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El caso Ezeta 4 de febrero del 2021
EL AÑOpasado, el joven Carlos Ezeta le dio un certero puñetazo en el rostro al congresista Ricardo Burga.
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Ezeta, ganado por el acaloramiento, buscó a su víctima en la puerta del Congreso e hizo justicia por los que estaban en desacuerdo con la vacancia de Martín Vizcarra.
Todo el mundo vio el puñetazo a nivel nacional e internacional.
Fue la noticia que reflejaba la polarización del país, el disgusto por una decisión, considerada desacertada, del Congreso. ¿Pero en este caso se justifica el uso de la violencia?
El caso de Ezeta es grave. Él no le pega un puñetazo a cualquiera. Se lo da a un congresista de la República, a un representante de la nación, con todos los poderes imbuidos por una elección popular.
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Ahora el joven ha salido a los medios a decir que el Ministerio Público quiere imponerle doce años de cárcel y que había llamado a Burga para que lo ayude pidiéndole que se someta a un nuevo peritaje médico, y así conocer mejor la profundidad de las lesiones que le infligió (le rompió la nariz).
Burga, como era de esperarse, no aceptó. ¿Para qué revivir un hecho desagradable? Además, el año pasado se dieron la mano y quedó cerrado el caso. Pero el Ministerio Público siguió investigando y le tiene guardada una pena a Ezeta.
El joven Carlos Ezeta, apelando ahora a la falacia de razonamiento, expresa que en este país “te puedes ir a la cárcel por golpear a alguien y no cuando violan a una mujer”. Una mala defensa. Uno, por lo ya antes dicho; y dos, porque parece que Carlos Ezeta no recuerda que tiene una acusación de acoso sexual.
En las últimas horas, Ezeta ha ensayado otro argumento. Ha interrogado: «¿Qué hubiera pasado si no marchaba la generación del Bicentenario? Imaginen, indultarían a Antauro y Fujimori?».
Ezeta está buscando atraer hacia él los reflectores, justo en los momentos que se está
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cuestionando al Gobierno actual –y al anterior–por el pésimo manejo de la crisis sanitaria. Sale de pronto, de la nada, como conejo salido del sombrero de Mandrake el Mago, con estas ideas. Da la fea impresión que hay un titiritero detrás suyo que le está escribiendo el speech.
Que el señor Ezeta reciba la punición que merezca su discutible proceder, y que las diferencias políticas, en lo sucesivo, se conduzcan por los canales democráticos y no con escupitajos ni puñetazos cavernícolas.
Eso es lo que esperamos los peruanos si deseamos aspirar, en el futuro, por lo menos, a ser reconocidos como una nación civilizada.
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