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Salud mental:

pandemia silenciosa y su impacto económico

La mitad de la población mundial vive en países donde existe un solo psicólogo por cada 200 mil habitantes o más: Banco Mundial.

La demanda de servicios de salud mental aumentó desde el confinamiento del 2020. La pandemia evidenció la importancia y el desempeño de los servicios de atención primaria en la materia en todo el mundo, especialmente en los países de ingreso bajo y mediano. La ansiedad y depresión aumentaron entre los trabajadores de primera línea, los jóvenes, los migrantes, las poblaciones que viven en circunstancias precarias, y en muchas personas que no padecían afecciones mentales antes de la emergencia sanitaria.

Según cifras del Banco mundial, en promedio, los países destinan el 2% de sus presupuestos sanitarios a la salud mental; se trata de un bajo porcentaje si se compara con la pérdida de productividad que equivale a un billón de dólares anuales por este tipo de afectaciones. Las consecuencias económicas de las enfermedades mentales representan costos indirectos para la sociedad. Más del 70 % del gasto en salud mental de los países de ingreso mediano aún se destina a hospitales psiquiátricos.

Las respuestas ante el problema van acorde a los diferentes contextos. Los países de América Latina y el Caribe abordan este desafío de distintas maneras:

En Colombia han implementado un modelo impulsado por la tecnología para la atención de la depresión y el consumo peligroso de alcohol.

En Chile se refuerza el tratamiento de salud mental en los centros de atención primaria en sintonía con la red sanitaria y la comunidad.

En Perú se han lanzado iniciativas para aprovechar el financiamiento y desarrollar servicios de salud mental comunitarios a escala nacional.

En Paraguay intentan reducir la brecha entre el sistema actual y la realidad de la prestación de servicios de salud mental en el marco de la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental.

En Uruguay se implementan las estrategias de prevención a la prestación de servicios de salud mental, e incluye la telemedicina.

En El Salvador el foco se centra en la salud de los adolescentes y el impacto de la violencia en la salud mental.

En Ecuador el debate se centra en la reducción del estigma y la internación de los pacientes, lo que incluye la atención de la salud mental en el nivel primario y el fortalecimiento del apoyo comunitario.

Isla de San Martín lidera una iniciativa regional para proporcionar tratamiento a pacientes en islas vecinas.

Es urgente extender el acceso a este tipo de tratamientos y ayudar a abordar el estigma asociado con la salud mental, ya que una consulta de salud mental en la atención primaria se considera una enfermedad. También es importante ayudar en el cumplimiento de las visitas médicas, porque los pacientes pueden abordar simultáneamente sus problemas de salud tanto físicos como mentales.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, proporcionar financiamiento adecuado para la atención de salud mental puede generar una alta rentabilidad económica. Cifras del organismo indican que el rendimiento de la inversión de las intervenciones de atención de la salud mental resultó ser entre dos y cinco veces superior a lo previsto inicialmente.

Para los expertos, la salud mental es una pandemia silenciosa y una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Es hora de prestarle atención y ayudar a los países a reforzar sus programas. Es indispensable lanzar actividades de promoción, evaluaciones técnicas y financiamiento para proyectos de inversión hasta iniciativas de fortalecimiento de la capacidad.

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