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ENTREVISTA
Trabajar en la obra misionera implica un sacrificio que muchos hombres y mujeres están dispuestos a asumir por el amor a las almas perdidas. Ese esfuerzo tiene como recompensa la cosecha de miles de vidas salvadas por Jesucristo, que traen gozo y alegría en la vida de cada misionero.
EL SACRIFICIO DE UN MISIONERO
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ELISEO AQUINO
DESDE que se convirtió al cristianismo, el Pastor Rómulo Vergara siempre tuvo el anhelo de predicar la Palabra de Dios. El Señor les puso esa visión, esa carga, ese amor por las almas perdidas. El pastor que lo formó, le inculcó esa pasión por la obra misionera. ¿Cómo empezó? En 1983 enviaron a su hermano Clemente a las Antillas Holandesas, después de un tiempo lo mandaron a Holanda (Países Bajos); entonces le dijeron a él que lo reemplace en Curazao. Ese mismo año viajó a Europa para encargarse de la iglesia levantado en tierras neerlandesas. El pastor Clemente Vergara había entrado a África y se había instalado en Nueva Ecuatorial para establecer una obra en ese país. Después de unos meses regresó enfermo a Holanda y el reverendo Luis M. Ortiz dijo a Rómulo que ocupe su lugar y él muy gozoso aceptó. Para la obra del MMM entrar al continente africano fue una gran victoria, ¿cómo fueron los inicios de la obra en Guinea Ecuatorial? Entré a Guinea Ecuatorial el 18 de febrero de 1984. Era un país que estaba en ruinas, sumido en una extrema pobreza, no había energía eléctrica, incluso en la misma capital. Mi hermano Clemente se había contactado con unos hermanos de Nigeria, quienes eran comerciantes, cuando llegué al aeropuerto los reconocí porque tenían en sus manos la revista Impacto Evangelístico. Después de acomodarme, por la tarde fuimos a un local donde estaba reunido un grupo de hermanos. Eran las 5:00 pm cuando empezamos a hacer el culto, como no había alumbrado eléctrico, los servicios no se podían hacer por las noches. De esa manera empezamos a trabajar en la Obra del Señor. ¿Qué dificultades pasó en todo este proceso de establecer la Obra en esta nación? La situación fue muy fuerte; sufríamos el acoso de la seguridad nacional debido a que ahí se vive en una dictadura. Pensaban que éramos personas que iban a generar un golpe de estado; después se dieron cuenta de que no estábamos metidos en esa clase de cosas. Luego vinieron las enfermedades. Las condiciones de salubridad eran muy precarias. El agua venía turbia y estaba contaminada con muchos parásitos; en ese tiempo hubo una epidemia de cólera, la muerte rondaba por la ciudad. Lamentablemente me enferme de gravedad, solo Dios pudo salvarme. Una noche estaba tan mal que me retorcía en el piso, creía que iba a morir y entregué mi vida al Señor; sin saberlo en Venezuela, unos pastores estaban orando; uno de ellos tomado por el Espíritu Santo pidió que oraran por mí. En ese momento comenzaron a orar por la misericordia de Dios; al día siguiente pude recuperarme. En ese tiempo había una pobreza extrema en ese país; solo podíamos comer una vez al día.
Algo peculiar pasaba en los mercados, los fideos largos se vendían por unidad y las personas compraban para hacerse un caldito. Recuerdo que por cinco meses viví comiendo una lata sardinas al día. La Obra nunca me abandonó, el dinero que recibía me servía para pagar el hotel y los gastos de la iglesia. En medio de esa realidad en que vivía ¿cómo fue predicar el Evangelio a las personas que viven en Guinea Ecuatorial? En Guinea Ecuatorial existe un gran porcentaje de católicos y musulmanes y, aunque han llegado evangélicos de otras denominaciones, era la primera vez que una iglesia de doctrina pentecostal entraba a esta nación. Las personas eran muy receptivas al Evangelio; con el tiempo se formó un grupo de creyentes en el que Dios empezó hacer milagros, incluso levantó a un muerto. Esta noticia impactó a toda la capital de Malabo, debido a que era un pueblo pequeño en ese entonces. Cuando salí de Guinea Ecuatorial se había formado un grupo muy bonito; Después de estar nueve meses, mi salud empezó a debilitarse; luego del cólera, me dio la malaria y cada mes sufría sus efectos. También tuve problemas en los pulmones, empecé arrojar sangre y tuve que volver a España. Entonces, mi hermano Clemente regresó para Guinea Ecuatorial a encargarse de la Obra. Después de regresar a España y recuperarse, ¿A dónde fue a trabajar en la Obra del Señor? Luego de recuperarme me reencontré con mi esposa y mi hija para ir a una iglesia del MMM en Portugal. Cuando llegué no conocía el idioma y utilizaba un intérprete; en ese entonces había tres congregaciones y comenzamos a trabajar durante nueve años. Después de pasar varias dificultades tuvimos que salir de esta nación; mis hijos, que habían nacido en este país, empezaron a enfermarse de asma y después también me dio esa enfermedad. Con la salud debilitada retornamos con mi familia a Venezuela. Allí empecé a trabajar en una iglesia. Con el tiempo llegué a encargarme de la supervisión de

la Obra en el año 2001. En el año 2009, juntamente con mi hermano, fuimos nombrados como supervisores misioneros en el continente africano. En el año 2010, por la gracia del Señor, llegué a formar parte de la oficialidad internacional. Luego de un año, dejé la supervisión en Venezuela y me dediqué a viajar a varios países predicando en las convenciones y también visitando las obras establecidas en África. En la actualidad como Supervisor Misionero para el continente africano, ¿cómo fue creciendo la obra del MMM en África? Cuando llegué a Guinea Ecuatorial, el Señor me hizo saber que de este país iban a salir muchos misioneros para diferentes naciones. Con el tiempo se cumplió esa visión; empezamos a salir a Gabón, luego entramos al Congo y la República Democrática del Congo; posteriormente llegamos a Ghana, Costa de Marfil, Camerún, Mozambique, Uganda y Madagascar. Muy pronto entraremos nuevamente a Gabón ya que, por diferentes problemas, se había dejado de ir; también vamos a entrar a otros países que nos están llamando porque quieren formar parte de esta obra. Se necesitan misioneros para todos estos países, personas que estén identificados con esta Obra y que tengan un verdadero llamado de Dios, de esa manera podrán soportar todas las dificultades que sufren los misioneros. El idioma siempre ha sido una barrera para poder evangelizar, ¿cómo están haciendo para superar esa dificultad? El continente africano tiene 54 países y Guinea Ecuatorial es el único país donde se habla el idioma español; también existen cinco países donde se habla portugués; en los demás se habla inglés, francés y el árabe, también se habla los dialectos que tienen los diferentes países. Por esta razón, Dios ha estado llamando a misioneros que han salido de Guinea Ecuatorial que saben hablar incluso tres idiomas y han entrado a varios países. El misionero que entró Ghana habla bien el inglés; también entramos a Costa de Marfil donde se habla el francés, los hermanos también dominan varios dialectos que se hablan en la zona. Cuando vamos a hacer campañas evangelísticas tenemos que tener varios traductores por la cantidad de idiomas que existen. En el continente africano existen diferentes culturas, ¿cómo se ha podido enfrentar al choque cultural para llegar a evangelizar a más personas? Nosotros no tratamos de meternos en esas áreas porque chocaríamos con los gobiernos; sin embargo, a los hermanos que se están convirtiendo le hablamos para que dejen sus costumbres reñidas con el Evangelio. Aquí se practica mucho la poligamia, es normal ver a un hombre con cinco o seis esposas; también se practica mucho la brujería, el espiritismo; además en toda esta zona tienen la costumbre de asignar un demonio a cada niño que nace. Las personas vienen con esa influencia de seguir esas tradiciones satánicas y nos es fácil para ellos romper con todo eso. Pastor, existe una gran necesidad de misione-


ros, ¿cómo motivar a los creyentes a salir a predicar el Evangelio al mundo entero? Cada vez que vamos a predicar en las campañas y convenciones en varios países, incentivamos la predicación del Evangelio en África. Cuando contamos nuestro testimonio de las cosas que pasamos, lo contamos con gozo, porque padecer por la causa de Cristo es nuestro privilegio. En nuestras intervenciones remarcamos que existe un precio que pagar porque necesitamos a hombres que tengan un verdadero llamado, porque, a veces, muchos hermanos se emocionan y quieren ir para estos países, pero al ver las dificultades vuelven derrotados, sin embargo, cuando se tiene un verdadero llamado vemos que se quedan, pasan sus pruebas con valentía; de esa manera saben que Dios los llevó a predicar a ese lugar. Pastor, ¿qué importancia debe tener para un creyente el Día Mundial de la Obra Misionera? En esta Obra nos ha enseñado desde un comienzo que debemos estar unidos con un mismo propósito, predicar el Evangelio por amor a las almas perdidas. Ese sentir debe estar en todos nosotros; si bien no todos podemos salir a la obra misionera, tenemos el compromiso de apoyar con nuestras oraciones, y contribuir con una ofrenda para apoyar a los misioneros; esto es un trabajo conjunto y todos debemos identificarnos con esta causa, de esa manera seguiremos avanzando. Dios ha levantado para estos últimos tiempos al Movimiento Misionero Mundial con un propósito de conquistar muchas tierras que nos faltan, por esa razón debemos poner el hombro; se necesitan miles de hombres y mujeres que puedan salir a predicar este Evangelio.
