IMPACTO Del laboratorio al mercado
Ciencias ómicas, el futuro plato fuerte de la innovación agroalimentaria
Las distintas disciplinas innovadoras en torno al estudio de las moléculas comienzan a demostrar las infinitas posibilidades que abren en esta industria
MARÍA JOSÉ PÉREZ-BARCO
Quizás sea la genómica (el estudio del ADN) la tecnología ómica que más le suene, pero también hay otras como la transcriptómica, proteómica, epigenómica... Todo este conjunto de soluciones estudian determinadas moléculas: desde genes a proteínas, lípidos (grasas), azúcares, hongos, bacterias o metabolitos, por ejemplo. Un nuevo filón que abre todo un abanico de innovadoras posibilidades para la industria alimentaria. Porque aplicando las ciencias ómicas se pueden encontrar nuevos alimentos o ingredientes más saludables; detectar contaminantes o patógenos en los procesos de producción mejorando así la calidad y seguridad de los alimentos, o desarrollar una nutrición de precisión adaptada a cada individuo que ayuda a prevenir enfermedades. «Son tecnologías del siglo XXI que cuentan con mucha capacidad de análisis. Analizan, por ejemplo, todas las proteínas de una muestra o todos los microorganismos o todos los genomas. Nos permiten conocer cómo es la composición de un alimento a nivel molecular, y por tanto somos capaces de analizar cómo incide en una persona. Las empresas que quieren innovar sacando un producto nuevo tienen mucha más seguridad de lo que están produciendo utilizando estas tecnologías, y saben cuál va a ser el impacto real», explica Ricardo Ramos, director de IMDEA (Instituto Madrileño de Estudios Avanzados).
Las aplicaciones de las ómicas son de lo más variado. Por ejemplo, contribuyen al desa-
rrollo de nuevos probióticos y prebióticos que promueven el crecimiento de la microbiota intestinal, que se ha comprobado que es fundamental para nuestra salud. Ayudan a desarrollar nuevos alimentos enriquecidos con bioactivos que contribuyen a prevenir enfermedades. Mejoran procesos fermentativos en productos como el yogur, queso, kéfir o cerveza. Se utilizan para detectar fraudes y adulteraciones de los alimentos que pueden causar intoxicaciones. O para localizar agentes alérgenos en un producto que pueden causar alergias alimentarias.
Industria
De momento, son tecnologías muy prometedoras que todavía no han penetrado con todo su calado en la industria. Es lo que intenta hacer la Red de Excelencia Cervera Optiprot, que agrupa a diferentes centros tecnológicos como Eurocat, Ainia, Azti, CNTA (Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria) y las patronales de la industria mar-alimentaria Anfaco y Cecopesca. El objetivo de esta red es ofrecer a la industria alimentaria herramientas, como las tecnologías ómicas, para buscar nuevas proteínas que den pie al desarrollo de alimentos e ingredientes más nutritivos y saludables. Porque si en el futuro queremos ser más sostenibles habrá que reducir la ingesta de proteínas animales y buscar otras proteínas alternativas que pueden estar en las algas, insectos o levaduras, por ejemplo. «Las tecnologías ómicas nos permiten entender la biodisponibilidad de las proteínas, su perfil de aminoácidos,

su combinación nutricional, si generan alergias o si tienen toxicidad», cuenta Itziar Tueros, directora de la red Optiprot. Hay empresas que ya utilizan estas tecnologías, como la genómica y transcriptómica, para buscar las mejores cepas de levaduras con las que producir vinos y cervezas con mejores perfiles organolépticos. O que emplean la genómica para identificar bacterias lácticas que incorporadas al yogur favorecen el crecimiento de nuestra microbiota. «Estas tecnologías permiten el estudio de otras moléculas, no sólo genes, y de manera mucho más económica y precisa. Están revolucionando la industria alimentaria, ya que ofrecen muchas posibilidades para la innovación, desde fermentaciones más precisas, productos más dirigidos a cubrir las necesidades de salud de las personas, alimentos más seguros mediante un control más preciso de contaminantes... El uso de las tecnologías ómicas favorecerá la competitividad de la industria y
APLICACIONES
Su uso va desde crear probióticos y alimentos con bioactivos a atajar el fraude o mejorar la fermentación
Herramientas de Las tecnologías ómicas tienen un gran potencial para desarrollar nuevos alimentos. Derecha: chip genómico de P4H y captura de la plataforma de Oorenji
pueden ofrecer soluciones innovadoras sostenibles y que mejoren la salud de las personas», cuenta Itziar Tueros, directora de la red Optiprot Por ejemplo, la empresa YÜIT que desarrolla comida en polvo 100% vegetal también usa la tecnología metabolómica y proteómica para estudiar la biodisponibilidades de las proteínas que están en sus fórmulas con el fin de que sean fácilmente absorbibles por el cuerpo humano, garantizando así un impacto nutricional. En la nutrición de precisión las tecnologías ómicas tienen un buen campo para abonar. En lugar de una nutrición basada en unas pautas alimentarias para toda la población, se puede adaptar una dieta para un individuo en concreto o para grupos de personas que presentan metabolismo similares. Esta nutrición de precisión es donde ha puesto el foco P4h (Precisión for Health), una empresa surgida de grupos de investigación de la Universidad Autónoma de

Madrid y del Imdea. Utilizando avanzados análisis genómicos detectan las variantes genéticas que tiene cada individuo y cómo están implicadas en ciertas patologías. En función de esas enfermedades, ofrecen recomendaciones nutricionales muy precisas para prevenir que se desarrollen en el futuro.
Cristina M. Fernández, responsable de Investigación y Desarrollo de producto en P4H, ofrece algunos ejemplos: «Se ha comprobado que ciertos genotipos se benefician especialmente del consumo de ácidos grasos omega 3 que previenen de accidentes cardiovasculares. Nosotros conseguimos potenciar esa capacidad a través de la dieta. Otros genes se encargan de sintetizar el colágeno y nos puede indicar si tienes o no mayor predisposición a tener menos densidad ósea, que puede ser relevante si tu ingesta de calcio es baja. En ese caso, podemos pautar una
LAS CIENCIAS QUE ESTUDIAN LOS ‘OMAS’
GENÓMICA: estudia el ADN (estructura, función, evolución) y la interacción entre genes, así como su papel en el desarrollo y funcionamiento de los seres vivos
TRANSCRIPTÓMICA: analiza el ARN y la expresión génica. Se enfoca en los mensajes que se envían dentro de las células.

nutrición de precisión con pescado azul, que reduzca cafeína y alcohol que dificultan la absorción de calcio».
De cada paciente, P4H hace un test nutrigénetico. «Tomamos -señala Fernández- las muestras de las células de la boca con un hisopo de algodón. Y analizamos las variantes genéticas que sabemos que científicamente están asociadas a ciertos procesos metabólicos o patologías para hacerlas frente con una nutrición de precisión».
Test nutrigénicos para deportistas, para mujeres en menopausia, para el envejecimiento, para perder peso... P4H utiliza sobre todo la genómica pero también va a comenzar a realizar análisis de microbiota, lo que necesitará técnicas de la microbiómica. Hace diez años que también la empresa MedFood Omics floreció de un grupo investigador de la Universidad de las Islas Baleares. «Con inteligencia artificial, ‘machine learning’ y la nutrigenómica realizamos análisis genéticos para saber cómo los nutrientes interactúan con los genes, cómo se expresan los
URGENCIA Sequía de profesionales cualificados
La brecha de talento lastra el despegue del sector biotecnológico
PROTEÓMICA: investiga todas las proteínas que utiliza un organismo para mantenerse vivo.
METABOLÓMICA: examina todos los metabolitos y procesos metabólicos que están siendo utilizados y producido en el cuerpo.
MICROBIÓMICA: analiza los microorganismos (hongos, bacterias, virus) del cuerpo humano, de los alimentos y del medio ambiente.
EPIGENÓMICA: se refiere a cambios funcionalmente relevantes en el genoma (expresión de los genes) que nos implican cambios en la secuencia de ADN.
GLICÓMICA: se enfoca en entender cómo los azúcares o carbohidratos (glicanos) se organizan y cómo afectan a las funciones biológicas.
genes y cómo estos afectan a la salud», expone Andreu Palou, cofundador y CEO de Med Food, que comercializa la marca Oorenji. Así pueden establecer planes de alimentación para cada persona. «A partir de un análisis genético sabemos si una persona tiene predisposición a determinadas patologías (diabetes, hipertensión...) y conociendo su estilo de vida ofrecemos la estrategia nutricional más adecuada según el objetivo», dice Palo. Esta empresa ha lanzado una plataforma para nutricionistas, donde «les ofrecemos conocimientos para interpretar los resultados de los test genéticos y cómo aplicarlos a la dieta», cuenta Palou. Esta empresa también dispone de una app para el público con dietas para un envejecimiento saludable, para fertilidad, sexualidad, rendimiento deportivo... Así se abren paso las tecnologías ómicas para la alimentación del futuro.
Las empresas instan a resolver el desajuste entre la formación universitaria y las competencias que demanda esta revolucionaria industria
LAURA SÁNCHEZ
Uno de los campos de transformación más revolucionarios que ha vivido nuestra sociedad es el de la biotecnología. Desde el desarrollo de terapias personalizadas hasta la creación de nuevas fuentes de proteínas o la producción de cultivos resistentes a condiciones adversas, las posibilidades que ofrece este ámbito son fascinantes. Actualmente, las empresas ‘biotech’ españolas contribuyen con 162.845 empleos, el 0,85% del total del empleo nacional. De ellos, 36.273 son empleos directos, 116.084 son puestos de trabajo indirectos y 10.488 son empleos inducidos. Sin embargo, este mundo de crecientes y enormes oportunidades también está planteando importantes desafíos laborales dentro del sector.
AseBio (Asociación Española de Empresas de Biotecnología), entidad que representa a más de 300 compañías, advierte de que sus empresas están encontrando importantes dificultades a la hora de encon-
trar perfiles profesionales adecuados. Por ello, esta asociación, junto con la Plataforma de Mercados Biotecnológicos, ha elaborado el estudio ‘Perfiles Profesionales en el sector Biotech’ con el fin de identificar estas necesidades concretas y también de evaluar si la formación universitaria en este campo y otros grados de formación relacionados se alinea con las competencias y conocimientos que demanda la actual industria biotecnológica.
Complicaciones
Las empresas entrevistadas han señalado que, aunque reciben numerosas candidaturas, muchas veces los aspirantes no cumplen con las competencias necesarias para los puestos ofertados. En caso de necesitar perfiles junior, estas empresas pueden seleccionar aquellos que mejor se adapten al puesto, ya que hay mucha oferta. Sin embargo, cuando aumentan los requisitos en cuanto a nivel de estudios, especialización y experiencia laboral, el proceso de selección se complica. Normalmente, se presentan personas con la formación adecuada, pero sin suficiente experiencia laboral, o con amplia experiencia, pero sin el doctorado solicitado en la oferta. «Esto se convierte en un problema particular cuando la oferta de empleo está vinculada a ayudas públicas que solo financian perfiles específicos. En estos casos, a las empresas les resulta más fácil contratar doctores sin experiencia, ya que aquellos con más trayectoria laboral en la industria suelen ser absorbidos por farmacéuticas o CRO (Contract Research Organizations)», explica Tomás Alarcón, coordinador del Grupo de Trabajo de Talento y Diversidad de AseBio y director de RR.HH. de 3PBiovian. En cuanto a los conocimientos específicos en los que las empresas están encontrando una preocupante falta de candidatos destacan la biología computacional, la bioestadística o la ingeniería de proteínas. Además, en el caso de la inteligencia artificial –como sucede en otros muchos sectores–, la demanda supera a la oferta y las compañías pequeñas no pueden satisfacer las expectativas salariales, lo que incrementa aún mucho más la dificultad. El estudio también ha detectado una significativa
