El Reto Invierno 2024

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GLENMARY.ORG

INVIERNO 2024

Inundación de generosidad

Miles asisten a Congreso Eucarístico JESÚS ENTRE NOSOTROS

“GLENMARY SIRVE DONDE SE NECESITA”

Somos una congregación católica de sacerdotes y hermanos que, junto con misioneros laicos, establecemos la presencia de la Iglesia en los pueblos pequeños de las zonas rurales de Estados Unidos. Fundada en 1939 por el padre William Howard Bishop, Glenmary es la única congregación dedicada exclusivamente a servir espiritual y materialmente a los pobres en las misiones rurales de Estados Unidos. Hoy día, Glenmary realiza este apostolado gracias a las ofrendas de buena voluntad, que nos permiten establecer misiones a lo largo de los montes Apalaches y el Sur de Estados Unidos.

Los misioneros de Glenmary sirven en áreas donde frecuentemente menos del uno por ciento de la población es católica, un porcentaje significativo de la población no asiste a ninguna iglesia y la tasa de pobreza es el doble del promedio nacional. Nuestra actividad misionera incluye el establecimiento de comunidades católicas, la promoción de la cooperación ecuménica, la evangelización de los no creyentes, el alcance social y la lucha por la justicia. Lograr todo esto es el reto de Glenmary.

EL RETO GLENMARY

El Reto fue publicado por primera vez en 2015 como parte de las esfuerzos de Glenmary para llegar a la población que habla español como primera lengua. Algunos artículos de El Reto son traducidos de inglés a español de la revista Glenmary Challenge.

El Reto Glenmary se envía gratis a los donantes y a cualquier persona que lo solicite. Para comenzar a recibir El Reto, use la información de contacto abajo.

MISIONEROS CATÓLICOS GLENMARY

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© 2024, Misioneros Católicos Glenmary. Permiso de reproducción se concede bajo petición.

Una respuesta generosa

carta del editor / Omar Cabrera

Tras sufrir en septiembre los estragos que causó la tormenta Helene, muchos también han experimentado la generosidad del prójimo. En el condado de Unicoi, en Tennessee, por ejemplo, las inundaciones arrasaron con el hospital del pueblo, una fábrica de plásticos y numerosas casas y cultivos. Tres feligreses de nuestra misión San Miguel Arcángel perdieron la vida. Pero hasta la zona también han llegado manos amigas y cuantiosos donativos que instituciones como Caridades Católicas, Glenmary y otras han entregado.

En la parroquia se celebraron jornadas de oración y atención psicológica para familiares de las víctimas. También, los amigos y donantes de Glenmary han respondido con más de $200,000 para los afectados. Ese dinero está sirviendo para comprar motosierras, carretillas de mano, tambos de gas, calentadores portátiles y otros equipos para ayudar a remover escombros y atender las necesidades de personas que perdieron sus hogares y pertenencias bajo el agua. En esta revista le contamos más detalles sobre esta inundación de generosidad en favor de las personas damnificadas.

También compartimos con ustedes la alegría de que la familia de Glenmary esté creciendo. Cuatro hombres se sumaron en el verano a los miembros consagrados de nuestra comunidad. Dos de ellos continúan su preparación para convertirse en sacerdotes y los otros dos sirven como hermanos religiosos.

En las siguientes páginas también le contamos detalles sobre el Congreso Eucarístico Nacional, que se celebró en Indianápolis en julio, y que reunió a más de 60,000 personas.

Desde Glenmary les deseamos unas felices fiestas y un año nuevo lleno de prosperidad. ¡Que Dios les bendiga!

Glenmary ayuda a los afectados por inundaciones

El desbordamiento del Río Nolichucky causó la muerte de tres feligreses de Glenmary en el noreste de Tennessee.

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CUATRO NUEVOS MIEMBROS EN LA FAMILIA

Jóvenes de Kenia y Uganda hacen sus votos perpetuos a Dios para servir con Glenmary en las zonas rurales.

Por Laney Blevins

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JESÚS SE HIZO PRESENTE EN INDIANÁPOLIS

El Hijo de Dios atrae a más de 60,000 asistentes al Congreso Eucarístico Nacional.

Por Omar Cabrera

“GLENMARY SIRVE DONDE SE NECESITA”

Entrevista al primer obispo latino en la historia de la Diócesis de Raleigh, Luis R. Zarama.

Por Omar Cabrera

Director: Padre Dan Dorsey

Editor: Omar Cabrera

Director de Comunicaciones: John Feister

Diseño gráfico: E + R Design Studio

Junta editorial en español: Bárbara Hasbach, hermano David Henley, John David Long-García, padre José Carlos Miguel López, padre Esteban Pawelk.

FOTO DE PORTADA

Voluntarios y el padre Tom Charters descargan ayuda para los afectados por las inundaciones. — Foto del hermano Corey Soignier.

Foto
cortesía de Marco Tavares.
Foto de John Feister.
Foto cortesía de USCCB/ Kendall McLaren.

Cuatro hombres hacen sus votos con Glenmary

Los jóvenes hicieron su juramento perpetuo ante Dios para dedicarse al estilo de vida de Glenmary y al apostolado misionero en las áreas rurales y los pequeños pueblos de Estados Unidos.

El 1 de junio, Willy Kyagulanyi, Erick Orandi, Cavine Okello y Joseph Maundu hicieron sus juramentos finales. El fin de semana siguiente, Cavine y Joseph fueron ordenados como diáconos en transición preparándose para el sacerdocio.

Los cuatro hombres no solo respondieron al llamado de Dios a la vida religiosa, sino que tomaron una decisión que les cambió la vida: dejar sus países de origen, Kenia y Uganda, para ministrar en el continente americano.

Estos hombres escucharon por primera vez el llamado a la vida religiosa cuando eran jóvenes. “Sentí por primera vez que tenía una vocación al sacerdocio cuando tenía tan solo 10 años, sirviendo como monaguillo”, dice el diácono Cavine. “Estaba enamorado del sacerdocio. Me encantó lo que vi hacer a los sacerdotes en términos de celebrar la Misa y cómo eran amables con nosotros”, dice, por su parte, el diácono Joseph.

El hermano Willy también creció en una familia católica comprometida que siempre lo alentó a ser parte de la Iglesia y orar juntos. Crecer entre hermanas y hermanos devotos lo inspiró a seguir la vida religiosa. El hermano Erick se dio cuenta de su llamado a través de

El hermano Willy Kyagulanyi pone su mano sobre la Biblia y hace sus votos finales y perpetuos con Glenmary.

experiencias de profunda conexión espiritual y satisfacción al servir a los demás, particularmente cuando sirvió como monaguillo en su parroquia de origen.

En febrero de 2025, los diáconos Joseph y Cavine serán ordenados sacerdotes. El hermano Willy estudia con miras a graduarse de enfermero en mayo de 2025, y el hermano Erick continúa su ministerio en Lafayette, en el condado de Macon, Tennessee.

Los cuatro hombres hicieron votos de pobreza, obediencia, castidad y oración.

Fotos por John Feister

El hermano Corey Soignier, de Glenmary (Izq., semihincado) junto a voluntarios que repartieron ayuda a las víctimas de Helene.

Glenmary apoya a AFECTADOS POR INUNDACIONES

Las comunidades afectadas por los destrozos de la tormenta Helene trabajan en las tareas de reconstrucción y la Iglesia Católica se ha sumado a estos esfuerzos para ayudar a las víctimas.

Los donantes de Glenmary de todo el país han respondido generosamente al llamado a ayudar. Al momento de terminar este artículo, a finales de

noviembre, se habían donado más de $200,000 para los damnificados. Estos fondos se están enviando directamente a la parroquia San Miguel Arcángel, ubicada en el epicentro del desastre, en Tennessee, para ayudar con la limpieza de escombros y reconstrucción de viviendas dañadas, luego de que en septiembre y octubre entregamos alimentos y artículos de primera necesidad a los afectados.

La tragedia ocurrió el 27 de septiembre, cuando fuertes vientos y niveles récord de lluvias azotaron algunas regiones de Carolina del Norte enviando enormes cantidades de agua ríos

abajo hacia Tennessee.

La misión de San Miguel Arcángel se encuentra en el pueblo de Erwin, en el condado Unicoi. Ahí, tres feligreses murieron arrastrados por la correntada del río Nolichucky, uno de varios que se desbordaron. Numerosas viviendas y el hospital local resultaron inundados.

Cuando el agua empezó a bajar, la iglesia se movilizó rápidamente para recolectar donaciones, retirar árboles caídos de los patios y organizar un servicio de oración.

La iglesia de Glenmary se convirtió en uno de los pocos sitios de distribución de la ciudad que ofrecían a diario alimentos frescos

by John Feister

Photo
POR OMAR CABRERA

y artículos básicos para el hogar, sin costo alguno. Albergaron la Clínica Móvil St. Mary’s Legacy, un ministerio diocesano que brinda atención médica a los desfavorecidos, y el Consulado de México, que proporcionó identificaciones de reemplazo a unas 650 personas que las perdieron en la inundación.

El párroco de San Miguel, padre Tom Charters, destacó que además del dinero recibido de las oficinas centrales de Glenmary, donantes individuales también han apoyado los esfuerzos de alivio y reconstrucción: “Una pareja manejó hasta aquí desde California

El Consulado de México repuso documentos perdidos en la tragedia.

Voluntarios almacenan donativos en los salones de educación religiosa de la parroquia de Glenmary en Erwin, TN.

para donarnos cosas. ¡Y ese es un trayecto largo!”

El hermano Corey Soignier, de Glenmary, destacó que el obispo episcopal del Este de Tennessee donó $15,000. “Y él ni siquiera tiene una parroquia aquí”, añadió el padre Tom. Caridades Católicas apoyó costeando los funerales de cuatro personas.

El padre Tom dijo que la respuesta ante la tragedia ha sido que “trabajamos juntos, oramos juntos, nos apoyamos el uno al otro. Eso es lo que un cristiano tiene que hacer, ser Cristo el uno para el otro y ser la luz de Cristo el uno para el otro (...) Nos convertimos en las manos de Cristo, en los pies de Cristo y nos convertimos en los ojos de Cristo el uno para el otro”.

Feligreses de la misión San Miguel Arcángel donan los alimentos que prepararon para su fiesta parroquial.

Jóvenes y adultos, anglos e hispanos, se unieron en las tareas de ayuda a los afectados por las inundaciones.

Al inicio, la ayuda consistió sobre todo en agua, alimentos, pañales y artículos de primera necesidad.

ELa capilla católica del condado de Morgan, Kentucky, consistía de dos casas móviles conectadas. El padre Dan era el párroco asociado.

Los tiempos cambian, las necesidades no

n una fresca tarde de otoño de octubre de 1980 hice algo que nunca había hecho antes y que nunca volvería a hacer: ¡fui a cazar mapaches! Durante siete horas esa noche, caminé por las colinas y los valles del condado de Magoffin en el este de Kentucky.

Estaba en el segundo año de mi primera asignación misionera en el este de Kentucky después de la ordenación. La “parroquia” en la que servíamos el párroco, padre Tom McElhinney, y yo comprendía seis condados, ¡un área más grande que el estado de Delaware! La iglesia principal estaba en Morehead, condado de Rowan, mientras que dos capillas más pequeñas en West Liberty, condado de Morgan, y Owingsville, condado de Bath, servían a los condados circundantes.

Algunas de nuestras congregaciones

reflejan la naturaleza multicultural y universal de nuestra Iglesia Católica.

asistían a Misa cada dos domingos más o menos sin importar el clima. Vivían en las afueras de Salyersville, en el condado de Magoffin. Un domingo en particular, mientras la gente se reunía afuera después de la Misa, escuché a algunos de los hombres hablando sobre ir a cazar mapaches la semana siguiente. No tenía ni idea en qué me estaba metiendo, pero quería conocerlos mejor que durante una simple conversación fugaz. Les pregunté si podía acompañarlos. Sonrieron y uno dijo, con una sonrisa pícara: “¡Por supuesto!”.

En la cima de una colina en West Liberty se encontraba una de nuestras iglesias misioneras: la Capilla Príncipe de la Paz , una casa modular doble convertida en capilla. La asistencia a la Misa dominical en Príncipe de la Paz variaba de 35 a 50 personas, según el clima. Incluso una pequeña cantidad de nieve o una fuerte lluvia hacían que la capilla fuera inaccesible. Una familia, en particular, era “cada dos”, es decir,

Y así, el jueves siguiente conduje hasta el lugar designado, me encontré con el pequeño grupo a las 10 p.m. y luego observé cómo descargaban a sus perros. Durante las siguientes siete horas, caminamos de arriba a abajo por las colinas, deteniéndonos sólo brevemente en medio de la noche para hacer una fogata y calentarnos. ¡Fue una noche que nunca olvidaré! Sin embargo, una experiencia se destaca y captura toda la noche. Aproximadamente una hora después de comenzar la cacería, mientras los perros ladraban a lo lejos (el sonido resonaba por las colinas), uno de los hombres se volvió hacia mí y me dijo: “¿Alguna vez has escuchado algo más lindo en tu vida?”.

carta del presidente Padre Dan Dorsey

Ese paseo de octubre por las colinas y los gritos fue instructivo en muchos niveles, pero el más importante fue que un misionero debe ser intercultural. En un sentido metafórico, nosotros, como misioneros, caminamos con aquellos en nuestras misiones simplemente para escuchar quiénes son y aprender lo que valoran. Algunas de nuestras congregaciones reflejan la naturaleza multicultural y universal de nuestra Iglesia Católica: las familias son de Estados Unidos, México, Filipinas, Italia, Perú, El Salvador, Vietnam e India. Por ejemplo, la Iglesia de la Santísima Trinidad, en el este de Carolina del Norte, es pequeña según la mayoría de los estándares católicos: 70 familias. Pero todas esas culturas están representadas ahí.

Permítanme concluir con otra historia. Pasé nueve años como párroco de misiones en el sureste de Arkansas. Uno de mis ministerios fue formar parte de un grupo que inició el refugio Oasis para personas sin hogar en Warren, Arkansas. Durante cinco años, presidí su junta directiva.

Un día frío y gris de diciembre ofrecí un servicio fúnebre para un hombre de la zona que recientemente había vivido en el refugio Oasis. No era católico, como tampoco lo eran ninguna de las pocas personas que se reunieron para el servicio junto a la tumba. Mientras miraba alrededor del grupo, pensé: diferentes culturas, todas las edades, diferentes historias: ¡esto es exactamente lo que significa ser un misionero!

NOTICIAS DE GLENMARY

LEGADO / Amaba la diversidad

El padre John Brown fallece a los 70 años

El padre John Thomas Brown, de 70 años, misionero de Glenmary durante 46 años, murió el 3 de octubre en Cincinnati, Ohio. El padre John dedicó la mayor parte de su vida a servir a las personas en misiones en: Ohio, Kentucky, Oklahoma, Georgia y Carolina del Norte.

El padre John fue un misionero incansable. Mientras trabajaba con feligreses de habla hispana, aprendió español para servirles mejor. Cuando no había ningún músico en la Iglesia, sacaba su guitarra para dirigir los himnos. Era un gran cantante y animaba a todos a participar en la Misa. Estaba profundamente interesado en nutrir los matrimonios en sus parroquias y participaba en el programa Encuentro Matrimonial, que brinda enriquecimiento para parejas. Era un amante de la vida al aire libre y los deportes, así como un ávido lector.

Cuando era joven, el padre John comenzó su ministerio con Glenmary en West Union, Ohio, una de las primeras parroquias atendidas por Glenmary. Después, sirvió como párroco en Elkton, Kentucky; Idabel, Oklahoma, y Swainsboro, Georgia. También sirvió en Blakely, Georgia, y luego, más recientemente, como sacerdote misionero en Williamston, en

el este de Carolina del Norte.

En un post en redes sociales, en mayo de 2024, el padre John habló de su muerte inminente, mientras luchaba contra el cáncer que finalmente prevaleció. “En este momento -esta semana- vuelvo a experimentar la emoción, el miedo y la confianza de cruzar un gran mar”, decía. “Mis días de vida aquí se acortan. Tengo buena fuerza de espíritu, pero la fuerza del cuerpo se está agotando. Espero que en este tiempo podamos compartir mi alegría por nuestras esperanzas que se están cumpliendo y que podamos apoyarnos unos a otros con la oración”.

Oriundo de Boston, Massachusetts, al padre John le sobreviven sus hermanos Christopher (Lynn) y Gregory (Susan), así como muchas sobrinas, sobrinos y compañeros misioneros de Glenmary.

Feligreses de tres misiones hicieron la procesión juntos.

DE Pequeños pueblos

A LA Iglesia Universal

Feligreses de tres misiones de Glenmary participaron en el multitudinario Congreso Eucarístico.

Sindi Anguiano y su esposo Daniel Ávila vivieron una experiencia con Jesús Eucaristía que les marcó para siempre. Hace una década, la parejo perdió una hija de apenas dos años. Buscando consuelo, acudieron a la adoración al Santísimo Sacramento. “Fue lo que nos libró de caer en depresión”, dice Sindy. Desde entonces, ella y su esposo asisten regularmente a la adoración Eucarística. Esta fe y su servicio en la misión de Glenmary La Sagrada Familia, en Lafayette, Tennessee, los llevaron a participar en el Congreso Eucarístico Nacional que se celebró en julio, en Indianápolis.

Por Omar Cabrera
El Centro de Convenciones de Indiana recibió a decenas de miles de católicos.
Foto de Omar Cabrera.
Dos hispanas se aprestan a colocar sus pines en el mapa de Glenmary, que resultó ser un éxito.
Foto de Theresa Nguyen-Gillen

El mapa

El stand de Glenmary en el congreso ofreció a los asistentes un mapa donde cada quien colocaba un pin sobre el condado en el que asiste a la Eucaristía. Más de tres mil personas de todo el país aceptaron la invitación.

Encuentro histórico

Más de 60,000 personas asistieron al Congreso Eucarístico Nacional, el primero que se celebra desde 1940. Para la primavera de 2025, los organizadores planean una peregrinación que irá desde Indianápolis hasta Los Ángeles.

Una fe compartida

“Señor, hemos venido aquí porque queremos un renacimiento, un renacimiento eucarístico, y queremos que cada católico se dé cuenta de que Tú estás vivo en la Eucaristía y encuentre tu amor”, dijo el obispo Andrew H. Cozzens, de Crookston, Minnessota. Los miles de asistentes escuchaban en un profundo silencio.

Cada día del congreso culminaba con charlas y adoración en el Estadio

El padre Aaron, el hermano David, Chris Phelps y el padre Dan (De Izq. a Dcha.) atendieron a los asistentes.
Lucas Oil.
Foto de Casey Johnson, en alianza con el Congreso Eucarístico Nacional.
Daniel Ávila, Sindi Anguiano y su hija Hannah participaron en el congreso. Foto de Omar Cabrera.
Foto de Omar Cabrera.

ENTREVISTA AL OBISPO ZARAMA

“Glenmary sirve donde se necesita”

Nacido en Colombia, Luis R. Zarama, es el primer obispo latino en la historia de la Diócesis de Raleigh. A él le gusta llamarla "la mejor diócesis del mundo".

Tres años después de su ordenación como sacerdote, Luis Rafael Zarama fue asignado a dos parroquias ubicadas en pequeños pueblos al norte de Atlanta, Georgia. Estas dos iglesias eran misiones donde Glenmary había servido antes de la llegada del joven sacerdote.

Zarama recuerda que cuando él

llegó, constató “los frutos del trabajo, de la entrega y de la generosidad que ellos (los padres de Glenmary) tuvieron durante el tiempo que sirvieron en ese lugar”.

Una década más tarde, en 2017, el Papa Francisco nombró a Zarama como el primer obispo latino de la Diócesis de Raleigh, en Carolina del Norte. Como tal, ahora Zarama -originario de Colombia- supervisa 80 parroquias y más de 140 sacerdotes, incluyendo dos de Glenmary.

El obispo nos recibió recientemente en su oficina en Raleigh, donde conversamos sobre la creciente presencia de latinos en la Iglesia Católica en Estados Unidos y el rol de Glenmary, entre otros temas.

P- Así que sus primeras parroquias habían estado antes a cargo de sacerdotes de Glenmary. Cuéntenos un poco más al respecto.

R- Ellos fueron los que estuvieron ahí cuando se empezó a celebrar la misa en un salón social, poco a poco se construyó una iglesia, fue creciendo la comunidad en un área rural donde los católicos no eran nada. Pues, con la presencia de los Glenmary, los poquitos católicos encontraron a través de la Eucaristía una forma de unirse, de empezar a vivir la fe, de trabajar por la fe, de hacer presencia en el pueblo, de construir una iglesia, de formar comunidad. Y después, ya cuando yo llegué, la iglesia se quedó pequeña, y tocó hacer un proyecto para construir una más grande, por la forma en cómo creció la comunidad.

P- ¿Qué opinión le merece este trabajo de Glenmary de llevar la presencia de la Iglesia a pequeños pueblos como estos en los que usted sirvió como párroco?

R- Yo creo que es lo que el Santo Padre habla de ir a las periferias. Esa es la realidad, es el servicio donde se necesita, en los lugares que por lo general pocos tienen la voluntad de servir o pocos tienen la voluntad de ir y es donde se necesita, donde se necesita el servicio.

P- La Iglesia Católica en Estados Unidos está viviendo un aumento considerable de feligreses hispanos. ¿Cuál es su enfoque pastoral ante esta realidad?

R- Muchas veces lo que pasa es que no se reconoce la presencia latina, pero la presencia hispana, la presencia latina, está ahí. En muchos lugares hay temor de reconocer esa realidad. Y si no se la reconoce, no se puede servir.

Aquí en la diócesis, yo creo que la mitad de la población católica es hispana, es latina. Se busca, por lo menos en mi forma de servir, que todos los sacerdotes que se forman en el seminario sean bilingües, al menos para celebrar los sacramentos, para que puedan prestar ese servicio, porque no podemos ignorar, y si no son bilingües, prácticamente no hay donde asignarlos.

Por otro lado, es el hecho de poder hacer que las comunidades al menos se sientan cómodas y reconozcan la presencia de que están allí. Porque muchas veces uno busca forzar la integración y eso no es sano. Eso es un proceso.

P- ¿Puede ampliar un poco eso que menciona de que la integración no hay que forzarla, sino que es un proceso?

R- Lo que pasa es que una amistad no se puede forzar. La amistad viene en un proceso. Uno no puede forzar a

alguien a que sea amigo de alguien. Y muchas veces, sin quererlo o sin entenderlo, se fuerza la aceptación de uno y otro, cuando eso no se puede.

La amistad crece en un proceso de irse conociendo poco a poco, en momentos, en eventos, en situaciones. Y eso es lo que se debe cultivar sin presionar, sin forzar, sino simplemente con una actitud abierta. Y ver que, como en toda familia, cuando llega un nuevo miembro en la familia, ese nuevo miembro en la familia cambia la rutina completamente, no por mal, sino porque hay alguien nuevo y ese alguien nuevo cambia lo que se ha venido haciendo. Que incomoda, pero que se lo acepta con alegría y se está abierto a lo que ese nuevo ser trae.

Es lo mismo con nuestra fe, es lo mismo con nuestras parroquias. Somos tan diversos y tenemos un pequeño ejemplo de la catolicidad casi en cada una de nuestras diócesis, porque nuestra Iglesia es universal, es católica, y nosotros tenemos en una forma pequeñita esa realidad.

P- Aunque parezca una pregunta retórica, ¿por qué nosotros como católicos estamos llamados a servir a los más necesitados, incluidos los inmigrantes indocumentados?

R- En primer lugar, la situación de migración de personas sin documentos. Es una situación que se ha venido viviendo aquí por siempre. Y es una situación que no hay ninguna intención política de arreglarla, porque los indocumentados son el caballito de batalla en las campañas electorales, en donde se los usa y se los manosea para ganar votos. Unos hablan de sacarlos, otros hablan de arreglarlos. Es la batalla, es lo que usan para ganar votos y una vez que se ha manoseado a las personas sin documentos, después simplemente los ignoran. Eso es un abuso. Además, es mano barata que el país necesita. Entonces, ellos no tienen ninguna intención de arreglar papeles porque es mano barata, a los indocumentados se los necesita.

Frente a esa realidad, ¿por qué nosotros tenemos que ayudar? Porque son seres humanos. Y un ser humano no puede ser manoseado, un ser humano no puede ser utilizado. Un ser humano tiene que aprender a ser respetado. A un ser humano tenemos que ayudarle a descubrir su dignidad. En medio de las circunstancias de lo que se viva, tiene que encontrar un sitio donde se sienta que es respetado, que es apreciado, que es cuidado. Y esa es la función nuestra como Iglesia.

Además

JUSTICIA / Crisis en el campo

El padre Vic ayuda a trabajadores migrantes

Cuando el mal tiempo arruinó cultivos de sandía este otoño en el este de Carolina del Norte, muchos trabajadores agrícolas migrantes perdieron sus empleos y no recibieron salario por semanas. Con sus familias en México esperando apoyo económico y sin ahorros en los Estados Unidos, estos trabajadores se vieron en dificultades para comprar alimentos.

“Las sandías se pudrieron y no tuvimos trabajo durante casi cinco semanas”, dice Jonathan, uno de los trabajadores. La plantación está ubicada a unos 10 minutos de una de las misiones de Glenmary en Carolina del Norte. “El contratista tiene un fondo que nos ayudó durante unas dos semanas, pero después de eso, el padre Vic nos compró comida”.

El padre Vic y el diácono de Glenmary Cavine Okello se reunieron con los trabajadores en un supermercado local y les compraron comida durante su tiempo de crisis. “Nos ayudaron durante unas tres semanas”, añade Jonathan. “Hubo una vez en que los 35 fuimos y el padre gastó unos $1,500 en comida para nosotros”.

En octubre, los migrantes temporales empezaron a trabajar en un campo de camotes, propiedad de la misma empresa que los emplea. Pero siguen agradecidos con el párroco de Glenmary. “Estamos muy agradecidos con el padre porque nos hizo un gran favor”, dice Jonathan. El padre Vic, por su parte, está contento de haber podido ayudar a los trabajadores, practicando el espíritu misionero de Glenmary.

Cristianos se reúnen y oran juntos por la unidad

Atraídos por la oración de Cristo para que su Iglesia sea una, los representantes de seis tradiciones cristianas se reunieron en un retiro ecuménico organizado por Glenmary y facilitado por el Movimiento de los Focolares.

El retiro reunió a: anglicanos, católicos, evangélicos (incluidos los Bautistas del Sur), luteranos, metodistas y pentecostales. Ellos compartieron del 28 al 30 de mayo en un centro católico en Saint Meinrad, en el suroeste de Indiana.

“Al reunir estas diversas tradiciones y ministerios para el primer retiro ecuménico, Glenmary buscó destacar las asombrosas obras de unidad que se están llevando a cabo en todo el país”, dice Nathan Smith, director de Ecumenismo de Glenmary y principal organizador del retiro. Los 19 participantes rezaron juntos la Lectio Divina, compartieron sobre sus propios ministerios de unidad cristiana y discernieron nuevas oportunidades de colaboración. Algunos se unieron en oración a los monjes de la Archiabadía de Saint Meinrad.

“Para muchos, este retiro ecuménico fue una oportunidad para aprender sobre la fe y el trabajo de otro grupo cristiano con el que tendrían pocas posibilidades de relacionarse en otro lugar, y servirá como catalizador para ampliar la comunión entre las diversas tradiciones en los EE. UU.”, dice Smith.

Los participantes agradecieron a sus hermanos y hermanas en Cristo por su presencia y unidad en el retiro, así como a Glenmary por organizarlo.

Foto de Omar Cabrera
Glenmary.
Foto cortesía del diácono Cavine Okello.

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“LO ENVOLVIÓ EN PAÑALES Y LO ACOSTÓ EN UN PESEBRE, PORQUE NO HABÍA LUGAR PARA ELLOS EN EL ALBERGUE”.

—LUCAS 2 , 7

La Sagrada Familia está hoy más presente que nunca, escondida entre nosotros, esperando que la acojamos. Apoye las misiones católicas en glenmary.org/done

Ilustración de Glenn McInnes.

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