Pancho Soares

Page 1

Iglesia por leticia l. jazhal leticia@obispado-si.org.ar

“…el lugar que pisas es tierra sagrada” Ex. 3, 5

El pasado 13 de febrero, al llegar a la parroquia Nuestra Señora de Carupá sentí profundamente esta cita bíblica. Se celebraba la misa para hacer memoria y agradecer la vida del P. Francisco Pancho Soares, asesinado en ese mismo lugar hace 40 años junto a su hermano Arnoldo. Tierra sagrada porque ahí entregó su vida, porque ahí se derramó su sangre, porque ahí nació un nuevo mártir de nuestra Iglesia. Algunos datos para conocerlo: había nacido en 1921 en Brasil y llegó con su familia a Buenos Aires en 1924. Inicia el noviciado con los Padres Asuncionistas en Francia, luego pasa a España para realizar sus estudios de Teología y los culmina en el Seminario en Buenos Aires, donde fue ordenado sacerdote el 8 de Julio de 1945 bajo el lema: “Venga a nosotros tu Reino – Como al trigo tritúrame, Señor, para ser Contigo Hostia humilde y esplendorosa de paz, de amor y de caridad.” Trabajó en parroquias de Argentina y Chile y realizó una experiencia de vida contemplativa en Francia. En 1963 decide vivir y trabajar con los más pobres, se exclaustra de la Congregación y es recibido en nuestra Diócesis de San Isidro por Monseñor Aguirre. En 1966 se instala en Carupá, donde vive junto a su hermano Arnoldo en una modesta casilla de madera junto a la Capilla Nuestra Señora de Carupá. Con una gran preparación intelectual y una profunda espiritualidad, entrega su 20

ENCUENTRO · Purísima Concepción, Pacheco

vida a los obreros y a los pobres del lugar. Instala un taller de zapatos, fabrica plantillas –de allí su apodo de cura zapatero-, funda una comunidad para fabricar baldosas; también traducía libros al francés como una forma de sustento. Amó ese lugar, en el que decidió quedarse y dar su vida a pesar de las amenazas que había recibido. Aquella madrugada del 13 de febrero de 1976 una ráfaga de disparos termina con su vida. Su hermano Arnoldo también es herido y fallece meses más tarde. Sus restos fueron velados en la capilla, acompañado por fieles, vecinos, sacerdotes. Monseñor Aguirre, que presidió la Eucaristía, dijo: “el padre Pancho asumió la pobreza para vivir al lado de sus hermano más pobres. Vivió en la más extrema e increíble austeridad y esa fue su mayor virtud. Es imprescindible que se sepa y se publique que Francisco Soares por sobre todas las cosas fue un sacerdote cabal y, como tal, sirvió a Cristo y a los pobres”. Su ataúd fue llevado a pulso por

los mismos vecinos al cementerio de Tigre. Y pasaron 40 años. Su lugar, su gente, su parroquia; afuera, la calle que lleva su nombre, la cruz con su foto; entrar al templo y ver su máquina de escribir, sus ornamentos, algunos escritos, compartir la misa presidida por nuestro Obispo Mons. Ojea: todo eso y la memoria viva y agradecida de la comunidad hace de este lugar “tierra sagrada”. Tener la certeza de que el padre Pancho ha sido un mártir de nuestro tiempo anima y fortalece nuestra fe, la multiplica, la ensancha. Como dijo el padre Anibal Filippini: “En ese momento fue sembrando Pancho. Se sembró. Cayó y murió. Por ser fiel a la voz del Evangelio, supo estar allí donde tenía que estar, corriendo todos los riesgos, asumiendo todas las consecuencias.” 21


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.