Había una vez…
Había una vez una mujer llamada Laura. Laura era una mujer muy especial, porque seguía la fe católica y siempre iba a la iglesia los domingos.
Pero había algo triste en su vida: su familia no siempre la acompañaba a la misa. A veces, sentía un poco de tristeza porque le daba pereza a su familia ir a la iglesia.
Un día, Laura decidió ir a un retiro llamado Emaús. Era un lugar muy bonito, lleno de personas que también amaban a Dios.
Laura se sintió un poco nerviosa al principio, pero cuando llegó, se dio cuenta de algo maravilloso.
Cerca de esas personas de la comunidad de Emaús, su vida espiritual comenzó a crecer.
¡Laura se sentía muy feliz! Descubrió que tenía amigos en Dios. Y eso era algo muy especial.
Podía compartir sus pensamientos y orar junto a ellos. Laura se dio cuenta de que ya no se sentía tan sola en su fe.
Los problemas de la vida cotidiana, como cuando algo salía mal en el trabajo o cuando tenía dificultades, ya no se sentían tan pesados y dolorosos.
¿Sabes por qué? ¡Porque Laura tenía a esas personas en Emaús para ayudarla! Juntos, podían orar por sus dificultades y eso le daba mucha fuerza.
Desde aquel día, Laura se sentía llena de alegría. Ya no le importaba si su familia la acompañaba a la iglesia o no. Porque había encontrado un lugar especial donde su corazón se sentía contento y su fe crecía.
Así que, querida hermanita, recuerda que siempre hay personas especiales que pueden acompañarte en tu camino espiritual.
No importa si a veces te sientes solo, porque siempre habrá amigos en Dios dispuestos a ayudarte y orar contigo. ¡Nunca estás solo en tu fe!
¡¡Te esperamos mañana en nuestra reunión de comunidad para darte un fuerte abrazo!!