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Devocional
EL ORDEN DE LAS TRANSFORMACIONES (IV)
“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados”. 1 Corintios 15:51-52, RVR1909
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Rev. Luis M. Ortiz
LA BIBLIA dice que, muy pronto, el Señor se va a llevar de esta Tierra a Sus redimidos —y esa es otra transformación muy beneficiosa—. Y los muertos en Cristo resucitarán primero, con cuerpos glorificados; y los que estemos vivos, seremos transformados con un cuerpo de gloria semejante al de Cristo cuando resucitó; y todos ascenderemos y nos encontraremos con Cristo en las nubes (1 Ts. 4:18-20). En un vislumbre profético, Salomón pregunta:
“¿Quién es ésta que sube del desierto… sahumada de mirra y de incienso, y de todo polvo aromático?” (Cnt. 3:6). “¿Quién es ésta…? Esta es la iglesia, sahumada de mirra. La mirra es una sustancia amarga; y la verdadera iglesia de Cristo, los verdaderos cristianos, tenemos muchos sufrimientos, muchas amarguras, en una Tierra corrompida por el vicio y la maldad. Salomón, ve a la iglesia que sube sahumada de amargura; pero a la vez llena de incienso, de perfume, el perfume de la adoración a Dios. Y en otro vislumbre profético, Salomón pregun-
ta: “¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponen te como ejércitos en orden?” (Cnt. 6:10). Y en un tercer vislumbre profético, Salomón pre-
gunta: “¿Quién es ésta que sube… recostada sobre su amado?” (Cnt. 8:5). ¿Quién es el amado? El amado es Cristo. Cristo desciende a las nubes a esperar la iglesia; Él es el líder que nos introduce en el Cielo; el amado es Cristo, la amada es la iglesia. El salmista David tiene otro vislumbre profético, y dice: “Alzad,
oh puertas, vuestras cabezas… y entrará el Rey de gloria” (Sal. 24:7). Así que, cuando ya vamos llegando a los portales del Cielo, surge la orden: “Alzad las puertas que va entrar el Rey de gloria, acompañado de Su amada”. La Biblia habla que en el Cielo habrá unas bodas (Ap. 19:7), y esto es para consumar la unidad de Cristo con Su iglesia; Cristo la cabeza, y la iglesia el cuerpo de Cristo. Por eso la Biblia dice que dondequiera que se siente Cristo, se sienta la iglesia; que dondequiera que reine Cristo, reina la iglesia; y que será semejante a Él. Y en el capítulo 17 de San Juan, Jesús hablan-
do con el Padre, dice: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa…” (Jn. 17:21-22, RVR1909). Y desde ya somos el cuerpo de Cristo. Y el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo presenta a Cristo y a la iglesia como un matrimonio. Según la Biblia el matrimonio es la primera institución divina que Dios estableció en la raza humana, que es indisoluble, que no hay lugar al divorcio, y mucho menos al recasamiento; eso es lo que la Biblia enseña categóricamente. No se puede concebir tampoco que, en un futuro, en la eternidad, el Señor Jesucristo o la iglesia piensen en divorciarse. ¡Inconcebible! Eso no sucederá en toda la eternidad.
El apóstol Pablo dice: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Co. 15:51-52). Me pareció interesante eso de “en un momento”, y empecé a estudiar esa palabra, que en el griego es “un átomo de tiempo”; entonces me interesó más por saber qué tiempo es “un átomo de tiempo”. En Física un átomo es una partícula microscópica, es
como un universo compuesto de 104 elementos distintos, y es un centro de energía, siempre está en movimiento interno, es un pequeño mundo. Seguí escudriñando, estudiando, investigando, y encontré que “un átomo de tiempo” es la doceava parte de un segundo. Para esto me paré frente al reloj de casa, que tiene segundero, y cada movida es un segundo. Entonces, yo quise colocar 8 sonidos en lo que se movía el segundero, 12 x 8 es 96, casi 100; yo tenía que colocar 8 sonidos en lo que se movía el segundero, empecé a intentarlo, pero me fallaba, a los 3 se movía el segundero, seguí insistiendo, hasta que coloqué 8 sonidos en lo que el segundero se movió, y lo estuve ensayando con una sílaba tac, y coloqué 8 tacs, que es la doceava parte de un segundo. Y en un ¡tac!, que es la doceava parte de un segundo, no hay tiempo de entregarse al Señor, no hay tiempo para venir corriendo a la iglesia, no hay tiempo para marcar los dígitos y llamar al pastor. El asunto es “en un momento”, el Señor no dijo en tal década, o en tal lustro, o en tal año, o en tal mes, o en tal semana, o en tal día. Recordemos que el anticristo se va a manifestar luego que nosotros seamos levantados al Cielo. En un momento, ¡tac!, y nos fuimos. Y ¿qué le parece si ese ¡tac! sucediera en los próximos momentos? ¡Tac!, y los que están viviendo una vida santa, no tienen que salir al patio, a la calle; en donde estemos, ahí mismo, ascenderemos, porque subiremos con cuerpos glorificados. ¡Aleluya!