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DEVOCIONAL

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HISTORIA DE VIDA

HISTORIA DE VIDA

“Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra”. Nehemías 6:16

Rev. Luis M. Ortiz

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ESTA OBRA ES DE DIOS

Él es su dueño (1 Cro. 29.16; Sal. 24:1; Mt. 20:15). Él es el “Señor de la mies” (Mt. 9:38). Sin Él nada podemos hacer (Jn. 15:5).

ESTA OBRA LA DISPUSO DIOS. En su presciencia Él preconoció, pervió la triste y alarmante decadencia espiritual y la mundanalidad de las iglesias, y específicamente de las iglesias y concilios pentecostales, y determinó levantar esta Obra para este tiempo del fin.

ESTA OBRA LA INICIÓ DIOS. Dios inspiró el nombre “Movimiento Misionero Mundial”. Lo registramos en febrero de 1963. ¡Y en estos treinta y dos años (hoy 58 años) Dios ha llevado esta Obra a 44 países (hoy en más de 70 países), nos ha ayudado a levantar cerca de 1,600 nuevas congregaciones (hoy más de 9000 congregaciones), nos ha dado un cuerpo ministerial de casi 1900 compañeros (hoy sobre los 10000 obreros) con un llamamiento y vocación de Dios, entre los cuales “no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” (1 Co. 1:26), y sabemos “que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Co. 1:27-29)! ¡Y precisamente porque nada somos, es que Dios se glorifica en nosotros!

ESTA OBRA LA GOBIERNA DIOS. Nosotros creemos y practicamos la dirección de Dios (Ro. 8:14). La Obra de Dios no puede ser gobernada por ningún sistema humano de gobierno; ni por la anarquía, ni por la dictadura, ni por la autocracia, ni por la democracia. Estos sistemas humanos, unos son peores que otros. El que es un poquito regular es el sistema democrático, y por ser humano, está plagado de corrupción y peculado. Tales sistemas no son para la Obra de Dios.

La Obra de Dios la gobierna Dios. “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros…” (Hch. 15:28). Esto es lo que encontramos en toda la Biblia.

ESTA OBRA LA PROMUEVE DIOS. Nosotros no andamos arriba y abajo, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de país en país, de continente en continente, de hemisferio en hemisferio, mercadeando, comprando congregaciones y templos, conciencias y pastores. Puesto que esta Obra es de Dios, Él la promueve.

Cuando Dios ve que alguien se daña, se materializa, se apodera de las heredades del Señor, o comete adulterio, como ya no es un dechado ni un “ejemplo de los creyentes”

(1 Tim. 4:12), ya se deshonró a sí mismo, perdió su dignidad ministerial, se descalificó a sí mismo como ministro de Dios, el Señor lo saca de esta Obra.

ESTA OBRA LA DEFIENDE DIOS. Son muchos y continuos los ataques de los poderes de las tinieblas, de los instrumentos de Satanás, de los falsos obreros y de los enemigos de la cruz de Cristo contra esta Obra. No contestamos los ataques, los remitimos a Dios, y “nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” y “las puertas del infierno no han podido prevalecer contra ella [la iglesia]” (2 Co. 2:14; Mt. 16:18, VCR 1569 [Biblia del Oso]).

Esta obra misionera y de evangelización mundial es una obra grande, es una obra de fe y de sacrificio. Hay que trabajar con dedicación, con sacrificio, con amor, con santidad, con obediencia, con compañerismo, con comprensión, con firmeza, con entusiasmo. Y todos podemos trabajar si damos el grado que Dios requiere. Pero aquellos que caen en pecado, que no guardan su testimonio personal, o su dignidad ministerial, Dios los elimina. A los que se tornan soberbios y orgullosos, Dios los elimina. A los peleoneros, belicosos y murmuradores, Dios los elimina. A los que no saben perdonar ni reconciliarse con el hermano, Dios los elimina. A los que recurren a mentiras y falsedades para pretender justificar su mal proceder, Dios los elimina. A los ambiciosos de grandezas y posiciones humanas, Dios los elimina. A los que anteponen sus intereses personales a los intereses de la obra de Dios, Dios los elimina.

Y cuando Dios elimina a quien tiene que eliminar, entonces derrama mayores bendiciones y mayores victorias sobre la Obra. ¡Gloria a Dios!

ESTA OBRA LA PROSPERA DIOS. La prosperidad de esta Obra no está en bienes raíces, ni en fabulosos templos, ni en grandes cantidades de dinero en los bancos, ni en negocios de cooperativas y de préstamos, ni en influencia política; sino que la prosperidad de esta Obra es en valores espirituales y eternos: en almas salvadas y transformadas, en vidas de consagración y santidad, en obediencia a la Palabra y en sana doctrina, en fe y en sacrificio, en esfuerzo y trabajo, en Espíritu Santo y en Pentecostés.

Y al nosotros “buscar primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt. 6:33), Él bendice y prospera la Obra, le da crecimiento y desarrollo. ¡Gloria a Dios!

ESTA OBRA LA SOSTIENE DIOS. Esta es una Obra de fe y de sacrificio; de fe victoriosa en las inmutables promesas de Dios y de sacrificio gozoso de parte de nosotros. Damos grandes pasos de fe y hacemos compromisos en favor de la Obra de Dios, y Dios responde y provee. Él toca corazones, mueve voluntades, revela, habla, inspira a muchos para que oren y cooperen con esta Obra.

Dios la sostiene de manera milagrosa, como también por medio de la cooperación de aquellos que de “la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Co. 8:2). ¡Que Dios bendiga y recompense el ciento por uno a quienes Dios usa para sostener esta gran Obra!

ESTA OBRA LA UTILIZA DIOS. La utiliza como una Obra de avance, de vanguardia misionera y evangelizadora; como un portaestandarte de la sana doctrina y del limpio testimonio; como un abanderado de Pentecostés; como un heraldo del inminente levantamiento de la iglesia.

ESTA OBRA LE DA TODA LA GLORIA A DIOS. ¡Alabado sea su Nombre!

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