Revista Occidente - 548 Abril 2024

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LA OBRA MUSICAL COMO RITO COLECTIVO

ENTREVISTA A FONDO AL DIRECTOR PAOLO BORTOLAMEOLLI

* PRESIDENTE PIÑERA: UN HIJO DE SU TIEMPO

* CRISIS DE LA DEMOCRACIA: TAXONOMÍA DEL POPULISMO

* LITERATURA: UNA MIRADA AL BOOM LATINOAMERICANO

* GALILEO: SABIDURÍA EN TIEMPOS DIFÍCILES

N°548 Abril 2024 ISSN0716-6782

ÍNDICE I ABRIL 2024

2 Atentamente Guillo

3 Editorial

4 Correo de los lectores

5 La Crisis de la democracia

Una Taxonomía del Populismo

12 Galileo Galilei Sabiduría en tiempos difíciles

18 1949-2024

Sebastián Piñera Echenique

24 Opinión Sebastián Piñera

Un hijo de su tiempo

26 Humanismo y espíritu

34 Opinión Inteligencia artificial Ámbitos y dilemas éticos

36 Paolo Bortolameolli

Una obra musical es como un rito colectivo

44 Una mirada al boom latinoamericano

52 Comentario de libros

La problemática del hombre de hoy con un enfoque humanista

54 Cormac McCarthy

El minuto dorado de un narrador de culto

57 Música

Original, influyente, innovadora y mujer Carla Bley, una jazzista total

60 Cine

Las películas lentas del cine oriental. Dos miradas a las relaciones desde la óptica oriental: Celine Song y Wong Kar-wai

64 La última palabra

De traseros y etimologías

MARCELO SEGURA / PRESIDENCIA DE CHILE
2 REVISTA OCCIDENTE ABRIL 2024 ATENTAMENTE

Fundada en 1944

www.revistaoccidente.cl

Abril 2024

Edición N° 548

ISSN 0716 – 2782

Director Rodrigo Reyes Sangermani director@revistaoccidente.cl

Comité Editorial

Ximena Muñoz Muñoz

Ruth Pinto Salgado

Roberto Rivera Vicencio

Alberto Texido Zlatar

Paulina Zamorano Varea

Editor

Antonio Rojas Gómez

Diseño

Alejandra Machuca Espinoza

Colaboran en este número:

Guillo

Javier Ignacio Tobar

Eduardo Quiroz Salinas

Mario Desbordes Jiménez

Guillermo Holzmann Pérez

Felipe Quiroz Arriagada

Ricardo Bocaz Sepúlveda

Pierine Méndez Yaeger

Jorge Calvo Rojas

Ramiro Rivas

Pablo Cabañas Vargas

Alberto Fabrizzi

Ana Catalina Castillo Ibarra

Rogelio Rodríguez Muñoz

Fotografía Portada

Propiedad de Paolo Bortolameolli

Fotografías

Shutterstock

Publicación

Editorial Occidente S.A.

Marcoleta 659, Santiago, Chile

Gerencia General

Gustavo Poblete Morales

Suscripciones y Publicidad

Nicolás Morales suscripciones@editorialoccidente.cl

Fono +56 22476 1133

Los artículos firmados u opiniones de los entrevistados no representan necesariamente la línea editorial de la revista. Se autoriza la publicación total o parcial de los artículos con la única exigencia de la mención de Revista Occidente

UNA POLÍTICA MÁS GENEROSA Y HONESTA

Son las ventajas propias las que parecen importar, se actúa por el cálculo de los propios beneficios, se rompen acuerdos, se violan compromisos, se hace leña del árbol caído; se apunta con el dedo al adversario por los mismos pecados que cometieron los amigos, por los que sin embargo, se guardó cómplice silencio. La política pareciera irse por el despeñadero, los intereses personales, aquellos que resguardan su propia posición o privilegio, o quizás los de sus compadres y socios, en vez de mantener lealtades con lo que la sociedad entera espera.

El deber ser se relativiza, las malas prácticas del colectivo un ejemplo a imitar, el molde ético por el que regirá el actuar de lo público y lo privado. Por eso muchos no amedrentan, su lengua es un garrote; sucumben con facilidad a la tentación de la promesa populista por un par de votos, persisten en corromper las confianzas depositadas en ellos por unos pocos pesos, o por muchos, o apenas por un cargo, por un poder que tanto hipnotiza y que así, hipnotizado, para nada sirve.

Pareciera que la cosa pública se transforma en un botín para conquistar intereses mezquinos, parciales, excluyentes de otras miradas y reflexiones, cuando por el contrario, la política debería consagrar el espacio de los consensos, del diálogo de las ideas incluyentes e inclusivas, que velen por el bienestar de todos y no por el de una colectividad cualquiera.

A veces, se pierde la esperanza, no se ven nuevos líderes, las generaciones jóvenes, que resplandecieron de futuro en su momento, hoy se ven opacadas por las mismas prácticas que criticaron, ¿será que el sistema ya no da la medida para los tiempos que corren? , ¿tan difícil fue ponerse a trabajar por un sistema que a todos nos acogiera y fuera útil a los nuevos tiempos y paradigmas?

No se trata de llorar sobre la leche derramada, lo que fue ya fue, lo que no, ya no, y quejarse no sirve de mucho, pero claramente el ejercicio de nuestra política necesita una renovación profunda, institucional sin duda, pero personal sobre todo, en las conciencias de cada quien detente un cargo público o uno de representación popular, tenemos que generar las condiciones para hacer de nuestro país, un Chile más solidario, pavimentar el camino para cambios institucionales definitivos que pongan orden en lo que será la construcción de un futuro mejor con la fundación de una relación de la política más generosa y honesta.

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EDITORIAL

CORREO DE LOS LECTORES

ORIENTE MEDIO

Sr. Director,

El conflicto entre Hamás e Israel ha sido una fuente constante de sufrimiento y tragedia para ambas partes, así como para toda esa región. Es evidente y sensible sentir indignación y condena ante la violencia y el sufrimiento humano resultante de este prolongado conflicto.

La historia de persecución y sufrimiento del pueblo judío es innegable, y la memoria del Holocausto es un recordatorio sombrío de los horrores que la humanidad es capaz de infligir a sus semejantes. Sin embargo, es importante abordar cada situación con la debida contextualización y considerar todas las perspectivas involucradas en el conflicto actual.

La escalada de violencia y retaliación solo perpetúa un ciclo destructivo que causa sufrimiento

Cde alimentos. Amenaza que, a la vez, se ve incrementada aún más por el creciente aumento de los incendios forestales (debido al aumento de las

y la escasez de agua), el descenso de las reservas acuíferas (tanto de lagos, ríos y embalses) y la pérdida de suelos de cultivo. Situación que en el corto a mediano plazo podría golpear con extrema dureza a más de ocho millones de habitantes (casi el 50% de la población) con crisis tan graves como pérdida de puestos de trabajo, racionamiento y falta de agua potable para cubrir las necesidades básicas, desertificación y destrucción de ecosistemas e inseguridad alimentaria.

Un escenario que ya no parece tener retorno, pues a la fecha, de acuerdo con los informes de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), el déficit de precipitaciones acumulado entre las regiones de Coquimbo y el Maule supera el 60%, mientras que más al sur, entre las regiones de Ñuble y Los Lagos, el déficit se ubica entre 40 y 50%. Incluso en regiones tan extremas como Aysén y Magallanes también se ha registrado un notorio descenso de las precipitaciones lo cual refleja que ninguna zona del territorio nacional se encuentra ajena a lo que los expertos hoy denominan como “hipersequía”. Y mientras ríos, lagos y lagunas literalmente están desapareciendo, como el otrora imponente Embalse Peñuelas de la región de Valparaíso, cuya “reserva” de agua hoy solo podría llenar dos piscinas olímpicas,

innecesario a civiles inocentes, de ambos lados. En lugar de buscar soluciones a largo plazo y abordar las causas subyacentes del conflicto, la respuesta inmediata con más violencia solo profundiza las heridas y dificulta el camino hacia una paz sostenible.

La humanidad aún tiene mucho camino por recorrer en términos de “humanizarse”. Esto implica cultivar la empatía, la comprensión y el respeto mutuo, así como trabajar hacia la resolución pacífica de conflictos y la justicia social. Significa reconocer la dignidad inherente de cada ser humano y comprometerse a construir un mundo donde todos puedan vivir libres de miedo y violencia, más allá de los intereses de uno u otro Estado.

Es esencial que la comunidad internacional se una en un esfuerzo concertado para pro -

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mover el diálogo, la negociación y la cooperación entre las partes en conflicto. La justicia y la reconciliación son fundamentales para sanar las heridas del pasado y construir un futuro más justo y pacífico para todos. No sé cómo, pero exijamos a Hamás que libere a los rehenes y a Israel que detenga el genocidio y se sienten a conversar “humanamente”.

La humanidad debe aspirar a superar las divisiones y los prejuicios que nos separan, y trabajar juntos hacia un mundo donde la compasión, la justicia y la paz sean los pilares fundamentales de nuestras sociedades. Este es un desafío monumental, pero es uno que debemos abordar con urgencia y determinación. Tan culpables como los autores de las atrocidades son la indiferencia, la pasividad.

Juan Eduardo Bellinghausen M. Abogado, Viña del Mar

SEQUÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Sr. Director, Interesante artículo de esta sequía que no se detiene publicado en el número pasado de Occidente. El reportaje nos hace reflexionar acerca de las características del cambio climático y a la vez de la responsabilidad que tenemos como civilización en la aceleración del calentamiento global, sus consecuencias y lo incontrarrestable que puede ser en el futuro de la Humanidad. Sin duda el tiempo se agota para hacer algo, y no depende sólo de nuestras autoridades sino de un cambio de paradigma en la conciencia global de proteger este mundo que es la única casa que tenemos.

4 REVISTA OCCIDENTE ABRIL 2024 37 36 rubros pronto irán perdiendo cada vez más competitividad, porque tendrán que dejar de regar una parte de sus cultivos, debido a que los embalses se secan y habrá cada vez más restricciones para el uso del agua, debido a la falta gradual de precipitaciones. Para González, otro sector muy afectado será la vitivinicultura, pues las altas temperaturas que hoy se registran en primavera, generarán un impacto negativo en la calidad del vino. “Las primaveras tienen que ser frías, para que el vino pueda concentrar mayor cantidad de azúcar”, enfatiza el experto de la Universidad de Talca. Impacto que también sufrirá la fruticultura en general, rubro que hoy sufre el efecto combinado del exceso de calor, la falta de lluvias, la escasez de agua embalsada y el azote de los incendios forestales. Como consecuencia, hoy entre 25% y 30% de la producción se está perdiendo, volumen que podría aumentar considerablemente, en la medida que los efectos de la hipersequía se sigan intensificando, tal como predicen todos los modelos climatológicos actuales. ESTRATEGIAS PARA ENFRENTAR LA CRISIS Frente a este dramático escenario, los expertos exigen que tanto las autoridades como el sector privado sumen esfuerzos inmediatos, tendientes a implementar acciones que ayuden a mitigar en el corto plazo los graves efectos del cambio climático y la sequía. Al respecto, la conclusión es una sola. La hipersequía llegó para quedarse, y dentro de muy poco la zona central de Chile perderá su estatus de clima mediterráneo para evolucionar hacia un sistema semi árido. Ello implica reorientar esfuerzos para optimizar el consumo de agua, rediseñar por completo los sistemas de producción agrícola, y reforzar la generación de energía a partir de fuentes renovables no convencionales, como la solar y la eólica. Ante la cada vez mayor escasez de agua, el sector agroalimentario, por ejemplo, debe avanzar en la implementación de modelo productivos que optimicen tanto el uso del suelo como del recurso hídrico. Una de las alternativas que mejores perspectivas ofrece, en tal sentido, es la agricultura regenerativa, que a partir de un cambio en las estrategias de riego, permite retener mayor cantidad de humedad y, al mismo tiempo, reducir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Estas perspectivas han impulsado nuevas alianzas público-privadas en la materia, como la que materializaron recientemente el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, y la empresa Nestlé, que se POR PIERINNE MÉNDEZ YAEGER Periodista
hile se seca, ya no hay dudas al respecto. Desde que en 1950 comenzaron a aplicarse en nuestro país las mediciones pluviométricas anuales, nunca se había registrado una sequía tan prolongada como la que actualmente se vive. De hecho, recientes estudios nacionales e internacionales muestran que el 72% de la superficie del país sufre de algún grado de déficit pluviométrico. Esto implica que 156 de las 345 comunas nacionales presentan alto riesgo de desertificación, lo cual se traduce en un enorme impacto para diversas actividades económicas e industriales, en especial la producción
temperaturas
el territorio nacional también se ve afectado por olas de calor cada vez más frecuentes y extremas, incendios forestales descontrolados y enormes pérdidas en cosechas vitales tanto para el consumo interno como para el comercio exterior. Al respecto, el agroclimatólogo de la Universidad de Talca, Patricio González, comentó en una reciente entrevista radial que las altas temperaturas y la falta de lluvias afectan gravemente a la agricultura. “Los cultivos que más sufren -explica- son precisamente lo que requieren más agua, como el arroz, el trigo, el maíz”. A su juicio los productores nacionales de estos

LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA:

UNA TAXONOMÍA DEL POPULISMO

“Los humanos somos seres sociales, pero diferentes. Anímales cívicos. Inventamos formas de sociedad diversas, transformamos la sociedad en que hemos nacido y en la que vivieron nuestros padres, hacemos experimentos organizativos nunca antes intentados, es decir, llegado el caso desobedecemos”.

Aristóteles

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POR JAVIER IGNACIO TOBAR

Abogado, académico y ensayista

Desde el denominado “estallido social” a la fecha se han levantado afirmaciones, defendido argumentos y negados otros, pero, por sobre todo, se ha deslegitimado el debate público ubicando a la “cancelación del otro” y a la mentira como el arma más eficaz para derrotar lo que precisamente se quiere proteger, defender y profundizar: la democracia como sistema de gobierno

El “Universalismo Kantiano”, con su magia, amplitud de criterios y de diversidad dentro de los “Principios Comunes”, nos permite discutir sobre dicho concepto sin que todos seamos especialistas. Creo que es necesario y urgente a estas altura hablar sobre la democracia con todos quienes en la vida nos ocupamos de otras cosas, desarrollamos profesiones y trabajos diferentes en el que el modo de organizar la sociedad no constituye una herramienta esencialmente cotidiana; por lo que en cada vez más reiteradas ocasiones contamos con noticias vagas, indirectas e imprecisas (fake news) con las que somos bombardeados a cada segundo en la “Sociedad de la Inmediatez”. Son eslóganes repetidos hasta el cansancio que escuchamos distraídos o leemos apurados en el titular de un periódico o en las pantallas de nuestros “teléfonos inteligentes”.

La debilitación del concepto de Democracia es un hecho, pero peor aún es encontrar el punto en común que permita legitimarla.

Sólo como primera hipótesis de trabajo, hay que considerar que el principio rector de la Democracia es el de la ciudadanía como un conjunto de iguales Ello involucra tanto el derecho de ser tratado por otros como pares con respecto a la formulación de opciones colectivas, así como la obligación de quienes organizan dichas opciones para ser accesibles y responder por igual frente a todos los miembros del sistema político. A la inversa, este principio impone a los gobernados la obligación de respetar la legitimidad de las opciones resultantes de la deliberación entre pares, y a los gobernantes el derecho de actuar con autoridad -aplicando medidas coactivas en caso de ser necesario-, con el objeto de promover la eficacia de estas opciones y proteger el sistema político de toda amenaza de perturbación.

Hoy la amenaza es un hecho.

PARTICIPACIÓN Y DELIBERACIÓN

Asumimos que el principio rector (y legitimador) de la democracia es la ciudadanía, en que la participación adquiere un papel fundamental. Sin embargo, las mismas concepciones de la participación son diversas, en tanto incluyen la expresión de opiniones, la deliberación y la toma de decisiones.

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Un enfoque clásico concibe a la participación como una forma indirecta de intervención, complementaria de la democracia representativa. La participación se entiende, en ese marco, como un mecanismo para la representación, es decir, un medio por el cual los gobernantes son informados de las preferencias y necesidades de la ciudadanía, siendo inducidos a responder a dichas preferencias y necesidades. En este formato, la toma directa de decisiones queda fuera de la ecuación. Otra mirada de la participación es comprenderla como un acto de deliberación, y, en este sentido, se asocia al proceso de formación de la opinión pública, lo que contribuye a incrementar virtudes cívicas universalmente reconocidas, lo que el mismo Kant conoció como “moral universal”, aun cuando no se llegue a la toma de decisiones. Se apunta a la transformación de los ciudadanos mediante la contraposición razonada (Rawls) de argumentos para decidir sobre los asuntos públicos, tal como ocurrió con el proceso constitucional impulsado por la ex presidente Bachelet, y no así cono los fracasos constitucionales a los que ya me he referido en extenso desde el año 2021 a la fecha en las páginas de esta revista.

Más allá de la opción que se adopte, es una condición sine qua non del sistema democrático asumir que este involucra a todas las personas por igual, sin que pueda funcionar si la misma no es comprendida a cabalidad. Como fuere, si la participación ciudadana comprende todas aquellas acciones -individuales y colectivas- para influir directa o indirectamente en las decisiones y en las acciones de los gobernantes, las instituciones de participación refieren a mecanismos regulados por la ley o convocados por el gobierno para canalizar formalmente la participación. Mientras las primeras pueden salirse del marco legal, las otras están diseñadas para canalizar demandas de forma institucional.

Desde la Teoría de la Separación de Poderes de Montesquieu, la democracia representativa (como opuesta al despotismo) ha ganado terreno para convertirse en el sistema político más o menos homogéneo en Occidente, pero, a la vez, existen numerosos países que hoy en día existe una crisis, un desinterés y desconfianza de los ciudadanos hacia la misma alimentados por clases dirigentes que parecen tener una visión errada de la necesidad de consensos, priorizando el discurso facilista por sobre la necesidad de forjar un camino alimentado por consensos traslapados. Pero esta crisis bien podría no ser sólo del presente y tratarse de un estado en el que la Democracia ha vivido constantemente. Si bien es importante, valorada positivamente y preferida a

cualquier otra forma de gobierno, es crónicamente vulnerable, viviendo en permanente inestabilidad según los distintos lugares y momentos históricos en que ha sido adoptada. Es agradable constatar que no hay otro momento en la historia con mayor número de gobiernos democráticos, pero, a la vez, constatamos una fuerte y creciente insatisfacción con el rendimiento efectivo que muestran esos gobiernos.

Sin perjuicio de lo anterior, la palabra “democracia” se ha banalizado hasta el punto de que se tiene por tal a cualquier régimen que, una vez colapsado el anterior que no era democrático, monta unas elecciones para elegir nuevas autoridades sin que se cumplan las condiciones mínimas exigibles para que las votaciones sean libres e informadas. Tal es el caso de Rusia y sus recientes elecciones, Cuba, Nicaragua, Irán, Corea del Norte, Turquía y Venezuela. Un caso relevante es El Salvador y su presidente Bukele, que tristemente es hoy utilizado por diversos políticos chilenos para validar el atropello de los derechos fundamentales en pos de la seguridad: populismo de manual.

Fue Rousseau el que afirmó en el año 1762, en El Contrato Social, “que la soberanía, al no ser más que el ejercicio de la voluntad general, no puede ser jamás alienada; y que el cuerpo soberano, al no ser más que un ente colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo.” Por su parte, Santo Tomás dijo que era “la voluntad de Dios”. Y Platón, finalmente en esta parte, señaló que “ninguna muchedumbre de ningún tipo sería capaz de adquirir tal ciencia y administrar una ciudad con inteligencia, sino que es en algo pequeño es escaso, más bien en una unidad donde

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debe buscarse aquel régimen político que sea recto, y a los demás considerarlos imitaciones, algunas que lo hacen de buena manera y otras de mala forma”.

La elección de una de estas tres alternativas (Rousseau, Santo Tomás y Platón) dependerá de la comodidad, del interés personal y, por sobre todo, del modo de entender al “Ser Humano” como lo hizo Heidegger, su naturaleza y sus formas culturales.

Pero ¿qué instrumentos tiene el “pueblo” a su disposición para gobernar? ¿Qué (o quién) es el “pueblo”?

EL POPULISMO

Como afirmaré más adelante, la relación entre el populismo y la democratización ha sido un tema central en los debates académicos. La bibliografía ha oscilado entre visiones que entienden el populismo como un peligro para la democracia, que puede llevar a la conformación de regímenes autoritarios, o interpretaciones que lo analizan como un movimiento de ruptura que democratiza los sistemas institucionales excluyentes. Esta idea (la del populismo) no es nueva, surge, precisamente, en el S. XIX junto con el proceso de democratización. La novedad es que, al día de hoy, la intensidad y la omnipresencia de sus manifestaciones se han hecho presentes en casi buena parte de las democracias, que, como dije, encuentran su ejemplo vivo en Venezuela, Argentina, Bolivia y Brasil en nuestro continente, así como en los EE.UU. de Trump, y Hungría en otras latitudes.

Pero hagámonos la siguiente pregunta: ¿es el populismo una enfermedad de la democracia o puede ser un remedio?

El “populismo” es una variedad de actitudes y discursos sin origen determinado.

Suele ser sinónimo de demagogia, es decir, de prometer cosas populares, pero muy difíciles o imposibles de cumplir. Los demagogos apelan a las preferencias de las masas mientras se desentienden de las dificultades que implica llevar a cabo sus promesas. El político antipopulista es el que muestra la curda realidad, como cuando Winston Churchill prometió, sin ambages, que la guerra sería “con sangre, sudor y lágrimas”. El populista reparte pan para hoy y hambre para mañana, no tiene conciencia del gasto público, endeuda al Estado de manera irresponsable y enfrenta escenarios inflacionarios con una máquina de producir billetes sin valor. Por otro lado, el antipopulista es el político que se aprieta el cinturón, que llama a la austeridad, que ahorra en buenos tiempos y gasta en los malos. Ejemplo claro de un liderazgo no populista fueron las medidas adoptadas por en el entonces Ministro de Hacienda Andrés Velasco en la crisis mundial del año 2007 (subprime), quien se negó enfáticamente al aumento del gasto público mientras era atacado sin misericordia por las bancadas socialistas encabezadas por el entonces senador Carlos Ominami. Es por todos conocidos como la responsabilidad de Velasco primó por sobre el discurso populista del entonces senador, que hoy, como otros nombres, sigue vigente.

ALGUNAS DISTINCIONES

Para entender un concepto es necesario distinguirlo de otro; si todo cabe en la misma definición de populismo, la tarea no estará cumplida.

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Olas populistas

El término tiene su denominación, como se anticipó, en el S. XIX, especialmente a los “Norodniks” de Rusia y a al “Partido del pueblo” en EE.UU. Sin perjuicio de lo anterior, las primeras olas populistas del S. XX surgen en Latinoamérica con Perón en Argentina, Vargas en Brasil y Cárdenas en México, todos de rasgos anti imperialistas y con acento en la promoción de la industria local. La segunda ola, o “Neopopulismo”, se asocia a la década de 1990 con Menem, Fujimori y Collor de Mello, todos de corte más o menos “neoliberal”. Más recientemente, la tercera ola en la Región está identificada con Chávez, Correa, Morales y los Kirchner, que giraron nuevamente hacia posiciones de izquierda. Como no fueron realmente “marxistas” la doctrina los tituló como la “Marea Rosa”.

El caso de Fujimori es, quizás, el más emblemático del neopopulismo. Pero el neopopulismo no siempre fue compatible con la democracia liberal (separación de Poderes, fortaleza de las Instituciones, libertad de prensa y de derechos fundamentales como imperativos categóricos), pues devino en un gobierno competitivo autoritario. Este es un tipo de gobierno civil elegido en las urnas pero en un contexto en el que la cancha electoral favorece sistemáticamente a los candidatos del gobierno (et. al Venezuela, Rusia y Corea del Norte). Esta línea argumenta que los populismos exitosos llevan a regímenes autoritarios competitivos. Los populistas son outsiders que no han sido socializados en las reglas del juego democrático y en la política parlamentaria del compromiso. Esta oscilación ideológica de los populismos latinoamericanos, confirmada por los acontecimientos europeos de los últimos lustros, refuerza una idea extendida en la literatura: el populismo puede ser de derecha o de izquierda. El populismo es, entonces, una “ideología delgada”, lo que quiere decir que es insuficiente por sí misma para generar una propuesta política de Gobierno; requiere combinarse con otros elementos ideológicos (como el capitalismo y el socialismo) para proyectar una idea definida en cada contexto. Pero por muy delgada que sea, debe tener alguna característica que la haga posible.

Dicho lo anterior, en la literatura especializada no existe acuerdo en que el populismo sea el mismo fenómeno, distinguiendo diversos enfoques. El más utilizado en la actualidad es el “enfoque ideacional” (“Indignados” en España o el “Tea Party” en EEUU), que justamente concibe al populismo como una “especie de ideología”, esto es, como una manera de pensar la sociedad en dos campos antagónicos, específicamente el pueblo versus la élite (son simbólicos los discur-

sos de asunción al mando de Trump y Milei, en que ambos dan la espalda a sus respectivos Parlamentos y le hablan al “pueblo”. En esta visión el populismo es considerada como una “ideología de la democracia”. Reivindica, supuestamente, la voluntad del pueblo.

El “enfoque estratégico” , por su parte, coloca el acento en el rol del líder como un medio para alcanzar el Poder. El líder tiene un rol casi mesiánico de relación directa y desinstitucionalizada con el Pueblo, más allá de las líneas discursivas.

El “enfoque performático” considera al populismo como un estilo de hacer política, que va desde el lenguaje hasta las expresiones no verbales, y que consiste, fundamentalmente, en replicar y glorificar los usos culturales del pueblo llano, que desde la élite se consideran ordinarios, vulgares y poco sofisticados.

EVALUACIÓN NORMATIVA DEL FENÓMENO POPULISTA

Es un criterio que permite evaluar si el populismo es positivo o negativo para nuestra era política. La mayoría de la literatura evalúa negativamente el populismo, sosteniendo que si este es esencialmente antipluralista porque comprende al pueblo como sujeto excluyente, es decir, no considera a sus adversarios como interlocutores legítimos, no existe una verdadera democracia. Además, sostienen que erosiona los mecanismos de una democracia representativa. Esta es la postura que podría denominarse “liberal”. Otros, también dentro de la facción liberal, consideran al fenómeno populista con sus luces y sombras, comprendiendo desprejuiciadamente las razones de su éxito. Aceptan que puede constituir una amenaza para la democracia, pero a la vez re-

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conoce que en otros contextos puede ser incluso un correctivo para sistemas políticos escasamente democráticos. En esos casos, el populismo podría ser una fuerza democratizadora en la medida que habilita la expresión soberana del pueblo y, por tanto, revierte la percepción de que las sociedades están gobernadas por y para una élite. En otras palabras, se reconoce que el populismo no siempre es malo, sino que podría ser bueno. Aún más, los radicales, consideran al populismo como una palabra política de salvación democrática. El pueblo se constituye y construye desde alianzas contingentes y no desde el “esencialismo de clase”; es un “significante vacío” en que su contenido se puede llamar y delimitar de diversas formas.

Casos de manual son los populismos latinoamericanos versus los que se han implementado en Europa. En el Viejo Continente el populismo suele ser excluyente, en tanto buscan aislar a los que no pertenecen a la Nación de los beneficios de la comunidad política. En América Latina, en tanto, suelen ser inclusivos, en tanto incluyen en la vida política a sectores históricamente marginados, desplazados u oprimidos.

Uno) El populismo es una narrativa que divide y moraliza el espectro político entre un pueblo

virtuoso y una élite corrupta que ha secuestrado las instituciones en su propio beneficio.

Dos) El populismo es una exaltación del componente democrático de la democracia liberal, es decir, es una democracia iliberal. Los populistas son fervientes demócratas en tanto creen que el pueblo debe mandar, pero son iliberales en tanto piensan que la voluntad popular no debe ser limitada por las instituciones en nombre de los derechos individuales. Los académicos que se enfocan en el aspecto liberal de la democracia, que garantiza los derechos de la oposición, el pluralismo y las libertades civiles, tienen una evaluaci ó n contraria. Argumentan que estos gobiernos son auto- ritarios pues concentran el poder en el Ejecutivo, construyen a los opositores como enemigos malignos que atentan en contra de los intereses del proceso revolucionario, están en guerra con los medios privados de comunicación y las elecciones se dan en condiciones que favorecen a quienes están en el poder sin dar las mismas garantías a la oposición

Tres) El populismo puede ser considerado un ataque a las estructuras de intermediación política y una reivindicación de la conexión directa con un líder.

Cuatro) El populismo es un fenómeno reactivo frente al déficit de las democracias liberales contempo-

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ráneas. Después de todo, basan su legitimidad en ganar elec- ciones limpias, y sus políticas sociales a favor de los pobres han reducido la desigualdad. De acuerdo con la Comisi ó n Econ ó mica para América Latina y el Caribe (Cepal), la pobreza se redujo en Venezuela de 48,6% en 2002 a 29,5% en 2011; en Bolivia, disminuyó de 62,4% en 2002 a 42,4% en 2010; en Ecuador, finalmente, bajó de 49% en 2002 a 32,4% en 2011.

Cinco) El “estallido social” no tuvo un íder y por tanto no califica, en mi opinión, como un fenómeno populista si nuestra idea del mismo requiere de una persona que se conecte míticamente y de forma directa con sus adherentes. El estallido fue entonces un movimiento social. No hay que temer a los cambios cuando estos apuntan a mejorar nuestro presente, es ahí donde nuestros Hermanos han estado en la vanguardia de la historia. Esa es la importancia de no tener dogmas y analizar los conceptos en su justa medida, pues siempre hay palabras en política que pueden tener un sentido u otro según se utilice. A fin de cuentas, lo que importa no es nuestra pertenencia a tal cual Nación, tal cultura, tal contexto social o ideológico, sino nuestra pertenencia a la especia humana, que compartimos necesariamente con los hombres de todas las naciones, culturas y estratos sociales; de ahí proviene la idea de los Derechos Fundamentales, reglas universales para tratarnos los unos con los otros, cualquiera sea nuestra posición histórica accidental.

El populismo, si bien no es de mis palabras favoritas para definir un sistema político, sí puede ser considerado en la corrección democrática de los sistemas representativos dominados por las oligarquías, o bien el ultimátum para considerarnos todos como iguales por medio de ideas “adelantadas” que no han sido todavía comprendidas por el pueblo llano. Si no hay institucionalidad ni respeto por las minorías, no hay democracia. Sólo las normas y la institucionalidad nos protegerán de democracias mal entendidas.

El cuidado de la Democracia, particularmente considerando los tiempos que hoy vive el país con una institucionalidad más que debilitada, consiste en volver el cumplimiento de las normas “no escritas” como eje de la construcción de una moral pública (“Ethos”) que está en decadencia, más aún cuando la política de las identidades por sobre el colectivo y los actos performáticos predominan sobre la siempre inevitable realidad.

Aunque ya inmersos, estamos a tiempo de la recuperación de los espacios perdidos.

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GALILEO GALILEI SABIDURÍA EN TIEMPOS DIFÍCILES

Cuenta la historia que el 13 de febrero de 1633 Galileo Galilei llega a Roma para enfrentar al tribunal de la Inquisición, a la cual acudió justamente el 12 de abril, en cuyo edificio tuvo que permanecer dieciocho días sometido a perversos interrogatorios. Pero no acabó la historia ahí y mientras permanecía recluido en la Embajada Toscana fue citado varias veces más a declarar, hasta que el 22 de junio del mismo año se emitió la condena que le recluyó perpetua, irracional e injustamente. Recapitulemos.

Galileo, astrónomo, físico, matemático y filósofo italiano, abrazó desde pequeño cariño a las matemáticas y al empirismo y, por antonomasia, desapego hacia el aristotelismo y fue, en conjunto con Sir Francis Bacon y Descartes, uno de los tres pilares de lo que hoy conocemos como método científico que asignó al empirismo, la observación y la experiencia un valor mucho mayor a la trilogía silogismo-principio de no contradicción-falacias, que sostenía Aristóteles y que otorgaba un mayor peso a esa lógica por sobre la práctica y que fue adoptado por los escolásticos y otras ramas de la filosofía y la ciencia de la época medieval en su intento de subordinar la razón a la fe de manera sutil. Galilei realizó varios inventos en su juventud, entre los que es posible encontrar el termoscopio, el pulsómetro, la

mejora sustancial al telescopio inicial de Lippershey, el microscopio, el compás geométrico, entre otros. Sin embargo, la mejora que hizo a la idea del telescopio fue su principal aporte y el que le llevó a estudiar los cielos. Se le adjudican varios descubrimientos en términos astronómicos. El que le trajo mayores problemas, sin embargo, fue el de consolidar el heliocentrismo, en desmedro del errado geocentrismo predominante, de Copérnico, quien a su vez lo tomó de Aristarco de Samos y lo expuso en su De revolutionibus orbium coelestium aunque sin haberlo defendido pública y masivamente, por temor al rechazo en una sociedad que, estimó, no estaba preparada para entender el cambio de lo que significaba su estudio matemático y por el enorme temor que le tenía a la Iglesia Católica, aún siendo canónigo de esa corriente religiosa.

En 1610, Galileo publicó Sidereus Nuncius en el que detallaba sus primeros descubrimientos astronómicos: las lunas de júpiter, las fases de venus, cientos de estrellas y cúmulos de ellas no detalladas antes1, además de la demostración de las imperfecciones de la luna, claramente visibles en su invento, que contradecían la “perfección” de ese cuerpo celeste planteada por Ptolomeo y Aristóteles, quienes indicaron que eran perfectos y compuestos de éter, en aquel entonces también conocida como quintaesencia, como señalaba en su libro De caelo, libro II: “El cielo es perfecto por ser el único incorruptible y eterno, una de las cualidades 1 https://www.intratext.com/IXT/LAT0892/_P3.HTM

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de la perfección, y no puede ser movido por nada y nadie. Siendo el movimiento circular perfecto, el cielo también tiene un movimiento circular”.

Tras el auge de las teorías galileanas, llegó a oídos del cardenal inquisidor Bellarmino quien inicialmente reunió a cuatro jesuitas para comprobar la veracidad de lo que indicaba Galileo [Núñez de Castro, 2005]. Si bien los cuatro confirmaron inicialmente lo indicado por el nacido en Pisa, aunque parcialmente en algunos puntos, luego fueron acallados por Aquaviva que en su Ordinatio pro soliditate et uniformitate doctrinae de 1613 ordenó la defensa acérrima de la visión aristotélica y ptolemaica del universo, pues toda innovación o cambio en ella demolía los cimientos bíblicos sobre los cuales la Iglesia Católica gobernaba y regía en el mundo occidental. “Pero además, que el provincial se asegure de que las opiniones enseñadas en filosofía estén subordinadas a la teología, y de que nuestros filósofos sigan a un solo Aristóteles, siempre que su doctrina no se aparte en nada de la verdad católica” [Lukács, 1588] es el párrafo de dicho texto al que me refiero.

Ya con los ojos de Bellarmino encima, hubo bastantes desencuentros y polémicas en los años sucesivos a esa publicación, que se vieron acentuados cada vez más, por ser contrarios a la doctrina

católica, aun sin querer, de antemano, entrar en esa polémica, sino justificándola como complementaria o no contradictoria con el dogma cristiano imperante, que, en su opinión, estaba mal interpretado ante el desconocimiento de las matemáticas necesarias para ese nuevo entendimiento. ¿En qué basó Galileo su confianza en la hechura matemática del universo? Seguramente es el postulado más crucial de sus doctrinas. Le dio una formulación muy plástica en un conocido pasaje del Saggiatore de 1623: “La filosofía se halla escrita en aquel amplio libro que tenemos abierto para siempre ante nuestros ojos, me refiero al universo; pero no puede ser leído hasta que no hayamos aprendido el lenguaje y nos hayamos familiarizado con los caracteres en que está escrito. Está escrito en lenguaje matemático, y las letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin cuya mediación es humanamente imposible comprender ni una sola palabra” [Arana, 2015]. El conflicto entre Galileo y la Inquisición no fue el conflicto entre el librepensamiento y el fanatismo, o entre la ciencia y la religión; fue un conflicto entre el espíritu de inducción y el espíritu de deducción.

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Los que creen en la deducción como método para llegar al conocimiento se ven obligados a tomar sus premisas generalmente de un libro sagrado. La deducción procedente de libros inspirados fue el método de llegar a la verdad empleado por los cristianos. Y puesto que la deducción, como medio de alcanzar el conocimiento, fracasa cuando existe duda sobre las premisas, los que creen en la deducción tienen que ser enemigos de los que discuten la autoridad de los libros sagrados. Galileo discutió a Aristóteles y a las Escrituras, y con ello destruyó todo el edificio del conocimiento medieval [Russell, 1932]. No son pocos los que coinciden en ese punto de inflexión de la ciencia y la personalidad de Galileo que desnudó todas las, hasta ese momento, vigentes teorías geocéntricas basadas en el principio aristotélico. Lodovico delle Colombe, un erudito aristotélico italiano, fue uno de los que más combatió lo planteado por Galilei, utilizando, por supuesto, la Biblia como argumento. En cuanto al heliocentrismo, su mejor argumento, que prescindió del método científico y cualquier otra aproximación que pudiese calificar de seria, fue la cita de salmos 93:1 “Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá”. Y claro, la última frase “Afirmó también el mundo y no se moverá” fue su mejor argumento, para él, además, irrefutable pues “estaba escrito en las sagradas escrituras”. Con Delle Colombe, protagonizó además otro conocido desencuentro público llamado “batalla de los cuerpos flotantes”, en el que Galileo sostenía que el hielo, contrariamente a la opinión aristotélica, no debía considerarse agua condensada y flota en agua líquida por ser más ligera. Los aristotélicos, afirmando que el hielo no se hunde por la incapacidad de la forma que adopta para atravesar el agua, sostenían que eran las diferentes formas de los cuerpos las que determinaban su comportamiento una vez sumergidos en un líquido. Galileo, sin embargo, teniendo como baluarte a Arquímedes y su hidrostática, identificó la causa de discrepancias similares en la diferencia entre el peso específico del líquido y el del sólido sumergido en él [museogalileo.it].

En 1612 una nueva disputa tuvo eco, esta vez sostenida con Niccolo Lorini quien públicamente declaró la inverosimilitud del heliocentrismo de Galileo, pues, ponga atención, en el libro de Josué, que relata la entrada de Josué con los israelitas a la tierra prometida, capítulo 10, versículos 12 al 14 se señala: “Ese día en que el SEÑOR entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué habló al SEÑOR y luego dijo en presencia de todo el pueblo: «Sol, detente en Gabaón; luna, párate sobre el valle de Ayalón» El sol se detuvo y la luna se paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios”. Dicho argumento fue rebatido por Galileo en una carta dirigida a Benedetto Castelli, en el cual Galilei señaló, respecto a ese pasaje de Josué y en alusión directa a sus atacantes: “...que la Sagrada Escritura no puede jamás mentir o equivocarse, sino que sus decretos son de una verdad absoluta e inviolable. Tan solo habría añadido que, si bien la Escritura no puede errar, sí podría no obstante equivocarse alguno de sus intérpretes y comentaristas, y eso de varios modos; entre los cuales uno gravísimo y muy frecuente, consistiría en querer atenerse siempre al significado literal de las palabras, porque de esa forma aparecerían en ellas no solo diversas contradicciones, sino también graves herejías e incluso blasfemias, pues sería necesario atribuir a Dios pies, manos y ojos, así como afectos corporales y humanos, como de ira, de arrepentimiento, de odio, y también alguna vez el olvido de las cosas pasadas y la ignorancia de las futuras. Por tanto, así como en la Escritura se encuentran muchas proposiciones las cuales, si tenemos en cuenta el significado literal de las palabras, tienen apariencia distinta de la verdad, pero fueron puestas de esa forma para acomodarse a la incapacidad del pueblo llano, así para aquellos pocos que merecen ser separados de la plebe es necesario que los sabios intérpretes encuentren los verdaderos significados y nos indiquen las razones concretas por las que fueron expresados con tales palabras... Habiendo yo, pues, descubierto y demostrado que necesariamente el globo solar completa una revolución sobre sí mismo en aproximadamente un mes lunar, según la dirección en la que se hacen las

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demás revoluciones celestes, y siendo, además, muy probable y razonable que el Sol, como instrumento y ministro máximo de la naturaleza, casi corazón del mundo, dé no solamente luz, como claramente da, sino también el movimiento a todos los planetas que giran en torno a él; y, si conforme a la posición de Copérnico, nosotros atribuyésemos a la Tierra principalmente la rotación diurna, ¿quién no ve que para parar todo el sistema, sin alterar en absoluto el resto de las recíprocas relaciones de los planetas, de forma que solamente se alargase el espacio y el tiempo de la iluminación diurna, bastaría que fuese parado el Sol, como precisamente dicen las palabras del texto sagrado? He aquí, pues, el modo, según el cual, sin introducir desorden alguno entre las partes del universo y sin cambiar el sentido literal de las palabras de la Escritura, se puede, parando el Sol, alargar el día en la Tierra” [Carta a D. Benedetto Castelli de 21 de diciembre de 1613, Galilei].

Tras Lorini, vino el ataque de Caccini, un fraile y predicador de la época, con la violencia en el discurso clásica de quienes se amparan en la ignorancia y el fanatismo, que gatilló que un carmelita de apellido Foscarini, adherente a las teorías de Copérnico, que dicho sea de paso y ante la docilidad del astrónomo polaco-prusiano con la Iglesia, esta aceptó sus postulados pero bajo el título de “teorías” por lo que no molestaban tanto a la curia, publicó una carta de adhesión a esos principios. Ello fue visto como un problema para Bellarmino quien envió una carta a Foscarini, de la cual es posible extraer los siguientes pasajes: “Primero. Digo que me parece que Vuestra Paternidad y el Señor Galileo actúan prudentemente al contentarse con hablar ex suppositione y no absolutamente, como yo siempre he creído que habló Copérnico. Porque decir que, en el supuesto de

que la Tierra se mueve y que el Sol está quieto, se salvan todas las apariencias mejor que suponiendo los excéntricos y epiciclos, está muy bien dicho y no encierra peligro ninguno; y esto basta al matemático. Pero querer afirmar que realmente el Sol está en el centro del mundo y que sólo gira sobre sí mismo sin trasladarse de oriente a occidente, y que la Tierra está en el tercer cielo y gira con suma velocidad en torno al Sol, es algo peligroso no sólo como para irritar a todos los filósofos y teólogos escolásticos sino también como para dañar a la santa fe y hacer falsas las Sagradas Escrituras... Segundo. Digo que, como usted sabe, el Concilio de Trento prohíbe interpretar las Escrituras contra el acuerdo común de los santos Padres; y si Vuestra Paternidad quisiera leer ...los comentarios modernos sobre el Génesis, sobre los Salmos, sobre el Eclesiastés sobre Josué, hallará que todos concuerdan en interpretar adliteram que el Sol está en el cielo y gira en torno a la Tierra con suma velocidad, y que la Tierra está lejanísima del cielo y en el centro del mundo, inmóvil. Piense ahora usted, con su prudencia, si la Iglesia puede tolerar que se dé a las Escrituras un sentido contrario al que le dieron los santos Padres y todos los intérpretes griegos y latinos. Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe respecto al objeto, es materia de fe por quien lo dice. Y tan herético sería quien dijera que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce como quien dijera que Cristo no nació de virgen, porque lo uno y lo otro lo dice el Espíritu Santo por boca de los profetas y apóstoles...Tercero. Digo que, en el caso de que hubiera una verdadera demostración de que el Sol está en el centro del mundo y la Tierra en el tercer cielo, y de que el Sol no circunda la Tierra, sino que la Tierra circunda el Sol, entonces sería preciso considerar con mucha atención al explicar las Escrituras que parecen contrarias y decir más bien que no las entendemos que decir que sea falso lo que se demuestra... Pero en cuanto al Sol y la Tierra no hay ningún experto que tenga que corregir el error, porque claramente experimenta que la Tierra está quieta y que el ojo no se engaña cuando juzga que el Sol se mueve, como tampoco se engaña cuando juzga que la Luna y las estrellas se mueven. Y baste esto por ahora”.

Bellarmino siguió los pasos de Galileo porque sus ideas adquirían cada vez mayor resonancia, pero nunca siguió su proceso intelectual, no solo porque no estaba capacitado para ello sino porque no lo consideraba un asunto importante. En su escala de valores ocupaba un lugar muy secundario y las propuestas de Galileo solo le importaban en cuanto guardián de la fe y general de la Contrarreforma, terreno en el que

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SISTEMA HELIOCÉNTRICO DE COPÉRNICO

ni Galileo ni ningún otro científico tenían nada que decir [Beltrán, 2006]. En esa línea fue que el “martillo de los herejes”, director de los procesos inquisitoriales de Giordano Bruno y Fulgenzio Manfredi, beatificado y canonizado por Pío XI en la década del 20 del siglo pasado, comenzó el proceso de citación a Galileo a los tribunales de la Inquisición. Ello impulsado además por el decreto de censura de 1616 de Paulo V a las teorías copernicanas. En ese período Galileo fue exhortado a exponer sus estudios como teóricos, lo cual fue rechazado por el astrónomo, que no estaba dispuesto, razón mediante, a equiparar su estudio con el de Ptolomeo y, ante la insidia de Horazio Grassi, un jesuita dedicado a la astronomía, quien publicó sus discrepancias con Galilei respecto, además, a los cometas mezclando ofensas y acusaciones en plena Contrarreforma bajo el seudónimo de Lothario Sarsi. El oriundo de Pisa contesta con su publicación Il Sagliatore (el ensayador), cuyo título completo en español es “El ensayador, en el cual con balanza exquisita y justa se ponderan las cosas contenidas en la Libra astronómica y filosófica de Lotario Sarsi Sigensano”, en la cual ridiculiza a Grassi (Sarsi) con frases como “Sarsi tiene la firme convicción de que para filosofar es necesario apoyarse en la opinión de cualquier célebre autor, de manera que si nuestra mente no se esposara con el razonamiento de otra, debería quedar estéril e infecunda” o “no sé si basta para hacer que el cometa sea un semiplaneta y como a tal le convengan las propiedades de los otros planetas, con que Sarsi, su maestro y otros autores lo hayan querido y nombrado así, pues si su voluntad

y su voz son tan potentes como para dar el ser a las cosas queridas y nombradas por ellos, les suplicaría que me hicieran la gracia de querer y nombrar como oro a muchos hierros viejos que tengo por la casa” o, y evito citar más frases, “...sólo me cabría creer que verdaderamente es un menesteroso, necesitado de volver bajo la disciplina de un maestro”.

Uno de los grandes errores de Galileo fue que dicha publicación la dedicó al recién electo Papa Urbano VIII y la guerra con los jesuitas se terminó por desatar. La coronación de esa guerra “académica” tiene su punto más álgido en la publicación de su diálogo de los sistemas del mundo, donde no sólo se mofa de la teoría geocéntrica, sino que viola abiertamente la prohibición de 1616 y donde uno de sus personajes ficticios es asemejado a Urbano VIII quien se vuelve en su contra. Aún cuando el libro fue permitido por el consejo de censores de la Iglesia Católica, se justificó su citación al Tribunal de la inquisición porque justamente violaba ese decreto [Beltrán, 2006]. En 1933 comienza el interrogatorio y pese a la debilidad del caso y la ausencia de evidencias contra Galileo, se dictamina como condena al astrónomo prisión perpetua y la obligación de abjurar de sus postulados respecto al heliocentrismo, lo cual realiza Galileo para poder conservar la vida e intercambiar la prisión por arresto domiciliario, el cual termina cumpliendo hasta su muerte.

Si bien la cronología está bastante reducida y resumida, no quita el hecho de que el caso de Galilei sea digno de estudio y constante repaso pues tras él se esconde una verdad que, para lamento de los librepensadores, nos persigue hasta nuestros días. Paradójicamente, en pleno cuarto del Siglo XXI, siguen vigentes personajes que levantan teorías y prácticas ceñidas a la literalidad de pasajes de libros autodenominados sagrados o con esa categoría sostenida invariablemente por sus seguidores, sin cuestionamiento y lejos de una sana exégesis, que, además, lamentablemente jamás se logra apartar del dogmatismo previo. Mencionamos un par de meses atrás la literalidad que subyace en el conflicto palestino-israelí y hace varios más, situaciones referentes a la intolerancia de la diversidad sexual basada también en literalidades de los mismos libros, en particular de algunas vertientes del protestantismo chileno, junto a muchos otros hechos que en la actual intolerancia política mezcla pasajes bíblicos y de otros textos análogos como justificación para las atrocidades sugeridas.

La ignorancia es campo de cultivo para el crecimiento de los fanatismos que aprendieron nada del sarcástico, pero efectivo, Eppur si muove

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MATIAS

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SEBASTIÁN PIÑERA ECHENIQUE

POR UNA DERECHA QUE AQUILATE LA DEMOCRACIA EN SU AMPLIO SENTIDO, LA DEFENSA DE LOS DD.HH., Y UNA CONVIVENCIA TOLERANTE

Y DIALOGANTE

Ex diputado, ex subsecretario y ex ministro de Estado

Quiero aprovechar esta tribuna para hablarles a sus lectores, del Sebastián Piñera que yo conocí. No haré una biografía, ni menos un resumen de sus cargos u obras. Permítanme contarles en unas pocas líneas, sobre la persona, sobre el ser humano detrás del político y dos veces Jefe de Estado.

Lo conocí por allá por el año 2000, cuando él desempeñaba el cargo de presidente de RN, mismo año en que ingresé a dicha tienda. Eran años de duras peleas internas, donde Piñera, representante del “ala liberal”, se enfrentaba a los denominados conservadores del partido, y por supuesto, a todo el partido aliado. En aquella época, la posibilidad de que alguien de centro derecha llegara a La Moneda era poco menos que un espejismo, algo casi imposible.

Entre el 2000 y el 2009 interactué varias veces con él, y como muchos, tuve la sensación de que era alguien más bien frío, con carisma, y que vivía en función del proyecto político. Fue recién en agosto de 2009 cuando empecé a conocerle otras facetas.

Por razones fortuitas, llegué a trabajar a su equipo de campaña, específicamente al de avanzada, teniendo la responsabilidad de organizar sus actividades en terreno, lo que me obligó a estar con Sebastián (así le decíamos), literalmente todos los días entre ese mes y febrero de 2010.

La rutina en terreno era simple: Despertarlo a las 06.30 (siempre estaba despierto hacía rato), contarle sobre las principales noticias de la mañana y los titulares de prensa (ya los había leído todos) y repasar la agenda y las actividades públicas que habían sido diseñadas por su equipo liderado por Rodrigo Hinzpeter y Carla Munizaga. Detallista obsesivo, era además porfiado. No era fácil convencerlo de que una actividad era mejor que otra, o que tal o cual locación eran las adecuadas. Incluso, cuando estaba supuestamente convencido, siempre se daba maña para llevar la contra en algo, como por ejemplo simplemente pararse en un lugar distinto al que le habíamos marcado en el punto de prensa, lo que provocaba el enojo de Reinaldo Sepúlveda, nuestro maestro, quien como reconocido director de televisión (autor entre muchas otras cosas del video de Las Alturas de Machu Pichu con los Jaivas, una verdadera obra de arte, y la franja del NO), nos exigía perfección en todo, desde la luz pareja en el rostro del candidato, hasta un “tiro de cámara” que mostrara a la perfección el escenario elegido y el mensaje del día. En fin, Sebastián gozaba como niño chico llevando la contra y poniendo en apuros a todo su equipo.

En aquel periodo empecé a conocer a la persona detrás del personaje. Efectivamente muy competitivo, no estaba dispuesto a perder una simple pichanga entre sus asesores y su escolta (cuando arbitraba Juan Francisco Galli, siempre la balanza se inclinó a favor de Piñera), y cuando llegaba uno como subse-

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cretario o ministro a discutir un proyecto, lo mínimo era manejar al detalle todos los aspectos, hasta el más pequeño, pues siempre encontraba alguno en que él sabía más que su interlocutor. La mayoría de las veces eran anécdotas, pero varias veces también, la autoridad que era sorprendida con la tarea a medias, era reprendida con severidad. Piñera exigía perfección, y quien no estuviera dispuesto a esforzarse al máximo para lograrla, mejor que hiciera las maletas.

La campaña de 2009 fue intensa, pero muy emotiva. Recorrimos centenares de ciudades y pueblos, parando y realizando un acto en cuatro o cinco lugares al día. Para cada comuna Sebastián conocía anécdotas y datos históricos. Había que recorrer radios, canales locales de tv y diarios, y por supuesto, la caminata por el paseo local. Jamás lo vi cansado, y al revés, la adrenalina y la real posibilidad de triunfo hicieron que las semanas y meses fuera de nuestros hogares, pasaran volando.

Miles son las anécdotas, los chascarros y los momentos emotivos que vivimos. Quizás, de las que más recuerdo, la mezcla de incomodidad, pero a la vez de orgullo que tenía, cuando le pedíamos que saliera más a terreno y en medios, Cecilia Morel, su señora. Una mujer inteligente, carismática, de una sensibilidad infinita, y con una capacidad de empatizar con la gente como pocos. La señora Cecilia jugó un rol clave a partir de ahí, tanto en las campañas, como en sus gobiernos como primera dama. Guardo un tremendo recuerdo de su trabajo, que complementó muy bien a su marido, dando un toque más humano a la política que suele ser tan fría. Sin duda, Cecilia Morel se ganó nuestra profunda admiración y sentido cariño.

Quizás el momento más recordado en esa campaña, fue el acto de cierre en un Arena Santiago repleto, donde le escuché su mejor discurso, en que se emocionó él, y nos hizo emocionar a todos.

Así llegamos a la noche de la elección, donde por primera vez un candidato de centroderecha lograba el triunfo desde el retorno a la democracia. Esa noche lo conversamos con Carla Munizaga, y aunque al principio él no estuvo de acuerdo, dejó de ser Sebastián, y pasó a ser el Presidente Piñera con todo lo que implicaba, desde el trato, hasta el protocolo.

Si bien lo acompañé en todas las actividades protocolares antes de asumir, a mitad de febrero, me sorprendió con un llamado que había presenciado a su lado varias veces, pero que no esperaba recibir. Estando dentro de su misma casa, a pocos metros, recibí el llamado donde me pedía integrar su gabinete, asumiendo el cargo de subsecretario de investigaciones. Por supuesto acepté. A partir de ahí debí comenzar a preparar las nuevas responsabilidades, y en esa labor

me encontraba la noche del 27 de febrero de 2010, cuando el mega sismo y maremoto asoló buena parte de nuestro territorio. De inmediato acompañé al presidente a la Onemi, donde poco y nada podíamos hacer, pues aún no asumíamos nuestras funciones. A primera hora del día siguiente nos reunió a todo el gabinete, y a futuros ministros y subsecretarios, nos arengó señalando que el programa de gobierno que cada uno tenía en sus manos (las famosas carpetas y los pendrive) debía postergarse, pues nuestra misión a contar de ese minuto, era levantar al país, era reconstruir Chile. Pero no boten el programa nos advirtió, pues de todas formas tenemos que cumplirlo, pues por eso nos eligieron.

Quería ir a la zona afectada, pero todos los helicópteros de Carabineros y FF.AA., se nos dijo que estaban ocupados con autoridades en terreno o en labores de rescate. Pero había una institución que sí tenía una aeronave, y al solicitarla, la pusieron a disposición del presidente electo (calidad que ostenta el futuro jefe de Estado, entre la resolución del Tribunal Calificador de Elecciones y el cambio de mando). Era un helicóptero de la PDI. Hablé de inmediato con su director general, Marcos Vásquez, quien me había encargado en una reunión protocolar que lo ayudara en varias cosas, entre otras, contar con más de una de estas aeronaves. Por supuesto, que el propio presidente la utilizara era clave, por lo que conversé con su tripulación, y les pedí que le explicaran al presidente cuál era su labor. Eso sí, les advertí que por ningún motivo le entregaran el control para que él piloteara. No podían sucumbir a la presión de la nueva autoridad, quien estaba seguro les pediría los controles por unos momentos, pues en esa época ya tenía la licencia de piloto. El viaje cumplió a cabalidad el objetivo, pues Piñera recorrió las zonas afectadas y conoció de primera fuente la tremenda labor que realiza nuestra policía civil con estas aeronaves. Eso sí, venía frustrado por la férrea negativa que tuvo de los detectives cuando les pidió pilotear. Ningún argumento sirvió para doblegarlos.

Su primer gobierno tuvo momentos épicos como el rescate de los mineros, del que fue uno de los principales responsables. Mientras hubo una luz de esperanza no cejó en la búsqueda, y pese a todas las recomendaciones, por el riesgo a su imagen que implicaba, asumió personalmente la responsabilidad de la difícil tarea.

La reconstrucción fue otra gran tarea, y quizás el mayor legado de esa administración. Enorme por las dimensiones de la catástrofe, gigante por los recursos involucrados. Siempre estuvo encima de todo, siempre exigió al máximo a los equipos, siempre recordándonos a todos, el sufrimiento que padecían cientos de

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miles de familias damnificadas. El famoso “sentido de urgencia” que ponía como sello en cada tarea.

En materia política el gobierno se descolocó por las enormes manifestaciones que reclamaban por diversos temas, como salud, educación y pensiones. Buena parte de la elite chilena y por ende de los dirigentes políticos y gremiales que le hablaban, sentían que era todo injustificado. Y tal como relata Daniel Mansuy en su libro Nos Fuimos Quedando en Silencio, esa parte de la elite reaccionó, por ejemplo, con un libro que trataba de negar los problemas existentes. La coalición y su gobierno se debatieron entre dos almas, y una de las víctimas fue su ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, un gran político y persona, que sufrió las peores amenazas, dejando la primera línea política hasta hoy.

Hubo, eso sí, varias peleas que dio y en las que el presidente logró dejar plasmado su sello, con proyectos que se iniciaron y se concretaron en su gestión. Por ejemplo, por un lado, el acuerdo de vida en pareja (hoy unión civil), tremendamente resistido por el mundo más conservador, y por ende por buena parte de sus propios apoyos políticos, y por otro, con el post natal de seis meses (antes era de tres), que enfrentó la ira de varios expertos, que vaticinaban un desastre para la empleabilidad femenina, tal como escribía en sus múltiples tribunas, el entonces presidente de Libertad y Desarrollo Luis Larraín.

Empezamos ese primer gobierno con un tsunami de la naturaleza, y lo terminamos con uno político, cuando estando vigente aún el sistema binominal (el presidente y buena parte de la coalición se habían

negado a cambiarlo un año antes, rechazando el acuerdo RN DC, acuerdo que contaba con los votos del PPD, del PR y del PS), la Nueva Mayoría arrasó en la parlamentaria, doblando en más de una decena de distritos y en varias circunscripciones, consiguiendo así mayoría absoluta en ambas cámaras, y con un holgado triunfo de su candidata, la ex presidenta Michelle Bachelet.

Durante el mandato de la presidenta Bachelet trabajamos con el ex presidente, que, desde su fundación, preparó las bases de lo que sería su segundo mandato. “Aprendamos de los errores” era la consigna, tanto de los que habíamos cometido, como de los que se cometían en la administración de la Nueva Mayoría. Varias veces se planteó por unos, seguir con el énfasis en el crecimiento y el empleo, mientras que otros pensábamos que se podía conjugar eso, con propuestas sociales, que en nuestro caso, trabajamos con la fundación Konrad Adenauer. Menos Excel y más Word, no solo números y cifras, más contenido. El Presidente optó, al menos en el programa, por esta última fórmula, incorporando en él, un acápite sobre solidaridad como pilar.

Quizás con menos épica, gana por segunda vez la elección presidencial. Por mi parte había sido elegido diputado, y además presidente de Renovación Nacional, partido que se alzó por lejos, como el más grande, tanto en el congreso, como a nivel municipal.

En la conformación del gabinete se fueron notando cambios respecto de la primera gestión, pues había desde el inicio o se fueron incorporando nombres con un perfil que no era el clásico de sus equipos, como Cecilia Pérez (clase media y universidad privada), y gente con vasta experiencia política, que tenían opinión y voz.

Sebastián Piñera era de las personas menos rencorosas que he conocido. Era capaz de dar vuelta la página aun después de las peores traiciones (sufrió varias), e incluso de trabajar con quienes habían sido no solo férreos adversarios, sino que a veces durísimos detractores. Muchas veces ponía en práctica aquella máxima de tener cerca a tus amigos, pero más a tus enemigos. Con todo, varias veces presencié su negativa a poner en los cargos que le pedían, a algunos de sus antiguos adversarios.

Durante la primera parte de su segundo mandato, el viento parecía soplar a favor. Las grandes cifras acompañaban, y el gobierno se empeñaba en reformas estructurales.

En septiembre de 2019 acompañé al presidente a la asamblea general de Naciones Unidas, que estaría dedicada al medio ambiente, y en especial a la problemática de los océanos. A Piñera lo apasionaban estos

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temas, y tenía un genuino interés por el cuidado del medio ambiente y la conservación. En esa asamblea estuvo en su mejor momento, y se aprestaba a presidir en Chile, ni más ni menos que dos reuniones de alto nivel mundial. La COP25 y la APEC.

El Presidente hablaba de Chile como un oasis, y no creía en lo que varios le planteábamos, de que la situación era frágil. Recuerdo que me llamó complicado por una entrevista que yo había dado, donde la bajada del titular en Emol, reproducía una frase mía llamando a hacernos cargo de la frustración y de la bronca que había en la ciudadanía, frase que él no compartía y que consideraba exagerada. Meses después, luego de haber participado en varios debates y reuniones a raíz del proyecto de las cuarenta horas (jornada laboral), proyecto que yo no compartía, pero que reflejaba bien uno los problemas que se evidenciaban, me reuní con los máximos dirigentes de la Confederación de la Producción y del Comercio para plantearles mi punto de vista. Uno de los asistentes lo llamó para quejarse por mi “catastrofismo”. La CPC, de la mano de su

presidente Alfonso Swett, reaccionó correctamente, y ante la lentitud del gobierno, constituyó mesas de trabajo amplias y transversales. Dichas mesas no alcanzaron a concretar sus conclusiones, pues a las pocas semanas se produjo el denominado estallido social. Aún conservo el mensaje de WhatsApp de uno de los líderes empresariales donde me señalaba “…Me ha quedado muy claro que teníamos mucho menos tiempo del que yo pensaba…”.

No es el tema de esta columna, y no hay espacio para entrar en las causas, ni menos aún en detalles sobre lo ocurrido en esos convulsionados días entre el 18 de octubre y el 15 de noviembre de 2019. El estallido pilló por sorpresa a todo Chile, y también tomó desprevenido al gobierno, que no veía razones para lo ocurrido. Así como en los extremos ven por un lado, solo violencia en ese periodo, negándose a reconocer las multitudinarias manifestaciones ciudadanas que exigían cambios, y por otro, quienes niegan o justifican la violencia, dándole a todo lo ocurrido una connotación romántica, en el gobierno y en la coalición que lo sustentaba había dos grandes grupos: los que pedíamos firmeza con la violencia, pero a la vez atender las demandas ciudadanas con propuestas de reformas sociales profundas, y los que pensaban que todo obedecía a un complot internacional, que no eran necesarias las reformas, y que había que esperar que la ola pasara.

El presidente se debatía entre ambas. Del shock inicial se pasó a algunos anuncios, hasta que la oposición asestó un golpe que dejaría sin maniobra a su gobierno, cuando el 28 de octubre forzó la salida del entonces ministro del interior Andrés Chadwick. A partir de ahí, el gobierno perdió fuerza y toda iniciativa, su gabinete perdió conducción, y el peso de todo, que antes se equilibraba con Chadwick, recayó en la persona del mandatario. Por supuesto Piñera tuvo actuaciones claves, como ordenar a la coalición detrás de los acuerdos que se estaban gestando en el congreso, y sobre todo, el 12 de noviembre, día de gran violencia, cuando la decisión del primer mandatario pudo cambiar la historia. Afortunadamente tuvo la claridad para comprender la situación, y hacer un último llamado al diálogo, evitando decretar estado de excepción y sacar de nuevo a los militares a la calle, lo que habría frustrado las negociaciones, y derivado en una espiral que arriesgaba la democracia.

El acuerdo del 15 de noviembre de ese año reencauzó todo por la vía democrática, la ciudadanía regreso a sus hogares, y los grupos violentos quedaron aislados.

Pocos meses después, apenas saliendo de lo vivido en el estallido, comienza a extenderse por el mundo el Covid 19. Desde el día uno pude ver al Piñera de la

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SEBASTIÁN RODRÍGUEZ / PRESIDENCIA DE CHILE SEBASTIÁN RODRÍGUEZ / PRESIDENCIA DE CHILE

reconstrucción o del rescate a los mineros. De inmediato empezó a negociar para Chile la prioridad sobre vacunas que aún no estaban más que en el papel. De inmediato tomó medidas y personalmente condujo la crisis. No había un manual, no había experiencia previa en ningún país. Cada gobierno fue adoptando las medidas que le parecían correctas, y ahí reapareció el gran gestor.

Fue durante ese periodo cuando tuve quizás la mayor de mis diferencias políticas con Piñera. La calle clamaba por ayuda. Había estado en terreno viendo como muchos hogares no tenían lo mínimo para “parar la olla”. Ante esa situación, varios pedimos medidas más amplias, sin focalización, y de mayor magnitud. Lamentablemente, primaron sus ministros del interior y hacienda, quienes sostenían que con un bono de sesenta mil pesos era suficiente. Ante la profundidad de la crisis, de la carencia, y ante la ausencia de otras opciones, varios apoyamos los retiros de un 10% de los fondos de pensiones, como único salvavidas proporcional a lo que se vivía. Siempre dijimos que no era lo correcto, que los fondos no eran para eso, pero que, ante lo insuficiente de la ayuda estatal, no veíamos alternativas. Si bien el presidente reconoció abiertamente el error, y las ayudas que siguieron, tanto para personas como para pymes fueron muy distintas, nuestra relación se resintió. Es de todos conocidos de que me incorporó al gobierno en el Ministerio de Defensa (me negué varias veces a aceptar), y con eso se terminó la disputa en la coalición que incomodaba a la administración. Ejercí un cargo precioso como es el de ministro de Defensa, en el que me correspondieron momentos claves y complejos como el primer aniversario del estallido, el plebiscito de entrada, y sobre todo la pandemia, con las FF.AA.

completamente desplegadas por Chile. Trabajé codo a codo con el mandatario, y lo vi desplegado contra el covid, hasta que me pidió que saliera a la primaria presidencial, con la finalidad de aportar competencia (con derrota segura), pues al entrar al gabinete, me había obligado a quemar buena parte de mi capital político.

Si bien nos distanciamos, hace unos meses, en una actividad protocolar, pude hablar nuevamente con él. Estaba contento por el rol internacional que tenía, y se reía porque yo le insistía en que él estaba en planes de ser presidente por tercera vez. Pese a que lo negaba, no me cabe ninguna duda que sí quería, pues lo conocí bien. Él gozaba con la discusión sobre ese punto. Estaba también muy orgulloso de varios avances en su gobierno, como por ejemplo la Pensión Garantizada Universal.

Hace un poco más de un mes falleció. Sé que estaba gozando de la vida, y sobre todo de su familia, de sus nietos. Muchas veces conversamos sobre lo ingrata que es la vida pública, que obliga a descuidar a la familia, y él nos daba su propio ejemplo. Murió cerca de los suyos, y haciendo lo que lo apasionaba, pilotear su helicóptero.

Toda persona tiene luces y sombras. De Sebastián Piñera me quedo con sus luces que fueron muchas, y esperando que mi sector político aquilate y comprenda el legado que nos deja (partiendo por el “menos Excel y más word”), no solo crecimiento, empleo y política social, pues tal como nos contó en esa última conversación que tuvimos, estaba abocado a consolidar una centroderecha democrática, que defiende los DD.HH. en su amplio sentido, tolerante y dialogante, que piensa en la República y en el ciudadano como ejes de su trabajo.

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MARCELO SEGURA / PRESIDENCIA DE CHILE

SEBASTIÁN PIÑERA UN HIJO DE SU TIEMPO

POR GUILLERMO HOLZMANN PÉREZ Académico, analista y cientista político

Sebastián Piñera Echenique ocupó la Presidencia de la República en dos períodos no consecutivos, correspondiente al 35° y 37° entre los mandatarios que Chile ha tenido desde su independencia, incluyendo aquellos de facto. Su trayectoria en el ámbito de los negocios financieros e inmobiliarios, junto a su participación en el ámbito académico, de las consultorías internacionales y, particularmente, en el ámbito político marcan la hoja de ruta que siguió en su vida. Obviamente es hijo cultural de su tiempo y de sus raíces familiares, las que se potenciaron con su capacidad de analizar el entorno, prospectar escenarios y establecer cursos de acción a partir de objetivos e intereses.

Su impronta evoluciona en la manera en que genera el conocimiento necesario para el logro de sus objetivos. Desde esta perspectiva Sebastián Piñera explora el universo y el mundo desde el realismo liberal por una parte y desde el pragmatismo filosófico heredado del siglo XIX en nuestra cultura occidental.

Proveniente de una familia clase media (acomodada), conservadora y donde su experiencia de vida, junto a sus hermanos, aprovecha para absorber las enseñanzas de la vida diplomática y política (herencia de su padre) de las primeras décadas del siglo XX. Sin duda su entorno familiar le facilita -lo cual aprovecha- para profundizar en la observación del mundo desarrollado y satisfacer su curiosidad intelectual desde el realismo cruzado por las idea de Maritain y el pragmatismo ético derivado, entre otros, de Kant. Con esta plataforma forja su visión de mundo y su ideología liberal pragmática que le guiaría en los dos periodos en los cuales ejerce como Presidente de la República (Jefe de Estado y de Gobierno en Chile). Es esta perspectiva la que alimenta sus convicciones más claras respecto a los negocios, la economía, la política y el poder asociado a ambas.

Su metodología de la curiosidad, por llamarle de alguna forma, empezaba en la observación acuciosa del entorno lejano (mundo desarrollado) y el diag-

nóstico del cercano (América Latina) contextualizado en la historia y procesos de desarrollo examinados desde el pensamiento crítico para luego imaginarse su aplicación en Chile. Su voluntad de avanzar en entornos competitivos quedó plasmado en cada una de sus actividades empresariales y políticas. Lo suyo era la competencia, donde la cooperación se transformaba en un factor decisivo pero dependiente del primero.

En su gestión presidencial destacan su permanente y actualizada visión de futuro. Si bien no era un ideólogo -y de hecho su legado presidencial está más asociado a la conducción hacia y los resultados basados en valores que consideraba esenciales para el desarrollo democrático- su voluntad para avanzar por los objetivos que consideraba fundamentales, dan cuenta de un liderazgo basado en la acción. Es interesante considerar la forma en que interpreta la historia desde una visión republicana y la manera en que enfrenta el proceso político desde los años 90’s convirtiéndose -desde su perspectiva liberal- en un verdadero adalid del diálogo y la búsqueda de acuerdos políticos y sociales. Si bien adscribía al pensamiento de la centroderecha chilena -una combinación entre el liberalismo y conservadurismo cultural heredado del siglo XIX- no trepidaba en colocar su voluntad y energía, lo cual marcó su liderazgo político desde el pragmatismo y la constante búsqueda del poder.

En esto último, resalta su espíritu republicano y respeto por los órganos permanentes en el desarrollo institucional del país. Por cierto allí, destacaba la Iglesia Católica, pero también tenía un vínculo con las iglesias evangélicas y protestantes y un especial respeto por la masonería, a la cual conoció desde su juventud, no perteneciendo a ella. Sin duda, su compromiso con un Chile próspero y desarrollado estaba en parte importante de sus decisiones y daba energía a sus acciones. El diálogo, más que la negociación, era su permanente impronta. En su

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OPINIÓN

gestión presidencial supo identificar en cada crisis, una oportunidad.

Si se mira el proceso institucional desde el retorno a la democracia, Sebastián Piñera es el complemento natural de las administraciones anteriores. Si se analizara por ciclos, el primero estaría compuesto por las administraciones desde Aylwin a Lagos y el segundo por Bachelet y Piñera, marcando cada ciclo, especiales características de la evolución sociocultural y política del país.

Las sombras y luces de su vida quedarán para el análisis histórico. Sin embargo, en ambos gobiernos destacan algunos hitos relevantes. En su primera magistratura están la reconstrucción tras el terremoto del 27 de febrero del 2010, que modificó su programa de Gobierno y sus prioridades, el postnatal de seis meses, la creación del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el ingreso ético familiar y, por cierto, el rescate de los 33 mineros, entre otros logros. También es del caso destacar su férrea defensa de la soberanía en una visión de Estado que comparte con su antecesora y predecesora respecto a los conflictos limítrofes instalados en la Corte Internacional, consolidando una política de Estado respecto de ellos, como también, la profundización de los acuerdos comerciales y el posicionamiento de Chile (Alianza del Pacifico, CELAC) como referente mundial en variados temas, entre ellos la implementación de un

Plan Estratégico para el desarrollo antártico que se ha mantenido hasta ahora.

En su segundo gobierno resalta la Pensión Generalizada Universal (PGU), el fortalecimiento de los liceos Bicentenarios que destacan por sus resultados, la preocupación por la infancia, los adultos mayores, la obtención de la sede los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos realizados el 2023. Sin duda, este período estuvo marcado por el denominado estallido social y la pandemia. Respecto al primero, primó en su accionar su sentido republicano para lograr salidas institucionales que evitaran una crisis institucional, lo cual se logró a través del “Acuerdo por la Paz Social y Nueva Constitución” que dejó implementado antes de entregar la banda de O’Higgins a Gabriel Boric. A este respecto, Piñera terminó acorralado en su gestión presidencial enfrentando a una dura oposición, donde el diálogo estaba sometido a condiciones imperativas de muy difícil superación. De ellas destaca como eje las protestas por la desigualdad, lo que lleva a diversos intentos por cambiar condiciones, pero todo ello se diluyó en un ambiente de polarización ideológica y fragmentación en los partidos políticos. El estallido social se transformó en una crisis institucional y gubernamental que Piñera no pudo superar a pesar de todos los esfuerzos de base republicana que colocó en ello. Finalmente, fue el Congreso el que abre un espacio de salida con el proceso constitucional. Con todo, al haber fracasado los dos intentos constitucionales, la crisis se mantiene latente y para Piñera era un leit motiv para explorar la posibilidad de un tercer gobierno.

Este escenario obliga a modificar el resto de su mandato, el cual, además, se ve impactado por la pandemia (COVID19), emergiendo la capacidad de decisión y gestión que lo caracterizaba. Significó imponer una adecuación del Estado para que las familias recibieran ayudas monetarias directas por parte del Estado. Implicando avances importantes en la digitalización de trámites en el Estado, empezando por la Clave Única (inspirado en las experiencias de Canadá, Finlandia, Singapur y Australia).

La despedida ciudadana a Sebastián Piñera contrasta con la narrativa político-ideológica prevaleciente en Chile. La masividad de su despedida y el reconocimiento a su gestión superó cualquier cálculo ideológico y se transforma en un referente de la derecha por sus logros y su capacidad para enfrentar condiciones adversas, y superarlas y asumirlas desde su visión republicana y bajo las reglas democráticas.

Con Sebastián Piñera se cierra el segundo ciclo y Gabriel Boric está comenzando un tercero.

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HUMANISMO Y ESPÍRITU

POR FELIPE QUIROZ ARRIAGADA

Profesor de Filosofía y licenciado en Educación. Magíster en Psicología Educacional, magíster en Educación, mención Currículum e Innovaciones Pedagógicas

INTRODUCCIÓN

El mundo moderno es, principalmente, una cultura de profunda secularización de los valores. En este contexto, la visión religiosa del mundo comenzó a perder importancia, paulatina pero exponencialmente, con el paso del tiempo. La anterior sociedad teocéntrica, que interpretó a la realidad completa desde lo religioso, asoció, por siglos, lo espiritual con el culto a la divinidad. Con el debilitamiento de los principios del teocentrismo, lo espiritual, como concepto, sufre la misma suerte que lo religioso bajo los nuevos estándares axiológicos de lo moderno: un viaje sin retorno hacia la intrascendencia.

Hoy, en los tiempos hipermodernos, las ciencias no fundamentan sus axiomas, postulados ni menos conclusiones aludiendo al espíritu. Lo hacen, por el contrario, de acuerdo a los estándares de verificación empírica, experimental, de las hipótesis formuladas en primera instancia. Incluso en las humanidades, es difícil encontrar hoy obras como la Fenomeno-

logía del Espíritu, por ejemplo. El término, al quedar reducido a lo religioso, comienza a desaparecer del campo reflexivo, y aún más en el de la experiencia cotidiana. Lo espiritual suena hoy a creencia, y en modo alguno a principio epistemológico.

Sin embargo, tanto las ciencias como las religiones, filosofías, artes y demás manifestaciones de la cultura son todas expresiones de la producción inmaterial de la actividad humana. Incluso la creencia positivista del materialismo a ultranza, propia de nuestros tiempos hipermodernos, es una expresión del mismo espíritu humano que se intenta negar. Entonces, ¿qué explica esta confusión? Precisamente, reducir lo espiritual solo a una de sus manifestaciones, en específico, a la religiosidad. El asunto radica en desde donde asumimos el punto de origen, si desde la parte o desde el todo.

Este error es consecuencia directa del absolutismo, tanto en el ámbito de la fe como en el epistemológico. Todas las creencias, tanto las religiosas como las epistemológicas, así como las corrientes escépticas, son fruto de la inquietud humana frente a los misterios de la realidad. Lo humano es, por tanto, el fundamento desde donde se levanta el edificio del conocimiento, así como el de la fe. Con ello comprendemos que, al estudiar el culto a lo sagrado, lo

hacemos respecto de algo que es humano, como lo es la devoción religiosa. Al mismo tiempo, en lo medular de la investigación científica también habita la inquietud por lo trascendente. La investigación sobre lo humano integra, entonces, todas las formas de sentido que la humanidad ha transitado para responder a sus preguntas fundamentales. Y lo humano, en cuanto punto central de investigación de lo real, no puede ser reducido a una de sus dimensiones, lo cual apunta tanto al sesgo teocentrista de la sociedad medieval como al sesgo materialista del nihilismo actual. El ser humano habita y se manifiesta desde lo biológico, indudablemente. Pero también es, y de manera fundamental, interioridad psicológica y convivencia social, o sea, aquello que los mismos materialistas históricos denominaban como espíritu. Si comprendemos de esta forma a lo espiritual, se vuelve necesario indagar en qué aspectos de la vida humana ello está presente, ante lo cual concluiremos, sin peligro de equivocarnos, que ello se expresa en cada ámbito de la vida social, cultural e individual. De esta manera, si el error del teocentrismo medieval fue reducir lo espiritual a lo religioso, y el del nihilismo hipermoderno es alienar a la humanidad de su dimensión trascendente, nuestro acierto será el comprender a la realidad desde lo humano, y a lo humano como espiritual.

EDUCACIÓN, PSICOLOGÍA Y ESPÍRITU

Como ya se ha señalado, el reduccionismo, tanto teológico como positivista, desembocan en el error. La psicología define a lo humano de forma integral, de acuerdo a una composición bio-psico-social. Estas últimas dos dimensiones, la psicológica y la social, se desarrollan en la cultura y se proyectan mediante la educación. Nadie que analice con seriedad al hombre podrá definirlo solo en función de los imperativos naturales a los cuales responde por necesidad. De todo instinto al cual la humanidad está sometida, esta ha hecho arte, ritual, romance, cultura y civilización. Somos criaturas esencialmente estéticas; transformamos a toda realidad material en símbolo, no podemos hacer otra cosa. Para la humanidad un objeto nunca es solo un objeto, ya que no puede dejar de impregnar sus sueños, expectativas, anhelo de conocimiento y, por tanto, su propia subjetividad en ello. Y es en ese mundo simbólico en el cual habitamos.

Este universo de representación simbólica, se transmite. Cuando una niña o un niño aprenden a hablar, por ejemplo, están adquiriendo una forma de destreza que, en el momento del aprendizaje profundo, experimentamos como si adquiriese vida propia. Nadie, cuando habla, está enumerando ni pensando

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en cada una de las letras que pronuncia. En efecto, pensamos en palabras y, a veces, en frases completas y sus conectores, en vez de hacerlo respecto de las unidades atómicas de nuestro lenguaje. Lo mismo ocurre, posteriormente, con la lectura y la escritura, así como con nuestro desarrollo kinestésico, expresado en el aprendizaje de algún instrumento, o en las artes marciales, por ejemplo.

De acuerdo a la escuela psicológica de la Gestalt, esto se puede explicar debido a que nuestro cerebro intenta pensar en unidades completas, y no en partes aisladas. Cuando un conjunto de letras conforma una palabra, la mente piensa en la palabra como unidad, y no en las partes que la componen. De igual manera, cuando pensamos en frases e ideas más complejas, la psiquis toma a estas como sistema unitario, y no a las palabras que lo conforman. Lo mismo ocurre con el movimiento organizado, en lo kinestésico, u otros tipos de destrezas culturales aprendidas.

Por medio de los procesos de enseñanza, muchas veces a través de la repetición y el hábito, se va generando esta inteligencia autónoma, que actúa bajo el mandato de nuestra voluntad, pero que, al mismo tiempo, funciona ya desde lo inconsciente, sin necesidad de que la limitada consciencia racional supervise cada paso, o, en términos biológicos, cada sinapsis realizada. Es muy interesante como, entonces, aquello que se realiza metódicamente, hasta el detalle, o sea, con plena y obsesiva consciencia de cada acción ejecutada, en un comienzo, después se vuelve inconsciente cuando ya se adquiere. En psicología este proceso refiere al paso de la memoria a corto plazo a la de largo plazo, de la cual se indica:

La memoria a largo plazo es un sistema cerebral para almacenar una gran cantidad de información durante un tiempo indefinido. A diferencia de la memoria a corto plazo, es una memoria estable y duradera, muy poco vulnerable a las interferencias. Gracias a esta memoria recordamos permanentemente quiénes somos, el lugar en que vivimos, la lengua que hablamos, los conocimientos necesarios para ejercer nuestra profesión y muchos de los acontecimientos de nuestra vida pasada. Aprender es siempre un intento de almacenar información en nuestro sistema de memoria a largo plazo. El proceso gradual por el que la reiteración de las memorias a corto plazo produce los cambios neurales que originan la memoria a largo plazo se denomina consolidación de la memoria. La evocación de la información almacenada y el paso del tiempo suelen conferir a las memorias grados crecientes de estabilidad.

Este proceso de adquisición de la lengua es comparable a lo que pasa cuando se adquieren vinculaciones sociales, con las cuales se construye nuestra identidad psicológica, o sea, nuestra personalidad, la cual es también un mecanismo que actúa de forma inmediata, respondiendo a redes neuronales generadas en nuestro cerebro, por medio del hábito establecido por las formas en las cuales nos relacionamos con los demás, así como con la propia autoimagen. Por tanto, aquella entidad psíquica que denominamos persona, es la expresión de lo que hemos adquirido de una específica forma de vida cultural, transmitida tanto por los procesos de educación formal como de los informales, así como por todas las formas de interacción humana que, al volverse recurrentes, pasan de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.

Esa entidad psíquica, que se expresa en nuestros gustos y elecciones personales, así como en los vinculos que establecemos con otras, o sea, todo aquello con lo cual nos identificamos como individuos, únicos e irrepetibles, todo ello es lo que comprendemos como espíritu, ya que nuestra identidad no es un objeto, ni un organo, ni siquiera podría definirse como un organismo. La personalidad es una manifestación inmaterial, fruto de los procesos bio-psico-sociales que experimentamos, y de los cuales nuestro cerebro deja registro, y al hacerlo, potencia y estabiliza al dinamismo. De esta manera, el espíritu conlleva

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una bella paradoja, ya que, es fruto de la transmisión y adquisición de la cultura colectiva, pero expresada en la conformación de la realidad individual. En otras palabras, nuestra personalidad es cultura viviente, expresada como un universo propio, individual, particular. No hay, por tanto, verdadera oposición entre sociedad y el individuo, ya que una depende de la existencia del segundo, y viceversa.

Esta paradoja también se expresa entre las dimensiones biológicas y psíquicas de lo humano, ya que es la cultura, al ser adquirida, la que se termina expresando en las redes neuronales que, a su vez, al establecerse, determinan la creación y permanencia de la personalidad. De esta manera, sin la plasticidad cerebral, no existiría individualidad humana y, con ello, sociedad, pero, al mismo tiempo, sin sociedad que transmitiera los valores de la cultura, no se generan los circuitos neuronales que permiten la generación de la inteligencia personal. Podemos afirmar, entonces, que el ser humano es, de manera fáctica, hijo del hombre, o sea, de la cultura, tanto como de la naturaleza.

CULTURA POPULAR, POLÍTICA Y ESPÍRITU

En el campo del intelecto, el cultivo del espíritu se suele asociar con el desarrollo de las ciencias y las artes, o sea de la cultura civilizada, a través de la institución académica. Sin embargo, como se ha señalado con anterioridad, si bien es innegable que la actividad académica es expresión del espíritu humano, todo lo que el animal racional realiza lo es. Por lo cual, lo espiritual se expresa en cada realización humana, y no solo en la rigurosidad docta.

Buen ejemplo de ello es lo que manifiesta, día a día, la cultura popular moderna. Al margen de lo que se pudiera pensar, la misma industria cultural capitalista de nuestros días es efecto del espíritu y, por ello, la fuerza con la cual va creando imaginario cultural proviene precisamente de lo espiritual, comprendiendo que en modo alguno esto refiere solo a lo moral y, menos, a lo religioso. La manera en como los imperativos siempre arbitrarios de la moda, por ejemplo, influyen en la construcción de identidades en las poblaciones de adolescentes -e influyen incluso en las adultas-, en el mundo entero, tiene, por supuesto, una dimensión criticable a nivel moral y educativo, pero, no por ello se invalida el punto que se intenta señalar en esta publicación: la industria de la cultura del consumo no es solo una maquinaria que genera recursos económicos; es, principalmente, una fuerza generadora de cultura y, por ello, de subjetividades. Esto no es algo menor. Señalamos que la cultura del consumo actual

tiene el mismo poder que tiene el proceso educativo, esto es, el de crear y recrear perfiles de humanos, que es, en efecto, lo humano mismo. Respecto de ello, la polémica pensadora Camille Paglia, en su celebre obra Sexual Pesonae, señala: “Las personas son ideas visibles”, junto con: “La moda no es algo trivial. Los estándares de belleza son conceptualizaciones proyectadas por cada cultura. Nos lo dicen todo”. La visión de lo humano, de lo que debe ser lo humano para una cultura en particular, se traduce en el mandato cultural a lograr para el individuo, en Occidente.

Por cierto, lo señalado no es nuevo. En los proyectos sociales de planificación central, generados, mayoritariamente, en el siglo pasado, el rol de la propaganda no fue muy distinto que el de la publicidad en las actuales sociedades del siglo XXI. Esto es; la de generar personalidades en masa, mediante la aplicación de un mecanismo casi industrial, funcional al sistema de vida políticamente establecido. Cuando se defiende mediante la retórica socialista la necesidad de crear un “hombre nuevo”, ello puede diferir, evidentemente, de la retórica capitalista de crear perfiles de consumidores contentos pero insaciables, por cierto, pero en ambos casos se trata de estrategias que develan una comprensión profunda

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respecto de la condición humana y las maneras de influenciar desde lo más íntimo en las decisiones individuales y colectivas: lo humano es obra de lo humano, por tanto, está inevitablemente sujeto a la manipulación humana. La política, en este sentido, es la lucha entre una visión de lo humano sobre otra, así como respecto de como una puede prevalecer, parcial o totalmente, temporal o definitivamente. Cuando la mente y la sensibilidad se posicionan en una de estas trincheras, cuesta que se comprenda el dinamismo dialéctico de esta realidad. Así como Hegel señalaba que el verdadero dilema de la justicia no trataba de la pugna entre vicios y bondades, sino entre dos derechos que se enfrentan, la problemática auténtica, cuando se trata del poder, refiere a la confrontación entre dos fuerzas que defienden cada una visiones distintas de lo humano, y no a la lucha mezquina por intereses materiales o privilegios fatuos. También es, la política, expresión espiritual, aunque lo sea del aspecto más crudo de la voluntad de poder propias del animal racional.

En efecto, esta búsqueda mezquina a la que se hace alusión, incluso ella es expresión del espíritu humano, ya que el dinero en sí mismo es un bien que sirve como medio para garantizar una forma de

vida, pero una exclusivamente cultural, y no salvaje. Quien solo vive para acumular riqueza, no lo hace por la riqueza misma, sino por el tipo de existencia humana que esta posibilita. O sea, refleja el anhelo por conquistar un tipo de ideario humano, por más tosca e intelectualmente limitada que parezca -y muchas veces sea- esta empresa.

¿QUÉ ES TRASCENDER PARA EL HUMANISMO?

Para las sociedades dominadas por una cosmovisión teocéntrica, la trascendencia está estrictamente supeditada a la creencia en un ser divino y sobrenatural. Pero, desde la mirada humanista, es al revés: la creencia en lo divino es manifestación de la forma de ser humana. Esto implica un giro en el punto inicial de referencia.

Los hitos históricos más importantes del humanismo los representan la civilización griega antigua y el renacimiento. Por supuesto, siendo el segundo hito el renacer del espíritu del primero, evidentemente es lo griego lo que prevalece. Es común leer críticas no muy bien fundamentadas respecto de cierta ingenuidad en el antropomorfismo del politeismo griego. Muy por el contrario, este representa una aguda visión humanista, mediante la cual, como señalara Friedrich Nietzsche, los dioses griegos eran seres culturales hechos a imagen y semejanza de los mismos griegos, con lo cual, al venerarlos, se veneraraban a sí mismos. El hecho de que el panteón griego estuviera, también, repleto de defectos y vicios humanos, significaba el culto a la integralidad de lo humano, lo cual no solo rescata lo virtuoso sino, también, lo que es más conflictivo de nuestra naturaleza. De esta forma, para la humanidad griega, las contradicciones de la realidad, tanto sociales como naturales podían ser comprensibles, mucho más que para la civilización cristiana occidental, o incluso para la actual hipermoderna. Otra herencia del humanismo griego fue la construcción de polis y de edificaciones a escala humana. Para los griegos, el ser humano era lo suficientemente poderoso para que no tuviera que mirar nunca tan alto lo que él mismo construía, tanto para la divinidad como para su propia sociedad.

Herencia de todo esto es la cultura misma del deporte, el teatro, el espectáculo, la personalidad e individualidad occidentales, y la filosofía misma, manifestación última de la capacidad de abstracción intelectual. En estas coordenadas, la trascendencia adquiere una dimensión particular. Refiere, principalmente, a la capacidad humana de superarse a sí misma, permanentemente, en todo acto, individual

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o colectivo. Con ello, el espíritu es la fuerza que permite trascender las limitaciones que nos impiden alcanzar, como seres finitos, el infinito. Se trata, por tanto, de una tradición quimérica. El arquetipo siempre inspirador de Prometeo, como el de Ícaro o el de Sísifo, reflejan exactamente este punto; el espíritu es tanto grandeza como tragedia. Y ambas, para el humanismo griego, están relacionadas de forma inalienable con el más profundo amor al destino (amor fati), que los distingue como cultura de los demás pueblos de la tierra. Respecto de ello, Nietzsche señalaba: “El griego conoció y experimentó las angustias y los horrores de la existencia; para poder vivir tuvo necesidad de la evocación protectora y deslumbrante del sueño olímpico”.

Lo cual se complementa con:

Entre los griegos, la voluntad quería contemplarse a sí misma en la transfiguración del genio por el arte; para glorificarse era preciso que las criaturas de esta voluntad sintiesen que ellas mismas merecían que se las glorifique; era preciso que se reconociesen en una esfera superior, sin que la perfección de este mundo ideal obrase como un imperativo o como un reproche. Y aquí, en esta esfera de belleza, los griegos contemplaban, los griegos veían en los olímpicos su propia imagen. En efecto, la religión griega era obra de poetas, y no

sacerdotes. Los textos sagrados de su cultura fueron obras de arte, más que verdades reveladas. La relación del pueblo griego con los dioses está fundamentada desde el arte; su devoción es fruto del humanismo más profundo, de la sensibilidad estética. En un parecido orden de consideraciones, Paglia apunta aún más atrás en el tiempo, cuando reflexiona sobre la herencia de la tradición apolínea para la civilización de occidente. Sobre ello, señala: “El objeto más difícil de la creación apolínea es la personalidad occidental, el yo seductor, luchador, individualista, que entró en la literatura en la Ilíada, pero que, como demostraré más adelante, ya había aparecido con anterioridad en el arte del antiguo Egipto”.

La creación social de la personalidad definida, representación viva de los valores y símbolos de una cultura, es, como señalara Nietzsche, una flecha del anhelo, que penetra desde la delimitada construcción de la subjetividad en el abismo de lo infinito, con lo cual nuestras limitaciones humanas se transforman en Todo cuando ello enfrenta a la Nada, de la misma manera como una pequeña luz logra vencer a una espesa oscuridad, con solo encenderse. Y esa flecha que somos, en cuanto entidad psíquica de gustos, pensamientos, pasiones, valores, defectos, vicios y virtudes, no es un montón de materia más ofrecida en sacrificio al espectáculo voraz de la fatalidad de

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la existencia inorgánica, sino aquello mediante lo cual este tiempo presente se intenta proyectar en el horizonte de lo eterno, único lugar en donde la inmortalidad es posible. Y a ese lugar, que somos y que no sabemos si existe en alguna otra parte del universo, es a lo que llamamos Espíritu.

CONCLUSIÓN

La herencia inmaterial de la humanidad es lo que llamamos espiritualidad. Esta fluye a través de las personas que han vivido desde la aurora de los tiempos hasta hoy: se expresa tanto en los fetiches que produce sin cesar el capitalismo, así como en la iconografía, también fetichista, de quienes lo han combatido; se brinda tanto en las obras de Shakespeare como en las de Artaud, en Bach como en Coltrane, en Hendrix tocando Sgt. Pepper`s Lonely Hearts Club Band la noche siguiente de la presentación de ese icónico álbum de The Beatles, como en la presentación de Los Prisioneros tocando La voz de los Ochenta en un programa infantil de esa misma década; en la admiración que nos genera cuando contemplamos la Última Cena de Da Vinci, o El Sacrificio de Tarkovsky, tanto como en la necesidad de quien construye artesanías para venderlas en alguna calle, y en el motivo emocional que tiene alguien para comprarlas; habita en la inspiración que generó la novena de Beethoven, el Fausto de Goethe, Demian de Hesse, El castillo de Kafka, o la adaptación de La Naranja Mecánica de Kubrick; en el impacto que generó el retiro de Ziggy Stardust de David Bowie de los escenarios, tanto como en el asombro que nos produjo cuando escuchamos por primera vez el rugido de ese animal sonoro que fue Led Zeppelin; se manifiesta en las conversaciones que se entablan entre personas que se intentan conocer, así como en la lectura de la saga de Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin o de los Poemas Póstumos de Huidobro; en lo que siente quien se enamora, así como entre quienes se separan; ocurre en la emoción ante un cohete espacial despegando, como ante un templo edificado para la adoración de un dios; nos llega a través de las Bodas de Fígaro de Mozart o Tristán e Isolda de Wagner, como por medio del disco Erotica de Madonna; se expresa en lo que nos produce la sincronía perfecta al ver el segundo gol de Maradona ante los Ingleses el 86 y escuchar el relato de Victor Hugo Morales, junto al Libertango de Piazzolla; está presente en la conversación que se tiene con un amigo de la infancia tomando una cerveza en su casa sobre cualquier cosa, o viendo Thrilla in Manila, tanto como escuchando el homenaje que realiza Roberto Parra y José Seves cantando a

los 80 años de Nicanor Parra, mirando por la ventana hacia cualquier puerto de Chile; nos ocurre viendo la última presentación de Dua Lipa en los Brit Awards como cuando asistimos al funeral de un familiar lejano; está presente cuando miramos las estrellas, o cuando leemos, sin comprender muy bien, lo que del tiempo y el espacio señaló Einstein; ocurre cuando….

Todo lo humano es espíritu. Todo lo espiritual es sagrado. Todo lo humano es sagrado.

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PORTADA DEL DISCO “SARGENT PEPPER’S LONELY HEARTS CLUB BAND”, 1967

PAOLO BORTOLAMEOLLI: UNA OBRA MUSICAL ES COMO UN RITO COLECTIVO

El joven y talentoso director chileno, que saltó a la fama mundial tras asumir como director asociado de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, bajo la tutela del maestro Gustavo Dudamel, confiesa que aún siente sobre el escenario la misma emoción que lo estremeció al escuchar a los siete años la Quinta Sinfonía de Beethoven en el Teatro Municipal de Santiago. Algo que siempre anhela transmitir en total plenitud, tanto al público que asiste a sus conciertos, como a quienes, tal como él, están decididos a cumplir sus anhelos y vocación artística, cueste lo que cueste.

Su disciplina, plenitud y consciencia por la música hacen de Paolo Bortolameolli un hombre íntegro,

intuitivo y de carácter eclécticamente desafiante. Esto lo lleva a experimentar en cada escenario una pléyade inmensa de emociones que siempre trata de vivir y compartir intensamente. Hoy su vida está marcada por los viajes alrededor del mundo, funciones, ensayos, recepciones y entrevistas. Pero ello no le impide compartir con su familia, ni menos dedicar “tiempo sagrado” a su hijo Andrea, de nueve años.

Una existencia compleja y agitada, que no lo hace perder su capacidad infinita de comunicar y enseñar música a todo el público, especialmente a los más jóvenes, de manera directa y entusiasta, lo que genera amplia confianza en sus interlocutores, dado que nunca se muestra como “súper estrella”.

Es “solo Paolo, el director de orquesta”, que con su mirada afable nos traslada a un viaje por todas las sinfonías de los grandes maestros, y cuya “pasión

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por la vita” -como buen descendiente de italianos-, lo hace enérgico, humilde y siempre dispuesto a aprender de cada experiencia.

IMPLOSIÓN DE EMOCIONES

Ver a Paolo Bortolameolli dirigir, aunque sea solo un ensayo, es un espectáculo en sí mismo. Tan solo sentir la emoción que transmite en sus movimientos o, incluso, en sus ya famosos diálogos con el público, genera una catarsis íntima y estremecedora, que nos invita a renacer con el arte musical y a disfrutar en plenitud cada pequeño regalo que esas intensas melodías entregan al corazón y al espíritu.

Emociones que reflejan a cada instante su vocación, su espíritu de lucha, su perseverancia y su tenacidad para salir adelante y forjar un camino de vida que refleja con total certeza y honestidad el deseo más profundo que surgió en su corazón, cuando con solo siete años asistió a una representación de la Quinta Sinfonía de Beethoven junto a su padre: ser director de orquesta.

Todo ello le ha permitido consagrarse como uno de los talentos musicales latinoamericanos más sobresalientes y versátiles. Primero se tituló como pianista en la Universidad Católica (Frida Conn), y luego egresó de la cátedra de Dirección Orquestal en la Facultad de Artes de la U. De Chile (David del Pino). Luego alcanzó los grados de Master of Music de la Yale School of Music (2013-Hahm) y Graduate Performance Diploma del Peabody Institute (2015-Meier, Thakar).

Hoy, a sus 41 años es director asociado de la Orquesta Filarmónica de los Ángeles (LA Phil), Principal Director Invitado de la Filarmónica de Santiago, Director Titular de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Chile y Miembro de la Academia Chilena de Bellas Artes. Además, ha sido merecedor en seis ocasiones del premio del Círculo de Críticos de Chile (2013, 2016, 2017, 2019, 2022 y 2023), y elegido “Figura Musical del año” por el Suplemento “Artes y Letras” de El Mercurio (2017).

En su faceta de comunicador y divulgador, creó el proyecto de apreciación musical “Ponle Pausa”, y realizó una Ted Talk en Nueva York durante el 2018, entre muchos otros proyectos similares. Parte de una infatigable vocación creativa que muy pronto volverá a manifestarse en nuevos retos creativos musicales, porque como él mismo afirma, “la música es mi todo, y sin ella no soy nada”.

-¿Cuándo supiste que la música era tu vida?

¿Cómo se desarrolló ese proceso que te llevó a ser hoy un famoso director de orquesta y a viajar por todo el mundo?

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El presente es una consecuencia, nunca fue una meta. Todo comenzó a los siete años, cuando quedé encandilado con La Quinta Sinfonía de Beethoven, en una función del Teatro Municipal a la que asistí con mi papá. Ahí empecé a preguntarme, “¿quién es el director de orquesta?” y a fascinarme con ese papel, hasta que decidí que yo también sería director. En ese proceso, aunque era muy pequeño, entendí que el piano era un tremendo aliado para lograr este objetivo, y como el piano era el instrumento de mi casa, fue natural que estudiara piano.

-¿Fue un camino muy complejo?

Por cierto, porque tampoco tenía guías o referentes chilenos de mi generación. Los directores más jóvenes o más cercanos habían estudiado quince años antes, así que no tenía a quién preguntarle. Mi familia es amante de la música, pero no son músicos. Mi abuelo fue el único que estudió piano en un conservatorio, pero no se dedicó a la música, sino que fue abogado. Entonces tuve que seguir un camino más de exploración y, afortunadamente, las cosas se fueron dando. Fui explorando, conectando oportunidades y situaciones que me llevaron a moverme en distintos niveles hasta que llegó el gran hito en mi vida, cuando me hicieron en 2017 director asistente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. Eso me abrió una puerta de exposición importante, de conexión e inserción en el circuito internacional.

-¿En ese momento fue cuando supiste que serías un director importante?

Es difícil contestarlo en primera persona, porque todos son hitos retrospectivos. Si no hubiera tenido esa fijación tan obsesiva de ser director de orquesta, a los siete años, es probable que muchas cosas no hubiesen ocurrido. Por ejemplo, cuando me hicieron la entrevista de ingreso al conservatorio del Instituto de Música de la Universidad Católica, a los catorce años, dije que estudiaría piano, pero sabía que al final sería director. Esa convicción se sumó al hecho de que no tenía habilidad física, es decir, necesitaba mucha práctica para adquirir destreza muscular. Eso me ayudó también a forjar mi fortaleza de ir hacia el objetivo. Cuando te gusta tanto lo que haces, siempre tienes muy claro tu objetivo, aun cuando tu profesor te diga “todavía no estás listo” o “hagamos esto primero”. Eso me preparó mucho para la dirección de orquesta. Y realmente me pasaba días completos en el conservatorio, estudiando desde las siete de la mañana hasta la noche, cuando, literalmente los guardias me echaban. Estudiaba sábados y domingos, feriados y vacaciones. Pero fue bueno, porque la dificultad es

muy valiosa para el aprendizaje, y siempre sacará lo mejor de ti. Te hace superarte, entender la frustración y llorar, pero al mismo tiempo te impulsa a seguir adelante. Y yo no iba a descansar hasta ser director.

-¿Y cómo concilias tu carrera con tu vida personal?

Ser padre hoy es mi rol principal. De hecho, vivo con mi hijo Andrea de nueve años y con mi mamá, y mi responsabilidad con él es primordial. Hemos aprendido a construir una forma de llevar de la mejor manera posible una vida muy poco normal, tratando que mis períodos de ausencia no sean tan largos. Es decir, un máximo de tres semanas, y si el período es más largo, Andrea viaja conmigo. Afortunadamente hemos tenido apoyo de su colegio, aunque siempre manteniendo los márgenes de ausencia que permite el Ministerio de Educación.

-¿Ser ese papá viajero ha sido lo más difícil en tu vida personal?

En realidad lo más difícil son las relaciones de pareja, porque dependen mucho de la presencia, de construir recuerdos, dinámica y cotidianidad juntos. Si no estás presente, es muy difícil. Entonces eso ha sido muy complejo, porque la distancia es una traba enorme, sobre todo cuando estás conociendo a alguien. E incluso cuando tienes una relación de muchos años, igual es complicado.

-¿Y si la persona con quien haces tu vida es de tu propio medio, eso podría cambiar?

Bueno, es muy probable que te entienda, pero no necesariamente hace más fácil que te pueda acompañar, porque esa persona también estará viviendo su propio proceso artístico. He sido testigo de que no es fácil, porque como estoy viajando permanentemente, ya estoy muy acostumbrado a mi vida y no la veo tan volátil. Ahí comienzan los problemas de pareja.

CATARSIS ÍNTIMA Y COMPARTIDA

-Paolo, se dice que la música nos libera, nos acompaña o nos inspira, ¿qué representa para ti la música además de ser una carrera?

Para mí, la música no es una carrera y espero que nunca lo sea. Es como el aire que respiro y la felicidad, y sigo siendo dichoso de poder conectarme con emociones tan increíblemente profundas y honestas, con la verdad del arte mientras suena, y además compartirlo con tanta gente. Nunca sentí esa dicha tocando piano, por ejemplo, porque estaba hecho para la dirección, para la comunión en grupo. Y cuando suena la música estoy en mi zona de placer, donde soy yo mismo ciento por ciento. Es decir, la música

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puede ser una carrera para muchos, pero para mí es todo lo que soy, lo que siento y entrego al mundo.

-¿Cómo te afectaron las restricciones provocadas por la pandemia? ¿Fue muy duro ese periodo sin viajar ni haber dirigido?

Sí y no. Al principio todo fue muy dramático y drástico, porque se acabaron los conciertos, los viajes, los ensayos y extrañábamos la normalidad. Pero cuando pasaron los meses, sucedió al revés y nos acostumbramos a la pandemia. Entonces era raro cuando empecé a viajar de nuevo, porque pensaba “quiero estar en mi casa”; lo que conllevó un proceso extraño de adaptación. Pero desde un punto de vista netamente creativo fue increíble, porque como no podía viajar y necesitaba hacer algo, volví a tocar piano, que no había hecho en mucho tiempo. Aunque lo más importante pasó desde el punto integrativo, y fue escribir el libro para mi hijo Andrea, que lo hice en pandemia, en tres meses.

-¿Fue, entonces, un período de muchos contrastes?

Claro, porque la pandemia me permitió estar con mi hijo todos los días. Son recuerdos imborrables para ambos, porque jugábamos, cocinábamos, veíamos películas, en fin, hacíamos de todo. Andrea tenía solo seis años, así que fue maravilloso. Además, esa época providencialmente me “regaló” la oportunidad de “estar donde debía estar, en el momento preciso”, porque mi papá murió durante la pandemia y pude estar con él, y hubiese sido muy doloroso que su muerte ocurriera en una época “normal” mientras yo estaba fuera del país. En este tiempo también se produjo mi separación, que en otras circunstancias habría sido mucho más difícil, y por eso hoy pienso en lo increíble que fue esta pausa obligada que ocurrió justo cuando la necesitaba en términos personales.

-¿Te afectó mucho la partida de tu padre?

Me costó entender mi mundo sin él. Su partida fue como aprender a vivir de nuevo mi mundo musical, como cuando me tocó dirigir de nuevo en Chile, después de su muerte, “La Resurrección” de Mahler en el Teatro Municipal de Santiago. Fue algo simbólicamente importante, porque ese espacio en particular siempre había sido muy íntimo y epifánico para mí, con recuerdos siempre ligados a la presencia de mi papá. Por ello, pararse en ese escenario por primera vez, sin él, fue como constatar esta ausencia de una forma súper concreta, intensa y profunda.

-¿Cómo llegaste a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles?

Fue como un maravilloso cruce del destino. Todo pasó luego de participar en el concurso de Dirección Orquestal Mahler Competition, al cual postulan cerca de quinientas personas y solo doce participan como invitados. Llegué hasta semifinales, pero en la Comisión del jurado estaba Deborah Borda, quien en ese momento era Presidente y CEO de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. Fue ella quien al terminar el concurso se me acercó y me dijo que siempre fui su favorito. Así que al poco tiempo me comentó que ya había hablado con Gustavo Dudamel, el director titular de la orquesta, para que hiciera una pasantía de dos meses con ellos, la Dudamel Fellowship. Mandé un video, me aprobaron, y así llegué a hacer esos dos meses de pasantía. Lo mejor de todo vino durante la última semana, cuando tuve la oportunidad de conversar personalmente con Gustavo. Hablamos de todo, pero lo que yo no sabía en ese momento, era que estaban interesados en encontrar a un sucesor para el puesto de director asistente. Esa conversación de seguro lo convenció de que yo tenía el perfil que buscaban, porque me preguntó si estaba dispuesto a dirigir un ensayo. Y ese ensayo, que dirigí con todo mi entusiasmo, fue una auténtica entrevista de trabajo no planificada, porque mientras dirigía se abrieron las puertas del teatro sorpresivamente, y bajaron todos los directivos de la plana mayor a verme. Y cerca de una semana después me llamaron para ofrecerme el puesto oficial de director asistente. Una responsabilidad enorme, porque a los dos años me promovieron a director asociado, cargo que se extendió por seis años en total.

-Toda una gran oportunidad para un director chileno joven…

Claro, pero no fue fruto de una decisión consciente, sino el resultado de un camino que comenzó años antes de la llamada de Deborah, cuando decidí participar en el concurso Mahler y editar un video que me mostraba totalmente empoderado de un gran repertorio sinfónico. Un video donde compartí un esfuerzo mutuo con la Orquesta Filarmónica de Santiago, y que se elaboró a partir de la dirección que hice de “La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky, en Santiago; que a su vez fue parte de otro esfuerzo de estudio que hice antes, al irme a Estados Unidos, o mucho antes incluso, cuando a los siete años me dije a mi mismo “quiero ser director de orquesta”. Todas esas decisiones están concatenadas a un hito específico, y cada uno de ellos se fue armando de tal forma que años después llegué a Los Ángeles. Y eso me pone contento, porque me demostró lo constante que puedo ser, y la capacidad

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que tengo de aprovechar las oportunidades, de hacerme de buenos aliados y construir redes de apoyo.

-¿Y con todo lo que has logrado en tu vida, sientes que aún tienes muchas metas por cumplir? ¿Cuáles son y cuándo las esperas alcanzar?

No tengo metas, sino sueños y proyectos. Las metas te ponen un límite y no me gusta pensar en ello. Por ejemplo, si hubiese visto Los Ángeles como meta, quizás habría parado allí, y no tiene sentido pensar así, sino que hay que seguir adelante, pensando en otros sueños y proyectos. Los conciertos sinfónicos, como rutina, no me mueven, porque no me interesa tener solamente una agenda de conciertos, sino que tiene que haber algo más que me llene de entusiasmo, como por ejemplo un proyecto de siete meses para sacar adelante algo difícil y complejo como juntar músicos, solistas y coros. Eso me llena el corazón de alegría y de angustia, porque evidentemente amo estar involucrado con proyectos desafiantes y que impliquen la colaboración de mucha gente. Encuentro bello que la orquesta sea una gran convocatoria, porque estamos hablando de manifestaciones artísticas basadas en belleza pura. Y mientras haya más gente involucrada, más se afecta la vida de muchas más personas de una manera positiva. Si mi vida solamente fuera la rutina de “Paolo, el director exitoso”, me sentiría un poco vacío.

-¿Cuáles son tus proyectos específicos para este año?

Tengo varios conciertos entretenidos, primero vuelvo a dirigir la Orquesta Sinfónica de Chile y luego la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, que fue muy importante para mi en mis primeros años como profesional. A nivel internacional también vuelvo a dirigir en el Liceo de Barcelona, donde ya estuve con Gustavo Dudamel, dirigiendo la Flauta Mágica, de Mozart. Aunque creo que el proyecto más entretenido este año es hacer por primera vez en Chile, la “Misa” de Leonard Bernstein, una obra muy especial, porque incorpora una serie de elementos no tradicionales como dirigir una orquesta sinfónica e incorporar dos coros de niños, doce cantantes al estilo de Broadway, más una banda de jazz, una banda de rock y una marching band.

-¿Además de dirigir tienes tu energía enfocada en otras iniciativas o proyectos, sueños?

Creo que la dirección precisamente me da una plataforma amplia como para poder hacer otras cosas. Por ejemplo, proyectos de educación en forma de videos hechos para directores jóvenes principiantes. Una especie de guía o de consejos para el director, dinámicos y con tips enfocados desde lo más concreto hasta lo más abstracto. Por ejemplo, desde cómo levantar el codo y bajar la muñeca, hasta

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cómo involucrarse con la comunidad. Me gustan y motivan estos proyectos educativos, porque considero que la educación es muy importante dentro de la cultura musical. También estoy trabajando en un segundo libro, y aunque aún no está claramente definido, sigue la idea de hablar de música, sin que sea necesariamente un libro de música.

-¿Qué mensaje le darías a esos jóvenes músicos o apasionados por la música, que también sueñan con pararse en un escenario y conducir, o ser parte de una gran orquesta?

Primero, que busquen certeza. Una de las cosas que definió mi camino fue tener certeza de que esto era lo que quería hacer. Y para dedicarse al arte en general hay que tener esa certeza, pues no hay espacio para ir a medias, porque el salto es demasiado grande. Yo nunca dudé, así que cuando converso con jóvenes o me dirijo a jóvenes, siempre trato de que tengan esa conversación íntima, para que estén absolutamente seguros y convencidos, hasta la última fibra de su ser, de qué es lo que quieren hacer en la vida, porque si hay dudas, eso sí que les hará difícil el camino.

-¿Y qué te ha pasado cuando les planteas eso?

Bueno, compruebo que las inquietudes de los jóvenes son las mismas que yo tenía. A mí a veces me ven como un producto terminado, pero yo siempre tuve la inquietud de decir, “¿valdrá la pena tirarse a la piscina por algo que tal vez no me permita vivir?”, así que cuando hablo de certeza también siento que debemos estar conscientes de que siempre habrá dudas ante las cuales no vamos a tener todas las respuestas, respecto de si esa decisión se alineará con el mundo. Ante eso, obviamente no tenemos todas las respuestas. Pero si vas a tomar el riesgo de lanzarte a la piscina y hacer algo que amas, entonces deja las dudas a un lado y lánzate con todo.

-¿Y sientes que hoy los jóvenes no tienen esa certeza, porque no le dan valor a la paciencia?

Esa impaciencia es fruto de una sociedad que avanza a una velocidad más rápida que la que cualquier ser humano es capaz de procesar. Estamos sobre estimulados y avasallados por una tecnología muy acelerada, que no hace bien porque no es real. La vida es una espera y conlleva procesos profundos

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de paciencia y contemplación, y siento temor de que los jóvenes estén perdiendo esa cualidad, porque la tecnología nos hace vivir a un ritmo irreal. Mi miedo mayor radica en que eso se transforme en muchas frustraciones, justamente por no haber adiestrado a nuestros jóvenes en tener paciencia, que es una herramienta muy valiosa para los proyectos a largo plazo.

-¿Qué músicos te han marcado tu carrera en el barroco, o el romanticismo o la música moderna?

Me gusta mucho la música en general. De los barrocos, mi favorito es Bach, sin duda; de los clásicos, Beethoven de todas maneras, por su música, ideales y postura humanista filosófica posrevolución Francesa; y del romanticismo, te diría que Wagner y Mahler son los que más me han marcado, especialmente este último. Aunque Wagner también marcó mi período de formación adolescente, porque lo escuchaba mucho y siempre admiré esa estructura, ese concepto tan mega majestuoso, donde cada ópera está conectada con la siguiente por el tejido orquestal y la música misma, así como por los temas, los tratamientos, las variaciones y una fórmula matemática perfecta, pero que al mismo tiempo es tremendamente emotiva y expresiva. Del siglo veinte depende de la época, porque de la primera mitad me gustan muchísimo Shostakovich, Stravinsky, Schönberg y Britten; y de la segunda mitad, Ligeti. Pero si tuviera que escoger uno solo, diría que Mahler, es sin lugar a dudas el que siempre vive en mí.

-¿Y qué directores han sido un ejemplo en tu carrera?

Gustavo Dudamel sin lugar a dudas, porque a pesar de ser muy joven es un ser histórico, que cambió mucho la música clásica. Aprender de su experiencia trabajando a un nivel altísimo, con una orquesta también increíble, fue realmente imborrable. Pero además lo admiro porque es una persona tremendamente cercana, humana, sensible y sencilla, todo lo cual representa un humanismo grandioso.

-¿Y cómo convives con las emociones cotidianas como la admiración, o el miedo, por ejemplo?

Valoro sentirme querido o aceptado, pero eso no forma parte del rito central que es hacer música, entonces nunca me han afectado demasiado esas emociones. Es decir, igual te afectan las críticas, pero lo más importante, es hacer música, y creo que eso te ayuda a que no te afecten tanto el miedo o la crítica posterior, porque tu trabajo y tu pasión están arriba del escenario. Ahora bien, ser una persona conocida es algo más nuevo y potente, que todavía no logro

entender bien. Es decir, me encanta que la gente me salude, aunque aún no sé cómo manejarlo, porque siguen siendo personas que saludan a un personaje, al “director de orquesta”.

-Además, tú conversas con el público y lo haces parte del momento…

¡Claro! Desde niño siempre tuve esa necesidad de hablarle a mi público. Es algo muy instintivo, que nace de mi necesidad de entregar inmediatamente a la gente mi sentir de la obra, porque hay ciertos detalles, estados anímicos y sensaciones que ocurren en ese momento. Siempre hay algo que te gusta más y te llama la atención, sea un momento, un acorde, o algo que te produce el deseo de decir “fíjate en esto, fíjate en lo otro, porque ahí estoy sintiendo algo especial”. Entonces, cuando compartes eso la gente generalmente se queda enganchada para identificar ese momento y eso genera expectativa. Así, estás condicionando una audición activa y no pasiva. Y cuando logras eso, la gente está más atenta y termina siendo una fórmula eficaz de interacción. Pero nunca lo pensé como una fórmula de éxito, sino que genuinamente quería compartir algo que siempre me está pasando. Este diálogo no es un “sello” o estrategia, sino que partió de una forma de ser espontánea. Comenzó de niño cuando era un pianista casero, no fue un mega plan maestro para “conquistar el mundo” (ríe), sino un entender que somos parte de una experiencia común, de algo que ocurre entre todos nosotros, porque los espectadores también son protagonistas y su reacciones afectan, porque una obra musical es como un rito colectivo.

-¿Y para ti, qué es la vida en sí Paolo?

Es un curioso transitar por un camino que mientras más comienzas a entender, menos tiempo te deja para hacer lo que quieres, y eso es frustrante. Pero esa característica también me ayuda a ser consciente de eso, porque trato de hacer todo, no porque crea que se me acaba la vida, sino porque siento que estoy en un espacio donde se alinean las posibilidades de hacer más cosas, porque tengo la experiencia, la capacidad, la comprensión y el entrenamiento. En este punto es cuando mejor me he sentido, porque tengo un buen balance entre lo que he vivido, lo que he aprendido, la energía que aún tengo y la multitud de ideas que siempre vienen a mí. Además estoy en la posición de concretarlas, porque antes era muy joven o inexperto, no estaba preparado o no tenía los recursos ni los conocimientos. En cambio, creo que este es el mejor momento, porque realmente este es el comienzo, y todo lo anterior fue la preparación.

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UNA MIRADA AL BOOM

LATINO AMERICANO

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“El ‘boom’ fue un movimiento no solo literario y cultural, sino político”. Así lo siente el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, que en 1962 debuta con su novela La ciudad y los perros, ganando el prestigioso premio Seix Barral.

Gabriel García Márquez con Cien años de soledad instala a todo el continente hispanoamericano en el mapa del mundo al conseguir algo inédito a la fecha: en muy poco tiempo su novela vende un millón de ejemplares, algo sin precedentes hasta ese momento.

Rayuela de Julio Cortázar ve la luz a inicios de los 60 y en 1969 ya se lo considera el libro más erudito y lúdico que se ha escrito en Latinoamérica; una suerte de libro-baúl, aspira a la totalidad, en sus páginas convive el pastiche y el collage; suerte de mándala donde borbotean la genialidad, el humor, el enciclopedismo, el buen uso del idioma y, sobre todo, el jazz: solo entendiendo el jazz se entiende la estructura del libro, el ritmo respiratorio de esa música es el mismo de las páginas de la novela.

LOS ACONTECIMIENTOS:

En las últimas décadas se ha conocido con el nombre de boom literario latinoamericano un fenómeno impulsado por un grupo de escritores que, amparados en una audaz y descarada creatividad, incorporando una serie de modernas técnicas narrativas e introduciendo un lenguaje que primero estremece y luego hace resucitar el anquilosado idioma español como consecuencia directa esta literatura logra trascender las fronteras de los recatados y candorosos países hispanos y se eleva a cimas internacionales. Destacan -entre muchos otros- los nombres de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar por nombrar solo algunos.

A pesar que hasta mediados del siglo XX en la América morena habían destacado prestigiosos poetas como

Rubén Darío, Cesar Vallejo y Pablo Neruda, no obstante, en el mismo periodo, la narrativa era tristemente pedestre, ambientada en el regionalismo, con domicilio en áreas rurales, de vez en vez entregaba pegajosos folletines románticos, con escaso vuelo creativo; ahí permanecen como ejemplos María de Jorge Isaac, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y Martín Rivas de Blest Gana. Es importante señalar que ya desde inicios del siglo pasado se comenzaba a gestar en las islas del Caribe, en los puertos asolados por la piratería y donde habían desembarcado los esclavos negros traídos por comerciantes ingleses desde África, en la pluma de Alejo Carpentier una mirada mágica sobre la hechicería practicada por la cultura del inolvidable esclavo Mackandal, hechicero y terrorista que lidera una sospechosa insurrección en Haití de hombres que solo aspiran a ser libres como el viento. Y, en México, único país que tuvo una revolución campesina, un niño huérfano -al que nadie visita- pasa

los fines de semana encerrado en la solitaria biblioteca de un orfanato jesuita, devorando libros simplemente porque ese mundo es todo lo que tiene. Su nombre Juan Rulfo, un ser tímido, introvertido, silencioso que presentará dos libros El llano en llamas y Pedro Páramo, donde aparece la violencia en absoluta majestad y la ausencia de raíces. Un personaje dice: “Es difícil crecer sabiendo que las raíces a las que podemos aferrarnos no existen”. La región, mítica, fantasmal, se llama Comala y los hombres llegan ahí buscando la figura de un padre -Pedro Páramo- que nunca está. Todos son hijos del mismo padre. En la mitad de la novela, cuando ya llevan un largo tiempo conversado: uno interroga: ¿Y tú, ¿cuánto llevas aquí? La respuesta congela: A mí me mataron hace diez años. En la literatura de Rulfo dialogan los muertos: Eso es realismo mágico. En la jungla brasileña se despliega el mundo de Joao Guimarães Rosa, alucinante, vital, febril. Y más al sur, en la ciudad mítica del tango, la ciudad del Cafetín… De Cambalache y aquella esquina de Balvanera, donde una noche lejana, alguien dejó caer el nombre de un tal Jacinto Chiclana… Un ermitaño y erudito, rodeado de una aureola de sabiduría que lleva tiempo dirigiendo bibliotecas y revistas literarias, traduciendo a Faulkner y amoblando laboriosamente un departamento de la Física que él denomina literatura fantástica, su nombre es como un mantra, Jorge Luis Borges. El semiólogo y doctor en literatura Humberto Eco, en El nombre de la rosa, le rinde homenaje, lo convierte en Jorge de Burgos, un bibliotecario ciego responsable de conservar todos los libros escritos por el hombre.

Transcurrida la mitad del siglo pasado, en momentos que Europa restaña las heridas de la segunda guerra mundial, observando a los grandes escritores del imperio austrohúngaro que comienzan a convertirse en

memoria, el autor de El lobo estepario, Herman Hesse, el creador de La montaña mágica, Thomas Mann, o el autor de esa inquietante novela La metamorfosis -Franz Kafka- ya habitan un pretérito referencial. Y otros de los grandes monstruos del viejo mundo, Francia, asimila y se recupera del temporal llamado existencialismo con exponentes tan brillantes como Jean Paul Sartre y Albert Camus con El extranjero y La peste y una nueva generación de autores, pletóricos de energía, jóvenes aún y ocurrentes hasta el tedio y la apatía, fieles a razonamientos estrictamente racionalistas y teóricos -liderados por Merlo Pontise embarcan en un movimiento conocido como Nouveau Román (Nueva novela) aspiran a transmitir las emociones de la forma más fidedigna posible, entonces un autor sigue a su personaje a lo largo de varios capítulos subiendo peldaño tras peldaño, varios pisos, de una interminable escalera. Es el minuto en que la literatura experimental agoniza, se encuentra a punto de perecer de tedio.

Sucede lo impredecible, lo espontáneo; corre el año 1962 y un nuevo escritor peruano, escandalosamente joven, escribe una novela que se alza con el Primer Premio del concurso Seix Barral; la novela se titula La ciudad y los perros, y ya desde el título se anuncia un verdadero huracán en términos de lenguaje. Vargas Llosa tomó el idioma español, lo metió al quirófano, le limpió las arterias, le destapó las válvulas, le oxigenó los pulmones y le volvió a insuflar vida; El jaguar, el Boa, la Malpapeada… Aquello fue un terremoto grado siete. Los expertos comenzaron a vislumbrar el advenimiento de algo valioso y vaticinaron que en la América Latina estaba incubándose una literatura que tendría un poder transformador universal y que sería capaz de succionar al lector con mucha más fuerza que un hoyo negro. En efecto, un par de años

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DE IZQUIERDA A DERECHA: JUAN GOYTISOLO, JOSÉ DONOSO, CARLOS FUENTES, PATRICIA LLOSA, MARIO VARGAS LLOSA, UGNÉ KARVELIS, ABRAHAM NUNCIO, JULIO CORTÁZAR Y GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, EN BONNIEUX, FRANCIA, EL 15 DE AGOSTO DE 1970 / JORDAN SCHNITZER MUSEUM OF ART

más tarde se produjo el cataclismo, Cien años de Soledad, de García Márquez, en un breve periodo de tiempo vende la estratosférica cifra de un millón de ejemplares solamente en Latinoamérica.

Nunca había sucedido algo semejante

Se produjo una expectación mundial por estos nuevos autores que llegaban a remecer el edificio de la literatura: varios escritores empezaron a salir del anonimato y sus obras fueron traducidas y alcanzaron niveles de venta nunca vistos. Además se les estudió en las universidades, se les invitó a ferias y firma de libros. Se volvieron atracciones de la farándula, de los periódicos y de los programas de televisión.

EL ORIGEN Y LAS CAUSAS

A decir verdad, las causas de un surgimiento como la narrativa latinoamericana son profundas y diversas; dos guerras mundiales que cambian la fisonomía de Europa, la revolución rusa que tumbó a la dinastía de los Romanov, el surgimiento de las ideologías totalitarias y el derrumbe del antiguo imperio austrohúngaro que por varias décadas jugó un rol hegemónico en la Europa central teniendo como eje el idioma alemán, la cultura germánica y el antiguo esplendor de ciuda-

des como Viena, Praga, Budapest y Berlín. El imperio austrohúngaro, formalmente estaba conducido por el jefe de estado, el emperador-rey austro-húngaro, en realidad, a cargo del núcleo de posesiones alemanas se encontraba la casa de los Habsburgo vieneses que habían encabezado la defensa y reacción frente a los turcos y que habían intentado durante siglos controlar el Sacro Imperio. Se trataba, pues, de una sociedad profundamente germánica y bien integrada a finales del siglo XVIII en la tradición de la cultura europea de la Ilustración.

Las últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX resulta que el imperio vive una auténtica Edad de Oro, es un puzle de razas, lenguas, costumbres y religiones difícil de resolver pero, al mismo tiempo, de una riqueza cultural incomparable en el resto de Europa, muy propio de la cultura austriaca caracterizada por la modernidad y la diversidad. Viena se convirtió en un cuenco receptor de todo el Imperio y una especie de laboratorio de nuevas posibilidades creativas, solo comparable con París: en Viena es la época de Klimt y de Kokoschka, de von Hofmannsthal y Zweig, de Mahler y Bruckner, de la Secesión y de Sigmund Freud. La mayoría de los grandes creadores austro-húngaros son de origen germánico, la riqueza

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cultural de la Viena de fin de siglo se difunde y alcanza todo el Imperio, incluso se prolonga más allá de la I Guerra Mundial, hasta los años 30. Por ello, esas décadas son trascendentales como época de formación de otros grandes escritores y artistas procedentes de todos los rincones del Imperio, como Egon Schiele, Franz Kafka, Arnold Schönberg, Rainer María Rilke, Alban Berg, Zoltán Kodály o Béla Bartók, que vieron, al poco de entrar en su madurez, cómo desaparecía para siempre el mundo en el que se habían formado, arrasado por la hecatombe de las guerras. La vida y la obra de Franz Kafka (1883-1924) o la peripecia vital de Egon Schiele (1890-1918) pueden servir como ejemplos de este viaje hacia ninguna parte al que se vio condenado el Imperio Austriaco por su incapacidad para adaptarse a los nuevos vientos que soplaban en el viejo mundo.

En otra arista del tema, aparece el otro polo creador de Europa, con sede en la ciudad luz; París, liderado por Alain Robbe-Grillet, a quien se considera fundador y primer teórico del movimiento del Nouveau Roman. Él es el autor del manifiesto “Por una nueva novela” (1963), le acompañan entre otros notables Michel Butor, con su más conocida novela, “La modificación”, Nathalie Sarraute y Claude Simón que en 1967 obtiene el Premio Nobel “Por entregar un profundo testimonio de la complejidad de la condición humana”.

los años 1960 y 1970. Época en que las obras de un grupo de novelistas latinoamericanos relativamente jóvenes ocupan ampliamente las vidrieras y estanterías de las librerías en Europa y en todo el mundo. Este fenómeno tiene relación directa con escritores como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar, el peruano Mario Vargas Llosa y el mexicano Carlos Fuentes.

Pero en aquel momento esta Nueva Novela que ellos definen como una suerte de nuevo realismo o novela objetiva. Y, durante bastante tiempo estas brillantes mentes analíticas y racionales al más puro estilo Descartes, buscando distanciarse de un modelo demasiado Balzac, navegarán en aguas escabrosas, sin obtener esa tierra prometida que con tanto anhelo buscan. No consiguen escribir páginas estremecedoras. La literatura del Viejo Mundo ingresa a una fase de lenta monotonía, se vuelve apática. Deja de encantar al público lector.

Por otra parte, se hace necesario examinar qué sucede en América Latina en los instantes en que nace el boom latinoamericano. Observado en perspectiva y desde hoy, existen numerosos críticos, especialistas y académicos que lo señalan, claro está, como un fenómeno literario y cultural, pero también como una empresa editorial, comercial y social que aparece entre

Estos escritores incorporan el uso de variadas y modernas técnicas literarias, arman arquitecturas laberínticas, complejas y alambicadas y ponen a funcionar un lenguaje potente, ajeno a la pacatería, en donde asoman las blasfemias y palabras que descalabran. Las décadas del ´60 y ´70 se caracterizan por la agitación ideológica de la sociedad latinoamericana que comenzaba a despertar en medio de un período de gobiernos autoritarios en la mayoría de los países (de derecha y de izquierda), de la guerra fría, de la revolución cubana (1959) y la frustrada intervención por parte de EE.UU. El triunfo de Cuba, que promete una nueva era, logra llamar la atención pública de todo el mundo, tiempo antes de que se originara el fenómeno literario.

Varios eventos políticos marcan de modo indeleble el periodo en que nace y se proyecta con mayor fuerza el singular fenómeno literario conocido como BOOM, cabe mencionar -entre muchos otros- la industrialización de la región con el consiguiente aumento de poder adquisitivo y la necesidad de obtener libros y leer, el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959 pasando por la crisis de los misiles que en octubre de 1961 empujó al mundo al borde de una guerra atómica: Un incremento de modelos democratizadores que piden una mayor cultura (Allende en Chile al inugurar la Editorial Quimantú, la más grande de América, declara: Un hombre que lee es un hombre que piensa) luego se suceden la llamada Primavera de Praga que obligó a la intervención de los tanques rusos, la crisis en Francia conocida como Mayo- 68, la muerte del Che en Bolivia y el Golpe de Estado contra el gobierno democrático de Salvador Allende en Chile, en septiembre de 1973 y durante todo este tiempo como telón de fondo la Guerra de Viet-Nam y la famosa Guerra Fría. En un mundo cada vez más

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complejo y en constante crecimiento la narrativa se vuelve también más aguda, profunda y aborda temas peliagudos y difíciles.

Estos escritores Julio Cortázar (Argentina), Carlos Fuentes (México), Guillermo Cabrera Infante (Cuba), Gabriel García Márquez (Colombia), José Donoso (Chile) y Mario Vargas Llosa (Perú), experimentaron formas narrativas que relacionaban temas controversiales (proxenetas, homosexuales, la clase alta, etc.) con asuntos políticos de actualidad. En la novela “La muerte de Artemio Cruz”, Carlos Fuentes retoma el tema de la revolución mexicana y explora sus secuelas en torno a la corrupción y a la lucha de poder entre los revolucionarios, “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa, se centra en la brutal vida de los cadetes de una escuela militar y “Coronación”, de José Donoso, es una crónica sarcástica de la clase alta chilena.

En un libro de reciente publicación: “Las cartas del Boom” se puede apreciar la verdadera opinión que cada uno de estos autores sostiene sobre cada uno de estos temas; Cuba, Praga, Mayo 68, El Che, Salvador Allende y Chile…

VIGENCIA DEL BOOM 50 AÑOS MÁS TARDE

Como ya hemos visto a partir de la década del 60 del siglo pasado las editoriales europeas, en especial las españolas, muestran enorme interés en la literatura del Nuevo Mundo. La publicación de obras de los escritores del boom se convierte en un fenómeno mediático y atrae la atención de los lectores.

Lo que sigue recibe el nombre de Boom; Al decir de García Márquez “Ningún escritor estaba preparado para ver que sus libros se vendían en las esquinas como salchichas calientes”. A decir verdad, “Nadie

sabe cómo nació la palabra ‘boom’. El escritor y periodista chileno Luis Harrs se atribuye la autoría, pero no sé si es exacto, porque en el ensayo que publicó, ‘Los nuestros’, no aparece.”, indica Vargas Llosa. El escritor mexicano “Fuentes fue el gran impulsor del boom latinoamericano, también fue el primer agente creativo y consciente sobre la internacionalización de la novela latinoamericana en los años sesenta, al ofrecer una visión nueva y la necesidad de hacerla de todos.”

El punto central por destacar es que en algún momento a mediados de la década del sesenta, un puñado de escritores provenientes de América Latina (quince o veinte) comienzan a aparecer reiteradamente en las críticas y referencias literarias de los periódicos. Se refieren a ellos como “El Boom”. El momento clave se sitúa en 1967, con el éxito mundial de la novela “Cien años de soledad” de García Márquez y la atribución del Premio Nobel de Literatura al guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Posteriormente, otros dos de estos autores también obtuvieron el galardón: García Márquez en 1982 y Mario Vargas Llosa en 2010.

Es esta obra la que arrastra comercialmente al boom en sí mismo. Autores anteriores como Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti o Jorge Luis Borges habían emprendido una renovación de la escritura literaria en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, el impacto de los cuatro principales eleva el interés por la narrativa latinoamericana en todo el mundo. Se trata de escritores que desafían las convenciones. Emprenden una labor de vanguardia, experimental, que sumado al clima político de los años sesenta va a permitir que se conjuguen factores que posibilitan el éxito repentino de los autores del boom: Estas se convierten en las primeras novelas de América Latina que se publicaron en Europa, especialmente por las

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editoriales españolas en Barcelona. Así, el boom deviene no solo un fenómeno literario, sino también un fenómeno editorial que marcó un hito en la historia de la literatura latinoamericana.

Es oportuno señalar que en el tiempo que Cien años de soledad se convierte en un tsunami de ventas alrededor del orbe existía un número significativo de excelentes escritores que vendían sus libros en las condiciones normales del mercado. Y luego, cuando los especialistas se refieren al fenómeno de «los escritores del Boom» aluden en principio a cuatro novelistas, que son los incluidos en el libro La correspondencia del Boom. Otros que se mencionan con frecuencia —son el chileno José Donoso (uno de los principales cronistas del Boom e incluso autor de una novela que lo recrea), el cubano Guillermo Cabrera Infante y Juan Goytisolo (pese a ser español). Hay más como Carpentier y Borges. Todos ellos grandes escritores. Los cuatro de la correspondencia, reconocen implícitamente, como se lee entre líneas en estas cartas, su pertenencia semioficial al grupo de élite, siempre en un tono juguetón y ocasionales negativas o arrebatos de modestia. Una lectura atenta de estas cartas pone en evidencia la aceptación individual de su estatus y el reconocimiento mutuo de cada uno de sus pares. Además se asumen como partes de una identidad compartida; es más importante lo que los une que lo que los diferencia.

La América Latina solo ha impactado la atención mundial cuatro veces en su historia: durante la época de conquista y colonización por España y Portugal a fines del siglo XV y comienzos del XVI; durante las luchas por la independencia en las primeras décadas

del siglo XIX; en la década de 1920, si bien en menor grado, cuando se produjo una nueva fase de la globalización política, económica y cultural, y las regiones coloniales y poscoloniales del planeta empezaron a penetrar la conciencia y la cultura europeas después de la Primera Guerra Mundial; y sobre todo en la década de 1960, en los años subsiguientes a la Revolución cubana. Esa primera década de la Revolución fue también la época en que se escribieron la mayoría de las grandes novelas del Boom.

No es cierto que el Boom sea una secta de cuatro, es indiscutible que el Boom se empieza a contar siempre con esos escritores: es sin duda un cuarteto, pero un cuarteto formado dentro de una orquesta de decenas de miembros notables, un cuarteto que no reemplaza ni desplaza a la orquesta entera de la novela y la literatura latinoamericanas. Los años clave de Las cartas del Boom narran el momento de máximo auge de este cuarteto, un momento en el que los creadores parecían haber empezado a escribir menos solos para tocar en conjunto como parte integral de una misma literatura. Este volumen ahonda, con la seriedad que corresponde, en ese reconocimiento y esa regeneración de un pasado en común, pero también muestra que estos cuatro novelistas formaron una camaradería o camarilla o mafia, dicho esto con el indispensable sentido del humor que bautiza a otros conjuntos (la Generación Perdida, los Beats o McOndo…). Los nombres oficiales son aquí narradores-personajes de sus propias vidas: Cortázar es Julio y al calor de la amistad es también «Sumo Cronopio»; Fuentes es Carlos y «Águila Azteca»; García Márquez es Gabo y «el Coronel»; Vargas Llosa es Mario y «Gran Jefe Inca».

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DE IZQUIERDA A DERECHA GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, JORGE EDWARDS, MARIO VARGAS LLOSA, JOSÉ DONOSO Y RICARDO MUÑOZ SUAY EN 1974 / OTRAS FUENTES

Esta correspondencia no agota las relaciones privadas entre cuatro figuras cenitales de nuestra literatura, un grupo sin apenas rivales en su siglo. Aparte de que tampoco se ha podido incluir, no son todas las cartas que intercambiaron, sus lazos —como es natural— discurrieron también por vías que no siempre dejan huella tangible sino indirecta, como los encuentros personales y las llamadas telefónicas. Si se puede apreciar estas como una conversación múltiple y dilatada a cuatro bandas, que refleja en parte un universo más complejo e insondable que el que muestran en declaraciones oficiales o en entrevistas para decir “correcto”.

Entonces no resulta descabellado sostener que este es el testimonio más completo e intenso de esta amistad cuatripartita, no solo por su contenido sino también por su estructura. A ratos pareciera que la historia que las cuatro voces nos narra es armada con deliberación y no es producto tanto de decisiones editoriales como de coincidencias felices trenzadas durante décadas. Al inicio vemos cómo la admiración y la simpatía mutuas van anudando los lazos. Pronto la conciencia de grupo se vuelve evidente. Las primeras crisis se deben a las tensiones con la intelectualidad cubana, pero en ese momento de auge la unidad del Boom es firme y se consolida con Cien años de soledad y otros sucesos notables de 1967. Las tensiones surgen, pero las amistades, aunque algunas algo maltrechas, aguantan. El cisma entre García Márquez y Vargas Llosa, no comentado por los corresponsales en este libro, es el punto de no retorno. A partir de entonces, y por más de un factor, las comunicaciones se van abreviando y adelgazando. Los cambios ocurren, las amistades se enfrían. Ocurre la perdida de las ilusiones; el tiempo de las utopías ha concluido.

PALABRAS PARA UN FINAL

En el año 2016, invitado por el agregado cultural de China asistí al antiguo Congreso Nacional a escuchar una conferencia que dictaba el escritor y Premio Nobel chino Mo Yan, y mediante un traductor simultáneo lo escuché decir que “cuando visitaba el Amazonas, mi mirada se dirigió a las aguas de los ríos. Los vasos sanguíneos de la tierra que se distribuyen como una red y significan vida. Sin ellos hay desierto. Son fuente de cultura y civilización y, por supuesto, de recursos literarios». Esta visión invitaba a pensar en «Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Julio Cortázar… una constelación de escritores latinoamericanos» a los cuales, admitió, había leído con devoción ya que le «impresionaron». Entonces, en ese momento, ahí agregó que el mayor impacto que

había experimentado tanto él mismo como escritor así como también toda su generación en China, fue cuando se tradujo al chino y pudieron conocer la obra de García Márquez, se nos abrió un universo: era posible tratar la realidad en términos mágicos.

Numerosos escritores de variadas culturas como es el caso de Salman Rushdie, de la India, han expresado con suma claridad el reconocimiento de la deuda que tienen con la influencia de García Márquez y otros autores del Boom.

A menudo se habla si el boom verdaderamente existió o si solo fue una operación de marketing, si su legado habrá de perdurar. En resumen, aunque el boom tuvo un impacto significativo en la literatura mundial, no se puede negar que también estuvo influenciado por factores comerciales y editoriales. Sin embargo, su legado literario sigue siendo relevante y sigue siendo objeto de estudio y admiración. La pluralidad de voces, la mezcla de razas y la hibridación de géneros son algunas características de la actual literatura de los veinte países que conforman América Latina. El “boom” sirvió para que el mundo viera que América Latina “no solo producía” dictadores y revolucionarios, la cumbia o la salsa, sino “también buena literatura”, y quienes solemos de vez en cuando visitar aquellas maravillosas páginas seguiremos escuchando la voz de Melquiades diciendo: «He muerto de fiebre en los médanos de Singapur».

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EL ESCRITOR Y PREMIO NOBEL CHINO MO YAN / WIKIPEDIA

LA PROBLEMÁTICA DEL HOMBRE DE HOY CON UN ENFOQUE HUMANISTA

ESTÁ FRÍA LA NOCHE

ANTONIO ROJAS GÓMEZ

Editorial Forja, 2023 126 páginas

Antonio Rojas Gómez (Santiago, 1942) es un autor de larga trayectoria. Ha ejercido el periodismo en diversos medios y mantenido su labor académica en varias universidades. Su producción narrativa abarca más de una decena de libros, entre novelas y cuentos. Algunas de sus obras son El huésped del invierno (novela, 1962), Sonata para violín y piano (cuentos, 1984), El bebedor de cerveza (cuentos, 1992), El ojo de nadie (novela, 2001), Un millón de dólares (cuentos, 1998), La mujer del jardinero (novela, 2023), entre otros.

En la solapa del libro se señala “que sus libros abordan la problemática del hombre de hoy con un enfoque humanista, propio del pensamiento del autor”, lo que me parece muy acertado.

Se dice que los novelistas románticos buscan ser comprendidos y los narradores clásicos pretenden enseñar, con un propósito didáctico. A Antonio Rojas habría que calificarlo entre las dos corrientes escriturales. Es un autor clásico en lo formal, en la capacidad efectiva para estructurar sus relatos. Sabe amalgamar relum brones biográficos con ficción pura, creando historias verosímiles, creíbles desde las primeras líneas. Incluso en algunos textos de este conjunto de cuentos, recurre al desenlace imprevisto,

elemento esencial y perentorio en el cuento en décadas pasadas. Hoy en día son pocos los narradores de este género literario que adhieren a esta fórmula sorpresiva para despistar al lector.

La prosa de Rojas es límpida, sin artilugios ni juegos técnicos. Su escritura pareciera desarrollarse con una aparente facilidad, atrapando al lector con sus historias sencillas, casi cotidianas, pero profundamente humanas. Esto se manifiesta esencialmente en el primer cuento, el más largo del conjunto, con más de cuarenta páginas, titulado Olivia. El nombre corresponde a una perrita, que a lo largo de la narración sufre diferentes abandonos, por diversas motivaciones familiares, causando el pesar de los niños de la casa y de los propios padres. La capacidad del autor para lograr involucrar al lector, que sigue angustiado el devenir de la mascota de hogar en hogar, es complementada por la incertidumbre y la habilidad del narrador para mantener el interés hasta la última línea.

Otro cuento muy golpeador y sensible, muy de nuestros días, narra el desencuentro de un padre y un hijo sumido en las drogas y el alcohol. Es una historia dramática que nos deja pensando en lo distanciados que estamos de nuestros hijos, absorbidos en nuestros propios asuntos.

El libro, como dice el autor en una suerte de prólogo, es como

POR RAMIRO RIVAS Escritor
COMENTARIO DE LIBROS

“un cajón de sastre”, en donde se encuentra de todo. En efecto, los cuentos son variados, las temáticas no pretenden articular una narrativa homogénea, sino que saltan de un tema a otro con bastante pericia. Pero, no obstante la diversidad de tramas, existe una unidad narrativa conformada por el estilo de Antonio Rojas, un gran contador de historias, coherentes y verosímiles. Su escritura jamás recurre a la experimentación formal o lingüística, siempre más proclive a las convenciones clásicas de la literatura.

Mario Vargas Llosa afirmó en una oportunidad que un escritor responsable escribe siempre a partir de una experiencia. Antonio Rojas, como buen periodista, asume este compromiso, al partir constantemente de un hecho real, para luego, con sutileza, deslizarse hacia lo ficcional. Mediante este formato, sus personajes adquieren corporeidad y verosimilitud.

El destacado crítico James Wood, en un ensayo sobre las voces narrativas en la novela, que igualmente funciona para el cuento, afirma “que estamos atrapados en la narración en primera o en tercera persona”. Por tanto, dice, “existe un contraste entre la narración fiable (narrador omnisciente en tercera persona) y el narrador no fiable (el narrador en primera persona nada fiable, que sabe menos sobre sí mismo de lo que finalmente sabe el lector). Todo esto viene a cuento debido a que en los relatos de este volumen, Antonio Rojas emplea ambas voces narrativas, brindando un panorama diverso en cada historia y otorgando a sus personajes mayor libertad y expresividad narrativa.

Está fría la noche se lee de una sentada, avanzando de una escena a otra con soltura, manteniendo al lector atado a sus páginas hasta la última línea. Un libro de cuentos recomendable por su calidad y entretención.

WWW.NEWYORKER.COM/MAGAZINE/2022/12/19/CORMAC-MCCARTHY-PEERS-INTO-THE-ABYSS-THE-PASSENGER-STELLA-MARIS FOTOGRAFÍA DE KURT MARKUS

CORMAC MCCARTHY

EL MINUTO DORADO DE UN NARRADOR DE CULTO

POR PABLO CABAÑA VARGAS

Abogado. Critico literario

Alos 60 años, el escritor norteamericano Cormac McCarthy se convirtió en un autor de fama mundial. Durante más de la mitad de su vida, sus libros vendían como máximo tres mil ejemplares, se transportaba en una camioneta que se caía a pedazos y vivía, según sus propias palabras, en una “descarnada pobreza”.

Sin embargo, luego de la publicación de “Todos los hermosos caballos”, su vida cambió para siempre: algunos de sus libros fueron adaptados por Hollywood -“La carretera” y “No es lugar para débiles”-, fue entrevistado por Oprah Winfrey, obtuvo el Premio Pulitzer de novela y tuvo que lidiar con una fama tan incómoda como merecida.

Su muerte, ocurrida el 12 de junio de 2023, fue para el gran público el deceso del autor de las dos últimas obras mencionadas llevadas al cine por los directores John Hillcoat y los hermanos Coen, y protagonizadas de manera inolvidable por Viggo Mortensen y Javier Bardem, respectivamente.

Ahora bien, para sus lectores, implicó la pérdida de un narrador de culto, complejo y singular que retrató con maestría la violencia y la barbarie como mito fundacional y elemento constitutivo de la experiencia humana, y la descripción apocalíptica de la realidad fronteriza entre Estados Unidos y México, en la época de construcción del Estado y su institucionalidad.

Acercarse a su obra no es una experiencia fácil que entregue gratificación inmediata, sino que un desafío intelectual que, una vez superado, le entrega al lector

goce estético y un conocimiento que compensa con creces dicha dificultad inicial.

Si bien su importancia y los homenajes recibidos en vida y luego de su muerte, se fundan en la solidez de toda su obra, para comprender su originalidad e importancia en el panorama de la literatura de los últimos años, resulta indispensable referirse a su obra canónica, “Meridiano de Sangre”, la que, según el crítico americano Harold Bloom, no tiene parangón entre las narraciones de los autores vivos de ese país, entre los cuales se encontraban gigantes como Philip Roth, Thomas Pynchon y Don Delillo.

Publicada en 1985 y disponible en español, se trata de una novela que casi no tiene comas, de más de 500 páginas, que describe con lirismo y detalle el paisaje de la frontera, y que cuenta una historia por la que desfilan una cantidad de cadáveres que ya se la quisiera una película de Tarantino, protagonizada por uno de los personajes más inclasificables e inmortales de la literatura moderna: el Juez Holden.

“Meridiano de sangre” trata del encuentro entre dos personajes a los que el destino une de manera trágica, el señalado juez y “The kid”, el chico o el chaval como aparece en algunas de esas insoportables y autorreferentes traducciones que se efectúan en la madre patria. Este último, se ve forzado por sus circunstancias vitales a emprender un viaje iniciático luego de una infancia en que “la madre muerta hace 14 años ha incubado en su seno la criatura que la llevará a la tumba. El padre jamás pronuncia su nombre, el niño no sabe cuál es”. Durante ese trayecto, se une a una banda de forajidos que componen una fuerza paramilitar contratada por las autoridades texanas

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y mexicanas para asesinar y arrancarle la cabellera a los indios que impedían los afanes colonizadores de ambos estados, tarea que deviene en una montonera sin dios ni ley, que responde únicamente a sus intereses personales, en que ya no se sabe para quién trabaja cada cuál, y en que existe solo un parámetro moral: sobrevivir.

Las aventuras, tragedias y aprendizajes que se narran en la primera mitad de la novela, se complementan con alusiones veladas e indirectas acerca de la figura del Juez Holden, las que se refieren a él como una fuerza de la naturaleza, capaz de hazañas imposibles, dotado de una inteligencia superior y de una capacidad de hacer el mal difícil de igualar, pudiendo en un mismo momento asesinar despiadadamente a un indio y recitar en latín, tocar el violín y realizar lúcidos discursos acerca de dios, la guerra y el destino del hombre.

“Ese coloso sin pelo. Viéndole no pensarías que es capaz de bailar mejor que el mismísimo diablo, ¿verdad? Pues es un bailarín consumado, eso no se lo quita nadie. Y encima toca el violín. Es el mejor violinista que he oído nunca y no hay más que hablar. El mejor. Sabe buscar atajos, disparar un rifle, montar a caballo, seguir la pista de un ciervo. Ha recorrido medio mundo”.

Y así, junto con la narración de saqueos, ataques, luchas por obtener recompensas, escuchamos las reflexiones del Juez Holden, rival directo del Capitán Ahab de “Moby Dick” en cuanto a lucidez y elocuencia:

hecho de vincularlos a ambos, se ve obligada a elegir. La guerra es el juego definitivo porque a la postre la guerra es un forzar la unidad de la existencia. La guerra es Dios”.

Se ha interpretado que el Juez Holden es la representación pura del mal, o incluso una personificación de Estados Unidos por su mesianismo y valoración de los hechos consumados como motor de la historia; sin embargo, eso sería reducir o simplificar un personaje desquiciado y dotado de una inteligencia superior, repulsivo e hipnótico, cuyos monólogos crean una atmósfera en el lector que lo transporta al lugar en que fueron pronunciados: alrededor de una fogata luego de un día de trabajo, horror y desaliento.

Como si fuera un destino manifiesto, el Chico y el Juez Holden se enfrentan casi al final de la novela, cuando de la tropa que la protagonizó prácticamente quedan solo ellos dos. El Chico, que tuvo la oportunidad de asesinar a sangre fría a su contendiente en más de una oportunidad, pero que por alguna misteriosa razón no lo hizo, le señala al Juez Holden con dureza, “usted no es nada”, a lo que este último le responde, “eso es más cierto de lo que crees”, para luego subir al escenario de una taberna y bailar en solitario la danza de la muerte, oportunidad en que esta reseña también llega a su fin para que el lector que pretenda disfrutar de esta novela conozca el desenlace de este duelo trágico y definitivo.

“La elección de un hombre sobre otro es una preferencia absoluta e irrevocable y es bien tonto quien crea que una decisión de ese calibre carece de autoridad o de significado. En los juegos donde lo que se apuesta es la aniquilación del vencido las decisiones están muy claras. El hombre que tiene en su mano tal disposición de naipes queda por ello mismo excluido de la existencia. Esta y no otra es la naturaleza de la guerra, cuya apuesta es a un tiempo el juego y la supremacía y la justificación. Vista así, la guerra es la forma más pura de adivinación. Es poner a prueba la voluntad de uno y la voluntad de otro dentro de esa voluntad más amplia que, por el

¿Por qué leer entonces a Cormac McCarthy, en esta época de inmediatez, desinformación y cándida confianza hacia la inteligencia artificial? Porque su literatura explora los límites de la experiencia humana -el mito de la violencia y el comportamiento del ser ante situaciones extremas y apocalípticas-, y entrega un placer estético original e intenso, a través de un prosa que brilla tanto en la exuberancia como en la sobriedad, como lo demuestra la monumental “Meridiano de sangre” y las notables “La carretera”, “No es país para débiles” e “Hijo de dios”, historias que justifican destacar el legado de dicho autor, quien cuando entraba en la madurez de su vida recién comenzó a ser valorado como el gran escritor que era, por cuanto la fuerza de su arte era tal, que se sobrepuso a su carácter introvertido y a la aparente dificultad y aridez de sus temáticas y estilo.

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ORIGINAL, INFLUYENTE, INNOVADORA Y MUJER

CARLA BLEY, UNA JAZZISTA TOTAL

Desde los años 40 la efervescencia creativa heredada del bebop hizo que muchos de los grandes músicos se atrevieran a explorar nuevos caminos en la música sincopada.

Algunos buscaron profundizar en las raíces del jazz acelerado y vertiginoso de la música de Dizzy Gillespie y Charlie Parker, otros distanciarse lo más posible de ese ritmo intelectual, nervioso y expresivo. Miles Davis ensayó primero su noneto de música fría, distante y arreglada con estupendas grabaciones para el sello Capitol. Después esos temas fueron compilados

en un disco de larga duración titulado “The birth of the cool”, el nacimiento del frío, literalmente, como una música reflexiva, elegante y orquestada, lo que constituía las antípodas del Bob, movimiento que siguió con buena salud evolucionado durante la década siguiente hacia el Hard Bop viajando a la esencia del góspel, el blues y las marchas como lo hizo Art Blakey y sus Jazz Messengers a mediados de los años 50.

Charles Mingus, heredero de la tradición elingtoneana pero en dirección a texturas más adelantadas aún, Thelonious Monk con su sonido de piano percutivo con reminiscencias stride, los Modern Jazz

WWW.NZZ.CH/FEUILLETON/ZUM-TOD-DER-JAZZKOMPONISTIN-CARLA-BLEY-LD.1637661
MÚSICA

Quartet con la delicadeza de los arreglos de Milt Jackson y John Lewis, Bill Evans con la reinvención del trio clásico, Sonny Rollins prescindiendo del piano para sus tríos sesenteros, y de nuevo Miles, experimentando con la música modal tras la formación de su primer gran quinteto. Todos ellos dejaron establecido el territorio que ocuparían en los años 60 los nuevos cultores de la música negra, en una década donde el rock, los Beatles, la Revolución de las Flores y las tensiones propias de la política de la guerra fría y los derechos civiles invadían todos los rincones de la contracultura.

Si bien la década fue pródiga en grandes artistas y estilos, en la conquista absoluta de un lenguaje con John Coltrane, Herbie Hancock, Ornette Coleman, Eric Dolphy o el mismo Miles Davis, con su segundo gran quinteto, fue también la época en que el jazz hace una verdadera travesía de expiación de las artes del s. XX, para dar paso a otras tendencias musicales de las cuales aún la industria del entretenimiento es tributaria.

La travesía significó que muchos cultores de la corriente principal se fueran a grabar y tocar en Europa, otros a tratar de adaptarse a los nuevos tiempos fundiendo en sus texturas y modos sincopados el carácter definitivo del rock en un estilo de fusión que reinó los setenta, y los que no desaparecieron, caminaron sin reproches hacia el rythm and blues, la sicodelía, el funk y la onda disco.

En este escenario de cambios vertiginosos, como decíamos, en el que el lenguaje del jazz se había consolidado, un puñado de cultores, compositores, arreglistas, intérpretes sin más impulso que su propio deseo de vanguardia, surgieron como verdaderas cofradías para acompañarse en la composición de una música exploratoria, ensayística, que mirara indistintamente las distintas tradiciones de la del jazz y, al mismo tiempo, ensayar con sonidos, orquestaciones, acordes y modos incluso con mayor libertad de la que gozaba el género.

John Coltrane es un gran responsable de ese

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nuevo lenguaje; Ornette Coleman el violinista y saxofonista alto, el nombre indisoluble del free jazz; pero Carla Bley, fallecida el pasado 17 de octubre, una de las más grandes compositoras del siglo XX, fue la razón de ser de una corriente que no solo hizo sobrevivir al jazz en sus años aciagos sino, por sobre todo, revitalizar el repertorio y oferta de la música más innovadora del siglo XX.

Carla Bley, nacida Carla Borg el 11 de mayo de 1936 en Oakland, California, es una figura influyente en el mundo de la música jazz, particularmente conocida por sus composiciones y arreglos innovadores. Su biografía es un viaje fascinante a través de la evolución del jazz en la segunda mitad del siglo XX y más allá. Carla creció en una familia de músicos, su padre era organista de la iglesia. Comenzó a tocar el piano a una edad temprana y se mostró interesada muy temprano en seguir una carrera en la música. Ya desde su adolescencia, comenzó a actuar en clubes de jazz en su ciudad natal de Oakland y sus alrededores. A finales de los años 50, Bley se mudó a la ciudad de Nueva York, que era un semillero de experimentación musical en ese momento. Allí se sumergió en la vibrante escena del jazz y comenzó a colaborar con músicos como Paul Bley (con quien se casaría), Charlie Haden y Steve Swallow, entre otros. Durante la década siguiente la pianista se asoció con el movimiento de jazz de vanguardia, que buscaba traspasar los límites de la música de jazz tradicional.

Fundó el Jazz Composer’s Guild, un colectivo de músicos con ideas afines dedicados a promover composiciones originales de jazz. Las composiciones de Bley durante este período reflejaron su espíritu audaz y aventurero sin disimular influencias eclécticas, experimentó con estructuras, armonías e instrumentación no convencionales, incorporando a menudo elementos de free jazz, de cual bebe su obra principalmente, música clásica, rock y folclor en su trabajo, mostrando una combinación única de complejidad y accesibilidad. Bley también comenzó a

dirigir sus propios conjuntos, proporcionando una plataforma para que sus composiciones se materializaran en interpretación. Como líder de banda, ha fomentado un espíritu de colaboración entre sus músicos, fomentando la improvisación y la exploración dentro de sus composiciones ayudando a ampliar los límites del jazz.

En su carrera Bley ha colaborado con algunos de los más destacados jazzistas de su tiempo como Gary Burton, Jack DeJohnette y Don Cherry, entre otros, trabajando tanto en discos propios, a dúo o colectivos, liderados por ella o como arregladora para terceros. En la década de los años 70, Bley cofundó el sello discográfico independiente WATT Records con el contrabajista Steve Swallow, sello con el cual gozó total libertad artística y que le sirvió para grabar muchos de sus álbumes más aclamados, así como grabaciones de otros artistas de jazz innovadores. El sello fue distribuido e incorporado al catálogo de ECM

Entre sus obras más destacadas encontramos como líder “Escalator Over the Hill” de 1971, “Tropic Appetites” 1974, una suite inspirada en sus viajes por el Caribe; “Music mechanique” de 1979 o “Social studies” de 1981, además de una innovadora ópera de vanguardia, y en coaturía podemos mencionar especialmente “Duo” con Steve Swallow, y los de discos de la Liberation Jazz Orchestra con Charlie Haden, antiguo colaborador de Ornette Coleman y Keith Jarrett.

Su muerte deja un vacío muy difícil de llenar, si bien hoy en la escena del jazz hay muchas más mujeres como intérpretes, compositoras y arregladoras de las que había en las décadas clásicas de la industria del jazz, la presencia femenina se reducía básicamente a destacadísimas vocalistas y cantantes, pero ninguna cuya obra tenga la importancia por su originalidad, influencia e innovación en el lenguaje del genero, ninguna voz definitiva de una música que por origen cambiante y dinámico, sea la razón se ser de una búsqueda incansable de nuevos estadios creativos.

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LAS PELÍCULAS LENTAS DEL CINE

ORIENTAL

DOS MIRADAS A LAS RELACIONES DESDE LA ÓPTICA ORIENTAL:

CELINE SONG Y WONG KAR-WAI

POR ANA CATALINA CASTILLO IBARRA Académica, magíster en Literatura, diplomada en Historia y Estética del cine

Quien huye de las “películas lentas” a veces no sabe lo que se pierde. Sobre todo si detrás de ellas hay autores cuya mirada de la vida y las artes está lejos de la vorágine de este lado del mundo. Con la valoración de esa característica tiene que ver el éxito obtenido por la película Past Lives (Vidas pasadas, 2023), recientemente nominada al premio Óscar en las categorías de Mejor Película y Mejor Guion Original.

En su debut cinematográfico como directora, la dramaturga y guionista coreano-canadiense Celine Song (1988) recoge para su argumento algunas vivencias propias, como haber dejado su país natal a los 12 años y desde allí comenzar a vivir en otra cultura y comunicarse a través de otro lenguaje. Ese proceso es el corazón de su personaje protagonista, Nora o Nae Yung (Greta Lee), quien por decisión paterna debe abandonar Corea, dejando atrás lo que hasta ese momento era su mundo y con eso, sus amistades; en particular, la que mantiene con su compañero de clase Hae Sun (Teo Yoo).

A partir de aquí, Song construye con extremada sensibilidad y sutileza una historia de amor que nada tiene que ver con los esquemas hollywoodenses de “chico conoce a chica”. Se trata de abordar los aspectos más profundos del amor: el vínculo de almas que a pesar de la distancia siguen en sintonía, aun sin ser conscientes de ello. Por lo mismo, el sentimiento de nostalgia está presente en la película, cuyo

guion libre de los obligados “giros de trama” conduce al espectador por un viaje íntimo que habla de crecimiento personal, de autoconocimiento y de encontrar el sentido de la vida.

En la hermosa (e inolvidable) atmósfera de Past Lives flota el sentimiento de añoranza del pasado y la dura constatación de un presente que pudo ser y no fue, puesto que cuando después de

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CINE
CELINE SONG WONG KAR-WAI

fallidos intentos vuelven a verse, ambos toman conciencia de que ya no se puede echar el tiempo atrás. Para el personaje de Nora resulta también en la toma de conciencia del desarraigo que no se ha superado, el mismo que se manifiesta cuando habla dormida en coreano y que con el reencuentro con su amigo de una época feliz y pura se hace patente que, a veces, los cambios conservan intacta, de

manera indeleble, la raíz de los que somos esencialmente. Este descubrimiento, sin embargo, carga tanta alegría como desazón. En esto radica gran parte de la belleza de esta película; en la aceptación del camino de vida que alguien se ha forjado, un rasgo indudablemente ligado al pensamiento oriental, manifestado en esta cinta con la referencia al “in-yun”, un concepto budista que

hace referencia a la conexión entre dos personas que están destinadas a encontrarse en diferentes vidas.

Como decíamos, esta es una cinta que habita un tempo-ritmo particular; aquí no hay prisa ni para las acciones ni menos para los diálogos, que son mínimos, dando lugar a escenas contemplativas en que las miradas y los pequeños gestos contribuyen a que el espectador pueda al menos

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PAST LIVES

asomarse al poso de sentimientos, emociones, recuerdos y deseos de los protagonistas

La celebrada obra de Celine Song nos da pie para revisar, aunque sea brevemente, parte de la trayectoria del director hongkonés Wong Kar-wai, pues resulta imposible no pensar en él y parte de su obra si de amores contenidos se trata. Lo suyo son las relaciones en ambientes melancólicos, ya que tiende a explorar las complejidades de las relaciones humanas y las emociones profundas que las impulsan.

Wong Kar-wai ha sido reconocido internacionalmente con el premio al Mejor Director en el Festival de Cannes por Happy Together (1997) y en los Premios César por In the Mood for Love (2000). Se le considera uno de los cineastas más influyentes y respetados en la industria del cine contemporáneo. Nacido en Shanghái en 1958, se trasladó a Hong Kong en su adolescencia y comenzó su carrera como director en la década de 1980.

Constantes temáticas como la soledad, el desarraigo y la búsqueda de significado en un mundo cambiante lo emparientan con la cinta que comentamos más arriba. En películas como Chungking Express (1994), In the Mood for Love (Con ánimo de amar) y 2046 (2004) explora historias de identidad y soledad, y a través de estos temas captura la belleza efímera de la vida de una manera poética y emotiva.

Si bien en Chunking Express, la mirada del amor es más efímera y casual, centrada en las emociones inmediatas y en las relaciones breves que se establecen entre los personajes, ya hay un preludio para los amores contrariados que exploraría en siguientes películas, pues en In the Mood for Love, la mirada del amor es más profun-

da y melancólica, centrada en la nostalgia y la imposibilidad de las relaciones amorosas.

La película se enfoca en la conexión emocional entre dos personas que están atrapadas en circunstancias difíciles y que luchan por mantener su amor platónico. Por lo mismo, la mirada del amor en esta película es más introspectiva y reflexiva, con una sensación de quietud y contención emocional. In the Mood for Love narra la historia de dos vecinos que descubren que sus respectivas parejas están teniendo una relación extramatrimonial. Así, en Hong Kong de los años 60, se centra en una especie de romance no concretado entre los dos protagonistas, Chow Mowan (Tony Leung) y Su Li-zhen (Maggie Cheung), marcado por la tensión sexual entre ambos, quienes se ven limitados por las convenciones sociales y morales de la época.

La atmósfera de tristeza y anhelo constante en la que se desenvuelve esta historia de (no) amor, se torna inmensa porque se conecta la temática con una exqui-

sita dirección de arte y fotografía, que crean una estética nostálgica y evocadora. Las imágenes están cuidadosamente compuestas y saturadas de colores vibrantes que contrastan con la melancólica y ecléctica banda sonora. Todo ello se amalgama a la perfección con una narrativa no lineal, que se manifiesta a través de saltos temporales, montaje rápido yuxtapuesto con escenas contemplativas y una narración poética que enfatiza los sentimientos reprimidos de los protagonistas.

Tal es también el caso de 2046, película que presenta una estructura narrativa fragmentada, con flashbacks y saltos temporales que van tejiendo una historia muy original en torno al amor. Esta fragmentación refleja la propia naturaleza del recuerdo y la experiencia amorosa, que se compone de instantes fugaces, emociones intensas y olvidos involuntarios. Y, por si esto fuera poco, nos sumerge por momentos en el género de la ciencia ficción con androides que participan de los dilemas de sus protagonistas.

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HAPPY TOGETHER

El protagonista de 2046, Chow Mo-wan, es el mismo personaje que aparece en In the Mood for Love, por lo que la película funciona como una secuela espiritual de esta, explorando las repercusiones del amor no correspondido que Chow experimentó con Su Li-zhen en la película anterior. De tal modo,

ambas historias forman parte de un mismo universo emocional y comparten temas como la imposibilidad del amor perfecto y la idea del amor como un recuerdo fugaz y doloroso.

El tiempo en 2046 es fluido y cíclico. El pasado, el presente y el futuro se entremezclan, contribu-

yendo a la atmósfera de nostalgia y atemporalidad. Esta concepción del tiempo refleja la idea de que el amor puede trascender las barreras temporales y seguir vivo en el recuerdo.

La memoria, por lo tanto, cumple un papel fundamental en 2046, impulsando la trama y configurando la perspectiva del protagonista. Los recuerdos de Chow Mo-wan sobre su amor perdido, Su Li-zhen, impregnan cada escena y determinan sus acciones y decisiones. Entonces, la película ahonda en cómo la memoria puede ser a la vez fuente de dolor y consuelo, y cómo moldea nuestra percepción del presente y del futuro.

Esta es la bisagra que conecta la obra de Celine Song con estas dos cintas de Wong Kar-wai, pues los personajes se aferran a recuerdos idealizados. Sin embargo, allí donde el director hongkonés se decanta por finales melancólicos, Celine Song nos deja un cierre agridulce, más próximo a la nostalgia, ofreciéndonos una historia en que el amor está más allá de lo concreto y lo finito.

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2046 IN THE MOOD FOR LOVE

DE TRASEROS Y ETIMOLOGÍAS

POR ROGELIO RODRÍGUEZ MUÑOZ

Licenciado en Filosofía y Magister en Educación, Universidad de Chile

Nada mejor que aprender entreniéndose y entretenerse aprendiendo. Grandes pedagogos recomiendan esta fórmula. Ya en el año 1635 Tirso de Molina afirmaba lo mismo: tituló a una obra suya Deleitar aprovechando, es decir, uno goza con la lectura y aprovecha al mismo tiempo su contenido. Y, antes, en el siglo I a.C. Horacio observaba el mismo tópico en su Ars Poética: prodesse et delectare, enseñar deleitando. En estos días gozo y aprendo con la lectura del libro bradicción. El fascinante juego de las palabras de Virgilio Ortega.

El autor –español, licenciado en Filosofía y Letras y confeso “adicto a las palabras”, por lo que su pasión es el estudio etimológico de nuestros vocablos y sus relaciones–afirma, en las primeras páginas, que una de sus palabras latinas favoritas es culibonia, denominación dada a las prostitutas de Pompeya aludiendo a sus traseros. Una “culibonia” era , pues, una damisela que tenía un buen culo. Supongo que, en los tiempos que corren, podemos –para ser inclusivos y no acusados de discrimina ción– generalizar el término e incluir a los varones de trasero digno. ¿Los llamaremos “culibonios”?

Desde culibonia podemos indagar en la etimología de la palabra culo provenir del griego koilos que tiene varias acepciones: hueco, cóncavo, cavidad, profundidad. Griegos y romanos se tapaban el trasero (no solo el trasero, sino todo el cuerpo) con túnicas interior). Los galos, en cambio, para protegerse de un clima más adverso que el de Roma vestían bracoe, unos calzones que más tarde los romanos adoptaron tranformándolos en

En el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles se encuentra una estatua

conocida como la Venus Calipígica de Atenas, figura de mármol romana de hace más de dos mil años que representa a una bella joven. Alza su peplo hasta su cintura, dejando su trasero al desnudo y vuelve su rostro para contemplarlo. Ortega nos guía en la etimología de su adjetivación.

‘Cali’ es prefijo que encontramos también en otras palabras como ‘caligrafía’ (escritura bella) y ‘calóptero’ (alas bellas). Viene de kalós: hermoso. Pygé, por otro lado, es un término griego que se refiere a las nalgas. Por lo que la Venus Calipígica es aquella de las nalgas bellas. Nuestra marmórea mujer romana de escultural trasero es, pues, una culibonia. Así captamos al instante la relación que existe entre estos dos conceptos: culibonia (del latín) y calipígica (del griego).

Hoy el paradigma impuesto de lo políticamente correcto lleva a admirar en silencio a las culibonias. Hay un ala extrema del feminismo que condena muy rápido lo que simplemente huela a ‘enfoque masculino de las cosas’. Quedémonos, pues, con nuestro deleitoso aprendizaje de los juegos etimológicos que nos ofrece Ortega y que permiten enlazar conceptos aparentemente sin conexión. Así como puede relacionarse la culibonia de Pompeya con la calipígica de Atenas, en las páginas de su libro podemos conocer otras ligazones igualmente sorprendentes e interesantes: por ejemplo, las caderas con la catedral, Platón con los plátanos, una enciclopedia con el Ku-KluxKlan, el caballo de Alejandro con una hecatombe, el linchamiento de una persona con un mausuleo y –esto debieran tenerlo muy en cuenta nuestros líderes cívicos que dicen estar tan preocupados por los problemas de la ciudadanía cuando lo que verdaderamente salvan son sus privilegios y sus cuotas de poder– los políticos con los idiotas.

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