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El señor Luna
El señor Luna 3 de enero del 2020
LA LIBRERÍA del señor Luna queda a la mitad de la segunda cuadra del jr. Quilca, casi al frente del clausurado Centro Cultural El Averno, al fondo.
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Donde el señor Luna uno puede encontrar libros muy raros. Viejos, no tan viejos, algunos bastante usados y otros abandonados por sus antiguos dueños.
Allí en esas torres de babel que son los estantes que los contienen, navegan mares de conocimiento de todos los tiempos.
Se pueden encontrar ejemplares rarísimos de ediciones olvidadas, revistas, discos de vinilo, periódicos viejos y libros valiosos que son aquilatados en su verdadero valor por el comprador ocasional.
El señor Luna, por otra parte, sabe su negocio. Vende libros a un precio bicoca, pero eso es una estratagema suya para atraer
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clientes. Estos se avisan de las ofertas y vienen más.
El señor Luna es una persona cordialísima. Si alguna persona vuelve para hacer el cambio de un libro defectuoso, no se hace problemas. O, por el contrario, le entrega su dinero.
Pero la librería del señor Luna no es solo eso, una librería. Es un lugar de encuentro que por las noches se convierte en un ágora donde ardorosamente se conversa de historia, literatura, cine, música, ciencia o los problemas del país.
Muchas veces he sido testigo de esas reuniones donde surgen teorías estrambóticas que desgastan las gargantas de los concurrentes. Si no fuera por las palabras del señor Luna: "Señores, la salida es por allá", estas no acabarían.
En ese momento todos saben que la tertulia terminó y se continuará en una próxima oportunidad.
La librería del señor Luna debe ser la única librería del centro de Lima donde desfila una fauna de personajes, que podrían formar parte fácilmente de La comedia humana de Balzac. Don Jorge es uno de ellos. Él es la figura estelar de la librería del señor Luna.
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Don Jorge es una mezcla de Simón Wiesenthal –el cazanazis judío–y el inspector Gerald de la serie El fugitivo. Él tiene una obsesión cuasi imbatible por Toledo. La cultiva desde que "el cholo miserable y sinvergüenza" (así lo llama) llegó al poder el 2001.
Pero tiene su lado gracioso: ha prometido traerlo de los EE.UU. en un avión comercial (dentro de un costal de papas), para que afronte sus delitos con la justicia peruana.
Así es nuestro amigo don Jorge.
Y así por el estilo transitan por ese bulevar de la cultura que es la librería del señor Luna, declamadores de poesía urbana, imitadores de Bukovski y hasta admiradores de Hitler como Karlel alemán(sobrenombre que ha recibido Carlitos U. por su desmedido embeleso a la Alemania nazi).
Como ellos, también se congregan docentes universitarios, historiadores, médicos, ingenieros y profesionales de diferentes especialidades, que encuentran en ese espacio un oasis para compartir saberes o hacer catarsis comprando un libro después de la jornada de trabajo.
La librería del señor Luna, finalmente, se erige en estos tiempos de cultura digital como un lugar de resistencia. Aquella en la que la
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cultura del libro en físico se niega a irse. Larga vida para ella.
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