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LA IA Y SU REVOLUCIÓN PARTICULAR

Los últimos años hemos escuchado cada vez más el término “Inteligencia Artificial”, cuando esto sucede nuestra mente generalmente, ubica a supercomputadoras con forma de robots, hablando entre sí e iniciando una revolución que puede o no terminar con la vida humana, depende de cuál saga de películas te guste más.

Sin embargo, más allá de la ciencia ficción, la IA sí ha iniciado una revolución. En donde su implementación e influencia en nuestra vida cotidiana es cada vez mayor y donde muchas veces no somos conscientes de haber sido asistidos por software o hardware que basa su operación en IA.

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En principio, no hay un acuerdo sobre su definición completa, el término de Inteligencia Artificial o IA fue acuñado en 1956 por el informático estadounidense John McCarthy durante la convención de Darmouth realizada en Hannover, New Hampshire, Estados Unidos y que él mismo convocó, para tratar de aclarar algunas ideas sobre las “máquinas pensantes”.

De todas, la definición que personalmente me gusta más por todo lo que engloba es la siguiente: “La capacidad de un sistema para interpretar correctamente datos externos, para aprender de dichos datos y emplear esos conocimientos para lograr tareas y metas concretas a través de la adaptación flexible”.

Las computadoras ya nos habían sorprendido con su capacidad de procesamiento, pueden procesar muchísimos datos, según el software que se esté utilizando y luego, entregar un resultado ya procesado. Pero siempre han sido tareas y procesos repetitivos, en los que se esperan unos datos de entrada y esos datos de igual forma, se combinan siempre para obtener un resultado como una super calculadora. Ahora ya no estamos hablando de procesar datos, estamos hablando de interpretarlos, guardarlos y cuando vengan nuevos datos, tener la habilidad de “recordar” lo aprendido para usarlo de forma total o parcial en la resolución de una nueva tarea o la consecución de un objetivo. Básicamente pensar, como lo hace un humano promedio.

Se han generado muchos debates sobre si esto puede generar “consciencia” en una máquina, o si es ético que una máquina resuelva tales o cuáles problemas porque no tendrá el componente de sentimientos que el humano aporta, sin embargo, todas estas discusiones no han detenido el avance de la IA y lo que ha llegado a ser hoy en día.

El ejemplo más relevante, ese smartphone que sostienes en tu mano posee software de IA que le permite a una tal “Siri”, “Alexa”, “Cortana” o cualquier otra asistente que tengas, entender lo que dices en lenguaje natural y convertirlo en instrucciones para que el teléfono procese y ejecute. Ahora nos parece bastante natural dictar instrucciones a un teléfono. Pero la sola idea de reconocer la voz humana, que no estoy hablando aún de entender lo que se dice; y a eso le pueden agregar la capacidad no solo de entenderlo, sino de hacerlo en varios idiomas, con diferentes timbres de voz y diferentes condiciones acústicas, es realmente sorprendente. El mismo teléfono tiene aplicaciones que permiten navegar mapas y buscar las mejores rutas para llegar a determinado lugar, basándose en la información del tráfico, velocidad de traslado y ubicación de GPS que trasladan cientos de otros usuarios, para que nosotros podamos evitar aglomeraciones y bloqueos.

Podemos citar también el software que gestiona toda la información recabada por los autos inteligentes, que les permite activar los frenos en caso de que un transeúnte se atraviese, pero que además hoy día ya son capaces de conducir de forma autónoma y con muy buenos resultados, que rozan la perfección si los comparamos con el porcentaje de eficiencia al conducir de los humanos en promedio. Una de esas situaciones que ya nos parecen bastante escabrosas es cuando nuestro teléfono “espía” nuestras conversaciones. Hablamos de lo mal que está funcionando la lavadora y que tendremos que comprar una nueva y al abrir nuestras redes sociales, los anuncios nos muestran el reluciente nuevo modelo de lavadora para nuestro hogar. Esto sucede porque la experiencia de usuario en la mayoría de las redes sociales está diseñada por IA y utiliza recursos del dispositivo donde se alojan, por lo que esa invasión a la privacidad que hemos experimentado ha sido cierta pero consensuada desde un inicio a través de los términos y condiciones de uso que todos aceptamos pero que casi nadie lee, cuando instalamos una aplicación o la actualizamos.

Así es que la IA ya existe entre nosotros, ya es parte de nuestra vida diaria. No solo forma parte de los desarrollos de Boston Dynamics® y sus increíbles robots que, dicho sea de paso, han llegado al punto de hacer malabares y piruetas al mejor estilo de atletas olímpicos. Y no estamos lejos de toparnos con IA en el supermercado, como en algunos lugares de Europa o Asia, o en nuestra cocina, ya que la mayoría de los electrodomésticos vienen cargados de sensores IoT para recolectar información que sea procesada por IA y nos haga más fácil la vida.

Todo esto desata la inevitable pregunta de: ¿Hasta dónde debemos llegar con la IA? No es una pregunta menor, porque si el límite no existe, inevitablemente, nuestra mente se llena con escenas de películas como Terminator o Yo Robot, donde el apocalipsis desatado por la autonomía de las máquinas generalmente termina en guerra y destrucción. Pensando científicamente, mi razonamiento me empuja a creer que hace falta mucho por desarrollar, que la IA está generando una revolución, sí, pero una revolución de información y manejo de la misma, donde nuestro intelecto podrá aprovechar todas estas bondades y hacer que la vida humana en este planeta sea mucho mejor, para todos. Como el proyecto que está desarrollando hoy en día Arabia Saudita y en proceso de construcción llamado “The Line” que no es más que una ciudad futurista con todo su desarrollo inmobiliario de uso mixto, con vista al océano, construido en una franja de 170 kilómetros de extensión, albergando a más de 9 millones de personas que podrán acceder a todas las amenidades con una caminata de 5 minutos o a través del único metro (no hay vehículos dentro), impulsada en su totalidad por energías renovables e inteligencia artificial (youtu. be/0kz5vEqdaSc)

Ello es debido a que todo depende del cristal a través del que se vea. Recientemente se habilitó al público la posibilidad de chatear con una IA altamente avanzada llamada ChatGPT, puedes abrir tu cuenta y empezar a utilizarla sin ningún costo, visitando la página (chat.openai.com/chat).

Es increíble lo que puede hacer, podrás pedirle que escriba una canción al estilo de tu cantante favorito, agregando algunas palabras obligatorias dentro de la letra, recomendaciones de libros que te ayuden a entender sobre un tema en concreto, resúmenes de esos mismos libros, que te ayude a resolver problemas avanzados en casi cualquier área del conocimiento humano e incluso, que te elabore un resumen, artículo o ensayo sobre el tema que tú escojas, con la cantidad de palabras que necesites. Tan importante es, que en varias regiones de los Estados Unidos y Europa los maestros están preocupados porque no saben si los buenos artículos que sus alumnos están presentando, fueron escritos por ellos o fueron escritos por la IA.

Además, esto siempre plantea preguntas de ética, derechos de autor y algunas otras relacionadas, pero soy un creyente del vaso medio lleno, mi óptica siempre será, la impulsada por la curiosidad científica, por lo que siempre buscaré la forma de aprovechar todos estos avances tecnológicos para aprender, crecer, mejorar. Creo que es nuestra tarea educar y enseñar a las futuras generaciones a utilizar las herramientas a nuestro alcance, como hace casi seis mil años nuestros ancestros enseñaron a las nuevas generaciones a usar la rueda.

Para despedirnos, vamos a poner a prueba la eficiencia de esta tecnología. Le pediré a ChatGPT lo siguiente y lo pegaré al final de este artículo, veamos lo que sucede: “Podrías ayudarme a escribir un párrafo de 50 palabras como conclusión a un artículo que habla sobre la inteligencia artificial, su concepto, desarrollo y utilidad en la vida cotidiana hoy en día” (seguro no hablará mal de ella misma)

La inteligencia artificial es un concepto en constante evolución y desarrollo. Su utilidad se extiende a numerosos campos y mejora la vida cotidiana de las personas de diversas maneras. A medida que la tecnología avanza, es probable que su presencia e impacto en nuestras vidas continúen creciendo. En resumen, la IA se ha convertido en una herramienta valiosa en nuestro mundo actual y su potencial es emocionante de seguir explorando.

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