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Dos cartas Violeta Parra el 4 de octubre se cumplieron

92 años del nacimiento de violeta parra –su hermano nicanor celebró 95 el 5

de septiembre–, y en esos días apareció la reedición del Libro mayor de Violeta Parra, que armó su hija isabel y

publicó el año 85 en madrid, hasta ahora inédito en chile. contiene sus cartas y un buen catálogo de todas su

obra, además de documentos y fotos de sus presentaciones. la nueva edición de cuarto propio (que celebra sus

25 años) agrega algunas reproducciones de su obra plástica y otras fotos de familia. A Nicanor Parra (junio 1963) Amigo hermano: Cuando más triste me hallaba, se me presenta el cartero trayéndome una misiva, que tomo por alimento al divisar tu retrato, las aguas se me cayeron de las pestañas al rostro, del rostro al vestido negro. Como noticia mayor me dices de que mi madre goza de buena salud y teje sus miriñaques. Rabia me da que se caigan mis dos hermanos al vino pero merece un perdón el que ha escogido el oficio de constructor de guitarras en un cartier de bandidos. Como guitarra quisiera que me levanten mi casa y que una mano muy grande se asome por la mañana igual como nace el sol, en Chile cada mañana y al reventarse la aurora con cueca me despertara ¡cómo vendrían los pájaros a sacudirse las alas! cuando las cuerdas chillaran al son de la cueca larga ¡cómo doblaran su cuello las flores para escucharla! el viento sería el único, quien sus clavijas templara y no osaría la lluvia a importunar con sus lágrimas. Si yo regreso en septiembre, es que me falta el dieciocho pero alcanzamos a vernos si tú vienes en agosto te espero en el Luxemburgo, a la sombrita de un olmo. Claro que vuelvo con todos mis brotecitos al hombro maldita madre sería si los dejara tan solos ya ves lo que me pasó el año cincuenta y ocho falta una flor en el ramo, se la llevó la corriente y ahora la macetita la cuidaré hasta la muerte el árbol se ve bonito con todas sus hojas verdes. Si alguna duda te queda, pregúntale a un afuerino porque es un roto que tiene todo anotado en sus libros la hora la ve en el sol, y cuando ve un remolino dice que no anda muy lejos, el diablo con su quejido jugando al naipe te saca los cuatro reyes al hilo con la guitarra en la mano se le retiran los fríos y con el corvo en la diestra no queda nadie en la pista ni beato ni general, ni rico ni derechista ni funcionario, ni paco, ni flojo, ni evangelista. Con la primera paloma te mandaré una encomienda con veinticinco ejemplares debajo de sus aletas levanto bandera roja para que siga la fiesta que se arme una larga cola, pa comulgar con poemas que aquí va la hostia sagrada que ofrece el antipoeta. Saludo primeramente a don Enrique Moletto por sus hermosas palabras, sonoras como los truenos el día lo paso en cama, me falta medio silencio y en agua se está trocando la médula de mis huesos 6 | H hueders

por eso es que no se escucha el retumbar de tus versos pero una amiga me dijo que frente a frente al correo sentado y con libro en mano, un suizo te estaba leyendo. Entonces quiere decir que ya me siento en remedio con la Panchita de blanco que aprende a cuidar enfermos bien me decía mi madre cuando me veía llorosa, no hay que perder la esperanza habiendo sal y cebolla. Para la pena no hay nada mejor que una buena sopa y una ojeadita serena en el umbral de la loma. Segundamente saludo, con una copa hasta el tope de tinto de San Javier, recién sacado del cofre al honorable cantor de los cantores mayores Enrique Lihn afamado con todos sus reventones y al diario donde uno puede desahogar sus dolores pañuelo de cuanto llanto de agolpa por nuestros ojos y pecho cálido y firme en donde apoyar nuestro rostro como papá que nos cuida de los helados inviernos que nos descarga la vida con sus injustos descuentos de música y de aire puro al cual tenemos derecho el Siglo es como la mano que ayuda a mirar al ciego como un rebozo del sur para abrigarnos el cuerpo si hoy día corre su voz sobre un papel deshonesto mañana tendremos pulpa del mejor árbol chileno cuando me entreguen el bosque sembrado por los obreros. Y cosechado por otros sin ley ni merecimiento. ¿Qué dijo la madre mía de mi recado anterior? En ella puse triguito, ¿o se lo diste a un gorrión? quiero saber su destino y el resultado que dio anda y reclama respuesta jilguerillo volador. Pena me da rematar mi carta sin dirigirle unos humilde cogollos a mis amigos gentiles no he nombrar a ninguno por no caer en pecado a todos los pondré juntos en este sobre sellado. Ramito de manzanilla p’al que pregunte por mí y de cuatro hojas el trébol p’al que me ayude a sentir las penas que estoy pasando tan lejos de Tucapel tan lejos de don Emilio, de don Angulo y Gabriel. ¿Qué estará haciendo –pregunto– la Carmen Rosa en Chillán habrá tenido este invierno con qué amasar su pan? La Rosa Lorca en Barrancas, ¿conserva su corazón? le zapateaba en el pecho cuando le dije mi adiós. Así salía en la noche de luna o de oscuridad a recibir una vida, mientras otra se nos va. Treinta cuecas de Lastenia me deletreó sin parar y doña Merche en un arpa sus manos echó a rodar tengo grabada su imagen, jamás la podré olvidar.


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