Boletín IINnfancia 20

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Albert Ramdin

Secretario General - OEA

Laura Gil

Secretaria General Adjunta - OEA

Verónica Silva Villalobos

Presidenta - Consejo Directivo del IIN

Linda Amaya De Morán Vicepresidenta - Consejo Directivo del IIN

María Julia Garcete

Directora General – IIN

Víctor Giorgi

Director General Emérito - IIN

Alejo Torres de la Puerta

Teresita Poblete

Área de promoción y protección de derechos

Mateo Gianni

Asistente de Dirección General

Delmira Infante

Sara Cardoso

Programa Interamericano de Comunicación para una Cultura de Derechos - IIN comunicacion@iinoea.org

ISSN: 2815-6536

Montevideo, Uruguay

Edición Noviembre 2025

El Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN) es el Organismo Especializado de la Organización de los Estados Americanos en materia de niñez y adolescencia. Como tal, asiste a los Estados en el desarrollo de políticas públicas, contribuyendo a su diseño e implementación en la perspectiva de la promoción, protección y respeto a los derechos de niños, niñas y adolescentes en la región. En este marco, el IIN destina especial atención a los requerimientos de los Estados Miembros del Sistema Interamericano y a las particularidades de los grupos regionales.

Los conceptos expresados en esta publicación son responsabilidad de cada autor. El IIN se complace en habilitar este espacio de intercambio y reflexión con la región.

Prólogo 9

La Salud mental en la infancia y adolescencia en tiempos de virtualidad y crueldad 13

Lic. Victoria J. Martínez

Salud mental de niñas, niños y adolescentes. Rol del adulto sano para acompañar un desarrollo pleno. 25

Catalina Poblete y Marcelo Villalón Calderón

Desafíos de la crianza en la primera infancia y el bienestar de quienes cuidan 35

Dra. Paola Silva y Dra. Fernando Salinas-Quiroz

Crescendo na era digital: Como o Brasil está protegendo a saúde mental de crianças e adolescentes 45

Bárbara Oliveira Andrade y Jenny De La Rosa

Entre likes y emociones: Salud mental y bienestar de niños y adolescentes en la era digital 59

Andrea Urbas

Derecho a la identidad y salud mental en la niñez adoptada 68

Alissa van Ham y Beatriz Santaemilia del Hoyo

Infancia, salud mental y derechos: Hacia una perspectiva y acción transformadora 83

Martín de Lellis

El consumo de alcohol en niños, niñas y adolescentes: la evidencia empírica que demuestra la urgencia de nuevas políticas públicas 98

Walter Martello

Prevención del suicidio infantil a partir de servicios especializados: la experiencia de Cecodap 113

Abel Saraiba

Prólogo

El Boletín N° 20 es un hito del proceso iniciado hace 10 años, cuando en el 2015, al cumplirse los 89 años del IIN, la Dirección General a cargo del Prof. Víctor Giorgi, tomó la decisión de retomar el mandato fundacional del IIN, de editar una publicación periódica similar a la que existía en Francia “Journal des énfant”. Volver a la edición de los boletines que desde la fundación del instituto estuvieron presentes durante años, con diferentes periodicidades, trimestral durante 48 años, anual durante 11 años y este año 2025 cumpliendo un decenio de su versión digital semestral; hace parte al proceso histórico de valorizar el quehacer institucional y de tantos colaboradores y colaboradoras que aportan a este espacio de diálogo e intercambio sobre las situaciones que atraviesan los derechos de niños, niñas y adolescentes en la región.

Camino a los cien años de la fundación del instituto, se encuentra en proceso la digitalización de los boletines desde los inicios del siglo XX, tarea que, en el marco del trabajo conjunto con FLACSO Uruguay, ha posicionado al archivo del IIN y Biblioteca del Dr. Luis Morquio en el programa Memorias del Mundo de UNESCO, desde noviembre del 2023. Cuidar de este acervo y seguir produciendo reflexiones sobre la temática de infancia, niñez y adolescencia en nuestra región es parte significativa de la misión institucional. Además de sostener otras publicaciones especializadas sobre temas priorizados por los Estados, el cuaderno CORIA que recoge y cobija las miradas y voces de las niñas, niños y adolescentes corresponsales de noticias desde diferentes países del continente.

La vigencia y fortaleza de esta publicación está dada por el esfuerzo de recoger diferentes aportes y centrar en los temas solicitados por nuestros aliados desde los Estados, organizaciones de sociedad civil, redes de niños, niñas y adolescentes. Los últimos números del boletín han sido temáticos, tomando ejes según fueron priorizados en las reuniones del Consejo Directivo y particularmente en el XXIII Congreso Panamericano, Cuarto Foro Panamericano de Niños, Niñas y Adolescentes; así abordamos: juego, primera infancia, movilidad humana, y en esta edición salud mental. En esta edición incluimos como anexo las resoluciones del Congreso.

Para adentrarnos en el tema de esta edición, quiero posicionar parte de lo que los niños, niñas y adolescentes integrantes de las redes con las que trabaja el IIN, han expresado en relación a la salud mental: “es un tema que nos importa profundamente, necesitamos que se hable más de este tema, que se nos escuche y que se nos apoye”, “precisamos que nos escuchen desde lo que realmente somos”, “nadie debería sentirse excluido por hablar de lo que siente”, “participar, opinar y ser parte se logra cuando nos sentimos seguros, escuchados”.

Este posicionamiento lleva la intención de que la reflexión propuesta tome en consideración la impronta de sus voces. Como nos recordó Karen, adolescente de México en el V Foro Interamericano de Sistemas realizado recientemente en Colombia, “no hay mejores especialistas en temas de niñez y adolescencia, que los propios niños, niñas y adolescentes”. Para la construcción del Plan de Acción del IIN (2023/2027) vigente en este periodo realizamos una amplia consulta a las redes de niños, niñas y adolescentes en la cual el tema de salud mental fue posicionado junto con la primera infancia y el cambio climático como prioridades para ellos. De estos priorizaron salud mental, como eje para abordar en el XXIII Congreso Panamericano.

Varios encuentros e intercambios han profundizado en el tema, el contexto post pandemia puso de relieve numerosas situaciones de exclusión, inequidades y violencias, que existían y se agravaron particularmente en los últimos años. En la resolución del XXIII Congreso Panamericano, se incorporaron las reflexiones y propuestas; también fue un tema propuesto por Antigua y Barbuda como Estado sede de la reciente Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. Esto da cuenta de la importancia y como es necesaria su continuidad en la agenda de los Estados, como tema priorizado a nivel nacional.

Es así es que en esta edición integramos una serie de artículos que desde diferentes países y abordando diversas dimensiones que hacen a la complejidad del tema, puedan transmitir la importancia de incluir en la agenda de las políticas públicas dirigidas a la niñez y la adolescencia, la especificidad y a su vez la integralidad de lo que se supone precisa como abordaje la salud mental desdelos primeros años de vida.

Esperamos que sean aportes a la reflexión y el intercambio entre las personas lectoras y sobre todo que generen interrogantes a las formas como percibimos la salud mental, cómo nos posicionamos ante la integralidad del abordaje y cómo damos respuesta a niñas, niños y adolescentes en sus búsquedas de mejores versiones de lo humano.

Mag. María Julia Garcete Yegros Directora General IIN-OEA

La Salud mental en la infancia y adolescencia en tiempos de virtualidad y crueldad

“Un niño es un extranjero que formula su pregunta desde un territorio del que hemos sido desterrados, en una lengua que olvidamos…”

Introducción:

Las problemáticas de salud mental están aumentando en el mundo, cada vez hay mayor gente afectada por malestares psíquicos o psiquiátricos diversos y hasta los trastornos de ansiedad y depresión son evaluados de acuerdo a lo que se pierde en productividad en el mundo por estos factores. Los niños y niñas, así como los adolescentes son parte de esa población afectada.

Hablar de salud mental de niñas, niños y adolescentes, obliga a ser muy cuidadoso en su definición debido al riesgo de patologizar una etapa de la vida de grandes transformaciones, crisis y cambios que son inherentes a su condición de sujetos en desarrollo.

Sin embargo, es necesario considerar que justamente por esa condición son necesarios mayores cuidados por parte del mundo adulto, para que ese desarrollo optimice sus potencialidades de futuros sujetos protagonistas, en sociedades cada vez más complejas.

Contrariamente a lo que podíamos esperar por tantos años de vigencia de la Convención sobre los Derechos niños, niñas y adolescentes en nuestro continente, la debida protección y garantía de sus derechos no sólo no se alcanza, sino que está cada vez más lejos de lograrse en un mundo más desigual e injusto respecto a sus oportunidades y con escasa posibilidad de permitirles expresar sus padecimientos o de ser escuchados.

Para contextualizar mi opinión suelo partir de la definición de salud mental plasmada en la ley nacional de mi país, Argentina, ya que la propia OPS la ha reconocido como una legislación con enfoque de derechos humanos:

“La salud mental es un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social, vinculada a la concreción de los derechos humanos de toda persona”. (Ley Nacional de Salud Mental, n° 26657, Argentina)

Esto significa que hay que analizar esta problemática como parte de la salud integral y teniendo en cuenta el contexto histórico, social y cultural del grupo poblacional en cuestión.

La salud mental en la infancia y adolescencia, algunas reflexiones.

La pandemia ha dejado marcas en la emocionalidad, en la subjetividad, que deben resolverse abordándolas para comprender que fue una situación traumática que hemos atravesado como humanidad en su conjunto y que ha dejado huellas que hoy aparecen visibles en manifestaciones de intolerancia, violencia en los vínculos, negacionismos diversos y hasta discursos de odio. La falta de diálogo y espacios de elaboración colectiva acerca de lo padecido, el miedo, la incertidumbre y las pérdidas dolorosas de toda índole, ha generado una especie de epidemia de trastornos de ansiedad y depresión.

Podríamos afirmar que estos fenómenos del mundo adulto repercuten indiscutiblemente en las crecientes manifestaciones de trastornos de salud mental en la infancia y adolescencia, como parte de los efectos de la pandemia, debido a los nuevos lazos sociales generados por esos efectos, y por otra parte, se da el auge de la virtualidad, que muchas veces borra el límite entre la realidad y la mentira o creando la ficción de estar comunicados. También se da el aumento de comportamientos violentos o crueles, faltos de empatía por el sufrimiento de los otros, muchas veces derivados de la creciente “objetivación” que reduce a los habitantes del mundo a meros números, que los convierten en objetos de consumo, o consumidores, o población de descarte y cada vez menos sujetos de derecho.

La perspectiva de derechos humanos obliga a los Estados a promoverlos y protegerlos, sin embargo, nuestras sociedades, cada vez más, se rigen por las reglas del llamado “mercado”. La creciente renuncia al compromiso del Estado de ser garante y protector de derechos se ha visto acompañada de enunciados que suelen sumir en el desamparo a los grupos poblacionales más vulnerados en sus derechos.

Lo mercantil consiste en hacer aparecer las relaciones entre personas como relaciones entre objetos, dejando al juego de “la oferta y la demanda”, las estrategias de supervivencia. Este destrato al que se somete a la población se hace más grave aún por los efectos que ocasiona en niños, niñas y adolescentes, ya que sus entornos familiares no pueden proporcionar los cuidados necesarios para quienes son aún sujetos en desarrollo. Se pone en evidencia una posición de cuidados insuficientes a quienes lo requieren, sumiéndolos en un desamparo angustiante. Esto generalmente va acompañado de discursos autoritarios o faltos de sensibilidad ante esta realidad. Lo ocurrido durante la pandemia y los efectos económico- sociales que generó, son en buena parte, elementos de análisis, para entender estos nuevos modos de subjetivación, estas nuevas formas del lazo social.

El derrumbe simbólico de los valores de solidaridad y fraternidad, fueron generando la tolerancia a la crueldad, que marca una posición ante el dolor ajeno y que también se transmite como valores de los adultos a las nuevas generaciones que se encuentran en un proceso de formación de sus propios valores y va constituyendo su subjetividad individual.

“La crueldad es un rasgo exclusivo de la especie humana, es una violencia organizada para hacer padecer a otros sin conmoverse o con complacencia. Es un modo de violencia que se despliega para anular o derrotar a cualquier modo de alteridad” (Berezin, 2010).

Si bien en toda la historia de la humanidad se produjeron infinitos actos de crueldad, a partir del siglo XX se transforma cuali y cuantitativamente la promoción y eficacia de la crueldad del poder a partir del avance tecnológico y científico, y la masividad de las redes sociales que amplifican y perfeccionan sus efectos. Actualmente los niños, niñas y adolescentes establecen sus maneras de vinculación y comunicación a través de lo virtual. Su capacidad de atención cada vez es más fugaz, sus vínculos y su conexión con el mundo real es cada vez más virtual. Esto los expone a riesgos de hostigamientos y acosos por parte de conocidos y desconocidos, le facilita la agresión desde el cuasi anonimato de la pantalla, sin ver los efectos que produce en el otro sus propias palabras. Así también, es enorme el riesgo de considerar real, los contenidos mentirosos o ficcionales que absorbe con velocidad, difícil de metabolizar por su pensamiento, dando estatuto de verdad a todo lo que aparece en las redes.

Al mismo tiempo, la creciente circulación de discursos de odio en la esfera digital preocupa por sus efectos en la sociedad y las conductas que promueve, legitimando la violencia por la falta de resolución de las situaciones sociales que padecen, o la indiferencia hacia los efectos que su propia violencia puede ocasionar porque el otro es “merecedor “de la misma. Esta modificación profunda en las formas de

subjetivación que afectan los “modelos de verdad”, las formas de constitución del sujeto, del nosotros en la vida en comunidad, producen un aumento del individualismo, un déficit en el registro del otro, al mismo tiempo que la virtualidad y las fake news implican un aumento de estructuras paranoicas de representación de la realidad.

Todo esto trae consecuencias en el psiquismo en formación, trae sufrimiento, tiñe su subjetividad, y como dicen los propios niños y adolescentes, no son escuchados ni protegidos por el mundo adulto. La mayoría de las veces ni los adultos de sus familias o entornos escolares, ni los ámbitos de salud se plantean escuchas acordes a lo que necesitan y los dispositivos de atención no están a la altura de los padecimientos infantiles. Se tiende a negar o a patologizar las expresiones de angustia y ansiedad que se manifiestan de diferentes maneras.

“En el sector salud y sus prácticas se manifiesta de manera palpable el antagonismo fundamental en nuestra sociedad: objetivación vs. subjetivación. Se omite la complejidad y las dimensiones subjetivas y sociales del proceso salud -enfermedad. Así las instituciones de salud son productoras de discursos y de sentido, por ende, de subjetividad, la tendencia a patologizar lo disruptivo o lo diverso, omite que los niños y adolescentes son analizadores sociales por excelencia de lo que sucede en sus entornos”. “Existe el riesgo que la tutela del patronato, que se deslegitimó frente al paradigma de la protección integral de derechos, retorne bajo el disfraz de la atención psiquiátrico psicológica”. (Stolkiner, 2021).

Al mismo tiempo hay una precarización del acceso al derecho a la salud que no permite generar estos dispositivos de prevención y atención necesarios, además de la falta de preparación de los adultos para comprender en profundidad el daño que se produce en un psiquismo en formación y cuando se accede al sistema de salud muchas veces se termina medicalizando el sufrimiento.

Podríamos considerar que son diferentes las estrategias de políticas públicas dirigida a niños y niñas que las relativas a las y los adolescentes, y aunque claramente eso es así, tienen en común que generalmente se diseñan desde una mirada adultocéntrica, que está lejos de comprender sus necesidades subjetivas a partir de una escucha no especializada.

Los que nos dedicamos profesionalmente a cuidar la salud de niñas y niños, desde la psicología evolutiva y desde los entornos educativos, conocemos la importancia de los primeros cuidados que se brindan y son un determinante primordial de su salud y desarrollo integral.

Es obvio decir que las consecuencias de maltratos o destratos van a depender de la edad en la que ocurren, que la afectación a su desarrollo integral dependerá de los

factores protectores que los impactos hayan tenido en su entorno, es decir si han sido contenedores y confiables, tanto la escuela como el hogar, o si los han dejado en desamparo ante sus turbulencias emocionales.

Es esa posibilidad de cuidados recibidos lo que constituirá su futura capacidad de cuidados hacia otros, sus semejantes. Esto se desarrollará luego en los lazos sociales que construya a medida que vaya creciendo, lo que lo habilitará a cuidar a otros o a sí mismo, pudiendo gestionar sus emociones y expresar sus sentimientos. Encontramos en ese mundo adulto que debe cuidarlos, a padres angustiados por su situación económica o laboral, sin tiempo para compartir con su familia, con los mismos efectos de ansiedad o depresión derivados de la pandemia, pero obligados a hacer frente a sus obligaciones a pesar de sus malestares y en algunos sectores también atrapados en el espejismo de las redes sociales para evadirse de su realidad.

En los diversos encuentros con niños y adolescentes, la manifestación en la que siempre coinciden es la demanda de espacios de escucha, de soportar la mirada adultocéntrica que los desvaloriza o ignora, y un sufrimiento psíquico en silencio o apenas compartido con sus pares. Pero el sufrimiento subjetivo es real, no pueden gestionarlo porque el mundo adulto no les da cabida, no escucha ni los mira, pero lo que es peor es que sus pares tampoco pueden ejercitar la empatía y la pertenencia.

La adolescencia es un momento de crisis evolutiva esperada, pero en los últimos años esa crisis se ha profundizado debido a la situación global, lo que nos muestra cierto fracaso del mundo adulto en ese proceso de cuidado antes mencionado. Muchas veces, ese dolor, insatisfacción o enojo que pueden sentir en alguna situación cotidiana hacia ese otro que sería un par con el cual vincularse, se transforma en un potencial enemigo, sin la mediatización de la palabra se produce la ruptura del lazo social.

Pero, por otra parte, es necesario un llamado de atención respecto a los riesgos de patologización de una etapa evolutiva en la que niños y adolescentes necesitan de la escucha atenta y disponible de los adultos antes que intentar un diagnóstico que los distancie más aún de la posibilidad de su derecho a ser escuchado.

Por eso, es necesario pensar la niñez, reconociendo a los niños y niñas como sujetos de derechos, desde una posición ética dispuesta a abordar la complejidad de esta realidad, predisponiéndose además a escuchar sus voces, promover su palabra y enfrentar las tensiones y el entramado inherente a la asunción de pluralidades que tiene todo vínculo humano. Es decir que, desde esta perspectiva, el acceso a derechos también determina la subjetividad, los procesos simbólicos y emocionales, la salud mental como ejercicio de esos derechos.

La situación Regional

La salud mental de la infancia, pero en particular de la adolescencia, es una preocupación de los organismos especializados en derechos humanos y de salud, a nivel internacional. Las Naciones Unidas, y sus organismos específicos como el Comité de Derechos del Niño, así como la OMS y la OPS, en sus informes de situación, alertan sobre el problema mundial de la salud mental en especial en adolescentes y jóvenes, que se ha visto agravado a partir, de la crisis sanitaria del Covid. Pero también advierten que se ha visibilizado un grave problema que se fue profundizando, que es la creciente vulnerabilidad de sus condiciones de vida, la falta de dispositivos específicos de atención, así como la falta de espacios de participación y de escucha genuina de sus padecimientos que servirían de prevención o detección de posibles trastornos.

En la región de las Américas, el suicidio, los intentos de suicidio y las autolesiones determinan la cara más preocupante de la crisis de la salud mental que se vive y se profundiza a partir de la pandemia. El psiquiatra Dr. Pedro Kestelman, presidente de la Alianza Iberoamericana de Psiquiatría infanto juvenil, ALIAMPSI, plantea que se da un aumento significativo en infancias y adolescencias del suicidio, los intentos de suicidio y las autolesiones en adolescentes. Como dato estadístico relevante, el mayor número de suicidios se produce en adolescentes varones y la mayoría de los intentos y autolesiones en las adolescentes mujeres.

Sabemos que el suicidio es una tragedia que afecta no sólo al propio niño o niña, sino que impacta en toda la familia y su entorno. Es considerado a menudo como un fracaso personal por los padres, amigos, maestros, incluso pediatras, que se reprochan a sí mismos el no haber percibido las señales de alerta a tiempo. Sólo una escucha atenta y confiable en un espacio de intimidad puede desentrañar los motivos y ofrecer salidas a la oscuridad y sufrimiento por el que transita un adolescente desesperado, que siente que su vida no tiene valor ni para él ni para su entorno afectivo. Es un grito de alerta que no hemos escuchado, para todos aquellos que nos comprometemos con los derechos de las infancias y adolescencias. También es expresión de que el adolescente no encuentra ilusiones de un futuro diferente o posible, a nivel personal o social. El futuro es incierto, pero a la vez hay certeza de que las catástrofes ambientales y sociales, se avecinan cada vez más.

Mientras las cifras globales de la OMS hablan de que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes se plantea que el aumento de casos es inversamente proporcional a los presupuestos asignados a la salud mental para esa franja etaria.

La preocupación por la salud mental de las niñas, niños y adolescentes de la región, quedó plasmada en varias instancias de participación en los países del Mercosur.

Hacia fines de la pandemia por COVID, preocupados por la afectación que la misma había ocasionado en esta población de mayor vulnerabilidad, la Red Niñ@s del Sur, integrada por expertos en derechos humanos de infancia y adolescencia de países de la región, con el apoyo del Instituto Interamericano del Niño, la niña y adolescentes de la OEA, realizó encuentros con participación de adolescentes, con debate de la película Connectings the dots, Uniendo Voces, de la cineasta argentino-canadiense Noemí Weis, (que cuenta con el apoyo de la Embajada de Canadá en Argentina y Paraguay). Las conclusiones de dichos encuentros fueron llevados a las reuniones de la RAADDHH, de Mercosur. La Comisión Permanente Niñ@sur, decidió, como parte de las acciones realizar un Seminario especial, sobre la salud mental a pedido de los propios adolescentes que integran la red Surca. En dicho Seminario las y los adolescentes de la red SURCA1 al ser consultados sobre: “¿Qué recomendación hacemos a los Estados? Manifestaron que los Estados deben elaborar planes para construir el futuro de los niños, niñas y adolescentes, crear programas con acceso a todo el territorio, que haya descentralización en las ayudas a las familias y fortalecer a los sistemas de protección de niños, niñas y adolescentes, hacer cumplir las leyes, generar proyectos de viviendas, fomentar la educación en igualdad para todos, involucrar a las familias en capacitaciones para la crianza respetuosa, dar acceso a educación y formación laboral, ofrecer espacios para alivianar los padecimientos en la salud mental generado por la pandemia y la presión intrafamiliar, fomentar los espacios de educación sexual para las familias (ayudar a detectar abusos, embarazo adolescente), embarazos adolescentes no deseados, prevenir abusos y enfermedades de transmisión sexual, también, elaborar planes para construir el futuro de los niños, niñas y adolescentes, crear programas con acceso a todo el territorio, que haya descentralización en las ayudas a las familias y fortalecer a los sistemas de protección de niños, niñas y adolescentes.”

Como se observa, la lista de necesidades detectadas y enunciadas por los propios adolescentes es muy amplia en términos de sus derechos, pero en particular todas repercuten sobre su situación de salud mental. Este reclamo quedó plasmado en el plan de trabajo 2023 -2024 que se propone: “Contribuir a la promoción y protección del derecho de acceso a la salud mental de los niños, niñas y adolescentes” como objetivo general y entre las acciones, llevar adelante un diagnóstico acerca del estado de situación de la salud mental (Falencias y buenas practicas) de niñas, niños y adolescentes en la región para desarrollar políticas públicas acordes a sus necesidades”.

Esta propuesta está a la espera de ser concretada, esperemos que se retome prontamente por las autoridades.

1 La Red Surca, es una red de organizaciones de niños, niñas y adolescentes (NNA) de países del MERCOSUR. Fue propuesta a la Comisión Permanente Niñ@Sur en la Reunión de Altas Autoridades sobre Derechos Humanos del MERCOSUR (RAADH) en 2018, y al año siguiente se aprobó como parte del Plan Bianual de la Comisión Niñ@Sur. Participan chicas y chicos representantes de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay.

Algunas propuestas

Así como es necesario profundizar el análisis de la salud mental de infancias y adolescencias en esta época de crisis por las múltiples determinaciones que marcan el devenir de sus problemáticas, también se deben pensar las estrategias y acciones de política pública por parte de las autoridades, que permitan abordar de manera eficaz y con perspectiva de derechos humanos, los padecimientos psíquicos que viven actualmente las niñas, niños y adolescentes.

La sobre estimulación de las redes sociales que les genera la ficción de estar comunicados los remite a los espacios de introversión y falta de lazos sociales verdaderos porque falta el lazo genuino de la presencia del semejante. Sería importante abordar de manera preventiva dichas manifestaciones, es decir, generar espacios de expresión y escucha en los ámbitos territoriales donde los niños, niñas y adolescentes transcurren su vida cotidiana, desde sus familias hasta sus entornos educativos y sociales.

Algunos adultos hasta han resignado la función de poner límites como parte del aprendizaje de convivir en la sociedad en el trato con el otro y creen justificarlo por una supuesta autonomía precoz, el desafío es revisar esa posición para generar vínculos reales donde puedan percibirse los matices de sensaciones y sentimientos, que generar riquezas subjetivas en el lazo social y generar una narrativa sobre su propia historia que está siendo despersonalizada por la adicción a las historias virtualizadas.

La comunidad debe estar preparada y atenta a escuchar esos padecimientos, que a veces son sólo manifestación de sus crisis evolutivas y cambios propios de su edad, sino que muchas veces dan cuenta de sufrimientos infantiles no detectados, de vínculos violentos que padecen en silencio, de adicciones a pantallas que distorsionan su mirada sobre la realidad dificultando la percepción de los otros y de sí mismos.

El mundo adulto debe ofrecer espacios confiables y modelos de autoridad claros y presentes, que puedan ayudarlos en su desarrollo y a la vez darles autonomía con acompañamiento, generando redes de protección. Si fuera posible, pensar en el rol de las relaciones intergeneracionales, con adultos mayores referentes para ellos, que faciliten el diálogo y promuevan el cuidado y el autocuidado tan necesario en las infancias y adolescencias.

Para concluir, es un desafío superar esta situación de crisis, considero que este tema es complejo y urgente, requiriendo esfuerzos conjuntos entre las distintas áreas del Estado y los ámbitos de la sociedad que tienen como destinatarios de sus acciones a niños, niñas y adolescentes.

Referencias bibliográficas

• Barcala, A. (2022) Estudio sobre efectos de la pandemia por Covid. 19 en la salud mental de niños, niñas y adolescentes. UNICEF Argentina.

• Barcala, A. y Poverene, L. (2020) L. Salud mental y derechos humanos en las infancias y adolescencias” en Vommaro, P. Una comunidad de saberes y experiencias para reconocer y escuchar a las infancias y las juventudes. Salud Mental Y Comunidad, UNLa Ediciones.

• Berezin, A. (2010) Sobre la crueldad. Ediciones Psicolibro.

• Calveyra,S.; De Gemmis, V y otros. (2010) Del invento a la Herramienta. Una experiencia diferente en el campo de la salud mental de niños y adolescentes. Art. de Alicia Stolkiner. Ed Polemos.

• Janin, B. (2022) Niños, niñas y adolescentes en tiempos de desamparo colectivo. Ed. Noveduc.

• Michalewicz Alejandro. (2022) Abordajes del sufrimiento psicosocial en las infancias y adolescencias. Ed. Noveduc.

• Stolkiner, A. (2021) Prácticas en Salud Mental. Ed Noveduc. Argentina.

• Stolkiner, A. (2013). ¿Qué es escuchar a un niño? Escucha y hospitalidad en el cuidado en salud. En Dueñas, G., Kahansky, E. y R. Silver R. (comps.) La Patologización de la Infancia (III). Problemas e intervenciones en las aulas. Ed Noveduc.

• Tollo, Miguel. (2013) Producción social de la subjetividad adolescente. En Patologización de la infancia II. Ed. Noveduc.

Argentina -

Psicóloga clínica de niños, niñas y adolescentes. Especialista en atención a personas traumatizadas por situaciones de violencia. Supervisora Clínica. Presidenta de la Fundación Niñ@sur para los derechos humanos de Argentina, integrante de la Red Niños del Sur de Mercosur. Directora de la Diplomatura Transmisión de Memorias traumáticas y sus efectos, de la Universidad Nacional del Chaco Austral y la Asociación Argentina de Salud Mental.

Ex Directora Nacional de Atención a Grupos en situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación Argentina (20023-20014). Fue Directora del Curso Internacional sobre Políticas Públicas de infancia y Adolescencia del Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos de Mercosur. Autora del libro “Terrorismo de Estado, Efectos Psicológicos en los niños” y numerosos artículos sobre el tema.

Investigadora y docente de las Cátedras de Salud Mental y Salud Pública y de la Cátedra de Psicología, Ética y Derechos Humanos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora sobre Maltrato infantil del Centro de Salud Pública de Madrid y la Universidad Autónoma de Madrid.

Salud mental de niñas, niños y adolescentes. Rol del adulto sano para acompañar un desarrollo pleno.

Nuestra poetisa y premio Nobel de literatura (1945), Gabriela Mistral, dijo: “La Infancia se merece, cualquier privilegio”. Es así como nos gustaría partir este artículo.

Cuando tocamos la temática de salud mental en este período del ciclo vital, es relevante comprender y explicitar algunas nociones y conceptos, como el de historia natural de la enfermedad. Es relevante en esta línea comprender que en niñas, niños y adolescentes (NNA), por ejemplo, los síntomas de ansiedad en la primera infancia son relevantes de trabajar dado que se sabe que aumentan las probabilidades de cuadros anímicos en la adolescencia; una experiencia en esta línea es el trabajo con población preescolar en Chile a través de los talleres de Habilidades para la Vida de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) (Miriam George)1 .

En este mismo sentido, la experiencia internacional muestra que todos aquellos esfuerzos en promoción y prevención enmarcados en la estrategia de la Prevención Ambiental, esto es, cambios estructurales de los entornos en que se desenvuelven y que rodean a NNA, han demostrado impacto medible en disminuir conductas de riesgo y en mejoras en la salud mental por añadidura (Modelo Islandés)2. En concreto, la formulación e implementación sistemática de medidas como solicitar la cédula de identidad al comprar alcohol a todos los individuos es un mensaje poblacional de: “esto tiene implicancias, hay que tener cuidado”.

Hoy los estudios de neurociencia logran poner de relieve que el cerebro en proceso de maduración (la realidad de todo NNA hasta más menos los 21 años, momento en que el lóbulo frontal alcanza su desarrollo definitivo para la vida adulta) es más probable que se desarrolle adecuadamente si existen ciertas condiciones ambientales

1 George, M., Guzmán, J., Guzmán, M. P., Hartley, M., & Squicciarini, A. M. (2008). Manual de apoyo técnico/ metodológico talleres preventivos: Programa Habilidades para la Vida. Santiago, Chile: JUNAEB.

2 Kristjansson, A. L., Mann, M. J., Sigfusson, J., Thorisdottir, I. E., Allegrante, J. P., & Sigfusdottir, I. D. (2020). Development and guiding principles of the Icelandic model for preventing adolescent substance use. Health Promotion Practice, 21(1), 62–69. https://doi.org/10.1177/1524839919849032

que cautelen minimizando y mitigando cuando ocurren, las experiencias adversas de la niñez (ACEs, Casas)3. Junto con establecer este fundamento, y con ello ofrecer un piso común al mundo adulto, muchas veces tensionado por creencias disímiles en materias de cuidado de NNA, su nivel de penetrancia ha alcanzado hasta el sistema judicial en Estados Unidos, donde se ha convertido en un factor crítico que modifica el juicio de imputabilidad (o no) respecto de la conducta de un adolescente (jurisprudencia penal en USA)4 .

En este esfuerzo en acompañar a los adultos, hemos trabajado junto a un equipo en Chile una propuesta que recoge y reconoce a cada NNA desde una mirada integral, con al menos 5 dimensiones: psíquica, física, espiritual, cognitiva y social (Villalón et al)5. Estas dimensiones son atravesadas por los entornos y relaciones, los ejes que la Guía programática para la crianza durante la adolescencia (UNICEF, 2021)6. nos propone identificarnos como adultos para un acompañamiento efectivo de NNA en el itinerario si buscamos alcanzar el propósito: su mayor nivel de desarrollo/bienestar posible.

Algunos ejemplos

Hoy sabemos la importancia de fomentar la motricidad gruesa en la etapa preescolar, lo que a nivel cerebral genera patrones neuronales que favorecen luego el aprendizaje de las matemáticas (estudio francés de Finlandia)7. En la etapa escolar resultan relevantes los refuerzos positivos a las conductas adecuadas en un aula, con la esperanza de fortalecer la instalación de hábitos de convivencia, junto con favorecer el sentido de pertenencia (Carmen Arbex)8. O en la etapa de adolescencia, la evidencia es robusta para respaldar la disminución de la probabilidad de una adicción cuando

3 Casas-Muñoz, A., Loredo-Abdalá, A., Sotres-Velasco, B., Ramírez-Angoa, L. V., Román-Olmos, J. A., & Cristerna-Tarrasa, G. H. (2021). Experiencias adversas en la infancia: Conocimiento y uso por médicos residentes de pediatría. Gaceta Médica de México, 157(1), 10–18. https://doi.org/10.24875/gmm.19005644

4 Center for Law, Brain & Behavior at Massachusetts General Hospital. (2022, January 27). White paper on the science of late adolescence: A guide for judges, attorneys, and policy makers. https://clbb.mgh.harvard. edu/white-paper-on-the-science-of-late-adolescence/

5 Villalón, M., Poblete, T., Pérez, E., & Poblete, C. (in press). Building sustainable futures: Strengthening Latin America’s youth for material and civic progress. In D. García-Álvarez & R. Cobo-Rendón (Eds.), Education and well-being: Well-being and its promotion in educational contexts—Global perspectives and local challenges Springer.

6 UNICEF. (2021). La crianza durante la adolescencia: Guía programática. https://www.unicef.org

7 Gómez, S. (2014). Influencia de la motricidad en la competencia matemática básica en niños de 3 y 4 años. EDMA 0-6: Educación Matemática en la Infancia, 3(1), 49–73.

8 Arbex Sánchez, C. (2013). Guía metodológica para la implementación de una intervención preventiva selectiva e indicada. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. — Manual metodológico con base en aprendizaje social, habilidades personales y sociales (p. ej., LifeSkills), estilos de crianza y vínculo escolar como factores protectores (Depósito legal M-27459-2013; ISBN 978-84-940849-8-0).

se retrasa el inicio de consumo de una droga (Volkow)9 .

Todas estas certezas que hoy tenemos representan un llamado, a los adultos que hemos decidido cumplir un rol de crianza (biológico y/o social), a acompañar este desarrollo de NNA, favoreciendo ciertas habilidades, ciertos aprendizajes y que incluye, con la necesaria mezcla de ternura y firmeza (autor uruguayo)10, cultivar un adecuado y funcional ejercicio de la autoridad (que no es autoritarismo) (Araujo o criminología)11 .

Nos permitimos a continuación algunas recomendaciones en esta línea.

1. Crear ambientes familiares amables que permitan establecer relaciones estrechas e íntimas, basadas en el amor y en la comunicación. Respecto del “ambiente” a crear en el entorno familiar, conviene aclarar un fundamento acerca de los estilos de crianza. Según la etapa del ciclo vital en el que se encuentre el hijo o la hija junto con sus características propias, los estudios longitudinales demuestran que el “dejar ser” o “laissez faire” no favorece (más bien lo perjudica) el desarrollo de ningún NNA. En menores de 10 años, la sugerencia es poner un límite desde el adulto y según se logre respetar o no, debe existir una consecuencia positiva o negativa, respectivamente. A medida que avanza la edad (alrededor de los 10 años, con el inicio del pensamiento abstracto) se sugiere “acordar” estos límites, para que se introduzca en la relación también el valor de la palabra del adolescente.

2. Generar la confianza con base en el ejercicio adecuado de la autoridad lograda con prestigio, así como comprender, aceptar y respetar la originalidad de cada hijo.

3. Atender necesidades materiales, físicas, afectivas, cognitivas, sociales y espirituales de los hijos e hijas, con la finalidad de cuidar la individualidad, brindando un amor incondicional que demuestre a los hijos que lo solicitado busca sólo el bien de su persona. Relevante en este punto: hay que recordar que somos mamíferos, y como tales, el contacto físico adecuado genera sustancias (mensajeros bioquímicos en mujeres de oxitocina y en los varones vasopresina) que permiten la vinculación.

9 Volkow, N. D., & Boyle, M. (2018). Neuroscience of addiction: Relevance to prevention and treatment. American Journal of Psychiatry, 175(8), 729–740. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2018.17101174

10 Lyford-Pike, A. (1997). Ternura y firmeza con los hijos. Ediciones Universidad Católica de Chile.

11 Araujo K. ¿Cómo Estudiar la Autoridad? Santiago, Chile: Editorial USACH 2021; 156

4. Ayudar a los hijos a creer en sí mismos. Esto les dota, en el tiempo, de la seguridad interior que requieren para que, a su vez, respeten y amen a los demás. El apego amoroso a la figura de la madre y del padre es el primer paso decisivo para edificar la imagen positiva de sí mismo (autoconcepto), necesaria para observar una conducta con sentido ético en la edad adulta. Se trata de un rasgo a desarrollar durante todo el desarrollo de un NNA, donde se ha evidenciado la importancia de instalar “yo nunca pierdo, aprendo” (Tani)12.

5. Demostrar en forma consistente el amor a los hijos. Esto no depende de su comportamiento; se evalúan los hechos, jamás la persona. Las reglas estrictas (que no rígidas), aplicadas con claridad y constancia, comunican amor a los hijos e hijas. Los estudios latinoamericanos muestran sistemáticamente, cuando se pregunta qué necesitan los y las adolescentes, una respuesta: “Contar con alguien”. Es decir, la sensación de soledad es real en nuestros NNA. Por eso la importancia de estar disponibles mediante canales efectivos de diálogo.

6. Ayudar a “desdramatizar” las situaciones y, por medio de la comunicación, aceptar los sentimientos de los NNA, posibilita analizar las situaciones conflictivas con objetividad (Neva Milicic)13. Merece la pena recordar que las emociones no son positivas o negativas, sólo son, pero se requiere aprender estrategias de afrontamiento. Por esto el valor de acompañar para trabajar en su reconocimiento, con el fin de aprender a gestionarlas o bien poder pedir ayuda.

Junto con las anteriores recomendaciones, ofrecemos otro conjunto de premisas y recomendaciones en torno a la comunicación efectiva.

1. Emplear lenguaje asertivo. Esto quiere decir ser directos, claros y concretos en lo que queremos decir, sin agregar ni quitar nada. Evite frases vagas e imprecisas como: “Sé bueno”, “Pórtate como un niño de tu edad”, “Hazlo como se espera”.

2. Mensajes sin palabras. Para que su instrucción tenga el necesario buen efecto, es tan importante lo que le dice a su hijo, como la forma en que se lo dice. Hay que recordar que nuestra comunicación es predominantemente no verbal. Si usted percibe que usted no está en un buen momento, difiera una felicitación porque no será creíble ni efectiva.

3. Manejo de las discusiones: La importancia de este ítem tiene que ver con que las discusiones pueden entrar en una escalada de violencia, en cuyo caso es altamente probable que termine en una agresión verbal

12 Kristof, N. (2019, marzo 16). This 8-year-old chess champion will make you smile. The New York Times https://www.nytimes.com/2019/03/16/opinion/sunday/chess-champion-8-year-old-homeless-refugee-.html

13 Milicic, N., Alcalay, L., Berger, C., & Torretti, A. (2020). Aprendizaje socioemocional. Ediciones UC

o física. Esto es de suma gravedad, dado que esto devalúa la figura de autoridad sana del adulto y quiebra la relación. Para evitar caer en una discusión estéril con sus hijos, existen técnicas para manejar la situación:

3.1. Disco rayado. Repita siempre la misma instrucción, una y otra vez hasta que logre la aceptación de su mensaje. No responda a ningún argumento de su hijo.

3.2. Banco de niebla. Aislarse de las intenciones manipulativas de sus hijos, haciendo oídos sordos de sus actitudes y argumentos provocativos. Si la combina con el “disco rayado” será todo un éxito.

3.3 Extinción. Todo estímulo que no es respondido se extingue. Al principio, si no se responde al reclamo de los hijos, habrá una explosión de llanto y pataletas... luego dependerá de quién aguante más.

3.4. Tiempo fuera. Consiste en cortar el funcionamiento indeseado de un niño separándolo del entorno o la situación inconveniente donde se produce su mala conducta.

*Nota. Es importante recalcar que esto no significa no retomar la discusión, pero cuidando los tiempos y las formas, para apuntar a cuidar el vínculo.

4. Reconocimiento de buenas conductas. Es de gran importancia que cuando su hija o hijo lo escuche y respete el encuadre acordado, usted responda con alguna forma de reconocimiento que lo alentará en mantener ese buen comportamiento. Un NNA necesita de su atención. Si no la obtiene portándose de forma deseable y positiva, la buscará portándose en forma indeseable y negativa.

Teniendo todo lo anterior en mente, podemos preguntarnos entonces: ¿Cuáles son las competencias parentales básicas, para el desarrollo sano de un NNA?

Apego. Hemos hablado ya de la importancia de recordar ese ser “mamífero”, ese contacto primario al nacer, que resulta tan esencial que aún en recién nacidos de madres drogadictas se promueve mantener el contacto directo (guia OMS en mujeres drogadictas)14 que es la primera muestra de aceptación incondicional en la vida de un NNA, que se traduce en lo que se conoce como apego seguro, un gran predictor de una mejor salud mental individual.

Empatía. Es el eje que permite visualizar a un otro, generando la posibilidad de abrirse a reconocer a aquello radicalmente otro, lo que propiciará vivir en comunidad

14 Organización Mundial de la Salud. (2014). Guía para la identificación y la gestión del uso de sustancias y los trastornos por consumo de sustancias durante el embarazo. https://www.who.int/publications/i/ item/9789241548731 (Organización Mundial de la Salud).

y permitirá que nuestro “cerebro social” se configure plenamente como tal.

Mentalización. La importancia de que un adulto “preste mente”, que comparta códigos culturales, que eviten luego las incivilidades, es lo que equipará a ese NNA con un conjunto de herramientas y experiencias cotejadas, a las que recurrirá como una caja de herramientas al momento de necesitarlas. Las mismas que se abrirán como un abanico de posibilidades que le ayuden con repertorios conductuales efectivos para la adaptación al momento de salir al mundo.

Desde una tribuna como la presente publicación, que considera aspectos de nivel individual, pero que simultáneamente mira a las políticas públicas con un horizonte internacional para las Américas, merece dejar sentado un elemento más.

Estas competencias parentales básicas, imprescindibles como recurso para intervenciones a nivel individual (mundo privado), requieren un marco más amplio. Ningún escalamiento de una iniciativa que promueva intervenciones individuales sustituye la necesidad de una aproximación que considere intervenciones poblacionales (mundo público). Entre estas se podrían contar iniciativas que articulen el tiempo fuera del espacio escolar para disminuir la creciente deserción escolar, el factor independiente más relevante en el pronóstico de un NNA; formulación e implementación de diversas “regulaciones” (desde lo normativo a lo legal) que, de manera gradual, contribuyan a generar las condiciones para las complejas transformaciones culturales que se requieren para mejorar el nivel de los entornos y relaciones de NNA en el mediano y largo plazo.

Para finalizar nuestro escrito, queremos poner de relieve esta imagen que es de los Palafitos (tipo de construcción sobre el agua), de Castro (región de los Lagos, Chile), para proponer una metáfora: “El mar, nuestro Océano Pacífico, es como nuestra historia, con mareas altas, historias lindas que todos queremos contar de nosotros mismos, pero también con mareas bajas, historias dolorosas que todos tenemos y que muchas veces sólo queremos esconder. Cada uno de los pilotes (los cimientos) de estos palafitos somos cada uno de nosotros los adultos sanos que estamos dispuestos a cuidar a cada NNA, pero que sirve muy poco si no existe una comunidad que cuide (muchos pilotes juntos), de modo que cada Niña, Niño y Adolescente, pueda construir su casa del color que quiera y de los pisos que quiera.”

Chile - doctorapoblete@gmail.com

Médico-cirujano Universidad de Chile. Diplomada en ética por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Psiquiatra de niñas, niños y adolescentes por la Universidad de Chile, con estadía en Centro de Adicciones Maria Ungdom, Estocolmo, Suecia. Asesora en promoción de salud y prevención de riesgos de niñas, niños y adolescentes a nivel local, regional, nacional e internacional (colegios, municipios, Servicio Nacional de Drogas y Alcohol-SENDA Ministerio del Interior de Chile).

Autora Catalina Poblete

Chile - mavillal@uchile.cl

Profesor Asociado, Escuela de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Luego de titulado, trabajó como médico general por 5 años en zonas rurales y urbanas periféricas. Desde el año 2006 es profesor a tiempo completo en la Escuela de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Dirige el Programa de Formación de Especialistas en Salud Pública e investiga en materias de toma de decisión y desarrollo-bienestar de niñas, niños y adolescentes. Ha sido asesor para el Ministerio de Salud y el Servicio Nacional de Drogas y Alcohol (SENDA). Es magíster, especialista y doctor en salud pública por la Universidad de Chile, con una estadía de perfeccionamiento en Karolinska Institute, Suecia.

Desafíos de la crianza en la primera infancia y el bienestar de quienes cuidan

Resumen

En el presente artículo abordamos algunos de los desafíos contemporáneos que supone la crianza de niñas y niños pequeños para quienes asumen sus cuidados y educación, en el marco de las transformaciones sociales, familiares y culturales que caracterizan a las sociedades latinoamericanas. Desde una perspectiva académica y divulgativa analizamos la persistente feminización de los cuidados; las tensiones derivadas de la conciliación entre trabajo remunerado y la vida familiar, y las implicaciones emocionales y subjetivas de dicha tarea.

En particular, profundizamos en el fenómeno del burnout parental, entendido como el agotamiento físico y emocional de mujeres y hombres ante la exposición crónica al estrés de la crianza. A su vez, examinamos aportes de la teoría del apego y de la economía del cuidado como marcos que nutren la comprensión de la interinfluencia entre cuidar, ser cuidado y cuidarse. Finalmente, reflexionamos sobre la necesidad de políticas públicas corresponsables que reconozcan los cuidados como derecho y como bien social, destacando la importancia de atender el bienestar de quienes cuidan para garantizar el desarrollo pleno de la primera infancia.

Palabras claves: Crianza – Primera Infancia – Burnout Parental – Políticas de cuidados.

Introducción

Cuidar y educar a las niñas y los niños pequeños constituye una de las tareas más significativas y complejas del quehacer humano. En las últimas décadas se reconoce la primera infancia como un período clave para el desarrollo integral, dado su especial sensibilidad a los factores ambientales, afectivos y sociales (Daelmans et al., 2016; López-Boo, 2016). Paralelamente, los estudios sobre cuidados han visibilizado la

persistencia de una feminización del cuidado, fenómeno que mantiene a las mujeres como principales responsables del acompañamiento cotidiano en la crianza y del trabajo doméstico (Batthyány et al., 2015; Carrasco et al., 2011).

La complejidad de esta realidad no se limita al ámbito económico o social. En los últimos años ha cobrado relevancia la dimensión subjetiva y emocional del cuidado: la crianza no sólo implica atender necesidades materiales, sino también sostener emocionalmente a las niñas y niños en un entramado de relaciones que exige tiempo, disponibilidad y recursos afectivos. En este contexto, la investigación internacional ha identificado un fenómeno emergente, el burnout parental, definido como el agotamiento físico y emocional derivado de un ejercicio prolongado de la crianza bajo estrés y sin apoyos (Mikolajczak & Roskam, 2018; Roskam et al., 2017, 2018;).

En este escrito proponemos una reflexión sobre la crianza desde una mirada situada que articula perspectivas sociológicas, psicológicas y filosóficas. Partimos de su reconocimiento como un proceso de construcción colectiva, atravesado por factores estructurales, culturales y emocionales, y donde cuidar a quienes cuidan se constituye en una condición esencial para garantizar el bienestar infantil, familiar y social.

La crianza como proceso social, cultural y subjetivo

Entendemos a la crianza en la primera infancia (de 0 a 6 años)como una tarea desafiante que interpela a las personas cuidadoras tanto en su dimensión práctica como emocional, en tanto implica responder a las necesidades e intereses de niñas y niños, así como lidiar con las expectativas individuales, sociales, los mandatos culturales y las limitaciones materiales que condicionan el ejercicio de la parentalidad (Balzaretto y Silva, 2018; Guerra, 2008; Silva, 2024; Violante, 2022).

Las transformaciones familiares contemporáneas (diversificación de arreglos familiares, reconocimiento e incorporación de las mujeres a nivel laboral, y fragmentación de redes de apoyo por mencionar algunas) han generado nuevas tensiones. Aun cuando los discursos sobre igualdad de género y corresponsabilidad se han extendido, las prácticas de cuidado siguen siendo desiguales. Estudios recientes muestran que en América Latina las mujeres continúan asumiendo cerca del 80% de los trabajos de cuidado no remunerados (Batthyány, 2020; ONU Mujeres, 2020). Particularmente en Uruguay, dedican 14 horas semanales más que los hombres al trabajo doméstico, y casi cinco horas más al cuidado infantil (INE, 2022). Dicha sobrecarga de responsabilidades genera una incidencia directa en el bienestar físico y emocional de las mujeres, y repercute en la calidad de las interacciones familiares (por ej. con niñas/os, pareja, entre otros). A su vez, si bien ha aumentado la participación de los hombres en la crianza, sigue siendo parcial y muchas veces

se expresa en términos de “ayuda”, más que desde una corresponsabilidad plena (Bahn et al., 2020; Nash & Churchill, 2020).

La crianza, en tanto proceso relacional, implica la mutua influencia entre adultos y niños/as, donde ambos son protagonistas del vínculo (UNICEF, 2001). Los cuidados (como mediadores de las interacciones vinculares) adquieren un valor ético y existencial, pues definen los modos de estar en el mundo, estar con otros y de construir subjetividad (Boff, 2002; Heidegger, 1927/2003).

Cuidados y sostenibilidad de la vida: una perspectiva filosófica y social

La noción de “cuidado” ha transitado desde la esfera privada hacia el centro del debate político y ético. Desde Heidegger (1927), quien concibe el cuidado como una forma de ser-en-el-mundo, hasta Boff (2002), que lo resignifica como un principio esencial de convivencia y responsabilidad, el cuidado se entiende como una actitud fundamental de compromiso con los otros y con la vida misma.

Boff (2002) señala que cuidar implica “entrar en sintonía con las cosas”, reconocer su valor y respetar su ritmo. Cuidar no es solo atender, sino también vincularse e involucrarse emocionalmente en una relación de reciprocidad. Desde esta óptica, los cuidados se constituyen como un eje organizador de la existencia humana y, por extensión, de la vida social.

En el campo de las ciencias sociales, el concepto de cuidado cobró centralidad en los años setenta del siglo pasado, impulsado por los movimientos feministas que denotaron la invisibilización del trabajo doméstico y de cuidado como parte del sistema económico (Batthyány, 2004; Pautassi, 2010). Hoy, la economía del cuidado busca reconocer el valor del trabajo no remunerado en la reproducción social y en la sostenibilidad de la vida cotidiana (Salvador, 2022).

La CEPAL define el cuidado como “todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro mundo, de manera que podamos vivir en él tan bien como sea posible” (Fisher & Tronto, 1990, p. 40, citadas en Montaño, 2010, p. 17). Tal conceptualización amplía la mirada sobre el cuidado, integrando sus dimensiones materiales, emocionales y simbólicas. De allí, los cuidados se entienden como un derecho ciudadano que abarca tres dimensiones interrelacionadas; a decir, ser cuidado, cuidar y cuidarse (Pautassi, 2010). El desafío actual radica en la profundización constructiva de políticas que garanticen estas tres esferas de manera equitativa, reconociendo que cuidar es una responsabilidad social compartida y no exclusiva del ámbito privado y/o de las mujeres.

Organización del cuidado en los hogares y desigualdades de género

Las transformaciones familiares de las últimas décadas han generado una creciente diversidad en las formas de organización de la vida cotidiana. En Uruguay, los hogares con niños pequeños presentan una prevalencia de familias nucleares (60%), pero también un aumento sostenido de familias monoparentales (principalmente con jefatura materna), familias extensas y uniones libres (Cabella & Nathan, 2019; SNIC, 2010). Este panorama evidencia la coexistencia de múltiples modelos de convivencia, atravesados por desigualdades estructurales.

La incorporación de las mujeres al mercado laboral formal no ha sido acompañada por una redistribución equitativa de las tareas domésticas. Así, la doble jornada (laboral y doméstica) genera tensiones permanentes en la conciliación entre trabajo y familia (Batthyány et al., 2017). Este fenómeno repercute no solo en la economía del hogar, sino también en la salud mental y el bienestar emocional de las cuidadoras principales (Mikolajczak & Roskam, 2018; Roskam et al., 2018).

Por otra parte, los estudios sobre participación de hombres en la crianza (por ej., Monteiro et al., 2019; Nóblega et al., 2021) muestran que cuando los padres asumen un rol activo en las rutinas diarias de sus hijas e hijos (baño, alimentación, juego) se fortalecen los vínculos afectivos y se promueve una mayor equidad relacional. Sin embargo, los avances hacia la corresponsabilidad son lentos y desiguales, lo que refleja la persistencia de patrones culturales profundamente arraigados.

Burnout parental: cuando cuidar agota

El término burnout parental surge de la adaptación del concepto de burnout profesional (Maslach & Jackson, 1981) al ámbito familiar. Describe un estado de agotamiento emocional, físico y mental producto de la exposición prolongada al estrés de la crianza, especialmente cuando los recursos personales y sociales disponibles resultan insuficientes (Roskam et al., 2017, 2018).

Los síntomas más frecuentes incluyen cansancio extremo, irritabilidad, distanciamiento emocional de las niñas y niños, pérdida del placer en la crianza, sentimientos de culpa e ineficacia en el ejercicio de rol parental (Roskam et al, 2021). Aunque inicialmente se consideró que el síndrome afectaba por igual a hombres y mujeres, investigaciones recientes muestran una mayor prevalencia en mujeres, debido a la sobrecarga y desigual distribución del trabajo doméstico (Roskam & Mikolajczak, 2020). De allí que, diversos factores influyen en su aparición, a decir, i) individuales: alta autoexigencia, perfeccionismo, bajo control emocional, estilos de apego evitativo; ii) relacionales: conflictos conyugales, falta de apoyo, desacuerdos

en la crianza y iii) sociales: aislamiento, falta de redes, presiones culturales sobre la “buena maternidad” (Henderson et al., 2016).

La pandemia de COVID-19 acentuó estas condiciones, dado que circunstancias como el cierre de centros educativos y el confinamiento de las familias en un mismo espacio incrementaron las demandas de cuidado y redujeron las redes de apoyo (ONU Mujeres, 2021). Tal situación evidencia que las madres, en particular, reportaron altos niveles de ansiedad, sobrecarga y agotamiento (Mazza et al., 2020), lo que fundamenta la necesidad de cuidar a quienes cuidan como condición para sostener la salud emocional y el bienestar de la infancia.

Desde allí, se requiere avanzar en el conocimiento de la interrelación de lo singular y lo colectivo (por ej. el desarrollo infantil y la parentalidad en el enclave social) como marco que permita visibilizar y validar las experiencias infantiles y familiares, de modo de acompañar la construcción de sus subjetividades y desarrollo humano. Ello nos exige conocer y abordar la diversidad de escenarios de crianza, de modo de potenciar habilidades parentales bien tratantes, a fin de neutralizar la presencia de dinámicas violentas en las interacciones tempranas (por ej. incremento del castigo físico, distanciamiento emocional y negligencia, entre otros).

Cuidar, ser cuidado y cuidarse: una mirada integral

El abordaje de los cuidados en el escenario de la crianza no es unidireccional, ya que se entrelaza en una red de reciprocidades. Cuidar implica también auto cuidarse, reconocer las potencialidades, los propios límites y necesidades. En este sentido, la teoría del apego (Ainsworth et al., 1978; Bowlby, 1969;) aporta un marco valioso para comprender cómo la disponibilidad emocional de la persona adulta genera seguridad en el niño/a, aunque dicha disponibilidad sólo es posible cuando la persona adulta cuenta con condiciones materiales, afectivas y sociales que lo sostienen.

El bienestar de las niñeces y de quienes cuidan son dimensiones inseparables (Pautassi, 2010), por lo que promover la salud mental, emocional e integral de los referentes de crianza (por ej. madres, padres y/o cuidadores) es una inversión social con repercusión directa en el desarrollo infantil, en lo familiar y en la cohesión comunitaria.

En este sentido, las políticas sociales centradas en la crianza deben concebirse como parte de un sistema integral de protección social orientado a la corresponsabilidad entre familias, comunidad, Estado y mercado. De allí que, no basta con reconocer el valor de los cuidados y educación; es necesario garantizar tiempo, recursos y servicios que posibiliten su ejercicio comprometido y equitativo (Batthyány, 2022) en

un marco de fortalecimiento de redes territoriales centradas en la priorización de la protección de la primera infancia.

La profundización de la intersectorialidad de las políticas (por ej. educativas, salud, vivienda y trabajo, entre otros) implica promover una complementariedad que atienda integralmente los escenarios de crianza que habitan niñas, niños y familias. Para esto, se torna necesario propiciar acuerdos que posibiliten marcos conceptuales y metodológicos comunes, habilitantes de acciones coherentes y consistentes con las realidades que debe intervenir. Avanzar en estas líneas no es posible sin el trabajo de los equipos en los territorios; y sobre todo sin voluntad política e inversión pública que profundice su compromiso y acciones para con la protección de la primera infancia.

Reflexión final

La crianza de niñas y niños en su primera infancia constituye una tarea profundamente humana y social que combina responsabilidad, trabajo y afecto. En el contexto contemporáneo, los cuidados se sitúan en la centralidad del debate sobre la sostenibilidad de la vida y la equidad de género en su ejercicio.

Desde el análisis proyectado podemos plantear que: i) la feminización del cuidado sigue siendo una constante estructural, pese a los avances normativos y culturales; ii) el burnout parental visibiliza los costos subjetivos de un modelo de crianza individualizado y desigual; iii) la corresponsabilidad social de la crianza requiere de políticas públicas que integren tiempo, servicios y recursos para niñas, niños y las familias; iv) cuidar a quienes cuidan implica un compromiso ético, y estrategias fundamentales promotoras del desarrollo integral de la primera infancia.

Por tanto, asumir los cuidados como un derecho humano y una responsabilidad compartida requiere de un cambio de paradigma cultural, donde revalorizar los cuidados —como trabajo, como vínculo y como forma de vida— implica repensar la organización social, económica y emocional de nuestras comunidades, de modo de construir sociedades más justas, empáticas y sostenibles desde el enclave socio territorial fortalecido.

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Uruguay -

Doctora en Psicología (2024), Magister en Psicología y Educación, opción Niños y Adolescentes (2016) y Licenciada en Psicología por la Facultad de Psicología de la UdelaR. Coordinadora del Programa Primera Infancia y Educación Inicial del Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano de la Facultad de Psicología, UdelaR. Cuenta con artículos científicos en temas vinculados a la asistencia intermitente en la Educación Inicial, la sensibilidad parental y seguridad infantil, así como crianza y burnout parental. Es Consultora Técnica de apoyo a las Políticas Públicas de Atención y Educación de la Primera Infancia en el marco del Programa Primera Infancia del Instituto del Nino/a y el Adolescente del Uruguay (2023 a la actualidad).

fernando.salinas@tufts.edu

nvestigadore Nacional Nivel 1, Sistema Nacional de Investigadores (México). Profesore Asistente del Eliot-Pearson Department of Child Study and Human Development, Tufts University (EE.UU.). Del año 2013 al 2021 fue Profesore Titular de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en México. Cuenta con un Doctorado en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica, así como dos diplomados; uno en Parentalidad y otro en Psicoterapia Padres-Bebés por el Centro de Estudios de Posgrado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (CEP-APM). Licenciatura en Psicología, Universidad Iberoamericana.

Fue Vicepresidente de la Red Iberoamericana de Apego. Miembre del Consorcio Internacional de Investigación sobre el Burnout Parental (IIPB) y de la Society for the Study of Human Development (SSHD). Co-Fundadore del Sexual Orientation and Gender Identity/Expression (SOGIE) Caucus de la Society for Research in Child Development y miembre actual de la Junta Directiva del Latinx Caucus y del International Affairs Committee.

Crescendo na era digital: Como o Brasil está protegendo a saúde mental de crianças e adolescentes

Palavras-chave:

Crianças e adolescentes; adultização; exposição digital; saúde mental; e ações governamentais brasileiras.

Palabras-clave:

Niños y adolescentes; adultização; exposición digital; salud mental; y acciones del gobierno brasileño.

Introdução

Nos dias de hoje, é impossível ignorar como crianças e adolescentes estão imersos no mundo digital. Essa realidade trouxe novos desafios, como a adultização –quando meninas e meninos são pressionados a agir como adultos antes do tempo (Cantanéde, 2021; Lima & Passos Júnior, 2024) – e a exposição excessiva nas redes sociais e telas (CGI.br, 2024). Essas experiências, embora comuns, podem afetar seriamente a saúde mental de crianças e adolescentes, contribuindo para quadros de ansiedade, estresse e insegurança (Floriano et al., 2025; Haidt, 2024).

Diante disso, é importante perguntar: como o Brasil, por meio de suas leis e ações governamentais, está protegendo crianças e adolescentes desses riscos digitais e seus efeitos na saúde mental? Para explicar essa ideia, o artigo está organizado em três partes. Primeiro, vamos entender melhor o que é adultização e como a superexposição digital impacta a saúde mental. Depois, vamos conhecer as principais leis e ações que o governo brasileiro tem criado para enfrentar esse cenário. Por fim, na conclusão, vamos refletir sobre os limites dessas respostas e o que ainda pode ser feito para proteger de verdade a infância e a adolescência no ambiente digital.

Adultização e Exposição Digital: Conceitos e Interconexões

Estudiosos da temática da infância vêm falando há alguns anos sobre o que é adultização infantil, para (TIBA et al., 2011) nos encontramos perante este fenómeno quando crianças são expostas de forma extrema a contextos alheios à infância.

Lima & Passos Júnior, (2024), falam também sobre estar frente a contextos de adultização quando crianças e adolescentes apresentam, por um lado, compromissos e responsabilidades excessivas, e pelo outro, uma preocupação exacerbada com o corpo e a aparência. Isto pode acontecer por interesse ou por necessidade, “... adotando comportamentos, atitudes, hábitos, formas de passar o tempo livre, deveres e ações típicas da vida adulta.”

Outro fato para que a adultização aconteça é o trabalho infantil, ainda não erradicado na região e especificamente no Brasil, sendo a exploração infantil uma das formas mais cruéis deste; que encontra no entorno digital um meio que amplifica exponencialmente sua abrangência, transformando-se em um problema internacional inclusive.

A pesar dos esforços que Brasil vem realizando para diminuir a pobreza multidimensional, para 2023 o número de crianças e adolescentes que a experimentam alcança os 28,8 milhões (55,9%) e na pobreza extrema 9 milhões (18,8%) (UNICEF, 2023) Esses dados mostram a violência à qual eles estão expostos, pela precariedade das suas condições.

Porém, o fenômeno da adultização não se concentra nas crianças e adolescentes mais vulneráveis, ele perpassa todas as camadas socioeconômicas, principalmente, quando se trata da preocupação do corpo, atingindo principalmente às adolescentes meninas.

Preocupação que encontra todo tipo de respostas no entorno digital, sejam estas benéficas ou prejudiciais. Com isto, (Buckingham, et al., 2006) aponta que crianças e adolescentes não podem ser mais “...excluídas ou protegidas do mundo adulto da violência, do comercialismo e da política” muito pelo contrário entende a necessidade de prepará-las para se enfrentar ao cúmulo de informação e desinformação que abunda neste momento seja como consumidores ou como cidadãos.

Nesse contexto, a exposição digital de crianças e adolescentes tornou-se um fenômeno complexo que merece nossa atenção. Vamos entender melhor três conceitos importantes que estão profundamente interligados: a exposição digital em si, o sharenting e a influência mirim.

A exposição digital acontece quando imagens, vídeos ou informações pessoais de crianças e adolescentes são compartilhadas na internet sem o devido cuidado. Isso pode ocorrer tanto por familiares quanto pelas próprias crianças e adolescentes, muitas vezes sem que percebam os riscos envolvidos. O problema é que, uma vez publicado na internet, o conteúdo pode ser copiado, compartilhado e usado de formas que não conseguimos controlar, criando o que se chama de “pegada digital” que acompanhará essa criança por muitos anos.

Um dos principais responsáveis por essa exposição é o que chamamos de “sharenting”. Este termo, que vem da combinação das palavras inglesas “share” (compartilhar) e “parenting” (paternidade/maternidade), se refere ao hábito que alguns pais e responsáveis têm de compartilhar excessivamente fotos, vídeos e informações sobre seus filhos nas redes sociais (Eberlin, 2017). O sharenting pode acontecer de várias formas: desde postar fotos de momentos íntimos como banho ou sono, até compartilhar a localização em tempo real, expor detalhes da rotina escolar ou publicar imagens que podem constranger a criança no futuro. Muitos pais não percebem que, ao compartilhar esses momentos especiais, podem estar colocando em risco a segurança e a privacidade de seus filhos.

Outro fenômeno preocupante é a “influência mirim”, que ocorre quando crianças e adolescentes são transformados em “influenciadores digitais”, administrando canais e perfis com grande audiência (Efing & Moreira, 2021). Nesses casos, as crianças precisam manter uma imagem pública constantemente, o que pode roubar a espontaneidade da infância, gerar pressão por desempenho e engajamento, expor a vida privada para milhares de seguidores e transformar o que deveria ser brincadeira em trabalho. A criança deixa de viver experiências naturais da infância para se tornar uma “marca” que precisa produzir conteúdo e manter uma imagem pública.

O que muitas pessoas não percebem é como esses três conceitos estão interligados. Frequentemente, o sharenting praticado pelos pais desde os primeiros anos de vida da criança abre caminho para que ela se torne um influenciador mirim no futuro. A exposição inicial, feita pelos familiares de forma bem-intencionada, pode evoluir para uma exposição profissionalizada, onde a imagem da criança vira produto. É comum vermos casos em que canais que começaram com vídeos caseiros postados pelos pais se transformam em negócios lucrativos, com crianças sendo submetidas a rotinas exaustivas de gravação e produção de conteúdo.

Os riscos dessa exposição são muitos e variados. Além da óbvia violação da privacidade e intimidade, existe a possibilidade de uso indevido das imagens por pessoas mal-intencionadas, a adultização precoce (quando a criança é pressionada a se comportar como adulto), danos à saúde mental devido à pressão por likes e visualizações, e dificuldade em desenvolver uma identidade fora das redes sociais.

A criança pode crescer achando que seu valor está relacionado ao número de seguidores ou às reações que suas postagens recebem, em vez de se concentrar em seu desenvolvimento pessoal e emocional.

Como sociedade, precisamos refletir sobre até que ponto a exposição digital é benéfica para as crianças. É importante encontrar um equilíbrio entre registrar momentos especiais e proteger o direito das crianças ao desenvolvimento saudável, longe dos holofotes digitais. Precisamos lembrar que cada foto, cada vídeo, cada informação compartilhada contribui para a formação da identidade digital dessa criança, e que algumas decisões tomadas hoje podem ter consequências duradouras no futuro.

Saúde mental de crianças e adolescentes na era digital

Viver conectado é uma realidade praticamente para todas(os) crianças e adolescentes em território brasileiro. Pesquisas mostram que o acesso à internet começa cada vez mais cedo, com muitos tendo seu primeiro contato ainda na primeira infância (CGI.br, 2024). Essa imersão digital traz uma contradição: se por um lado oferece oportunidades educacionais e de socialização, por outro representa um campo minado para a saúde mental de crianças e adolescentes.

Estudos nacionais e internacionais têm demonstrado uma associação direta entre o uso excessivo de redes sociais e o aumento de problemas psicológicos. Pesquisa do UNICEF (2023) com adolescentes do Rio de Janeiro revelou que 48% dos jovens entrevistados relataram sintomas de ansiedade frequente, muitos deles associados à pressão das redes sociais.

Por que o ambiente digital tem sido tão nocivo? A resposta está em diversos mecanismos psicológicos e sociais que se intensificam na adolescência:

• A ditadura dos likes e da aparência: As plataformas transformaram a autoestima em uma commodity negociável através de curtidas e comentários. Esta “economia da atenção” gera uma ansiedade de desempenho constante, onde o valor pessoal é confundido com engajamento (Lira et al., 2017). A comparação social, sempre presente, é potencializada por algoritmos que mostram corpos “perfeitos” e vidas “ideais”, criando um abismo entre a realidade e a expectativa (Luz & Bariner, 2022).

• A arquitetura da dependência: As plataformas são deliberadamente projetadas para manter os usuários pelo maior tempo possível através de recompensas variáveis (como notificações e likes) e scroll infinito. Essa arquitetura captura mecanismos cerebrais de recompensa, podendo levar a padrões de uso

problemáticos semelhantes a outras dependências comportamentais (Haidt, 2024).

• A qualidade das conexões: As interações online frequentemente substituem conversas presenciais profundas. O resultado é o que alguns pesquisadores chamam de “solidão conectada” - milhares de “amigos” virtuais, mas poucas relações significativas capazes de oferecer suporte emocional genuíno (França & Barbosa, 2024).

• A invasão do espaço psíquico: Diferente de gerações anteriores que podiam “escapar” do bullying escolar ao chegar em casa, o ambiente digital permite que a pressão social e a violência online persigam os jovens 24 horas por dia, 7 dias por semana, através de notificações no celular (Haidt, 2024).

A adultização encontra nas redes sociais seu vetor mais eficiente. Crianças se transformam em “influenciadores mirins”, administrando marcas pessoais e métricas de engajamento desde tenra idade (Efing & Moreira, 2021). Esta “profissionalização precoce” da imagem rouba etapas cruciais do desenvolvimento, substituindo brincadeiras espontâneas pela curadoria cuidadosa de uma persona digital (Cantanéde, 2021).

Os impactos vão além da ansiedade e depressão:

• Prejuízos cognitivos: A superexposição a estímulos rápidos e fragmentados das redes sociais tem sido associada a dificuldades de concentração e menor capacidade de leitura profunda (Haidt, 2024).

• Autoimagem distorcida: Filtros e edições criam um ideal de beleza inatingível, contribuindo para transtornos alimentares e dismorfia corporal (Lira et al., 2017).

• Prejuízos no sono: A luz azul das telas e a estimulação noturna interferem na produção de melatonina, essencial para um sono reparador (Eisenstein et al./ SBP, 2024).

A saúde mental de crianças e adolescentes não pode ser compreendida fora do contexto digital que as molda. Estamos diante de um fenômeno complexo que exige compreensão igualmente sofisticada. As evidências mostram que não se trata de simples “frescura” ou “dramatismo” juvenil, mas de respostas psicológicas compreensíveis a um ambiente muitas vezes tóxico e desregulado. Reconhecer a profundidade desses impactos é fundamental para construir respostas adequadastanto no âmbito familiar quanto nas políticas públicas - que protejam o desenvolvimento saudável num mundo inevitavelmente conectado.

Protegendo Crianças e Adolescentes na Era Digital: O Que o Brasil tem feito

Nos últimos anos, o Brasil tem construído uma rede de proteção para cuidar da saúde mental de crianças e adolescentes no ambiente digital. Esse trabalho une governo e sociedade em iniciativas que vão desde novas leis até programas educativos, todos com um objetivo comum: garantir que o desenvolvimento emocional dos jovens não seja prejudicado pelos riscos digitais.

Em 2024, o CONANDA publicou regras importantes para essa proteção. A Resolução nº 245/2024 determina que plataformas digitais verifiquem a idade dos usuários, ofereçam controle parental e criem canais de denúncia acessíveis (CONANDA, 2024a). Já a Resolução nº 257/2024 criou um Comitê Intersetorial para coordenar as políticas de proteção entre diferentes ministérios (CONANDA, 2024b), mostrando que a saúde mental dos jovens é uma preocupação de várias áreas do governo. Essas medidas são essenciais para prevenir danos psicológicos causados por exposição precoce a conteúdos inadequados ou por interações de risco online.

O Disque 100 segue como principal canal de denúncias, registrando 6.364 casos de violência sexual online apenas em 2023, a maioria envolvendo meninas (Brasil, 2025a). Um estudo do MDHC revelou que 23% das crianças e adolescentes entrevistados sofreram violência sexual online entre 2021 e 2023 (MDHC, 2025). Esses números mostram como a violência digital pode afetar profundamente a saúde mental dos jovens, causando traumas, ansiedade, depressão e outros transtornos psicológicos que exigem acompanhamento especializado.

Na área educacional, a Estratégia Brasileira de Educação Midiática quer capacitar 300 mil professores e 400 mil profissionais de saúde até 2027 (SECOM, 2023). Eles aprenderão a identificar sinais de que a saúde mental dos estudantes está sendo afetada pelo uso da tecnologia, como alterações de comportamento, queda no rendimento escolar, isolamento social ou sintomas de ansiedade e depressão. Ao mesmo tempo, a Escola de Conselhos do MDHC já formou profissionais em 24 escolas espalhadas por 22 estados, preparando-os para lidar com casos de cyberbullying e outros riscos que prejudicam o equilíbrio emocional dos jovens (MDHC, 2025). Esses profissionais tornam-se capazes de orientar famílias e escolas na construção de ambientes digitais mais seguros e saudáveis.

O programa Crescer em Paz do Ministério da Justiça reúne 45 medidas de proteção, incluindo verificação etária e investigação de crimes digitais (MJSP, 2025). A DCIBER da Polícia Federal, que fez 1.067 operações contra exploração sexual online em 2024 (PF, 2025), mostra como combater crimes que tanto afetam a saúde mental das vítimas. Essas ações são complementadas por iniciativas de acolhimento psicológico às vítimas, essenciais para a recuperação emocional de jovens que passaram por situações traumáticas online.

Duas novas leis fortalecem a proteção nas escolas: a Lei nº 14.811/2024, que reconhece bullying e cyberbullying como crimes (Brasil, 2024), e a Lei nº 15.100/2025, que limita o uso de celulares (Brasil, 2025b). O MEC complementa com o SNAVE e o programa Escola que Protege, oferecendo materiais sobre cyberbullying (MEC, 2025) - problemas que afetam a saúde psicológica dos estudantes. Essas iniciativas ajudam a criar um ambiente escolar mais acolhedor, onde educadores podem identificar precocemente sinais de sofrimento mental e encaminhar os estudantes para os cuidados necessários.

A Lei nº 15.211/2025, o “ECA Digital”, é um avanço histórico. Ela exige verificação etária real, controles parentais em português e remove conteúdos ilegais rapidamente (Brasil, 2025c). Também protege a privacidade dos jovens e proíbe o uso de seus dados para publicidade. Tudo isso ajuda a criar um ambiente digital mais saudável para o desenvolvimento emocional de crianças e adolescentes, prevenindo problemas como ansiedade social, dependência digital, e a comparação excessiva que tantos danos causam à autoestima juvenil.

Além das leis, o Brasil tem expandido serviços de apoio psicológico especializado. O Ministério da Saúde, em parceria com a UNA-SUS, oferece o curso “Linha de Cuidado” para profissionais de saúde aprenderem a atender casos de violência digital (MS, 2025). Muitos municípios têm criado centros de atendimento psicossocial infantojuvenil com equipes preparadas para lidar com os novos desafios digitais.

Assim, o Brasil mostra seu compromisso com a saúde mental das novas gerações, construindo um ambiente digital mais seguro e equilibrado para todos os jovens. Embora os desafios sejam grandes, as ações em curso demonstram uma evolução positiva na forma como o país encara a proteção integral da infância e adolescência na era digital.

Desafios e caminhos para avançar

Nos últimos anos, o Brasil tem mostrado uma crescente preocupação com a saúde mental de crianças e adolescentes no mundo digital. No entanto, ainda existem alguns desafios que precisam ser enfrentados para que as ações sejam ainda mais eficazes.

Um dos principais pontos a melhorar é a articulação entre as diferentes iniciativas. Como o tema envolve educação, saúde e direitos digitais, às vezes as ações não conversam entre si como deveriam. Por exemplo, enquanto o Ministério da Educação trabalha com prevenção ao cyberbullying nas escolas, o Ministério da Saúde atende os casos de ansiedade e depressão, mas essa transição poderia ser mais suave e integrada (Brasil, 2023).

Outro desafio é acompanhar a velocidade das mudanças no mundo digital. Enquanto uma política pública é planejada e implementada, surgem novas redes sociais, aplicativos e desafios online. Um estudo mostrou que 23% das crianças e adolescentes brasileiros sofreram violência sexual online entre 2021 e 2023 (MDHC, 2025), mostrando como os riscos evoluem rapidamente.

A formação dos profissionais também precisa ser expandida. Muitos professores, conselheiros tutelares e profissionais de saúde não se sentem completamente preparados para identificar e lidar com problemas de saúde mental relacionados ao uso da tecnologia, visto que muitos profissionais não sabem como abordar essa questão.

A boa notícia é que existem caminhos promissores para avançar, primeiro, é preciso criar pontes entre os diferentes setores. O Comitê Intersetorial criado recentemente pode ajudar a garantir que educação, saúde e proteção digital trabalhem juntas (Brasil, 2025).

Segundo, investir na capacitação contínua dos profissionais que trabalham com crianças e adolescentes. Isso inclui desde professores até conselheiros tutelares, todos precisam estar preparados para identificar sinais de que a saúde mental dos jovens está sendo afetada pelo ambiente digital.

Terceiro, ouvir os jovens, afinal, eles são quem melhor conhecem sua própria realidade. Suas experiências e sugestões devem ser consideradas na criação de novas políticas.

Quarto, incluir a educação digital desde cedo nas escolas, ensinando não só sobre tecnologia, mas também sobre como usar as ferramentas digitais de forma saudável e segura.

O psicólogo social Jonathan Haidt (2024) alerta que estamos vivendo uma verdadeira epidemia de transtornos mentais entre os jovens, muito relacionada à infância hiperconectada. Por outro lado, iniciativas brasileiras, como o “ECA Digital” (Lei 15.211/2025), mostram que o país está se movimentando na direção certa.

O caminho é longo, mas com o envolvimento de todos, governo, escolas, famílias e principalmente os jovens, podemos construir um ambiente digital mais saudável para crianças e adolescentes em território brasileiro.

Referencias bibliográficas

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• UNICEF. (2023). Saúde mental e bem-estar de adolescentes no Rio de Janeiro (Título baseado em citação do texto). Fundo das Nações Unidas para a Infância.

Autora Bárbara Oliveira Andrade

Brasil - babioandrade@gmail.com

Assistente Social, especialista em Políticas Públicas e Socioeducação, mestrande em Políticas Públicas para Infância e Juventude pela Universidade de Brasília. Pesquisadore do GENPOSS – Grupo de Estudos e Pesquisas - Gênero, Política Social e Serviços Sociais, do NEAZ - Núcleo de Estudos Amazônicos e do NEIJ - Núcleo de Estudos da Infância e Juventude, da UnB. Analista na Secretaria Nacional dos Direitos da Criança e do Adolescente no Ministério dos Direitos Humanos e da Cidadania.

Autora Jenny De La Rosa

Brasil - margodelarosa@gmail.com

Profissional com experiência em Gestão para a interfase Educação - Comunicação - Inovação- novas tecnologias para a Educação. Atuação na área educacional com ênfase no uso de tecnologia em instituições públicas e privadas no Brasil e Equador, assim como para entidades multinacionais Alemãs, Holandesas, Inglesas, Espanholas, austríacas. Atuação como professora de Educação Superior e educação não formal presencial e a distância para adultos, crianças e adolescentes. Experiência como articuladora para projetos educacionais e sociais. Atuação na área de políticas públicas. Doutoranda em Educomunicação e Midia Literacy, UHU Huelva Espanha/ ECA USP Brasil – Cotutela / Diplomada em Infâncias, Direitos e Políticas Públicas / Especialização em Saúde mental, Migração e Interculturalidade / Mestre em Design, Comunicação e Cognição / Especialista em Educomunicação.

Entre likes y emociones: Salud mental y bienestar de niños y adolescentes en la era digital

¿Nos preguntamos alguna vez cuál es la diferencia entre el impacto de los medios digitales en la adultez respecto al que sucede en la infancia y adolescencia? ¿Qué factores pueden afectar de manera negativa la salud mental de niños y adolescentes? ¿Dónde debemos enfocarnos para acompañar su vida digital? ¿Qué aspectos de las redes y plataformas pueden ser positivos para el equilibrio emocional?

Tal vez un buen punto de partida que tomo de una reciente conversación con Sergio Balardini, sea considerar que las tecnologías nos impactan de modo diferencial en la adultez, en la niñez y en la adolescencia. En estas últimas, los sujetos se encuentran en una etapa formativa, en la que se dan procesos de construcción de identidad y de adquisición de valores. Los y las adolescentes se formulan preguntas vinculadas a cómo ser y estar en el mundo, descubren la sexualidad en relación a otro, tienen cambios de humor, reacciones desmedidas, y ensayan modos de respuesta a situaciones nuevas.

Según la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP, 2024), además de ser más vulnerables que en otros momentos de la vida, tienden a ser influenciables por sus pares y pueden sentir la necesidad de encajar en un grupo o seguir tendencias, aunque estas vayan en contra de sus valores o creencias. Suelen experimentar dudas sobre su apariencia física y autoestima, lo que incrementa el riesgo de padecer problemas de salud mental.

El avance de los entornos digitales impacta directamente en la subjetividad del niño y del adolescente. La subjetividad, íntimamente ligada a la identidad, se construye a partir de experiencias personales, interacciones sociales y culturales. Hoy, gran parte de esos procesos están atravesados por el modo, los contenidos y las interacciones en plataformas digitales.

Bienestar digital: ¿utopía o posibilidad?

Mucho se habla de bienestar digital ¿De qué se trata? ¿Es posible alcanzarlo? En tiempos en los que nos sentimos invadidos por tanta tecnología, donde cuesta mucho esfuerzo crear momentos y espacios en los cuales no irrumpan mensajes y notificaciones, la sociedad comienza a preguntarse cómo poner límites, qué consecuencias hay en chicos y adolescentes, en aspectos como el aprendizaje, la sociabilidad, la concentración, el manejo de la ansiedad, y otras cuestiones básicas para la salud como son las horas de sueño y la alimentación.

La OMS (2022) define salud mental como “un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.”

El bienestar digital, por su parte, consiste en desarrollar una relación equilibrada con la tecnología. Para ello es fundamental promover la alfabetización, concientización, protección de la privacidad y seguridad en línea, así como el desarrollo de habilidades críticas para un consumo responsable (SAP, 2024).

Lo que nos remite a que la posibilidad de gozar del bienestar digital viene de la mano de condiciones que deben desarrollarse y garantizarse para lograr esa relación equilibrada entre los sujetos y el uso de medios digitales.

La voz de los adolescentes

En el 4° Foro Panamericano de Niños, Niñas y Adolescentes, el Grupo de jóvenes

GOTUSI1, coordinado por el Instituto Interamericano del Niño (IIN, 2024) definió la salud mental en la infancia como “un estado de bienestar emocional y psicológico en equilibrio dinámico, que nos permite: sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás; controlar pensamientos y sentimientos; afrontar situaciones de manera positiva; superar obstáculos; establecer relaciones sanas y significativas”. A su vez, advirtieron que la salud mental se ve afectada por factores como las experiencias de vida, el entorno social, y subrayaron la importancia de cuidarla a lo largo de toda la vida. (IIN, 2024).

1 GOTUSI: son las siglas de Grupo de adolescentes por el Uso Seguro de Internet, que coordina el Instituto Interamericano del Niño.

Iniciativas para la participación: Zoom a tus Derechos

Desde 2017, el Concurso Zoom a tus Derechos2 promueve la participación, el pensamiento crítico y la expresión de niños, niñas y adolescentes, acercando sus voces a los Estados para incidir en políticas públicas.

En 2025, esta iniciativa se enfocó en visibilizar y dar prioridad al tema elegido por los adolescentes: Salud mental. Muchas de sus preocupaciones estuvieron ligadas al uso excesivo de dispositivos y a situaciones de violencia en entornos digitales que les afectan. A su vez, familias y escuelas, en talleres territoriales, también expresaron dificultades para regular los tiempos de conexión, los conflictos entre pares, y poder dialogar sobre los contenidos y experiencias que tienen los chicos en Internet, tanto positivas como negativas.

Como respuesta, se lanzó el “Desafío de la Desconexión”, una propuesta que invitó a reflexionar sobre el impacto del uso excesivo de pantallas. La iniciativa buscó que niños, niñas y adolescentes hicieran una pausa intencionada y acompañada en su tiempo digital, abriendo un espacio creativo para producir piezas gráficas y audiovisuales, que dieran cuenta de cómo perciben que afecta su salud mental y su bienestar las experiencias en entornos digitales. Además compartieron propuestas para mejorar estos entornos desde su perspectiva, dirigidas al mundo adulto.

Usos problemáticos de Internet

Según Kids Online (UNICEF, 2025), el 46% de los adolescentes percibe que tiene algún tipo de uso problemático vinculado a Internet, celulares o videojuegos. Este informe define los “usos problemáticos” como aquellas conductas que afectan la vida diaria y las relaciones sociales, con consecuencias negativas para el bienestar personal y limitadas posibilidades de autocontrol. Los principales indicadores que mencionan son:

• dejar de comer o dormir por estar conectados,

• bajo rendimiento escolar,

• conflictos familiares o entre pares,

• intentos fallidos de reducir el tiempo de uso.

2 “Zoom a tus derechos”, es una iniciativa que en cada edición convoca a niñas, niños y adolescentes de hasta 18 años, de América Latina y El Caribe, a expresar sus opiniones y demandas sobre temas que les afectan, a través del arte y las tecnologías con la convicción de que sus voces pueden contribuir a los cambios que necesitan nuestras sociedades. En 8 años, el concurso motivó la producción de +3100 contenidos y participaron más de +12.000 niños, niñas y adolescentes participaron de toda la región. Esta iniciativa es desarrollada por Chicos.net, con apoyo de Save the Children, y del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes de OEA, en sus últimas dos ediciones. Además son aliadas decenas de organizaciones de la sociedad civil de la región, municipios y programas educativos. Sitio web: www.concursozoom.org

El estudio también revela que:

• El 47% estuvo expuesto a contenido sexual no solicitado.

• El 55% a mensajes discriminatorios.

• El 53% a imágenes violentas.

• El 52% a experiencias relacionadas con drogas y alcohol.

Si bien, como explican Livingstone, Mascheroni y Staksrud (2015) en dicho informe, riesgo no equivale necesariamente a daño, ya que este depende del contexto y de las estrategias con que cuenten los niños y adolescentes para gestionarlos, los porcentajes de niños expuestos a contenidos dañinos y a usos problemáticos es significativamente alto.

Ansiedad, comparación y dopamina digital

Muchas investigaciones asocian síntomas de ansiedad con uso problemático de Internet, especialmente por comparaciones en redes sociales y exceso de pantallas (Veiga, Cascardo, Quantin, 2017).

En el informe “Salud mental y bienestar digital” (Chicos.net, 2025), la psicoanalista Silvina Ferreira dos Santos advierte que las plataformas generan sobreexcitación y ansiedad: “El consumo excesivo de plataformas implica una sobreestimulación interna... Esto puede desembocar en cuadros como hiperactividad o ansiedad en la infancia”. Propone contrarrestar la pasividad incentivando movimiento, creatividad y encuentro.

En el mismo estudio se hace referencia a que los discursos de la neurociencia también han permeado el lenguaje adolescente: por ejemplo, “soy adicto a la dopamina” es una frase habitual, aparecen términos como “picos de glucosa” o “energía rápida” para describir sus estados emocionales frente a las redes.

Un estudio de Confluencia (2025) mostró cómo las redes sociales refuerzan normas implícitas de belleza y éxito, generando dependencia a la validación externa y FOMO (fear of missing out).

Pasividad y falta de energía

En la actualidad, el modo en que muchas plataformas digitales están diseñadas promueve un uso pasivo: el contenido aparece de forma continua, inmediata y sin necesidad de búsqueda activa. Esto limita la posibilidad de que las personas —

especialmente los y las adolescentes— exploren sus propios intereses de manera autónoma, y pueden pasar largos períodos expuestos a información que no eligieron, sino que fue seleccionada por un algoritmo (el famoso scrollear o deslizar por la pantalla). Esta dinámica puede influir en que chicos y chicas manifiesten cierta sensación de apatía o desmotivación, incluso frente a tareas cotidianas o simples. El desgano y la pereza los escuchamos a diario. Aunque estas actitudes no se explican solo por el uso de redes sociales, ciertos hábitos digitales pueden acentuarla.

Autoestima e imagen personal

Hoy en día, muchas de las preocupaciones de chicos y chicas están ligadas a lo que ven en redes sociales. Estar expuestos todo el tiempo a contenidos que muestran vidas “ideales” —cuerpos perfectos, relaciones felices, viajes, ropa de marca o éxito económico— puede generar angustia, frustración y una sensación constante de no estar a la altura.

Durante la adolescencia, la comparación con estos modelos puede afectar la autoestima y la imagen personal. La presión por cumplir con ciertos estándares de belleza, estilo de vida o éxito se vuelve especialmente fuerte. Además, los mandatos de género también se reflejan en el mundo digital. Las mujeres suelen estar más expuestas a contenidos sobre estética, moda y belleza, mientras que a los varones se les ofrecen modelos de poder, que apuntan a tener éxito y ganar mucho dinero. Estos mensajes, además de ser inalcanzables en muchos casos, pueden reforzar estereotipos dañinos.

Las plataformas suelen mostrar resultados y logros rápidos, especialmente a través de influencers o creadores de contenido que comparten solo una parte de sus experiencias. Muchas veces, no se visibilizan los procesos reales que implican esfuerzo, tiempo y constancia. Los/as jóvenes, al compararse con estos modelos de éxito editados pueden frustrarse al notar que sus propios avances no son tan inmediatos. Esto puede llevar a que se desmotiven o abandonen ciertos proyectos al primer obstáculo.

En el estudio Kids Online de Argentina (UNICEF, 2025) aproximadamente dos tercios de los encuestados afirmó haber visto contenidos sobre diferentes “formas de adelgazar, perder peso, o ser más flaco/a” en páginas o publicaciones online (67%), así como también sobre “maneras de ganar dinero fácilmente en Internet” (64%).

El valor de la desconexión

El “Desafío de la Desconexión por 24 horas” (Chicos.net, 2025) contó con más de 3000 participantes. Si bien reconocieron la dificultad de sostener la pausa, valoraron la posibilidad de hacer deporte, conectarse con la naturaleza y dialogar más con amigos y familia, cuestiones que sienten restringidas en la vida cotidiana asociado al uso de dispositivos. Muchos aplicaron el humor a una problemática que responde a prácticas y a modelos que distan de las posibilidades de regulación individual.

Las principales demandas de los chicos y chicas sobre salud mental y bienestar digital que expresaron para ser tenidas en cuenta por el mundo adulto fueron:

• A los Estados: implementar políticas, campañas y espacios seguros para cuidar la salud mental y el uso responsable de tecnología; garantizar apoyo psicológico gratuito y promover leyes que protejan los datos personales y garanticen el bienestar digital.

• Al sector privado: diseñar aplicaciones y plataformas menos adictivas, seguras, con privacidad protegida, recordatorios de descanso y funciones que fomenten el bienestar.

• A las escuelas: integrar en el currículo y capacitar a docentes en ciudadanía digital; contar con espacios de diálogo y actividades recreativas que permitan la desconexión de las pantallas.

• A las familias: fomentar la comunicación, el acompañamiento, los límites saludables y el tiempo de calidad sin dispositivos. Dar el ejemplo en el uso responsable de la tecnología.

Hubo un claro pedido de acompañamiento, cuidado y atención: una demanda visible al mundo adulto para acompañar con mayor presencia la vida digital y el cuidado de la salud mental.

También dejaron mensajes a sus pares: buscar ayuda en casos de acoso, valorar la vida fuera de las redes, cuidar lo que comparten y no dejar que la tecnología los controle. Además de un pedido de que se apoyen mutuamente para lograr un entorno digital seguro, respetuoso y positivo.

Hacia una perspectiva colectiva

La adolescencia requiere redes de apoyo sólidas, tiempo escolar de calidad y espacios comunitarios que ofrezcan alternativas significativas fuera del mundo digital. Sin embargo, en muchos contextos estas oportunidades son escasas, lo que agrava

la dificultad para desconectarse y limita la construcción de vínculos presenciales de calidad.

Abordar la salud mental desde una perspectiva colectiva implica superar la lógica individualista promovida por las redes sociales y avanzar hacia formas de acompañamiento que fortalezcan el tejido social. Construir relaciones de confianza, vínculos significativos y, al mismo tiempo, desarrollar una mirada crítica sobre lo que ofrecen las plataformas digitales son pasos indispensables para promover un verdadero bienestar digital.

En este sentido, el abordaje de los determinantes digitales del bienestar adolescente requiere de una acción conjunta y multisectorial. El ámbito público tiene la responsabilidad de garantizar la protección adecuada de infancias y adolescencias mediante políticas integrales, programas de ciudadanía digital, fortalecimiento de intervenciones comunitarias y acceso equitativo y de calidad a la conectividad. El sector educativo y el de la salud, en coordinación con el Estado, deben ser actores centrales en la construcción de entornos seguros y saludables. Por su parte, el sector privado está llamado a establecer normas y prácticas éticas que protejan a niños, niñas y adolescentes en línea, respetando sus derechos.

En todos los casos, la participación activa de adolescentes resulta prioritaria: no solo jerarquiza su rol en los entornos digitales, sino que también visibiliza su capacidad de incidir en las decisiones y generar transformaciones positivas para sus comunidades.

Referencias bibliográficas

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• Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes – Organización de los Estados Americanos (IIN-OEA). (2024). Promoción y protección de derechos humanos de niñas, niños y adolescentes sobre salud mental, primera infancia y movilidad humana en las Américas (Resolución CPNNA/RES. 1 (XXIII-24)). https:// scm.oas.org/pdfs/2025/AG09363S.pdf

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Argentina - andreaurbas@gmail.com - www.chicos.net

Graduada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires, completó su especialización en psicología clínica en el Hospital T.Álvarez de la Ciudad de Buenos Aires,y un posgrado en Organizaciones Sin Fines de Lucro en la Universidad Di TellaSan Andrés.

Es co-fundadora e integrante del comité ejecutivo de la Asociación Chicos.net, una organización con 26 años de trayectoria dedicada a promover el pleno ejercicio de los derechos de niños, niñas y adolescentes en entornos digitales.

Lidera programas educativos sobre ciudadanía digital, enfocados en la convivencia en línea, la prevención de riesgos durante la infancia y la adolescencia, y la promoción de la participación activa a través de medios digitales.

Coordina la diplomatura “Educar en la cultura digital” (Chicos. net, Aula Abierta y Universidad de Villa María), y participa de las diplomaturas Educación Sexual Integral (Universidad Nacional de Córdoba) y Enseñanza Digital e Innovación Educativa (Universidad de Comahue).

Participa activamente en redes nacionales y regionales a favor de la infancia.

Derecho a la identidad y salud mental en la niñez adoptada

1. Introducción

La salud mental de niños, niñas y adolescentes (NNA) en los sistemas de protección de la niñez, y particularmente en procesos de adopción, ha recibido una atención creciente en la región latinoamericana y a nivel global. La cuestión identitaria emerge como un hilo conductor de estas trayectorias, en las que la separación familiar, la necesidad de (re)construir vínculos y la búsqueda de los orígenes pueden tener un impacto significativo en el bienestar psicosocial y el desarrollo emocional de los NNA adoptados.

En el plano estructural, los sistemas de protección de la niñez se encuentran en un proceso de transformación. Cada vez más Estados avanzan, aunque con ritmos desiguales, hacia reformas de los cuidados1, orientadas a reducir la institucionalización y a fortalecer modalidades familiares y comunitarias. Este cambio de paradigma supone una oportunidad para integrar de forma más coherente la dimensión identitaria y el bienestar psicosocial en las políticas de cuidado. Sin embargo, la falta de marcos específicos y la fragmentación político-institucional, con sistemas de infancia y de salud que operan de manera desconectada, siguen obstaculizando la construcción de respuestas integrales que reconozcan la interrelación entre identidad, salud mental y otros derechos de NNA y personas adoptadas.

2. Instrumentos internacionales y regionales: identidad y salud mental en el cuidado

Existen diversos instrumentos internacionales y regionales que reconocen o contemplan, de forma más o menos explícita, la interrelación entre identidad, salud mental y cuidado en el marco de los derechos de la niñez.

1 Véase Global Campaign on Children’s Care Reform.

Las Directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los niños de las Naciones Unidas son quizá el referente más claro, al establecer que debe garantizarse a los NNA privados de cuidado parental el acceso a todos derechos, entre otros, el derecho a la identidad y el acceso a los servicios de salud (párr. 16). También destacan la responsabilidad de la persona o entidad a cargo del cuidado del NNA de garantizarla atención en salud, el apoyo psicosocial y, cuando proceda, la búsqueda y el mantenimiento de vínculos familiares (párr. 104).

En la misma línea, aunque desde una perspectiva más global, la Resolución 43/13 sobre salud mental y derechos humanos (2020) del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, reconoce la interdependencia de los derechos humanos y llama a un cambio de paradigma en salud mental, reemplazando los modelos institucionales por servicios comunitarios y centrados en la persona, con enfoque de derechos humanos. Además, resalta la necesidad de estrategias intersectoriales que aborden los determinantes sociales, económicos y culturales, en línea con las reformas de los cuidados.

En la misma línea, la Observación General N.º 15 (2013) del Comité de los Derechos del Niño resalta la obligación de garantizar servicios de salud mental accesibles y de calidad, y la Observación General N.º 20 (2016) enfatiza la necesidad de políticas psicosociales integrales para adolescentes en situaciones de vulnerabilidad.

La Declaración conjunta sobre las adopciones ilegales internacionales (2022)2 introduce una conexión explícita al establecer que las reparaciones para las víctimas de adopciones ilegales deben incluir cuidado psicosocial, junto con medidas de verdad, justicia y garantías de no repetición (párr.17).

Las Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño evidencian que, si bien no existe aún un cuerpo consolidado de recomendaciones sobre la interrelación entre identidad y salud mental en contextos de adopción, sí se han formulado pronunciamientos que apuntan en esa dirección. En materia de identidad3, el Comité ha instado a los Estados a proteger el derecho del NNA adoptado a conocer su identidad original, estableciendo procedimientos jurídicos adecuados y medidas de apoyo profesional4. También ha recomendado la creación de mecanismos para restablecer la identidad original de los NNA víctimas de desaparición forzada

2 Comité de los Derechos del Niño, Comité contra la Desaparición Forzada, Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Relatora Especial sobre la venta y la explotación sexual de niños, Relatora Especial sobre la trata de personas, especialmente mujeres y niños, y Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias. (2022). Declaración conjunta sobre las adopciones ilegales internacionales. Naciones Unidas, ACNUDH. https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/hrbodies/ced/2022-09-29/JointstatementICA_HR_28September2022.pdf

3 Art. 8, Convención sobre los Derechos del Niño, 20 de noviembre de 1989.

4 Comité de los Derechos del Niño. (2005). CRC/C/RUS/CO/3, párr. 40-41.

o adopción ilegal, acompañados de medidas de apoyo, acceso a la justicia y restablecimiento de derechos5 .

Por otro lado, el Comité ha destacado de manera consistente la importancia de garantizar el derecho a la salud y la atención psicosocial de los NNA, con especial atención a los grupos social y económicamente más desfavorecidos6, así como la necesidad de priorizar políticas de salud mental con recursos adecuados7. También ha recomendado ofrecer servicios de rehabilitación y apoyo psicosocial especializado a NNA en situación de vulnerabilidad, mencionando específicamente aquellos acogidos en instituciones8 .

A nivel regional, la Opinión Consultiva OC-31/25 sobre el derecho al cuidado, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, reconoce al cuidado como un derecho humano autónomo y lo vincula estrechamente con otros derechos fundamentales, como la salud y la vida familiar (párr. 100). La Corte subraya que el acceso a cuidados no es meramente una medida asistencial, sino una condición normativa esencial para la efectividad de los derechos humanos (párr. 108). En este sentido, afirma que el cuidado es indispensable para la protección de la integridad personal, cuya omisión puede traducirse en abandono o negligencia con efectos físicos o psicológicos, según la etapa vital y las capacidades diferenciadas. La noción de cuidado se amplía más allá de las necesidades físicas, incorporando las dimensiones emocionales, morales, culturales y sociales, como la transmisión de valores, prácticas culturales y vínculos afectivos, lo que abre la puerta a considerar la identidad y los impactos psicosociales como parte integral del derecho al cuidado. Por último, cabe destacar la referencia al marco jurídico de protección de la niñez, que subraya la obligación de los Estados de garantizar medidas especiales basadas en el interés superior del niño, asumiendo con mayor responsabilidad su rol de garantes dada su situación de vulnerabilidad (párr. 103).

En conjunto, estos desarrollos muestran que existe ya un andamiaje normativo internacional y regional que vincula identidad, salud mental y cuidado, con referencias cada vez más explícitas a la necesidad de apoyos psicosociales y profesionales en contextos de separación familiar y adopción. No obstante, este marco es disperso y fragmentado, sin instrumentos específicos que articulen de forma integral todas estas dimensiones. Persiste, por ello, la necesidad de avanzar hacia una mayor aterrizaje y operativización de estos estándares, integrándolos de manera coherente en las reformas de cuidado y en los sistemas de protección de la infancia, con

5 Comité de los Derechos del Niño. (2025). CRC/C/BRA/CO/5-7, párr. 24.

6 Comité de los Derechos del Niño. (2025). CRC/C/PER/CO/6-7, párr. 32.

7 Comité de los Derechos del Niño. (2025). CRC/C/PER/CO/6-7, párr. 32.

8 Comité de los Derechos del Niño. (2024). CRC/C/ARG/CO/7, párr. 35.

especial atención a la adopción y a la garantía del derecho a la identidad y al bienestar psicosocial de NNA.

3. Derecho a la identidad de los NNA adoptados

La adopción, entendida no únicamente como una medida de protección de la infancia9, sino como proceso y experiencia individual y colectiva, constituye un ámbito en el que la identidad y los orígenes adquieren una relevancia central para el bienestar psicosocial de los NNA y personas adoptadas y para la realización efectiva de sus derechos. Aunque, tal y como hemos apuntado anteriormente, la intersección entre identidad, salud mental y cuidado atraviesa a todos los NNA bajo medidas de protección o en cuidados alternativos10, la cuestión identitaria cobra especial intensidad en los procesos adoptivos. Ello se explica por la naturaleza intrínsecamente compleja de la adopción (y, en particular, de la adopción internacional), cuyos efectos emocionales y psicosociales pueden ser profundos y duraderos.

La separación familiar, la necesidad de (re)construir vínculos y el acceso (o la falta de acceso) a información sobre los orígenes influyen de manera directa en la salud mental de los NNA y personas adoptadas, incidiendo tanto en su desarrollo emocional como en la construcción de su autoestima y sentido de pertenencia. En efecto, este impacto no se limita a la infancia o la adolescencia, sino que se extiende a la adultez, dado que la adopción continúa constituyendo un aspecto significativo de la identidad a lo largo de todo el ciclo vital11, con posibles efectos incluso intergeneracionales. Los estudios longitudinales sobre adopción confirman esta persistencia, al mostrar que muchas personas adoptadas atraviesan de manera recurrente experiencias asociadas con el trauma, el abandono o incluso abusos del pasado12. Además, todas estas dinámicas tienden a intensificarse en el caso de la adopción internacional, donde la discriminación racial, la separación cultural, lingüística y territorial añaden

9 Art. 21, Convención sobre los Derechos del Niño, 20 de noviembre de 1989.

10 Por ejemplo, en Argentina, la consulta participativa realizada por DONCEL y UNICEF (2024) con NNA en cuidados alternativos destacó la importancia de garantizar acceso a servicios de salud mental, incluyendo acompañamiento terapéutico y continuidad de tratamientos. Datos recientes muestran que unos 9.000 NNA viven en dispositivos residenciales en Argentina (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, 2023) de los cuales algunos carecen de los servicios de salud necesarios. En Uruguay, prolongadas internaciones en centros de protección y salud mental generan altos niveles de estrés, aislamiento y vulneración de derechos, afectando negativamente el bienestar psicosocial de los NNA (INAU, 2021). En Colombia, aproximadamente el 50 % de los NNA privados de cuidado familiar se encuentran en instituciones residenciales, y un número significativo ha experimentado una o más adopciones fallidas, lo que afecta negativamente su salud mental (Changing The Way We Care, 2021).

11 McGinnis, H., Smith, S. L., Ryan, S. D., & Howard, J. A. (2009). Beyond culture camp: Promoting health identity formation in adoption. Evan B. Donaldson Adoption Institute, p. 4

12 McSherry, D., & McAnee, G. (2022). Exploring the relationship between adoption and psychological trauma for children who are adopted from care: A longitudinal case study perspective. Child Abuse & Neglect, 130. Bohman, M., & Sigvardsson, S. (1990). Outcome in adoption: Lessons from longitudinal studies. In D. M. Brodzinsky & M. D. Schechter (Eds.), The psychology of adoption (pp. 93–106). Oxford University Press.

capas adicionales de complejidad e impacto emocional13 .

Diferentes investigaciones destacan que la preservación de los orígenes de una persona adoptada favorece el pleno sentido de identidad y permite mantener un lazo con la herencia cultural14. Asimismo, la posibilidad de sostener algún tipo de vínculo con los progenitores biológicos se ha señalado como un factor clave para la construcción de una identidad adoptiva positiva15 y para el desarrollo integral de la persona adoptada, al contribuir a fortalecer la autoestima y reducir sentimientos de rechazo o de no haber sido deseada/o16 .

Si observamos los datos estadísticos con respecto a la práctica de la adopción internacional, se aprecia una tendencia sostenida a la baja, con una reducción del 15 % entre 2022 y 2023, según datos del Servicio Social Internacional (2025). Este descenso responde en gran medida al mayor escrutinio y conciencia sobre las prácticas de adopción, en particular respecto de los casos de adopciones irregulares e ilícitas. El fenómeno se inscribe en un proceso más amplio de reformas de los sistemas de protección y de adopción a nivel global, orientadas a reforzar la transparencia, la supervisión y la centralidad de los derechos de NNA, así como de las necesidades de las familias involucradas.

Frente a esta disminución, contrasta la emergencia de una creciente necesidad e interés por parte de las personas adoptadas por conocer sus orígenes. Desde 2023, los datos del SSI muestran un aumento en el número de procesos de búsqueda orientados a acceder a información sobre la familia biológica, el historial médico y las circunstancias de la adopción17. Paralelamente, se observa un notable crecimiento tanto del activismo como de la producción académica liderada por personas adoptadas, que examinan de manera crítica cuestiones como la adopción, la familia, la identidad y los procesos de construcción nacional18. En este contexto, resultan especialmente relevantes las investigaciones sobre irregularidades y vulneraciones de derechos en procesos adoptivos del pasado, muchas de ellas impulsadas por las propias víctimas. Estos esfuerzos no solo evidencian una demanda de verdad y

13 Véase, por ejemplo, McGinnis, Smith, Ryan, y Howard, 2009.

14 Calzadilla Medina, A. (2024). Análisis crítico de la adopción abierta: un cambio de la institución adoptiva. Oñati Social-Legal Series, 1-27.

15 McGinnis, H., Smith, S. L., Ryan, S. D., & Howard, J. A. (2009). Beyond culture camp: Promoting health identity formation in adoption. Evan B. Donaldson Adoption Institute, p. 6

16 Grigoropoulos, I. (2022). Adoption openness and adoption stigma: a retrospective study of adult adoptees. SN Social Sciences, 2(34), 4,10 y 12.

17 Servicio Social Internacional. (2025). Adopción internacional en transición: tendencias estadísticas en 2023 en un contexto de investigaciones y reformas. Boletín Estadísticas, mayo-junio 2025, 1-10.

18 Laybourn, S. M. (2024). Critical Adoptee Standpoint: Transnational, Transracial Adoptees as Knowledge Producers. Genealogy, 8(2), 71. https://doi.org/10.3390/genealogy8020071

reparación, sino que también expresan un empoderamiento creciente de las personas adoptadas, quienes reclaman cambios estructurales y la creación de servicios más adecuados y sensibles a sus necesidades, incluidas las relacionadas con la salud mental19 .

A pesar de la creciente centralidad que ha cobrado la búsqueda de orígenes, la plena garantía del derecho a la identidad aún se ve obstaculizada por diversos retos, entre ellos:

• la fragmentación político-institucional (entre sistemas de protección de la infancia y de salud),

• la falta de coordinación y cooperación entre profesionales y entidades competentes,

• la ausencia o insuficiencia de políticas públicas específicas con enfoque integral y de derechos,

• la escasez de recursos humanos y financieros para garantizar apoyos psicosociales especializados,

• la persistencia de vacíos legales en materia de preservación y acceso a la información,

• las marcadas desigualdades entre países en la provisión de servicios de búsqueda, y

• la necesidad de sensibilizar y formar a actores clave en torno al derecho a la identidad y la búsqueda de orígenes.

Todo ello hace imperativo desplegar respuestas holísticas, integrales y adaptadas a cada contexto. Frente a esta complejidad, el Servicio Social Internacional (SSI) ha desarrollado una metodología específica para los procesos de búsqueda de orígenes, colocando la salud mental en el centro y combinando el acompañamiento directo a personas adoptadas y sus familias con la asistencia técnica a los Estados para robustecer sus servicios en esta área.

4. El trabajo del SSI en materia de búsqueda de orígenes y derecho a la identidad

La búsqueda de orígenes (BdO) y la reunificación familiar constituyen tanto una parte esencial de la identidad histórica del SSI como un ámbito prioritario de acción en el que la organización reúne décadas de experiencia y reconocimiento en materia de derecho a la identidad.

19 Long, Lynelle. (17 octubre 2018). Mental Health and Adoption. InterCountry Adoptee Voices. Recuperado el 19 de septiembre de 2025.

En la gestión de casos, los miembros de la red global del SSI cuentan con una amplia experiencia en servicios post adoptivos, especialmente en el acceso transfronterizo a archivos, búsquedas y reencuentros. Paralelamente, el SSI, a través del CIR, ha desarrollado múltiples recursos, publicaciones y herramientas sobre la temática, dirigidos tanto a profesionales como a NNA y personas adoptadas. Esta producción se articula con tareas de investigación, entre ellas la elaboración y actualización de una base de datos con informes por país.

A nivel internacional, la organización desarrolla una labor activa de incidencia, en particular ante el Comité de los Derechos del Niño de la ONU y la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. Esta labor permite no solo visibilizar las necesidades de los NNA y personas adoptadas, sino también aportar conocimientos técnicos especializados que contribuyen al desarrollo e implementación efectiva de estándares y a la mejora de las prácticas estatales. El impacto del SSI en estos espacios se ve además reforzado por la posición estratégica que ocupa su Centro Internacional de Referencia para los Derechos del Niño Privado de Familia (CIR), gracias a sus contactos regulares con diversas Autoridades Centrales de adopción, tanto de Estados de origen como de recepción, lo que facilita la comunicación fluida y la adopción de enfoques coordinados y armonizados en consonancia con los estándares del Convenio de La Haya de 1993.

Proyectos actuales en materia de búsqueda de orígenes

A modo ilustrativo, presentamos a continuación un ejemplo concreto de los diferentes proyectos que el SSI está desarrollando actualmente en el ámbito de la BdO, con un énfasis especial en el acompañamiento psicológico y en la atención al impacto que estos procesos tienen en la salud mental y el bienestar integral de las personas adoptadas y sus familias.

Gracias al apoyo financiero de la Mission de l’Adoption Internationale (MAI), la Autoridad Central de Adopción francesa, el SSI lleva adelante varias iniciativas complementarias orientadas a fortalecer los procesos de búsqueda de orígenes:

• Proyecto RACINE (desde 2021). Lanzado por SSI Francia (Fondation Droit d’Enfance), opera en ocho países20. Su objetivo es brindar un apoyo gratuito, holístico y de alta calidad a las personas adoptadas en Francia provenientes del extranjero, así como a sus familias biológicas, acompañándolos en los procesos de búsqueda de orígenes.

• Proyectos piloto de búsqueda de orígenes (abril de 2024 – presente)

20 Brasil, Bulgaria, Colombia, Etiopía, Haití, Madagascar, Rumanía y Sri Lanka.

Iniciados en ocho países21, con posible extensión a otros seis22. Ofrecen apoyo gratuito a personas adoptadas en sus países de origen, mediante acceso a documentos, búsqueda de familiares en cooperación con autoridades locales y acompañamiento psicológico en todas las etapas del proceso. La coordinación recae sobre el SSI Francia y el CIR.

• Proyecto de asistencia técnica (abril de 2024 – presente). Iniciado en paralelo, y también en su segunda fase, es ejecutado conjuntamente por SSI Francia y el CIR. Su finalidad es acompañar a los proyectos piloto y consolidar las capacidades de profesionales mediante módulos de formación especializados, webinarios y sesiones de trabajo en terreno en diferentes países23

Lo más significativo de esta constelación de proyectos es que no operan de manera aislada, sino que se complementan para ofrecer un apoyo integral en la BdO mediante un enfoque holístico, centrado en los derechos y orientado a garantizar procesos seguros y humanos.

Es importante resaltar que todo ello se desarrolla sin sustituir en ningún momento el rol del Estado, sino actuando de manera complementaria a los servicios públicos y brindando apoyo técnico a las autoridades para fortalecer su capacidad de respuesta.

El enfoque del SSI en el acompañamiento psicológico

La BdO es mucho más que un procedimiento administrativo o legal: es un proceso profundamente vinculado a la identidad y al bienestar psicosocial de los NNA y personas adoptadas, y sus familias. Dado que el ejercicio del derecho a conocer los propios orígenes puede suscitar interrogantes sociales, psicológicas, éticas y jurídicas de gran complejidad, el acompañamiento debería ser idealmente multidisciplinario, articulando diferentes tipos de intervenciones24 y continuo, es decir, a lo largo de diferentes etapas etarias25

En esta línea, una práctica prometedora ha sido la incorporación del acompañamiento

21 Bulgaria, El Salvador, Costa de Marfil, Madagascar, Nepal, Filipinas, Rumanía y Sri Lanka.

22 Costa de Marfil, India, Nepal, Senegal, Togo y El Salvador.

23 Bulgaria, Costa de Marfil y Nepal en 2024, y Brasil, Colombia e India en 2025.

24 Servicio Social Internacional. (2018). Adopción internacional y búsqueda de los orígenes: Guía para adoptados [Guía en línea]. ISS / CIR. https://iss-ssi.org/storage/2023/04/ISS_GuideOrigins_ESP.pdf, p. 23

25 Wilson, S. L. (2004). A current review of adoption research: Exploring individual differences in adjustment. Children and Youth Services Review, 26(8), 687–696. doi:10.2307/ 1512176

psicológico en los servicios de BdO del SSI Francia, elemento que se ha mostrado esencial para atender de manera integral las necesidades de las personas adoptadas y sus familias.

El trabajo de las y los profesionales de la psicología resulta particularmente importante en distintas etapas del proceso. Su apoyo permite: ayudar a las personas adoptadas a definir sus motivaciones, expectativas y límites antes de iniciar la búsqueda; acompañar la gestión de conflictos de lealtades que pueden emerger entre la familia adoptiva y la biológica; y sostener emocionalmente en medio del torbellino de sentimientos que el proceso de búsqueda suele despertar. También es clave el apoyo en casos de apegos difíciles, especialmente cuando existe un trauma relacional temprano26 .

Asimismo, el acompañamiento psicológico favorece la construcción de una narrativa personal que permita integrar la historia de vida y reforzar la identidad, así como brindar apoyo en momentos de especial vulnerabilidad, como cuando el proceso entra en pausa, se produce una renuncia a la búsqueda o es necesario transitar un duelo. Por ejemplo, hay estudios sobre adopción transracial que muestran cómo procesos como la recuperación o reapropiación del nombre de nacimiento pueden constituir un acto profundamente sanador y de reafirmación identitaria, reflejando crecimiento personal y desarrollo de un sentido más auténtico del yo27 .

El o la profesional que realiza el acompañamiento psicológico desempeña o potencialmente puede desempeñar un papel esencial en la preparación para un reencuentro o una nueva conexión, y en el apoyo posterior, cuando la experiencia de la reunión puede generar nuevas preguntas, emociones intensas o incluso tensiones familiares.

En este marco, resulta fundamental reconocer que algunas búsquedas revelan situaciones de adopciones ilegales o irregulares, lo que añade un nivel adicional de complejidad y vulnerabilidad. Estos hallazgos pueden provocar una ruptura profunda de los vínculos de seguridad y confianza con la familia adoptiva, así como un impacto severo en la identidad y en la salud mental de la persona adoptada, haciendo aún más necesario un apoyo psicosocial especializado28 .

26 Servicio Social Internacional (2016). Respondiendo a las adopciones ilegales: Un manual para profesionales. Ginebra: Servicio Social Internacional. https://iss-ssi.org/storage/2023/04/Illegal_Adoption_ISS_Professional_Handbook_ES.pdf, p. 53.

27 Reynolds, J. D., Ponterotto, J. G., Park-Taylor, J., & Takooshian, H. (2020). Transracial identities: The meaning of names and the process of name reclamation for Korean American adoptees. Qualitative Psychology, 7(1), 78–92. https://doi.org/10.1037/qup0000115

28 Servicio Social Internacional (2016). Respondiendo a las adopciones ilegales: Un manual para profesionales. Ginebra: Servicio Social Internacional. https://iss-ssi.org/storage/2023/04/Illegal_Adoption_ISS_Professional_Handbook_ES.pdf, p. 53.

Por todo ello, cobra especial importancia el empoderamiento de la persona adoptada, para que sea ella quien mantenga el control de su búsqueda. El rol de las y los profesionales es brindar acompañamiento y apoyo especializado, sin sustituir ni restar protagonismo al NNA o persona adulta adoptada, sino favoreciendo que cada proceso sea vivido con seguridad, dignidad y autonomía29. En su dimensión colectiva, también resultan esenciales las redes de acompañamiento y acción entre pares, que permiten normalizar y validar la experiencia adoptiva y los procesos de toma de conciencia crítica30

5. Conclusión

La interrelación entre identidad, salud mental y cuidado, particularmente en contextos de adopción, nos revela un campo en plena transformación que exige respuestas integrales, coherentes y sostenibles. Los avances normativos han sentado bases al reconocer la necesidad de apoyos psicosociales, pero persisten notables brechas: la fragmentación político-institucional y la falta de coordinación entre los sistemas de protección de la infancia y de salud, la ausencia o insuficiencia de políticas públicas específicas con enfoque integral, la escasez de recursos humanos y financieros para garantizar apoyos psicosociales especializados, así como la persistencia de vacíos legales en materia de preservación y acceso a la información.

El trabajo del SSI en materia de búsqueda de orígenes representa un aporte concreto y estratégico para responder a estos retos, a través de dos ejes complementarios de acción. A nivel individual, la incorporación del acompañamiento psicológico como componente esencial de los servicios de BdO constituye una práctica prometedora para proteger y fortalecer la salud mental de las personas adoptadas y sus familias, ofreciendo un apoyo especializado en las distintas etapas del proceso de búsqueda de orígenes. A nivel estructural, el SSI brinda asistencia técnica a los Estados, contribuyendo, de forma complementaria, a fortalecer los servicios públicos y a garantizar que cada proceso de búsqueda se desarrolle en condiciones de seguridad, dignidad y autonomía.

29 Servicio Social Internacional. (2018). Adopción internacional y búsqueda de los orígenes: Guía para adoptados [Guía en línea]. Ginebra: Servicio Social Internacional. https://iss-ssi.org/storage/2023/04/ISS_ GuideOrigins_ESP.pdf, p.5.

30 Branco, S. F., Kim, J., Newton, G., Cooper-Lewter, S. K., & O’Loughlin, P. (2022). Out of the Fog and into Consciousness: A Model of Adoptee Awareness. https://intercountryadopteevoices.com/wp-content/ uploads/2022/06/adoptee-consciousness-model.pdf

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El Servicio Social Internacional (SSI) es una de las ONG internacionales de más amplia trayectoria, con un siglo de historia cumplido en 2024, dedicada a apoyar a niños, niñas y adolescentes y familias frente a problemas socio-jurídicos en contextos de movilidad humana o como resultado de desplazamientos transfronterizos. Actualmente, el SSI está compuesto por una red de 135 entidades y una Secretaría General con sede en Ginebra, Suiza.

Cada año, la red SSI presta asistencia a más de 75.000 familias en todo el mundo. Si bien las intervenciones del SSI abarcan un amplio abanico de áreas (protección de la infancia, niñez en situación de movilidad humana, conflictos familiares, sustracción de NNA, entre otras), el acompañamiento a las personas adoptadas y a sus familias de origen y adoptivas durante un proceso de búsqueda de orígenes (BdO) o de reunificación familiar constituye el núcleo de la acción globaI.

Licenciada en Estudios Internacionales con especialización en América Latina por la Universidad de Leiden y cuenta con una Maestría en Derechos Humanos por la Universidad de Valencia, donde realizó una tesis sobre adolescentes privados de libertad en Uruguay y la percepción pública en torno a este tema. Ha trabajado en temas vinculados al cuidado alternativo, la participación infantil y la protección de niños, niñas y adolescentes privados de libertad. También ha colaborado con el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes de la Organización de los Estados Americanos, y participó en la elaboración del Diagnóstico hemisférico en materia de prevención, erradicación y sanción del abuso y toda forma de violencia contra la niñez y la adolescencia (2022). Actualmente forma parte del Servicio Social Internacional (SSI), donde contribuye a la gestión de proyectos, la incidencia política y diversas iniciativas de investigación.

Autora Alissa van Ham

Autora Beatriz Santaemilia del Hoyo

Abogada especializada en derechos humanos y experta en derechos de la infancia. Es licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas, y posee un Máster en Derecho Internacional de los Derechos Humanos por la Universidad de Essex, donde se especializó en derecho internacional de la infancia, abordando la interseccionalidad en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos en su tesis. Su trayectoria incluye experiencias en el ámbito nacional e internacional, entre ellas en el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, Child Rights Connect y la Plataforma de Infancia en España

Su trabajo se ha centrado en diferentes áreas temáticas, con un enfoque especializado en acceso a la justicia, prevención de la violencia, protección de la infancia y derechos de los niños, niñas y adolescentes privadas del cuidado parental. Cuenta con sólida experiencia en investigación, gestión de proyectos e incidencia política, que articula desde un enfoque interdisciplinar y con un firme compromiso con la justicia social. Actualmente coordina acciones de incidencia en el Servicio Social Internacional (SSI), impulsando estrategias globales en materia de protección de la infancia.

Infancia, salud mental y derechos: Hacia una perspectiva y acción transformadora

MARCO REFERENCIAL

La conmemoración de un nuevo aniversario de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) representa otra oportunidad para reafirmar la necesaria vigencia del enfoque basado en la protección de derechos, que exige a los Estados parte la garantía de su cumplimiento.

Existen sobradas evidencias de que, durante la infancia, la falta de acceso a una alimentación adecuada, la exposición a entornos con ausencia o bien el predominio de estímulos incontrolados y emocionalmente negativos pueden afectar el pleno desarrollo infantil.

Por este motivo, promover el desarrollo en el campo de la niñez requiere una combinación integral de recursos materiales, sociales y culturales, cuya consideración resulta aún más decisiva en un escenario atravesado por determinantes sociales negativos como la pobreza, la indigencia y la desigualdad social.

El enfoque integral de derechos ofrece parámetros universales para evaluar el desarrollo humano, enfatizando la necesidad de garantizar un mínimo de satisfacción de necesidades materiales, de pertenencia, integración y desarrollo personal que comprenda a todos los miembros de la sociedad (Sen, 2013).

Gran parte de las instituciones sanitarias y/o judiciales que han actuado en el área concebida como minoridad lo han hecho tradicionalmente desde un modelo tutelar, incurriendo en los excesos de la institucionalización como medio de respuesta -fallida- ante los graves problemas que afectaron a la infancia.

En la actualidad, se constata la emergencia de múltiples movimientos que, basados en la perspectiva de protección de derechos, cuestionan el asistencialismo que se desprendía de aquel modelo, y promueven estrategias de base participativa que

empoderen a infancias y adolescencias, en particular de aquellas que se hallan en situaciones de mayor vulnerabilidad.

En Argentina, este proceso ha tendido a institucionalizarse durante el pasado reciente, a partir de la ratificación de la CDN en el año 1990, la cual ha sido acompañada de herramientas normativas específicas adaptadas al plexo normativo nacional y que inciden sobre los derechos de infancias y adolescencias.

El sector socio-sanitario argentino exhibe ya un persistente recorrido desde la sanción de la Convención, y a través de normativas que adaptan en cada jurisdicción aquellos principios a la realidad local, pugnando por la desjudicialización de los casos que antes llegaban de forma automática a la administración de justicia por motivos de baja complejidad.

Cabe citar entre las más relevantes la incorporación de la citada Convención a la Constitución reformada durante el año 1994; la Ley 26061 sobre Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, la Ley 27.042 de Abordaje integral e interdisciplinario de las personas que presentan trastornos del espectro autismo y la Ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente.

A partir de tales normas se fue institucionalizando un cambio de paradigma sobre la infancia, que ya deja de considerar al menor como objeto de tutela y represión para impulsar la idea de un niño/a como sujeto de derechos, a quien se debe proteger de forma integral y teniendo en cuenta su interés superior.

Más allá de los avances planteados por dicho marco normativo en lo que refiere a los derechos proponemos además que la mirada protectora de la niñez debería dar lugar a otra aún más superadora, que destaque la promoción del bienestar y las potencialidades del desarrollo humano desde la más temprana instancia de socialización.

En esta búsqueda de una respuesta integral queda de manifiesto que los sectores no sanitarios concentran la mayor cantidad de recursos humanos que se dedican a la temática: por ello la acción concertada de instituciones educativas, de desarrollo social, de bienestar y/o de protección de derechos constituye una fortaleza innegable con la que cuenta el campo infanto-juvenil.

A nivel nacional, y en materia de salud mental, la existencia degradada de las Instituciones asilares, que abarcó también el tratamiento de los problemas que afectaron a la infancia, puede ser concebida como un síntoma del fracaso de las políticas públicas en la materia, que han actuado por omisión más que por acción, de la profunda deprivación ética de la sociedad, y del deficitario desempeño de las

redes asistenciales para asegurar el sostén social y la continuidad de cuidados (de Lellis, 2021).

Como un antecedente institucional y normativo relevante cabe destacar la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental N°26.657 durante el año 2010, que introduce una perspectiva comunitaria, integral y fundada en derechos.

Es indudable que esta norma ha puesto de manifiesto la profunda brecha entre las necesidades de asistencia en salud mental y la disponibilidad efectiva de recursos para satisfacerlas.

Así es como, en continuidad con lo planteado en la citada normativa, la sanción del Plan Nacional de Salud Mental en el año 2013 identificó, como uno de los problemas sanitarios prioritarios, que la red de salud mental no brindaba una oferta adecuada de servicios para atender y cuidar las problemáticas específicas de salud mental en la niñez y la adolescencia.

Dicha situación no ha hecho más que agravarse en el período reciente.

Cabe señalar que la multiplicación de servicios sustitutivos, tan necesaria para la aplicación de la Ley Nacional y del Plan Nacional de Salud Mental requiere un incremento del presupuesto destinado al área, pero ello no se ha visto reflejado al analizar las gestiones desarrolladas a nivel nacional desde el año 2010 a la fecha y, tampoco, al analizar las inversiones de recursos planteadas a nivel jurisdiccional.

UN PROBLEMA CRECIENTE:

LOS COMPORTAMIENTOS COMPULSIVOS DE JUEGO

EN LÍNEA

Un aspecto relevante que cabe destacar en relación a las problemáticas de salud mental se vincula con el empleo y el acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC), que están transformando aceleradamente las formas de vincularnos y participar en la vida de la comunidad.

La exposición a entornos digitales de infancias y adolescencias se ha visto incrementada tras el reciente contexto pandémico y el escenario pospandémico, ya que las condiciones de aislamiento forzoso han impuesto una obligada restricción al desarrollo de la interacción social, exacerbando en muchos casos la dependencia en el uso de las NTIC como canal privilegiado de socialización (García y de Lellis, 2020).

Desde nuestra perspectiva, el entorno digital no es meramente un escenario novedoso de intercambio de información sino que representa una mutación en el sistema simbólico que, además de alterar la percepción del espacio y del tiempo subjetivo, introduce cambios relevantes en el tejido social.

Tal como lo advirtiera Bauman (2007), en los entornos digitales los consumidores se convierten en usuarios descartables, en los cuales la hiperconexión y/o disponibilidad permanente del acceso a medios tecnológicos puede conllevar el riesgo de sustituir el reconocimiento y el compromiso afectivo con la alteridad. Detrás de esta máscara omnipresente de seducción se ocultan modalidades de manipulación del comportamiento, en un régimen que maximiza la competitividad, el rendimiento y la utilidad económica.

La omnipresencia de las tecnologías digitales como centro de las redes de intercambio y exposición personal con y ante los otros seduce a todos los usuarios a expresar afectivamente sus emociones-pero siempre protegido por la mediación de las máquinas- restando valor a la relación basada en los sentidos y al arte de compartir espacios presenciales de intercambio (Sadin, 2024).

Todo ello contribuye a que la posición de individuos y grupos se segmente, polarice y radicalice velozmente por no hallar contrapesos y regulaciones basados en el intercambio dialógico con los otros, precisamente uno de los aspectos que ha sido más propiamente destacado del enfoque acerca de la salud mental desde la perspectiva comunitaria.

Así es como el individuo, aislado en su enjambre digital (Chul Han, 2014) y convertido en un individuo tirano (Sadin, 2022) percibe que su verdad está por encima de las demás verdades, y no halla espacios adecuados para la construcción de respuestas dialógicas y colectivas ante situaciones y problemas comunes.

La irrupción de las NTIC, como ya se ha señalado, han demostrado su eficacia para lograr el propósito de conectar incesantemente a los individuos, pero fracasan a menudo en el objetivo de unir, forjar vínculos y crear comunidad (Araya Abarca et al. 2023). Se ha introducido entre otros aspectos el concepto de comunidad virtual sin advertir que esta noción carece de materialidad y suscita un escaso sentido de pertenencia, ya que se puede ingresar y salir del espacio relacional sin consecuencias subjetivas importantes.

En ese marco debe comprenderse la problemática de los consumos en relación con los entornos digitales que presentan, entre otras características, el refuerzo intermitente, la intensa comunicación audiovisual y la ilusión de participar en el intercambio social con un grado suficiente de control subjetivo, el cual se revela con mucha frecuencia ineficaz.

NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES ANTE EL ENTORNO DIGITAL

De acuerdo a las declaraciones conjuntas y a los respectivos informes producidos por OMS (2025) y UNICEF (2017) sobre la temática de salud digital, el uso persistente de pantallas digitales puede asociarse a trastornos del estado de ánimo, sedentarismo y problemas de atención que se añaden a cuestiones relativas a las formas de gratificación inmediata, la tramitación subjetiva de las emociones y a la constitución de los procesos identitarios.

La combinación de factores tales como el anonimato, el fácil acceso y la disponibilidad permanente ha llevado a que los sitios de apuestas on line generen comportamientos compulsivos en los adolescentes, exacerbados además por la incidencia de otras compulsiones que devienen de la exposición ingenua a medio digitales, entre los cuales destaca especialmente el grooming, el ciberacoso y el acceso a material audiovisual de carácter pornográfico (Trímboli, 2025).

Tales procesos y mutaciones no dejan de acelerarse e inciden sobre las modalidades de convivencia familiar, así como sobre la gestión de los cuidados necesarios para la reproducción y sostenibilidad de la vida.

En muchos hogares, el dispositivo móvil termina sustituyendo los roles que históricamente han ejercido los grupos primarios y/o referentes afectivos más próximos mediante la conversación, el juego espontáneo o bien la interacción con el entorno físico.

Señalaremos seguidamente diez cuestiones fundamentales que permiten establecer la importancia de atender la relación de N, N, y A con los entornos digitales:

1. Desde edades cada vez más tempranas, niñas, niños y adolescentes interactúan con dispositivos electrónicos, videojuegos, páginas Web y aplicaciones en las que se emplean elementos móviles de manera persistente y como un medio de vinculación con el mundo social.

2. Las modalidades novedosas de carácter lúdico, que pueden producir como efecto conductas compulsivas y/o de dependencia psicológica entre los jóvenes, debe ser oportunamente atendidos, pues cuanto más temprana sea la edad de quienes adoptan comportamientos compulsivos, mayores chances tiene de presentar deterioro cognitivo y una dependencia duradera en el transcurso de su vida.

3. Los efectos pueden ser observados en el comportamiento compulsivo de los jóvenes y también en el impacto que ello produce sobre los vínculos familiares,

ya que el endeudamiento, el aislamiento de las redes de apoyo y sostén más cercano y la participación en vínculos informales que pueden conllevar conductas delincuenciales son problemas frecuentemente asociados con esta clase de problemas.

4. Se trata de una etapa transicional del desarrollo evolutivo en el cual están en juego los procesos identitarios, el sentido de pertenencia y de configuración del self, expuesto a todas las influencias del entorno digital en el que se produce este proceso de socialización.

5. Gran cantidad de adolescentes acceden a pantallas digitales como medio para regular la ansiedad, tramitar emociones negativas y/o evitar situaciones de conflicto emergentes de las transiciones vitales.

6. En una gran frecuencia de situaciones los niños expresan alteraciones en su comportamiento que no han sido adecuadamente percibidos en su entorno vital más directo, pero que desbordan su capacidad de control en las fases más avanzadas de dependencia y/o compulsividad.

7. No se integra la respuesta en las redes y/o dispositivos formales ni se integra el rol de las redes informales de apoyo y sostén -pares, amigos, referentes afectivos- para implementar alertas tempranas.

8. Existe carencia de un marco de contención y/o regulación social de los vínculos de relación digital más próximos a los niños/adolescentes, y el déficit de normas nacionales y/o jurisdiccionales que regulen este tipo de situaciones pueden ser factores que agudicen aún más estas problemáticas.

9. Se interpela exacerbadamente al niño en su rol de sujeto consumidor, sostenido en los lazos de relación y dependencia vinculados al empleo de nuevas tecnologías de información y/o comunicación.

10. Porque agrava esta situación la alianza que se establece entre plataformas digitales creadas y/o impulsadas con esta finalidad de lucro y entidades financieras que ofrecen amplia disponibilidad para el acceso a los recursos económicos indispensables para realizar este tipo de apuestas.

Como una evidencia de la magnitud y el impacto que tiene actualmente la problemática, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el trastorno por uso de videojuegos como trastorno mental en la edición 2025 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD11. OMS).

En un sentido similar, cabe señalar que en el documento elaborado por UNICEF (2017, op.cit), además de establecer una clasificación de los derechos potencialmente

vulnerados de la infancia ante los entornos digitales, señala que el acceso digital está manifestando una profunda escisión social, y que aquellos niños que podrían obtener más ventajas del adecuado acceso a la tecnología digital no se están beneficiando de ella.

LECTURA DE EVIDENCIAS

Si bien en Argentina está prohibida la participación de menores de 18 años en plataformas de apuestas on line, al igual que en casinos o bingos, la ludopatía crece a edades cada vez más tempranas y los especialistas en salud mental advierten sobre los riesgos de la adicción al juego, especialmente entre los adolescentes.

La oferta de alternativas para la realización de esta clase de apuestas, a las cuales tienen un fácil acceso adolescentes y jóvenes de todas las clases sociales, proliferan de manera incesante en las redes sociales, sin casi ningún grado de control y/o regulación social.

La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2024) llevó a cabo un estudio entre los meses de julio y septiembre del 2024 e incluyó 2.765 encuestas dirigidas a estudiantes de 12 a 19 años pertenecientes a colegios secundarios de la Ciudad, tanto de gestión pública como privada, cuyo objetivo ha sido recabar información sobre el comportamiento de los/as adolescentes en relación con las apuestas online.

El estudio arrojó los siguientes hallazgos:

a. La modalidad de juego virtual impulsó un cambio del perfil del jugador hacia jóvenes de 15 a 35 años, en su mayoría estudiantes de nivel medio o terciario, que se exponen largas horas del día en plataformas online.

b. El 60% de los apostadores reconoció el carácter legal y/o ilegal de las plataformas en las que apuestan.

c. El 60% utiliza plataformas oficiales, mientras que el 40% apuesta en sitios ilegales. d. Se observó un fuerte componente gregario en este comportamiento, dado que el 39% de los/as estudiantes prefiere apostar en grupo.

e. Un alto porcentaje emplea billeteras virtuales, lo cual refleja la facilidad de acceso que ofrecen los medios digitales para participar de este modo en las apuestas online.

Por su parte el informe de la Defensoría del Pueblo bonaerense (2024), con base en el estudio realizado por Target Group Index-IBOPE Y que abarcó 10.018 personas encuestadas en Argentina advierte que los adolescentes figuran como uno de los principales grupos involucrados, ya que el 8,29% de los 1000 encuestados ha realizado apuestas online, porcentaje que se eleva al 12,5% entre los jóvenes de 16 a 24 años, y al 15,5% entre las personas de 25 y 34 años. Asimismo, los grupos de bajos ingresos contemplan el mayor porcentaje de participantes en los juegos online, seguido por sectores medios y altos.

Respecto de la frecuencia de las apuestas, otro dato que ofrece el estudio es que, a su vez, 10,1% de los apostadores juega todos los días de la semana mientras que 19,2% lo hace una vez cada 7 días, y 25,7% lo hace hasta seis veces por semana.

Cabe citar además los datos de un reciente estudio efectuado conjuntamente por la Asociación Argentina de Salud Mental y el Servicio de Adicciones del Hospital Álvarez (Trímboli, 2025, op.cit) sobre población general, informó que la respuesta institucional es percibida como claramente insuficiente, ya que más del 85% de las personas encuestadas considera que las escuelas no están preparadas para intervenir adecuadamente y más del 70% de ellas afirma lo mismo respecto de hospitales y centros de salud.

DESAFÍOS PARA LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

a. Políticas de regulación y comunicación social

Pese a constatar ya desde hace décadas la relevancia epidemiológica, social y sanitaria de las problemáticas de salud mental infanto-juvenil, las políticas públicas en la materia han estado signadas por la discontinuidad, y más por omisiones que por acciones políticas trazadas con una direccionalidad sustentable basada en la promoción del desarrollo humano.

Como hemos señalado en el presente informe, el problema de la exposición digital ingenua en infancias y adolescencias no es suficientemente planteado ni debatido como problema en la agenda social. Entre otros aspectos, la multiplicación de la facilitación y el acceso no ha estado acompañado de un adecuado uso crítico -o alfabetización- del entorno digital.

Es oportuno recobrar lo referido en el Artículo 19 de la Convención de Derechos del Niño, el cual señala que “los Estados Partes adoptarán las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda

forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.

Esas medidas de protección deberían comprender, según corresponda, procedimientos eficaces a fin de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes cuidan de él, así como para la identificación, notificación, remisión a una institución para tratamiento y observación ulterior de los casos antes descritos de malos tratos al niño y, según corresponda, la intervención judicial.

Siempre en el marco de la acción reguladora y promotora que debe asumir el sector público, también en la Convención se establece la importante función que desempeñan los medios de comunicación social. Al señalar que los Estados Parte deben alentar a que los medios de comunicación difundan información y materiales de interés social y cultural para el niño, y elaborar directrices apropiadas para proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar.

Se desprende entonces de la citada normativa el importante rol que debe ejercer el sector público en el control social del comportamiento de infancias y adolescencias en entornos digitales, el cual dista aún de contar con adecuadas herramientas de regulación y fiscalización que resguarden el interés de toda la comunidad.

b. Accesibilidad y disponibilidad de servicios

La constelación de circunstancias descritas en relación con los comportamientos de conectividad on line que se proyectan como amenazas en el escenario social nos permite plantear el derecho al acceso a la salud, así como cuestiones atinentes a la accesibilidad y continuidad de servicios de salud mental.

En términos ideales, la cobertura sanitaria mediante sistemas de protección formal refiere a que las comunidades tengan acceso a servicios integrales y a la provisión de medicamentos de acuerdo a sus necesidades que sean adecuados, oportunos y de calidad, y que puedan ser provistos por el subsector público, privado y/o de la seguridad social (OPS, 2014).

La accesibilidad caracteriza al acceso efectivo, y según OPS (2017) debe ser concebido como “la posibilidad de que una persona pueda resolver su necesidad de salud sin restricciones financieras, geográficas o de oportunidad a través de servicios cercanos, resolutivos, seguros y confiables” (pág.84)

El concepto de accesibilidad, si bien se aplica al campo de la salud en general, tiene una particular relevancia en el campo específico de la salud mental, pues allí

se plantea especialmente la brecha de tratamiento, el cual refleja la diferencia en la calidad y disponibilidad de la atención sanitaria entre diferentes grupos de personas, basada en factores tales como la etnia, el género, la edad, el nivel socioeconómico y/o la ubicación geográfica.

La OPS alerta sobre esta importante cuestión, señalando que la brecha de tratamiento para cualquier trastorno de Salud Mental en América Latina es de 81,4%; y que en el caso específico del tratamiento en niños es de 63,8%, y en adolescentes de 52,6% si se consideran los trastornos mentales graves (Kohn et al, 2018).

Este problema afecta muy especialmente a los grupos más desfavorecidos – pobres, analfabetos, ancianos con deterioro cognitivo y sin adecuada red social- en la medida que en ellos se constata una grieta muy acentuada entre los criterios formulados técnicamente y su efectiva aplicación.

En tal sentido, mientras los entornos virtuales se incrementan y cubren toda la gama de experiencias humanas, las respuestas legales, educativas, médicas, psicológicas y sociales siguen resultando tardías y fragmentarias, y no se constata una red adecuada de servicios disponibles para actuar en la contención y/o el tratamiento adecuados de estas problemáticas.

Estas evidencias ponen de relieve que es esencial fortalecer la respuesta preventiva, ya que cuando el padecimiento de salud mental de un adolescente no se atiende oportunamente sus consecuencias se extienden a la edad adulta, afectando sus posibilidades de llevar en el futuro una vida plena.

Cabe apuntar además que la cantidad, distribución y calidad de los profesionales de salud acreditados dista de satisfacer los requerimientos técnicos para dar respuesta a la complejidad e interseccionalidad de esta problemática. Aquí opera un círculo vicioso, ya que la falta de oportunidades y la carencia de motivación en estudiantes y/o profesionales termina produciendo en los servicios un déficit crónico de recursos humanos calificados.

c. La visión comunitaria

Como hemos señalado anteriormente las instituciones totales, además de expresar el agotamiento histórico del modelo asilar-tutelar, se constituyeron en el núcleo más irreductible y complejo de transformar por el modo en que se ha encarnado en las concepciones y las prácticas de quienes han prestado servicios de salud mental durante décadas de desempeño.

En esta línea, Salud Mental en la Comunidad aludió con frecuencia a la expansión

de los fines institucionales y, consecuentemente, a profundizar un proceso de democratización del poder y de acceso a los servicios que debían dar respuesta a las necesidades de la población. Se trataba de superar el elitismo tutelar que había caracterizado a la práctica profesional para tratar de colocar definitivamente el saber de cada disciplina al servicio de dichas poblaciones.

Concebido como un campo y un saber que estableció una ruptura con el reduccionismo tradicional, el Movimiento de Salud Mental instituyó una referencia interdisciplinaria para superar la linealidad de las prácticas tradicionales y dar una respuesta integral a la gran complejidad de situaciones existentes.

Pero cabe señalar que, aún cuando dicho movimiento ha gozado de un creciente grado de institucionalización, no ha gravitado de modo relevante en la agenda sanitaria y han sido escasas las oportunidades de introducir esta perspectiva en las políticas públicas de salud.

Este problema ha tendido a agravarse por la crónica discontinuidad de las políticas públicas de salud mental, lo cual ha impedido generar proyectos que trasciendan a las intervenciones de turno y en articulación con otras importantes áreas de gobierno, siempre en cumplimiento de acuerdos o tratados celebrados internacionalmente.

Como queda indicada en anteriores trabajos (de Lellis, 2014), el área Salud Mental ha terminado orbitando en un circuito paralelo de instituciones y servicios generales de salud, y ha resultado un área muy poco jerarquizada en la gran mayoría de los organismos que formulan e implementan políticas sanitarias.

Por ello es importante recobrar, desde esta perspectiva, la idea de salud comunitaria como estrategia que debe actuar sobre un tejido vivo de relaciones, cuyos miembros comparten un sentido de pertenencia y proyección social y que se distinguen, entre muchos otros factores relacionales, por sus creencias, intereses, costumbres, aspiraciones y proyectos compartidos (Saforcada, de Lellis, Mozobancyk, 2010).

Aún cuando la tendencia social dominante en nuestra región promueve el individualismo y legitima la crueldad en las decisiones colectivas que afectan a los más vulnerables, sólo desde un enfoque ético y recentrado en lo comunitario se podrá evitar la discriminación, incrementar la disponibilidad de los servicios y jerarquizar el enfoque de derechos como transversal a todo el sistema de atención sanitario que debe ocuparse, también, de las infancias y adolescencias.

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Autor

Martín de Lellis

Argentina -

Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Profesor Titular Regular en la Cátedra I de Salud Pública y Salud Mental de la Facultad de Psicología de la UBA desde el año 2005 hasta la fecha. Especialista en Planificación y Gestión de Políticas Sociales y Magister en Administración Pública de la UBA. Ha participado como funcionario del Área Salud Mental y Adicciones de Organismos Públicos Nacionales y como Consultor en Agencias Internacionales (OIT, UNICEF, OPS, ONU). Ha dirigido programas de investigación científica en temas vinculados con la promoción de la salud y la gestión sanitaria en organismos tales como el Ministerio de Educación de la Nación, el Ministerio de Ciencia y Técnica y la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires. Publicó, como autor o bien coautor, numerosos libros y más de un centenar de artículos en Revistas especializadas de Argentina, Uruguay, Brasil, México y España. Se desempeña actualmente en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El consumo de alcohol en niños, niñas y adolescentes: la evidencia empírica que demuestra la urgencia de nuevas políticas públicas

El consumo de alcohol en la adolescencia representa un problema de salud pública de gran envergadura a nivel global. Sus consecuencias trascienden lo sanitario , con efectos a corto y largo plazo, y se proyectan en dimensiones sociales y económicas..

En la República Argentina, el derecho a la salud se encuentraestá reconocido en el artículo 42 de la Constitución Nacional y en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22, C.N.). Entre ellos, el art. 12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1ero. arts. 4 y 5 de la Convención sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica); y el art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Todos ellos entienden la salud como un derecho tanto individual como colectivo.

De manera específica, el artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) reconoce el derecho de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) al disfrute del más alto nivel posible de salud. Este reconocimiento no solo implica la obligación estatal de no interferir indebidamente en la vida privada o familiar, sino también la de adoptar medidas positivas de carácter económico, social y cultural que garanticen el pleno ejercicio de este derecho2 .

En las Observaciones Generales del Comité de Derechos de los NNyA puede verse la real preocupación para dicho órgano, como así también, la preocupación de que los NNyA crezcan recibiendo información que los construya como adultos futuros, en entornos que propicien hábitos de vida saludable. Con miras a lograr este objetivo,

1 Este artículo tiene como base nuestra investigación a partir de la articulación de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, a través de su Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires y la Asociación Civil Pensando Políticas Públicas. Disponible en: https://waltermartello.com.ar/wp-content/uploads/2024/11/INFORME-FINAL-20241-1-1.pdf

2 Organización de las Naciones Unidas, (1989) Observación general n.º 17 del Comité de Derechos Humanos: Artículo 24 (Derechos del niño) párrafo N° 3.

el Comité de NNyA recomienda fuertemente a los Estados abstenerse de anunciar, comercializar y vender tabaco, alcohol y otras sustancias tóxicas a NNyA3 .

El tema también está presente en la Agenda 2030. El alcohol se aborda específicamente en los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS)- El objetivo 3.5 reza: “Fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias, incluido el abuso de estupefacientes y el uso nocivo del alcohol”. El alcohol tiene un impacto significativo en varios otros objetivos de salud de los ODS, que incluyen: reducir las muertes prematuras por ENT en un tercio para 2030 (3.4); mortalidad relacionada con el tráfico (3.6); y tuberculosis (3.2). Abordar los daños relacionados con el alcohol beneficiaría positivamente otros objetivos de los ODS, como reducir la violencia contra las mujeres.

En Argentina, además de la Ley Nacional de Lucha contra el Alcoholismo N° 24.788 del año 1997 (reglamentada en 2009 mediante Decretos N° 149 y N° 688)4, son varias las normativas que abordan complementariamente la problemática del uso nocivo de alcohol, tales como la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones N° 26.657, la Ley Nacional de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes N° 26.061, la Ley de creación del Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas N° 26.586 y la Ley de Derechos de los Pacientes en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud N° 26.529 A eso debemos sumar para nuestro caso las regulaciones específicas y complementarias de la Provincia de Buenos Aires5 .

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la salud es un

3 Organización de las Naciones Unidas, Comité de los Derechos del Niño (2003), Observación General N°4 al ocuparse de la salud y el desarrollo de las adolescencias en el marco de la CDN, expresa la preocupación por los desórdenes en la salud mental de este período de la vida que, en ocasiones, lleva a cuadros de depresión, autolesión o desarreglos alimentarios. Reconoce además la relevancia del entorno social, comunitario y familiar en el desarrollo de estas situaciones de salud aportando una mirada amplia. Organización de las Naciones Unidas, Comité de los Derechos del Niño (2013) Observación general Nº 15) sobre el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud (artículo 24) punto 65 “Los Estados han de proteger a los niños de los disolventes, el alcohol, el tabaco y las sustancias ilícitas, reunir más pruebas pertinentes del consumo infantil de esas sustancias y adoptar medidas para reducirlo. Se recomienda reglamentar la publicidad y la venta de sustancias perjudiciales para la salud de los niños y la promoción de esos artículos en los lugares donde se reúnen los niños, así como en los medios de comunicación y las publicaciones a las que tienen acceso los niños”.

4 Desde hace años propugnamos una revisión integral del marco normativo Ampliar en Palabras del Derecho (2020) “Hacia una nueva ley de lucha contra el consumo excesivo de alcohol”. Disponible en https:// palabrasdelderecho.com.ar/articulo.php?id=1203.

5 En Argentina, el derecho a la salud está reconocido constitucionalmente como un derecho fundamental, aunque no hay una atribución específica del gobierno federal para regular la salud pública en todo el país, sino que es una obligación compartida con las provincias y otras jurisdicciones locales. Ley 11.748 (ordenada por decreto 626/05) establece la prohibición de venta y consumo de bebidas alcohólicas a menores. Ley 14.050 restricción horaria de los locales bailables. Determina horario de lo, y la entrega a domicilio por fuera de la restricción horaria. Ley 11.825 establece la obligatoriedad del Registro Provincial para la comercialización de bebidas con alcohol. Prohíbe la venta y el consumo en eventos masivos y en la periferia. Ley 14.051 Modifica la Ley 11.748. Prohibición de ventas, expendio o suministro de bebidas alcohólicas y el decreto de ley 8031, Código de faltas (abuso de alcohol, control de alcoholemia, foro para prevención de abuso del alcohol).

derecho humano fundamental e indispensable para el ejercicio adecuado de los demás derechos humanos, que se encuentra contenido en el artículo XI de la Declaración Americana, el artículo 10 del Protocolo de San Salvador, y el artículo 26 de la Convención Americana. Comprende el derecho de toda persona a contar con un estado completo de bienestar físico, mental y social derivado de un estilo de vida que permita alcanzar un balance integral6

La salud mental, en particular es “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” (Organización Mundial de la Salud)7

Respecto a NNyA, tienen derechos especiales a los que corresponden deberes específicos por parte de la familia, la sociedad y el Estado. En efecto su condición exige una protección especial que debe ser entendida como un derecho adicional8 y complementario a los demás derechos que la Convención reconoce a toda persona. No obstante, el consumo de alcohol no es un fenómeno aislado ni individual: está estimulado por múltiples factores sociales y comerciales. En efecto, la combinación de factores sociales como la situación socioeconómica, de género, discapacidad, el lugar de residencia, amplifica las diferencias en los daños relacionados con el consumo de alcohol.

Como lo ha señalado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos “…los fenómenos y problemáticas que afectan a la niñez son complejos, multicausales y multifacéticos. Por ello, la Comisión entiende que la mejor manera de responder a estos fenómenos y problemáticas es a través de políticas públicas que tengan un carácter integral, holístico y sistémico, que tomen en consideración las diversas causas estructurales y sus interconexiones… Esta perspectiva considera la interdependencia, indivisibilidad y complementariedad de los derechos” (párrafo 73)9

6 Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2015. Serie C No. 298, párrs. 172 a 174; Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, supra, párrs. 100 a 1 16; Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, supra, párrs. 98 a 107; Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No. 395, párrs. 62 a 75.

7 Organización Mundial de la Salud (2022). Disponible en https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/ detail/mental-health-strengthening-our-response.

8 Corte Interamericana de Derechos Humanos Condición jurídica y derechos humanos del niño. Opinión Consultiva OC-17/02 de 28 de agosto de 2002. Serie A No. 17, párrs. 53, 54, 60, 86, 91, y 93, y Caso Ramírez Escobar y otros Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 9 de marzo de 2018. Serie C No. 351, párr. 149

9 Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2017), “Hacia la garantía efectiva de los derechos de niñas, niños y adolescentes: Sistemas Nacionales de Protección”. Disponible en http://www.oas.org/es/cidh/ informes/pdfs/nna-garantiaderechos.pdf

Habida cuenta de la estrecha relación que existe entre la gestión de políticas, los derechos humanos y los sistemas estadísticos, es preciso que todos ellos estén en armonía para promover el bienestar de la población. Idear una política o elaborar un indicador estadístico no es un ejercicio normativo ni neutral en lo que atañe a los valores. En cambio, integrar los derechos humanos en esos procesos es, además de un imperativo normativo, una opción práctica y sensata. No hacerlo puede tener consecuencias ciertamente importantes10

La base de nuestro trabajo se centra en la elaboración de estadísticas que generen evidencia en la idea de que no sólo son números: en el mundo actual, las estadísticas de alta calidad son más importantes que nunca y una herramienta fundamental para el cumplimiento y defensa de los derechos humanos11. Las fuentes estadísticas confiables ayudan a los ciudadanos, a los responsables políticos y a las empresas a afrontar la complejidad en estos tiempos turbulentos.

Como lo señala Naciones Unidas los datos de calidad deben ser accesibles para todos, no solo para expertos o instituciones. Cuando datos fiables llegan a comunidades de todo el mundo, facilitan la toma de decisiones informadas a todos los niveles12

Desde la ONG Pensando en Generar Políticas Públicas (PPP), en colaboración con el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense, hemos desarrollado investigaciones que revelan la prevalencia y características del consumo de alcohol en jóvenes escolarizados. y nuestros hallazgos son claros y contundentes.

Si bien la base normativa para la protección de la salud de niños, niñas y adolescentes es sólida (con sustento en la Constitución Nacional, tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño y diversas leyes locales), la evidencia empírica que recabamos año a año demuestra que la brecha entre la letra de la ley

10 Organización de las Naciones Unidas (2012) Indicadores de derechos humanos: Guía para la medición y la aplicación. Disponible en https://www.ohchr.org/es/publications/policy-and-methodological-publications/ human-rights-indicators-guide-measurement-and

11 Organización de las Naciones Unidas ( 2014) Un mundo que cuenta: movilización de la revolución de los datos para el desarrollo sostenible, Naciones Unidas disponible en (www.undatarevolution.org), página 23: “Todos los mecanismos jurídicos o regulatorios, o redes o asociaciones creados para movilizar la revolución de los datos para el desarrollo sostenible deberían incluir la protección de los derechos humanos como parte central de sus actividades, especificar quién es responsable de defender esos derechos y apoyar la protección, el respeto y el ejercicio efectivo de los derechos humanos”; Asimismo Organización de las Naciones Unidas ( 2018) Enfoque de datos basados en derechos humanos que nadie se quede atrás en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Disponible en https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Issues/HRIndicators/GuidanceNoteonApproachtoData_SP.pdf

12 Enfoque de datos basados en derechos humanos que nadie se quede atrás en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible disponible https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Issues/HRIndicators/ GuidanceNoteonApproachtoData_SP.pdf

y la realidad es alarmante. Los datos no son solo números; son el reflejo de una sociedad que aún no logra proteger eficazmente a NNyA.

Los resultados de nuestra última encuesta, realizada a casi 18 mil estudiantes en 2023 y 2024 de la Provincia, confirman lo que venimos advirtiendo desde hace tiempo. Un abrumador 71,62% de los jóvenes encuestados ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Más allá de la prevalencia, los patrones de consumo nos llaman a la acción. Un alto porcentaje de adolescentes incurre en el “consumo episódico excesivo de alcohol” (CEEA), una práctica que, lejos de ser inocua, conlleva graves riesgos para su salud física y mental. El inicio temprano del consumo, la baja percepción del riesgo y la influencia del entorno social y la publicidad son factores que se entrelazan para crear un escenario complejo y peligroso.

La cruda realidad en cifras: hallazgos clave de la encuesta 2023-2024

La encuesta realizada a un universo de 18.000 jóvenes, de los cuales 17.223 aceptaron participar, constituye un universo por demás significativo que nos permite profundizar en fenómenos ya detectados en trabajos de campo previos. El estudio incluyó a estudiantes de 12 a 21 años, con una participación equilibrada entre escuelas de gestión pública (51,56%) y privada (48,44%). La composición de la muestra en cuanto a edad y género es la siguiente: el 57,8% son adolescentes de entre 12 y 15 años, el 34,4% de 16 y 17, y el 7,75% de 18 o más años. Respecto a la identidad de género, el 57,32% son mujeres, el 41,01% varones y el 1,68% corresponden a otra identidad.

Figura 1. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

El análisis de la prevalencia de consumo de por vida, que se ubica en un 68% para la muestra total, arroja diferencias significativas según el género. Las mujeres estudiantes presentan una prevalencia de consumo superior (71,62%) en comparación con sus pares varones (67,23%) y otras identidades de género (70,80%). Este patrón se mantiene al analizar la prevalencia anual (consumo en los últimos 12 meses), donde el 93,11% de las mujeres que bebieron alguna vez lo hizo en el último año, frente al 89,20% de los varones. Estas cifras demuestran una mayor vulnerabilidad en la población femenina, un aspecto que debe ser considerado en el diseño de políticas públicas con perspectiva de género.

2. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Figura 3. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Figura

4. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Los datos también revelan una preocupante realidad en el grupo de edad más joven: más de la mitad (56,05%) de los adolescentes de entre 12 y 15 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Este indicador subraya la necesidad de intensificar los esfuerzos de prevención desde edades tempranas, antes de que el consumo se consolide como un hábito.

Figura 5. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Figura

El estudio profundiza en los comportamientos de riesgo asociados al consumo, y los resultados son alarmantes. Un 25% de los jóvenes que consumen alcohol admite haberse subido a un automóvil conducido por alguien que había bebido, mientras que un 5% reconoce haber conducido un vehículo después de haber ingerido alcohol. Estas cifras no solo demuestran la falta de conciencia sobre los riesgos, sino también una preocupante normalización de la combinación de alcohol y siniestralidad vial, un flagelo que la sociedad aún no logra controlar. Es un imperativo ético y legal abordar esta problemática con urgencia.

Además, la encuesta evidenció una relación directa entre el consumo de alcohol y otras sustancias. Entre los estudiantes que beben alcohol, un significativo porcentaje (casi 20%) también admite el consumo de marihuana. Este fenómeno, conocido como policonsumo, agrava los riesgos para la salud y dificulta los abordajes preventivos y de tratamiento. De la misma manera, el estudio resalta el rol de las bebidas energéticas, cuyo consumo está muy extendido entre la juventud. Un 60% de quienes consumen alcohol las mezclan con estas bebidas, una práctica que enmascara los efectos depresores del alcohol, llevando a los jóvenes a beber más y a un ritmo más acelerado, lo que aumenta la probabilidad de un CEEA y sus consecuencias negativas.

Figura 6. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Figura 7. Adaptado de Investigación sobre consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de la provincia de Buenos Aires 2023‑2024, por Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos –Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 2024.

Propuestas de acción: la urgencia de políticas públicas basadas en la evidencia

La situación exige una respuesta integral, holística y sistémica, que no se limite a la prohibición, sino que abarque la educación, la concientización y la generación de un cambio cultural. Desde la ONG hemos propuesto medidas concretas, basadas en la evidencia recolectada:

1. Fortalecer los controles: es imperativo que el Estado asuma un rol más activo en la fiscalización del cumplimiento de las leyes de venta y publicidad de alcohol. Esto incluye inspecciones rigurosas en los puntos de venta, especialmente en cercanías a escuelas y eventos masivos, y sanciones ejemplares para quienes infrinjan la ley.

2. Invertir en campañas de prevención: se necesitan campañas de prevención de alto impacto, que no solo informen sobre los riesgos del consumo, sino que también promuevan alternativas saludables de ocio y desmitifiquen la creencia de que el alcohol es una sustancia inocua. Estas campañas deben ser segmentadas por edad y género para ser más efectivas, y deben usar plataformas y lenguajes que resuenen con los jóvenes, como las redes sociales.

3. Regular la publicidad: es fundamental regular de manera más estricta la publicidad de bebidas alcohólicas, especialmente en plataformas digitales,

redes sociales y eventos deportivos. La jurisprudencia internacional y nacional ya ha sentado bases para esta regulación, pero es necesario que el Estado la aplique con firmeza para proteger a los menores de la exposición a mensajes que promueven el consumo13 .

4. Abordar el policonsumo: las políticas públicas deben considerar la realidad del policonsumo y diseñar estrategias de prevención y tratamiento que abarque no solo el alcohol, sino también otras sustancias como la marihuana y las bebidas energéticas. Los programas de salud escolar deben incluir módulos que aborden esta problemática de manera integral, proporcionando a los jóvenes las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas y saludables.

En síntesis, los informes, que son objeto de análisis y donde hemos colaborado en su realización, proporcionan una base empírica sólida para el diseño de políticas públicas. Sin embargo, los datos también señalan que la situación no ha mejorado significativamente con el tiempo. Es hora de pasar de la información a la acción, implementando estrategias audaces y coordinadas que protejan la salud y el bienestar de los NNyA. Como señala Víctor Giorgi esta temática, como otras de la Convección de los Derechos del Niño, requiere sin dudas de la acción gubernamental y muy especialmente de la apropiación por parte de las organizaciones sociales y por los propios niños, niñas y adolescentes como actores sociales plenos14

La salud y el bienestar de NNyA es una deuda pendiente que no podemos darnos el lujo de seguir ignorando.

13 Ortega Mohedano F. (2025). Hábitos de Uso y Consumo de niñas y niños en la Economía de la atención: preferencias y publicidad. Sociedad e Infancias, N° 9, págs. 129-133. Señala la importancia de fortalecer los mecanismos de protección para las audiencias más jóvenes, destacando tanto su vulnerabilidad como la complejidad de las prácticas de la publicidad y el marketing digital. Y asimismo la necesidad de la creación de marcos regulatorios sólidos, considerando que los adolescentes suelen tener una capacidad limitada para identificar y reconocer la intención persuasiva de los mensajes y proteger su privacidad de forma autónoma.

14 Giorgi, V (2019) “30 años de la Convención sobre los Derechos del Niño: entre movimientos instituyentes y fantasmas de restauración, (Ejemplar dedicado a: Protagonismo infantil en contextos de vulnerabilidad) Sociedad e Infancias Nº. 3, págs. 329-334.

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• Palabras del Derecho (2020) “Hacia una nueva ley de lucha contra el consumo excesivo de alcohol”. Disponible en https://palabrasdelderecho.com.ar/articulo.php?id=1203.

Argentina -

Defensor del Pueblo Adjunto General de la Provincia de Buenos Aires (PBA), electo por Ley 14.833 de la República Argentina. Consultor académico de la ONG Centro de estudios pensando en generar políticas públicas (CEPEGEP) Asociación Civil.

Responsable de los Observatorios de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y el de Adicciones y consumos problemáticos de la Defensoría del Pueblo de PBA. Fue concejal en el partido de Esteban Etcheverría y diputado provincial en la Provincia de Buenos Aires. También fue interventor designado del ente nacional regulador de la electricidad (ENRE).

Autor y coautor de varios libros y publicaciones.

Participa como expositor en jornadas, audiencias públicas y clases sobre la temática tanto a nivel nacional como internacional.

Prevención del suicidio infantil a partir de servicios especializados: la experiencia de Cecodap

La salud mental ha sido históricamente una de las áreas más descuidadas en las políticas públicas, tanto a nivel mundial como en Latinoamérica. Por lo general, los fondos asignados a salud mental representan apenas entre el 2% y el 5% de los presupuestos nacionales de salud, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (2025) recomienda un mínimo del 5%. Esta cifra, que corresponde a la población general, ya resulta insuficiente para garantizar un acceso equitativo a los servicios de salud mental.

Si analizamos qué porcentaje de estos recursos limitados se destina específicamente a la niñez y adolescencia, el panorama es aún más preocupante: los niños, niñas y adolescentes no tienen garantizado su derecho a la salud mental. Es fundamental insistir en que la salud mental debe ser considerada un derecho, no un privilegio. A nivel global, las necesidades de salud mental han aumentado significativamente. En 2004, uno de cada diez jóvenes entre 8 y 25 años presentaba un problema de salud mental identificable; para 2023, esta proporción se incrementó a uno de cada cinco.

Sin embargo, aunque la demanda de atención en salud mental crece, el número de servicios disponibles para niños, niñas y adolescentes no ha aumentado en la misma proporción (Center for Mental Health UK, Save the Children UK, & Children and Youth Mental Health Coalition, 2024).

Uno de los principales problemas de esta falta de respuesta proporcional en los servicios de salud mental es que la desatención de los trastornos en la infancia puede tener graves consecuencias en la vida adulta. En particular, los cuadros clínicos que aparecen antes de los 14 años predicen con fuerza la aparición de trastornos mentales en la adultez, como la ansiedad y la depresión (Mulraney et al., 2021).

A partir de la pandemia de COVID-19, la salud mental ha ganado mayor visibilidad como área clave para el bienestar humano. Se ha enfatizado la importancia del autocuidado y de contar con servicios y profesionales especializados. Sin embargo, esta mayor visibilidad no siempre se traduce en acciones concretas. Según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME), la ayuda al desarrollo para la salud cayó

un 21% entre 2024 y 2025, el mayor recorte en 15 años, lo que limita gravemente el alcance de proyectos humanitarios en salud, especialmente aquellos dirigidos a niños, niñas y adolescentes.

Es indispensable alzar la voz y visibilizar las repercusiones de no atender prioritariamente la salud mental de la niñez y adolescencia, especialmente en temas críticos como el riesgo suicida. Cecodap, organización venezolana con 40 años de experiencia en la promoción y defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes, ha acumulado conocimientos valiosos en materia de salud mental y prevención del riesgo suicida que pueden servir de referencia.

El Servicio de Atención Psicológica de Cecodap (SAP-Cecodap), fundado en 2017, ha sido una plataforma de investigación y desarrollo de metodologías orientadas a políticas públicas tanto para Venezuela como para la región. Cada año, SAP-Cecodap atiende a más de 13,000 personas, principalmente niños, niñas y adolescentes con problemáticas asociadas a violencia, alteraciones del estado de ánimo y violaciones de derechos humanos. Este trabajo integra la perspectiva SMAPS tradicional y se basa en un modelo propio centrado en los derechos de la niñez (Saraiba, 2021).

La metodología desarrollada por Cecodap ha permitido que, a pesar de recibir casos con altos niveles de riesgo suicida, hasta la fecha no se hayan registrado suicidios consumados entre los niños y adolescentes atendidos por el servicio. Esto no significa que se haya encontrado una solución definitiva a una problemática tan compleja, sino que los incrementos en los niveles de riesgo suicida y en los casos consumados están relacionados con la falta de inversión en la cantidad y calidad de los programas y servicios SMAPS.

Según los datos de Cecodap, en 2019, antes de la pandemia, los casos de alteraciones del ánimo representaban el 22% del total atendido. Tras el inicio de la pandemia, este porcentaje aumentó al 39% en menos de un año y luego se estabilizó en torno al 30.25%. Por otro lado, el riesgo suicida, medido a través de la ideación y otros comportamientos asociados (autolesiones, intentos previos, entre otros), ha aumentado de forma sostenida desde 2019, año en el que se atendieron 72 casos, frente a los 307 registrados en 2024.

Este incremento está vinculado al deterioro de las condiciones de vida y al contexto de conflictividad social y política en Venezuela, ampliamente documentado por organizaciones de la sociedad civil y Naciones Unidas. Sin embargo, el riesgo suicida no es exclusivo de Venezuela ni de países en crisis; incluso en entornos con condiciones económicas favorables se observan aumentos en estas variables. En la mayoría de los países, la inversión en salud mental sigue siendo inferior al 5% del presupuesto de salud, y sin los recursos necesarios, las condiciones de la población no mejoran espontáneamente.

¿Qué ha permitido a Cecodap reducir drásticamente la ocurrencia de suicidios entre los casos atendidos? La experiencia puede resumirse en tres aspectos esenciales:

1. Accesibilidad: Servicios gratuitos, cercanos a la comunidad y disponibles en diversos formatos (presencial, online, comunitario, entre otros). La accesibilidad es clave para que quienes lo necesitan puedan recibir atención. Un aspecto destacable es el creciente número de adolescentes que solicitan por sí mismos servicios de salud mental y refieren a sus compañeros o amigos.

2. Calidad: Servicios con un riguroso control sobre la efectividad de los procesos, considerando la opinión de los beneficiarios y sus familias sobre la atención recibida. La calidad también implica una inversión constante en la formación y especialización del personal, así como la supervisión individual de los terapeutas y la realización de reuniones clínicas para discutir casos y definir las mejores estrategias de atención.

3. Enfoque basado en los derechos del niño: Incorporar los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño ha sido fundamental para orientar la toma de decisiones en contextos críticos. Escuchar la opinión de los niños y adolescentes, empoderar e involucrar a las familias y asignar recursos de forma prioritaria son acciones esenciales para apostar por un bienestar integral que va más allá de la ausencia de síntomas.

Actualmente, Cecodap (2025) dispone de 11 manuales específicos sobre distintos aspectos de atención psicosocial, disponibles gratuitamente en formato digital, que muestran cómo estas perspectivas se implementan en la práctica con niños, adolescentes, padres, madres, cuidadores, docentes y personal humanitario.

No basta con contar con metodologías exitosas para reducir el riesgo psicosocial de la niñez y adolescencia. Es necesario mejorar las condiciones estructurales de cada país para garantizar mejor los derechos de estos grupos. Mientras tanto, es urgente disponer de servicios críticos para la atención de problemáticas complejas, como el riesgo suicida y el abuso sexual. La ausencia de estos servicios implica una revictimización que afecta gravemente el bienestar de la niñez, especialmente la más vulnerable en contextos de emergencia.

Las recomendaciones del Comité Permanente entre Organismos (IASC, 2007) proponen una pirámide de servicios esenciales en materia SMAPS, que abarca desde la promoción hasta los servicios especializados. Sin embargo, la tendencia actual en agencias de Naciones Unidas, organizaciones internacionales, donantes y gobiernos es la desinversión en servicios especializados, priorizando intervenciones de alcance masivo.

Desde Cecodap, comprendemos la necesidad de llegar al mayor número posible de personas con servicios SMAPS para proteger su bienestar psicosocial. No obstante, en contextos de emergencia como el de Venezuela, es indispensable defender la creación y continuidad de servicios especializados por parte de los Estados, ya que esta responsabilidad no puede recaer únicamente en las organizaciones de la sociedad civil.

Los niños no pueden esperar a que los Estados desarrollen plenamente políticas públicas. Por ello, en Venezuela, la sociedad civil, junto a agencias de Naciones Unidas y organismos multilaterales, ha construido respuestas que deben mantenerse para mitigar los efectos de los conflictos, de los cuales la niñez no puede ser responsabilizada. Construir servicios especializados requiere tiempo, esfuerzo y recursos, y una vez invertidos, resulta poco sensato desmovilizarlos.

Las crisis prolongadas, como la de Venezuela, suponen enormes desafíos para la cooperación internacional en medio de una reingeniería de la arquitectura humanitaria global. Sin embargo, la salud mental requiere inversión y esfuerzos específicos para garantizar la protección integral de niños, niñas y adolescentes. Es fundamental visibilizar cómo el trabajo estructurado, orientado y centrado en la doctrina de protección integral puede generar respuestas que trasciendan la realidad local de los países.

Hoy, desde Cecodap, hemos logrado generar evidencia que permite identificar rutas de protección para la niñez y reducir dramáticamente el riesgo de suicidio. Creemos firmemente en la posibilidad de construir nuevas narrativas que muestren cómo, incluso en los contextos más adversos, es posible ofrecer respuestas útiles para Latinoamérica y el mundo.

Referencias bibliográficas

• Organización Mundial de la Salud (2025). Más de mil millones de personas viven con trastornos de salud mental: los servicios requieren una ampliación urgente. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/ detail/adolescent-mental-health

• Center for Mental Health UK, Save the Children UK, & Children and Youth Mental Health Coalition (2024). Un nuevo informe advierte del impacto devastador de la pobreza en la salud mental de los niños. https:// www.infocop.es/un-nuevo-informe-advierte-del-impacto-devastador-de-la-pobreza-en-la-salud-mental-delos-ninos/

• Mulraney, M., et al. (2021). A systematic review of the persistence of childhood mental health problems and adult mental health outcome. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 129, 57–68. https://pubmed.ncbi. nlm.nih.gov/34363845/

• Cecodap. (2025). Manuales de salud mental. https://cecodap.org/publicaciones/

• Saraiba, A. (2021). Manual de atención psicosocial con niños, niñas, adolescentes, docentes y familias en contextos de emergencia humanitaria. Editorial El Papagayo.

Venezuela - cecodap.creciendosinviolencia@gmail.com

Psicólogo. Coordinador Adjunto de la organización “Centros Comunitarios de Aprendizaje” (Cecopad) de Venezuela y referente del Servicio de Atención Psicológica.

Profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad Central de Venezuela. Autor de múltiples textos y estudios en Salud Mental y Apoyo Psicosocial de Niños y Adolescentes en contextos de emergencia.

Autor Abel Saraiba

ANEXO

En esta edición del Boletín Nº 20 del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN) queremos sumar las reflexiones y compromisos asumidos durante el XXIII Congreso Panamericano y el 4.º Foro Panamericano de Niñas, Niños y Adolescentes, celebrados en 2024 en El Salvador. En estos espacios se abordaron tres temas centrales: primera infancia, movilidad humana y salud mental.

Esta edición pone especial énfasis en la salud mental, un aspecto fundamental para el desarrollo integral y el bienestar de niñas, niños y adolescentes. En este sentido, esta publicación incluye las resoluciones del XXIII Congreso Panamericano de Niñas, Niños y Adolescentes, sobre los temas mencionados, así como también la resolución adoptada por la OEA en la 55° Asamblea General desarrollada en Antigua y Barbuda en junio de 2025, bajo el lema “Construyendo economías resilientes e inclusivas en las Américas”. En la ocasión se abordó el tema de salud mental como prioridad en el desarrollo de la región.

Lee aquí la Resolución del XXIII Congreso Panamericano de Niñas, Niños y Adolescentes

Lee aquí la Resolución adoptada por la OEA en la 55° Asamblea General sobre la salud mental

APPENDIX

In this edition of Bulletin No. 20 of the Inter-American Children’s Institute (IIN), we would like to share the reflections and commitments made during the XXIII Pan American Congress and the 4th Pan American Forum on Children, held in 2024 in El Salvador. Three central themes were addressed at these events: early childhood, human mobility, and mental health.

This edition places special emphasis on mental health, a fundamental aspect of the comprehensive development and well-being of children and adolescents. In this regard, this publication includes the resolutions of the XXIII Pan American Congress on Children on the aforementioned topics, as well as the resolution adopted by the OAS at the 55th General Assembly held in Antigua and Barbuda in June 2025, under the slogan “Building resilient and inclusive economies in the Americas.” On that occasion, the issue of mental health was addressed as a priority in the region’s development.

Read here the Resolution of the XXIII Pan American Congress on children

Read here the Resolution adopted by the OAS at the 55 General Assembly on mental health

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