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Ferrera Cigars

El sueño de dos familias hondureñas

César Salinas

Honduras es una de las regiones tabacaleras con más potencial y un futuro prometedor; hogar de grandes marcas como Alec Bradley, CLE, Rocky Patel, Plascencia o Flor de Copán, pero también de muchísimas marcas emergentes que están, apenas, escribiendo su historia. Es el caso de Ferrera Cigars, donde las generaciones de dos familias tabaqueras unieron sueños para conquistar los mercados ávidos de probar nuevos sabores, nuevas ligas y experimentar nuevas experiencias de humo.

LOS MARTÍNEZ ESCOTO

Empecemos con la familia Martínez Escoto, en este caso, con nuestro entrevistado Josué, gerente general de Ferrera Cigars en Honduras, Estados Unidos, Brasil y Costa Rica. Nos cuenta que todo comenzó con sus abuelos, don Roldán Escoto y doña Cristina Ardón.

Como toda buena historia tabacalera, ésta comenzó en el campo y saltó a las fábricas, donde los abuelos se hicieron prestigio y se ganaron su lugar en el área de fermentación.

Recuerda que alrededor de los 15-16 años, cuando paseaba por las vegas de tabaco, se dijo: “Algún día diré, esta siembra es mía, este cultivo trae lo que yo quiero”. Y como el devoto que nace cuando que siente el llamado de Dios, Josué sintió el llamado del tabaco y fijó su destino: vivir de ello, sembrar y germinar la semilla, secar, fermentar, torcer y vender sus cigarros.

Los padres de Josué, lamentablemente, no se involucraron, pero sí sus tíos, especialmente uno, al que considera su mentor, don Óscar Escoto, quien montó su propia empresa, Caribbean Import, Export Cigars.

Tras contraer matrimonio, un día llegó su tío y lo contrató, y no sólo eso. Le dijo, a manera de sentencia: “Quiero que tú manejes mi fábrica”, y Josué lo cuenta entre risas, pero recuerda que prácticamente lo “obligó” a fumar, y no uno, de “tres a cuatro tabacos de la producción, y los vas a fumar conmigo, me decía. Y yo me tenía que ir, cruzaba una ciudad, 98 kilómetros de distancia, todos los días, para poder ir a sentarme a fumar con él”.

Así le fue enseñó las diferencias entre tabacos, hojas, ligas, incluso lo mandaba a comprar las hojas, lo que hizo arder, aún más, la pasión de Josué por esta planta que lleva en los genes.

Y lo más importante, cuenta, de llegar a ser propietario era honrar la pasión que sus abuelos sembraron en él, “yo necesitaba en algún momento decirle a mis abuelos mire, tengo esto, lo hice porque ustedes lo empezaron, ese fue su sueño y aunque fuera difícil, aunque se mirara cuesta arriba, juntamos todas las piezas de lo que estaba en determinado momento destruido y lo logramos edificar, logramos ponerlo en un norte y eso es una realidad el día de hoy”.

Cabe mencionar Josué apenas cumplirá 35 años y es parte de esta nueva generación que encabeza el nuevo boom del tabaco, con líderes que se encuentran entre las tres y cuatro décadas de vida.

LOS FERRERA

Ahora toca el turno de Jesser Ferrera, jovensísimo, de apenas 26 años, cuya historia también comienza con sus abuelos, oriundos de Danlí, la cuna del tabaco hondureño, pero que tuvieron que migrar con sus hijos a la capital, Tegucigalpa; no obstante, llegado el momento, devolvieron a sus cuatro hijos a las raíces, a emplearse, todos, en fábricas de tabaco.

“Y cada uno se volvió empleado estrella, cada quien en distintas fábricas. Mi padre, César Ferrera, comenzó aprendiendo, como todos, yo estaba recién nacido. Me cuenta que, cuando comenzó,

sólo hacía 75 puros al día, y le votaban 50, mientras que sus compañeros llegaban a torcer hasta 500 cigarros diarios, pero no tenía otra opción que seguir trabajando, tenía que mantener a la familia”.

César Ferrera comenzó a los 25 años, y en poco tiempo superó a todos, y llegó a ganar más que sus compañeros y se convirtió en el mejor rolero de Tapansa, la empresa donde comenzó su carrera, pero también dominó la bonchera, porque no quería quedarse sólo como rolero.

Los dueños y encargados vieron futuro, y negocio, en su capacidad, y comenzaron a mandarlo a espectáculos. Pero un día no voy a estar aquí rolando, decía, sino que voy ser más. Cambió de fábrica, y se fue a La Perla, donde se convirtió, igualmente, en el mejor tabaquero, ganándose el respeto del dueño, quien lo mandaba de viaje para mostrar su destreza y promocionar las marcas de la fábrica.

“Hicieron un evento en Las Vegas y La Perla ganó el concurso al puro más grande del mundo, hicieron el bate de béisbol más grande del mundo, de tabaco, y una pipa gigante y un avión. Mi padre los hizo”.

Y ahí nació, fue como la “chispita” de que no simplemente se puede hacer un puro común y sencillo, sino que hay un lado artístico también. César Ferrera encontró su destino, aquello que lo diferenciaba de todos los demás, tomó la oportunidad y la aprovechó al máximo.

Siguió subiendo peldaños, conquistando su sueño, y llegó a gerente de producción, puesto que ocupó en Caribbean Import, Export Cigars, donde conoció a Josué, quien era el Gerente Administrativo. Lamentablemente cerró, y Don César fue a otras fábricas a trabajar de lo mismo, de gerente de producción. Luego se le presentó una oportunidad de oro: junto con un socio capitalista fundó Binter Cigar Factory.

Trabajaron muy bien, el negocio creció y prosperó, pero tuvo que separarse, sus convicciones así se lo exigieron. “¿Ahora qué hago?”, se preguntó. Gran creyente, dejó todo en manos de Dios, y comenzó de cero, en el garaje de su casa.

Todos conocían su destreza, su gran conocimiento y experiencia, así que los compradores fueron llegando, y de ese garaje comenzaron a nacer muchas marcas privadas de cigarros. Además, hizo gran amistad con Josué, quien los visitaba constantemente.

“Ferrera Cigars por mucho tiempo trabajó para otras personas. Nosotros le fabricábamos y resulta que los puros daban mucho de qué hablar, eran muy buenos, pero el crédito y prestigio de lo llevaban otros. Sólo éramos los fabricantes. Josué ya estaba con nosotros, así que entre él y mi padre hubo una pasión, una idea, un sueño, un negocio con mucho futuro”.

Jesser tuvo mucha suerte al nacer y crecer entre pacas de tabaco, guillotinas, boncheras, cuartos de secado y fermentación, visitando fábricas y plantaciones, viendo y aprendiendo del mejor, su padre.

“Un día comencé a hacer figuras y diseños como bates, pipas, aviones, y se los regalaba los clientes de mi padre y ellos súper felices”. A los 21 años fue contratado por una empresa de Malasia, lo que le permitió viajar a Indonesia, Singapur, Tailandia y Vietnam para hacer espectáculos en vivo de tabaco.

“Ahí aprendí el concepto del consumidor final porque muchas veces ignoramos lo que pasa afuera de las fronteras, lo que le gustan los consumidores. Eso me marcó, porque aprendí qué es lo que quiere el fumador, las ligas que prefiere, porque dependiendo del lugar, cambian los paladares”.

Allá en Asia le daban de probar de todo, cubanos y no cubanos, y tenía que hablar con los fumadores para conocer qué les gustaba, en sabores y fortalezas, y hacer puros que satisficieran a los clientes orientales.

Josué se fue a estudiar ingeniería y se casó, Don César siguió con la pequeña fábrica trabajando para marcas privadas, pero siempre se juntaban a fumar y hablar sobre ese futuro, ese destino al que querían llegar: “Algún día vamos a hacer algo, algún día nos vamos a unir y vamos a juntar todo. Solo esperemos que las cosas mejoren, la oportunidad”.

Y la oportunidad llegó.

FERRERA CIGARS

Josué, tras dedicarse un tiempo a la construcción, se presentó con Don César y le dijo: “es tiempo de crear nuestra propia historia, es tiempo de que digan, los puros de Ferrera Cigars son buenísimos, ha llegado nuestro tiempo”.

Don César, Josué y Jesser comenzaron a buscar clientes, tenían que capitalizarse. A este momento cuentan con ocho marcas privadas, pero todas llevan la leyenda By Ferrera Cigars.

Josué y Jesser tienen bien claro que hoy no basta con hacer buenos cigarros, ahora se tiene que “fabricar conceptos”, contar historias y distinguirse de los demás.

“Algo que nos caracteriza también, es que intentamos ponerle un toque artístico, siguiendo la línea de mi papá, somos una nueva generación y estamos tratando de representarnos así: con nuevas ideas, con nuevos conceptos, distintos de los demás”, concluye Jesser.

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