Lecturas: Si entras no sales 4 (muestra)

LECTURAS S I . no sales entras 4

PRIMARIA

Campamento de verano

SI entras NO sales

Francia limita al norte con Camembert; al sur con Roquefort; al este con Emmental y, al oeste..., ah no, que estos son quesos.

Es que Francia es famosa también por sus quesos, su vino y su comida. ¿Viste la película Ratatouille? Pues eso. Si es que hasta «chef» es una palabra francesa.

cruces el puente no dejes ningún candado de recuerdo, mucha gente lo hacía y lo han prohibido.

Pablo Aranda: De viaje por el mundo

Hilo

3. Nombra los monumentos franceses que aparecen.

Un personaje afín a tu edad e intereses te acompañará a lo largo de los nueve capítulos para presentar los temas de la antología.

7

ACTIVIDADES Capítulo 7

• ¿Tienes hermanos o hermanas?

¿Qué tal te llevas con ellos?

• ¿Qué cosas compartes y qué planes hacéis juntos? ¿En qué situaciones sois cómplices?

2. ¿Te parece que el tiempo pasa siempre a la misma velocidad?

¿En qué situaciones el tiempo pasa muy lento o muy rápido? Haz una una lista y compártela.

Actividades

Lo encontrarás en los libros

La antología de lecturas trata diferentes temas y muchos tipos de textos: narrativa, teatro, poesía, cómic, textos expositivos, adivinanzas, etc.

3. ¿Crees que la poesía puede ayudar a mejorar las relaciones entre las personas? ¿Por qué?

4. Vamos a jugar con la poesía y crear un poema colectivo. ¡Elige el juego y crea!

Formad grupos de 5 o 6 compañeros y compañeras y numeraos (1, 2, 3, 4, 5…).

El participante número 1 escribirá una frase en un papel en blanco sin que lo vean los demás compañeros y compañeras.

• Una vez escrito, le enseñará al participante 2 solo la última palabra. Sobre esa palabra, el participante 2 escribirá otra frase con sentido e intentará que rime.

• Cuando la tenga escrita, se la enseñará al participante 3 para que pueda escribir otra frase con sentido y rima. Y así, sucesivamente…

• Formad grupos de 5 o 6 compañeros y compañeras y numeraos (1, 2, 3, 4, 5…).

El participante número 1 irá diciendo números al azar.

El participante 2 escribirá un verso que rime con el número.

• Y así, sucesivamente…

Me gustan las cerezas, cerezas, fresas y frambuesas. Frutas de color rosado, es el color del verano.

Cinco ¡Buenos días, ornitorrinco!

Cada lectura lleva vinculadas unas preguntas para reafirmar tu comprensión lectora.

Al final de cada capítulo podrás realizar actividades en grupo o personales, de carácter oral o escrito, relacionadas con los textos.

C apítulo 1

Camino del campamento

Me levanté ese día muy temprano y muy nervioso. Por fin era el día. Me iba a un campamento de verano después de terminar el cole.

Supongo que para que mis padres pudieran descansar de mí, aunque ellos insistían que lo hacían para que aprendiera a relacionarme y conociera mejor la naturaleza. Porque el campamento estaba en pleno bosque.

Lo mejor es que también iban dos compañeros de clase, Gabriel y Raúl. Eso me animó algo, a pesar de que desde el principio la idea del campamento no me gustó nada. Irme de casa (malo), estar sin mis padres (malo), estar sin mis colegas de barrio (malo), estar en plena naturaleza (malo), estar sin tele (malo)… no veía nada bueno en aquella decisión para la cual no habían contado con mi opinión. Guardé mi diario en el cajón del escritorio antes de ir al «campamento bosque». No creo que tenga nada que escribir en los próximos días.

Deseé que ninguno de mis compañeros del cole hubiera tenido un percance y faltase. Ellos irían en coche con sus familias, yo en autobús.

Me senté en la última fila y cerré los ojos haciéndome el dormido para evitar hablar con nadie. Durante todo el viaje fui como en una cápsula de la que no quisiera salir nunca.

Por cierto, mi nombre es Samuel y acabo de llegar al «campamento bosque».

La fiesta de pijamas

La puerta de la habitación se abrió de golpe y entró a toda prisa una niña pequeña con una gran voz.

—¡PEEEEEEEAAAAANUUUUTTTT!

Little-Bit Jones se subió a la cama y, de inmediato, empezó a rebuscar entre los pósits de la caja.

—¿Cuál es tu favorito? —preguntó la pequeña, extendiendo una selección sobre el edredón—. A mí me gusta el pato Lucas. Siempre he pensado que está superinfravalorado en el canon de los Looney Tunes. Su ego insaciable y su temperamento explosivo son perfectos para la comedia, y el cortometraje animado Pato aturdido, de 1953, es un clásico del género.

Peanut miraba, con los ojos muy abiertos, a su hermana de cinco años. Su precoz inteligencia nunca dejaba de sorprenderla. También había demostrado ser increíblemente útil durante las aventuras que habían vivido juntas en Croma.

—En fin, ¿podemos irnos ya? Me aburro. Si perdemos más tiempo, algún otro cuadro se convertirá en polvo. —LittleBit ya sentía la típica apatía de las vacaciones de verano, a pesar de haber empezado el colegio el año anterior—.

¡También me muero de ganas de volver a ver a Garabato!

¡El nuevo cachorro de Marley es una monada y todo eso, pero creo que un perro mágico como Garabato es mucho

—¡CHICAS! ¡SON LAS CINCO EN PUNTO! —Tracey Jones, su madre, les avisaba a voces desde el final de la escalera, con el pelo envuelto en una toalla; a medio camino de pintarse las uñas del mismo color que el mono rojo oscuro que llevaba puesto.

—¡TENÉIS QUE SALIR YA SI QUERÉIS LLEGAR AL MUSEO DE LA CIENCIA A TIEMPO! —gritó.

Little-Bit trató de contener una risita.

—De verdad cree que vamos al Museo de la Ciencia—susurró—. ¡Sí, claro!

—Me siento mal por mentirle —aseguró Peanut—, pero no podemos correr el riesgo de que le diga a él adónde vamos en realidad.

Cogió la bandolera, la dobló dos veces y la metió con cuidado en su bolsa de deporte.

—¡Ah! ¡Ahí estáis! —exclamó su madre, levantando la vista de sus uñas cuando las hermanas aparecieron en el descansillo—. ¿Ya tenéis todo lo necesario? Oh, ¡me hace tanta ilusión por vosotras! Cuando yo era niña no había fiestas de pijamas en los museos. Cómo me hubiera gustado pasar la noche entre todos esos encantadores... esto, objetos científicos. Peanut, me alegro mucho de que por fin te intereses por las cosas importantes de la vida.

Peanut suspiró mientras bajaba las escaleras. La relación con su madre había sido tensa desde la desaparición de su padre. Al principio, su madre se había preocupado mucho, para pasar a enfadarse después de que su padre les enviara una misteriosa postal desde Ciudad de México en la que les decía que se olvidaran de él. Ella pensaba que los había abandonado por fracasar como artista, pero Peanut nunca había creído esa historia. De hecho, Peanut pensaba que, desde entonces, su madre culpaba de todo lo que iba mal al arte y a la creatividad en general. El año pasado, había insistido en que Peanut dejara su querido Melody High y asistiera al colegio San Hubert para los Seriamente Científicos y Terminalmente Matemáticos. Si el corazón de Peanut no hubiera estado ya roto por la desaparición de su padre, aquello sin duda habría acabado de destrozárselo en mil pedazos. La madre se chupó el dedo y frotó con energía la frente de su hija mayor hasta asegurarse de que estaba limpia.

—Está bien, andando. Divertíos mucho. —Besó a las dos en la mejilla—. Siento no poder acercaros hasta la estación, pero Milton va a llegar pronto y todavía tengo que rizarme un poco el pelo. —Peanut y Little-Bit se miraron. Su madre dejó el esmalte de uñas y se giró hacia el gran espejo de la puerta principal—. Espero estar a la altura. Hace años que no voy al ballet. —Se estiró de las mejillas hacia las orejas con el dedo pulgar e índice—. ¿Dónde está Leo? Tenía que haber vuelto hace siglos. Me prometió que sacaría a pasear al perro. De verdad que ese hermano vuestro...

La mera mención del nombre de Milton Stone provocó un escalofrío en Peanut. Era socio de la empresa de contabilidad de su madre y, ahora que su padre había desaparecido, parecía que también quería ser su novio. No solo eso, sino que Peanut estaba segura de que había algo más en él de lo que se veía a simple vista. Miró el sombrero Fedora blanco que colgaba del perchero y que el señor Stone había dejado allí la última vez que había ido a su casa. Un sombrero Fedora blanco que, por desgracia, le resultaba demasiado familiar.

Rob Biddulph: Peanut Jones y los doce portales

1. ¿Cuántos años tiene la hermana de Peanut?

2. ¿Cómo era la relación de Peanut con su madre tras la desaparición de su padre?

3. ¿Quién es Leo en el relato?

4. ¿Por qué a Peanut le provoca escalofríos la mención del nombre de Milton Stone?

El hotel más alegre de la ciudad

Anna Dupont se apeó del taxi y vio el Hotel Flamingo por primera vez.

—Vaya, ¡qué desastre! —exclamó.

El Hotel Flamingo estaba hecho polvo y no se parecía al de la foto que llevaba Anna en la mano. Tenía las paredes descoloridas y descascarilladas, las ventanas resquebrajadas y la puerta giratoria atascada.

Un oso viejo y grandote atravesó la puerta averiada a empujones. Llevaba puesto un uniforme de color rojo chillón con un gorrito diminuto a juego que asomaba entre sus orejotas.

—Bienvenida al Hotel Flamingo —dijo el oso, con un tono que pretendía ser jovial—, el hotel más alegre de la ciudad.

—Este hotel es de todo menos alegre —repuso Anna—. ¡Más bien se cae a pedazos!

El oso se puso triste, como si le hubieran afectado esas palabras.

—¿Cómo te llamas, señor oso? —le preguntó Anna.

—Peluche, señorita —respondió con su vozarrón—. Soy el portero.

—¿Quieres decir que el hotel aún sigue abierto?

—preguntó la muchacha.

—Así es, señorita —respondió Peluche. Entonces le contó que hacía tres años que no recibían un solo huésped.

Anna cogió su maleta y se encaminó hacia la puerta.

—Señor Peluche —anunció—, soy la nueva propietaria del Hotel Flamingo. Las cosas están a punto de cambiar.

Peluche se puso en posición de firmes.

—¿Eres la nueva jefa? —El oso abrió la puerta averiada con su poderosa zarpa—. Después de ti, señorita.

Anna accedió al vestíbulo. Al verlo, se le encogió el corazón. El hotel estaba tan desvencijado por dentro como por fuera. Las telarañas se extendían de una pared a otra como si fueran cortinas, y la moqueta estaba cubierta por una costra de polvo. ¿Y a qué olía? Anna no logró identificar el olor, pero le recordó a unos calcetines mohosos con un toque de limón.

—Hay muchísimo trabajo que hacer —suspiró.

Se encaminó hacia el mostrador de recepción, antaño majestuoso, donde encontró a un lémur de cola rayada dormitando encima. Anna le dio unos golpecitos en el hombro.

El lémur pegó un respingo y puso los ojos como platos.

—¿Trabajando duro, señor Lemmy? —inquirió Anna, tras leer el nombre de su placa.

El lémur bostezó.

—Estaba descansando la vista —respondió mientras se frotaba los ojos.

—Ya veo —murmuró Anna.

A Lemmy le costaba mucho espabilarse por las mañanas, pero tenía una memoria prodigiosa para los huéspedes y sus peticiones.

Al fin y al cabo, esa era la labor propia de un recepcionista de hotel.

—¿Qué día es hoy? —preguntó el lémur.

—¿Cómo dices? —repuso Anna.

Pues sí, hacía mucho tiempo que Lemmy no hablaba con ningún huésped.

Descascarilladas Pequeños trozos rotos de la capa de una superficie.

Resquebrajadas Con grietas

Jovial

Alegre, festivo.

Inquirió

Tratar de llegar al conocimiento de una cosa mediante preguntas.

Lo encontrarás en los libros

—Lo siento —dijo el lémur, mientras limpiaba el polvo del mostrador. Abrió el enorme libro encuadernado en piel donde apuntaba a los huéspedes y cogió una pluma—.

¿Qué tipo de habitación le gustaría, señorita? ¿Con baño privado o…?

—¡¿Habitación?! —exclamó Anna—. Lo que necesito es un despacho. Este es mi hotel. Soy la propietaria.

—¿Tu hotel? —preguntó Lemmy, que enseguida se puso firme y se alisó el uniforme.

—Así es —repuso Anna—. Mi tía abuela Mathilde me lo legó en su testamento. Ahora estoy al mando.

A Lemmy se le desorbitaron los ojos.

—Lo siento muchísimo, señorita —se disculpó, para luego señalar hacia una puerta de vidrio esmerilado que tenía detrás—. Ahí está el despacho, pero está un poco patas arriba...

—Todo el hotel está patas arriba —replicó Anna—. ¿Dónde está el personal? ¿El equipo de limpieza? ¿Los camareros?

—Se fueron hace mucho —dijo Peluche, que comenzó a pasearse por el vestíbulo—. Ya solo quedamos Lemmy y yo, señorita. No hay nadie más.

Anna negó con la cabeza, desalentada.

—Hace falta algo más que un lémur y un oso para regentar un hotel —indicó.

—Así es, señorita —coincidió Peluche—. Pero no hay dinero para pagar los sueldos de los empleados, ni siquiera los nuestros. La caja fuerte está vacía.

—Si no cobráis nada, ¿por qué no os habéis ido? —quiso saber Anna.

—Porque este hotel es nuestro hogar —respondió Peluche con afecto—. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Llevamos el Flamingo en la sangre.

Al menos, Anna comprobó que Peluche y Lemmy se preocupaban por el hotel. Recorrió el vestíbulo para supervisarlo, como si fuera el nuevo capitán de un barco.

—A partir de ahora, también será mi hogar —anunció—. Y si trabajamos duro y en equipo, quién sabe hasta dónde podremos llegar...

Harriet Muncaster: Hotel Flamingo

Alisó

Eliminar arrugas, planchar.

1. ¿Cómo estaba el hotel a la llegada de Anna?

2. ¿Quiénes estaban trabajando en el hotel?

3. ¿Por qué no había más trabajadores?

4. ¿Cómo es la actitud de Anna al ver el estado del hotel? ¿Desiste o está decidida a mejorarlo?

Lo encontrarás en los libros

Jimmy Fox

Lunes 9 de septiembre

¡Qué penita, hoy se acaban ya las vacaciones de verano! Este curso empezaré quinto de Primaria e iré a un colegio nuevo. Conmigo vendrán también mis dos mejores amigos del otro cole, Lisa y Ole. Guay.

Lo que no me hace ni pizca de gracia es tener que llevar justo ahora un parche en el ojo.

¡MEGAVERGONZOSO! Y todo porque papá se empeñó en practicar su nuevo truco de magia durante las vacaciones de verano. ¡Por supuesto el truco le volvió a salir fatal! En lugar de hacer desaparecer a mamá… papá hizo explotar su varita mágica. Y como no podía ser de otra forma, me dio de lleno en la cara.

¡Zasca! Moratón en el ojo. Y por culpa de una varita mágica. Vamos que eso no hay quien se lo crea. Al volver del oftalmólogo, mi padre intentó consolarme. Según él, solo tendría que ponerme unos días el parche en el ojo, y además me aseguraba que a todos mis compañeros del nuevo colegio les encantaría tener a un auténtico pirata en su clase. Bueno, a todos no.

Después de clase papá me llevó a una librería y me dijo que eligiera un libro nuevo. Pero había pasado poco tiempo desde la consulta y aún no veía casi nada con el ojo sano, así que me equivoqué. Y en lugar de un cómic nuevo elegí un diario. ¡Un diario!

La pena es que de esto me di cuenta ya en casa. ¡Jopé, qué desastre!

De todos modos, como papá se tomó tantas molestias, me lo quedé y le prometí que a partir de ese momento escribiría regularmente en mi diario durante un año. ¡Así que genial todo! Soy malísimo en el colegio, mi familia es un completo desastre y, por si fuera poco, ahora también tengo que llevar un parche en el ojo... Vamos, que soy el hazmerreír. Ah, y se me olvidaba: para rematar, ahora me dedico a escribir ¡un diario!

Solo tengo un objetivo: aguantar hasta las próximas vacaciones de verano.

Nico Sternbaum: Jimmy Fox. El impacto mágico

1. ¿A quién quería hacer desaparecer su padre con el truco de magia?

2. ¿Por qué el protagonista del relato en vez de un libro nuevo se compra un diario?

Misión Tierra

Adrián abrió los ojos y se vio envuelto en una luz verdosa. Parpadeó, desorientado. ¿Dónde estaba? Aquella no era su habitación.

Entonces, de golpe, todo volvió a su memoria. El embarque en la nave espacial Maverick, los consejos de sus padres antes de meterse cada uno en su cápsula de hibernación...

Estaban viajando a Tierra 5. Seguramente habían llegado ya, porque de lo contrario él no estaría despierto. Se suponía que los treinta miembros de la expedición tenían que pasarse todo el viaje inconscientes dentro de sus cápsulas. Solo despertarían después de haber aterrizado.

La cápsula de Adrián estaba abierta. Con mucho cuidado, se quitó los cinturones que lo sujetaban. Si todavía se encontraban viajando por el espacio, saldría flotando, porque la gravedad dentro de la cámara sería cero. Pero eso no fue lo que ocurrió. Y eso significaba que habían llegado a su nuevo planeta.

El muchacho se sentó en el colchón y puso los pies descalzos en el suelo. La cabeza le daba vueltas. Sus piernas le parecieron más largas de lo que recordaba. Pero claro, había pasado casi un año dormido... y seguramente habría crecido en todo aquel tiempo.

Adrián miró a su alrededor. ¿Dónde estaban los demás? Quizá no habían despertado aún... ¡Qué mala suerte, ser el primero!

De todas formas, sabía lo que tenía que hacer. Debía buscar a Yuna, la supervisora robótica de la nave. ¿Dónde estaba la escalerilla que subía a la sala de navegación?

Atrás, seguramente...

Adrián pasó ante un par de cápsulas que también estaban abiertas y vacías. Eran la de Esther y la de Irene, las otras dos niñas que participaban en la expedición. El resto eran adultos... y sus cápsulas permanecían cerradas, señal de que aún no habían despertado.

Ana Alonso: Misión Tierra 5

Embarque

Acción de introducir personas o mercancías en un vehículo, aeronave o tren.

Hibernación

Estado de letargo en el que permanecen algunos animales durante el invierno.

1. ¿Cuál era el destino del viaje?

2. ¿Quién es Yuna?

3. ¿Cuánto tiempo duraba el viaje?

ACTIVIDADES

Capítulo 1

1. Vamos a preparar un debate en el aula.

¿Campo o ciudad? ¿En qué lugar eres feliz?

Seguid los pasos

• Formar grupos de cuatro personas.

• Elegir un secretario o secretaria y un portavoz.

• Hacer una tormenta de ideas sobre este tema «¿Campo o ciudad? Qué prefiero y por qué». Es importante dejar que las ideas, opiniones y argumentos fluyan libremente. El secretario o la secretaria las anotará.

• Ordenar las ideas y argumentos en un documento.

• Ver cuál es la opción mayoritaria del grupo y desarrollarla. Podemos enriquecerla con información a partir de imágenes, películas que nos gustan, canciones, etc.

• Preparar la exposición oral y ayudar al portavoz a entrenarla.

En el debate

• El moderador o moderadora organizará las presentaciones y los turnos de palabra posteriores.

• Prestad atención a todas las intervenciones y anotad lo que consideréis.

• Ayudad a las portavoces a preparar las respuestas.

• Respetad los turnos de palabra y las intervenciones.

2. Formad grupos para hablar sobre vuestro viaje soñado.

• ¿Cuál es tu viaje soñado?

• ¿Con quién irías?

• ¿Qué llevarías en la maleta?

• ¿Cuánto tiempo te gustaría pasar allí?

3. ¿Tienes un diario? ¿Te gustaría tenerlo?

Piensa lo que has hecho hoy y escríbelo.

• Una buena forma de ordenar es hacerlo según las horas del día, y anotar lo mejor y lo peor de la jornada.

Lugar y fecha

Esta mañana…

Al mediodía…

Por la tarde…

De noche…

Lo más importante del día ha sido…

Lo que menos me ha gustado de hoy…

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