Rudolf Steiner dio estas conferencias radicales y deslumbrantes en agosto de 1919, un mes antes de la apertura de la primera Escuela Waldorf, cuando la sociedad alemana buscaba la reconstrucción tras la Primera Guerra Mundial.En ellas realiza un recorrido histórico por las bases sociales de la pedagogía de occidente. Tras describir las características culturales, económicas y políticas de nuestra época, propone las bases sobre las cuales ha de apoyarse la nueva línea pedagógica: los maestros necesitan alimentar en los niños las virtudes de la imitación, la reverencia y el amor en las etapas apropiadas de su desarrollo, con el fin de crear adultos maduros que estén internamente preparados para cumplir las demandas de una sociedad verdaderamente sana, es decir, adultos que sean capaces de asumir las responsabilidades de la libertad, la igualdad y la fraternidad.