Paisaje con arco iris
deza de las dunas, el mar agitado y el tormentoso cielo que lo envuelven y que amenazan devorarlo.
El arbol solitario
En Paisaje con arco iris y en El árbol solitario, dos humildes pastores que cuidan de su grey, de nuevo insignificantes ante la vista abierta, son arrollados por la grandeza de un paisaje ante el que sólo cabe extasiarse y entregarse a una casi mística contemplación o a un reparador reposo para el alma.
La mañana
Finalmente, en La mañana, un pescador no menos entregado a sus faenas cotidianas, apenas presta atención a la maravillosa atmósfera rojiza del amanecer que le envuelve (como si la vida cotidiana qui-