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ESPECIAL 18 DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE DE 2015
diarioUNO.pe
Maynor Freire Colaborador
mi primer instructor en el círculo y su aterciopelada voz de locutor; Podestá, Martínez, Antonio Muñoz. Pero, sobre todo, Lea Barba y Félix Arias Schreiber, con quienes conformamos un trío irrompible. Nos tomaba media hora caminar desde San Marcos a casa de Lea, en Petit Thouars; una hora más hasta la de Félix, en la avenida Arequipa; y a mí, solo, una última media hora hasta la calle Porta. Eran unas caminatas efusivas, dialécticas, entrañables, de intensos intercambios y ferviente amistad, la que por cierto no impedía la pugnacidad crítica. Todavía recuerdo de mi desazón de aquella noche, en que Félix, luego de una violenta discusión sobre el realismo socialista, me lapidó de esta manera: “Eres un subhombre”. También recordó –al momento de recibir el premio Nobel en Estocolmo-a sus compañeros y amigos íntimos, entre ellos a Abelardo Oquendo, Lea Barba y Félix Arias Schreiber. Esas sus largas caminatas acompañados a sus respectivas casas. Lea Barba fue, pues, una mujer cuya presencia en la cédula Cahuide tuvo alta relevancia, aunque luego, quizá por dedicarse a su vida familiar, dejara su ligazón política y solo su esposo Félix, lo hizo, llegando a ser considerado incluso el delfín de Jorge del Prado como Secretario General del PCP y arribando a la jefatura de redacción de El Diario Marka a principios de 1980, treinta años después de su aventura en la Célula Cahuide, vocero de la Izquierda Unida. Un justo homenaje para una valiente y decidida mujer que militó en una cédula clandestina al lado de quienes más adelante serían conspicuos personajes de la vida política e intelectual peruana.
L
eemos con mucha pena que Lea Barba Barrera de Arias Schereiber falleció el pasado lunes 23 de noviembre en la ciudad de Lima. Quizá fue quizá la primera mujer del siglo XX que conformó una pequeño grupo clandestino del Partido Comunista Peruano (PCP) allá por los años ’50: la Célula Cahuide, para enfrentarse a la feroz dictadura del general EP Manuel Odría Amoretti, y que nuestro premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa inmortalizara a través de su renombrada novela Conversación en la Catedral. A propósito de esta remembranza-homenaje a Lea Barba reproduzco un extracto de mi ensayo publicado por la Editorial Miguel Ángel Porrúa de México junto con el Instituto Tecnológico de Monterrey (México DF 2010) bajo el título Mario Vargas Llosa, perspectivas críticas. Ensayos inéditos. Bajo la coordinación de Pol Popovic Jaric y de Fidel Chávez Pérez reunieron los once ensayos más destacados. Como es posible constatar por este testimonio de uno de los integrantes del Grupo Cahuide, el ex guerrillero Héctor Béjar -amnistiado por el general Juan Velasco Alvarado cuando pendía sobre él o la prisión perpetua o la pena de muerte-, MVLL ha tomado esta historia de la realidad (la verdad de las mentiras). No sabemos si el Washington al que va a buscar Zavalita al hotel Mogollón (que en la realidad queda en pleno centro de Lima, en el jirón Moquegua) es Durand u otro, y Jacobo es indudablemente Félix Arias Schereiber, distinguido intelectual de la izquierda peruana que llegó a casarse con el personaje Aída (Lea Barba en la vida real) y de la cual aparece enamorado Zavalita y que Vargas Llosa corrobora en El pez en el agua, su obra autobiográfica. Allí confiesa habérsele declarado a Lea. ¿Razón por la cual en realidad MVLL se retiró de aquella célula comunista de los años cincuenta? Vaya uno a saberlo. De una cosa podemos mostrarnos seguros: en 1969 MVLL escribe una novela donde manifiesta sin tapujos sus experiencias vividas y realiza comprometidas denuncias contra la dictadura odriísta. Aunque también nos dé a saber lo precario de nuestras organizaciones revolucionarias de aquel entonces, lo endebles que eran y cómo en medio de una decisión de tanta importancia como el de proseguir con la organización de una huelga contra el tirano, surge un pedido insospechado de expulsión de parte de una dama por sus frustrantes amores con uno de los miembros del grupo. Si bien al enterarnos del viraje intempestivo que ella pretende darle a la sesión clandestina de los confabuladores surge un tono de humor inesperado, hay allí una ironía sardónica con sabor a pequeña venganza también sentimental, tal como la de Aída cuando pide la expulsión de Jacobo (Félix Arias Schereiber, con quien más tarde se casaría). El denominado ochenio de Odría,
Lea y su esposo Félix Schereiber
El amor imposible de Vargas Llosa “LEA BARBA, UNA DE LAS PRIMERAS MUJERES PERUANAS MILITANTES en la clandestinidad”, es el título original de este texto sobre la amiga que Vargas Llosa no logró conquistar y a quien evoca en sus memorias y sus novelas Conversación en la catedral y en El pez en el agua. quien dio el golpe de Estado contra el presidente José Luis Bustamante y Rivero el 27 de octubre del año 1948, siendo su ministro de Gobierno, provocó serias protestas de la intelectualidad peruana y prisión para muchos de ellos al igual que para los militantes apristas y comunistas, sea en el penal de El Sexto, ubicado en pleno centro de Lima, o en el Panóptico y la Penitenciaría, edificados frente a Palacio de Justicia. No faltaron algunos asesinatos. Los estudiantes universitarios también se revelaron. Así surgió la CédulaCahuide, conformada por un futuro premio Nobel de Literatura, un
guerrillero que se levantó en 1965, un periodista de alta calidad (su hijo dirige hoy por hoy un importante diario de gran circulación en Lima), un decano de la facultad de derecho de la UNMSM y un abogado laborista de enorme prestigio, además de la única mujer que trabajara en la clandestinidad para derrocar una triste dictadura a principios de la segunda mitad del siglo X: Lea Barba. He aquí otro recuerdo de MVLl publicado el 3 de mayo de 2001 en su columna Piedra de Toque en la revista Caretas bajo el título de “Regreso a San Marcos”:
Aunque los años nos han ido aventando a todos por direcciones diferentes, y a la mayoría de estos compañeros -perdón, camaradas- no los he vuelto a ver, ellos figuran entre mis irreductibles recuerdos sanmarquinos. Héctor Béjar,
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