
1 minute read
UN NUEVO SANTA
Por Emiliano Gurría
Era una Navidad tranquila cuando de pronto papá escuchó unos ruidos en el techo y... ¡Chan, chan, chan! ¡¡Era Santa!! Entonces el señor le gritó a Santa... ¡Y Santa se asusta! ¡Y Santa se resbala! ¡Y se cae del techo! ¡Y se queda inconsciente! El papá no sabe que hacer, decide ponerse el traje de Santa y repartir regalos. Ahora por ser Santa pasó de estar fuertisimo a estar gordo. Por ser Santa ahora vive en el Polo Norte, hasta que llegue la próxima Navidad y sea Santa por todas las Navidades... Bueno hasta que alguien le grite y caiga del techo.
Advertisement
La Magia De La Navidad
Por Isabella Rodríguez
Había una vez una aldea de elfos. Dos elfos llamados Tiny y Shayne era las favoritas de Santa y las más traviesas y lindas. Un día Santa les dijo: “Tiny y Shayne, una niña las espera.” Santa primero mandó 5 años a Shayne y después mandó a Tiny con Shayne. Después llegó Merry y dos días más tarde, Winter y fueron los favoritos de Santa y de su dueño Isa. Y todos tuvieron muchos momentos felices con la niña.
Todos Pueden Creer
Por Dario Noriega
Un día estaban tres niños en su bicicleta. Estos niños no creían en Santa e iban alrededor de su pueblo diciéndole a todos que Santa no existía. Muchos niños le creían pero había un niño llamado Javier que los ignoraba. Y ese niño tenía el espíritu navideño más grande del pueblo. El iba en su bicicleta diciéndoles a todos que Santa sí existía. Él lo sabía porque su papá... ¡era Santa! El niño siempre regresaba molesto a su casa porque los otros niños lo enojaban mucho. Pero su papá, Santa, le dijo que en vez de enojarse debería perdonarlos y hablar con ellos. Entonces el niño intentó hablarles, pero los niños lo ignoraron y se fueron en sus bicicletas. Javier llegó furioso a su casa, le dijo a su papá que los niños lo ignoraron otra vez pero Santa creía que todos los niños podían ser buenos. Y todos los niños creen en Santa nada más que tienen que ver en su corazón.
Así que Javier fue a sus casas y les dio regalos adentro habían nuevas bicicletas que decían: Todos pueden creer. Los niños destrozaron las bicicletas y se la pusieron en la puerta de su casa y una carta que decía: Pues nosotros no creemos. Se suponía que lo viera Javier pero lo vio su papá. Santa no se enojó, estaba tranquilo. Se lo enseñó a su hijo y el hijo se enojó. Santa le dijo que respirara. Javier siguió intentándolo, tardó unos años pero logró hacerlos creer.