Cura Brochero

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Iglesia

por p. juampi contepomi

BROCHERO

MÁS NUESTRO QUE EL PAN CASERO Quiero empezar haciendo mías las palabras del Papa Francisco, con las cuales terminaba su carta enviada para la beatificación del cura Brochero en noviembre de 2013, celebrada en Villa Cura Brochero, Traslasierras, Córdoba, retratada en la foto de arriba: “Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo.” UN HOMBRE (con su vida pobre y entregada) DE DIOS (por su predicación evangélica) PARA SU PUEBLO (en su celo misionero), expresa para mí lo que es Brochero para nosotros hoy, lo que fue para sus fieles parroquianos ayer, y lo que será para todo el mundo en el futuro, ya canonizado. Sobre estos aspectos centro mi oración y reflexión, imitación y seguimiento del Cura Brochero, desde que me acerqué por primera vez, en agosto 1994, a su pueblo. Año tras año voy recorriendo su tierra y conociendo su gente, queriéndolos cada vez más y mejor. Con ellos nos vamos haciendo amigos en la vida y la fe, pastoreados por Brochero, hermano en 12

el sacerdocio y en el servicio. Lo defino -y admirocomo modelo de argentino, cristiano, sacerdote y párroco. Esta conciencia de ser instrumento de Dios en su misión de párroco de una porcion de la Iglesia a él encomendada fue, en su vida, un hilo primordial y unificador, “como el mortero y la mano sirven para hacer mazamorra”, solía decir. Para adentrarnos en su corazón sacerdotal tendríamos que subirnos a una mula y andar días y días sobre ella, recorriendo los 120 km de norte a sur y los 120 km de este a oeste que componen su parroquia. La fuerza y el secreto que lo impulsaba era el amor de Jesucristo en su corazón grande y humilde, paternal y fraterno. Para él no había buenos ni malos, sólo hombres para salvar. Conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas. Supo salir de la cueva del «yo-me-miconmigo-para mí» del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a buscar pasarla bien en el momento, a sacarle el cuerpo al trabajo” escribe Francisco en la carta ya citada. Caridad pastoral para con todos los hombres, y todo el hombre. Le hizo acequias y caminos para acercar los poblados, construyó diques y vados,

« El santo está en la pobreza y el desprendimiento en que vivió siempre. Un cordobés lo llamó “clavel del aire”, porque del aire parecía vivir. » ENCUENTRO · Purísima Concepción, Pacheco

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Iglesia policía y telégrafos, escuelas y templos. Y en el centro geográfico y espiritual de su parroquia, construyó la Casa de Ejercicios Espirituales, su obra cumbre. Allí centró su apostolado en la oración larga ante el Crucificado para conocer, sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús. Y todo culminaba con el perdón de Dios en la confesión. ¡Muchísima misericordia! Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos, que se respetaban y ayudaban unos a otros. Lo dicho basta y sobra para demostrar que el cura Brochero es una figura relevante en el panorama argentino de la segunda mitad de siglo pasado y comienzos del presente. “Pero queda en pie un interrogante: ¿fue un santo?”. Se preguntaba el autor en el prólogo del libro (Dedicado: A mi amigo Pablo Tissera, hombre de Dios y cordobés sin remedio) titulado como este articulo. Sí, claro que lo fue, y hoy nuestra Iglesia lo proclama y propone como intercesor y modelo a seguir. “¿Dónde está el santo, entonces? Se pregunta el autor, para responderse: El santo está en la pobreza y el desprendimiento en que vivió siempre. Un cordobés lo llamó “clavel del aire”, porque del aire parecía vivir. “Es un hombre de carne y huesos: usa sotana, esclavina, traje de clérigo, etc. y dice misa, confiesa, ayuda a bien morir, bautiza, consagra la unión matrimonial, etc., como todos los sacerdotes […] Es una excepción: practica el Evangelio. Falta un albañil en su curato para hacer una obra pública, ya sea para la Iglesia o para beneficio del pueblo! Pues él es albañil y trabaja con sus propias 14

manos a la par del más esforzado y compitiendo con el más diestro! ¡Falta un carpintero! Es carpintero. ¿Falta un peón? Es un peón. Se arremanga la sotana en donde quiera, toma la pala o la azada y abre un camino público en 15 días, ayudado por sus feligreses, sobre los cuales tiene un dominio absoluto y a quienes da ejemplo y estimula con su esfuerzo personal. ¿Falta todo? ¡Pues él es todo! y lo hace todo con la sonrisa en los labios y la satisfacción en el alma, para mayor gloria de Dios y beneficio de los hombres, y todo sale bien hecho porque es hecho en conciencia.[…]es imposible luchar contra la modestia de este hombre que ha hecho de ‘su curato’ su mundo. ¡No hay que tocarlo de ahí! ¡No quiere! Y no ha hecho solamente caminos públicos. Ha hecho también una buena Iglesia. Ha hecho, además, un gran colegio… (y todo sin subsidio de la Provincia, sin erogación por parte de los miembros de la localidad! Lo ha hecho todo con sus propias garras! ¿Milagro? No. La cosa es muy sencilla. Es cuestión de honradez y voluntad. En otros términos: es cuestión de haber tomado el apostolado a lo serio,

como lo ha tomado el cura Brochero. Tal es el hombre, el verdadero sacerdote, el tipo de cura de aldea […]” (El Cura de aldea. José Gabriel Brochero en El Interior, Córdoba 5 Noviembre 1887) El santo está en su trasero incurablemente llagado por tantos kilómetros recorridos a lomo de mula. Y está, sobre todo, en su enfermedad y su muerte, así nos lo presenta un periodista cordobés contemporáneo suyo. “Pa’que cunda la esperanza en este valle olvidao, enteramente entregao, vivía pidiendo rienda, sin salirse de la senda que Dios le había marcao”, dice Doña Jovita en lo que para mí es el mejor relato de la vida y obra del Cura Gaucho (“Cosas del Cura Brochero”). Concluyéndolo así al relatar su entrada al cielo, despues de su Pascua, aquel 26 de Enero de 1914 : “Ya había entregao la vida, ahora entregaba el cuero... Quién es ese que ha dentrao en un mulo malacara, y que a San Pedro lo encara de sotana y empochao. Es el cura de las sierras… Los angeles aplaudiendo, los santos tirando flores, es uno de los mejores, grito alguno en un rincón, porque tuvo el corazón, entreverao con los pobres.” Doña Jovita

“Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús..." ENCUENTRO · Purísima Concepción, Pacheco

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