MEMORIAS General Juan Andreu Almazán TOMO II

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MEMORIAS GsNrRar JuaN AxoREu AruazÁN

TOMO II



MEMORIAS GEN¡nal luaN ANpnru ArtrazÁN

TOMO II Aoarernro ARruRo Mapeno Qurnoce COMPILADOR

MoNrrRRrY, NUEVo L¡óN, MÉxico 2011


Primera edición,2011 Impreso y hecho en Monteney, México Printed md made in Monterrey, Mexico

CRÉDITOS Rep r o du

Compilación:

Adalberto

Artuo Madero Quiroga

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Femmdo Martínez, Alejandro Almazán y Maria Luisa Soler

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José Antonio Olvera Sandoval Diseño gráfco:

Leonardo Arenas

Ar chiz¡ os do cumentales : Hemeroteca de El Universal. E1 gran diario de México, México, D.F. Archivo Histórico del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F.

Asesoría documental:

Joselina Moguel Flores Corrección de estilo:

Laura Guillén Soldevilla, Martha JohanserL Ernesto Castillo, Francisco Ruiz, Salvador Guerra, Ricardo Martínez y losé Antonio Olvera Capturistas:

Mmía de Lourdes Vargas y Mmco Antonio MuñÍz

Archíaos fotográflcos:

Archivo Histórico del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, México, D.F. Archivo prlvado de Carmen Almazáry México, D.F. Archlvo privado de Josefina Moguel Flores, México, D.F.

Fototeca Macadám J.L.A. Palomo, México, D.F.


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IDEAS DE soñADoRES

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ApenrercN DE Zapnr* Los zapatistas estuvieron a punto de fusilarme. El recuerdo de mi padre y mi mano derecha falta de un dedo, me salvaron En 1a tarde de131 demarzo llegué a Cuautla, encontrando la ciudad en estado de alarma, porque habÍa aparecido en el estado de Morelos una fuerza revolucionaria cuya magnitud aumentaba prodigiosamente hora por hora. Me dí cuenta durante la noche y al dia siguiente de que todas las salidas estaban rigurosamente vigiladas por las fuerzas federales que ocupaban fortines. Sin conocer a nadie era para mí imposible justificar un solo paso hacia fuera, por lo que, presa de trernenda incertidumbre, tuve que resignarme a consultar mi situación con la almohada,laque me dió la solución al recordarme que tenía yo un pariente en Yecapixtla,

comerciante acomodado, de nombre Teodomiro Gonzále2. Al despuntar la aurora me despertaron las dianas del2 de abril, que tanto me hacían goz* en mi niñez en Pueblai y luego me dispuse a abordar el tren con boleto de regreso a México, pero fingiendo


I Mmaonus

que me dejaba, por descuido, en Yecapixtla. De la estación fui al pueblo, a la casa de mi pariente, Ia que encontré acogedora, bonita, fresca, con lindo corredor y profusión de plantas tropicales. A Gonzálezle dio gusto verme y se me rió en las barbas a grandes carcajadas con mi cuento chino de que pensaba pasar con mi padre la Semana Santa en el Río Mexcala, para luego regresar a mis estudios en Puebla. Me contestó que la víspera había regresado de Puebla, y que en mi casa, muy afligidos, le habían referido mis andanzas por Texas y que no sería difícil que en unos cuantos minutos me llamaran de Ia Presidencia Municipal o del destacamento. Convinimos en que 1o indicado era que al terminar de comer montara en su mejor caballo y aprovechando la siesta de las autoridades saliera al campo siguiendo una ruta que me explicó detalladamente, por parecerle la mejor para evitar encuentros desagradables.

Entre dos y tres de la tarde, con un calor sofocante, portando mi traje azul oscuro, único que había podido comprarme para el frío de San Antonio, y un sombrerito gris, flexible, que allá había adquirido en una barata por veinticinco centavos de dólar, emprendí la marcha. A medida que me alejaba del pueblo y avanzaba en campo abierto, un bienestar gratísimo invadía mi ser. sentía que el brío y Ia fortaleza de mi hermoso caballo colorado me pondría a conveniente distancia de posibles perseguidores en el momento en que se necesitara y por primera vez comprendÍa cómo se levanta la moral cuando siente uno que el peligro sólo puede venir por la espalda, porque entonces se advierte que las piernas delcaballo, o de uno en el peor de los casos, son una garantía. Probando a cada momento que la cabalgadura respondiera a la menor presión de mis extremidades, un torbellino de recuerdos y esperanzas bullían en mi cerebro. Me dolía del fin de Aqui1es Serdáru condenaba la indecisión y las componendas de San Antonio, repasaba las instrucciones que debía comunicar a los revolucionarios del sur, ansiosamente pensaba descubrir en cada 110


Crxrn.,rl Juel Atotpu AnrezÁx

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grupo de campesinos o de jinetes en paciente burros a los desafortunadamente anheiados "pronunciados".

A eso de las cinco de la tarde al cruzar e1 poblado de Teteliila una buena mujer me dijo que hacía como una hora había pasado incontable multitud de maderistas, una tromba de jinetes. Loco de contento arranqué mi voluntarioso cuaco sobre el camino que me indicó, cantando: al fin, al fin... Pero a poco mi contento habría de convertirse en amargura, cuando como a media legua, en una plazoleta me topé con seis de a caba1lo, armados, que jugaban una especie de zorra; peÍo bien zorros; como pude comprobarlo cuando al momento me rodearon v a gritos de ebrios perdidos decidieron "quebrarme" por espía "científico". Tuve quehacer prodigios de alarmadísima elocuencia para convencerlos de que si me mataban talvezellos siguieran la misma suerte al enterarse su je{e de que habían sido los culpables de que no recibiera 1as instrucciones que traía yo del señor Madero a fin de que fuera a recibir muchas armas y mucho dinero para asaltar la Capital de la República 1, fusilar al tirano. Bueno, "ñeros", (compañeros), vamos llevando a este catrín con Emiliano para que toda la "compañía diga quien le "1ierua" cuando lo "mátemos". Por fin se pusieron de acuerdo y me mandaron: "Jálele valedor, a ver si como ronca duerme". Entonces oí por primera vez elnombre de Emilian o Zapata, que había sucedido en el mando a Pablo Torres Burgos, quien se había separado de su gente dolido de algunos abusos de los insurrectos, y quien había sido asesinado a continuación junto a su hijo de doce años por los rurales de Vi1legas, al ser sorprendidos un medio día durmiendo la siesta en un arroyo.

Al pardear la tarde alcanzamos a los maderistas, en número de unos ochocientos, que habían hecho alto en el pueblo de Tepexco, 11 |


I N4nroni,rs

ya del estado de Puebla. También en 1a plaza del lugar me acribillaron las miradas desconfiadas y las palabrotas burlonas de 1a gleba que había roto sus diques, me 1'uzgaba por mi indumentaria inadecuada. Ahí me salvé gracias a la vida entera de apóstol de 1os desvalidos, de mi padre.

Ante el casi mutismo observador de Zapata, sus segundones me interrogaban atropelladamente. Llamó mi atención la figura del segundo en el mando, un individuo muy a1to, enjuto, medio borracho, con estrafalaria vestimenta: paletó negro, probablemente de algún hacendado gigante, porque casi llegaba a1 suelo, v un gorro pardo de astracán. Era Margarito Martínez "La BeceÍra" , glTetrerense de origen. También, entre los mandones estaba otro coterráneo mío, Amador Acevedo, de Huitzuco, y Próculo y Jesús Capistrán, Lorertzo Yázquez, Francisco Mendoza, Jesús Jáuregui, Felipe Neri, Amador Salazar, Juan Duarte, Ploquinto Galis, y algunos más. Un poco aparte del grupo director estaba Gabriel Tepepa, que se les había unido ocasionalmente con su propia gente de Tlaquiltenango y de Tepoxtlán, y sin estar subordinado a Zapata. Era Tepepa un anciano, menudo, estevado, con la cabeza metida entre 1os hombros, moreno y taciturno. Su segundo 1o era su hijo Alvaro, un muchacho muy agradable. No sé por qué adiviné a primera vista cierta rivalidad entre Gabriel Tepepa y Emiliano Zapata. Más tarde me platicó Zapala que estaban a punto de combatir los dos grupos, desastre que se evitó con la novedad de mi llegada trayéndoles noticias del norte. Ante mi declaración de que había tenido que ver con Serdán y ahora venía como enviado de la Junta Revolucionaria de San Antonio, todos mostraron escepticismo. Pero al contestarles que mi nombre era Juan Andreu, y luego afirmarles, a su pregunta sobre si tenía a1gún parentesco con el homónimo Tío Juan, y que era hijo suyo, se produjo un cambio milagroso. Con interés evidente y para convencerse de que no mentía, me preguntaron dónde se 112


G¡NpRer JuAN

ANDRELT l\LNrAZ,iN

haliaba mi padre, contestándoles que hacía diez años permanecía enterrado entre los indios en el infernal cañón de Oztutla, en su fábúca de esencia de linalce, cosa que a muchos de los presentes les constaba, según pude ver por sus movimientos de cabezaafumativos. Finalmente, Amador Acevedo dijo: "A Juan, el hijo de Tío Juan, le falta un dedo en la mano derecha, aver, enséñame la tuya. Al ver todos mi mano se aclararon los semblantes y se hicieron amistosos, cordiales y generosos. Alguien pidió que 1es hablara e1 "Embajador" ¡z desde entonces me llamaron así. Ofrecí hacerlo al día siguiente, por la mañana. Zapata dispuso que en unapieza pusieran dos camas para é1y para mí. Casi nos la pasamos de claro en claro, platicándole yo de 1o ocurrido en Puebla y San Antonio, y comentando las noticias procedentes de todos los ámbitos del país. El me refirió cómo habían organizado ei levantamiento de Vi1la de Aya1a, a las órdenes de Pablo Torres Burgos, y cómo éste se había separado de e1los para ser asesinado a las pocas horas con su hijo, un niño, por los federales. Me aseguró que Burgos se les había alejado por condenar los abusos de algunos de los "pronunciados". Que a é1tampoco le agradaban, pero comprendía que era imposible reclutar blancas, y había que recibir a la multitud que llegaba, formada en su mayor parte de sujetos profundamente resentidos, víctimas de seculares atropellos y explotaciones sin misericordia de hacendados y caciques. La misma grata impresión que me produjo Emiliano Zapata eI día que 1o conocí, persistió en mi ánimo hasta 1a ú1tima vez que 1o traté, 1o mismo que en el intermedio en que estuvo vigente 1a orden -en absoluto injusta- que dio y después lamentó, para que me fusilaran sus subordinados, quienes no lo obedecieron. Absolutamente, diametralmente distinto del engendro del infierno que nos pintaron los terratenientes en e1 llamado cuarto poder, que fue en rigor el primero para la maldad, o sean los condenados 13

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I N,fuvoiu,rs

periódicos y venales. Zapatatambién diferente del que nos pintan ios demagogos que primero 1o ultimaron Para después deificarlo' Charro clásico, eru srmamente atractivo a pesar de su faz a1¡tarillenta y pañosa; era como nuestros mestizos del campo, devoto de1 caÉailo y del jaripeo, amante de la mujer y del peligro; generoso y dispuesto a perdonar agravios; vaiiente sin ostentación, y psicoiOglcimente rétraído para exPresar su pensamiento. Ciertamente áculto, poseía notable sentido común, y evidente talento natural, a1 grado de que en 1911 aPenas podía dibujar su firma y en 1915 r-roiOlo escribía de corrido sino que me asombró cuando leyendo yo editoriales de periódicos comentaba é1 cada párrafo cor", admi.able desenvoltura y buen juicio. Y le diré de una vez por todas: Zapalajamás fue ladrón, ni asesino; fue, eso si, un 1uLhudor tertaz,que nunca pudo disciplinar debidamente a sus tropas, porque nunca tuvo, como los revolucionarios fronterizos, ni áir"r"io, r-ri lor pertrechos de guerra provenientes de 1os Estados Unidos. Zapala ordenó acercaran una escalela que alcanzó a vef en 1as inmediaciones, v tocaran los cuernos para que la "compañía se juntara,,. Apoyaron la escalera de albañil contra una pared y sutlendo los ércálor-tes necesarios para que me vieran todos, los de a caballo y ios desmontados, por tercer a Yez dirigí 1a palabra a una agrupación; las dos anteriores con fracaso completo, ante eStudiaites choteadotes incorregibles, en el sagrario de Puebla y en la Fotografía de Los Loros de ia misma ciudad. Ahora obtuve un gran éiito ante gente humilde, valiente y generosa, que ofrecía su vida a 1a Patria. Les expliqué detalladamente e1Plan de San Luis Potosí; les describí las p ré.ru, inverosímiles de los brar,.os chihuahuenses al

mando de Pascual orozco; 1es manifesté que como en Morelos, en ia República toda, el pueblo con entusiasmo y decisión estaba alzándose en armas, en masa. i11


C¡.rpn.,rL Ju.rx Au»nr.u Arlr.,rzÁ:'r

Finalmente, les dije que la ]unta Revolucionaria de San Antonio, Texas, encabezada por don Emilio Vázquez Górrrez, Roque Estrada y Juan Sánchez Azcona, reprobaba con indignación los tratos que propalaban familiares del señor Madero, diciéndose, unos representantes de la Revolución, y otros de la Dictadura, para hacer lapaz, sobre la base de que el General Díaz continuara en el poder. Que 1a Junta, muy alarmada por estas actividades, había mandado representante a los estados fronterizos para poner sobre aviso a 1os revolucionarios a fin de que no obstante cualquier arreglo y cualquier orden, siguieran luchando incansablemente hasta arrojar del poder a Don Porfirio, aunque para ello fuese necesario desconocer al señor Madero. Yo agregué por mi cuenta que si la traición del señor Madero se realizaba no debíamos temer la dificultad de encontrar un Jefe de la Revolución, porque ya con su carabina había conquistado el derecho de serlo el invicto Pascual Orozco. Los vivas trepidantes a la Revolución, a Chihuahua y a Orozco, pusieron punto final a mis palabras.

A continuación, de conformidad con las instrucciones de 1a Junta y con 1o mandado por e1Plan de San Luis, extendí nombramientos de coroneles del Ejército Libertador a Emiliano Zapatay a Gabriel Tepepa; de tenientes coroneles a Margarito Martínez, Felipe Neri, Alvaro Tepepa, Lorenzo Yázquez, Francisco Mendoza, Amador Salazar, Jesús Jáuregui, Juan Duarte, Amador Acevedo, Próculo Capistráry y mayores y capitanes a otros cabecillas, de acuerdo con el grupo de gente que a cada quien seguía; o estaba por incorporársele.

Zapata me presentó a Andrés Duarte ordenándole que escogiera veinte hombres de confianza, de 1os mejor armados y montados, para que con ellos, formara mi escolta. Enamorado del ideal revolucionario, me esforcé en persuadir a aquéllos jefes insurgentes de mi determinación de actuar en 1sI

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todas las circunstancias con indiscutible justificaciÓn v con total apego a 1o que mandaba e1 Plan de San Luis: es decir, que para ejecutar un fusilamiento considerado indispensable, se celebrara primero formal Consejo de Guerra y se respetara su resultado; asimismo que al tomar un pueblo se convocara al vecindario de inmediato t para que con entera libertad eligiera sus autoridades. Para empezar, el pueblo de Tepexco designÓ a sus mandatarios, como se hizo constar en acta que existe testificada por ei Coronel Zapata y por mí. EI día cuatro de abril volvimos a1 estado de Morelos por las haciendas de Tenango y Santa Clara, donde se obtuvieron magníficas cabalgaduras y buenas carabinas. Recuerdo que estando a caballo en el patio de la hacienda de Tenango, Zapata y Yo, entre e1 tráfago de rebeldes, observamos a un tipo que, no obstante el calor de medio día, portaba un pesado paietó negro, flamante sombrero texano v mitazas; carabina a la bandolera y los brazos ocupados por un fenomenal buito de ropa de uso que apiñaba en una colcha,1o cual seguramente había requisaclo en las habitaciones de 1os administradores. Al verlo, Zapata le gritó: "Oye tú, avanzador r lparaqué quieres esas porquerías?" " iPaÍa los pobres, Jefel" contestó con luminosa sonrisa. Era un agradable ioven (Oliveros), el que desde entonces fue conocido por "El Avanzedor", y que en sus proezas del futuro siempre mezcló a su singular valentía algo chusco, como veremos después. El cinco de abril a mediodía tuvimos el primer encuentro serio con un Regimiento de Rurales, 1os famosos Cuerudos, mandado por el Coronel Vi11egas, en los 11anos de Tlaica. Lograron posesionarse de unos altos y extensos tecorrales, y nos parecía difícil desalojarlos mientras se consumían nuestras insustituibles municiones. Por fi¡r,logramos flanquearlos, para hacerlos huir rumbo a Chiautla, Pue., estaban prisioneros y próximos a ser fusilados dos muchachos guerrerenses que venían buscándome de parte de los grupos rebel116


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JuaN ANonsu

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des que ya operaban, consütuidos por la gente que había dejado or-

grrizándose desde el mes de diciembre anterior.

Cómo se iban "a agaruar a los plomazost' Emiliano Zapatay Felipe Neri. El famoso "Tuerto" ]esús Morales. Combate Horas enteras pasé convenciendo aZapatade la conveniencia de levantar el sitio de Jonacatepec y marchar rápidamente sobre Chiautla para salvar a mis paisanos, sobre todo porque era mi terreno y estaba segurísimo de que gruesos contingentes se nos unirían en aquél distrito, y no dejaríamos enemigo a retaguardia. Al fin, 1o persuadí y en la madrugada del siete, nos movimos a Tepalcingo para dar un buen pienso a 1a caballada. Al mediodía estaba comiendo con Zapata y ocho o diez jefes, en una de las mejores casas del pueblo, situada como a media cuadra de la plaza, mientras en la calle permanecía otro grupo semejante de Ia escolta de Zapata. De pronto, alguien entró y le habló ettvoz baja, al oído, sin que me diera cuenta de 1o que le decía. Zapata se levantó y tomó su carabina al tiempo que nos dijo que siguiéramos comiendor eue regresaría en seguida. Minutos más tarde llegó hasta nosotros "El Avanzador" , muy agitado y me vociferó: "Andele, Embajador, que ya se van a agaffar a los plomazos don Emiliano y Felipe Neri". Salimos violentamente, y al pisar la calle vimos aZapata con su grupo protegiéndose en la esquina de la pLaza, asomando las narices y las bocas de las carabinas en dirección de la misma, en momentos de abrir el fuego. Al acercarme y preguntar lo que ocurría, me contesfó Zapata: "Este Felipe, jijo de la... abusón, es insoportable yhay que arreglarlo diatiro". Le repliqué que sería una barbaridad pelear entre nosotros mismos, rogándole que se contuviera mientras yo iba a hablar con Neri. "No, "vale" ,rto salgas", me dljoZapata alarmado, "porque te van amatary cando está borracho pierde lacabezay no conoce ni respeta a nadie"... 171


I Mruont,+s

Mientras profería las últimas palabras, ya me dirigía al otro lado de laplaza, evitando que me detuviese de un brazo, como 1o intentó. Caminando en descubierto y con Ia pistola en su funda avancé hacia Neri y su grupo que se encontraban en la misma disposición de abrir fuego. Tal vez mi indumentaria, impropia de aquél teatro de violencias, evitó me creyeran de los de Zapata, y un silencio de camposanto me rodeó mientras crucé el espacio que separ aba a los grupos. Palpaba, ya sin remedio, que estaba haciendo una gran tontería. Neri estaba efectivamente ebrio y exaltado y su gente parecÍa resuelta a morir por é1. Puse toda e1 alma en el tono de voz para darle a mi reconvención energía y suavidad convincentes. "Cuando me hablan como la gente, yo entiendo, luan; pero cuando me tratan a 1o "quienpariÓ", yo les pruebo que soy más hombre que cualquier jijo de la tal. . . ! A poco Emiliano se cree más hombre que yot" Lo convencí de que la hombría teníamos que demostrarla con el enemigo y no entre compañeros; que para triunfar necesitábamos otganización y que recordara que hacía apenas tres días ies había firmado sus grados que al mismo tiempo que mando, les imponían también obligaciones; que, en fin, debía ir a acostarse un rato mientras su gente comía y se alistabapara la marcha. " Así me gusta, vale, que me hablen como a la gente; pero no más que no me anden buscando porque me encuentran"... A todo esto sus hombres habían abandonado sus posiciones y nos rodeaban: algunos cogieron a Neri de los brazos para rneterlo en una casa próxima, a dormir la mona.

Mientras mal terminamos de comer, Zapata se mostró taciturno, pero sereno y conforme con el final de 1o que pudo ser una tragedia. dormir a Axochiapan, donde se le presentó aZapataun individuo como de cincuenta años, tuerto, bartigÓn con sombrero de palma, camisa almidonada, calzÓnblanco y WaEsa tarde salimos a

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Grxrnal ]ulN

ANonEu Ar-urazÁN

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raches. Resultó ser el después famoso Tuerto Morales (Jesús), quien nos manifestó que tenía preparados gruesos contingentes en Atencingo, Chietla y Huehuetlán; que la gente de esta última población estaba resuelta a todo por vengar a sus deudos; que el Jefe Político del Distrito de Chiautla se había aparecido hacía pocos días con su tropa disfrazada, glitando vivas a Madero y pidiendo pastura para sus caballos y comida para los suyos, ante 1o cual el vecindario, entusiasmado corría alaplaza con cuanto podía aportar; pero que de pronto,latropa de Andonegui abrió el fuego sobre la multitud, asesinando a catorce, en su mayor parte mujeres y niños; que luego, habia mandado fusilar a siete músicos porque les habían tocado a los pronunciados; que exactamente Io mismo habían hecho Andonegui en Tlaltepexi, y que todo el distrito vivía presa de terror. También confirmó Jesús Morales la inminencia de ser fusilados en Chiautla los dos muchachos guerrerenses, que resultaron ser Melquíades Nájera de Cualac, y Francisco Bravo, de Chilpancingo. El día 8 movimos nuestra columna a Teotlalco y eI9 a Huehuetlán, donde efectivamente había gran indignación contra Andonegui, lo que impulsó a centenares de individuos a engrosar nuestras filas. A diario pasaba lo mismo.

El 10 de abril, en la madrugada, avat:rzamos sobre Chiautla. Como había vivido en mi infancia en esta Villa, a la que había vuelto cuando iba de vacaciones a Olinalá y en donde tenía parientes y conocidos, y además, como Zapata y sus jefes subalternos no conocían el lugar, me tocó disponer el ataque en elllano de la Comunidad. Considerando la animosidad existente entre Zapatay Tepepa, creí conveniente que nos dividiéramos dirigiéndose Zapata con el grueso de unos setecientos hombres al barrio amigo de los indios de San Miguel, para que, contando con esos numerosos y buenos guías, avanzarapor toda la población hacia el Convento, donde estaba perfectamente protegido elenemigo,

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mientras yo, con cuatrocientos hombres de Tepepa, me dirigía por la barranca de 1as Filas a situarme detrás del propio Convento, cubriendo los caminos que salen para e1 estado de Guerrero. Yo no daúa señales de vida mientras no se entablara el combate en toda forma, pues por nuestro lado la imponente fortaleza enemiga batía perfectamente el terreno por donde tendríamos que atacar, siendo, además, inexpugnable el Convento por esta parte. También para ellado de 1a población, era formidable, pero los asaltantes podían acercarse protegidos por las casas hasta 1os muros del amplio atrio. El ataque empezaría al caer 1a tarde para ahorrarnos bajas.

Inicié e1 movimiento por la barranca con tremendo calor, el medio día del Lunes Santo, Al acercarme a los "placeres" noté que salían de ellos muy de prisa, de tomar un baño, un grupo de cinco o seis mujeres, entre 1as que reconocí por la espalda a mi prima hermana María Ibarra Andreu viuda de Rosendo. Me adelanté para saludarla, pero e1las corrieron alarmadas y 11orosas. Le grité que era Juan, su prirno; más no me quiso escuchar; todas pedían clemencia a1 cielo l, a ia Virgen María, alegando que eran " pacíficas" .Lancé mi caballo a cortarles la huida para preguntarle a mi prima si estaba loca; empero, ella y las demás no levantaban la vista del suelo clamando misericordia a toda la corte celestial, pidiéndome compasión y tratánclorne de "señor". Tuve que resignarme a mandar hacer alto a la columna que me seguía,v dejarlas continuar en fuga, presas de pánico. En vano esperé toda la noche a que se abriera el fuego; el Martes Santo, al filo de1 mediodía, decidí rodear el Convento con diez hombres para averiguar 1o que sucedía. Al salir frente a la tienda de Isaías Anzures, una mujer me detuvo para decirme que hacía minutos el Jefe Político enteramente solo, había cruzado la calle para internarse en Llnos corrales rumbo a la Barranca. Sin haber escuchado un disparo desde 1a víspera, me pareció rarísimo que

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el señor Andonegui abandonara su gente v sobre todo su inexpugnable fortaleza alaluz del día. Francamente no creí 1o que me decía aquella mujer y más bien rne pareció que alguno de mis dos paisanos se había fugado. Para aclararlo mandé a seis hombres que siguieran 1as huellas del prófugo y con 1os otros cuatro seguí al barrio de San Miguel, extrañándome sobremanera no ha[ar gente de Zapata en 1as calles donde tampoco se veía vecindario.

Al llegar a San Miguel me encontré en la plaza a Zapata, a caballo, en medio de una abigarrada multitud. Desde luego me explicó que desde 1a tarde anterior una comisión de principales de la población, hombres v mujeres, habÍan estado haciendo viajes entre e1 Barrio y e1 Convento, a solicitud del Jefe político, para evitar derramamiento de sangre; que habían convenido en que a ias seis de la mañana entregaría e1 Convento y todas las armas y municiones, y el Jefe Político con su gente, todos desarmados, sa1drían rumbo a Puebla: que todo había sido mentira y que había comprobado que el jefe Político había tratado de ganar tiempo porque estaba seguro de que para 1a madrugada caería por nuestra retaguardia el auxilio que venía de Puebla; que para evitar esta contingencia é1, a su vez,habíamandado 1o mejor de su gente a posesionarse del Cerro de Santana, por Tlancualpicán, y que ya estaba listo para empezar a atacar a las siete de esa noche a fin de vengar la burla que 1e había hecho Andonegui. A mi vez 1e informé 1o de 1a patraña de la huída de éste. En ese instante me interrumpió a gritos 1a muchedumbre excitada que nos rodeaba. Entre ella venían abriéndose paso 1os seis hombres montados que yo había dejado aclarando lo de1 prófugo,los cuales traían prisionero al mismísimo Jefe Político. Abundaban en la multitud los huehuetecos, que en tremendo paroxismo exigían su muerte inmediata. A grandes voces pude hacerme escuchar para decir que matar así como así a un hombre era cometer un asesinato; que había que oír a uno por uno de los quejosos y oír también al acusado y pedí que se condujera al irrterior de una casa para juzgarlo. 211


IMmaonns

A todo esto,Zapata permanecía a cabalio,Ieconcentrado pero con un movimientó de iabeza aprobó mi resolución. Entonces llegó al aviso de que se habían fugado los presos y estaban saqueando e incendianáo el centro. Ordené que me siguieran algunos hombres con los diez de mi escolta y unos veinte de los de zapata, partí agalope, no sin antes indicarle a este que no permitiera a la multituá cometer excesos mientras yo regresaba,lo que también aprobó con movimientos de cabeza. Cuando desembocamos enlaplazavimos que no sólo eran los presos, sino el vecindario, hombres y mujeres, los que saqueaban ias tiendas; la principal,la de don Lino Castillo, era ya una hoguera. Acintarazos, culatazos, caballazosy las más convincentes áaldiciones, hicimos huir de la larguísima plaza y de todas las calles, a los tercos saqueadores. Cuando afónico, sudoroso y profundamente deprimido, después de horas de trabajar, volví a donde empezó é1 dantesco festín, encontré a un individuo soiitario, contemplando embobado lahornaza de 1o que habíasido un gran establécimiento. Al acercarme a é1 levantó la cara: era Juan iárqterBueno, indio de Coetzala que había sido mi compañero de escuela en 1a misma Chiautla y alasazón dependiente mayor en la extinguida tienda. Me miró largamente y con sufaz hierática a 1o Benito Jtárez, habló: "Bueno Juan, y ora, se acabó la tienda, mejor me voy contigo". Desde entonces me siguió por cefca de seis lustros, hasta que me separé det Ejército en1939. Años después murió con el grado de General el valiente indio JuanYázquez Bueno, nuestro don Benito, como le llamé siempre.

A propósito de este leal subordinado y noble amigo, recuerdo curiósaJanécdotas de su vida posterior, las que voy a intercalar aquí por temor al olvido.

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En191,5, cuando andábamos guerreando por mi estado, contra don Venustiano, y por meses me atormentaba un dolor de mue1a, irremediabie por falta de dentista, tuve que dibujarie en 1a cabeza y en ellomo a don Benito, e1 caballito de la marca de mi pistola. El mandaba un regimiento mínimo de mi columna y teníamos de proveedor a un Mayor Mares, con órdenes estrictas de que sólo é1 repartiera provisiones para dañar lo menos posible a la gente de trabajo que nos sostenía, contando para ser respetado, con mi

apoyo incondicionai, según advertencia terminante en 1a orden de1 día. En cierta ocasión se me presentó Mares, y con su característica socarronería me dijo que ya no me respetaban, alargándome un papel con un recado alápiz firmando por e1 Yázquez Bueno, que decía: "Mayor Mares: Mándeme pronto una res, hijo de tra ...; (completo)". Mandé llamar a don Benito y extendiéndole su recado 1e pregunté por qué llamaba a lv{ares hijo de la...; con su cara impasible de zapoteca se limitó a contestar lacónica y secamente: "Porque 1o es..." Sin yo pensarlo, mi pistoia cayó sobre é1 ferozmente... En 1928 organicé en Monterrey un memorable desfile histórico, que no olvidan ai1á, como nunca se ha visto ni en la propia Capital de Ia República. Pasaba cada quien con numerosa comparsa. Colón en su carabela de tamaño naturai; Moctezuma en su trono esplendoroso con un león auténtico a sus pies. Cuauhtémoc, Cortés, los Virreyes, Hidalgo con su chusma de desarrapados que gritaba: "Viva la Virgen de Guadalupe y mueran 1os gachupines"; Morelos, Allende, Galeana, Aldama, Guerrero, Bravo, Iturbide, Santa Ana, Maximiliano y Carlota con deslumbrante corte; don Porfirio con esplendoroso Estado Mayor; Madero, Zapata, Villa, Caruanza y Obregón. En el lugar correspondiente sobresalía la negra carretela que conducía aYázquez Bueno caracterizando a Juárez de negro todo, desde 1a chistera hasta los zapatos, impasible ante la constante ovación de miles y miles de habitantes que hasta las lágrimas r¡itorean a nuestros antepasados. 231


I Mmaonns

Pero el desfile era interminable y las exigencias fisiológicas superan al estoicismo de la raza, por 1o que en determinado mo-

mento don Benito mandó al cochero parar, y bajando

majestuosamente, ante la multitud que se abtia respetuosa/ musitó la venía de una familia que se agolpaba en la puerta de una casa, para pasar un momento al interior... Era tan prietito JuanYázquez Bueno que un día en Torreón,

vi-

viendo en mi domicilio, tuvo que vestirse de gala como jefe de 68o. Regimiento para recibir el estandarte que en solemne ceremonia le entregariayo, a título de Comandante militar, en nombre del Presidente de la República. La mañana era gris y lluviosa, el cuarto donde yo me encontraba, listo para el acto, estaba obscuro. Mandé llamar aYázquez Bueno, y se me presentó uniformado de rigor. Le dije que debía partir para su cuartel, sin esperar más. Me respondió que sólo le faltaba el calzado que no le había traído aún el asistente. Le miré a los pies y le repliqué que se dejara de tonterías, pues sus zapatos estaban bien. Viéndome con azoÍo, inquirió: " ¿CuáIes? "Pues esos que tiene puestos". "Pero si no traigo ni calcetines, mi Jefe" . Efectivamente yo confundí su piel con elcharol. Era valiente, bravo, leal y sufrido, pero algo cerradito. Siendo yo jefe de las operaciones en Chihuahua, un mediodÍa, con los generales y jefes que me rodeaban para tomar el aperitivo, coniia*os a los dados señalar al pagano. Fui de los primeros en salir y aVázquez Bueno le tocó quedarse para liquidar la cuenta. Deieando pagar yo sin ofenderlo, le propuse iugar tfes caballos. Si perdía, élpagaria sin remedio; pero si ganaba, entonces 1o haría yo. Después de pensarlo mucho resolvió no aceptar porque temía que yo ie hiciese trampa. Muchas veces me discutió, convencido, que una arroba de paja tenía que pesar mucho menos que una de plomo.

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Termina la primera campaña junto a Zapata. Lo que é1 me enseñó y lo que yo le enseñé Volvamos a los acontecimientos de Chiautla de 1911. Después de dejar bien vigilado el saqueado centro, fui en busca de Zapata a San Miguel, donde noté extraña calma: 1o primero que hice fue preguntarle por Andoneguí, contestándome que 1os huehuetecos habían seguido con sus exigencias, teniendo que aceptar Zapata que 1o llevaran a Huehuetlánpara efectuar las averiguaciones sobre el terreno y que 1o peor era que le había enviado aviso el Tuerto Morales del fusilamiento de Andoneguí en 1a loma de la Curz Verde. Le manifesté que me parecía una... tontería echarse responsabilidades sin necesidad y que en tales casos era indispensable que resolvieran gentes distintas, pot que uno solo podía ser víctima de prejuicios o presiones mientras en la decisión de varios, habría más serenidad; sobre todo, que era indispensable que esas gentes aceptaran con su firma la responsabilidad que 1es coruespondiera. Para acostumbrar a Zapata \. a los suyos a asumir toda ia responsabilidad en casos semejantes del futuro hice un acta postmorten que firmamos él ,v yo, v al día siguiente Ios jefes que estuvieron a la mano, aunque ninguno de nosotros habíamos sido consultados en realidad. Hela aquí: En la Villa de Chiautla de Tapia, cabecera dei Distrito del mismo nombre, Estado de Puebla, República Mexicana, a los once días del mes de abril de mil novecientos once, se formó juicio al C. Angel J. Andoneguí, Jefe Político del mismo Distrito, impuesto por la dictadura del tirano Diaz. Presidieron ios jefes del Ejército Insurgente que opera en esta regién, CC Emiliano Zapata, Juan Andreu Almazán y Margarito Martínez, y los procedimientos estuvieron de acuerdo con la opinión de todos los capitanes.

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I Mruo«ms

En virtud de los hechos efectuados por el reo valido únicamente de su poder, atestiguados por los abajo firmados y que, conforme al Plan de San Luis Potosí del 5 de octubre de 1910, ponen fuera de la ley al que los consuma, como solL asesinatos de más de veinte ciudadanos honrados y pacíficos, en diferentes fechas y lugares del Distrito, se le condena a muerte. Esta sentencia se llevará al cabo, tan pronto como el reo haga sus últimas disposiciones.

Sufragio Efectivo y No Reelección:

Coronel Emiliano Zapata, Rúbrica.- Jn. And. Almazán, Rúbrica.- C. R. P. Rúbrica.- Margarito Martínez, Rúbrica.Manuel Fierro, Rúbrica.- Jesús Sánchez, Rúbrica.- Bibian Cortes, Rúbrica.- Ignacio Maya, Rúbrica.- Pánfilo Campos, Rúbrica.- Francisco Garcia, Rúbrica.- Próculo Capistrár¡ Rúbrica.- Francisco Torres, Rúbrica.- Gabriel Tepepa, Rúbrica'Miguel Vidal, Rúbrica.- Miguel Libreros, Rúbrica.- Lorenzo Yázquez, Rúbrica. En Chiautla recogimos interesantes noticias del sur del Distrito y de las regiones limítrofes de Oaxaca y Guerrero, especialmente del rumbo de Olinalá, distrito deZaragozacorrcabecera en Huamuxtitlán. Nájera y Bravo sobre todo, me informaron que de los paisanos a los que yo había invitado a secundarnos en la lucha, el que había respondido con más decisión y eficacia era Pedro Vivar, valiente entre los valientes, prestigiado y serio quien, ya contaba con algunos centenares de hombres. Los de Tulcingo se habían levantado con VicenteMeza;los de Chila con Luis, Miguel y jesús Flores; los de Huetecacingo con los bravos rancheros Luis Acevedo y Agustín Moyao y los de Gualac, con el ejemplar guerrillero José Salgado, don Andrés Moctezuma, FlorencioDíaz,habían constituído un fuerte núcleo en las joyas de Chilapa. Todos estos jefes esperaban ansiosos mi llegada.

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CrNrnar JuaN ANonru AlvazÁN

I

Para reunir aquéllos elementos y traerlos en un avance sobre Cuernavaca o Puebla, convinittos Zapata y yo en Chiautla que él moviera sus fuerzas para organizarlas, alugares de abundantes

medios de vida y forrajes como Chietla, Atencingo y laltepec, mientras yo iba y volvía en ocho días a reunir mi gente y aplastar la pequeña guarnición de Huamuxtitlán. Zapata se sentía incómodo con la presencia de don Gabriel Tepepan y Felipe Neri y acordamos que estos jefes me acompañaran con sus respectivos guerrilleros. Felipe Neri prefirió volver a Morelos, donde 1o esperaban algunos contingentes, y sólo Tepepa con unos doscientos hombres partió conmigo. Así termjnó la campaña que desarrollamos juntos Zapatay yo en Morelos y Puebl4 en la que hicimos los primeros disparos contra los soldados del General Díaz enla acción de Tlalca. Cuando llegué a Tepexco él tenía apenas una semana que habíasido designado jefe de un grupo de unas decenas de insurgentes en San Miguel lxtlilco, el24 deÍnarzo de191L. Todos eran de ese fecundo rincón de los estados de Puebla, Morelos y Guerrero, de Huachinantla. ElSalikillo y Axochiapar¡ de Villa Ayala, donde se había levantado Zapata, eran é1, su sobrino Mauricio Mejía,]esús Capistrán, Manuel Fierro, Emilio y Adrián Placencia, José Vergara,Juany Rafael Merino. Figuraban en el grupo Gabriel Tepepa y su hijo Albano, Juan Sánchez y Catarino Perdomo, y fueron dos guerrerenses Margarito }r4artínez y Amador Acevedo, quienes se fijaron en Emiliano para proponerlo como jefe sin que éste mostrara el más mínimo deseo de serlo.

Fue esa campaña de uno cuantos días pero de consecuencias trascendentales. Yo les infundí una decisión inflexible de no transigir sin el cambio total de los hombres en el poder e inflamamos al sur con esa exigencia y con nuestros combates en HuamuxtitLán, Tlapa,Iz(tcar y Cuautla, al grado de de que un mes más tarde treinta mil hombres avanzaban sobre la Capital de la República y obligaban a renunciar al GeneralDiaz. 27 I


] N,{rrvront,rs

Por su parte, Zapatame inculcó su convicciÓn de 1a inaplazable exigencia, para que hubiera paz, de resolver radicalmente el problema de la tierra; de tal manera me convenci.ó que en octubre siguiente, cuando é1 era ya el gran vilipendiado por todos los mexicanos, yo, para defenderlo, declaré: "Zapata es más que un hombre, es un símbolo para la gente de Morelos..." Transcribo 1o dicho por el gran orador, ]osé Martín Lozan:ro, en vehementísimo discurso:

Zapalano es un bandido ante la gleba irredente que alza sus manos en seña1de liberación;Zapata asume 1as proporciones de un Espartaco; es ei reivindicador, es e1 libertador del esclavo, es el prometedor de riquezas para todos' Ya no está aislado, ha hecho escuela, tiene innumerables prosé1itos... los indios se han rebajado: Zapata está a las puertas de 1a ciudad de México... Es todo un peligro social, señores diputados; es sencillamente 1a aparición del subsuelo que quiere borrar todas las luces de la superficie. .." " ¿F," posible que este aborto hava sido deiiberadamente madurado? ¿Es posible que con estímulos nauseabundos hayan alentado a Emiliano Zapata, creyendo que se le extinguirá e1 día que se quiera? ¡Mentira, va Emiliano Zapata no es un hombre, es un símbo1o...l PROMESAS FATALES, PERO CUMPLIDAS Antes de separarnos le arranqué aZapatav a sus jefes la solemne promesa de peiear hasta que ei General Diaz fueta echado de1 poder y de batir a cualquier revolucionario que entrara en componendas con el dictador. En cambio , Zapata me hizo prometerle que siempre lucharíamos porque los pueblos recuperaran sus tierras/ sus montes y sus aguas.

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Grrrn.u- ]u,rx A\DRI.u At,ltrzÁN

I

Zapata halló creciente entusiasmo revolucionario en la región cañera, e importante contingente a las órdenes de Agustín Cortés, quien 1o entusiasmó para seguir desde luego sobre lzúcar de Matamoros y Atlixco, ya con más de tres mil hombres. Pero en la primera población, el día 19 de abril les cayeron por sorpresa e1 Coronel Aureliano Blanquet con su Batallón de 800 plazas y dos ametralladoras, y el 1er. Regimiento de Rurales, infligiéndoles terribles descalabros, obligando aZapata a reorganizatse hasta Jolapan.

Por mi parte,llegué a Xochihuehuetlán como con setecientos hombres, entre los que figuraban los jefes nombrados arriba que se unieron a mí el 16 de abril de 1911.. Muy desvelado e irritado por las penosas jornadas, me tiré sobre una cama que me pusieron en el corredor delJuzgado, protegido del sol y de1 calor. De pronto, me avisaron que el pueblo estaba saqueando la tienda del español Antonio Martínez. Brinqué del camastro y corrí al lugar que me habían indicado, donde encontré una multitud formada no sólo de hombres y mujeres de la localidad, sino también de mis soldados, muchos de los cuales prácticamente no me conocían todavía. A codazosv empellones me abrí paso hasta subir al mostrador viendo que numerosos rebeldes andaban encaramados en los" armazones" de la tienda arrojando, diligentes, cuanta mercancía encontraban, sobre la muchedumbre excitada. Empecé a gritarles que debían salir inmediatamente del local y devolver lo que hubiesen recogido, más al punto me ví rodeado sobre el mismo mostrador por algunos sujetos que picándome el estómago con puñales y pistolas me gritaban insolencias y me preguntaban si yo era también gachupín para proteger al bandido de Martínez, a quien ni de oídas había conocido jamás. Convencido de mi impotencia, exclamé: "¡Está bien; hagan 1o que quieÍanl" Inmediatamente retiraron 1a amenaza de sus armas y empezaron a vitorearme. Brinqué del mostrador y jubilosamente me abrieron paso. )ql --

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I MEuonus

Levantando la rienda de mi caballo salí a galope del pueblo por la misma calle por donde horas antes habiaentrado con mi ejército y con mil ilusiones de guerrefo de veinte años, incontenible. Fuera de la población le permití al animal que cogiera su paso/ mientras una desiiusión invadía mi alma. A poco oí detrás de mí el galopar de un caballo, pero no quise volver la cara. Era mi asistente. Después me alcanzaton dos más, cinco, diez, treinta, doscientos, que materialmente me rodearon para detenefme. Hablaron Vivar, Acevedo, Salgado, honrados combatientes a quienes los sucesos que causaron mi desaliento les había sorprendido lejos del lugar' iuego, en ruidosa al.garabía, hablaban los soldados pidiéndome que volviera, que sería reintegrada toda la mercancía; que iamás volverían a posesionarse de nada sin permiso mío... y volví entre el grupo jubiloso que a cada paso engrosaba. Por supuesto, no cre-o, que devolvieran más de un diez por ciento de 1o saqueado, pero jamás, en 30 años volví a mandar gente desordenada, porque siempre me siguieron individuos disciplinados.

Al llegar nuevamente al corredor del Juzgado, unos de mis guerrilleros tan pronta y sorprendentemente regenerados, me traieron al español }r/lartínez, a quien habían arrancado de manos de los habitantes enfurecidos, en momentos en que iba a ser linchado. Era un pan de cera, un cadáver viviente. Le dije que para el odio de que era objeto seguramente habría dado sobrados motivos; que una escolta 1o iba a alejar del pueblo y que si en algo estimaba su vida no volviera jamás. (Dos meses más tarde Martinez me visitó en Puebla para decirme que me viviría eternamente agradecido y para preguntarme sí opinaba yo que ya podriaretornar é1 a Xochihuehuetlan, porque todo estab a en paz. Le repetí mi consejo de que no volviese: a pesar de esto, días más tarde regresó a dicho lugar y io hicieron pedazos). Establecida la disciplina dispuse que se convocara al pueblo para que eligiera a sus autoridades. 130


GrNEnar JueN ANDREU

Alu,lzÁr

I

Todos los rebeldes de la región que se me incorporaban mostraban indignación contra Ambrosio Figueroa, quién, según decían, días antes se había acercado a Huamuxtitlán procedente de Huitzuco, al frente de trescientos hombres perfectamente montados y pertrechados; que en Huamuxtitlán no había ala sazón más de treinta guardias regionales y que al haber intimado aquél la rendicióny rechazarla éstos con energía, Figueroa se había retirado precipitadamente llevándose caballada y armamentos de la comarca y dejando insolentados a los defensores de La plaza; que 1o peor era que con su aproximación a Huamuxtltlán, Figueroa había dado lugar a que llegara de Tlapa una compañía de fuerza de línea con ametralladoras: que de todos modos consideraban indispensable el ataque a Ia plaza para revivir el entusiasmo por nueska causa en el Distrito de Zaragoza. (Apéndice, Capítulo XVII-2). Respecto del criticado cabecilla rebelde, meses más tarde el señor Madero me tildó de "díscolo que siempre está atacando a Figueroa"; por 1o que voy a transcribir papeles viejos al referirme a las graves dificultades que entre nosotros se suscitarorL especialmente porque me constituí en defensor de Zapata; graves dificultades que no fueron óbice para que yo salvara en 1913, momentáneamente, la vida de Figueroa, a sabiendas de que con aquella actitud firmaba impropia sentencia de muerte. Para el ataque a HuamuxtitlárU donde nos esperaban unos doscientos federales del segundo batallóny rurales al mando del CapitánAureliano Horta, perfectamente preparados, contaba yo con unos ochocientos individuos naturalmente más mal que bien armados, pero decididos a todo. Esta cantidad se duplicó con hombres y mujeres de Xochí, que iban provistos de ayates, costales y cohetes, y con las músicas de muchos pueblos, compuestas de tambores y cinco o seis latones, que hacía días nos ensordecían con jarabes y aplomos. A mi advertencia de que mandaría fusilar 31 |


L

\l¡tvrcxt.rs

a quien quiera que saqueara, me responclían que só1o tomarían de 1o que se 1es diera.

El día veinte abandonamos Xochí y ei veintiuno para las once de la mañana, con un calor formidable, estábamos en la bocana viendo el Valle que termina en e1 caserío muy arbolado de Huamuxtitlán. Los vecinos que sa1ían de la villa nos confirmaban los informes de nuestros explotadores: 1a guarnición íntegra estaba posesionada del centro del pueblo con fortines en las bocacailes de la plaza y ametralladoras en la Parroquia Y en la presidencia municipal. Nos dejarían, pues,llegar onpaz a las orillas v cle allí, bien protegidos, avanzaríamos por corrales v cailes transversales. A fin de fijar a 1os defensores en sus posiciones, mandé que mis fuerzas conocedoras de1 terreno, con José Salgado, Agustín Moyao y Melquíades Nájera, desfilando por la margen lzquierda clel río, por Santa Cruzy Conhuaxo, pero a la vista de la parroquia, fueran a situarse a1 sur en una angostura apropiada, sobre el camino a Tlapa, para detener cualquier auxilio que pudiera acudir. Ordené a don Andrés Moctezuma que con los de Chilapa )'por el río se posesionaran de las orillas del lado poniente. A don Gabriel Tepepa que con 1os de Morelos y también a la vista marchara por nuestra izquierda y por ia falda de la serranía rumbo a 1a laguna a tomar la parte oriente de ia población. Todos estos movimientos se eiecutaron sin escucharse un sóio disparo, 1o que confirmaba que 1a guarnición estaba toda en el centro. Entonces dispuse que Enrique Flores, hombre arrogante, sanguíneo, con grandes barbas azabache y un magnífico caballo, crúzata rápidamente ei Valle con ios de Chiautla, para l1egar a protegerse con el caserío. A esta columna se agregó a toda comparsa de Xochí, tirando cohetes y tocando 1as músicas a todo pulmón para completar la algazaraensordecedora. Quedé con Pedro Vivar y unos cuarenta de escolta para ir a iniciar ei ataque cuando todos ilegaran a cubrirse. Ansioso veía que

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Cr,N¡nr¡ Jur-., AloRru ;\nr,rzÁx

la chusma iba ya salvando el Valie, cuando de improviso se produjo un fuego nutrido, uniforme, atronador, y ví cómo 1os míos se contenían, se arremolinaban v huían despavoridos. Volé a contenerlos y el primero que encontré fue a Enrique Flores que volaba blanco como el papel, con las barbas trémulas y tartamundo de remate. Tal vez 1o que lo azoraba era el fuego de ametralladora. A mis ademanes y maldiciones sólo contestaba con monosílabos: " ta, ta, ta" . Et:. mi loca carrera de desesperado, temiendo el ridículo ante mis noveles soldados más que al fracaso mismo, suponía que por todos los rumbos de 1a población huían con el mismo pavor; tal era mi angustia que no reparé en que las tamboras rodando por ei suelo tocaban solas con las piedras, ni que las mujeres levantando sus faldas sobre los hombros enseñaban todo 1o que tienen de la cintura hacia aba1o, porque entonces, ninguna de ellas conocía "los blumers".

Corriendo frenéticamente gritaba a los combatientes que me siguieran sin hacerle caso al bravo Pedro Vivar, que emparejando su gran caballo flor de durazn"o, de charro y de negro, me gritaba angustiado que le dejara a é1 la empresa. Falto de experiencia v serenidad, creia que el persistente fuego enemigo que nos azotaba procedía de la plaza y que podríamos salvarlo , alcarrzando la barda del panteón. Pero cuando io logramos nos dimos cuenta, con desesperación inútil, de que 1as ametralladoras enemigas vomitaban fuego desde unos jacales adelantados en el llano que nos flanqueaban sin esperanza de abrigo. A caballo nos echamos sobre los jacales; por todos lados caían compañeros en torno mío, siendo Pedro Vivar uno de los primeros; esto me hizo comprender que nuestra salvación estaba en replegarnos hacia el río. Muerto instantáneamente Vivar, de un tiro en el corazón, alcancé a coger por la rienda su caballo y tiré de él hacia el refugio fiuvial. Dos de los nuestros que cayeron vivos en poder del enemigo, fueron colgados en un árbo1 de la plaza por el Capitán Horta.

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I Mruonras

Un poeta del pueblo fue el primero que me llamó General antes de que yo ostentara el grado, porque tenía a mis órdenes muchos coroneles Repuesto en unos momentos al abrigo de la arboleda, me dí cuénta de que el sector de don Andrés Moctezuma se oía nutrido fuego, muy adentro de la población. Con los pocos que me acompañaban me dirigí río arñbay donde encontré apersogadala caballada de los Chilapa, dejamos también la nuestra. Atravesando a pie huertas y corrales alcancé a los bravos chilapeños que iban batiendo a los defensoles de casa en casa. Con nuestto tefterzo, sobre todo moral, se avivó el ataque en la tarde y durante toda la noche. En la mañana del día 22,losya desmoralizados defensores empezaban a rendirse cuando inesperadamente se escucharon nutridas y uniformes descargas de tropa de línea por nuestra derecha que iban extendiéndose hacia nuestra retaguardia. Una compañía de la guarnición de Tlapa, al mando del capitán Emilio Guillemín, venía a dar auxilio al enemigo, sorprendiendo a 1os conocedores del terreno que yo había mandado a posesionarse en sitio inexpugnable. Confiados en que no 1legaría enemigo de Tlapa, fueron a buscar desayuno al caserío de Tlajiltepec y no se dieron cuenta delafuerza que pasó sin hallar resistencia alguna' Nuestra situación era tan comprometida que sólo podríamos salvarnos huyendo cada cual por su lado, pero me rezagué del grupo porque me dolía perder un triunfo que consideraba ya nuestro y además t por ir gritándole a nuestro " artillero" José Díaz, de Matamoros (valiente y apto mecánico que había construído un tubo lanzabombas que aterrorizaba a los defensores), que tirara su "invento" pata salvarnos, ya que aquéllos nos atacaban a quemarropa; cuando el "artillero" cayó, tuve que meterme en una casa donde encontré, sobre una mesa con rodapié de sábanas, frente a Ia puerta, el cadáver solitario de un individuo pacífico, con cirios encendidos y coronas. Levanté las sábanas, 134


Grurnar ]uaN ANonru AlrraezÁN

I

pasé por debajo de la mesa y salípor una puerta que daba frente a tupida huerta. Mis perseguidores que casi me pisaban los talones, se detuvieron ante la solemnidad de túmulo, en tanto yo seguí corriendo, brincando cercas y desgarrando mis ropas y mis carnes con las púas de los alambres.

Al salir del río en busca de mi caballo, sólo encontré un tordillito flaco, casi un ponlr abandonado por inútil. Ensillado, pero sin freno, tiré de é1 con un mecate pensando que mejor sería buscar otra vez refugio en las huertas; más al mirar los arenales río arriba, ví que veníarL como a cincuenta metros y en orden dispersos, algunos soldados, (cuatro, ocho, diez) que se me figuraron miles. Echébozal al tordillito y le brinqué, abriéndose el pobre de patas para que no 1o aplastara. Con su obstinada inmovilidad ante mis taconazos, me daba a entender el animalito que no podía dar paso. Pero los soldados no pensaron lo mismo y abrieron el fuego. Seguramente contagié ala débil bestia de mi pánico, pues arrancó velozmente río abajo con fibra insospechada, que redoblaba a medida que otros gtupos de infantes aparecían por nuestra derecha y trataban de liquidamos. Yo musitaba la oración que el loquito seminarista de mi casa me enseñara en la niñez, para evitar muertes repentinas; me acusaba mentalmente de haber sido un mal hijo y prometía que si me salvaba sería en 1o sucesivo muy bueno; también escupía gruesas insolencias por haberme metido en camisa de once varas. ¡Y no haber mandado disecar el maravilloso tordillito para conservarlo a mi vista para siempre!

Cuando el fuego cesó y perdimos de vista a nuestros perseguidores, el caballito siguió clavo a clavo. Conmovido me bajé par:a acariciarlo,parabesarlo y prometerle el mejor forraje que jamás hubiera saboreado. Luego seguí jalandolo y descansando en cualquier sombra que encontraba. Ganas me daban de dormir siesta en cada una, pero cuando empezaban a caérseme los párpados, se me aparecían soldados a millones y sobresaltado continuaba la marcha. 35

I


lr.{rrrtoRtes

A la altura de la bocana empecé a toparme con algunos grupos dispersos de nuestra tropa, v más tarde sobre una loma vimos un gentío en calma. E1 susto mayúsculo qlle acababa de pasar me ñacía ver moros con tranchetes y estaba convencido de que el ejército que dirrisábamos era enemigo. Pero mis compañeros me aseguraban que se trataba de fuerzas amigas. Para cc"rmprobarlo se empeñaron en ir cinco a identificarlas. Bien montado ya y dispuesto a emprender otra vez las de Viiladiego, esperé ansioso hasta que ví a los míos regresar con tres más. Venía con e11os A.1bano Tepepa a decirme que su padre había retirado organizadamente a sus hombres, al darse cuenta de nuestro irremediable desastre. Con inimaginable alegría me reuní con don Gabriel Tepepa en su campamento, ai que fueron llegando grupos de los de Chilapa y más tarde el importante núc1eo que había dejado pasar e1 auxilio, de cuyos jefes acepté de buena gana 1as disculpas que me dieron.

En ese momento Zapata v vo estábamos caballo a caba11o. Según correo que acababa de llegar, é1 1-rabía sido destrozado en Matamoros y yo en Huamuxtitlán; decidí que marcháramos a Acaxtlahuacán a reorgattizarnos. Luego vino la rnejor de las sorpresas; una cornisiÓn de principales de Huamuxtitlán l1egó a pedirnos que fuera a tomar posesión de Ia plaza.lr{uy mala cara 1e puse a ia burla, y trabajo 1es costó convencerme de que el Jefe de Tlapa había encontrado tan dañada y desmoralizada la guarnición después de nuestro ataque, que optó por sepultar rápidamente a los muertos, entre ellos, el Teniente Jaso, y levantar a los heridos, para reconcentrarse en Tlapa,llevándose como 100 hombres de la cárce1pública, muchos de ellos reos políticos, deudos de mis soldados.

No sin recelo y previa exploración por Tlajiltepec, entré muy de mañana a Huamuxtitián, donde logré calmar el odio del pue136


GuNuner JueN ANonuu Ar-l,lazÁN

bio hacia los comerciantes españoles. También esos vecinos y mis soldados del Distrito odiaban a muerte a un señor Rafael Acevedo (a quien yo no conocía), acusándolo como cacique del pueblo. Pero Acevedo había huido con los federales a Tlapa. Sobre estos hechos dijo el General Jesús Miilán Nava en su libro "El Escalafón de Ia Revoluciórt",lo siguiente:

Dejando en Chiautla 200 hombres se internó con 300 en Guerrero, con intenciones de apoderarse de Huamuxtitlán, su Distrito natal, ya que es originario de Olinalá, y al efecto avanzó con sus fuerzas sobre aquél punto, el cual defendía ei mayor Fernando L. Horta con cerca de 200 hombres del 2o. Batallón y Cuerpo Irregular Auxiliar del Ejército, presentándose frente alaplaza el 19 de abril, mediodía y distribuyendo su gente por Xochihuehuetián, Olinalá y Tecolapa. Llevaba como jefes secundarios a los coroneles Andrés Moctezuma, Alvaro Tepepa y Pedro Vivar, muerto este úitimo en la acción que se reseña. Horta se dispuso desde luego a la defensa, mandó cubrir sus trincheras y con 40 hombres que le sobraron y una ametralladora, salió personalmente al encuentro de ios revolucionarios; pero fue rechazado por éstos con algunas pérdidas. He aquí 1o que sobre el particular decía el mayor Horta en la parte que rindió de esta acción de armas: "... salífuera de la población a darle encuentro al enemigo, donde ví que los tenientes ]asso y Padilla se manejaron heroicamente, pero quiso la desgracia que nos dieran un cargón tan fuerteu eue aunque los rechazamos, perdió la existencia el Teniente Alberto M. Jasso y resultaron heridos el Teniente de artillería Francisco Padilla y un cabo de la misma arma: en el acto noté que la ametralladora quedabaya sin oficial y ordené que se reconcentraran alaplaza los artilleros, llevándose la ametrailadora.

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A pesar de este descalabro, el Mayor Horta siguiÓ combatiendo fuera de 1a plaza, pero ante el empuje de 1os rebeldes tuvo que replegarse, concentrándose también con ei resto de su escolta, con la cual reforzó sus trincheras, resistiendo el ataque durante 24 horas. F,L20, a mediodía, su situación era angustiosa; 1a artillería revolucionaria funcionaba a esa hora par dar la carga clecislva. Comenzaba ya a desrnayar, cuando inesperadamente escuchó a 1o lejos "l1eno de regocijo" , úfl toque militar con una contraseña conocida que fue su salvación. Era el refuerzo de 80 hombres al mando del capitán primero de las Compañías Auxiliares de Guerrero, Emilio Guillemín, que le llegaba de Tlapa por instrucciones del jefe de las armas en el Estado, y e1 cual no había peclido.

Con el auxilio de estos eiementos, impidió por e1 momento, que la plaza cayera en poder de la RevoiuciÓn, a pesar de los esfuerzos de Andreu Almazán, quien atacó también a la columna de auxilio antes de que entrara a la plaza, 1r |a dentro cle el1a, batiéndose en retirada. De todos modos, el Mayor Horta no pudo va sostenerse en Huamuxtitlán. Guiliemín había regresado a Tlapa e1 día 22 y vién' dose aqué1 ociio, a merced de ias fuetzas de Andreu Almazán que no se retiraba definitivamente, determinó dejar l.aplazaen poder de la Revolución, marchando con su gente a T1apa, y 1o consiguió. La moral de 1os federales decaía, en tanto que la de los revolucionarios se levantaba. Pues bien, en Fluamuxtitlán cortvoqué al pueblo para que erigiera a sus autoridades, 1o que efectuó según ei acta respectiva que fue levantada. Apéndice (Capítulo XVII-3).

Pedí a los comerciantes dinero para mi tropa y recogí cuantos eletnentos de guerra pude. Después saií con mi co138


Grrurnel JueN AN¡n¡u Aru¡zÁN

lumna para mi tierra, Olinalá, donde todo era luto por la muerte del inolvidable Pedro Vivar. Naturalmente que el trovador popular a poco cantaba un doliente y extenso corrido del que recuerdo estos versos: "Amigos pongan sentido, les vengo a relatar: Hemos perdido un amigo llamado Pedro Vivar.

En nuestro pueblo yo creo Te queda un defensor El señor don Juan " Ar.drelJ" General Embajador"...

Como se ve, un poeta del pueblo fue el primero que me llamó General, antes de que yo ostentara el grado: tal vez porque mis órdenes las militaban muchos coroneles.

La toma de Tlapa. Ferocidad de las fuerzas formadas por indios

"montañefos". Verdad de la que pasó y falsedad de lo que dif eron

LAS VÍBORAS DE LA ENVIDIA De Olinalá salí por la montaña eI30 de abril para situarme, el1o. de mayo, en Tenango, Tepexi, arrragar a Tlapa, poniéndome en contacto con los primitivos indios tlapanecos. En Tenango me alojó y me asistió una familia con tres fragantes pimpollos, morenas apiñonadas. Las tres beidades, sobre todo Ia más sensitiva, se empeñaron en preservarme de todo riesgo, 11enándome de reliquias, que a toda prisa confeccionabant, calculando que entre más grandes y abultadas serían más eficaces. 3eI


I Mrrrronr.ts

Conmovedoramente me rogaban que las portara todas. Me parecía que iba a constelarme más que don Porfirio y Polavieja, en las fiestas del Centenario. En Tlapa, el Capitán Guillemíru fungiendo como Prefecto había puesto en libertad a todos los reos comunes de los distritos deZaragoza y Morelos que estuvieron anuentes a engrosar sus filas, las que alcanzaban a 400 hombres. Et día 3 de mayo intimé la rendición de Tlapa ybaié al jale a revistar los contingentes tlapanecos. Al salir de improviso al arenal de la barranca tuve un instintivo movimiento de retracción defensiva. Se me figuró que una tremenda y repentina creciente de agua achocolatada iba a ahogarme sin remedio. Pero el agua no se movía: era una masa de más de diez mil indios vestidos de andrajos por meses, por años, del mismo color de su piel cobriza.

Los sombreros viejos de palma eran también del mismo tono sucio. Ya de cerca, se les veían sus melenas originales, que igroraban en absoluto la existencia de las tijeras.

Un trozo de humanidad, el más primitivo y miserable, eran los "montañeros", levantados en armas como un hombre al imperativo secular de bajar aTlapa, a la "quema" y aI"jorzo": saquear, incendiar, violar y llevarse a las mujeres y asesinar a los hombres; antes que todo a los odiados comerciantes españoles que perennemente los tenían tejiendo sombreros de palma, mientras había fu4 por un salario irrisorio de cinco centavos diarios, con 1o que no podían comprar ni seis varas de manta alaño para una muda. Venían armados con arcos y flechas, con hondas, con palos terminados en punta; no más de 200 portaban escopetas güiloteras, en gran parte inútiles. Se habían levantado al conjuro de Ctuz Dircio, de Copanatoyac, quien no pudo concurrir a presentarme suÍuerzapor haber caído gravemente enfermo. 140


GENERI\L Ju,\N A\DRF.Lr At

t'tezÁ,l

]

Entre ellos venía el después General Sabás Crispín Galeana. Muy pocos entendían dos o tres palabras de "castilla" y eI mejor intérprete de su endiablada lengua tlapaneca, era un simpático muchacho ilamado Chajá (frijoles). Después de hacerles traducir mi bienvenida y mi recomendación de que al entrar a Tlapa guardarían compostura, con 1a seguridad de que vo les procuraría cuanto necesitaran y hubiera, dispuse que acamparan, matando reses para comer. También 1es ordené que a las tres de 1a mañana se acercaran alaplazay al oír tres "camarazos" , se lanzaran al asalto para atraer la atención del enemigo, al que seguidamente atacaria yo con energía por la espalda.

Subí de nuevo a Tenango para bajar con mi luerza por el otro lado de la cordillera de Cruz Alta y situarme en terreno apropiado cerca de1 enemigo. A las tres tronaron los " camatazos" v en vano esperamos el movimiento ofensivo del sur hasta que amaneció. Inmediatamente mandé propios a inquirir 1o sucedido y retiré a mi gente a donde pudiera colner y dormir y hubiera forraje para la caballada. Al obscurecer regresó con mis enviados informándome que los indios se negaban a atacar en 1a obscuridad y que 1o harían precisamente a la hora en que _-vo recibía Ia noticia: las 5 de la tarde. Nosotros no podíamos oír el fuego desde la cañada donde estábamos y los pobres indios que se lanzaron por 1as calles sobre las trincheras con ametralladoras, fueron barridos. Opté por atacar de día y el 5 de mayo 1o hicirnos por el norte, desde el pie del cerro de Cruz Alta a la Loma del Fortín. A las cuatro de la tarde reanudaron los indios sus terribles cargas por Caltitlán, costándoles como 100 muertos; pero pudieron saltar las trincheras y dar muerte al jefe de 1a guarnición, el pundonoroso Capitán Avila.

Mi intimación del día tres se había cruzado con un atento oficio del capitán Guillemín en que me pedía suspendiera e1 ataque, y me acompañaba el siguiente telegrama de Puebla: 411


I MEr,tonr.a's

De Puebla, el Lo. de mayo de1911,... Recibido en Tlapa el 2.- Señor Medardo Pacheco: Arreglado armisticio con cabecilla FigueroaparaEstados Morelos y Guerrero, bueno sería jefe esa fuerza avisara cabecillas.- Angel Pacheco.

Como al contestarme el Capitán Ávila hacia alusión al oficio del Capitán Guillemín y me rogaba suspendiera el combate respetando el armisticio pactado por los Figueroa, me apresuré a darle a conocer mi decisión con el siguiente oficio: Tenango Tepexi, mayo 3,1911,.- Señor don José M. Avila, Cap. 1o.- Tlapa.- Estimado señor: Obsequiando sus deseos, dirijo al C. Cap. Guillemin la contestación del oficio que tuvo a bien enviarme, en el cual van expuestas las razorres que me impiden suspender mi marcha. Ruego a usted, se sirva decidir 1o que crea conveniente sobre la petición que expuse en mi primer oficio, en la inteligencia de que al hacerlo, tuve la firme convicciórL que aún tengo, que de aceptarla, el honor de ustedes en nada quedaría mancillado y muy por el contrario, merecerían el unánime aplauso de la sociedad. Para terminar, pido a ustedes decidan 1o que proceda, guiados solamente por su honor, y por las opiniones de civiles que ahora se acogen a los militares como atabla de salvación, sin recordar el poco aprecio que todo 1o relacionado con la milicia en época no lejana,les merecía. Esperando se sirva contestar desde luego porque el tiempo apremia, queda de Ud. Afmo. Atto y S. S. JuanAndreu Almazán.- Rúbrica.

A Guillemín le había contestado que los Figueroa eran jefes de unreducido grupo a quienes ninguna autoridad reconocíamos los insurgentes de Morelos, Puebla, Guerrero y Oaxaca,los que tení142


GrNrul

JueN ANonru Ar-rra,tzÁrv

I

amos órdenes de perseguir y exterminar a los traidores a la Revolución "que pactaron con 1a dictadura de don Porfirio, que para evitar perdida inútil de vidas le rogaba el condonarlaplazacontados los honores ante elnúmero abrumador de los que la asediábamos (naturaimente no le decía que de los diez mil indios, apenas un dos por ciento, llevaban escopetas viejas).

Todavía después de la muerte del Capitán Ávila nos fueron hechos prisioneros Severiano Maldonado y otro apellidado Leal,los que conducidos alaplaza, fueron asesinados. Conocida esta noticia en nuestro campo, ayudó a que redobláramos el ataque por el norte el día seis, mientras reorganizaba a los indios para el asalto final al amanecer del siete.

Cuando aclaraba la mañana de este último dia, y emprendíamos el ataque, nos dimos cuenta de que los fortines no hacían fuego sobre nosotros. Mandé suspender nuestro avance y destaqué exploradores que se acercaron alaplaza, los que regresaron con Ia nueva de que el capitán Guillemín, con más de 300 federales perfectamente armados y municionados, habían salido en la madrugada de Tlapa por la loma de Fortíru rumbo al estado de Oaxaca. Desde luego, ordené que el Jefe don Gabriel Solís de Alcozauca, persiguiera con sufuerza a los federales, lo que hizo con tanta eficacia por la Mixteca, que apenas algunos oficiales lograron alcanzar Ia ciudad de Oaxaca.

A las nueve de la mañana entraba a Tlapa por el norte, hora en que por el sur, desembocaban al centro ias columnas de montañeses que empezaban a incendiar archivos públicos y a destruir a machetazos las máquinas de escribir de las oficinas, porque estaban seguros de que eran ametralladoras, como las que habían hecho mortandad en sus filas. TraíarL como ya dije,la resolución 431


I Mnronrls

de matar a los españoles y a 1os "de razóÍr" , violar y llevarse a las mujeres y saquear e incendiar a Tlapa. Tuve pues, que desplegar esfuerzos inauditos con mi caballería para imponer el orden, procurando no usar de la fuerza, sino del convencimiento, 1o que conseguí, ante el pánico, el escepticismo, el asombro y la gratitud sincera que expresaban con lágrimas los tlapanecos. Para calmar a 1os indios (inocentes niños a los que se 1es distrae con una sonaja), mandé traer e1 cadáver de su Jefe Cruz Dircio, fallecido en Copanatoyac el propio día siete, de pulmonía fulminante, haciéndoie yo mismo, al frene de mi fuerza, solemnes ho-

nores militares antes de su entierro, cuarenta y ocho horas después de muerto. De 1as tiendas fuertes de españo1es obtuve manta y de las agencias de los bancos, grandes bolsas de tlacos de cobre que recientemente habían sido retirados de 1a circulación. Con seis varas de manta y doce tlacos, cada indio, cada paria, se sentía satisfecho. Pero compieté su alegría repartiéndoles centenares de retratos, que en rollos había en la prefectura política, de don Ramón Corral, a quien con verdadero furor hacían añicos, a macheta zos y escopetazos. Después de tres días de preocupaciones constantes para mantener e1 orden, una tarde e1 párroco, agradecido, me invitÓ a tomar chocolate. En el curato tuve ia agradabie sorpresa de encontrarme refugiadas a todas las beldades tlapanecas que no sabían cómo demostrarme que me debían su virginidad y su vida. Naturalmente que el chocolate, los irizcochitos v las confituras de sus manecitas me supieron a gloria. Con cantidades irrisorias de dinero y mercancías que pedí a las tiendas de españoles, que por siglos habían amasado fantásticas fortunas explotando a los parias de 1a raza tlapaneca, pude saivarlos de segunda destrucción.

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GENEnal JuaN ANonru AlrrmzÁN

I

Desde luego convoqué al pueblo a elegir sus autoridades,lo que hizo, como consta en el acto de rigor. (Apéndice. Cap.XVII-4). Esta actitud mía que había de enorgullecerme en 1o íntimo, sirvió para demostrarme que no hay accióry la más noble, la más desinteresada,Ia más heroica, que esté exenta de ser empañada por la baba de los reptiles. En efecto, de la relación de los hechos de esos días que un tal Lorenzo Aburto mandó a Alfonso G. Alarcón, copio 1o que pretende ser ponzoña: Son las tres de la tarde, hora en que un pelotón de soldados se saca los caballos de don Juan Somohano, Gabriel Gavito,

Antonio Martinez, Guerra y Vega, }lartínez Hnos. y Eustaquio Quintero (los poderosos comerciantes españoles). Además de los caballos, también les han quitado carabinas y parque. En esta misma tarde saquearon la casa de Valeriano Torres, gente de Huamuxtitlán, sin duda con motivo de 1o mal que el hijo de Valeriano (Leonardo Torres) se manejó como Recaudador de Zaragoza y la conducida de éste, Leonardo, observaba aquí como gobiernista, pues varias veces se Ie vió haciendo fuego contra los maderistas.

A las tres de la tarde de hoy, fue aprehendido Rafael Aceves Herrera, de Fluamuxtitlán, por las fuerzas pronunciadas, en la huerta de Manuel Cid Acevedo, según diceru fue causa de muchos males en el mismo Huamuxtitlán,y al ser atacado aquélpueblo, que por cierto nunca fue tomado por Andreu, Acevedo se vino amparado por los federales, más al marchar esta tropa de aquí, Rafael se quedó y fue denunciado por el contratista del correo huamuxteco, de nombre Faustino Ramirez, y quien lo entregó fue la esposa de Rafael Cid. (Se le hizo Consejo de Guerra con todas las formalidades por los jefes huamuxtecos y fue ejecutado).

45 1


I Mm,ronras

...Día 11. A las tres de la tarde el mismo Andreu dijo al cura don Severo Rodríguez y a doña Ignacia S. Vda. de Quintero, que 1o probable sería que los indios de la montaña entraron a saco después de que él desalojaralaplaza, pues ya no había podido contener a los indios, a quienes Dircio les había ofrecido saquear las tiendas de españoles. Con motivo de esta noticia, fuimos mi compadre don Benjamín Fernández y yo a citar a algunos vecinos y a comunicarlo al Presidente municipal a objeto de que por su parte hiciera invitación y tuviéramos una jtnta; ésta se logró y tuvo lugar a las 6 de la tarde; se pidió la presencia de Andreu y se le suplico dejara un resguardo. Ofreció dejar 150 hombres que pagaríanlos vecinos y que quedarían al mando del Coronel Crispín Galeana (un individuo bruto) y del Teniente Coronel Rafael Mendoza (un mercillero que estaba en Malina). .Dia 12. Hoy a las 10:15 de la mañana salió Andreu con la tropa para Chilapa, quedando la plazaabandonada, pues el destacamento que ofreció es insignificante. ..

...Día 14. LLegó el complemento del destacamento compuesto de indígenas de Malinaltepec, habiéndose acuartelado en elportal delAyuntamiento. Mucho hay que decir de la conducta observada de Andreu. Cuando se supo aquí que era joven y que había salido del Colegio de Puebla para empuñar las armas suponíamos que no por eso olvidaría 1as buenas maneras y la buena moral adquirida, en un plantel donde sólo se respira cultura.

tro

Quizála falta de experiencia en asuntos serios y difíciles hace cometer tarpezas que a lalarga deban pesarle, sí

como creo l1ega a restablecerse el order¡ Porque indudablemente habráquejas que serán oídas con toda la atención que 146


GrNrnal JuaN

ANDREU ALMAZÁN

se merecen, siendo una de ellas el atropello cometido a la colonia española, a la que con todo lujo de escándalo le sacó armas, parque, dinero, caballos, monturas y mercancías, todo por valor de1.4 a L5 mil pesos.

...Estos extranjeros de momento, aunque disgustados como están, callan y no dicen nada, pero tan pronto como se restablezcala paz, ocurtirán a su ministro para la reclamación procedente, y es indudable que el Gobierno, cualquiera que sea, oirá en justicia la queja y procurará indemnizar en regla los intereses que indebidamente quitaron a estos señores, antes de dar lugar al relajamiento de relaciones o a dificultades internacionales. Creo que esto será asunto de responsabilidad para Andreu y que a la hora precisa contesté a los cargos que le resultan. El abuso relatado mucho ha llamado la atenciór¡ porque en los momentos en que acabó de darse lectura ante el pueblo del Plan de Madero y en una de cuyas cláusulas dice: "Serárt respetados los intereses y vidas de los extrantjeros", se exigió a estos españoles aprontaran capital para auxilios de la revolución.

...Andreu en los cinco días de permanecía aquí, a nadie le dijo la misión que traía, el carácter o poderes de que estaba investido. Obraba por sí importándole un bledo la tranquilidad pública. Atendía con todo gusto las demandas de placeras por los puestos municipales que antes tenían y é1señalaba cuotas; oía las demandas de los indios contra los de razór,l, ganado siempre aqué1los con justicia o sin ella, pues bien se echaba de ver que trataba de tener contentos a los indios. Mandaba recados a las personas de cualquier categoría en esta forma: 471


MEMoRTAS

"Que dice el General que se presente usted (por modestia debió ocultar ante las gentes sensatas el títu1o que le daban los babosos)". Tenía formado su Estado Mayor de cuatro personas; Ezequiel Ríos, Luis Acevedo, Elpidio Cortés Y Juan N. Pérez, individuos originarios y vecinos de Huamuxtitl,án,los más decentes de aquella población, usan pantalón y chaqueta de cordoncillo, zapatos de vaqueta y sombreros de petate. Saben escribir; pues Ríos, encargado de exigir dinero y mercancías, ya formando lista de las víctimas, y los otros expiden recibos y hacen nombramientos de coroneles, tenientes coroneles y capitanes, no habiendo otorgado el General, almirante o mariscal, por no superar sin duda al señor Juan Andreu, que según la plana mayor, es el caudillo de más importancia en el sur.

Andreu nunca se dignó dar muestras de fina educaciÓn que sin duda no creyó conveniente usar de buenas maneras entre gente que probablemente sabia é1no era civilizada.

La ocupación de la plaza fue el 7 del actual como ya se tiene dicho, y este acto tuvo lugar cuando los federales la abandonaron; así pues, tal acontecimiento no fue de ningún mérito estando alacabezaun individuo chaparro, chato, de calzón,1leno de escapularios, unos al cuello y otros atados enbrazos, todo lleno de listones tricolores flotantes; llevaba en la mano un estandarte de la Virgen de Guadalupe; hacia bailar el caballo y grltabaexcitado alpueblo "YivaMadero". Otros dos grupos llegaron a continuacióry pero sin payaso más, como el primero, pudo verse que los soldados en General carecían de armas propias para la pelea. Los bien armados con seguridad no llegaban a 200, y unos con l48


GrNrnal JuaN,A.NonEu AnaazÁN

escopetas muy viejas amarradas con cordeles otros con machees y palos, formaban fila de dos en fondo.

...Como complemento y para terminar, consigno que, con fecha l-o. de mayo, Al':rnazán dirigió a don Pedro de la Fuente, una carta que entregó una mujer llamada María Nava, en la cual instaba para que no todos los miembros de la colonia española influyeran con los jefes federales para que abandonaran laplaza, pues de otra manera tendría que correr mucha sangre: pues además sus tropas estaban predispuestas contra los españoles y estos sufrían mucho. El señor De la Fuente contestó que no sabía por qué a é1le tendría el pueblo mexicano animadversióru pues que haciendo examen de conciencia no recordaba haber hecho mal a nadie, salvo que ese sentimiento de odio fuera gratuito: que ya hablaba con los federales que no respondía del éxito. EI día 2 del mismo mayo y por el mimo conducto, Almazán volvió a escribir a De la Fuente insistiendo en que hiciera ver a los jefes federales la conveniencia de retirarse, y que aunque había arreglo de armisticio, é1, Andreu, no se avenía a tales arreglos, puesto que sólo obedecía las órdenes de la ]unta Revolucionaria en Estados Unidos de donde é1

habíavenido. Tanta insistencia de este señor, quizá no fue miedo, sino mucha prudencia. ¡Quién sabe!

A este defensor ultranza de los españoles le constó que contra todo riesgo, sin vacilación y sin más interés que imponer la disciplina y hacer respetar la justicia, salvé los intereses de los ibéricos, sus vidas y su honor, con la honra de sus hijas. Pero no sólo de los extranjeros, sino también y sobre todo, de los tlapanecos, de 4el

I


I Mrr,tonr.ts

mi censor mismo y con grave riesgo de mi vida. Esto 1o saben todavía ahora hasta los niños de escuela que bendicen mi nombre' Desconocen las negociaciones de paz empfendidas por los Figuetoa,los generales Almazán y Emiliano Zapata. Cartas Por contra, también de otro tlapanecor QUe si empuñó las armas en pro de la Revolución en aquéllos días, el Teniente Coronel Alfonso Romano Guillemín (hijo de español), copio las siguientes líneas en relación histórica que me envió: Después de 1a toma de Huamuxtitlán pediste rendición de Tlapa que estaba guarnecida por las tropas federales, rurales y regionales del estado de Guerrero, todas ellas bajo el bando del capitán 1o. Emiiio Guillemíru mi tío materno. Estaba también bajo las órdenes de dicho tío mío el Capitán Horta, quien, como antes digo, estuvo de guarnición en Huamuxtitlán, hasta que fue sacado de allí por ti; además del Capitán Ávila, siendo en total unos 360 hombres perfectamente armados. Crtz Dircio se había levantado en la montaña con todos los indios, muchos de ios cuales sólo traían arcos y flechas, habiendo arr.enazado bajar a Tlapa, saquearla y pasar a cuchillo a 1o principales de la población. Atacaste Tlapa el3 de mayo de1911. con todas tus numerosasfierzas, habiéndose defendido la guarnición federai con todabizarría durante cinco días, transcurridos ios cuales y debido a la enorme presión de tus tropas, por una parte, y por la otra a la falta de parque, salieron los federales en la madrugadadel7 de mayo rumbo a Oaxaca. Felizmente para Tlapa la víspera murió en el barrio de Caltitláru el cabecilla CruzDircio, desapareciendo así los temores de la poblaciór; pues estaba todo el mundo, principalmente las casas españolas que en aquéllos años eran muy importantes, temiendo las amenazas de ese cabecilla; confiando en que entrando tú i50


GrNrnel

Juaru

ANonru Ar-raazÁlr

I

tendrían completas gaÍarrtías como efectivamente fue, pues no obstante que en las cajas de J. Villar &. Cía., una corresponsal del Banco de Londres y México , y la otra, del Banco Oriental de Puebla,había fuertes sumas, no sufrieron pérdida o daño alguno, como tampoco 1o sufrió ninguna otra de las casas comerciales ni ningún particular de Tlapa; y menos aún en las vidas de los principales del pueblo y los españoles, entre los cuales se encontraban los hermanos José y ]oaquín Rojo; Pedro de la Fuente, los López, Somohano y otros...

A solicitud de 1os pueblos de la monta(ta, para substituir al fallecido Coronel Cruz Dircio como jefe de los indios, extendí despacho de Coronel al Capitán Crescencio Avilés. Salí de Tlapa el día 12de mayo; en Atlixtac convoqué ai pueblo el día 13, para que eligiera sus autoridades como consta en el acta respectiva levantada con ese motivo. Apéndice (Cup.XVII-5).

Considerando el grave peligro que persistiríaparaTlapa mientras en el país no reinara perfecto orden, habilité como Coronel jefe de la guarnición a un vecino con fama de honorable y tuve la suerte de que también resultara un bravo y competente jefe que mucho batalló, siempre con éxito, en defensa de su ciudad. Fue el Coronel Antonio Gálvez.

ZAPATA BANDIDO, YO DÍSCOLO Mi salida de Tlapa tenía por objeto cooperar al ataque a la capital de mi estado, Chilpancingo,y sobre todo a desbaratar los increíbles enredos pacifistas de los Figueroa, que se atrevían a adjudicarse el mando de los revolucionarios de Morelos y Guerrero con la descabellada idea de someterlos al dictador Porfirio Diaz.

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I MErraonns

Ya aludí al telegrama que al respecto se transcribió de Tlapa ei día 2 del mismo mayo, el Capitán Guillemín, pretendiendo en vano detener mi avance.

Por el periódico "ElPais", del5 de mayo, nos habíamos enterado de 1o siguiente: El Paso, Texas,4 de mayo.- General ]uan Navarro envía a don Francisco I. Madero, ]efe de la Revolución, un aviso diciéndole 1o siguiente: El secretario de Guerra ha dirigido un telegrama con esta fecha que dice: Sírvase transmitir al señor Madero el siguiente mensaje:

México, 3 de mayo. Sr. Francisco L Madero. El Paso, Tex. Los insurrectos del Estado de Guerrero quedaron amnistiados. Estamos tratando paz baio las bases de que sean aceptados los principios fundamentales de nuestro plan político y resueltas satisfactoriamente las cuestiones locales. Lo que tengo el honor de comunicarle protestándole mi consideración y respeto. Navarro". Y en "El Imparcial" del día 4leímos también: La Delegación de los Rebeldes.- El jefe de las armas enJojutla, estado de Morelos, señor Teniente Coronel Ernesto Belkáru llegó a esta Capital acompañado de los señores profesor Francisco Figueroa, josé Soto y Francisco Castrejón, nombrados por los insurrectos del estado de Guerrero como delegados de paz ante el gobierno. Se hicieron acompañar de la autoridad miiitar con objeto de que ésta los presentará

152


GrxrR,rr

ante los señores Presidente de Cuerra.

1a

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ANon¡u Ar-NrAZÁN

I

República y Secretario de

La delegación, acompañada por el señor Beltrán, ha celebrado conferencias con el Primer Magistrado de la Nación y con el señor Ministro de Guerra, exponiendo el motivo de su venida; conferencias que, no obstante la reserva que han sido cubiertas, hemos logrado, aunque someramente, saber qué encierran. Parientes de los Jefes Insurrectos.- Los principales jefes del movimiento insurrecto en e1 estado de Guerrero, son Ambrosio y Rómulo Figueroa, hermanos dei delegado de paz don Francisco y amigos o parientes de 1os delegados Castrejón y Soto.

Araíz de los acontecimientos registrados en Jojutla, el delegado de paz, señor Soto, hallándose con el señor Beltrán, recibió por varios conductos, comunicaciones de los jefes de la revuelta, en 1as que según decían, habíanse enterado de la amplitud en que estaba concebido el último mensaje presidencial en la parte relativa a los gobiernos de provincias y que, puesto que en la revuelta suriana sólo se reconocía como causa determinante la actitud de ciertas autoridades locales, aquélla no tenía razón de ser cuando en el referido mensaje prometía e1 señor Presidente de la Repúbiica que dejaría al pueblo en entera libertad para 1a designación de sus mandatarios. Tal encerraban, en términos generales, las comunicaciones de los jefes insurrectos, y concluían pidiendo a1 señor Soto propusiera al señor Teniente Coronel Beitrán entrar en arreglos de paz. El Armisticio.- E1 señor Beltrán dió parte al Gobierno de lo que trataron los insurrectos: entró en tratos más amplios 53 1


I Mnrrronles

con el1os el señor Soto, se ultimaron éstos al grado de sólo quedar pendientes de forrnular condiciones en que se sometérían y1u trtp"nsión de hostilidades fue arreglada de parte del Gobierno, por el propio señor Beltrán, acordándose que la delegación de pazlaformarían los señores Figueroa, Castrejón y Soto, acompañados del Teniente Coronel Beltrán. Anoche estuvieron todos ante el señor Presidente de la República y por la tarde ante el señor Ministro de la Guerra.

Lo que nos dice el señor Beltrán.- Hemos interrogado al señor Beltrán acerca del fruto de la comisión de sus acompañantes y nos ha manifestado que es muy probable, mejor ái.ho, que es casi seguro que pronto lapaz sea un hecho en los estaáos de Guerrero y Morelos, que los jefes de la revuelta se han venido a convencer de que su actitud sería harto perjudicial a muchos ramos de la actividad de aqué1las entidades, y que, tanto de parte del señor General Díaz, como de la del General González Cossío, la Delegación de Pazha sido bien recibida. ...Lo que dicen los delegados'- El profesor Figueroa, hermano de los jefes del movimiento revolucionario en Guerrero, nos dijo que le extrañaba que un periódico de la tarde, en su edición de ayer, 1o llamara " cabecTlla"; qrle é1 era hermano de los jefes de la revuelta y que venía ante el señor Presidente como delegado de paz, que ésta tenía muchas probabilidades de efectuarse, volviendo la kanquilidad y el orden normal de cosas en la región suriana.

...El señor Soto nos dijo que en Guerrero había muchos hombres sobre las armas que, entre ellos muy pocos serían los grupos que no se sometieran a las órdenes de los Figueroa llamándolos alapaz, y que esos pocos eran elementos 154


Crrr.n,r

Ju-r-r

Aronru AnrazÁN

que no se deberían tomar en cuenta: grupos de merodeadores v asesinos sin cohesión ni ideales polÍticos. Terminó diciéndonos que ya 1os Figueroa se habían dirigido a sus subalternos: pues celebrarían una junta y que enviarían a la delegación las condiciones bajo las cuales se someterían al Gobierno.

Carranza no pasó a México sino hasta que cayó Ciudad luárez, exigiendo y logrando la Secretaría de Guerra del ingenuo Madero Y al mismo periódico del día 10, nos informó: Termina la revuelta en Guerrero.- Se ha llegado a un acuerdo por e1 que se considera fáci1 la terminación del alzamiento.- En fuentes oficiales se nos dijo ayer que hay grandes probabilidades e que los rebeldes del estado de Cuerrero depongan 1as armas, en virtud de un arreglo que el hermano de1 cabecilla principai concertó con el señor licenciado don José lr.es Limantour. El señor Francisco Figueroa, que fue quien vino a México representando a los alzados del sur, turro varias conferencias con 1os funcionarios del gobierno, principalmente con el señor Ministro de Hacienda, y se llegó a un acuerdo que verbalmente ha sido aceptado en casi todos sus puntos por Ambrosio Figueroa, líder de la Revolución del Sur. E1 delegado de 1os rebeldes salió ayer mismo para Morelos y Guerrero, v de las conversaciones que tenga hoy con su hermano, se espera el renacimiento de la tranquilidad en Guerrero.

Ambrosio Figueroa y la gente que lo sigue se levantó en armas por asuntos locales.

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I Mntrtom,ts

Eldía lL me llegó a Tlapa una carta de la señorita Eucaria Apreza, mujer que no conocía, como de 50 años, dueña de la hacienda de Tlapehualapa y de otra, pero oposicionista al gobierno del General Díaz. La señorita Apteza me participaba que habían llegado a Tixtla delegados de Figueroa para ordenar a los jefes revolucionarios que suspendieran sus operaciones. Desde luego dispuse el movimiento de mi columna para evitar que los jefes revolucionarios, tanto en el centro del estado, como en las costas fueron sorprendidos. Alllegar a Atlixtac, el día 13, me encontré con la orden indicada de Ambrosio Figueroa, que me apresuré a contestar en Ia siguiente forma:

Atlixtac, mayo 13 de 1911,.- A1 C. Ambrosio Figueroa.Huitzuco.- De algo debe haberme servido mi estancia al lado del señor Madero y de la H. Junta Revolucionaria; siquiera para saber quiénes son mis superiores, y efectivamente reconozco como únicos capaces de darme órdenes a los CC. Francisco L Madero, Dr. Francisco VázquezGÓmez, Lic. Emilio Yázquez G6mez y Juan Sánc!:rez Azcona.

Lo anterior sirve para manifestarle que me es imposible reconocerle facultades para tratar conDíaz,y que seguiré la campaña con los diez mil montañeses que me ayudaron en Tlapa y tres mil soldados de Costa Chica.- Sufragio Efectivo No Reelección.- General Jn. Andr. Aknazán.- Rúbrica. También Zapatacontestó en la siguiente forma: Cuernavaca, Mor., 8 de mayo de 1911.- El cabecilla del movimiento insurreccional en el estado de Morelos dirigió al Jefe de las Armas en ]ojutla, Teniente Coronel Fausto Beltrán,la siguiente carta: "Obra en mi poder la carta que por conducto del correo, Ignacio Ramírez, se permitió usted I56


Gnxnt-rr Ju.rN Arrx¡u Anr,rzÁr

I

mandarme, en la cual me dice, exhortarme para conferenciar acerca del armisticio de 1os estados de Morelos y Guerrero y llegar a un arreglo depaz, poniéndose como muestra al señor Figueroa. Debo manifestar a usted que es necesario que desechen esa farsa ridícula que 1os hace tan indignos y tan despreciabies, y que tuvieran más tacto para tratar con 1a gente honrada, pues deben ustedes saber que las negociaciones de paz se arreglan con 1os CC. Presidente y Vicepresidente de la República, señores Francisco I. Madero y doctor Francisco Yázquez Córnez, que son la cabeza y 1os únicos encargados de arreglarlapaz, v no conmigo que soy un simple elemento en mi categoría de General, no só1o por los estados de Guerrero v Moreios, sino por toda 1a República. Ruego a usted v a todos los secuaces se dirijan a la cabeza y no a 1os pies, para los arreglos de paz y no me confundan a mí con Figueroa, que no es más que un pobre miserable que sólo 1o impulsa el interés y el dinero. Por ú1timo, diré a ustedes que vo me he levantado, no por enriquecerme, sino por defender y cumplir ese sacrosanto deber que tiene el pueblo mexicano honrado y estoy dispuesto a morir a la hora qlle sea, porque l1evo la pureza del sentimiento en el corazón y la tranquilidad en 1a conciencia.Emiiiano Zapata.- Rúbrica. P. D. Aprovecho la oportunidad que ya que usted se apena por la paz de una manera pacífica, me entregue la plaza de Cuautla, Mor., en bien de los vecinos de 1a ciudad, que serán ias víctimas que sufran 1as consecuencias; pero yo no necesito que me hagan favores, pues nunca he pedido clemencia más que a Dios, ni la necesito de nadie más que de Ú. Vale" (Parece increíbie, pero es absolutamente cierto que esta actitud radical nuestra fue un flagelo para el señor Madero que lo arrastró a ensalzar a Figueroa para lavar su propia culpa).

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I MEuonIas

Pues bien, apresuré mi marchapara Chilapa y Tixtla, en tanto que las fuerzas federales al mando del Coronel juan Robles Linares, ante el empuje de los revolucionarios costeños y del centro, evacuaba la capital del Estado Ia noche del dÍa 1-3, persiguiendo a esta columna de 600 soldados con ametralladoras, el Coronel

Juan Villa.

Mi permanencia en Chilapa fue fugazy talvez por

eso saqué de ahí una visión que año por año me hizo suspirar por "la de Chilapa" sin encontrar nunca quien la igualara y lamentaba constantemente que las exigencias de la campaña me llevaran lejos de

ella. Tal vezla resolución de curarme de su recuerdo buscando otra más seductora me hiciera idealizarla; ¡quién sabe! El hecho es que jamás encontraba otra como "la de ChTlapa" .

A mi llegada a Chilpancingo, todos los jefes insurgentes con cuatro mil hombres, se pusieron a mis órdenes y les extendí despachos de acuerdo con lafserzaque cada quien mandaba, de Coronel para abajo, entre otros a Julián Blanco, Tomás Górr.ez, Manuei Mesa, Laureano Astudillo, Néstor Adame, Timoteo Pineda, Pedro Ramírez, Juan Ojeda y Arnulf o Alcázat. Por esos días también Ometepec caía en poder de Manuel Centurión y Enrique Añorve, con mil hombres, y con dos mil tomaban Acapulco.

Al mismo tiempo qteZapata con cinco mil individuos atacaba furiosamente a Cuautla, hasta aruebatársela al General }ilurgtía, las fuerzas de Tierra Caliente, Teloloapany Taxo avanzabanfuertes en dos mil hombres incontenibles sobre lguala, al mando del General Jesús U. Salgado. Entonces Figueroa, con su núcleo de rendidos de Huxzuco no tuvo más remedio que desconocer sus tratos con el General Diazy concurrir al ataque de Iguala con sus mil indutados. 158


GrNrnel Juen Ar'ronru AlvazÁN

Como era el único que en esa plaza ostentaba nombramiento de Madero, se adueño de la situación y tuvo la suerte de que a una partida exploradora, se le rindiera, sin pelear, en Histola, la columna que había evacuado Chilpancingo, porque creía Robles Linares que veníamos pisándole los talones diez mil hombres, cuando en realidad no llegaban a doscientos 1os de Villa que venían tiroteándole en todo el Cañón del Zopilote y aún después de cruzar el río Mexcala. Apéndice (Cap. XVIII - 6) Hemos visto que Zapata y yo nos manifestamos intransigentes al reclamar el triunfo de la Revolución. Desgraciadamente cerca del jefe de la misma no había el mismo radicalismo, como se recordará con las siguientes cartas:

Monterrey,11. de rrtarzo de 1911. Señor J. A. Robertson. Presente.

Muy estimado señor: En varios periódicos de la ciudad de México y en algunos del extranjero, se publicó a fines del mes de febrero último, una entrevista tenida en Washington con el doctor Francisco YázquezGómez, representante que se dice del Partido Revolucionario Mexicano, en la cual manifestó que algunas personas, entre ellas un amigo personal e influyente del señor General don Porfirio Díaz, deseaba discutir medidas para el restablecimiento de la paz, y que se citaba al señor YázquezGómez para concurrir auna con{erencia en la ciudad de Corpus Christi, Tex.

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I MEuonIes

Con el deseo de evitar interpretaciones torcidas, y para poner estas cosas en su verdadero lugar, cumple a mi deber manifestar públicamente los antecedentes exactos sobre la referida conferencia que en efecto tuvo lugar en Corpus Christi, a fines de febrerou 1l en la cual tomamos participación solamente el señor licenciado Rafael L. Hernández, mi hermano Evaristo Madero y yo mismo, por una parte, y el señor Alfonso Madero y mi hermano don Francisco por la otra.

Al provocar esa reuniórL sólo nos guió un sentimiento de pakiotismo, deseando cooperar con nuestro pequeño contingente para procurar que cesen y tengan un fin los graves males que sufre nuestro país con la contiende actual de hermanos contra hermanos, y que se ha desarrollado en el estado de Chihuahua. Tanto el señor don Alfonso Madero como el señor don Francisco Madero, quien vino de Nueva York expresamente para concurrir a la referida conferencia, manifestaron muy buena disposición para intervenir con los directores de la revolución, a fin de que cesaran las hostilidades y depusieran las armas, solicitando una amnistía General, pero desgraciadamente el doctor Francisco YázqtezGómez se negó desde Washington a discutir con nosotros y pretendió darnos un carácter que no hemos tenido. No es, pues, el gobierno de México el que ha mandado comisiones a Corpus Christi para tratar de Ia paz, sino nosotros mismos, que formamos parte de la familia Madero,los que hemos tenido esa pretensión por no estar de acuerdo la mayoría de todos nosotros de que se siga derramando sangre mexicana sin que haya causado motivo para ello, pues io-os los primeros en reconocer y reconocemos la legalidad de las autoridades. 160


G¡xrR rt,

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Rogamos a usted se sirva dar publicidad a estas líneas en su acreditado diario, eueda su afectísimo y s. s. (firmado), Ernesto Madero.

Washington, D. C., 2 de marzo de 1911. Señor Gustavo A. Madero. Nueva York, N. Y.

Estimado amigo: Resumo nuestra conversación telefónica de esta tarde así: me dice usted que el señor Limantour está dispuesto a recibirnos; que vaya yo a ésta para hablar con é1y ustedes. Contesté que, dada la misión que oficialmente desempeño de parte del Gobierno Provisional, no puedo ni debo solicitar que el señor Limantour me reciba, ni sabiendo que é1 está dispuesto a hacerlo. Si

e1

señor Limantour desea o tiene instrucciones del go-

bierno de México, o mejor dicho, de1 GeneralDiaz, para arreglar el modo de que se establezca en México la paz, y sí para este efecto el señor Limantour quiere que hablemos, yo estov dispuesto a ir, pues soy el más interesado en que México vir.a en paz y en prosperidad verdaderas, pero yo no puedo, con mi carácter de agente diplomático del Gobierno Provisional, ir a solicitar del señor Limantour que tenga a bien recibirme. Acabo de recibir mensaje de GonzálezGarza, en ciave. No 1o he descifrado todavía, pero termina así: "Rumórase cayó Chihuahua". Suyo afmo. F. VázquezGómez. 67


M¡uontas

Lo que dice Pino Suárez:

Muy confidencial. New Orleáns,4 de abril

de1911,.

Señor Francisco Y ázquez G6mez.

Washington.

Muy respetable y distinguido amigo mío: Anoche llegué de San Antonio, adonde, como dije a usted en mi anterior, fuí llamado por don Gustavo para que los acompañara a Chihuahua a explorar elánimo del señor Madero y demás jefes, respecto alatraíday llevada paz. Nunca tuve fe en ésta ni soy partidario de ella, por dos razones: Primero, porque las revoluciones son radicales, y si nos quedábamos a medias, como seguramente iba a pretender el gobierno, corríamos el riesgo de que los hombres que están en el campo desconocieran los tratados y se volvieran contra sus jefes y, segundo; porque no comprendo como podría garantizarnos el gobierno las concesiones que nos hiciera, o sea el cumplimiento de ellas. Pero, afortunadamente no ha habido nada serio, más que el deseo vehemente de Limantour de entrar en componendas con la Revolución para quedar é1 bien con ella; y el deseo también vehemente y sincero del señor Francisco Madero, padre, de evitar mayor derramamiento de sangre. Pues ya estará usted enterado de que la comisión de Limantour vino integrada por un señor don Rafael Hernández y por don Salvador Madero. El primero no quiso ceder a nuestra demanda de que la cosa se hiciera pública (tanto porque deseábamos que se supiera que era el gobierno quien proponía la paz, como por nuestra mayor seguridad personal, en previsión de un atentado, muy al contrario, ese señor quiso que todo se hiciera con el mayor sigilo posible y que no fueron más que las personas de lafa162


Ct trttt-ri- Jurrr A\DREU At*-t,rzÁx

milia y uno de nosotros. Yo protesté contra todo esto, pero al fin así se hizo,y Sánchez y Azcona y yo, que tenemos procesos abiertos y corríamos mayor riesgo, aprovechamos el deseo manifestaclo con toda anticipación por el señor licenciado Estrada para acceder a que é1 los acompañara, quedándonos en San Antonio. Nunca he escatimado yo el sacrificio de mi persona a mis ideas, por más que me encuentro en circunstancias excepcionales, porque en este momento dejaría a mi familia en la miseria, y en prueba de ello acudí inmediatamente al 11amado que se me hizo, pero creo que en este caso no adelantamos nada con que se nos ofrezca, como vulgarmente se dice, atole con ei dedo. Ya don Salvador ha sido detenido a1 emprender otro camino de regreso, según sabrá usted y supongo que nuestros amigos se habrán devuelto de El Paso al tener noticia. En n-ri concepto, la Revolución está triunfando; todo el trabajo está hecho: era el de conseguir que el pueblo se pusiera en movimiento y perdiera el miedo al fantasma de Chapultepec; hoy só1o nos resta encaminar las energías en marcha y esperar algunos días. Por esto he vuelto de San Antonio muy descorazonado; porque no he encontrado ahí un núcleo dirigente.l{e visto al señor licenciado YázquezGómez, que debía encabezar ese núc1eo ahí, algo retraído; he visto a los señores Madero, que debían hacer cualquier sacrificio para amontonar elementos para dar 1os últimos golpes, en actitud de hacer política, cuando creo que su misión la deben lirnitar a lo primero...

...Don Custavo me repitió que estaba pendiente del empréstito y que nada podía hacer por el momento; por 1o que no creo que en Yucatán, cómo en todo ei país, estemos co63 I


I Mruo«ras

rriendo el riesgo de perder una situación que con un último esfuerzo podía ganarse; porque en este momento puede decirse que en Ia tardanza está el peligro, no porque crea que Diaz pueda llegar a rehacerse, sino porque pudieran complicarse las cosas si el gobierno americano se asegura de la tranquilidad por ellado del Japón; y porque quizá los científicos intentarían una complicación al verse perdidos' A este respecto,le referiré que el día de mi salida presencié una entrevista de un caballero que parece procedía de Washingtoru con don Gustavo, en que le hizo presente que en la Secretaría de Estado de Washington le habían prevenido a Limantour, en su estancia en Nueva York, que era necesario que Diaz presentara su renuncia; que el gobierno norteamericano esperaba que la presentaría al abrirse el Congreso y que/ en vista de no haberla presentado, se había ordenado ya la movilización de otros veinte mil hombres sobre la frontera. Parece un hombre bien enterado de nuestros asuntos y de 1o que se piensa en los altos círculos del gobierno, por 1o que creo que sí no es cierto 1o que dijo, bien podría haber sido enviado para explorar impresiones. Tercié en la entrevista, y le dije que el gobierno americano tenía la culpa de nuestra situación de México, porque tanto MacKinley como Roosevelt, Root yTaft,habían apoyado siempre aDíaz; y el pueblo mexicano, celoso de su autonomía y temiendo un conflicto con los Estados Unidos, habíapreferido sufrir en silencio los atentados de la dictadura, antes que exponer su independencia, hasta que ya le fue imposible soportar más tiempo la tirania deDíaz; que, en consecuencía, creíayo que el pueblo americano, al intervenir en nuestros asuntos, iba a hacerme cargo de una gran responsabilidad, porque en nuestro país se moverían hasta las piedras mismos contra una intervención extranjera. Parece que esto le impresionó bastante y me contestó que no era el pueblo americano, sino los hombres del gobierno,los que tomaban aquéllas determinaciones. 164


Gnrrn,rr.

Juel A\LltLU Anr,rzÁl

l

Terminó felicitándolo por sus declaraciones con respecto a1 mensaje de Díaz; debe usted, en mi concepto, insistir en que se nos reconozcala beligerancia 1o antes posible, para poder obtener recursos y facilidades... Sin más por el momento, soy su devoto amigo y obsecuente seguro servidor, J. M. Pino. San Antonio, Texas, 16 de abril de 1911.. Señor doctor Francisco Yázquez Gómez.

Washington. Muy estimado amigo: Refiriéndome a su grata de B del actual, le manifiesto que estoy conforme con las bases generales para la pacificación de que usted me habia, siempre que las negociaciones se 11even a cabo, pues más tarde vo creo que no habrá para qué entrar en arreglos con e1 gobierno, porque antes de tres meses lo habremos derribado. Ya sabrá usted que a don Francisco Madero le volvió a suceder en Eagle Pass lo mismo que en El Paso, y ahora por poco no lo dejan volver a este lado. No ha regresado para hablar con Ernesto Madero en Eagle Pass, adonde debe llegar hoy este señor. Se dice que trae nuevas proposiciones de paz de parte del gobierno de Díaz. Su hermano Emilio habló conmigo y me leyó la carta que usted escribió a é1 acerca dela paz.

Como no he tenido noticia de que a mi hermano Jesús y mi cuñado E. Salinas les haya sucedido algo, creo que la misión que les confié va bien y pronto estaré yo en el centro de las operaciones en Coahuila. Ya habrá visto usted que ha 65 1


I Mruonras

empezado bien el movimiento en este estado apenas empezarotl los partidarios a recibir órdenes.

No tenga cuidado de 1o demás que me recomienda en su carta. Tan pronto como pueda ayudaÉ a ustedes. Mándeme una copia simple sin poner mi nombre, del nombramiento de Jefe dela2". Zona. Quedo como siempre su amigo afmo. Y. Carranza. (Todavía el16 de abril y en Estados Unidos! Quiere nombramiento pero sin nombre!!!) San Antonio,22 de abril de1911. Señor doctor Francisco Y ázquez GÓrnez.

Washington.

Muy estimado amigo. Ayer transmitimos su hermano Emiiio y yo por telégrafo a usted, en clave, el siguiente cablegrama que recibí de Madrid:

Iré a México con facultades, procuraré paz. Ayúdeme. Prepare a Yázquez Gómez. Hasta el 24 Permaneceré en París. Conteste allá. B. Reyes. luzgaé conveniente transmitir a usted luego este cablegrarnü por 1o que pudiera servirle la noticia ahora con intervención de usted se está tratando de negociarlapaz con el gobierno y paÍa obsequiar la indicación del General de prepaÍar austed. Nada le digo sobre esto, porque sé bien que usted está dispuesto a hacer 1.apaz, siempre que queden asegurados los principios de la Revolución. A. Gustavo también 1o impuse del cablegramapara que 1o comunicara a Pancho, pues le servirá para normar 166


GrNEnel JuaN

AN-DREU Ar-traezÁN

I

sus operaciones si no se negociara lapaz. Creo que usted y é1 no deben ceder en las condiciones, estas para celebrar aquella, pues no llega a celebrarse, adquiriremos más fuerza para cuando llegue el General Reyes a México, y como creo que vendrá animado de los mejores propósitos, se intentarán a su llegada nuevos arreglos de paz y se obtendria, tal vez, errmejores condiciones que ahora y con mayores seguridades de que se cumplirían. En caso de que nada se arreglara, seguiríamos la Revolución hasta su triunfo, pues creo que aún cuando el General Reyes ayude al gobierno, no podrá este sofocar ya la Revolución. Hoy doy al General su dirección, por si quisiera comunicarse con usted.

Mis operaciones caminan bien. Por algunas dificultades en la orilla del Bravo, no he podido salir, pero pronto se allanarány saldré. Quedo su amigo afmo. Y. Caruanza.

(Definitivamente, esperando al Gral. Reyes no pasó sino hasta que cayó Ciudad Juárez y a exigir y obtener la Secretaria de Guerra. ¡Oh, ingenuidad del señor Madero!)

Ambrosio Figueroa nombra gobernador a su hermano Francisco, días antes todavía sometido al GeneralDiaz. Telegramas LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES En acatamiento a 1o dispuesto por el Plan de San Luis, en la capital del Estado, procedimos los representantes de veinte mil revolucionarios de la entidad, a discutir personalidades para designar Gobernador Provisional; sóIo esperábamos para hacer la designación, que llegaran los delegados de los mil hombres de Figuetoa y de los dos mil de Salgado, que estaban en Iguala. Por consiguiente, grande fue nuestra sorpresa e indignaciór¡ cuando nos llegó Ia notificación de Figueroa áe que habíá designado Go67

I


I Mrvonlas

bernador del Estado a su propio hermano Ftancisco, el que ocho días antes todavía estaba sometido al gobierno del GeneralDiaz. En Iguala mismo, 1os de Jesús H. Salgado reprobaron el increíb1e procedimiento y resolvimos ignorar a 1os Figueroa para resolver la situación como lo mandaba expresamente el Plan de San Luis, aunque para ello necesitáramos hacer uso de lafuerza. Entonces tuve un arranque de tonta modestia, de insensato desinterés, que a Ialargatalvez influyó en forma importante en la guerra agraria, que se le impuso aZapatay en la caída del señor Madero.

Chilpancingo como emisarios de Figueroa, Apreza y el señor ]acobo Harootian. Era éste la señorita Eucaria un armenio, por muchos años minero en la Sierra Madre, casado con humilde mexicana y hábil para hacerse aparecer como benefactor, sobre todo en Zumpango, donde tenía confortable residenSe presentaron en

cia.

En repetidas asambleas de Jefes, a las que asistieron estos emisarios, nunca tuvieron un argumento que calmara nuestra exaltacióru al contrario, estuvieron de acuerdo en que Figueroa no representaba ni el diez por ciento de los insurgentes, ni tampoco el menor derecho para imponer a su hermano. Incapaces de vencer la resistencia'de los ]efes, encontraron la veta de mi vanidad que explotaron triunfalmente: me hicieron ver que la oposición General iba a interpretarse como ambición personal de mi parte; que dada la simpatía que sentía por mi la familia Madero y la ]unta Revoluciortaria, en cinco minutos arreglaría las cosas en la capital de la República en forma equitativa y satisfactoriaparatodos; que Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y Juan AlvaÍez, eÍarrpruebas incontenibles de que los guerrerenses 168


GENERAL JUAN ANDREU

ALMAZÁN

I

siempre fueron desinteresados al ofrendar sus vidas, a las causas nobles; que ellos mismos estaban y estarían de nuestra parte y que desde ese momento Harootian se ponía a mis órdenes como soldado y,... caí como un pobre tonto. Tomé la bandera del desinterés como un poseído y me fue fácil convencer a los nobles Jefes revolucionarios de que no había peligro en que aceptáramos a Francisco Figueroa como Gobernador, a 1o sumo por ocho días. Procedí a seleccionar personal para constituir una columna de mil hombres y marchar algaala,fui solo al cuartel el General Ambrosio Figueroa que me recibió amablemente. Sentado de espaldas a las rejas que daban a la calle 1o taché groseramente de perjuro por sus tratos con el General Díazy de ambicioso por el nombramiento de Gobernador. El tuvo paciencia y control para asegurarme su buena fe y puso a mi disposición pertrechos de guerra que le sobraban. Cuando terminamos de hablar y me disponía a salir me dÍ cuenta de que las rejas estaban por fuera pletóricas de agresivos soldados míos, que contra mis órdenes habíanido a cuidarme.

Ante el afán de Figueroa de ostentarse por medio de la prensa de México como Jefe de los Revolucionarios de Guerrero y Morelos, honrado y enérgico y resuelto a imponerse por la fuerza sobre miles de bandidos, para calmar la justísima indignación de esos miles de hombres armados, acusados estúpidamente de bandidos, creí indispensable aclarar las cosas con el siguiente mensaje, desde el mismo cuartel general de Figueroa. Telegrama.- De Iguala el 28 de mayo de 1911.. Para México, D. F. Sr. Director de "El País" .2". de San Lorenzo No. 61. Para evitar futuras dificultades políticas, ruégole hacer saber: 1o. Que en este Estado no hay Jefe Supremo: ElGral. 6el


I Mrlrronles

Figueroa manda las fuetzas que ha reclutado, yo las mías y 1o mismo sucede con los demás jefes.- 2o. Que a Chilpancingo entró el mismo señor con unos 60 hombres ocho días después de haber sido tomada la ciudad, y no al frente de un éjército, como se lee en el númeto 3747 de "El Pais" .- 3o. Que la guerra al bandidaje será necesaria en el terreno que é1ha ocupado, pues todos los jefes hemos procurado, cada uno en su región, instalar las nuevas autoridades y restablecido el order¡ en cada uno de los puntos por donde pasamos.- De Ud. Afmo. S. Gral. Juan Andreu Almazán.Rúbrica. Pero al mismo tiempo ftataba de evitar a toda costa choques armados entre nosotros, seguro de que al llegar el señor Madero se arreglarían las dificultades en justicia. Por eso ai enterarme en Igualaáe que imprudentemente Figueroa había mandado algunás de sus fuerzas a la desocupada Cuernav aca " para darle garantías contra las chusmas de Zapata" próximas a llegar y de que Zapatatbayaa batirlos, procuré apaciguar a éste, aunque sin necesldad, porque los del primero no se atrevieron a resistir y Zapata se mostró cordial y consecuente.

He aquí los mensajes resPectivos: Telegrama.- De Igualael2T de mayo de1911.. Para Cuernavaca.- Sr. Gral. Emiliano Zapata.- Extráñame disgusto y consecuencias entre tú y Gral. Figueroa. Muy malo combates compañeros. No cometas imprudencias y espérame para día28.Hablaremos y te arreglaré todo 1o que quieras. Sabes que estoy contigo. Te recomendaré con Sr. Madero, quien ha dispuesto que haya paz.- Gral. ]. Andreu Almazán.- Rúbrica.

170


C¡NErrAr- Ju.lN

ANonru Ar-rr,rezÁx

Telegrama.- NIúm.2 de Cuernavaca el27 de mayo de 1911. Recibido en Iguala 18. Of. Sr. Gral. J. Andreu Almazán.Asunto dls. gusto arreglado satisfactoriamente. Está sin cuidado. N,{ucho gusto tendré saludarte ésta como 1o ofreciste.Emiliano Zapata. (Pronto había de parecer que mis recomendaciones ante el Sr. Vladero eran 1o peor paraZapata). En mi columna llevaba trescientos indios tlapanecos, tal como se habían presentado para e1 ataque de Tlapa: melenudos, andrajosos, con un cotón de lana café oscuro para el frío y armados de arcos y flechas, hondas y lanzas. Quería vo que en la Ciudad de los Palacios se dieran cuentan de que había en el país millones de seres primitivos que era necesario lerrantar.

Los trenes que me rnandaba e1 General Zapata para transportarnos a Cuernavaca, debían 1legar a Iguala a las nueve de 1a mañana y desde las ocho tenía en la estación formadas mis fuerzas frente a las vías. Los indios infantes en primera fila y los mestizos de a caballo, detrás.

Cuando de improviso apareció e1 negro monstruo echando lumbre y vapor y ensordeciendo con agudos lamentos,los indios echaron a correr y no hubo más remedio que los de caballería fueran detrás de eIlos paralanzarlos y subirlos al tren. En iguala pintaban a Zapata como ensoberbecido capitán de ladrones, sin más propésito que llevar a sus chusmas a todos los excesos de rapiña, sedientos de sangre y destrucción. En Cuernavaca me encontré al mismo Zapato de Tepexco y Tepalcingo. Poco bebedor, desinteresado, generoso v apasionado de los buenos caballos. Sin dejar de ser sensible a los encantos femeninos, era, sin disputa, el caballo su mayor debilidad. Su aversión para los abusos de cualquier orden,luchaba siempre con su indulgencia para los desvalidos, tal vez porque habían dejado en su carne 711

I


I Mrlaonns

profundas huellas la miseria y los abusos de los poderosos. En sus conversaciones era una obsesión la necesidad de la pronta recuperación por los pueblos de sus tierras, sus montes y sus aguas; era un caudillo, no por sus poses, sino por la confianzay el entusiasmo con que 1o seguían siete u ocho mil armados, dragones en su mayor parte, que atestaban las estrechas y empedradas calles de Cuernavaca. En su cuartel general del Hotel Moctezuma predominaba el hacinamiento y la algarabía. Cuando llegó el31 de mayo, reinaba perfecta armonía entre los de Zapatay los de Figueroa, porque la reducida fuerza de éste, que imprudentemente había enviado a posesionarse de Cuemavaca antes de la llegada de los morelenses, iba mandada por Manuel D. Asúnsolo, que pronto se hizo más amigo deZapataque de Figueroa.

Zapala, Asúnsolo y yo convinimos en la urgencia de marchar desde luego a la CapitaL,paraque cuando el jefe de la Revolución, don Francisco I. Madero llegara, contara con fuerte núcleo de gente adicta y no quedara a merced de sus hasta la víspera, enemigos del Ejército federal y de la burocracia porfirista. El día primero de junio empezaron a salir de Cuernavaca nuestras fuetzas, dispuestas a batir, si era necesario, a los federales que todavía guarnecían desde El Guarda y El Ajusto para adelante. Mi columna formaba la vanguardia; una hora después seguiría el centro con el grueso de las fierzas deZapata, y Asúnsolo cubriría la retaguardia.

Nos adelantamos los tres con nuestras escoltas a situarnos a Tlaltenango, en la plazoletaque está frente a la Iglesia,parapasar revista a las tropas. Al efecto, nos colocamos a caballo, Zapataen el centro. Asúnsolo a su derecha y yo a suizquierda; es decir, en el mismo orden en que las fuerzas desfilarían.

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Cr.,t Rll Julr.- Axr¡uLu ALMAZÁ\

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Iría liegando mi gente a Huitzilac y empezaba a pasar la de Zapata, cuando le fue entregado un mensaje del Secretario de Gobernación, licenciado Emilio Yázquez Górnez, ordenándole que amanecieran sus fuerzas en la capital de Morelos, sin permitir que nadie fuera a la Capital de 1a República sin la autorización debida. Decepción v contrariedad nos trajo el mensaje y después del primer arranque para ignorarlo, Zapata opinó que debíamos obedecer v mandó hacer alto a su gente. Asúnsolo secundó a Zapala, pero yo no me resigné a que mis inditos tlapanecos se queclaran sin conocer la ciudad de México y sin que ei país se diera cuenta de su existencia de su penoso estado. Después de mucho argumentar convinieron en hacerse mis cómplices para contestar que se cumplirían las órdenes en cuanto a sus fuerzas; pero que las de mi mando tenían muchas horas de ir caminando cuando ilegó el mensaje, y que además, ignoraban si 1a orden también se refería a mí. Por mi parte forcé mi marcha con pequeños incidentes con ias fuerzas federales hasta llegar a alojarnos en San Angei, Distrito Federal, el 3 de junio de 1911. Este hecho demuestra que Zapata no era el insubordinado que han pintado los interesados en desacreditarlo.

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Entrada de Madero a la Capital. El excesivo optimismo del Apóstol. El licenciamiento de mis tropas. Una medalla perdida De San Ángel salían a toda hora los tranvías atestados con mis inditos y demás soldados que, verdaderamente embobados, venían a conocer la Capital, y de ésta iban los capitalinos a ver cómo eran los maderistas de Guerrero, únicas fuerzas rebeldes que entonces llegaron a la Metrópoli.

Al respecto, el"Diario del Hogar" informó: Los jefes insurgentes del estado de Guerrero, en esta capital.

Por el Ferrocarril Central Mexicano y a bordo de un tren especial,llegaron el sábado 3 de los corrientes a esta ciudad, procedentes de Chilpancingo, los señores Juan Andreu A1-


I Mruonras

nnazáÍ;, Coronel Laureano

Astudillo y demás oficiales y ayu-

dantes que los acompañaban.

Desde su arribo a la estación de Buenavista fueron aclamados por numeroso público que los esperaba, Y conducidos en medio de compacta muchedumbre hasta su alojamiento provisional, que es el Hotel San Carlos, en donde han recibido numerosas muestras de simpatía. Estos jefes insurgentes fueron invitados por una Comisión del Sa1ón Rojo y otra del Teatro Principal.

Tanto en elSalón Rojo como en el Teatro Principal fueron aplaudidos con entusiasmo por el numeroso público y en el último de los espectáculos los mismos artistas suspendieron la representación para aplaudir a tan denodados insurgentes. Las músicas tocaron entusiastas dianas y en medio del delirio y frenesí se vitoreó al señor Madero, a la revolución y a sus bravos paladines. Desde el día tres de nuestra llegada, hasta el de1 arribo del señor Madero, el día siete, fuimos los niños mimados de la cautivadora ciudad. Me llamaban el General niño y yo me ponía roio de vergüertza, sobre todo por 1o de General, porque sentía que estaba cometiendo un robo a los que llegaron a esa jerarquía tras incontables años de valor, de lealtad, de aptitud y de sacrificio. Me sentía tan civii como en la escuela de medicina y así me seguí sintiendo siempre durante treinta años de mis servicios. Por eso jamás usé uniforme fuera de las contadas ocasiones en que era mi estricta obligación. Porque siempre me sentí un civil, un eterno estudiante de medicina, como rebelde o como Comandante militar, en toda ocasión tuve e impuse el respeto y consideración para la jerarquía civil, especialmente cuando se trataba de autoridades inferiores honorables y de origen popular. 176


GENrnal JuaN ANDREU ALMAZÁN

I

Me abrumaban con su compañía constante y su actitud deferente, numerosos representativos de la "jeunesse doree" , !1Je- rra.rraban con pasmo mis proezas (que yo desconocía), pregonaban mi talento y mi valor y celebraban con hilaridad convincente mis mayores estupideces. Se empeñaban en darme la seguridad de que en las duras y en las maduras debía contar con su adhesión incondicional. Estas seguridades y halagos subían de punto a 1o inimaginable, naturalmente en las parrandas o en las cantinas y restaurantes de lujo. Era yo cortés pero escéptico para estas manifestaciones. Todo 1o contrario para las amabilidades del otro sexo. En recorrido kiunfal venía el Caudillo de Ia Revolución triunfante de Ciudad luárez a la Capital de ia República. Salí con mis ayudantes para encontrarlo en San ]uan del Río. A primeras horas del día siete esperábamos ansiosos en el anduve, entre jubilosa multitud,la llegada del tren especial. AlparN, exactamente frente al lugar donde me enconkaba, fueron levantados los cristales de una ventanilla del "puIlman"; apareció la hermana menor del señor Madero y nos saludamos efusivamente, invitándome a subir al convoy. De esta gentil dama se dijo desde San Antonio que era mi novia, con grande y constante derrame de bilis de distintos interesados. Desde el primer momento negué en toda ocasión la más remota veracidad a los rumores. Lo único que ocurrió en aquella ciudad de Texas, fue que ella, la más joven de Ia familia y del grupo de los asiduos concurrentes, se manifestaba complacida de charlar conmigo, simplemente por fastidio de oír a toda hora hablar de planes de guerra, de chismes y de intrigas y sobre todo para alejar a impertinentes y biliosos pretendientes de la herrnana del próximo Presidente de México. Eilos fueron los que inventaron la dulce fábula y me hicieron objeto de un obstinado rencor. Jamás me atreví ni a pensar en la posibilidad de tamaña ventura y demasiado pagado me sentí en toda ocasión con la deferencia inmerecida que siempre me prodigaron no sólo ella, sino todos los familiares de mi jefe, sus padres y hermanos, con excepción de RaúI.

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I


I Mwronrls

Subí al tren y empezaron a derrumbarse mis ilusiones respecto

al triunfo definitivo y al poder constructor de nuestro movimiento libertario. A1 primero que me encontré a bordo fue a1 grande y cordial amigo Arturo Lazo de la Vega. Después de estrecho abrazo, manifesté que nuestra cooperación en elSur, por la premura del tiempo,ltabía sido modesta; inquirió ansioso noticias frescas de las hazaflas de los chihuahuenses capitaneados por el admirado Pascual Orozco. Me contestó enigmáticamente que mi Pascual Orozco era una fábula; que yo sería la primera figura militar de la Revolución al lado del señor Madero. Este mazazor.rre dejó anonadado, entristecido. Lo que me aturdía era que Lazo de la Vega, gozaba de las confianzas del querido, generoso y abnegado Juan Sánchez Azcona, el más íntimo confidente del Jefe de la Revolución. Entonces me puse a averiguar, a conjeturar, a deducir, llegando a la conclusión de que las demandas sinceras y radicales a favor de los mexicanos, en Orozco, habían de 1lamarse TRAICION y enZapata BANDIDAJE. tren siguió con vía libre para la Capital de la República, la que a mediodía del 7 de junio recibió aI VENCEDOR con indescriptible júbilo, con delirio, a pesar de que horas antes le había sacudido un formidable temblor que causó muchas muertes, especialmente de infelices juanes en el derrumbe de un cuartel. E1

De la estación de Colonia alPalacio Nacional, fue unrecor:rido lento en medio de tma muchedumbre delirante que nos estorbaba el paso.

En el automóvil que estaba a mi disposición, me tocó llevar a varias personas de la familia Madero, detrás del vehículo que ocupaba con su esposa el jefe de la Revolución Delirante de alegría, el pueblo se había arrojado a la calle para aclamar frenéticamente al señor Madero y a 1os demás dirigentes de ia cusa revolucionaria. ¡Hermosos días aquéllos de libertades y esperanzas! 178


GENrnal ]ueN

AN-DREU

Ar-l,l,tzÁN

I

Sin embargo, mi espíritu se hallaba poblado de sombras y dudas. Presentía que graves peligros nos acechaban. Pensaba que sería un suicidio para cualquiera oponerse en forma alguna a los designios del Caudillo; empero sentía que, al lado de una corunovida gratitud por las atenciones que sus familiares me prodigaban, era yo, desde el día en que saliera de San Antonio, tres meses antes, un resuelto opositor de don Francisco I. Madero.

Rekocediendo ahora que escribo estas líneas a ios días jubilosos de nuestra entrada a la Capital, comprendo que aquéllos homenajes públicos al Jefe triunfante de un pueblo felizy sin enemigo visible al frente, eran la expresión de entusiasmo desbordado, ya que ese mismo pueblo un año antes, aún el día de las falsas elecciones y no obstante ser adverso al caduco régimen del General Díaz, había permanecido temeroso y escéptico al grado de que las manifestáciones más nutridas en la Capltal y laJde los viriles poblanos no registraron más de veinte mil concurrentes.

el7 dejulio de 1940,1as explosiones populares culminaror¡ por primeray ínica vez en la vida independiente de Ia En cambio,

patria, en una victoria cívica que me eligió en forma abrumadora su presidente. Más, volvamos a1911..

En el andén descubrí con placer entre la multitud, a Emiliano Zapata, quien aI día siguiente habló ampliamente con el señor Madero en Berlín 21. Yo estaba convencido de que la atracción personal de aquél despertaría 1a simpatía de éste. Seguro de contar con el apoyo de los familiares del señor Madero, que me dispensaban el honor de tratarme como de los suyos, el día nueve le expuse a élla situación de Morelos y Gue7el


I Mrvonres

rrero. Le dije que habiéndose alcanzado el triunfo, deseaba volver inmediatamente a mis estudios para no perder el año, ya que mucho habria de kabajar, de junio a septiembre, paÍa alcanzar a mis compañeros, ya en e1 tercero de medicina, que desde el dos de enero seguían el curso. (Entonces se requerían cinco años para obtener el título profesional). Luego le dije que el General Ambrosio Figueroa, sometido al GeneralDiaz hasta el último momento, en sus constantes informaciones a la prensa se hacía pasar por jefe de todas las tropas revolucionarias de los dos estados y pintaba aZapatacomo un bandido; que contando con una minoría absoluta de los insurgentes y fuera de la Capital del estado, que se hallaba ala sazón en nuestro poder, se había atrevido a nombrar gobernador de Guerrero a su propio hermano Francisco, el que no había tenido más participación en la lucha que pedir clemencia al GeneralDíaz cuando éste ya rodaba al precipicio; que todos los jefes guerrerenses habían aceptado dicha designación sólo por unos cuantos días, ante 1a certidumbre que 1es dí de que el mismo día en que el señor Madero conociera la verdad a su llegada a la Capital de la República, anularíael hecho para que la designación se hiciera en la Capital del estado por la mayoría de los jefes revolucionarios, de acuerdo con e1 PIan de San Luis. También le manifesté que el General Figueroa, alegando autorizacióny completo apoyo del señor Madero habíainiciado ya una hostilidad tremenda contra el General Jesús H. Salgado, principal conquistador de Iguala hacia apenas veinte días, despojándolo de gran parte de sus fuerzas. Asimismo, sostuve que Figueroa, para complacer a los hacendados de Morelos y comerciantes de Cuernavaca,habíamandado invadir los dominios de Zapata, de manera por demás provocativa, apolítícae irracional, sí se tomaba en cuenta 1a formidable popularidad de Zapata y el legendario antagonismo entre morelenses y guerrerenses; que Figueroa, atendiendo las solicitudes de los explotadores y calumniadores de Jojutla, se había atrevido a mandar asesinar al veterano luchador octogenario Coronel Gabriel Tepepa, sin más justificación que 180


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Jr,,r.lr ANDRFU Alr,rrrzÁN

la feroz e inmotivada campaña de prensa que Figueroa y los terratenientes promovían; que juzgaba yo admirable la paciencia deZapata al no repeler la pequeña fuerza de Figueroa con 1os poderosos elementos con que aquél contaba, sólo por no crear problemas al Jefe de la Revolución y persuadido de que éste pondría remedio inmediato a tales provocaciones.

Madero se molesta porque mis tropas prefirieron licenciarse si me iba. No aceptaron seguir con é1. Arenga Para mi larga y vehemente exposición aproveché que 1os visitantes habían quedado en ia sala y terrazas de Berlín número 21, y en el comedor sólo acompañábamos al señor Madero sus familiares y yo. Los signos de aprobación y sorpresa de estos me daban lacerteza de que también en elánimo de nuestro 1íder causaban mis informes profunda impresión. Tremenda fue, pues, mi sorpresa cuando el señor Madero me replicó que el señor Ambrosio y Francisco Figueroa eran excelentes elementos; personas de orden que é1 necesitaba para hacer volver al país 1a disciplina; qlue Zapata y su gente, eran por lo contrario, elementos de desorden que desprestigiaban a la Revolución, y que habría que someterlos, como quiera que fuese t para que se dedicaran a trabajar los que no hubieran cometido delitos: que Tepepa había sido un bandido, y su fusilamiento indispensable para escarmiento de 1os desordenados.

Rojo de ira, de indignación, vislumbrando el abismo en que caería el país, alcancé a replicarle que en esa forma se obligaría a los campesinos de Morelos a ir a una guerra de exterminio, cuyo fin nadie podría prever. De nada sirvió la intervención de1 señor su padre, de sus hermanos, de don Gustavo, quienes le dijeron que 1es parecía que yo tenía razón. El señor Madero levantándose para ir a atender a 1as 81 |


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comisiones que lo aguardaban, al pasar junto a mí, palmeándome muy afable, exclamó: "¡Qué muchacho tan simpático, lo mandaremos a terminar sus estudios en Alemania!"

Todavía alcancé a detenerlo para decirle que mis guerrilleros acuartelados en San Ángel deseaban ser licenciados sin demora porque se les pasaba el tiempo de iniciar sus siembras. Me contestó que de ninguna manera haría el licenciamiento porque necesitaba esa gente para formar dos cuerpos rurales de confianza. 41 asegurarle que no aceptarían, me notificó con el optimismo que habría de serle funesto, que él los convencería al día siguiente que visitaría mis cuarteles. La inútil interr..ención a favor de mis tesis de 1os famiiiares de1 señor Madero y ia preocupación que demostraron me daba la impresión de que algo funesto para todos, para la República, quedaba sellado por la actitud obcecada dei Jefe de la Revolución. También me pareció adivinar que el señor Madero al defender contra la razónla conducta reciente de Figueroa al someterse al gobierno del GeneralDíaz, trataba de justificar su propia actitud en 1os tratos de Corpus Christi v de CiudadJuárez, en que se empeñó en salvar del desastre al GeneralDíaz v al señor Limantour. Esto me explicó en los meses siguientes los calificativos denigrantes que me dedicó cadavezque ataque a Figueroa, defendiendo aZapata.

Muy temprano en la mañana del 10 de junio llegÓ el señor Madero a San Angel, acompañado de Manuel Urquidi, Eduardo Hay, Elías de los Ríos y otros, entre ellos algunos periodistas. Rápidamente reuní a mis soldados formándolos en masa frente al señor Madero, quien los arengó, pidiéndoles que prestaran sus servicios aunque fuese por algunos meses, ya que era obligación de los que habíamos trastornado el orden en 1a República, restablecerlo; que se les dotaría de todos los elementos necesarios Y tendrían dinero para mandar a sus familias. 182


GENr«al JueN ANDREU ALMAzÁN

Alguien gritó: "Si se va nuestro General, nos vamos todos", que repitieron a coro, como estribillo, en su totalidad.

I

10

El señor Madero les dijo que yo me iba porque apenas me alcanzaba el tiempo para no perder elaño de estudios, más no porque estuviese disgustado con é1, interpelándome si eso era o no cierto, a 1o que contesté afirmativamente. Sin embargo, todos sin excepción, se mantuvieron firmes en su resolución, y el señor Madero, molesto, ofreció que, dariala orden para que fueran licenciados al día siguiente, 11 de junio. A cada individuo que retuvo su arma se le obsequiaron quince pesos, y cuarenta a los que debían entregarla si aquella era propiedad de Ia Nación. Fueron recogidas 593 máuseres y conservadas 382 carabinas 30-30 por los combatientes retirados en aquél acto.

El mismo día121es dirigí, con honda emoción y cariño, la siguiente despedida: Queridos hermanos: El momento de nuestra dispersión se acerca rápidamente y quiero, por últimavez quizá,hablarles a los leales y bravos soldados de la "Brigada Serdán". Sincero cariño os profeso, y vosotros sois testigos de que siempre procuré trataros no como inferiores, sino como compañeros; de que jamás busqué mullido lecho ni ricos manjares, mientras descansabais sobre el duro suelo masticando vuestro "totopo" . Perdonadr pues, si alguna vez quebranté mi propósito, tratándolos con dureza.

Y ahora que hemos alcanzado el anhelado fin, pensemos ya en el regreso a nuestros hogares; marchemos a consolar a la cariñosa madre y ala amante esposa; pero no vayamos 83 1


I Mrlronres

con el orgullo de los vencedores sino con la satisfacción del que cumple su deber.

No os incomodo 1o corto de la recompensa metálica, el premio está en la tranquilidad de nuestra conciencia y nuestros hijos habrán de saborearlo. Probablemente no podré ayudaros en 1o sucesivo más que con sinceros consejos; pero 1o haré con verdadera alegría, si me escribís al Colegio del Estado de Puebla.- México, D.F., 12 dejunio de 1911.- Juan Andreu Almazán.

Recuerdo que a raiz de la llegada del señor Madero a México, sólo a cinco de los jefes revolucionarios se nos refrendó el grado de brigadieres: Pascual Orozco, ]osé de laLuz Blanco, Rafael Tapia, Ambrosio Figueroa y yo. Como a los tres primeros/ me parecía que nuestra intervención en la carrera de las armas había sido puramente ocasional y me ruborizaba al oírme llamar General; me parecía que usar uniforme equivalía a suplantar en sus empleos a los militares de profesión. En el fondo, esas ideas persistieron en mí toda la vida y por eso, repito, en mis treinta años de soldado no usé uniforme sino cuando estrictas disposiciones me 1o imponían y sólo en horas precisas de una ceremonia o desempeño de alguna comisión militar. Siempre sentí aversión por quienes usan uniforme y condecoraciones, muchas veces inmerecidas, para cautivar a las mujeres o asisür a las corridas de toros, a las luchas de box y en General a los lugares concurridos para merecer respeto, desmedidas consideraciones y hasta impunidad.

A propósito, fui talvez el hombre a quien más le tocó pelear en todos los ámbitos de la República, como jefe revolucionario o como General del ejército nacional, en las más diversas y a veces increíbles condiciones. En los treinta años de lucha sólo obtuve una condecoración: la del Mérito Militar de primera clase que se 184


GENrn.tl Ju,tn ANon¡u

AlvezÁN

I

concedió al ejemplar jefe del Ejército don Refugio Velasco, en los días de la presidencia del licenciado Francisco Caruajal, por los encuentros en que intervine contra las huestes de Francisco Villa. Por cierto que comisioné para recoger la medalla y el diploma correspondiente, al ingeniero militar Luis Gutiérrez CamerórL pocos días antes de que se firmaran los tratados de Teoloyucan que disolvieron el Ejército federal; tratados que yo no reconocí y sentí la lucha, dispuesto a combatir aCarranza, a Villa y al propio Zapata, si no habia remedio. Cuando meses más tarde volví con mis fserzas a la capital, ya unido al Ejército Libertador al mando del último nombrado,Guliéruez Camerón me entregó solamente el diploma, alegando que en la víspera le había sido robada 1a medalla.

Madero antimaderista. Desfile continuo. Cómo conocí Caru anza rehuyó, sistemáticamente, la lucha armada

a

Huerta.

ACTIVIDADES POLÍTICAS Después del licenciamiento en San Ángel de la parte mínima de mis fuerzas, y antes de reintegrarme a los estudios en la ciudad de Puebla, consideré indispensable hacer un viaje al sur de ese estado y ala parte oriente de Guerrero, donde miles de combatientes me esperaban;habia que arreglarles un sinfín de pequeñas dificultades y su situación futura y, además quería despedirme de ellos. Numerosos y encadenadas actividades que he de relatar en seguida, me impidieron dicho viaje en el resto de junio y en los meses de julio y agosto. 8112 de junio, el señor Madero inició rápido viaje a Morelos y Guerrero. Llevaba como escolta al terrible dinamitero de Parras, Adame Macías, con sus hombres, quien en Cuernavaca quedó custodiando el tren presidencial. Verdadera indignación sintieron al dia siguiente los de ia comitiva cuando al abordar el convoy 85 1


I MEuonras

detrás del señor Madero y su señora,paraseguir alguala, se dieron cuenta todos de que en el carro dormitorio del señor Madero y su ejemplar esposa, el tal Adame Macías habiacelebrado escandalosa bacanal con gente de ia peor ralea. Era yo defensor a capa y espada deZapatar pero incapaz de perse le faltara respeto al Jefe de la Revolución. Por eso, cuando el mismo día121o acompañaba en un balcón del Banco del Sur, para presenciar el desfile tumultuoso de la caballería zapatist4 con ruido ensordecedor sobre el empedrado de la estrecha calle,le 1lamé la atención sobre el hecho de que volvieran a pasar los que ya habían desfilado. Quizápensó el señor Madero que yo era un díscolo e intrigante,y francamente negó mis aseveraciones. Rojo de pena, me limité a decirle secamente: "Fíjese en ese de barbanegra, chaqueta de gamuza, sombrero galoneado que va en el caballo tordillo". A pocos minutos apareció nuevamente el cue-

mitir que

rudo y el señor Madero, contrariado, abandonó el balcón y me dijo, como excusándose que habíatenido razón. Esa noche le pregunté a Zapata, cuando cenábamos en el Hotel Moctezuma, Por qué había consentido aquella burla al señor Madero, si le sobraba gente para hacer desfilar diez veces más de 1a que 1o había hecho, a 1o que me contestó que también paraéIhabía sido una sorpresa y sobre todo, descrédito, pues el hijo de 1a tal del Tuerto Morales, de sus pistolas 1o había ordenado en vista de que no llegaban a tiempo las caballerías de ]ojutla y Yautepec. También me platicó Zapata que igual que en la ciudad de México cuatro días antes, esa tarde el señor Madero habia insistido en la necesidad de que se licenciaran sus fuerzas de inmediato; que en ambas ocasiones, é1había manifestado su conformidad, pero que no entqndía por gué el señor Madero en personahabia ido a mis cuarteles en San Ángel, dos días antes, precisamente, a arengar a mis soldados para que no se licenciaran; que si eso no suponía desconfiattza o mala voluntad para éI, no acertaba a comprenderlo.

186


GrNrn

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juerrl ANonru Ar-rraezÁN

I

De Cuernavaca seguimos con el señor Madero, el día l-3 a Iguala y de alli, en automóviles, a Chilpancingo, el día 14. En la capital de mi estado, recibí mil quejas y me dí cuenta de que los señores Figueroa, aprovechando mi ausencia, habían procedido con notable diligencia y con saña, a obligar a los jefes que me reconocían, a firmar actas reconociendo como tal al General Figueroa, mandando lejos de la capital a {uerzas que se negaron a hacerlo, para licenciarlas precisamente y en detalle. En Iguala, pudo darse cuenta el señor Madero de las felonías de que habia sido víctima el modesto y bondadoso General revolucionario don jesús H. Salgado. En su viaje a Guerrero, el señor Madero confirmó la verdad de mis informaciones, puesto que cuando regresamos a Ia Capital de 1a República, f:uí nombrado jefe Militar del estado de Guerrero. No tomé el mando porque me hice el remolón, pues no deseaba volver a mediatizar mi voluntad; también porque e1 "Jefe de mi Estado Mayor", e1 armenio Jacobo Harootian, a quien mandé en mi lugar provisionalmente, fue a enseñar el cobre, entregándose con armas y bagajes a los Figueroa. La acción de Arroyan, de la que me enteré meses más tarde, fue una lección que aproveché toda mi vida, pues me enseñó que el extranjero que se inmiscuye en nuestros asuntos, busca exclusivamente su personal conveniencia; esto me llbró, para siempre de dar el vergonzóso y funesto espectáculo que deshonró a tantos y tantos presidentes, generales y funcionarios púb1icos, cómplices y socios de innumerables extranjeros voraces que se han 11evado la parte del león. En todo ese viaje busqué la agradable e interesante compañía para el automóvil que llevaba a mi disposición, de dos inteligentes trabajadores de periódico, con quienes congenié muy bien: Leopoldo Zeay Agustín Casasola.

87 I


] Nfli'roRrrs

Guerrero, en Puente de lxtla, transbordamos a1 Ferrocarril Interoceár'rico para ir a Jojutla, Tlaquiltenango y Cuautla. Desgraciadamente, en estas dos últimas poblaciones, como habría de hacerlo en Puebla el13 de iulio siguiente, el señor Madero cornetió garra{ales desaciertos de profanar la memoria de innumerabies adeptos suyos asesinados por balas enemigas, acusándolos de bandoleros que merecían ei fin que tuvieron, dejándose llevar el señor Maclero, por la venenosa propaganda, de los enemigos de la Revolución, que lo aplaudían a él con desvergonzada perfidia. A1 regresar de

En Tlaquiltenango, en meciio de la entusiasta muchedumbre que recibió a nuestro líder, a 1as mujeres enlutadas y gemebundas que pedían justicia contra los asesinos de Gabriel Tepepa,les contestó en iraculrdo discurso, que a Tepepa 1o habían matado sus crímenes. En reaiidad, el anciano General Gabriel Tepepa fue un ameritado y honesto rerrolucionario. En Cuautla, contemplando 1os destrozos que a la ciuclad había causado una terrible lucha, de casa en casa por cuatro días, achacó los daños al pillaje de 1os revolucionarios v prometió severo castigo. En Puebla, a los maderistas armados que pedían justicia contra 1os antiguos caciques y jefes federales que habían hecho, con el menor motivo, una matanza de insurgentes ia noche anterior, cuYos cadáveres aún permanecían tirados en las calles, los declaró únicos culpables de 1o ocurrido y proclamó, con pasmo a nosotros la hidalguía,lalealtac1, e1 valor y el patriotismo de los asesinos, ¡poniendo por las nubles a Blanquetl

Volvimos

a 1a

Capital el16 en la noche.

A pesar de mi franco desacuerdo con el señor Madero, seguí disfrutando de las consideraciones de sus familiares. Los invité a visitar Puebla para honrar la memoria de Aquiles Serdán y allá fueron conmigo el día 18,1as señoritas Mercedes y Angela, las se188


Crrrnrrl Juel

ANDREU

Ai.rrirzÁx

]

ñoritas Hernández Madero, Raúl Madero, Eduardo Hay, Arturo Lazo de la Vega, Alfredo Rodríguez, Roque GonzálezCarzay algunos periodistas. La ciudad entera nos acompañó tumultuosamente al panteón del Agua Azul a cubrir de flores 1as tumbas de los héroes del18 de noviembre anterior. E1 19, antes de regresar a la Capital, visitamos la Penitenciaría 1, desde luego 1a enfermería que tantos recuerdos me traía de mis "pinitos" de conspirador.

Durante esa r.isita a Puebla, recibí recado del ex gobernador, porfirista, General don Mucio Martínez, de que deseaba hablar conmigo. Pensé que estaba caído y recordé que cuando había sido yo denunciado ante é1 como conspirador, siendo practicante en la Penitenciaría e inspector de vacuna,había ordenado que no se me cesara. Así, pues, en vez de esperar su visita, fui yo a su domicilio. Encontré un anciano octogenario, pero no chocho como el General Diaz, ni decaído, sino entero y digno. Alto, delgado, apergaminado v con mirada fulgurante, me recibió con estas palabras: "Pensará usted que deseo pedirle algún favor; pues no, quiero hacérselo. No saben ustedes en el lío en que se han metido, del que ustedes mismos serán las víctimas, por trastornar el orden. Lo único que quiero es aconsejarle que, puesto que se metió a redentor, por nada suelte 1a carabina, si quiere salvar el pe11ejo. Desconcertado por sus frases, le repliqué: "Hace ocho días, entregué todas mis armas por propia voluntad", A lo que é1 exclamó: "¡Es usted un tonto v pronto 1e pesaráI"... No tuve más remedio que darle las gracias por 1a intención del insulto. ¡Cuán cierto es que sabe más e1 diablo por viejo que por diablo! Se impone aquí un parangón entre la actuación de don Venustiano y la mía; porque, mientras vo muchacho de ideales quijotescos, había de empeñarme dos meses más tarde en entregar nuevas armas a1 gobierno y seis meses después había de rechazar obstinadamente las que me ofrecía el Presidente Madero ai optar por 89


I Mruonns

ir a la Penitenciaría con la que arrrenazaba, don Venustiano

Cahacia acortar-tza, conspicuo líder reyista y enemigo de Madero, pio de las mismas desde los puestos que aquélle había concedido, primero, la Secretaría de Guerra, en Ciudad Juárez, y luego, la gubernatura de Coahuila, a pesar de que sistemáticamente había rehuido participar en la lucha armada. El día 20 fuía Cuernavaca en un carro especial que el señor Madero mandó agregar al trerL para que animara al ya ultrajado y desconfiado Emiliano Zapata a presentarse en la Capital, a fin de hablar nuevamente con ellíder, como 1o hizo. De vuelta en la ciudad de México, asistí a una cena con la plana mayor de 1o civiles revolucionarios. Invitado por Sánchez Azcona y ei eminente orador Jesús lJrueta, concurrí a la convivialidad efectuada en el restaurante Treppiedi, en el Hotel latdtn. Me simpatizó Treppiedi, de quien se expresaban muy bien los amigos arriba nombrados, y me gustó ei hotel, por 1o que al día siguiente me mudé a é1. Desde ese medio día, enque antes de comer tomábamos el aperitivo varios compañeros, Treppiedi presentó en nuestro grupo a un individuo muy su amigo, ensalzéndolo por su talento y singulares méritos, y quien por muchos años había sido postergado en el régimen del GeneralDíaz, quizá por su gran valor, su independencia y sus ligas con el General Bernardo Reyes. Lo acogimos cordialmente y a las primeras de cambio me pareció inteligente, agradable y cínico. A1 preguntarle qué deseaba tomar y contestarme que un "Mattell", ordené una botella de coñac de la que en menos que canta un gallo consumió cuatro o cinco copas. Desde entonces y atraído por tan apreciable licor, no cesaban sus visitas, entreteniéndonos con sus ocurrencias ingeniosas y descaradas. Así conocí al General Victoriano Huerta'

Un día antes, elúltimo que habité el Hotel San Carlos, salía con mi cauda hacia el enorme "Packard" abierto de Harootian, con plale0


GENEnar JueN ANDREU ALMAzÁN

I

número uno de Guerrero, que estaba a mi disposicióry y en el que la "dragoneaba" de díay de noche, cuando de pronto, al admirado General-niño, vestido con costoso texano, chaqueta y pantalón de montar de gabardina de corte inglés, polainas también inglesas, 1o mismo que 1os borceguíes, se le interpuso en la acera un pordiosero con la cara abotagadapor el alcohol y trazas de degenerado, con 1o que había sido un traje negro por vestido, convertido en andrajos de color marrón sucio y con sombrero por el estilo, ya sinforma. Mis solícitos ayudantes trataron de apartarlo mienkas yo olímpicamente subía al auto, murmurando que le dieran algo. Pero el audaz pordiosero, con inspirada energía se plantó entre mí y mis segundos, escupiéndome al rostro: "De modo que ahora no me conoces?" Sorprendido, le respondí que no, e inquirí quién era. "Soy Felipe Neri", me contestó con gran indignación. Mi sorpresa fue mayor y ante el asco y la incomprensión de mis inseparables lechuguinos, le estiré Ia mano para jalarlo y subirlo a mi lado. Me parecía imposible que aquél resto humano fuera el apuesto y tremendo guerrillero que conocí en Tepexco. Me explicó dolientemente que Zapata no le había perdonado el altercado de Tepalcingo y que en el ataque a Cuautla, ettcabezando feroz embestida, había sufrido la explosión de una de sus propias bombas de dinamita que prácticamente 1o había hecho pedazos, salvando la vida de milagro, pero con mil heridas aún no cerradas y purulentas. Por último, me dijo que cuando le pregunté quién era, más bien adivinó que oyó la pregunta, porque estaba sordo, además. cas

A mi buen chofer Polo,le ordené que nos llevara a Ia Secretaría de Gobernación y a ella arrastré a Neri a la presencia del bondadoso Ministro don Emilio Yázquez G6rnez, explicándole el caso. Sin trámite alguno, don Emilio mandó entregarle tres mil pesos, de aquéllos pesos, y a mi una orden para que 1o admitieran en el Hospital Juárez, a donde fui a internarlo sin pérdida de un minuto. Mis diarias actividades subsecuentes, la mayor parte fuera a de la Capital, no me permitieron volver a visitar a Neri. Respecto a

ell


I Mrrraonras

la paternal atención de don Emilio, para los revolucionarios, fue motivo de viles calumnias y pretexto para echarlo en forma ignominiosa del gabinete, días más tarde. Entretanto crecía sistemáticamente una campaña escandalosa de la venal prensa diaria patrocinada por los eternos explotadores de hombres en el campo y en la ciudad, en franca convivencia con oportunistas que influían sobre el ánimo del señor Madero. Esa campaña del todo injustificada, descargaba sus constantes golpes contra los únicos miembros revolucionarios del Gobierno Provisional.

Madero elogia en Puebla al Gral. Blanquet. Zapata pide que vaya como jefe a Morelos. Entrevista en Villa Ayala Palpábamos claramente que los objetivos de la Revolución se frustraban y que Ia única tendencia en la práctica conducía a organízar el próximo régimen sobre el patrón caduco del porfirismo, con base en fortalecido caciquismo, en la burla de la voluntad y de las necesidades populares y en el aniquilamiento de las fuetzas revolucionarias. Azorados ante el grave trance en que nos haIlábamos, de vida o muerte, un grupo de jefes firmamos el día once de julio el siguiente pacto: En la ciudad de México, D. F., a los once días del mes de julio del año de mil novecientos once, reunidos los que suscriben la presente, Jefes del Ejército Libertador, han acordado:

L- Poner todos los medios que estén a su alcance para hacer que se cumpla en todas sus partes el denominado Plan de San Luis Potosí.

II.- Prestarse todo el apoyo necesario, moral y material mutuamente, con el fin de perseguir el cumplimiento del mencionado Plan de San Luis Potosí. le2


GrNEnal JuaN ANDREU ALMAzÁN

I

III.- Cualquiera de los firmantes que haga traición a 1os demás, o falte al cumplimiento de las anteriores cláusulas, serájuzgado como traidor, quedando autorizados los demás jefes para ejecutarlo sin más formación de causa. IV.- Que el apoyo a que se refiere la cIáusula segunda se hace extensivo a las fuerzas que están bajo las órdenes de cada Jefe.

Y para su constancia firmamos la presente. SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCIÓN. Jn. Andr. Almazán, Gabriel M. Hernández, C. Navarro, Camerino Mendoza, E. Segura, R. Ruz, R. Espinoza, A.Guzmárr, Heriberto Jara, Enrique W. Paniagua, Miguel J. Barróry Francisco Reyes Pérez,Ignacio Flores Piurol, Jorge Rodríguez, Gral. Camilo Arriaga, Salvador González, Macario Román Salgado, J. Pesqueira, N. Rivadeneyra, Francisco J. Mújica, A. M. Azueta, Sabás Valladares.

A pesar de la terrible pena establecida en la cláusula tercera, esa misma noche una copia del pacto llegaba a manos del Secre-

tario de Gobernacióry don Emilio Yázquez Góme4 quien aI día siguiente dio cuenta con ella al Consejo de Ministros. El mismo día12 a las diez horas salí acompañando al señor Madero en su visita a Puebla. Llegamos a la Angelopolis en la mañana del día 13 para encontrar la bella ciudad bañada con la sangre de innumerables revolucionarios que se habían congregado para recibir jubilosamente a su caudillo, y a los cuales asesinaron impunemente al abrigo de las tinieblas de la noche las fiier zas federales manejadas por antiguos caciques. Desgraciadae3 I


I Mruonras

mente, como ya dije, el señor Madero no tuvo sino frases de vituperio para los suyos y de alabanza exagetada, sarcástica, para el valor y la lealtad de los asesinos, al mando del General Blanquet y de dos hijos del ex gobernador, General Mucio P. Martínez. Esa misma tarde, uno de mis ayudante, Alfonso Romano, que me había pedido permiso para ir a saludar a una hermana suya en una fábricacercana, regresó precipitadamente a buscarme a la

residencia de don Ismael i\lvarez, donde habitaba el señor Madero, para darme cuenta de que, Ia fábrica de Covadonga se estaba efectuando un ataque de maderistas dispersos de Puebla contra un grupo de extranjeros. Me acompañaban Raúl Madero y Eduardo Hay, aquienes arrastré conmigo parait rápidamente al lugar de 1os sucesos. Entre los cuatro impusimos el orden, pero desgraciadamente, después de haber sido ultimados dos matrimonios alemanes. Meses más tarde, encontrándome bien guardado en una celda de la Penitenciaria, supe que el gobierno de Alemania habiacondecorado a Hay y a Madero. En una recepción de honor del señor Madero, el l-4 de julio en el palacio municipal, nuestro gran poeta Alfonso G. Alarcón declamó en su épico ¡Canto Heróico!: ¿Cómo se canta? ¡Oh Dios! ¿Cómo se canta? ¿En dónde, en qué lugar del Universo germine y se levanta elsecreto magnífico del verso? ¿Dónde, mi Dios, el agua del torrente toma su murmurar? ¿endónde anida el don divino de cantar la vida, y en qué ignorado pliegue de 1a noche duerme como león en la guarida la tempestuosa nota del reproche? ¡Quiero cantar! Mi pecho se sacude le4


GrNrnal Juar'i ANonru AliuazÁN

I

en una vibración desconocida; tengo una nueva vida; reconozco yo también, que el alma acude a un bello amanecer, y 1o contempla desde el alto peñón adonde el pueblo vino a buscar laluz de la mañana en tanto que en la iínea dei ocaso se ve morir la tempestad lejana.

El pueblo mexicano, ése pueblo k'úeliz, de cuya sangre se hizo un manto de púrpura el tirano, alfin, en mar deshecho de justa indignaciór¡ llegase al trono eI César implacabl e, para hundirle su gran puñal en la mitad del pecho. Desde que aquél naciente peregrino, el visionario aquél que en el camino fue prodigando a 1a humillada gleba el pan sabroso de la buena nueva; desde que aquél apóstol con paso lento hacia los surcos vino y dijo al afanoso campesino con cariño de hermano: "Tú eres el soberano; es solamente, tuyo tu destino, Ievántate que llevas sin saberlo la libertad en la callosamarro", desde que su palabra fue rotunda verdad para este pueblo soberano y l1egó en su conciencia como al grano alatierra, fecunda; desde que fue a Ia abrupta serranía e5

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I Mrvorues

y posó su sandalia en la llanura hablando siempre del cercano día en que será mejor nuestra amargura; siempre hablando de amor con verbo ardiente fue así como un torrente que va dejando por doquier que pasa/ el bien de su aguafecundante y pura. Desde entonces, la P atria, que dormía un sueño tan profundo y tan triste alavez que parecía el cadáver de un pueblo abandonado sobre lafaz del mundo, abrió los bellos ojos, tendió en redor la atónita mirada, desprendió los abrojos que llevaba clavados en la frente, y altiva, omnipotente, se irguió con esplendores de alborada. El verbo bienhechor llenó de enojos al déspota iracundo; la parábola sabia fue profundo mal para quien solía ver a la corte ante sus pies de hinojos; tomó por rebeldía las palabras de pazy de consuelo, de concordia y de amor, y la promesa de una firma justicia fue inaudito crimen de revelación; toda la empresa, de lesa majestad el gran delito. Y sólo cuando al cabo de luchas sin miedo por conquistar el bien, halló el esclavo inútilproseguir por el camino 1e6


GrNrR.t Ju.rx A\DnELr Ar,r,t,rzÁx

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de respeto a 1a vida; só1o cuando ei hogar fue profanado, la fe del corazórr escarnecida, premiada la traición y e1 asesino en nombre del Estado ensangrentó el puña1 del fraticida, sólo entonces del seno de ese pueblo, hijo de raza estoica, brotó el primer puñado de leones, un puñado de bravos corazones, como Aquiles Serdán de sangre heroica. Y fue la libertad, aquél que fuera grano perdido en el profundo surco, es hoy exuberante sementera. Un viento de huracán que se avecina, mesa del fruto el áurea cabellera y las espigas a1 pasar inclina... Pero no hay temor; que si el encono si la eterna maldad vive escondida en 1as cenizas que dejara el trono del César, como un ascua inextinguida, hoy la traición se agita en e1 desierto; ¡y el César está muerto! Con inmensa piedad, el Océano tomó en sus ondas el cadáver yerto del odioso tirano, Para arrojarlo con desdén profundo sobre las playas del antiguo mundo en el nombre del pueblo mexicano.

Cuando terminó la tempestad de aplausos para Alarcón, elDr. YázquezGómez, que también había ido a Puebla, me buscó para e7 I


I MElnom,ts

decirme que le urgía al señor Madero hablar conmigo y que me suplicaba de manera muy especial lo obedeciera en el asunto que tenía que tratarme. Me puse a la vista del señor Madero, quién al verme hizo que me le acercara para decirme que la situación en el estado de Morelos se complicaba Porque Zapata había manifestado terminantemente que no aceptaría como comandante militar en dicho estado a ningún jefe federal, ni a Figueroa; que a1 único que podía admitir no siendo oriundo del estado, era arrrí. Me encarecía aceptar la comisióru sabiendo él que era nuevo perjuicio para mis estudios, pero que estaba seguro de que sería cosa de poco tiempo, pues al regresar de Tehuacán, adondeiría a descansar algunos días, atendería personalmente los problemas de Moreios hasta resolverlos satisfactoriamente; que esa misma noche regresara a Ia capital, a primera hora hablara yo con el Secretario de Gobernación,YázquezGómez y luego con el Presidente de la Barra. No pude evitar la comisión y al día siguiente, muy temprano desayuné con don Emilio en su hogar. Me confkmóy amplió 1o que en Morelos sucedía y 1o que Zapatapedía. Por mi parte repetí que mi actuación sería un sacrificio inútil si no existía sinceridad de parte del gobierno y de Zapata y si no me concedían libertad de acción: que antes de aceptar se me permitiera ir a ver aZapataparahablarle en el mismo sentido. Ellicenciado Yázquez Gómez estuvo enteramente de acuerdo y me llevó a Chapultepec a conferenciar con el Presidente, a quien expuse que si aceptaba después de hablar conZapatapatahablarle en el mismo sentido. El licenciado Yázquez GÓmez estuvo enteramente de acuerdo y me llevó a Chapultepec a conferenciar con el Presidente, a quien expuse que si aceptaba después de hablar conZapala, sería porque 1o encontrara dispuesto sin reserva a apoyarme para mantener el orden en Morelos y entre su gente, pero que, además, para asegurar los resultados favorables de mi gestiór¡ necesitaría yo el respaldo absoluto del Gobierno federal, con la seguridad de que informaría con estricto apego a la verdad, a sabiendas de que mis partes muchas veces serían absolutamente le8


GrxrR.rl .lu.rx A\DRr r Ar-\rAzAN

contrarias a 1as informaciones escandalosas y perversas de los periódicos; que también quería tener Ia seguridad de que se me devolverían las armas que había insistido en entregar un mes antes, para armar con ellas a la gente que traería de Guerrero, v por ú1timo, que proveería del dinero necesario a los pagadores que mandara Hacienda para pagar los haberes de esa tropa. El Presidente se manifestó anuente por completo y me auguró éxito. Don Emilio avisó aZapata de mi visita y en Cuautla me esperó la escolta personal de aquél con los generales Amador Salazar, Jesús Capistrán v Jesús Jáuregui. Ai bajar del tren monté en un magnífico caballo del propio Zapata y nos dirigimos inmediatamente a Villa de Ayala. Recibido afectuosamente por Emiliano, le pregunté si reaimente me había solicitado, haciéndole ver que no valía la pena que yo perdiera el tiempo si é1no estaba resuelto a desmentir con hechos las calumnias de que era objeto y que tampoco valía la pena que fuera a terminar nuestra amistad por empeñarme en mantener e1 orden como estaba acostumbrado a iracerlo. Me contestó categóricamente que había partido de él exclusir,,amente la idea de que yo fuera a Morelos; que mientras 11egaban mis fuerzas pondría a mis órdenes a Amador Salazar y a ]esús Morales con ios hombres que yo quisiera, a los que se licenciaría cuando llegase mi gente; que podía confiar en que no se resentiría nuestra amistad aunque vo mandara fusilar, inclusive, a su hermano Eufemio, si éste cometía alguna fechoría. Muy optimista pasé una noche en su domicilio, comprobando por enésima vezlamaldad y la sinrazón de 1a despedida campaña de mentiras que sostenían contra é1.

eel


I Mntont.r's

Inconsistencia de Madero que antes de ser Presidente ya se soñaba dictador y quería empezar por donde acabÓ don Porfirio Regresé a México a dar cuenta al Secretario de Gobernación de que aceptaba 1a comisión con que se me honraba v el día 20 de julio fui a Cuernar.aca a tomar posesiÓn de mi cargo'

Los zapatistas que guarnecían Cuernavaca se conducían irreprochablemente, lo mismo que 1os destacarnentos de las poblaciorres y haciendas. Todos los comandantes me renclían parte diario y vo, por te1égrafo o teléfono 1o enviaba de "sin novedad" a la Presidencia, a Guerra v a Gobernación. Por eso me encendía de rabia cuando llegaban los periódicos de la Capital con relatos espeluznantes de 1as fechorías de Zapata y 1os suyos: planas enteras ocupaban en infamar a un pueblo, a una causa y a un caudi1lo en paz. Mi impotencia para desrnentir a esos pregoneros venales, se transformaba en cóiera. La disposición terminante para que se rlle diera la Jefatura militar en el estado de Morelos partió en realidacl del señor Madero, Jefe de la Rer.,olución, -r, me la dió en Iruebla, después de tener conocimiento del pacto que firmamos algunos jefes del Ejército Libertador para exigir el cumplimiento del Plan de San Luis. Sin embargo, días después, éste habría de acusar públicamente al Lic' Vásquez Górnez por habérmela conferido, en sL1 carácter de Secretario de Gobernación, cle quien dependía el Ejército Libertador.

Antes de que me hiciera cargo de 1a Comandancia militar de Morelos, es decir, cuando a pesar de mi corta edad me consideraba ya, por rni intervención en la lucha revolucionaria, un ciudadano independiente en 1o absoluto, autoricé para que se incluvera mi nornbre en una representación que muchos iefes revolucionarios juzS;aron indispensable hacer ante e1 Presidente de 100
































GrNEnal JuaN Ar¡onsu

AlvazÁN

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yo informado constantemente. El sacrificio de mis estudios resultaba completamente inútil y grande la inconsecuencia de proceder sin la menor atención para mí ni la mínima advertencia. Estimaba que no habría fuerzas revolucionarias que se prestaran a cooperar con los federales en 1a inmotivada e infame campaña de exterminio contra los mismos revolucionarios, a excepción de Figueroa, a quien no considerábamos revolucionario. Que 1o que los campesinos morelenses reclamaban en 1o relativo a tierras, a garantías y autoridades, era justo y 1o pedían en la forma más comedida. Que todavia era tiempo de que se procediera con cordura y me comprometía a que todo se arreglara sin derramar una gota de sangre. Insistí apoyado por mis acompañantes en que al día siguiente se nos licenciara.

Aunque en ciertos momentos hablé con gran exaltación, el señor Madero permaneció sereno en todo momento, deferente y bondadoso. Sóio cuando tomó la palabra en forma hiriente el antiguo oficial federal Guiliermo Castillo y Tapia, que me acompañaba, el señor Madero reaccionó violentamente para callarlo. Entre otros me secundaban Miguel O. Mendizábal, Alfonso Romano, Francisco Flores Andreu y Timoteo Pineda. .A.1término de nuestra entrevista el señor Madero nos manifestó que pondría todo de su parte para que el asunto deZapatase resolviera pacíficamente y nos rogó qüe pensáramos bieñ, y que le agradaría que al día siguiente le avisáramos que decidíamos seguir en el servicio, por que él necesitaba a su lado gente de con-

fianza. A poco de regresar a mi alojamiento del Hotel Madrid,llegaron visitarme los señores Eduardo Hay y Raú1Madero, quienes me pidieron que esperara mi nuevo licenciamiento para cuando don Francisco subiera a la Presidencia, porque hasta entonces ia Revolución tenía que enfrentarse a graves peligros. Cortésmente, a

131 I


I lvflrr'tonus

como e1los me hablaban, les contesté que como Morelos estaba atestado de federales, que se habían presentado matando e hiriendo a un soldado mío y a quince civiles, en s]-l mayoría mujeres y niños, deducía que para nada necesitaba ei señor Madero de mis servicios y ni siquiera a zapata podía aYudarle, por 1o que era firme mi decisión e volver a mis estudios. De la súpiica pasafon a 1a amenaza por io que reaccioné como un manso a 1as banderillas de fuego, diciéndoles que una cosa era mi obligación de corresponder ilas consideraciones que me dispensaba 1a familia Madeio y otra muy distinta la de aprobar la conducta de1 señor Madero áontra ia Revolución y contra ameritados jefes revolucionarios; que 1es constaba que yo había salido de san Antonio, Texas, piofundamente disgustado con el señor Madero y contra el jefe que allá me impusieron, don Venustiano Caruanza, que hatia Venido a1 sur, mandado por la Junta Revolucionaria que presidía don Emilio Yázquez Gómez precisamente_a orientar a ios surianos contra 1os tratos del señor Madero y Cafl.anza con Limantour y Reyes, io que había determinado nuestra condición categórica de 1os procedimientos antirrevolucionarios de ios Figrr"óu, que ahora la consecuencia lógica era 1a palpable decisión áel senoi Madero de entregar e1 sur a 1os Figueroa, sin meditar sobre los funestos acontecimientos a que estaba dado origen; finalmente, que Como a ellos les constaba, elayo ferviente admirador de 1a honrad ez, radicalismo, seriedad y patriotismo del licenciado don EmiliovázquezGómez y que entregaba las armas para hacer propaganda pacífica en Guerrero por la candidatura presidenciai y qrreno me importaban sus amenazas, aunque sabía que efectivamente podía ir a dar con mis huesos a una prisión, como había sucedido ya con muchos jefes revolucionarios. A las altas horas e la noche me despertó en mi habitación el General Huerta para decirme que el señor Madero le había ordenado la "inmediatá aprehensiÓn y ejecución" de Castillo y Tapia, e1 que ya estaba deteniclo en el cuartel de1 2gBatallÓnal mando de Blan1132


GrNrnar JunN ANo«ru AluazÁN

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quet y que é1no tenía más que cumplir la orden, aunque le parecía una barbaridad.

Me empeñé en rogarle que no se prestara a tamaño crimen y me hizo creer que sólo por katarse de mí daríainstrucciones para que Castillo y Tapia pudieran fugarse del Cuartel, siempre que me comprometiera, a que desapareciera de Cuernavaca. A las tres de la mañana de1 día 15 mandamos al azorado Castillo parala Capital. Días más tarde, aseguró que simplemente había recomendado la detención de Castillo por insubordinado y agltador, pero nunca su fusilamiento. Consideré que el general había querido venderme un favor. Sobre el particular, dice en sus "Memorias" el Dr.YázquezGómez, refiriéndose a una sesión del Partido Nacional Antirreeleccionista: El ingeniero Castillo pidió hacer uso de la palabra para referir ante la asamblea las dificultades que habíatenido con elC. Madero en un viaje incidental que hizo a Cuernavaca, y concedida que le fue hizo un relato a dichos acontecimientos, que calificó de dictatoriales en grado sumo, pues que el más grande dictador que había tenido la nación, el derrocado Porfirio Díaz, jamás habíaempleado esos procedimientos para los que 1o ayudaron. Manifestó que eI C. Madero sin autoridad de ninguna especie, se abrogó la de mandarlo apresar, tratando de formarle un juicio sumario para que se le fusilara en el acto, so pretexto e que se conspiraba en su contra, lo que no se llevó a efecto debido a 1a intervención caballerosa del jefe de las f:uerzas federales que operaran en dicha población. Desventuradamente en el pacto Madero-De la Barra del cinco del mes que corría,habianya dado participación sobresaliente al General Victoriano Fluerta, quien luego se sentiría muy importante y obraría a su mejor conveniencia. Veamos lo que decía un 133 |


I Mmaonms

mensaje en clave de Cuernavaca del 15 de agosto a las 10 de la mañana al Presidente De laBarua, por señor Madero: Acabo de recibir su interesante mensaje . He decidido salir mañana ésa en automóvil para conferenciar con Ud. extensamente y seguir pasado mañana para Cuautla. General Huerta opina como yo en todo y también opinamos que no hay ningún mal en que se junten las tropas conZapatal pues si desgraciadamente se rompieran las hostilidades, era preferible que estén todas reunidas para darles un golpe decisivo.- Francisco L Madero. De cualquier manera,la entrevista con el señor Madero me dió una muy ñonda satisfacción porque 1o desperté ala realidad,y todas lai ideas que le expuse, contrarias a los propósitos que de antemano había externado, las encontré en carta que el mismo día quince escribió al Presidente De laBatra'.

Cuernavaca,l5 de agosto de1911,.- Sr. Lic. Francisco León de la Barra, Presidente de la República. México, D. F. - Muy apreciable amigo: ... Para haber arreglado que licencie sus trbpas Zapata,la peor medida que se tomaba ha sido mandar tropa federales a ésta, pues esto ha aumentado la desconfianzay es más difícil solucionar el asunto. A pesar de esto, creo que es indispensable solucionarlo pacíficamente, porque sería peligroso recurrir a las aÍrrras, pues Zapata tiene desde luego listos más de mil hombres y fácilmente levantará un núcleo mayor en este Estado y la revolución podía propagarse al de Puebla, pues bastNíaconque se acercara Blanquet por esos rumbos para que se levantaran algunos pueblos por Matamoro s lzitcar . Además, para estas operaciones militares no se puede contar con las fuerzas ex revolucionarias que en ningún caso combatirán contra las de Zapatay era más fácil que en algún momento hicieran causa común' 1134


GENrnal Jueu ANonru Ar-vazÁN

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Por esta circunstancias, creo que sería un asunto serio recurrir a tras armas, pues no podría terminarse esa guerra en pocos días y se derramarí mucha sangre de una parte y de otra.

No creo, por otra parte, que la dignidad del Gobierno sufra nada si ponemos un Gobernador que dé toda clase de garantías y nombramos un jefe de las armas que también 1as dé. Ahora me dice Zapataque como le dije yo ayer por teléfono que no quería aOrozco, que ahora desean sus jefes que el Gobernador sea persona de este Estado, ya le dije que en caso de que usted me contestara que estaba conforme con Orozco, debían aceptarlo, porque es imposible que fuéramos a quedar en ridícuio; pero a pesar de esto no tengo seguridad absoluta de que convengan en ello. De todos modos, puedo asegurarle queZapataaceptaúa a cualquiera menos al General Figueroa; por cuyo motivo creo necesario desistir de ese propósito, porque para que fuera Gobernador, necesitaríamos imponerlo por la fuerzay derramar torrentes de sangre, sin tener completamente la justicia y la opinión pública; puesto que en último caso, ellos piden una persona honorable del Estado y creo que se les puede considerar. En cuanto al Jefe de las Fuerzas de este Estado, se necesita una persona que sea aquí conocida y que tenga prestigio entre los revolucionarios, a fin e que lo puedan admitir sin desconfianza, le he indicado que sería conveniente dejar a Almazán. (¿No que no?)

Lo infinitamente deplorable era que el señor Madero cambiase diario de criterio. La vísperahabía dirigido é1un mensaje al Presidente en el que hacia constar que el Estado de Morelos a pesar a

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I Murronras

de la descabellada provocación, estaba en calma. Lo grave para el señor Madero fue la buena impresión que le causó Huerta:

Cuernavaca,l,4de agosto de191\.- Señor licenciado Francisco León de la Barra, Presidente de la República.- México, D. F.- Acabo de celebrar entrevista telefónica Zapata, está bien dispuesto en 1o General,y creo será cuestión de detalles para entendernos. Hoy,5 P. M., celebraré otra conferencia. Avisaré resultado. Si usted conviene que dejen parte de las tropas de Zapatacon jefe designado por nosotros, creo que se facilitará el arreglo. Favor contestar luego Para ver si es posible tener su contestación antes de 1a próxima conferencia conZapata. No ha habido disturbios de ninguna clase en el Estado. Las fuerzas federales de ésta capturaron ante ayer a una partida de treinta hombres que efectuaron robos. El incidente efectuado a la entrada de las fuerzas federales en ésta, fue debido a un imprudente que está preso y se le iuzgatá. Las tropas federales que llegaron ayer fueron bien recibidas por e1 pueblo. Hoy me invitó el General Huerta a revisar toda la guarnición y 1o hice acompañándolo acabal1o. El General Huerta me ha causado muy buena impresión y llevamos muy buenas relaciones.- Francisco I. Madero. Sobre la entrevista con el señor Madero, "El Diario del Hogar" del16 de agosto de1911,, dijo textualmente:

Don Francisco I. Madero tuvo anoche una entrevista con los jefes y oficiales insurgentes que pidieron su baja. Durante la conferencia trató de convencerlos de que no presentaran su renuncia, les ofreció que en 1o sucesivo estarían pagados con puntualidad. Ellos manifestaron, que el señor General Huerta quiere llevarlos de avanzada sobre Zapata, pero que ellos no pelean en contra de sus compañeros, díjoles también el señor Madero, que é1 arueglatalas dificultades 1136


GENER,\i

con Zapata,

Jull Aronlu AlrrezÁN

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y que cree que este

se someterá al Gobierno. Manifestó también, que los soldados federales estarán seis u ocho días en esta y luego regresarán.

La situación en General es delicada y nadie sabe en realidad a que atenerse, pues ios insurgentes ven los preparativos bélicos de las tropas federales v no dan crédito a las palabras del Leader Madero.

Hoy a ias 8 de la mañana concurre el señor Madero al parque Carmen Rornero Rubio a presenciar los ejércitos de las tropas insurgentes. Estos momentos, 6 de la tarde, 1os Jefes v Oficiales de1 Cuerpo Rural del Estado, formado por revolucionarios, han presentado formal renuncia de sus cargos ante su jefe, el señor Ceneral Juan Andreu Almazán. Los términos de 1a renuncia son de reproche para 1a Secretaría de Gobernación. Después de relatar las razones que tur.ieron para levantarse en armas, en busca c1el ideal de libertad v, de las penas sufridas durante la rer.olución, ahora se 1es trata, aún por los mismos jefes de la Rer.olución, como hordas salvajes y como grupos nocivos que deben segregarse de1 seno de la sociedad. Se les ha tenido durante 18 días sin alimentos y hasta hoy les notificó e1 Pagador que \/a no tenía orden para ministrarles sendos, a partir del día 11 del corriente, sin comunicarles con oportunidad esta resolución 1a Administración del Timbre en ésta. Comprenden que su dignidad ha sido pisoteada, representando en todo esto un papel miserable, y a fin e que no se 1es siga escarneciendo, piden su baja, haciendo presente únicamente su gratitud hacia el General Juan Andreu Almazán su Jefe. A1 arengar otra vez al señor Madero a mi fuerza, consentimos 137 |


I Mruonras

en seguir en el servicio de las armas. Efectivamente, se dirigió desde luego al secretario de Hacienda, quien al día siguiente contestó así:

Núm.3 Sría. Hda. México,1'6 de agosto de1911..- Recibido en Cuautla.g0 off.1B0.- Sr. Dn. Francisco I. Madero.- Cuernavaca.- Muy urgente.- Refiérome a tu telegrama de anoche. La orden e suspensión e haberes dada al administrador Principal del Timbre en esa, se refería sólo alas fuerzas de Zapata,por haberse puesto en pugna con el Gobierno Federal, pero nunca a las de Almazán que ya tienen el carácter de rurales. Pero eso no obstante, hoy le telegrafió para que liquide haberes atrasados de las fuetzas y continúe pagándólas, poniéndose en todo el acuerdo contigo. - El Srio. de Hacienda, Ernesto Madero. En la tarde del mismo día15 regresó el señor Madero ala Capital, aconsejándome que 1o acompañaraparaactivar el envío de elementos para mi fuerza. El día L7 se cambiaron zapatay el señor Madero los siguientes telegramas:

Cuautla, 17 de agosto de 1911,. - Señor Francisco I. Madero.- México. - Causa mucha indignación en pueblo y ejército el amago de las fierzas federales que están con intención de ataque contra nosokos. Si se derrama sangre no seré yo el responsable pues usted comprenderá que se trata de asesinar los mismos principios que usted proclamó. La nación entera nos contempla con sus ojos. Nosotros moriremos pero los principios que usted escribió en sus banderas en Chihuahua no rnorirán, nuestra Pattia,la Nación entera los hará revivir, si desgraciadamente sucumbieran con nosotros. Yo he querido a todo trance lapaz de nuestro |

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GrNenal JuaN ANDREU ALMAZÁN

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suelo, pero los hacendados "científicos" quieren que eI publo sea su esclavo, que no ejerza sus derechos de sufragio, que haya presión como en los tiempos de Ia dictadura y por esta causa intrigan con el supremo Gobierno para que nos asesinen por una petición justa. Si la Revolución no hubiera sido a medias y hubiera seguido su corriente, realizando el establecimiento de sus principios, no nos veríamos envueltos en este conflicto. Sin embargo, tengo fe en que usted solucionará este asunto que conmueve al Estado y que conmoverá alpaís entero cuando sepa los derechos que defendemos. Yo sé que he sido fiel partidario de usted y del gobierno ¿por quápues por una pétición justa mía, del pueblo y del ejército, se nos trata de reos de grave delito, cuando no hemos tenido otro que e1 de haber sido defensores de nuestras libertades? Comprendo perfectamente que tanto a usted como al Supremo Gobierno los han sorprendido los "científicos" calumniándonos. El pueblo está dispuesto a probar 1o contra¡io de 1o que afirman nuestros enemigos. Yo ni por un momento he dudado de que usted sostendrá los principios por los cuales el pueblo mexicano derramó su sangre y en la cuestión a que en este momento me refiero, tengo fe y la he tenido siernpre en que usted evitará el derramamiento de sangre que se prepara contra nosotros, el pueblo y el ejército libertador esperan con ansia que usted les resuelva definitivamente los puntos de su petición y los arreglos que haya tenido con el Supremo Gobierno. Le suplico atentamente me mande su pronta contestación. Protesto a usted mi atenció, y respeto. Me reitero su fiel subordinado. - General Emiliano Zapata. México,1 de agosto de 1911. - Señor General EmiLianoZapata. - Cuautla, Morelos.- Acabo e recibir su largo e interesante mensaje. Comprendo muy bien los sentimientos que inspiran a usted y por este motivo vine a México a exponer 13e I


I Mrrraonlas

al supremo Gobiemo la situación. Envista de 1o cual, ha acordado solucionar el conflicto de ésa en forma que estoy seguro será aceptada por usted y que le haré saber a mi llegada a ésa.

Para lograr mis vehementes deseos, Ia condición esencial es que ustedes sigan teniendo fe en mi como ya io tengo en ustedes. En prueba de 1o cual voy a esa a pesar de que han venido noticias de que mi vida peligrará yendo alli pero no creo nada de eso porque tengo fé en ustedes. Repítole que saldré esta tarde alas 4P. M. en tren especial. Calculo llegar entreT y 8 si no está la vía interrumpida.- Francisco I. Madero.

Madero sale en busca deZapata. Encuenko con Eufemio al acercarnos a Yecapixtla. Licenciamiento de tropas EN BUSCA DEL INTEGÉRRIMO El mismo diecisiete la respetable y generosa madre de don Francisco I. Madero me mando llamar para suplicarme muy afligida: "Hijo, acompañe usted a Panchito a Cuautla porque esos bandidos son capaces de matarlo". Sin vacilar ofrecí complacerla y la consolé diciéndole que 1o de "bandidos" era cosa exclusivamente de 1o periódicos perversos y que los de Zapata eran de los más leales revolucionarios, que con mi vida ie garantizaba que en Cuautla no habría quien siquiera le faltara al respeto a su hijo. Esa

tarde salimos, según noticias del "Diario del Hogat":

Viernes 1-8 de agosto de 1911.- ayer, alas 4y 25 salió en tren especial con rumbo a Cuautla el señor Francisco I. Madero, quien trata de evitar, a todo trance, que haya derramamiento de sangre.

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Cri.¡pR,rr JLr.rr

Alt»rl,rr AL,luzÁ.1

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Es bien sabido que Emiliano Zapata ha devuelto ya dos trenes ordinarios de pasajeros y que el tráfico está interrumpido con aquélla ciudacl. Sin embargo de esto el señor Madero después de haber tenido en 1a mañana una conferencia, con el señor Presidente De 1a Barra mandó poner un tren especial, compuesto de dos carros pullman y uno de equipajes y a las 4 y minutos de la tarde salió con vía libre.

Lo acompañan además de la señora su esposa doña Sara P. de Madero, la señorita su hermana Angela Madero y su hermano Raúl,los señores Ingeniero Eduardo Hay, General Juan Andreu Almazán, General Guillermo García Aragón, segundo en Jefe de las fuerzas de1 General Ambrosio Figueroa, Coronel Francisco Cosio Robelo, Capitán Rubén M. Morales, Ayudante Enrique García de la Cadena, dos representantes de la prensa, uno por "ElPaís, otro por "El Diario del Hogar" y varios ayudantes más, así como algunos sirvientes. Por su parte, "El hnparcial" , el periódico enemigo de la Revolución, dijo: Ozumba, agosto 17. -Por creer qué, de continuar su viaje esta noche rumbo a Cuautla, surgirían serías complicaciones. Francisco I. Madero pasará aquí el resto de la noche, en espera de poder llegar al lugar donde se halla Zapata, en las primeras horas de la mañana.

Al llegar a Ozumba, Madero recibió noticias de Cuautla, de cuya autenticidad no se duda, según las cuaies, sería objeto de todo menos de un recibimiento amistoso si se decidiera a entrar a aquélla población esta noche. Se dice que una escolta enviada por Zapata para acompañar a Madero fue atacada por 1os soldados del General F{uerta, con el con141 |


I MEuonns

sentimiento del segundo. En los telegramas que se han enviado esta tarde alos zapatistas, probablemente por enemigos de Madero, se califica a éste de traidor. Los informes del ataque y el crédito que se ha dado a la noticia en que se pinta a Madero como traidor, han tenido un resultado desastroso, pues la mayor parte de los rebeldes se encontraban esta tarde en completo estado de embriagrez. Pretenden que el General Huerta les había prometido no efectuar movimiento alguno sobre Cuautla, y a causa de su estado, 1o que ellos califican de traicién por parte del General Huerta y de Madero,los ha hecho casi intratables.

Nuevamente "El Diario del Hogar" , irrfotmó: Cuautla, agosto 18 de 1911,.- ,A'1llegar eItren... A los pocos minutos nos pusimos en marcha para Yacapixtla, viendo de lejos poco antes de llegar a este pueblo los movimientos que hacían más de 100 hombres a caballo que estaban sobre la vía. El tren se detuvo de nuevo y aquellos hombres formados al lado de lavía con las armas en la mano, esperaron a que descendiera el General Alrnazán, quien fue enterado de que el hermano de Zapata, Eufemio Zapata, estaba detrás de la estación, con B0 hombres de campo, armados hasta ios dientes y que creyendo que era un tren con federales, se habían parapetado esperando agresión de nuestra parte. El General.Alrrrazán fue por Eufemio Zapata y 1o trajo a donde estaba el señor Madero, quien les dirigió Ia palabra en términos amistosos y asegurándoles que no debían tener cuidado, pues el se quedaría en el Estado de Morelos hasta arreglar amigablemente todas las dificultades que pudieran ocurrir Zapata (Eufemio) subió al tren y sus hombres hicieron otro tanto, hablando tranquilizados ya con todos nos1142


GENrnel lueN ANDREU ALMAZÁN

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otros. Yo aproveché el tiempo para pasar revista de toda aquella gente. Tienen armas de todos sistemas y calibres. Me dijeron que poseen una ametralladora que dejó el5o. Batallón. Me aseguraron también que tienen varios cañones, aunque no me dijeron de qué sistema ni quién los manejaba. Francamente no creo esto, pero sí creo que tienen mucha dinamita, pues con verdadero alarde nos refieren las cantidades con que contaban. Había sucedido que al acercarnos a Yecapixtla, habiendo observado nuestro maquinista numerosas fuerzas en posiciones ofensivas, frenó violentamente, produciéndose en el tren gran confusióru porque todos esperaban el ataque. El mismo señor Madero, en estado de explicable nerviosidad, me pidió intervenir rápidamente.Bajé del tren andando solo por lavíahasta 1a estación. Detrás del tinaco encontré a los generales EufemioZapatayJesús Capistrán, con fuerte escolta apercibida para abrir el fuego. Habló Eufemio atropelladamente. "Pero qué andas haciendo con el chaparrito. Tenemos orden de rechazar el tren. ¿" A7" viene tu novia? Ora es cuando la sacamos y te la llevas de una vez "pal" cerro. Por fin pude preguntarle que de dónde le sa1ían tantas barbaridades. Luego le dije que el señor Madero venía a resolver definitivamente todos los problemas de Morelos, que era indispensable que 1o recibieran entusiastamente; que mandara tocar los cuernos para reunir 1os ochocientos hombres que tenía, la mayor parte emboscados, finalmente, que me acompañaraal tren para que con el señor Madero, siguiéramos a Cuautla, garantizándole que sobre laviano venía ningún tren militar. Siempre me ha conmovido cómo nuestros generosos rancheros, tipo "plateado" , parsalrt de la mayor desconfianza a una ciega confianza, de Ia mayor inquina a una cordialidad sin reservas. Después de mandar el necesario aviso telegráfico a su hermano Emiliano a Cuautla, Eufemio, seguido de 1o principales jefes de sus fuerzas, me acompañó a bordo del tren especial en que el señor Madero los recibió 1,43

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I Mniro«res

entusiastamente. Juntos seguimos a Cuautla, donde todo fue júbilo en la recepción y el señor Madero dijo aquél discurso en que calificó aZapata de integérrimo. Desgraciadamente, tras de cada noticia halagüeña, venía la que desencantaba y preñaba de negros presagios el porvenir, como puede verse en la información del "Diario del HogaÍ", del19 de agosto:

Don Francisco L Madero pasó hoy al señor Presidente de Ia República el siguiente mensaje: " Acabo de celebrar conferencia conZapata y Delegados de todos los pueblos y han aceptado las condiciones de ese Supremo Gobierno. Están conformes en aceptar al lngeniero Eduardo Hay; pero Preferiríansi es posible ai señor profesor Miguel Salinas, Director de Instrucción Pública en este Estado, únicamente por ser hijo de aquí, pues por Hay sienten grandes simpatías. Le suplico contestarme este punto. Igualmente aceptarán como jefe de las armas al Teniente Coronel Raúl Madero. Mañana principiaremos licenciamiento de tropas. Suplícole disponga salgan inmediatamente ferrocarril doscientos hombres fuerzas ex-revolucionarias del Estado de Hidalgo y disponga igualmente que fuerzas federales se reconcentren en Cuernavaca y regresen a esa Capital lo más pronto posible. Me ha parecido necesario para restablecer por completo la tranquilidad en el Estado, permanecer aquí hasta que se hayan verificado cambios y muy especialmente, hasta que las tropas federales se encuentren en la capital, pus es muy difícil de otra manera vencer la desconfianza que les tienen y que no deja de estar justificada con la actitud asumida por el General Huerta, que sin órdenes expresas avanza sobre Yautepec y si se evitó el choque fue debido a la pronta providencia que tomó usted en ordenar se suspendiera todo movimiento. Igualmente puede ordenar a las líneas nacio1144


Cr.NlHrl Juer Axonru ArlrazÁN

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nales que reanuden el tráfico desde luego seguro de que no serán molestados. Por tan plausible acontecimiento que de un modo firme y definitivo cimenta lapaz v ia tranquilidad en la República v demuestra efectivamente el prestigio y 1a fuerza del Gobierno, felicito muy cordialmente a usted y sus colaboradores.- Francisco I. Madero.

Por otra parte el General Andreu Aimazán recibió un telegrama procedente de Cuernavaca en ei que se le avisaba que el General Huerta marchaba a1 frente de las tropas, federales rumbo a éste. Poderosamente l1ama la atención ese a\¡ance, toda vez que se sabe que 1a Secretaría de Guerra había ordenado cesaran movimiento de 1as tropas. Se comenta duramente la conducta del General Huerta, quien si insiste en avanzar provocará 1a ruptura de las hostilidades. El Enviado Especial Bonilla. Cada prueba de buena fe y de subordinación de Zapata, era anulada por una provocación intolerable. Tuve que ir a galope con Raú1 Madero y Rubén Morales hasta Jonacatepec a detener la columna federal que al mando del General Caso López procedía de Puebla. Asimismo fuimos con el señor Madero a Yautepec para evitar que 1os zapatistas hicieran resistencia al obcecado avance de Huerta quien daba el estúpido pretexto de que sus fuerzas avanzaban porque estaban a la intemperie. ¿En un clima paradisíaco? El señor Maclero propuso como transacción que guarnecieran Yautepec mis tropas a las que Huerta había incorporado a 1as suyas contra mis órdenes expresas. Entonces me di cuenta de la falsedad o ligereza con que se nos trataba, en esos días en que desinteresada y entusiastamente cooperaba en cuanto se me pedía para evitar la guerra agraria y proteger 1a vida del señor Madero, a mis espaldas se había ordenado que mi gente fuera en vida a Iguala ¡para entregarla a Figueroal He aquí Ia prueba: L45

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I Mruonres

Cuautla, 18 de agosto de 1911. -Sr. Lic. Alberto García Granados.- Ministro de Gobemación.- México.- Supliqué al señor Subsecretario de Guerra ordenara alattopa de Almazán que fuesen a Iguala. Esto fue por razorres que ya no exister¡ por cuyo motivo suplico a esa Secretaría se sirva cancelar esa orden.- Francisco I. Madero.

La contraorden fue solicitada por el General Huerta a la Presidencia, según indican estos mensajes: Campamento de Tejalpa.- Agosto 18 de 1911'. Sr. Presidente de la República. México, D. F.

Coronel Harootian recibió del General Villaseñor orden para que con ei personal que acá tiene el Cuerpo Rural en el Estado, marche a lguala. El servicio que dicho cuerpo está prestando a mis tropas es importante, pues ayudan en el servicio de exploración.- El General. V. Huerta. México, Agosto 19 de 191L. Sr. General D. Victoriano Huerta. Campamento de Tejalpa.

Enterado telegrama sobre macha cuerpo rural a Iguala. Comunícolo inmediatamente a Secretaría de Gobernación.F. L. de la Barra. Volviendo a la tercera decena de agosto de1911,,yaera de verse que el señor Madero comprendía que había sido fatal error mandar iuerzas federales a Morelos; cosa acordada por é1 y De la Barra,pero 1o más grave fue que se empeñó en aplicar un remedio mil veces peor que la enfermedad. Entregarles el Estado, política y militarmente, a maderistas ineptos, rapaces y sanguinarios que se dieron de alta, cínicamente oportunistas después del siete de 11,46


GrNr«ar luan ANonru ArmzÁN

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junio y llegaron a la tierra conquistada saqueando, incendiando, matando inocentes, ultrajando mujeres y convirtiéndose en 1os más eficaces agentes del sombroso fortalecimiento de las huestes de Zapata. E1 día 19, el señor Madero habia telegrafiado al Presidente:

Me telegrafía el General González Salas que usted no quiere retirar fuerzas de ésta hasta que esté pacificado el Estado. Me permito repetir a usted que mientras Huerta y Blanquet estén aqui, será imposible el desarme y la pacificación. Como me permito indicarle, ya telegrafié aFigueroa que avance con sus kopas. Si se le manda este tren, el puede ocupar el Estado, pues me telegrafió que tiene mil hombres disponibles en Ia orilla. Las noticias que usted ha recibido respecto a los desmanes de las fuerzas de Zapata, son grandemente exageradas y en aigunos casos únicamente sospechas de que pueda hacer tal o cual cosa. Adernás la mayor parte de los jefes de los cuales se queja el Gobernador Carreón, que han cometido depredaciones, se encuentran en éste desde ayer. Considero sumamente peligros o fuer zas federales sigan avanzando sobre Yautepec. Ya pido un tren especial para ir mañana yo mismo a esos puntos a restablecer el orden y si es preciso, traer tropas Figueroa en este mismo tren.

Todavía el día 20 el señor Madero telegrafió a De la Huerta desde Yautepec:

Acabo de recibir sus mensajes en que me comunica 1o acordado en Consejo de Ministros.Zapatay los suyos están de conformidad con 1o acordado por ustedes, y en tal virtud esta misma tarde quedará evacuada Yautepec y concentraránse estas fuerzas, así como todas las que andan en las cercanías de Cuautla, y procederán al licenciamiento. Voy a 147 |


I N{nlonres

dejar únicamente diez hombres aquí para que sirvan de policía, Ya mandó al General Huerta un telegrama que llegó para él y que supongo lleva instrucciones que ha recibido de usted. Sería preferible que esta plaza fuese guarnecida con tropas de Almazán, mientras vienen los otros cuerpos rurales, y en tal caso, podrían retirarse las de Huerta a CuerÍtavaca, etc., pero si usted juzga absolutamente indispensable que venga a esta plaza guarnición federal suplico, ordenar que vengan zapadores que serían bien recibidos. Considero solucionado elactual conflicto, por 1o cual felicito a usted muy cordialmente, reiterándole ias seguridades de mi respetuosa consideración.

Emiliano Zapata, con sobrada buena fe y paciencia, todavía condesciende en todo. 8121, de agosto, estando nosotros de regreso en Cuautla, sucedió 1o que refiere "El Diario del Hogar": EI General Huerta envía desde Cuernavaca, un telegrama a Madero, diciéndole que el Presidente de la República le ordenó se ponga de acuerdo con el líder para que mande evacuar Iaplaza de Yautepec, para que la ocupe 1a columna federal en vista de que carece de agua la tropa y de otros elementos, pues está a ia intemperie sufriendo carestías de

más indispensable. Agrega haber dado orden para que no se dispare un solo tiro, a menos de que sean agredidos. 1o

Díceme Madero que 1e contesta al General Huerta que la plaza está evacuada desde ayer y pueden entrar a Yautepec, lugar donde espera trenes para emprencier la marcha a México. El GeneralZapata estaba presente y díjome: "He dicho al señor Madero que estoy conforme con entrada federales, porque ignoro los trabajos que están pasando los pobres soldados". " ¿Pot aquí pasarárt?" -pregunté-. "Pueden ha| 148


GExEnal JuaN ANDREU Ar-rr,rlzÁrv

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cerlo", contestó Zapata, pero entiendo que no llegarán sino a Cuautlixco,paratomar allálaviay llegar a México. Cinco calles ocuparon las tropas deZapata. El licenciamiento comenzó y calculo que soncerca de mil hombres los que están recibiendo gratificación, según las armas que portan.

Cómo delató el Presidente León de la Barua aZapata para que las fuerzas de Huerta cayeran sobre el Caudillo del Sur MADERISTAS MIL VECES PEORES QUE LOS FEDERALES Pero ese mismo día, de Iguala salió el siguiente estúpido alarde, en mensaje para "El Imparcial":

Anoche recibió orden el jefe suriano don Ambrosio Figueroa, de salir violentamente de aquí con sus fuerzas a atacar a Emiliano Zapata. Bien informado, manifiesto que Figueroa lleva un total de 5,000 hombres, habiendo escogido a los mejores de su gente paralamarcha. Acompaña

a

Figueroa su segundo, el jefe Federico Morales.

Tambiéru el día 21 llegaron a Jojutla las fuerzas de Gabriel Hernández, que desde luego entablaron con las de Figueroa y Morales un fatídico maratón de salvajismo. También llegaron los "aplomados" de Gertrudis Sánchez, los coahuilenseJde Zambrano y los veracruzanos de Cándido Aguilar. Ya con la seguridad de que sobraban los maderistas para exterminar aZapata, el señor Madero regresó a México. Figueroa, con la inconcebible e ilimitada ayuda del señor Madero y la mefistofélica del Gobierno Provisiona| con la escandalosa pro14e I


I Mruorues

paganda en la prensa de 1os "hombres de ordert", hacendados y coáerciantes eipañoles de Morelos, había arlquirido una personalidad de fábuLay procedía impunemente a sometef o aniquilar a las fierzas revolucionarias de Zapata, de Salgado, mías" '; a 7zando y dando manos libres pafa sus crímenes a sus principales esbirros Federico Morales y Léovigildo Alvarez-

Lo increíble podrá leerse en testimonios irrecusables en el Apéndice (Capítulo XIX-1). Jesús

H. Salgado, sincero y modesto iuchador, de corazón muy

rrrrro reclamó personalmente las más justas y elementales a la Presidencia, a Guerra, a Gobemación [aranfas ! cuando no pudo más se las dió él mismo, en el monte, mandando á los periódicos el 23 de agosto, la moderada explicación siguiente: grande,

".al señor Madero,

Estimaré a usted se sirva dar a conocer en su acreditado diario, que mi levantamiento en el Estado obedece a que mis fuerzas-que están sin licenciar y que operaron en la pasada campaña, se encuentran disgustadas por los atropellos incalificables que he sufrido pór parte de Leovigildo Álvarez y Federico Morales, cuyos individuos saquearon mi casa en Iguala y asesinaron a varias personas de mi casa.

No obstante que he pedido justicia, ha sido en vano/ pero depondré las armas así que se haga justicia y reconozcan los re*i"ios que presté a la causa. Sin más señor director, quedo de usted, Afmo. S. S. ElGral. Jesús H. Salgado. Como también Guerrero estaba en inminente peligro de ser invadido por las fuerzasfederaies, me apresuré a telegrafiar al Presidente De la Barra en la siguiente forma:

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Grxrnel

JuaN ANDREU ALMAZÁN

I

Cuernavaca,24 de agosto de1911., Presidente de la República.- Urgente- Castillo de Chapultepec. Acabo de tener noticias levantamiento Guerrero, por muchos antecedentes jizgolo enteramente justificado siendo en mi concepto culpable Sr. Madero y Figueroa. Suplico no envíe fserzas federales que agravarían la situación y me haga favor de esperarme mañana para exponerle la manera que me parece prudente para atacarlo. Protesto a usted mi adhesión y respeto, J. Andreu Almazán. Así me exhibía como un componedor de incurable ingenuidad incapaz de poder maliciar siquiera que una semana después, Figueroa, valido de la impunidad y el aliento con que el señor Madero 1o empujaba, hubiera emprendido ya la cacería más vil por injustificada, contra Zapata y contra mí. Desesperado por tanta infamia, exigí que mis tropas fueran retiradas de la columna de Huerta y licenciadas, 1o que se verificó en Cuernavaca el día 25 de agosto. Inmediatamente intrigaron " políticos" maderistas con desmesuradas ofertas para conseguir que algunos de mis ex soldados se presentaran a suscribir necias acusaciones contra mi, 1o que me produjo durante algunos días explicable furor. Cuando, e1,29 de agosto, el Consejo de Ministros, se descaró la criminal decisión dei Gobierno de aniquilar no a Zapata, sino al Estado de Morelos, mi indignación no tuvo límites y al día siguiente di una entrevista a un reportero de "El Imparcial", €rr que tratándose del periódico más enemigo nuestro, era natural que pusieran en mi boca, por lastimar a Madero, alabanzas para De Ia Barra y el Gral. Reyes, que no rectifiqué r poÍ no creer que valiera la pena, ya que 1o único que me importaba en el momento era externar mi criterio respecto al señor Madero y al licenciado Y ázquez Górnez:

151 I


I Muuo«us

Almazánapoyala candidatura de VázquezGómez. Opina porque Madero y Reyes renuncien. Dice que se está siguiendo para elevar al poder al señor Madero una política vergonzosa. Con motivo de la llegada de varios revolucionarios que estuvieron al mando del jefe Andreu ALmazán a esta Capital, nos acercamos ayer aeste señor a efecto de preguntarle sobre el licenciamiento de su gente y sobre su conducta política en lo de adelante. El señor Alrnazánnos hizo las siguientes declaraciones:

-He sabido que algunos "prominentes" (escriba usted prominentes entre comillas) maderistas intrigan sin descanso entre mis soldados, con el objeto de que se quejen de supuestas faltas cometidas por rrrí, persiguiendo con esto mi

encarcelamiento, para evitar la propaganda que pudiera hacer yo en favor del candidato que iuzgae más idóneo Para la Presidencia de la República. Yo me esperaba este pago del Caudillo y de sus allegados y advierto a mis soldados que si se dejan influenciar, tendré que invocar todos los recursos que la justicia me proporcione, para defenderme. -¿Por qué está usted disgustado? -Porque el señor Madero confunde lastimosamente las palabras "revolucionatio" y "maderista" y nada hay que más le indignen que el saber que uno de nosotros, los ]efes que la Revolución pasada, cometa el gravísimo desatino de no conformarse con su candidatura. -¿Por qué no es usted partidario del señor Madero?

-Porque se está siguiendo para elevarlo a la silla una políüca

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Crrrnn.rl

Ju,r:.,t A\DREU At-rr,trrzÁx

I

vergonzosa en que se manifiesta un cúmulo de ambiciones Personales.

-¿Cree usted que el señor Maclero regirá con acierto los destinos de la Patria, si llega a ser electo Presidente? -Si eso se efectúa y e1 señor Madero se obstina en seguir la misma conducta que sigue ahora, antes de dos anos el pueblo estará más disgustado con él que con el señor General Diaz. -¿Es usted reyista? -So1,

partidario del iicenciado Emilio Yázquez Gómez.

-ZQué opina usted de 1a conducta del señor General Reves?

-Digna, bajo todos conceptos, y le servirá para atraerse que antes fueron sus enemigos.

a

1os

-ZQué opina usted de las manifestaciones hostiles de los maderistas, de que se queja el señor General Reyes?

-Antidemocráticas en grado sumo; sóio sirven para alejar de Madero al elemento sensato del pueblo y puede orillarnos a 1a guerra civil y por ende a la pérdida de nuestra nacionalidacl. -¿Por qué licenció usted sus fuerzas?

-Porque el objeto que perseguíamos al estar organizados era velar por los ideales conquistados por los revoiucionarios de buena cepa y nunca para servir de instrumentos a políticos de género chico. 153 |


I Mrivtonies

-Y ahora, ¿qué piensa usted hacer?

-Marcharme en el mes de octubre al extranjero y concluir mis estudios de medicina. -ZQué opina usted el señor De la Batra?

-Que es un buen ciudadano y gran patriota.

LA RENUNCIA DE LOS CANDIDATOS -¿CuáIcree usted que sea la solución del conflicto actual? -La renuncia de sus candidaturas del señor General Reyes y del señor Madero.

-Para terminar, señor .Llmazán, ¿puede usted decirnos cuál es, en su concepto, la conducta que deben observar todos los jefes revolucionarios? -Creo que deben adherirse a ttabaiar por la candidatura del señor licenciado YázquezGómez que, a pesar de 1o que en su contra se diga, garantiza nuestros anhelos y nuestras aspiraciones.

El señor Andreu Almazán nos manifestó que ésas eran sus apreciaciones y manera de pensar, en vista de los sucesos que se han desarrollado y están desarrollándose. Del mismo 30 de agosto son los siguientes telegramas - Señor Presidente prueban que la criminal tragedia se consumaba, y ponen a cada quien en su lugar:

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154


Gexrnal JuaN ANonru Ar,rra,tzÁN

I

Campamentos de San Carlos, Agosto 30 de 1911,. Sr. Presidente de Ia Repúb1ica, México, D. F. Urgente. Tengo noticias ciertas de que Emiliano Zapata, con gente armada, se halla en Hacienda de Chinameca, con el propósito de atacar a Hernández, errJojutla, o a Federico Morales, que me han dicho se movió de Puente de lxtla; pero no sé dónde está y ahora pregunto, ya no es posible soportar esta situación y se hace indispensable obrar resueltamente y hacer todo aqueilo que conduzca ala paz del Estado; por este motivo mañana tomó posesión de Cuautla, y sin llegar yo a dicha población y dejándola guarnecida con el32o. Batailóru retrocederé con mi columna hacia Jojutla en busca de los bandidos. Espero la superior aprobación de usted. Respetuosamente, el General V. Huerta.

Villa de Ayala,30 de agosto de 1911. Sr. Lic. Francisco León de la Barra, Presidente de Ia República, México. D. F. los ofrecimientos hechos por don Francisco I. Madero , Jefe de la Revolución, con previo acuerdo y a nombre de usted y del Gobierno, no han sido cumplidos,los federales siguen avanzando con 1a intención de atacarme a pesar de que desarme la rnayor parte de mis fuerzas, y hoy encuéntrome con una pequeña escolta en este lugar, en actitud pacíficacomo siempre; pero me obligarán a defenderme si me atacan. Ruégole ordenarles a las fuerzas federales no lo hagan. Rectifícole mi subordinación y respeto. Emiliano Zapata.

TODO UN PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA CONVERTIDO EN VIL DELATOR México, agosto 31 de 191L. Sr. Victoriano Huerta. Campamento de San Carlos. Yautepec. Telegrafíame Zapata de Ayala, diciéndome que sólo tiene una pequeña escolta, comunícolo a usted para que conozca el punto de donde me 155 |


\¡I¡ltont,rs

telegrafía ocupada Cuautla por General Casso LÓpez, puede usted proceder con libertad, de acuerdo con Figueroa y Hernández para reprimir y castigar actos bandolerismo, contribuyendo así a devolver la Paz a ese Estado.- F. L. De ia Barra.

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ffit Drsr¡Nü tujANffiÁ Nueva intriga de los Figueroa para que me fusilaran y una celada a Zapata de la que escapó para ir a refugiarse en Guerrero De regreso de Cuernavaca, apenas si me detuve en la Capital dos o tres días y seguí a Puebla adonde llegué con elánimo deprimido por la situación política General que se agravabaa cada momento, por el caso de Morelos, inicuamente tratado, y porque me daba cuenta de que en el mes de septiembre era imposible que hiciera el curso de tercer año de Medicina. De todos modos tenía que realizar el tantas veces frustrado viaje a mi tierra para visitar a mi padre enfermo, alentar a mis antiguos soldados que constantemente se quejaban de que no les permitían ttabajar eÍ1paz,y aconsejar a mis amigos que se organizarán en favor de Ia candidatura presidencial del licenciado Yázquez Gómez. Pero ni en sueños concebía la posibilidad, o la necesidad, o la oportunidad, de que se efectuara un movimiento armado. La prueba es que nuevamente me había empeñado,lográndolo, en entregar por segunda


I

Mruonns

vez mis armas, apenas ocho días antes. También Zapata, estoy segurísimo, pensaba exactamente igual, a pesar de que se había reiuelto a conserrrar parte de su armamento, por el más elemental deber de legítima defensa. zapata estuvo invariablemente dispuesto a suspender la lucha armada que entonces se le impuso, sin pedir nada para é1, a condición de que la autoridad en turno se avocara francamente la resolución del programa agratio, como 1o manifestó por escrito a De la BaÍra, Orozco, Madero, Huerta, FélixDíazy Carranza. Si hubiera vivido un año más 1o hubiéramos visto secundar desinteresadamente al General Obregón, único líder que hasta la fecha (1957) comprendió el problema del campesino mexicano y procedió a resolverlo valiente y sinceramente.

Triste, pero con la tranquilidad de quien nada oculta, salí de Puebla para ChiautLa,y de allí al rancho de Tepanecatlán, a pasar unos días con mis parientes y el disfrutar de la floración de los gratos recuerdos de mi niñez. Era el camino para mi tierra. Só1o me acompaiaba un mozo de apellido Toledo y no llevábamos más armas que un revólver yo, y é1, un machete' En la región habíauna calma completa. Ni siquiera rumores en de 1o que pasafa en Morelos. Só1o una noche hace feliz al en Tepanecatlán, porque al otro día muy temprano recibí aviso Chiautla de que a poco de salir yo habían llegado trescientos maderistas buscándome para fusil aÍr.rre, según decían. Por confundirlo conmigo aprehendieron a Alfonso Romano y buen susto le dieron. Me apresuré a escribirle al General Huerta diciéndole los objetos de mi viaje para desbaratar la enésima intriga de los Figueroa. Por las dudas puse tierra de por medio saliendo para lxcamilpa, rumbo aOlinalá, a donde no pude llegar porque me alcanzaron correos con las noticias de que sobre mi pueblo marchaba de T1apa Rafael Mendoza con doscientos hombres, y de Chilapa, Guillermo GarcíaAragón, con trescientos, ambas con órdenes terminantes de los Figueroa para liquidarme sin más ni más' Enton|

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GrNnn-tl JuaN ANDREU ALMAZÁN

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mi primo Miguel IbartaAndreu, el acomodado comerciante del lugar y prestigiado como el charro de más prestancia en el rumbó puso a mi disposición es un mejor caballo y cinco carabinas Saváge, con las que armé a unos entusiastas muchachos. El lugar es estratégico y me llegaría oportuno aviso de cualquier fuerza que se acercara de Puebla, Morelos, Guerrero o Oaxaca. Permanecía alaexpectativa, cuando una madrugada, alas2, me despertó un correo que venía del cercano rancho d"e doña María Pita, trayéndome un recado alápiz. Era de Zapata, en que me decía que le mandara algo de comer y que a nadie dijera dónde estaba. Me pareció rarísimo queZapata se aventulara por montes que no conocía. El correo me juró y me perjuró que se trataba del mismísim o Zapata, a quien muchas veces habiavisto en Cuautla. Que Emiliano y unos cincuenta hombres que ffaiaverúan destrozados;los más a pie y algunos en burros, como el mismo Zapata, que venía lastimado de los pies. Entonces y creí que la cosa iba de veras y que nuestro mundo se hacía cada vez más chiquito. Vacié la tienda de Miguel, de pan, chocolate ylatas,lo cual mandé a Zapatajunto con el gran caballo que mi primo me había obsequiado, con el correo y cuatro hombres de los cinco de mi escolta, con una carta apremiándolo a llegar desde luego al lugar donde yo estaba, el más seguro. A esta hora envié propios a Huetecacingo, Cuautla y Tecolapa, pidiéndoles a los leales, bravos y abnegados rancheros Luis Acevedo, ]osé Salgado, Agustín Moyao y otros, que violentamente reunieran los armados y montados que pudierany vinieran a reunirse conmigo. Durante el día 11egaron varias partidas de quince a veinte morelenses derrotados buscando Zapata, y al caer ia tarde Ilegó é1 mismo trayendo ya algo más de cien hombres. Observé que al encontrarse en mi terreno, en un pueblo de puros adictos, su ánimo se fortalecia extraordinariamente. Durante esa noche de confidencias y de planes de salvación me platicó largamente que después de mi salida de Cuautla, por el 23 de agosto, a pesar de la llegadaalaheroica ciudad, de Huerta con su columna, se le había seguido prometiendo

ces,

15e I


I Mruonres

que 10 dejarían vivir en paz con su escolta en Villa de Ayala; que además, debía yo recordar, cuantdo estaba en Cuautla el señor Madero habían ido con la representación de Ambrosio Figueroa el licenciado José Inocente Lugo y el General Guillermo García Aragón, a asegurarle aZapataque debía confiar en la proximidad de las fuerzas de Figueroa, porque éstas lucharianen su favor en contra de los federales, y las hostilidades se rompían,1o que también el señor Madero aseguró aZapatay a sus jefes en presencia mía, que harían los cuerpos maderistas de Camerino Mendoza, Gabriel Hernándezy Cándido Aguilar. Que todo había sido una vil traición, pues e1 Lo de septiembre de improviso habían sido,

bombardeados los pacíficos moradores de Villa de Ayala, y a punto estuvo de ser asesinado Zapataen Chinameca. El administrador de esta hacienda invitó aZapataa una comida y un jaripeo, 1o que aceptó concurriendo al lugar con su escolta de veinticinco hombres, para caer en una ceiada de Figueroa, el clásico verdugo de los morelenses. Cuando dentro del corral estaban manganeando muy entusiasmados todos, repentinamente fueron atacados por cuatrocientos dragones del felón Federico Morales, segundo de Figueroa/ que a carrera abierta y por todos rumbos llegaban haciendo fuego sobre los jinetes y sobre las familias que se divertían. No tuvieron más remedio Zapata y 1os suyos que abandonar los caballos y arrastrarse por portillos del corral para internarse en el extenso y tupido cañaveral salvador.

Un día más nos encontró serenos y optimistas porque la gente deZapatay mis amigos acudían con prestezay iuzgábamos muy difícil que los federales nos dieran alcance. En cuanto a los maderistas, sobre todo los de Figueroa y Hernártdez, que venían cometiendo verdaderas iniquidades en pueblos y ranchos, asesinando inocentes, quemando casas, forzando mujeres, esos sí queríamos que se pusieran a nuestro alcance,lo que sería impoI

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Clxmer- juau Arpn¡u Ai\'r.,\zÁN

sible que sucediera si al frente de ellos andaba ya el precavido Figueroa. Cuando ya estábamos muv lejos, los de Hernándezllegaron con sus iniquidades hasta la persona y el hogar y las propiedades del emperador de mi niñez, el arrogante y servicial indio Julio Meiéndez, de Coacalco.

Quedó Zapata tan agradecido de la ayuda que 1e otorgué en mi terreno en momentos angustiosos para é1, que me prometió ante 1os vecinos de Ixcamilpa que la primera dotación que diera sería para ese pueblo 1o que cumplió plenamente, porque a los seis meses hizo la primera repartición de tierras e1 ejército Libertador del Sur, e13tl de abril e 1912, o sean 13 meses antes de que el General Lucio Blanco io efectuara el 6 de agosto de 1913 en Matamo1'os, Tamps., corrlo puede verse por el documento que a continuación inserto: Los que suscriben en nombre de la Junta Revolucionaria Morelos, teniendo en consideración que ha presentado sus títulos correspondientes a tierras el pueblo de Ixcamilpa y habiendo solicitado entrar en posesión de las rnencionadas tierras que les han sido usurpadas por 1a Íuerza bruta de los caciques, hemos tenido a bien ordenar, conforme al Plan de Ayala, que entren en posesión de tierras, montes y aguas que les pertenecen y les han pertenecido desde tiempo virreinal y que consta en títulos legítimos del tiempo virreinal de Nueva España, hoy México. Se servirán desde luego los vecinos dei pueblo ya referido para los iinderos hasta donde linda el mapa respectivo, pudiendo explotar,labrat, sembrar o cualquier otra cosa para obtener el fruto de sus mencionadas tierras. de1 Estado de

Libertad, Justicia y Ley. Campamento Revolucionario, 1,61, I


I Mmaorues

Abril30 de 1912. El General O. E. Montaño. - El General Emiliano Zapata. - El General Francisco Mendoza.- El General de División, Jesús Morales.- El General, Próculo Capistrán.- EI General, Delegado de Zapata, jesús Navarro.- El Coronel, ]esús A1caide. Rúbricas.

Por mantener el orden y la disciplina evitando el saqueo empezarona murmurar que era defensor de "gachupines"

DÁNDONOS GARANTÍAS Contando ya Con seiscientos hombres, no era conveniente permanecer localizados en un pequeño pueblo, por eso nos movimos hacia Acaxtlahuacány de allí penetramos a Guerrefo pof Xochihuehuetlát\paraseguir a Huamuxtitlán. El tuerto Morales se nos habíaincorporado y tenía ascendiente sobre bastantes elementos a los que les aconsejaba como la cosa más natural del mundo saquear las tiendas de los españoIes de esta última población, de Julián Romano, Saturnino Tres Palacios, Francisco Rojo, etc. Para anular las indicaciones de Morales, mandé a mis soldados, que eran todos de nuestro distrito, Zaragoza, que se adelantaran y establecieran guardias en edificios públicos y casas comerciales. Cuando llegamos Zapatay yo con el resto delafuerua, el orden se mantuvo inalterable; pero Morales y otros emPezaron a murmurar que yo era defensor de los "gachupines" porque me tenían comprado. Con la rabia consiguiente manifesté aZapala la necesidaá de reprimir las ansias y los enredos de algunos bandoleros que se habían incorporado y que a é1, rnás que a nadie, comprometían y desprestigiaban. Empero Zapata era tan bondadoso que podía uno desear colgar a media docena de sus hombres sin que

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GENrn.tl Julr't ANonEu Ar-uezÁN

I

se alterara en 10 más mínimo su carácter ni perdiera un ápice de la simpatía que inspiraba.

por ello

Me interesaba sobremanera que llegaran a Tlapa noticias de nuestro comportamiento irreprochable en Huamuxtitlán, porque aquella era la plaza rica de laregión, donde podríamos adquirir valiosos elementos en orden, si no dábamos lugar a que nos hicieran resistencia; por eso en Huamuxtitlán me limité a pedir aI presidente municipal que hiciera una colecta, que produjo trescientos pesos. Seguimos rumbo aTlapa, ya con unos mil hombres bien armados, y frente a esa ciudad supimos que había sido reforzado el pequeño destacamento por unos cien maderistas de Ometepec al mando de Enrique Añorvé. Cuatro meses antes había yo arrebatado la plaza a trescientos federales valientes, bien peitrechados y perfectamente atrincherados, con menos bocas de fuego y soldados menos experimentados, de manera que ahora podríamos realizar un asalto afortunado en unas cuantas horas. Intimamos a Añorvé a que se rindiera, pero al rehusarse nos retiramos tranquilamente a Olinalá. Esto lo hicimos porque desde la dramática escapatoria deZapata, de la vil celada de Chinameca, no habíamos disparado un cartucho ni tolerado el menor desmáry además, Zapata y yo estábamos en perfecto acuerdo para mantenernos a la defensiva con la esperanza de que el Gobierno Federal se diera cuenta de la infamia que cometían contra nosotros, sobre todo con la sanguinaria campaña de las fuerzas maderistas contra los vecindarios inermes, 1o que obligaba a los hombres a esconder sus familias en los montes y a empuñar las armas, nutriendo las filas deZapata de un modo prodigioso. Sin embargo, a pesar de nuestra conducta escrupulosa, se le daba a todo el país Ia impresión de que la región donáe nos hallábamos e.a u.,a hoguera y nosotros malhechores, a los que había que exterminar,propaganda a la postre suicida para el Gobierno y salvadoraparaZapata. En el apén763


I Nflrromrs

dice pueden verse muestras de esa labor descabellada y por demás inserLsata. (Apéndice. Capítulo XX-1).

Reproduzco aquí unos telegramas verdaderamente reveladores de que se 1ne consideraba el ave negra que descarriaba aZapata, cuando 1o único que había hecho era sacrificarme en defensa de la justicia, lisa, y llanamente. De Chilpancingo,15 de septiembre de 1911.- Recibido en Mérida.- Participo queZapata y Almazán han aparecido en Huamurtitlán cometiendo atroces clepredaciones. General Figueroa está al frente de las fuerzas y se propone batirlos. Antier fueron dispersados en Tlapa por el Coronel Añorve' De momento se espera e1 ataque decisivo. El resto del Estado en paz, listo para solemnizat las fiestas patrias, sin hacer caso de Zapatay sus siniestros planes. Sa1údo1o afectuosamente en unión de su esposa y familia. E. C. P. Francisco Figueroa.

Mérida, 15 de septiembre de 1911.- Sr. Francisco Figueroa.- Gobernador de1 Estado de Guerrero.- Chilpancingo.Quedo enterado su mensaje en que me habla del levantamiento de Zapatay Alnazán. Yo creo que el primero se 1evantó por la falsa creencia de que se le persigue a é1 personalmente, por cuyo motivo sería fáci1 disuadirlo de que deponga 1as armas asegurándole a é1 y los suyos si se rinden incondicionalmente no 1es pasará nada siempre que no tengan cuentas pendientes con la justicia. En cuanto a A1mazán se levantó porque es un díscolo y ambicioso. Desde un principio recomende al Coronel Martín Vicario que 1o vigilara y si notaba que hacía propaganda revolucionaria, que 1o aprehendiese. A este hay que someterlo v no admitirle sino rendición incondicional para que se le juzgue debidamente.- Francisco L Madero.

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De C. Bravo,16 de septiembre de 1911.- Recibido en Campeche.- Sr. Francisco L Madero.- Recibí su telegrama de ayer, creo muy di{ícil poder salvar a 1os rebeldes Zapatay Almazán, porque la opinión pública los ha condenado de antemano por su infame comportamiento; sin embargo ya pongo en planta su idea. ¿Ya rrió usted 1o que dice la prensa de nuestro amigo Orozco? El manifiesto de usted ha sido leído con interés. Sus adeptos no desmayan, y sólo vacilan al candidato a 1a Vicepresidencia por ser poco conocido, pero acaso su manifiesto defina la opinión. Zapatarra rumbo a Puebla y se persigue de cerca por nllmerosas tropas. Seguiré informando. Salúdolo atentamente.- E. G. P.. Francisco Figueroa.

En Olinalá redacté una carta para De la Barra que aprobó Zapata en 1o absoiuto, en la que 1e exponía la situación real, consistente en que teníamos derecho a disfrutar de amplias garantías como ciudadanos, pero antes que nosotros los habitantes de Morelos, Puebla y Guerrero. Con rápido mensajero mandé la carta a 1a Capital. Repartí entre todos mil pesos, que traía escondidos desde México para cualquier emergencia, pero no alcanzaron ni de a uno, y tranquilamente nos pusimos a celebrar el 1,5 y 16 de septiembre, hasta ei 18, con jaripeos. Y de1 temerario, (en 1os periódicos), Figueroa v sus huestes, ni noticias. Es decir, las noticias fantásticas de 1a prensa mucho nos divertían. Según éstas, Ambrosio Figueroa v Martín Vicario eran mis más enconados enernigos. ¡Quién había de decirles que menos c1e dos años después habría de poner en inminente peligros mi vida para salvar las de elios!

Vista la apremiante necesidad de fortalecernos para la más legítima defensa, v la casi seguridad de que De 1a Barra nos contestara enviando tropas para nuestro exterminio, procedimos a 165 |


I Mruonr,ts

suscribil la circular que redacté y que siempre he considerado la pfimera piedra, La flndarnental, en la edificación del Plan de Ayala. ML refiero alacartacircular quezapata y yo dirigimos al Téniente Coronel Antonio Menchaca,y queinserté en el capítulo "ElMestizaje".

A pesar de que suscribimos esa circular o proclama, excitativa o plan, Zapatly yo seguimos convencidos de que ante la todavía grande popularidad de Madero era no só1o inoportuno, sino irreálizable-cialquier movimiento armado con posibilidad de triunfo; de que nuestro escepticismo no sería compartido por el País antes de que el señor Madero dirigiera desde la Presidencia la cosa púb[cá; de que era nuestro deber dar oportunidad al señor Madero para que ya con la responsabilidad integra de su administración, volviela áobre sus pasos y atendiera las exigencias de bienestar de la masa de mexicanos miserables. También estábamos enteramente de acuerdo Zapata y yo, que él sólo podía esperar en el Campo con una escolta, Porque de otro modo 1o asesinarianíruemisi-blemente, y que yo podíair a continuar mis estudios en México o en el extranjero.

Convinimos en que si era escuchado por De la Batra, yo itia a tratar mi asunto, pero no el de Zapata, porque no quería darhtgar a calumnias de sus desconfiadas gentes, sino que me acompañarían representativos de las mismas. A Zapata siempre le parecía bien lo que le proponía y designó a un individuo, José Ctuz, que de pocoi días a la fecha fungíacomo su secretario particular, simplemente porque era de los pocos de sus acompañantes que poáían escriBir réguhrmente. Como yo sentía que Cruz no era de los fieles de Zapata y que estaba celoso de mi influencia sobre éste,le pedí que nombrara no a uno, sino a varios y de los que estuvieran más identificados con é1, así como también con su tropa. Así logré queZapata designara como representantes suyos a José Trinidad Ruiz y a Jesús Jáuregui. En el apéndice pueden leerse 11.66


Cnxrn,rr Ju,\N ANDRr,u Ar-rt.,rzÁ,1

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apreciaciones escritas de José Cruz tomadas del archivo del ingeniero Robles Domínguez, en las que a pesar de no ocultar su antipatía por mí, confirma 1o que siempre he dicho respecto a mis acompañantes Jáuregui y Ruiz. Convinimos también, Zapata y yo, en que si por cualesquiera circunstancias, especialmente por la felona conducta de cuantos nos perseguían, no podía volver de 1a Capitai y a é1no se le daba cuartel, intentaría hacer 1o imposible por conseguirle elementos de guerra con los YázquezGómez, con Orozco, con el Ceneral Reyes o con el diablo. (Apéndice. Cup. XX).

Entrevista con el Presidente León de la Barra. Nuevas intrigas de Madero. Fallida celada para que me fusilaran

El 24llegó Huerta con su coiumna a Chiautla acompañado del Teniente Coronel Fortino Dár.ila, jefe el Estado Mayor del Presidente De la Barra, quien lo enr.iaba como consecuencia de mi carta. Cuando tuvimos noticia de su 1legada, Zapata quedó con su gente en Tulcingo, ), yo con la mía avancé hasta San Juan del Río, mandando a mi a\.udante Segundo Iturríos, a que condujera a Dáviia a mi campamento. Con elios vinieron algunos periodistas y uno de éstos hizo 1a siguiente cosecha: Ahnazán hace graves cargos a Ambrosio Figueroa. "El imparcial" en el campamento de los rebelde zapatistas. Atila decepcionado. Quejas de que ha sido engañado por el 1eader.- Telegrama especial. Chiautla, 27 de septiembre. Como informe en mi anterior telegrama. Segundo Iturríos, perteneciente a las fuerzas de Andreu Altrrazán llegó a esta trayendo una carta de su jefe para e1 señor Presidente de 1a República.

Manifesté a Iturríos deseos de llegar hasta el campamento 167


J

N{nrorras

rebelde, a efecto de entrevistar a Aln,:razán. Accedió a mi petición, invitando a la vez a los corresponsales de otros periódicos y ayer en la mañana partimos rumbo a Chila, en donde se encuentran acampadas 1as fuerzas del jefe rebelde.

El camino es abrupto y lleno de peñascales v de barranquillas, se presta perfectamente como un campo estratégico para aqué1los que 1o conocen bien. Llevábamos 7 horas de marcha cuando entrevimos el1omerío que circunda el rancho SanJuan, diez kilÓmetros distantes de1 pueblecillo. Pero antes encontramos la primeta avallzada, compuesta de diez hombres apostados en una cueva que está a1 lado izquierdo del camino. Nos marcaron el alto. Iturríos se diÓ a conocer v a partir de ese momento éramos detenidos a cada 200 metros por otros grupos que nos contemplaban con extrañ eza Y desconfianza.

EN EL CAMPAMENTO Por fin, llegamos al campamento, en donde nos detur-ieron hasta que 1e fue comunicada a Almazán 1a noticia de nuestra presencia allí; en persona salió a recibirnos v nos invitó a pasar a su alojamiento, que era una casita de muy humilde aspecto y cuyo mobiliario se compone solo de tres catres de campaña, dos sillas y una mesa. El joven rebelde vestía e1 traje típico de los revolucionarios. Le mostramos 1os periódicos que representábamos Y se alegro de nuestra llegada, pues dijo que tenía mucho qué decirnos.

I 168


C¡Nrn.rl JLr,\\ A\nltlrr Arrrr.rz.ir

I

LO QUE DIIO ALMAZÁN Nuestro entrevistado nos habló muy extensamente y por ta1 circunstancia sólo transcribo 1o más importante, procurando ceñirme fielmente a 1o dicho por ei Jefe Juan Andreu Almazán, quien principió así: -Ante todo, quiero desmentir las falsas noticias publicadas acerca de atentados y crímenes que se dice he cometido. A esto debo decir que no sor. bandido, si me sublevé protestando contra la conducta de Madero, fue porque 1o he considerado voluble v desleal con todos aquéllos que más eficazmente 1o ayudaron: \'ázquez Gómez, Zapata, Orozco y aún yo mismo, somos una conlprobación de ello. Además me obligó también a ler¡antarme la falta de cumplimiento del Plan de San Luis Potosí. PROTESTAN CONTRA PINO SUÁREZ -Zapata, y yo protestamos contra la imposición de Madero sosteniendo al candidato vicepresidencial Pino Suárezy eligiendo a su arbitrio a varios gobernadores. Estamos asimismo inconformes con 1a intervención del leader en los asuntos del Gobierno, pues debería dejar que el señor De la Barra obrara libremente, ya que ha dado grandes muestras de inteligencia, patriotismo v honradez prendas que le reconocen 1os zapatistas.

NO DEBERÍAN VERIFICARSE LAS ELECCION]ES -E1 levantamiento está también como protesta por el no aplazamiento de las elecciones que de verificarse resultarán una imposición como han resultado va en Guerrero, en donde Martín Vicario está siendo impuesto por Figueroa. 76e )


| \.,lnrom.rs

-Opino que las elecciones deberían aplazarse, a fin de que se serenaran 1os ánimos y en ese caso, zaPata y yo seríamos 1os primeros en deponer las armas.

ZAPATA ESTÁ DECEPCIONADO -¿Y Zapata?

-Zapala, -continuÓ Alrr:'azán-, se levantó decepcionado por la conducta de Madero, quien 1o engañó y io comprometió diciéndole que las Íuerzas federales abandonarían e1 Estado de Morelos, y que en caso contrario debería hacerles resistencia, contando con los auxilios que le enviaría Madero de otras partes de 1a República. Después 1o obligó a licenciar sus fuerzas, dejando en su lugar para guarecer el Estado a Hernández, Agt:Jlar y Morales, este último enemigo suvo' LO QUE PIDENJ PARA RENDIRSE -Zapata estaba dispuesto a licenciarse si se encontraba un Gobernador interino que garantizata la efectividad del sufragio. Ahora dicho Jefe y vo pedimos poco para rendirnos: amnistía para todos los nuestros, asegurándoles e1 cumplimiento del Plan de San Luis Potosí, v dándoles completas garantías: concedérsenos que vigilemos las elecciones de Guerrero y Moreios. Yo pido que mis oficiales sean licenciados, pagándoseies 1o mismo qlle se les ha pagado a los de Figueroa. -Zapata dice que a su segundo, el Coronel Acevedo, le dieron solo cincuenta pesos, mientras que los capitanes de Figueroa recibieron $200.00

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GrNrnel JueN Axonsu Aur¿ezÁN

-Nuestra rendición sobre esas bases será efectiva. Estamos todos dispuestos a entregar las armas, pero nunca a Figueroa. Este ha engañado mucho, uno de sus últimos engaños es el de haber dicho que Zapafa le escribió ofreciéndole su rendición. Esto es absolutamente inexacto; no 1o hemos intentado siquiera. Las negociaciones las he iniciado yo directamente con la Presidencia, ni siquiera aún por conducto de Huerta.

FIGUEROA NO LOS COPÓ También es falso que Figueroahaya intentado coparnos. Estuvimos ocho días en Tulcingo, cerca de Olinalá divirtiéndonos con jaripeos y otros juegos de toros. No obstante haberlo sabido Figueroa, ni siquiera se acercó. Tampoco Tlapa fue atacada por Zapata, cuyas fuerzas se limitaron a sitiar la población, prefiriendo después retirarse. PRETENDEN VENIR A MÉXICO

Quiero pasar a México a conferenciar con el señor De la Barray explicarle la conducta de Figueroa, comprobándole mis cargos. Confío en que las negociaciones Tlegarán a buen término, y en ese caso, la paz será efectiva en breve plazo. Para esto aseguro la sumisión de Zapata, de quien tengo amplios poderes. CUENTA CON CUATROCIENTOS HOMBRES Ta1es, abreviada,la importante entrevista que me concedió el joven Alrrrazán, quien imprimía a sus declaraciones un

acento de sinceridad y sobre todo nos repetía a cada momento que é1no era bandolero.

171, I


] lv{rrrontas

La tarde la pasamos visltando las rancherías inmediatas. Pude observar que Almazán cuenta con celca de cuatrocientos hombres, todos bien armados, y según me dijo, sus fuerzas y las de Zapata ascendían a más de 1,000 individuos' NIos despedimos por fin, y el joven rebelde nos encareció una vez más que se desmintieran las versiones de que é1 es

un bandido, pues quiere que mal.

a1

llegar a México no se le trate

ALMAZAN RUMBO A MÉXICO De fuente fidedigna sé que el jefe rebelde Andreu Almazán, acompañado de una pequeña escolta v de José Cruz, representante y secretari o de Zapata, salió para México a las 2 de la tarde. La columna va a moverse. El señor General Huerta ha declarado no terLer orden de suspender las operaciones. Hay expectación por conocer la actitud de 1os federales y los zapatistas que se aproximan.

marcha, es indudable que 1o hace bajo algunas garantías. Se cree que de un momento a otro se recibirá orden de suspender 1as operaciones'

Andreu Almazán al emprender

1a

Entre todos los vecinos de la región han causado satisfacciÓn los preliminares de paz, qlre se espera será un hecho'

Hoy llegaron 1as brigadas de la Cruz Blanca y Roja incorporándose a la columna.

772


G¡x¡n-+ Jurx Axonru

AllnzÁr

I

EL CORRESPONSAL

El Teniente Coronel Dávila, el Estado Mayor de De la Barra, se manifestó cordial y bien intencionado, y juntos nos fuimos a Chiautla, de donde el General Huerta se cruzó con el señor De la Barra los mensajes que aquí copio: Chiautla, septiembre26 de1911..- Presidente de la Repúb1ica.- México.- "La conferencia entre Teniente Coronel Fortino Dávila y Almazán tuvo lugar ayer a 1as seis de la tarde. La presenciaron el secretario de Zapata v tres individuos más que se titulan jefes de zapatistas, los cuaies se devolvieron a la sierra a ver a Zapata v volr,erán hov rnismo con las condiciones definitivas de rendición de todos elios. Teniente Coronel Dáviia y A1mazán están aquí, y probablemente A1rnazán irá a ver a usted con el Teniente Coronel Dávila. Yo a petición formal de este je{e, he suspendido 1a marcha de 1as tropas a ia sierra hasta e1 día de mañana.- Respetuosamente. ElCoronel V. Huerta. México, 27 de septiembre de 1911.- Señor General Victoriano Huerta.- Chiautla,- Enterado con mucho interés teiegrama relativo a conferencias Teniente Coronel Dárrila. Espero nuevos informes.- F. L. de 1a Barra.

México, septiembre 29 de 19\1. -Señor General don Victoriano Huerta.- Tlancualpicán. - Encuéntranse va en ésta Alrnazán, Jauregui y Ruiz. Hanme presentado un memorial que estoy estudiando para resolver lo procedente, daclo deseo que tengo de evitar derramarniento de sangre; pero al mismo tiempo resolución de no admitir imposiciones de Zapata y su gente. Almazán pide se quite a Figueroa y Morales toda intervención asuntos ese Estado. Lo que deseo hacer es indultar a todos los que dentro de 48 horas se pre173 |


I Mruonlts

senten deponiendo armas, y garu:ntizarles que no serán perseguidos por cuestiones políticas. Oportunidad comunicará a usted cuándo comienza a contarse ese plazo, si es que se llega a acuerdo.- F. L. de laBarra.

Septiembre 30 de 1911..- Señor General Victoriano Huerta.- Tlancualpicán. Recibí carta noticias pacificación que se sirve usted comunicarme y felicítolo. Aprovecho oportunidad para manifestarle que han hablado conmigo .Allrnazán, Ruiz y láuregui, y que Gobierno considerará con benevolencia, dentro de límites de la ley, a los individuos alzados en armas y que puedan ser culpables de algún delito del orden político, que se sometan a discreción al jefe de 1as armas federales antes del jueves 5 del próximo octubre. Altnazán y sus compañeros salen hoy para ese Estado. Ruego a usted se sirva comunicarme informes juzgue convenientes.- Salúdolo. F. L. De la Barra.

Mis gestiones eran contrarrestadas por la insensata e incansable labor de calumnias contra Zapatay pof la ceguera interesada de1 Gobierno, como puede verse en las siguientes transcripciones:

México, 2 de octubre de 1911,. Sr. Gral. D. Victoriano Huerta. -Chila - En respuesta a un telegrama del señor D.

AgustÍn Abúndez y de otras 400 personas, díjeles 1o siguiente que me apresuro a transcribir a usted: "Recibí su telegrama de ayer, relativo aZapatay su gente. Este Gobierno, decidido firmemente a dar garantías a vidas y propiedades, ha hecho saber a los enviados de Zapataque de ninguna manera pude consentir en que dejan de recibir el condigno castigo los culpables de delitos del orden comúry que ha rcchazado las proposiciones que aquí se permitió hacer relativas a cambios de autoridades en los Estados de Guerrero, Puebla, Oaxaca y Morelos, y que, solamente teniendo en consideración que

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Grn'rn,rr Jurx Ax¡rcu Ar-rrrezÁr

I

puede haber entre 1os que siguen a Zapata algunos individuos engañados por él y que no sean culpables de deiitos del orden comúr1 se 1es promete que el Gobierno procederá con benerrolencia respecto a ellos dentro de los límites de la Iey, si se rinden incondicionalmente al jefe de las fuerzas federales antes del martes próximo. Celebro los sentimientos patrióticos de usted y de ias 400 personas a que se refiere, expresándoles la convicción que tengo de pronto será resuelto el caso, de acuerdo con ia ley y con la obligación que este gobierno tiene y trata empeñosamente de cumpiir v de garantizar vidas y propiedades y de conservar el orden fundado en la justicia de L. de la Barra.

El Imparcial.- Sábado 30 de septiembre de 1911.- e1 gobierno resolvió no dar cuartel, al Atila del sur. Almazán será perdonado y con lturbe que es inexperto, ira a estudiar a los EE. UU. - una interesante junta de ministros Pascual Orozco íra quizá a Sinaloa.- e1 Gral. ed. paz,jefe militar en Chiapas. - no ejercerá ninguno mando político. Después de un debate que duró desde las 10:30 de la mañana, hasta las 2 de la tarde, fue resuelto, que en contra de 1o que venía diciendo, el Gobierno no perdonará al tristemente célebre Atila de1 Sur,los delitos que ha cometido en el orden común, ni elú1timo que cometió lanzándose en armas contra el gobierno constituido. Otro tanto pasará con los cabecillas del terrible bandolero; para ellos el gobierno será inexorable, y só1o serán perdonados los que sin ningún grado componen sus hordas... Con referencia a1 Estado de Morelos, habiendo ratificado el nombramiento de Cobernador que el Gobierno extendió en favor del señor Ambrosio Figueroa, quedó definitivamente resuelto que en e1 mismo asumirá el mando militar en e1 Estado de Morelos y en el de Guerrero. En cuanto a los jór,enes revolucionarios Alrnazán e lturbe, el primero será perdonado, tomándose en cuenta su poca edad 175 |


l

N,lnro«rrs

y buenos antecedentes; y con obieto cle que adquiera una carrera, se le propondrá enviarlo a los Estados Unidos, 1o mismo que a Ramón iturbe.

Acepté 1a invitación que el Teniente Coronel Dávila me hizo en nombre del Presidente de la Barra para ir a hablar con é1 a ia Capital y el27 sahrnos por Puebla para 1legar a la ciudad de México el28 a las seis de la mañana. El 29, alas B a. m. nos recibió en Chapultepec el Presidente De laBaru4 a quien le expuse que mi problema y el de mi gente era exclusivamente el de la falta de las más elementales garantías a que tiene derecho todo ciudadano, que en cuanto aZapalay 1os suyos, como el problema era más complejo, y aunque como siempre, sostenía yo que eran víctimas de inexplicable injusticia (por 1o que una vez más pedía seleno estudio y patriótica solución) me había empeñado en que fueran mis acompañantes Ruiz y Jáuregui los que pusieran en sus manos 1o que traían deZapatay dieran cuantas explicaciones se necesitaran. El señor Presiente De la Barra me dijo que desde luego tendríarnos amplias garantías y me preguntÓ si no me parecía más conveniente, para hacer mis estudios con tranquilidad, ir a1 extranjero. Hacia meses que el señor Madero había tenido la idea de mandarme a Berlín, pero en el momento creí preferible ir a Filadelfia, para estar pendiente de 1a situación del país, pensé. Dijo que olrdenaría se me diera una pensión de cien dóiares mensuales. En cuarrto a las peticiones de Zapata, expresó el señor De 1a Barra que eran materia de estudio en Consejo de Ministro y que oportunamente nos comunicaría 1a resolución. Desgraciadamente para el país,la decisión adoptada fue 1a de proseguir la infamia contra zapata y dar más autoridad a Figueroa convirtiéndolo en amo v señor, señor de horca y cuchil1a, del rnártir Estado de N{orelos' Otra vez una profunda indignación me embargó y pensé optar por quedarme en el campo para ayudar a mi amigo, pero...

I 176


Crurn.rl Ju.rx Ax¡nru Ar-rrr.rzÁx

I

Cuando venimos por Puebla, obtuve c1e mis parientes auxiiio pecuniario para l1egar a 1a Capital. Nos alojamos en el Hotel del Jardín a mi costa y diariamente daba a Ruiz y Jáuregui veinte pesos a cada quien para sus alimentos, porque me aseguraron que no traían ni un centavo. Jamás he pecado de desconfiado, más bien de todo 1o contrario, en esos días mi vida en la Luna era tan real que no reparé, en e1

y tren en que regresábamos a Tlancualpicán el primero de octubre, en que Ruiz y Jáuregui llevaban verdadero cargamento de objetos caros, aparte de 1o flamante que ya usaban: portaban sombreros galoneados, botas inglesas, pistolas de las más finas y hasta dos magníficas carabinas. En la estación terminal recibí un mensaje de Harootian en que me pedía que por ningún motivo diera un paso fuera de Chiautla para buscar a Zapata antes de que é1 11egara a alcanzarme en el tren del día siguiente. También me encarecía que a nadie enseñara el mensaje. Dormimos esa noche en Chiautla, adonde Huerta había dejado guarnición mientras é1, faltando a su ofrecimiento, había partido con el grueso de su colurnna para Tulcingo. Dispuse que saliéramos de Chiautla a1día siguiente rumbo a Jolalpan, por donde pensaba localizar a Zapata. Con cualquier pretexto dernoré la salida y a las tres de la tarde del día dos me alcanzó Harootian para darme el siguiente inesperado informe: El Secretario de Cobernación había llamado a Harootian para decirle que agentes especiales de la Secretaría habían investigado que e129, muy tarde, mientras yo dormía en e1 Hotel lardín, habían sido sacados silenciosamente de su habitación Ruiz y Jáuregui para ser conducidos ante RaúlMadero, quien le manifestó que su hermano Francisco disponía que convencieran aZapata de que por ningún motivo debía someterse al Gobierno de De 1a Barra, sino mantenerse 1uchando hasta que Madero asumiera Ia Presidencia, cuando 177 |


] Mrrrll.rs

Zapata obtendría 1o que quisiera; que mientras tanto, Madero se comprometía a enviarle dinero, armas y municiones en grandes cantidades; que procuraran no pelear contra los federales y sí batir implacablemente a los maderistas (¡l!) de Ambrosio Figueroa y Gabriel Hernández; q17e sobre todo, el enemigo más peligroso de Zapata era vo, que me había comprometido con De 1a Barra a asesinarlo, por lo que era urgente que a1l1egar al campamento del repetido Zapatase me fusilara sin más ni más; que habiéndose comprometido Ruiz y Jáuregui a obedecer escrupulosamente las órdenes de don Francisco I. Madero, lR.aúl 1es había entregado diez mil pesos contra recibo v una pistola muy fina con muchos cartuchos que don Francisco enviaba a su fiel y heroico Ceneral Zapata. Sentí un derrumbe moral como clebe producirlo en 1o físico una atómica. Ahora me daba cuenta del abrumador cargamento que traían mis favorecidos. Un relámpago de indignaciÓn me aconsejó pedir a los {ederales su aprehensión e inmediata ejecuciÓn. Luego, una pena muy honda; el baluarte de gratitud que con rni simpatía, con mi desinterés, con mi lucha por la justicia creía haber levantado en el alma deZapatay 1os suyos, no era más que polvo, miseria, nada.

Me puse a escribirle una 1acónica carta aZapata diciéndole que había cumplido a conciencia con los convenido, que sus emisarios le darían cuenta con el resultado de sus gestione; que iría a alcanzar al genera Huerta para pedirle salr'oconductos para mis ocasionales soldados a fin de que voivieran a sus hogares v Yo regresaría a mis estudios, que le cleseaba mucha suerte v que oialá se 1e hiciera justicia.

Llamé a los recelosos emisarios y sin ningún reproche, ni pregunta, ni explicación, le encargué que entregaran a su jefe mi I 178


GrNrnar juaN ANDREU AllaazÁN

I

carta. Y ellos salieron de Chiautla precipitadamente, cuando ya no creían poder hacerlo.

Los pecados que me atribuyeron mis enemigos y los que yo confieso. Dos temas escabrosos: la fortuna y las mujeres

DESPEDIDA DEL GENERAL NIÑO He de volver al "Embajadot" , "General Niño", " díscolo", "ambicioso", "bllen elemerrto" , "iefe c1e confianza," " capitán c1e bandidos" , "cabecilla zapalista", del primer año cle la lucha armada, y más tarde como Presidente electo, "un rajado" , e17e todo eso y mucho más se me ha 1lamado. A rni inveterado afán de ser Lln ejempio para la juventud mexicana, ie llega ia prueba de fuego, porque no puedo exirnirme de ríatar dos temas, ios más escabrosos para un guerrillero mexicano: el del dinero y el de 1as mujeres; en cuanto a 1o primero, creo poder explicar a conciencia la procedencia legítima (no digo moral, ni socialista, ni edificante, digo procedencia legítima), no solo de 1o que poseo, sino de 1o que gasté en mi vida. Francamente ahora que "cualquier nahual" es millonario y fenomenatr financiero, ahora que los archimillonarios mexicanos se cuentan por decenas de miles, ciertamente soy uno de ellos, pero de 1a infantería y gracias a los doce cincuenta por dólar, que nada tiene que ocultar, cuya fortuna, acumulada con esfuerzos desde 1920 para acá, es en realidad modesta frente a la de cualquier oscuro gobernador por cuatro años de Estado pobre, pero que colno es habitual explotó ferozmente. ¡Conste que nunca fuí gobernador, ni siquiera "diputado"I.

Lo peliagudo está en el segundo tema, aunque puedo alegar que cuando menos fuí siempre, v exigí que mis subordinados io 17e I


lvlENloR r,\s

fueran también, respetuoso, cortés y servicial con todas las mujeres: "Desde la princesa altiva hasta 1a que Pesca en ruin barca..." Pero hemos de ver 1os cargos:

En e1 folleto de un señor Alfredo Alvatez, que fue devoto de don Francisco I" Madero, veo que éste enviÓ al General Clemente Villaseñor, Inspector de las Fuerzas Rurales en1911, un memorándum con el concepto que ie merecían los "Jefes Insurgentes que había de formar los Cuerpos Rurales". En 1o que me interesa, el señor Madero opinaba así: ...Yo había pensado en é1 para que fuera nombrado Jefe de 1as Íuerzas en e1 Estado de Morelos, pero el licenciado Yázquez nombró a1 Gra1. Alm.azán, un ioven que prestó bueno seru,icios en el Estado c1e Guerrero, pero que es de un carácter muy dísco1o, vive teniéndo1e envidia a Figueroa, a quien ataca siempre que pude, aun con perjuicio de lo intereses generales de la Nación. Es cuestión de observar a ese joven también v separarlo si no cumple, que Yo creo que no 1o hará, pues va le ha gustado mucho 1a vida en la Capital v con cualquier pretexto está siempre allí. De los demás Generales del Sur, el General Flgueroa es el más prestigiado de los jefes revolucionarios, tiene mejor espíritu militar, más disciplina -v cumplido v a éi se 1e puede consultar para toda la región del estado de Morelos y de Guerrero, en la Inteligencia de que los datos que é1 dé serán sinceros y verídicos. Lo recomiendo especialmente. Se expresa muv bien del General Blanco 1r otro que no recuerdo' En cuanto a Zapata v demás no tengo que decir nada.

180


Cli'r.ti'rl Ju.rr A\DIIFLI At r'r¡zÁr

El General Salgado no me inspira confianza y creo no vale gran cosa. Para empezaÍ,rto fue el señor licenciado Yázquez sino el señor Madero en persona quien la noche de1 14 de julio e 1911 en el Palacio Municipal de Puebla me ordenó perentoriamente que el 15 me presentara al Presidente De la Barra. Este me nombró jefe de 1as fuerzas en Moreios.

No puedo ocultar el señor Madero la profunda ar¡ersión que 1e causó 1a decidida actitud de Zapatav mía, que precipitó la renuncia de1 General Díaz en mavo de 1911 v le dió la determinación de poner a los Figueroa sobre nosotros hasta ilegar al infantil despropósito, que fue su ruina, de entregarle a Figueroa, Ambrosio, el Estado de Morelos como un feudo. ¿Por qué? Porque los Figueroa eran también culpables de oportunismo, que nada sabían de revolución y se atrer.ieron a ordenarnos a Zapata y a mí que los siguiéramos en su sumisión a la Dictadura al minuto para las doce. Ingenuamente creía el señor Madero que absolver a los Figueroa con inusitados honores, era absolrrerlos él mismo y ni siquiera ie importaron los antecedentes de los Figueroa, que siempre fueron odiados caciques en Huitzuco, donde Francisco persiguió con verdadera saña a los partidarios de 1a Ret,oiución todavía en enero de 1911, según 1as viriles acusaciones de "Ei Diario del Hogar" . Víctimas, entre otros, fueron los prominentes rerrolucionarios licenciado Matías Chávez y Martín Vicario. Eso sÍ, a1 triunfo de la Revolución vino 1o abracadabrante; e1 señor Madero impuso como gobernadores a Ambrosio en Morelos y a Francisco en Guerrero, también con el mando militar, verdaderos señores de horca v cuchilla. Protestar contra ese crimen de lesa revolución significaba que era \-o dísco1o, intrigante, envidiosct de Figueroa. Dice el señor Madero que no quería vo salir de1 linda capital, 181 |


I MEuonus

claro que no hubiera querido, pefo desde los veinte años sabía sobreponer mi obligación a mi placer. veamos;ltregué a la metrópoli ei 3 de junio y eI6 fuí a San Juan del Río para regresar con el ieñor Madero eI día7; ellzdespués de haber exigido el licenciamiento de mis hterzas en San Angel, 1o acompañé en su viaje a Cuernavaca,Iguala, Chilpancingo, Jojutla, etc. Después invité a la familia del ieñor Madero a Puebla a honrar la memoria de Aquiles Serdán, y entonces los viajes a Puebla requerían días; después el señor Madero me envió a Cuautla a traer aEtniliano Zapata, de donde resulta que no pude estar en la ciudad ni quince áías de junio, en los primeros días de julio me fuí, por mi libre y espontánea voluntad, a Puebla a continuar mis estudios y allá estuve hasta el día doce en que regresé para acompañar al señor Madero en su visita a Puebla, el día trece, permaneciendo en esta ciudad hasta el día L4enla noche en que, repito, el señor Madero mismo me ordenó que viniera a la Capital a ponerme a disposición del Presidente De la Barra PaIa que me diera una comisión urgente y éste me envió de Comandante Miiitar a Morales con fesidencia en Cuernavaca. Antes quise ir a villa de Ayala a persuadirme de que Zapataera el que exigía mi nombramiento y de que sí quería permanecef en paz, porque de otra manera no valía la pena de que volviera a abandonar el coiegio. Luego fuí a hacerme .utgo de la Comandancia en CuernaYaca, por 1o que en julio no pude estar una semana en la Capital; residiendo en Cuernavaca del doce de agosto en adelante acompañé al señor Madero a1lí en Cuernavaca, en Yautepc, y en Cuautla, y para e1 30 ya me había retirado, también por mi libre voluntad, al sur de Puebla, rumbo a mi tierra, adonde llegó Zapata vilmente traicionado y perseguido a muerte por las fuerzas maderistas. Nos unimos para ver de defendernos, todo el mes de septiembre' De modo que ¿a dónde está el encaprichamiento mío con la seductoracapital? También los Figueroa me hacían por boca de ganso cargos similares, aunque en forma rnajadera, como se verá en el siguiente men1182


GrNrnnl

Ju,trrr

ANonru AlirlrezÁN

I

saje, copia del cual me dió el Presidente De ia Barracuarrdo vine a habla con é1, en prueba de desaprobación. Dice el calumniador que despilfarraba los tesoros que recibía para licenciar mi ftterza, como si no hubiera recibido cada soldado en propia mano los ¡quince! pesos que les entregaban directamente los pagadores de la Secretaría de Hacienda. Pero veamos la edificante redacción del pulcro profesor Figueroa, que es calumniosa del principio al fin:

Iguala, septiembre 30, 11. Señor Presidente de la República. México, D. F.

Infcirmados por "E1 Imparctal" y artículos pagados por Andreu Allr:'az,án del bombo que se dan é1 v Zapata en su incalificable osadía de enfrentarse a usted, con todo el respeto v cariño que usted nos inspira le rogamos no se deje sorprendel una vez más por esa gente que no merece más recepción que la de un juez penal para ser internados en la Penitenciaría. Ojalá señor usted les aplace para contestarles si 1os recibe o no, después de una minuciosa averiguación de cuanto han hecho por este rumbo, ya que Andreu dice: "son mlry honrados", pero mientras, que queden presos o siquiera vigilados. Ya por escrito usted recibirá arnpliación e rrosotros a este rnensaje, Andreu Altrrazán recibió fuertes sllmas para licenciamiento v a pocos licenció. Recibía haberes para fuerzas en Morelos v no los mandaba, sino él todo gastaba en los burdeles, como fácihnente la policía informará. Estos hombres pagados bien por algr-rien que va salió dei país, se vendieron para introducir la rebeldía y hoy que ven frustradas sus antipatrióticas esper al1zas v abandonados por quien 1os pagaba, además de estar perseguidos muy de cerca por las fuerzas del General Figueroa, toman como recurso para quedar bien en su apurada v desprestigiada rebelión, el encararse a usted nuestro querido y honrado Pre183 |


I lvfntc»rt r-.

sidente, para salfu airosos de su mala conducta. Pero entendemos de que tratarlo usted con consideración Y perdonarIos será un mal ejemplo para ios bandidos del país. pues mucos los imitarán; además de que el Ejército los persigue y es testigo de sus depredaciones, al verlos perdonados se decepciona y piense que mejor suerte corran 1os bandoleros que los hombres que iealmente sirven al Gobierno' Por más de cuatrocientas firmas que confirmarán este mensaje.- Augusto Abundes. Ya dije que 1o que se dió a mis soldados por licenciamiento 1es fue entregado a ellos directamente, pero también se calumnió en forma miserable, en aquélla época, a1 señor licenciado Yázquez Córttez, cuya limpia figura merece ser ensalzada, transcribo 1o que dice al respecto el señor doctor Francisco Yázquez Cómez: ...Pero 1o más curioso, por no decir que 1o más ridículo, es decir que e1 señor De 1a Barra haYa acordado 1a entrega de esqueletos en blanco " paÍa no disgustar a un Ministro revolucionario", siendo así que el Presiente interino estaba muv empeñado entonces en eliminar del gabinete al licenciado Yázquez; según se rrerá en estas memorias por documentos firmados por el mismo serlor Francisco I. Madero.

Veamos ahora 1o que informó personalmente ante la Cámara el entonces Ministro de GobernaciÓn, señor Alberto García Granados, en la sesión el13 de octubre de l-911.

Al terminar

1a

última revoluciÓn -dice-, se presentaron

exigencias del momento que era indispensable satisfacer, en previsión de trastornos mavores, v entre ellas,1as de avudar a una gran cantidad de oficiales l' soldados insurgentes/ que se encontraban en esta capital, tanto para su subsistencia, como para que pudieran regresar a sus hogares y las de enI 184


Crr¡l-rr ]u,rx Alrxru

ALlr.rz.t.u

cargar a personas de influencia y amplios conocimientos en varios lugares de la República, que trabajaran para establecer en ellos la paz definitiva. Para atender en forma conveniente esta necesidad, se crió en la Secretaría de Gobernación una sección especial, de carácter provisional, con el nombre de Sección del Ejército Libertador, y con autorización del Secretario de esa época (licenciado Emilio Yázquez) se hicieron pagos que se resumen en los términos siguientes:

Cratificaciones a insurgentes licenciados l, gastos de r.iaje para el regreso de ios mismos a sus hogares...g 42,493.82 Gastos hechos en comisiones de pat.,.26,696.08 Suma... $ 69,189.90 Ya ve, pues el señor Bonilla a lo que se redujeron, según documentos oficiales, los rnillones que dice haber derrochado el licencia do Y ázquez.

Por mi parte aseguro que por mi conducto el señor licenciado Yázquez 1o único que autorizó lue la justa ayuda de tres mil pesos para el legendario guerrillero Felipe l§eri. Bien, creo que he refutado al señor Madero, ahora soy yo el que no quiere aparecer como un casto José, v debo confesar algunos pecadillos. Entre junio v agosto había r.ivido sin dinero v de milagro, gtacias a Jacobo Harootian, armenio que me aseguraba ser ciudadano mexicano, y en realidad norteamericano, según pude descubrir en el proceso que se 1e abrió en septiembre en el Juz185 |


] NGHLont:rs

gado e Distrito. Había sido un audaz minero en Guerrero, íntimamente relacionado con autoridades y "gente bien". Cuando se me incorporó con el grado de Coronel, procedente de las fuerzas de Figueroa, 1o hizo (después 1o comprobé) como inversión que habría de darle opimos rendimientos cuando yo me convirtiera en importante personaje er-r la administración del señor Madero. Mas cuando a fines de agosto, desde Cuautla, exigí que se licenciaran mis fuerzas que bajo las órdenes de Harootian habían sido incorporadas en la columna del General Huerta, y yo rompí definitivamente con el señor Madero saliendo rumbo a Cuernavaca, puebla, olinalá, por donde a principios de septiembre me alcanzó zapata, Harootian comprendiÓ que había hecho una pésirna inveisión y cortó por 1o sano. Estuve en la Capital menos del mitad de los días del trimestre de junio a agosto y como no traje de la lucha armada ni un centavo, me conformaba con ate¡erme al "iefe de mi estado mayor", que alardeaba de millonario v de espléndido. Cuar-rdo le manifestaba preocupación por 1o que se gastaba, 11-L€ lr3s!rt311día que no debía preocuparme por que después liquidaríamos. Le rogaba que apuntara minuciosamente hasta el ú1timo centavo. A1 fin descubrí que 1o que había gastado eran fondos de distintas personas a quienes los había pedido en mi nombre. Le exigí lista detaliada de lo que yo debía y me comprometí a pagar cuarenta y siete mil pesos. Con esos fondos se desvivía por pagar las cuentas del hotel, restaurante, cantina v hasta 1as dslas juergas, y como todavía sobraron diez mll pesos, me los pagó cediéndome por escrito la propiedad de El Puerto Marqués, Gro., con grandes porciones de terrenos aledaño por Llano Largo y e1 Revolcadero. Empecé a maliciar porque me extrañaba que siendo hombre maduro, parco en el beber v en el trato de rnujeres amables, secundara siempre a 1os niños bien que me rodeaban, cuando proponían con frecuencia visitar aiguna casa de placer, después de las funciones, de homenaje en los primeros días, en los Teatros Colón, Principal, María Guerrero v en el SalÓn Rojo, y de cenar en Silvin o en e1 Sa1ón Bach. Estas diversiones de alI

186


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gunos días de mis veinte años, me dieron gran experiencia para conocer a hombres y mujeres. Me parecía de postin l1egar a la ostentosa casa de 1a norteamericana Camila v me interesaba que allí me refirieran las todavía recientes ar.enturas de don Ramón Corral y otros "científicos" de polendas, que "cerraban't" la casa para sus grandes bacanales. En la casa de Mercedes, entre copa y copa de "Marte1l", me entretenía la charla comedida y atractiva de María, "la Güera", mientras los compañeros se ia pasaban danzoneando de lo lindo, 1o que no me permitían mis piernas que sentía muy tiesas. Mercedes \/ su español, Enrique se empeñaba en que fuera a comer a su casa particular, en dontle nos acompañaban a 1a mesa sus dos hijas, serias r'lindas. La mayor se convirtió para mí en inolvidable, por 1o que abajo cuento. En 1a casa de Chabela, una tapatía jacarandosa .u' moderada en sus cuentas, me agradaba la amistad de N4. A. Suave, bondadosa, maternal; llegó a asegurarme que me estimaba tanto, que hasta se había dedicado días v días a confeccionarme una media docena de juegos de ropa interior -aunque se le pasó quitarle la etiqueta del Palacio de Hierro a uno de los calzoncillos-. A esta buena mujer, diez años más tarde, la encontré de respetable esposa de un conocido mío. Cuando me invitaban a comer, me quebraba ia cabeza tratando de recordar dónde la había conocido, hasta que por fin tuve la lucidez necesaria... Ni a el1a siquiera le hice 1a merro indicación de que mi recuerdo había revivido, no quise que por culpa mía se empañara la perfecta tranquilidad en que parecía r¡ivir. Lo que hizo inolvidable para mí a la mayor de 1as hijas cle Mercedes, fue la siguiente "Epopeya"'. Sa1í del trópico hecho un guiñapo, pero decidicio a ayudar a mi temible enemigo Villa a pelear contra 1a Expedición Punitiva, no porque dejara de condenar la estupidez de Vilia en Columbus, sino porque eran extranjeros los que io perseguían en territorio nacional. Así fuí a dar por Guatemaia y |.lueva York a el 187 1


] Mnronrls

Paso Texas, para ver Como Moisés, desde los rascacielos,la tierra prometida. Llegó una compañÍa trashumante de Opera y allá me

fuí con el periodista José Luis Velasco. En el primer entreacto Pepe Luis me susuffó que si no había reconocido a la beldad que estaba en Ia butaca frente a la mía. Yo no podía ver e1 semblante a quien estaba acompañada de un típico norteamericano, pero Pepe Luis con gran énfasis susurrado me aclaró que era Ia "Ína-

ravllla",la mayor de Mercedes. Tras cuatro años de guerrear y de suspirar por nuestra Capital, era lógico que me produjera gran contento la noticia y hasta tuve, según imagino, 1a vanidad de hacer que mi amigo admirara mi prestigio entre el bello sexo. Segurísimo de producir inmensa alegría a la paisana, con palabras que imaginé de efecto mágico, en la idea que fuera de ella y nosotros dos nadie había de entender españo1, empecé con tono apropiado y conmovido a platicarle a Velasco que ansiaba volver a nuestra inolvidable ciudad para saludar a 1a buena amiga Mercedes )i naturalmente a 1a MaYor, preciosa, exquisita, generosa/ etc., etc., de quien aunque siempre estuve prendado nunca me atreví a decírselo. Volteado hacia Luis Velasco para dar a mi plática tono de confidencia, esperaba anhelante que una muier linda volviera el rostro para decirme: "Aquí estoy, soy Yo/ qué gusto, etc..." Pero un relámpago cavó sobre mi mejilla izquierda 1a más sonora,1a más espantable de las bofetadas. ¡Eso en Estados Unidos, entre un público de ópera, en mis condiciones de exiliado, dentro de rutilante luzl Todo el mundo se quedÓ mirando a los dos tipos paralizados. Al empezar el segundo acto y con menos luz el teatro, salimos como alma que se lieva e1 diablo. Le hice jurar a Pepe Luis que jamás haría alusiÓn a 1o acontecido y yo fuí al hotel por mis cosas y a la estación a tomar el tren para San Antonio. En e1Pu1lman, entre vuelta Y vuelta, pasaba revista: Concha, Matilde, Carmen, Loreto, L1)2, Socorro y muchas más... cualquiera de mis heroicas soldaderas sería feliz de rajarle la cara a 1a "Mayor" cuando se nos hiciera volver a ia ciudad de México. Pero en 1920, ai volver a la Capital, después de muchos años, en 188


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una cena con asistencia {emenil que me obsequiaron 1os espléndidos generales Serrano y C'atza, se me presentó a la n'Mayor" con actitudes zalameras. Ya no me acordé de mis soldaderas y fingí no recordarla. Voiviendo a1911, un día el Presidente De la Barra tenía que entregar sus estandartes a unos batallones federales, a las nueve cle 1a mañana, en la rotonda del Monumento a la Independencia v yo debía asistir a la ceremonia. Esa madrugada, entre 1as dos y las tres todavía permanecíamos en 1a casa de Mercedes. Mis colnpañeros Guillermo Castillo v Tapia v ivliguel O. Mendizábal, sostenían interminable discusión con dos clientes de buen apariencia. Que no conocía. Cuando estaban por llegar a las manos, me interpuse para obligarlos a sentarse a mis lados a saborear "la del estribo". Entonces 1os nuevos arnigos comenzaron a acatarrar con que el flarnante auto que tenían a la puerta era de 1o mejor del mundo, molieron tanto, que terminé por decirles que con el viejo "Packard", a mi disposición, con malas 1uces, rnalos frenos, sin cadenas, podía competirles el día que quisieran. Ni tardos ni perezosos, fiados, en que la noche lluviosa me impediría aceptar, me desafiaron a una carrera/ en ese momento, a Toluca, con apuesta de mil pesos. No había remedio, y partimos. Por Cuajimalpa vimos que el coche competidor viraba para regresarse, v decidimos seguir hasta Toluca para traer una constancia y reclamar la apuesta. El gran chofer, Polo, no conocía ei camino; v no nos importó 1a Cola de Pato, ni Río Hondo, ni nada. For Lerma, ni cuenta nos dimos de que cruzamos la vía férrea. Llegamos a Toluca en un amanecer g1acial, húmedo, triste y decidimos regresar para darnos un buen baño ruso en "E1 F{arem" v estar a tiempo en 1a ceremonia de 1a Columna a la lndependencia. Salimos en recta y nos emparejamos a la máquina de un tren. Ei maquinista se picó y aceleró, y Polo por consiguiente. Llerrábarnos unos cLrantos metros cle delantera cuando el camino dobló sobre la vía. Un milésimo de segundo de vacilación y no pudiera referir la aventura, pero el grande, ei hierático, el sufridor Polo, apretó 18e I


I Mruonles

y, el aire presionado por el tren nos lanzó del asiento de atrás sobre el del chofer, porque no llevábamos capacete. Pasamos por Lerma, por Salazar, por Las Cruces, sin alientos para hablar. Otro día llegamos en grupo a comer alCafé Colón, donde está ahora la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Alguien quiso darnos la sorpresa de grata compañía y llamó por teléfono a tantas conocidas como éramos nosotros: una para cada cual. Subimos a1 salón que hacía esquina en Artes con Reforma, talvez por previsora iniciativa del popular mesero Mayeva, que observaba que los aperitivos nos ponían alarmantemente alegres. Después del café las mujeres empezaron a chotear al "GeneralttTño" , diciendo que creían que mi pistola era una virgen que llevaba como adorno. Como Maria,la Güera, de pelo azafranado, era de las que más dudaban de mi experiencia guerrera,lallevé de su asiento a un extremo del salón y 1e puse un vaso en ia cabeza. Todo el mundo se levantó para agruparse detrás de mí en el otro extremo. Empuñé mi escuadra y apunté, apunté interminablemente. De pronto, la detonacióru el vaso que desaparece hecho polvo, y un Áurco en Ia pelambre de María con quemada en el cuero cabelludo. Los testigos aplauden asombrados. María blanca, como un pan de cera. Yo, verde, mudo, con el susto de mi vida. Estaba seguro de que la pistola no tenía cartucho en la recámara/ porque así 1a usaba invariablemente, y me burlaba con el prolongado apuntar,para reírme en las barbas de todos, cuando sonara e1 gatillo. Sucedió que mi recién llegado asistente, el negro costeño "El Macuarro" ,habíaentrado con otros a mi cuarto del hotel mientras balabayo a desayt)rtar, y cogiendo mi pistola dijo: "Bataio con el jefe, sin plomo en la culata, malaya si le madrugar.; vale que avisan eto jIjo" , y subió cartucho, como creyó que acostumbraba.

Anexo al mismo Café Colón estaba el Hotel Panamericano/ donde a veces me reunía en plan de juerga con el "divino embaucador" , el gran orador Jesús Urueta y con Alfredo Rodríguez. Me | 1e0


Gnrurnal JueN ANDREU ArrrmzÁN

I

sentía defraudado cuando de su boca salían expresiones de las más vulgares y chocantes con las que parecía desear refrendarse Ia fama de supercivilizado a la francesa. En el propio Café Colón, una tarde estábamos tomando copas un grupo grande, del que formaba parte mi amigo el General Manuel D. Asúnsolo, y un aristócrata Escandón. Estos discutían aca-

loradamente y presentí una tragedia. Hícele prometerme a Asúnsolo que no se movería hasta que yo regresara y subí al Hotel por mi pistola. Cuando volví, no encontré a nadie y los meseros no pudieron decirme a dónde habían ido. lnstantes después, Escandón asesinó con ventaja a Asúnsolo en el Jockey Club, ahora "Saf'rbotn's".

De esta única etapa en mi vida de juerguista ostentoso, me quedó la impresión de que entre las mujeres caídas mexicanas de aquella época, abundaban 1as bondadosas, desinteresadas, comprensivas y de increíble e insospechado fondo de pudor, hasta para aceptar dinero. Tal vez de esa imborrable impresión conservé la costumbre de buscar la compañía en mis destierros, pero siempre yo solo, para asistir a cualquier parte, de una mexicana, y en su defecto, de una centro o sudamericana o portorriqueña. Huerta fue a Morelos con aprobación de Madero y De la Barra. Falso que hubiera podido aniquilar aZapata. Aclaraciones LA TIERRA PROBLEMA FLINDAMENIAL DE LA REVOLUCIÓN

Alcancé al General Huerta en Acatlán, quien ya relegado por el General Casso López, salió para la Capital el día 6, cott su Estado Mayor, una escolta y una Brigada delaCruz Roja. Formamos parte del grupo Gabriel Hernándezy yo, quedándome en Puebla.

191, I


\'l¡tr,toRt,rs

Una vez terminada la comisión del General Victoriano Huerta, creo de mi deber hacer algunas aciaraciones para ayudar a 1os aficionados a estudios históricos, puesto que personalmente comprobé 1a falsedad de muchas versiones que materialmente lienaban entonces el ambiente. Los maderistas aseguraban que el General Huerta había sido enviado a Morelos sin conocimiento del señor Madero y que realizó muchas maniobras cuando éste estaba en Cuautia a merced de las tropas deZapatat para que éstas acusaran de traición la leader v 1o asesinaran. A pesar de palabras imprudentes del señor Madero en distintas alengas con las que pretendía avasaliar a los surianos, las cartas y telegramas que he publicado ya, demuestran que el General Huerta siempre obró con la aprobación del Presidente de la República, De la Barua, v del señor lVIadero.

Por otro lado, los enemigos de la revolución sostuvieron con sin igual ligereza que el "portentoso" Comandante Militar pudo en distintas ocasiones aniquilar a Zapata con todos los suyos, pero que el señor Madero frustró siempre esa "obra tan patriÓtica" . La verdad es que ia columna federal se movió siempre con grandes precauciones, tal vez por el recuerdo de los federales de1 General Munguía aniquilados en Cuautla apenas tres meses antes y porque el General Huerta 1o que buscaba sobre todo era propaganda que 1o prestigiara; por eso también es cierto que hizo que los elementos a sus órdenes se condujeran correctamente. Pero mentira que alguna vez hubiera tenido copado al núcleo de Zapata, al que nunca pudieron acercársele los federales a menos de cincuenta kilómetros, como podrá verse en el piano que reproduzco en el libro de estas memorias, donde se marcan los itinerarios de ambos núcleos, desde el nueve de agosto de 1911 en que el General Huerta salió de Ia ciudad de México para Cuernavaca y de allí siguió a Yautepec, Joputia, Yautepec (otra vez), 1q)


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Cuautla, con Jonacatepec, del estado de Moreios, y de Puebla; Tlancualpicán, Chiautla, Chila, Tulcingo y Acatlán, donde 5 de octubre entregó el mando. Siendo deZapala de Yautepec a Cuautla, Villa de Ayala, Cinámica,Ixtlilco, de Morelos, Teotlalco, Miquetzingo, Ayoxutla, Tepetitlán, ixamilpa, Acaxtlahuacán, de Puebla, Huamuxtitlán, Tlapa, Olinalá de Guerrero, Acaxtlahuacán, Tuicingo, Xicotlán, Coacalco, Santa Mónica, Huachinantla v Huautla. Cuando 1os itinerarios se unen como en Yautepec y en Cuautla, Mor. y en Tulcingo, Pue., debe adrrertirse que las fechas en que cada grupo tocó el punto, fueron con separación de varios días. Ya que de aclaraciones se trata, debo manifestar que acojo y aprovecho con sincero agradecirniento las que se sirven hacerme personas de buena voluntad para utilizarlas en el 1ibro. Respecto a las rectificaciones que se pretenda hacérseme, es mi intención reunirlas porque tal r,ez en 1o que faita por publicarse ya r.aya la contestación; de todos modos las guardaré para hacer una sola contestación. Tendré así tiempo de averiguar los antecedentes de los que usen de virulencia o de calumnias. Sí debo adelantar que felizmente nada tuve que \.er, ni remotamente, ni mentalmente, con los odiosos magnicidios de 7973y de1920, por lo que me consideraré con derecho a pedir a quien 1ne acuse de haber servido a los gobiernos de1 General Huerta,v del General Obregón, que me muestre qué hizo, cuanclo menos contra los culpables del crimen más cercano, de que fue r.íctima el señor Cawanza.

Volviendo a mi interrumpido relato recuerclo que en "El Imparcial" de14 y del 5 de octubre, algunas informaciones me causaban asco y risa, 1o primero, porque Ambrosio Figueroa hacia su campaña en las redacciones y no en ei campo,lo segundo porque eran fábuias todas nuestras derrotas. 193


j N{nrorrrs

Martes 3 de octubre de 1911. Los zapatistas sufrieron seria derrota. Ahora los bandoleros pretenden acogerse a 1a clemencia presidencial y se rinden al General Huerta. Las fuerzas de Figueroa y ias del General Huerta, derrotaron varias partidas del terrible Zapata. El señor Ambrosio Figueroa, jefe suriano, estuvo ayer por 1a tarde en nuesttas oficinas a participarnos que los jefes Guillermo García Aragón y Rómulo Figueroa, que comanda las fuerzas del que hablaba le habían participado por la vía telefónica que antier se registró un gran encuentro entre las fuerzas del gobierno y unos gavillas zapatistas. Jueves 5 octubre de 1911.

Los zapatistas sufrieron una nueva y completa derrota. Se hará una tenaz persecución contra esa peiigrosa gente que ahora anda desmorali zada v dispersa.

Cuernavaca, octubre 4. Acaba de verificarse un segundo encuentro entre 1as fuerzas que están al mando de Aragón 1r Rómulo Figueroa, con los que estuvieron al mando de Andreu Almazán, que merodeaban en los pueblos limítrofes de 1os Estados de Puebla y Cuerrero. Los alzados sufrieron una derrota completa, fueron aprehendidos el cabecilla Cuevas y cuatro hombres, y se reco-

gieron veinte caballos Quedó muerto en ...

l1e4

e1

Acatlán, octubre

y

gran cantidad de municiones'

campo el cabecilla José María Pareia. 4.


G¡Nm-+ Julx Axonru Ar.\rAZ,\N

Resistencia de

1a

columna del General Huerta.

El personal de la columna demostró ayer su resistencia después de haber caminado durante todo eldía, en el tiroteo con los zapatistas estuvo activo, experto.

Hoy salimos para Tehuitzingo, donde, según se sabe, se han concentrado 1os zapatistas que fueron escarmentados aquí. Las huestes Emiliano Zapata, que probablemente no esperaban que llegara aquí la columna, habían mandado preparar forrajes v víveres, anunciando su arribo para anoche y en 1os momentos precisos que l1egaban, se encontraron con la columna. Las salas del Palacio Municipal, así como 1as oficinas, se encontraban repletas de forrajes y tortillas, habiendo sido pagadas ambas cosas a su justo precio. Las tortillas fueron aprovechadas por los federales.

LLEGADA DEL EX REBELDE ALMAZÁN Dos horas después del combate, con sorpresa General llegó al cuartel general el ex rebelde 1, el ex compañero de Zapata, Juan Andreu Almazán, acompañado de dos de sus ayudantes y escoltado por un piquete de caballería federal. Almazán conferenció largamente con e1 señor General Huerta. SE SEPARA

DE ZAPATA

En la corta entrevista que celebró con é1 me manifestó que venía a acordar 1o conveniente para hacer efectivo el desarme de su gente, diciéndome además, que ha resuelto se1e5 |


I Mrrroru.r.s

pararse de Emiliano Zapata que según cree no ser rendirá... Almazán desea regresar a México' día 9 ilegué a la Capital para activar los trámites de mi pensión y salir a Filadelfia. Pero el bullicio de la Capital no me distraía y me daban náuseas las descaradas maniobras de los políticos maderistas, pillos de todas las imposiciones. Sentía la nostalgia de los campos y de la compañía de los perseguidos. Quería odiar aZapataculpándolo de las pilladas de los suyos y sentía remordimiento por culparlo' En desagravio conmigo mismo, para castigarme de la falta de firmeza de mi amistad, di una entrevista, sin importarme que se llevara el diablo a la pensión y hasta a Filadelfia. ...E1

"El Diario", México, 15 de octubre de 191L.- Andreu Almazán dice que debe repartirse e1 Estado de Morelos, Emiliano Zapata só1o se rendirá si se Ie indulta con toda su gente y se quita del gobierno al General Figueroa. Constituye elsímbo1o del socialismo en Morelos.

Juan Andreu Almazán, el ex revolucionario de quien tanto se ocupó 1a prensa el mes pasado, nos pareció la persona indicada para informarnos sobre 1o que hubiera de cierto en las noticias de que Emiliano Zapala se había embarcado en Acapulco, huvendo de la persecución de las numerosos tropas que lo persiguen. -Es un " catral" simple y sencillamente, nos declaró nuestro entrevistado, Zapata se encuentra en ei Estado de Morelos y eso 1o digo porque como pocos conozco a Zapata; sé que es imposible que se separe de su gente y mucho menos para irse al extranjero, pues Zapatacomo toda nuestra gente sencilla, tiene horror a la expatriación, dado el amor que le tiene al pedazo de tierra que rodea a su pueblo.

11e6


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-¿Y cree usted que Zapata seguirá levantado en armas?

-Así lo creo, pues é1 nunca transigirá con la presencia en el gobierno del Estado del caudillo suriano, el General Ambrosio Figueroa, a quien odia mortalmente. -Usted que vió aZapata en estos últimos tiempos, ¿puede decirnos que fin persigue con su levantamiento?

-Nada, absolutamente. Se levantó que creía que los federales iban a fusilarlo -Pero, ¿cómo es posible que tanta gente lo siga se trata de una cuestión tan personal?

-Zapata es más que un hombre; es un símbolo para 1a gente de Morelos; el símbolo del socialismo que se ha despertado en aquella región. En ningún Estado como en Morelos se sentía la presión del capital sobre el trabajo. En efecto, basta obsenrar la región para \¡er que casi la totalidad de sus terrenos están en poder de 1os hacendados, _v el zapatismo no es más que 1a reacción de ios campesinos contra el hacendado, un conflicto en el fondo entre el capital y e1 trabajo. -¿Y cuá1 solución ve usted en este conflicto?

-Creo que 1a única solución es la de amnistiar a Zapata buscando al mismo tiempo inspirar absoluta confianza a los que hayan delinquido en este último movimiento, no sólo en el orden po1ítico sino en el orden común. Además creo que Ia nación deberá hacer un desembolso aunque sea fuerte para comprar y dividir las tierras de Morelos en pe-

197

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I Mrttottt,t's

queños lotes que deberían vender a los campesinos, pero inmediatamente a fin de evitar mayores males.

-¿Cuántos hombres más o menos tendrá o hoy consigo Zapata?

-luzgo que con é1están unos dos mil hombres, además de otras partidas sueltas que oPeran por su cuenta' -¿Cree usted que se podrá dominar por medio de armas a este numeroso gruPo de alzados?

1as

-Si las fuerzasregulares no han podido acabar con este fenómeno social, con este levantamiento de toda una región, mucho menos lo podrán 1as mal organizadas fuerzas rurales

formadas por elementos maderistas' -¿Qué nos dice usted en las fuetzas federales que han operado en el Estado de Morelos?

-Debo decir que se han manejado con suma corrección, desde el General Huerta hasta elúltimo de sus soldados; de manera que si el fenómeno que llamamos zapatista fuera causado por la antipatía que el pueblo tiene a los federales, éste debería ser acabado... Pero, como le digo a usted, se trata de algo más trascendental, de un fenómeno socia1... Se ve claramente que el señor Madero Y yo rzivíamos ya en mundos distintos: para mí Zapata, sus jefes y 1os morelenses tenían toda larazóny eran dignos de confianza; en cambio, como me io hizo notar e1 mismo Zapata, en Cuernavaca, para el señor

Madero mi gente V yo debíamos seguir en el ejército revolucionario porque éramos aptos de confianza, mientras que Zapata, Tepepa y sus tropas eran bandoleros que había que desarmar y

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exterminar. ¿Por qué? Simplemente porque yo venía de la ciudad y elios el campo. Pero la más peligrosa discrepancia. Yo sostenía, como acaba de verse, que 1a única solución consistía en que la Revolución diera tierras a 1os campesinos, mientras el señor Madero, verdaderamente ciego, clespués de que hacía ocho meses era el Presidente de 1a República y habían caído ya miles de mexicanos en la guerra agraria que se les impuso, todavía sostuvo ei fatal criterio que hizo público en 1a siguiente carta que todavía leí en rni celda en la Penitenciaría, con verdadera pena: Clrapultepec,2T de junio de1912.- Sr. Lic. Don Fausto Mogue1, director de "El Imparcial". Presente. lv{uy apreciable señor: Desde que fuí investido por mis conciudadanos con el honroso cargo de Presidente de 1a República, no me he ocupado de refutar 1as versiones contradictorias que circulan en la presencia, en que con frecuencia se hace referencia a ofrecimientos que he hecho v he clejado de cumplir. Pero con tanta insistencia han repetido algunos periódicos, y muy especialmente el que usted tan acertadamente dirige, "que en las promesas de la revolución figuraba el reparto de tierras al proletariado v se ofrecía la clir,isión de latifundios que permánecían en poder cle unos cuantos privilegiados, con perjuicio de 1a ciase menesterosa" (editorial de ayer), que quiero de una vez por todas rectificar esa especie. Suplico usted se sirva rer.isar cuidadosamente el Plan de San Luis Potosí y todos los discursos que pronuncié antes y después de la revoiución, así como 1os programas de gobierno que publiqué después de las conl,enciones de 1970 y 1911,, si en alguno de ellos expresé tales ideas, entonces se tendrá derecho para decir que no se ha cumplido mis promesas. lee

I


I Mr..iitontes

Siempre he abogado por crear la pequeña propiedad, pero eso no quiere decir que se vaya a despojar de sus propiedades a ningún terrateniente; por 1o demás, es bien conocida la política agraria de1 gobierno y sus propósitos Para crear la pequeña propiedad.

En el mismo discurso que ustedes comentan, tomando únicamente una frase, explicó cuáles son 1as ideas del gobierno. Pero una cosa es crear 1a pequeña propiedad por medio de un esfuerzo constante y otra es repartir las grandes propiedades, 1o cual nunca he pensado ni ofrecido en ninguno de mis discursos y proclamas. Sería completamente absurdo pretender que el gobierno fuese a adquirir todas las grandes propiedades para repartirlas gratis entre pequeños propietarios, que es como se concibe generalmente e1 reparto de tierras, pues simple y sencillamente e1 gobierno no tendría dinero suficiente para hacer tal operación, ni contratando un empréstito tan colosal, que el únicos réditos causarían Ia bancarrota del país. Ruego, pues, a ustedes, que se sirvan rectificar su opinión y no por estavez, sino en 1o sucesivo v para siempre.

La única promesa que hasta ahora no se ha cumplido en toda su amplitud, es la relativa a 1a restitución de sus terrenos a 1os que habían sido despojados de ellos de un modo arbitrario, y al proceso de todos los funcionarios que durante 1a administración pasada manejaron fraudulentamente fondos públicos, pues desde el momento en que al modificarse el Plan de San Luis, en virtud de los tratados de Ciudad Juárez, tan ventajosos para la nación, debía el nuevo gobierno ajustar todos sus actos a la lev y reconocer como válidos los fallos de los tribunales v la legitimidad de todos los actos de la administración pasada. | 200


Grrrur

JL.\N ANDnF-L- AL-\IAZAN

Por este motivo es clifícil restituir sus terrenos a los que han sido despojados de ellos injustamente, declarando sujetos a revisión 1os fallos respectivos, en los casos en que 1os despojados han sido sancionados por todas ias prescripciones legales.

A pesar de esto, e1 gobierno tiene en estudio desde hace tiempo, un proyecto para cumplir con esa promesa hasta donde sea posible, restituvendo ejidos a los pueblos que han sido despojados de ellos v adquiriendo para fraccionar algunas grandes propiedades. A1 calce de la presente me permito transcribir a ustedes e1 artículo 3'del Plan de San Luis, que es e1único que pro-

bablemente han, algunos, malinterpretado, y ustedes mismos podrán después de leerlo con atención, \rer que no hay tales promesas de reparto de tierras. Espero de su honradez periodística que con esta aclaración terminará de una vez para siernpre, el injusto cargo que se me hace de que ofrecí tierras v no he cumplido mi promesa, y quedo de usted muv afmo.v atto. S. S.- Francisco Madero. Inconcebible la tibieza demostrada en esta carta respecto a la ingente solución de1 problema agrario, si entle infinidad de demandas sangrientas había ya recibido las siguientes: Desde e1 1o. de julio de 1900, el Programa del Partido Liberal establecía en mi capítulo 36: "El Estado dará tierras a quienquiera que 1o solicite, sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola, y no vender la. Se fljara la extensión máxima de terreno que en Estado pueda ceder a una persona"... 201


I lvIlr'tonrrs

Y en su capítulo 50: Al triunfar el Partido Liberal, se confiscarán 1os bienes de los funcionarios enriquecidos baio la dictadura actua1, y 1o que se produzca se aplic ará al cumplimiento del Capítulo de Tierras...

El mismo Plan de San Luis, lanzado por el señor Madero con fecha 5 de octubre de 791,0, precisa en su artículo 3o: Abusando de 1a ley de terrenos baldíos, numerosos Pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, por acuerdo de la Secretaría de Fomento, o por fallos de 1os tribunales de la Repúb1ica. Siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores 1os terrenos que se les despoió de un modo tan arbitrario, se declaran sujetas a revisión tales disposiciones y fa1los y se les exigirá a 1os que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, Qü€ los restituvan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por ios perjuicios sufridos... ...

gobernador será designado por votación de todos los jefes de las armas que operan en el territorio del Estado respectivo...

Y en el 10'

...E1

voluntarias tomarán el grado que corresponda al número de Íuetzas a su mando... ...Los jefes de las fuerzas

El 11 de julio de 1911 los jefes del Ejército Libertador en 1a Capital firmaron un pacto para: L-Poner todos los medios que estén a nuestro alcance para hacer que se cumpla en todas sus partes el "Plan de San Luis..." firmado Juan Andreu Almazán, Gabriel M. Hernández, Cándido Navarro, Camerino Mendoza,E. Seguro, R.

1202


Cl¡ivrR-+ Tu-rr

Ax¡tr¡u ArHr,rze.l

Ruz, R. Espinosa, A. Guzmán, Heriberto Jara, Francisco Múgica y muchos más.

I

J.

Página íntima de la política, mejor dicho, de la falta de política agraria de Madero. Cabrera, desleal y demagogo El Plan de 31 de octubre de 1911, en favor del licenciado Emilio Y ázquez Gómez, sostenía :

El problema agrario en sus diversas modaiidades es, en el fondo, la causa fundamental de la que se derir.'an todos los males de1 país v de sus habitantes, y pol esto se ha resuelto que las diversas soluciones de ese problema deben comenzar a ejecutarse -v a realizar 1o mismo, que los demás ideales de ia revolución,-en el momento mismo en que el triunfo se verifique, sin esPerar más ni dilatar por motivo alguno la ejecución de 1as soluciones del problema agrario, que constituye ei mejoramiento económico de los habitantes y el establecimiento definitivo del verdadero progreso. E120 de sepüembre de1911, en circular firmada en Acaxtlahuacán,

Pue.,le dimos el levantamiento en armas de los ciudadanos para:

contrarrevolución es: que se entreguen a 1os pueblos sus terrenos; supervisión supresión de la contribución personal y rebaja de las demás contribuciones; multiplicación de escuelas, etc., etc... firmando ios generales Emiliano Zapatay Juan Andreu Ahnazán. ... El tema de la

28 de noviembre e1 General Emiliano Zapata )¡ sus jefes subalternos firmaron el Plan de Ayala. E1

...3o.- Se reconoce como Jefe de la

Revolución Libertadora

al ilustre General Pascual Orozco... 203


| \.{r.rronr.rs

suyo elPlan de San Luis Potosí con ias adiciones que a continuación se expresan en beneficio de los pueblos oprimidos y se hará defensora de los principios que defiende hasta vencer o morir... 4n.-... Que hace

parte adicional del plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado 1os hacendados científicos o caciques a la sombra de la tiranía y justicia venal enteraran en posesión de estos bienes inmuebles desde luego los pueblos o ciudadanos que tengan títulos correspondientes a estas propiedades, de las cuales han sido despojados por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, como las armas en la mano, la mencionada posesión... 6o.- Como

7".- En virtud de que 1a inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de 1a miseria sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a 1a agricultura por estar monopolizadas en unas cuantas manos las tierras, montes Y aguas, por esta causa se expropiarán, previa indemnizaciÓn de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fondos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos..." E12 de febrero de1972, el Pian de Santa Rosa, Chih., cuyas firmas encab ezaba el profesor Braulio Hernánde z, et1sl) arlículo 22 decía: "Se decretará,por causa de utilidad pública, previas las formalidades 1egales, ia expropiación del Territorio l§acionai, exceptuándose la superficie ocupada por 1as fincas urbanas, 1os edificios que constituyen lo que generalmente se llama cascos de | 204


Cr,., r-n-rr Jul-r, Arnnt,Lr A r-.r,t,tz-tx

haciendas, fábricas y ranchos y los terrenos de las vías férreas. El Gobierno será para siempre dueño exclusivo de las tierras, y 1as rentará únicamente a todos los que las soliciten en Ia proporción en que puedan cultivarlas personalmente y con los miernbros de su familia. Los intelectuales que redactaron el Plan de la Empacadora que suscribió Pascual Orozco, Jr., e1 25 de marzo de 1972, en la ciudad de Chihuahua, me refiero al ingeniero David de Ia Fuente, licenciado Ricardo Gómez Robelo y e1 profesor Braulio Hernández, cometieron la garraf aL torpeza de atacar sobre toda ponderación a los norteamericanos en su manifiesto contra el Gobierno dei señor Madero, olvidando que 1a gueffa no podía ganarse sin los elementos que sólo podían adquirirse en Estados Unidos. En ese manifiesto se asienta: Francisco I. Madero ha comprado con oro de 1as arcas de nuestros únicos enemigos 1as balas fratricidas. Francisco I. Madero ha cegado r¡einte mil r,idas con namita de sus filibusteros.

1a

di-

Francisco I. Madero ha arrancado de nuestro escudo e1 águila gloriosa devorando la serpiente, para sustituirla con el buitre que devora la América Españo1a. De cualquier manera , para mi objeto de demostrar que ia exigencia de tierra era un clamor nacional, transcrito e1 artículo 35 de dicho manifiesto: 35.-Siendo el problema agrario en la República el que exige más atinada y violenta solución, la Revolución garantiza que desde luego se procederá a resolverlo, bajo las bases generales siguientes: 205


I

N4nroru,rs

I.-Reconocimiento de 1a propiedad a los poseedores Pacificos por más de veinte años.

II- Revalidación y perfeccionamiento de todos los títulos legales.

III. - Reivindicación de 1os terrenos arrebatados por despojo. IV.- Repartición de toda las tierras baldías y nacionales en toda la República.

V.- Expropiación por causa de utilidad pública, previo avalúo de los grandes terratenientes que no cultivan habitualmente su propiedad, y las tierras así expropiadas se repartirán para fomentar 1a agricultura intensiva. VI.- A fin de no gravar el Erario, ni echar mano de las reservas del Tesoro, ni mucho menos aumentar con empréstitos en el extranjero la deuda exterior de la nación, el Gobierno hará una emisión especial de bonos agrícolas para pagar con el1os los terrenos expropiados, y pagará a los tenedores el interés del4% anual hasta su amortización. Esto se hará cada 10 años con el producto del pago de las mismas tierras repartidas con el que se formará un fondo especial destinado a dicha amortizaciÓn. Todavía en mayo de1972, Pasctlal Orozco insistía en la importancia primordial de atacar el probiema agrario según 1o prueba el Acta Suscrita por é1, como resultado de los trabajos emprendidos en favor de la paz:

Ciudad de Jiménez alas nueve de la noche de1 día catorce del mes de mayo de mil novecientos doce, en la re... en la

I 206


Crrrn

rr. Jr,rN

Atprur

ALN,IAZÁN

sidencia de1General en jefe del Ejército revolucionario, don Pascual arozco, hijo, quien se encontraba asistido del Secretario de la Revolución, señor don José Córdoba, fue recibida por el expresado señor General la Comisión de Paz nombrada por la Liga de Ia Defensa Social de la ciudad de México, integrada por 1os señores licenciado Francisco T. Mascareñas, doctor Enrique González Martínez y licenciado Aquiles Elorc1uy... reunidas nuevamente ias personas mencionadas, se inició la conferencia, haciendo los comisionados las proposiciones concretas siguientes: ... E1día 15,

I.- Renuncia inmediata del señor licenciado don

José

María Pino Suárez ala Vicepresidencia de la República.

II.- Modificación

de1 Gabinete, en

Revolución designará tituidos.

a

el concepto de que la

los Ministros que deberían ser subs-

III.- |Jombramiento por 1a Revolución de una Junta encargada de resolver el problema agrario, en el concepto de que se sujetarían a sus decisiones a ambas partes contratantes. IV.- Fijación de un mes de plazo para que la junta anterior presentase la resolución practica del problerna encomendado a su estuclio, a contar dicho plazo desde que la Junta quedáse integrada. El General Orozco dijo a pesar de que, como va 1o había manifestado, creía que la paz definitiva no vendría al país sino con la renuncia del señor Madero, que es quien ha impedido que la Revolución lleve a la práctica sus principios; v que aunque tiene fe absoluta en el triunfo de su ejército, como verdaderamente juz207 |


| \{lri.ronr;rs

gaba muy grandes los perjuicios que pafa la República ocasionara la prolongación de la guerra /, además, entre las proposiciones que se le hacían la fundamentai era resolver la cuestión de tierras, tán justa para el puebio, estaba dispuesto a oír proposiciones de comisionados especiales del Gobierno, para estudiarlas en unión

de todos sus Jefes militares, pues naturalmente, sin la anuencia de ellos no daría un solo paso. Con esto concluyó la segunda y última conferencia, V se levantó la presente acta, de la cual se firmaron cinco ejemplares.

Firmados: P.Orozco,Jr., Francisco T. Mascareñas, Enrique ConzálezMartinez, Aquiles Elorduy y José Córdoba. También cerca del señor Madero había quienes comprendieran la urgencia de resolver sin demoras el problema de la tierra aunque, desgraciadamente, con resultados en absoluto negativos. Del señor Luis Lara Pardo, de su esbozo político sobre Madero, son las siguientes 1íneas: Fernando González Rea, uno de los maderistas más entusiastas de los primeros tiempos, revolucionario de convicción y de los hombres más eminentes surgidos en 1910, ha dado a conocer una interesante página íntima de la política (mejor clicho la falta de política) agraria de Madero. De su libro: "El aspecto Agrario de la Revolución" tomo el párrafo siguiente: En el último tercio del año de 1912 sobrevino una crisis ministerial en el seno del Gabinete del señor Madero, crisis que estuvo a punto de producir consecuencias incalculables en el sentido de la resolución del problema agrario. El señor Madero decidió remover al señor licenciado don Jesús F1o|

208


Cn¡l,tr

Jur.r -{.xlnru Ar rtrz-Át

res Magón de 1a Secretaría de Gobernación a instancia dei Vicepresidente don José Maria Pino Suárez. Como el señor Madero no quería privarse de los servicios del señor Flores Magón, le ofreció la cartera de Fomento, queriendo hacerlo permutar con e1 encargado de esta Secretaría, don Rafael L. Hernández. El señor Magón rehusó y presentó su dimisión, después de haber obtenido del Presidente la promesa de que no sería substituido por el señor Pino Suárez. Entonces se trató inmediatamente de reemplazarlo y la cuestión de1 nombramiento de substituto fue propuesta por el Presidente del Consejo de Ministros. Al mismo tiempo sugirió el señor Madero la conveniencia de que se estudiase la candidatura del licenciado don Luis Cabrera. Hubo con este motivo una discusión muy animada, porque las opiniones se dividieron, y habiéndose resuelto que el señor Cabrera fuera designado, se discutió si debería encargarse de la cartera de Gobernación o de alguna otra. Los pareceres también se dividieron, y habiendo tenido el señor Presidente la bondad de interrogarme, como encargado accidental de la cartera de Gobernación, me limité a decirle que en ese caso de designar al licenciado Cabrera como secretario de ese ramo, se preparara a alterar toda su política, porque siendo el suyo un gobierno de conciliación de partidos y siendo la Secretaría de Gobernación su principal agente para la administración interior y para 1a gestión política, la presencia de1 licenciado Cabrera significaría un cambio total de propósitos y procedimiento; que, en cambio, si se designaba al licenciado Cabrera como Secretario de Fomento, tal como alguno de los otros secretarios había propuesto, era posible que ei licenciado Cabrera se entregaría con gran energía ala resolución del problema agrario, sobre cuya existencia había unanimidad de pareceres; que podía considerarse un hábi1 movimiento político entregar dicha secretaría, que tendría que servir de eje a la reformil, ai jefe de los radicales en Ia Cá209


I Mrnont,rs

mara de Diputados, que precisamente estaban designados por la inactividad del gobierno para efectuar 1as reformas que el país demandaba con apremio; y que si había dificultades insuperables,los mismos radicales se convencerían de que no era llano reducir a realidad la reforma, mientras que por el contrario, si llegaba a hacerse algo práctico, su gobi".r-,o se haría inmortal, por haber iniciado la resolución cle su problema tan viejo como el país... Apenas vió el secretario de Fomento, don Rafael Hernández, que la discusión se llevaba a ese terreno y que 1a gran mayoría del gabinete se inclinaba a que el señor Cabrera fuera nombrado Secretario de Fomento, interrumpió la discusión, solicitando que se diera el parecer del Secretario de Hacienda, don Ernesto Madero, Qú€ no había asistido al Consejo. El Presidente convino en ello, y a medio día del siguiente, me habló el señor Madero para indicarme que había decidido no designar al señor Cabrera, sino que había determinado que el licenciado Hernández se hiciera cargo de 1a Secretaría de Gobernación y que e1 licenciado don Miguel Bonilla pasara de la Secretaría de Comunicaciones a la de Fomento. Después supe que don Francisco Madero, padre, don Rafael Hernández y don Pedro Lascuráin, habían convencido al Presidente de que desistiera de llevar al gabinete al licenciado Cabrera. La causa probablemente fue, la que expuso el señor Hernández en el Consejo, un tanto velada Y en medio de otras varias. La Secretaría de Fomento, dijo, es la que tiene en sus manos las riquezas de la }Jación y éstas no pueden aprovecharse sin capital. Ahora bien, el capital veía un serio enemigo en el licenciado Cabrera, y era necesario evitar a todo trance que los ricos del extranjero y del país se alarmaran y declararan enemigos abiertos de1 gobierno.

1210


Glr,r,Hrr. Jl

e,^.r

,Arolr.u ArrrmzÁ-r

I

El testimonio es incontestable, Madero atendía más a las indicaciones de su familia que a las de los hombres poiíticos de su gabinete. Los intereses de 1os ricos le parecían más importantes que los de la población agraria. Escuchaba más a 1os terratenientes que a las víctimas del feudalismo agrícola. Pedro Lascuráin era también especulador en terrenos, y su opinión pesaba mucho en el ánimo de Madero. Así dejó en suspenso la cuestión agraria, y en vez de medidas para resolverla, enr,'ió a Morelos todas 1as fuerzas militares que pudo; fuerzas que poco antes había querido que se retirasen.

Imagino que Luis Cabrera supo lo acaecido en el Consejos de Ministros y sus consecuencias. Había sido opositor firme de Porfirio Díaz y de los científicos; uno de los colaboradores de Madero en su primer período antirreeleccionista, y, afiliado a 1as filas rnaderistas, se había puesto en rranguardia en el rnovimiento reformista. Era líder, Madero, si acaso, lo seguía mucha distancia atrás. Sin duda su exclusión del gabinete por decisión de Madero, fue para é1 signo de ruptura, porque venía a demostrarle que ei Presidente no quería reformas. Entonces Cabrera dió un paso decisir.o que acabaría de apartarlo del Gobierno. Presentó en la Cámara de Diputados un provecto de lev para 1a reconstrucción de 1os ejidos, y pronunció con ese motivo un importantísimo discurso en el cual expuso con amplitud el problema agrario y censuró las medidas tibias 1. contemporizadorasrealizadas hasta entonces por el Ministro de Fomento. Si Madero hubiera organizado debidamente su partido, y dado a su mayoría de la Cámara un iefe que no fuese un déspota a la manera de Gustar¡o, empapaclo en burocracia, sino un hombre apto, progresista, verdaderamente revoluciona211, )


I Nlrtrtontrs

habría dado el espectáculo de que uno de los maderistas más connotados de la víspera, tuviese que presentar una iniciativa revolucionaria, no sólo independientemente, sino contra el gobierno. La mayoría maderista se desvanecía. Su partido ya no tenía consistencia política. No teniendo programa, só1o podría habérselo dado un enorme prestigio presidencial.

rio, no

se

Madero no

1o

tenía.

Hasta aquí

e1

señor Lara Pardo.

Por mi parte creo que he probado que cuando todo mundo creía indispensable el reparto de tierras, después de tan sangrientas demostraciones, incluídas las de 1os Cedillo y Carrera Torres en san Luis Potosí, todavía e1 señor Presidente de la República, don Francisco I. Madero, negaba importancia al asunto' Pero para a quienes con 1as armas en ia mano reclamábamos la tierra pára los campesinos nos pareció que Cabrera fue desleal y dema§ogo, cuando su despecho 1o 1levó a enfrentar la mayoría "renovaáora" de la Cámara al iefe de su partido v Presidente de la República. Peor todavía; fue el director de escena en e1 escandaloso banquete, presidido por el vicepresiclente Pino suárez en qlle se deciaró Jefe Máximo de la Revolución al hermano del Presidente don Gustavo. Fue ahí donde empezó a fraguarse el complot que don Venustiano revelÓ a su íntimo Heriberto Barrón: Secuestrar al Presidente Madero , paf aque el Vicepresidente Pino Suárez ie entregara a don Gustavo.

no trabajaba

¿En esa revoltura del río tan elaborada, Cabrera para clon Venustiano y 1os dos para el General Reyes?

1212


Crxrn,rr lu¡N A,.lr¡n¡r Arrir-tz,ix

]

El viejo senador porfirista Venustiano Carranza acumulaba armas que le sacaba a Madero para usarlas contra Madero AMARCA REALIDAD El señor Madero, según su estado de ánimo, llamábame díscolo y ambicioso, para luego afirmar que era de los mejores jefes revolucionarios y digno de confianza. Asimismo, el General Huerta, que en agosto había insistido en que yo, con mi tropa, formará parte de su columna, según el siguiente telegrama y otros muchos, me llamaba capitán de bandidos: Campamento de ]ojutla, Septiembre 14, de 1911.- Urgente. Sr. Presidente de la República, México, D.F.- Marcho sobre el Estado de Guerrero, con propósito de 1legar en el menor tiempo posible a Tlapa, donde se halla Zapata y Almazán con algunos cientos de bandidos.- Con el resultado tendré el honor de clar cuenta a usted.- Respetuosamente, el General V- Huerta.- Rúbrica. Sin embargo, cuando salía de Chiautla, para la Capital, acompañado del Jefe del Estado Mavor de1 Presidente de ia Barra, Teniente Coronel Fortino Dávila, el General Huerta dió una carta a Dávila para el Presidente, en que ie pedía que el "Capitán de bandidos" fuese nombrado comandante cle fuerzas rurales (inclusive toda las maderistas), del estado de Puebla. Dos años más tarde, el General Huerta, Presidente, tirano, omnímodo, habría de dar reiteradas y descabelladas órdenes de que se me fusllará, de las que sólo pudo salvarme la Proviclencia. Yo supliqué incesantemente a Dávila que manifestara al señor De la Bata, que por ningún motivo aceptaría el mando de fuerzas; por tercera yez, et1 septiembre, me rehusaba a controlar gente armada, desoyendo el conse;'o de1 experimentado General Mucio P. Martínez, corno 1o había hecho en junio y agosto. Esto, cuando surgían por todas 213 |


I Mrrrlonres

partes los oportunistas de siempre, qu9 organizaban fuerzas de ireomaderisias, precisamente para ir a hacer campaña de exterminio contra loJcampesinos morelenses. Como 1o hacía también el viejo senador porfirista don venustiano Carratrza, a quien eI seRoiMad"ro, có.,la reprobación de los revolucionarios que de veras habían iuchado,le había regalado en calidad de granjerías, primero, la Secretaría de Guerta, en Ciudad Juárez, y luego, la gubernatura de Coahuila, en donde incontinenti, empezó a acuáular armas que le sacaba al señor Madero para usarlas contra el mismo señor Madero. El mundo admira a quien tiene éxito y justifica los medios que para obtenerlo se hayan usado. En cuanto 'a mi, el padecimienio crónico de dignidad incurable y a los sesenta y seis años, como a los veinte, pienso que es preferible rehusaráe de plano a aceptar almas, cuando traten de entregárselas a uno por lá fuerza, si a la postre han de emplearse contra quien las confió.

También Zapata, meses después, por celos e intrigas de su nuevo asesor, otilio Montaño, con la complicidad de ]esús Jáuregui y Trinidad Ruiz, habría de dar orden, ciega e infundada, puiu qr" se me fusilará a pesar de que antes habíaexpresado, y L-abríáde expresar más tarde,la mayor gratitud por los sacrificios desinteresuáos, increíbles, que por la justicia de su causa había yo hecho. En el mismo septiembre, e1 temido Eufemio zapata habíadicho, según reportaje de "El Diario" del24. El objeto de mi hermano Emiliano es colocar en el poder a don Érancisco I. Madero, porque Ie quieren hacer una "tanteada'. Mi hermano se propone reclutar y armar doce mil hombfes, y con ellos marchar sobre Puebla, derrocar en esa población al actual Gobierno y poniendo de Gobernador al séñor General Almazánen seguida y con 1a gente que se una a mi hermano en Puebla, que calculamos poder reunir unos veinte mil hombres, nos dirigiremos a México, barre1214


Clr.irn,u. Ju,rN ANonru AI-rvrlzÁrl

remos a todos los "científicos" de 1a administración pasada; acabaremos con todos los "gachupines" y sentaremos en la presidencia a don Francisco, v después nos retiraremos a ia vida privada", contesló Zapata, Eufemio, y no me pregunte más porque no puedo darle detailes. Usted puede contar io que le dijo e interrumpiría nuestra acción; con que, gracias por 1o que nos ha dado...

Transcurría octubre con la odiosa campaña imposicionista del señor Vladero en favor de don josé Nlaría Pino Suárez. Se consumé en octubre el fraucle electoral contra la Revolución y e1 señor Madero tomó posesión e1 día 6 de noviembre, empeñándose en que 1o escoltaran, cle 1a Cámara al Palacio, 1os generales Pascual Orozco y Ambrosio Figueroa, como prueba de la unión a su alrededor de todos los revolucionarios y de que 1a paz en el país estaba asegurada. Pero en esos mornentos, 1as tropas del segundo, puestas a sus órdenes inexplicable r. obcecadamente por don Francisco I. Madero, asesinaban en Morelos campesinos a mil1ares, vacían en las calles de Juchitán, Oaxaca, más de mil cadáveres el juchitecos, muertos en iratricida iucha en que también la obcecación del señor Madero tur,o mucha culpa. Gobernador popularmente elegido, don Benito JuárezMaza, en uso de sus facultades constitucionales, envió como Jefe político a Juchitán a1 señor Enrique León v el agitador Ché Gómez soliviantó a 1os juchitecos para oponerse con las armas a ia disposición del iefe de1 Ejecutivo. El señor Madero se precipitó a entenderse directamente con 1os amotinados 1, conminó aJuárez }'laza a que nombrará jefe político de Juchitán a su protegido el veracruzano Cándido Aguilar. Como éste era cuipable de reciente y escandaloso derramamiento de sangre en Jalapa, no reunía ias condiciones que e1 puesto requería y la intromisión lastimaba la soberanía de Oaxaca, fue rechazadala imposición por 1o que el señor Madero ordenó la pasividad de las fuerzas federales. E1

215 |


I N{m.ront,rs

La Legislatura de oaxaca ocurfió a las Cámaras de la unión demandanto el cumplimiento del artículo 116 constitucional que Como 1as Cámaras no resolvían oportunamente, el Estado se dispuso a reasumir su soberanía con rompimiento abierto con el Gobi"rr-ro federal. El informe a las Cámaras del científico Ministro de Gobernación Manuel Calero era mentiroso y JuátezMazahízo púb1ico que había mandado oportunamente al señor Madero la iirtu d" doce personas oaxaqueñas para que escogiera el Jefe político de Juchilán, pero el señor Madero exigía a toda costa al vetactuzarro Aguilar.

señor Madero perdió el pleito, pero demostró una vez máS cómo hería los intereses nacionales gravemente por salirse con la suya, 1o que ya había demostrado con la imposición de 1os Figueroa contra nosotfos en el sur y Con 1a funesta, que eStaba reafizando, de Abraham González y Francisco Villa, contra Orozco y los revolucionarios chihuahuenses.

Ai final

e1

Siempre 1os maderistas postrevolucionarios haciendo hecatombes de mexicanos al amparo y en descarada complicidad con los "odiados" federales, bien fuera positiva o negativa 1a ayuda de éstos'

En Morelos, 1os zapatistas alentaban restos de esperanzas de que con el advenimiento de Madero al poder, éste les cumpliría su reiterado ofrecimiento de que cuando éi tuviese la autoridad de Ia Presidencia, se les haría justicia y los llamarían a englosal las filas de 1a Revolución en el Poder. Desgraciadamente para 1a pobre patria todo habían sido palabras, y se comprobó palpablemente^que de la persecución implacable contra Zapata y de la exaltación hasta 1a impunidad de Figueroa, era e1 señor Madero el origen, el sostén, el principal culpable. A nadie más podría cu1prrr" d" que la guerfa agraria cristalizara en e1 Plan de Ayala _v iuviera tan funestas consecuencias para el país y para e1 señor Madero, posteriormente. 1216


GrNrnel Ju,tN ANonpu Ar-rrrezÁru

|

En efecto, el señor licenciado Gabriel Robles Domínguez, cot'r Ia representación del Presidente Madero se apresuró a entrevistar al General Zapata, de quien l1evó al señor Madero sus peticiones para poner punto final a la lucha en Morelos, de acuerdo con 1o que siempre se le ofreció. El señor Madero, entonces, hizopública su intención, que yo conocía desde junio, al oírsela y contra decirla en el seno de su familia. Lo escrito hace cuarenta años vale más que mi apreciación del momento, para poner a cada quien en su lugar:

De Cuautla, eL11. de noviembre de 191L.- Sr. Presidente de la República, don Francisco I. Madero.- México. - Castillo de Chapultepec. Recibido su telegrarna hoy. Por ningún motivo conviene ataquen General Zapata. He conseguido excelentes condiciones. Federales quieren atacar sólo romper conferencias, niéganse a dar ningún aviso. No quieren vaya a usted, pero me les escaparé hablar con usted. Encarecidamente le ruego no ordene ataque sin hablar antes conmigo.- G. Robles Domínguez. Respuesta del señor Presidente.

El Castillo de Chapultepec, noviembre 12 de 1911.. - Sr. Lic. Gabriel Robles Domínguez. Apreciable amigo dos. Suplico a usted haga saber a Za1o único que puedo aceptar es que inmediatamente se rinda a discreción y que todos sus soldados depongan inmediatamente las armas. En ese caso indultaré a sus soldados del delito de rebelión y a usted le darán pasaportes para qué vaya a radicarse temporalmente fuera del estado.

pata que

217 |


| \{rltonte-s

Manifiéstole que su actitud de rebeldía está periudicando mucho mi gobierno Y que no puedo tolerar que se prolonglre por ningún motivo; que si verdaderamente quiere servirme, es el único modo cómo puede hacerlo' Hágale saber que no puede temer nada por su l'ida si depone inmediatamente las armas. Le deseo éxito feliz en su misión, para bien de la patria, y quedó su arnig<t que io aprecia v su atento y S. S.- Francisco Madero.

Desgraciadamente ei señor Madero olvidaba que dos meses antes ñabía firmado espontáneamente 1os siguientes documentos:

En atención a 1os servicios que ha prestado usted a 1a causa durante la llevolución y la dificultad para mí de recompensar debidamente en 1os actuales momentos, quiero que sepa que no he dado crédito a 1as calumnias que han lánzadb cor-rtra usted sus enemigos, que io considero un leal partidario mío, que aprecio debidamente 1os servicios que üsted prestó a la Revolución en atencién a Io cual, cuando yo llegue a1 poder le aseguro que le recompensaré debidamente sus servicios. Entretanto, cuenta conmigo para que no vaya usted a ser víctima de las venganzas de algunos de sus enemigos. Protesto usted las seguridades de mi atenta consideraciÓn.

Sufragio Efectivo. No Reelección.- Cuautla, Morelos, 22 de agosto de 1911.- Francisco I. Madero.- Al C. Gral" Emiliano Zapata. I 218


G¡-rrl¡r

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Hago constar que en vista de la actitr,rd pacífica y respetuosa de todos los jefes subalternos del GeneralZapata, que nunca han intentado rebelarse contra el gobierno ni su autoridad, y en atención a los servicios que prestaron a la Revolución y considerando igualmente que me han ayudado de modo eficaz a 1a obra de licenciamiento de las fuerzas a su mando, les he ofrecido: Que por los serrricios prestados a ia Revolución, como es natural v legítimo, no se permitirá que se les siga ningún perjuicio. Muy por el contrario, impondré toda mi influencia para que el gobierno aproveche sus servicios, según sus aptitudes, pero desde luego y como primera providencia, que se consideren como oficiales en depósito a los siguientes: Prof. Otilio Edmundo Montaño, Jesús Jáuregui, Amador Salazar, Dr. José Trinidad Ruiz, Esteban Alvarez, pues eslavo Gonzále2, Antonio Luna, Fermín Amara, Odilón Neri, Manuel Reynoso, José Cruz, Adrián Juárez, Eudosio Batal1a, Arcadio Ramírez, Leopoldo Reinoso, Jesús Morales, José Rodriguez, Jesús Navarro, Próculo Capistrár¡ Eufemio Zapata, Lorenzo y Catarino Perdomo. Queda claramente estipulado que 1o anterior no ampara ninguno que haya cometido a1gún delito dei orden común, pues el ofrecimiento que les hago 1o consideraré de muy merecido para los que han prestado sus servicios a la causa de 1a Revolución, pero no para alguno que la haya deshonrado, cometiendo a1gún crimen. a

Sufragio Efectivo. No Reelección..- Cuautla, Morelos 23 de agosto de1911..- Francisco I. Madero.

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ofrecimientos que un mes antes hizo en su nombre su hermano Emiliano Zapata para que este me apoyara/ que se hicieron? ¿Y ios grandes

En octubre, al volver a la Capital, me empeñé en gestionar las órdenes para mi pensión, antes de que el señor Madero ocupará la Presidencia, porque estaba seguro de su venganza y quería que ésta me alcanzaraya en el extranjero, para buscar trabajo que me permitiera proseguir mis estudios como 1o hice en Puebla en los áños anteriores a la Revolución. Fue hasta el4 de noviembre, dos días antes del cambio del régimen, que l1egó el acuerdo presidencial a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes y había que obtener de la Tesorería Geuerai de la Nación en libramiento correspondiente para e1 Consulado General de \,4éxico en Nueva York,lo que fue imposible lograr, naturalmente, en noviembre y diciembre de 1911 )¡ enero de 1912. Desde los primeros días en que r.olví a México, totalmente divorciado del maderismo, abrí los ojos ante una situación que só1o habría podido ocultarme mi propia necedad; e1 panorama para mí en 1o económico había carnbiado totalmente. Só1o cuando no podía más, con ingenuas mentiras, pedía aigún dinero a mis parientes, a Puebla, pero en General prefería sufrir serias privaciones mientras aguardaba 1as órdenes para irme a Filadelfia. Por la inopia cada día más aguda entonces, se acabÓ para mí vida entera la recién adquirida costurnbre de visitar 1as casas de placer. Ningún trabajo me costé, porqlfe precisamente en esos días me hice en forma inesperada de una novia, E. G., qne era por demás absorbente y me qr-rería de visita a toda hora en la casa donde vivía con su madre, una hermana y dos hermanos. Como además de linda era agradable en extremo por su ternura, su lealtad y su abnegación, me hizo olvidar de golpe a mis amistades. l)eseando tenerme todo el día en su CaSa me forzaba a inventar mil negocios urgentes para alejarme a la irora de cada comida; así adopte el 220














































































































































































































































































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