Helle Heckmann
NØKKEN, UN JARDÍN DE INFANCIA WALDORF PARA NIÑOS DE 1 A 7 AÑOS
Título original: Nøkken ein Garten für Kinder im Alter von eins bis sieben Jahren Cuaderno de estudio nº17 de la Unión Internacional de Jardines de Infancia Waldorf. Traducción: Miguel López-Manresa, con la colaboración de Marlis Gremme © diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas. © de la versión española: Editorial Pau de Damasc. Reservados todos los derechos para España y los países de habla castellana.
Publicado en la colección Pedagogía Waldorf-Steiner por: Editorial Pau de Damasc Apartado 95 - CP 08197 Valldoreix, España E-mail: editorial@paudedamasc.com www.paudedamasc.com
Índice Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Capítulo 1 El desarrollo espiritual del niño pequeño. . . . . . . . . . .15 ¿Quién eres tú niño? - ¿qué eres?. . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Capítulo 2 El desarrollo físico del niño en el primer año. . . . . . . 2 .7 Desarrollo de la motricidad en el primer año . . . . . 29 Erguirse en la vertical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Estar sentado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Levantarse. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 Mantenerse de pie libremente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Andar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Capítulo 3 El marco exterior en el Jardín de Infancia Nøkken . 37 La colaboración colegiada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 El tamaño del jardín de infancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 El ritmo diario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42 La vida cotidiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 El trabajo con los padres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Fiestas de las estaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Historia de cumpleaños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 El jardín de infancia en el contexto internacional . . 72 Las finanzas del jardín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Desafío pedagógico de nuestra época . . . . . . . . . . . . . 75 Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Prólogo Cuando en los años cuarenta del siglo XIX Friedrich Fröbel, el gran pedagogo del niño pequeño, buscaba un nombre adecuado para la instalación en la que había que educar a los niños en edad preescolar, había escogido dos denominaciones: “Jardín del Paraíso” y “Jardín de Infancia”. Finalmente se abrió paso el segundo nombre - aunque el primero hubiera sido tal vez el más bello. No obstante, ese nombre define algo de lo que debiera rodear al niño pequeño, de cómo ha de ser el mundo paradisíaco que los adultos deberíamos crear para el niño pequeño. En la época de Fröbel, el mundo real de los adultos estaba claramente alejado de lo paradisíaco y hoy en día ya no es así ni para los niños. El significado de la más temprana infancia para el desarrollo de la biografía ulterior es uno de los grandes temas pedagógicos de nuestro tiempo. Y por dos razones. En primer lugar, se ha podido comprobar que la infancia se modifica bajo el influjo de la civilización técnica. Los niños que hoy llegan a la escuela se distinguen claramente de los niños que ingresaban en ella hace 25 años: son más nerviosos, más desequilibrados en su comportamiento, su salud es más inestable y son menos resistentes. En los Estados Unidos, de donde salen las valoraciones, cerca de un tercio de los niños escolares son tan hiperactivos que han de ingerir fuertes tranquilizantes de manera regular para ser mínimamente soportables en la escuela. Por otra parte, investigaciones de los últimos años muestran que hasta una cuarta parte de la población adulta de las grandes ciudades padece trastornos cuyas raíces se hallan en la infancia: neurosis, enfermedades psicosomáti-
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cas, trastornos de la personalidad y varios tipos de adicciones. En el presente estudio, Helle Heckmann expone su experiencia pedagógica adquirida tras muchos años en contacto con niños pequeños desde uno a siete años. Describe su tentativa de atender fuera de la familia a los niños muy pequeños más o menos durante la mitad del día, sabiendo muy bien cuál es el delicado camino en el que se mueve. Así por ejemplo, las investigaciones de David Levy y René Spitz en los años treinta y cuarenta o de E. Schmalohr (1968) hablan un lenguaje muy elocuente. El niño pequeño necesita una relación continuada y segura con la madre u otra persona de referencia. Cambiar a esa persona o privarlo de ella provoca trastornos evolutivos. Ya en 1990 G. Reister constató esos resultados y descubrió que sólo hay un factor de inestabilidad psíquica que casi no puede ser compensada en la posterior socialización: la ausencia de la madre o de una persona de referencia constante en la fase vital de la más temprana infancia. En principio, para el pedagogo Waldorf esos no son conocimientos nuevos, sabe el significado decisivo que los tres primeros años de vida tienen para el desarrollo, conoce el papel que desempeña la protectora casa paterna y considera que la tarea de la madre consiste en darle al niño protección, calor y amor. Cuando observamos la realidad vital de muchos niños y adultos, constatamos que cada vez hay más parejas y educadores individuales que, por razones económicas o de otro tipo, se ven obligados a dejar el cuidado de su hijo a otras personas. No podemos cerrar los ojos ante esa realidad, mas bien hemos de buscar formas de vida que, dentro de lo posible, inauguren para esos niños las mejores oportunidades de desarrollo. En este opúsculo, Helle Heckmann muestra una forma de vida de ese tipo, situándose ante los interrogantes de la vida actual e intentando contribuir de una manera
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psicológico-evolutiva que sea representativa. Su contribución pedagógica no deja de ser una de las posibles, pero es un camino recorrido con responsabilidad. El libro pretende estimular el diálogo y el intercambio de experiencias. Peter Lang Nøkken es un Jardín de Infancia Waldorf situado en una gran ciudad de Dinamarca. En él se está al cuidado de niños de uno a siete años. Los niños de varias edades están juntos todo el día excepto en las comidas o cuando duermen. La vida cotidiana del jardín está determinada por actividades caseras dignas de ser imitadas. Con los niños no queremos ser una institución, sino una familia. Por ello cuidamos a los niños de uno a siete años integrándolos en un solo grupo. Helle Heckmann Copenhague/Stuttgart, Mayo de 1997
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Introducción Con este opúsculo quisiera dar a conocer mis experiencias en el cuidado de los niños más pequeños fuera de su casa materna. En general y hasta el presente, esa tarea no ha sido solucionada satisfactoriamente. Los educadores estamos todavía en proceso de transformación según sean las condiciones del marco exterior, cultural y humano. En primer lugar, intentaré ofrecer una imagen espiritual del niño pequeño. La contribución de Helga Zumpfe en el primer capítulo de esta obra se sostiene en su prolongada labor pedagógica sobre el camino de encarnación del niño a la luz de la ciencia espiritual. Estoy muy agradecida a ella por su contribución, porque una exposición divulgativa de este tema es algo particularmente difícil. No obstante, esta sección podría seguir pareciendo ininteligible a los lectores que carezcan de conocimientos de Antroposofía. A ellos quisiera recomendarles que pasen por alto este capítulo primero y lo lean sólo al final. En mi trabajo con el niño pequeño me encontré con la Sra. Emmi Pikler que trabajó como médico con niños de asilo en Hungría. Sus observaciones muestran que para los niños es de enorme importancia adquirir tranquilidad y autoconfianza para que puedan crecer como personas seguras de sí mismas. Al fortalecer la confianza del niño pequeño en sus propias capacidades corporales y respetar su evolución individual, podemos entrar en contacto con él como educadores. Emmi Pikler siempre me ha alentado en lo que se refiere al trato respetuoso con la evolución de los niños. Cuidar a los niños pequeños fuera de casa es una realidad desde hace 25 años, al menos en Dinamarca. En ese campo se han recogido numerosas experiencias proceden-
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tes de diversas orientaciones pedagógicas y con resultados muy variados. Sin embargo, en mi opinión, hacen falta iniciativas cuyo punto de partida sea el desarrollo físico y espiritual del niño. Con frecuencia los factores económicos se sobreponen a todos los demás. Como es obvio, no es que sean totalmente irrelevantes, pero no debieran dominar. La sociedad, a fin de cuentas, depende de que los niños se conviertan en personas eficaces en la vida. Si no situamos nuestro patrimonio más preciado en la posición más alta, nos estaremos traicionando a nosotros mismos, al ser humano. Después de la primera parte teórica describo brevemente el primer año de evolución del niño. Porque su camino vital depende en alto grado de que haya recorrido su proceso evolutivo con el ritmo y la secuencia que necesita para su encarnación en el cuerpo físico. El equilibrio psíquico depende de que el educador sea capaz de ofrecerle sosiego y tiempo para que pueda desarrollarse a sí mismo. Para eso hará falta un entorno con condiciones especiales. Y como en Nøkken no las tenemos, acuciados por la necesidad, sólo acogemos niños desde la edad en que ya saben caminar. Eso conlleva que en lo que se refiere al cuidado de los niños no podemos hacer justicia a todas las necesidades y con ello también se ve limitado el círculo de padres. Pero eso no implica que no puedan haber otras formas de Jardín de Infancia. En función de nuestras posibilidades físicas, económicas y culturales nos hemos hecho una imagen clara de lo que podemos ofrecer, porque queremos facilitar a los niños, como seres humanos susceptibles de transformación, una imagen del ser humano digna de ser imitada. En el capítulo final describiremos la vida cotidiana en Nøkken, tal como la hemos estructurado. El presente librito debiera tomarse como una de las muchas posibilidades de
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configurar el decurso cotidiano a partir de las posibilidades que están a nuestra disposición y del modo en que nosotros mismos somos como seres humanos. Existen infinitas posibilidades, pero los niños son siempre los mismos. Lo más importante es que los adultos sepan por qué hacen esto o aquello, es decir, que se esfuercen en hacerse conscientes de las cosas. Quiero manifestar mi agradecimiento a Ruth Lassen por su ayuda y apoyo. También a Helga Zumpfe por haber cogido la pluma para expresar en pocas palabras un tema tan manifiestamente difícil. Su contribución en la labor científico espiritual es mucho más que un gesto amistoso. Puede sentirse simplemente que también surge del corazón. Agradezco a Jan Christiansen que me haya introducido en el mundo de los ordenadores. Siempre estuvo allí cuando en los momentos más singulares todo había desaparecido en el ordenador. Doy también las gracias al “Grupo de Trabajo Internacional sobre el niño pequeño fuera de casa”. Ni las difíciles condiciones laborales pueden impedir que nuestra colaboración se vea impregnada de confianza y seriedad. También quiero mostrar mi agradecimiento a los niños, padres y colegas en Nøkken, pues sin su confianza nunca hubiera existido algo como Nøkken. Doy las gracias asimismo a Sabina Dragsted y Karsten Bauer por su traducción de este opúsculo del danés al alemán. Y estoy especialmente agradecida a mis tres hijos Liv, Ege y Bue, sin los cuales el amor nunca habría podido florecer tan profusamente en mí.
Reflexiones ¿Qué es lo que nos capacita para preocuparnos de los niños de los demás? Esa pregunta es un planteamiento recurrente con el que me ocupé con intensidad desde el primer
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momento y aún sigo haciéndolo ahora. En lo que se refiere a los niños, todo el mundo se siente emotivamente muy implicado. Lo que uno de los padres considera correcto, el otro lo considera totalmente equivocado. Para mí es importante que la vida cotidiana del niño no se vea sobrecargada por esas diferencias de opinión, coacciones y variaciones de humor. ¿Cómo puedo crear en ese caso un ambiente para el niño pequeño en el que se sienta seguro, que le sea familiar y en el que no se presenten sorpresas cada día según me vaya a mí el humor? No es que con ello quiera excluir le impronta personal que nos aporta cada día de nuestra vida. Una vez estuve a punto de dejarlo todo, porque sentía resistencia de por todas partes.
Una vivencia Un día estaba lavando los platos y dejaba fluir los pensamientos, cuando de repente abandoné mi cuerpo, volé muy alto (y yo seguía lavando) y aterricé en la cima de una elevada montaña. Un pájaro gigantesco, tal vez un águila, voló hacia mí y me pidió que volara. “No puedo”, le respondí en comunicación mental. “Pruébalo”, me dijo. Miré hacia el horizonte, todo estaba muy lejos y sin embargo era bello y silencioso. Levanté los brazos y el viento me arrancó de allí. Me abandoné al vuelo junto al ave que me acompañaba y pronto estuve sola. Volaba sobre montañas y valles, era fantástico. El sol brillaba. Llegué luego a un valle de especial belleza y volé hacia abajo para estar más cerca de la tierra. Allá abajo crecían frutos del campo. Primero parecían coles blancas, pero luego se transformaron en capullos florales y mientras me iba acercando a ellas y pasaba volando por encima, las flores iban volviéndose lentamente y me miraban. En los capullos florales veía rostros de niños que me miraban y reían, de una manera tan íntima y abierta. Volé por todo un campo de rostros
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