Seminario gustavo garcía

Page 1

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y ESTADÍSTICA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

LICENCIATURA EN ECONOMÍA SEMINARIO DE INTEGRACIÓN Y APLICACIÓN Y TRABAJO FINAL INFLACIÓN EN ARGENTINA

“LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS PRECIOS EN LA ARGENTINA DE LA POSCONVERTIBILIDAD (2001-2010)” GARCÍA, GUSTAVO DANIEL

DOCENTE A CARGO DE LA COMISIÓN: LIC. GASTALDI, SANTIAGO PRIMER CUATRIMESTRE


2

Resumen En los años posteriores a la finalización de la convertibilidad, se abre un nuevo ciclo político-económico en la Argentina. En consecuencia, en la economía argentina resurgen nuevamente periodos de alta inflación. Se argumentará que los aumentos de precios suscitados a partir del 2002, responden tanto al accionar de prácticas monopólicas u oligopólicas del capital concentrado, como a la disputa en el seno mismo del capitalismo argentino entre clases antagónicas (capital-trabajo), para apropiarse de un mayor excedente social. Para ello es importante observar tanto a las fracciones del capital o sectores que se han beneficiado con los procesos inflacionarios, como aquellas/os perjudicadas/os. Por otro lado es relevante tener presente las distintas políticas económicas llevadas a cabo por el Estado con respecto: a la concentración económica; a la modificación de los precios relativos en función de los intereses hegemónicos; como a la intervención en el mercado de la fuerza de trabajo. En esta línea el viraje de la economía argentina a partir del 2002 responde a los intereses por parte de las fracciones hegemónicas del capital por reconfigurar los precios relativos en su beneficio. De ahí en más los distintos sectores concentrados del capital emprendieron transferencias tanto interclase (trabajo-capital), como transferencias intra-clase (capital-capital) provocadas por cambios en los precios de los distintos sectores de la economía.


3 Introducción Trascurridos los años de convertibilidad sin que la inflación hiciera eco, en el periodo posterior que se inicia a partir del 2002 surge nuevamente en la historia argentina este fenómeno con sus propias especificidades. Por lo tanto se pretende comprender las particularidades de la inflación en la economía argentina de posconverbilidad. Entendiendo al conjunto de actores económicos que intervienen en esta, como un cuerpo heterogéneo, compuesto por clases sociales (capital- trabajo), incluyendo distintas fracciones del capital. De este modo un fenómeno dado como es la inflación, afecta a las diferentes clases y fracciones de clases en distintas maneras, ya que cada una de ellas juega un papel determinado en el régimen de acumulación1 actual. De esta forma el proceso inflacionario, se traduce en efectos diferenciales en las ganancias, salarios o ingresos. Así como una fracción de clase puede utilizar el fenómeno inflacionario para que sus ganancias se incrementen (mediando ciertas condiciones), otra fracción de clase puede ser perjudicada por el mismo fenómeno, ya que su papel en la economía argentina está relegado. 1.1

Objetivo

En el periodo de posconvertibilidad podríamos hablar de clases sociales o fracciones de clases ganadoras, como así también de perdedoras en términos de la distribución del ingreso. Siguiendo esta línea serán disparadores del trabajo ciertas preguntas como: ¿qué sectores o fracciones de clases han sido los favorecidos, y por ende ganadores por el proceso inflacionario de esta etapa? En caso contrario, ¿cuáles han sido los sectores o fracciones de clase perjudicados/as por el mismo fenómeno? En caso de ser los ganadores, ¿qué mecanismo o condiciones fueron relevantes para que sus ganancias y rentabilidades se vean incrementadas por el fenómeno inflacionario? Por otro lado, ¿qué papel jugó el Estado para que existan clases sociales o fracciones ganadoras y otras perdedoras?, es decir, ¿qué políticas económicas implementó para que esto ocurra? Seguidamente nos podríamos preguntar, ¿qué instrumentos utilizó el Estado para que los ganadores sean ganadores, para que los perdedores sean perdedores, e incluso para que ciertos ganadores no sean tan ganadores y ciertos perdedores no sean tan perdedores? 1.2 Hipótesis Los ganadores se constituirán por el hecho de que sus precios relativos han evolucionado por encima del promedio en forma sostenida durante el periodo de posconvertibilidad. Sea porque, en primer lugar, han aumentado lisa y llanamente sus precios. O, en segundo lugar, como consecuencia de su hegemonía política el Estado implementó políticas económicas en su beneficio. Jerarquizándose como la fracción de clase dominante en la economía argentina. En caso contrario, la fracción de clase o clase perdedora verá sus precios relativos (o salarios en el caso de los trabajadores) caer por debajo del promedio, sea por su imposibilidad de aumentar los mismos, o por su reducida capacidad política. 1.3 Estructura y metodología El trabajo se centra en el periodo 2001-2010. Se trabajará tanto con datos de los organismos oficiales (INDEC, MECON y el Ministerio de Trabajo), como así también, de los trabajos publicados por el Área de Economía y Tecnología de FLACSO. Varias secciones del trabajo procesarán datos proporcionados por la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE) que elabora el INDEC. Esta comprende datos referidos a las 500 empresas más grandes del país de los sectores no financieros, excluido el sector agropecuario. 1 Para una definición del concepto “régimen de acumulación” y su comprensión con respecto a la economía argentina véase E. Basualdo (2007).


4 La primera parte del trabajo abordará la concentración económica y las políticas económicas que han influido en este proceso (punto 2.1). Seguirá por el efecto en la concentración económica de la mega-devaluación del 2002, y las disputas de las fracciones del capital, en torno a las políticas macro-económicas a seguir de ahí en más por el Estado (punto 2.2). Posteriormente se estudiará la evolución de los precios relativos de los grandes sectores económicos: agricultura y ganadería, minas y canteras, industria manufacturera, servicios, y energía, gas y agua. Además se tratará de comprender las políticas económicas que llevó a cabo el Estado para concretar dichos precios relativos (punto 3.1). Inmediatamente se estudiará la heterogeneidad de la industria manufacturera en lo que respecta a la evolución de precios de las distintas ramas de la misma, y sus particularidades (punto 3.2). Por último, se estudiará la evolución de las rentabilidades de los distintos sectores y ramas industriales, y su relación con los aumentos de precios (punto 3.3). En la segunda parte del trabajo, se abordará la puja distributiva entre el trabajo y el capital, la evolución de los salarios reales, la evolución de la distribución funcional del ingreso, y las políticas económicas llevadas a cabo por el Estado que afectaron el devenir de la clase trabajadora (punto 4). 1.4 Marco Teórico En la primera parte del trabajo (del punto 2 al 3 inclusive) encontraremos una explicación de la inflación como reflejo del proceso de concentración, llamada también inflación oligopólica. Esta visión entiende que los oligopolios o grupos concentrados del capital, a través de su capacidad de formadores de precios, tienen la particularidad de aumentar los precios vía incrementos de los mark-up (o rentabilidades) de los bienes que producen y/o comercializan. La inflación oligopólica es argüida en nuestro país por los autores P. Manzanelli y M. Schorr (2013). Debe quedar claro que lejos se está en afirmar que la inflación en Argentina sea producto en su totalidad de la concentración económica. Esta visión sostiene que el capitalismo ha devenido en unidades de empresas monopólicas tras lustros de competencia entre capitales a través de innovaciones productivas y organizativas dentro de la empresa capitalista. Autores como M. Dobb (1964) y E. Basualdo (2007) entienden que una vez consolidado el capitalismo monopólico la retroalimentación de la concentración del capital es producto de las propias prácticas de estas grandes empresas. En primer lugar las grandes unidades de capital buscan dominar su mercado a través de la diferenciación de la producción, creando una marca comercial a través de la propaganda y el arte de vender. En segundo lugar, otra estratagema consiste en dividir el mercado en territorios protegidos por cada uno de los vendedores principales, ya a través de un acuerdo comercial, o por amenazas a cualquier intruso que pretenda entrar en su territorio. En tercer lugar el monopolio se consolida con la adquisición de la mayoría accionaria de otras unidades de producción, o mediante la fusión de unidades empresarias. Por eso se afirma que las unidades económicas capitalistas fundamentales dejan de ser las empresas propiamente dichas, y pasan a ser los grupos económicos, que controlan a más de una de estas. En línea con lo anterior, la formación de unidades o grupos económicos diversificados a través de la compañía tipo holding, les permite a las empresas monopólicas obtener economías de diversificación y economías pecuniarias. En cuarto lugar, los grandes oligopolios están en condiciones de realizar acuerdos o cárteles que en su forma plena es un sindicato de ventas que permite el control de las cuotas de mercados, la comercialización y la fijación del precio de venta. Por último las grandes empresas pueden utilizar la influencia política para asegurar una distribución preferente de contratos o la protección fiscal contra incursiones de productos foráneos en el mercado interno. Incluso su poder político puede ir más allá y alterar el devenir de las variables macro-fundamentales en su provecho.


5 Otra causa del fenómeno inflacionario argentino que se abordará en la segunda parte del trabajo (más precisamente a partir del punto 4) es la puja distributiva. Entendiendo a esta última como la puja político-económica entre el trabajo y el capital para apropiarse de una mayor parte del excedente económico y social. La puja distributiva no necesariamente existe solamente entre clases sociales antagónicas. También puede ser un reflejo del conflicto entre actores económicos particulares como deudores y acreedores. Aún así, es habitual que a aumentos de precios (salarios) sean seguidos por aumentos de salarios (precios) y se inicie de esta forma una dinámica inflacionaria. Este proceso puede acentuarse o atenuarse debido a ciertas condiciones, como pueden ser una devaluación o apreciación cambiaria, modificaciones en los precios relativos, aumentos o disminución del desempleo, etc. Esta visión es argüida en Argentina por los autores E. Crespo y A. Fiorito (2013). Siguiendo esta línea J. Santarcángelo (2008) sostiene que la puja distributiva en la Argentina de la posconvertibilidad se intensifica porque la productividad tuvo incrementos muy leves con respecto al salario real. Por eso este autor sostiene que la puja distributiva “Es un conflicto que está en el corazón mismo del sistema, y en donde a medida que la clase trabajadora comienza a obtener mayores niveles de excedente, el capital comienza a utilizar todos los medios a su alcance para mantener sus niveles de rentabilidad. Uno de estos medios, cuya efectividad dependerá de diversos factores propios del sistema (nivel de organización de los trabajadores, disparidad de fuerzas entre el capital y el trabajo, estructura de los mercados, etc.), es intentar trasladar las mejoras obtenidas por los trabajadores a los precios de los productos, lo que provocará suba de precios. En este sentido, la inflación puede entenderse como un dispositivo destinado a aumentar las ganancias a costas de otros ingresos y a impulsar la acumulación del capital” (J. Santarcángelo, 2008). 2. Concentración económica en la Argentina 2.1 Políticas económicas diferenciales La concentración en la economía argentina no es una característica propia de los últimos años sino el resultado de décadas de acumulación diferencial. En la historia reciente se puede rastrear que la misma llegó de la mano de la extranjerización, y de la industria pesada. Particularmente este proceso se agudizó con las políticas económicas llevadas a cabo en los periodos del presidente Arturo Frondizi, y del ministro en dictadura, Krieger Vasena. En segundo lugar la concentración aceleró su marcha con la valorización financiera en la última dictadura militar y en la década de la convertibilidad, producto del endeudamiento externo público-privado y la fuga de capitales de los sectores económicos concentrados. En tercer lugar deben mencionarse las transferencias del sector público al sector privado concentrado. En la última dictadura militar este proceso es consecuencia de la estatización de la deuda externa privada y de las políticas de promoción industrial y regional. Particularmente en la convertibilidad este proceso es el reflejo de las privatizaciones, y su vínculo con los grupos económicos nacionales2. La profundización de la concentración económica vino también de la mano de la centralización del capital. Debe distinguirse que estos conceptos no significan iguales procesos. La concentración económica entiende al crecimiento de la gravitación del capital individual con respecto a la economía. Mientras que la centralización comprende la concentración de capitales ya formados, sea por la adquisición o la fusión de empresas. De esta forma se puede dar un proceso de centralización (control de muchos capitales por un capital individual), pero no de concentración (crecimiento del capital individual). Por lo tanto muchas políticas económicas, como pueden ser las privatizaciones de los servicios públicos, fomentaron la centralización del capital. Mientras otras como la apertura indiscriminada en los años noventa, fomentaron la concentración económica a consecuencia del cierre de industrias de menor tamaño. 2 Para un exhaustivo estudio de estas políticas debe mencionarse el trabajo de E. Basualdo (2010).


6 Las políticas económicas que contribuyeron a la concentración por su diferencial privilegio a los grandes capitales, siguieron formando parte del elenco estable en la posconvertibilidad. Entre ellas, en primer lugar, puede mencionarse la caída de los salarios reales en el bienio 2002-2003, producto de la política cambiaria de flotación sucia del BCRA. En segundo lugar, la escasa preocupación gubernamental por prácticas desleales o anticompetitivas, incluso ante casos probados judicialmente de cartelización, como ocurrió con la distribución geográfica de la producción de cemento 3. En tercer lugar, la sanción en 2004 de la Ley 25.924 de Promoción de Inversiones en bienes de Capital y Obras de infraestructura, vigente hasta 2007 y prorrogada en 2008 a través de la Ley 26.360. En particular esta ley ofrecía beneficios tributarios como amortizaciones aceleradas en el pago de ganancia y/o devolución anticipada del IVA correspondientes a los bienes de capital invertidos, y tuvo como principal privilegiada a la inversión de grandes empresas exportadoras como Aluar, Acindar, Cargill, Siderar, YPF, etc. En cuarto lugar, debe mencionarse el mantenimiento del régimen preferencial para la industria del automotor, y la prórroga de los plazos de vigencia de los espacios promocionados de Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y Tierra del Fuego. Y por último, los subsidios a la tasa de interés implementados en 2010 del Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario, que tienen como fin abaratar los préstamos destinados a inversiones. Además, deben mencionarse otros procesos, como la acelerada centralización de capitales producto de la crisis y el abandono de la convertibilidad 4, la fijación de precios oligopólica que será tratada más abajo, y la integración de compañías de la elite a unidades económicas complejas tipo holding, que disponen de un mayor número de opciones tras su diversificación5. Estos procesos de concentración en la economía argentina se han plasmado en un estudio realizado por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia en 2006 6 que revela, por ejemplo, que entre los productores de bienes intermedios existe: una empresa (Siderar) que concentra el 84% de las ventas al mercado interno de chapa laminada en caliente y el 99% de las ventas de chapa laminada en frío; cuatro empresas (Acindar, Bonelli, Sipar y AcerBrag) que concentran el 72% de las ventas en hierro redondo; tres empresas (Loma Negra, Minetti y Avellaneda) que concentran el 96% de las ventas de cemento; cuatro empresas (YPF, Shell, ESSO y Petrobras) que concentran el 100% de las ventas de petróleo; una empresa (Bayer) que concentra el 88% de los agroquímicos. Con respecto a los bienes de consumo finales existen: dos empresas (Fargo y Bimbo) que concentran el 89% de las ventas de pan blanco y negro; tres empresas (Danone, Arcor y Kraft) que concentran el 73% y el 77% del mercado de las galletitas dulces y saladas, respectivamente; dos empresas (Danone y SanCor) que concentran el 66% y el 77% de la leche común y leche chocolatada, respectivamente; dos empresas (Coca-Cola y Pepsi) que concentran el 84% del mercado de gaseosas; y por último, tres empresas (Coto, Jumbo y Disco) que concentran el 81% de las ventas en supermercados. 2.2 La Mega-Devaluación del 2002

3 Véase para el caso del cemento, Alejandro Gaggero (2007). 4 Según informan los dictámenes de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, sólo en el año 2000, hubo aproximadamente 122 autorizaciones de concentración económica. Es decir toma de control de una empresa o grupo económico sobre otro/a, a través de la adquisición de la mayoría accionaria, o la fusión entre ambas. En el año 2001 existieron 60 autorizaciones de concentración económica, en el año 2002 11 autorizaciones, en el 2003 16 autorizaciones, y en el 2004, 19. 5 Las políticas que han fomentado la concentración económica en la posconvertibilidad son tratadas en D. Azpiazu, P. Manzanelli, M. Schorr (2011); y en D. Azpiazu y Martín Schorr (2010). 6 Andrés Asiaín (2012).


7 Con la sanción de la Ley 25.561 de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario, el 6 de enero del 2002, se concreta la salida de la convertibilidad. En adelante, el Art. 2 establece que el Poder Ejecutivo queda facultado para determinar la relación de cambio entre el peso y las divisas. Como consecuencia, en el año 2002 el tipo de cambio se eleva en promedio un 249%. La mega-devaluación debe ser entendida como consecuencia de una disputa económico-política, que surge del seno mismo de los capitales concentrados, en los años finales a la convertibilidad. Por un lado como propuesta deflacionista se encontraba la dolarización, promovida por la fracción de capital transnacional. La cual se había hecho con los servicios públicos, luego de que capitales nacionales los vendiera en la segunda mitad de la década de los noventa. La dolarización constituía una propuesta de continuidad con la convertibilidad, ya que su conveniencia para esta fracción consistía en la obtención de rentas en dólares en el mercado interno, para su posterior remisión al extranjero. Por otro lado las organizaciones empresarias del Grupo Productivo (UIA, Cámara de Construcción y CRA), que habían roto con el Grupo de los Ocho (conformado a fines de 1989 por UIA, SRA, ADEBA, ABRA, Bolsa de Comercio, etc), junto con la CGT “moyanista” y sectores religiosos, rechazaban la propuesta de la dolarización. De Mendiguren 7, primero como titular de la UIA y luego en el gobierno de Duhalde como Ministro de Producción, propiciaba discursivamente la devaluación en los años finales de la convertibilidad. Según sus palabras, la devaluación era vista como un retorno a un “proyecto nacional”, una apuesta a la “producción y el trabajo”, un apoyo a la “burguesía nacional”, “a un Estado más presente”, “a la protección del mercado interno”, y a “la reindustrialización del país”. Estos sectores empresarios pertenecientes al Grupo Productivo tuvieron intensas reuniones con los presidentes, Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, para que la convertibilidad llegase a su ocaso. Se trataban de los mismos sectores que a principios de los años noventa apoyaban la convertibilidad participando del Grupo de los Ocho. Sólo diez años más tarde, cuestionan de raíz la paridad cambiaria que rigió en otrora. La particularidad que sucedió en el interregno de la década de los noventa, encontró a esta fracción de clase volcada hacia sectores vinculados a la exportación de recursos naturales (es decir sus flujos se constituían en dólares), y que además, poseían fruto de la venta de empresas al capital transnacional, activos financieros en el resto del mundo (es decir sus stocks se constituían en dólares también). De este modo la concreción de la devaluación beneficiaba a esta fracción del capital facilitando, entre otras cosas, la colocación de producción en el exterior y la valorización de sus activos. Concretamente las ventas de la cúpula de las 200 mayores empresas con destino al mercado interno pasaron de $82.166 millones a $123.665 millones, aumentando un 50,5% entre 2001 y 2002. En mayor magnitud, las ventas al mercado externo aumentaron un 254,89%, pasando de $17.042 millones a $60.482 millones para el mismo periodo8. El mantenimiento del “dólar alto” permitió una transferencia de ingresos hacia aquellos sectores exportadores, ya que por un lado abarató el trabajo frente al capital. Y en segundo lugar, los precios de la producción de bienes crecieron por encima de los de servicios. Como se puede ver en el gráfico Nº1 este proceso significó un salto en la concentración económica a partir del 2002, y un mantenimiento de dichos niveles de concentración a lo largo de la década de posconvertibilidad. Desde ya los niveles de concentración venían creciendo desde la década de los noventa como consecuencia de las políticas mencionadas en el punto anterior. Por lo tanto a lo largo de toda la serie se observa el aumento secular de la concentración, 7 Ya por 1998 De Mendiguren empezaba a cuestionar la convertibilidad diciendo: “Si la competitividad de las empresas se ataca desde afuera con estas devaluaciones [se refiere a las acaecidas en otros países]... llegará un momento en que habrá que discutir la convertibilidad” (Clarín, 19/8/98) 8 Cifras obtenidas de D. Azpiauzu, E. Basualdo (2009).


8 acentuándose en las salidas de las crisis económicas como son los casos de los años 2002, y 2010. El promedio de concentración para el periodo 1993-2001 fue: de 24,48% para las empresas encuestadas en la ENGE, calculadas como la participación de su VAB con respecto a los mismos sectores productivos de la economía argentina; de 33,1% para las 100 mayores industrias y de 20,26% para las 200 mayores empresas de FLACSO 9. Calculados estos últimos dos rateos como porcentaje de las ventas de la cúpula en el VBP industrial, y el VBP de los mismos sectores, respectivamente; estos rateos aumentaron en el periodo 2002-2010, a 36,57% para las empresas de la ENGE, a 41,71% para las 100 mayores industrias, y a 28,6% para las 200 mayores empresas de FLACSO.

La transferencia de Ingreso se concretó hacia las empresas concentradas en general, por la posibilidad de aumentar sus precios por encima del promedio. Como se puede ver en el gráfico Nº2 la cúpula de las 200 mayores empresas aumentó sus ventas en términos corrientes un 165,5% en el periodo 2001-2005, no obstante sus ventas en términos constantes aumentaron sólo un 0,4%; mientras que la economía argentina medida en términos del PBI, aumentó su producción en términos corrientes un 98% en el mismo periodo, y en términos constantes un 15,4%. En sintonía al cálculo de D. Azpiauzu, E. Basualdo (2009), el VAB de la ENGE en términos corrientes aumentó un 190,55% en el periodo 2001-2005, mientras que en términos constantes lo hizo un 19,48%. 3. La economía política de los precios relativos 3.1 Sectores inflacionarios La mega-devaluación del 2002 provocó cambios en la relación de precios entre los distintos sectores de la economía. La reactivación económica fue fruto de este fenómeno, reflejado por un mayor incremento de precios en los sectores vinculados a la producción de bienes, en detrimento de aquellos productores de servicios (incluyendo entre ellos los servicios públicos). Como se puede ver en el gráfico Nº3 los precios relativos del sector minas y canteras (cabe aclarar que entre sus componentes se encuentra la producción de hidrocarburos) medidos como la relación del índice de precio implícito de este sector sobre el índice de precios implícito del PBI, creció un 113,25% en el periodo 2001-2010. Por otro lado la agricultura y la ganadería tuvo un incremento de los precios relativos del 143%, medidos de la misma manera pero utilizando el índice de precios implícitos de este último. En consecuencia aquellos sectores exportadores vinculados a la extracción de recursos naturales se constituyeron como los grandes ganadores de la posconvertibilidad. Así mismo, la venta al mercado externo de recursos naturales no sólo estuvo favorecida por el tipo de cambio real alto, sino también por un contexto internacional favorable.

9 En D. Azpiazu, P. Manzanelli, M. Schorr (2011).


9 Por otro lado los precios relativos de los servicios cayeron 14,01% en el periodo bajo estudio, mientras que los servicios públicos se perfilaron como los grandes perdedores de la posconvertibilidad, cayendo un 48,19%. Por su parte la industria manufacturera, hija predilecta en los discursos oficiales, sólo aumentó sus precios relativos en un 12,53%. Aunque dentro de este último, como se podrá ver más adelante, existe una gran heterogeneidad en su evolución.

La mega-devaluación no fue la única política económica que trastocó los precios relativos de los distintos sectores. El Estado intervino en cada sector en forma particular, de modo de alterar la intensidad de la evolución de los precios. Por lo tanto, para que la devaluación y los precios internacionales no se trasladen inmediatamente a los precios internos, la apuesta del gobierno nacional fue que los sectores ganadores debían resignar parte de su renta extraordinaria. A mediados de enero del 2002 se implementaron nuevamente las retenciones a las exportaciones, instrumento en desuso en la década de los noventa. Se introdujeron un 20% de retenciones a la producción de petróleo crudo, 10% a los productos primarios y 5% a las manufacturas agroindustriales. De ahí en más las retenciones fueron creciendo progresivamente. Para noviembre del 2007 las retenciones a la soja aumentaron del 27% al 35%, y a los pocos meses, el 11 de marzo del 2008 el gobierno pretendió instrumentar las retenciones móviles. El gravamen se elevaba del 35% al 44%, con techos del 95% si los precios de la soja se elevaban por encima de los U$S 600 la tonelada. Sin embargo, no todos estaban dispuestos a resignar parte de su renta. En el año 2002 el sector petrolero reaccionó anunciando subas al precios para el mercado interno, y en línea con esta medida “Los sectores agropecuario y petrolero ejercieron un fuerte lobby con apoyo del ministro de la Producción, José Ignacio de Mendiguren. Cuando las retenciones fueron aplicadas, ambos sectores reaccionaron con una lógica extorsiva” (Mario Rapoport, 2009). La indignación de los sectores más privilegiados culminaría en el 2008 con el “conflicto del campo”. A través del lockout ruralista, cortes de rutas, desabastecimientos, protestas masivas, y la paralización de la comercialización, impidieron la sanción de la resolución 125, y la aplicación de las retenciones móviles. En el otro extremo del escenario, el capital transnacional en las filas de los servicios públicos, resultó el gran perdedor en la disputa entre la “devaluación vs. dolarización”. La Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario (Nº 25.561) dio por terminado los privilegios que habían obtenido en la década de los noventa. Por un lado se congelaron y pesificaron las tarifas. Estas dejaban de indexarse con respecto a la inflación de EE. UU 10, 10 Mientras Argentina en la segunda mitad de la década de los noventa emprendía un proceso deflacionario, EE.UU. acumuló aumentos de precios. Según cálculos de E. Basualdo (2010), la Argentina tuvo una disminución del 3% de sus precios minoristas entre 1995 y 2001. Mientras los precios en EE.UU. registraron un aumento acumulado de 18% para sus precios minoristas y el 7% para los


10 según lo establece el Artículo 8º de la mencionada ley. Por otro lado, se habilitó al Poder Ejecutivo Nacional, según lo establece el Artículo 9º, a renegociar los términos de los contratos de las privatizaciones. Este escenario macroeconómico y político, contemplaba en el actual régimen de acumulación, un papel totalmente relegado para los servicios públicos. El capital transnacional recurrió al único espacio de contienda donde era fuerte su poder de lobby, entre sus cartas se encontraba la diplomacia entre los Estados nacionales y los dictámenes de los organismos internacionales. Inmediatamente posterior a la mega-devaluación, los presidentes de los países donde el capital transnacional asentaba sus casas matrices, junto al FMI y al CIADI, presionaron para que exista un reajuste tarifario. Aún así, la política llevada a cabo por los gobiernos nacionales y provinciales, consistió en dilatar las actualizaciones tarifarias, y revisar los contratos de concesión. Fue por esto que el capital transnacional emprendió una retirada de la prestación de los servicios públicos. A raíz de ello, en algunos casos como es el de la prestación del servicio de aguas, el Estado tuvo que hacerse cargo de la prestación del mismo. Aunque debe aclarase que la vuelta del Estado en la prestación de estos servicios no tiene como origen una nueva concepción del papel del mismo con la ciudadanía. Sino que fue producto a la escasa respuesta y predisposición a renegociar por parte de las concesionarias. Otro factor clave que responde a las estatizaciones fueron los incumplimientos de los prestatarios sobre los contratos de concesión. De esta forma con respecto a la prestación del servicio aguas y saneamiento, el 80,7% de “los cambios de manos” responden a la reestatización del servicio. Esto representa una cobertura por parte del Estado del 71,7% de la población nacional. Son ejemplos de estatizaciones el retiro del grupo Suez en 2006 de Aguas Argentinas y de Aguas Provinciales de Santa Fe, entre otras, y la estatización del Correo. Además debe destacarse la participación del capital nacional en los “cambios de manos”. Por ejemplo, el grupo local Roggio obtuvo la mayoría accionaria de Aguas Cordobesas ante la salida del grupo francés Suez. Con respecto a la industria manufacturera la presencia del Estado no fue intensa. El único estímulo que recibió como motor impulsor consistió en el tipo de cambio alto gestado desde 2002. Como consecuencia, el costo laboral (calculado como salarios deflactados por el índice de precio mayorista) se redujo en el trienio 2001-2003 un 28,5%, y sólo aumentó en todo el periodo 2001-2010 en un 1,5%. El costo laboral unitario corregido por el tipo de cambio real multilateral decreció en el bienio 2001-2002 en un 69,6%, manteniéndose en 2010 un 48,8% por debajo de los guarismos del 2001 11. Por eso “En efecto, una de las características sobresalientes de la posconvertibilidad es que la principal `política´ hacia el sector manufacturero ha sido el sostenimiento de una moneda nacional devaluada, por lo que puede afirmarse que desde 2002 no ha existido en el país una estrategia de desarrollo productivo en general ni industrial en particular […] Así, la lógica del `piloto automático´ tan cara al neoliberalismo parecería seguir vigente, […]” (D. Azpiazu y M. Schorr, 2010). Aún así, entre las políticas implementadas en la posconvertibilidad pueden mencionarse ciertas limitaciones a la entrada de productos foráneos a partir del 2004. Primero a través de acuerdos multilaterales, especialmente con Brasil, y luego a través de licencias no automáticas y medidas anti-dumping. Otras políticas deliberadas han sido las retenciones diferenciales a la exportación que beneficiaron aquellas producciones con mayor valor agregado local; la Ley de Promoción del Software (25.922); el decreto 774/05 por el cual se creó el régimen de incentivo mayoristas en igual periodo. Sólo por estos diferenciales de inflación, para el caso de las telecomunicaciones, electricidad y gas, les permitió a estos sectores amasar una fortuna de 10 mil millones de dólares entre 1991 y 2001. 11 Datos de CIFRA. También publicados en el Diario Página 12, 7 de junio de 2011, por Nicolás Arceo, Mariana González y Eduardo Basualdo.


11 a la competitividad de autopartes locales; la promoción del desarrollo y la producción de biotecnología (Ley 26.770); y la antes mencionada Ley de Promoción de Inversiones en Bienes de Capital y Obras de Infraestructuras. Por otro lado, entre las políticas heredadas debe contemplarse el Régimen de promoción al complejo automotriz, y los regímenes provinciales12. A pesar que la participación de la industria en el PBI aumentó de 15,4% en 2001, a 16,8% en 2004, este hecho no significó un cambio en la estructura productiva de la industria manufacturera. Ya que cinco ramas concentran dos tercios de la producción. Para el año 2007 alimentos y bebidas concentra el 33,2% de la producción industrial, sustancias y productos químicos el 12,9%, metales comunes el 7,8%, vehículos automotores, remolques y semirremolques el 6,9% y fabricación de coque y refinación de petróleo el 6,1% 13. La industria de recursos naturales (esencialmente agropecuarios, aunque también hidrocarburos), los productos químicos, la siderurgia, la producción de aluminio primario y la armaduría automotriz se consolidan como los rubros centrales del sector industrial. 3.2 La heterogeneidad en la Industria Manufacturera La industria manufacturera presenta altos grados de heterogeneidad, los distintos sectores de producción poseen sus propias especificidades, sus propios grados de concentración y poder de mercado. Esto mismo se refleja a la hora de estudiar la evolución de los precios de cada una de las ramas industriales. Para comprender esta disímil evolución se utilizan los índices de precios mayoristas del INDEC14. En primer lugar con un grado de apertura de la actividad económica de dos dígitos se utiliza el Índice de Precios del Productor (IPP). Y para una apertura de cuatro y cinco dígitos, en base al trabajo de P. Manzanelli y M. Schorr (2013), se utiliza el Índice de Precio Interno Básico al por mayor (IPIB). Empezando a trabajar con un grado de apertura por actividad económica de dos dígitos, se podrá encontrar que en el periodo 2001-2010 las ramas que más aumentaron sus precios son: fabricación de máquinas y aparatos eléctricos (495%), productos metálicos básicos (485,98%), productos refinados del petróleo (410,77%). Entre otras ramas también se encuentra papel y productos del papel (357,65%), máquinas y equipo (313,26%), y sustancias y productos químicos (300,39%), mientras la variación promedio de la industria manufacturera fue menor (299,25%). Estas ramas presentan un denominador común, en su producción obtienen grandes economías de escalas, son capital intensivo, y poseen por ende, altas barreras al ingreso. En consecuencia devienen en estructuras concentradas, y por lo tanto, muchas de las cuales pertenecen a la cúpula empresaria. Aún así existen discrepancias con las variaciones respecto al sub-periodo que se tome. Entendiendo a los periodos 2001-2003 y 2007-2010 como de alta inflación, se podrá encontrar con que para el primer sub-período, como se puede ver en el cuadro Nº1, las ramas que más aumentaron sus precios son: refinados del petróleo (173,17%), productos metálicos básicos (146,42%), productos textiles (129,95%), papel y productos del papel (121,64%), máquinas y aparatos eléctricos (118,20%), productos metálicos excepto máquinas y equipos (110,77%) y sustancias y productos químicos (108,47%), entre otras. Con datos de D. Azpiazu y E. Basualdo (2009) la cúpula hidrocarburífera aumentó los precios en 2002 un 296,2%; la cúpula alimenticia lo hizo en un 83,3%, la cúpula química un 105,4%, la cúpula siderúrgica un 146,2%, la automotriz un 96%, y la cúpula de refinería un 113,2%. Sin embargo para el periodo 2007-2010 12 A disposición del Decreto 1234/07 se extendió el régimen de Tierra del Fuego hasta 2023, el cual vencía en el año 2013. 13 Datos suministrados por D. Azpiazu y M. Schorr (2010). 14 Hay que tener en cuenta que las variaciones están subestimadas a partir de la intervención del instituto de estadística en 2007. Aún así, esto no nos puede detener a la hora de conocer los precios relativos.


12 existe un cambio considerable. Si bien en el primer sub-periodo las ramas que más aumentaron sus precios son aquellas ramas concentradas que destinan su producción al mercado externo (refinados del petróleo, metales básicos, sustancias químicas, entre otras), en el segundo subperiodo considerado, ganan terreno aquellas ramas concentradas con fuerte inserción en el mercado local. De esta forma las ramas consideras que más aumentaron sus precios fueron: papel y productos de papel (60,11%), tabaco (49,27%), madera y productos de madera excepto muebles (48,45%), muebles y otros productos industriales (45,74%), prendas de materiales textiles (40,84%). Cuadro Nº1 las primeras diez ramas que más aumentaron los precios en los periodos 2001-2003 y 2007-2010 Primeras 10 ramas 2001-2003 Primeras 10 ramas 2007-2010 Refinados del petróleo 173,17% Papel y productos de papel 60,11% Productos metálicos básicos 146,42% Productos refinados del petróleo 56,89% Productos textiles 129,95% Tabaco 49,27% Papel y productos de papel 121,64% Madera y productos de madera excepto 48,45% muebles Máquinas y aparatos eléctricos 118,20% Maquinas y equipos 46,25% Productos metálicos excepto 110,77% Muebles y otros productos industriales 45,74% máquinas y equipos Sustancias y productos 108,47% Equipos para medicina e instrumentos 42,26% químicos de medición Equipos y aparatos de radio y 97,46% Productos metálicos excepto máquinas 41,69% televisión y equipos Productos de caucho y plástico 96,21% Sustancias y productos químicos 41,10% Vehículos automotores 92,11% Prendas de materiales textiles 40,84%

Fuente: Elaboración propia en base al INDEC

En el polo opuesto para el periodo 2001-2010, entre las ramas que menos aumentaron sus precios, se encuentran aquellas que poseen mercados más atomizados (como son las ramas de maquinaria de oficina, textil, calzado y marroquinería, etc.), o que en su estructura productiva conviven mercados atomizados y otros más concentrados, y como consecuencia la variación se encuentra por debajo del promedio. Entre estas ramas podemos encontrar: cuero, artículos de marroquinería y calzado (138,41%), impresiones y reproducción de grabaciones (146,68%), prendas de materiales textiles (180,68%), y alimentos y bebidas (263,43%). Justamente en esta última rama (alimentos y bebidas) se presenta la anterior particularidad mencionada. Ya que conviven tanto segmentos de producción más atomizadas, como otros con un grado más elevado de concentración. Por eso mismo desagregando la rama alimentos y bebidas a tres y cuatro dígitos se puede encontrar esta heterogénea evolución en sus precios. Para el periodo 2001-2010 las sub-ramas que más aumentaron sus precios son: azúcar15 (391,02%), aceites y grasas 15 Para el caso del azúcar, por ejemplo, cabe destacar que la empresa Ledesma concentra el 75% de la producción.


13 vegetales (390,85%), productos de chocolates y golosinas (333,06%, cervezas (329,95%), productos de carnes y otros alimentos (307,43%), conservas de pescados (299,46%), mientras que la evolución en promedio de la rama alimentos y bebidas fue menor para el mismo periodo. No sólo deja en evidencia que las ramas concentradas aumentan sus precios más que el promedio de la rama bajo consideración, sino incluso estas sub-ramas aumentaron sus precios en mayor proporción que el promedio de la industria manufacturera. En el otro extremo, aquellas sub-ramas con la particular característica de ser mercados más atomizados, fueron las que menos aumentaron sus precios en el periodo 2001-2010. Entre ellas se encuentran: vinos y sidras (176,60%), productos de panadería (188,14%), otros productos alimenticios (206,89%), productos derivados del almidón (219,78%), alcohol etílico (225,22%), entre otras ramas. Por su parte para los sub-periodos 2001-2003 y 2007-2010 se puede observar en el cuadro Nº2 ciertas particularidades. Mientras que para el primero, las subramas que más aumentaron sus precios son aquellas que están vinculadas a la exportación como aceites y grasas vegetales (188,04%), chocolates y golosinas (163,75%), para el segundo sub-periodo ganan carrera aquellas que vuelcan sus productos al mercado interno, como azúcar (84,27%), alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas (58,48%), productos lácteos (57,26%), productos farináceos (56,47%). Cuadro Nº2 las primeras 6 sub-ramas de Alimentos y Bebidas que más aumentaron sus precios Primeras 6 ramas 2001-2003 Primeras 6 ramas 2007-2010 Aceites y grasas vegetales 188,04% Azúcar 84,27% Productos de chocolate y 163,75% Alcohol etílico y bebidas 58,48% golosinas alcohólicas destiladas Azúcar 134,04% Productos lácteos 57,26% Carnes, pescados, frutas, 122,05% Productos farináceos 56,47% legumbres, hortalizas y aceites Harinas 121,23% Productos derivados del 49,46% almidón Molinería, almidones y 114,15% Vinos y sidra 48,97% alimentos balanceados Fuente: Elaboración propia en base al INDEC

Con la reactivación tanto del mercado mundial como del mercado interno, estos segmentos concentrados pueden aumentar sus precios en una mayor proporción que el promedio, mejorando sus precios relativos. Esta capacidad diferencial que poseen los grupos concentrados acentúa su capacidad de generar excedentes y retroalimenta, a su vez, el proceso de concentración y centralización económica. Muchas de las empresas oligopólicas concentran sus acciones para acentuar esta estructura, levantando barreras a la entrada, de modo de evitar el acceso a otras empresas. De esta forma se ejerce a perpetuidad la posición dominante en el mercado. “Tales barreras al ingreso resultan principalmente de las economías de escala de cualquier naturaleza (de producción, distribución, ventas, técnicas, etc.), aunque también de las ventajas absolutas de costos (atribuidas al control de los métodos de producción, insumos y/o equipamientos, al usufructo de privilegios institucionales de diversa índole, etc.) y de las ventajas de diferenciación (derivadas de las marcas registradas, patentes de diseño, innovación de productos, etc.)” (M. Schorr; P. Manzanelli, 2013). Cabe resaltar que la diferenciación de los sub-periodos 2001-2003 y 2007-2010, nos muestran que tanto para el primer proceso inflacionario, las ramas que aumentaron sus precios relativos en mayor proporción fueron aquellas vinculadas al procesamiento de recursos naturales, y/o que detentan barreras a la entrada, y/o barreras institucionales. Se pueden nombrar entre ellas a ramas como aceites y grasas vegetales, industrias refinadoras, petroquímica básica y productos químicos, siderurgia, y aluminio primario. Estas poseen un vínculo tanto con el mercado externo, como con la producción de bienes intermedios. Por otro lado para el segundo proceso de intensa inflación, se caracterizan aquellas ramas que se


14 insertan en el mercado local, y más particularmente, en la producción de bienes de consumo final. Estas últimas detentan una ventaja absoluta de diferenciación de producto; de escala de producción, comercialización y distribución. Para tener mayor precisión sobre aquellas ramas que aumentaron sus precios en mayor proporción, se toma el trabajo de P. Manzanelli y M. Schorr (2013), a partir del cual se elabora un índice promedio ponderado de precios mayorista industrial, con datos del IPIB del INDEC y el Censo Nacional Económico 2004/2005, que desagrega a las ramas industriales a cuatro y cinco dígitos (CIIU-Revisión 3). De esta forma se puede tener las variaciones de precio de 129 ramas industriales para el periodo 2001-2010. A las cuales a su vez se las divide entre Ramas Altamente Concentrada (RAC), Ramas Medianamente Concentrada (RMC), y Ramas Escasamente Concentrada (REC). El criterio a partir se las puede dividir de esta forma es el siguiente: serán RAC aquellas en las que los ocho mayores locales generan más del 50% del valor de la producción; RMC, aquellas en las que los ocho mayores locales explican entre el 25% y el 50% del valor de la producción; REC, aquellas en las que los ocho mayores locales explican menos del 25% del valor de la producción de la rama. Desde ya esta forma de ordenar las ramas subestima la concentración y centralización económica, ya que este es un criterio que se basa en la concentración técnica (definida como aquella que tiene bajo estudio la distribución de la producción en base a la cantidad de locales). Por lo tanto, un grupo empresario puede tener bajo su dominio a más de un local para la producción de un mismo bien pero con distintas marcas16. Aún así para dimensionar la concentración de la industria manufacturera, de las 129 ramas, 69 pertenecen a la clasificación de RAC, 46 a de las mismas a las RMC, y 14 a las REC. Como resultado, según se puede contemplar en el gráfico Nº4, las RAC mantuvieron un precio relativo en promedio17 de 19,34 puntos porcentuales (p.p.) más alto que las RMC, y de 20,9 p.p. que las REC. Esta discrepancia en los precios relativos se acentúa con la devaluación de 2002 y se mantiene a lo largo del periodo. Demostrando no sólo la transferencia de ingresos que acontece del trabajo al capital, sino también la transferencia inter-capital. Mientras las RAC en el periodo 2002-2003 aumentaron los precios relativos con una discrepancia de 24,1 p.p. con respecto a las RMC y de 29,5 p.p. con respecto a las REC, esta brecha se cierra en parte, en el siguiente periodo de baja inflación (2004-2006), para luego volverse a abrir con el rebrote inflacionario. Mientras en 2006 la brecha de precios relativos era de 15,4 p.p. con respecto a las REC, para 2010 aumenta a 18,9 p.p. Esto demuestra que el proceso inflacionario en la posconvertibilidad acentúa las diferenciales capacidades de generar excedentes a partir del aumento de precio. Para dimensionar las discrepancias en todo el periodo bajo estudio, en base a los datos presentados en el anexo del trabajo mencionado, se procede a calcular las variaciones de precios estratificadas en RAC, RMC, REC. Elaborando a partir de las 129 ramas estratificadas según su concentración, con información de la variación de precios de cada una de ellas, ponderado con la participación del VBP de su propia rama. Es decir luego de clasificarlas en RAC, RMC y REC, al ponderador en base a la participación del VBP industrial, se lo reajustó para obtener la participación del VBP estratificadas según el grado de concentración. Por otro lado, con un cálculo más sencillo, se procedió a calcular la variación promedio de la industria manufacturera teniendo en cuenta la variación de precio de cada una de las 129 ramas 16 Este puede ser el caso de la producción de hamburguesas. Quickfood al adquirir las hamburguesas Paty, no sólo produce una marca. 17 Calculado a través de la relación entre el IPIB de cada rama estratificada según la concentración antes mencionada y el IPIB de la industria manufacturera, teniendo en cuenta un esquema de ponderación que permite contemplar la importancia de la participación en la producción industrial de cada una de las 129 ramas.


15 ponderándolas por su participación en el VBP industrial. El resultado se muestra en el gráfico Nº5, las RAC aumentaron sus precios en el periodo 2001-2010 un 346,69%, las RMC lo hicieron un 270,74%, y las REC un 266,86%; mientras la variación promedio de la industria manufacturera es de 313,55%. La discrepancia con respecto a las RAC para todo el periodo es de 75,95 p.p. para las RMC y de 79,83 p.p. para las REC. Otra finalidad para el cálculo de la variación promedio de la industria manufacturera, es que a través de esta se puede calcular la contribución que tiene cada una de estas ramas estratificadas según el grado de concentración, en esta variación de precios. De nuevo en el gráfico Nº5, se puede ver que la contribución al aumento promedio de cada una de estas tres ramas es la siguiente: las RAC contribuyeron en un 64,71%, las RMC en un 22,34%, y las REC en un 12,93%. De esta forma las RAC no sólo aumentan más los precios que las otras de ramas menos concentradas, sino que tienen la capacidad de generar inflación. Esta particularidad proviene de dos variables, por un lado porque sus precios aumentan en mayor proporción, y por otro lado, porque las RAC tienen un peso en el VBP industrial del 58,53%, mientras que el peso de las RMC y las REC es del 25,88% y 15,2%, respectivamente.

Por último, nuevamente desagregando el periodo bajo estudio en 2001-2003 y 20072010 para las 129 ramas, en el primer sub-periodo inflacionario se encuentra que las ramas que más aumentaron sus precios son: aceites y grasas vegetales (188%), hierros y aceros en forma básicas (178,3%), refinación de petróleo (167,4%). También fueron considerables los aumentos de construcción y reparación de buques (181,4%), fabricación de locomotoras y material rodantes para ferrocarriles y tranvías, fabricación de aeronaves y naves especiales, y construcción y reparación de embarcaciones de recreo y deporte (las tres con un aumento de 181,3%). Pero la participación de estas últimas en el VBP industrial no es significativa. Otras ramas con fuerte aumento de sus precios y con peso relativo en la producción industrial son: fibras textiles (164,2%), la química básica (164,2%), la de chocolate y golosinas (163,8%), la de neumáticos (162,0%), la productora de arroz (160,2%), de conductores eléctricos (157,4%), de sustancias plásticas y elastómeros (151,3%), de abonos y fertilizantes (144,3%) y de cemento y cal (138,2%). Todas estas ramas pertenecientes a la clasificación RAC, tienen en común estar vinculadas al mercado externo y/o a la producción de bienes intermedios. Las nuevas RAC que se encuentran en el podio de las ramas que más aumentaron sus precios en el sub-periodo 2007-2010 se destacan los productos de cerámica (90,4%), azúcar (84,3%), generadores de vapor (68,6%), alcohol etílico y bebidas alcohólicas (58,5%), fabricación de suéteres (58%), lácteos (56,6%), productos derivados del almidón (49,5%), elaboración de pastas secas (48,8%), elaboración de yerba mate (48,5%), tabaco (48,4%), edición de periódicos y revistas (45,5%), fabricación de somieres y colchones (45%), jabones y detergentes (41,5%). Estas ramas vinculadas al merado interno, tienen participación empresas como Ledesma, Atanor, Mastellone Hermanos, Massalin Particulares, Nobleza Piccardo, Procter & Gamble, Unilever, Molinos Río de la Plata, Vicentín y el grupo Clarín.


16 3.3 Rentabilidades inflacionarias Las rentabilidades de las 500 más grandes empresas que procesa el INDEC a través de la ENGE, calculadas como las utilidades sobre el valor de producción, sufrieron un cambio tendencial. Mientras que en la convertibilidad (más precisamente para el periodo 1993-2001) la rentabilidad promedio fue de 8,24%, en el periodo siguiente (2002-2010) la misma aumentó a 12,52%. El salto en la rentabilidad se puede apreciar en el gráfico Nº6. Además de que esta rentabilidad supera a la de otrora, se mantiene a lo largo de la posconvertibilidad finalizando para el año 2010 en 13,15%. Lo paradigmático es que la rentabilidad así calculada, pareciera no estar vinculada con la actividad económica, tanto para el año 2002 como el año 2009, las rentabilidades se encuentran muy cerca del promedio del periodo (12,27% y 12,49% respectivamente). Entre las causas que ameritan este cambio se puede mencionar el efecto que tuvo la mega-devaluación del 2002 en los precios relativos. Como consecuencia se mencionó anteriormente, la transferencia de ingresos que suscita la devaluación desde el trabajo al capital, y de los servicios a los sectores exportadores. Además, a la recuperación del mercado externo le siguió la del mercado interno. Por lo tanto “[…] la mayoría de tales firmas [exportadoras] son tomadoras de precios en el mercado mundial, las ventajas comparativas naturales sumadas a las de los escasos –por densidad ocupacional y nivel– salarios domésticos, les permiten internalizar niveles más que considerables de rentabilidad. Por su parte, en el mercado doméstico cuentan con las posibilidades ciertas de determinación de los precios a favor, en la casi totalidad de los casos, de su posicionamiento oligopólico” (Nicolás Arceo; Mariana González; Nuria Mendizábal, 2010). Las discrepancias en los precios relativos son reflejadas en las disímiles evoluciones de las rentabilidades de los distintos sectores concentrados en la economía argentina. No todos los sectores concentrados ganaron con la mega-devaluación del 2002. Los sectores vinculados a la prestación de servicios públicos de electricidad, gas y agua desembocaron en una situación de rentabilidad negativa luego de la instauración de la nueva política cambiaria. Nuevamente en el gráfico Nº6, este sector pasó de obtener una rentabilidad promedio de 10,78% para el periodo 1993-2001, a una tasa negativa de 0,65% para el siguiente periodo. La pesificación y el congelamiento de tarifas significaron tasas negativas de 10,45%, 10,04% y 5,51%, para los años 2003, 2004 y 2005, respectivamente. El papel que en otrora era de privilegio, incluso obteniendo una rentabilidad superior al total de la ENGE, en la posconvertibilidad su papel relegado se refleja en una pésima performance. Aunque en la convertibilidad aumentó su posición en las 500 mayores empresas, de 31 empresas en 1993 a 40 para 2001, en la posconvertibilidad no hubo cambios pese a su mediocre situación, terminando el periodo 2010 en 41 empresas que explotan los servicios de electricidad, gas y agua en la ENGE. En el otro extremo, el sector minas y canteras mejoró su situación en la posconvertibilidad, pasando de una rentabilidad promedio de 28,88% en el periodo 1993-2001 a 31,7% para 2002-2010. El lugar que ocupa en la ENGE siempre estuvo en aumento, tanto en la convertibilidad como en la posconvertibilidad. Para el año 1993 existían sólo 13 empresas vinculadas a esta actividad en la ENGE, para 2001 eran 20, dos años más tarde 38, finalizando el año 2010 con 39 empresas. Hay que recordar que la mega-devaluación del 2002 permitió que sea uno de los sectores que más aumentó sus precios en el bienio 2002-2003, esto explica el creciente número de empresas en la ENGE para el mismo periodo. Por otra parte las empresas dentro de la ENGE vinculadas a la actividad industrial, aumentaron su rentabilidad a partir de la mega –devaluación del 2002. Mientras la rentabilidad promedio en la convertibilidad (1993-2001) fue de 4,85%, en la posconvertibilidad pasó a


17 10,62%. Tanto la rentabilidad del total de la ENGE como de la industria manufacturera evolucionan en formas similares, dado que este sector explica el 60% de las empresas dentro de la ENGE. Sin embargo, su participación está en un claro descenso tendencial. Mientras en 1993 de las 500 empresas más grandes, 323 pertenecían a la industria manufacturera, en 2001 eran 304 y para 2010, 287 empresas.

Nuevamente cabe destacar la heterogeneidad de la industria manufacturera mencionada en el punto anterior. Como se puede ver en el gráfico Nº7, existe una discrepancia en la evolución de las rentabilidades de las empresas. Por un lado Aluar, Loma Negra, y Siderar aumentaron sus rentabilidades calculadas a través de los balances contables publicados por las mismas empresas, tras la mega-devaluación del 2002. Estas empresas coinciden con las ramas de actividad industrial que más aumentaron los precios en el trienio 2001-2003. Muchas de las cuales están vinculadas al mercado exterior, como Aluar, que exporta el 70% de su producción. Por otro lado Loma Negra y Siderar están vinculadas al procesamiento de recursos naturales, para la producción de bienes intermedios. Sin embargo, sus rentabilidades empiezan a caer con la erosión del “tipo de cambio alto”, para el caso de las exportadoras, o después de haber tocado un techo paradójicamente sin que la recuperación del mercado interno influya en las mismas. Como consecuencia desde mediados del 2008, en un contexto de crisis internacional y en especial de “guerra de monedas”, algunos sectores empezaron a presionar para devaluar fuertemente la moneda. Por aquel entonces el titular de la UIA, J. Lascurain insistía en la necesidad de volver a “tener un tipo de cambio real competitivo” 18. Concretamente luego de apreciarse la moneda en los meses de junio y julio del 2008, comenzó una escalada devaluacionista. En todo el año 2008 se devaluó la moneda un 9,01%, en 2009 un 11,23% y en 2010 un 4,48%.

18 Véase en ámbito.com, La UIA reclamó un dólar más competitivo, 10/03/09.


18 En la otra parte del gráfico Nº7, se encuentran Molinos Río de la Plata (incluyendo al segmento marcas de esta empresa a partir del 2006), Mastellone y SanCor, empresas relacionadas al mercado interno y a la producción de bienes de consumo final. Para poner por caso, el segmento marcas de Molinos y la empresa Mastellone, destinan el 85% y el 89% de la producción al mercado interno19, respectivamente. Estas empresas ven sus rentabilidades caer cuando aquellas “pro-devaluacionistas” las aumentaban. Sin embargo, a partir de la recuperación del mercado interno sus rentabilidades mejoran, pero las de otrora empeoran. Este espejo simétrico tiene que ver con que las empresas mercado internistas fueron las que más aumentaron sus precios a partir del 2007. Estos aumentos inflacionarios de rentabilidad, derivan muchas veces de una estrategia que busca la centralización del capital de modo de obtener una posición dominante en un mercado específico. Por ejemplo, la empresa Molinos perteneciente al grupo Pérez Companc adquiere en el año 2000 la empresa fideos Don Vicente; en 2001 adquiere la empresa productora de aceite Fritolim y los fideos Lucchetti; en 2004 adquiere la empresa productora de Jugos Naturales Minerva; en 2007 adquiere las empresas del grupo Estrella y con ella, los fideos Manera, el arroz Gallo, la yerba mate Cruz de Malta, el café Arlistán, y las marcas de polvos chocolatados Toddy y Zucoa. De esta forma si antes poseía en el mercado de los fideos, la marca Favorita y Matarazzo, ahora maneja los fideos Lucchetti, Don Vicente y Manera, y por ende, tiene mayor capacidad de fijar los precios; si antes poseía la marca Nobleza Gaucha, ahora también maneja Cruz de Malta y en consecuencia maneja el mercado de la yerba mate; si antes poseía el arroz Susarelli, ahora también maneja el arroz líder, Gallo. De esta forma un mismo grupo, a través de la centralización del capital logra acaparar y manejar el mercado. En consecuencia entre sus mayores posibilidades de acción, se encuentran la fijación y suba de precios. 4. La puja distributiva Como consecuencia de la mega-devaluación los salarios reales de la clase trabajadora cayeron por el aumento de precios ocurrido a lo largo del año 2002. Los precios de los artículos del costo de vida aumentaron un 41% en el primer año de posconvertibilidad. Los salarios reales tocaron un piso histórico. Los mismos se ubicaban en un 58,1% de los salarios promedio reales vigentes en la primera mitad de la década de los setenta. Aún así, dependiendo de la categoría del trabajador en particular, los salarios reales cayeron en distinta dimensión. Como se puede ver en el gráfico Nº8, para los trabajadores registrados la caída fue de 22,64% en términos reales, para los trabajadores insertos en el sector público la caída significó un 28,37%, mientras que para los trabajadores del sector privado no registrado la caída fue de 34,15%. La agonía en la caída no sólo fue distinta en términos cuantitativos, sino también en su duración. Los registrados tardaron 6 meses para el repunte posterior, los trabajadores del sector público (a pesar de que no volvieron a recuperar el salario real de otrora) tardaron 1 año hasta tocar un piso, mientras que para los no registrados la agonía duró 1 año y 7 meses. Con posterioridad a la mega-devaluación, se abre un periodo de puja distributiva en la economía argentina, consolidado a partir del año 2007. En esta etapa los aumentos de salarios son seguidos de aumentos de precios y viceversa. La dinámica inflacionaria tiene como causa circundante, la disputa entre clases sociales antagónicas con el fin de apropiarse de una mayor proporción del excedente social. La puja distributiva se intensifica cada vez más a lo largo de la

19 Hay que destacar que la empresa Molinos Río de la Plata vende tanto segmentos marcas como segmento granel. Este último se vende en casi exclusividad al mercado externo, y ocupa la mayoría de las ventas, pero el segmento marcas posee la particularidad de posicionarse dentro de las utilidades brutas como la mayoritaria. En consecuencia, el segmento marcas, es la parte de la producción que mueve el termómetro de la rentabilidad de la empresa.


19 posconvertibilidad a raíz de una mayor conflictividad entre el trabajo y el capital, provocado por distintas particularidades que se contemplarán a continuación. En primer lugar, en la etapa de posconvertibilidad ocurre un cambio relevante en la forma de negociación del precio de la mercancía fuerza de trabajo, con respecto a la década de los noventa. En otrora, desde una concepción neoliberal, el Estado fomentó la realización de convenios por empresas para determinar el salario de los trabajadores. La flexibilización laboral, y la descentralización de la negociación salarial a nivel empresa, apaciguó la puja distributiva, y como consecuencia las organizaciones sindicales estuvieron ausentes en la determinación de los niveles salariales. Esta forma de negociación alcanzó el estadio de ley en el año 2000, favoreciéndola a través de la llamada “Ley Banelco” (Ley 25.250). Tan sólo cuatro años más tarde, tras la escalada conflictividad social de los años anteriores, a través de la Ley 25.877 de “Reordenamiento Laboral” vuelve a priorizarse la negociación colectiva en forma centralizada, a escala nacional, sectorial o por rama de actividad. Los convenios colectivos de trabajo alcanzan tanto a los trabajadores registrados, estén o no, afiliados gremialmente. Por lo tanto a través de la reactivación de las paritarias los trabajadores tienen la capacidad de disputar una porción más grande del excedente social. Aún así, en el año 2005 de una muestra de 45.473 empresas, sólo el 37,2% de los trabajadores del sector privado registrado están afiliados gremialmente, y sólo el 12,4% de estas poseen por lo menos un delegado. Según una estimación de Eduardo Basualdo (2008) para el mismo año, entre el 20,3% y el 24,6% de los trabajadores, sean registrados, no registrados, del sector público o cuentapropistas, están afiliados gremialmente. Vale aclarar que tanto los trabajadores no registrados, como los cuentapropistas, no poseen ningún tipo de sindicalización, y por ende no son alcanzados por los convenios colectivos de trabajo. Estos números nos muestran las limitaciones que tienen las organizaciones sindicales a la hora de la disputa en cuestión. En línea con lo anterior, los acuerdos y convenios colectivos firmados por el Ministerio de Trabajo crecieron exponencialmente en la posconvertibilidad. Mientras en el año 2004 se realizaron sólo 348 de ellos, en el año 2010 alcanzó la cifra de los 2038. Los trabajadores comprendidos en las negociaciones colectivas ascendieron de 1.222.000 en 2004 a 4.220.161 en el año 2010. La mayor regulación del consumo de la fuerza de trabajo revela en parte este mayor poder de los sindicatos a la hora de establecer, entre otras cosas, los salarios de convenios. Aún así, las negociaciones a nivel empresa representan para el año 2010 el 71,4% de los acuerdos y convenios, mientras las negociaciones a nivel actividad son, para el mismo año, el 28,6% restante. En segundo lugar, el papel del Estado en la disputa por el excedente económico no fue pasivo. El gobierno intervino para que los sectores de la clase trabajadora más perjudicados tengan un repunte. Los “Planes jefes y jefas de hogares” sirvieron de paliativos en el periodo de mayor desempleo a raíz de la crisis económica del 2002. Las políticas económicas que ayudaron a que los salarios de los trabajadores se repongan se concentraron en gran medida en el periodo 2002-2007. Desde el Ejecutivo Nacional se firmaron varios decretos de necesidad y urgencia, implementando aumentos salariales de suma fija no remunerativos, que luego fueron incorporados a través de las negociaciones colectivas a los sueldos básicos de convenio. En julio de 2002 el aumento fue de $100, que se extendió a $130, $150 y $200 en los meses de enero, marzo y mayo del 2003. En 2004 el gobierno nacional incorporó un incremento adicional de $50, y por último para enero de 2005 el aumento fue de $100. Además, inmediatamente de la salida de la convertibilidad se establecieron las indemnizaciones dobles para los casos de despidos sin justa causa. A medida que el desempleo se redujo, las indemnizaciones dobles lo hicieron también. En el año 2004 fueron reducidas al 80%, en 2005 al 50% y eliminadas en septiembre del 2007 cuando el desempleo cayó a un dígito.


20 Otra política relevante fue la recuperación del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, espacio de mayor centralización en la negociación colectiva. Mientras en toda la convertibilidad el salario mínimo se mantuvo en los $200, a partir del 2003 el mismo fue ascendiendo año tras año. En 2003 el monto alcanzó los $250, y para fines de 2010 ascendió a los $1740. En lo que respecta a materia de política anti-inflacionaria, debe mencionarse el congelamiento tarifario, de modo que el costo de vida no se incremente por los reajustes tarifarios de los servicios de electricidad, gas y agua. En segundo lugar la aplicación de retenciones para que las subas de precios internacionales no impacten en los precios internos, y los acuerdos de precios efectuados por el Secretario de Comercio Interior. Referido a este último punto a principios de diciembre de 2005, el gobierno pactó con las principales cadenas de supermercados una reducción de 15% en los precios de una canasta de aproximadamente 250 productos de consumo masivo durante dos meses. Pero además de ser amplida la lista de productos en el acuerdo de precios, se prorrogó la misma, primero hasta fines de 2006 y luego hasta fines de 2007. Como concecuencia, la inflación bajó de 12,3% en 2005, a 9,8% en 2006. Aunque a las empresas implicadas en el acuerdo de precios no le eran de su agrado aquellas medidas que perjudiquen sus rentabilidades inflacionarias20. En tercer lugar, los trabajadores ganaron fuerza en la disputa, porque el empleo creció en toda la serie. Aunque con disímil intensidad con posterioridad al año 2007. El empleo registrado creció un 59,25% en el periodo 2003-2010, pasando de 5,4 millones a 8,6 millones de trabajadores registrados. La participación de los trabajadores registrados en la composición del empleo aumentó de 37,2% en 2003 a 49,2% en el año 2010, perdiendo espacio los no asalariados y los trabajadores no registrados. Estos últimos aunque perdieron representación pasando del 29,2% en el 2003 al 26,6% en el 2010, aumentaron en términos absolutos de 4,2 millones de trabajadores no registrados en 2003, a 4,7 millones en 2010 21. Como consecuencia mientras en el primer trimestre del 2003 la tasa de empleo era de 36,3%, el desempleo de 20% y el subempleo de 17,7%, para el cuarto trimestre del 2010 la tasa de empleo alcanzó el 42,4%, el desempleo el 7,3% y el subempleo el 8,3%22. Las negociaciones colectivas, la intervención del Estado, y la evolución del empleo, permitieron que el salario real evolucione favorablemente para la clase trabajadora. Como se puede ver en el gráfico Nº8 en el periodo 2002-2006 para el mundo de los trabajadores registrados el salario real creció con fuerza. Para enero del 2005 había recuperado los guarismos del 2001, es decir que los trabajadores del sector privado registrados tardaron 3 años para recuperar lo que se perdió en 6 meses. Para fines del 2006 el salario real era un 20,94% más alto que el de otrora. Mientras que para los no registrados, aunque también el salario real en el mismo periodo creció con fuerza, el piso en el que parte es mucho más bajo. Para fines del 2006 el salario real se ubicaba un 15,5% más bajo que el de otrora, creciendo un 27,41% en términos reales entre los años 2003 y 2006, cuando los registrados lo hicieron en un 42,18% para el mismo periodo. Por otro lado los trabajadores estatales tuvieron un pésimo desenvolvimiento. Su salario real se estancó entre un 70% y un 80% de lo que era en otrora. Mientras que para principios del año 2003 su salario real se ubicaba un 26,09% más bajo que en el 2001, para fines del 2006 era un 22,17% más bajo. Estas disímiles evoluciones en los salarios reales podrían ser fruto, entre otras cosas, de las diferentes estrategias llevadas a cabo por las centrales sindicales. Mientras que los registrados del sector privado pudieron aumentar sus salarios por encima de la inflación, y por ende llevar a cabo una estrategia ofensiva, esto no 20 Diario La Nación, la industria láctea pide alza de precios en algunos de sus productos, 14 de junio del 2007. 21 Datos del informe de coyuntura elaborado por CIFRA, julio del 2011. 22 Datos del INDEC.


21 fue posible para los gremios del ámbito público. Su estrategia defensiva consistió en no quedarse atrás con respecto a la inflación. A partir del año 2007 la puja distributiva se consolida. Los precios aumentan a razón de entre el 20% y el 26% anual, a excepción del 2009 que por ser un año recesivo la inflación no superó el 16% anual. Además se juntan dos particularidades más, las negociaciones colectivas toman independencia con respecto al Estado a partir del 2006, y el empleo empezó a evolucionar con menos intensidad a partir del año 2007. A partir del año 2006 el Estado empezó a fijar pautas testigos de aumentos salariales. Esta pauta testigo pertenecía a los aumentos otorgados al sindicato de camioneros de 19% para el 200623 y 16,5% para el año 200724. Mientras que para el año 2006 el aumento salarial fue superior a la inflación anual (9,92%), para el 2007 el aumento otorgado fue inferior (25,76% según IPC-7 Provincias). Por eso mismo como se puede ver en el gráfico Nº8, el salario real de los registrados baja en el año 2007 por primera vez desde la devaluación. Estos caen un 11,59% en términos reales entre diciembre del 2006 y marzo del 2008 (momento de la nueva paritaria). Los salarios reales de los no registrados sufren el mismo destino, pero con menos intensidad. Paradójicamente los salarios reales del sector público evolucionaron con respecto a la inflación. A partir del año 2008 las pautas del gobierno estuvieron más cercanas a la inflación. Mientras la pauta para el año 2008 alcanzó un aumento del 19,5% 25, la inflación para 2008 fue del 22% anual. Para el año 2009 los aumentos otorgados al sindicato de camioneros no representaron la pauta testigo, los aumentos salariales tuvieron subas disímiles ubicándose entre el 17% y el 25 %, cuando la inflación para ese año fue del 16% anual 26. Para el año 2010 la pauta testigo se desligó totalmente del sindicato de camioneros y de ahí en más el puntapié inicial lo empezaron a dar el sindicato de los docentes del sector público. Mientras la pauta testigo de los docentes fue de 23,4%, la inflación rondó el 25,72% anual. Aunque para el mismo año existieron subas de salarios posteriores, del 25 y 27%27. Como se puede ver en el gráfico Nº8 si la pauta testigo la establece el sector público, los salarios nominales de los demás trabajadores registrados evolucionarán en torno a la inflación, o incluso un poco más retrasados. Por último los trabajadores no registrados, luego de un aumento significativo de salario real entre agosto del 2007 y abril del 2009, el mismo se estanca siendo en diciembre del 2010 un 2,88% más bajo que el de octubre de 2001. Con la consolidación de la puja distributiva, la propuesta del gobierno giró en torno de la discertación de precios y salarios, a través del “Pacto Social” 28 a fines del 2007, y el “Acuerdo del Bicentenario”29 en marzo del 2010, pero esta no pasó del orden del discursivo. Otra política que ralentizó los aumento de salarios reales de los trabajadores se reflejó en que entre 2007 y 2010 el Salario Mínimo Vital y Móvil creció en términos reales sólo un 4,7%.

23 Diario La Nación, Moyano consiguió un aumento del 19%, 6 de abril del 2006. 24 Diario La Nación, Varios gremios firmarán hoy acuerdos por alzas salariales, 26 de abril del 2007. 25 Diario La Nación, Firmaron los camioneros un acuerdo testigo: alza de 19,5%, 21 de febrero del 2008. 26 Diario La Nación, El alza salarial seguirá el ritmo de la economía, 1 de julio del 2009. 27 Diario La Nación, La negociación salarial dejó aumentos de entre 25 y 27%, 14 de julio del 2010.

28 Página 12, Pacto social, beneficios y condiciones empresarias, 1 de noviembre del 2007. 29 Página 12, Unidos por la decisión de desendeudarse, 10 de marzo del 2010.


22

Como se había mencionado, el otro pilar que se desploma a partir del 2007 en términos de la puja distributiva fue el aumento del empleo. Los sectores productores de bienes que más contribuyeron a la creación de empleo entre 2003 y 2007, con una tasa anual de creación de empleo de 7,2%, para el periodo siguiente (2007-2010), sufrieron un cambio tendencial con un crecimiento levemente negativo de 0,1%. Con respecto a la creación de empleo del sector productor de servicios, mientras la creación de empleo en el periodo 2003-2007 era de 3,7% anual, para el siguiente periodo, disminuyó a 1,6% anual. En su conjunto la economía pasó de crear empleo en el periodo 2003-2007 en 4,5% anual, a 1,2% anual para el periodo siguiente. Con respecto a la calidad del empleo, mientras en el periodo 2003-2007 la tasa de variación de empleo registrado aumentó en términos del 9,2% anual, en el periodo siguiente, la tasa de variación de empleo registrado pasó a 4,1% anual. La tasa de variación del empleo de los no registrados en el periodo 2003-2007 fue de 4,5% anual, y en el periodo siguiente registró tasas negativas de 2,6%. Por último se observa que el sector público en el periodo 2007-2010 tuvo una mayor contribución en la creación de empleo. Mientras en el periodo 2003-2007 se crearon 2,5 millones de puestos de trabajo, de los cuales el sector privado contribuyó en un 84,5% de los mismos, el sector público lo hizo en un 15,5%. En el periodo siguiente, de los 690 mil puestos de trabajos creados, el 68,4% es explicado por el sector privado y el 31,6% por el sector público30. Todos estos guarismos son reflejados en el gráfico Nº9. En los años noventa se estableció a través del decreto 1334/91 que los salarios debían estar atados a la evolución de la productividad. La pérdida de salarios reales, la destrucción de puestos de trabajos, la flexibilización laboral, y la evolución de la productividad posibilitó que la participación de la remuneración de los asalariados en el VAB descendiese de 44,7% para 1993, a 40,5% para el año 2000, según informa la Cuenta de Generación del Ingreso (CGI) perteneciente al INDEC. Hay que aclarar que este rateo, conocido también como distribución funcional del ingreso, depende en forma positiva del nivel de empleo y de la evolución del salario real, mientras que en forma negativa de la evolución de la productividad (ceteris paribus). Por esto último, en los últimos años recesivos de la convertibilidad, la participación mejoró levemente. Con la llegada de la mega-devaluación la participación de la remuneración de los asalariados en el VAB de la economía, decrece en el trienio 2001-2003 de 42,1% a 34,3%. Este hecho consistió en una fenomenal transferencia de ingresos de 7,8 p.p. del VAB de lo producido por la economía argentina hacia la clase capitalista, que aumentó sus ganancias y precios por encima de los salarios. A razón de ello, los salarios reales cayeron como se pudo ver en el gráfico Nº8. A través de una estimación propia de la distribución funcional del ingreso realizada con la metodología de Nicolás Arceo, Mariana González y Nuria Mendizábal (2011) 31, la transferencia 30 Datos del informe de coyuntura elaborado por CIFRA, julio del 2011. 31 A comparación de la CGI, la estimación propia no tiene en cuenta las contribuciones patronales. Mientras en la década de los noventa existió una reducción de las alícuotas de aportes patronales a partir del año 1994. Estas pasaron de 33% a 20,2%. En el año 2002 las mismas aumentaron de 19,8% a 24%.


23 de ingresos resultó ser de 9,21 p.p. en el trienio 2001-2003, ya que el rateo pasó de 36,12% a 26,91% (línea roja en el gráfico Nº9). En la posconvertibilidad, con la creación de puestos de trabajos, y la suba en el salario real, la distribución funcional del ingreso mejora. Según la CGI, del piso en 2003 el rateo aumentó a 43,6% para 2008 32. Con respecto a la estimación propia, en el año 2010 la distribución funcional del ingreso alcanzó el 35,71%. Nuevamente el rateo de la estimación propia aumenta en los años recesivos, particularmente para el año 2009. Un detalle no menor, teniendo en cuenta tanto la CGI como la estimación propia los últimos rateos de la posconvertibilidad no superan a los de principios de la convertibilidad. A partir del 2007, la puja distributiva se consolida. Por eso mismo, teniendo en cuenta la estimación propia de la distribución funcional del ingreso, existe un leve empeoramiento en la misma, ya que los rateos pasan del 31,82% al 30,45% en el trienio 2006-200833. Luego de la mejora provocada por el año recesivo del 2009, nuevamente en el año 2010 vuelve a caer del 37,33% al 35,71%. Este estancamiento en la distribución funcional del ingreso es fruto tanto de la menor creación de empleo, como de la mayor inflación que morigeraron los salarios reales de los trabajadores. Es llamativo que incluso la CGI del INDEC muestre esta ralentización del crecimiento en la distribución funcional del ingreso a partir del año 2007. Por último, la distribución funcional del ingreso en términos de las 500 empresas más grandes (es decir salarios más contribuciones sobre el VAB de la ENGE), posee una evolución particular. Se diferencia de la CGI por sus fuertes caídas. Mientras que la estimación del INDEC pierde 2,6 p.p. en el periodo 1993-2001, en la ENGE la caída es de 13,25 p.p. para el mismo periodo. Esto demuestra la capacidad diferencial de extraer excedentes por parte de las 500 empresas más grandes. En lo que respecta a la mega-devaluación la caída en la distribución funcional del ingreso no sólo es mayor, sino que la misma dura un año más. El piso se ubica en el año 2004, y no en el 2003 como ocurrío en la estimación propia o en la CGI. En consecuencia en el cuatrienio 2001-2004 la distribución funcional del ingreso cae 13,99 p.p., nuevamente demostrando que este sector concentrado tiene la capacidad de extraer mayores excedentes a través de su posibilidad de aumentar en mayor proporción los precios. En todo el periodo de posconvertibilidad no se logra recomponer los niveles de otrora. Para el año 2010 el rateo es de 29,24%, muy inferior al 32,96% del 2001 y al 46,21% del 1993. Particularmente la distribución funcional del ingreso para la ENGE se estanca en el bienio 2009-2010. Conclusiones La mega-devaluación del 2002 abre un nuevo ciclo político-económico en la Argentina. Los sectores concentrados impulsaron mayormente sus precios a través de esta política en particular (gráfico Nº2), constituyéndose en los ganadores en términos generales. Aún así existe más de una especificidad en esta afirmación. Las transferencias de ingresos, producto de los mayores aumentos de precios, significó tanto transferencias inter-clase (trabajo-capital) como intra-clase (capital-capital). En primer orden es claro que la mega-devaluación morigeró los salarios de los trabajadores sean estos registrados o no registrados. Aunque los trabajadores más vulnerables fueron los que más perdieron en tal revanchismo (gráfico Nº8). En segundo Esto explica la mayor brecha de los rateos entre la CGI y la estimación propia a partir del año 2002. 32 Con la intervención al INDEC a principios del 2007, es probable que los rateos de los años 2007 y 2008 se encuentren manipulados. La última estimación realizada por el INDEC a través de la CGI es del año 2008 y no se siguió calculando. Por estas razones se procedió a realizar una estimación propia que como se observa en el gráfico Nº9 para los años anteriores al 2007 posee una evolución muy parecida a la del INDEC. Por lo tanto se supone que para el año 2007 en adelante la CGI tendría que mostrar una evolución mínimamente similar a la estimación propia. 33 M. Schorr sostiene que “el estancamiento de la distribución del ingreso desde 2007 […], `se opone al planteo difundido de que los grandes ganadores del modelo son los trabajadores`”. Diario La Capital, La inflación es el resultado de la alta concentración, 30 de junio del 2013.


24 lugar los sectores vinculados a la producción de bienes tuvieron aumentos de precio mayores en comparación a los de servicios (gráfico nº3). En particular los servicios públicos fueron los grandes perdedores en términos tanto políticos como económicos. Por ende estos últimos fueron aquellos que más transfirieron ingresos en términos intra-clase. En el otro extremo la industria manufacturera y los sectores extractivos como minas y canteras, y agricultura y ganadería, se constituyeron los ganadores de la posconvertibilidad. La extracción y exportación de recursos naturales en todos los órdenes fueron los sectores más privilegiados por la megadevaluación. En términos de la industria manufacturera no sólo aumentaron más sus precios aquellos sectores exportadores sino también los productores de bienes intermedios (cuadro Nº1 y gráfico Nº4 y 5). Por lo tanto dentro de la industria manufacturera, suscitó otra transferencia intra-clase consumada desde los sectores menos concentrados a aquellos más concentrados. Esto se explica ya que una vez que la participación de los trabajadores en el valor agregado cayó (gráficoNº9), quedaba por definir qué sectores se apropiaban del mismo. Aquí los sectores concentrados en general, pero los sectores exportadores y los productores de bienes intermedios en particular utilizaron su poder de mercado. Por lo tanto esta transferencia de naturaleza intra-clase (pero de origen inter-clase) fue fruto de reescribir la apropiación de las ganancias a lo largo de las distintas cadenas de valor. Según E. Basualdo (2007) esto mismo ocurrió en 1976 a raíz de la violenta caída de los salarios reales que significaron 18 p.p. del VAB nacional. Cuando existe una caída tan significativa en la participación de los trabajadores en el ingreso: “A partir de allí, la causante de la inflación ya no será la pugna entre el capital y el trabajo sino la disputa entre las diferentes fracciones del capital por apoderarse, vía la modificación de los precios relativos, de ese excedente que perdieron los trabajadores” (E. Basualdo, 2007). Esta modificación de los precios relativos duró poco tiempo. Para el periodo 2002-2003 ya estaban reconfigurados los mismos para que las fracciones del capital hegemónicas encuentren una salida al orden económico y político anterior. Para el periodo siguiente a la mega-devaluación, con la recuperación de los trabajadores en el ingreso vuelve a desatarse la inflación. La escalada de precios posee ya puramente naturaleza inter-clase. Es por esto que los sectores que más aumentaron sus precios (siempre en orden de los sectores concentrados) son aquellos “mercado internista” que producen bienes de consumo final. La clase trabajadora siempre es la más afectada por este hecho. En consecuencia a partir del año 2007, a los trabajadores en general se les dificulta aumentar tanto sus salarios reales como su participación en el VAB (gráfico Nº8 y 9). Así la puja distributiva se consolida en esta etapa de la posconvertibilidad. En consecuencia los aumentos de salarios nominales son empardados por los aumentos de precios. Simbología utilizada Simbología ABRA ADEBA BCRA CGI CGT CIADI CIFRA CIIU CRA ENGE FLACSO FMI INDEC

Refiere a: Asociación de Bancos de la República Argentina Asociación de Bancos Argentinos Banco Central de la República Argentina Cuenta de Generación del Ingreso Confederación General del Trabajo Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones Centro de Investigación y Formación de la República argentina Clasificación Internacional Industrial Uniforme Confederaciones Rurales Argentinas Encuesta Nacional a Grandes Empresas Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Fondo Monetario Internacional Instituto Nacional de Estadística y Censos

Simbología IPIB IPIM IPP IVA MECON PBI

Refiere a: Índice de Precio Interno Básico al por mayor Índice de Precios Internos al por Mayor Índice de Precios del Productor Impuesto al Valor Agregado Ministerio de Economía y Finanzas Públicas Producto Bruto Interno

RAC

Ramas Altamente Concentradas

REC RMC SRA UIA VAB VBP

Ramas Escasamente Concentradas Ramas Medianamente Concentradas Sociedad Rural Argentina Unión Industrial Argentina Valor Agregado Bruto Valor Bruto de Producción


25

Bibliografía Arceo N., González M., Mendizába N., “Concentración, centralización y extranjerización. Continuidades y cambios en la post-convertibilidad”, CIFRA, DOCUMENTO DE TRABAJO Nº 4, 2010. Arceo N., González M., Mendizábal N., “El nuevo patrón de crecimiento y su impacto sobre la estructura distributiva”, CIFRA, DOCUMENTO DE TRABAJO Nº 9, 2011. Asiain A., “El fantasma de la inflación”, Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, Argentina, en línea http://catedrajauretche.blogspot.com.ar/, 2012. Asiain A., “Precios internacionales, alimentos e inflación”, Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, Argentina, en línea http://catedrajauretche.blogspot.com.ar/, 2012. Azpiazu D., Basualdo E., “Transformaciones estructurales de la economía Argentina. Una aproximación a partir del panel de grandes empresas 1991-2005”, 1a ed. - Buenos Aires: Programa Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD, 2009. Azpiazu D., Bonofiglio N., Nahón C., “Agua y energía: mapa de situación y problemáticas regulatorias de los servicios públicos en el interior del país”, FLACSO, en línea http://www.flacso.org.ar/uploaded_files/Publicaciones/Azpiazu.Bonofiglio.Nahon_278.pdf, 2008. Azpiazu D., Bonofiglio N., “Nuevos escenarios macroeconómicos y servicios públicos. Reconfiguración empresaria en los sectores de agua potable y saneamiento, y distribución eléctrica. Diferencias y similitudes”, Revista Realidad Económica Nº224, 2006.


26 Azpiazu D., Manzanelli P., Schorr M., “Concentración y extranjerización. La Argentina en la posconvertibilidad”, Ed. Capital Intelectual, 2011. Azpiazu D., Schorr M., “Hecho en Argentina. Industria y economía, 1976-2007”, Siglo Veintiuno Editores, Bs As. Argentina, 2010. Basualdo E., “Concepto de patrón o régimen de acumulación y conformación estructural de la economía” FLACSO, en línea http://www.flacso.org.ar/uploaded_files/Publicaciones/mep_dt01.pdf 2007. Basualdo E., “Estudios de historia económica argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad”, Siglo Veintiuno Editores, Bs As. Argentina, 2010. Basualdo E., “La distribución económica en la Argentina y sus condiciones estructurales”, Memoria Anual 2008 del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), 2008. Basualdo E., Manzanelli P., Schorr M., “Elite empresaria y régimen económico en la Argentina. Las grandes firmas en la posconvertibilidad”, FLACSO, en línea http://www.flacso.org.ar/uploaded_files/Noticias/DT22.ELITE.EMPRESARIA.Y.REGIMEN.ECON OMICO.pdf, 2012. Campos L., “La negociación colectiva en la posconvertibilidad: recuperación acumulación de tensiones”, Revista Apuntes para el cambio Nº3, 2012.

histórica y

Crespo E., Fiorito A., “Observaciones Críticas sobre la ‘Inflación Oligopólica’”, en línea http://grupolujan-circus.blogspot.com.ar/2013/03/observaciones-criticas-sobre-la.html, Grupo Lujan, 2013. Dobb M., “Capitalismo, crecimiento económico y subdesarrollo”, Ediciones de occidente, S. A., Barcelona-España, 1964. Gaggero A., “Estado y comportamiento empresario: el caso del cártel de la industria cementera durante la convertibilidad y posconvertibilidad (2002-2005)”, Revista Realidad Económica Nº 224, 2006. Manzanelli P., Schorr M., “Aproximación al proceso de formación de precios en la industria argentina en la posconvertibilidad”, Revista Realidad Económica Nº273, 2013. Rapoport M., “Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003)”, Ed. Emecé, 3ra edición, Bs As., Argentina, 2009. Rubinzal D., “Historia económica argentina (1880-2009) Desde los tiempos de Julio Argentino Roca hasta Cristina Fernández de Kirchner”, Ediciones del CCC, 1ra edición, Bs. As. Argentina, 2010. Santarcángelo J., “Debates teóricos sobre inflación y su aplicación al caso Argentino”, SEPLA, 2008. Schorr M., Wainer A., “Argentina: ¿muerte y resurrección? Notas sobre la relación entre economía y política en la transición del “modelo de los noventa” al del “dólar alto”, Revista Realidad Económica Nº211, 2006.


27 Schorr M., “Industria y neodesarrollismo en la posconvertibilidad”, Voces en el fénix en línea www.vocesenelfenix.com, 2012.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.