EN CONFIANZA · 50 AÑOS · FUNDACIÓN SAN MARTÍN DE PORRES

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Las personas sin hogar: 50 años de cambios

lares de Andalucía celebraban un Congreso en Málaga para tratar de tres asuntos: “los signos de la fe”, “el sacerdocio” y “el dinero de la Iglesia”. Mucho antes de abordar el tercero, ya sobre la primera cuestión llegaron a la conclusión de que “los signos que se realizan en las parroquias, tales como los sacramentos del bautismo, matrimonio, etc., y la misma estructura juridicista de la Iglesia como institución, están vacíos de contenido evangélico”…“al realizarse de manera masificada, tanto a personas que explotan como a explotados, quedando oscurecida la opción del mensaje cristiano por los oprimidos”. Según se recoge en la noticia aparecida en el ABC del 28 de julio de 1978. Estas cosas ya no se publican en los periódicos de tirada nacional. Hay quien las sigue diciendo, pero ya no son noticia, ni originan ningún revuelo en las redacciones. ¡Cómo ha cambiado el tema! Mucho. De hecho, por aquellos años finales del franquismo, había obispos como Añoveros que el 24 de febrero de 1974 pronunció una homilía por la que estuvo a punto de ser desterrado. Había una prisión especial, sólo para clérigos. La cárcel concordataria de Zamora, que por entonces albergaba un buen número de curas encarcelados. La única cárcel de curas del mundo, creo yo. No sé si en algún sitio habría cárceles de enfermeras, o de médicos, o de maestros. Aquí, teníamos entonces, en los años 70, una cárcel de curas (¡!). Si cuento y traigo a la memoria todo esto, no es por casualidad, sino porque aquella forma de entender la vocación y el compromiso cristiano, no era demasiado diferente de lo que se hacía y se vivía entre los dominicos del albergue de Carabanchel, testigos concretos de aquella lejana y casi olvidada “Misión obrera”. Al menos así se reflejaba en el testimonio recogido hace años de uno de ellos: “… en Salamanca hicimos una huelga, porque veíamos que la Iglesia tenía siempre unas rémoras terribles. Entonces, algunos éramos ya ordenados, sacerdotes, y al hacer la huelga, nos expulsaron. Y nos mandaron a cada uno a un sitio… Yo me instalé en la Laboral de Córdoba, pero al quedar el vacío aquí, Andrés dijo que había un hueco y me lo ofreció a mí. Yo no sabía ni lo que era el albergue. Y aquí caímos en el año 70. “Aquí al principio lo pasamos fatal, porque … Yo ya cogí el taxi; estuve ocho años con el taxi. Yo es que el mundo obrero y esto… Es que vivimos unos años de la transición que aquello era… Yo me reunía aquí con un grupo de taxistas, y me acuerdo que en las literas metíamos una fotocopiadora. A mí me encantaba, aunque yo trabajaba como un burro. Porque fíjate ¿cómo podía yo trabajar en el taxi y llevar al mismo tiempo esto?” Sirva este breve testimonio, como homenaje personal a quien me lo ofreció en su día. Como es natural, también la atención a pobres sin techo empezó a cambiar rápidamente en un país que vivía una convulsa y acelerada experiencia del cambio. Así, en el año, 1979 los Hermanos de San Juan de Dios empezaron a construir el albergue de Herreros de Tejada. En aquel tiempo, yo me encontraba ya en Madrid, estudiando Sociología y re67


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