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HISTORIA
Jesús enseñó principios espirituales claves mediante el uso de muchas analogías con alimentos. Participó también en festividades bíblicas y comidas de celebración. En la última cena instituyó un ritual que involucraba alimentos como el memorial más sagrado de su muerte.
DON COLBERT (*)
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¿QUÉ COMERÍA JESÚS?
Jesús es nuestro modelo de conducta en buenos hábitos alimentarios, ejercicio y vida sana y equilibrada. Los hechos médicos y científicos lo confirman. Si comemos como lo hizo Jesús, seremos más sanos. ¿Qué piensa usted cuando medita en la comida estadounidense? Casi todo es frito. Pollo frito, jamón frito, papas fritas, cebollas y otros vegetales fritos. Añada a esto bizcochos ricos en grasa cubiertos con mantequilla, y papas bañadas en salsa de leche con jugo de carne.
Esa no es la manera en que Jesús comía. Por el contrario, el modo en que comemos nos ha metido en el carril rápido del deterioro de la salud.
En 1901 se clasificó a EE.UU. como la nación más saludable del mundo, entre cien países estudiados. En 1920 había caído al segundo lugar. En 1950 estaba en el tercer puesto. Ya en 1970 ocupaba el lugar cuarenta y uno. ¡Y en 1981 había caído hasta el puesto noventa y cinco!1
En 1970 los habitantes de este país gastaban aproximadamente seis mil millones de dólares en comida rápida. En el 2000 gastó más de ciento diez mil millones de dólares. Gastó más dinero en comida rápida que en computadoras personales, programas de computadoras, autos nuevos, y mejor educación, sumado todo.3
La comida rápida se ha vuelto dramáticamente popular por una razón muy simple: el veloz ritmo de vida casi lo exige. Las personas sienten que están muy ocupadas para preparar alimentos tradicionales, y ven las comidas rápidas como alternativas para ahorrar tiempo. Además, la preparación de alimentos tradicionales muchas veces cuesta más por ración que la compra de una porción en un restaurante de comida rápida. Esto se debe a que la mayoría de personas no prepara comida hecha en casa y, por tanto, desperdician muchos de los alimentos que llevan del mercado a la casa.
Actualmente nos bombardean continuamente los anuncios publicitarios, y a menudo alimentan nuestros deseos de comida rápida. A los niños se les ofrecen incentivos en forma de juguetes que se dan con una comida, y áreas de juegos en el exterior del restaurante.

LA DIETA PRIMITIVA Jesús no comía una dieta rica en sal, baja en fibra, muy alta en grasa y azúcar, y prácticamente nula en nutrientes. ¿Tendríamos de veras más salud si consumiéramos una dieta más primitiva... como la que Jesús comía? La ciencia médica dice que sí.
Hace casi ochenta años el Dr. Weston A. Price dio a conocer un estudio que aún es válido y todavía asombra. Price, quien es dentista, estudió pueblos primitivos que se hallaban aislados de la civilización occidental, entre los cuales había pueblos de Suiza y Escocia que vivían en aldeas y poblaciones que estaban separados de la sociedad dominante en sus naciones.
Algunas de las culturas que estudió consumían dietas que incluían pescado, mariscos y animales salvajes; las dietas de otras culturas incluían carnes y productos lácteos de animales domésticos. Ciertas culturas tenían dietas en que incluían frutas, granos, legumbres y hortalizas; otros grupos primitivos casi no consumían alimentos vegetales. Algunas culturas primitivas comían alimentos crudos; otras los consumían cocidos en su mayoría.
Sin embargo, todas las culturas tenían dietas con cier-


tas características comunes: no usaban alimentos refinados ni desvitalizados como azúcar blanca o harina refinada; no utilizaban leche pasteurizada u homogeneizada; no consumían alimentos enlatados; y no usaban aceites vegetales hidrogenados o refinados.
En todas las dietas se incluían productos cárnicos, y en todas había sal. Estos grupos aislados preservaban sus alimentos usando sal, fermentación y métodos de secado, procesos que mantenían un elevado valor nutritivo en los alimentos.
En conjunto, Price investigó cerca de diecisiete culturas; entre ellas, esquimales de Alaska, tribus africanas, aborígenes australianos, indígenas americanos tradicionales, pueblos de las islas del Mar del Sur, pueblos que vivían en remotas aldeas suizas, y pueblos que vivían en islas lejanas de la costa de Escocia.
Analizó las dietas de estos grupos aislados de personas, y luego las comparó con la dieta estadounidense de su época. Recuerde que llevó a cabo su investigación en las décadas de los treinta y los cuarenta, cuando el valor nutritivo de la dieta estadounidense era en realidad mucho más alto que el de hoy día.
He aquí lo que descubrió el Dr. Price: • Todas las denominadas dietas primitivas contenían al menos cuatro veces la cantidad de minerales y vitami-


nas solubles en agua que la dieta estadounidense. • Todas las dietas contenían al menos diez veces la cantidad de vitaminas solubles en grasa de la dieta estadounidense. • La gente de estas culturas aisladas prácticamente no sufría de caries, y tenían gran resistencia a las enfermedades.
En algunos casos el Dr. Price descubrió que la canti-
Se convirtió en un firme promotor de que los estadounidenses cambiaran sus hábitos alimentarios y prefiera alimentos integrales y ricos en nutrientes; evite alimentos que se hayan refinado o procesado y opte por alimentos en su estado natural y fresco. ¡Estos son los mismos hábitos alimentarios que fueron la base de la dieta de Jesús!
Si usted quiere seguir de veras a Jesús en todos los aspectos de su vida, no puede hacer caso omiso de sus hábitos alimentarios. Este es un asunto que puede seguir diariamente, y cosechar grandes recompensas al hacerlo. Seguir a Jesús en su dieta exige un compromiso de cambio, un compromiso de llegar a ser todo aquello para lo cual lo creó Dios, y un compromiso de rendir sus deseos ante la instrucción divina. El Señor a su vez honrará su compromiso sincero, dándole más energía, mejor salud y mayor sensación de bienestar.
dad de caries aumentaba rápidamente cuando la civilización occidental entraba en regiones remotas, y la dieta comenzaba a incluir alimentos procesados y azucarados. No solo eran más frecuentes las caries, sino que la enfermedad en general se incrementaba.
Los hijos de padres que habían consumido alimentos procesados presentaban un número mayor de deformidades faciales y maxilares. Empezó a ocurrir un mayor porcentaje de anormalidades de nacimiento, y se registró un incremento de enfermedades agudas y crónicas. Mientras más refinados los alimentos, más disminuía la salud de las personas.
Price concluyó que las caries se debían principalmente a deficiencias de alimentación, y que las mismas condiciones que provocaban las caries también provocaban la enfermedad en general.
(*) Don Colbert es médico desde 1987. Autor de éxitos de librería como Walking in Divine Health, la serie de folletos La cura bíblica, y What You Don't Know May Be Killing You.
NOTAS 1. Dr. Gunther B. Paulien, The Divine Philosophy and Science of Health and Healing, Teach Services, Inc, Brushton, N.Y., 1995, 202. 2. Eric Schlosser, Fast Food Nation, Houghton Mifflin Co., Nueva York, 2001, 6. 3. Elizabeth Gleick, «La tierra de la grasa», Time International Edition, 25 de octubre de 1999, 242.