De un tiempo a este parte. Número 1

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de un tiempo a esta parte

impresiones lasjustas 2012. enero-febrero

NĂşmero 1

Para un esteta de

JosĂŠ Hierro


Ă?ndice

Mientras perdĂ­a el broche de la cordura

seissiete

Recordarte que me recuerdes

cuatro-cinco Fue el nombre de sus calles

ocho-nueve Delirio en rojo, en clave menor

diez-once

Dark close up SĂ­ntomas del Taedium

doce-trece dos

catorcequince


(Entre paréntesis)

dieciséis-diecisiete La más guapa de todas las feas

dieciocho-diecinueve Criticarcamonio

vienteveintiuna

La Petite mort

vienticuatroveinticinco Mujer con alas 2.0 Fuiste primero un trazo tímido

vientidósveintitrés

vientiséisveintisiete

tres


Recordarte que me recuerdes Me apellido Penélope, el nombre verdadero que tuve mi memoria apenas distingue qué apariencia tiene en el presente. En otra juventud fui de naturaleza viajera, atravesaba mundos y existencias, recorría raíles y amantes, era la protagonista de mi vida. A día de hoy, soy mi propia antagonista cuando observo la aparente calma mientras la tormenta se forja por dentro, me amarro inexplicablemente a un tú que fuiste que se disuelve y que ahora no está nunca donde yo estoy, un puerto donde encallé hace décadas un lugar donde me desgasto. Me soy infiel porque sigo aquí, sin saber muy bien si sigues siendo el motivo de mi espera. Como cada mañana, mi dedo está dediatado concienzudamente. Observo con cierta desidia qué todo está en su sitio. Compruebo el procedimiento, sigo el manual de instrucciones. Levanto el dedo despacio, pruebo sus fallos, reviso si la tensión es correcta, si el recuerdo que ata no se desata en el olvido. Verifico su sistema de seguridad, la posición exacta, si el color es adecuado o si la sangre de mi dedo puede circular como acostumbra. Certifico que pasan los estrictos protocolos férreos que en su día firmó mi mano notaria.

cuatro


ilustrado por

Me apellido Penélope por última vez. Ha llegado la hora de avanzar hacia otras islas que no me aten. Es hora de recordar cómo me llamo.

Erika Kuhn

Me estrello sin remedio en la certeza más cierta de que has emprendido un camino diferente al mío. Caigo de golpe en la cuenta y sin que medie cura paliativa alguna que de ti tan solo permanece este pequeño cordel borgoña de mi dedo. De lo que fuimos me queda lo que nos une, y lo que nos une es este frágil recuerdo con forma y color de hilo de sangre. A mi dedo corazón le até un lazo rojo para recordarte que me recuerdes. Pero no funciona. Defecto en su fabricación o deterioro por mal uso.

cinco


Mientras perdía el broche de la cordura Con lo que pueda quedar del poema que no te he escrito en este rap me pongo a ladrar palabros, la verdad, sin tener de esto ni la más puta idea. Y esa idea es un taladro con el que abro tus orejas para darte pena y grima con lo que grito pero si con ese grito suscito un golpe macabro en tu cintura de rejas, algunos besos o caricias, sé que me importará un pito que mi pericia sea tan cutre y maltrecha como las escasas ideas de mi sesera para hacer estos ripios. Viva lo que gimo, te aviso que no es un timo, ni un escatimo. Eso te digo, esto afirmo y te firmo. De esta guisa vivo en este nicho. Soy un mal bicho que no tiene en la piel banderas de oro ni adoro ritos, y aunque no ha nacido en territorio del Panben este prenda, menudo menda lerenda, acudo perentorio con mis credenciales de haber vivido un millón de noches que no es un reproche, en la zona chunga de mi mollera. En este papel pone que he asistido a clases presenciales de medianoche en la corte fantoche del diablo, de eso hablo, y hablo sobre que he ido muerto en mi coche mientras perdía el broche de la cordura, qué locura hablar como hablo de lo que hablo sin tener estudios de literatura. De aquella cultura me echaron con honores y al mundo de los vivos he vuelto jodido, vivito y coleando con los huesos de horrores camino cogitabundo pero sin tener que pedir ayuda a ninguno. Iracundo pero rotundo en mis temores. Es lo que tiene tener el alma rota y sucia, seré para ti el pellejo de una letra desnuda. Te lo digo con soltura. Fui pendejo en el infierno maldito y los muy cabrones me han devuelto con el corazón podrido de latidos, de sueños y abstracciones. Por eso mis acciones serán las vocales de este contrato que he firmado resuelto para dar mucho por saco a todos los tontakos que viven sin pedir explicaciones, que dicen conocer las conclusiones y solo cuentan más que cuentos parcos. Que no, que no, que ya no me lo trago. Menudo relato, menuda mierda, menudo entuerto, menudo estrago. Vaya panda de vagos. Rapea si te atreves o si sabes tararea conmigo estos versos sin universo, sin código de barras, ni licencia de obra, ni permiso, ni precio, vente de farra con la gente de Pan Bendito, te lo dejo por escrito para que el aprecio que le haces al desprecio te haga bajarte del trapecio del necio, y vengas recio. Quítate de la cara lo serio. Libera tu mente, sé inteligente, grita mi letra rastrera porque este garabato que soy yo se quita el sombrero y se pule la calva y hace lo que hace falta, porque soy muy pazguato, porque hago lo que me da la gana, para que el Langui y sus secuaces que son los namberswan de los tipos mordaces sean capaces de estrujar de estas perras líneas que se caen de mis fauces voraces un pacto para estrangular estas guerras y su mundo sin paces.

seis


ilustrado por

Bansky

siete


Fue el nombre de sus calles Habito en una ciudad de cristales azules que tiene las esquinas de sus muros amablemente redondeados. No parece muy alta si se compara con otros lugares que he visto o en las que he estado alojado tan solo una noche o toda una década. Me llamó la atención que se diseñara como una ciudad falsamente esférica, donde caminar en línea recta hacia ningún sitio y sin prisa o destino aparente te devolvía inequívocamente al punto de origen. Sus ventanas lapislázulis eran prisiones cerradas que guardaban a sus habitantes del desapacible tiempo externo. Lo primero que tuve que conocer fue el nombre de sus calles. Después aprendí a distinguir a sus ciudadanos. No a todos llamo por su apelllido pero a todos los reconozco si me los encuentro en otro tiempo o en otra geografía.

ocho


Pasó toda una vida y a día de hoy aún me levanto y camino despacio hacia esta ciudad de cristales añiles. He sobrevivido a mi propia historia mientras escribo desde el interior del espejo. Utilizo una brújula sin aguja y sin norte para que me avise si la lluvia o la ventisca o las tormentas me acechan, otra vez, en el horizonte. No estoy ni alegre ni triste ni siento rencor ni miedo por hallarme en esta ciudad garza. Camino hacia adelante sin demasiado equipaje. Mis ropas no están húmedas y con eso me vale. Rompo mi bitácora para no tener, como en aquella hermosa canción, que elegir entre ese olvido y esta memoria.

Antonio Lorente

Terminé golpeado y derribado al final de mí mismo, atado por las mudas cuerdas de quienes fueron mis vecinos, de mis amigos invisibles. Maldije mi fortuna, atrapado entre la comodidad que envidia el perro flaco y la pérdida de vida que conlleva no respirar oxígeno.

ilustrado por

Todo ese mundo cobalto me felicitó por mi mudanza inesperada y casual, por mi llegada, aunque no todos se alegraron. Más pronto que tarde descubrí que el pueblo me había convertido en un Gulliver por engullir, acechado por un país que disponía de sus propias medidas. Fui tuerto en su mundo de ciegos, cojitranco en época de llevar las dos piernas amputadas. Ser de piel extranjera me deparó la denuncia injusta de su justicia, me trajo puertas cerradas y soledades. La paz fue cruenta, la guerra, silente, la vida, hostil, la emigración, una posible salida, la libertad, una cadena incómoda y oxidada, el tiempo, una venganza, la amistad, un coro insensato y apócrifo, la lucha, el pan de cada día, la espera, lenta y con sabor a plato recalentado. el silencio, los sonidos de mi corazón.

nueve


Delirio en rojo, en clave menor

Es el delirio, una fotograma de sexo que practicamos con la complicidad oscura de nuestros cuerpos buscándose. Es una breve e intensa sinfonía, un delirio en rojo en clave menor, una boca que espera que el placer le ordene gritar. Es el delirio lo delirante de un ojo fotográfico que advierte el secreto ocultado en un detalle desapercibido. Es Picasso abrazando una trompeta mientras Dalí cocina en horno de leña relojes derretidos que se mueren en una tarde agosto. Es el delirio un verbo sin conjugaciones, un adjetivo sordo, intransitivo e incompleto de esos seres incompletos que somos cuando liberamos a la bestia prisionera que habita en nuestro corazón. Es la rebeldía incomprendida, la pieza que los yertos diccionarios ubican entre el despropósito y el disparate. Es el delirio la antítesis de las reglas que un alguien establece, el texto prohibido que se encuentra en los manuales de estilo de los mundos que inhiben placeres. Es el enfado de la risa extrema, el paroxismo de quien ama de forma equivocada.

diez


once

Miss Aster

fotografĂ­a de


Síntomas Primero debe observar con atención lo que le rodea en ese momento. Debe saber con exactitud el nombre de cada piedra de su celda. Conocer su número preciso entra dentro de los parámetros establecidos en su posible enfermedad. Debe reconocerlas, como un padre distingue el llanto de uno de sus trillizos en plena noche a varias habitaciones de distancia con la puerta del pasillo cerrada. En segundo lugar debe contabilizar las veces que ha bostezado en el anterior cuarto de hora. Después debe ampliar el ratio de su estudio para saber en cuántas ocasiones ha mirado el reloj en la última hora y media. Por fin, compruebe que el segundero de su reloj funciona y se mueve segundo a segundo. Anote sus progresos y haga una gráfica con tres colores muy saturados para establecer el seguimiento. En tercer lugar debe cerciorarse de la absoluta simetría de sus uñas. De advertir desigualdades, proceda con suma cautela a morderse la imperfección hasta subsanar la anomalía. No le importe repetir el ejercicio tantas veces como crea necesario. Recuerde que salvo daño estructural, mal formación congénita o accidente laboral o de coche, debería tener dos manos. Si ha empezado por la izquierda, someta a su diestra al mismo procedimiento. En cuarto lugar pida prestado el periódico gratuito de la mesa de al lado. Hable un minuto o dos con su colega que le ha cedido la lectura sobre inclemencias metereológicas. Pase a continuación a leer a conciencia cada página, cada sección del papel prensa.

doce

Síntomas del taedium


Indicaciones Repita los pasos uno a cinco tanto como crea necesario. Si a lo largo de su jornada se da cuenta de que sufre con regularidad dos o más síntomas descritos anteriormente, usted padece lo que se conoce clínicamente como Taedium, una patología común entre el ciudadano medio con grandes periodos de tiempo sin producir nada de nada. Vulgarmente se denomina como aburrimiento. Contraindicaciones No se ría por nada no salga, no hable, no invente, no sueñe no trabaje, no produzca, no se mueva, no viaje no apague la tele, no abandone Twitter. Cualquier cambio en su estado podría ocasionarle que dejara de aburrirse. Consulte con su médico por si sus síntomas cambian. No vaya a divertirse de golpe. Podría ser feliz.

Fernando Evangelista

En quinto lugar, levántese, estire las piernas, aléjese del lugar del que está. Su estado no debe incitarle a contraer nuevas patologías. Si tiene cerca una máquina de café tómese un brebaje caliente. Existen dos variantes para el pago. Variante una: pague con monedas exactas y cuente dos veces para asegurarse. Variante dos: abone con una moneda de mayor importe y cuente dos veces el cambio.

ilustrado por

No se limite a las fotografías. No desprecie nada. Un artículo de belleza del cuidado del pelo que los dueños hacen de sus animales de compañía podría parecerle interesante.

trece


Dark close up

Dibujo en voz baja siete versos sueltos bajo la tímida luz que me brinda la noche, porque sé que tus ojos respiran sueños mientras duermen. Es difícil saber si la vida hoy te ha mostrado su faz más amable o si por el contrario te ha abrazado de manera hostil. Te miro para memorizar tus trazos violáceos que mi tartamudo pincel utilizará para fotografiarte en mis acuarelas de siempre, tal cual estás. Estoy junto a tu cara, vestido de rutina, de lluvia y sin zapatos, valorando cuánta suerte debe tener mi piel por tenerte en mi mundo, otro día más. Me quemo sin arder cuando veo tu primer plano, cuando mi cansada retina adapta su precisa lente y me regala un atardecer de colores, un lujo de tus detalles. Ahora me limito a dibujarte en voz baja y sin faltas de ortografía, estos siete versos sueltos que enmudecen al final de este poema. Mañana serás lienzo.

catorce


ilustrado por

Thomas Saliot

quince


ilustrado por

Erika Kuhn

diecisĂŠis


...te contaré mi sueño imperfecto. Me alejo de un andén sin nombre, huyo de esa infinita y gruesa sal con la que tu sombra difusa me despide en la estación. Caigo de bruces entonces en que mi vida cabe dentro de unos paréntesis huérfanos, paréntesis que me podrían definir como excepción a la norma, (ojalá) como matiz sin matices, (es posible) como comentario sin importancia, (casi seguro). Firmo hasta aquí la tristeza contenida. Llevo como mochila un corazón contaminado por sus tremendas ganas de latir.

(Entre paréntesis)

...te narraré mi sueño en transición. Transporto mi cuerpo hacia el coche aparcado fuera de plano de cámara, como un personaje secundario que no tiene texto y que no hace falta representarlo de ninguna forma. ¿Cómo suena un sonido, acaso un grito desgarrador en una película muda? Cuando hago mutis por el foro, un grito escondido se escapa desapercibido. Nadie me ve. Soy una acotación en la escena. Mi cara no suena a nada, aunque se estremece. ...te detallaré mi sueño legítimo. Entro en una casa destrozada con olor a melancolía de poema trasnochado. Decido abrir las ventanas de todos los pisos y comienzo a vender mi pasado en un pequeño rastrillo justo delante de la puerta principal. Cambio todo mi tiempo de segunda mano y los recuerdos que ya caducaron por días con mañanas diferentes, por segundos con sabor a nuevo. Parto sin equipaje, tan solo cargo con mi corazón. Me fugo al final de los tres puntos suspensivos para descubrir el final de mi propia historia, que comienzo hoy.

diecisiete


La más guapa de todas las feas Cuando las tardes son malditas y me abrazo a la belleza que tiene la más guapa de todas las feas, cuando no me apena si me robas y me quitas de la cartera esta suerte de tristeza, cuando de frío y de miedo tirita este flaco corazón de ginebra. Cuando tercian los tercios donde me quiebro en un millar de cervezas, cuando mis noches son un broche por el que pierdo la cabeza, cuando te pido que te calles por las calles de tu boca llena, cuando mis ojos cojos coquetean con tu escote y la gracia que lleva. Cuando elijo de mal en peor mis amistades y mis matrimonios, cuando asumo que no soy para ti lo mejor, cuando las risas están a cero en las divisas de mi patrimonio, cuando me divorcio de los divorcios de las victorias que traen las batallas, cuando mi piel es un consorcio que se abriga con este abrigo de piel de canalla.

o Estribill

o Estribill

o l l i b i r t s E

Estribillo dieciocho


Cuando te busco dentro de mi laberinto, cuando te escapas de mis espejos, cuando se me acaba todo el vino tinto, cuando me muero y resucito mucho más viejo, cuando te fugas con cualquiera que diga y asegura ser tu marido. Cuando te quiero aunque no me quieras, cuando mis sueños nacen como quimeras.

Cuando no distingo cicatrices de heridas oscuras y lejanas, cuando me cobran las meretrices mucho más que un beso y una cama, cuando cuesta demasiado seguir las directrices que las mujeres de mi vida me mandan, cuando pido escribirte esta canción para infelices, cuando mis palabras son prestadas y mundanas.

por

Cuando mi alma de cianuro alquila habitaciones por un trozo de pan duro, cuando te aseguro que me alejo de las malas tentaciones, cuando estoy completamente seguro de que la muerte y sus legiones me dejan sin suerte y en apuros.

Pedro Moya

Pediré la secreta cuenta de lo que a tu esposo no cuentas, rescindiré tu contrato de Cenicienta, y que aquí y ahora me muera si tus pechos de caramelo de menta no quieren que mi lengua les mienta. Cómo decirte sin que suena a afrenta que eres la más guapa de todas la feas.

ilustrado

Estribillo

Pediré de tu garganta un plan sin palabras, tu voz que ruge cuando cantas, tu mano que me meta mano y que el corazón me abra tu caricia impura, burda, casta y santa, tu verdad y mis mentiras como otras tantas, tu tiempo muerto, una pausa pactada, demasiados besos sordos, mudas caricias sin trabas.

diecinueve


Criticarcamonio No te lo vas a creer y no soy yo quien te lo ha dicho pero el otro día me dijeron que el lenguado de la esquina estaba con las aletas puestas sobre la espina de la merluza del tercero. El besugo de enfrente le comentó al crustáceo de la tienda de ultramarinos que su prima la trucha de río le habían contado a sus ojitos plateados cómo respiraban por las mismas branquias. Pues no te lo creerás y no seré quien te lo confirme pero el otro día a mí me juraron que el lenguado, el muy deslenguado, presumía en la cantina por la plaza conquistada. ¿Dónde vamos a parar si cada cual pesca en acuario ajeno? ¡Qué océano éste!

veinte


Hay que ver cómo nada el patio, pues cuando te cuente que la ostra se abría de par en par cada vez que podía y que el valor de sus perlas estaba muy encima de las nubes. Cómo está el océano, ay, que el pulpo y sus ocho patas acarician por doquier siempre a una distinta, fíjate tú, siete días, ocho posibilidades. Y luego que si la gente habla. Me ha confesado el mero que le contó la dorada que le había dado en secreto el falso abadejo lo que sabía del atún que le dijo la caballa que aquello que hizo el jurel no era ni la mitad de grave que lo que contó a todos la palometa blanca. Fíjate tú... Menos mal que a ti a mí no nos interesan estas cosas. Menos mal...

ilustrado por

Antonio Lorente veintiuno


Fuiste primero un trazo tímido Me pides que descubra los trucos del aprendiz de brujo que soy cuando me inclino sobre la mesa de mi estudio y pretendo dibujarte. Sabes que si supiera escribir, serías sin duda un extenso poema de amor. Lo que ocurre es que nada entiendo de palabras. Solo construyo líneas que traen consigo otras líneas que llaman a gritos a otras que se traen a todas sus amigas de la infancia... para que después terminen imitando a una realidad cualquiera. Pero no te sé negar secretos... Tú ganas... Despejo la mesa de distracciones, me visto con la apariencia adecuada mientras afilo el instrumental con el que abriré en canal esta hoja en blanco que me observa impávida y resignada por su futuro. Primero eres un trazo tímido, una marca casi imperceptible que mi lápiz dubitativo marca en un papel amarillo y virgen. Es similar a cuando un amante desnuda al otro en el silencio de los besos, cuando comienzan ambos a amarse por primera vez. Es un movimiento inicial tembloroso y pueril. Es el principio. De ese hilo de carboncillo, con algo más de valentía y textura mana un río de líneas

veintidós


David Bray

Lo que fue principio al principio poco a poco se va convirtiendo en el final del dibujo que he robado del papel amarillo. Retoco tu boca a medio abrir que parece discrepar con el resultado, como si la falta de sonido que tus labios tienen protestara por haberte hecho de tal forma o de tal otra, una protesta silente que mi lápiz se venga con frialdad rechazando toda reclamación. Mis dibujos no son democráticos. Están atados a la dictadura que persiguen definirte. Ni tan siquiera puedo discrepar sobre lo que mis trazos imponen.

por

Me detengo toda esta vida en el verde de tus ojos cálidos, en fijar al milímetro esa mirada que me mira y que solo al hacerlo, me desarma, aunque mi neutro lapicero no sepa darle color. Te dibujo observándome como si el tiempo tuviera la deferencia de detener sus manecillas para poder calcarte con calma. Pero sabes que no es así, que aprendí a dibujarte de memoria en las ausencias cotidianas en las que te conviertes cuando no estás.

ilustrado

que surcan la hoja al galope de norte a sur huyendo de su propio origen. Fabrico uno, dos, tres, cuatro, cien, mil. Se amontonan los trazos delgados encima de los gruesos que se atrincheran en el fondo de la cuartilla. Discuten y pelean entre sí como los niños pequeños que son en realidad, como si el protagonismo de uno quisiera eclipsar el brillo de otro. Esas líneas aún no lo saben pero serán mañana detalles de tu pelo.

veintitrés


veinticuatro


Juan Carlos Gardesin

ilustrado por

La Petite mort

Es ahora blanca mi respiración, mi corazón latió en un matiz rojo sangre cuando estalló y se escapó desbocado de mi boca, cuando me desplomó en un momento, cuando calló de latir. Pero ya no, respiro plácidamente en blanco. Dejé de contar los besos húmedos, porque no cabían más en la piel de un poema como éste. Se olvidaron las hermosas caricias de las delicadas formas que acostumbran, perdieron sus buenas maneras, sus intenciones, y dejaron el permiso y la prudencia al principio de la cama. Los gritos amontonados ahogaron mis turbias palabras y se hicieron fuertes en mi garganta. Sé que he muerto hace un segundo y que no quiero resucitar en el siguiente.

veinticinco


Mujer con alas 2.0 Me noto desnuda. Mis entrañas laten despacio bajo mi piel de rasgos humanos en el momento en el que dibujo palabras que desconocen su remitente. Son como éstas que ves, huidas de ningún sitio. La mitad de mí que vuela es un teléfono que tirita, es mi parte que respira siglo XXI, mi fragmento de ADN binario, el avatar, la réplica exacta de mi voz. Es mi manera de enlazarme con los lazos del mundo que me rodea. Mi otra parte es mi versión clásica, una mujer plagada de costumbres, una alas que vuelan sobre lo que fui y que detallan un pedazo de lo que soy. Con ambas vuelo, sueño, vivo, acompaño y nutro mi concurrida soledad. Me noto desnuda. Carezco de presente y presentes, por lo que me presento presentando mis manos abiertas y vacías a esta ciudad azul que me observa con luces intermitentes.

veintiséis


veintisiete

Nieves Herranz de

collage


Para un esteta

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo. Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras. Y olvidas las raíces ( «Mi Obra», dices ), olvidas que vida y muerte son tu obra. No has venido a la tierra a poner diques y orden en el maravilloso desorden de las cosas. Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas sin alzar vallas a su gloria. Nada te pertenece, todo es afluente, arroyo. Sus aguas en tu cauce temporal desembocan. Y hechos un solo río os vertéis en el mar «que es el morir», dicen las coplas. No has venido a poner orden, dique. Has venido a hacer moler la muela con tu agua transitoria. Tu fin no está en ti mismo ( «Mi Obra», dices ), olvidas que vida y muerte son tu obra. Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día por la música de otras olas. De "Quinta del 42" 1952

última

de

José Hierro

Perfección de la vida que nos talla y dispone para la perfección de la muerte remota. Y lo demás, palabras, palabras, y palabras, ¡ay, palabras maravillosas! Tú que bebes el vino en la copa de plata no sabes el camino de la fuente que brota en la piedra. No sacias tu sed en agua pura con tus dos manos como copa.

poema e ilustración

Tú que hueles la flor de la bella palabra acaso no comprendas las mías sin aroma. Tú que buscas el agua transparente no has de beber mis aguas rojas. Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda ni cómo vida y muerte -agua y fuego- hermanadas van socavando nuestra roca.


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