EL DUENDE 165. "ESPECIAL MUSICALES"

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si la, la, land te ha abierto eL apetito musicaL estas son Las peLícuLas imprescindibLes que no debes perderte

recupera el glamour de Hollywood, y Mary Poppins, la tradición Disney. En Francia, Jacques Demy, denigrado mucho tiempo por hacer musicales, realiza Los paraguas de Cherburgo y Las señoritas de Rochefort, que se mantienen mejor que muchas de las películas francesas de su época. También recordar el número de Los productores, Springtime for Hitler. Años 70: El cine norteamericano de la década fue la imagen de su país, y el musical consiguió, caído el código Hays, introducir elementos nuevos para el género. Se vuelve más introspectivo, como demuestran New York, New York, Empieza el espectáculo o El ocaso de una estrella. También crea grandes espectáculos como Cabaret o busca en la juventud nuevos espectadores como con Grease. No olvidar que es la época de Jesucristo Superstar. Algo había cambiado, sí. Pero también estaba Nashville, de Robert Altman.

continuada y un público fiel, salvo en el caso de la animación, donde todavía parece que cierto espectador está dispuesto a dejarse llevar. Años 30: De entre la gran producción de la época, cabe destacar cualquier coreografía del gran Busby Berkeley, en especial de La calle 42, y los bailes de la pareja Astaire y Rogers, como en Sombrero de copa. También un musical tan inusual como El mago de Oz, o algunos números de los hermanos Marx, especialmente en Sopa de ganso, en la única en la que no quedaban como pegotes de lucimiento. Años 40: El musical llega rápidamente a una fórmula que se repite, aunque deja varias buenas películas, en especial en la Metro. Un día en Nueva York, en la que surge la figura de Gene Kelly, o Desfile de pascua, entregan secuencias magníficas, pero puestos a destacar una película, quizá sea Cita en St. Louis, dirigida por el gran renovador del musical de la década siguiente, Vincente Minnelli. No olvidar Las zapatilla rojas, musical británico. Años 50: Aunque en proceso de cambio interno, Hollywood sigue apostando por el musical, ahora en pleno color, y como campo de prueba tanto para la imagen como el sonido. Cantando bajo la lluvia es canónica y posee algunos de los números musicales más recordados. Pero no olvidar que fueron los años de Melodías de Broadway 1955, Brigadoon o Un americano en París. Algo olvidada, Porgy y Bess merece recuperarse. Años 60: Años de cambio en el cine con un gran número de musicales que parecen renovar el género. West Side Story introduce componentes sociales, Funny Girl

Años 80: Comienzan con un gran musical, Corazonada, que supone a su vez un gran fracaso que antecede a una década extraña para el género en el que destacaremos, por diferentes motivos, Víctor o Victoria, Fama o Flashdance. Pero para rarezas, Dinero caído del cielo. Y, aunque no era musical, recordar los números de Lili Marleen de Fassbinder. Años 90: Es la década de los musicales animados de Disney: La bella y la bestia o La sirenita suponen para el género lo que durante la década anterior ninguna película había conseguido. El musical South Park: Más grande, más largo y sin cortes, es una de las rarezas de la década. Poco del género queda fuera de la animación, salvo Todos dicen I Love You, con la que Woody Allen rindió homenaje al género, y On connaît la chanson de Alain Resnais. Años 2000 y…: Lars Von Trier con Bailando en la oscuridad probó a ver qué era y cómo se hacía un musical en la era digital, y Baz Luhrmann en Moulin Rouge cómo introducir la música pop y rock en las estructuras del género a modo de remix. Indignaron con ello al personal. Chicago retrocedió en el tiempo y funcionó, aunque para musical fuera de lo común, O Brother, Where Art Thou?, de los hermanos Coen, quienes en Ave César regresaron parcialmente al género. Los números musicales de la poco apreciada Southland Tales se encuentran entre los mejores del género en la era digital. La ciudad de las estrellas (La la land) ha situado de nuevo al género en lo más alto, veremos si supone un hito puntual o ayuda a abrir caminos con su propuesta de usar el digital para evocar, precisamente, cierta esencia del cine musical primigenio: crear un mundo propio tan reconocible como imaginario. Noventa años después de que Al Jolson cantara en pantalla por primera vez, el cine musical, sigue buscando su camino.


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