Del mismo modo que en el ciclo vital del organismo humano a una inhalación le sigue una exhalación, el ciclo vital de la Tierra, al igual que el de un ser vivo, comienza con una gran inspiración macrocósmica que dura medio año y va desde el solsticio estival hasta el solsticio de invierno, a la que le sigue una exhalación de similar duración que ocupa la otra mitad del año. Este paralelismo entre el micro y el macrocosmos, entre el hombre y la Tierra, no obra sólo en la esfera de la vida, sino que además se extiende al ámbito más interno de la conciencia.