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Lo Que No debiste ver…

BeNsaid SheyNez QuaraNte Olia Roy FaNNy

Marco estaba cansado, salió de excursión desde las siete de la mañana. Al atardecer, la luna se levantó bajo un espeso velo de niebla. Marco buscó entonces un lugar donde pasar la noche. Al salir del bosque, se encontró con un pueblo escondido en las montañas, sumido en la oscuridad. Marco deambuló por el pueblo, cuando las ventanas comenzaron a iluminarse una a una. Se dibujaron sombras sobre los cristales. Se detuvo por unos segundos para ver a una mujer con los rasgos esqueléticos pintando. Luego, ruidos de pasos resonaban sobre los adoquines. De repente, vio a un niño parado frente a él, con el rostro pálido y marcado por el sufrimiento.

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Vestido con una túnica roja, el niño cojeó hacia una casa. La puerta se abrió sola en un chirrido y la luz se encendió. El niño invitó a Marco a entrar, se rió delante de la cara asustada de éste y desapareció en la puerta. Marco dudó y finalmente regresó. No pudo encontrar al niño, pero en el piso de arriba le esperaba una habitación con una luz suave y una cama. Agotado, se desplomó y se durmió. A la mañana siguiente, ruidos de platos lo despertaron. Desorientado, intentó recordar dónde se encontraba. Bajó las escaleras cayó sobre un montón de paja. Los gritos lo develaron y Marco tuvo que dar explicaciones.

Cuando terminó de contar su encuentro con el niño, la pareja que estaba junto a él intercambió miradas. Marco, inquieto, se puso a observar el decorado de la habitación, su mirada se posó sobre una foto encima de la chimenea. Reconoció al niño. La pareja comenzó a contarle la historia del niño, el cual había vivido en ese mismo pueblo durante la guerra civil española cuando los soldados alemanes vinieron a probar sus armas. En menos de 72 horas habían atado, transportado y asesinado a todos los aldeanos en el bosque. Pero la historia no terminaba ahí. La mujer tomó entonces la palabra y contó que esta aldea era muy diferente de las demás y que sus aldeanos, que habían sido brutalmente asesinados, volvían a habitar los lugares cada noche sin poder abandonarlo. Marco comprendió que las personas que había visto ayer no eran más que las almas de los aldeanos condenados a pasar la eternidad vagando por el pueblo. Fueron condenados a permanecer unidos unos a otros sin poder nunca abandonar su condición. La mujer le explicó también que nadie vivía en esta aldea para dejar a los muertos en paz y que las familias de los difuntos volvían una vez al año para ocuparse de las casas. El crepúsculo había caído sobre el pueblo. Marco, que había dejado a la familia, que ya había partido, comenzó a caminar por el pueblo para encontrar la salida. Empezó a entrar en pánico a medida que la luna se elevaba. Fue entonces cuando las sombras de las almas reaparecieron en el umbral de la puerta con una luz tenue, un dedo en los labios, invitándole a callarse para siempre sobre lo que había visto. Marco se asustó y comenzó a correr para escapar lo antes posible. Y fue entonces cuando el niño reapareció ante él y Marco se dio cuenta de que la túnica no era simplemente roja sinoempapada de sangre. A esta vista, Marco huyó y se alejó del pueblo para siempre.

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