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Fútbol, economía y pandemia
Fútbol, economía y pandemia 10 de abril del 2020
EN UN PARTIDO de fútbol moderno no solo juegan los jugadores en la cancha, sino la estrategia y la táctica para enfrentar la competencia.
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Un buen entrenador debe manejar diversas tácticas para que su equipo gane un partido.
Hace, al mismo tiempo, un análisis del rival y bosqueja un primer planteamiento de juego.
De acuerdo a la respuesta del contenedor, va afinando el sistema de juego.
O, por el contrario, puede cambiar un 1-53-2 con el que encaró en un inicio el juego, por un 1-4-4-2 o un 1-4-3-3.
Eso depende de la personalidad del entrenador (si gusta del juego ofensivo o gusta otorgar fortaleza a la defensa para jugar al contragolpe) y del material humano con que se cuenta.
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Lo que no puede ser un entrenador, en todos los casos, es ser esquemático.
En una primera parte de este partido que se juega hace treinta años, en una cancha llamada Perú, el entrenador (los diferentes gobernantes) ha empleado un sistema de juego (el libre mercado, con la idea de un Estado pequeño pero eficiente).
En la tribuna se han quejado –de la barra brava, en especial–de su implementación. Pero ha funcionado.
Ha funcionado en unas condiciones en las que la iniciativa privada y el emprendedurismo (con sus perversiones mercantilistas) ha tenido un césped favorable y ha generado prosperidad en muchos sectores del país. Eso es innegable. El Perú de 1990 no es el Perú de ahora. Ha cambiado en muchos aspectos para bien.
Pero ha tenido efectos positivos en una coyuntura favorable para su aplicación.
Ahora las circunstancias son otras. El entrenador tiene que cambiar su sistema de juego. Pasar de un juego ofensivo a un juego de contención. Pasar de un 1-3-4-2-1 altamente ofensivo a un juego con todo el equipo tirado atrás para frenar el avance del rival.
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Si antes el éxito de un equipo dependía de sus luminarias, caso Di Stefano, Pelé o Maradona, el juego moderno (con el quiebre desequilibrante de un Cristiano Ronaldo o Messi) es del juego de conjunto.
Allí tenemos el caso de Neymar. Brasil descargóel peso de la responsabilidad en él y Alemania los aplastó cuando no lo pudo poner en su alineación.
El talento de una estrella futbolística brilla de la mano con sus compañeros que lo acompañan. Y viceversa. Es como una orquesta sinfónica. Aunque hay siempre un Beethoven o Mozart que hacen la diferencia.
Hoy día el Perú tiene que replantear su estrategia de juego. Tiene que darle más peso al Estado y a sus políticas públicas.
La situación sanitaria mundial lo fuerza a ello.
En esta etapa (como ha entendido el propio FMI que se apresta a soltar 100 billones de dólares para paliar la economía mundial), la mirada tiene que ser de cooperación de unos a otros. Esto es, el de juego de conjunto con el individualismo en un segundo orden.
Lo exige un adversario que nos amenaza invisible.
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Debemos obrar como las hormigas que se auxilian unas a otras por el bienestar del grupo.
Dejar que políticas como las del New Deal que ejecutó Roosevelt en EE.UU. para enfrentar la depresión económica, se abran paso.
El dibujante Carlín describe la situación actual en una de sus últimas caricaturas con ese aire festivo y corrosivo que las caracteriza.
Pero a diferencia de Carlín pienso que no es el hundimiento de un sistema de ideas. Es el cambio de un sistema de juego por otro porque la situación lo exige.
El abrazo a Keynes ahora es como el abrazo a una vieja amante. Luego volveremos a nuestro amor de siempre.
Pero quién sabe. Los seres humanos somos oscilantes. Las economías,también.
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