Hale Bopp nº 0

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había ni Dios. Incluso la gente los saludaba desde las azoteas de Ucrania y Kazajistán como si fueran los héroes de los comienzos de la aviación. Como si ya hubieran olvidado que hacía apenas ocho meses surcaban el espacio aéreo cien vuelos por minuto. Lo más pesado y duro de todo fue cargar el material que Bacilo necesitaba para proseguir las investigaciones en Wuhan. Muchos cultivos iban instalados en pequeñas cámaras frigoríficas para mantenerlos útiles a 275 grados bajo cero. Las carpetas con anotaciones, estadísticas, estudios comparativos, registros y presupuestos ocupaban unas voluminosas cajas que Guddrum había conseguido en el Lidl de su barrio. Treinta y tres vueltas tuvieron que dar alrededor de Wuhan antes de que la torre de control del aeropuerto les permitiera tomar tierra. Los controladores no sabían de dónde procedía y quién iba a bordo de aquel jet privado, y tenían órdenes estrictas del Ejército Popular de Liberación de no permitir la entrada a nadie que no tuviera la autorización pertinente. Cuando el jefe de la torre logró que le dieran los nombres de todos los


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