El futuro del ayer, hoy. Año 1, Número 2

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adolescencia, pero ninguna como con su esposo, su amor era único y sabía que a pesar de todo se amaban con cada parte del alma y con cada parte del cuerpo, así sería siempre… Capítulo 4: El pensamiento como acción: Felici pasó la noche en un albergue de mala muerte, no dejaba de pensar, se sentía tan sola, pensó en la conferencia que había dado Foucault y por su cabeza pasó que si él hablaba de medicina social como una forma de bio-política en relación a la higiene pública y en relación al cuerpo, ¿por qué no llevarlo al plano estético?, ella era médica cirujana plástica y empezó a fantasear con una idea. No podía, ni quería perder a Marion, sentía que sin él se moriría, lo amaba demasiado, él había sido su fortaleza y su compañero por tantos años… que ahora estar sin él sería como darse un escopetazo, aunque tenía que pensar las cosas bien y andarse con calma, nadie vale más que tu propia vida, pero él era como si lo valiera… ya lo tenía decidido, conocía a Marion y sabía que no la perdonaría, iría a hablar con su padre, a decirle que le prestara dinero, ella podría y debía devolvérselo, ejercería medicina, debía, tenía que hacerlo, esta vez nadie podría impedírselo, aunque tampoco estaba dispuesta a perder a Marion, jamás, jamás lo estaría, él era el amor de su vida y estaba decidida a volverlo a tener a como de lugar… Felici se levantó a la mañana siguiente con la frente en alto y fue directo a la casa de sus padres, le pediría dinero a su padre, él era millonario y no se dignaría en decirle que no a su hija, ella juró devolvérselo, aunque él le dijo que no le hacía falta, le dijo que era por un negocio que estaban llevando a cabo con Marion, jamás se les ocurriría contarles lo que en verdad pasó, aunque ellos tampoco indagaron en preguntarle sobre su vida, ella le dio un cálido beso a su madre y se marchó. Los quería, pero la relación con sus padres siempre había sido así, fría. Se marchó decidida, se fue al hospital, a hablar directamente con el profesor que la había apoyado con su carrera, y allí le pidió lo que ya había decidido. Le temblaban las manos, las piernas, los pies y hasta el rostro, pero sabía que podía confiar en él, era la única persona a la que podría decirle, explicarle, contarle, él había sido su mentor desde el primer día que había pisado la Universidad de París hacia trece años atrás, ahora se había recibido hace seis meses, pero jamás habían perdido la relación, Felici estaba aterrada, pero le dijo lo que quería hacerse, cambiarse el rostro… Capítulo 5: La decisión: 69


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