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La economía verde acapara la inversión extranjera en Europa

La inversión extranjera directa (IED) se ha convertido en el mundo globalizado en el que vivimos en una fuente imprescindible de recursos para complementar el crecimiento económico, además de ser un generador de empleo y de intercambio de conocimiento y tecnología entre países. Además, supone un reflejo del estado del mundo actual.

En 2005, las energías renovables representaban tan solo una fracción de la IED, mientras los combustibles fósiles acaparaban más de una quinta parte del total invertido. Sin embargo, en 2021, el escenario se ha invertido: Los combustibles fósiles cada vez pesan menos en la IED a nivel global y las energías renovables su- pusieron alrededor del 15%, una cifra que se espera siga incrementando a lo largo de la década. En la actualidad, los países que lideran la investigación y la instalación de energías limpias se han convertido en un imán para el IED en diversos sectores de la economía.

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Más allá de las cifras, el cambio está ocurriendo sobre el terreno. Las plantas de energía solar y eólica están proliferando en todo el mundo y las instalaciones de energía de carbón y gas fuera de servicio, en muchos casos, se reutilizan para acomodar las baterías de almacenamiento de energía, que son un elemento imprescindible para maximizar los beneficios de las energías limpias. Además, el avance tecnológico de los últimos años ha acelerado la introducción de nuevas fuentes energéticas, como el hidrógeno verde.

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