e1 común de 1os humanos; más, me contur.e v dejé que mi simulación, encubridora de una feroz antipatía, absurda, correspondiera a un sincero afecto del que vo no era digno. Para que mi amigo me dejara en paz,le di a conocer tni resoiución definitiva; el objeto de mi delirante devoción valía demasiado para un estudiante pobre; estaba seguro de que no me daría esperanzas, mientras no encarrilara firmemente mis estudios profesionales: que estudiaría mucho, doblaría años y el15 de septiembre de 1910, el año del Centenario, precisamente a 1a hora del grito, le descubriría mi secreto. Era M. B. una muchacha de espléndida hermosura; en cada una de sus facciones, de su conjunto, de sus maneras, se advertía bondad sin lírnites, ternura, abnegación y salud rebosante. Sin embargo, a unos cuantos meses de que su aparición en mi r.ida me trastornara profundamente, una caída, al parecer sin irnportancia, le causó graves daños. Irli los médicos de Puebla ni un farnoso Dr. Gutiérrez de 1a Capital, pudieron rescatarlas de ias garras de una muerte impía y prematura. El juerres 27 de iunio de 1907, a 1as 72.35 p. m., fue llevada a México en tren especial de donde la re12e I


I Mnrr,ronras

gresaron el27 de octubre. El día 13 de noviembre del mismo año, a las ocho y cinco minutos de la mañana, abandonó este mundo. Su cadáver fue depositado en la cripta de su familia del Panteón Francés, a las cinco de la tarde, en el lado sur y en el lateral izquierdo de la capilla. Todos los meses de su enfermedad constituyeron para mi un su-

plicio. Su familia y la de mi "contrincat'Lte" eran amigas y é1tenía facilidad para enterarse de cuanto a ella le ocurría. Yo, el estudiante pobre y animoso debí proceder furtivamente, dando lugar a que mi interés por inquirir noticias fuera interpretado por é1 como pena de quien comparfa el dolor del amigo. Cuando su cadáver fue conducido al panteór¡ seguí al cortejo en bicicleta y a distancia, paraperderme luego a pie entre la arboleda y los fasfuosos mausoleos del lugar. Después que el cortejo se retiró y los sepultureros se alejaron porque el crepúsculo iba convirtiéndose en tinieblas, salí de mi esconditg me acerqué a la cripta y pude bajar hasta la gaveta que sólo había sido cubierta con pesadas tozas. Con esfuerzos inauditos, jadeante, sudoroso y con verdadero pánico de ser descubierto y tomado como vulgar ladróru pude levantar lalajaque cubría el rostro amado. Arranqué listones que adornaban el catafalco de la virgen y me llené los bolsillos de gardenias de conmovedor perfume. Con los tesoros que ya eran míos nada me importabay en la oscuridad me dirigí a la saiida, cuyas rejas encontré cerradas, por 1o que hube de saltar La tapia, procurando hacerlo por el lugar donde más o menos habíaquedado escondida mi bicicleta... En lo sucesivo y para siempre, me quedó una invencible ansia de alejamiento del gran amigo, que él jamás supo interpretar y yo nunca fuve ia hombría de aclararle, porque me parecía que sería profanar Ia pureza de mi hondo y secreto primer amor. Cadavezque me buscaba para recibir mi consuelo y para desearme que nunca desapareciera 1a que yo había elegido y paru reclamarme su idenüdad,yo sóio contestaba desabridamente: "A las once de la noche en punto del 15 de septiembre de 1910, cuando se cumplan los cien años del Grito de Dolores".

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GrNrnel Ju;rx ANnnru Alrr,i¡zÁr¡

Roosevelt y Daniels decretaron que yo no gobernaria a México. Ezequiel Teyssier contra Pedro Soto o la tragedia nacional

"Ezequiel Teyssier contra Pedro Soto o La Tragedia Nacional". Este título adecuado para un melodrama, me parece, sin embargo, propio para e1 capítulo fundamental de mis apuntes. Entre los compañeros que acabábamos de estudiar historia figuraban los dos nombrados, ahora reputados médicos. Lo raro fue que teniendo cada cual gran afiniclad corunigo, erarl, no obstante, de ideas absolutamente antagórLicas. Claro que el1os dos no podían estar ni un momento juntos, porque ardía Trova \', sin embatgo, eran mis constantes compañeros, siempre enfrascados en odiosas discusiones )-)'o, e1 árbitro obligado. El primero, hermano del talentoso sacerdote don Manuel Tevssier, era un panegirista ardiente de las cualidades de Cortés, Iturbide, Santa Anna, Almonte, Labastida, etc. E1 segundo, veía virtudes en Cuauhtérnoc,lv{orelos, Córnez Farías v Benito luárez. En mi fastidioso papel de amable componedor', irataba de convencerlos de que el mejor modo de hacer patria consiste en comprobar el impulso patriótico en e1 iondo c1e las acciones de cada cua1, sin importar su filiacrón conservadora o liberal para venerarlo, a pesar de sus defectos o errores. Sostenía que debíamos sobreponernos al r.icio de criticar a quien tur.,o éxito sólo por las circunstancias, v de condenar a los que fracasaron aún con las mejores intenciones. Aseguraba rotundamente que tanto mal hicieron al país los que buscaron el apovo de Europa, como los que todo 1o confiaron v lo entregaron a los Estados Unidos de América. La fuerza, el desarrollo v ia independencia de México, so1ía decirles, debíamos buscarla dentro de nosotros mismos, si queríamos ser eficaces constructores de una genuina nacionalidad. Y me atrevía a más, a excuipar a quienes entre ambos denostaban, a N{octezuma Xocoyotzin, a doña Marina, a los Tlaxcaltecas y de131 |


I Mrvonras

fendía con fervor muy hondo a los héroes de mi mayor devoción: don Miguel Hidalgo y don Vicente Guerrero. Creo que inducían sinceridad a mi actitud, porque sin llegar a conciliar jamás sus puntos de vista, continuaron siendo y 1o son hasta la fecha, excelentes amigos míos. Este mi modo de pensar y sentir de siempre y para siempre, que me hace ver sólo mexicanos entre retrógradas y avanzados, entre ricos y pobres, para dar larazón a quien la tiene y mayor ayuda a quien la necesita, así como una conducta irreprochable como hombre de armas entodos los ámbitos de la República, creo que fue elúnico motivo paraq17e, cuando fi,guré como candidato a la Presidencia de la República,la totalidad de los mexicanos estuviesen conmigo y para que pudiese quedarme tranquilo y re-

signado, cuando en momentos de terrible y peligrosísima situación mundial para los pueblos débiles, en1940, Mr. F. Delano Roosevelt y su " chie{' J. Daniels, decretaron que yo no go-

bernaria a México (esto

1o

explicaré a su tiempo).

Pero en una sola pág¡na he saltado de1907 a1940, y estoy hablando del2l de abril de1957, después de la Resurrección en

plena Pascua, es decir: ¡medio siglo! Más tarde de aquellos días estudiantiles. Sería imposible e inúül y tonto, tratar de reproducir literalmente los argumentos con que apacigtaba a Soto y a Teyssier; ademásyahay otros muchos a quienes venerar y aúndefender: Aquiles Serdán, Emilio Yázquez Gómez, Pascual Orozco, Emiliano Zapata... y como el mundo marcha incontenible, y nadie puede ignorar la radio, la aviacióry las nuevas drogas, Ia televisión y la atómica,habrá que desquiciar Ia cronología con tal de que el criterio, la esperanz a y la ilusión se mantengan firmes. Huy que demoskar que las acciones y los pensamientos de 1907 amortizaron con los de 1917, 1927, 1937 y 1957, aportando los documentos a 1os recursos correspondientes. 1132


Grr.r¡nal JuaN ANonru AruazÁi.r

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Mi mayor aventura ha consistido en sentirme a los sesenta y seis años, un estudiante de veinte y esta sugestión incurable ha normado los actos de mi vida afortunadamente, y por eso me siento con derecho y, sobre todo, con obligación de escribir mi recuerdos para los estudiantes de Puebla, la ciudad más arnada, y los de toda la República; pataia gente ioven de todas las condiciones y de todos los sexos, con la gran ilusión de que puedan Ieerlos quienes lo desean, cuando yo esté con vida. Porque escribir para después de que uno desaparezca, me parece la más necia de las cobardía, y yo... todavía me siento el estudiante de 1910; todavíaa menudo sueño con Ias frías mañanas poblanas de octubre, cuando con mortal angustia esperaba a las siete que me llamararu a mi el primero por la inicial del apellido, con el temor panlizante de que el sinodal que me interrogaráfuera el pavoroso ¡don FelicianoI... Ei galardón más preciado paramí será que siquiera unos cuantos de mis nuevos condiscípulos, me digan que me mantuve inflexible en la línea que me fljé aL abandonar el colegio en l-91-0, y que simplemente cumpií, siempre, con mi deber de ciudadano y de soldado. Que fui un ejemplo para las generaciones estudiantiles. Ansío que me den larazón cuando anunció los sacrificios inmensos que la patria reclama a todo los jóvenes de México, porque se muy bien que sólo las muchachas y los muchachos de veinte años puedenrealizarlos. De los sacrificios que reclama la solución de los problemas nacionales, según mi criterio, he de ocuparme con crudeza alllegar en mi narración a la época contemporánea.

mi propésito que 1o que escriba pueda llegar al joven pobre, porque nada le cueste y al mismo efecto, de un modo general, no citaré simplemente autores, sino que, transcribiré en descomunal apéndice, opiniones amplias de historiadores, a veces contradictorias, para compararlas. En la transcripción buscó generalmente la justificación para io que afirmo. Es

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I lvhr.rotues

Con frecuencia benéfica para mi vida entera han venido a mi recuerdo emocionado, e1 maestro Miilán, e1 mismo "Terremoto", don Martiniano, ei padre Zárate, puros huesitos que o1ían a sabroso jabón; ei talentoso, franco y malcriado canónigo don Florencio Alvarez, que nos daba la más atractiva y descarnada Historia Sagrada en la Preparatoria Católica. Todos 1os hermanos de San Juan Bautista de La Salle, que nos enseñaron er-r el Colegio de San Pedro y San Pablo, ),1a totalidad de mis maestros de1 Colegios del Estado. Sus constantes visitas siempre están llenas de amabiiidad: me gusta que aprueben con una sonrisa 1o bueno que dice: mil veces dejé de hacer algo inconveniente por el ternor de ver en sus semblantes la desaprobación, el disgusto. De los mucl-rachos que lean esta obra, espero el veredicto que no he de objetar, a sabiendas de que les irnpongo una tarea aburrida, porque nunca fui escritor v no tengo temperamento para releer y menos para pulir 1o que sale de mi pluma. Si ahora escribo, es simplemente porque 1o considero una obligación, sí doy más importancia a la Conquista que a ninguna otra etapa, es porque considero que nuestra nacionalidad empezó a formarse la noche del 15 de marzo de 1519 en Ceutla." Tabasco, cuando los conquistadores gozaron de 1as primeras veinte doncellas indias que 1es entregaron espontáneamente, los vencidos de la región.

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El mrslzAJE ni Iturbide pueden llamarse padres de nuestra nacionatridad indohispana. La primera madre mexicana: Doña Marina FJi Cortés

(-uairclo 1os mexicanos que ahora están naciendo se acerquen a mi edad lamentarán, tal vez, qlle a los quinientos años de la Conquista todavía no se pongan c1e acuerdo los que 1a estudian. En mi concepto, es porque nunca se ha analizado desde su objetivo fundamental: la formación de L1n nue\¡o tipo racial; el hispanoamerica11or el rnestizo equilibrado en la mezcla de 1as dos sangres.

Ifesde este punto de vista, lne parece que los aborígenes americanos estuvieron infinitamente n-rejor orientados que ios europeosi porque ios primeros buscaron con todo ahínco a los sementales y los segundos se dedicaron a sacrificar a 1os nativos v a envilecer su producto, al grado de que los mestizos eran seres despreciabies para sus inhuntanos progenitores.


MstrrOnnS

Indiscutiblemente 1os indígenas disfrutaban de avanzada cultura (Apéndice: Capítulo YII-L-2. Jacques Soustelle y Fernández de Oviedo), como lo demuestran su agricultura, su industria, su arte y su cosmología, en el fondo, sus mismas creencias, las que nos pintó a su gusto y conveniencia el fanatismo español. Pero la civilización indígena padecía tremendo cáncer: los sacrificios humanos. En todos 1os pueblos del mundo se habían predicado dicho sacrificios; pero en el nuevo mundo los aztecas, para subir, en sóIo cien años -por medio del terror- de la esclavitud en la que los tenían sus mismos hermanos colhuas a Ia cúspide del poderío, habían adoptado la implacable costumbre de sacrificar más, más y más, imponiendo a todos los pueblos 1a guerra constante como único recurso de progreso y aún de supervivencia. Eso no quiere decir que puedan avergonzarnos con aquellos lamentables sacrificios, puesto que en siglos posteriores, entre católicos y protestantes de Europa, quemaron más de medio millón de "brujas", alas que sorprendían "volando montadas en sus escobas para concurrir a sus aquelarres de las noches de los \.iernes". ¿Y las matanzas de miilones de inocentes en estos años por Alemania, por Rusia v por los norteamericanos en Hiroshima? El imperativo biológico de \.ivir, de crecer, de multiplicarse, fue poderosamente reforzado por las supersticiones y por la tradición de Quetzalcóatl, que había ofrecido volver a gobernar estos pueblos (Apéndice: Capítulo VII 3,4,5). Los señores de Tabasco, los señores Cempoala, Xicoténcatl e1 Viejo, Mexicatsin v demás senadores de Tlaxcala, el gran Moctezuma v demás gobernantes, comprendían que iban irremediablemente a la extinción y que sólo la sangre nueva de los "dioses" que traía Quetzalcóatl había de producir laraza nueva, capaz de unificar, de salvar y de superarse. De ahí que ios jefes indios hayan procedido como verdaderos estadistas al buscar la última salvación posible de sus | 136


Grtlr:n,r.r Tu¡r A¡l ¡rrt t, ¡U-\.{AZÁ\-

pueblos en la alianza con los de teules, de las sangres ,l' de las almas, entregando sus doncellas a los "dioses". Claro que esas doncelias indias aparte de su hermosura, su 1ozantía, su atractivo sexual avasallador, eran mujeres magníficamente educadas, honestas v abnegaclas, preparadas desde sus primeros años para ser ejemplares esposas v madres (Apéndice: Capitulo VIII - 6). Por eso ha sido una necesidad sin límites calumniar viimente, acusándola de traidora, a la primera madre mexicana doña Marina. ¿Traidora a quién, esa famosa mujer para mí tan venerable como Sor Juar-ra Inés de laCruz? "(Hombres necios que culpáis a la mujer, sin razón...)" ¿Traidora a los caciques que 1a entregaron a Cortés? ¿No se la dieron para que con su atractivo \. su abnegación obtur.iera un nuevo producto racial que uniera a los progenitores para siempre? ¿Y no fue, hasta el fin, la esposa más sumisa, más dulce, más leal, más inteligente, más valiente, más desinteresada para el ególatra que no la mereció, pero que introdujo en sus entrañas el ser nuevo indispensable para 1a Patria, que debía ser r. será el habitante único inigualable de todos nuestros pueblos? ¿No fue, en fii-t, doña Marina el summum de Ias virtudes de la madre mexicana? ¿Por qué entonces 1a muier mexicana no la defiende y la venera, y siempre sigue su ejemplo? Dígalo sí no las admirables mexicanas que se casaron con españoles, alemanes, japoneses, negros y las miles y miles que desaparecieron en el piélago chino en pos de sus maridos.

Creo que ni Cortés ni lturbide, pueden llamarse padres de nuestra nacionalidad indohispana, ya que el primero inicié el exterminio de los indios, iffinitamente criminal, sobre todo, por innecesario y por haber vencidos sólo por ellos, r' el segundo, presumido de españo1fue espantosamente cuenco con los mestizos, que ansiaban la Independencia, antes de que é1 consumara el primer fatídico cuartelazo con los soldados españoles, comprobando irrefutabiemente aquello de que la Conquista la hicieron 137 |


I Menorues

los indios y la Independencia,los españoles. Para m|la paternidad de la patria corresponde exclusivamente al bravo español que conquistó a la india hija del cacique yucateco y con ella formó los cimientos de esa patria, porque a ello se entregó por enteros, sin reservas, como se ve en Bernal Díaz del Castillo: ... Y caminó el Aguilar a donde estaba su compañero, que se decía Gonzalo Guerrero, en otro pueblo cinco leguas de allí, y como 1e leyó las cartas, el Gonzalo Guerrero le respondió: "Hermano Aguilar: Yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitáncuando ahí guerras, íos vos con Dios, que yo tengo labradaLa caray horadadas las orejas. ¡Qué dirán de mí de que me vean esos españoles ir desta manera! Y ya véis estos mis hijitos cuán bonitos son. Por vida vuestra que me déis de esas cuentas verdes que traéis para ellos , y diré que mis hermanos me las envían de mi tierra". Y ansimismo la india mujer de Gonzalo habló al Aguilar en su lengua, muy enojada, y le dijo: "Mira con qué viene este esclavo a llamar a mi marido; íos vos y no curéis de más pláticas".Y el Aguilar tornó a hablar al Gonzalo que mirase que era cristiano, que por una india no se perdiese el ánirna, y si por mujer e hijos Lohacía, que la llevase consigo si no los quería dejar. Y por más que le dijo y amonestó, ni quiso venir: y parece ser aquel Gonzalo Guerrero era hombre de la mar, natural de Palos... Veamos ahora cómo los responsables indios siguieron aporfia definida conducta, según los historiadores. De Fray Francisco J. Clavijero: ..Dueños, finalmente los españoles de la villa, salían de ella con frecuencia,parahacer correrías en 1os lugares vecinos, en los cuales tuvieron algunos encuentros peligrosos, hasta que el 25 de rnarzo se empeñó una batalia I 138


C¡:rq¿Rer

Ju,lr ANnnru Allt,tzÁN

campal y decisiva. Dióse ésta en las llanuras de Central, Villa poco distante de 1a ya mencionada (el día 15 según Bernal Díaz)... ...Todos se mostraron dóciles a 1as proposiciones del vencedor y escucharon con admiración v agradecimiento las primeras verdades de 1a religión cristiana, que les declaró, por medio del intérprete Aguilar, e1 P. Bartolomé de Olmedo, religioso docto v ejempiar c1e la Orclen de La Merced y capelián de la armada. Presentaron después a Cortés, en señal de sumisión, algunas frioleras de oro, trajes de tela gruesa, que era la única que se usaba en aquella pro'u,incia, y veinte esclavas que iueron clistribuídas entre los oficiales de la expedición.

Noticias de la famosa india Doña Marina:

Entre elias había una doncella nob1e, hermosa, de mucho ingenio y de gran espíritu, natural de Painalá, pueblo de la provincia mexicana de Caatzacualco. Su padre había sido feudatario de la corona de México y señor de muchos pueblos. Habiendo quedado viuda su madre, se casó con otro noble, de quien tuvo un hijo. El amor que los dos esposos profesaban a este fruto de su unión, les sugirió e1 inicuo designio de fingir la muerte de la primogénita, a fin de que toda la herencia pasase al hijo. Para dar color a su mentira, habiendo muerto a ia sazón 1a hija de una de sus escla\ras, hrcieron el duelo como si la muerta fuese su propia hiJa r eutregaron esta clandestinamente a unos mercaderes de Xicalanco, ciudad situada en los confines de Tabasco. Los ricalancos Ia dieron o ia r.endieran a 1os tabasqueños, sus vecinos, y éstos la presentaron a Cortés, estancio muv leios de pensar que aquella jor.en del¡ía contribuir tan eficaz13e I


I MnuonIas

mente a la conquista de aquellos países. Sabia, además de la lengua mexicana, que era la suya, la maya que se hablaba en Yucatán y en Tabasco, y en breve aprendió también la española. Instruída en poco tiempo en ios dogmas de la religión cristiana, fuebautizada solamente con las otras esclavas y recibió el nombre de Marina. Fue constantemente fiel a los españoles, y no se puede encomiar bastante los servicios que les hizo, pues no sólo sirvió de intérprete y de instrumento en sus negociaciones con los tlaxcaltecas, con los mexicanos y con las otras naciones de Anáhuac, sino que les salvó muchas veces la vida, anunciándoles 1os peligros que los amenazaban e indicándoles los medios de eludirlos. Acompañó a Cortés en todas sus expediciones, sirviéndole de intérprete, muchas veces de consejero f , por su desventura, de dama. El hijo que de e1la tuvo aquel conquistador, se llamó don Martín Cortés, caballero de la orden de Santiago, el cual, por infundadas sospechas de rebelión, fue puesto en e1 tormento de México, el año de 1568, olvidando aquellos inicuos y bárbaros jueces los incoparables servicios que los padres del ilustre reo habían hecho al Rey Católico y a toda la nación española. Después de la Conquista se casó doña Marina con un español llamando Juan de ]aramillo. En el largo y penoso viaje que hizo en compañía de Cortes a la provincia de Honduras , en 1524, tuvo ocasión al pasar por su patria, de ver a su madre y hermano, los cuales se Ie presentaron cubiertos de lágrimas y de consternación, temerosos de que viéndose en tanta prosperidad, con el apoyo de los españoles, quisiera vengar el agravio que le habían hecho en su niñez; mas el1a 1os acogió con mucha amabilidad, mostrando de este modo que su piedad y grar.deza de ánimo no eran inferiores a las otras prendas con I 140


GrNrn.,t Juex ANDREU ArrvuzÁN

que el cielo la había dotado. No me ha parecido justo omitfu estos datos acerca de una mujer que fue la primera cristiana de1 Imperio Mexicano, que hace un papel tan importante en la historia de la Conquista y cuyo nombre es tan célebre entre los mexicanos v los españoles... De Antonio de Herrera:

Consoló mucho al señor de Cempoala... El señor le presentó veinte doncellas toclas Hijas de Hornbres Nobles i entre ellas dixo, que le daba una sobrina suia, que era la más herrnosa, i Señora de Yasa11os, en seña1 de perfecta amistad, i confederaciór-r; recibió e1 Presente cor-t mucho amor, i por r-ro desagradar al que se le daba; i con sus Doncellas, i muchas mugeres de serrricio, que iban con el1as, se encaminó a ios Navíos... Cerca de Cernpoala, estaba el Señor en unas Chozas... i porque ei miedo de Moctezuma no los dexaba sosegar, quisieron que los Castellanos no salieran del Pueblo para estar más seguros: dixeror¡ que pues iá eran todos unos, i para que más firmes fuesen 1as amistades, tomasen sus Hijas para procrear, i llevaron ocho Doncellas hermosas, Hijas de Caballeros, mui bien vestidas, con Collares de Oro, i orejas, acompañadas de Mugeres de serr.icio; diro el Cacique, que 1as siete eran para los Capitar-res, i 1a una para Cortés, que era su sobrina... De Bernal Diaz: Como llegaron a Tascala ios mensajeros que enr.iarnos a tratar de las paces, le hallaron que estaban en consulta los dos principales caciques, que se decían ¡Maseescas! Y Xicotenga "el \,'iejo", paclre de1 capitán general, que también se decía Xicotenga, otras muchas \¡eces por mi memorado. Y desde les or-eror-r su embajada estuvieron L41, I


I Mrvonras

suspensos un rato, que no hablarorU y quiso Dios quespiró en los pensamientos que hiciesen paces con nosotros. Y luego enviaron a llamar a todos los más caciues y capitanes que había en sus poblazones ya los de una provincia questá junto con ellos, que se dice Huexocingo, queran sus amigos y confederados; y todos juntos en aquel pueblo que estaban, que era cabecera,les hizo Maseescasi y el Viejo Xicotengar eue eran bien entendidos, urlrazorramiento, casi que fue desta manera, según después se entendié aunque no las palabras formales:... Ya nuestros tacalnaguas y adivinos y papas no han dicho 1o que sienten de 1as personas testos teules, y que son esforzados:1o que me parece es que procuremos tener amistad con ellos, y si no fueren hombres, sino tenles, de una manera o de otra les hagamos buena compañía; y luego vayan cuatro de nuestros principales y les lleven muy bien de comer; y mostrémosles amor y paL por que nos ayuden y defiendan de nuestro enemigos, y traigámosles aquí luego con nosotros, y démosles mujeres para que de su generación tengamos parientes, pues, según dicen los embajadores que nos envían a tratar las paces, que traen mujeres enkellos... ...Y parece ser tenían concertado entre todos los caciques de darnos sus hijas y sobrinas, las más hermosas que tenían que fuesen doncellas por casar y dijo el viejo Xicotenga: "Malinche": por que más claramente conozcáis el bien que os queremos y deseamos en todo contentaros, nosotros os queremos dar nuestras hijas para que sean vuestras mujeres y hagáis generación, porque queremos teneros por hermanos, pues sois tal buenos y esforzados. Yo tengo una hija muy hermosa, e no ha sido casada, y quiérola patavos" , y Ansimismo Maseescasi y todos los más caciques dijeron que traerían sus hijas, y

11.42


GENERAL JuAN ANDREU

AllrtezÁN

]

que las recibiésemos por mujeres; y dijeron otras muchas palabras y ofrecimientos, v en todo el día no se quitaban, ansí el Maseescasi como el Xicotenga, de cabe Cortés; y como era ciego de viejo el Xicotenga, con la mano tentaba a Cortés en la cabeza y en las barbas y rostro y por todo el cuerpo. Y Cortés ies respondió a io de 1as mujeres que é1y todos nosotros se 1o teníamos en merced, que en buenas obras se 1o pagaríamos el tiempo andando. Y estaba

allí presente el padre de la Merced. Y Cortés

1e

dijo:

"Señor padre: parésceme que será agora bien que demos un tiento a estos cactques para que dejen sus ídolos Y no sacrifiquen, porque cualquier cosa harán que 1es mandáremos por causa del gran temor y que tienen a los mejicanos". Y ei fraile dijo: "Señor, bien es, y dejémoslo hasta que travan las l-rijas r. entonces habrá materia para ello; v hará \'uesa mercecl que no las quiere rescibir hasta que prometan de no sacrificar: si aprovechare, ien: si no, haremos 1o que sorlos obligados... ...Otro dÍa vinreron los mismos caciques viejos y trujeron cinco indias, hermosas doncellas y mozaq y para ser indias eran de buen parecer y bien ataviadas, y traían para cada india otra india rrrozapara su servicio, y todas eran hilas de caciques. Y dijo Xicotenga a Cortés: "lv1alinche: esta es mi hija, e no ha sido casada, que es doncel1a, y tomalla para vos". La cualle dió por la mano, \'1as demás que las diese los capitanes. Y Cortés se agradeció, v con buen sernblan que mostró dijo que las recibía v tomaba por suvas, )'que agora al presente que las tuviesen de poder sus padres. Y preguntaron los mesmos caciques que por que causa no las tomábamos agora )'Cortés respondió porque quiere hacer primero 1o que manda Dios lrluestro Señor, ques en e1 que creemos v adoramos, y a 1o que envió ei rev nuestro señor, que quien sus ídolos y 1,43 |


I Mrllonres

que no sacrifiquen ni maten más hombres ni hagan otras torpedades mas que suelen hacer, y crean en 10 que nosotros creemos, ques un solo Dios verdadero. Y se 1es dijo otras muchas cosas tocantes a nuestra fe, y verdaderamente fueron muy bien declaradas, porque doña Marina y Aguilar, nuestras lenguas, estaban ya tan expertos en ello, que se 1o daban a entender muy bien... ...Lo que les mandamos con ruegos fue que luego desembarazasen un que questaba allí catca, y era nuevamente hecho, o quitasen unos ídolos, y 1o encalasen v limpiasen, para poner en ellos una crux y la imagen de NTuestra Señora: 1o cual hicieron, y en é1 se dijo misa, se bautizaron aquellas cacicas, \¡ se puso nombre a la hija de Xicotenga, el ciego, doña Luisa; y Cortés la tomó por la mano v se 1a dió a Pedro de Alvarado; y dijo al Xicotenga que aquel a quier-r 1a claba era su hermano y su capitán, )'que los hobiese por bien, porque seria dé1 mur. bien tratada; ), e1 Xicotenga ."riibió contentamiento dello; y la hija o sobrina de N{assescasi se puso de nombre doña Elvira, v era mur.hermosa; v parésceme que la dió a Juan Velázquez de León, y las demás se pusieron sus nombres de piia r. todas con dones y Cortés las dió a Gonzalo de Sandoval \. a Cristóbal de Olid y Alonso de Avila; y deste hecho, se Ie cleclaró a qué fin se pusieron dos cruce, e que era porque tienen temor de1las sus ídolos, y que adoquiera que estamos de asiento o dormimos se ponen en los caminos; e a todo estaban muv contentos. Antes que más pase adelante quiero decir cómo de aquella cacica hija de Xicotenga, que se ilamó doña Luisa, que se dió a Pedro de Alvarado, que ansí como se la dieron toda la mayor parte de Tascala 1a acataban r. ie daban presentes y 1a tenían por su señora, I'della hobo el Pedro de Alvarado, siendo soltero, un hijo, qrle se dilo don 11,14


GrNrn,tr Ju,tx

ANDITEU ALMAZÁN

I

Pedro, e una hija, que se dice doña Leonot, mujer que agora es de don Francisco de la Cueva, buen caballero, pil*o del duque de Albuquerque, e ha habido en ella cuatro o cinco hijos, muY buenos caballeros; y aquesta señora doña Leonor es tan excelente señora, en fin, como hija de tal padre, que fue comenclaclor de Santiago, adelantado y gobernador de Guatemala, \' es el que fue al Perú con grande armada, )'por parte del Xicotenga/ gran señor de Tascala...

...Como otras muchas r-eces he dicho, siempre Cortés y todos nosotros procurábatnos de agradar r. servir a Moctezuma v tenerle Palacio, r' un día 1e dijo el l\4octezuma: "Mira, N'falinche, que tanto os amo, que os quiero dar a una hija mía muy hermosa para que os cases con ella y que la tengáis por vuestra legítima mujer". Y Cortés se quitó la gorra para la merced, y diio que era gran merced la que le hacía, mas que era casado y tenía mujer, en que entre nosotros no podemos tener más de una mujer, y que si la tenía en aquel grado que hija de tan gran señor meresce, y que primero quiere se vuelva crisiiur-ta, como son otras señoras, hijas de señora. Y Moctez171TLa 1o hobo por bien, v siempre mostraba el gran Moctezuma su acostumbrada voluntad..'

...Como hobo llegado Gonzalo de Sandot-al con su ejército a Tezcuco, con gran presa de esclavos v otras mu.hot qr" se habían habido en las entradas pasadas, fue acordádo que luego se herrasen, r'desque se hobo pregonado qué se levasen a herrar a un casa señalada, todos l,os más Joldados llevamos 1as piezas que habíamos habido para echar el hierrio de Su Maiestad, que era una "I" , eüe quiere decir " gl)erra" , según y de la manera que 1o teñíamos de antes concertado con Cortés, según he 145 |


I Mruorues

dicho en el capítulo que dello habla, y creyendo que se nos habían de volver después de pagado el real quinto y

que las apreciasen en cuánto podían valer cada una pieza, o no fue ansí, porque si no 1o de Tepeaca se hizo muy malamente, según otravez dicho tengo, muy peor se hizo en este de Taecucano, que después que sacaban el real quinto, era otro quinto para Cortés, y otras partes para los capitanes, y en la noche antes, cuando ias tenían juntas, nos desaparecían las mejores indias. Pues como Cortés nos había dicho y prometido que las buenas piezas se habían de vender en la almoneda por 1o que valiesen, y las que no fuesen tales por menos precio, tampoco hobo buen concierto en ello, porque los oficiales del rey que tenían cargo dellas hacían 1o que querían, por manera que si mal se hizo una vez, estavezpeot, y desde allí adelante muchos soldados que tomamos algunas buenas indias, porque no nos las tomasen, como las pasadas, las escondíamos y no las llevábamos a herrar, y decíamos que se habían huído, y si era privado de Cortés secretamente las llevábamos de noche a herrar, y las apreciaban 1o que valíN¡ y les echaban el hierro,y pagaban el quinto, y otras muchas se quedaban en nueskos aposentos, y decíamos que eran naborias que habían venido de paz de los pueblos comarcanos y de Tascala. También quiero decir que como había ya dos o tres meses pasados, que algunas de las esclavas que estaban en nuestra compañía y en todo 1o real conocían a los soldados cuál era bueno, cuálmalo, y tratabanbien a las indias y naborias que tenían, o cuál las trataba rnal, y tenían fama de caballeros e de otra manera, cuando las vendían en el almoneda, y si las sacaban algunos soldados que a las tales indias o indios no les contentaban o las habían tratado mal, de presto se les desaparecían y no las víanrnás, y predice buscar a Mahoma en Granada

11.46


C¡r,rE«,qr Juen Ar.ronnu Alrut,r.zÁx

I

o escreber a mi hijo el bachiller en SalamaÍtca yt en fin, todo se quedaba por deuda en los libros del Rey, ansí 10 de las almonedas y los quintos, y al dar 1as partes del oro se consumió, que ninguno o rnuv pocos soldados lievaron partes, porque ya no debían, v aun mucho más que después cobraron los oficiales de1rev...

...Dejemos esta materia, y digamos cómo luego se mandó pregonar que todos 1os indios e indias que habíamos habido en aquellas entradas se iler.asen a herrar dentro de dos días a una casa questaba señalada para el1o, y por no gastar más palabras en esta relación sobre la manera que se vendían en la almoneda más de las que otras veces tengo dichas, en las dos veces que se herraron, si mal 1o habían hecho de antes, muy peor se hizo esta vez; que después de sacado el real quinto, sacaba Cortés el su\.o, \'otras treinta trancalinas Para capitanes, y si eran hermosas l'buenas indias 1as que metíamos a herrar, las hurtaban de noche del montón, que no parescían hasta de ahí a buenos días, y por esta causa se dejaban muchas piezas que después teníamos por naborias... ...Dejemos destos mandos v de otros que \¡a no me acuerdo, y digamos que Guatemuz v sus capitanes dijeron a Cortés que muchos soldados ). capitanes que andaban en los bergantines t. de los que andábarnos en las calzadasbatallándoles irabÍamos tomado muchas hijas y mujeres de principales; que 1e pedían por merced que se las hiciesen volver y Cortés les respondió que sería malas que haber de poder de quien las tenían, )- que las buscasen y trujesen antél, y vería si eran cristianas o se querían volver a sus casas con sus padres t'trraridos, --v que luego se las mandaría dar;y dióles licencia para que las buscasen en todos tres reales, y un mandamiento para aquel 147 )


I Mrrrronus

soldado que las tuviese que luego se las diesen, ,¡ si las indias se querían volver de buena voluntad. Y andaban muchos principales en busca del1a de casa en casa, y eran tan solícitos, que las hallaron, y había muchas mujeres que no se querían ir con sus padres, ni madres, ni maridos, sino estarse con los soldados con quien estaban, \. otras se escondían, y otras decían que no querían volver a idólatras, y aun algunas dellas estaban va preñadas, r' desta manera no llerraron sino tres, que Cortés expresamente mandó que 1as diesen. Pues bien, esas indias esclar.,izadas y herradas como becerros, hu-

mildes y bravas, abnegadas r. leales y querendonas, fueron digno receptáculo de ia simiente de nuestra nacionalidad y transmitieron a sus descendientes ias cualidades que hacen de la mujer hispanoamericana, el ser más drgno de r.eneración, de amor y esperanza.

En muchos aspectos he considerado a la mujer superior al hombre. La expedición a Belice. Una marcha de perfiles dantescos Si pretendiera yo también resucitar en la política mexicalla, que afortunadamente sólo por un año me vi obligado a experimentar, podría creerse que trato de halagar al "cincuenta por ciento" de la "ciudadanía con derecho a votar". Pero ia r.erdad es que, en muchos aspectos, he considerado a la mujer superior a1 l-rornbre y la he preferido en cuanto ha sido posible. Para no hacer esto más largo que la Enciclopedia Británica, rne limitaré a escoger, entre muchos, dos hechos que justificarr mi preferencia:

En\91.6, Wilson reconoció e1 gobierno de Carranzay miles de mis soldados no quisieron ser menos que !\rilson, por:1o que rne quedé apenas con unos mil quinientos, prsrs eso sí, todos de fuera del terreno, norteños, llenos de r.ida, veteranos, dra¡;onc,s admii 118


CrNenel JueN ANonpu Ar-luzÁrrr

I

rables. Para evitar la pelea contra los de1 terreno que habían desertado y por constarme que sólo podían progresar los que dominaban territorio fronterizo para adquirir municiones, decidí atravesar desde Huajuapan de León, Oaxaca y Chiapas y echar a los ingleses fuera de Belice (Honduras Británicas) a fin de devolverle esos territorios a sus propietarios legítimos: México y Cuatemala. Esto iba a hacerlo durante la Primera Guerra Mundial, antes que apareciera un Delano Roosevelt que para repartirse el mundo con José Stalin, decidió acabar con e1 hnperio Británico. Después relataré en detalle esta expecliciÓn, porque ahora se trata de estudiar al "sexo débi1" en la adversidad, de manera que optaré por ser breve. El L5 de septiernbr e de \976, salí de Santa María de Chimalapa para üuzar la sierra de ese mismo nombre con mi1 quinientos hombres, trescientas mujeres- peleadoras muchas de ellas- y dos caballos. Descle esa noche no llovió por incontables días;yano se pudo hacer lumbre; debajo del agua no había para beber; en los cordones de la sierra donde pasaban diez caballos no podían pasar más por los atascaderos que se hacían en esa tierra vegetal virgen; no hubo que comer más que carne de caballo cruda primero y después ¡carne de chango!; seis ingenieros con brújulas nunca pudieron decirme dónde quedaba e1 norte; pero ni si quiera me entendían 1o que les preguntaba; empezÓ la gente a enfermarse, a agusanarse, a suicidarse... Decidí ordenar la desbandada, autorizando a todos rnis subordinados a tirar armas y municiones Y desbarrancarse a pie por los cordones, para caer seguramente con el enemigo, que implacable vigilaba 1os soleados planes de 1as costas de1 Istmo. Les prometí que si vo me salvaba por un rnilagro \'' me rehacía, los acogería y certificaría. Llegué a terreno amigo de Chiapas con no más de cien espectros. El verdadero milagro fue del sexo débil. De los hombres murieron por centenares, de las mujeres no supe 14e I


I Mlirtontes

ni de una. De las armas que tiraban los hombres rruchas las levantaban 1as mujeres y algunas cargaban hasta a sus maridos. Una, la esposa del general Juan Prat, iba con ocho meses de embarazo. Fue unánime 1a solicitud de que si sa1ía con bien Y si era mujer se llamara no-reelección v si era hombre, sufragio- efectivo. Quizápor eso ahora ha-y no- reelección, p€ro no hav sufragio efectivo. El segundo hecho: En Monterrey, con escasa ayuda y con enormes sacrificios hice una ciudad militar modelo; porque la hice yo, todo el mundo se empeñó en destruirla, con el pretexto de que la ocuparía la Universidad,la que podía disponer de infinidad de lugares más apropiados. Dentro de la ciudad militar construí el pueblo de la tropa. En ese pueblo gobernaba con autoridad más efectiva que la de muchos de los gobernadores actuaies de los estados, un ayuntamiento femenino, admirablemente escogido en las elecciones anuales; v un consejo de mujeres, también, administraba la cooperativa de consumo que r.endía, a precio de mayoreo, mercancía de primera calidad y con peso exacto. Había socias que en los repartos anuales, sacaban tanto colrro el marido. Pero la maravilla fue que las mujeres exterminaron el sararnpión que se llevaba cada año de cincuenta criaturas en adelante, v 1o increíble, las soldaderas acabaron con 1a prostitución, con 1a sífilis y con ia blenorragia... Finalmenie, ]oaquín Piña rnenciona algunas de nuestras heroínas: Antonia Nava y Catalina González, que ofrecieron sus vidas, su propia carne, para alimentar a los soldados insurgentes que rnorían de hambre en el sitio de Xicaia; N,{aría }osefa lvlartínez, valiente guerrillera; Petra Teruel de Velasco, que protegió la vida de dcn Cuadaiupe Victoria y financió con ia t'enta de sus joyas a los generaies Vicente Guerrero \, |Jicolás Bravo; Tomasa Estévez y Saias, fusilada por el sanguinario general español Flon; Rafaela López Aguado de Rayón, que no cedió ante 1a oferta de perdón I 150


Grxrnr,l Ju.rn Axon¡u AlruezÁN

cle la

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vida de uno de sus hijos, a cambio de que dispusiera a 1os

otros cr-latro a dejar la lucha por 1a Independencia; Carmen Camacho, guerriilera fusilada; María Fermina de Rivera, guerrillera; Manuei; Iferrera, que djo su fortuna para avuclar en su lucha heroica al general Mina, y luego sacrificó su libertad; Altagracia Mercado, guérriliera indomable; Bernarda Espinosa, condenada a ser fusil-ada por la espalda pof su iucha con las afmas en pro de 1a causa insurgente; Rita PérezMoreno, muchas \.eces heroica hasta aceptar el sacrificio de ia vida de sus hllos r- esposo; Gertrudis Bocanegra del Lazo de la Vega, heroína r' lucl-raciora l-rasta caer fusilada. ? más de cien mujeres insurgentes, castigadas por su colaboraciÓn en la guerra de Independencia, por e1 coronel español Agustínde Iturbirle, que tras de ordenar qlle se hicieran redadas de ellas, las hacía marchar leguas r' leguas con sus pequeños hijos a cuestas, atormentándolas con 1a fatiga de la marcha y 1a inclemencia dei tiernpo, sin darles aiirnentos, hasta encerrarlas en prisiones, donde hallaban la muerte.

Conste que faltan entre estas guerrilleras Ovtiz v Leona Yicario.

1as

veneradas Josefa

Es lratural que en todas las razas y las latitudes haya mujeres de excepcionaius cualiciades y no só1o mujeres, sino también hombres, a quienes debiérarnos imitar.

A propósito: en la última conflagración mundial en que tantas infamiás se cometían en nombre de 1os más sagrados principios, yo, como observaclor neutrai, juzgaba objetiva )'fríamente a todos los actores pala encontrar a quienes admirar. La verdad eS que a1fjnal, de tantos millones, sóio dos me parecielon sincefos, 1ea1es V valienti:s: Er.,a Braun y Clara Petacci, las amargas c1e Hitler v Mussolini. lV'fás

volvamos a la resoiución secuiar de los indios de mejorar

SV TAZA: 151

I


I N{rvromes

En mi dantesca aventura en la sierra de Chimalapa -como 1a de Cortés, viajé de Belice, pero la mía con peores sufrimientos y peligros-, pude llegar hecho un guiñapo humano a Huehuetenango, Guatemala. La venta de mis bestias, tres acémilas y dos caballos, produjo una montaña de papel moneda guaternalteco. Una preciosa doncella india de la Sierra del Espíritu Santo quedó a mi servicio v un gran puñado de los papeles sucios, equivalente a dos o tres quetzales o dólares, lahizo obstinarse en acompañarme aún en las noches. Sin embargo, por mí quedó doncella, porqlle mi estado físico no me hubiera permitido más que hacer el ridículo. Pero, inquirí larazón de su hermosura v rne contestaron que era por la "costumbre" y que en la Sierra dicha hermosura no era excepcional, supuesto que en su raza todos eran semejantes. Cuando pude seguir, abravesé la Sierra del Espíritu Santo donde admiré mil tipos sorprendentes de indios debidos a la "costumbre", de que cuando llegaba a pernoctar en algunos de sus pueblos un tipo ejemplar, el ayuntamiento en pleno iba a rogarle rendidamente que se dignara oficiar con la doncella más sana \. más hermosa del lugar.

Exactamente consurnaban en Cuatemala hasta hace medio siglo, 1o que cuatro siglos antes procuraban desesperadamente ios estadistas autóctonos. Más de trescientos años después, vencida la dorninación española, todarría los jefes indios se someten sistemáticamente al imperativo racial que impone el mestizaje: ahí está el representativo zapoteca Benito luárez que casa a sus hijas no sólo con blancos, sino con extranjeros.

ZAPA'IA Y L,OS INDIOS Y toclavía ahora,los mismos mestizos que descuellan, subconscientemente quizá, condenan como injusticia que haya millones de seres vegetativos, innatamente débiles para la lucha por la '152


Grxrn,rl juaN ANDIiru AL.lt,rzÁN

]

vida, sólo por no tener la sangre mezclada. Comprobación curiosa, digna de estudio es que de los más decididos defensores de la causa de 1os indios, Fmiliano Zapata, para herir a1 que insultaba tenía como expresión favorita; "Indio calzonudo, hi- de latal..." Interesante también es recordar que generalmente no gozaba de la sincera subordinación cordial de los principales iefe zapatistas, indios purosr como Gabriel Tepepa, Chon Diaz, Antonio Barona, Genovevo de 1a O., Francisco Pacheco, etc., quienes aunque parezca increÍble, siempre demostraron simpatía por mí y hasta desobedecieron la orden dada por Zapata en horas de confusión, de fusilarme -olr.idando de momento que por defender su causa y a é1 mismo había yo tirado por la borda una fantástica situación de privilegio- corno se vera a su tiempo, cuando empecé a referir c1eta1les como el día dos de abril de 1977, en mi carácter de enviado de la ]unta Revolucionaria de San Antonio, Texas, evité en Tepexco, Puebla, un combate entre las fuerzas del Jefe indio Gabriel Tepepa y las del jefe mestizo Emiliano Zapata y dni misrno, colno lo prevenía ei Plan de San Luis, les extendí despachos de coronel a los dos y de teniente coronel al célebre Felipe Neri y a otros más; y yaZapata con el grado de coronel v

yo, aparecemos firmando el acta de elección de Ayuntamiento por los vecinos de Tepexco. De cualquier manera, mientras no se extingan los indios habrá que luchar por ellos sir-r descanso.

Zapatav yo hablamos infinitas veces de la inaplazable necesidad de que los dueños originales volvieran ai dorninio de las tierras de que habían sido despojados no sólo por los espanoles, sino también por nueskos reformadores, y aprobamos los principios que había de contener pocos c1ías después, el28 de noviernbre de 1911, el Plan de Ayala, cuyo origen está en ia siguiente carta circular: Acaxtlahuacán, septiembre 20 de 7977.- Sr. Tte. Cor. Antonio Menchaca.- Rancho de Los Ciruelos., Est" Oa153 |


I Mrrraonras

xaca.- Muy señor mío: Le participamos que en conformidad con sus deseos, estamos de acuerdo en que se levante cuanto antes a recoger armas y caballos, aliste su gente y muevan cuanto antes, agitando a ias rancherías

y pueblos con el fin de que el gobierno encuentre dificultades.- El tema de la contrarrevolución es: que se entreguen a los pueblos sus terrenos; suprepresión de la contribución personaly rebaja de las demás contribuciones, multiplicación de las escuelas, etc., etc., y por último que elSr. Madero cumpla todo 1o que ha ofrecido. Sufragio Efectivo y No Reelección.- ElGra1. Jn. Andr. Almazán.- El Gral. Emiliano Zapata.- P. D. Supresión de 1as Jefaturas Políticas y establecimiento de verdaderos ayuntamientos.

Veremos a su tiempo que desde que participé en el levantamiento popular de1 estado de Morelos, comprendí que jamás volvería el orden a aquélla región, en tanto los campesinos no tuvieran tierras en propiedad. Eso que le sosfuve al señor Madero y a todos, desde que él llegó triunfante a México, era una herejía para los mismos revolucionarios,la masa de oportunistas que se adueñó de Ia situacióny, a pocos impiicaba esa actitud un peligro de muerte. Lo mismo que ahora será cosa condenable exigir que se obedezca la disposición constitucional de reparto de utilidades y provocaráLas iras de los taumaturgos de las fantásticas fortunas y de los gobiernos que arrebatan a los obreros io que 1es corresponde de tales gananetas, puesto que no es 1o mismo reclamar para el pueblo desde la barricada, que esperar que le caiga a uno el poder del cielo para hacer demagogia insincera estéril y, por ello, criminal. Desde el 11 y el 23 de julio de 1911, apareció mi firma en documentos publicados por los grandes periódicos de Ia Capital, en que reclamaba el cumplimiento de las promesas de la Revolución, en unión de muchos jefes revolucionarios como Emiliano Zapata, Cándido Navarro, Jesús H. | 154


GrNrml Juel

A,.¡onpu

ArvezÁN

I

Salgado, Camerino Z. Mendoza, Ftancisco J. N{úgica, Sabás Valladares, Gabriel Hernández, Guillermo García Aragón, etc. Pero lo que me encaminó francamente a la crujia A. de la Penitenciaria Federal, para disfrutar de seis inolr¡idables meses de incomunicación en una caja de hierro l- cemento, cuando ya e1 señor Madero era Presidente de ia Repírb1ica, fue una entrevista que concedí el15 de octubre de 1911 al irnportante periódico "El Diario" , er1la que sostuve 1a urgencia de enirentarse resúeltamente a resolver el problema agrario. Entonces c1i1e ..."Zapata es más que un hombre: es un símLrolo para 1a gente de \'forelos: el símbolo del socialismo que se ha cles¡rertado en aquélla región. En ningún estado co1r1o en Nlorelos, se seutía 1a presión clel capital sobre el trabajo. En efecto, Lrasta obserr.ar la región para ver que casi ia totalidad de sus terrenos están en poder de los hacendados, y el zapatislno no es más que la reacción de 1os campesinos contra el hacendado, un conflicto en el fondo entre el capital y el trabajo... Creo que la única solución es amnistiar aZapata, buscando al mismo tiempo, inspirar absoluta confianza a los que hayan delinquido en este ú1timo movimiento, no sóio en el orden político, sino en el orden común. Además, creo que la nación debía hacer un desembolso, aunque sea fuerte, para comprar y dividir las tierras de Morelos en pequeños lotes, que deberían vender a los campesinos, pero inmediatamente, a fin de evitar mavores males. Si 1as fuerzas regulares no han podido acabar con este fenómeno social, con este le',¿antamiento de toda una región, mucho menos 1o podrán las mal organizadas fuerzas rurales formadas por elementos maderistas..." Todavía ahora creo que sí el señor N{adero hubiera atendido rnis constantes demandas en favor de Zapata, desde el7 dejunio de 1911,, en que llegó a la Capital, procedente de C. Juárez esas sinceras y desinteresadas detnandas de mis veinte años, no hubiera habido zapatismo, ni carrancismo, sino simpletnente imperio de las instituciones por haberse atendido los anhelos populares. 155


I Mruoruas

Con mi obsesión por la inaplazable necesidad de acelerar el meslizqe, durante mis diez años de guerra continua, de 1910 a 1920, aturdía a mis soldados con 1o que algunos llamaban fantásticos proyectos. Todas nuestras feraces tierras tropicales debían comunicarse, sanearse el arriesgarse. Por todas partes habriaque orear portentosos centros agrícolas, con descomunales internados gemelos para indias puras e inmigrantes europeos perfectamente seleccionados, de preferencia mediterráneos y sobre todo hispanos y, por otro lado, para europeas e indios puros. Con su coeducaciónprácilca, escrupulosamente vigilada con enseñanzade agricultura y de oficios, con su trato deportivo y social frecuente, se irían compren-

diendo y formándose parejas que al terminar sus estudios recibirían del Estado, al casarse, casa, parcela amplia, equipo, animales domésticos, refacción y, sobre todo, importante prima ascendente del primero al sexto hijo y descendente para los posteriores.

Sostenía yo que no debía oividarse que los alemanes, polacos y húngaros, son los que más pronto y con más propiedad hablan el castellano y que sus descendientes son mexicat\as, desde la primera generación se sienten más mexicanos que los mismos hijos de españoly mexicana. También afirmaba que a los hispanoamericanos con un año de residencia y de buena conducta, debíamos darles derechos ciudadanos, sin exigirles que renunciaran a su nacionalidad.

Durante mi campaña electoral no podía hablar crudamente sobre el particulaÍ,pero anuncié mi resolución de gastar con tales propósitos en mi gobierno, mil millones de pesos que, al cambio actual, serían muchos más. Pero dije bastante sobre mis convicciones indigenistas en el siguiente discurso que pronuncié: |

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Grxrn,rl JueN AN»n¡u

ALM.A.ZÁN

I

Heroico pueblo oaxaqueño: No voy a quejarme de los atentados cometidos por las autoridades locaies contra 1os ciudadanos libres para evitar la expresión de su pensamiento v de su deseo. No voy a quejarme, porque estos atentados son Ia mejor propaganda para mi candidatura. Les dor'1as gracias, porque con sus procedirnientos arbitrarios aiianan el camino. Tengo cosas más importantes de que hablar con 1os dignos descendientes de esos grandes hombres nacidos en Oaxaca: el Benemérito de las Américas, hijo de la sierra de su nombre, Benito luárez y e1 gran soldado ,v patriota que fue Porfirio Díaz. E1

problema de que voy a hablarles, determinó que

estos dos hombres excepcionales, si bien se preocuparon largamente de e1, no lograron resoh.,etlo debido a que es difícil y complejo y no puede ser resuelto ni por un solo hombre, ni por una sola administración. Además,1as circunstancias en que gobernaron 1es impidió obtener los grandes recursos pecuniarios indispensables para su so-

lución. Me refiero al problema de la raza. México no podrá ser nunca un país fuerte, un país grande, mientras no afronte con decisión el problema de suraza; mientras no se haga y realice 1o que se ha venido predicando durante muchos años: resolver el problema del indio. Cuando llegaron 1os conquistadores, nuestro territorio tenía no menos veinticinco millones de indios: actualmente no suman ni tres mi11ones. ¿Es así como hemos formado úr1a raza mexicana, úna raza fuerte, üna faza productora que dé a ia l{epública el lugar preferente 157 |


I Mnltonras

entre las demás naciones? Por desgracia, desde la Independencia, el problema del indio se ha tratado sólo demagógicamente, y nada se ha hecho de manera efectiva. Las grandes cualidades del indio, su seriedad, su honradez, suinteligencia, su fino sentido artístico, su formidable energía y maravillosa resistencia, se han despreciado y malogrado completamente. Se les tiene, como en tiempos de la Colonia, apartados en los lugares más agrestes de las montañas, sin justicia, como bestias de carga, y sin más aliciente en 1a vida que el alcohol que los embriaga con frecuencia aterradora. Si ustedes, si el pueblo mexicano, me elige Presidente de la República, tendré Ia energía necesaria para iniciar, de una manera efectiva, la redención del indio. Para este Íin ulilizaré al Ejército Nacional, verdadera esperanza de la Pakia, en la siguiente forma: en los dos primeros años de mi administraciór¡ todo el efectivo del Ejército será concentrado en diez o doce ciudades militares, como la que conskuí en Monterrey. Lo que hice en pequeño en Monterrey, se hará en grande en todo el país. En esas ciudades militares, el soldado vivirá como el oficial, como el generalr 1r stl familia disfrutará comodidades idénticas a las de sus jefes. Y a esos hombres, que dedican su vida a la Patria, les serán respetados celosamente sus derechos cívicos y no volverán a ser víctimas de ultrajes como se les hizo recientemente, en que sin tomar para nada en cuenta su voluntad, se pretendió convertirlos en inskumento de la imposiciór¡ por medio de falsos representantes, que fueron designados por autoridades militares sin escrúpulos. Tampoco volverá a suceder 1o que pasaba antes de ia Revolución y que ahora vuelve a practicarse; que a generales, a jefes y a oficiales pundonorosos, por dN gamntias al pueblo o por I 158


Gxrn,rl

JueN Axonpu

Am;rzÁN

I

expresar ideas libertarias, se les destierra a lugares lejanos. A los bravos y humildes soldados por la misma razón se les expulsa ignominiosamente de las corporaciones, principalmente en la Compañía de Tanques y en otras unidades. Para cubrir los puestos de los primeros se utiliza a quienes con más escándalo blasonan de imposicionistas. Velaré por el estricto cumplimiento de las leves de ingreso, ascensos y recompensas para que los militares no sean mandados por individuos llegados de la calle, a quienes se les otorgan grados al capricho, sino por oficiales y jefes formados en la Revoiución o procedentes de las escuelas militares. Estos tendrán asegurado su porvenir v la obligación de velar por el bienestar de los soldados v de sus familias. Desterraré implacablemente la ingerencia de los políticos y de los líderes en el mando del Ejército, v al efecto, se creará inmediatamente el Gran Estado Ma\.or, organismo que en 1o sucesivo tendrá el rnando v resolución de todos los problemas militares. Los miembros del Ejército que por su dedicación a la carrera se destaquen, contarán con el estímulo necesario para especializarse. Por 1o menos 1a mitad de 1os contingentes de Ejército nacional, será de indios puros, para qué estos, con sus familias, durante el tiempo que dure su enganche, tengan en las ciudades militares, la oportunidad de adquirir hábitos y conocimientos que los capaciten para volver a la vida civil como competentes agricultores, obreros, oficinistas, etc. Pero esta contribución, para la magnitud del problema 15e I


I Mrtr'tonr;rs

mínima. No me atendré, pues, a 1o que pueden hacer por el indio las ciudades militares. En los estados en que hay gran población indígena como Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Hidalgo, Sonora, etc., fundaré grandes ciudades escolares en que estarán a cargo de gentes que no tengan por oficio predicar el odio. Los es

directores, maestros v los empleados serán seleccionados entre los más capaces de sentir amor y de sacrificarse por el indio. Concentraremos en esas grandes escuelas a todo los pequeños indígenas, desde que tengan uso de razón, hasta que estén capacitados para salir a trabajar. La escue1a, además de darles instrucción y educación e inculcarles mutuo cariño v amor a la patria, deberá prepararlos para salir a tiabajar, con la protección del Estado, en un buen taller o una buena parceia; pero no en la parcela miserable, no un "tlacolote" colgado en las rocosas laderas de las tnontañas, donde el esfuerzo de un año no produce ni para corner; sino 1a parcela regada, que les dé 1o suficiente para que puedan conservar los hábitos que adquirieron en el colegio; para que sigan usando zapatos v pantalones, para que sigan comiendo en masa ). viviendo en habitaciones higiénicas; en una palabra, para que sean hombres que tengan necesidades y sean consumidores de la industria nacional.

Tengo la convicción de que si el pueblo rnexicano me lleva a la Presidencia, y me da su apoyo completo para cortar las uñas a 1os raqueteros que chupan las energías del país, se trabajará intensamente, se multiplicará la producción y entonces habrá recursos inmensos para ampliar las comunicaciones e industrializar a toda 1a República. Además, se contará con los medios necesarios pata, en 1os seis años de ini gobierno, emplear exclusivamente en el problema racial la cantidad de mi1millo760


GrNrner Ju,rN ANDIIEu Arrvr,tzÁr',

I

nes de pesos que manejará totalmente la Secretaría de la Economía Indígena, que habrá de crearse. Será mi administración, la primera que haga una obra verdaderamente efectiva, a beneficio del indio. Esta será 1a base y quedará encomendado a las administraciones futuras, seguir el mismo camino, para que en una o dos generaciones no haya indios, despreciados ni parias, ni bestias de carga, y existan sólo ciudadanos con 1os mismos derechos. Para completar esta o1¡ra será necesario abrir nuestras puertas a irunigrantes prerfectamente seleccionac1os, buenos trabajadores, especialmente campesinos, como parte de un programa }reftectamente estudiado, de homogenización v superación racial.

Cuando digo mil millones de pesos,los caciques acostumbrados a esquilmar al pueblo, a imponerle contribuciones estupidas con cualquier pretexto o alcabalas que maten toda iniciativa, porque no saben cómo obtener dinero en forma racional, se quedarán asombrados. Para mí la cantidad de mil millones que en seis años produzca la República, habrá resolver probiemas de tar-r inmensa trascendencia, es una cantidad razor-rable. Generalizando, para terminar, puede decirse que la fama de 1a fuerza incontrastable de las razas puras ha muerto.

Los dos grandes imperios que dominan, Rusia r' los Estados Unidos de América, son concentraciones de todas las razas y el poderío de este último será mucho rna\.or cuando afronte y reiuelva con decisión, el problen-ra de sui negros r- de sus ináios. Ya se agiganta la figura del reverendo \{artin Luther King Jr., 167 |


I Mrtvtont,rs

negro de Alabama, con su heroica prédica de "resistencia no violer:rta"; método predilecto de Mohandas R. Ghandi, puede lograr seguramente que en pocas generaciones desap arezcarr, por fusión,los problemas raciales de su país. Pero ha de lograrlo por su sinceridad, puesto que son contraproducentes los métodos demagógicos, como los acostumbrados por Franklin Delano Roosevelt, quien llamándose el primer defensor de los negros, exigió de sus vecinos de Hyde Park, que firmaran un compromiso inviolable de nunca jamás permitir que un negro pudiera comprar en su distrito ni una yarda cuadrada de terreno para vivir.

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Cnpírulo V¡l¡ Es FUNESTo CL Siempre me he empeñado en establecer claramente la diferencia enke español y gachupín. Hombres explotadores

"Mejor sirve a su patria quien le dice la verdad que el que exagera el mérito de sus hombres famosos". José Martí. Ya he dicho que el incidente penosamente sentido por mí, entre mi inolvidable abuela materna agorizante y mi pariente el Arzobispo de Puebla, me produjo hondo escepticismo respecto a la grandeza de los hombres. Indiscutiblemente que los genios impulsan a la humanidad, pero en el rigor, son rarísimos y además son producto del medio, por 1o que a ese medio también hay que concederle crédito. Hay, pues, por equidad, que reducir a sus verdaderas proporciones, la personalidad de los hombres famosos, para que algo del renombre quede para sus colaboradores.


j Mnronres

Debo empezar por la epopeya de Cristóbal Colón, acusado de haber ocultado obstinadamente sus antecedentes y de haber demostrado siempre desorbitada ambición que 1o convirtiÓ en el primer esclavista del l§uevo Mundo, perseguidor implacable de los indios el iniciador del "emperramiento" contra ellos. Me parece que ningún descubrimiento hubiera podido realizarse en 1492, si no hubiera tenido la insustituible colaboración de los célebres hermanos Pinzón, de Fray JuanPérez y Luis de Santángel y, sobre todo, sin el apoyo decisivo de Isabel la Católica. Los Pinzón aportaron dos, de 1as tres carabelas con que se hizo el viaje, y al respecto dice su no muy amigo Pedro Las Casas: Comenzó Cristóbal Colón a tratar en aquel puerto de su negocio y despacho, v entre los vecinos de aquella villa había unos hermanos que se llamaban los Pinzones, marineros ricos v personas principales. El uno se liamaba Martín Alonso Pinzón, t'éste era e1 principal v más rico y honrado; e1segundo, \'icente YáñezPinzÓn; el tercero, Francisco Martínez Pinzón, su hertnano; a éstos cuasi todos los de la villa se acostaban, por ser más ricos y más emparentados. Con el principal, Martín Alonso PinzÓn, comenzó Cristóbal Colón su piática, rogándole que fuese con él a aquel viaje y llevase sus hermanos y parientes y amigos, y sin duda es de creer que les debía prometer algo, porque nadie se mueve si no por interés y utilidad, puesto que no, como algunos dijeron, tanto, creemos que este Martín Alonso, principalmente, y sus hermanos ayudan y aviaron mucho a Cristóbal Colón para su despacho, por ser ricos y acreditados, mavormente Martín Alonso, que era muy animoso )'en las cosas de la mar bien experimentado. Y porque Cristóbal Co1ón quiso contribuir la octava parte en este r.iaje, porque con sólo el cuento de maravedís que por los reyes prestó Luis de Santángel no podía despacharse, y también por haber de la ganancia su octavo, y como Cristóbal Colón quedó de 1164


Gn'uner Juex ANDREU

ALNTAZÁN

la corte muy alcanzado, y puso medio cuento de maravedís por el dicho octavo, que fue todo para se despachar necesario, como pareció por las cuentas de los gastos que se 1e hicieron por ante escribano público en la dicha vil1a y puerto de Palos, que el dicho N,fartín Alonso, cosa es verosimile y cercana de la verdad, según 1o que yo tengo entendido, prestó sólo a Cristóbal Colón el medio cuento, o é1y sus hermanos...

La Pinta, que era la más ligera r- r.elera 1a capitaneó Martín Alonso Pinzón, con su hertnano Francisco Ilartír-rez; La Niña, el tercer hermano Vicente Yáñez r- La Capitana, CristóLra1 Co1ón en persona. Venían 90 hombres en sL1 mar-oría de Palos, donde levaron anclas, el rriernes tres de agosto de7192, media hora antes del sol. En siete días liegaron a 1a Gran Canaria, con La Pinta averiada y fue hasta el jueves seis de septiembre, en la mañana, que salieron de 1a Gomera, pero hasta el sábado en la noche tuvieron viento del noroeste para navegar al oeste. Desde el14 empezaÍot1 a descubrir muestras de que había tierra cerca, -yerbas, maderos, aves, peces, etc.-. El juerres 11 de octubre en la noche, Colón vió lumbre en el horizonte v el viernes L2 de octubre de 1492, a las dos de 1a madrugada, Rodrigo de Triana, desde La Niña, descubrió la tierra americana.

Del descubrimiento arranca ia portentosa colonización que hicieron los pueblos hispanos, españoles y portugueses en el Nuevo Mundo, a veces por órdenes de sus gobiernos v otras contra dichas órdenes, pero siempre arrastrados por el insaciable deseo de progresar y despreciando las hecatombes que pro\¡ocaban en los mares, los feroces piratas de Inglaterra, Francia v Holanda. Natural era que en el torbeilino, r,inieran unos pocos buscadores de ideal, otros muchos, adoradores del becerro de oro, bebedores de sangre y productores de exterminio; .,.felizmente también, muchos que sí venían a labrarse un por\¡enir, traían el propósito de 165


I Nlnronr,rs

lograrlo con sus aptitudes, sus esfuerzosy su abnegación v la voluntad de servir al mismo tiempo, a su nueva patria \¡ a sus sernejantes.

Por 1o demás, era natural que la lucha secular de Covadonga y Granada, produjera santos y demonios que habían de campar en América. Después de la gloriosa hazaña de los descubridores, todo 1o demás se simplificaba en el mundo nuevo y la conquista de México sería empresa factible. En días claros, las humaredas pueden verse del Cabo de San Antonio, Cuba, a Cabo Catoche, Yucatán, separados por no más de cien millas de agua del canal de Yucatán,y entre 1,492 a 151-9 transcurrieron largos 27 anos en que fueron surcadas esas aguas con frecuencia, muchos náufragos recalaron a tierra firme y es seguro que los indios yucatecos Inantenían contacto con los indios de Cuba. Una tras otra, vinieron las expediciones de Hernández de Córdoba, de Juan de Grijalr.a, de Hernán Cortés, de Francisco Garay y la de Pánfilo Narváez t, después de ellas, cor-r grandísima frecuencia siguieron llegando a nuestras costas embarcaciones de comerciantes: de manera que no fue realmente surcicla el hunclimiento de los barcos de Cortés, o cuando menos a mí no me admira en grado superlatir.o, porque generaimente 1os que hemos inten,enido en México en luchas armadas, hemos quemado nuestras na\¡es, r'así 1o hice siempre en mis luchas contra el general Porfirio Díaz, contra don Francisco I. Madero, contra don Venustiano Carranza, contra el generai Plutarco Elías Calles y contra el general Lázaro Cárdenas. En páginas anteriores alabé la actuación de los estadistas indios de doña Marina, que buscaron como remedio supremo el mesv tizaje, pero eso no quiere decir, que no aplauda fervorosamente el sublime sacrificio de Cuitláhuac, de Cuauhtémoc, de los miles, de 1os cientos de miies, de los millones de indios que dieron su

1166


CrrEnar- JurrN ANnR¡u Ar rrlezÁN

sangre por defender su patria, su honor, sus dioses y sus intereses, aniquilados por quienes no supieron comprender sus actitudes originales; y para mi es igualmente gloriosa, la conducta de Xicoténcatl, que en todo momento cumplió con su deber de patriota, y murió por intentar unirse a las heroicas huestes de Cuauhtémoc, sobreponiéndose a odios seculares entre sus pueblos, de manera que estas dos inmensas figuras, deben ser gemelas para Ia juventud mexicana.

En cuanto a los españoles conquistadores, con quienes tengo igual la mitad de mi sangre,líbreme Dios de inventaries defectos o pecados, que ya demasiados llevan a cuestas. En lo que siernpre me he ernpeñado y repetido hasta el fastidio, es en establecer claramente la diferencia entre español y gachupín. El prirnero, es para mí el que ha venido a América a fundar un hogar v a formar una familia mexicana. Taml¡ién el misionero o fraile, o autoridad que procedió con espíritu justiciero y ayudó al desvaiido en cuanto pudo. Gachupín he llamado al extranjero, de España o de cualquier parte, que viene con el propósito de explotar sin consideración a ios natir¡os, y que por ingénita estupidez se ostenta superior a los del país v que lejos de intentar formar un hogar mexicano, hace rancho aparte para -generación tras generación- sentirse corno sus parientes extranjeros v desprecian a los mexicanos; lo que hace más de ulr sigio debÍa tratarse con rigurosas medidas fiscales y con drásticas Iimitaciones constitucionales de los derechos a quienes prefieren servir o ligarse al extranjero en cualquier forma.

IUTCTO DE HERNÁX COnrÉS

Quiero confesar que reconozco en Cortés singulares cualidades de valor, de sangre fría de audacia, de inteligencia y hasta de buen conquistador de mujeres, por lo que seguramente no tenía el aspecto degenerado que le atribuye Diego Rivera. Aunque tam167

I


IN.{nronr,rs

bién el instinto genésico obliga a la mujer a buscar, a preferir y a conquistar al hombre que se enfrenta a la mLterte, que malogrará su potencia reproductora. De todos modos me parece que en su efímera vida militar, desde e1 13 v el 15 de Ír.arzo de1.51.9, fechas de 1os combates de Ceutla, Tabasco, y de 1a aparición de doña Marina, hasta el día de San Hipólito, el13 de agosto de 1521, con el aniquilamiento del hacinamiento humano de Tenochtitlán, fue un hijo mimado de 1a fortuna. Por eso, no objetaría que se levantara una estatua y con gusto cooperaría con dinero al efecto. Asimismo, opinó que deben respetarse sus cettizas, porque las estúpidas profanaciones deshonran a quien las comete. Pero de eso, a que 1o acepte como émulo de Alejandro, de Aníbal o de César, sí que no hav derecho.

mayor parte de 1a Revolución Mexicana, de 1910 a inten.inimos en e1la pudimos proceder con 1a misma impunidad con que 1o hacían los conquistadores. En muchísimos casos, 1a seguridad de la vida de uno y de la gente a sus órdenes, dependía de un acto de energía o de rigor, )- en ctranto a mí, tengo Ia conciencia libre de haber mandado fusilar a un espía o un bandolero que no hubiera sido condenado por un tribunal, y de haber lastimacio siquiera de palabra a un enemigo prisionero de guerra. Porque esa vida fue siempre de sacrificio y de experiencia, me siento con autoridad para juzgar la conducta de cualquier militar que hava actuado en mi país. Durante

1a

1920 v aún a 1930,los que

Debo repetir que siempre he considerado al esparlol como e1 mejor inmigrante para México v siempre he abominado al gachupín. No es por demás asentar aquí que cuando el salvajismo afloró en nuestras luchas intestinas, las tropas de mi rnando y el terreno que dominaban fueron seguro v cordial refugio de extranjeros de todas las nacionalidades, perseguidas simplemente por serlo y sin que jamás me in-lportara la animosidad que esa actitud nuestra despertaba contra mí, ni las amenazas de otros jefes poI 168


GrNrn,,rr Ju,rr ANDREU

Alr'rlzÁN

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derosos y temibles. Conmigo encontraron seguridad, un caballo y una carabina para defender sus vidas, italianos, chinos, japoneses, árabes, norteamericanos !, sobre todo, españoles. Dentro de estos hubo quienes hicieran, a mis órdenes, carrera hasta 1legar al generalato y a la muerte colno José Milera, Antonio Pesquera ¡r Juan Granda. De manera que vo acogí siempre y salvé a muchos y en muchas partes, a veces con grave peligro de mi vida, cuando nada esperaba que midieran, ni siquiera agradecimiento.

Para juzgar a Cortés trato de imponer silencio a mi sangre india y que hable sólo mi sangre hispana. Veredicto condenatorio Ciertan'rente me sentiría feliz de referirme aquí a conquistadores que admiro como Gonzalo de Sandoval o Bernal Díaz del Castillo; y demás al Sur, como \/asco Núñez de Balboa o a Francisco de Orel1ana, pero, desgraciadamente, Cortés y Alvarado son tema que se impone. Para juzgar a Cortés trato de imponer silencio a mi sangre india y de dejar que sóio rni sangre hispana vaya de mi corazón a mi

cerebro, pero aún así, llegó a un veredicto condenatorio, despiadado, pero justiciero. Busco veracidad y encuentro grandes mentiras, desde ei informe que dictó para que lo firmara sus servidores de Veracruz,haslaen la quinta relación que dirigió al Rey. (Apéndice: Capítulo VIII -1-2). Desde los gastos que según él hicieron para la organización de la armada, tanto Diego de Velázquez, su crédulo jefe v benefactor, como é1 (Apéndice: Capítulo VIII -3), hasta la falsa información en que fundó las mercedes que concedió a las hijas de Moctezuma (Apéndice: Capítulo VIII -45) -inlormación extemporánea en julio de L526- por la "gran ve-

y agradecimiento que debía" "po, inapreciables servicios para España" al desaparecido monarca, y quien dizque se las había recomendado sobre todas las cosas: cuando la verdad

neración

169


I\{¡tvtOnI¡S

era que había asesinado a aquél y había obligado a éstas a hacer vida marital con é1, junto con numerosas princesas indias, no siendo óbice su mentira y pregonada admiración por el gran vecino Cuauhtémoc para ller.arse en su presencia a su revolcadero a la esposa adorada, doña Isabel. ¿Puede llamarse hidalga a esta conducta?

Ciaro que entre más mujeres poseyera más mestlzos vendrían, pero el propio decoro impone el respeto para la mujer del amigo, 1o misrno exactamente que para la del enemigo vencido. Y también cada hijo debe imponer a1 padre el respeto y 1a veneración para 1a madre. Busco lealtad para su bienhechor Velázquez, y etlcuentro que 1o traiciona desde antes de salir de Santiago de Cuba y embarca la gente v los elementos en 1a obscuridad y cuando su jefe llega a la playa al amanecer -v 1o increpa: (Fray Bartoiomé de las Casas): " ¿Cómo, compadre, así os vais? ¿Es buena manera ésta de despediros de rni?". Respondió Cortés: "Señor, perdone vuestra merced, porque estas cosas v las semejantes antes han de ser hechas que pensadas; r,ea vuestra merced que me manda". No tuvo Diego Yelázquez que responder, viendo su infidelidad v desvergüenza... y manda alzar las velas a 18 de noviembre, año de 1518. Busco 1a sinceridad en sus sentimientos religiosos v encuentro que más parecen recursos para ocultar una odisea desenfrenada que no hartándose de robar a 1os pueblos que domina, roba también sin consideración a los infelices soldados ar.entureros de quienes tanto necesita para sobrevivir. Dice el Padre Las Casas: "... Esto de sacrificar hombres ). comerlos, como dice Gómata,yo creo que no es verdad, porque siempre oí que en aquel reino de Yucatán ni hobo sacrificios de hombres, ni se supo qué cosa era comer carne humana (y decirlo Gómara, como ni 1o vido ni lo oyo sino de boca de Cortés, su amo y que le daba de comer, tiene poca I 770


Grxrn,rr ]u,rx AN¡nEu ArlalzÁN

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autoridad, como sea en su favor v en excusa de sus maldades), sino que esto es lenguaje de los españoles v de los que escriben sus horribles hazañas, infamar todas estas universas naciones para excusar las violencias, crueldades, robos y matanzas que les han hecho, y cada día y hoy les hacen, y por esto Gón'rara dice en su Historia que la guerra r'la gente con armas, es el camino verdadero para quitar los ído1os ). los sacrificios y otros pecados a los indios y con esto, dice é1, más fácilmente y más presto 1'mejor reciben y oyen y creen a los predicadores y toman el Evangelio v el baptismo de su propio grado v voluntad. Harto poco sabe Góñrara de la predicación del Evangelio y del fruto que en estas partes han hecho las tiranías v estragos con armas, las cuales han obrado en estas gentes tanto, que si no son los que Dios han querido dellas, con ira todo poder y saber humano, por la predicación de los buenos religiosos alumbrar,los demás no estiman de nuestro verdadero Dios, sino que es malo, injusto y abominable, pues tan inicuos hombres envía a que los aflijan y destruyan con tan nunca oídos otros tales daños y males..." Busco al'u.aliente I'audaz guerrero de los campos de Centla v de Tlaxcala v de Tenochtitlán, y encuentro en1524 al felón con Pánfilo Narváez v con el adelantado de Jamaica, Garay, que en cambio se deja ultrajar por un facineroso como Nuño de Guzrnán: encuentro, repito, que va por los campos de Tabasco un timorato que asesina a Cuauhtemotzín, Coanacotzin r. Tetlepanquetzaltin: por puro miedo al primero, por haberle arrebatado de 1a manera más cobarde y vil a 1a esposa, niña de regia estirpe. Después del asesinato infame, remordimientos r-más cobardía en Honduras, donde siente pánico al conminarlo sus subordinados para que se embarque para regresar a México, a donde opta por mandar un criado, quien con la sola noticia c1e que el Conquistador vive, logra adueñarse de la situación; pero para que Cortés regrese necesitará que vaya un barco con u11a con-Lisión encabezada por Fray Altamirano, su pariente, a con\rencerlo de que puede hacerlo sin 771 |


IMllrontes

el menor peligro. Y desde que regresó a la Capital de su Imperio ya no hubo una sola muestra de virilidad y sí mil, demandas l1orosas que lleva a España en diciembre de 1.527 para regresar en la primera de 1530 v volver allá en 1540, hasta el 2 de diciembre de 1547 , en que muere, a los 63 años de edad, roído por su ambición de vanas recompensas.

Cuando rnata por matar, tratará cie justificarse con cualquier testimonio, sobre todo con la traducción de su intérprete doña Marina,.v así 1o hará hasta cuando ya nadie pueda creerle, porque ya no lo necesita, porque ya todos se entienden y ya entregó a la rnadre de su hijo, como cualquier rufián, a otro de su catadura: y la complicará siempre porque sabe que no ha de desmentirlo. Dice BernalDíaz que durante los combates de Tenochtitlán se decían mil malas razones de parte a parte, porque después de dos años de trato, de 1519 a1527, ya se entendían; entonces para qué necesitaban a la intérprete Marina tres años más tarde , en 1,524, ¿para asesinar a Cuauhtémoc? Antes de seguir adelante, se 1re ocurre preguntar: Desde e1 13 de agosto de 1,521, Cuauhtémoc era su prisionero; si veía su ascendiente entre los indios y temía un alzamiento, ¿por qué no 1o envió a España en uno de los innúmeros bergantines que tocaban Yeracruz? Y a propósito, dados los muchos cientos de miles de indios que Cortés echó sobre los famélicos aztecas, pienso que Cuauhtémoc debía haberle dicho: ¡Oh, N{alinche:l "Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos; que Dios protege a los malos cuando son más que los buenos". También tengo otra curiosidad: Bernal Diaz del Castillo nos habla detalladarnente de las bajas que los españoles tuvieron en Punta Catoche, el 5 de tr'arzo de 7577, con Francisco Hernández de Córdoba y 56 muertos en la derrota de Champotón, el31 del mismo; también en Champotón, el 6 de mayo de 1518, con juan 1172


Grxrnar Ju,rx

A1,IDITEU

AlrrtezÁN

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de Grijalva y con Cortés en Centla, etr 13 y 15 de rr'aÍzo de L519, y en 1os campos de Tlaxcala, todo septiembre hasta e|23, que fueron recibidos en su Capital: En Tenochtitián del 24 de junio de 1520, en que llegó Cortés imposible de soberbio, hasta el 10 de

julio en que salió huyendo con restos de su ejército, la lrloche Triste y finalmente, de las grandes bajas que tuvieron durante el sitio de la Capital Azteca, del10 de mayo al13 de agosto de1.52L, sitio en que los españoles confiesan haber asesinado a más de ciento cincuenta mil hombres, mujeres y niños, agonizantes de harnbre y de sed, o 1o que es lo mismo, que aniquilaron más de las tres cuartas partes de los doscientos mil habitantes, haciendo un sitio de noventa v tres días de duración, más terrible que el de Jerusalén, pero no dice que los españoles havan tenido ni un solo herido en la matanza de Alvarado, en ei Palacio de Axayacatl, ni en la honrosa matanza de Cholula, por más que Cortés dijo que se combatió duramente en 1as ca1les. ¿Verdad que fue grande la suerte que turrieron al salir todos ilesos? Obediente a mi propósito de hacer divulgación histórica/ recomiendo al lector qr"-"rl el Apéndice busque: (Capítulo VIII -6 Fray Bernardino de Sahagún y Héctor Pérez Martínez) testimonios respetables, con transcripciones de escritores que tratan de los asesinatos de Cholula, del Palacio de Axayacatl v de Moctezuma Xocoyotzin: (Capítulo VIII-7 Fray Francisco Javier Clavijero). La Noche Triste, con datos de 1o que en esa noche pasó; (Capítulo VIII-8 Bernal Díaz dei Castilio v Wiliam H. Prescott). El cobarde sacrificio de Xicotencatl, con pruebas de la grandeza de este héroe: y (Capítulo VIII-9) la rnadera, la piedra y el patriotismo se enfrentan al caballo, al fierro v a la pólvora, donde va descrita la inigualable defensa que los aztecas hicieron de su capital, así como también se encuentran datos sobre 1a actitud de lxtlixochitl, y sobre la miserable conducta de Cortés para con sus tremendos soldados.

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Cnpírulo lX EN LA NuEVA Espnñt iQué hemos hecho por los indios en los ciento cincuenta años de independientes que vamos a cumplir? Autoridades y frailes

Al que haya leído algunas páginas salteadas de las que llevo recopiladas le parecerá que me envenena el odio contra los conquistadores, pero el que haya leído todo con paciencia benedictina, desde Ia primera Iínea en que empiezo a referirme al pequeño pueblo donde nací, deberá concederme que estoy orgulloso de mi sangre española y que,lo repetiré siempre, considero a los originarios de la península hispánica, como los mejores colonizadores que pudieron haber venido a nuestras tierras. Al juzgar la conducta de los españoles con los indios y con los mestizos, no 1o hago como estéril juicio sobre cosas del remoto pasado que ya no tienen remedio, sino, todo 1o contrario, como urgente llamado hacia el trato que merecen lo indios y el gigantesco esfuerzo que es indispensable dedicar a Ia nivelación en nuestro país, de un


IMmromes

mestizaje equilibrado en su composición étnica. A ese fin dedicaré hasta Ia última palabra de lo que yo escriba o copie.

En realidad, Hernán Cortés sólo rigió su imperio desde el 13 de agosto de 1521 al 12 de octubre de 1524, en que salió para las Hibueras. Cuando de allá regresó en junio de 1,526, apenas si un mes transcurrió antes de que llegaran Luis Ponce de León ¡r Marcos de Aguilar, los nuevos gobernantes que desde el primer día entraron en conflicto con é1, quien se refugió en T1axcala, Y muertos éstos muy pronto, el sucesor Alonso Estrada, 1o obligó a ir a España para desembarcar en Palos, en ma\¡o de 1528. Allá se dedicó a reclamar 1o que estimaba sus derechos v a gestionar inlructuosamente que se le devolviera 1a gobernación de 1o que había conquistado. Regresó al principio de la primavera de 1530, sólo con carácter militar, restringido por la Audiencia, para entrar en conflicto con las autoridades y particularmente con el buen virrey antiesclavista don Antonio de Mendoza.Se dedicó Cortés a cuidar de sus propiedades y a explorar más allá del mar de Cortés, para volver con sus reclamaciones a España en 1540, y a no reaparecer más en estas tierras de sus ambiciosos desvelos. Seguramente dió gran impulso a sus negocios con los cuantiosos recursos e inmensos territorios que se adjudicó con veintitrés mil esclavos, aunque hay escritor que asegura que éstos llegaron a un millón. Como Cortés, los conquistadores y los españoles que después fueron viniendo, trabajaron con e1 ardor propio de la raza v fue maravilloso el resultado que obtuvieron en el primer medio siglo, de esfuerzos inauditos. Llevaron a España productos desconocidos como el maí2, el cacao, el algodón, el tabaco, la vainilla, el mamey, la chirimoya, los zapotes,la papaya, el aguacate, la guayaba, el cuajinicuill y poblaron nuestras tlerras de ganados de toda especie, cubrieron nuestros huertos de frutales, de caña de 176


Grxrn:rr- Ju,rr A\DREU

AnrlzÁx

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azúcar, de legumbres y de cereales, y enseñaron a los nativos el lenguaje y múltipies oficios, así como 1a explotación de las minas, y sobre todo, la religión: los conquistadores por el terror y 1os frailes con amor. Todavía el soldado historiador, Bernal Díaz del Casti11o, antes de 1550, alcanza a describirnos verdaderos prodigios de los indios sometidos. (Apéndice: Capítulo IX-1).

Lo que pinta Bernal, 1o hicieron los españoles en los primeros cincuenta años de dominación. Y nosotros, ¿qué hemos hecho por los indios en los ciento ciucuenta de independientes, que vamos a cumplir? Las autoridacles españo1as r- 1os frailes realizaron mucho más: demostraron qlle reconocían igualdad moral a los indígenas y a los españoles, a tai punto que los declararon aptos para contraer matrimonio con éstos r. les otorgaron idénticos derechos civiles.

El rey ordenó: "Mandamos que ninguna órden nuestra que se hubiere dado o por Nos fuese dada, para impedir ni impida el matrimonio entre los indios e indias con españolas o españoles y que todo tengan libertad para casarse con quien quisieren y mandamos a nuestras Audiencias que así se guarde y cumpla". (Apéndice: Capítulo lX-2). Esta sola magistral disposición debe dejar anonadados a los necios mal nacidos que deploran el que no nos hubiesen colonizado los ingleses.

En mis largos años de anclanzas de guerrillero por el país, tuve ocasión de frecuentar innurnerables pueblos de ir-rdios puros, y en todas partes exigí a mis soldados que respretaran v apoyaran a las autoridades, profundamente admrrado por el respeto y el buen juicio que dernostraban en sus elecciones v la sorprendente dignidad que imprimían en el uso de la probidad de que se les investía. 177 |


I

N,{nronres

En ei fondo y a pesar de todo, existe todavía, según me consta, mucho de 1o que el señor Luis Chávez Orozco cree que ha desaparecido. Me perrnito incluir en el apéndice un artículo suvo que por parecerme intere,qante, recorté hace un año, titulado: "La capacidad democrática dei Indio". (Apéndice: Capítulo IX-3). Podernos decir que si el sigio XVI trajo a 1os indios 1os horrores de la conquista y de la esclavitud, también 1es traio los heroicos esfuerzos de hornbres generosos qlle lucharon denodadamente por su libertad, por su educacióry por su igualdad con los vencedores y por el reconocimiento de sus derecl-ios civiles. En su ma\¡or parte, 1o que se logró fue debiclo a 1a sublin-re defensa que de los indios l'racían varones beneméritos que no tenían tnás armas que e1celo irreductible porque se im¡rl¿n¡aran las máximas de misericordia v de justicia cie Jesucristo.

Según don Angel N1aría Garibav, el 7 de noviembre de 1555, terminó el Primer Consrgo Prorrincial de México, convocado por ei Arzobispo de México, Frar. Alonso de Montúfar, y asistiendo entre otros muchos dignatarios don Vasco de Quiroga, primer Obispo de lVlichoacán; Fray NIartín de Hoja Castro, Obispo de Tiaxcala; Frav Tomás Casillas, Obispo de Chiapas; don )uanZárate, Obispo de Oaxaca; donde ilegó Carvajal en representación dei Obispo de Guatemala, estucli¿rndo notable legislaciór-r para hacerie justicia al indio. También expidió dos bulas ei Papa Paulo III, exigiendo la misma justicia; Ia primera establecía su innegable calidad humana en racionalidad, y 1a segunda deciarándolo apto para recibir todos los sacramentos. En el siglo XVIiI, el Ilustre Arzobispo de Puebia v Virrev de la Nueva España -don Juan de I'alafox v N,{encloza- decía en su ensayo "De 1a Naturaleza del Indio": Y suponiendo que los indios son hombres sujetos a las comllnes miserias v pasiones de ios hombres... se pueden 178


Grrrn,rl

JueN ANDREU

ArrvrlzÁx

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llamar inocentísimos, porque ninguno los habrá tratado con atención y mirado con afecto pío y cristiano que no reconozca que están libres de vicios muy capitales. Codicia que no 1a conocen los indios comúnmente y rarísimos se hallarán que ame el dinero. Están libres de la ambición que es natural en los hombres, son poquísimos los indios que aspiran a los puestos de Gobernadores o Alcaldes que les tocan... No conocen la soberbia sino que son la misma humildad... apenas conocen la ira, porque son templadísimos en sus disgustos...y es menester exhortarlos a que \¡ayan a quejarse a los superiores de muy terribles agravios v tienen por su alivio ca1lar y padecer. I{o conocen la envidia porque no conocen la felicidad, ni hacen caso de ella, ni aspiran a más que vivir y que se olviden de e1los, ni los afligen o entristecen ajenas dichas. Entre las virtudes del indio más admirables y raras, es la paciencia, sin que se les oiga tal vez ni aun el suspiro, ni el gemido, ni ia queja... Entre los buenos gobernantes, como ya dije, figura don Antonio de Mendoza, que tornó posesión el15 de octubre de 1535 v suprimió desde luego, los serr-icios de bestias de carga que prestaban los tamemes. El Virrer. don Luis de Velasco sostut'o "que más importaba la libertad de los ir-rdios que 1as minas de todo el mundo" y manumitió a 160,000 esclavos. E1 \'irrer' lvlartín Enríquez Allmarlza, redujo el servicio anual c1e los indios en 1as minas a un mes. Otro gobernante afirmó: "que es menor mal que ningún habitante del nuevo mundo se convierta a nuestra santa religión y que el señorío del Rey se pierda, que obligar a 1os pueblos a lo uno y a lo otro o la esclavitud".

Y don Bernardo de Gálvez decía: "Los españoles acusan de 17e I


I lVIlr.I(ures

crueies a los indios; yo no sé qué opinión tendrán ellos de nosotros, quizá no será mejor y si más bien fundada..." Mas a pesar del apostolado de muchos frailes, de los esfuerzos rie numerosos gobernantes, de ias órdenes terminantes de aigunos reyes, la prometedora incorporación de los indios fue retrogradando )' envileciéndose más y más 1a situaciÓn de los mestizos. Los indios, por los peninsulares que llegaban a conquistar fortuna fác1l, necesitaban esclarrr¡s a quienes explotar, t. los mestizos porque sus progenitores les habían dado vida en actos de placer exclusivamente, y no quería estorbos para cuando r,o1vieran a la patria a ausente a disfrutar de su fortuna. Así, 1o que el final del siglo XVI nos dejó tan prometedcr, al terminar el siglo XVII era tenebroso. (Apéndice. Cap. IX-4. Lic. S. Chávez Havhoe). sazén, el país era prcpiedad particular de sesenta mii nacidos en España, con sus tierras, sus rninas, su agricultura t.la totaji,-lad de su conrercio.

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1a

Las buenas leves fueron letra muerta, según lo condenaba a fures dei siglo XVIII, el Cbispo español de Nlichoacán, frav Antonio de San Miguel; granparte del clero secular )r re8ular se hizo esclar¡ista y coruoffrpido, como 1o denunciaron a algunos obispos r- frailes, v la iglesia se apropió de la ma\.or parte de fincas urbanas r, rústicas, al grado de que en la Capital, los conventos, especialmente e1 de Santa Teresa, el de la Concepción Y el de 1a Encarnaciór-r, eran dueños de más del setenta y cinco por ciento de las propiedades. Lo mismo sucedía en el resio de las ciudades \. con las fincas rústicas que los rodeaban y más lejos inmensos teiritorios de las mejores tierras para el cuitivo, lo ocupaban las grandes haciendas de los Condes del Valle, de Santiago, de San Miguel de Aguayo, Mariscal de Castilla, Duque de Monteleone, lv{arqués delJaral, los Fagoaga, los Aicaraz,los Regla, los Vivanco,los Vicario, etc.

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180


Cexlner. Ju.rn ANDREU ArirrezÁu

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indios les iba quedando exclusivamente la libertad para embriagarse, con motivo de las idolátricas fiestas religiosas, y a 1os mestizos, repudiados sistemáticamente por sus progenitores y por las autoridades,la libertad de holgazanear y de hacer trampas. Hasta los mismos criollos ocupaban en la escala social, un A

1os

escalón abajo de los nacidos en la Península.

Desgraciadamente para los católicos ha sido frecuente que los altos jerarcas de la Iglesia se coloquen en contra de los anhelos populares: así sucedió en la Colonia, en 1a Independencia, en la Reforma y así 1o hizo también el Arzobispo Luis N{aría Martínez hasta 1.956, como veremos a su tiernpo. Tal \'ez porque aparentar-r ignorar que Jesucristo fue crucificado por exigir comida para el hambriento, agua para e1 sediento, vestido para el desnudo. (Apéndice: Capituló IX-5, Luis Castillo Ledón).

Al respecto copio al periodista Hernán Rosales: El espíritu de los americanos -el indio y el mestiza- es sumiso y rendido porque se hermana bien con el abatimiento; pero se eleva con facultades y empleos, está muy expuesto a los mavores yerros, por esto conviene mucho tenerlos sujetos... El Arzobispo de México don Alonso Núñez de Haro, escribió 1o anterior al re\. de España, Carios III, para demostrarle que los natir.os mexicanos en su división de castas: indios, mestizos v criollos, no deberían obtener empleos de categorÍa en la \ueva España, r, si posible fuera de ninguna especie, prii.ilegio único de que g,ozaban desde principios de la Colonia los españoles. La tesis del señor Arzobispo no podía ser más extraña a las normas de conciencia humana. Es decir, que ya porque los nativos de México eran sumisos v propensos al abatimiento, no merecían, y entendemos que cualquiera que 181 |


I N,irrrrones

fuere su condición intelectual, obtener empleo ni nada que se relacionara con la vida administrativa. Sobre este particular, el Avuntamiento de México, que siempre respondió dignamente cuando se trataba de defender 1os derechos de los naturales y cívicos del mexicano, dirigió al mismo rey Carlos III, en mayo de 7771, refutando los duros conceptos del prelado y, aún más, pedía el castigo de éste mismo, por faltar a la verdad, en perjuicio de 1os nativos del país. Nunca nos quejamos -decía en su informe del Ayuntamiento de 1a ciudad de lvléxico- de que los hijos de la antigua España, disfruten de la dote de su madre; pero parece correspondiente que quede para nosotros 1a de la nuestra. La incurable miopía de los españoles que dominaban en España v en América, incluvendo a los jefes de la Iglesia, fue causa de cruentas pugnas que ir-rdebidamente se convirtieron en religiosas v se hicieron interminables v feroces. La lucha por la Independencia Norteamericana v 1a Revolución Francesa, tenían, como casi todas las conmociones sociales, origen esencialmente económico. Antes de1770, ya los reyes muy católicos de España habían tratado de que la riqueza de los acaparadores, quedara repartida en muchas manos de sus súbditos, de manera que no puede comprenderse, como noventa años después, había de acusarse de anticatóiicos a los reformadores de México que lucharon porque la masa popular disfrutará de mejores condiciones de vida. Insisto en que en la lrlueva España, con siete millones de habitantes y apenas sesenta mil peninsulares, éstos últimos acaParaban la riqueza de la nación, \¡ para el resto era prácticamente imposible disfrutar de nada del extranjero, puesto que 1o más insignificante de Noruega o de Turquía, por ejemplo, debía ser 11evado forzosamente a Cádiz r¡ a Veracruz, con ia general |

182


Grxrnel

JueN ANDREU ArrvrezÁN

prohibición de fabricar algo similar a 1o que salía de España. Recuérdese que había prohibición hasta de cultivar vides y olivos. De manera que es agobiante calcular el costo y el tiempo necesarios para obtener cualquier fruslería en Hermosiilo y para los indios y los mestizos, que no tenían con qué pagar, no había más que 1o poco que se permitía que se produjera en el territorio mexicano, lo que les impelía a rebelarse, a pelear por la libertad que habría de mejorar su nivel de r.ida. La situación económica desesperada de 1810, la pintan dos personas insospechables para los conservadores mexicanos: El Obispo Abad y Queypo y don Lucas Alamán, como puede verse en seguida: Dice el Padre Cuevas: En la época propiarnente borbónica o de efectos por borbónicos (1,765- 1E08) e1 anuai producto de las rentas reales en nuestro país puede er.aluarse en veinte mi1lones de pesos, con ur1 alcance en e1 mercado diez veces mayor que el que tenclrían en ia actualidad. ... El importe total de este primer ranro se reguia promedio de doce mi1lor-res para cada año. De esto se pagaban los gastos del gobierno, guerra v administración de justicia que eran cinco millones: administración de los propios fondos, dos mi11ones. Luego, de esos mismos fondos, habían de salir 1os famosos situados, o a auxilios pecuniarios, no me endurecen de cinco millones cle pesos cada año, para 1as otras poblaciones españo1as en América, de 1as que nosotros absolutarnente nada recibÍamos. Redituando esas colonias para la r-ieja España, la Nueva era la que había de pagar los gastos reales de La Habana, Puerto Rico, Santo Domingo, La Trinidad, la Florida, La Luisiana, las Islas Marianas r. hasta 1as Filipinas.

Elementos que prepararon

1a

Independencia. 183

I


MElloRres

Nuestra independencia comenzó en 1808.

A un eclesiástico, europeo por sangre y por naci-

miento, canónigo de Valladolid, don Manuel Abad y Queypo, hombre de mucha lectura, de talento penetrante y de un dinamismo parecido al de su propio padre, el Conde de Toreno, es a quién debemos los mexicanos la primera brillante sír-rtesis de obserr,'ación sobre la condición económica de nuestra patria Y primeras bases filosóficas de nuestra revolución de Independencia'

lrlo quiere esto decir que Abad )'Quevpo hubiese intentado una independencia colrlo 1a que t'ino a verificarse. Lo que é1 preter-rdÍa era sacudir el régimen po1ítico v económico de la Península para felicidad, ciertamente de la Nuer.a España; pero solamente por el medio de trasladar el clominio, de rnanos de las autoridades peninsulares trasmarinas, a la de 1os peninsulares poderosos aquí radicados, caracterizados por ei Consulado MéxicoGaditano y por el comercio peninsular también. En estilo vigoroso y persuasivo, con documentación y estadísticas irrecusables, Abad -v Quevpo describe la situación económica social en ios términos rnás persuasivos para 1as ciases aludidas. No hay duda de que los motivos por Quevpo señalados, grandemente influyeron en los primeros y postreros movimientos de nuestra independencia nacional. De su puño v letra escrito, 1eímos el memoriai que se conser\,a en el Archivo de Indias. Los españoles, dice ei valiente canónigo (criollos ',' peninsuiares), componían un décimo de1 total de la población y e11os solos tenían casi toda 1a propiedad v riqueza del reino. Las otras dos clases, que componen los nueve décimos, se pueden diviclir en dos tercios,los dos de castas

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GlNen,tl Ju,rl

ANDITEU

AnrezÁx

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(todos los mestizajes del país) y uno de indios puros' Indios y castas se ocupan en ejercicios domésticos, en 1os trabajos de agricultura y en 1os menesteres ordinarios de las artes y oficios. Es decir, que son criaclos, sirvientes o jornaleros de la primera c1ase. Por consiguiente, resulta entre ellos 1a oposición de intereses v afectos que es regular entre los que nada tienen r' los que tienen todo' La énvidia, el robo, el mal sen'icio de 1os unos; el desprecio, la usura, la dureza, de parte de los otros. Estas resultas son comunes hasta cierto punto en todo el mundo: pero en América suben en mu\r alto grado, porque no hal' graduaciones v medianías, son todos ricos o miserables, nobles o infames. Pasa después a describir por menudo el estado de abatimiento v degradación en que 1os indios se hailaban se-

parados de lai luces v auxilios que debían recibir por 1a iomunicación y trato con las demás gentes. Aislados por su idioma y su gobierno, el más útil y tirano, ligados por leyes que Ios tenían sin estímulo y sin defensa práctica' Refiriéndose a las castas o mestizajes, ilustra Y prueba cómo son clase infamada por derecho, sin posibilidades prácticas para elevarse a otra esfera social' Por parte del elemento criollo,los agravios, sea dicho, eran del orden moral. Así era verdad: por una aberración inconcebible, el españolen América, con mucha frecuencia quiere mal a su propia sangre Y durante tres largos siglos se fue verificando el abuso de que fuesen mellos dueños de su tierra los que nacidos en e1la que los advenedizos. Por un instinto de conservación, exagerado, al español nacido en México sistemáticamente ie tuvo la Córona alejado de todo puesto de importancia en el go185

I


I N{mtontes

bierno del Estado. En el siglo XVIiI y principios del XIX, la malquerencia de muchos peninsulares se fue acrecentando hasta llegar a su colmo en el infame memorial que el Consulado envió a las Cortes de Cádiz; escrito tan apasionado e injusto que ameritó el ser rechazado por la mencionada Asamblea gaditana, la que ordenó suspender su lectura por 1o intolerable y calumnioso del panfleto. El ya mencionado Manuel Abad I Queypo, de aspiraciones en aquellos comienzos amplias y desinteresadas, era el principal motor intelectual. Varios folletos impresos, dirigidos o al púb1ico o a la Corona, fueron 1os frutos de aquellas discusiones en fat'or de 1a Independencia, sostenidas por el alto clero michoacano. Magistralmente expuso Quevpo las cuatro llagas sociales de nuestra Patria, llagas que Ia antigua España estaba muy lejos de poder curar; desorden económico, opresión de 1as razas nativas, abusos adrninistratir.os \. abusos contra la Iglesia, por parte del Real Patronato. Es muy denotar de repetirse que ni Abad,v Quevpo ni ningún eclesiástico de los muchos que contribuveron a la Independencia de1 país, pusieron sus miras en motivos exciusivamente de la religión o de la lglesia, sino que también y muy conspicuamente en todo 1o que se relacionaba con el bienestar material y dignidad civil de toda la nación. Tocaba a otros hacer estas dos últimas defensas; pero si el clero no llega a tomarlas por su cuenta; ni indios, ni mestizos, ni nobles v plebeyos 1a hubieran llegado a realizar. Cuaiquiera que haya sido ia conducta de Abad y Que'u'po posteriormente, no podernos negarle los méritos que en a1gún tiempo contrajo para los mexicanos, ni podemos pasar en silencio los principales párrafos que integran la filosofía política de nuestra independencia. Perrnítame 186


Grr-rnel Julx A\DREU ArrrrvÁN

I

Vuestra Majestad -dice- eler¡e a su alta consideración y soberano juicio una verdad nueva, que juzgó de la mayor importancia y es que las Américas ya no se pueden conservar por las máximas de Felipe II. Que cese para siempre el sistema de estanco, de monopolio y de inhibición generai que ha gobernado hasta aquí, y a ir degradando ia nación en proporciór-r de su extensión y progresos, dejándola sin agricultura, sin artes, sin industrias, sin comercio, sin marina, sin arte militar, sin luces, sin gloria, sin honor, fuera de algunos intervalos en que se relajó algún tanto (la restricción) por la sabiduría de algunos soberanos. Es necesario, pues/ un nue\¡o sistema más justo...; pero tambiérr rnás vigoroso y enérgico. Dígnese V. M. de sentar siquiera las bases de un sistema sabio, generoso, liberal r-benéfico... dígnesez plles, ahora, V. M. obrando en consecuencia, declarar que 1as Américas y todo los habitantes libres e ingenuos, deben gozar de todos los derechos generales que conceden nuestras Ieyes a las pror.incias de la metrópoli y a sus habitantes. Es indudable -escribía en otra ocasión- que la Nueva España contribuve indirectamente con una sexta parte de la renta anual de 1a península, por los derechos que adeudan en aquellos puertos los frutos y efectos nacionales y extranjeros que consume, y la plata y frutos propios que introduce en ellos. Contribuye directamente con más de veinte millones de pesos (anuales) suma verdaderamente excesiva, y atiende a que recae casi sobre las clases que representamos y no componemos los dos décimos de ia poblacióry respecto a que los ocho décimos restantes son tan miserables, que apenas contratan ni consumen. Con esta suma sostiene la Nuer.a España las atenciones de policía, administración de justicia y de su propia defensa en tiempos de paz v de guerra. Ha soste187 |


MEIr.tonl,ts

nido y sostiene otras posesiones, como son Manila, Luisiana, Las Floridas, Trinidad, Puerto Rico, Santo Domingo y La Habana, en cuyos astilleros se construyó con 1os pesos mexicanos la mayor parte de Ia real armada. Y después de cubiertas sus propias atenciones v de haber gastado en las ajenas de cerca de cuatro millones anuales, ha remitido a la metrópoli otros seis, que han entrado libres en el reai erario...

Ella a se ha defendido y defiende de ios enemigos exteriores con los brazos de sus propios hijos, pues aún los pocos regimientos de tropa viva que vinieron de ia metrópoli, se reemplazaron con ellos casi por entero, antes de los dos años siguientes de su venida. Actualmente militan a las órdenes de V. E. en el cantón de Xalapa, once mil hombres v se hallan listos para marchar al primer aviso otros seis rnil. En suma,la Nueva España lleva más de dos siglos, que sin haber dado motivo a que la metrópoli gaste un solo peso en su defensa, ha contribuido, por término rnedio, o de un año común, con ocho millones de pesos, es decir más del duplo de todos los productos libres de las otras posesiones ultramarinas. Resultando verdaderamente tan peregrino, que no tiene ejemplar en la historia de todas las colonias antiguas y tnodernas. De Lucas Alamán: Lanqueza del clero no consistía tanto en las fincas que poseía, aunque éstas eran muchas, especialmente las urbanas en las ciudades principales, colrlo Méjico, Puebla y otras, sino en los capitales impuestos a censo redimible sobre las que los particulares, y el tráfico de dinero por la imposición y rendición de estos caudales, l-racía que | 188


Gr:xrnrrl JueN Aron¡u ArnllzÁx

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cada juzgado de capillanías, cada cofradía, fuese una especie de banco. La totalidad de las propiedades del clero tanto secular como regular, así en fincas como en esta clase de créditos, no bajaba ciertamente de la mitad del valor total de los bienes raíces del país. El ayuntamiento de Méjico, viendo la multitud de conventos de uno,v otro sexo que se iban ievantando, r'la rnuchedumbre de personas que se destinaban a1 estado eclesiástico, como las

grandes sumas invertidas en fundaciones piadosas, pidió a1 rer. Felipe I\/, en 7611, que no se fundasen más conventos de monjas nj. de religiosos, siendo demasiado el número de las primeras v ma\ror el de 1as criadas que tenían; que se limitasen las haciendas de 1os conventos de religiosos y se les prohibiese el adquirir de nuer.'o, larnentándose de que la mayor parte de las propiedades, testaban con dotaciones y compras en poder de religiosos, y que sí no se ponía remedio en ello, en breve serían señores de todo; que no se enviasen religiosos de España y se encargase a los obispos que no ordenasen más clérigos que 1os que había, pues dice se contaban más de seis mil en todos los obispados sin ocupación ninguna, ordenados a título de tenues capellanías, y Por último, que reformarse el excesivo número de fiestas, porque con ellas se acrecentaba 1a ociosidad v daños que ésta causaba.

Lo mismo pidieron 1as Cortes reunidas en Madrid por aquel tiempo, v antes 1o había propuesto e1 Consejo de Castilla, pero no se tomó providencia r- ias cosas siguieron 1o misrno. Esta riqueza de1 clero sufrió, sin embargo notable rebaja por la expulsión de los jesuitas en7767, habiendo sido aplicados al fisco sus cuantiosos bienes. Además de las rentas producidas por estas fincas y ca18e I


I N,Ierronr,rs

pitales, tenía el clero secular los diezmos, que en todos los obispados de la l{ueva España montaban a cosa de un millón y ochocientos mi1 pesos anuales, aunque de esta suma percibía e1 gobierno una parte, como en su lugar se dira. En el obispado de Michoacán,los diezmos se arrendaban en postura pública,1o que hacía más riguroso v opresivo su cobro, haciendo extensiva esta contribución hasta a los menores productos de 1a agricultura.

clero tenía una jurisdicción privilegiada con tribunales especiales, 1r un fuero personal que en épocas anteriores fue muy extenso, pero que se había disminuido mucho con la intervención de ios Jueces reales con los casos criminales, v con 1a declaración de que se conociese en los Juzgados seculares de los principales y réditos de las capellanías r. obras pías. E1

que vemos en la instrucción del Duque de Linares, y por el informe secreto hecho al Rev Fernando VI, por don Jorge y don Antonio Ulloa, las costumbres del clero habían llegado a principios del siglo XVIII, a un grado de corrupción escandaloso, especialmente en los regulares, encargados de 1a administración de los curatos o doctrinas. En la época de que tratamos, esta corrupción se notaba particularmente en las capitales de algunos obispados, y en los lugares cortos; pero en la Capital del reino, la presencia de las autoridades superiores hacía que hubiese mayor decoro, habiendo también en todas partes eclesiásticos y verdaderamente ejemplares, y en éstos se distinguían aigunas órdenes religiosas. Por

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1o


GoNnr<lr Jr:lN

Anor¡u At-lrlz.Áu

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Los peninsulares para dominar en el virreinato contaban con la fuerzade su propio coniunto, según 1o pinta el historiador Zavala Para conocer más la situación en la Nlueva España en los primeros años del siglo pasado, es conr.eniente leer los datos que aporta Zavala en su "Ensayo Histórico":

El influjo del clero era surlamente poderoso, porque se extendía desde la corte virreinal hasta la humilde choza del indio. Los obispos, por rnedio de los curas y de los frailes, ejercían una dominación unir.ersal. La confesión .v el púlpito, que elevaban esta clase sobre todas las demás, los hacía considerar como los depositarios de 1os grandes secretos domésticos, los encargados de la doctrina, v los árbitros de las llaves del cielo. ¿Quién podía resistir a estos títulos de dominación universal? ¿Qué hombre se atrevería a hablar como igual con el que sabía sus más secretas flaquezas, sus delitos, sus faltas, sus intrigas \z sus inclinaciones? El bello sexo, que siempre ejerce un imperio poderoso de la sociedad, se humillaba ante el tribunai de estos dioses de la tierra, como el1os se denominaban, que habían penetrado hasta los últimos atrincheramientos de sus conciencias. Desde el púipito, que se llamaba la cátedra del Espíritu Santo, hablaba al pueblo como maestro, el que sabía 1os pecados de sus ovejur, y he aquí un poder, una autoridad contra la cual nadie puede luchar. Pero el R"i')' sus vicegerentes disponían de estos resortes poderosos r- clesde Espana se notnbraban para ocupar las sillas episcopales,las diocesis de estos países, hombres encargados de dar cuenta de 1o que observaban a sus dos soberanos; el Papa v el monarca español; cadenas más fuertes de que 1as que han imaginado los poetas que ligaban en el averno a Prometeo y Sísifo. Inútil es describir io que era el gobierno colonial de los 191, I


l,lEruoRIAS

españoles. ¡Sí al menos hubieran trasrnitido a 1as Américas 1as riquezas literarias de la metrópo1i y hubieran enseñado a sus hijos su antigtia historia trlena de hechos famosos y de recuerdos nobles! ¡Sí hubiese cuidado de 1a educación de una juventud que adquiría con el clima la vivacidad de ias regiones meridionaies! Pero, lejos de esto, se ocupaban únicarnente en acurnuiar riquezas en la obscuridad de sus sucios almacenes, en acostumbrar a sus descendientes a 1a obediencia pasiva -v al doble yrlgo de la superstición y del despotismo. Tai era el estado de las Arnéricas del Sur, especialmente de la Nueva España, cuando la invasión de 1as tropas francesas en 1808. Los sucesos de Aranjuez, entre Fernando VII v sus padres, produjeron simpatías a favor de1 prirnero, e1l odio de D. Manuel Godov, cuva privanza se pintó con todos 1os coloridos que podrían iracerla odiosa. Fernando VII era e1 ído1o de 1os mexicanos. Pero estas afecciones estaban fundidas sobre ideas falsas \¡ erróneas; cada uno creía que su rnalpasar iba a terminarse bajo la dominación del joven rronarca; se hacían votos al cielo por su prosperidad; se esperaban útiles reformas; los que habían visto arrebatar sus capitales para la tesorería, con el monstruoso sistema de consolidación, entablado por 1os consejos de M. Auvard al ministro Godoy, esperaban ver restituidos sus medios de subsistencia a los antiguos poseedores; uno era el grito en favor del Rey que se había considerado como la víctima de sus padres y del favorito. Las noticias de la salida de Fernando VII para Bayona, y de la perfidia de Napoleón en aquella ciudad con este príncipe, excitaron hasta el entusiasmo, el amor del pueb1o por el nuevo Re.y, y crearon un odio rnortal contra el conquistador de Europa. Todas 1as clases de la sociedad estaban unísonas en estos sentimientos; se abrieron sus-

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CENrmr Jurr AxonEu AlivrezÁN

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cripciones y se juntaron en pocos meses siete millones de pesos para auxiliar a los hermanos peninsulares que peleaban por la religión, por el R"y y por la independencia nacional. Ninguno pensaba en aquellos momentos en aprovecharse de esta covuntura para sacudir el yugo colonial y proclamar la independencia; la causa españo1a era una en ambos hemisferios. Mas éstos fueron los primeros impulsos de un sentimiento muy natural; auxiliar a los hermanos oprimidos. Las reflexiones vinieron poco después, y he aquí ei principio del curso diferente que tomaron las cosas. Además, los peninsulares, para dominar en el Virreinato contaban con la tremenda fuerza de su propio conjunto, pintado por el mismo historiador en la siguiente forma: La mayor parte de los que dirigían el comercio del país eran, con pocas excepciones, polizones, nombre que se daba a los jóvenes pobres que salían de las provincias de España para pasar a América, llevando por todo vestido un pantalón, un chaleco y una chaqueta, con dos o tres camisas. Muchos apenas sabían leer y escribir, v no tenían otra idea de1 mundo v de los negocios que Ia que podían adquirir durante su trar.esía, p.res er-t su aláea apenas habían oído otra cosa que los sermones de1 cura y las consejas de las madres. No tenían idea de 1o que valía un peso fuerte de América; muchos creían que no había más que el Rev de España en el mundo, otra religión que la cristiana, ni otro idiorna que ei español. Iban consignados a algírn pariente que l'rabía hecho allí negocio, y entraban en su nor.iciado. Por 1a tnañana temprano se vestían para ir a 1a Iglesia a oír la misa diaria. Después volvían a casa a desavunarse con el chocolate; abrían el almacén y se sentaban a leer algún libro de devoción des193


] Mrtrao«tes

pués de arreglar las cuentas. Almorzaban a las nuer.e y a las doce cerraban sus tiendas para comer y dormir la siesta. A las tres se rezaba el Rosario y se abría después de este rezo la tiencla, hasta las siete de la noche, en que se volvía aÍezar el rosario y se cantaban algunas aiabanzas a 1a Virgen. Cada quince días debían confesarse y comulgar, y en la cuaresma concurrían a los sermones de sus parroquiaies. Este género de vida era uniforme, a excepción de los domingos v grandes festividacles, en que salían al paseo o iban a los toros. Los dependientes seguían, por 1o regular, a sus amos, y mu]. pocas \¡eces se separaban de ellos. Las conversaciones se reducían al precio de los efectos, que no ofrecía muchas r.ariaciones, porque como había un monopolio riguroso desde Cádiz y Barcelona, todo estaba arreglado. No había papeles públicos, no había teatro, no había sociedad, no había bailes ni ninguna de esas reuniones eli que 1os hombres se ilustran por las cliscuslones, o de 1as en que los dos sexos, procurando agradarse mutuamente, refinar el gusto, endulzan sus costumbres 1. perfeccionan la naturaleza. Aquel género de educación debía hacer hombres muy distintos de los que conocemos hov. Pero ¿córno podían entrar en las ideas de reforma individuos envejecidos en estos hábitos y endurecidos, por decirlo así, en las rutinas de una vida semimonástica? Todos éstos, pues, se declararon contra la Constitución, así como contra 1a independencia, v en ambas reformas encontraban el error, la herejía y el escándaio.

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¿

Caplrulo X Ei.lClA facilita mucho más opinar sobre la actuación de nuestros libertadores aplicándoles mi propia experiencia. Soldados ángeles Se me

La inaudita intromisión de Napoleón Bonaparte había dejado España sin gobierno responsable.

a

El virrey don José Iturrigaray quiso darle fuerza a su autoridad, con la cooperación de 1os españoles nacidos en América (criollos), hasta entonces inhabilitados para participar en la cosa pública, monopolizada por los españoles venidos de España (peninsulares). Estos, para reafirmar su asfixiante dominio, decidieron hacer un escarmiento con el " osada" virrey, quien fue aprehendido, depuesto y enviado a España procesado; como consecuencia del motín que estalló e115 de septiembre de 1808, a las 12 de la r-roche -\¡ que ejecutó e1 rico hacendado de la región de Cuautla, Gabriel del Yermo, ai frente de sus guardias armados v de 500 comerciantes de la capitai. Resultaron víctimas también c1e los r,irulentos peninsulares, los


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1\{m,rorue.-s

representantes del Ayuntamiento de México, licenciado Francisco Primo Verdad y Ramos y Juan Francisco de Azcárate, así como ei fraile mercedario limeño, Melchor de Talamantes. Del primero se dijo que murió ejecutado, desde luego, por las autoridades en la prisión; el segundo, pudo escapar después de grandes sufrimientos, 'y Talamantes murió más tarde en un calabozo de San Juan de Ulúa. Estos acontecimientos, a pesar de todo, dieron a los criollos la creencia de que podían repetir en la Nueva España, lo que los criollos ingleses habían logrado en la Nuer-a Inglaterra: formar en América una nación inglesa autÓnoma.

Mayor sensación todavía de posibilidad adquirieron 1as grandes masas de indios y de mestizos, entre los cuales había sido imposibie evitar que descollaran nulnerosos individuos en las clencias, en las attes v en 1os oficios, así como navegantes v colonizadores de las Filipinas. iniciaron así, dos tendencias separadas, para independizarse de España: la de los crio1los, que simplemente quería ignorar a indios 1, mestizos, como ignoraron los americanos ingleses a los indios y a 1os negros, y la de los verdaderos mexicanos/ que con inauditos sacrificios e incomprensiones procedieron radicalrnente, resultando a 1a postre una lucha más racional y fructífera que la angloamericana, porque desde el primer día abolió la esclavitud, enarboló la bandera de redención de los miserables y acabó irnplacablemente con las tendencias racistas, mientras que los ingleses americanos a cerca de 200 años de su independencia tienen todavía enfrente y cada día más grave, el tremendo problema de las sangres que se repelen. Se

Las dos independencias que se buscaban, ocasionaron contiendas desastrosas que no tuvieron fin, sino hasta 1867, en el Cerro 1

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GnxEn,u lu,rN Axon¡u

ArulzÁx

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de las Campanas. Los criollos que en1821se unieron a los peninsulares, para hacer triunlar a Iturbide, fueron secundados ardorosamente por los sanguinarios militares nacidos en México, que

habían derramado ya torrentes de sangre mexicana, en la atroz matanza de la década 1811-1820. Dignos émulos de Iturbide fueron siempre en la implacable tarea Santa Anna, Quintanar, Bustamante, Andrade, Corlázar, Barragán, Gómez Pedraza, Armijo y Rincón. Año y medio despttés, estos mismos ayudaron a los españoles a derrocar a Iturbide, porque éste procedió con inaudita torpeza al menospreciar a 1os jefes insurgentes; Porque su miopía cerebral incorregible le impiclió comprender que con estos estaba y estaría siempre la fuerza popular. jr{il r'eces más acertado, estuvo el General Obregón 100 años después, que al invitar a la unificación a los jefes revolucionarios que se hallaban en el campo, les dio su confianza v puestos clave en el Ejército, por lo que dos años más tarde pudo aplastar e1 trernendo cuartelazo delahuertista, que arrastró a más de 1a mitad del Ejército Nacional. Felizmente en 1810, el pueblo mexicano tuvo por insustituibles guías a infinidad de sacerdotes patriotas, inteligentes, bravos, abnegados y sincerosz eue no vacilaron en ir contra el Rey y contra los jerarcas eclesiásticos españoles y en favor de su patria. Entre miles de esos humildes sacerdotes-soldados, descollaron Hidalgo, Moreios, Matamoros, Cos, Verduzco, Correa, Torres, HetreÍa, Mier, Ramos Arizpe, etc. Los españoles y los militares que durante una década devoraron la carne de los insurgentes fueron luego iturbidistas, anti-iturbidistas, escoceses, centralistas y consert,adores, hasta hundirse en el lmperio de Maximiliano. Contra ellos lucharon 1os sacerdotes nombrados, quienes actuaron como defensores del Congreso, como yorquinos, federalistas y liberales. En 1809, hubo una seria conspiración en Valladolid, organizada por Michelena, García Obeso y don José María Izazaga, entre 197


j Mrr.ronras

otros. Ya para estaliar el levantamiento, fue vilmer-rte denunciado por Agustín de lturbide, porque no se le dió ei mando supremo que creyó le correspondía, pol' su apariencia arrogante. Su despecho 1e conquistó el campeonato de asesinar insurgentes de la manera más criminal v despiadada, durante todo el decenio 1úgubre.

A los dos años exactos, hasta por horas, del golpe del sanguinario Gabriel del Yermo, a las 12 de la noche del 15 de septiembre de 1810 se produjo el Grito de Dolores que transformó al inmenso praís de Anáhuac, en un campo cle fercz batalla. Para mí fue e1 Padre Hidalgo, e1 insurgente más sincero, más cultivado, más decidido y más abnegado que produjo México; por eso, ansioso de difundir 1o mejor que haya encontrado escrito sobre e1 autor cle nuestra Independencia, en el Apéndice (Capítulo X -1,-2-3), transcribo cuanto puedo, de1 estudio de don Luis Castilio Ledón v de dor-r Jesús Amava.

Yo deseo hacer tres observaciones: El Padre Hidalgo jamás buscó la jefatura de la rebelión; fue aclamado caudilio desde e1 primer momento, por las multitudes tumultuosas, 1o misrno en t)olores, que en San Miguel, en Celava, en Cuanajuato, en Acámbaro, en Valladolid y en Cuaclalajara. El Paclre I{idalgo, invariablemente, dejó la dirección militar a ¡\llende, 1o mismo en Guanajuato que en Las Cruces, en Aculco, que en el Puente de Calderón. Depuesto c1el mando ignominiosamente, el Padre Hidalgo, e1 responsable único de ia sorpresa de Acatita de Baján, fue ei generalÍsimo Allencie, que tenía tropa l,eterana de sobra para haber organizado eficaces vanguardias, centro y retaguardia, amén de exploraciones lejanas para seguridad de su columna. I 198


C¡rlmr Juar Alnm

Arrrr,rzÁx

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Como rne sucedió aI juzgar a Hernán Cortés, se me facilita mllcho más, opinar sobre Ia actuación de nuestros libertadores, aplicándoles mi propla experiencia.

Aunque al cumpiir los 20 años en mayo de 1.911., en Chilpancingo, tenía yo a mis órdenes rnás de 20 rnil revolucionarios, más que nadie en la República, eso fue pasajero, efecto de la explosión popular; pero después de mi manía a1 1o Al1ende, de querer soldados ánge1es, me quedé con pocos combatientes discipiinados

frente a Zapata, caudillo de ia muchedurnbre, como AIIende frente a Hidalgo, el más grande de nuestros caudillos. Cuanclo escuchó ia opinión injusta que culpa al r¡enerable Cura de Dolores, de no llevar a ia capital de la lrJueva España a su indiada destrozada y resuelta a aplacar su delirante y centenaria sed- cle destrucción, acostumbro encerrarme en mis recuerdos.

De7977 a 1920, merocleaba en Nuevo León y Tamaulipas burlando siempre 1a tenaz persecución de las tropas de los generales Murguía \. Osuna, gracias a los magníiicos caballos que nos proporcionaba la rancheada amiga. Cuando se me antojaba, iba a 1a ori1la del Río Brar.o o a los arrabales de Monterrey, a la zona petrolera, rumbo a Tan'rpico, cie rnodo que vivíamos al día en cues-

tión cle noticias. En una ocasión, se me ocurrió dejar 1os agostaderos para atravesar 1a sierra e incursionar en dirección a Cedral y Matehuala, en San Luis Potosí. Llegué co1-I unos 150 dragones a Aramberri, ciuclad abandonada, donde no encontramos más ser viviente que un perro, \- para comer, muchos miles de nogales. Fueron llegando unos 500 cedillistas y otros tantos carreristas, y mientras se completaba la reunión, durante ocho días, torlas las tropas revolucionarias con sus piedras posesionaban ciesde el arnanecer de las orillas de las banquetas , para quebrar y comel nueces y cuando obscurecía algunos no habían saciado su 1ee I


Mr.ñtoRIAS

apetito, ni con 1o que habían comido de sus propias uñas. Las fuerzas amigas hacía años que vagaban en los montes estériles, sin alimentos y menos vestidos. me propusieron que bajáramos por sorpresa a mi zoÍ1a, para atacar 1a rica ciudad de Linares, a fin de aprovisionarnos. Y no pude oponerme.

Así

1as cosas,

Una mañana salimos del cañón de 1as Anacuas, invadiendo a velocidad pasmosa las rancherías confiadas v bien provistas del municipio de Linares. Pero ví con azoto, como nuestros huéspedes, 1o misrno jefes clue oficiales v soldaclos, hacían una limpia como la mancha rnás densa de iangosta. Iba colriendo un solclado con un baúl al hombro v el ver un cochil-ro tiraba el baúl, mata al cochino y se 1o eci-raba a cuestas, para ia r-ista de un colchÓn, tirar el cochino ), levantar e1 colchór'r. \' todos 1os que llegaban detrás, se dedicaban a incer-,c1iar 1as casas vaciadas.

Atónito estaba, cuando escuché fuego nutrido cerca de Linares. Apresuré la marcha, pero cuando aicancé nuestra vanguardia, t'a esta había barrido con ei adr-ersario, entregándome 10 o 12 prisioneros y unas 20 mujeres c1e1 enemigo. Mi escolta aisló a los detenidos y procedí a interrogarles con e1 resultado de que comprobé que en Linares no había va guarnición, porque 1a habíarnos aniquilado íntegramente v por lo tanto, la entrada r'1a destrucción de 1a ciudad eran va cosa se€tura. ¡Y era allÍ donde todos los habitantes, como en 1as demás poblaciones de Nuevo Leór-r v Tamaulipas, eran mis simpatizadores, mis sostenedores, con peligro inminente para sus rridas e interesesl Grande fue e1 asombro de los cautivos más valientes cuando les diie que sí querían salr,ar sus vidas, aunque jamás fusilé un prisionero, me debían sostener con entereza momentos después, en presencia de otros jefes, que habían llegado esa mañana a Linares en dos largos trenes, con más de mil l-rombres de las tropas de 1os generales

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200


Grxrn,tl Juen Ar-pn¡u Allr.lzÁN

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Francisco Murguía y Carios CJsuna (los más temibles entre 1os que nos perseguían). Así 1o hicieron virilmente,Y Yo convencí a los compañeros de que para salvarnos debíamos regresar a refugiarnos a la ingrata sierra sin pérdicla de tiempo. Cuando llegamos a las Anacuas pensaba: "¡Padre Hidalgo, tú salvaste a ia opulenta Ciudad de los Palacios; l¡o tarnbién salvé a la histórica y simpática

Linares!"

Hidalgo, Moreios v Matamoros soll seguramente, los sacerdotes rnás cultivados, más decididos v mejor orientados, entre todos 1os clérigos que tan heroicamente iniclaron nuestra guerra de Independencia. En el Apéndice (Capítulo X- 4) inclur'ó los decretos y el manifiesto, así como los 23 puntos para 1a Constitución, todos de don José María lvlorelos v Pavón, publicados por e1 doctor don Pedro de Alba y ei profesor don l§icolás Rangei, en el Primer Centenario de la Constitución de 1,821, Seguramente en estos documentos están condensadas las ideas de justicia social, no sólo de Morelos, sino también de Hidalgo y de Matamoros.

También en el Apéndice (Capítulo X-5), se inserta un brillante artículo del señor licenciado Antonio Díaz Soto y Gama, justiciero para Hidalgo y Morelos. En el Apéndice (Capltuió X-6) transcribo 1o que me parece interesante de 1a Historia dei Padre lv{ariano Cuevas, tomando del mismo autor, párrafos para el cuerpo de mis memorias, por ejemplo: García Conde, en combinación con Negrete, andaban entonces en pos del famoso manco Albino García, quien, como es natural, más que nunca hizo prodigios de astucia y agilidad, hasta qlie por fin, ei cir"rco de junio é1y un hermano suyo, fueron sorprendidos mientras dormían, por el teniente coronel don Agustín de Iturbide, notable ya en ei ejército realista. Pertenecía al ejército español por 201, I


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Mmrot<.res

ser hijo de padres españoles y por esa gran confusión de ideas tan difíci1es de dilucidar en aquellos momentos y más aún por un joven, nacido y criado en un ambiente completamente español. Otro tanto hicieron después célebres generales mexicanos y entonces oficiales ióvenes como, verbi gracia: Gómez Pedraza, Santa Anna, Barragán, Chávarri, Anastasio Bustamante, Quintanar, Canalizó, Arista y otros rnás.

Iturbide, siguiendo el mal ejernplo de sus jefes realistas, mandó fusilar a todos ios prisioneros, que eran más de ciento cincuenta. Lo pecuiiar del caso y que con todas sus ietras nosotros calificamos de crimen ir-raudito, fue el que, esos individuos hubieran sido fusilados sin darles tiempo de recibir los auxilios de 1a religión. Esta fue la primera vez que se cometió tan horrenda injusticia, pues tanto en su bando comc en otro, sino morían en la misma refriega, todos tenían tiempo y medios para arreglar su paso a la eternidad. Ir4ucho sentimos el que nuestra primera referencia a Iturbide sea de esta clase, pero e1 historiador debe decir la verdad y toda 1a verdad, caiga quien cayere.

Albino García v su hermano fueron ilevados a Celava, públicarnente encarcelados, insultados personalmente por García Conde v horrorosarnente descuartizados. Poco después que los García sucumbían en Guadalajara, el valiente don José Antonio Torres, sorprendido por Negrete, fue conducido a Guadalajara, atado sobre una carreta, fue sentellciado a ser "arrastrado, ahorcado y descuartizado, con confiscación de todos sus bienes y que manteniéndose el cadáver en el patíbulo hasta 1as cinco de ia tarde, se baje a esta hota, y, conducido a la I )O) l-'-


Gernnu JueN ANp«su ALNIAZÁN

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plaza nueva de Venegas, se 1e corte la cabeza y fije en el centro de el1a, sobre un palo alto, descuartizándose allí mismo el cuerpo y remitiéndose el cuarto del brazo derecho al puebio de Zacoalco, en donde se fijará sobre un madero elevado, otro en 1a horca de la gravita de Mexicalcingo, de esa ciudad, por donde entró a invadirla; otro en la del Carmen, salida al rurnbo de Tepic y San Blas, y otra en Ia del Bajío, de San Pedro, que 1o es para el Puente de Calderén: que en cada uno de dichos parajes se fije en una tabla el siguiente rótr,rlo:José Antonio Torres, traidor al Rey y a la Patria, cabecilla rebelde e invasor de esta capita1. Que pasados cuarenta días se bajeir los cuartos y a inmediación de los lugares respectir''os en que se havan puesto se quemen en liamas vivas de fuego, esparciénclose las cenizas por el atre" .

Torres, en efecto, auxiliándose piadosamente con un sacerdote, fue ahorcado el 23 cle mayo de 1,812, y se ejecutaron en su cuerpo todas tras cláusulas de 1a sentencia, ni paró ahí la venganza: arrasaron su casa solariega, en San Pedro Piedra Gorda y sembraron sal en aqué1 terreno. Ante 1os mi1 casos como éste, es cuando más se comprende, no va e1 derecho, sino la obligación de desentenderse de aquél gobierno tan refinadamente bárbaro y sanguinario.

En la contienda electoral de 1940 propuse al Gral. Cárdenas que ninguno de los bandos buscara o aceptara ayuda de Washington

Después de la macabra presentación que hace ei Padre Cuevas de Iturbide y Negrete, llega en su obra a "E1 Periodo de Iturbide" y, haciendo a un lado su carácter de historiador, se muestra iturbidista de hueso colorado y enen'rigo implacable de don Vicente 203 |


Msvr¡Rms

Guerrero, sin asomo siquiera de seriedad y del espíritu justiciero que debe esperarse de un Ministro del Señor. Como no puedo ni quiero defender a Guerrero sin apasionamiento,lo haré con puras transcripciones. Dice elpropio Padre Cuevas: De todas maneras hubo cuatro batallas con las partidas surianas independientes; fue 1a pritnera el28 de diciembre fecha en que Pedro Ascencio, a1 frente de ochocientos hombres, cayó en 1a cercanía de T'latia-va sobre la retaguardia del capitán iturbidista Quintanilia. Fue la segunda e1 2 de enero del año de 1821 en que el mlsmo que Cuerrero derrotó al iturbidista don Carlos Mova, en la línea de Acapulco. El tercer encuentro fue irótese bien, e1 27 de enero en que Guerrero voLrrió a derrotar a 1os iturbidistas en la sierra de Jalisco. En otra acción posterior, Ascencio derrotó al coronel Rafolls. Estas fueron las úuicas batallas y en realidad de poca irnp¡r6¿¡6ia. De haberse continuado la campaña, es cosa segura que Iturbide hubiese triunfado v Guerrero habría quedado enteramente al margen de la polÍtica posterior, con io que ia nación habÍa salido ganado, Iturbide sin embargo, urgido de tiempo, crevó más expediente atraerse a Guerrero, invitándolo a parlamento, para 1o cua1le dirigió una carta, atlnque asentándolo bien: "no me mue\¡o por 1as pequeñas ventajas qr"re usted ]ra iogrado". A esta carta correspondió otra firmada por don Vicente Guerreto, si bien, vista su redacción, no es creíble que haya sido escrita por él; más bien nos parece ei estilo dei canónigo San Martír-r" "N,léxico a través de los Sig1os", al copiar esta carta del texto de Bustamante, que es elmás antiguo que conocemos, comete muchas etratas, aunque cle poca importancia si no es el cambio de la palabra "1ibertad" por "liberalismo". Guerrero en esos tiempos nada sabía del liberalismo, ni podría suponerlo en lturbide. Son ganas, nada más, de esos autores, de meternos el liberalismo cuanto antes. 1204


GENTRAL J1-rAN ANDREU

AruAzÁN

El acercarniento moral estaba ya hecho y con dignidad, por cierto, y coll justicia por ambas partes. Las palabras de Guerrero, culpando la actitud anterior de Iturbide y, sin embargo, de eso reconociér-rdole 1a nobleza que le anima actual, v poniéndose por ello a sus "r-r "1*o*ento órdenes, deben ser ia pauta hasta de los liberales más encarnizados para iuzgar a Iturbide realista, La conducta actual de un hornbre que se arrepiente r, compensa de 1o pasado, borra las acciones deplorables sucedidas con an-

terioridad. ¿Además de este acercan-Liento rnoral, tuvo iugar el famoso abrazo cie Acatempan? El origen de la respuesta afirmativa, que recogió gr.rstosa 1a fantasía de nuestros poetas patrioteros, es don L,¡renzo Zavala, autor que no nos merece mucha fe, ni en otros puntos ní en éste. Su plan parece el dar r.ida y escenario a la reprimenda que dice haber propinado Guerrero a Iturbide. Esta reprimenda por de pronto es falsa. Sí Guerrero se hubiera atrevido a decir a Iturbide todo 1o que quiere el señor Zavala, don Agustín allí rnismo le hubiese deshecho Ia cara a aquei pobre caballerango a quien siempre trató de libertador de arriba a abajo y hasta con cierta altanería.

Maravillosa la lógica del Padre Cuevas. Como hubo cuatro batal1as que ganó Guerrero, era cosa segura que de haberse continuado la carnpaña; ¡Iturbide hubiese triunfadol Y porque Cuerrero habría quedado enterarnente ai margen de la política posterior, con k¡ que la nación habría salido ganando. Según parece, para el Padre Cuevas, l-rubiera sido mejor el imperio de un sanguinario usurpador que pretende apoyarse en una respetable religión que jamás le sirvió de freno en su vida pasada, 205

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I lr,frvorues

que 1a República representativa ¡que tantos mexicanos patriotas y abnegados habían soñadol Respecto a que Iturbide le hubiese deshecho la cara a aquel pobre caballerango, a quien trató de arriba a abaio, el que realmente da muestras de ser un pobre de espíritu es el Padre Cuevas, por meterse a pontificar en 1o que no entiende. E1 indómito Guerrero era tan fuerte físicamente, por 1o menos, como Iturbide, y no llevaba como éste, sobre la conciencia, mil crímenes que indefectiblernente acobardan a cualquier hombre. ZQue veía de arriba a abajo a Iturbide? Claro, por eso concluyÓ en Padil1a, por ese furor satánico, producto nada más que de la

envidia, contra todos los padres de nuestra nacionalidad, como lo confesó en Liorna. Del Dr. don Pedro de Alba v el Prof. don Nicolás Rangel: No debe sorprendernos 1a antipatía y el odio que Iturbide profesaba a los insurgentes. Esta antipatía y este odio no fueron únicamente cuando eran antagonistas en el campo de batalla, sino que Iturbide fue fiel a sus antecedentes de perseguidor infatigabie y cruel de los hombres que enarbolaron la bandera del cura Hidalgo. Por eso decimos que lturbide, con toda su sagacidad y todos sus doblea"t, f,-r* consecuente con su origen y con su clase, porque jamás desmintió ni renegó de sus antiguas hazañas militares, ni de sus convicciones políticas -y sociales contrapuestas a las de los insurgentes.

A poco de la entrada del Ejército Trigarante, don Carlos María Bustamante, fiei conservador de la devoción por los caudillos de la Independencia, publicaba un periódico tituiado "La Abeja de Chilpancingo", dedicado a la memoria de Morelos v en cada número se hacía el J

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GrNm,rl Ju,lr- ANnneu An'r,+zÁx

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elogio de los primeros insurgentes. Mereció, por ese hecho, ser procesado en los albores de la Patria independiente; y el censor de la prensa obraba en esto con e1 deliberado propósito de iralagar a Iturbide que era el omnipotente.

Los antiguos rebeldes clescubrier<-rn bien pronto que habían contribuido para 1a creación de un estado de cosas contrarias a sus propias ideas v a sus necesidades del pueblo, por 1o qlle empezaron a incubarse conspiraciones repr-rblicanas, \'una de e11as fua aquella en que tomaron parte don \'figuel Domínguez; antiguo Corregidor de Querétaro, don Guadalupe Victoria, Bravo, don it4iguel Barragán, don Juar-r Bautista Morales v los padres Carvajal y Jiménez. Se les redujo a prisión v después de algunas ar.eriguaciones se dejó preso únicamente a Victoria, quien pudo fugarse a poco, refugiándose desde entonces en ei Estado de Veracruz. odio retrospectivo a la memoria de 1os insurgentes, se desprende claramente de documentos del nnismo Iturl¡ide. Hse

motivo de que don Carios Bustamante, secundando ias ideas del doctor Argandar, presentó una iniciativa al Congreso para que se honrará la memoria de los primeros héroes de 1a Patria, hubo que hacer alusión a una cil'cular terminante de la Regencia, en la que Iturbide decía que no se alegarán ningunos méritos contraíclos antes de la jura clel Plan de lguala, y habían cerrado la puerta para todos los antiguos luchadores, tanto para solicitar-empleos, como para alegar méritos en campaña relativos a pensiones. Clon

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I Ilfr,rrcru.rs

Éstos acuerdos del Congreso, molestaban claramente

a Iturbide, quien más tarde dijo en su Manifiesto de Liorna:

El Congreso Mexicano trató de erigir estatuas a los jefes de Insurreccién y de hacer honores fúnebres a sus cenizas. A estos mismos jefes yo los había perseguido v volvería a perseguirlos si retrogradásemos a aquellos tiempos, para qué pneda decirse quién tiene razón, si el Congreso o vo. Es necesario no olvidar que Ia l.oz de la insurrección no significaba Independencia, Libertad y Justicia, ni era su objeto reclamar los derechos de la Nación, sino exterminar a todo europeo, destruir posesiones, prostituirse, despreciar las leves de la guerra y hasta las de la Religión. Si tales hombres merecen estatuas ¿qué se reserva para los que no se separaron de la senda de la virtud? Y este megaiómano monstruo, habla de 1as leyes de la guerra, las de la religión y alega que no se separó de la senda de la virtud. Todavía otros párrafos del Padre Cuevas, con lindezas de Iturbide, que en realidad no fueron más que torpezas incalificables, que lo llevaron al fin que se labró:

Treinta y ocho fueron 1os escogidos para integrar la Junta, notables algunos de ellos por sus luces, otros nada más por sus riquezas v títulos, más, con excepción de don Anastasio Bustamante, partidario de la independencia desde seis meses antes, todos los demás habían sido realistas hasta última hora y, en cambio, brillaron por su ausencia, hasta ios de primera fila de 1os antiguos insurgentes. No fue llamado Bravo, ni Ravón, ni Verduzco, ni Quintana Roo.." ei mismo Guerrero que había prestado un buen servicio, aunque sólo negativo, no sólo i 208


C¡x¡n¡r

Ju,rN ANnirru ALNIAZÁN

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no fue llamado, sino que no se le dió el mando en jefe a la hora de entrada, de sus propias Íuerzas del Sur, sino que apareció como segundo de Morán, realista hasta la última semarla de la don'rinación españoia. Y hubo algo más,los negros y mulatos de Guerrero, qr-le formaban especiales escuadrones, fueron enviados al sur desde Tacubayay no tomaron parten en 1a entrada triunfal. Otro de los excluidos, y parece que no lo olvidó en toda su vida fue don Carlos María de Bustamante, que no todas sus Íarezas, hubiera sido uno de 1os más ilustrados consejefos. ...A Iturl-¡icie premló 1a Juuta aclamándoie Generalísimo de ias Armas de NIar r. Tierra del Imperio, asignándole un sueldo de cierrto veinte mil pesos anuales que había de disfrutar desde el 2;1 de febrero del mismo año, fecha del Plan de Iguala r. un rnilión de pesos de capital propio, impuesto sobre 1os caudales de ia extinguida Inquisición. Además, se le regalaba un terreno de veinte leguas en cuadro en la provincia de Texas. Decretóse además que el padre dei libertador tendría 1os honores de regente 1r consejero del Estado. El tratamiento sería el de Alteza Serenísima.

En el Apéndice (Capítulo X-7) podrán encontrarse interesantes datos publicados en el Primer Centenario de la Constitución de 7824, ya aludido atrás.

Iturbide se había ido, había muerto de la muerte que había buscado, cuando creyendo a Bustamaute, venía a ponerse a1 frente de1 "formidable" levantamiento de sus partidarios en Jalisco y Nayarit. 'l-enía obligación de conocer e1 decreto en contra suya del Congreso, ya que él mismo publicaba que a cada correo, se le pintaba el país conflagrado, reclamándolo" A mí 11o me escanda20e I


I Mrlronras

liza el decreto que lo rnató, porque también contra mi fulminó Carranzasentencia igaal, y si no se me aplicó fue porque... tal vez tuve más suerte. Pero la fobia dei misericordioso Padre Cuevas contra Guerrero se exacerba dia a día. Ahora trata de ponerio bajo Nicolás Bravo. Dice: El estado de ánimo de Victoria, deseoso ya de salir de los apuros en que le habían metido las logias, el disgusto y aun odio que la mayoría de sus ministros, incluso de los mismos yorkinos,habian cobrado al entrometido y dominante diplomático extranjero, y posteriormente el hecho de no haber sido Bravo castigado ejecutivamente por su levantamiento, nos inclina a aceptar Ia hipótesis de que el mismo Presidente de la República fue quien orgañzó esta manifestación de fuerza para hacer presión sobre el Congreso, afinde que éste suprimiera las logias.

Bravo, efectivamente, fue quien se puso al frente de1 movimiento. Tomando las cosas en abstracto,levantarse contra un Gobierno, y más levantarse un Vicepresidente contra su propio Gobierno, hubiera sido un acto altamente reprobable; mas si atendemos al precioso manifiesto que Bravo publicó; nos damos cuenta de cómo el acto fue y debe ser juzgado fuera del orden común. Se trataba de uno de estos momentos típicos en que las autoridades no ponían promedio a üranías sumamente perniciosas, y en que el pueblo si podía ponerlo, con probabilidades deléxito. Y tal probabilidad tenía Bravo, porque, aparte de que le acompaiabalarazóny aparte de su valor personal, contaba con el del GeneralBarragán en Veracruz, acreditado últimamente con Ia redención del Castillo de San Juan de UIúa. Contaba, además, con los coroneles Gutiérrez, Alvaro y Muñoz Correa, y ]l210


CENEjIAI. jur.,|.r ANDTiEU

AllaezÁN

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también contaba, según el historiador Alamán, con don Antonio López de Santa Anna. La traición de este últiino fue momentánea; pero esos momentos fueron declsivos. Esa tralción fue la que decidiÓ finaimente, el éxito en favor de 1as tropas de1 bando )'orkino que mandaba el mismo General Guetrero, y este sí a título de Gran Maestre de la gloria yorkina. Tanto dicha provocó la traición de Santa Anna, como e1 acto indecoroso de Guerrero, de haber roto el armisticio que había pactado con Bravo a las puertas c1e Tulancingo, fueron 1a causa de que esta plaza cayera en poder del vorkino, 1o mismo que todos sus defensores. Fueron éstos tratados con bajeza v con crueldad, con espíritu muy reprobable de todos los cÓdigos de honor.

Con fecha siete de enero, Guerrero escribió al Gran Maestre Kittera. Venerable cle la logia de Filadeifia, una carta dándole cuenta del triunfo. La suscribía dicho General a título de Gran Maestre, y como secretario de la Gran Logia, de don José Antonio Mejía, e1 cubano, agente particular e inseparable del Ministro Poinsset. Bravo fue juzgado v penacio sólo con destierro, junto con los principales que le habían avudado rnilitarmente en esta laudable insurrección, pero Cuerrero quería que fr-rsilaran a Bravo. El pobre del Padre Cuevas, no procederÍa con tanta Lígercza, si conociera la siguiente carta, escrita angustiosarnente por un prisionero de Tulancingo:

Nicolás Bravo.- Méjico Febro, 6 de 1831.- Mi Gral. y mi respetabie ainigo: por primera \¡ez me dirijo a V. con la pluma pero para un objeto muy digno de la alma de V. S. D.

211, I


I Mrvonres

y de sus sentimtos, y al mismo timpo importante en mi concepto á los verdaderos intereses de la nación. La vida del Gral. Guerrero peligra, su sacrificio no es a mi ver necesario parala felicidad de la patriay quizápueda alejar la reconciliación general; pero hay pasiones y estas se ecsaltan a pesar de Ia honradez: no es dado a todos los hom-

bres ver después de haber sufrido persecución y amarguras las cosas con calma é imparcialidad pero V. si puede y ha sabido hacerlo, y los hechos con que 1o ha manifestado hacen los más bellos rasgos de su vida pública; esta es la ocasión de hermosear aun con nuevos rasgos uncuadro tanhonroso para V. Todo esto quiere decir que yo suplico a V. muy encarecidamente en nombre de la Patria, de sus glorias personales y de la amistad que tome todo el interés de que sea capaz por salvar los días al Sr. Guerrero; que 1o manifieste así el Govno. Supremo y que 1o haga tan pronto como 1o demanda la estrechez de las circunstancias. He sido y seré siempre con todo el ardor de que soy capaz apasionado amigo y muy atento servidor q. v. m. b.- En 1a fha. que aparece de 1a anterior salió un propio con eIIa para V. y como aun no he recibido contestación y 1as cosas empeoras cada día más me veo en la necesidad de repetir que mi modo de pensar en este punto en lugar de mudarse se consolida más y más; en una palabra que estoy íntimamente, persuadido que en vez de utilidades la Patria recoierá males a1 sacrificio.Permítame Vd. que le haga una refiección que pesa mucho sobre mi alma: Vmd. yo y otros muchos pudimos dejar de existir después de los sucesos de Tulancingo; aun vivimos y 1o debemos a los que entonces pudieron impunemente sumergirnos en la tumba. ¿Seremos nosotros menos generosos, más cobardes o más fieros? Repito que la prontitud de las gestions de Vdm. es 1o más interesante para el logro del objeto, o al menos para que de V. esta 1212


Grxrn-tl Juer

ANDREL

AlrvnzÁN

nueva prueba de su genorisad,v de la nobiesa de su alma, y repito tarnbién q. soy como spre. apasionado amigo de V., y su rnuy atento Servor. Q.B.S.M.- Franco Molinos.-15 de febro. 831.-El Sr.Zurita une sus ruegos a los míos y me encarga haga a V. sus muv afectuosos recuerdos"

Al recibir esta carta, seguramente l-rabrá recordado don Nicolás Bravo que, precisamente, el Presidente Guerrero, en uso de las facultades extraordinarias qne sirr-ieron de pretexto para deponerlo, lo había indultado poco arrtes de1 destierto por lo de Tulancingo y a continuación l-Lalría aceptado ei eucargo oficial de perseguir al Presider-rte. Y habrá sentido bochorno a1 rendir el parte de 1a acción de Tixtla, el2 de enero de 1832, 12 dÍas antes de la infame traición de Acapulco, de acusar a Guerrero de ser el primero que había huido, ta1 r..ez por el vergonzoso recuerdo de su conducta en ei combate del23 de enero de 1823, en Almolonga, donde se escondió, mientras que Guerrero combatía heroicamente y caía gra\.emente herido, para ser abandonado en el campo de batalia por su cornpañero entonces, Bravo: gravísima herida la que sufrió hasta ser asesinado en Cuilapan, el 14 de febrero de 1831. Só1o la voz del general lv{iguel Barragán se elevó en el Congreso en honor del Presidente Cuerrero. El afán del General Bravo de defender el orden, lo 1ler,ó después de 7821, a estar siempre con los criollos, con los escoceses de los que fue Gran Maestre, con los centralistas v 1o peor, ser constante servidor de los odiosos sátrapas Bustamante v Santa Anna, hasta que éste, en mayo de 1854, de regreso de su cómico fracaso ante Acapulco., encontró a Chilpancingo de luto por la muerte al misrno tiempo del General Bravo y su esposa, asesinados seguramente por el médico de Santa Ana: Avilés. Una vida y una muerte semejante fueron 1as de otros constantes servidores de los tiranos, Iturbide, Bustamante, Santa Anna y hasta el mentor de ellos en política exterior: Lucas Alamán. 213


I Mrrvronres

A pesar de su maravillosa acrobacia, el Padre Cuevas no puede ocultar que e1 Presidente Guerrero haya sido el único que en 1a Historia de México expulsara de1 país a un ministro norteamericano; 1o hizo don Vicente con su carta a Presidente de Estados Unidos ei 29 cle jr"rlio de 1829. Si como dice Cuevas, el ministro j. R. Poinsset era en realidad el Ejerce Yorkismo en México, y por consiguiente ejercía influencia incontrastable sobre el Gran lVlaestre de esa organización que 1o era el Presidente de la Repú't-.lica, General Vicente Guerrero; sí todo eso es cierto, resulta más admirable la conducta de éste, que no vacila en romper con los más serios compromisos, para defender los augustos intereses c1e su patria.

Por eso yo, escrulpuloso, a1 seguir la enseñanza del Presidente Guerrero, en 1a contienda eiectoral de1,940, propuse al General Lázaro Cárdenas, ei pacto que imponía el más puro patriotismo: Que ninguno de 1os bandos buscara ni aceptara la menor ayuda de Wasirington. Los manos de Cuerrero dirán que cumplí estrictamente. Pero con asombro \,'eo que ahora el Padre Cuevas, con tal de ir contra e1 Presidente Guerrero, se hace panegirista del felón pre-

toriano de Jiquilpan, inventor concienzudo de la célebre Lev Fuga: Anastasio Bustamante. La verdead es que e1 Presidente Guadalupe Victoria habÍa cometido el grave error de ller..ar al finai de su período, a su gabinete, como Secretario de Guerra, al iturbidista ¡r centralista Generai GótnezPedreza, quien puso todo el peso de su ministerio para conquistar los votos de las legislaturas de los estados que habían de elegir al sucesor del Presidente Victoria. Los del partido popular, los yorkinos, tenían como candidatos a los generales ) 211


Grurn,rr- Juen-

Aron¡u

ALMAZÁN

Vicente Guerrero, para Presidente, y a Anastasio Bustamante, como Vicepresidente de los vorkinos federalistas. Como es natural,la inmensa ma\roría del país, todos los pobres, todos 1os necesitados, todo el pueblo era guerrerista. Las maniobras de Pedrazale dieron rxa\roría a 1as legislaturas, provocando verdadera protesta amenazante de 1os pueblos contra las legislaturas y e1 Congreso anuló justamente muchos \¡otos, con 1o que la presidencia fue para el General Guerrero. Lo escandaloso del caso es que el Padre Cuevas jura r- perjura que el Presidente Guerrero era ilegítimo, pero clue e1 \ricepresidente Bustamante sÍ era legítimo, desde que traicionó, por supuesto.¿Habrá quien pueda tomar en serio al Padre Cuer-as?

f)ice este historiador que e1 4 de diciembre de 1,829, Bustamante, Melchor lvlúzquiz r. José Antonio Facio proclamaron el plan en e1 que protestaban sostener el pacto federal, respetando la soberanía de los estados,v su unión indisoluble. Pedían que se restableciese el orden constitucional con exacta observancia de las leyes fundamentales. El Presidente Guerrero no quiso ensangrentar el país, y escribió a Lucas Alamán la siguiente carta, e125 de diciembre de 1829:

principios de no consentir.iamás que por una cuestión que se ha creído afectarme personalmente, se derrame una sola gota de sangre, doy orden ahora mismo para que 1a parte del ejército que mando, contra marche a situarse a un punto inmediato a esa capital., para esperar en é1 la resolución del augusto Congreso de la Unión, a 1a que me sujetaré cualquiera que sea, y haré que sea obedecida por 1as tropas de mi mando. La conducta que guarde el partido a quien esta vez dió el triunfo la suerte, será la que haga

Mi apreciable amigo: Consecuente

a mis

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I Mrrr.tonres

más o menos duradera su historia. Quiera Dios que esta sea la última revolución que afiance para siempre la felicidad de nuestra patria, y proporcione grandes garantías seguras y aceptables a nuestros conciudadanos.-Vicente Guerrero. Que mucho después de escrita esa carta se haya levantado Guerrero, es 1o que no le cabe en el caletre al Padre Cuevas. Es que no quiere comprender que el General Guerrero no quería luchar con gentes que sostenían sus mismos principios. Pero cuando éstas demostraron su traición y acabaron con la República Federal, entonces Guerrero no sólo podía, sino que estaba estrictamente obligado, a volver a emprender la lucha para restaurarla.

Bustamante por muchos años se convirtió en celoso servidor de los gobiernos de Washington. Informe revelador Como historiador concienzudo, el Padre Cuevas debía haber estudiado el crimen contra el Presidente Guerrero, desde otro punto de vista. Cuando Guerrero expulsó a Poinsett pudo haber firmado su sentencia de muerte. Nunca le perdonarían el agravio, ni los "colorizadores" de Texas, ni las autoridades de Washington. En esa época Anastasio Bustamante residía en Matamoros, Tamaulipas, en contacto con aquellas gentes. De allí 1o trajo Guerrero aJalapa, para confiarle el ejército que había orgatizado contra el enemigo extranjero, el que sin más ni más, utllizó para consumar su traición a su Presidente y luego contra las instituciones. Pero eso no podía satisfacer a las ultrajadas víctimas de tan inusitado desacato que habíaque expiar con la vida. Es altamente indicativo que Bustamante, por muchos años y para siempre, se convirtiera en celoso servidor de los gobiernos de Washingtoru y de que sus ministros, sobre todo, el eterno ene-

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GrNrul

Ju,rN

Ax»nru ALMAZÁN

migo de los insurgentes y servidor de 1os tiranos, Lucas Alamán, insistiera en dar seguridades de que sí Santa Anna, Juan Álvarez, etc., no se disciplinaban, sufrirÍan el destino del General Guerrero. He aquí el informe que rindió el ministro norteamericano Greenhow a su Gobierno: Informe de Greenhor,r'redactó para el Secretario de Estado, Forsyth, a su regreso de la Ciudad de México. Panzacola, sábado 72 de agosto de1,837.

Estimado señor: Tengo ei honor de comunicar a usted que llegué a este lugar hoy en 1a mañana, a bordo del "Vandalia", después de una tiavesía corta y agradable de nueve días, desde Veracruz. Traje conmigo la contestación del Cobierno h,{exicano, que me fue entregada en la noche dei sábado 29 dejulio. Después de celebrada a rni entrevista con el ministro me presenté con el Presidente a quien entregué las cartas del señor Pionsset -v del cual, así como del Secretario Cuevas, recibÍ toda las atenciones que pudieran ser útiles o halagadoras durante mi estancia de diez días en la ciudad de México. El ar.udante v el secretario privado de1 Presidente me acompañaron durante todo dicho periodo, y diariamente recibí r'o de Su Excelencia a1gún atento recado u otra muestra de cortesía. Bustamante es un hornbre frío, resuelto v astuto; su talento no es brillante, v carece de instrucción; pero sin embargo, es 1o suficientemente sensato para comprender cuáles son las dificultades de su posición.

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I Mnuoruas

Está decidido a echar abajo, si es posible,la influencia del clero y a apoderarse de sus propiedades; pero esto se está preparando tan aprisa como puede, mientras que eI clero, según me dice, no está menos resuelto a resistirlo, y ha escogido a Santa Anna para que 1o encabece. Este se encuentra aun en Manga de Clavo, a doce millas de Veracruz, en donde el Gobierno 1o vigila, estrechamente, si se compartiera en 1o más mínimo, y fracasara,latocará la misma suerte que a Guerrero, yo sé que esto es 1o que se ha decidido.

que hace a todas nuestras demanas, estoy convencido de que Bustamante accederá a ellas gustosamente hasta donde se atreva; y me permito esperar que no se ie habrá de presionar demasiado fuertemente... Por

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Con respecto a Texas, estoy convencido de que Bustamante no tiene 1a menor intención de volver a atacar nunca ese país. No hay nada peor que la miseria en que se encuentra el ejército de Matamoros, pues leí una carta del general Filisoia, recibida unos cuantos días antes de mi salida de la ciudad de México, en el que describe sus pensamientos el lenguaje muy enérgico: para los que han visto a las tropas mexicanas no resulta extraordinariala victoria de San Jacinto... En la sentencia de muerte se comprueba la mefistofélica dirección de Lucas Alamán.

Del Tomo IV, página 826, de la obra "México a Través de los Siglos", copio 1o siguiente: ... Don ]uan Álvarez tuvo en su oportuno tiempo en sus manos un traslado de 1a carta de 23 de marzo, dfui-

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Glxtner. Julu Axonru Ar-rrezÁN

gida por Alamán a Santa Anna, en la que aqué1, por sí y a nombre de su partido, se declaró enemigo, no tan sólo de la Federación, sino de todo 1o que fuera sistema representativo; supo tarnbién que en una junta de ministros con e1 Presidente, habiendo éste consultado qlle se haría con el sur, Alamán había respondido: "Inspirarle confianza dándole cuanto pueda para halagar a sus hombres, excepto armas t' elementos de guerra" , y añadió: "A Alvarez le llegará su \¡ez como le llegó a Cuerrero". Concediendo que 1a persona que de esto informó a don Juan Alvarez exagerarse v aun fingiese dicho 1o que pudo o no haber dicho el ministro, por el hecho de ir de la Capita1 y provenir de persona caracterizada ese aviso, el efecto inmediato que e1 hizo en el anciano general fue el de aumentar su notoria suspicacia, induciéndole a disimular a sttvezpara conocer así las verdaderas intenciones del gobierno de México. No bastó a hacerle variar de propósito el fallecimiento de Alamáry noticia recibida en Tixtla con extraordiirario regocijo, no precisamente por la muerte de un hombre, sino por el bien que de e1la vendría al país, de cuyo seno acababa de desaparecer el que aún quedaba de los individuos, que, por él registra nuestra historia, habían sacrificado al esclarecido caudillo insurgente don Vicente Cuerrero. Para terminar con el Padre Cuevas,'u,éanse unas cuantas más de sus edificantes afirmaciones: "El día primero de enero de 1830, entró e1, cle todas maneras, Vicepresidente legítimo, general rlon Anastasio Bustamante, al ejercicio del Pocler Ejecutivo. El mismo día, el Congreso abrió sus sesiones. Éste se hallaba en un conllicto, pruesto que e1 año an-

terior había reconocido como legítima, aunque no lo )1q

I


MEMoRIAS

habia sido, la presidencia de Guerrero. Pronto hallaron los diputados para poderle destruir de una manera legal, un medio, acaso el más acertado en la escuela de 1os políticos, que podía aceptarse, y fue el de declarar al pobre Guerrero " sirt capacidad para gobernar" . El decreto decía: "El ciudadano General D. Vicente Guerrero tiene la imposibilidad para goberÍtar" . Por los adjuntos que se conocía que esa imposibilidad era de carácter personal. Por ahí debían haber empezado los poderes de la patria. Y no es ya tiempo de que sus descendientes traten de persuadirnos de la capacidad ni menos del talento del pobre "héfoe" . Su personalidad no debe juzgarse por la camarilla más o menos intelectual que le rodeara, sino por 1o que daba de sí su talento y que consta en sus cartas. ¡Qué correspondencia! ¡Qué conceptos tan infantiles! iQué ortografía de caballerango! Uno llega siempre a la conclusión de que un hombre sin estudios nunca puede ser un buen residente.

El prisionero fue kasladado a la capital del Estado y allí después juzgado por un tribunal de guerra que presidía D. Vaientín Canalizo; resultó sentenciado a muerte. Fue fusilado después de haberse, el pobre D. Vicente, preparado muy cristianamente a morir, con todas los auxilios espirituales. Murió de rodillas, rezando el credo. ...

Tres preguntas pueden hacerse sobre la muerte de Guerrero; primera: ¿Hubo, justicia en ejecutarlo? Segunda: ¿Hubo nobLeza? Tercera: ¿Hubo prudencia? En cuanto a 1o primero, y dando por hecho que el tribunal si era competente, y puesto que Guerrero por mil motivos no era ni nunca fue legítimo Presidente de la República, nos parece que su sentencia fue legal y verídica. ]l220


GENEITAL JUAN ANDREU

AnrlzÁr-

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Lo que el Fiscal dijo fue la pura verdad: "Se ha sustraído abiertamente de la obediencia que se le debe a un gobierno establecido. A fuerza de armas ha faltado a la soberanía nacional, atacando abiertamente y con fuerza armada lo dispr:esto por el1a (es decir, el haberlo quitado legalmente de 1a presidencia de la República). Ha sublevado a los pueblos contra e1 soberano de la nación. Ha sido ia causa de la sangre que 1-ra corrido en el territorio mexicano". Aparte de estos cargos/ clue eran meramente del caso, teníá Guerrero en contra de sí todo el peso de su cooperación eficacísirna c1e 1a ruina de la Patria, por haberla entregado mediante una secta efectir-a a poder extranjero )¡ enemigo. Sin tener compieta conciencia de lo que irabía hecho (porque sus alcances eran mu\¡ cortos), había desquiciado 1os fundamentos sociales v políticos de la nación. En rigor de estricta justicia, Guerrero merecía la pena de muerte... Precisamente ia fobia desmesurada del Padre Cuevas y de otros escritores conserr,'adores contra el General don Vicente Guerrero, ha sido tal r,ez la razón determinante de que vo me decidiera a emprender esta obra, por la obligación que siento de divulgar documentos y noticias entre gente humilde, que no tiene el hábito de concurrir a las bibiiotecas, ni dinero para comprar numerosos libros caros. Sucede que hace muchos años que poseo encuadernada la correspondencia que recibié el General Cuerrero entre 182L y 1830, así como innumerables cartas que él escribió durante esos aiios a su esposa v a su hlja, y he decidido publicar buena parte de esa correspondencia. Por cierto que el editor, compadecido de mí, me aconseja que de las dei General Guerrero para sus familiares, por ser casi iguales, me limite a publicar unas cuantas.

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MEIriont¡s

Y yo he llegado a impacientarme diciéndole, QLle si voy a pagar e1 costo de 1a publicidad, no debe preocuparse por el monto. Para el Apéndice (Capítulo X,8-9-1.A y 11) he seleccionado cartas que he dividido en cuatro grtlpos: E1 grupo X-3 1o formé porque "Los implacabies enemigos del General Vicente Guerrero 1o acusaron de que envidioso de ias insuperables proezas guerreras de don Pedro Ascencio Aiquiciras, 1o había mandado asesinar". En 1as transcripciones que siguen resplandece 1a verdad.

Los "historiadores" agachupinados acusan de caballerango a estos dos titanes insurgentes y se burlan de su ¡falta de ortografíal Hijos de los montes, soldaclos desde su niñez, imposible que fueran bachilleres. Pero que alguien escuche con los ojos cerrados, la lectura de sus escritos más insignificautes, y encontrará conmovedoras pruebas de sentido común, de generosidad, de honradez, cie vaior v de patriotismo.

El grupo X-9 es c1e corrunicaciones de Iturbide a Cuerrero en las que puede verse: Primero.- Que los serrricios de los insurgentes fueron mu\'\¡aliosos.

Segundo.- Que el movitniento de Iturbide fue en favor de los peninsulares y de los criollos, quienes se encargaron de derribar1o.

Tercero.- El gran error de lturbide fue subestimar la gran fuerza popular de los insurgentes a quienes no se encuentra ni en ias firmas de1 acta de Independencia ni en la organización de la Junta de Notables y casi ni en Ia organización del Ejército Trigarante.

Cuarto.- Que el organizador de1 primer cuarteiazo fue ia primera víctirna de tan funesto precedente para el País. 1)1


GrNrner ]ueu Axonru AruezÁN

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El grupo X-10, 1o forman las numerosísimas cartas de Guerrero para sus parientes, al parecer de insignificante valor histórico, son parte, sin embargo, de un valor inapreciable para el psicólogo que las estudia pacientemente. Se ve en ellas que no cambia al ejemplar ciudadano que fue el insurgente, ni la embriaguez de la consumación de 1a Independencia, ni su valimiento en el Supremo Poder Ejecutivo, ni su encumbramiento a la Presidencia de la República.

Y el Gran Maeske de los Yorkinos sigue siendo hasta morir, el humilde creyente de la niñez, y el patriota se muestra implacable contra su monitor Poinsett, cuando comprende que éste trabaja en contra de México. Y en sus épocas de mayor valimiento piensa siempre con ternura en su hija y sigue manejando sus pequeños negocios con la ayuda de su esposa excepcional, y sigue pidiendo pequeñas cantidades prestadas a sus amigos. ¡Qué ejemplo para los redentores de hogañol El Grupo X-1L lo forman cartas de personas generalmente importantes y 1o encabezo con 1o que después copio de las memorias del patriota legendario don Guillermo Prieto.

Pudieron los insurgentes dirigir Ia República con Victoria, con Guerrero, de febrero de1823 a diciembre de 1829,luchando por la Federación y por los desheredados, pero del 1o de enero de 1830 hasta 1855, fueron los cuarteleros de Iturbide, Bustamante, Santa Anna, Pedraza, Paredes, etc., los que destrozarotl a la patria. Las comunicaciones que adelante se transcriben dan una pá1ida idea de quien fue don Vicente Guerrero, a quien don Guillermo Prieto pinta en las siguientes líneas: Anúblanse mis recuerdos de esta época para reaparecer una noche del año de1829. La ciudad despertó a des223 |


I lv{rrrolrrs

horas de la nr¡che al estampido del cañón, a 1os repiques a vuelo en todas las iglesias, a la ilurninación espléndida de la últirna choza y de los n'lás levantados palacios, a los vítores, ai regocijo inmenso Ce todas las clases de la sociedad. La rendición de "Barradas" gritaban, corriendo en todas direcciones los vendedores de papeies, las gentes se abrazaban sin conocerse, los tenderos en sus puertas destapaban botellas v brindaban con el primero que pasaba: las dianas alborotaban; 1os cohetes aturdían y a \¡eces el placer se parecía al ren'reclio cle la tempestad. En efecto, Barraclas y su invasión quimérica de reconquistar habían fracasado en Tarnpico el 11 de septiembre de 1829 y las banderas, quitadas a los inrrasores v conducidas a Méxic«r por 1os oficiales Domingo Soto, \{o1, Stávoli y Beroski inclinaban el cuello en 1os balcones de palacio casi arrergonzadas de la locura de los partidarios del trono v de1 aitar. Por clesgracia no se sacó partido de acontecimiento tan fausto, t' e1 general Bustamante, que surgía de la misma electoral que Guerrero y que fue enviado por éste con ei ejército de reserva en auxilio de Santa Anna, se pronunció por elPlan de Jalapa, inconsecuente e indigno de las distinciones de que había sido objeto. En este intervalo, y una solavez, tuve ocasión de estar cerca del general Guerrero. Era de elevada estatura y anchos y refornidos hombros, sin corresponder sus piernas largas ). delgadas a su gusto magnífico; \a tez morena, y el caballo tosco amontonado sobre la frente, sus ojos negros de una penetración y una dulzura imponderable, patilla pobladísima, boca recogida v sincera. Aunque modesto, no tenían encogimiento sus maneras, y su voz tiple y desonante era 1o único que repugnaba en é1a la primera irnpresión. Cerca de é1se sentía la bondad de su alma y tenía ciertos dejos, de inocente ranchero que realmente cultivaban. Yo Io vi en 1a casa de mi .,.) I I L.1 I


CEr.ret<,rt Jueir

Arilnru

Ar-rvrezÁN

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tío, tesorero del Ayuntamiento, que tenía cierta importancia política; se rodeó de chicuelos y nos asombró su parecer sobre nuestros trompos, nuestras chicharras y las graves consultas sobre nuestros papalotes. Aquel carácter grave y sencillo, aquel talento que hacia olvidar su ignorancia, y aquella bondad que no ie abandonó ni en ei patíbulo, eran las dotes características de Guerrero. Un pariente mío, Ticó, que fue su iidelísitno avudante, me dió curiosos detalles que corroboran mis aserciones. Sobre su desinterés v moralidad, quiero particularizar un hecho en que no se ha detenido, como debí, la historia. En 1.821., al partir Iturbide a cornbatir Guerrero, se 1e encomendaron cuantiosos caudales para embarcarlos en Acapulco,Iturbide 1os detuvo en su poder, faltando aún a sus compromisos de caballero con los particulares. En

los momentos de la proclamación del Plan de Iguala, Iturbide tur.o que hacer una salida precipitada de con sus fuerzas v dejó a Guerrero en depósito los caudales, diciéndole que en caso llecesario tomasen 1o que fuese bastante para sus tropas. Como se sabe., las tropas de Guerrero no podían estar en peor situación. Vivierrdo a la intemperie, hambrientas, desnudas y maltratadas, eran masas de hombres sostenidas por el amor a su jefe a causa que sentían más de 1o que pudieran razonar. Un sombrero era como una curiosidad artística: los zapatos, artículos desconocidos; y en su menú cotidiano, cuando había plátanos y se bebía tuba se llegaba a los esplendores de Recamier. Iturbide volvió de su expedición, y al ver el mal estado de las trompas de Guerreto, le reconvino porque no estur¡iesen mejor atendidas. ¿Y el dinero que deje a Ud.? -Ahí está.- ¿Por qué no ha tomado Ud. como le dije, para sus tropas? -Porque me lo deió en depósito.- Sí, pero les dije a Ud. que tomase 1o necesario. -

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I Mrrrlonras

Bueno; pero yo de nada necesito. -¡Ea! tome Ud. seis y ocho mil pesos para Ud. y sus soldados. -Señor... recoja su dinero y no me los ma1 enseñe. Guerrero devolvió el depósito a Iturbide sin haber dispuesto ni mandado disponer de un solo centavo. Quisiera detenerme en la vida íntima de este héroe para hacer patente sus altas virtu* des; pero me basta 1o indicado y 1o que Ia historia refiere, para dar a conocer su alto carácter. Después de estos conmovedores renglones de don Guillermo, también es conveniente conocer 1o que el historiador Zavala refiere de la manera en que el General Guerrero recibió a su padre, de la recepción que el mismo Jefe Insurgente hizo a Iturbide y finalmente la opinión que el mencionado historiador tenía de los generales de su época. ...Atacada y disuelta ia junta de Jaujilla, simulacro de gobierno de 1os independientes, el padre Torres fue asesinado a poco tiempo por uno de sus compañeros, a consecuencia de una quimera en el juego. Desapareció este caudillo y la revolución no contaba con otro que mantuviese una fuerza activa y enarbolase la bandera mexicat:ra- más que don Vicente Guerrero en las montañas del Sur. Desde allí se ocupaba en dirigir circulares, que tenían por objeto no dejar amortiguarse el espíritu de la independencia, haciendo fijar sobre é1 las esperanzas moribundas de la patria y las miradas del gobierno virreinal, que temía una tempestad de aquella pequeña nube. Nada omitió el virrey para hacer que Guerrero desistiese de su empresa: Promesas las más lisonjeras de dinero, de empleos; amenazas, fuetzas empleadas en su persecución. Por último, hasta los respetos de un anciano padre pusieron la ternura filiai de este hombre extraordinario a la prueba más terrible en que puede hailarse 1226


Grxnntl

JuaN ANonru

AruezÁN

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un hombre. Este suceso merece referirse, aunque patezca fuera del método que me he propuesto, de pasar con rapídez sobre los acontecimientos. Don Pedro Guerrero, padre de don Vicente, se decidió desde el principio por el partido de los españoles, hasta llegar el caso de entrar en servicio activo con los patriotas, teniendo que combatir muchas veces contra las partidas que mandaba su mismo hijo, habiendo salido herido en una pierna' Retirado del servicio, no cesaba de escribir a éste, Persuadiéndolo que abandonase una causa que no ofrecía ningunas esperanzas de felices resultados, / €ri la que se sostenían principios contrarios al Rey y a ia religión, conforme se explicaban entonces. Donde ante Guerrero, que había abandonado a su esposa y ur1a hija de tierna edad por consagrarse al servicio de la patria, no era capaz de ceder a los consejos ni a 1os mandatos de un padre que hablaba en favor del despotismo y de las preocupaciones. Pero el virrey creyó que la presencia del padre causaría más efecto sobre la obstinación del joven caudillo y, al efecto, se le autorizó para dirigirse sóio a verle y tocar todos los resortes que pudieron reducirle. Partió el anciano Guerrero y encontró a su hijo en medio de sus tropas, proyectando nuevas tentativas contra el enemigo. La presencia de su padre le causó una impresión tan viva, que no pudo ocultarla ni a sus oficiales ni a su padre mismo; le tenía un amor tierno y una veneración profunda, ambas cosas efecto de 1os sentimientos que le habíainspirado en su juventud. El jovenhizo retirar a su comitiva y espero que su padre le hablase. Este le hizo ver los peligros a que estaba expuesto,lo desesperado de la causa, cuya única esperanza era el mismo Guerrero; la benevolencia del gobierno que, ofrecía mantenerle su grado y hacerle una donación grande de numerario. Le presentó la suerte de su familia desgraciada, de su es-

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I Mrtronres

posa en prisión, de su hija abandonada a la suerte. Por último, se arrodilló delante de su trijo, le abrazó las rodilias y llorando le pidió que volviese al seno de su familia y aceptase las oferias c1e1 gobierno. Guerrero o\.ó con serenidad a su padre, 11oró con é1, y sin decirle palabra, llamó a sus oficiales, y dirigiénclose a ellos: "Compañeros,les dijo, ¿r.eis a este anciano respetable?: es mi padre, viene a ofrecerme empleos y recompensas ell nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi padre; pero mi patria es primero". Le besó ia mano v le suplico no volr,iese a verle si tenía por objeto su visita separarle de slls compromisos. Este l-.echo me 1o ha referido el rnismo, General Guerrero. Frente a Washington y Bolívar, la conducta de Iturbide aparecía manchada por una codicia sórdida y una ambición peligrosa ... A fines del año de782A, el coronei Iturbide partió de México, encargado de la destruccién de las tropas dei señor Guerrero; pero con el proyecto de unirse a éste en 1a primera ocarsión, para obrar de acuerdo en hacer 1a independencia de la patria. Muy pocos días se separaron entre ia salida de Iturbide de la Capital y la aproximación a las tropas de Guerrero. Este había garlado una pequeña acción y derrotado al coronel Berdejo, destinado a perseguirlo igualmente, v esto dio ocasión a una carta que le dirigió don Agustín cle lturbide, invitándolo a que renunciase a la ernpresa que tanta sangre había costado inútilmente al país. "En el día en que el rev de España ha ofrecido instituciones liberales v asegurado ias garantías sociales que se pueden apetecer, jurando 1a Constitución de1812, ya los mexicanos gozarán de una justa igualdad y seremos tratados como hombres libres". Esto decía en su carta, y añadÍa que "las ventajas que había conseguido | ))9,


GPirn.r,l JueN ANDREL Ai-trr,rzÁN

sobre las tropas de1 gobierno recientemente, no debían darle esperanzas de nuevos triunfos, pues sabía que los sucesos de la guerra estaban expuestos a muchas vicisitudes y que los recursos del gobierno eran muchos". Repetía 1as ofertas que se habíar-r hecho a este general en muchas ocasiones, v Ie invitaba a fraternizar con é1. Esta carta estaba escrtta con tnucho artificio, pues al mismo tiempo que presental¡a a 1as hopas insurgentes un deseo de entrar en conr.enios v relaciones, nada daba que sospechar al r'in'er', rlue \-era, en el lenguaje que se usaba en ella, la política rnisrna que tanto 1e había sen ido para tranquilizar al país. Es de presumrr que las L)ersonas de quienes se servía Iturbide para conducir estas cattas, 1levarían instrucciones reserwadas que explicarían sus intenciones. El General Guerrero contestó, con la energía que siempre manifestó a1 sostener la causa de la independencia y de la libertad, que "estaba resuelto a continuar defendiendo el honor nacional, hasta perecer o triunfar: que no podía dejarse engañar por las promesas lisonjeras de libertad dadas por 1os constitucionales españoles, que en materia de independencia eran de los mismos sentimientos que los realistas más acérrimos; que la Constitución española no daba garantÍas a los americanos". Recordaba la exclusión de las castas hecha en la Constitución de Cádiz,la disminución de los representantes americanos, y, por úitimo, ei poco caso que se hacía de estas leyes liberales por los virreyes. Concluía exhortándole a tomar el partido nacional, a abandonar unas banderas que deshonraban a los americanos, \' le invitaba a tomar el mando de 1os ejércitos nacionales de que el mismo Cuerrero estaba por entonces encargado. El tono de energía con que esta carta está escrita, 1as juiciosas observaciones ))q ---

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I Mruoruas

que contiene, la lógica convincente de sus raciocinios, produjeron un efecto asombroso entre los mexicanos. Iturbide no necesitaba de que se le persuadiese;le hemos visto partir de México, con intención de proclamar la independencia de su patria, y solamente debía detenerse en los medios y modo de dar principio alaobra, presentándose al público como ei caudillo de esta empresa atrevida. ...Por su parte, muy poco tenía que temer del general Guerrero, hombre que se distinguió desde eI principio por su humanidad y una conducta llena de lealtad a la causa que sostenía. Las kopas de ambos caudillos estaban a tiro de cañón una de otra; Iturbide y Guerrero se encuentran, se abrazan.lturbide dice al primero: "No puedo explicar Ia satisfacción que experimento al encontrarme con un patriota que ha sostenido la noble causa de la Independencia y ha sobrevivido ei solo a tantos desastres, manteniendo vivo el fuego sagrado de Ia libertad. Recibid este justo homenaje de vuestro valor y de vuestras virfudes". Guerrero, que experimentaba, por su parte, sensaciones igualmente profundas y fuertes: "Yo, señor, le dijo, felicito a mi patria porque recobra en este día un hijo, cuyo valor y conocimientos le han sido tan funestos". Ambos jefes estaban como oprimidos bajo el peso de tan grande suceso; ambos derramaban lágrimas que hacían brotar un sentimiento grande y desconocido. Después de haber descubierto Iturbide sus planes e ideas al señor Guerrero, este caudillo llamó a sus tropas y aficiales, 1o que hizo igualmente por su parte el primero. Reunidas ambas fuerzas, Guerrero se dirigió a los suyos y les dijo: "Soldados: Este mexicano que tenéis presente es el señor D. Agustín de Iturbide, cuya espada ha sido funesta a la causa que defendemos. Hoy jura defender

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GrN¡n;rr Juax Axoulu Ar.luzÁn

los intereses nacionales; y yo, que os he conducido a los combates y de quien no podéis dudar que morirá sosteniendo ia independencia, so1'el primero que reconozco al señor Iturbide como e1 primer Jefe de los ejércitos na-

cionales. ¡Viva la independencial ¡Viva la libertad!" Desde este momento todos reconocieron al nuevo caudil1o como a general en jefe, r. descle este momento también dirigió al virrev una declaración de sus sentimientos y de su resolución tomada. Dió orden al General Cuerrero de que fuera a apoderarse de 1a conducta de 1os manilos, que se dirigían a1 puerto de Acapulco con 750,000 pesos, v el ton-ró el rumbo de Ia villa de Iguala, distante cuarenta leguas al sur de México, en donde publicó e1plan cuvas Lrases he referido. Las tropas españolas comenzaron a separarse de la división de Iturbide, pero las antiguas ¡rartidas se volvían a levantar por todas partes para correr en auxilio suyo. Entre los generales del ejército mexicano que se declararon abiertamente por el partido de Iturbide: D. Anastasio Bustamante, D. Antonio Andrade, D. Luis Quintanar, D. Manuel soto Riva, D.ZenÓnFernández, D. Manuel Rincón v su hermano D. José, D. Francisco Calderón, D. Antonio López de Santa Anna, D. Luis Cortazar y D. Vicente Filiso1a. Estaban en contra, aunque no abiertamente, D. Miguel Baruagán, D. José Horbegoso, D. Cuadaiupe Victoria, D. Pedro Celestino Negrete, D. José Morán, D. Nicolás Btavo, D. Vicente Guertero, D. Joaquín Paredes y unos cuantos oficiales de menor graduaciÓn. El General Echávarri era amigo íntimo de Iturbide y poseía todas sus confianzas.El General Sat-rta Anna aunque no con la misma intimidad, tenía e1 aprecio de la familia; e1 señor Negrete era amigo íntimo tarnbién y jugaban al tresillo con rnucha frecuencia. Al General Guerrero le dis231

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pensaba consideraciones de otro género, y en el curso de esa historia veremos las distinciones hechas a D. Nicolás bravo, estoy seguro de que la conducta de todos estos generales no estaba fundada en ningún sistema fijo ni arreglado. La obediencia de los primeros era ciega y no conocía límites. Iturbide era el jefe, era e1 ídolo que reverenciaban, I no conocÍan otro deber que el de obedecerle. Entre 1os segundos, creo que Morán Negrete v Horbegoso se proponían llevar a1 cabo el tratado de Córdoba, colocando una rama de cualquiera de la familia de Borbón en el trono, Guerrero, Victoria, Bravo, Parres y Barragán, obraban por sentimientos republicanos, y ninguno podía llevar a bien que un hombre que había servido de México coronel un año antes, estuviese en la altura en que se hallaba Iturbide con sus excesivas pretensiones. El ejemplo admirable de lVashington v el desprendimiento de que en aquella época hacía ostentación Bolívar, después de los inmensos serr.icios de ambos a la causa de 1a libertad, hacía perecer Ia conducta de Iturbide como manchada por una codicia sórdida v una arnbición peligrosa. Para que se pueda formar juicio exacto sobre Ia conclucta de algunos de estos jefes, \'ov a presentar sus dirrersos caracteres en cuadros rápidos, r. darlos a conocer cómo son o al menos como a mÍ rne parecen ser. El General Guerrero es un mexicano que nada debe al arte y todo a la naturaleza. Tiene un talento claro, una comprensión rápida y exkaordinaria facilidad para aprender. No habiendo recibido ningún género de educación y habiendo comenzado su carrera en la Revolucióry muy pocas lecciones pudo tomar de elocuencia v cultura en los ceffos y bosques, entre indígenas l'oLras castas, a cuya cabezahacíauna gueffa obstinada a los españoles. Su genio sólo pudo conducirlo hasta el punto a que le hemos visto 1232


Grurn,r Jt-,tx ANonru Auvr,vÁx

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llegar, y su constancia es, a la verdad, un testimonio irrefragable de que posee virtudes sociales. Se dispensaba la poca urbanidad de su trato familiar y algunos resabios del hombre de los bosques, en obsequio de sus grandes servicios, y más que todo, de su humanidad y de su amor constante por 1a libertad. D. Nicoiás Bravo, compañero y antiguo amigo de Cuerrero, ha sido e1héroe de un partido ty por desgracia de la nación, su instrumento, Bravo recibió 1o que se puede llamar educación primaria. No tiene conocimientos en ninguna materia, r' su trato familiar es árido. Si hemos cle juzgar por 1as apariencias, este general es de mur.cortos alcances r- de poca capacidad. Los españcles le colocaron a ia cabeza de sus 1ógicas, y en su nombre se hacían todas 1as manlobras del partido. Pudieron lisonjear sus afecciones, y su mayor elogio era el de l-raber dado libertad a 200 españoles que tenía prisioneros cuando hacía la guerra de Independencia, el día n'rismo que supo que su padre había sido ejecutado en México. Virtud digna de un santo padre de la Iglesia, si se quiere; pero falta notable en un general que podía sacar rnavores ventajas de los cuerpos granjeándolos con otros, o internándolos entre sus filas. Algunos contestan este hecho; pero Bravo no io ha desmentido. Sus enemigos le acllsan de cruel y sanguinario p"ror aigunos actos de severidad que se han cometido en sll nombre; yo creo ql1e, obrando por sí este hornbre, se inclinaría generalmente a1 bien; mas todas sus acciones son efecto de influencias que el mismo no acierta a conocer.

D. Pedro Celestino Negrete es un ger-rera1 españolque hizo Ia guerra cruelmente a los insurgentes; se unió a Iturbide en 1821, y sirr¡ió bien a esta causa. Es hombre de un taiento mediano, obstinado como sus paisanos y 233 |


I Mnraont,*

adicto a las ideas de monarquía moderada. Me parece afecto a 1a nación mexicana, en donde tiene una familia distinguida, y 1a poca parte que tomó en los sucesos posteriores a la Constitución de 1-824, hace creer que preferiría el retiro y la tranquilidad doméstica a una influencia peligrosa. D. Miguel Barragán es tlno de aquellos personajes que han enterado a figurar en la cacería política sin grandes recursos mentales, sin instrucción, sin energía; pero con deseos positivos de hacer un bien a su patria. De consiguiente, cooperó como pudo a la Independencia en 1821, aunque anteriormente había hecho la guerra con los realistas. Introducido en las logias españolas, era en cierta manera, como Bravo, al instrumento de los directores. Pero su carácter es suave y no participa nada de la dureza\,' obstinación de este general. Barragán, por último, cometerá errores por condescendencia de partido o de familia, pero no por intención. D. Anastasio Bustamante hizo mucho tiempo 1a guerra a los patriotas entre 1as filas españolas. No es hombre de grandes capacidades v de genio superior. Tiene mucha caima en sus resoluciones, y no se sabe si esto procede c1e rneditación o de dificultad

en comprender. Pregunta, antes de entrar en un proyecto, si será justo. Pero cuando una vez se ha convencido, o le parece, se sostiene con constancia. Más 1e ha acomodado obedecer que mandar en grande, )'Por esto era tan ciego servidor de los esparloles v de Iturbide después. D. Guadalupe Victoria es trombre del pueblo, porque su nacimiento, sus trabajos \,' su fortuna han sido del pueblo. Siendo estudiante en San Ildefonso de México, dejó el colegio en 1811, para alistarse entre los patriotas, 234


G¡Nsret JuaN ANnnru ALMAZÁN

en cuyas filas sirvió, si bien constantemente, no con el éxito que só1o corresponde a los grandes conocimientos, a la actividad y e1 continuo trabaio. Tuvo serios disturbios con D. Juan Nepomuceno Rosains y con D. Manuel Mier y Terán, nacidos de disputa sobre el mando. Sus fatigas todas fueron en la prorrincia c1e Veracruz y parte de Puebla; varias veces ocupó el puente del Rev (hoy Nacional) e impidió el paso de las tropas españolas al interior y el de los convo\res de platas al puerto, pero nunca dio una grande acción, ni sus empresas salieron de la órbita común. Sirr.ió como poclía a 1a causa de la independencia, y se manifestó cor-rtra los pror-ectos de Iturbide. Los principales defectos de Victoria son 1a irresoiuciÓn e indolencia, r' rnucha presr:nción de poseer grandes conocimientos, qlle ciertamente no posee. ¿Y en dónde pudo haberlos adquirido? Por 1o demás, es humano, amante de la libertad y sinceramente deseoso del bien de su patria. Como he de hablar en adelante de este personaje por el papel que ha hecho después, no me extiendo más sobre su carácter. Se ha dicho, con mucha generalidad, que cuando Iturbide entró en Querétaro o San Juan del Río, Victoria le presentó un plan ridículo de monarquía, cuyas principales bases eran que el monarca fuese mexicano, que se casase co11 una india cul'o nombre debía ser Malinche, aludiendo a la cé1ebre doña lvlarina de Hernán Cortés; que Iturbide 1e despreció r'trató como un demente v que este fue el principio del odio de Victoria contra este jefe. Yo no so\- ascenso a esta anécdota, aunque me la han referido personas caracterizadas. Lo que no deja duda es que \rrctoria se presentó a Iturbide y que éste no le cor-rsideró capaz de ningún empleo de mucha representación. Quizá esta circunstancia ha contribuido mucho a 1a elevación de Victoria.


I Mrrutontas

D. Manuel Mier y Terán es uno de los personajes que más se han distinguido entre los antiguos patriotas y mexicanos independientes, por sus conocimientos, sus servicios patrióticos y constante aplicación al estudio...

Inmediatamente que Iturbide tuvo noticia de la salida de Guerrero v Brar.o de la capital, dio órdenes activas para ia aprehensión de estos dos jefes. En las cercanías del pueblo de Chalco, a doce leguas de México, un destacamento sorprendió a estos dos generales en una choza en que descansaban. Guerrero se dirigió al comandante del escolta y le dijo: "Señor oficial, usted tiene en sus manos arrestarnos y llevarnos a que seamos fusilados en México, en recompensa de los muchos servicios que hemos hecho a 1a libertad, y de1 que ahora intentamos hacerla. La patria gime bajo el despotismo y es indigno del nombre mexicano e1 que quiera sostener la opresión". A estas pralabras el oficial mandó retirar la tropa v suplicó a los generales que escapasen cuanto antes. Este heiho r" p,-,bli.ó en loi papelés en aquellos dÍas v el mismo don Vicente Guerrero rne 1o confirmó después. Dirigiéronse al otro lado del Mescala, río que desemboca en ei mar del sur, cerca de Zacatula, y don Epitacio Sánchez, general de brigada, amigo írrtimo del señor lturbide fue encargado de perseguirlos. Pocos días se pasaron para que este jefe, practico, igualmente que Brar.o v Cuerrero, en aquellas montañas, \'de mucho \.aior, alcanzase a estos dos fugitir.os, que va habían retenido algunas tropas indisciplinadas, mal armadas v peor vestidas, pero valientes y capaces de sufrir toda clase de privaciones y de fatigas, a esas poblaciones de1 sur de México se puede muv bien aplicar 1o que decía Horacio de los vascos: cantabrum indoctum, juga ferre nostra. Sobrios, reclucidos a 236


Gp¡¡sn,\r

Julx ANonru

Ar-rvrezÁN

]

necesidades de la simple naturaleza, apenas conocen Ias primitivas relaciones del estado social. Su carácter, ardiente como e1 clima que habitan, no suavizado por 1as artes, mantiene en ellos costumbres feroces y una inclinación violenta a las riñas; sufren con repugnancia cualquiera, especie de sujeción, y el rnachete, género de arma cortante que ciñen todos, decide regularmente sus quereiias. La mayor parte de aquellas gentes están afectadas de 1a piel de ciertas manchas blanquizcas que es una especie de lepra v les hacen darle en nombre de pintos, denominación bajo la que son conocidos en el país. Su modo de combatir es acornetido después del primer tiro del fusil, dando gritos furiosos v echándose sobre el enemigo con sus machetes. Si se puede resistir a sus primeros choques, se triunfa fácrlmente de el1os; pero se necesita mucha disciplir-ra para no ceder a sus terribles ataques. Entre estas gentes fueron a organizar sus fuerzas Bravo v Guerrero, \' en ellas encontraron la favorable acogida y la buena disposición que manifestaron en e1 largo período de 1a pasada insurrección. En ei pueblo de Jalmolonga se presentó don Epitacio Sánchez co:n sus tropas, y en este punto hubo una pequeña acción, en que el brigadier Sánchez recibió una herida en el corazón, de la mano de un asistente de Guerrero, al tiernpo que Sánchez se arrojaba sobre este general con su lanza. Guerrero recibió una herida de bala que le atravesó el pecho y que le hizo arrojar sangre y esquirlas". Don Epitacio Sánchez quedó muerto en el sitio. 1as

La rnuerte de Sánchez, ha herido a Guerrero r. la desaparición de Bravo, de quien no se hablo nada eri esta acción, hicieron que la guerra del sur no se continuase. Los sllcesos de Veracruz debían decidir la suerte de los dos partidos beligerantes...

zr/

|


I Mnrronrs

En el Apéndice, (Capítu1o X-12) manifiesto del Benemérito de la Patria, General don Vicente Guerrero al tomar posesión el 1o. de abril de 1980; (Capítulo X-13), la muerte de Vicente Guerrero por Jorge Flores D. Finalmente, del folleto "Benito Juárez" de don Ezequiel A. Chávez, tomo 1os siguientes renglones: La er.olución de Juárez fue lenta: primero, siendo aun estudiante, se caracterizó por su veneración apasionada por don Vicente Guerrero; luego, por su odio implacabie contra quienes 1o sacrificaron en 1831v por su pasión por la soberanía del pueblo: a la sombra de aquella veneración, de ese odio y de esta pasión, fue creciendo su ambición de figurar, de descollar, de mandar, de imponerse y ya en 1831, fue electo Regidor: Diputado al Congreso 1oca1, en el bienio de 1832 a 1834.

Clasificad, dice don Justo Sierra, entre los abogados que juraron odio a las clases prir.ilegiadas en la tumba de Guerrero \¡ que promovieron en Oaxaca una especie de fiesta expiatoriá organlzada en honor c1el "patricio máftit" , es natural suponer que estuviera "reslleitamente de parte de los que, bajo 1os auspicios de Gómez Farías acometieron la grave tentativa de organizarnos en sociedad laica por 1a acción, de un gobierno conservadsl" , y que fracasaron en N{éxico en el año de 34, en el que Juárez se recibió de abogado.

I 238


§

ro xl El ¡nns rN

oJo TIA

En cualquier conflicto México debe estar con Estados Unidos coir lealtad, pero siempre con dignidad inflexible. Ventajas Las diferencias ideológicas de mis compañeros en el Colegio dei Estario de Puebla, Pedro Soto y Ezequiel Teyssier, por ser 1as mismas que dividen a infinidad de mexicanos ameritaron este repaso de la I{istoria Patria. Comprendo que con su apéndice, ha resultado larguísimo" Sin embargo., rne parece que no debo terminarlo sin la revisión cle 1a conducta hacia nosotros del poderoso .,'ecilo del norte.

5i luéramos antípodas, tal vez me sentiría gitano a 1o Gamal Al:clel Nasser, pero cor-r el "big stick" amenazando nuestra mollera, me parece que debe imponerse la incontrastable realidad geográ{ica. Procuraré vaierme de mis palabras viejas y de testimonios respetabies, de nortearnericanos, cuando sea posible.


] N'lt tr'tont,rs

En julio de 1930 hice, con mi carácter de Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, un viaje de estudio por el noroeste del país, habiéndose publicado profusamente el informe que rendí al ciudadano Presidente de la República, e1 que tuvo necesariamente que resultar nacionalista. Pero le expresé claramente la actitud que, en mi concepto, debíamos observar para los Estados Unidos, para bien de México. Mi pensamiento sincero fue el si-

guiente: Tarifas de importación americanas. También durante mi viaje por el noroeste del país pude conocer otro grave problema que afecta, especialmente aquella región v consiste en la situación creada por el alza de las tarifas de importación norteamericanas. Desde que la realidad de la vida desbarató mis épicos sueños infantiles, en los que por verdaderos miiagros recuperábamos nuestros territorios perdidos en1817, v después de mucho viajar por la mayor parte de los Estados de la LInión Norteamericana, me he convertido en sincero admirador de esa forrnidable concentración de fuerzas humanas v he adquirido la convicción de que en el caso de cualquier conflicto en que sea parte nuestro gigante vecino, México debe ponerse sin vacilación, con toda lealtad, pero siempre con digmdad inflexible, de parte de los Estados Unidos, porque es 1a única manera de que el peligro contra nuestra nacionalidad sea menor y de que podamos en la lucha y posteriormente, conseguir algunas ventajas, cualquiera que sea el resultado el conflicto. Por este mi modo de pensar, creo que nadie ha de juzgarme yancófilo, al permitirme opinar que sí la Unión Norteamericana, en uso de un derecho indiscutible al tratar de proteger su industria, su agricultura, su estado de prosperidad, sin precedente en el mundo, nos olvida y aún perjudica gravemente 1os intereses de sus aliados natu240


CsxeR,rr Jr-'ex ANonru Ai lr..rzÁN

I

rales, estamos en nuestro perfecto derecho para resolver nuestros problemas económicos de la mejor manera posible, buscando mercados para nuestros productos, a fin de remediar en el que a nosotros toca, la triste situación por la que 1a hurnanidad atraviesa en nuestros días.

Exportación a Europa. Me parece que e1 remedio de nuestros males es el siguiente: un grupo de prósperas naciones de Europa, las más adelantadas por su cultura, por el perfeccionamiento de su industria, por sus hábitos de bien vivir, como Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Polonia, Checoslovaquia, etc., carecen de colotrias que puedan suministrarles materias pritnas v frutos alimenticios, tropicales, especiaimente, constituye esto, para nosotros, una l'erdadera oportunidad para colocar en magnÍficos mercados todo 1o qr-re producimos v que las altas tarifas o e1 pretexto de las plagas impiden que rrendarnos a nuestros trecinos dei norte. Para tener nosotros grandes faciliclades, necesitaríarnos conceder a 1os productos industriales de aquellos países, tarifas especiales de importación v aún exenciones completas. Yo sé que nuestra Constitución prohíbe los priviiegios, pero me parece que si sin-rplemente por razones políticas 1as modificamos cuando nos r-iene en gana, perfectamente podremos hacerlo para resolr'er cuestiones que son de vida o muerte para centenares de miles t'aún de millones c1e mexicanos que r-iveu en condiciones increíbles para la civilización moderna. Sostengo, como una condición determir-rante de cooperación para los Estaclos Unidos, una digmdad ir-iflexib1e de parte de nosotros, los débiles. ¿Y qué exigiría nuestra inilexible dignidad? Sencillamente un trato de igual a igual. ¿Pero cómo es posible una asociación entre Gulliver y 1os enanos? 241, I


I lv{r,lrones

Claro que no; pero si es natural y sencilla 1a convivencia entre dos gigantes de Arnérica: La Confederación de habla ingiesa, y la Confederación de los pueblos hispánicos. Esto 1o he sostenido en publicaciones profusas del 3 de julio de1946 r, del 18 de noviembre de 1,952. De rnanera que lo que nuestra inflexible dignidad debe pedir a los Estados Unidos es que cese ya de procurar nuestro debilitamiento por la subdivisión, v no estorbe nuestra unión v desarrollo hasta nivelarnos con ellos. (Apéndice: Capítulo XI-L)

Fijado mi pensamiento al respecto, conviene conocer cómo juzgan la conducta de siempre de 1os Estados Unidos, unos cuantos de entre infinidad de escritores conocidos:

Manuel Ugarte en el próiogo de "América Latina y el lmperialisr¡o Americano", de Luis Guilaine afirma: ..."No caeremos en 1a fácil crueldad de subrar.ar ahora ante los hechos patentes, 1o que había de ingenuo en patentes,lo qr-re había de ingenuo en semejantes esperanzas. Bien saben cuantos siguen de cerca el drama de la suplantación de influencia en el Nuevo Mundo que ningún país panamericano logra modificar 1a línea de conducta que hace largas décadas se han trazado los Estados Unidos. ¿No se han adeiantado a declarar públicamente ellos mismos que la Doctrina de Monroe, lejos de tener ei alcance de pacto regional que algunos le atribuían, es intangible -v uniiateral? Los Congresos Panamericanos no resultan pues, más que oportunidades para consolidar un ascendiente o acelerar la solución de cuestiones secundarias susceptibles de servir ia hegemonía. Si alguna reacción se opera un día contra esta anulación gradual de la independencia latinoamericana, ella tendrá su campo de acción fuera de los engranajes oficiales, colocados, "nolens vo1ens", bajo la atracción fatal" . Y el señor Guilaine dijo: "Ya mencioné las confesiones elocuen)L) t-'I


GrNrn-tl JuaN Asonru AnaezÁN

I

tes del presidente Wilson a una delegación de la prensa mexicana. Mostré 1o que han pensado y 1o que piensan los norteamericanos/ ellos mismos, desde Henry Clay hasta el profesor John B. Whittoru de la polÍtica imperialista de sus gobiernos: " rapii1a" gritó el uno, "intolerable" dijo el otro".

Habid Estéfan sostiene ert"LaAmérica Hispana y los Estados Unidos de Nortear¡térica" : ... Esta idea de la nación como asociación de índole económica ha sido lafuerzade los Estados Unidos, es su oculta y grave debilidad. En una época esencialmente industrial con la juventud de su pueblo y la extensión y riqreza de su territorio, los Estados Unidos se hicieron pronto el país más opulento del mundo. Cuando la conquista de 1a fortuna es no sólo el anhelo del individuo, sino la idea fundamental y directiva del Estado, no es extraño que la nación alcance una envidiable prosperidad. La misma formación de su nacionalidad explica el fabuloso desarrollo económico de los Estados Unidos. De todas las naciones, ellos son la más moderna porque son los únicos que viven casi exclusivamente de las novedades. No entorpecen su marcha antiguasy arraigadas tradiciones, ni superiores preocupaciones e ideales. Su fuerza proviene de que supeditan todas las manifestaciones de su vida a su deseo de ser la nación más rica de la tierra. Pero esta misma fuerza es su debilidad. Encierra un grave peligro el fundar la nacionalidad en ideas y aspiraciones puramente económicas. La cohesión de los intereses jamás puede ser tan robusta y sólida como la espiritual unidad. Una nación,parasentirse segura, debe ser un alma, no un negocio. Los pueblos que tienen de la patria una espiritual idea, pueden xtfrir, sin disol243 |


Mgtvtt¡Rtes

verse, las desgracias más ruinosas. Un pueblo, cuva idea de 1a patria es exclusivamente económica, difícilmente puede aguantar un serio quebranto. Los ciudadanos estadounidenses consideran a su patria como una enorme fábrica que remunera espléndidamente la labor de los

que trabajan en ella. Todo irá bien mientras la fábrica pueda pagar generosamente. Más, ¿qué será cuando por una imprevista y siempre posible vicisitud, deje la fábrica de asegurar el bienestar r'la felicidad de sus trabajadores? De la aparente solidez de los Estados Unidos ocultase una temible fuerza de disolución. La estabilidad de las naciones no depende de que los hombres juntos puedan gc)zaÍ, sino de que jr-rntos puedan sufrir. Para esto son necesarios ideales nacionales que 1os Estados Unidos no poseen. Las turbulentas v convuisionadas repúblicas Hispanoarnericanas, en apariencia tan frágiles, son como naciones, mucho rnás sóiidas que los Estados Unidos. Aunque los Estados Ur-ridos \¡an procurando aniquilar riquezas en todo el mundo, 1os países que más intentan y estimulan su sed de poder económico son 1as tierras Hispanas de América; que elios consideran como Llna continuación de su propio territorio. No les parece justo que sus riquezas pertenezcan exclusivamente a sus habitantes. El continente americano constituye para eilos una unidad y una especie de familia. Las tierras son Lln común patrimonio que debe explorar el que posee mayor capacidad. Si es posible, todas las fuentes de riqueza en Ia América Ibérica deben ser poseídas y aprovechadas por estadounidenses: Ni deben protestar los iberoamericanos, porque ellos también participan de los beneficios. El interés general de todos los americanos aconseja que sean explotadas por estadounidenses ias ri1244


Glxur.rl

Ju.rru A\DREU

Arlr,tzÁx

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quezas de las tierras ibéricas. Las inversiones de los Estados Unidos no tienen el misrno carácter por todas partes. En todos 1os países, con excepción de los iberoamericanos, el capital estadounidense compite con otros capitales, sin pretender ventajas ni reclamar privilegios. En 1a Arnérica Ibérica se considera con derecho a especiales prerrogativas. Ailí, está en su casa. Los pueblos hispanoan-rericanos, no se quejar-r sin motivo de los Estados Unidos. Aunque rnuv distinto al europeo, el imperialismo estadouniclense es mu\-rea1 e innegable.

Ni borran

que con tristeza obsen amos en 1a conducta de los Estados Unidos, las ilnumerables y hermosas obras filantrópicas que se deben, en toda 1as partes del mundo, a la munífica generosidad de ciudadanos e instituciones estadounidenses. Estamos tratando de la poiítica internacional de los Estados Unidos, no de las virtudes privadas de sus ciudadanos. Jarnás negarelnos que en los corazones de muchos ciudadanos de los Estados Unidos, florecen hermosos v nobiiísimos sentimientos. Y cuando hemos afir1o

mado en capítuios anteriores que el supremo afán del irombre en los Estados Unidos es adquirir una gran fortur-n, no hemos querido decir que él 1a anhela v se esfuerza por conquistarla para gozar de ella el so1o, con exclusión de todo otro ser humano. No hemos hablado de piaceres, sino de triunfos. Lo que 1e contiere superioridad al hombre en los Estados Unidos es su capacidad de enriquecerse. Lo que é1haga de su fortuna, ese asunto prir.ado de su alma. La humanidad, que resplandece a menudo en la vida privada del ciudadano, no ha alcanzado todar.Ía a figurar entre los principios directivos de la política del Estado. El panamericanismo, por ser una creación de Washingtong no se funda, ciertamente, en un alto ideal humano.

245 |


i\{EN{oRTAS

Si el panamericanismo de Washington no se basa en altos ideales humanos ni es una justa y aceptable organización política, ¿qué es entonces? Francamente no lo sé. No es cierto; sé demasiado 1o que es. Es todo, menos un vercladero ideal panamericano. El panamericanismo es la encarnación práctica de la famosa doctrina Monroe v tiene sus dos aspectos; el positivou eue debe asegurar a los Estados Unidos la dominación económica en 1a América Ibérica de Europa. Y digo que el panamericanismo tiene por objeto el asegurar a 1os Estados Unicios la dominación económica en toda América porque, ni ett el campo de tras actividades económicas pudo el panamericanismo establecer relaciones de igualdad y armonía. Se me antoja que voy olvidando que los Estados Unidos, si no admiten su paridad con los pueblos iberoamericanos en la vida política de América, menos la pueden tolerar es su rrida económica. A pesar de la pretendida cordialidad panamericana, 1os Estados Unidos fueron elerrando 1as tarifas de sus aduanas hasta hacer casi imposible 1a introducción en su territorio de las materias v productos c1e 1a América Ibérica. El panamericanismo no es ideal de nadie, porque hasta para los mismos Estados Unidos, no es sino un instrumento y un medio de asegurar sus r.entajas en América. El único ideal de la América Hispana. Un ideal debe poseer ia virtud de elevar las almas v conducirlas a nuevas hazañas y nuevas glorias. Los que 11o ven en la vida sino intereses, consideran los ideales como sueños e ilusiones. Las fuerzas invisibles de los ideales son mucho más rea1es que la rnisma realidad de 1a tangible materia. Lo real eficiente es 1o que determinan 1as acciones humanas. El hispanoamericanismo, que emana de la misma alma de los puebios hispanos,les inclica el camino de sus futuras

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Gr,rnn.r.l Ju,+i.l

ANDITEU

Arlr;rzÁN

I

glorias y estimula sus energías, es una realidad positiva, firme v sustancial. El panamericanismo que es una institución sin alma y que no puede interesar seriamente, como motivo de acción, a ningún hispanoamericano, es estéril, inútily hueca fantasía. Extraña paradoja: 1o positivan'Lente práctico viene de España; r'1o puramente fantástico es producto de los Estados Uniclos.

Las relaciones con los Estados Unidos vistas por Esquivel Obregón y Federico Gamboa. Decir verdades es amarga tarea

El licenciado Toribio Esquir-e1 Obregór-r en la obra "México Y los Estados Llnidos ante e1 Derecho Internacional", dice: ... Aún cuanclo la mentalidad de la mayor parte de 1os estadounidenses, bajo la influencia de una educación tendente a exaltar el patriotismo, propende a exagerar los mériios cle su propio pueblo, a emPequeñecer los de los otros v a sostener que el extraordinario éxito que la nación ha alcanzado se debe a la superioridad de su raza y a la sabidurÍa y bondad intrínsecas y absolutas de las instituciones ideadas por sus estadistas; yo con frecuencia tuve la suerte, durante mi larga Permanencia en aquél país, de tratar con personas dispuestas a escuchar v estudiar con ecuanimidad las opiniones adversas a su punto de ver 1os asuntos de su propia nación, a interesarse en 1as observaciones que se les hacía v aún a convenir en que otros países estaban justificados en considerarse dañados por prácticas )' doctrir-ras que en los Estados Unidos se veían como io más natural v justo.

En mis conversaciones con esas personas/ no pocas veces quedé sorprendido al notar que, después de una exposición un poco detallada del caso de México y de la 247 |


Mgtr.,roRt¡-c

parte que la política de los Estados Unidos tenía en las desgracias de ese país, adrnitían que en el ajuste de cuentas entre ambas naciones ante un tribunal ilustrado y justiciero, el saldo era indudablemente a cargo de los Estados Unidos...

y para exponerla, dos cosas son necesarias: primera, el estudio con un ánimo humilde, abierto a la acción de la verdad v dispuesto a posponer nuestras personales concepciones ante 1a evidencia de los hechos; y segunda, ia decisión de decirla, no obstante las amarguras que ella pueda ... Só1o la verdad puede salvarnos,

traernos. El halago nos conquista las amistades, pero la r.erdad nos concita eI odio, se decÍa \ra hace siglos.

Así es, en efecto; pero debemos hacer este sacrificio para avudar a nuestro país con 1o que más necesita en el terreno moral: el amor a la verdad ), u la justicia. Con esos elementos creemos demostrar en este trabajo, limitado al derecho internacional, ante nosotros mismos, ante los hombres rectos de nuestro país vecino y ante las otras naciones, que no hav en los Estados Unidos bastante oro para indemnizar a México de los daños que aquélla nación le ha hecho, más aún en 1o moral, que en 1o material y económico. Para que esta proposición aparezca con todo el brillo de la verdad, nuestro trabajo es, en cuanto posible, impersonal; en todo caso, preferimos ceder la palabra a las autoridades del derecho y a los funcionarios que han estado encargados de dirigir la política exterior de los Estados Unidos...

I

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Gr.¡¡rn.{L JulN ANonru Ar-rvmzÁx

Puede objetarse, al leer estas páginas, que si por la naturaleza México y Estados Unidos están juntos, es indudable que debe fomentarse todo aquello que tienda a hacerlos amigos para que ambos países saquen de su contigüidad el mayor beneficio )' gu€, en cambio, todo 1o que sirva para despertar rencores apegados y a despertar las sospechas para 1o porvenir, debe evitarse, y como en este trabajo el rectterdo de hechos pasados y las precauciones que se aconsejan en 1o venidero son de tal carácter que pueden contribuir a aqueilos efectos, es indudable que un trabajo así debió de evitarse.

Que por otra parte, 1os enemigos de ios Estados Unidos pueden aprovechar e1 material que hay aquí para atacarlos, \, esto será motivo para que el libro sea visto con aversión v su autor con mala voluntad. Pero ¿es que puede haber amistad entre dos personas o entre dos naciones sobre la base que una ignora u o1vide los hechos de la historia? ¿Puede alguien creer que su amistad hacia otro está basada en la ignorancia de lo que ha hecho o de io que pretende hacer? Es indudable que ia conducta de los Estados Unidos hacia México no ha sido buena v que eso puede apro\¡echarse por los amigos de ese país, pero esta obra no ha sido escrito para eso, sino para que los mismos Estados Unidos 1a aprovechen.

Es cierto también que el decir ia r,erdad es la más amarga de las tareas. "Veritas odium parit" .

Más al producirse 1os efectos, de ta1 lev, yo podría decir a los Estados Unidos, como Temistocles a Euribia249

I


I MErtonres

des,la víspera de Salamina: "Pega pero escucha". El que escuchen los Estados Unidos, que no cuenten de antemano con nuestro silencio, eue vean que nuestra palabra; sin pasión, pero sostenida por los hechos y la justicia llegará a ios oídos de los otros pueblos, que se sientan responsables ante la opinión pública de ias otras naciones, pues creándola responsabilidad en América gritamos para ia América Ibérica,los males materiales v para 1a América Sajona los males moraies; establecemos así una forma de equilibrio y hacemos así posible en este continente el intercambio y la amistad sobre las bases únicas, sobre las que pueda existir el Derecho Internacional.

Don Federico Gamboa escribió: ¡Qué vía crucis más largol Los Estados Unidos son, han sido y serán para nosotros el eternus l-rostis, el enemigo eterno, aunque por notas diplomáticas, prensa v discursos juren y sigan jurando que nos aprecian \', en caso necesario, nos defenderían de posibles enemigos cercanos o lejanos. ¡Cuánta falsedad, cuánta rnentiral El país que produce a don Federico Garnboa tanto pesimismo, tamaño desconsuelo, ¿cuándo nació, quiénes 1o formaron, qué pretende, a dónde va? En los pritneros 50 años después del Descubrimiento, los hispanos hicieron prodigios de exploración v colonización que se extendió hasta las Islas Filipinas )' por todas las costas, rios, montañas v desiertos del Continente Americano. De L539 a1543, en que murió Hernando de Soto, exploró con grandes penalidades y riesgos desde Pampa en la Florida Oriental I 2s0


CErEnel JueN ANDREU ArvezÁx

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hasta el Gran Río Mississippi, descubriendo todos los territorios de 1o que hoy son los estados de Florida, Georgia, Alabama y Mississippi. La Nueva España mandó embarcaciones que descubrieron de Florida a Terranova v los que mandaba Francisco Galf llegaron al grado 6730. Francisco Yázquez de Coronado en 1540, recorrió Sinaloa y Sonora, pasó el río Gila, afluente del Colorado y avanzó por los desiertos de Arizona y Nuevo México. Mandó a Melchor Díaz al oeste a explorar el Golfo de California; a Pedro Tovar, al noroeste, hasta Tusaat'an v a Carcía López de Cárdenas al norte, quien descubrió e1 Carlón del Colorado r. llegó a los límites de Dakota v Nebraska.

A la unidad del siglo XYI, los protestantes franceses, holandeses e ingleses iniciaron actir.idades guerreras contra españoles v portugueses, tanto en mar como en tierra. Cerca de Río de Janeiro, 1os franceses fundaron el fuerte de Coagny y en él se sostuvieron hasta el 20 de enero de 7567 , en que fueron aniquilados. De1,632 a1664, intentaron posesionarse de la Florida 1os hugonatos franceses de Juan Ribaut, mandado por el almirante Colings, pero en L665, fueron exterminados por Pedro N,{enéndez de Avi1és.

Los holandeses insistieron en posesionarse de Brasil. Los franceses en el siglo XVII, extendieron sus actir.idades a las Antillas (cazadores de reses cimarronas). También los piratas ingleses desplegaban gran actividad. El día 4 de nor.iembre de7677, mandado por 1a Reina Isabel, Draque salió de P1r'n-routl-r con cinco navíos. Atravesó en septiembre de 7578, el Estreciro de Magallanes y asoló las costas americanas, llegando a1 grado 40. Una expedición semejante hizo en 1586, el pirata Tomás Cavendish. En 1565 y 7586, Drake asoló las Antillas y las costas de Colombia y de la Florida. 251


I N,fu,rrcxtes

En 1588, del 21 al29 dejulio, coopera Draque al desastre de la invencible armada de F'elipe II y en los comienzos de septiembre de.7593, partió con Joan Hawkins, los dos almirantes con 26 barcos de 300 a 800 toneladas. Fueron rechazados en las Palmas de las Canarias, 1o tnismo que en Han Juan, Puerto Rico, donde fue herido de muerte Hau'kins. También fue rechazado Draque en Río Hacha v Santa María v al empezar enero de 1598,1ogró totnar Nombre de Dios, de cloncle con 800 hombres en marchÓ sobre Panamá, pero Sotoma)'or le salió al encuentro y 1e infilgió tremenda derrota. A la altura de Portobelo de Draka muriÓ como de 30 años.

Cromwell organizó una flota de barcos con 10,000 hombres de desernbarco, y a las órdenes del almirante Peña, los enr'ío a conquistar Santo Domingo, pero fueron reclrazados. Lograron posesionarse para siempre de Jarnaica.

Mas de 200 años 1os piratas franceses, holandeses e ingieses asolaron las posesiones españolas Y portuguesas en América. 8n7762, La Habana fue tornada por los ingleses. Durante t'arios días, cuatro mil hombres resistieron a 15,000 y una escuadra con 1,840 cañones. Se espiteió después de morir más de dos rnil defensores. Cuando entraron los ingieses había novecientos t'eteranos, qlle sóio por la respiracióu se diferenciaban de los muertos. Por el Tratado de Versalles, La Habana fue devuelta a España.

Veamos ahora como se colonizó la parte norte del nuevo continente. Entre 1534 v 1.547, enrriaclo por el Rel'de Francia, el experto marino Breton Jacques Cartier hizo tres viajes al norte de américa. El 10 de agosto de i535, días de Sau Lorenzo, entrÓ en el golfo, )a)


Grxrul

Ju,Lrl A-\DREU

AntlzÁN

I

donde está la boca de de gran río. Nlavegó en ei río y luego en canoas guiado por los indios Algonquines, que 1o llevaron a 1a Isla Hochiciage que Cartier llamó Mont Royal (Montreal).

Volvió Cartier en1526, pero ilamó a 1os territorios explorados Daba Francia. 8nL641, volvió Cartier con muchos condenados por homicidio, robo u otros crímenes, para colonizar, estableciendo el fuerte de Quebec. De 1584 a7587, Sir \\alter Raleigl-L organizó tres expediciones, costeadas por é1r. algunos amigos. La primera reconoció Carolina de1 Norte. En 1585, la segur-rda expedición llegó a1 río v a la Isla de Roanoke. En abril de 7587 , mandó la tercera expedición \¡ con algunas mujeres se establecieron en Roanoke. A los tres años que volvió Juan White, al lugar donde había dejado a los colonos, entre ellos una hija y una nieta, no encontró a nadie.

Hubo otros muchos intentos de colonización y

organizaron dos compañías colonizadoras, a las que Jacobo I, el 10 de abril de 7606, expidió una patente que consagró definitivamente la ocupación inglesa de la Arnérica del lrTorte. se

La capitulación de las compañías abarcaba 11 grados sobre 1a costa, desde donde está Halifax en la Nuer.a Escocia, ai norte, hasta el Cabo Fear, en el Delaware, al sur, exceptuándose las posesiones que ya tenía Francia en la Nueva Escocia.

Aprovechando lapaz con España, lonizadores.

se ir-tició

una corriente de co-

Los primeros que fundaron una colonia formal fueron los Peregrinos, grupo exaltado de la secta protestante de los puritanos. 253 |


|

1\4eNronr,rs

Saliercin de inglaterra en el Mayflowers, en julio de1.620, y dentro de la Bahía de Cod fundaron la Nueva Plvmouvth. Por ese tiempo se habían establecido en la Isla de Manhattan numerosos traficantes holandeses, y en 1628, construveron un fuerte rodeado de casas v edificios, que ahora es Nuet,a York. Otro núcleo de puritanos ingleses, con patente de Carlos I, rrino en 1630 a establecerse en la Bahía de Massachussets, que fundaron Boston.

El Virrey de1 Canadá, mandó que ios franciscanos sucedieran a los jesuitas, quienes colr gran celo procuraron la expansión de 1a colonia y se internaron hacia el Ontario y el río de Ottalt'a. La Compañía de Massachussets compró tierras de la concesión de Plymouth, y fundó las colonias del N{ain y la de New'Hampshre.

La intolerancia religiosa cie 1os puritanos de Massachussets expulsó a 1os encabezados por Roger Williams, que fueron a fortnar 1o que hov es e1 estaclo c1e Rhode Island, proclamando la libertad religiosa. Cecilio Calvett, con doscientos individuos, fundó la colonia de Man,land.

El Rey de Suecia, Gustavo Adolfo, mandó colonizadores a te-

rritorio de Delaware, que pertenecía, a ios nuevos

Países Bajos,

desembarcando centenares de suecos y finlandeses, que crecieron paralelamente en armonÍa con los holandeses. lngtraterra con su Acta de l{avegación de 1651, provocó la guerra con F{olanda, clue estalló en 1.652, -v ai principio la orgullosa escuadra inglesa tuvo que refugiarse humillada en el Tán-resis. La legislación ingiesa sobre comercio colonial estaba inspirada en el mismo criterio monopolista de la española \/ provocó grave disgusto en 1as colonias.

1254


GlNur.ll Ju.rN

ANDREU ALMAZÁN

I

Las tribus indias iroqueses eran enemigos de los indios hurones y de los algonquinos, aliados de los franceses, por 1o que los primeros recibían armas de 1os ingleses. Cuando los ingleses despojaron a 1os holandeses de la Nueva Amsterdam, para hacerla Nueva York, e1 Gobernador, Coronel Dougan, celebró con las cinco naciones iraqueses solemne tratado de alianza.

El porvenir de Canadá parecía brillante, pero las continuas guerras de Luis XIV, detuvieron el movimiento migratorio de bretones y normandos.

Los ingleses una vez que despojaron en absoluto a los holaniniciaron una serie de guerras para despojar a los franceses en e1 Canadá y del lvlississippi, lo que al fin lograron, pero no sin heroica resistencia de los franceses, que ameritó grandes sacrificios de pecuniarios de los ingleses, que con toda razón pretendían que pagaran en parte los únicos beneficiados, los colonos ingleses de América. deses,

Pero éstos, ya fuertes, riquísimos y posesionados de una de las regiones más pródigas, mejor regadas y bien comunicada del mundo, tuvieron el mejor pretexto para declararse independiente.

He de seguir con interés la relación de don Carlos Perevra en el fetiche constitucional americano: Los Estados Unidos cuentan con tres armas, superiores a todas las del mar, aire y tierra que pueden organizar con sus ilimitados recursos. La primera de ellas es el fetiche constitucional, que les permite presentarse como la nación políticamente más perfecta del mundo. L,a segunda es el mito de Monroe, nacido de un mensaje presidencial, 'r,agamente conocido, y de antecedentes históricos ignorados de la generalidad, que mantiene la fe en una protección generosa, a la que todos los países ?55


]

IvrlErronr,+s

americanos deben la conservación de su independencia, y no su origen de Estado. La tercera es el panamericanismo, hermoso palacio que se levanta a la orilla del río Potomac, v serie de conferencias celebradas de Washington, México, Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago de Chi1e, La Habana y Lima. Este mito de Monroe v este panamericanismo han explotado 1a pretensión de una virtud americana en un mundo virgen, contra un viejo mundo belicoso, destructor de la libertad, los Estados Unidos son los emancipadores v ios benefactores de América, sobre la que ejercen la fascinación de las excelencias y riesgo ma1ri1s6r1o de la constituclón federal y presidencialista... ... La leyenda acreditada sobre las causas y obieto de 1a guerra de independencia cie 1as trece colonias de América, nos presenta a los nortearnericanos liberándose de

un \ ugo tiránjco.

Nada más falso que esta interpretación de los hechos determinantes del conflicto armado en cuyo desenvolvimiento ardió Inglaterra v las trece colonias, y fcrmaron éstas una confedei'aciór'r ir-rdependiente. La verdadera causa de 1a independencia se encuentra en 1a situación creada a las colonias después de la Guerra de Siete Años (7756- 1793), por 1os esfuerzos de1 podeiÍo británico...

romper la urrión con Inglaterra caracterizan los alcances políticos de un grupo que sabe tocar con eficacia los resortes de la acción, pero no pueden tomarse como una experiencia de verdad histórica. Uno de 1os escritores menos exentos c1e la nota fa... Las causas invocadas para

i 256


G¡rsl.rt Jurx Axoneu AnrezÁN

I

nática, en 10 que se refiere a los llamados pactos de tiranía del gobierno inglés, dice algo que expresa con toda justicia y precisión el carácter de 1as relaciones entre la metrópoli y sus colonias: "La verdad es que a medida que los colonos crecieron en núrnero v en riqueza,y que comenzaron a darse cuenta de su propio poder, la injerencia del gobierno metropolitano se irnponía con menos facilidad y era menos toierada. Adernás, con 1a conquista del Canadá, y el derrocamiento, que siguió del poderío francés, amenazante en el Norte v en el Oeste, América dejó de sentir la necesidad de su dependencia ai ImpeÍio" . ... La hostilidad entre Inglaterra v Francia no era de la 'v,íspera. La gran lucha entre ingleses y franceses de Amé-

rica, había comenzado en 1690. Puede asegurarse que el siglo de conflictos armados entre ambas naciones fue por parte de Francia el servicio más eminente que pudo haber prestado a la clase dominante norteamericana, puesto que con sus elnpresas de carácter puramente miIitar, favoreció el ten-rpie de los colonos anglosajones, sin estorbarles por otra parte, su desarroilo y expansión, ya que la dominación francesa, de tintes épicos, por la maestría militar de sus avances en la selva y en la pradera, v bella por la subiirne abnegación de sus misioneros, era a lavez de la más desoladora esterilidad. ¿Qué resultados le había dado sus esfuerzos en la guerra llamada del Rey Guillermo, en la guerra de la Reina Ana y en la guerra del Rey Jorge? Había luchado de 1690 a7697, de 7702 a 1713 y de1744 a1748, y había formado una línea de fuertes desde el lago Ontario hasta el curso superior del río Ohio y del Mississippi, que continuaban por la corriente c1e este úitimo hasta Nueva Orleans. ¿Todo para qué? Sólo para ver sucesivamente perdido sus esfuerzos en la 257 |


I Mr:vont,rs

Nueva Escocia, en el Canadá y en 1a Luisiana, mientras ias colonias anglosajonas, afirmándose cadavez más robustas, con una población creciente que ya pasaba del mi1lón v estaba en vísperas de duplicarse, ponía e1 pie en 1a banda oriental del Ohio. Una compañía de especuladores de tierras, de Londres v de Virginia, obtuvo la conservación de seiscientos mil acres. No es indiferente para ia historia de los Estados Unidos, el principio de las operaciones de esta empresa, en la que comenzó a figurar e1 jor.en tipógrafo, Jorge trVashington. Sin mostrar L1n espíritu abvecto de sumisión a1 prestigio de1 grande hombre -uno de los pecados originales de la mala historia-, sino para tener un hilo conductor en el esclarecimiento de muchos hechos importantes, hay que seguir a Jorge Washington en sus primeros pasos. Ei agrimensor de la Compañía del Ohio, se aficionó a las exploraciones, a 1os grandes negocios y a la guerra. Su habiiidad le asignaba el primer puesto en todas sus empresas, y así fue como llegó a ser el hombre más rico de su país, e1más conceptuado de los generales angloamericanos v el personaje de mayor influjo en la política. Si la Guerra de Siete Años, que en la realidad fue de ocho para los beligerantes de América, condujo a la independencia de 1os colonos, no deberá omitirse en el estudio de este acontecimiento que sus actores principales eran los mismos que habían abierto las operaciones contra los franceses, aunque dejando a los ingleses el peso de la guerra en la iniciativa, y aprovechando las ventajas con gran sentido de la oportunidad v con una falta de vocación guerrera que Washington ejemplifica de un modo admirable.

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GlNl«lL

JLr.rx ANDREU

AnrezÁu

I

Hay una leyenda en las proezas atribuidas a Washington, ¿o realmente estamos en presencia de un hombre excepcional? Los colonos habían construido un fuerte en 1a confluencia de los ríos Monongahela y Aileghany, pero los franceses se 1o apropiarory dándole el nombre de Fort Duquesne. Con estos actos de hostilidad, comenzóla guerra; Washington atacó a los franceses,los derrotó, construyó el fuerte Necesitv, fue atacado a su \ez,y tuvo que rendirse. La expedición del general Braddock acabó desastrosamente. En e11a aparece Washington salvando al ejército angloamericano de un completo exterminio, como aparece poco antes, con e1 carácter de delegado de las Colonias en ei oeste. ¿Ha-u-- una leyenda en las proezas atribuidas a Washington, o estamos en presencia de un hombre excepcional? La verdad es que el general Braddock, mostró una ineptitud extraordinaria, y que Washington fue incapaz de reorganizar a los fugitivos. La mayoría de éstos no habían entrado v maniÍestó una cobardía vergonzosa que Washington reconoce, v a la que no pudo sobreponerse con su autoridad.

La toma de Frontenac, Ticonderoga, Quebec y Montreal dieron a los angloamericanos, alavez que una frontera segura por el norte v el oeste, la conciencia de su fuerza y de su porvenir. adquisición de la Florida, a cambio de La F{abana, que habían capturado los ingleses, fue un gran regalo que el gabinete de Londres hizo a 1os norteamericanos, con una falta de previsión política en ese canje, que debe haber endulzado un poco las amarguras de1 gobierno francés. Por otra parte,

1a

Por último, la cesión de la Luisiana a España, era también una ventaja de la que podían aprorrecharse 1os colonos y así 1o hicieron, aunque indirectamente. )ag-"

I |


N'{rtntout.c-c

Muchos observadores, v ya queda citada 1a opinión de algunos, comprelldieron que las ventajas adquiridas por Inglaterra, a costa de Francia, I en beneficio de las colonias, sería causa de un desequilibrio entre las dos partes del lmperio Británico.

El tratado de Versalles, firmado en febrero de 1763, dejó a Inglaterra con una victoria de la que no había de disfrutar, -v con una deuda de ciento cincuenta miilones de libras esterlinas. La hora de las liquidaciones es la hora en que se rompen 1as amistades. Inglaterra había gastado el dinero con provecho y abundantemente; pero no había tenido la prudencia de hacer el escote en el momento del peligro, y es bien sabido que después, el que ha recibido el servicio, encuentra gravoso ei reemboiso.

Escritores norteamericanos de estos últimos tiempos, inspirados en una probidad que por pasión hablan desestimando sus predecesores reconocen que la alta burguesía americana, esto es, los comerciantes, armadores, industriales y especuladores, enriquecidos en la guerra, estaban estrictamente obligados a solventar ia parte de la deuda que Inglaterra había contraído, pero que, desoyendo esta voz imperiosa del honor, cuando se trató de liquidar cuentas, acudieron a toda las triquiñuelas de sus leguleyos y a la palabrería del derecho constitucional para repudiar, tal es la palabrar es deuda, que era sagrada.

Inglaterra -dicen 1os panegiristas de la revolución norteamericana- no podía imponer contribuciones a las colonias puesto que éstas no tenían representación en el Pariamento británico. "No ta1260


Grr¡tr,qr Ju,rx ANonru Ar-ivt,lzÁN

i

xation without representation". Y como al emitir esta sentencia, no se hablaba aún de segregación, sino de simple oposición al gobierno, la oposición inglesa aplaudió, 1'los nortearnericanos tuvieron un púrblico simpático en la Gran Bretaña... ... Inglaterra argurlentaba diciendo que todas las cartas otorgadas a las colonias, corl acción de la Pennsylvannia, atribuían a los emigrantes americanos los mismos privilegios que les corresponclerían si l-rubieran permanecido en la madre patria v a dijo de pendientes, también los mismos privilegios que habrían tenido en rrez de nacer en América hubiera r-racido en Inglaterra. Luego si eran inglés, y como tales se le recibÍa en Inglaterra, ¿por qué cuando así convenía a sus antojos e interés se decían extraños y ponían fuera del poder de las autoridades bri-

tánicas, cuva protección invocaban siempre que iban a la rnetrópoli en busca de provechos y honores, que no les corresponderían sin la calidad de inglés? Como Inglaterra, los colonos podían negaxse apagar un impuesto ilegal para los otros ingleses, pero no 1os que votase regularmente el Parlamento. Contienda inúti1, puesto que affancaba de un antagonismo irreductible. La verdad es que los colonos ricos - los pobres nada sabían de nada- querían gozar sin menoscabo de las ventajas alcanzadas en la gueila. Libres de la amenaza de un poder militar extranjero que los vugulaba; vencedores de 1os indios, que habían buscado la alianza de franceses y españoles, más hurnanos que 1os anglosajones; poseedores de un continente que \¡a nadie les disputaba, los colonos exciuían al protector de la r,íspera. Era la primera vez que decían: "América para los americanos"... ... La ley el timbre había sido derogada en marzo de 261, I


I Mruonus

1766, y en junio de1767 se decretó un impuesto sobre el vidrio, los colores para la pintura, el papel y el té...

Los impuestos al vidrio, al papel y a los colores desaparecieron en 1770, derogados por iniciativa de Lord North. Só1o quedaban vigentes, como causa de descontento, el impuesto al té y las leyes de navegación... Hemos visto el nombre de la balandra Liberty, decomisada en castigo de un contrabando que rebasaba toda medida. El nombre de iohn Hancock, propietario de la Liberty, aparece después de en el acto más trascendental de la historia de América. ¿Quién firmó el facsímil del Acta de Independencia de 1as Colonias? Al calce de ese documento inmortal, figura ostensiblemente la firma de John Hancock, notable por la energía de trazo y 1a desusada dimensión de las letras... John Hancock era conocido en las Trece Colonias como un comerciante de altos vuelos; pero la forma en que ejercía sus actividades Ie vaiió el ftulo de rey de los contra-

En la

democracia norteamericanta, se nombre de Rey para expresar 1a grandeza necesitaba el aplastante de un dominador.

bandistas.

Las cifras a que ascendía el contrabando de los colores

eran enormes, pues sólo el famoso Hancock, había defraudado al fisco en la cantidad de medio millón de dólares. Ya se verá si habíaresortes para crear un estado de indignación continental contra Inglaterra, en un país donde sólo el ciudadano Hancock, tenía cuenta de ese calibre con el tribunal. Sabine da 1os nombres de los padres de la Independencia que eran príncipes y barones en los dominios de S. M. el rey Hancock. 1262


GpN¿Rl JulN Atrtonr-u AluezÁN

La ciudad de Boston, en donde estaba el grueso de la fuerza del comercio libre, dormía durante la célebre noche de116 de diciembre de 7773. Una partida de mercenarios de Hancock, disfrazados de indios, se dirigió a1 puerto y apoderándose del t¿ que estaba en 1os buques lo echó al agua. Poco después sonaron los disparos de Lexington. La independencia tenÍa raíces profundas en todos 1os intereses de 1as clases dominantes, a pesar de las declaraciones en contrario de los colonos, \' aún de1 mismo Washington que en7775 decía: "Acusadrne de los mayores delitos, si oír decir que vo he prestado mi concurso a nuestra separación de la metrópoli". Washington, a la vez militar, financiero y político, parecía ser el hombre simbólico de aquella sociedad, y fue su jefe. La tradición lo ha idealizado, pero 1a estatua que se le ha erigido en Nueva York, a la puerta de la Tesorería Nacional, frente a Wall Street, es más fiel que todos los libros. La plutocracia, en efecto, fue el origen y el fundamento de la sociedad norteamericana. Esta verdad ha sido desconocida durante mucho tiempo. Francia, que acababa de ser vencida por Inglaterra, auxilió a los colonos rebeldes y la intervención de una parte de la nobleza de aquel país en ia guerra de América, interesó a las clases ilustradas. Así se creó en los salones y en la literatura, una disposición favorable a la admiración de la nueva sociedad americana, como tierra de experimentos de las fla-

mantes doctrinas.

La guerra civil entre leales e independientes puede tener un interés literario para los que gusten de emocio263 |


I Mnuonras

nes novelescas, y un interés intelectual para los que desean desprenderse dei mito de una guerra entre ingleses y americanos, pues todo fue menos guerra internacional, aquéIia lucha; pero este libro no lleva por objeto ni deleitar a los admiradores de Washington, ni destruir las creencias absurdas que presentan como un choque de dos pueblos, el conflicto entre los ricos interesados en la independencia y los ricos partidarios de Inglaterra. Bastarán unas cuantas palabras para precisar los hechos y dar una idea del verdadero carácter de Ia contienda. El ejército inglés era inglés por el mando. Sus soldados eran alemanes y americanos. De estos últirnos, había mayor número en el lado inglés que en el lado de los independientes. Hubo vez en que Washington tuvo que pelear contra veinticinco mil de esos futuros compatriotas.

La lucha decidió en favor del partido que reunió, hay que decirlo, 1a audacia y el talento aI servicio de intereses que concuruíanpara los fines de un desenvolvimiento ci-

vilizador. No debemos creer, sin embargo, que los revolucionarios ofrecen un modelo de organización. Aptos para la paz, no 1o eran en igual grado para Ia guerra, y muchas veces Washington desesperó de su causa. Las ventajas fueron en ocasiones alcanzadas más aún por la inercia culpable de los generales ingleses y por Ia desmoralización de los leales, que por el talento militar de los jefes y la coordinación de las masas revolucionarias. El general inglés Howe era considerado como un simpatizador de la causa americana, Ia cual tenía de su parte a 1os whigs de Inglaterra. Los oficiales del ejército de Washington brindaban con Howe en sus banquetes. Cuando Howe fue llamado a dar cuenta de su complicidad con el ene1264


Gr.x¡L<.qt-

Jurx Axlnrrr Alrrr;rzÁrl

migo, ya era tarde para dominar la rebelión, protegida por Francia, España y Holanda...

La voracidad rompió la armonía. Aparecen dos fatídicos personajes, entre mil. facobo Monroe y Mister Poinsset

Hubo etapas de la lucha en que 1os colonos la consideraron perdida. El Congreso envió una comisióir encabezada por Franklin a implorar ayuda a Luis XVI de Francia, la que ies fue otorgada entusiastamente por la nación francesa. Lafayette, asistió con socorros en 7776; también vinieron Saint Auray, Fleury, Portland, Duplessis, los polacos Polan''skv v Kosciuszko y muchos elernentos alemanes y no sólo eso, sino que Francia reconoció la independencia de los Estados Unidos y celebró con ellos un tratado de alianza, ofensiva y defensiva.

Francia envió de Tolón, una gran arrnada con tropas y toda clase de de pertrechos al mando del Almirante D'Avigny y otra al mando del Almirante Aviilers de Brest. Ambos burlaron a las escuadras inglesas y llegaron a puertos americanos. Las tropas inglesas tuvieron que evacuar Filadelfia, sienclo tenazmente perseguidas por las francesas, a cargo de los generales Lafayette y Lenox.

Llegaba a poco tiempo a Estados Unidos el Embajador de Luis XVI, Gerardo de Revnolds. La marina francesa desplegaba gran actividad en 1as Antillas y el Almirante D'Estaing, desetnbarcó en Sabanah, con su contingente de franceses, alematres r. polacos.

265


I MEltonr,rs

Los ingleses reaccionaron enérgicamente

y

llegaron hasta

Nueva York. Pero la escuadra española con la francesa amenazaron las costas de Inglaterra.

Holanda transportaba grandes cantidades de armas para los coionos. Rusia, Suecia y Dinamarca, formaron una coniederacióry con el título de neutralidad armada en contra de Inglaterra. Holanda ingresó a la liga, pero Inglaterra batió a franceses Y esPañoles v llevó auxilio a América a las tropas de Clinton, que avanzó a tomar Charleston con rnuchos pertrechos. Lafayette fue a Francia, donde encontró gran entusiastno, \'vinieron a Rllode Islanda seis mil hombres al mando de Rochambeau, como avanzada de 1os auxilios de Luis XVI.

El Conde de Grasse, l1egó con veintisiete na'u'íos a 1a Bahía de Chesapeake v Vromeral a la cabeza de los franceses y Lafayette a la de 1os americanos, tontaron los fuertes de York Town. Ante esta situación,Inglaterra propuso lapaz, pero los Estados Unidos exigieron la decisión de Francia. Entonces se enviaron emisarios a la Corte de Francia, a encontrarse con los de Améric a, para celebrar el tratado que fue firmado por Francia, España, Holanda e Ingiaterra.

Como se ve, ia lucha por 1a Independencia de Estados Unidos fue una explosión mundial de odio contra Inglaterra. Cuando Francia perdió el Canadá, al perder en1768,la Cuerra de Siete Años con Inglaterra, va desde el5 de noviembre de1762, había devuelto a España la Louisiana, que había descubierto Her| 266


GrNrn.rr JLrax ATVDREU

ALNTAZÁN

nando de Soto desde las Floridas, posesionándose de esos territorios más de 200 años atrás, entre 1539 y 1542. POSESIONES ESPANOLAS CON CENTRO EN LA NUEVA ESPAÑA DE 1790

Los preliminares de paz fueron firmados por Inglaterra y los Estados Unidos, el30 de noviembre de 1782, r, el tratado de paz definitivo que también firmaron Francia r. España, fue del 3 de septiembre de1793. España quedó dueña de las Floridas ). de toda 1a Louisiana v por 1o tanto quedó dueña absoluta del Golfo de lvléxico r. del Río Mississippi; porque el 9 de mayo de 1787, don Bernardo de Gálvez, se apoderó de Pensacola y el Fuerte de San José, en e1 Lago Michigan, cayó en poder de don Eugenio Purre. Respecto a las costas del Pacífico, dice Pereyra: El lunes 8 de agosto de7774, surgió en fondeadero de Lorenzo, llamado después Nutka, la fragata Nueva Galicia, de una expedición que navegaba en mares exploradores en7573, hasta el grado 43, por Bartolomé Ferrelo, al mando del mallorquín don Juan Pérez Ponte, r. con la misma fragata Nuer.a Galicia, en ia que era segundo Pérez,11egó el7 de agosto de7775 a 1a Bahía de la Asunción de Nuestra Señora, llamada por otro nombre Entrada de Ezeta, quien designó a los dos cabos de la Entrada, el uno con el nomble de San Roque v el otro con el de Frondoso. Poco después de este rriaje

a1

noroeste, ernpezó a des-

pertar codicias. En 1779, España envió 1a expedicién mandada por don Juan Francisco de la Bodega y Cuadra y don Ignacio Arteaga, que llegó hasta el grado 61. 267 |


| \,{Ettonr-rs

F;n1789 salió de San Blas, don Esteban José Martínez y pudo ver que a Nutka acudían embarcaciones de varios países; una portuguesa, dos norteamericanas y dos inglesas.

Los dos barcos norteamericanos -fragata Columbia y balandra Washington- partieron de Nutka; también se alejó la presencia del paquebote portugués Efigenia; pero e1 paquebote Argonauta y la balandra Princesa Rea1, de r-racionalidad inglesa, pretendían establecer una colonia en nombre de una compañía peletera, que tres años antes se había organizado en Londres Y se llamaba King Ceorge's Sound Companv. Ei Cornandante inglés Colnett, aduio el viaje que había hecho Cook en1778 a aquella tierra, aparte de que los portugueses habían pasado a ia courpañía sus derechos como primeros clescubridores, por e1 r'iaie de1 Almirante Bartolorné Fonte, que salió de1 Cal1ao el 3 de abril de L640, y llegó hasta el grado 77 de latitud A los argumentos de Colnett podía contestarse que Cook llegó demasiado tarde a un país va descubierto, )'que ei almirante Fonte, héroe de una expedición adrnirable, tenía e1 inconveniente histórico de no haber existido. Los ingleses no se convencierory y Martínez, parapersuadirlos, se apoderó dei paquebote v la balandra, les pasó tripulación mexicana y 1os envió a San Blas. asunto pasó del Virreinato de la Nueva España a las dos cortes interesadas v ias negociaciones llegaron a un arreglo. Era una convención liamada Tratado de Escorial, concluida por Inglaterua y España el26 de octubre de179A. Este pacto encierra una retrocesiÓn a inglaterra de las E1

26E


CeNsR¡r, Ju,ru AnonEu ALMAZÁN

factorÍas de Nutka, que los rnarinos españoles habían ocupado, desposeyendo a los ingleses de un territorio español. Inglaterra recibía una separación con el agravio, y se establecía además un acuerdo general sobre la navegación y pesca. Conde Revillagigedo, r,itrev de la Nueva España, recibió copia de la Convención del Escorial, y juntamente con ella una Real orden del 25 de diciembre de ese mismo año, en la que se le mandaba que al ejecutar el pacto se fijase la línea divisoria en el paralelo.18. E1

Por 1790, además del territorio que actualtnente forma la República Mexicana, el Virreinato de la Nuer-a España comprendía la Audiencia de Santo Domingo v con ella las Antillas, toda la costa firme desde Maracaibo hasta 1as Guayanas, más al1á del Orinoco, 1a Audiencia de Filipinas con sus islas y las Marianas, la Audiencia de Guatemala cor-r la hot'Repúblicas de Centro América, el reino de Nuevo México, comarca indefinida en un límite norte y de la cual la única parte v civilizada y colonizada era Texas, las Californias y una extensión que podía perderse hasta Alaska. Pero no dependían de México estas regiones de una manera poiítica, sino porque México gastaba de su erario, por real otden, más de la mitad de sus ingresos en lo que se llaman "situados", o sea fuertes remesas de dinero, que dos veces al año, habían de enviarse a las referidas audiencias y reinos, para cubrir 1os sueldos y gastos de 1os gobiernos locales, asignaciones 1, gastos de viaje para 1os conqulstadores, a excepción únicamente de la audiencia de Guatemala

Con ia independencia, que para 1as 13 colonias inglesas de América había conquistado la Europa entera, pero especiahnente 269


i\{ENIOltlAS

Francia, Holanda y España, era de esperarse que esas colonias formando los Estados Unidos, se desarrollarán rápidamente y en perfecta armonía con los países españoles. Pero luego demostraron su apetito voraz y su absoluta falta de escrúpulos.En1793,la pérfida Francia, se comprometiÓ a detener la marcha de los insaciables colonos sobre Nueva España, si se 1e cedía temporalmente la Louisianaz pero en 1803, el otro voraz, Napoleón, r,endió a los colonos 1o que no era de é1, en quince millones y los nuevos norteamericanos se apresuraron a demostrar increíble cinismo alegando que la Luisiana llegaba hasta ei Río Bravo y ¡hasta Alaskal Para dominar un poco la indignación, es preferible que volvamos a 1as transcripciones, en las que encontraremos a dos fatídicos personajes, entre mi1, Monroe v Poinsett. Jacobo Monroe.- Siendo este personaje político la otra fuerza paralela v sinenérgica cie Poinsett en el desarrollo de las intrigas v de la dominación de la América Indolatina es conveniente dar algunos datos sobre su vida'.. ...Fué electo Senador por Virginia tomando parte siempre como antifederalista, contra las ideas de lVashington.

\,Vashingtory para separar de su política a un individuo peligoso, 1o envió en sustituciÓn de Morris, como ministro de Francia, pero por sus tendencias anglófiias, se le acusÓ en 1os Estados Unidos de sacrificar 1os intereses 1, derechos de su propio país para ayudar a Inglaterra; {ue retirado r' Mor-'roe se rrio obligado a hacer su defensa en un libro.

En 1799 fue nombrado Gobernador del estado de Virginia, bajo la presidencia de Jefferson. Fue enviado nue1270


Grt¡ner Juen Anonru

Ar-rrrezÁx

vamente a Francia para que ayudara a Livington en la compra de Nueva Orleans o en la de un derecho de depósito sobre el Mississippi. Monroe consiguió la compra de la Luisiana, por la parte que correspondía a Francia. Después pasó a Londres v más tarde a España en companía del ministro Piknev, para procurarla transferencia total de la Luisiana a Francia y de e1la a Estados Unidos. 8n1807, regresó a Londres v celebró tratados de comercio. Jefferson, considerando que era anglófi1o, y podría ser peligroso para Estados Unidos, no sometió el documento al Congreso y 1o devoh.,ió a Londres... ...Durante su primera administración se firmó el tratado por el cual, ante la situación de las tropas de Jackson, que habían creado una insurrección en la Florida contra España, esta consintió al final en ceder el territorio por cinco millones de pesos. Sobre su actuación en este período dice Irving: "Como minisfro, primero, y después como presidente, Monroe tomó parte en todas las adquisiciones del sur de los Estados Unidos, desde 1803 a 1821. Además se fijaron los límites con el Canadá y la participación en 1as pesquerías de Terranor.a. A ello le ayudaba su anglofilia, qlle era contraria a las teorías de Washington, Jefferson v Madison, que siempre 1o consideraron peligroso, ernbrollón y dotado de una desmedida audacia".

Monroe fue reelecto. En su segundo periodo, proclamó su doctrina de "América para los americanos" que ha hecho infelices a los pueblos del sur. Tal es la figura del quinto Presidente norteamericano, que como vemos en sus actos políticos, abandonó el espíritu democrático y justiciero de Washington y de 1os 277


] N,IEnoruas

hombres de su tiempo para seguir la política imperialista de Inglaterra y del despiadado capital inglés. De esta manera, al proclamar su forma y trazar el camino, que en el curso de los años debían seguir los yanquis con la América Indohispana, insertó en la nueva República 1as teorías y las prácticas de dominación que caracterizan a la Gran Bretaña.

Monroe, de acuerdo con Inglaterra, desvió hacia México y demás pueblos latinos la tendencia 1ógica del pueblo americano y de sus libertadores, de anexarse el Canadá, país que racial, lingüística, ideológica y territorialmente debía haber sido absorbido v formado parte del pabellón de 1as barras r¡ 1as estrellas, como 1o demuestran las diversas invasiones que se hicieron a ese territorio en la epoca de la guerra de independencia, con las tropas al mando del general Schuyler y más tarde, como lo demuestran los documentos del señor Onis, al hablarse del origen de la doctrina Monroe, en los documentos enviados al Virrey Venegas, que el lector apreciará en las páginas subsecuentes... Nota reservada de1 ministro de España en Washington, D. Luis de Onis, al Virrey de Nueva España, D. Francisco Javier de Venegas, sobre los auxilios que solicitó de aquel gobierno D. Bernardo Gutiérrez deLara, y condiciones con que se ofrecieron por el secretario de Estado, Mr. Monroe. (No. 5 Drp.) Excmo. Sr.- Muy señor mío.- El agente de los insurgentes de Caracas, D. Telesforo de Orea acaba de comunicar a otro sujeto, que me ha confiado la anécdota siguiente, acerca de una convención que tuvo el coI -' )7) |

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GF\EIIAL JLAN ANDREL AI-NIAZÁN

I

ronel Bernardo Gutiérrez de Lara con los insurgentes de este reino, de quien tengo hablado a V. E' en mis oficios anteriores, con el secretario de Estado americano Mr' Monroe, que hace ver claramente cuáies son las vidas de este gobierno, en fomentar 1as revoluciones de nuestras provincias americanas, Mr. lvlonroe le dijo que e1 gobierno de 1os Estados Unidos apovaría con toda su fuerza la revolución de 1as provincias mejicanas/ y que a este efecto las sostendría, no solainente con armas )'municiones, sino con veintisiete mil hombres de buena tropa, que luego tendrían para e1 efecto; Pero que e1 coronel Bernardo )'los dernás jefes de Ia revolución, debían tratar de establecer una buena constitución, para asegurar la felicidad de sus paisan-os. Con este motivo Monroe ponderó mucho la de estos Estados y le dio a entender (ue cieseaba e1 gobierno alnericano, que se adaptase la misma constitución en Méjico; que entonces se admitirían en la confederación de estas repúblicas, )' con la agregación de ias demás provincias americanas, formaría una potencia la más forrnidable del mundo. E1 coronel Bernardo, que había escuchado con bastante serenidad al secretario de Estado hasta su plan propuesto de agregación, se ler.antó furioso de su silia aloír semejante proposición y salió del despacho de Mr. Monroe, muy enojado de la insultante insinuaciÓn. Orea ha dado a entender, que e1 gobierno americano le ha l-recho, aunque indirectamente v con menos claridad la misma o{erta v está nada gustoso del proyecto de estos republicanos, cuya decantada moderación sirve sÓlo de capa a 1a ambición extremada de la administración actual. Dios guarde a V. E. muchos años. Filadelfia 14 de febrero de 1812.- Excmo. Sr. B. L. M. de V. E. su más atento servidor. Luis Onis. - Excmo. Sr. Virrey de Nueva España'

z/r

I


Mt-N{ottt.\-q

(No. 9 Dup). Excmo. Sr. Muy Sr. IvIío. Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta república y conlirmánclose sus tniradas hostiles contra España: V. E. se hava enterado ya por mi corresPondencia, que este gobierno no se ha propuesto nada menos que el de fijar sus límites en la embocadura de1 río lr[orte o Bravo, siguiendo sL1 curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una 1ínea recta hacia el mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Tejas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de la provincia de Nueva Yizcayay ia Sonora. Parecerá un delirio este proyecto a toda persona sensata, pero no es menos seguro que el proyecto existe y que se ha levantado un plano expresamente de estas provincias por orden del gobierno, incluyendo también en dichos límites la Isla de Cuba, colno una pertenencia natural de esta república. Los medios que se adoptan para preparar la ejecuciÓn de este plan, son 1os tnismos que Bonaparte Y la república romana adoptaron para todas sus conquistas;la seducción, la intriga, los emisarios, sembrar y alimentar las disensiones en nuestras provincias de este continente, favorecer la guerra civil y dar auxilios en armas y municiones a los insurgentes; todos estos medios se han puesto en obra y se cultivan directamente por esta administración contra nuestras posesiones. SuscitÓse como V. E. sabe, por estos americanos, la revolución en la Fiorida occidental; se enviaron emisarios para hacer que aquellos in-

cautos habitantes formasen una constitución y

declarasen su independencia; y verificado ésto, hicieron entrar tropas bajo el pretexto de que nosotros no estábamos en estado de apaciguarlos v se apoderaron de parte de aquella provincia, protestando en virtud de mis representaciones y de los papeles que se hicieron publicar bajo el nombre de "un celoso americano" , QtJe no por eso ant Lla


GrNrn,t Julx ANonru

AI-N{AZAN

L

dejaría de ser la Florida objeto de negociación: trataron de corromper al Brigadier Folck, Gobernador de Panzacola y a otros jefes, sin fruto; dieron posteriormente órdenes al General Mathews, Gobernador de ia Georgia, para que sedujese a los habitantes de la Florida Oriental y a la tropa, ofreciendo cincuenta fanegas de tierra a 1os que se declarasen por este gobierno, pagarles sus deudas y conservarles sus sueldos. En virtud de mis oficios, se ha calmado un poco este medio inicuo, pero no se ha abandonado; se protege abiertarnente por la adrninistración a todo español descontento, \'al paso que en el país se 1e desprecia r,' aun se rehúsa su adrnisión en toda sociedad, sin distinción de clases ni partido, se le estimula por aquella para que se sirva de todas sus conexiones en los países españoles, a fin de fomentar la independencia.

No hay paraje quizá en nuestras Américas, en donde no hava emisarios napoleónicos y de este gobierno; estos se unen en todas partes para fomentar la guerra civil y la independencia, pero con distintas miras, pues Napoleón quiere que le sirvan estos americanos para su provecho y ellos fingiendo que trabajan por él obran para sí; son infinitos los socorros en armas que han enviado a Caracas y a Buenos Aires 1, es sabido que la independencia de Cartagena fue de resultas de fusiles que llevaron de aquí los diputados cartagineses Omaña v Lastra v verosímilmente de las instrucciones que les sugirió este gobierno. En el día ha comisionado esta administración a un abogado de Nueva Orleans de rnucha fama, para que se ponga en relación con los insurgentes de ese reino; les oÍrezca todo género de auxilio en dinero v armas, para hacer la guerra a las tropas de1 ret., v entre la caterva de emisarios que tiene sembrados por aquel país, ha pasado ya uno hacia Natchitoches, para escoger el punto donde 275 |


I Meru«rnt,rs

puede hacerse con seguridad el depósito de todos estos auxilios.

Al paso qtle este gobierno emplea todos estos ardides para conseguir el objeto de revolucionar 1a América, acaba de consagrarse por un acto del Congreso, 1a reunión a 1a provincia o estado de Nueva Orleans de la parte de Florida que media entre el Mississippi al río Perla, Y para saivar en cierto rnodo un hecho tan escandaloso y la representación que hice en nombre dei Rel', cuando supe que iba a tratarse de el1o, han añadido otra r.'ez la cláusula de que no por eso dejará de ser objeto de negociación; bien que indican bastante claro que 1a negociación nunca podría versar sobre devolución del territorio, sino sobre compensación. Para dar un aspecto de la mejor inteligencia con la España y cie sus deseos de conservar con eIla lapazy buena armonía que existe, afectan dar la mavor atención a las repetidas representaciones que han hecho contra corsarios que conforman en estos puertos v se han dado efectivamente las órdenes más ejecutivas, para que cese el abuso que se hace de estas costas para introducir los géneros robados )' para aprovisionarse para el corso; se han hecho va algunos ejemplares contra los corsarios franceses v han habido una presa española conducida a estos puertos de vuelta al propietario, deduciendo los derechos del pleito'u'1a mitad de su valor, que se ha dado a los apresadores, pero en medio de todo esto no debe perclerse de vista que con los decretos del Congreso, para levantar setenta y cinco mi1 hombres de tropa, con el pretexto de tomar el Canadá, son real y verdaderamente destinados para fomen-

tar

nuestras dimensiones

y para aprovechar

las

circunstancias que se presenten a fin de ir ejecutando el plan que he manifestado a V. E. con respecto a nuestras

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GrNlx,l. JuLN AxpR¡t- Arrvr,rzÁx

posesiones ya sea por medio de conquista va sea por de inducirlas a que entren en esta confederación.

I

e1

He creído de mi deber dar a V. A. todas estas noticias, para que no perdiendo de vista unas ideas tan perjudiciales, a la seguridad de ese precioso reino, confiado al celo de V. E, se sirva adoptar las medidas de precaución que le dicte su ilustrado talento, para destruir tan infernales tramas, hijas de ia política de Bonaparte y connaturalizados ya en este suelo republicano, más que en ninguno otro de la Europa.

El consuelo que podemos tener contra tan perr.ersos designios es, que esta administración falta de medios para armar \¡ mantener el ejército que ha decretado, v amenazando de una guerra contra la Inglaterra, retrocederá de sus plovecto siempre que en su ejecución halle la más mínima resistencia, y sólo se contendrá con emplear e1 medio de la intriga, seducción y fomento de nuestras disensiones, fácil de contener con una buena medida enérgica, para castigar severamente a los que se empleasen en estos manejos, y con una actividad infatigable para descubrirlos. Dios guarde a V. E. su vida muchos años, Filadelfia,lo de abril de 1812.- Excmo. Sr. B. L. M. de V. E., su más atento servidor, Luis de Onis.- Excmo. Sr. Virrey de Nueva España.

A quien le parezca fuerte la palabra robo, tratándose de naciones que lea "El Mito de Monroe" , de don Carlos Pereyra Surge Poinssett.- Núm. -Circular dirigida por el Virrey ,/

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I lvfE\roRrAs

de N{éjico a las autoridades para que solicitasen en las provincias de su mando, la persona de1 agente del gobierno de ios Estados Unidos Mr. Poinsset.-

Notificándome el señor d. Luis de Or-ris en carta de 1'' de enero de este año los movimientos hostiles que observa en aquel gobierno, me expolle que en su concepto, se dirigen a fomentar 1a revoiucién de este reino, con el objeto de unirlo a aquella confederación v que sabe de positivo que reside aquí un agente del referido gobierno ilarnado Poinssett, según maniflesta la copia de ia conducente de dicha carta que acompaña a V. E. para su inteligencia y que disponga se solicite con la mayor eficacia 1a persona de1 citado agente Poinssett, en ese distrito. Dios guarde a V. muchos años. Abril3 de 1812. Sres. de la junta de seppridad v buen orden. Sr. Superintendente de Policía, Sr. Intendente de esta Capital. Sr. Gobernador de Veracruz. Sr. Intendente de Oajaca. Sr. Intendente de Puebla. Sr. Iirtendente interino de Guadalajara. Sr. Intendente Interino de Guanajuato. Sr. Intendente interino de Zacatecas. Sr. Intendente de San Luis Potosí. Sr. intenclente de Valladolid. Sr. Intendente interino de Yucatán. Sr. D. Nemesio Salcedo.

Más Monroe v Poinssett no eran los únicos, ya que la política de despolo descar¿ido ftie seguida por rnuchos presidentes de Estados Unidos, a quien Pereyra alude en Ia forma siguiente: Los partidos nacieron en el gabinete de Washington, I{amiiton, Secretario del Tesoro, fue ei tundador del Partido Federalista; Jefferson, Secretaric¡ cle Estado, fundó el Partido Republicano, que más tarde se llamó DemÓcrata. l27B


GrrEnal Juas Axoneu AnrezÁx

I

Durante la administración de Adams, que recogió la herencia de Washington y tomó a su cargo el programa de Hamilton, su rival dentro del grupo federalista, ese partido perdió mucho terreno; sin embargo, era ta1 el predominio de sus hombres, que en 1a cuarta elección presidencial (de 1890) los .",otos se dividieron hasta el punto de que Jefferson, el ídolo popular de 1a oposición, el demagogo más hábil que ha habido en los Estados Unidos, y uno de los organizadores más notables, en términos de podérsele considerar como un tipo genial de político, no pudo triunfar sino por la decisión del Congreso, llamado a resolr.er la cuestión cuando ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta en el colegio electoral. Reelegido Jefferson, en 1804, le sucedió Madison, su Secretario de Estado, en 1808 y reelegido Madison en 1812, subió a la Presidencia Monroe, Secretario de Estado de Madison. Monroe desempeñó el cargo de 1816 a1824, en dos períodos sucesivos. Jefferson, Madison y Monroe fueron los presidentes de primera expansión continental: los fundadores del Imperio Agrícola del algodón y de la caña de azúcar, del Primer Imperio de 1a Gran Industria Textil del primer imperio de Caminos v Canales. 1a

...por 1o demás, es muy exacta la expresión dei profesor Beard: "La democracia jeffersoniana significaba, sencillamente, la posesión del Gobierno Federal por las masas agrarias baja la dirección de una aristocracia de plantadores esclavistas".

)7q' -,

I I


l,{¡rvronr.+s

Esta democracia de terratenientes y esclavistas emancipó al trabajador manual del norte, para llevárselo a los territorios del oeste. Movilizó los intereses de la propiedadraí2. Compró a Francia la Luisiana. Reanudó en términos de una brutalidad inhumana, no superada hasta entonces,los excesos de 1a expoliación de las tierras pertenecientes a los indios y del aniquilamiento de la raza. Inició contra España la política de invasiones filibusteras hasta posesionarse de 1a Florida occidental y obtener la cesión de la Florida orienta... Ungió como héroe nacional a Jackson, el vencedor de la batalia de Nueva Orleans, el azote de 1os indios, el invasor de la Florida, el representante de la voz igualitaria y áspera de 1as fronteras.

...la quinta, eu€ el programa de los norteamericanos contra el Canadá se frustró del todo, convirtiéndose en ineficaces irrupciones, v que los ingleses castigaron esas irrupciones destructoras con la ignominiosa ocupación de la ciudad de Washington v el incendio del Capitolio, de donde volaron los gansos; la sexta, por último, que en la írnica proezanorteamericana de Ia guerra,la llamada bata1la de Nueva Orleans, qlle se libró después de concluído el Tratado dePaz, se glorificó el hecho negativo de rechazar útlainsignificante fuerza de desembarco, hecho cuvas verdaderas proporciones pueden medirse recordando que seis años antes ios ríoplatenses, mucho más débiles, no se lirnitaron a hacer un repulsa de ios ingleses detrás de sus trincheras, sino que los obligaron a capitular... ...Por otra parte, si los Estados Unidos no se apoderaron de1 Canadá, y sus tentativas militares acabaron ridículamente, la guerra dió el pretexto, ia ocasión y los medios para hacer una batida en forma contra los indios

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280


Grxrn,+l Ju,+s ANDREU AntazÁx

I

en todas las fronteras, preparatoria de una nueva expansión hacia la península de la Florida.

Tener será un asunto siempre de posesión abalazos, disparados contra el indio, contra el español o contra el vecino. Aun en 1os tribunales la justicia se hace a fuerza de puño. Jackson es uno de tantos abogados que se improvisan litigantes con dos libros v una cantidad ilimitada de audacia. Se le presenta un caso en el que el abogado de la parte contraria apela a malas artes, según é1, y, sintiéndose débil en 1a dialéctica, arrernete a puñetazos. Cuando se plantea la cuestión de límites con España, formula su tesis de este modo: "Si tenemos conflictos con una potencia limítrofe, nuestra doctrina debe consistir en ocupar el territorio en disputa, y apelar después a las negociaciones". Jackson, salido, no de la calle, sino del campo, pero en todo caso, salido de un modo que implicaba la negación del caucus congresional, cuya obra fue ya imposible en 1824, por desintegración de sus elementos de coacción moral, 1legó impuesto demagógicamente en 1828. Otra vez impuesto demagógicarnente en su campaña de reelección, estaba va gastad.o al comenzar su segundo perí-

odo. Gastado o flo, era imposible que

durara que creara tradición Y eternamente. más imposible aun directiva como la de Jefferson.

Al terminar la segunda administración, se le consideraba justamente un desquiciador v como jefe de una banda de salteadores de empleos públicos, si no es que se 1e.",iera como capitán de una banda de ladrones, Jackson, fuerza negativa, no creó ningún sistema, bueno o malo. Pero ei jacksonianismo, como afirmación expolia281 |


I N'fnronr.rs

toria, qlledó incorporado en la política, porque rePresentaba una tendencia incluible en aquella sociedad que durante 1os primeros cuarenta años de su funcionamiento institucional, se mostró incapaz de fundar tradiciones gubernamentables, y porque, extinguida la primera generación política, fue imposible llegar a la segunda con un presidente que no saliera de las picardías demagÓgicas...

Valiéndose de la "virtud del pueblo" manifestada en 1a Convención, Jackson impuso la candidatura vicepresidencial de Van Buren, y cuatro años después, 1a candidatura presidencial de1 mismo intrigante.

Harrison murió inmediatamente después de entrar en funciones, .y 1e sucedió Tyler, político de "orden compuesto", que creó una escisión en el partido whigs. Los demócratas volvieron a1 poder con Polk en 1845, y con é1 repitieron los demócratas la maniobra whig, designando un personaje absolutamente nulo. Pero Polk no fue inventado, como Harrison. A Harrison se le buscó previamente ,v se le compuso una leyenda. Polk es el dark horse, esto es, el personaje sin valer que sale de una convención y de un partido en donde no hay hombres... Se acerca una crisis nacional. El partido Whig desaparece en e1la, y lo sustituye el partido Republicano. Toda-

vía triunfan los whigs en 1848, incorporándose

el General Taylor, héroe militar de la reciente guerra con México, que se hizo whig como pudiera haberse hecho budista para llegar a la presidencia; y, después de la pálida administración del vicepresidente Fillmore, los whigs se disuelven, para dar paso a la célebre agrupación política que condujo victoriosamente la guerra civil. I )R?


Cn-xr«el JueN ANDREU AnrezÁN

Tal es el caso del partido Demócrata, surgido al terminar 1a dictadura personalista de Jackson. Esta máquina, formada por la combinaciónJackson-Van Buren, se identificó totalmente con elrégimen esciavista. Las elecciones de donde surgieron las administraciones de 1os absolutamente nulos Polk y Pierce (1845-1849 v 1853-1857), se-

guidos por la administración del insignificante

Buchanan (7857 -1861), fueron esencialmente campañas en que se jugaba el predominio de una clase.

Tan pronto como los norteamericanos "compraron" la Luisiana, con el mayor descaro del mundo procedieron a robarse las Floridas oriental v occidental.

A quien le parezca fuerte 1a palabra robo, tratándose de naciones, que lea los nornbres de los firmantes del acta de Independencia de la colonia española, Florida occidental , para cornprobar que todo era obra de aventureros enviados del extranjero.

Dicha nota y otras cosas igualmente edificantes, se toman de "El Mlto de Monroe" del patriota escritor mexicano don Carlos Pereyra: La independencia de la Florida occidental se proclamó en un acta que debe ser íntegramente conocida: El universo sabe la fidelidad que los habitantes de este territorio han guardado a su legítirno soberano, rnientras han podido recibir de é1 protección en sus r.idas v haciendas.

Sin hacer ninguna innovación inútil en los principios del gobierno establecido, habíarnos r.oluntariamente

adoptado ciertas disposiciones de acuerdo con nuestro primer magistrado, con la mira formal de conserrrar este )R?

]


I Mnroru.rs

territorio y acreditar nuestro afecto al gobierno que antes nos protegía. Este punto, consagrado de nuestra parte por la buena

fe, quedará como un testimonio, honroso de la rectitud de nuestras intenciones y de nuestra inviolable fidelidad hacia nuestro R"y y nuestra amada patrta, en tanto que una sombra de autoridad legítima reinaba todavía sobre nosotros. No buscábamos sino un remedio pronto a 1os riesgos que parecían amenazar nuestras propiedades Y nuestra existencia. Nuestro Gobernador nos animaba a ello con promesas solemnes de cooperación y asistencia; pero ha procurado hacer de esta medida que habíamos tomado para nuestra preserr.ación e1 instrumento de nuestra ruina, autorizando el modo más solemne 1a violación de las leves establecidas y sancionadas por él mismo como leves del país. Hal1ándonos, en fin, sin ninguna esperanza de protección de parte de la madre patria, engañados Por un magistrado, cuya obligación era proveer a la seguridad del pueblo y del gobierno confiado a su cuidado, expuestos a todas las desgracias de un estado anárquico que todos

nuestros esfuerzos se dirigen a cortar desde largo tiempo, se hace preciso y llecesario que proveamos a nuestra propia seguridad como un estado independiente y libre, que queda disuelto del vínculo de fidelidad de un gobierno que no le protege. En consecuencia, nosotros los representantes del pueblo de este país, tomando por testigo de la rectitud de nuestras intenciones al Supremo Regulador de todas las cosas, publicamos v declaramos solemnemente que los diversos distritos de que consta la Florida occidental forman un Estado independiente y libre, con derecho a establecer Por si mismos la

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G¡x¡leL Ju.rx ANonru AltvnzÁN

forma de gobierno que juzguen conveniente a su seguridad y dicha: de concluir tratados: de proveer a la defensa común: y en fin, de celebrar cualesquiera actos que puedan de derecho hacerse por una nación libre e independiente; declarando a1 propio tiempo que desde esta época todos los actos ejecutados en la Florida occidental, por tribunales o autoridades que no tengan poderes del pueblo, conforme a las disposiciones establecidas por esta convención, son nulos v de ningún efecto. Excitamos a todas las naciones extranjeras a que reconozcan nuestra independencia, y a que nos presten la asistencia que es compatible con las ler.es v usos de las naciones. Nosotros, 1os representantes nos obligamos solemnemente a nombre de nuestros comitente, con nuestras vidas y haciendas, a defender la presente declaración, hecha en junta en 1a villa de Baton Rouge, a 26 de septiembre de 1810.- Edmund Haws, John H Thompson, John Mills, Wm. Spiiler, Philip Hickey, Wm. Barrow, john W. Leonard John Rhea.- Presidente de la Convención.- Por mandato de la misma, Andrés Steele, Secretario. El escritor norteamericano I. J. 1 Cox resume así aquella situación: Los españoles, trataban de sujetar una población de colonos, extraña por el espíritu, 1as costumbres v la formación política ár,ida de adquisiciones territoriales y sin escrúpulos en la satisfacción de su apetito.

Cox está enteramente de acuerdo con don Lucas Alamán, quien dice que los norteamericanos empiezan por introducirse en el territorio que codician y 1o ocupan bajo 285


Mlv,rllq-

pretexto de negocios mercantiles, previo permiso del gobierno o sin é1. Crecen las colonias, van multiplicándose y llegan a formar la parte más numerosa de la población. Entonces aducen derechos insostenibles en una discusión seria, y extreman pretensiones con el apovo de hechos históricos que nadie admite.

Declarada la independencia de la Florida occidental, por el grupo de norteamericanos autores del documento citado, el Presidente Madison se apresuró a tomar bajo la protección de los Estados Unidos sólo una parte de la Florida occidental. Pero era necesario llegar hasta el Río Perdido. Para ello se empleó otro procedimiento, a falta de colonos que declarasen la independencia. El Congreso autorizó al Ejecutivo, y éste pudo emplear la fuerza. Don Luis de Onís dice: Escudado con esta autorización, el Presidente de los Estados Unidos mandó poner sitio a Mobila, v se apoderó de aquella plaza el General Wilkinson, sin disparar un fusi1, cuya proeza se celebró con mofa en todos los papeles púbiicos, comparando con Bonaparte al Ceneral Wilkinson, euien, según ellos decían, había conquistado aquella plazacon el oro en lugar de servirse de la espada. En virtud de la toma del puerto de lvIobila, se extendieron 1os límites de la República hasta el Río Perdido, r. el Presidente se contentó con responder a mis protestas sobre esta agresión, que aquellos territorios quedarían en poder de Estados Unidos como 1o estaban en el de España, sujetos a una amistosa negociación; mas sin embargo de ésto, se incorporaron desde luego a los dominios de la República, por otra acta del Congreso. En tres años (1810-1813) se habían consumado estas adquisiciones. 1286

II .t

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G¡xrnirr

JUAN ANDRLU ALx.lAzÁN

Dueños así los Estados Unidos del territorio que se extiende entre el río Mississippi y el Perdido, empezó la más complicada, si no la más difícil, de sus adquisiciones.

Documentos que manifiestan que la América debió su emancipación a ella misma y a la predisposición que tenía para lograrla Cuando fue inminente la guerra entre los Estados Unidos y la Gran Bretaña, o pormejor decir, cuando los expansionistas exigieron que se declarase esta guerrapara efectuar la conquista de la Florida, el gobierno de Washington solicitó de las autoridades que representaban a España en la Florida, un permiso de ocupación del país, a fin de que Inglateffa no se adueñase de é1. Negado este permiso, 1a Fernandina fue invadida en la primavera de1812, por la banda aventurera que el General George Mathews organizó en St. Mari's Georgia, para establecer un gobierno semejante al de los revolucionarios de Baton-Rouge. Los patriotas de Mathews abrieron hostilidades contra los indios, que según decían, no eran sino instrumento de los españoles. El conflicto fue más grave en la región de Ap'ralachicola. Los ingleses l-rabían llevado una expedición a Pensacola, -y desde aquella magnífica base iniciaron operaciones contra los Estados Unidos. El Coronel inglés Nichols armó a los indios seminolas v éstos atacaron un fuerte construído por los norteamericanos en Albama. E1 resultado fue una espantosa carnicerÍa de 250 refugiados, a mediados de 1813. Un año después, el Coronel Andrew Jackson, jefe de milicias de Tennessee, tomó un desquite que l1enó de entusiasmo a sus compatriotas y de terror a los indios, pues los exterminó en las vegas de Horseshoe Bend, paraje de esa misma Alabama, teatro de la anterior tragedia. 287


I Mr:l'tonr;rs

La conquista de la Florida quedó pendiente al afianzaÍselapaz, y después de 1a guerra de 18\2 a1.8L4, el ing1és Nichols continuó sus actividades, y3 no como Gobernador provisional que había sido a título de aliado de España, sino como colono. Los norteamericanos se quejaban de que Nichols, rodeado de aventureros europeos, de negros fugitivos y de indios sedientos de venganza, proyectaba hacerse rey de un estado minúsculo a las orillas del Apalachicola. Nichols emprendió un viaje para desarrollar sus p1anes en Inglaterra. Mientras tanto, quedó desempeñando sus funciones un comerciante francés llamado Arbuthnot, secundado por un compatriota, colega y amigo que se apellidaba Ambrister. Jackson aprovechó el momento, crwzó la frontera de Georgia, se dirigió a San Marcos, cuya pequeña guarnición española tuvo que capitular; colgó a Arbuthnot, fusiló a Ambrister, y dirigiéndose a Pensacola, obtu-",o la rendición del punto sin disparar un tiro. Era dueño de 1a Florida, puesto que 1o era de Pensacola.

En el gabinete se decía que la invasión de la Florida era un acto innecesario. Era además un acto de guerra v una violación de la Constitución. Si el gobierno aprobaba 1o hecho por Jackson, la responsabilidad recaería sobre el presidente, y daría a España causa para una guerra. En cambio, si se desaprobaba, toda la responsabilidad recaería sobre Jackson.

Mr. Randolph Greenfield Adams, historiador de la política extranjera de ios Estados Unidos, da la opinión de ios uni."ersitarios en1924.

i 288


GrNrru.l lueN Arsonru ArrraazÁrs

Además consigna datos de interés. Veamos lo que dice: ... pero su aspecto empeoró cuando el Departamento de Guerra encomendó al General Andrew ]ackson las fuerzas de la frontera meridional. Se le ordenó que contuviese las incursiones de los indios seminolas, y estas instrucciones eran paraélalgo como el aliente de su vida.

Hizo la guerra contra los indios seminolas dondequiera que los tuvo a su alcance, cruzó la frontera de la Florida española, tomó fuertes y posiciones, arrojó a los seminolas de sus tierras, capturó los puntos de San Marcos y Pensacola, ofendió la soberanía territorial de España, aprehendió a dos tratantes ingleses acusados por é1 de ministrar armas a los indios,los juzgó en consejo de guerua, colgó a uno de ellos y fusiló al otro, y con todos sus actos puso frenéticas a Inglaterra y a España contra los Estados Unidos. Onís se hallaba fuera de sí por la indignación, y el ministro inglés Castiereagh aseguró al ministro de los Estados Unidos, Rush" que la guerra contra la Gran Bretaña dependía sólo de levantar un dedo.

El presidente Monroe y su gabinete estaban perplejos por el modo con que el general ]ackson ies había forzado la mano. Oficialmente, la conducta del general fue desaprobada, tanto por el gabinete como por la comisión de asuntos militares de Ia Cámara de representantes, en parte con fundamento de la exclusiva atribución del Congreso en 1o tocante a declaración de guerra, y en parte porque la aplicación de penas capitales a los comerciantes ingleses constituía una medida extrema, desconocida por el derecho internacional. Sin embargo, un examen severo de los documentos convencerá a la mayoría de los electores de que ias vigorosas medidas de Jackson estaban justificadas ampliamente por la mala fe 289

I


I Mslronras

y 1a duplicidad de España y por la acción perniciosa de los agentes británicos. Todo el episodio es una prueba más de que el Departamento Ejecutivo puede l1evar al país hasta el peligro de una guerra, aun cuando la Constitución atribuva esa facultad al Congreso. En general, el país parece haber admirado de un modo secreto, ya que no 1o púb1ico, ias proezas de Jackson, euien tuvo un abogado poderoso en el Secretario de Estado, John Quincy Adams.

El Secretario Adams notificó al Ministro de España, con palabras harto claras (in n,ords of one svllabe) que si España era incompetente para vigilar su propio territorio e impedir que los piratas, los bandidos v los indios causasen agravios a los ciudadanos de los Estados Unidos, tenían perfecta justificación para tomar e1 asunto en sus manos e invadir el territorio español, protegiendo así su frontera. Entre tanto, los Estados Unidos ajustaban una cuenta minuciosa de las reclamaciones presentadas por los ciudadanos a quienes habían causado daños las invasiones de la frontera, v ya sumaban millones. Aparte de estas reclamaciones y de las que procedían de las violaciones del derecho marítimo, consecuencia de la subordinación de España a Francia, los Estados Unidos insistían en sus derechos sobre Tejas, que parte de la Luisiana. España entregó la Fiorida y renunció a sus reclamaciones fundadas en las violaciones de la neutralidad con relación a 1as guerras de independencia de las naciones hispanoamericanas.

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G¡,nletr.qi JLr.-\N ANDREIT

Airrr,rzÁr

I

Los Estados Unidos renunciaron a Tejas, que no les pertenecía, 1z s€ obligaron a pagar los daños a los ciudadanos norteamericanos por violaciones del derecho marítimo, hasta l¿r concurrencia de cinco millones de dóiares.

Así terminó 1a contienda cie las Floridas, cor:r este señalarniento de fronteras, según el tratado del 22 de enero de 1819:

La línea divisoria entre los dos países a1 occidente del Mississippi, arrancará del Seno lvlejicano en Ia desembocadura de1 río Sabina en el mar, seguirá al norte por la orilla occidental de este río hasta el grado 32 de latitud; desde allí por una lÍnea recta al norte hasta el grado de latitud en el que entre en el río Rojo de Natchitoches (Red River), v continuará por el curso de1 río Rojo al oeste hasta e1 grado 100 de iongitud occidental de Londres y 25 de Washington, en que cortará este río, y seguirá por trna línea recta al norte por el mismo grado hasta el río Arkansas, cur¡a oriila meridional seguirá hasta su nacimiento en el grado 42 de latitud septentrional; y desde dicho punto, se tirará una línea recta por el mismo paralelo de latitud hasta el mar del sur... Pero si ei nacimiento del río Arkansas se hallare al norte o sur de dicho grado 42 de latitud, seguirá la 1ínea desde el origen de dicho río, recta al sur o norte, segúrn fuese necesario, hasta que encuentre el expresado grado 42 de latitud, y desde allí por el mismo paraleio hasta el mar del Sur. En treinta y seis años de vida independiente, los Estados Unidos se irabían hecho dueños del primer río nor-

teamericano, del Golfo de Méjico

v de una salida a1

Océano Pacífico. 291, I


| N{nloruas

Sobre nuestros linderos que los norteamericanos tuvieron que reconocer ei 22 de enero de 1819 y que tuvieron que ratificar después de nuestra Indepenciencia, allnque con e1 firme propósito de burlarse de sus compromisos v de nuestros derechos. De una pubiicación cle el Archivo Histórico Diplomático Mexicano, copio 1o siguiente: ...Pruébase esto con las gestiones que hizo e1 Ejecutivo de los Estados Unidos en la Corte de Madrid, desde 1803 en que compró 1a Luisiana al Gobierno francés \r en qlle poco después manifestó al de España, que aquella provincia debía tener por 1ímites propios del Río Perdido al oriente y al Bravo del norte al occidente, dando así a la Luisiana un perímetro de 1,600 leguas. Cuando los rni-

nistros angloamericanos Pyoney y Monroe anunciaron estas pretensiones, en 1as primeras notas que entonces pasaron al Gobiernc español, éste no pudo menos que rechazarlas lleno del mavor asombro, al ver que un territorio que antes era limitado, se había extendido tanto al entrar en poder de aquella República, que comprendía ya no sólo la Florida occidental, sino también una parte considerable de las provincias internas de México. Es verdad que todas estas disputados sclstenidas por tantos años y en que los Estados Unidos dieron al mundo tantos motivos de escándalo, quc'daron terminadas por un Tratado, perdiendo nosotros por esta parte 1o que hay desde este río tanto el Mermerrto. Todo esto es cierto, v 1o que es también que el mismo Tratado fue ratificado después de hecha nuestra Independencia, por nuestro gobierno y el de los Estados Unidos con ias más solemnes formalidacles. Pero es asimismo bien sabido, que a poco se renovaron 1as mismas pretensiones por parte del gabinete Washingtoniano; y aunque se ha dado al negocio distingo giro, se ha venido a parar en 1o mismo a que se asI |

)q)--


GENERAL IUAN ANDREU ALMAZÁN

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piraba desde l-803, respecto de nuestros terrenos situados a 1a izquierda del río Bravo... De Ia buena voluntad, de Ia buena vecindad, tan pregonadas por los norteamericanos, nada hemos obtenido, al contrario, en nuestras luchas contra España en 1810-1820,y contra Francia en 1861- y 1867, veamos 1o que dicen don Carlos María de Bustamante y Francisco Bulnes: ...el virrey Callela, y el enviado españolOnís cerca de los Estados Unidos, dieron en razón de esto, repetidas quejas al Presidente Madison, quien prohibió todo auxilio por medio de una proclama que se insertó en 1a Gaceta número 843 de enero de 1816 que a la letra dice: Norteamérica.- Proclama del Presidente de los Estados Unidos de América. Por cuanto ha llegado a nuestra noticia que varias personas ciudadanos de los Estados Unidos, o residentes en ellos, y con especialidad en el Estado de Luisiana, están conspirando para alistar y llevar a efecto una expedición contra los dominios de España, con cuya nación se hallan

felizmente er.paz los Estados Unidos, y que con aquel objeto se están acopiando armas, almacenes militares, buques, provisiones y otros efectos de guerra, seduciéndose para que se alisten en esta ilegítima expedición a los honrados y fieles ciudadanos de esta Repúb1ica: y orgarizándose y armándose y levantándose varios cuerpos en directa oposición a 1o que previenen las leyes de esta confederación. Por tanto he creído conveniente expedir esta nuestra proclama, proviniendo y mandando a los fieles ciudadanos que se han dejado arrastrar de la seducción para alistarse en esta expedición ilegítima, que se retiren de el1a; y ordenando al mismo tiempo a todas 2e3 |


I Mrrraoruas

las personas alistadas e implicadas en este armamento, que dejen de promoverlo so pena de incurrir en el castigo que prescriben 1a leyes. Mando y ordeno en esta proclama a todos los empleados de los Estados Unidos, así civiles como militares de cualquier Estado o territorio a que pertenezcarr; a todos los jueces justicias, a los oficia1es del ejército y armada de los Estados Unidos y a 1os de la milicia, que vigilen en sus respectivas jurisdicciones y que indaguen y traigan digno castigo a todos los promotores o alistados en dicha expedicióry y que se apoderen y detengan hasta que decidan las leyes sobre el particular, todas las armas, almacenes militares, buques u otros artículos que haya preparado o preparen para 11evar aefecto dicha expedición;y par úitimo que impidan el que se lleve a efecto, empleando para ello todos los medios que estén en su poder. Recomiendo a todos los buenos y fieles ciudadanos de los Estados Unidos, y a los demás que se hallen bajo de su jurisdicción, que ayuden y auxilien a los empleados del gobierno y con particularidad para las indagaciones que hicieran para aprehender y traer ante las leyes a los criminales, a fin de que se impida la relación de los injustos designios; informando de todo a los justicias y demás jefes a quienes

conviniere. En testimonio de 1o cual he puesto en esta proclama el sello de los Estados Unidos de América, y la he firrnado con mi puño, expedida en la ciudad de Washington a 1o. de septiembre de 18L5, y en el año 40 de la independencia de dichos estados.

Firmado.- Diego Maddison.- Refrendado.- Jacobo Monroe.

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CENr:n,rl Juax AxonEu Ar,r'rlzÁN

Insertamos dicho documento porque algunos nos echan en cara el que nos hayamos quejado varias veces de la falta de auxilios de una potencia esencialmente liberal, filantrópica y vecina, cuando más io necesitábamos; tales epítetos Ie convienen por antífrasis.

El encargado de negocios en Filadelfia, D. Luis de Onís, con fecha 17 de febrero de 1816, cornunicó a don Juan Ruiz de Apodaca, Gobernador que a la sazón era de La Habana, y éste al de \¡eracruz, entre otras cosas 1o siguiente: Las conferencias subsecuentes que he tenido con e1Sr. Ministro de Estado, clirigidas a que s abandone el sistema de dar auxilios a los insurgentes, aunque no pudo asegurar a V. E. que havan producido una total mutación en el sistema que se ha seguido de siete a ocho años a esta parte con respecto a esos Estados, ha producido a 1o menos, que se con\¡enza este gobierno de lo impropia que es esta conducta, y que se permita dar las órdenes más eficaces para variarla. Yo no responderé a V. E. de que éstas tengan mejor éxito que las proclamas anteriores del Presidente; pero por 1o menos contendrán alguna cosa los proyectos de Toledo y sus secuaces, y darán tiempo a V. E. para que pueda enviar fuerzas para para-

lizarlas. Estaré a la mira de todo lo que ocurra, v daré a V. E. todos aquellos avisos en que se interese el mejor servicio del Rey y la tranquilidad de la provincias de S. M.; pero por lo que toca al presente, debo manifestar a V. E. que este gobierno me ha colmado de distinciones, que se ha manifestado dispuesto a arreglar conmigo todos los asuntos pendientes; y que me ha encargado muy parti)qa

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\'4pirtonl'rs

cularmente solicite los poderes para ello, y aunque yo le he insinuado que sería más expedito que los diesen a su rninistro en Madrid para que lo verificase allí ha insistido en que su confianzaeflmi y ios conocimientos que tengo 1e hacen preferible el tratarlos conmigo. Cuyas noticias doy a V. E. a consecuencia de ias que participé en oficio de 4 del corriente, ), me había conlunicado el mismo ministro sobre recelos de desavenencias en los Estados Uniclos de América.

Dios, &, Habana 16 de tl:.arzo de 1816.- Juan Ruiz de Apodaca.- Sr. Gobernador de Veracruz. (Legajo de 1a correspondencia de los seis primeros meses de lr,{iyares). Tales son los documentos por donde se manifiesta que ia América debió su emancipación a sí rnisma, ). a 1a predisposición que tenía para e1la, que supo aprovechar y conducir cuerdamente D. Agustín de Iturbide, mientras no le ocurrió la diabólica tentación de coronarse, suceso

que lo desgració, y que retrasó nuestra marcha a un punto indecible. Melius enin est sperare in Domino, quarn in Principibus. De Francisco Bulnes: Pocos días después don Matías Romero comunicaba oficialmente aluárez: "El Senador Summer, me dijo hov en una conferencia que tuve con é1, que la Comisión de Relaciones del Senado se había reunido ayer para considerar el mensaje especial del Presidente, relativo a los asuntos de México y Que, aunque no se había acordado ninguna determinación, prevalecía entre los miembros c1e ella la opinión de que no era conr.eniente apoyar ei préstamo propuesto por Mr. Cror,r.in al Gobierno de Mé| 2e6


GENERAI, JUAN ANDREU

ALMAZÁN

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xico, porque no se creyera que dicho préstamo surtiera el eiecto de desbaratar la expedición europea organizada contra 1a República y porque podría conducir a enajenar a 1os Estados Unidos 1a voluntad de Francia y España, cuya amistad se trata de cultirrar más que antes por el aspecto amenazador que están tomando las relaciones entre este país e Inglaterra". "Nllestro encargado de negocios en Washington ponía en conocimiento deJuárez, una opinión muy autorizada sobre los asuntos de México por emanar de uno de 1os funcionarios más respetables e influventes de la administración. "En el cllrso de la conversación me dijo N{r. Blair, con la franqueza que le es genial, estas palabras: en la forma que l-ia tomado la expectrición contra México ). por los motirros que alegan las pciencias europeas para llevarla a cabo, nosotros no po,jeirLos oponernos a e1la, conforme a1 "Derecho de gentes" io cual considero yo como 1a opinión genuina de la ::i i1 i-¡:linis trac ión.

intervención en MéNico, el gobierno de Estados Llnidos ofreció al Presidente ]uárez negociar un tratado Atr anunciarse la

I-a conierc.ncia de11E de septiernbre cle 1862, celebrada

por el señor Romero con Mr. Setr.ard, enseñaba aJuárez 1a situación con una claridad que no permitía dudas, ni vaciiaciones, ni errores: "Lo expuesto, decía don Matías tr{omero, aJuárez, acabará de persuadir al Supremo Gobierno que no tenemos por ahora, absolutamente nada que esperar de este Cobierno. El Presidente, sus Ministros, los hombres de Estado del país y 1a masa del puebio en general, coilocen perfectamente los planes de la Franci;r respecto de México y la hostilidad del Gobierno del Enlper:-rdor a la l-lnión Americana; consideran que 1a in)97 --'

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MgttclRtrrs

vasión de México es 10 accesorio y que no sÓlo tiene por objeto, facilitar el camino para llegar al objeto principal, que el consumar la división de los Estados Unidos; pero todas estas consideraciones, lejos de inducirlos a prestarnos a1gún auxilio, son otros tantos motivos que los determinan a no hacer en nuestro favor aún 1o más sencillo, si con ello temen que se ofenda la Francia. Saben perfectamente bien que el gobierno francés, só1o está buscando un pretexto para romper con los Estados Unidos, y están determinados a no dárselo. Esto explica por qué no quisieron facilitar la surna que solicitaba el señor Pacheco y porque han prohibido la salida de las armas compradas por el señor Bustamante. Hasta cierto punto tienen razÓn en la política que han adoptado, aunque la lleven a un extremo increíble. En las circunstancias actuales en que apenas pueden con el sur, una guerra con Francia les sería fatal. Lo conocen así v tratan de evitarla a todo trance, aún a costa de 1as mayores debilidades, de 1as condescendencias más indebidas. Además el egoísmo de los norteamericanos, es igual si no mayor al de sus padres los ingleses; les hace ver con indiferencia 1os males ajenos, siempre que no les afecten inmediatamente, y no se detendría en sacrificar, no sólo a México, sino acaso al continente entero, si creyeran que con ello alejaban la inten,ención francesa de sus asuntos y la guerra con Francia. La idea que tienen de su propia fuerza les hace creer que pronto conquistarán el sur y que una vez restablecida la Unión, serán suficientemente fuertes para arrojar a la Francia de México y de las demás partes del continente de que se haya posesionado. Téngase presente para las consecuencias de responsabilidad que desprenderé de estos hechos, que la fecha de I 2e8


GrNrnar Ju,rx ANDREU Ar-rvr,r,zÁN

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la nota que a cabo de copiar es de 18 de septiembre de1,862, seis meses antes de que comenzara el sitio de Puebla.

Veinte días después de haber expuesto con precisa evidencia el señor Romero aJuárez la actitud de los Estados Unidos en los asuntos de México, le comunica cuáles serán las insurrecciones que de su gobierno recibirá Corwin, el Ministro de los Estados Unidos cerca deJuárez: "Los términos en que tal despacho está concebido, no son favorables para el gobierno constitucional v en é1 se le previene a1 mismo tiempo que, si el Supremo Gobierno saliera de la Capital, no 1o siga. Esto se habrá hecho así probablemente por e1 excesirro temor de este gobierno de verse envuelto en dificultades con Francia".

El10 de diciembre de1,862, el señor Romero enviaba a Juárez la siguiente nota de sensación: "Tengo 1a honra de remitir a Ud. copia de la respuesta que hoy dirijo a Mr. Seward sobre la posición que ha asumido este gobierno al permitir a los franceses que saquen de este país cuanto quieran; al paso que nos niegan a nosotros e1 mismo privilegio. Mi nota parecerá a usted tal vez poco conciliadora; pero no he podido menos que indignarme al ver la conducta incalificable que ha seguido este Gobierno. Me he aprovechado de esta oportunidad para una relación de todo 1o ocurrido en este desagradable asunto, que no deja muv bien puesta la buena fe de este Gobierno".

El permiso de extraer mulas y carros de los Estados Unidos para qlle el ejército francés pudiese hacer la campaña en México nos causó inmenso perjuicio. El ejército francés no podía moverse de Veracruz; no había traído )99 -'-

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] Merrronies

mulas ni carros suficientes, esperando comPrar estos efectos en Veracruz. La buena disposición de castigar con la pena de muerte a1 que condujese a Veracruz auxilios de cualquier clase al invasor y el fusiiamiento de tres arrieros culpables, surtieron efecto admirablez pues los franceses sóio pudieron comprar con grandes trabajos en Tampico 116 mulas, cuando necesitaban más de 3,000. Pero Mr. Seward, violando las leyes de Ia neutralidad, 1o mismo que el Capitán General de la Isla de Cuba, dejaron sacar al ejército francés las mulas que necesitaban. Sin este auxilio los franceses habrían tenido que esperar 1o menos tres meses para comenzar eI sitio de Puebla y 1os mexicanos habrían aumentado sus elementos de resistencia y ganado tiempo, que era lo que más se necesitaba'

Por otra parte, los estados de Nuevo León, San Luis, Aguascalientes r.' Tamaulipas, comisionaron y expresaron al Coronel D. Juan Bustamante para que comprase armas en los Estados Unidos \r una vez obtenidas parte de éstas, el Gobierno de los Estados Uniclos prohibió que saliesen del territorio de 1a Unión v ordenó que si se intentaba su exportación fuesen capturadas Y decomisadas' En febrero de 1861, nuestro encargado de negocios de Washington participaba oficialmente aJuárez: "La discusión en el Congreso, de las proposiciones de Mr. Crit-

tenden, que han merecido la aprobación del partido democrático para servir de base al compromiso que se trata de celebrar entre las dos secciones de este país ha venido a demostrar con toda claridad cuáles son los proyectos que ambos partidos tienen respecto a México. Las citadas proposiciones disponen que hava esclavitud en el territorio al Sur dei paralelo 36 grados 30 mi300


C¡.urnar Juax ANnnru Alrrr,+zÁr

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nutos que poseen actualmente los Estados Unidos v en el que en lo sucesivo adquieran y que se reconozcan constitucionalmente en dicha demarcación 1a propiedad en esclavos. Estos dos puntos desechados enérgicamente por el partido repllblicano so111os que han impedido que pasen en el Congreso dichas proposiciones'".

Mr. Sherman, diputado por Ohio, miembro de la Comisión a que pasaron las proposicior-res v miembro prominente detr Congreso actual fue ca.ndidato de dicho partido para Fresidente de la Cámara de Diputados, llegó a proponer que se insertara una cláusu1a en la Constitución proiribiendo 1a aclquisicion de rnás territorio, para cortar de raíz el iilibusterismo r. los inconr.enientes que la misma cuestión de 1a esciavitud hacen hacer en 1as adquisiciones nue\¡as; pero este proyecto no encontró eco en ios demás miembros de la Comisión...

Los demócratas exaltados partidarios del establecimiento de la Confederación del Sur, en cl1\¡as rnanos está ahora la situación de los Estados que se han separado, manifiestan ya sin embozo sus planes de que la Ci¡nfederación comprenda demás de 1os clichos Esta.clo-., a México, Cuba,la América Central y parte de 1a meridional. Los límites que le asignan son los dei Poton-rac v sueñan convertido el Golfo de México en un lago de clicha Confederación. Es una cosa fuera de toda duda que todos los esfuerzos sur se dirigirán a cogerse cuanto terreno puedan de

de1

México para establecer en

é1

la esclavitlicl.

Doce días después volrría a escribir D. lv{atías Romero oficialmente: "E1 proyecto que lv{r. Gutirris propuso en 301 |


]Mmronus

el Congreso de laPaz y al cual me refiero en 1a reseña política de la última quincena, manifiesta que los demócratas en todo piensan, menos en desistir de sus proyectos respecto de la adquisición del territorio de México... Esto es por 1o que respecta a los Estados negreros que están en la Unión: 1os proyectos de los que ya se han se-

son ciertamente más peligrosos. El1os cuentan colno cosa segura 1a adquisición de México o a 1o menos, por 1o pronto, 1a de los estados fronterizos. Una persona fidedigna me ha informado refiriéndose a otra que acaba de llegar de Texas, que en aquel estado se estaba organizando uua expedición filibustérica, para invadir los estados de Sonora y Chihuahua, de 1a República... Los republicanos parece que temen una invasión inmediata de1 sur sobre México.

parado de

e11a

Un mes después, en nota reservada, D. Matías Romero decía aJuárez: "Los demócratas del sur siguen manifestando que no tratan de disimular siquiera sus planes de extenderse hacia México e introducir la esclavitud de nuestro territorio". El sur envió a México agentes para seducir al Gobierno deJuárez y arrancarle el reconocimiento de la Independencia; pero D. Matías Rometo, siempre actirzo, oportuno, sagaz y patriota, escribió aJuárez, siempre en nota reservada: "La Confederación del Sur podrá aparentar ahora muy buenos sentimientos y disposiciones hacia nosotros, mucho respeto por los derechos de la República; pero sólo será mientras sea sistema sobre bases sólidas, pues objeto constante \/ su deseo más ardiente, que tratará de llevar a cabo más o menos tarde, es, como tengo dicho a Vuecencia v no me cansaré de repetirlo, I 302


Grrrner Jrer Arp«¡u ArrrrezÁr

tomará todo e1 territorio que pueda de México para establecer en é1 esclavitud". Para confirmar todas esas aseveraciones ya demasiado justificadas por nuestra historia, figurando como tristes episodios comprobantes, la pérdida de Texas, la Guerra de 1846 aL847,la venta obligada de "La Mesilla" participaba D. Matías Romero: "N4e dijo también M. Seward que otra noticia no menos importante, recibida esta mañana, es la captura de NL Wiiliam Gu'in, antiguo senador por California, que vino a Nueva York procedente de San Francisco y a quier-r se ie encor-rtraror-r a bordo Frapeles importantes, qr-re 1o col-rvencen de que estaba tratando de anexar 1a Baja California, Sonora v Chihuahua a los estados disidentes".

Tarnbién en la obra en la que Agustín Cué Cánovas trata de justificar la conducta de Juárez y de Ocampo, respecto alfaIlido Tratado cle Mc Lane-Ocalnpo, vemos que el cerebro de Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, firmaba tratados,lo mismo que a las érdenes de Santa Ama, perjucliciales para México. Vemos que en plenas guerras de Reforma y contra 1a Intervención Francesa, nuestros buenos vecinos, quien quiera que 1os gobernara, trataban de liquidarnos como nación y lo más doloroso, hasta la administración de Abraham Lincoln, estuvo dispuesta a tratar con nosotros corno e1 legendario Shylock: Porque al final de cuentas no pudo Washington entenderse con ei régimen de la reacción, que tenía puestos sus ojos en ias cortes europeas, resolvió Buchanan ilamar a Forsyth, quien regresó a su patria en octubre de 1858. Y así llegamos a ios primeros días de enero de 1859, en plena Guerra c1e Tres Años, cuando desembarca en VeracrtTzun envjado especiai de Buchanan, míster William Churchr,r,el1. Pero va no se dirige el cliplomático a la ca303

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I N{lrrrt'l<.r.rs

pital, que seguía en poder de Zuloaga -suirstituido después por el caudillo de las derechas don Miguel Miramón-, sino precisamente a Veracruz y ante el Gobierno liberal de don Benito Juárez. Tocante a derechos de tránsito en el noroeste del país, con la protección de ambos gobiernos, se presentaba un antecedente, el Tratado de Amistad y Comercio del5 de abril de 1831 (artículo 32), por el cual había pactado con Lucas Alamán 1o relativo a esa cuestión entre Estados Unidos y México, (Administraciones de Andrew Jackson y del General Anastasio Bustamante, respectivamente). Juárez, generalmente sereno, introvertido, impasible, arruga el ceño cuando se recuerdan y reclaman los derechos de r.ía. Ocampo explica la situación a Mclane, discute, revisa viejos papeles. Mclane insiste: leo con énfasis el artículo 32 clel Tratado de Amistad y Comercio de 1831, firmado por 1o Lucas Alamán. Y lleva en la mano el Tratado de La Mesilla, suscrito y perfeccionado por Santa Anna en 1853. Se refirió a los continuos cambios de gobierno que ocurrían en nuestro país r, a los infructuosos esfuerzos de Estaclos Unidos para no tener reparación de los perjuicios recibidos y garantías para lo por rrenir. "Reconocimiento ai Congreso - expresaba-, que expida una ley que autorice al Presidente bajo las condiciones que parezcan convenientes, para emplear la fuerza militar suficiente para entrar en México, con objeto de obtener una indemnización para 1o pasado, v seguridad para el futuro". Proclamando la misma política de expansionismo territorial, Polk afirmaba que era en vano tratar de iograr el pago en efectivo de las reclamaciones norteamericanas, que ascen-

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GrNrner ]uaiv ANonru AriraazÁN

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dían a más de 10 millones de pesos, porque México carecía de recursos para cubrirlas. Era evidente que, como en 1848, México no podría pagar sino con tierras.

Efecutivo -decía Buchanan en el mismo mensaje-, esperaba que el nuevo gobierno constitucional de México extendiera pronto su autoridad a todo el país, moslraria un espíritu menos hostil a ios Estados Unidos, e indemnizaría a los ciudadanos norteamericanos. Só1o en expectación de tales esperanzas -agregaba-, se había abstenido hasta el momento de pedir al Congreso la autoridad necesana para ocupar una extensión suficiente dei territorio mexicano, a fin cle retenerlo en garantía de reparación de las injurias y de los daños inferidos a los derechos norteamericanos. Etr

A obtener ésta, junto con una parte de Chihuahua y una gran porción de Sonora, además del tránsito por Tehuantepec,habíasido enviado Forsyth ante el Presidente Comonfort en 1856. Pero su fracaso había obligado al agente norteamericano a conformarse con el tránsito istmico. Desconocido Comonfort por el usurpador Zul,oaga, Forsyth había reconocido a1 gobierno de éste al ser informado que la administración conservadora estaba dispuesta a ceder territorio. Pero la alianza deZuloagay los reaccionarios con Europa,había impedido que aquél hiciera concesiones territoriales a los Estados Unidos. Su sucesor, Mr. Robert Mclane, había de insistir, años antes al gobierno legítimo deJuárez, en la cesión de territorio reduciendo su pretensión al de la Baja California.

Pero hacia 1859,Ia cuestión de los tránsitos había relegado a un lugar secundario las demandas territoriales de los políticos y diplomáticos norteamericanos. 305 |


I Mrturo«t,rs

Además,

el gobierno norteamericano instruía

a

Forsyth para que propusiera a la administración de Comonfort un nuevo tratado de límites por el que México renunciaba a la Baja California, gran parte de Sonora y una parte importante de Chihuahua, a cambio de doce millones de pesos. Por su parte, nuestro gobierno debía cubrir los daños y perjuicios sufridos por ciudadanos norteamericanos, descontándosele dos millones de los doce que se ofrecían a cambio de la nueva frontera. ...Testimonio de esto es 1a declaración de Mr' Picket, agente diplomático de los estados separatistas ante Juárezy que a cambio de la avuda demandada, ofreció devolver a México parte de ios territorios adquiridos en la Guerra 1848-47 porque, decía: "...ese espíritu de expansión sobre México ha cesado en los Estados Confederados, con virtud de su separación que les evita 1a necesidad de procurarse un equilibrio en los estados del norte". Esta declaración explica, de modo evidente y preciso, los verdaderos motivos de la política norteamericana respecto a México a partir de la Guerra de Texas.

Al anunciarse la intervención europea en México, el Gobierno

Norteamericano ofreció al PresidenteJuátez la negociación de un Tratado por el cual la administración de Lincoln se obligaba a asumir ei pago de un interés del tres por ciento por la deuda contratada por México con los tenedores ingleses de bonos mexicanos, a cámbio del derecho de retener tierras públicas y minas de Baja Californa, Chihuahua, Sonora y Sinaloa, en beneficio de Estados Unidos, con promesa de adquirir éstos, las propiedad absoluta de dichos bienes si México no cumplía sus obligaciones respectivas en el término de seis años.

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CnNrx,{ Ju,rx Ar-nRru Ar-rvr,\zÁN

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Juárez repudió enérgicamente la proposición norteamericalla.

Más tarde, ante ias noticias de una posible ayuda norteamericana a México en su lucha contra ia invasión francesa y e1 hnperio de Maximiliano, desde Chihuahua, luárez escribió el 6 de abril de 1865: "Si esa República llega a terminar pronto su guerra cir''ii, r' ese gobierno, como amigo y no como amo, quisiera prestarnos un auxilio de fuerza o cle dinero, sin sacrificio de una pulgada de nuestro territorio, sin mengua de la dignidad nacional, nosotros 1o aceptaríamcs \-en ese sentido se 1e han dado instrucciones, reservadas, a nuestro N{ir-ristro".

A don ]osé Vasconcelos hay que tratarlo como historiador con pinzas, pero me agrada como escritor apasionado ENJ REALIDAD, SIEN,{PRE SOLOS Vimos ya que los Estado Unidos nunca nos auxiliaron en nuestras crisis de la Independencia v la Reforma. Volveremos nuevamente a 1os primeros días de nuestra vida independiente para recordar nuestros desaciertos \r las intrigas de filibusteros implacables que no saciaron su voracidad, ni con el inicuo despojo de1\47-48, contra lo que tampoco tuvimos la mejor ayuda de las potencias de entonces: Inglaterra, Francia y España. Sin embargo, destellos de esperanza nos trajeron los balbuceos de solidaridad hispanoamericana.

Naturalmente que, a todo señor todo honor v el iugar central de mi reseña debe ocuparlo el inolvidable J R. Poinsset. Nos lo presenta el señor licenciado Gaxiola en las siguientes líneas: Los caudillos de la guerra de independencia en las colonias españolas, r,olvieron desde luego sus miradas a los Estados Unidos en busca de avuda, no sólo porque 307 |


M¡tr'tonlAs

juzg,aban solidarios 1os intereses de todo e1 continente, sino porque eI gran respeto que ese pueblo inspiraba debido a la forma en que había conquistado su autonomía y a la manera en que se habían constituido po1íticamente, y sobre todo porque habían conseguido, debido a las indiscutibles virtudes de sus primeros gobernantes, dar nuevo prestigio a las instituciones republicanas, desacreditadas ala sazón en Europa por la sangre derramada durante la re.¿olución francesa y por el brillo que sobre el imperio napoleónico re{lejaban 1as victorias de Bonaparte.

El gobierno de los Estados Unidos no había visto con interés e1 establecin'riento de su legación en lv{éxico r', después del reconocimiento de la Independencia, se limitó a enviar sin carácter oficial ostensible, a Mr. Joel R. Poinsset, quien l1egó a Veracruz el18 de octubre de7822, comisionado "por el senado cerca de S. M. el Emperador, con piiegos para poner en sus manos y tratar asuntos de recíproca importancia para ambos pabeliones". .... Los pliegos de que Poinsset era portador, o al menos los únicos que presentó, eran una simple carta de introducción suscrita por Henn Clay v dirigida ai Grai. Iturbide, en la que decÍa que los interesantes sucesos de México habían producido entre los norteamericanos el deseo de visitar el Imperio,v que esperaba que hubiera igual iniciación de parte de los mexicanos para fortalecer las relaciones entre ambos países; que entre 1os más distinguidos ciudadanos de los Estados Unidos, que estaban animados de esos deseos, se encontraba Mr. Poinsset, a quien 1o presentaba como un cabaiiero de honor, de tanto y de mucha consideración en su patria v le suplicaba que 1e concediera una acogida favorable y hospitalaria.

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Grr.irnar JuaN AN»nru AruazÁru

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Así apareció por primera vez en México este ilustre y aciago personaje/ fundador más tarde de la Legación de los Estados Unidos en mi país, iniciador de una política falaz, que desgraciadamente ha servido de modelo y en diversas ocasiones a Ia Cancillería de Washington y promotor de muchas de nuestras mayores desventuras. Estudiar los antecedentes de este hombre, su importancia política en su paffia, su intervención en los asuntos de Surarnérica y su funesta acluación en México, es no sóIo importante para nosokos, sino para todo el Continente Hispano, que, más o menos, ha tenido que sufrir la perniciosa influencia que aquél ejerció en la diplomacia americana, guiada desde hace un siglo por sus arteros y apasionados informes, tal es el objeto de este trabajo... En primer lugar, el viaje no fue extraño ala colonización de Texas. La concesión otorgada a Moisés Austin por el gobierno español, para establecer en aquél territorio trescientas familias,había sido heredada por su hijo Esteban, hombre terraz, perseverante y de un solo negocio, quien no había logrado en los largos meses que 11evaba en México, que el gobierno nacional le refrendará dicha concesión.ElL4 de enero deL823, e1 Consejo de Estado rindió de dictamen consultando la ratificación solicitada por Austin, dictamen que fue aprobado el18 de febrero siguiente por el Emperador Iturbide.

Otro de los motivos que tengo para presumir que el viaje de Poinsset no fue de simple observación y estudio, es Ia carta que el Coronel Azcárate dirigió al Presidente Victoria el 3 de junio de 1825 y que se conserva autógrafa en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México; Azcárate dice, y es verdad, que Poinsset se representó ai General Santa Anna como un enviado oficial y que cuando 30e I


I Mnronr.ls

la Capital se supuso por todos que tendría ese carácter y que, como tal, fue presentado al Emperador; que después de la presentación solicitó una entrevista con el autor de la carta y que estando reunidos v con un mapa en frente, trazó en é1 una línea divisoria con 1os Estados Unidos que absorbía todo Texas, Nuet o México y la Alta California v parte de Coahuila. En una segunda conferencia, ala que asistió Azcárate por orden de Iturbide, para definir ei carácter de esas propuestas, Poinsset 1e dijo, cuando el mexicano exhibió credenciales, que é1no tenía carácter público, que era un simple viajero y que sélo expresaba sus personales opiniones, por lo que ia discusión quedó en un terreno netamente académico. Estas rer.elaciones de Azcárate, que lv{aning acepta como verdaderas, 11egó a

corroboran ias presunciones de que ei viaje de que se trata tuvo fines que no se conocen y que posiblemente Poinsset era, cuando lTrenos, un agente confidencial de su gobierno, cuya misión no dio a conocer porque no eran propicias ni 1a época ni ias circunstancias. Uno de los primeros acuerdos del Presidente Adams con su Secretario Clay fue nombrar a Poinsett, embajador de México, nombramiento que éste aceptó el6 de r-narzo de 1823 y que el Senado ratificó dos días después. En el gobierno cerca del cual iba acreclitado el Ministro Poinsett no accedía a que se alteraran los límites, quedaba este autorizado para aceptar la línea señalada con el arreglo con España;"pero en ese caso, usted debe exigir como condición primodrial, que se inserte una ciáusula en el tratado por virtud de la cual cada una de las partes se obliga a reprimir a 1os indios que residan en su respectivo territorio y evitar que cometan hostilidades contra el pueblo, contra los indios o contra el territorio 310


(lrx¡R.u ulN Axonru ALN{AZÁ\ f

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de la otra parte". Esta parte de las instrucciones de Clay a Poinsset se omite maliciosamente en las obras de autores angloarnericanos que han tratado la cuestión de límites entre México y los Estados Unidos.

El Presidente Adarns, según Clay, no sólo quería prevenir los daños que pacíficos ciudadanos sufrían en sus personas e interés con esas hostilidades, sino evitar sobre todo, " el caso muy fvscrente de que los esciarros que se sacaban de la Louisiana, Missouri y Arkansas, encontraron refugio en territorio mexical:ro" .

El15 de mavo llegó Poinsett a Puebla, en donde el General Calderón 1o récibió cortésmente, y ill.t. continuó su viaje para la Ciudad de México, adonde llegó el día 25, habiendo permanecido antes algunos c1ías en la casa de campo del cónsul Whicocks, en espera de que terminara la Feria de Tla1pan, en cuya población se encontraban 1os principales funcionarios del gobierno. Refiere Bustamante que cuando se recibió Ia noticia de que Poinsett había llegado al país "al saberlo el general Wilkinson que se hallaba er-r \,{érico, preguntó ai que les anunció esta nueva, ¿qué crimen l-rabía cometido este desgraciado pueblo, que el cielo en su cólera le mandaba tal hombre para que le causara ma\,'ores desgracias. Las notas que Poinsset escribió sobre México, llevan un propósito de don Eduardo Enrique Ríos, que frecuentemente no pudo dejar de transcribir:

El mejor Chileno. E124 de febrero de 1812, Poinsett es recibido soiemnemente por la Junta de Gobierno que preside José Miguel 311 l


]Mnronus

Carrera, el líder chileno con quien más tarde hará amistad íntima, por simpatizador de los Estados Unidos, por militarista y francófilo. En Santiago todo es risueño. Vive a sus anchas. Su influencia es grande en los actos políticos de Carrera. Interviene más de la cuenta en la marcha del gobierno. Por sus ideas avanzadas le llaman " apóstol" dei liberalismo. Propone mediCas tan enérgicas contra 1as autoridades españolas, como el cierre de los puertos chilenos al comercio del Perú. Trata, aunque sin resultados, de hacer llegar armamentos norteamericanos a Santiago, y por fin, se permite sugerir que Chile adopte su bandera de nación independiente, precisamente el -1 de julio, para iigar dicho acontecimiento patriótico a la histórica fecha norteamericana. La Junta acepta esta idea; e1 4 de julio de 1812 se entrelazan los pabellones de ambos países v en Ia noche de ese día, el cónsul, para festejar tan gran suceso, ofrece en el I'alacio del Tribunal dei Consulado una recepción espléndida, aLa que concurren los norteamericanos residentes y 1o más granado de la sociedad santiagueña. Los brindis son todos por 1a gloria de Chile v el porr.enir de Norteamérica. Más tarde, metido cada vez con mayor libertad en los negocios públicos, redacta un proyecto de constitución que es rechazado por radical. Sin embargo, colabora con los moderadores en la redacción de otro proyecto que se aprueba en su propia casa en octubre de 1812. Tan molesta es ya para los chilenos la intervención del Cónsul, que.[uan José Carrera promueve Llna operación sistemática a los actos de 1a junta, y a tanto llega el disgusto que don José Miguel abandonó al Presidente: pero Poinsett hábil componedor, reconciiia a los herrnanos v don José Miguel reasllme el mando supremo.

1312


GrNrml

JueN A-ronru ALMAZÁN

Desorbitado, actuando más allá de 1o que le señalan sus instrucciones, toma parte directa en la reorganización de los cuerpos de policía, eiabora programas de intensificación de cultivo r promueve la fundación de un banco, asesora en asuntos de guerra a1 Presidente y con él recorre las zonas de peiigro alzando fortificaciones. Más que un Cónsul, es un insurgente. En su Diario Militar, don José Miguel 1o llama "el mejor chileno". Cuando en 1814, los realistas peruanos desembarcan en Chile, se le ve activando la defensa; pero viene el ocaso político de José Miguel Carrera al fracasar en la toma de Chillán,1a huida de la Junta a Talca, la elevación de O'Higgins,la prisión de ambos Carrera y su confinamiento, lapaz con ios realistas por mediación del comodoro James Hillvar -agente del virrey limeño- el segundo ¿rlzamiento capitaneado por don Luis, don José Miguel y la huida de éstos hacia 1a frontera argentina. En descrédito, mal visto por los enemigos de1 partido en clerrota, y acosado por la propaganda británica, el28 de marzo de 1814, se embarca en el navío de guerra norteamericano "Essex" a1mando del comodoro Dar.id Porter que, a 1a vista de los buques enemigos "Phoebe" y "Cherl1b", emprende 1a fuga, pero averiado vuelve ai puerto, donde se rincle al cabo de tres horas de intenso cañoneo. Poinsett, pues, vuelve a Santiago. En abril recibe sus pasaportes, traspone los Andes y se dirige a Buenos Aires. ]uan José Carrera 1o acompaña hasta Vler-ldoza. A principios de septiembre de 1814, se embarca para los Estados Unidos. Cuando en mavo de 1815 liega a Charleston, Monroe le agradece por escrito ei celo v habiiidad que puso en el desempeño de su misión. Ijero el capítulo de Chile no había concluido. José Miguel Caruera logra liegar a los Estados Unidos y Poinsett 1o 313

l


lMrvonts

recomienda a Porter, a Monroe y a otros personajes capaces de darle ayuda para rehacer la revolución. Más aún; lo acompaña a Nueva York y Filadelfia, en busca de crédito, armas y voluntarios para su expedición insurgente, que al fin da principio en Baltimore, en noviembre de 1806. Cinco años más tarde, cuando José Miguel cae fusilado en Mendo za, " eI mejor chileno" prepara sus alforjas para otro viaje y otra ventura: México.

Al día siguiente,3 de norriembre,

se presenta en com-

pañía del Cónsul de su patria, mister Taylor, y de dos marinos de la coberta " John Adams" en el palacio imperial. Habla con Iturbide durante media hora. No hay testigos importunos. Le trata e1 espinoso asunto de los límites entre ambos países. El emperador le aconseja un cambio de impresiones con don Juan Francisco Azcárate, quien, años más tarde, con ocasión del retorno de Poinsett, refiere a1 Presidente Guadalupe Victoria sus entrevistas con el enviado. Sobre un mapa de América, el dedo de Poinsett fue marcando la frontera anhelada: "Percrbí, escribe Azcárate, que la idea era absorberse toda la Provincia de Texas y parte del Reino de León... tomarse la mayor parte de la provincia de Coahuila, la Sonora y California Baja, toda la Alta y el Nuevo México". De cualquier modo, el sondeo estaba hecho. México respetaba en todo momento el Tratando de Límites de 1819. Estaba fuera de toda duda que, por lavía amistosa, por canales diplomáticos, por medios pacíficos, era imposible obtener el territorio deseado. Había empero, otros caminos... 31,1


Gpxpu.ql Juan- ANnRru

AllnzÁx

i

...¡Lástima que lturbide, ese criollo molesto, se ha)¡a hecho emperador! Cuánto mejor sería una Repúb1ica, si, y en ella, en buel11ugar, sus amigos, los Fagoagas, los Tagles, los Herreras. Acaso entonces de república a república, entre amigos, pudiera insistir en 1o de los territorios ambicionados. ¡Pero don Agustín, qué estorboso! Lo bueno era que no habría de durar eternamente; ya tambaleaba sus dorado sillon . Era inminente la Repúrblica. Se 1o habían dicho 1os so1c1aclos, 1os diputados, algunos clérigos; no se hablaba de otra cosa en 1as tertu1ias, entre mano \- mano de tresilio. Con razón el 3 de mavo de 1825, desde \¡eracrlrz, escribía Poinsett: "Los ingleses me han ganado la delanteta" . El primero de junio presentó sus credenciales a nuestro primer Presidente, recalcando en su discurso que venía con plenos poderes para "concluir tratados de límites".

Un mes más tarde, informaba a su gobierno: "Los británicos han en-rpleado bien el tiempo y sus oportunidades... E1 Presidente y tres o cuatro miembros de su gabinete, son anglófilos". A un amigo comprensivo le decía: "F{e sido enviado cuando menos un año tarde. Trataré de reconquistar el terreno perdldo..." Nada de tibiezas. Era necesario obrar con clecisión. Ncr se les había ocurrido a los ingleses formar banclerías v echarlas a pelear, para sacar, áa río rer.uelto, la con"r" sabida ganancia de pescador. Las logias r.orkinas existian 7ra, aunque inactivas, como 1o afirma W. S. Parrot, norteamericano residente en lr4éxico, en carta dirigida a Esteban F. Austin el 17 de noviembre de 1827.

315 I


] Mrrrromas

Pero si existían las logias masónicas del rito de York establecidas, tal vez, por e1 mismo Parrot, fue Poinsett quien dijo las vigorizó para oponerlas a los masones escoceses, a quienes protegía y alentaba el ministro inglés, Ward. Don Lucas Alamán, enemigo número uno de Poinsett, renunció a la cartera de Relaciones. El Ministro de Hacienda, Esteva, se aPresuró a intimar coll Poinsett. Ward ernpezó a inquietarse. En Cuba,llave del Golfo, estaban interesados, además de 1os Estados Unidos, Inglaterra, Francia, México )- Colombia, Poinsett tenía que vigilar 1os tnovimientos diplo-

máticos o guerreros sobre la isla. Aquella romántica aventura nuestra de invadir a Cuba desde Yucatán, desde Veracruz, por 1a rría submarina,la echó abajo Poinsett mediante pláticas convincentes con don Guadalupe Victoria. Otra cosa más delicada todavÍa: el tratado de límites. Poinsett estaba autorizado a emplear tres argumentos básicos para iograr la cesión de Texas: Uno, que la 1ínea de 1819 establecía la navegación común en los ríos Rojo y Arkansas, 1o que eventualmente daría motivo a colisiones y malos entendimientos. Dos, que la cesión de Tejas dejaría a la ciudad de México más al centro de sus territorios. Tres, que ta1 cesión pondrÍa definitirramente a los bravos comanches, en tierra de los Estados Unidos. ¡Vaya argumentos! Claro está que con ellos, 1as negociaciones fueron infructuosas, porque México se negaba no sólo a retroceder, sino que deseaba adelantar sus límites hacia el este. Como los tres argumentos no dieron resultado, se le autorizó a sugerir dos líneas fronterizas, la del Río 1316


Gnrluner JuaN Ax'onru ArrvtazÁru

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Grande y la del RÍo Colorado. Por la primera,podíaofrecer un millón de dólares, 1r medio millón por la segunda. Ni siquierahizo tal proposición a nuestro gobierno, porque entre otras razottes, se lo impidió la llamada guerra de Freedonia, en Texas. Hubo de conformarse con aceptar en 1.828,la frontera de L8L9. Entretanto Ward y el agente francés en México, no desaprovechaban la ocasión para desprestigiar a 1os Estados Unidos, aduciendo, como prueba de su ambición territorial, su empeño en alertar el tratado de límites entre España y Norteaméríca, Poinsett había escrito a Van Buren: "Todavia estoy convencido de que jamás podremos adelantar nuestra frontera al sur de Sabinas, sin entrar en pelea con esta gente y orillarla a buscar una más estrecha alianzacon aiguna potencia extranjera".Pero Jackson, más práctico, al llegar al poder, autorizó a Poinsett a ofrecer cinco millones de dólares por Texas.

En julio de 1.826 fue firmado el tratado de comercio México-norteamericano, pero sólo en firma se quedó, pues no fue ratificado por el Congreso, el cual desaprobó la cIáusula referente a la devolución de esclavos a los Estados Unidos, demandó la inclusión de una en que se aceptara la línea divisoria definida en el tratado de 1819. Los grandes amigos yorkinos de Poinsetl poco pudieron hacer en cuanto a procurarle triunfos diplomáticos. Agorero de buenas calidades, Poinsett alunció a Ciay, el 21. de octubre de1826,1a futura ascensión del General Vicente Guerrero a la Presidencia de México. "Tal elección -decía- favorecerá los intereses de los Estados Unidos". Pero en esto, como en otras cosas, andaba equivocado.

317 |


I Mr,ttonres

El ambiente adverso que le hicieron en Chile, fue nada comparado con el que le formarou acá 1os masones escoceses. Lo acusaron de haber instigado el complot dei Padre Arenas, he hicieron que éste así 1o declarase a las autoridades; más cuando Arenas comprendió que culpando a Poinsett no sería absuelto, se apresuró a enviarle una carta en la que le pedía perdón.

Ni los esplendidos banquetes que ofrecía, ni las fiestas que daba a los "hermanos" yorkinos, ni su amistad con Victoria, ni su intimidad con Lorenzo de Zavala v col1 Guerrero; ni sus entendimientos con Santa Anna, ni la gran sirnpatía que derrochaba entre amigos; ni su cultura e interés por las flores de México, una de las cuales lleva su nombre" Poinsett pulcherrima" -fli aquéi su singular y atrayente señorío-, detuvieron la avalancha de antipatía que sobre él volcaron millares de mexicanos de todos los partidos y de todos los matices. "¡Afuera Poinsett!" fue como un santo y seña que corrió de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, hasta que las legislaturas pidieron su expulsión. Previniendo el ridículo, habló con Victoria, y éste le ofreció abonar su conducta e inocencia ante el Presidente Adams, en una carta de su puño y letra. Altivo aún, Poinsett amenazó al jefe del Ejecutivo con pedir a Washington su retiro de México. Victoria no se inmutÓ. Y además tampoco se apresuró a salvar a su Ministro por aquella nueva derrota diplomática. Las cosas fueron de mal en peor, Poinsett trató de defenderse pubiicanclo un folleto intitulado "Exposición de la conducta política de los Estados Unidos para con las nuevas Repúblicas de América" (México,7827), v para disculpar su fracaso, escribió a Clay: "Debemos ser ir-rdulgentes con México. Que faltas son las de un niño consentido... efectos del orgullo, la ignorancia y los prejuicios". Pero un hijo de Hemv Clav que habÍa visitado a México, en 1,827, y John Sargent, delegado norteamericano al Congreso de Tacubaya, dijeror-r toda la verdad en Washington: Poinsett, indiscretamente, "se había mezclado en movimientos de partido". 318


GENERAL JUAN

Asonru AmrazÁN

En diciembre de 1827 hubo un motín frente a la casa de Poinsett y llovieron piedras en sus habitaciones. En el acto salió al balcón empuñando la insignia de las barras y las estrellas, y desplegándola, dijo a la multitud: "Estaes la bandera de la nación a cuyo ejemplo debe México su llbertad" . La multitud ernpezó a dispersarse, y acabó de hacerlo al empuje de un piquete de caballería. Pero el clamor iba en aumento: ¡Afuera Poinsett! Y el hombre de quien menos 1o esperaba ptdió su retiro de México. Ese hombre fue Vicente Guerrero. En derrota, pero no vencido, salió de la Capital en enero de 1830, y no bien hubo llegado a su país, Ie escribió a Jackson: "aunque no existe ni la más remota posibilidad de obtener Tejas mediante compra, se están fraguando las cau-

sas que 1a llevarán

a formar parte de 1a Unión

Americana". También hago una kanscripción de don José Vasconcelos, que si como historiador tray que katarlo con pinzas, en cambio, me gusta como escritor apasionado: Por no haber habido elecciones sino conjuras,los Presidentes de México recaen en el tipo Iturbide-Santa Anna, sin acercarse nunca a la categoría de un Alamán. El clero, por su parte, estima a los Iturbides que le hacen el juego. Pero a partir de la Reforma,los Iturbides dominados por la masonería, se les han convertido en azote. No por eso reniega del sistema, si hemos de juzgar por el apoyo prestado a Victoriano Huerta. Y parece que 1o que lamentan de un Iturbide a 1o Cal1es, no es que mate, robe, destruya, sino que no esté con ellos. ¡Cómo quieren entonces no vivir divorciados de la opinión si 1o que ésta reclama con justicia es un gobierno electivo como el que 319

I


M¡,r.tt¡Rt,ts

ha prevalecido en Coiombia, como el que disfruta 1a Argentina, para no citar sino casos hispanoamericanos!

No sóio al país, a la misma Iglesia le ha l-recho daño el capricho de crear en América simuiaciones de1 derecho del más fuerte en la noche de 1a historia. En vez de todo este cafrismo premedioeval,la Iglesia que era, o debió ser, una avanzada de la cultura y órgano de previsión social, debió adelantarse a los tiempos o por lo rnenos, entrar en ellos a fin de dominar las corrientes irreprimibles. En lugar de fincar sus esperanzas en un lturbide, en un PorlirioDíaz, es en el pueblo y en 1as asambleas donde debió buscar el poder po1ítico; alaluz del día v con sinceridad de propósito, es decir, resuelta siempre a servir el interés nacional, el interés de las mavorías, por encirna de grupos v prir.ilegios. En cierto modo, esto es 1o que hacían los liberales, por 1o rnenos presumían de hacerlo, Y no es de extrañarse, por 1o mismo, que la masa los siguiese. Ya en otras naciones, la Iglesia ha entrado al terreno democrático a librar la batalla de la sociedad. ¿Por qué sólo en México ha de seguir apegada a 1as fórmulas viejas? Lo que ha venido padeciendo en consecuencia de su atraso. Y todo 1o lamentable, porque la Iglesia mexicana es parte de nuestro patrimonio cultural y no será México grande mientras no conquiste la cooperación de 1o nacional v lo religioso. Estando en el poder Iturbide regresó a Nféxico el Padre

Mier que fue muy agasajado v tuvo gran influencia. Desde ei principio se colocó e1 Padre Mier en oposición contra Iturbide a favor de 1a República. La verdadera dirección del movimiento liberal mexicano fue de quedar en manos extranjeras y le correspondiÓ al representante de los Estados Unidos, don N{. Poinsett. I 320


GrNrnar Ju.tN ANonpu AluezAN

En realidad, el único suceso notable del Imperio de Iturbide fue la anexión voluntaria de Guatemala. El Salvador se atrevió a reconocer a Iturbide y al general Fili

sola, de triste memoria en 1o de Texas, fue

a

Centroaméricaaimponer por la fuerzauna adhesión que debió asentarse en la comunidad, con 1a colaboración respetuosa y el patriotismo común. Nicaragua y Costa Rica también vieron representantes en el Congreso Iturbidista y obedecían órdenes del gobierno imperial. La insurrección que aseguró el nombramiento de Guerrero se llamó el Plan de la Acordada. E1 verdadero director de política mexicana, don Joel Poinsett regresó al país con cargo de Ministro Plenipotenciario al establecerse Guerrero en el poder. La corta presidencia de Guerrero rr,.atca, sin embargo, cambios importantes en la política nacionai. De Ministro de Relaciones de Guerrero,había quedado don Lucas Alamáru que representó con éxito los intereses de la nación frente a Poinsett.

Nos habíamos separado de idea imperial española, el noble tipo de cruzada humana universal y generosa que jamás haya existido, y nos veíamos englobados en el imperialismo comercial de los anglosajones, cuyo kiste epílogo contemplamos hoy en el capitalismo decadente de la actualidad.

321.


Mntr¡oRt,ts

Mis hipótesis. Considero a Poinsett uno de los grandes culpables de los asesinatos de Iturbide, de Guerrero y miles más Era Joel Poinsett de hermosa presencia y porte distinguido. Descendía de emigrados franceses protestantes. Su cultura era superior a la de toda la gentecilla que formaba gobiernos en nuestra patria. Había estado Poinsett de espía en México, en1812, y de diplomático en Chile. Ante Iturbide se presentó como agente de los Estados Unidos, pero pronto se convenció Poinsett de que no iba a manejarlo y se retiró, no sin dejarle minado el terreno. Elevado al poder Guerrero, con apovo de las logias, Poinsett vió su oportunidad. Traía mucho dinero v en seguida se formó una camarilla cuvos jefes fueron: Lorenzo deZavala, el futuro traidor de 1o de Texas; Alpuche, gran maestre del partido, que aceptaba llamarse a sí mismo "americans", y GóñIezFarías, el pontífice del liberalismo y una especie de pastor protestante vestido de charro. En sus discursos hablaba Poinsett de la igualdad de las instituciones de Norteamérica y México. En la crónica que da el periódico "El Aguila Mexicana", de la primera recepción de Poinsett, se cuenta: "que llamó poderosamente la atención que en la primera fiesta de 1a Embajada de Norteamérica, el Ministro Poinsett había hecho colocar en uno de los extremos del salón el retrato de Moctezumai en el otro una alegoría de la América".

precisión con que se desarrollaba el programa del nuevo imperialismo. Apoyo al federalismo que aumentaba la dispersión de provincias ya de por si mal comunicadas. La separación de Guatemala y demás países centroamericanos sería la primera consecuencia del federalismo, el primer triunfo del programa Poinsett. Obsérvese

1))

1a


Cnx¡trrl

Jue¡.- A\DREU AI \IAZÁN

En seguida, el homenaje a Moctezuma ocultaba el propósito de borrar el recuerdo del grar-r pasado español, en favor de un cacique inclio desventurado. Contra el México grande de Cortés v los virreyes, Poinsett erguía ei México de Moctezuma que abarcaba apenas el altiplano de Anáhuac. La política interior la dominó Poinsett por medio de la creación de logias que \¡a no responclerían a ia influencia inglesa y francesa, sir-ro directamente a la influencia de Norteamérica. Tal fue e1 objeto del rito yorkino cuva matriz estuvo siempre en Nuer.a York. Er, lo inmediato de la misión de Poinsett, se dirigía a echar por tierra el tratado de límites celebrado por el lv{inistro Onís

con Washington, por el cual nuestra frontera 11ega a Louisiana, v a concertar un nuevo tratado cle iímites que poniendo ia frontera en el Río Bravo nos quitaba de golpe todo Texas, poblado desde hacía dos siglos por mexicanos.

En las reuniones de 1a Embajada, Poinsett fungía de maestro de los agitadores y políticos que con el apovo del "partido americano" llegarían a ser diputados, ministros, presidentes. Poinsett recogía el fruto de ios trabajos de su primer viaje. La elección de Guerrero era triunfo de los "americanos". ...Só1o la mala fe ha podido dejar que corra la especie de que la Doctrina Monroe tenía por mira proteger a las nacionalidades nuevas de las invasiones de Europa. España ya no podía invadirnos,había sido derrotada totalmente en el sur. Inglaterra también había fracasado en

sus intentos de ocupación de territorios. La Doctrina Monroe, en realidad equivaiía a una declaración de la Presidencia yanqui en las cuestlones del Nuevo Mundo. Lo que preocupaba a los Estados Unidos era que Francia 323 |


I Mnrtonrls

o Inglaterra se adelantasen apoderándose de Cuba, que ya se había reservado para sí.

Por eso lo primero que hizo Poinsett fue destruir los pianes que México y Colombia habían concertado Para liberar a Cuba y anexarla a México, lo que hubiera sido natural y clebido. Para la expedición de Cuba, contaba Colombia con doce mil hombres aguerridos listos para embarcarse en Cartagena. México debía suministrar, asimismo, tropas y embarcaciones. Poinsett, siempre vigilante, intrigó contra el proyecto que Alamán apol'aba. Los Estados Unidos se mot,ieron también en Colombia, amenazatoT:.. Con eso bastó. El criterio imperante en la mayor parte cle 1a gente de lv{éxico nos 1o da el traidor Zavala, jefe por entonces de los americanos: "N{éxico -afirma en su historia Zavala- necesitaba curarse de sus heridas..., no estaba para aventuras... Además -decía Zavala-, sí no fuese por la poderosa escuadra británica ya Cuba habría corrido la suerte de la Florida y 1a Luisiana, suerte feliz dice-, si se considera como debe ser, 1a que toca a ios habitantes que entran en los goces de la más amplia libertad social y reciben del nuevo gobierno el derecho de gobernarse a sí mismos". Tal fue la suerte que pocos años más tarde ayudaría a separar a Texas e1 propio Zavala, aunque ahora sus descendientes anden de parias como toca en suerte a las razas que no saben darse a sí mismas la libertad y esperan recibirla como merced del poderoso. Fracasó, pues, Alamán, y triunfó Poinsett coludido con mexicanos: Cuba no fue mexicana ni fue libre; estaba reservada desde entonces para posesiór-r de los Estados Unidos de Norteamérica.

1324


GrlErt,,i ]u,rx ANnnl.r AllrlzÁiri

]

La segunda derrota de Alamán es todavía de mayor trascendencia. Ni siquiera ia mencionan los menguados textos de nuestra miserable historia patria. No hallando arnbiente para la celebración del Congreso de Tacubava, Alamán.. como Ministro cle Itelaciones de Guerrero, se dedicó a concertar ei tratado de Alianza con Colombia. Aparte de l¿rs cláusulas uSu.ries de alianza y ofensiva, ei tratado contenía ias siguientes cláusulas de trascendencia obvia: Artículo XIII. "Ambas partes se obligan a interponer sus buenos oficios con 1os gobiernos de los dernás Estados de América, antes españoles, para entrar en este pacto de unióry iiga v confederación perpetúa" ... Artículo XIV. "Luego que se har.a cor-rseguido este objeto se reunirá una asamblea genelal de los Estados Americanos compuesta de sus pier-rlpotenciarios, con el encargo de aumentar 1as relaciones íntimas que deben existir entre todos y que les sirva de Consejo en 1os grandes conflictos, de punto c-le contacto erL ios peligros comunes, de fiel interprete a sus tratados v de juez árbitro y conciliador en sus disputas y diferencias". Firmaron este fratado Alamány el Ministro de Colombia en México; Poinsett informó v la cancillería er-i \,Vashington hizo que en Colombia se 1e introdujesen modificaciones. Sin embargo, testada 1a palabra 1uez, fubitro io firmaron v promulgaron don Vicente Guerrero y Alamán, ei 2 de diciembre de 1823. El31 c1e diciernbre se hicieron al tratadc) modificaciones esenciales que volr,ieron a despertar al recelo de Poinsett. Una c1áusu1a del nlle\ro tratado decía: "Los productos territoriales de uno r- otro país introducicios por sus puertos en buques indisiintamónte colombianos o mexicanos gozaránde la rebaja del dos v nredio por ciento de ios derechos de importación, etc." Esta cláusula ?)4 ---l

1


I Mrt'tottt,rs

motivó larga discusión en que se interpuso Poinsett y envió notas del propio Clay. La ocasión la dió el tratado que concertaba Poinsett entre México y los Estados Unidos: en é1 se exigía que los Estados Unidos obtuviesen el mismo trato que el otorgado a las repúblicas de origen hispánico. Alegaba Alamán la diferencia de circunstancias, nuestra comunidad de origen y soiidaridad anterior a 1a Independencia,y Clay hablaba de que los Estados Unidos

con ia Doctrina Monroe, garantizaba la independencia americana. El resultaclo fue que Colombia 1ra no ratificó el tratado.

MIS HIPÓTESIS De entre 1o que don Eduardo Enrique Ríos cosecha del libro que escribió J. R. Poinsett, espigo 1o siguiente:

8n1822... ¡Lástima que Iturbide, ese criollo molesto, sea emperadorl ¡Cuánto rnejor sería una repúblical... Acaso entonces de república a república, entre arnigos, pudiera insistir en 1o de los territorios ambicionados Pero don Agustín, ¡qué estorboso! Lo bueno era que no habría de durar eternamente; ya se tambaleaba su dorado sillón... Ei 21 de octubre de1826, Poinsett anuncia a CIa\'la futura ascensión del General Vicente Guerrero. (Carta de1 Presidente Guerrero al Presidente Adams, del29 de julio de 1829). En derrota pero no vencido, salió de la Capital en enero de 1820 y no bien hubo llegado a su país, le escribió a Jackson: "Aunque no existe ni 1a más remota posibilidad de obtener Texas mediante compra, se están fraguando las causas que 1a ilevarán a formar parte de la ljnión Americana".

1326


Grx¡tr¡i

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Aronru Alr.razÁx

I

Con estos antecedentes explicaré porqlle considero a Poinsett uno de 1os grandes culpables de los asesinatos de Iturbicle, de Guerrero, de miles de mexicanos... y de norteamericanos. En páginas anteriores dije con furor, porque me estaba refiriendo ai trato despiadado del padre Cuevas para don Vicente Cuerrero, que iturbide encor-rtró la muerte que buscaba. Pero mi furor es siempre pasajero \'ltunca he sido partidario de los asesinatos poiíticos. Por eso trato de explicármelos v de ar.eriguar quiérres fueron 1os verdaderos autores de los crímenes de que hicieron víctimas a lturbide, Guerrero, Aquíles Serdán, Pascual L)rozco, Francisco I. l.{adero, Felipe Angeles, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Lucio Blanco, Francisco Murguía, Francisco Vil1a, Francisco Il. Serrano, Arnulfo R. Gómez, Álvaro Obregón, Saturnino Cedi11o, Andrés Zarzosa.... Repito que de los dos primeros, de Iturbide y de Guerrero, me parece culpable Poinsett, por las siguientes razones:

Iturbide había cometido graves desaciertos: No había buscado, sobre todo, e1 apovo de1 pueblo rnexicano por medio de 1os jefes insurgentes, sino el de los pretorianos, que siempre estuvieron a las órdenes de 1os dominadores peninsulares. No había imitado el ejemplo de desinterés de Bolí".ar, ni considerado que la fama de las instituciones angloamericanas forzosamente había de alcanzar a los mexicanos. Había iniciado la rebatinga de los intereses nacionales con sL1 sueldo, con efecto reh"oactivo, de ciento.",einte mil pesos, de aquellos pesos, v el millón de gratificación que se asignó; sobre todo, el inverosímil tasajeo que inició cle las magníficas tierras de Texas, adjudicándose un cuadrito de 1C0 kilómetros por lado, o 1o que es 1o mismo diez 327 |


] MnroHr,+s

mil kilórnetros cuadrados de a cien hectáreas o sean: ¡un millón cle hectáreasi

De cualquier manera, sus generales divididos por sus propias ambiciones no i-rubieran obedecido tan uniformemente a los españoles enemigos de Iturbide, si una mentalidad superior, ia de Poinsett, no hubiese utilizado al efecto, la gran logia escocesa para mover a los generaies Echávarri en Veracruz, Morán en Puebla y Negrete en las habitaciones del Palacio Imperial. Con ellos traicionaron e1 Marqués de Vir.anco, Cortázar y Lobato v frente a éstos, etr mismísimo Santa Anna, de quien de sobra se sabe que fue catequizado por Poinsett, desde el primer día que éste pisó Veracruz. Afortunadamente no quisieron tener nada que \¡er con ei grotesco I'lan de Casa iv{ata, de1 2 de febrero de 1823, para realízar el segundo funesto cuartelazo, los sinceros y abnegados republicados Guerrero, \'ictorta, Btat'o...

Naturaimente, después de caer e1 dorado sillón que Poinsett vió meses antes que se tarnbalealra, el destierro y el asesinato de Iturbide, eran consecuencias naturales. VICENTE CUERRERO La inmr-rnidad de los presidentes insurgentes Victoria y Guerrero al terrible virus de la propaganda angloamericana, se antoja algo sobrenatural. El avasailador emisario que trae el respaldo del gigante que se levanta en el norte, entusiasma, embriaga y convierte en miserables traidores a la patria v a su raza, a gentes de notables talentos y cultura y de briiiante porvenir; sin embargo, fracasa de rnc¡clo absoluto frente a la rectitud l, buen juicio de rústicos patriotas, que con admiración sin límites, no vacilan en permanecer inconmovibles en 1o que su corazón les indica, que es su deber para sus creencias, para sus familias, para su pueblo y para su ra;za. For eso deciden ir con Colombia a libertar a Cuba v prefiei 328


GrrrRrrl JueN Aron¡u AnmzÁr-

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ren tratados comerciales y alianzas con los países hispanoamericanos, y Victoria deiruncia ante el Congreso, la falsedad de la Doctrina Monroe. Ciertamente, Poinsett aconsejó en la organización de las logias 1o que e1 frresidente Victoria juzgó conveniente para hacer frente a 1a constante ofensir.a de los peninsulares escoceses incorregibles: ciertamente daba a 1a organizactónun gran impulso 1a fama fabulosa de las ir-rstituciones republicanas de allende el Vlississippi. Pero hav que comprender que con Poinsett o sin é1, la masa de mestizos recién inclependizad.os, era materia pronta a organizarse v confesar que a la hora buena, los patriotas repudiaron a Poinsett v e1 Presidente Guerrero 1o expulsó del país.

yorkinas,

orgullo satánico de Poinsett no podía conforrri;*'se con menos, que con la vida del Presidente Cuerrero, por r,:i iriiraje que recibió alser expulsado. Entre la fecha que supo de ia carta de|29 de julio, a su salida del país, en enero de 1830, tuvo i-icm¡ro para desarrollar sus arteros procedimientos, pero al no contar con 1os patriotas yorkinos, que eran en general sinceros guerreristas, y al convencerse de que con ios idealistas que luchaban por el feudalismo, jamás realizaria su decisión de despojarnos, adoptó funesta, pero eficaz resolución de acabar con los gobiernos populares y entregar, pata siempre, el país a un clan de peninsuiares, escoceses y pretorianos que para poder imponLrrse al odio oopular, tuvieron necesidad de someterse a las implacables exigencias de Washington. lv{e parece que el

Revisemos los acontecimientos para convencernos de que fueron obra de una poderosa mente maquiavélica: Desde que cayó Iturbide en 1823, Victoria, pri.mero como miembro del Supremo Poder Ejecutivo y luego corrro Presidente, gobernó suavelnente, sin derramar una gota de sangre, pero ya al


I lvfENronas

final de su período, tuvo la ingenuidad de nombrar Secretario de Guerra al general realista, Manuel Gómez Pedtaza, que tenía humos de áristócrata y contaba con el frenético apoyo de los peninsulares. Naturalmente la candidatura de éste y la presidencia, fue opuesta a la tremendamente popular de Vicente Cuerrero. Todala formidable mafia de españoles y la "crema social" que no podían aceptar en la Presidencia a un caballerango (como 1o 11amaba el Padre Cuevas) porque é1, su mujer y su hijita eran prietos y no sabían de polizones, ni de minuets, hicieron 1o imposible por to*pru, 1os dos votos de cada Legislatura de estado que habían de dósignar Presidente. Así, once Legislaturas votaron por Pedraza y r-r.r",ré por Guerrero. El pueblo indignado por la desvergonzada turla deiu voluntad unánime, se insurreccionó, como debe insurreccionarse siempre el pueblo, no el eiército (e1ejército debe seguir

al pueblo), verifiiando el movimiento de la Acordada. El pueblo triunfó y saqueó justamente a los incorregibles peninsulares.

Había sucedido en la elección exactamente lo que en 1940; el pueblo mexicano eligió a Almazán, pefo el asesino de mexicanos ón Veracru z en791,4, Josephus Daniels dijo no y entonces 1os diputados declararon cínicamente que Ia proporción de 95 y 5 por ciento, era al revés, 5 v 95 por ciento. El jefe del movimiento triunfante, General Guerrero al renunciar Pedrazay salir del país, exigiÓ que el Presidente Victoria terminará su periodo y convocara a nueva elección de la que Guerrero no tuvo contrincante, pero escogió y recomendó para vicepresidente a Anastasio Bustamante, que tenía alto grado yorkino-y era solicito servidor de sus jefes, desde lturbide, prefirién-

dolo sobre dos grandes elementos, don Ignacio Godoy y

e1

General Melchor Mú,zquiz. Guerrero prefirió a Bustamante porque juzgaba que era buen elemento militar, que podía ayudarlo i rechazar la nueva invasión de españoles que ya se palpaba en el ambiente. I 330


Ccxrn,r.l JueN A\DnEU Ar.rrazÁN

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Guerrero tomó posesión de la Presidencia el1o de abril de 1829, y eldía 15 del mismo mes, nombró Secretario de Hacienda aZavala. Guerrero, como Victoria, parecía en sus funciones indolente, porque anhelaba que todos 1os ciudadanos tomarán parte en la cosa pública, pero era muy activo e inflexible en relación a la independencia, al federalismo, al antimonarquismo, al respeto inviolable de la representación nacional, a la nivelación de las clases sociales y partidario de la expulsión de los peninsulares incorregibles. Jamás cobijó despotismos ni arbitrariedades. Se empeñaba en hacer respetar las normas federales, recibía con sincero piacer a cuantos deseaban verlo, procuraba tener contento al ejército y estaba resuelto a consolidar el gobierno democrático. En el mes de julio de 1829, se supo que había salido de Cuba, una armada española con dirección a ias costas rnexicanas . El27 de ese mes, desembarcó a doce leguas al sur de Tampico la división Barradas, fuerte con 3,500 hombres. El Presidente Guerrero desplegó inusitada actividad y energía, en organizar la defensa del país y en desbaratar las perversas maniobras de Poinsett y ZavaIa. El Congreso, espontáneamente, Ie

concedió facultades extraordinarias al efecto, para que diera cuenta de su uso al próximo Congreso, en enero de 1830. También se supo que en Huatulco, en el Pacífico, había habido otro desembarque y que la escuadra de Tarnpico había regresado a I-a Habana, para traer a la dir.,isión del centro, va dije la de Barradas era de vanguardia, para desembarcarla entre Tuxpan t¡ Coatzacoalcos.

Ante tan terrible emergencia, e1 Presidente Guerrero reunió lo mejor que encontró en el país de elementos de guerra, para formar un ejército de reserva, que situó en Jalapa, enr,,iando al Vicepresidente de 1a República, General Bustarnante, para que tomara el mando de los tres mil hombres que había podido reunir, des331 |


I Mrtrlontls

guarneciendo prácticamente la capital, Puebla y otras ciudades importantes. Aunque el Presidente Guerrero sabÍa que vendrían a conspirar, decretó amplio indulto para Bravo \. demás desterrados de Tulancingo, restituyéndolos en sus empleos v iiquidándoles sus sueldos completos. El 20 de septiembre con júrbilo delirante, se supo en 1a capitai la derrota y capituiación de la divisiÓn Barraclas en Tampico, y e1 1o. de octubre llegaron las banderas de1 enemigo. En medio de tanto júbiIo, 1a conducta del ministro Zavala, intercediendo por Poinsett V pidiendo concesiones en Texas, se hacía intolerable y 1o expulsÓ Guerrero del Gabinete el trismo 1o. de octubre de 1829. En esos dÍas, con ia r,ictolia resonante ,la iuerza del gobierno era enorme ). sóio una yoluntad indomable como ia de Poinsett, con el respaldo enorme de una potencia en creciente, podía sentirse capaz de idear, organizar v ejecutar el tercer cuartelazo en el país. Só1o Poinsett era capaz de arrancar a santa Anna, del teatro de su victoria en Tampico, para traerlo a Jalapa, sin autorización del Gobierno, para planear ia traición al Presidente Guerrero, en Ia creencia de que é1 sería el aprovechado del cuartelazo, que estalló el4 de diciembre de1829. Só1o Poinsett podía lanzar a la traición a ias tropas de Campeche v Yucatán, qlle se adelantaron desde el5 de noviembre. Só1o Poinsett podía contener en el cuartelazo al Geueral Terán, que tenía en el territorio de su mando las importantes guarniciones de Matamoros v Galveston, en contacto con 1os "cololizadores" descontentos de Texas' sóIo Poinsett, podía organizar en 1a capital, la traición del General Quintanar, yorkino prominente, como Bustamante, para atacar por ia espalda al Presidente, el 22,Je dicieml¡re y que amaneciera

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Clr-rnar ]u,rr ANDRII-I At,rL,+zÁN

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el 23 compartiendo el mando con llucas Alamánl, jefe aparente de los escoceses centralistas -v quien desde años atrás estaba encerrado en Guanajuato, cuidando con avaricia las cuantiosas riquezas de sus parientes, v las de 1os herederos de Hernán Cortés. ¡Lucas Alamán dei brazo de Lorenzo de Zavala y de José Antonio Facio, tenebrosos lugartenier-ites de Poinsettl

Y Poinsett se quedó en 1a capital hasta asegurar su fantástico triunfo. E1asqueroso traidor de Tiquilpan, entró a la ca¡ritai con su ejército el 31 de diciembre de 1829, a gobernar con el ga.binete impuestc, por Poinsett, del partido contrario a Bustamante: Alamán, Mangino, Espinosa v el preferido de Poinsett en Guerra, e1héroe desconocido: José Antonio Facio.

Así se explican las palabras de Poinsett al llegar a su país: "Aunque no existe la más remota posibiiidad de obtener Texas rnediante la compra, se están fraguando las cau-sas que la llevarán a formar parte de 1a Unión Americana". Claro, había optado por ordenar que los pretorianos en un mar de sangre, se hundieran en el centralismo y l-rostilizalan a los "colonos" tejanos, para darles pretextos ideales a fin c1e proclamar su independencia y su anexión. Pero falso de toda falsedad io que asegura e1 Padre Cuevas, relativo a que los vorkinos secundaran entusiastas al traidor de Jiquilpan, empezando por el Congreso. La verclad es que los mexicanos habituados a que durante nueve años Iturbide, Victoria y Guerrero respetaran celc,samente 1a vida humana, se encontraron de pronto en las garras de la soldadesca más sanguinaria que por el terror iba adueñándose del país, para domarlo hasta

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] Mrrvtontes

revolución de Ayutla echó por última vez a Santa Anna. el Congreso, frente a 1as puntas de los puñales y a las É".o "r-, miras de los fusiles, nunca faitaron rasgos de patriotismo y de virilidad. Un diputado dijo: Retirémonos a nuestros estados y apresurémonos a anunciar a nuestros comitentes que no ha1' en México otro poder ni otro derecho que ei de la fuerza, v que delante de esta soberanÍa miiitar de las bayonetas, sin reg1as, sin deberes, sin conciencia, no hay Constitución, ni leyes, ni bien, ni mal, ni pasado, ni porvenir; que ésta es la soberanía de la fuerza v 1a forma más absoluta del poder absoluto. Renunciad, señores, vuestras dietas, vuestras comodldades v a vuestros temores. La Patria que

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exige de nosotros nue\ros sacrificios. Y don Andrés Quintana Roo, produjo el si-guiente dictarnen: cle ZQué quiere decir imposibilidad moral? ¿Hemos hacer al Congreso de la capacidad rnental de Cuerrero para complacer a1 que 1e ha reempl azado? ¿Y cuál serÍa én este caso la regla, e1 modelo qr-le se propondría seguir esta asamblea en semeiante calificación? ¿lrlo es este mismo Guerrero a quien la naciÓn ha colmacio de ironores: a quien los mismos que hoy pretenden declararlo imbécil, 1,o exaltaron otras veces, hasta compararlo con 1os más ilustres personajes histÓricos? ¿Desde cuándo ha perdido el uso de larazón? ZQué aiteración se ha notado en sus facuitades morales? ¿Qué rnuestras ha dado de fatuidad? Y ¿cómo se quiere, señores, que los representantes de los Estados Unidos Mexicanos pronuncien un fallo semejante, declarando demente al hombre que no 1o está en realidad, añadiendo de esta manera a la iniusticia, el insulto y la ignominia? Pero ésta recaería sobre nosotros: sobre nosotros mismos, que hace un año 1o nombramos Presidente de 1a República; sobre nueve estados que 1e I 334


GrNrnrrr Ju:rN Ar¡nru Ar,rt-rzÁx

dieron sus sufragios; sobre los otros que han obedecido tranquilamente por ocho meses; sobre el ejército que ha triunfado de 1os enemigos exteriores bajo su dominación, por último, sobre 1a nación entera, que ha admirado su --v, patriotismo y canonizado sus serrricios eminentes. Contentémonos y contentemos al poder que domina, con decir que Guerrero está imposibilitado para gobernar, sin entrar en el examen de las causas de sernejante imposibiliclad. ¿Verdad que todo esto, excelso, es mur- distinto de la porquería que pinta el Padre Cuer.as? Se burla e1 Congreso cte Bustamante, porque 1a in'rposibilidad de Guerrero para gobernar estaba constituida por ei pretoriarrislno que rnartirizó a1 pueblo rnexicano desde el 15 de septiembre de 1810 hasta 7827, que ahora resucitaba más cruel \, más cobarde. En cuanto a1 lvlonstruo de jiquilpan por nada debe avergonzarse Michoacár-r, porque fue uno de los estados más viriles y más leales en la defensa de 1as ii-rstituciones, bajo el gobierno del patriota Gobernador don José Salgaclo v la heroica lucha de Juan José Collados, Gordiano Guzmán v muchos más. Y el colmo de 1a ignominia: cuando el Gobernador Salgado, sentenciado a muerte,logra escapar clel convento de San Agustín, el chacal número uno de Ia trilogía: Bustamante, Alamán y Facio, ordena al comandante militar de More1ia, Pedro Otero, aplique a 1os compañeros Salgado que quedaron en prisión,1a ley de su invencióry la ley Bustamante,la 1e\. fuga, y el aliérez clel batallón de Morelia, Trinidad Ríos, es el encargado de mandar a la inmortalidad a José María Méndez, Gregorio Mier, José María Cisneros, Ruperto Castañeda,Ignacio Orttz r, Antonio Mier. Pero no era só1o en Michoacán, en toda la Repúb1ica se mataba ferozmente v no sólo a los guerreristas, a los patriotas, a los yorkinos, sino especialmente, a los antiguos insurgentes.

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] Ir'frrvronas

Para terminar con tanto asco, nada más apropiado que consignar algunos datos sobre las andanzas de nuestro conocido Lorenzo de Zavala, Quien se encarga de decirnos que 1o visitaba todos los días e1 monstruo Alamán. Después de arreglar todos sus asuntos con Bustamante, Alamán v Facio, de parte de Poinsett naturalmente, sale el Lo de junio de L830 del país, y al llegar a Nuer¡a Orleáns, publica un folleto terrible v calumnioso contra México v los mexicanos, para agradar a 1os vecinos. A pesar de eso, regresó al país en 1832 y no só1o eso, sino que en 1833, se restableció en e1 goblerno del Estado de México, v en 1834 el Presidente Gómez Farías 1o manda de Ministro a Francia. De modo que sacaba provecho 1o mismo de Bustamante, que de Santa Anna, que de Gómez FarÍas, Lrara resultar que en 1835 va encabeza a k¡s traidores texanos según va a verse: El 22 de junio del siguier-rte año, se celebró una reunión ile colonos texanos de 1os cliversos dlstritos, con el objeto de tratar 1a misma cuestiót-1, en San Felipe, Texas, y a e1la .rsistió tan-rbién Zavala. Reiiriéndose a esta junta, dice Bancroft: "No se puede negar que no se omitieron medios por el partido de la guerra para atizar la rebelión. La malroría de ios colonos estaba inclinada alapaz, y hubiera continuado así, a no ser por 1a excitación que causaron los acalorados discursos y exageradas representaciones, penosas de discutir, sobre la n-otoria enemistad del gobierno. El punto principai de acaloramiento sr.rrgió al señalarse que asomaba el espectro del despotismo, no sólo por los texairos, sino también por muchos mexicanos prominentes, como don Lorenzo de Zavala, que acababa de ser Gobernador detr Estado de México, y gue, huyendo de la tiranía de Santa Anna, había buscado refugio en Texas, y Viesca, ex gobernador de Coahuila, que antes de su caída se había dirigido a los texanos en estos términos: "Ciudadanos de Texas,lel'anI 336


Grxrn.t

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taos o reposad para siempre. Vuestros más caros intereses, libertad, propiedad y existencia misma, dependen de la veleidosa voluntad de vuestros peores enemigos. Vuestra destrucción está resuelta \¡ sólo la energía y fir:ir'eza de los verdaderos republicanos puede salvarnos... Estos agitadores representaban, además,1os intereses de los especuladores de tierras del norte de Estados Unidos, y los de los sostenedores de la esclarritud en el sur".

Con todo 1o expuesto, parece diáfano el informe del 12 de agosto d.e1,837, del Ministro norteamericano Greenhor,t, al Secretario de Estado Forsvth. Una carta de Poinsett todavía seis años después de su expulsión, es valiosa credencial ante Bustamante. Este se mantiene celosamente sumiso a Washington, dispuesto

a aceptar todas las demandas y no reclamar jamás en el asunto de Texas. Y 1o más indicador: los ministros de Bustamante no desperdiciaron ocasión de asegurar a Washington, que 1os indisciplinados correrán la suerte de Vicente Guerrero.

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