Quince de septiembre del 2010, otro curso más empezaba; pero éste, muy diferente a todos los demás. Nuevos profesores, uno para cada asignatura; nuevas clases; nuevos compañeros... En fin, todo nuevo para nosotros. Llegamos aquel día y fue bastante bien, nos hicieron juegos de bienvenida, nos enseñaron el instituto y conocimos a algunos de nuestros profesores. Al día siguiente, entramos en las aulas cogimos sitios y nos empezamos a conocer entre nosotros. Desde el primer día mi grupo ha estado bien unido puesto que todos estábamos en la misma situación; teníamos ese miedo de no saber qué hacer allí, de sentirnos unos enanos rodeados de tanta gente mayor... Poco a poco, día tras día, eso fue cambiando, ya era una rutina: nos levantábamos más temprano, teníamos más clases, salíamos más tarde... Así fue trascurriendo septiembre y octubre. Cuando llegamos a noviembre empezaron todos los exámenes de la primera evaluación, me agobié bastante al principio ya que nunca había tenido tantos exámenes juntos y encima todo era nuevo y más difícil. Muchos profesores nos han ayudado bastante, nos han guiado desde el primer día, han intentado que no nos fuera tan pesado lo de estudiar, y que no notásemos demasiado el cambio de colegio a instituto. Otros sin embargo, nos han tratado como adultos desde el primer día, sin pensar que nosotros todavía no lo somos; supongo que esto es bueno, pero duro también. Ahora, a final de curso, todos esos miedos y sentimientos de impotencia van pasando; ya estamos integrados, y sabemos, cómo funcionan los profesores, las asignaturas y los exámenes. Ahora que está terminando el curso, veo que la diferencia de colegio a instituto no es tan grande, y que se lleva bien. Espero terminar el curso con buenos resultados y disfrutar de un gran verano.
ÁNGELA RAMOS SOSPEDRA 2ºBACHILLERATO A Seis años han sido suficientes para alcanzar la cima en la que me encuentro, y divisando cada uno de los momentos vividos en este centro, me atrevo a decir que éstos han construido mi vida a todos los niveles, desde lo personal hasta lo intelectual, pasando por lo social y también lo ético. Justo cuando emprendí el camino apareció un cartel donde estaban escritas las siguientes palabras ‘bilingual section’ y una flecha que apuntaba a una puerta que no permitía dar más de treinta pasos, me encaminé hacia ella con el sueño de llegar al otro lado, y así lo hice. Allí había ilusión, alegría, nervios, sonrisas y disciplina, pero sobre todo amistad. Construí el pilar de mi adolescencia con cada excursión, con cada examen, hasta con cada riña por parte del profesor, y así me di cuenta de que los problemas realmente eran la única oportunidad existente para encontrar una solución, y tomé conciencia de las personas maravillosas que me acompañaban en el viaje día a día, algunas de ellas siguen haciéndolo. Tras andar varios kilómetros vi de lejos la puerta de salida, no quería traspasarla puesto que suponía abandonar esos instantes que serían para siempre y seguir el camino que parecía desconocido, aunque no niego haber estado ansiosa por dejas mis huellas. Llegué, noté que el viento venía en dirección contraria, pero era llevadero y fresco, fácilmente me acostumbré a él, tropecé de casualidad con nuevas compañías, fabriqué un futuro próximo y exprimí cada explicación de las clases para utilizarlas a modo de vitamina y alimentar mis ganas de seguir la senda como el primer día. Finalmente reconocí la frase ‘todo esfuerzo tiene su recompensa’ y me sentí satisfecha del compás de mis pasos, de los conocimientos adquiridos, de las emociones que experimenté, de las sabias palabras de ciertos profesores, de todas y cada una de las personas que recorrieron parte del trayecto, y de la etapa que me dio posibilidad de acercarme a la realidad. Supongo que si llegué hasta la cima fue porque jamás dejé de subirla.
LAURA SÁNCHEz MERA 2º BACHILLERATO C Hace años que comenzó esta etapa de la vida por la que todos hemos de pasar: los años de instituto. Transcurren en una edad decisiva, donde formamos la persona que seremos en un futuro donde deberás demostrar todo aquello que aprendiste, contenido o no en los libros de texto. Ahora, en los últimos meses del trayecto, pudiendo decir que esas paredes me vieron crecer seis largos años, intentaré sintetizar. Conservo en la memoria la sensación que invadía mi estómago y que acababa en sonrisas nerviosas, llenas de ilusión e intriga que me acompañaban el primer día de instituto. Esa maravillosa noción de un mundo venidero, fascinante, desconocido. Lo incierto pero fantástico que resultaba mirar hacia delante. Ya nada queda de ese día, porque todos aquellos castillos en el aire hechos de sólidos ladrillos se esfumaron en arena y polvo. O quizá no fueron las construcciones de grandes sueños las que se desvanecieron sino el espíritu de aquella niña de 13 años e impecable trayectoria, que
CONVIVENCIA
ALBA MARTÍNEz BARRERO 1º ESO A
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