En su tinta, charlas de café con escritores

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En su tinta CHARLAS DE CAFÉ CON ESCRITORES

Fernando Pérez Valdez

OMEGA


En su Tinta Charlas de CafĂŠ con Escritores


En su tinta, charlas de café con escritores.

Por Fernando Pérez Valdez

Primera edición México 2018 D.R. © Fernando Pérez Valdez

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Introducción A lo largo de los últimos años, mi labor profesional ha sido la de entrevistar a muchos personajes, principalmente del medio cultural y artístico, entre ellos, a una buena cantidad de escritores. En este libro se han reunido algunas de esas entrevistas, realizadas a escritores que llevan a cabo su labor en Querétaro. La elección ha sido aleatoria y se debe más a la oportunidad de haber coincidido, que a una selección deliberada. Estoy consciente de que faltan muchos otros escritores y espero poder tener la oportunidad de conversar con ellos e incluirlos en alguna edición posterior. Asimismo, ofrezco mi más amplia disculpa a quienes ya he tenido oportunidad de entrevistar, pero que por razones de espacio, no han podido ser incluidos en esta edición. Estas entrevistas retratan al autor, sobre todo en su lado humano, en el momento en que se realizaron. Quizá algunos de los aspectos que se mencionan han cambiado o algunos de los proyectos que se comentan ya se han materializado. Sin embargo, he querido respetar el texto original, tal como se dijo en ese momento. Debo agradecer a la gente que me ayudó en esta travesía: a los medios de comunicación por abrirme las puertas y darme la oportunidad de ejercer mi labor profesional como conductor de programas de entrevistas. En este sentido, es necesario mencionar a Grupo Acir Querétaro, a Radio y Televisión Querétaro,

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a Querétaro VeTV y a Radio Once. Son muchas las personas que me han brindado apoyo y asesoría, y sería muy largo mencionarlos a cada uno. Asimismo, debo agradecer a los escritores por haber creído en nuestro proyecto y por su confianza en compartir esa otra parte de sus vidas, la que generalmente no sale a la luz. De igual forma, agradezco sinceramente a quienes me apoyaron con las transcripciones de las entrevistas: Alexa del Palacio, Ana Karen Valenzuela Camacho, Lorena Reséndiz, Nadia Fuentes Collazo, Miriam Balderas, Aimeé Granados, Flor Sandoval Garrido, Janis Jacobo y Mayra Cinco. Vaya un agradecimiento especial a mi querida amiga Araceli Ardón por su acompañamiento y asesoría editorial. También debo agradecer al Seminario de Cultura Mexicana, por la oportunidad de presentar este trabajo en el seno de tan prestigiada institución. Mi reconocimiento y profundo agradecimiento a Silvia Lira León, quien se encargó de la revisión y cuidado de la edición, así como de su formación. Su gran experiencia fue muy valiosa para la realización de este trabajo. No menos importante es mencionar el apoyo de mi familia, quienes han sido el sostén e impulso en los proyectos que realizo.


Elenco de Escritores



Alejandra Camposeco Fernando Pérez (F): Alejandra, muchas gracias por acompañarnos el día de hoy en esta entrevista. Alejandra Camposeco (A): Gracias, Fernando. (F): Ale, yo creo que platicar contigo es como platicar con diez personas a la vez, porque la vida que has vivido es como la que han vivido diez personas pero en una sola. Realmente todo lo que has hecho, todo lo que has vivido es algo extraordinario ¿no? (A): Sí, no niego que me he divertido mucho. La verdad, ¿qué te puedo decir? (F): Si quieres, vamos a hacer un recuento de todo lo que ha sucedido hasta antes de que iniciaras tu carrera como escritora. (A): ¿Qué quieres que te platique? Me tienes que preguntar porque si no, me hago bolas. (F): Por ejemplo, de tu viaje a Europa, de todas tus experiencias. Empiezas a trabajar y de repente llegas al viejo continente y tu vida cambia totalmente. (A): Sí, bueno, mi viaje a Europa vino a raíz del huracán “Gilberto”. No había trabajo y mi familia me dijo: “¿Por qué no te vas a Europa?”. Y recuerdo que lo más traumático para mí del viaje a Europa fue que en ese momento me di cuenta de la libertad, del concepto de la libertad que a veces lo puedes encontrar en muchos libros y cuando eres joven y quieres ejercer esta idea de la libertad. Pero hasta que yo no llegué ahí y salí del avión y todo lo que poseía lo traía en 7


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la espalda y vi que no traía dinero y dije: “Bueno, ¿y ahora qué hago, hacia dónde voy?”. Podía ir a cualquier país porque tenía un pase del tren de esos con los que puedes ir a todos lados. Y entonces es cuando te das cuenta de que la libertad conlleva mucha responsabilidad: es una cosa genial, pero por el otro lado, muy aterradora. (F): Te enfrentas a ti mismo, ahí descubres quién eres. (A): Sí. Me la pasé escribiendo muchos poemas, que después tiré a la basura. Me sentaba en Venecia y escribía poemas, me sentaba en Florencia y escribía poemas, me sentaba en España y escribía poemas, y luego ya pesaban más los poemas que mi maleta. Al final acabé tirándolos. (F): Pero fue una experiencia maravillosa ¿no? (A): Fue muy divertido, la verdad. (F): Y luego terminas en Grecia. (A): Estuve en Grecia, pero me caí y me rompí una pierna. Entonces un amigo mío, alemán, me ayudó y él me dijo: “Oye, me ofrecieron un trabajo, vamos un año a Asia” y me fui. Estuvo muy divertido. Estuvimos en Bali, Indonesia y Tailandia. (F): Otro mundo totalmente, otra cultura… (A): Sí, ahí encontré mi amor por lo budista. Para mí fue un choque. Yo tenía veintitrés años y sí, para mí fue súper interesante vivir ahí. (F): Descubrir otro mundo allá… (A): Sí, esa parte de mi vida fue muy divertida. Viajé dos años seguidos.


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(F): Pero fíjate, esa pura experiencia a cualquier persona le sucede una vez en la vida y para ti es una de las tantas muchas que has tenido. Y después regresas a México. (A): Sí, estuve viviendo en Cancún muchos años. Me gustaba mucho la playa, yo era fan del mar, y siempre dije que quería vivir cerca del mar. (F): ¿Ya habías vivido en Cancún? (A): Había estado un año antes de irme. Regresé a Cancún y estuve dos años ahí. De hecho mis dos hijas nacieron ahí. Estaba trabajando en restaurantes y haciendo otras cosas hasta que me casé y decidí tener a mi primera hija. Y cuando nació Val, dije: “¿Qué hago con mi tiempo?”. Tenía mucho tiempo entre hermanos y fue cuando empecé a escribir más en forma; me metí a los talleres y me metí a estudiar. (F): ¿Qué fue lo que estudiaste en Cancún, en dónde estuviste allá? (A): Lo primero que hice, déjame ver… pues escribí desde muchos años antes, desde que era pequeña estaba escribiendo diarios y esas cosas… (F): Pero ya en forma. (A): Ya en forma empecé con un taller literario con Alicia Ferreira, que era la directora de la Casa de la Cultura. Y empecé con ella a trabajar en su taller. Y más o menos, como seis meses después, yo ya tenía una cantidad inmensa de cuentos, porque además una de mis facetas es que soy obsesiva. Entonces cuando tomo algo, es “así, así”. Es una obsesión.


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(F): Te gusta hacerlo a fondo. (A): Sí, entonces estuve escribiendo cuentos y cuentos y más cuentos. Y entonces me dijo Alicia: “Oye, vamos a hacer una lectura aquí en la Casa de la Cultura y va a estar bien padre”. Entonces invité a un amigo músico con su guitarra y armé mi show. (F): ¿Hiciste un performance? (A): Sí, hice un performance y se llenó aquello. Fue una locura, fue muy divertido. Y entonces un muchacho periodista, Carlos Torres me dijo: “Oye vente y escribe un cuento en el periódico”. Uy, eso fue lo mejor. La primera vez que yo me vi impresa en el periódico, me sentía ¡wow! Decía: “¡No! ¡Qué bárbara!” (F): Una estrella. (A): Y entonces estuve un año publicando un cuento a la semana. (F): ¿En qué periódico publicabas? (A): En el Por Esto de Quintana Roo. Estuve ahí publicando, en la sección de cultura, todos los domingos. Y un día un amigo me dice: “Oye, va a haber un concurso de cuento corto, ¿por qué no entras?” y yo le digo: “No, porque yo necesito un cuento inédito y no tengo nada inédito”. Y él me decía: “Sí, búscale”. Y entonces encontré –recuerdo– un cuento acerca de una prostituta con un albañil. Tenía mentadas de madre y malas palabras. Y dije yo: “No, ¿cómo?” –porque yo escribía mucha prosa poética–, pero dije: “Pues, bueno”. Lo metí al concurso ¿y qué crees?: que gana. Y yo me moría de risa porque decía: “¡No! Este cuento ¡no!” (risas).


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(F): Según tú no era para concurso. (A): Sí. Bueno, pues gané el concurso de cuento corto. Vino Juan Domingo Argüelles a entregarme el premio y me dijo: “Está padrísimo esto que traes, esta onda. ¿Tienes más cuentos? Dámelos y te hago un libro”. Él era el director de Conaculta, de publicaciones en Tierra Adentro y entonces, de repente ya estaba yo publicada y tenía un libro a nivel nacional. Y pues ya, de ahí empezó mi carrera, la verdad. Y bueno, me dije: “Si me voy a tomar esto, me lo voy a tomar en serio”. Y como soy muy obsesiva, me dediqué a estudiar. (F): Pero en serio. (A): Sí, me dedicaba a estudiar muchísimo. (F): Déjame decirte que todos los cursos que tienes, de literatura beat, de talleres de poesía, taller de creación literaria con la maestra Mary Cruz Patiño, escritura de novela con el maestro Daniel Sada, el taller de poesía con el maestro Ricardo Yáñez, literatura beat con el maestro Vilanova, taller de creación narrativa con Alicia Ferreira, la forma como el sustento de la poesía con Miguel Aguilar, bueno, es una cantidad impresionante, ¿no? (A): Sí, también tomé uno de literatura grecolatina con Josefina Ramos. (F): Taller de análisis de cuento con el maestro Juan Antonio Ascencio. ¡Qué barbaridad! Es una cantidad impresionante. (A): Sí, inclusive Juan Ascencio era amigo muy cercano de Elena Poniatowska. Y en ese tiempo que es-


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tuve trabajando con ellos, me apoyaron mucho. Elena me regaló un montón de libros y me apoyó muchísimo. También, me estuvo enseñando. Entonces sí, sí he tenido mucha suerte. He sido muy obsesiva, muy necia. (F): Y ese gusto por el estudio, por la dedicación, ¿de dónde te viene? (A): ¡Ay! Desde siempre me ha gustado estudiar. Soy uno de esos bichos raros, te digo que debo de pertenecer a un mundo donde me encierras en una biblioteca, me dejas unas jarras de café y me quedo feliz, hasta que me empolve. (F): Hasta que devoras todo. (A): Sí. (F): Pero además, la capacidad que tienes de lectura es impresionante. Creo que has llegado a leer cuatro libros al día… (A): Sí, pero eso es heredado de mi papá. Mi papá lee así, y mi abuela también leía así. (F): ¿En serio? O sea ya es una cuestión… (A): Genética, yo creo. (F): Oye, pero leer cuatro libros al día, ¿logras captar? (A): Sí, hice una prueba el otro día y no me creías. Vi un papel durante un instante y después te dije lo que decía. (F): Así es, así es. Le pusimos un papel enfrente a Alejandra, y se lo quitamos en unos segundos. Ella nos repitió textualmente todo lo que venía escrito en


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esa hoja de papel. Es impresionante, pero con tanta información, supongo que llega un momento en el que hasta te puedes bloquear ¿no? (A): No, porque discrimino. Por ejemplo: mantengo toda esa información literaria, pero si me preguntas dónde está mi hija a las ocho, no me acuerdo en qué plaza, no me acuerdo cómo llegar. Escojo, soy muy selectiva de lo que me acuerdo. (F): Muy bien. Y después vienes a Querétaro y estudias en la SOGEM, la Sociedad General de Escritores Mexicanos. (A): No, la SOGEM la estudié en México. (F): ¿Ah, sí? (A): Sí, pero para entonces pues ya tenía un par de libros, creo que dos o tres. (F): ¿Cuáles tenías ya publicados? (A): Tenía el de cuentos, tenía… (F): El de cuentos lo publicaste allá en… (A): Ese sí, fue el primero que me hicieron, después venía una plaquette que es un poco como un poema épico sobre Chilam Balam y la fundación de Cancún. Ese se llama Olla de serpientes. (F): También se publicó allá. (A): Me lo publicó allá la editorial Presagio. Ya había ganado yo un concurso de cuento corto, digo, de poesía, el Marco Antonio… ¡ya ni me acuerdo! Pero me hicieron otro libro, que se llama Letras sonámbulas. Ese vino a complementar, porque en aquel tiempo es-


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taba yo en mi época de lo azteca y lo prehispánico –porque estudié también letras prehispánicas–, y entonces el de Letras sonámbulas es como toda la parte azteca. Son poemas a Quetzalcóatl y así. Yo ya tenía publicaciones cuando entré a estudiar a la SOGEM. Estuve ahí dos años. (F): Allá en México y ¿con quiénes estuviste allá?, ¿quiénes fueron tus maestros? (A): ¡Ah!, genial. Mira estudié con Eugenio Aguirre –que yo lo amo–, ha hecho muchísima obra muy importante, un escritor estupendo. Estudié con David Martín del Campo, que también es un escritor muy padre. (F): Sí, un gran tipo y gran amigo de mi familia. (A): Estudié con Marianne Toussaint, que es hija de Enriqueta Ochoa, una poeta genial de nuestro país. Estudié con… ¡ah!, ¿sabes quién? con Arrigo Cohen, el mejor lingüista; tomé lingüística con él. (F): Genial, el maestro. (A): ¡Ay, sí! Tuve muchísimos maestros. Con Mónica Lavín también estudié. Tuve muchos maestros muy importantes. (F): Una experiencia muy importante en la SOGEM. (A): Estudié la SOGEM y después de allí salí y dije: “Qué hago, qué hago”. Y me invitaron a un proyecto de un periódico que iban a hacer y que costaba un peso. Entonces imagínate, todo el mundo que se subía al metro compraba este periódico (que yo le decía que era el Playboy de los pobres porque en la portada traía


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una mujer desvestida). Pero me dieron una columna diaria, que se llamaba “¿Sabías qué?”. Y en esa columna escribía desde cómo reducir cabezas humanas, hasta no sé, si se me ocurría de Sor Juana, lo que se me ocurriera. Pero era diario, entonces fui haciendo mucho oficio. (F): Sí, te da una disciplina extraordinaria. (A): Y aparte nunca en la vida he recibido tantos mails. Diario me escribía gente y gente y gente, y de ahí me invitaron para hacer un suplemento para niños en La crónica hoy, que es otro periódico, y me dieron aparte una columna que se llamaba “Leyendo, lee” e hice una parte de entrevistas a escritores, otra parte de recomendaciones de libros. Entonces hacía lo que quería. Y un montón de revistas en las que estuve escribiendo ¿no? Pero eso era más por encargo: “Cómo fumar un puro”, “Cómo subirte a un avión” o no sé. Estuve trabajando de eso mucho tiempo. (F): Pero además eso te da oficio para la investigación, para tratar temas a los que uno no está acostumbrado. (A): Así es. Todavía no es la hora en que me fumo un puro, pero ya te puedo decir cómo se fuma. Creo que cuando escribía el artículo lo intenté y casi me ahogué, pero bueno... (F): Entonces esa fue la experiencia en el periodismo. (A): Estuve cuatro años en el periodismo y también pintaba, porque me dio por pintar. (F): ¿También ya habías publicado Tropo a la uña en Cancún?


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(A): Ah, bueno sí. Eso fue, el Tropo la revista, también estuve colaborando ahí con Miguel Ángel Meza, que tenía la revista y estuve escribiendo cuento con ellos. En esa época entré al Guillén y después hice otro libro. Te digo que ya no me acuerdo qué libros hice. ¡Ah, no! Después vine a Querétaro y entré a un concurso de poesía, porque me estaban dando lata mis hijas: “Ay, mamá, entra, entra”. Y entonces entré a un concurso de poesía, estatal y me lo gané. Entonces me hicieron una plaquette y… (F): Que esa fue… (A): Esa es esta plaquette que traigo aquí, que se llama Reconstrucción de los pecados. Y esto es el complemento del otro libro que nunca publiqué del Guillén, que ese libro está ahí, inédito todavía. Es un poemario, pero eso es sobre el génesis de la Biblia. De repente, ahora empecé a hacer un poco de poesía de amor para variarle, porque soy muy densa. Entonces ahora intenté hacer cosas diferentes. El primero que hay ahí es un poema de amor, entonces yo le digo que es mi poema sabinesco. Pero de repente, un tiempo estuve muy densa. Entonces este libro de poemas, saqué una plaquette. (F): ¿Quién te lo publicó? (A): Éste me lo publicó el Gobierno de aquí del Estado e hice otro con Miguel Aguilar, pero ese fue de cuento. Hicimos una plaquette de cuento que se llama Mientras esperas y el cuento que lleva este nombre, es un cuento sobre la migración a Estados Unidos. Ese cuento les gustó mucho y me lo compró Alfaguara y lo metieron a una antología de Alfaguara, que después se fue a las secundarias, donde lo regalaron.


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(F): Así que de repente ya estabas en todas las secundarias del país. (A): Sí, me han pasado cosas padres. (F): Eso es lo extraordinario: que muchas de las cosas que te han sucedido realmente no las has buscado, sino que te han llegado. (A): Sí, yo nunca he estado buscando cosas así… (F): Cosas que a lo mejor otra gente persigue toda su vida y no consigue. Y a ti se te dan así… (A): Sí. Bueno, se me dan pero el trabajo ahí está. Lo que pasa es que tienes que tener trabajo, porque cuando llegan las oportunidades y no tienes nada, ¿qué haces? Entonces tienes que tener trabajo, ráscale por aquí, ráscale por allá. Siempre hay que estar escribiendo. (F): Claro. ¿Y después de esta antología? (A): Para estas alturas ya tenía muchos libros, entonces ya no me acuerdo. Un día estaba sentada con una amiga en México, hace un par de años, y me preguntó: “Oye, ¿qué estás escribiendo?”. “Nada”, le contesté. Entonces me volvió a preguntar: “¿Y qué te gustaría hacer?”. Le respondí que me gustaría hacer un libro sobre alcoholismo, un ensayo y me dijo: “Llégale”. Y de repente ya me había contratado Vergara y tenía dos meses para acabar el libro. Recuerdo que esos dos meses no le hice caso a nadie en mi casa. (F): Trabajaste a contrarreloj ¿no? (A): Sí, trabajé muchísimo y mandaba y me regresaban, mandaba y me regresaban. Estuve escribiendo muchísimo esos dos meses.


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(F): Y ¿por qué el título? Cuando los elefantes rosas empiezan a volar. (A): ¿A poco no cuando ya estás bien “jarra” andas viendo elefantes rosas? (F): No, pues… no sé, me han platicado (risas). (A): ¡Cómo no! Se ven así los elefantes volando. De hecho ese era el título original de mi libro, pero la editorial dijo que había que ponerle un título más serio y le pusieron eso del alcoholismo y las emociones, porque hago un recorrido de la ira, la angustia, la autocompasión… (F): Pero entonces fue un trabajo a contrarreloj. (A): Así es. Es un libro muy bonito. Fíjate que este libro fue mágico. De repente ya estaba yo por todos lados, estaba en Europa, estaba en Amazon, estaba en Sanborns, en Gandhi y se empezó a vender muchísimo. Inclusive aquí, el Gobierno del Estado me compró muchísimos ejemplares porque les gustó mucho el libro, porque está muy sencillo para entender. Es lo más sencillo que he hecho, entonces lo presentamos y regaló como doscientos ejemplares. Regalaron muchísimos y de allí empecé a trabajar con chicos con problemas de adicciones. En un programa de gobierno trabajé con ellos seis meses, en un programa padrísimo que hicimos también aquí con el gobierno. (F): Claro, debe ser muy motivante ese trabajo. Oye, Ale, antes de empezar la entrevista estábamos comentando que tu bisabuelo fue el famoso compositor Carlos Chávez, ¿cómo fue tu infancia al lado del maestro?... bueno, de toda la gente con la que él convivía.


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(A): Fue una infancia rara. Pero siempre me he caracterizado por ser algo rara. Creo que desde pequeña ya estaba así la onda. (F): Bueno, pero eso te permitió acercarte de una manera directa a la cultura. (A): Sí, bueno, me torturaron mucho porque pretendían que yo tocara el piano ¿no? Y me pusieron profesores de piano por todos lados y a mí la música nunca se me ha dado, la verdad y azoto las teclas porque no hago otra cosa. Entonces eso nunca se me dio. Yo recuerdo que desde pequeña yo quería escribir, escribir y pintar es lo que a mí me gusta. Más la escritura, es mucho más para mí. En efecto, había muchos músicos desfilando por la casa. Ahí ensayaban. Estaba Eduardo Mata, María Teresa Rodríguez, o sea, pasaban y pues yo en vez de ir los fines de semana a las fiestas con mis amigos, me llevaban al concierto del viernes, al concierto del domingo. Recuerdo en la secundaria yo dormida ahí y mi abuelita pegándome porque tenía que estar derechita, ¿no? Y escuchando toda la música pero fue una época muy padre y de ahí viene un gusto enorme por la música clásica. (F): Sí, pero a lo mejor cuando uno es niño pues no alcanzas a apreciar. Como dices, tú preferirías estar en el parque, estar jugando, estar en otras actividades ¿no? (A): Sí, a mí me encantaba ir a los conciertos en donde era todo movido y se les rompían las cuerdas a los violines y era así todo agitado. Y cuando todo era tranquilo, yo decía “¡Ay, no! por favor, quiero irme con mis amigas, esto es una tortura”. Pero tuve la


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oportunidad de ver dirigir a grandes directores e inclusive llegué a ir al Met en Nueva York para ver a Zubin Mehta. Sí, tuve muchas oportunidades en lo que es la música clásica. (F): ¡Qué fantástico! (A): Esa parte de mi vida estuvo padre. (F): Te digo que has tenido como varias vidas en una sola ¿no? (A): Sí, he tenido muchas vidas. (F): Bueno, vamos a regresar a la cuestión literaria. Otro de tus libros es Reconstrucción de los pecados, cuéntanos de ése. (A): ¡Ah! ése es el que te digo que hice muchos poemas y me gané un premio de poesía aquí en Querétaro. Exactamente por qué entré a ese concurso, no me acuerdo. Creo que fueron mis hijas, que me estuvieron diciendo “mamá, métete, métete” y así. Después, fíjate que después del último premio que me gané, fue ese, no he vuelto a entrar a ningún concurso. (F): Oye, pero tienes una anécdota buenísima de una vez que no querías participar en un concurso y dejaste el material encima de una cómoda… (A): Así es, había hecho todo un poemario, el primero, el de totalmente azteca y muy largo y mucha imagen que si no sabes nada de cultura prehispánica, de repente te me pierdes en la poesía. Y lo llevé y lo entregué yo toda orgullosa y me dijeron: “No, no, no, no, ¿qué es eso? Absolutamente nadie te va a publicar eso”. Entonces regresé toda desolada a


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mi casa. Ahí estaba la nana de mis hijas y le dije: “¿Sabes qué, Martha?, esto no” y dejé el poemario sobre la cómoda. Ella lo tomó, lo metió en un sobre y lo mandó. Entonces para mí fue genial cuando lo gané, porque yo ni me había enterado que lo había mandado. Pero esa es una anécdota muy simpática, ella creyó en mí más que yo. Porque creo que eso me sucede: muchas veces no me tomo muy en serio. No hay que tomarse la vida tan en serio, supongo que al principio me tomaba la vida más en serio, ahora ya no. Ahorita estoy haciendo investigación para un libro. Llevo un año juntando información, voy a hacer un libro sobre… (F): …sobre el amor ¿verdad? (A): Sí. (F): Eso está muy interesante porque es una aproximación desde varios… (A): Desde diferentes ángulos, sí, así es. (F): Cuéntanos. (A): Pues mira, primero he estado leyendo muchísimo, cosas muy densas. Muchos ensayos, me leí a Paz, estuve leyendo a Rougemont y he estado leyendo uno de Mireles, que me acabo de comprar. Pero por otro lado, me voy a los mercados y he estado buscando recetas de brujería para hacer amarres de amor y por el otro lado, como estoy estudiando desarrollo humano y trabajo mucho con jóvenes, está toda esa parte de las relaciones vistas desde otro ángulo. (F): Abordas todas las vertientes.


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(A): Sí, ahorita estoy trabajando en eso, en este nuevo proyecto. (F): Y el resultado final qué va a ser, algo muy denso, algo muy… (A): No lo sé, tiene que ser algo muy sencillo. Yo ya descubrí que ya escribí todos los libros densos que tenía que escribir en poesía y el primer libro de cuentos tiene muchísima prosa poética. Entonces ahora quiero escribir más sencillo. Desde el último libro estoy escribiendo más sencillo. (F): Oye, ¿y el tema del vampirismo? (A): ¡Ah!, es que soy fan de los vampiros, ¿no te había contado? Soy fan, fan de los vampiros. En las noches, cuando no puedo dormir… ¿nunca te ha pasado que no puedes dormir y piensas algo lindo? Yo pienso en cuando me convierto en vampiro. (F): ¿En serio? (A): Sí, amo a los vampiros, todo lo que haría siendo vampiro. (F): Para ti los vampiros son algo lindo. (A): Sí, genial, aunque a veces digo: “¡Ay!, tener que comerme a las personas, ¿dónde dejaría sus cadáveres?”. Y entonces empiezo a pensar así. Siempre he tenido mucha imaginación. Con los niños en la escuela, los mato de risa con mis mariposas vampiro y todas las cosas que les cuento. Tengo hasta pulpos vampiro e invento muchos personajes cuando trabajo con los chicos. Cómo que ayuda mucho a las clases.*


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(F): Sí, porque además entre tus actividades que tienes está el ser maestra de siete grupos de secundaria que no son los más fáciles. (A): Tiene fama la secundaria de ser algo difícil, pero para mí es un reto y es algo padrísimo. Los amo a los chavos, la verdad y me encanta trabajar con ellos. (F): Y ellos están felices también contigo. (A): Espero que ellos también estén contentos conmigo y si no, pues ya ni modo. (F): Eres la maestra favorita. (A): No, pero sí me gusta mucho y entonces creo muchos personajes también para trabajar con ellos. De hecho hasta un día me dijeron: “Miss, ¿por qué no haces algo para niños? Tienes ya todos estos personajes”. Entonces igual también lo he pensado. Entonces igual hago un cuento para chavos. (F): Oye, pero todo este interés de los vampiros viene antes de esta oleada de… (A): Siempre me gustó leer de monstruos. Me gusta mucho la literatura fantástica y me gusta mucho leer cosas de monstruos. Me gustan los vampiros, los hombres lobo. Desde niña me dio por leer esas cosas. Y ahora con esto de El largo sueño de las cifras, me invitaron y me dijeron: “Danos dos cuentos” y dije: “¿Sabes qué? Ahora voy a hacer cuentos de mons* En el año 2016 se publicó Antonia y las mariposas vampiro, por Par Tres Editores; y en el 2017 El pájaro de fuego y otros cuentos alucinantes, por el Fondo Editorial de Querétaro. Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro.


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truos que nunca he hecho”. Entonces hice dos cuentos de vampiros que están aquí en esa antología. Uno viene en mi estilo nuevo, que es muy sencillo. El otro viene todavía en mi estilo más barroco, con mucha prosa poética y requiere como más tablas para leerlo. (F): Pues yo lo he leído ya varias veces y créeme que todavía no lo entiendo. Espero que algún día lo logre captar. (A): Son los cuentos de vampiros. (F): Está muy padre, pero no es una lectura fácil. (A): Es que me gusta, de repente me gana el lenguaje, porque amo las palabras. Soy apasionada de las palabras. (F): Ale, muchas gracias por esta deliciosa entrevista.


Araceli Ardón Fernando Pérez Valdez. (F): Araceli, muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista. Araceli Ardón (A): Muchas gracias a ti; me siento verdaderamente feliz de estar aquí. (F): De verdad te lo agradecemos y te apreciamos que te tomes estos minutos para acompañarnos en esta charla. Yo creo que habría muchos temas que platicar contigo, porque realmente tu trayectoria es muy, muy extensa, muy completa. Hay mucho de que platicar, pero si te parece bien, el día de hoy vamos a centrarnos en lo que es la parte literaria, es decir, cuál ha sido tu trayectoria hasta llegar a éste último libro que es justamente el que acabas de presentar. Pero si te parece bien, vamos desde el principio. ¿Cómo es que nace en Araceli Ardón la inquietud por la literatura? (A): Mira, yo escribo desde pequeña. A los once años obtuve un premio estatal… (F): Muy pequeña… (A): Sí, yo en ese momento estudiaba en el estado de Guanajuato y obtuve un premio de una descripción biográfica sobre Juventino Rosas. Creo que se cumplía un centenario de su nacimiento o de su muerte, no lo sé. Pero yo tenía once años y ya tenía un premio estatal de literatura. (F): Realmente una carrera muy precoz la tuya. (A): Sí, he leído desde que tenía cinco años. No concibo mi vida sin la lectura, porque es como, digamos, 25


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la comida que te nutre cada día. Para mí es la literatura. Y la lectura comenzó en mí de una manera natural, con enorme placer, como una forma de comprensión del mundo, como un mecanismo de introspección, para entender mejor mi interior, mi espíritu, mi alma y mi estructura psicológica. (F): ¿Qué leías a esa edad? (A): De niña leía los clásicos infantiles, desde los cuentos de Andersen o los cuentos europeos; ya más jovencita, pues a Julio Verne, a Emilio Salgari, los clásicos de la literatura juvenil y de aventuras; y en la adolescencia leí a los rusos, ya sabes a Pushkin, Dostoievski, estos grandes novelistas del siglo XIX que también junto con los ingleses como Dickens, los franceses como Balzac, como Víctor Hugo, como Dumas, hasta llegar en la adolescencia a los latinoamericanos. Me tocó en mi adolescencia coincidir con el gran Boom latinoamericano: por supuesto Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Vargas Llosa, García Márquez… bueno desde Rulfo, la novela de la Revolución mexicana… y seguí por el camino de la literatura hispanoamericana; ya después de terminar mi carrera, tuve la oportunidad de estudiar dos años con los grandes autores latinoamericanos. (F): Que esa fue una experiencia extraordinaria ¿no? (A): Fue maravilloso. La verdad es que yo tuve la oportunidad de vivir en la ciudad de Boston, en esta digamos, municipalidad que se llama Cambridge, donde se encuentran dos grandes universidades –hay varias–, pero están dos de las universidades más importantes del mundo: una es Harvard y la otra es el


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Massachusetts Institute of Technology, el MIT. Mi marido estudiaba en el MIT y yo tuve la oportunidad de estudiar dos años literatura. No tengo el grado, no tengo la maestría, pero iba a clases con autores de la talla de Carlos Fuentes. (F): ¡Qué barbaridad! ¡Imagínate, tener a Carlos Fuentes de profesor! (A): Un gran hombre. Carlos Fuentes era en ese momento más joven de lo que yo soy ahora. Carlos Fuentes tenía 55 años, no era el gran… bueno sí era un grande, pero no había alcanzado la estatura que tiene hoy en día. Era un hombre mucho más asequible, era un hombre sencillo, amable, era cordial; él sabía que se encontraba como minoría en una Universidad donde había unos quince premios Nobel. Entonces él era un desconocido para la mayor parte de personas. Tenía su estudio, su oficina a unos pasos del salón de clases, tú podías ir en cualquier momento, tocar la puerta: profesor tengo esta duda, igual que como con cualquier profesor. (F): Qué fantástico, ¿pero no fue el único? (A): No, no fue el único. En esa época, y al día de hoy, a Boston llegan los grandes cerebros del mundo. Tuve la gran oportunidad de conocer en persona a este submarinista, Jacques Cousteau, o a genios como Noam Chomsky, con quien tuve la oportunidad de comer, de reunirnos, porque Chomsky era amigo de un amigo y en esos medios no se siente como algo extraordinario. O de entrevistar largamente a Ernesto Cardenal, el poeta nicaragüense…


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(F): O sea, se vuelve tu cotidianidad. (A): Se vuelve algo cotidiano. Ahí tuve una amistad naciente, muy bella, con Hugo Gutiérrez Vega, que había sido rector de la Universidad de Querétaro y yo no tuve la oportunidad de conocerlo, porque cuando yo era niña él se fue al servicio diplomático y pasó de Querétaro a Italia, a vivir en Roma, en nuestra embajada, cuando yo era muy jovencita. Entonces no fue hasta que yo fui una mujer casada, estudiante de literatura, que pudimos ser amigos. Él era el agregado cultural de la Embajada de México en Washington. Y tienes la certeza, la convicción de que se puede ser escritor porque estás viendo a un escritor de carne y hueso, porque a mí me tocó ser como la guía de José Emilio Pacheco, de Carlos Monsiváis, de muchos mexicanos que llegaban a Harvard invitados para dar una conferencia, para estar ahí una temporada, una estancia, y entonces es una gran oportunidad que me dio la vida. Y ahí sí me convencí de que era posible vivir para escribir. Y eso he hecho. Aunque como dice Antonio Machado en aquel poema que se llama Retrato, que comienza diciendo: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero, mi juventud veinte años en tierras de Castilla, mi historia algunos casos que recordar no quiero”… y hasta el final donde dice “Y al cabo, (al cabo de mi vida) nada os debo, me debéis cuanto escribo, a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago”. Y así ha sido mi vida, yo he trabajado en la promoción de la cultura, he tenido una editorial, por muchos años yo


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he sido profesora universitaria para poderme pagar el lujo de escribir. (F): Sí, claro, porque el verdaderamente poderte dedicar –el poderte abstraer del mundo para dedicarte a escribir–, pues es un verdadero lujo. (A): Sí, y hay que pagarlo. (F): Alguien tiene que pagar la renta y alguien tiene que pagar la comida y de alguna manera tiene que salir y la verdad es que de los libros es muy difícil que salga. (A): No, no es posible, Fer, tú lo has vivido. El autor que vive de sus regalías prácticamente no existe. El propio Fuentes que era mi profesor y que ya tenía veinte libros publicados, cuyas entrevistas salían publicadas en las más importantes editoriales del mundo o sea lo entrevistaban gente del New York Times o del Fígaro, en Boston, cuando yo lo conocí ya era un personaje de talla internacional. Sobre todo por su trabajo como diplomático que le había dado estas tablas, este conocimiento de otros idiomas… Ni Fuentes, ni García Márquez, en sus inicios: él era editorialista, daba clases en el Centro Mexicano de Escritores, daba clases de guion cinematográfico en La Habana, ya ves que era gran amigo de Castro, y por supuesto era reportero hasta 1966, hasta que escribe Cien años de soledad. Y bueno, por fortuna, las diosas del Olimpo lo favorecen con una carrera meteórica en la literatura. Pero el mismo Vargas Llosa lo ha contado en La tía Julia y el escribidor, él fue traductor para la UNESCO en Jalisco… Yo hace poco leía sobre César Vallejo, este gran poeta peruano, que es la gloria del


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Perú, vivió en Paris en una forma infrahumana en los años veinte del siglo pasado (siglo XX). (F): Pues sí, realmente una profesión que no es noble en el sentido económico, pero que sí nos deja muchísimas satisfacciones, ¿no es así, Araceli? (A): Bueno, no se puede de otra manera. Mira, si tú traes el gusanito, el bicho de la literatura en la sangre… es como el músico, es como la bailarina: no puede dejar de bailar. Y si es necesario que ella venda su herencia para adquirir la ropa, para bailar en el escenario, el aplauso del público esa noche después de la función de ballet, vale más que tres coches. (F): Oye, Araceli, en tu caso ¿cuál fue tu primera publicación? (A): Fíjate que yo empecé a publicar una revista en la Preparatoria del Tecnológico de Monterrey campus Querétaro, donde yo era profesora. Y de ahí continué con una revista que publiqué en Boston, en español, llamada Comunicación, para la comunidad hispanohablante. (F): ¿Publicabas artículos o publicabas cuentos? (A): Publicaba artículos, entrevistas, cuentos, poesía… Te estoy hablando de unos años anteriores al internet, a los teléfonos celulares… (F): Cuando realmente publicar costaba trabajo… (A): … y las computadoras personales. Estamos hablando de la prehistoria. Hacíamos las galeras de una forma tipográfica. Cuando regresamos a Querétaro, mi marido y yo, fundamos una editorial y él publicó


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una revista cultural de los años 1986 a 1989 y continuamos con esta empresa hasta el año 2006. Mientras tanto yo fui profesora universitaria y de preparatoria, de literatura. Y uno de mis cuentos tiene que ver con esa vivencia, se llama Lucía. Está en el libro Falsos silogismos de colores. Entonces ésta profesora, Lucía, trabaja para una preparatoria privada para muchachitas en un colegio católico, y sufre mucho por como las chicas la trepan cada día. Pero es un sufrimiento que después se puede convertir en un cuento. (F): Entonces fundas esta editorial y ahí continúas publicando. (A): Ahí continué publicando, este libro es de esa época. (F): Las historias íntimas de Don Eulogio, que es una literatura deliciosa, la he disfrutado muchísimo, con un estilo muy amable, muy sabroso, de eso libros que da gusto. (A): Muchas gracias. Son muchos personajes, incluso una licuadora, para dar vida a don Eulogio. Son muchas personas de la vida real cuyas historias te van dando una pieza de un rompecabezas. Entonces tomas de aquí una narración de cómo se enamoró la señora que es tu vecina y tomas de acá otro pedacito de qué le hizo alguien a alguien y salió en el periódico. O ves una película o escuchas una canción en el radio y todo el día somos esponjas que absorben historias. (F): Ese es el problema de ser amigo de un escritor: que todo lo que viven puede convertirse después en…


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(A): Pero lo conviertes, mira, en lugar de ser Fernando Pérez Valdez, se llama, no sé, Efraín López… (F): Si, pero el que se siente aludido de repente dice: “¡Ah!, yo conozco esa historia”. (A): Pones que vive en Piedras Negras y haces una investigación sobre cómo se vive en Piedras Negras. (F): Es lo que te iba a preguntar, ¿este libro de Historias íntimas de la casa de don Eulogio, de qué época es? (A): Abarca el siglo XX. Yo creo que don Eulogio debe ser un hombre que nació en la década de los veinte, y es su nieta la que cuenta la historia. (F): ¿En qué año se publica este libro? (A): En 1998. Se publicó don Eulogio y luego siguieron otros libros. Hay uno que fue para niños, del cual no tengo yo ningún ejemplar porque me lo contrató el Instituto Electoral de Querétaro para dar a conocer los valores de la democracia a los niños de todos los estados. Se llama La pandilla de Miguel, y fue un trabajo por encargo en el que decían: todos los valores de la democracia, todos, todos, hay que meterlos, y que lo puedan entender los niños de la sierra, del semidesierto, niños de origen indígena y niños de la ciudad. (F): Un gran reto ¿no? (A): Sí. Y de los once años a los dieciséis. Así que yo tuve que hacer esos personajes. (F): Araceli, además de éstas, ha habido otras publicaciones, cuéntanos de esas otras publicaciones.


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(A): Se llama El arzobispo del gorro azul. Es una serie de cuentos, que está totalmente agotado, yo tengo un solo ejemplar. Y ese libro, la verdad, yo creo que valdría la pena reeditarlo. Voy a darme a la tarea de buscar un editor, porque incluso ya lo tengo traducido al inglés. Son historias queretanas y creo que es un librito de cuentos muy delicioso. Y recientemente, el último es Falsos silogismos de colores. Dentro de la literatura. (F): ¿Este con qué editorial fue? (A): Se llama Casablanca editores. Ellos son un colectivo de jóvenes talentos que hacen lo mismo páginas web, bueno, las mantienen, no solamente las diseñan sino que les dan todo el contenido que requieren sus clientes. También hacen audio, grabación de video, hacen documentales… (F): Oye, muy entusiastas. (A): Muy entusiastas, muy talentosos, muy capaces, y ahora incursionan en el mercado editorial. (F): Oye y qué fantástico que tú, con esa trayectoria tan importante que tienes, con ese bagaje, te pongas en manos de jóvenes para que ellos te hagan la publicación, realmente eso habla muy bien de ti. (A): Los jóvenes son el futuro y si te pones en manos de los jóvenes tendrás futuro. Si te pones en manos solamente de las personas experimentadas tu tiempo está contado, está acotado por lo que ellos puedan trabajar, la forma en que ellos trabajan coinciden con esquemas ya anteriores, tanto en equipo como en bases de formación en cuanto a las técnicas, en cuanto


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al contenido. Si tú te pones en manos solamente de personas muy experimentadas, su experiencia fue adquirida hace veinte años, entonces tú estás apostando a lo que ya ocurrió y ya no volverá. (F): En cambio, los jóvenes, déjame decirte que nos enseñan mucho. Realmente nos descubren un mundo que para nosotros ya estaba pasando y que nos ponen al día, nos van introduciendo en este nuevo mundo de tecnología, de información. (A): Yo sabía que existía una red social llamada Instagram, pero es apenas recientemente que me doy cuenta del alcance del Instagram. Yo he estado trabajando siempre en Facebook, ya llevo más de diez años, o en Twitter, pero es imposible para la vida de una sola persona estar manejando sus mensajes de texto, sus redes sociales, y al mismo tiempo vivir. (F): Y sin embargo, los jóvenes nos dan esa oportunidad de introducirnos a ese mundo tan maravilloso. (A): Así es. (F): De los libros que has publicado, Araceli, tenemos novela, biografía, en este caso tenemos un libro sobre la vida de Fray Junípero Serra. Esta fue una investigación muy importante que hiciste. (A): Junípero Serra es una figura central en mi vida. Durante muchos años he seguido su ejemplo, su filosofía, su manera de entender el mundo. Éste fue un colonizador, un hombre que estudió teología e idiomas. Él originalmente hablaba catalán, nació en una de las islas Baleares en Mallorca. Estudió su doctorado en teología, se convirtió muy joven en profesor en


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esa misma Universidad, bibliotecario, muy destacado, muy brillante. Él ansía conocer el Nuevo Mundo y entregarse a las Misiones. (F): Renuncia a todos esos honores que tenía en su lugar de origen. (A): Y en la Semana Santa de 1749 se despide de sus padres, se viene de Palma de Mallorca a Málaga, de Málaga a Cádiz, de Cádiz a Puerto Rico, de Puerto Rico a Veracruz; de abril a diciembre de 1749. Así duraban esos viajes. (F): Una vida extraordinaria. Una investigación extraordinaria, muy grande y muy minuciosa, la que tuviste que hacer para escribir sobre Fray Junípero Serra del cual justamente coincidió con la canonización de este personaje tan importante. Realmente esto es parte del trabajo que realizas como escritora. (A): Sí, tiene uno que investigar, pasarse muchas más horas en investigación para crear un corpus, es decir, un libro antes de ser editado. (F): Es decir, como un andamiaje que va a sostener lo que tú vas a escribir… (A): Sí, muchas veces escribimos tres veces más que lo que se publica. Es decir, para un libro que en páginas, impreso, abarca unas doscientas páginas. (F): Sí, tú tuviste que escribir muchísimo más, e investigar muchísimo más. (A): Sí, unas ochocientas cuartillas de computadora. (F): Es un trabajo muy solitario, un trabajo de muchas horas y que no se ve. Ya cuando está el libro


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terminado parece como que únicamente fue eso, pero realmente hay mucho más atrás. (A): Sí. Pareciera que García Márquez se sentó en su computadora –bueno, él escribía en máquina de escribir–, le pasaba a un amanuense sus páginas impresas a máquina de escribir y ese amanuense las convertía en archivos de computadora, pero pareciera que el hombre se sentó dictado por la musa en sus oídos: “… y muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar la tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo…” No es verdad, pasan muchos años antes de lograr una entrada como esa. A veces la entrada, el título, es lo último. (F): Quiero preguntarte, Araceli, para concluir esta entrevista: ¿qué viene para adelante?, ¿qué nuevos proyectos vienen después de este Falsos silogismos de colores, que es tu más reciente publicación, ¿qué viene después? (A): Por lo pronto, quisiera ver traducidos al inglés los cuentos de Falsos silogismos, el de El Arzobispo del gorro azul y de las Historias íntimas de don Eulogio, porque estoy segura que la literatura en el futuro tendrá que ser traducida al inglés para llegar a las plataformas. Lo que más me interesa no es escribir algo nuevo, inédito, tengo libros inéditos, sino abrirme camino a través de los libros para dispositivos electrónicos. Necesito encontrar el camino para que desde el punto de vista de la mercadotecnia, se vendan en las plataformas mundiales, tanto en español como en inglés. Ese será mi siguiente proyecto.


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(F): Pues es un proyecto muy interesante y estamos seguros de que muy pronto lo estaremos viendo en estas nuevas plataformas. Bueno, no tan nuevas porque ya llevan un tiempo, pero vamos a decir la nueva forma de ver la literatura, ya no tanto en el formato tradicional, sino en formatos más accesibles, más universales. (A): Sí, el papel es una belleza, pero es un objeto como del Romanticismo. (F): Araceli, te agradecemos muchísimo tu disposición, tu tiempo, sabemos que siempre andas muy ocupada, muy atareada, así que realmente es un honor, es un privilegio, el poder contar contigo en esta entrevista. De verdad te lo agradezco mucho. (A): Fue un verdadero placer, estoy a tus órdenes.


Arturo Santana Fernando Pérez (F): Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista, maestro Santana. Hay muchas cosas que quisiéramos saber, pero quizá debamos empezar por el principio: ¿cómo y cuándo comienza a escribir? Arturo Santana (A): Corrían los primeros años en la década de los setentas, estoy hablando de 1974, allá en Guadalajara, Jalisco, mi estado. Había circunstancias difíciles en aquellas fechas, y tan difíciles que angustiaban: las luchas políticas, las emergencias sociales. Y me vi de pronto involucrado en algunas de esas circunstancias: agolpadas en el pecho, agolpadas en el cuerpo. De alguna manera –no sé cómo–, empecé a escribir. Hablo de mayo, junio de 1974. De pronto empecé a escribir. No queda muy claro acerca de qué, pero alguna fuerza interior me decía: “Arturo, ponte a escribir”. Me puse a escribir cosas relacionadas con las luchas de aquellos años, las luchas estudiantiles, las luchas políticas, las rebeliones insurgentes. Por supuesto que nunca me he atrevido a publicar esto, porque era más evidencia de la necesidad de expresar, de decir, que de hacer literatura. (F): Sin embargo, para usted la necesidad de expresarse no es suficiente para que un escritor sea considerado como tal. (A): Es cierto. Habría que pensar: cuándo está uno preparado para responder a la pregunta: ¿eres escritor?, ¿cuándo es que uno se concibe como escritor?

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Por supuesto que en esas fechas, mayo, junio de 1974, no me consideraba un escritor, de ninguna manera. Tal vez un profesor rural, un joven involucrado en las luchas políticas, un hombre joven, muy joven, involucrado en las existencias difíciles de quienes vivieron en esa década. Pero de modo inconsciente, haciendo el espacio, abriendo paréntesis entre el trabajo y las tribulaciones diarias, me veo de pronto en un café del centro de la ciudad, escribiendo. Escribiendo yo sólo en una mesa. Uno tras otro, los borrones, los párrafos, las líneas amontonadas, urgentes sin una idea clara, sin una idea estética, simplemente la necesidad de decir. Podríamos decir que ese fue el origen, que ese fue el principio, la necesidad de decir. Pero eso no es literatura. Además de la necesidad de decir, debe haber una intención estética, no sólo decir, sino decirlo de cierta manera. (F): Y como resultado de esa necesidad de transmitir ideas y emociones, nace el proyecto de Paterna Vía ¿no es cierto? (A): Digamos que mi primer proyecto de escritura poética es el poemario Paterna Vía, porque en él hay una lid de la memoria respecto de la realidad. Es un poemario que inició en 1977. Pero tampoco sin una idea clara de lo que estaba haciendo. En el café –lo digo con la prueba de que conservo agendas con las fechas de aquellos años, en donde están los textos manuscritos–, por supuesto en el café, en el café Madoka, ahí en Guadalajara, en el centro de la ciudad. Pero hay una idea constante en estos textos, inspirados en José Carlos Becerra, en las escrituras de Vicente Alexandre, en las lecturas de Alberto Rojas, en


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los versos de Pablo Neruda. Se trata de un ajuste de cuentas. Es un poemario que se publicó aquí en Querétaro en 1987. Fue mi primera aportación poética en Querétaro. Apareció en El Ruido de las Letras, el suplemento cultural de Noticias de Querétaro en agosto de 1987. (F): En este proyecto, Paterna Vía, usted evoca los recuerdos de su padre. (A): Exacto. Es un reclamo que el hijo le hace al padre alrededor de treinta años después de sus fechorías, –las del padre–. Paterna Vía adquiría una definición unitaria en un cuaderno que Nuria Boldó y Manuel Cruz editaron en 1994. Digamos que a partir de ese cuaderno puedo decir: “aquí hay un escritor”; aunque cuatro años atrás, en 1990, mi amigo José Luis Sierra me había publicado en una colección para chavos –yo ya no estaba tan chavo–, pero me invitó a publicar y entonces publiqué Fugas en mi menor. Paterna Vía comprende este periodo de 1978 y hasta 1983, está cercado por estas fechas. Fueron cinco años de escritura constante, ocupado exclusivamente en el tema: un hijo le reclama a su padre su ausencia, su desamor, su vacío. Pero muy a su pesar no lo puede odiar, aunque haya un verso por ahí que lo diga, pero es retórica, simplemente es retórica. Paterna Vía ha sido reseñado por Luis Alberto Arellano con mucha propiedad. Se reseñó en la ciudad de Guadalajara, en la Ciudad de México, en algunos periódicos nacionales se hizo mención de eso, pero sin lugar a dudas la reseña de Luis Alberto Arellano es la más cercana a las intenciones del original.


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(F): Después de Paterna Vía viene el proyecto Fugas en mi menor. (A): Sí. El de Fugas en mi menor en 1990 es un proyecto… no sé si quepa el adjetivo de experimental. Son cuatro poemarios en el interior, cuatro fugas y tienen unidad poética distinta. Sólo y mi alma. Hay una elegía por la muerte de un amigo muy querido, entrañable, Víctor Eladio Hernández Castillo, allá de Guadalajara, compañero mío de generación en la Escuela Normal de Jalisco. Hay otro poemario que habla sobre el deseo, principalmente la presencia del deseo como acicate de vida. (F): Luego vendría Alba Nuestra de Cada Día, con el tema del amor. (A): Sí, son estos clásicos poemas de enamoramiento. ¡Ay, de aquel poeta que transitó sus primeros esfuerzos sin haber hablado del amor! Y yo extraño en la poesía de los jóvenes de ahora, extraño el texto amoroso. Lo que le da sentido a nuestra existencia es justamente el amor y extraño a los escritores posmodernos que no solamente no escriben sobre el amor, sino que no saben abordar el texto amoroso. Acaso por el riesgo enorme de escribir poesía amorosa. Es mucho riesgo porque tenemos miles y miles de años escribiendo poesía sobre el amor, de manera que escribir un texto amoroso sin reiterar lo que ya se ha dicho es muy difícil. Tal vez los escritores del presente no quieren arriesgarse por algo que acaso no valga la pena. (F): Después se viene usted a vivir a la ciudad de Querétaro ¿no es así, maestro? Y aquí escribe el poemario De luz y tordos negros.


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(A): De luz y tordos negros lo publicó la Universidad Pedagógica Nacional en 1998. Este poemario –ya radicado yo en la ciudad de Querétaro, como dices–, es una especie de reconocimiento y agradecimiento a esta ciudad. De manera que puede verse ahí el asombro, la sorpresa, la idea de que vivo en una ciudad rica, muy rica, históricamente reconocida por su presencia en el espectro de los estados de la república, como una ciudad extraordinaria. Así lo dejo ver en este poemario en donde agradezco la bienvenida a muchos amigos que he formado en mis treinta años de estancia en la ciudad de Conin. Uno de los primeros amigos que hice en esta ciudad fue José Luis Sierra – diríamos, el primero–, el primer queretano con el cual conversé acerca de literatura y, de manera particular, de poesía. José Luis Sierra, que en paz descanse. Con él formé parte de tertulias y encuentros con Salvador Alcocer, que en paz descanse, también, con Florentino Chávez, con Manuel Cruz, y un poco más tarde con Francisco Cervantes, cafeteando y hablando de letras. Hay muchas distancias entre los escritores: históricas, culturales, de formación, etcétera. Pero ese objeto común, el de la literatura, particularmente el de la poesía, nos permitió vincularnos a través de la palabra oral como circunstancias de café. (F): Y después, ya en su búsqueda de formas poéticas, usted se acerca al erotismo. (A): Después de De luz y tordos negros, siguió esa parte erótica, lúdica, más cercana al juego y a la descripción formal, realista, seria. Me refiero a La iguana. Es un poemario para gozar, disfrutar. Les digo a mis alumnas: “Por favor, cuando lo lean, procuren es-


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tar acompañadas de alguien que las ame, y si pueden leer haciendo algo más ameno que la lectura, pues háganlo e incluso dejen el libro por ahí y dedíquense a cosas más sutiles para el espíritu”. Se agotó, por supuesto. Lo publicó el Fondo Editorial del Gobierno del Estado en la colección Peces Voladores en el año 2000. (F): Y después le dedica un poemario a la maestra Nuria Boldó. (A): En efecto, después vino el poemario a Nuria, con el cual le doy un homenaje, un reconocimiento tardío. No se me ocurrió hacerlo cuando ella estaba en vida. Se nos fue a Barcelona en 1995, en el mes de mayo y regresó un año después, derrotada, en el sentido existencial del término. Un cáncer que estaba minando desde el interior su salud y proyectos frustrados que no llegó jamás a ver. Finalmente, se nos fue en diciembre del 97. Yo escribí un poema muy breve en el 97, una cosa muy breve, más como una demanda de quien dirigía una revista en la Universidad Autónoma de Querétaro. Y una vez que tuve el ejemplar de ese número especial y leí mi texto, sentí tristeza. ¿Cómo es posible tanto afecto, tanto amor a Nuria Boldó y no me mereciera algo más que diez líneas en un poema carrereado? Entonces se me ocurrió, a partir de ese momento, escribir algo más lindo y escribí Nuria, un poemario cuya edición se realizó a mediados del año 2000, y bueno, con ese escaso monto de su edición, fue presentado en la ciudad de San Luis Potosí. Porque la edición estuvo toda hecha a mano por Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, en esta técnica de reproducción manual y en tinta. Sólo treinta ejem-


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plares. A partir de entonces, el poemario ha adquirido vida más desde mi sitio que desde la publicación. (F): Uno de sus más bellos y sensibles poemarios, maestro. (A): De algún modo esta ciudad de Querétaro le debe un reconocimiento público a Nuria Boldó, porque la presencia de La pajarita de papel, primero en Pasteur y después ahí en el cambio de ruta, era un lugar para el arte, para la lectura, para la cultura. Muchos eventos transcurrieron entre finales de 1989 y mayo de 1995, cuando su partida. En ese poemario editado todo en serigrafía por Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, y el apoyo de Luis Alberto Arellano, esos treinta ejemplares por supuesto se agotaron inmediatamente. Sin embargo, la edición existió y lo contamos en el inventario de los poemarios. Una hermosa edición que he agradecido profundamente a mi paisano Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio. Recordemos que Nuria Boldó formó parte de las utopías del siglo XX, de la segunda mitad del siglo XX, en tanto se entregó también a las luchas revolucionarias radicales desde algunas organizaciones que se destacaron en los años 70. (F): Curiosamente en el año 2000, usted ve publicadas, casi simultáneamente, tres de sus obras. (A): Fue un año de mucha suerte para este escritor, porque efectivamente en ese año se publicaron tres poemarios casi simultáneamente: el de La iguana, el de Nuria y uno más que editó la Universidad Nacional Autónoma de México con el título de Desde el asombro. Me atosigaron los tres poemarios porque ya


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tenía una invitación a Morelia, que una invitación a San Luis Potosí, una lectura en Guadalajara, etcétera. Lo que no había hecho con los anteriores lo hice con estos tres juntos, amontonados, que no merecieron una reseña local aparte de algunos textos de algunos amigos generosos. (F): Y luego vendría En el ojo del huracán, medida. (A): Así es. Con ése son siete poemarios: Paterna Vía, Desde el asombro, La Iguana, el de Nuria, el de Fugas en mi menor, el de Alba nuestra de cada día y un esfuerzo muy cercano a nosotros, pertenece a 2012, es este de En el ojo del huracán, medida. Es una lectura que dos amigos locales, José Manuel Velázquez y Benjamín Moreno, hicieron el favor de leer la obra en su conjunto y hacer una selección en el 2012, con el título de uno de los versos de un poema no incluido. Bueno sí, pero no. Ahí, en el prefacio, se explica esta circunstancia. Es un recorrido muy breve sobre los poemarios de cuarenta años de escritura. No es mucho, pero diría alguien por ahí: “es todo lo que tengo”. (F): Oiga, maestro y como parte de su quehacer literario, usted ha realizado una intensa labor de promoción y análisis de la poesía en Querétaro. (A): Hay escritos por ahí una veintena de ensayos que abordan temáticas, principalmente locales, porque me he ocupado de seguirle la pista a los escritores más connotados de la literatura en Querétaro. Hablo de Humberto Carreón, Francisco Cervantes, José Luis Sierra, Salvador Alcocer, porque necesariamente se trata de figuras que forman parte del arcoíris local.


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Hay un interés por darle seguimiento a la obra de estos autores a partir de la década de los años treinta y hacia nuestro presente. Y bueno, la mayoría de los ensayos están publicados y pueden consultarse en el sitio web www.desdeelasombro.com.mx. Ahí están abiertos al escrutinio de los interesados en la poesía local. En este sentido, además de haber compartido con ellos esta extraña obsesión por seguirle la pista al quehacer literario, nos hemos dado cuenta de cómo la tradición se enlaza con nuevos escritores locales: Miguel Aguilar, Manuel Cruz, Luis Alberto Arellano, José Manuel Velázquez; es decir, hay un conjunto de propuestas que nos permiten afirmar que la tradición literaria en Querétaro está viva, toda vez que hay proyectos de revistas, de novelas, de escritores en su conjunto, que denotan el interés por darle continuidad a partir de las nuevas circunstancias. En el año 2010 invitamos a un grupo de estos jóvenes que han venido participando y construyendo la nueva literatura. No es posible identificar con claridad qué será de ellos como escritores, en tanto que sus proyectos están en marcha, están vigentes y esperaremos un poco para tener una idea más clara de sus trayectorias y la calidad de sus escrituras. Tal vez cinco años más nos darán un panorama más claro de dónde están, quiénes son y cuál es su aportación a la historia de la literatura local. De manera destacada podemos señalar a José Martín Hurtado, un escritor polifacético, el Dr. Martín Hurtado ha escrito recientemente una obra muy importante sobre la función social de la poesía y hace un corte en el siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Hay que seguir de cerca este estudio porque se


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trata de un itinerario no tanto de autores, que los hay, sino de circunstancias sociales que están subrayando cómo la literatura desempeña una función en tanto te ofrece testimonios de acontecimientos que forman parte de la microhistoria de Querétaro. En este sentido, hablemos de que es una obra muy importante la del Dr. José Martín Hurtado. Por otro lado podemos señalar que la existencia de la tecnología, de la comunicación, de la información moderna, ha tenido su impacto en la literatura. (F): También la tecnología ha impactado. (A): En efecto. Es posible advertir cómo a través de sitios web y de blogs, del facebook, cómo hay esfuerzos para hacer de estas tecnologías los soportes más vivos de lo que estamos haciendo en la ciudad en materia de escritura. (F): Además hay labor de promoción, que no sólo es individual. (A): Efectivamente, cabe destacar el esfuerzo de aquellos que no sólo hacen de la escritura un proyecto personal sino también lo comparten con la comunidad. Entre ellos podemos mencionar a Par Tres y otros esfuerzos de quienes vienen haciendo y fungen en las páginas electrónicas, una vitrina para mostrar lo que está ocurriendo en la ciudad de Querétaro. Hay que estar atentos a esto, porque se trata de esfuerzos y de iniciativas personales que no trascienden el sitio en el que están expuestos y cabe el riesgo de que la historia de esta trayectoria literaria en nuestro estado sea desconocida por los escolares, sea desconocida por los estudiantes de secundaria. Los estudiantes de ba-


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chillerato, si acaso reconozcan con mayor propiedad las virtudes de otras literaturas y desconozcan enormemente lo que se hace en la ciudad. (F): Habría que darles más difusión. (A): En efecto, estoy hablando de la necesidad de una mayor difusión en el quehacer literario de nuestro estado por los naturales o avecindados en la ciudad. Es necesario difundir con mayor pertinencia a las escrituras de nuestros escritores locales. En esa dirección podemos hablar de una gran cantidad de muestras de antologías, tanto como de poesía como de narrativa y que señalan esta necesidad de mayor difusión. (F): ¿Y en cuanto a la dramaturgia? (A): La dramaturgia local se ha fortalecido con talleres de dramaturgia que han venido ampliando el espectro de lo literario con la aportación de los talleres y los dramaturgos locales que han venido incentivando a los jóvenes para que se dediquen a esta labor. (F): Maestro Santana, en lo personal ¿qué viene para adelante? (A): Bueno, tengo tres poemarios inéditos esperando su luz, durmiendo el sueño de los justos. Hay un poemario allá en la ciudad de Guadalajara que está haciendo fila, porque deben saber que como en la tortillería, también hay que hacer fila para que te publiquen y muchas veces la fama no sirve, no vale un kilo de tortillas, pero uno se atiene a ella porque estamos permanentemente en busca de lectores. Hay un poemario titulado El polvo de los girasoles, está ahí en Guadalajara, haciendo fila, esperando su turno para


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ver si alguna editorial jalisciense se toca el corazón y nos publica. Hay un poemario inédito por ahí y cuyo título me reservo. Y luego tengo un poemario para niños que también está esperando su turno, esperando mejor suerte que la de estar guardado ahí en el cajón. El Gobierno del Estado no publica poesía para niños, además nadie me ha llamado y nadie me ha requerido texto para niños; está ahí y sigo escribiendo. (F): Maestro Arturo Santana, le agradecemos enormemente el tiempo que nos ha dedicado para esta entrevista.


Cóatl Sandoval Fernando Pérez (F): Cóatl, un gusto platicar contigo. Cóatl Sandoval (C): Muchas gracias por la invitación, Fernando. (F): Antes de empezar la entrevista con Cóatl –que es un personaje que no tiene identidad y que es un ser etéreo–, necesitamos primero platicar en dónde vive Cóatl, y él vive dentro del cuerpo de Carlos Sandoval. Entonces, necesariamente hay que platicar primero con Carlos, ¿no? (C): Yo creo que sí. La división aquí es un poquito difícil. Quizá las redes sociales, facebook, twitter, instagram e internet permite todo ese tipo de cosas más fácil, pero más que vivir en un cuerpo, son dos facetas de una misma persona. (F): Okay, vamos a hablar de la faceta de Carlos. Tú naces en la Ciudad de México, ¿cómo te vienes a Querétaro?, ¿cómo es que llegas a estudiar? (C): Como la mayoría de todos que nos vinimos por la familia. Yo me vine con mi familia a la ciudad de Querétaro, ya hace veintitantos años. Ya estamos aquí bien establecidos. Y aquí tuve toda mi educación, estudié en varias escuelas de aquí de Querétaro y terminé en la Universidad del Valle de México. (F): Y ahí es donde estudiaste Medicina. (C): Así es. Y después de estudiar medicina en México, me fui a Buenos Aires a estudiar el máster y otros

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estudios especializados en Medicina Estética; no es una especialidad hospitalaria tal cual, sino es un posgrado. (F): La Medicina Estética ¿qué es en sí? (C): La Medicina Estética son procedimientos muy mínimamente invasivos para mejorar, como bien dice la palabra, la estética del paciente, lo que hace agradable a los ojos. Tuve la suerte y la muy buena fortuna de encontrar varios amigos también médicos aquí en Querétaro y fui el fundador, el presidente fundador de la Asociación de Medicina Estética de Querétaro. Estamos trabajando en una práctica segura por la Medicina Estética. Como veras, mucha gente confunde o piensa que por escribir o por ser escritor, ya la Medicina queda a un lado. Pero no, sigo en práctica; o sea, mi consultorio está activo y estoy trabajando, en la Asociación estamos a favor de una práctica médica segura. (F): ¡Ah, qué padre! Y este posgrado lo realizas en Buenos Aires y… (C): Fue un momento de madurez total. Salir de la carrera, salir de la casa, irte a otro país con una maleta de diecisiete kilogramos sin saber a dónde llegaste, una cultura diferente. Nunca me había separado de la familia. Creo que eso es importantísimo. Si estoy aquí en este momento es gracias a ellos, pero sí, ahora sí sólo ¿no? Y llegar a un hostal y conocer a mucha gente y una ciudad… (F): Pero te da mucha madurez, te ayuda a crecer, a valerte por ti mismo.


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(C): Sí, justo hoy en la mañana platicaba con Tony, un amigo colombiano y le decía que gracias a conocer a varias personas en ese momento, fue que inicié en este camino. Me di cuenta que había una faceta que quizás había estado, no olvidada, pero sí rezagada por los estudios y que también era importante atenderla. (F): ¿Y cómo fue tu experiencia en Buenos Aires? (C): Hermosa, adoro Buenos Aires y fue maravilloso meterme ahí. Me trataron muy bien y ahí conocí grandes amigos. De hecho, dos de mis mejores amigos, mexicanos, los conocí allá. Una de ella, Daniela Miramontes fue la que tenía un blog y por ella también me animé a escribir en un principio. Entonces, te insisto, fue una experiencia padrísima. Culturalmente hablando es una ciudad que desborda cultura en todos los sentidos y es una ciudad que tiene muchos menos habitantes, entonces, es muy fácil moverse y es muy fácil llegar a todos esos lugares, a tener esa interacción con el arte sin la dificultad que otros grandes urbes tienen. Creo que fue excelente lugar para mi madurez tanto como médico como escritor e iniciar esta cosquilla de Cóatl, que iniciara el escritor. (F): Oye, qué padre experiencia. Y entonces regresas a México y estudias el diplomado en Cardiología Preventiva. (C): Sí (F): E Historia. (C): Y Filosofía de la Medicina en la UNAM. Sí, regresé y me establecí en Querétaro, pero estuve yendo y viniendo muchas veces al D.F.


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(F): Para continuar estos diplomados. (C): Para continuar estos diplomados y en Tlaxcala estudié Medicina Tradicional Mexicana y Herbolaria, puesto que estoy buscando un punto más holístico del cuidado de la salud y la prevención. Por eso estudié estos diplomados. (F): Incluso también tienes en acupuntura, ¿verdad? (c): Sí, soy acupuntor. Tengo dos diplomados en acupuntura. (F): Oye, realmente muy interesante esta faceta del Carlos, el médico. (C): Sí, también él escribe. Justamente por eso lo dividí, para que no haya una confusión. El médico tiene una faceta moral muy importante, por el cuidado de la salud o el bienestar de lo bueno y hay que respetarla mucho, o sea, la Medicina es un arte, es una disciplina antigua y muy sagrada. Creo que merece un espacio específico. (F): Qué bueno que tengas ese respeto. (C): Lo que escribe Carlos Miguel Sandoval Roldán, es lo que el médico escribe y así creo también que los lectores no se confundirían. (F): Claro que no. (C): Digo, de pronto leer un cuento. (F): Claro que no, que no pierdan la confianza por las locuras que… (C): Cóatl hace (risas)


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(F): Y que tengas la libertad de escribir lo que tú quieras. Pues muy interesante la carrera de Carlos el médico, el médico que también es escritor. Y entonces, estando en Buenos Aires, nace Cóatl. (C): Sí, inicio en el blog Crónicas. Ahí lo tengo todavía, es un espacio guardado ya en la memoria de Google. Crónicas existe y no sé bien qué escribí al principio, pero nace con un cuento que se llama Caducidad, que después de una plática en chats, en el messenger con una amiga que “te iba a contar algo pero ya caducó”, empezó una historia. Ahí se me ocurrió la historia de una chica que se da cuenta que todo caduca a fin de cuentas y me encantó la experiencia. Fue el primer cuento que escribí, y pues me animó. Y me dijeron “publícalo en algún lugar” y yo “¿dónde?”, pues en el blog y así, empecé a interesarme en la escritura. (F): O sea, no es un blog tuyo… (C): Sí. Crónicas es mío, era mío totalmente. Era un resultado de las lecturas que yo tenía en otros lugares, compartía links interesantes, todavía facebook estaba como iniciando, entonces estaba blogger en ese momento, era un formato muy fácil de compartir. (F): La plataforma para dar a conocer tus trabajos. (C): Exactamente. O cosas que te interesaban. Era una plataforma más social, muy interesante. (F): Oye, tengo dos preguntas, la primera, ¿habías escrito antes de eso?, ¿ahí inició tu experiencia literaria?, ¿tenías el interés? (C): En la prepa, lecturas, hice un escrito por ahí, pero nada formal.


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(F): ¿Algún concurso o cosas así? (C): Obviamente la carrera de Medicina es una carrera que se cursa entre libros y pluma, o sea, escribes muchísimo ahí y lees muchísimo. (F): ¿En serio? (C): Claro, pues nuestros libros son nuestros maestros. Pero siempre en un enfoque clínico y nada que ver con la ficción; ficción tal cual, creo que puedo considerar Caducidad y el 2008, como la primera vez que escribía. Por carga familiar, e insisto, la familia es fundamental en todo esto, mi abuelo nos heredó una vasta biblioteca que mi madre y mi padre siguieron creciendo y entonces yo… (F): Tenías acceso a material. (C): Muchísimas lecturas, sin problema. Siempre he tenido libros y ellos mismos, o sea, nunca hubo una restricción de: “oye, yo quiero un libro”, pues toma, siempre fui lector. Un ávido lector. (F): Claro. Y además no puede haber un escritor que no haya leído, para ser un escritor, necesariamente, ya lo dijo Fuentes, para ser escritor tienes que ser, primero, lector. Oye, ¿y el nombre de Cóatl? Es serpiente ¿no? (C): Serpiente en náhuatl. (F): ¿Por la cuestión de la Medicina?, ¿el símbolo de la Medicina? (C): Pues, por el símbolo de Medicina, por la importancia que tiene en la cultura mexica la serpiente, por la carga simbólica que sostiene la serpiente también


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y no solamente en Medicina sino en otros lados. Allá aparece y es un símbolo de lo terrenal. Quetzalcóatl es, a fin de cuentas, el ying yang de nuestros antiguos, ¿no? La unión de la tierra y el cielo, y bueno, yo me quedé con el aspecto terrenal y esta imagen que cambia constantemente de piel, me encanta esa idea. (F): ¿Te identificas con la serpiente? (C): Al cien por ciento, es mi animal favorito. Entonces creo que el que elige, el que se apega a un solo nombre, se apega solamente a un destino. Entonces con Cóatl nace otro nombre y quizá haya otro destino por ahí, interesante que caminar. Cóatl por eso me gustó mucho, además de estar muy unido a mis raíces mexicanas. (F): Oye, ¿y desde un principio utilizaste el pseudónimo de Cóatl? (C): Sí. Al principio me inicié en facebook con Carlos, pero después me di cuenta que era necesario separarlos, pero eso duró no sé, un año. Después empecé con Cóatl y ya, empezó con todo. Era mi nicknname de cuando jugaba, cuando me registraba en ciertos lugares y Crónicas ya inició con Cóatl Sandoval. (F) Y en lo personal, ¿no hay un cierto conflicto entre Cóatl y Carlos? (C): Ninguno, absolutamente nada. Quizá pueda llegar a tener alguna discusión y que pueda decir “Bueno, no estoy completamente de acuerdo en esta postura de la Medicina o cosas por el estilo”, pero tengo esta crítica por otro lado que puedo afectarla también ¿no? Creo que esto también me ayuda a tener dos dis-


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cursos por ahí, y trabajar con ellos y hacer algo más en conjunto lo que creo que me ha ayudado muchísimo y por eso tengo un estilo personal, tanto en la Medicina como en la escritura. Es una sola voz a dos sintonías. Creo que ha funcionado hasta el momento. (F): Y después de ese blog que inicias allá en Buenos Aires, continúas aquí en México. (C): Sí. (F): ¿Allá seguiste publicando más cosas? (C): Sí, en Crónicas seguí escribiendo y compartiendo mis trabajos. (F): ¿Y qué te comentaban ahí? (C): Pues justamente eso, que les gustaba. Eso te anima. Si algo anima al escritor y es nuestra gasolina, pues son los lectores. Y quiero destacar esto: creo que de repente nos obnubilamos y creemos que no vas a escribir o no vale la pena escribir, si no nos leen miles de personas. Y quizás esto en facebook, como que si no tienes mil likes no funciona, o miles, pero creo que no. Creo que también puedes afectar a tu vecino de enfrente, a tu amigo, entonces pues eso ya tiene un valor intrínseco y ya es un placer. Entonces ahí empecé a interesarme en seguir escribiendo y llegué a Querétaro. (F): Y recibiste buenas críticas. (C): Recibí buenas críticas e inicié el taller en el Museo de la Ciudad, donde conocí a una persona que quiero y admiro mucho que es Ricardo Ortega, a Rosy Muñoz, a Ana y es muy importante quizás, lo que más


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he disfrutado de este proceso de escritura es la gente que he conocido alrededor de la escritura, como tú; el recibimiento que tienes, las pláticas que se generan, en verdad que además del placer de escribir pues eso también te nutre muchísimo, ¿no? hay que leer a las personas también. (F): Desde luego sí tiene que haber un, ¿cómo diríamos?… un toma y saca, no puede haber nada más un saca, tenemos que estar involucrados dentro del ambiente literario. Oye, y en el taller levreriano, ¿cuál fue tu experiencia? (C): Fue muy buena, creo que me dejó todas las herramientas necesarias o las bases. Creo que es una muy buena introducción en el sentido de que, pues te das cuenta que un texto le falta, que tiene que terminar ciertos elementos, tiene que tener una estructura, tiene que tener a tus personajes bien construidos y tienes que saber qué hacer con ellos y los escenarios, o sea, todos los elementos que componen una narrativa, creo que el método te ayuda bastante. (F): ¿Cuánto tiempo estuviste ahí? (C): Aproximadamente un año estuve con este taller. (F): ¿Quién lo llevaba? (C): Víctor, lo lleva Víctor Campos. (F): Pero lo inició Carmen Simón. (C): Exactamente. Lo inició ella, yo ya no llegué con Carmen, llegué con Víctor y con compañeros que habían estado con Carmen. Entonces eso fue lo que me dejó, muy buenas enseñanzas, muchas lecturas,


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muchas tareas pendientes, entrarle y decir “a esto me quiero dedicar”. Nace otro blog en ese momento que se llamó Repollo y Atún. (F): En la experiencia en el taller levreriano ¿consideras que ahí hubo un crecimiento de Cóatl? (C): Total, absoluto. Y por los compañeros. La discusión que se lograba en esas pláticas y, ahí fue donde yo me di cuenta de la importancia del taller, el trabajo y la talacha al texto es fundamental, entonces… (F): Estar tallereando tus textos. (C): Sí. Escuchar, “sí me gusta”, “no me gusta”, “por qué no me gusta”. Escuchar la crítica, porque más allá de si el texto a mí me gusta o no, saber si funciona realmente. Y pues que te digan “oye, no me gusta tu texto”, pues también… (F): Ir detectando tus puntos débiles, en dónde puedes crecer, o lo que llaman los estudiosos “tus áreas de oportunidad”. (C): Exacto. (F): Oye, ahora sí, cuéntame, después del taller levreriano viene otro blog… (C): Viene otro blog, que es Repollo y Atún y es un blog muy divertido. Una vez a la semana poníamos un tema y cada quien escribía lo que quería. (F): Era, vamos a decirle, como bajo pedido o una cosa así. (C): Sí, éramos un grupo de varias personas. (F): ¿Quiénes estaban?


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(C): Heike Söns, que ella está en el D.F., Fafahrd Deustua, que está en Guadalajara, Ricardo, una chica que se llamaba Spider (nunca supe cómo se llamaba), estaba yo, estaba Carlota Montoya, que también es editora y ella está en el D.F. Éramos varios y nos poníamos un tema y teníamos una semana para escribir algo de eso. Salieron experimentos muy bonitos, trabajos muy interesantes. (F): Cada semana era un tema diferente ¿para uno o para todos? (C): Para todos. Hacíamos un método que se llamaba libromancia que era escoger la hoja de un libro al azar y donde saliera la palabra o la frase, ese era el tema. (F): La frase disparadora. (C): Y después otro proponía otro tema y así empezamos. (F): Y lo interesante después era ver como cada uno había desarrollado ese tema que te dabas cuenta de que tu idea no era la única, sino que había otros puntos de vista, otra gente que desarrollaba algo muy original ¿no? y eso te va enriqueciendo, te va ampliando el horizonte enormemente. (C): Sí, exacto. Entonces era muy divertido y aprendías porque además el nivel era muy variado. (F): ¿Qué quieres decir con nivel? (C): El nivel de escritura de cada uno. Unos ya estaban muy avanzados, otros ya publicaban y otros estábamos empezando. Te dabas cuenta dónde podías aprovechar algo mejor, qué leías, aprendimos entre todos.


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(F): Después de esto ¿qué vino? (C): Vino un espacio silente. Terminamos el taller, nos separamos y quizás, Vitae que es mi consultorio empezó a exigirme un poquito más de tiempo y empecé a trabajar, me dediqué a la Medicina un poco más de tiempo. Escribí un poco más pero, sin duda alguna, el hecho de habernos separado quizá a todos nos bajó un poco la producción. Ana St. Clair nos invitó a volver a juntarnos y nos volvimos a juntar y después llegó Ricardo, Rox, otros grandes compañeros y nace Horizontal. Bueno, primero nace Los que escribimos que fue el primer nombre que le dimos, para hacer un grupo en facebook “¿cómo le ponemos?”, pues Los que escribimos, y Los que escribimos empezó a trabajar, empezó a tallerear, participamos después con el Chilacayote collective, en la Lucha de Escritores que fue una experiencia maravillosa en el Arteaga. (F): ¿Qué es la lucha de escritores? (C): Pues es una lucha teclado a teclado de dos escritores, cada uno tiene un número de tiempo pero gracias a Google, podemos modificar el párrafo y entonces la pelea era como “me cambiaban una palabrita” y entonces tú decidías si regresabas a cambiar la palabrita de nuevo o seguías escribiendo con la nueva idea. Y luego le tocaba al otro. El lector decía quién fue el de los párrafos que más le gustaron. Está inspirado en el jam de escritura, pero digamos que involucra esta pelea, esta lucha un poquito más entre ellos. (F): ¿Cómo decidía el público? (C): Aplausómetro era la idea, y es una liga que existe, se llama LEA, es Lucha de Escritores Anonimos.


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(F): ¿Por qué anónimos? (C): Porque van enmascarados. (F): Y realmente van vestidos de luchadores ¿no? (C): Sí, cada quien elige su personaje y yo fui Rayo Místico. ¡Ay! Me estoy echando… (F): ¡Te acabas de quitar la máscara! (C): En el festival de escritores participó con nosotros Paola Tinoco, José Eugenio Sánchez, grandísimos y fue maravilloso. Ahí Ricardo estuvo de réferi, Rox estaba en control técnico y yo estaba como de animador/guía y fue padrísimo. La Lucha de Escritores creo que fue un gran evento que nos animó a hacer eventos de difusión. Horizontal no deja de ser un taller, un taller de escrituras en el cual, su nombre, como lo dice, somos horizontales, no tenemos una cabeza. Nos sentamos, cada quien lee su texto y todos opinamos. Hemos tenido la oportunidad de tener de todas las edades y ha sido una experiencia muy grata. Ahorita están nuevos integrantes como Fernando Goitia que escribe también y ya tiene varias publicaciones, Víctor Arriaga que es taxista y entonces te trae sus historias y es genial, Anaclara Muro, Hugo Cervantes y son los que están ahorita. (F): Pero no es el taller tradicional que nace alrededor de una figura, es decir, normalmente es un maestro, un escritor reconocido y alrededor de él se forma un taller que solamente va a aprender de él. En este caso el taller horizontal es un taller en el que todos están a la par, no hay uno más que otro, no hay uno que dirija.


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(C): No, la creación es en horizontal y se valora también, justamente lo que acabas de decir, no se valora solamente la producción sino también la crítica se considera un trabajo creativo o un trabajo que merece la pena escucharse. Se llama de escrituras porque no necesariamente debes llevar tu texto, puedes llevar un texto que te interese leerlo o estudiarlo y comentarlo entre todos, o simplemente uno va a escuchar y a criticar, eso también es importante. De preferencia que trabajen, o que trabajemos pero no es fundamental. No existe un tratado o una regla general. (F): Oye, pero, al no haber una cabeza, no puede existir el peligro de cierta anarquía… (C): No, yo creo que va existiendo un programa que va fluyendo solito. Con educación y con orden todo se puede solventar de la mejor manera y por el momento no ha habido tal. Creo que sí hay ciertos elementos que de repente ayudan a poner un orden o decir, “oye, creo que esto lo podemos mejorar”. Por ejemplo, el cambio de nombre fue una iniciativa de un integrante que después fue apoyado por otro integrante que después fue apoyado por otro integrante, que después ya dijimos “O.K, ya” (F): De alguna manera, ¿no es necesario un moderador o algo así? (C): No, realmente creo que solitos hemos funcionado de muy buena manera y pues eso, nos han invitado como grupo a otros espacios. Participamos en el segundo encuentro de tuiteratura. Yo dí una conferencia de bibliotuits, Ricardo Ortega y yo coordinamos un taller de microrelato. También participamos, otra


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vez con los chilacayotes, en una actividad que se llama “del texto a la pantalla” donde, no criticábamos, sino simplemente comparábamos cómo un director resolvía un texto en la pantalla de cine ¿no? y sin decir “es mejor el libro que la pantalla”. Al contrario, simplemente ver qué expresiones, qué diferencias del lenguaje había en lo visual y en lo narrativo. Creo que hemos sido muy afortunados de tener gente muy amable y muy dedicada. Hay que aguantar bien la crítica, eso es importante. Hay que aceptar que no vas a un taller en donde te van a decir que todo está perfecto y creo que al contrario, creo que te van a señalar muy bien porque somos muy generosos en eso y te van a señalar muy bien en dónde puedes crecer y… (F): Así que se requiere mucha madurez. (C): Sí, lo que ha pasado es que aquellos que, no sé, de repente no se sienten muy a gusto con eso… (F): …solitos se van. (C): Y de la mejor manera. O no es el tiempo. También eso es importante, que en un momento dado dices “bueno, ya no quiero ir, déjenme descansar”, adelante. (F): Claro. Actualmente ¿llevas algunos otros blogs? (C): Sí, están en namatl.com que es una palabra muy bonita porque significa “mi papel” o “mi hoja”, es como en náhuatl, eso significa, y mi cuenta de microrrelatos donde solamente hay cuentos de 140 caracteres, que es en twitter: @namatl y @coatl_s (F): Tuiteratura


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(C): Tuiteratura, micuentuito, microrelato (F): Cuentuito (C): Me gusta cuentuito, les llamo cuentuito. Son cuentuitos que también ahí están a la disposición del lector. (F): Fíjate que ya hay autores que únicamente escriben en twitter, no sé, como José Luis Zárate. (C): Sí, por ejemplo. (F): Únicamente escribe en forma electrónica, ya no utiliza ninguna otra herramienta más que twitter. Y cuéntanos, ¿cómo fue que llegaste a esta antología El Largo sueño de las cifras? Ahí participan realmente plumas tan destacadas como Roberto Cuevas, Ignacio Padilla, Carmen Rioja, Alejandra Camposeco, José Martín Hurtado, Antonio Tamez, Patricio Rebollar, Eduardo Garay, Ricardo Ortega, ¿cómo se da esta participación en la antología? (C): Pues esta antología es una edición muy bonita porque fue para el Día Mundial del libro y del Derecho de Autor y Querétaro Lee convocó a autores que vivían en el estado de Querétaro y cada uno de nosotros mandó textos, y pues tuve la fortuna de ser publicado aquí. De hecho éste es –como le dije a Valentín ese día, que fue el que hizo la antología–, mi primera edición en análogo, en papel. Bueno, mi primer cuento publicado en papel, y pues, fue un honor participar en ello. (F): ¿Y qué sentiste al ver ya tu trabajo en blanco y negro?


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(C): Cuando te das cuenta que se imprimieron cinco mil veces un cuento tuyo es algo impresionante, es algo que dices ¡wow!, y tuve la fortuna de, el otro día fuimos al teatro y empezaron a repartir en la fila el libro, entonces la gente lo estaba empezando a hojear, lo estaba leyendo y pues es otra forma de que lleguen tus textos, ¿no?, más allá de lo digital que ahorita es una gran ayuda y es una gran ventaja, que no se pierda el libro y que ahí esté guardado y que ahí se encuentre, bueno para mí es maravilloso. (F): Y que además ha tenido muchísima difusión esta antología, o sea, realmente es uno de los trabajos que más se ha promovido. (C): Exactamente. (F): …entre todos los medios de comunicación. (C): Y de hecho es un libro vagabundo, o sea, tienen varias ediciones que andan dando vueltas por todos lados y los dejan abandonados en… (F): Para que alguien se los encuentre, lo lean y lo lleve a otro. (C): Así que vamos a ver por dónde andan después estos “largos sueños de las cifras”. (F): Pues realmente fue un trabajo muy interesante de Querétaro Lee y yo creo que para ti es una oportunidad muy importante, muy interesante el que te hayan considerado para esta antología. (C): Sí, la verdad es que es un ánimo brutal el que recibes cuando dices “ok, puedes seguir trabajando” y que te da ánimos de seguir en esto, ¿no? Eso es lo que


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más rescato de esta obra. Haber participado y estar al lado de mi amigo, entonces eso también está padre, con Carmen, dices “bueno, qué padre que estemos ahí los tres juntos”. Y con los demás también. (F): Cóatl, muchas gracias por habernos concedido esta entrevista.


Dalia Larisa Juárez Otero Fernando Pérez Valdez (F): Dalia, muchas gracias por aceptar acudir a estas charlas con escritores. En el caso tuyo, por lo que estoy viendo, ya son veinte años. (D): Sí, sí, ya tengo cola que me pisen. (F): Una larga carrera, aunque ha habido algunas pausas. Pero ya platicaremos de ello a lo largo de esta entrevista. Tú estudiaste Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro, ¿y cómo es que de la licenciatura en Derecho, de las leyes, pasas a la literatura? (D): Aquí entre nos, yo quería Filosofía y Letras, pero por ahí un familiar me había dicho que nunca había visto en el periódico: “Se solicita filósofo”, ¿no es cierto? (F): Así es, la típica frase: “tienes que estudiar algo que te dé para vivir”. (D): Sí, en pocas palabras, eso fue. Pero la vocación es la vocación y empecé a estudiar algo que tenía más tranquila a mi familia, pero finalmente... pues no. (F): ¿No te costó trabajo, teniendo la vocación de las letras? (D): Si te soy honesta, un poquito, pero lo que me encantó de la carrera de Derecho es que tienes que leer mucha historia, mucha filosofía del Derecho, mucha hermenéutica, eso me gusta. Y la redacción y la oratoria son más áridas porque tenemos que defender cuestiones legales, de hecho y de derecho. Yo creo que me 68


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sirvió un poco mi formación, pero no he litigado la gran cosa, pero mi expresión se afinó un poco. (F): Claro. ¿Te has dedicado más bien a la academia? (D): Sí, a dar clases. Definitivamente es otra de mis vocaciones. Amo dar clases y aprender de los muchachos. Sobre todo, tengo que ser humilde porque ya son universitarios los que me tocan y eso de que yo les enseñe, no es cierto. Más bien se toma lo que ellos ya traen y ver en qué les podemos ayudar. Sin embargo, estamos en un plan cuatrimestral en el que es muy difícil transformar el pensamiento. Yo no puedo y no me colgaría ese santito, la verdad. (F): En la Universidad Tecnológica de Querétaro estás de tiempo completo.* (D): Estoy de ocho de la mañana a cuatro de la tarde diariamente y también los sábados. (F): Ahora sí que tiempo completo. Y aparte de esto, cumples con tus tareas de ama de casa, de madre. ¿En qué momento te dedicas a escribir? (D): Cuando puedo. Me hago mis espacios y tendré que confesar que cuando mis alumnos están en su examen, yo me pongo a escribir. (F): Así que ellos aprovechan para copiar en lo que tú estás ahí… (D): Espero que no. En las vacaciones también, por supuesto, que son tiempos para mí y, sí… no es ro* Actualmente, Dalia Larisa Juárez Otero se desempeña como catedrática en la Universidad Politécnica de Querétaro (UPQ)


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barle tiempo a otras cosas, sino más bien, tomarse el tiempo, ¿no? (F): Irte dando los espacios. Oye, y mientras estás estudiando la carrera de Derecho en la UAQ, entras a un taller de… (D): De conformación de talleristas. Lo que sucede es que Difusión Cultural de la UAQ convoca a una tertulia literaria. Entonces simples aficionados participamos en la tertulia, abogados todos ahorita y otros abogados relegados, como yo comprenderé (risas). Entonces Adalberto Martínez, que estaba detrás de todo eso, escogió algunas personas para que tomáramos un taller en la SOGEM, para implementar talleres dentro de la UAQ. Pero éramos viles principiantes, nosotros estábamos para tomar talleres, no para darlos en esa época. Sin embargo, de golpe conocí a la comunidad literaria de Querétaro, porque ahí había gente con bastante tiempo. Estoy hablando de Roberto Cuevas, Manuel Cruz, Antonio Vilanova, que fueron a ver a David Huerta y la tarea era hacer talleres literarios en Querétaro. (F): O sea que fue realmente una capacitación intensiva la que te dieron para este taller literario. (D): Sí, sí, sí. Una capacitación sobre todo, una animación. Y que los que éramos muy principiantes nos juntáramos con los que ya teníamos tiempo dando talleres. ¿Para qué? Primero para que participáramos y luego para que aprendiéramos los tips: finalmente el gusto por la escritura es lo elemental. Tener algo que escribir, tener algo que decir y escribirlo. Ya si está bien escrito o no, es importante pero no es lo princi-


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pal: si no hay nada que decir yo digo que… primero vive y luego escribe, ¿no? (F): Y lee, porque… (D): ¡Y lee! ¡Sí, lectura! (F): Y entonces ya que terminas este taller con David Huerta, ¿lo implementas en la UAQ? (D): De inmediato ¿tú crees? Se abrió el taller ahí en la Facultad de Derecho y en ese tiempo, no recuerdo si terminábamos a las ocho o nueve de la noche, todavía estábamos una hora más en el taller. (F): O sea, ¿terminando las clases? (D): Sí, una vez por semana. (F): Eso es amor a la literatura. (D): Sí, eso es amor a la literatura. Y fue padrísimo porque todos éramos bien soñadores en esa época, y empezamos con mucha enjundia y con un foro bastante grande. Empezamos, sin exagerar, con veinte participantes. Claro, tú sabes que se va limpiando. (F): Sí, conforme avanza el tiempo se van quedando los realmente convencidos ¿no? (D): Sí, pero sobrevivió el taller básicamente dos años. Es más, yo me salí del taller y continuaron, los mismos que tomaron taller literario, entre ellos Román Lujan, César Tarello, continuaron con el taller en ese entonces y yo me fui a la Facultad de Contabilidad y luego a Sociología. (F): ¿También a implementar talleres allá? (D): Ajá. Y ellos se quedaron en Derecho.


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(F): ¿Y de esa época es tu primera publicación?, Copulatoria. (D): Sí, de un añito después, puro poema erótico y por eso tenía un seudónimo porque en ese tiempo me daba pena. Ahora ya no. (F): Estaban muy subidos de tono los poemas ¿no? (D): Pues es que era queretana, venida de colegio de monjas y todo. (F): Te veían feo. (D): Yo creo que sí. Pero mi mamá luego, luego me reconoció. (F): ¿Ah, sí? Tu seudónimo era… (D): Mors Sola. (F): ¿De dónde viene? (D): Es latín, es la respuesta que daban los cristianos cuando un árabe, en las Cruzadas, les decían que si se convertían al Islam. (F): O sea, que dejaran su religión. (D): Que renunciaran a su religión, y que se unieran a la religión verdadera, que para ellos es el Islam y el verdadero profeta era Alá. Y ellos decía “mors sola”: sólo la muerte me va a hacer cambiar. Y les cortaban la cabeza con su guadaña y me gustó para dar a entender que realmente estaba comprometida con la literatura y sólo la muerte me iba a separar de ella. (F): ¿Y qué recibimiento tuvo Copulatoria? (D): Copulatoria fue una plaquette muy linda. De


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hecho, gracias a encuentros que tuve posteriormente en Oaxaca, en México y en Guanajuato, fue una plaquette regalada a diestra y siniestra. Y vendí algunos. También, en algún momento dejé un stock en una sex shop y también se vendió. Porque no todos van a buscar de ese material, van a buscar algo más erótico. (F): Dentro de sus aficiones también está la literatura. (D): Sí. A lo mejor como parte de la conquista, ¿qué sé yo? (F): Hubiera sido interesante saber qué opinaban de esas lecturas ¿no? (D): Sí. Esa fue prácticamente una edición regalada. También fue una edición caserita, más o menos, y se hicieron… no sólo la mía, se hicieron seis plaquettes en ese conjunto de Arte Diem. (F): ¿Quién la publicó? (D): La publicó el Centro Cultural Alameda. Nosotros mismos, pues, el conjunto de amigos y de gente que estaba en los talleres literarios también. (F): Me estabas platicando del Centro Cultural Alameda, ¿estuvo ahí justamente en la Alameda? ¿En el quiosco? (D): No en el quiosco, sino en la casita que está del lado de Zaragoza, atrás de donde están los ambulantes, del lado de la entrada de Zaragoza. Ese centro se abrió el mismo año y el mismo día que el Museo de la Ciudad, nada más que el Museo de la Ciudad permaneció y acá se volvió una bodega.


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(F): Pero ahí estuvo funcionando entonces, ¿cuánto? ¿un año? (D): Sí, poco más de un año. Poquito tiempo, fue muy fugaz. (F): Y ese mismo año participaste en la revista Vacío, que también se publicaba por parte de ese centro cultural. (D): Vacío tuvo dos números, casi llegamos al tercero porque ya estaba todo el compendio y la edición y todo. Pero hubo esta crisis de que nos sacaron del centro cultural, se nos acabó el presupuesto. Nosotros nos movíamos con el mismo presupuesto y le dábamos el crédito a Municipio, Centro Cultural La Alameda y entonces nada más salieron estas seis plaquettes y dos números de la revista Vacío. (F): ¿Y después regresas a coordinar talleres en la UAQ y luego en el Fondo de Cultura Económica? (D): Sí, en la librería. Ahí me invitaron amablemente; era un taller gratuito pero era alimento para el alma, ¿no? La gente que iba, en su mayoría, era gente mayor de cuarenta años y entonces ya tenía muchas más lecturas. Era un taller donde se disfrutaba mucho leer y hacíamos poquitos ejercicios de escritura. Fue una época deliciosa porque era dentro de la cafetería. Pero me tuve que salir, me salí por dar clases de yoga, que también me gusta. La necesidad económica fue la que me convenció para ir al otro lado, pero bueno, son épocas; no fue una época corta, tuvimos una buena época. (F): ¿Y de ahí salió algo? De ese taller.


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(D): No, no. Era de lectura y de redacción, pero nunca nos organizamos para editar algo propiamente. (F): ¿Después ya viene la beca que ganas del Instituto de la Cultura y las Artes? (D): En 1999 y en 2001. (F): ¿La obtuviste dos veces? (D): La obtuve dos veces y ya no la volví a ganar. Fueron por dos poemarios: el poemario Suburbios de un sueño, que está basado en la obra de Remedios Varo. Hay un poema por un cuadro de Remedios Varo que comparte el mismo título: Ruptura, que así se llama también el cuadro de Remedios Varo y más bien es el pretexto porque no describe la pintura, es la frase disparadora y las emociones, pues en todo caso no se conecta con el cuadro, ¿no? Va en una escalera y se va yendo y nada más la están viendo desde las ventanas y es lo único que dice el poema, pero lo demás sí es totalmente mío. (F): De esa beca de 1999 es cuando sale Suburbios del sueño. (D): Y en 2001 Zoofilia poética. (F): ¿Esa fue la que te coordinó el maestro Arturo Santana? (D): Sí. Ahí estuvimos… ¡no! creo que fue al revés, Suburbios del sueño, fue la que me coordinó el maestro Arturo Santana. (F): ¿Y Zoofilia poética? (D): Con respecto a Zoofilia poética, he de comentar-


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te que soy budista-hinduista y que soy vegetariana y entonces toda esta afición por el respeto animal y mitológico, también, para mí es muy fuerte, y entonces hay poemas hasta de ganesha, el minotauro, y también animales domésticos y de todo un poco, hasta como irónicos, porque está un pollito en la línea de producción poniendo huevos y que dice que la venganza de todo el maltrato será cuando los huevos se rompan en su mesa. (F): Posteriormente participaste en algunos otros talleres, por ejemplo, con el maestro Francisco Cervantes, con Carmen Alardín, con Guillermo Samperio, con Francisco Segovia, con el propio David Huerta –que ya nos habías comentado– y después, participas en algunos encuentros de poesía y algunas presentaciones. (D): Sí, claro. Bueno, la relación con Francisco Cervantes fue larga. Lo conocí bien, lo conocí en persona. En esa época él tenía poquito de llegar a Querétaro. Lo contactamos porque en ese tiempo mi pareja también se dedicaba a la literatura, Francisco Nieto, y mucho nos ayudó. Nos involucramos en su taller de poesía Fernando Pessoa y fue un aprendizaje muy vívido. Él tenía un carácter difícil, pero cuando se abría se me figuraba a una especie de colibrí, volaba a escondidas y mostraba sus tesoros, pero con los extraños se cerraba herméticamente. Carmen Alardín, también fue una persona que me marcó bastante. Ella es todo lo contrario, es una persona generosa, maternal. Fui a México a su casa y a lo mejor a Carmen no la conocen tanto como a sus hijos: Jaime Garza, Mariana Garza, a su esposo que fue locutor. Muy generosa con


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las letras, muy generosa con la retroalimentación que daba a nuestras letras. Ella nos impulsó. Tuve varias caras de la poesía: con Salvador Alcocer nunca estuve en taller pero sí me dejaba entrar a su casa y él era de regalar libros y de las pláticas largas en café y cuando algo le gustaba se entusiasmaba mucho y cuando algo no le gustaba nos daba el avión y así sabíamos que estaba mal escrito. Dice Dionisio Munguía que él era muy áspero, muy ácido, muy directo; a mí no me tocó ya esa parte, a lo mejor ya lo encontré grande, pero conmigo siempre fue muy generoso. Y, puedo decirte nombres de más gente, pero creo que estas personas han sido las más representativas. (F): Claro. ¿Y después participaste en algunos encuentros y en algunas presentaciones? Por ejemplo en Oaxaca. (D): Sí, poesía de género. Nos convocaron desde el Instituto Queretano. Me mandaron dos veces. En ese tiempo también fue Tere Azuara, Sofía Rodríguez y Roxana Urbiola. Fue enriquecedor e internacional. Venía mucha gente de Sudamérica: argentinas, uruguayas, centroamericanas, y era un intercambio de plaquettes y de libros entre todas. Difícilmente alguien llegaba vendiendo, había ansias de intercambio, las lecturas que se hacían en los pueblitos de Oaxaca… (F): ¡Qué padre! Esa convivencia e intercambio con otras escritoras. (D): ¡Maravilloso! Además la gente de pueblo siempre es muy generosa. Nos trataban a manos llenas, nos daban de comer, nos daban la llave de su casa:


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una cosa fantástica. Son encuentros inolvidables. De Colombia conocía a Maín Suaza, por ejemplo, por decir a alguien que me marcó y que ella también está trabajando en la Universidad de Colombia, como maestra de literatura. Pero a veces solamente así, empujándonos, empezamos a conocer y a encontrar animales de nuestra especie (risas). (F): Y aquí en Querétaro también has participado en encuentros de género, de poesía de género… (D): ¡Sí! Gracias al Instituto Municipal de Cultura. Y también he ido a Radio Querétaro en otras ocasiones, a invitación de Luz Angélica Colín. Es maravilloso que ahorita se vuelva a despertar todo eso y se vuelva a mover, es enriquecedor. (F): En cierta forma, me parece que tu trayectoria ha sido por pausas, ¿por qué ha sido esto? (D): Bueno, la pausa más grande definitivamente fue la ruptura con el padre de mi hijo, que vino a dar una pausa grande. Sobre todo, en la cuestión de intercambio con otros escritores porque me tuve que dedicar a trabajar. Mi hijo fue diagnosticado con autismo en ese tiempo. Entonces tuve que concentrarme en ser buena mamá y buena guía para un niño con autismo, que si bien no era profundo, para mí era una situación que tenía que aprender a manejar y de todas maneras, pues el sacrificio no es en vano, uno aprende y me ha ayudado en la docencia, porque nos manejamos bajo los mismos parámetros; pero el nivel de frustración o el nivel de ensimismamiento de un niño con autismo es mucho más profundo que el de una persona neurotípica. Entonces esta etapa me ayudó mucho.


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En efecto, me alejé por un tiempo porque me tuve que concentrar. No me alejé de Querétaro, pero sí del ambiente literario. (F): Sin embargo, a pesar de que no has publicado, sigues escribiendo, tienes mucho material guardado y tienes mucho material listo para publicar. (D): Sí, yo no contaría las hojas pero sí deben ser unas cuatrocientas cuartillas. (F): Entre ellos, la novela de Elisher, la bruja. (D): Elisher es mi personaje consentido porque vino de un sueño: estaba sobre una piedra en un lago, platicando con un espejo de agua, pero en el agua se veía reflejada una gitana y le pregunté: “¿Cómo te llamas?”. Me respondió: “Soy tú, soy Elisher”, y de ahí se disparó. Primero, “Los cantos de la bruja”, las odas, que tiene la oda lunar, solar, los cantos al dragón, a Morfeo; y después viene la novela en sí. En mi blog literario he publicado parte del material, pero las odas no están completas. Para quien esté interesado en leer el blog, la dirección es: zoonatura.blogspot. com y ahí está una selección de los salmos de la bruja, pero la novelita sí está completa. (F): ¿Ah, sí? Entonces quien quiera leerla, ahí puede, porque todavía no está publicada. (D): Todavía no está publicada: esa es una plática coqueta que tengo pendiente con algunos de mis amigos que se dedican a ediciones, pero es cuestión de que verdad nos lo tomemos en serio y mi idea es que se publiquen en un mismo libro, la novela y los salmos, para darle…


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(F): Sí, porque van correlacionados, ¿no? (D): Es la misma Elisher, canta y baila y describe su historia. (F): Además, créeme que por lo que me has platicado, me llama muchísimo la atención, ya quiero leerla y me gustaría muchísimo que sí se pudiera publicar próximamente. Y bueno, además de Elisher, ¿qué otros planes tienes hacia el futuro? (D): Seguir escribiendo. Literariamente tengo un compromiso que debo saldar conmigo misma y sacar todas estas visiones rezagadas, si no en su totalidad, a lo mejor darle un respiro –como en una olla exprés–, a lo mejorcito. Toda esta cuestión de gestión cultural es sabrosísima, pero lo más rico finalmente es el diálogo que uno tiene con las propias letras: palparlo, sentirlo. Afortunadamente ahorita tengo un ingreso fijo y entonces me puedo dar el lujo de regalar mi obra (risas). (F): Que en otras condiciones cada hoja de papel te cuesta, ¿no? (D): Así es. Pero yo creo que ese aterrizaje es indispensable. (F): Además de Elisher que es la novela que tienes ya lista para publicar, tienes varios poemarios, ¿no? Ludovico el volador. (D): Ludovico el volador es un poemario que se lo hice a mi hijo cuando acababa de nacer y hasta el año de nacido. (F): ¡Qué padre! Luego tienes Los cantos de Elisher,


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Doce lunas, De amores clandestinos y otras negaciones,* Aldebarán, el falso vampiro de semen y Elisher gitana. Todo eso lo tienes ya listo. (D): Sí, está listo. El de Aldebarán estaba a punto de salir en Durango, pero hubo cambio de administración en publicaciones y ya no se hizo, pero estuvo muy cerca. (F): En el blog ya tienes colgada gran parte de tu obra. (D): Hay una selección, igual que como el menú de poemas. Está alimentado desde el 2008, entonces hay alrededor de setenta entradas de texto, entonces no son las cuatrocientas que te decía, pero sí están al menos unas setenta. (F): Dalia, de verdad te agradecemos muchísimo tu participación en esta entrevista y esperemos que pronto esté publicada Elisher. (D): ¡Me urge! También a ella. Muchas gracias por tu invitación y por esta hora tan agradable.

* De amores clandestinos y otras negaciones se publicó en marzo del 2016.


Florentino Chávez Fernando Pérez (F): Muchas gracias por su presencia, maestro Florentino Chávez. Realmente es un gusto poder conversar con usted. Florentino Chávez (FC): Muchas gracias, Fernando, a tus órdenes. (F): Maestro, creo que hay mucho que platicar de su vida, de su obra, pero qué le parece si nos vamos desde el principio, ¿cómo es que se inicia en las letras? (FC): Creo que es vía auditiva, a través de la palabra de los ancestros por los relatos del principio de los viejos padres y amigos, y ya posiblemente por las lecturas de los autores de otros tiempos y de la actualidad, que se sigue la escritura. (F): ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas? (FC): Corazón, diario de un niño, el álbum del corazón, Pito Pérez y pues los cómics del tiempo, Los supersabios, Tarzán rey de los monos, Mandrake el mago. Ya más adelante el Tesoro de la juventud, algunos poemas de Quevedo, de Góngora sobre todo Letrillas, Espronceda, la lectura del Quijote, que a la fecha no he terminado y después de 500 años, es todavía una revelación. Fíjate que es la única novela de la que yo tengo memoria, o al menos que conozco, que empieza y termina con sonetos, el Quijote se inicia con una serie de sonetos, por ejemplo de Amadís de Gaula al Quijote, o de Babieca que es el caballo de Roldán, a Rocinante. Y del escudero Palmerín a

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Sancho Panza. Y a través de esos sonetos nos damos cuenta de detalles que no están en la obra del ingenioso Hidalgo, por ejemplo, cuando la bella Eloísa le hace su soneto a Dulcinea, nos revela que ella está enterrada junto al caballero de la triste figura, o sea que comparten el polvo del sepulcro y de la fantasía, de la ilusión. ¡Es maravilloso! El Quijote está lleno de novedades que rebasan las técnicas novelísticas de nuestro tiempo. (F): Y a cuántos años de distancia. (FC): ¡Quinientos años! Porque no hay que olvidar que es un personaje que se lee a sí mismo, descubre en Barcelona, entre los libros usados su primera parte del Quijote y Sancho Panza también habla del maravilloso autor que está narrando sus vidas y ya se sabe en el templo de la inmortalidad y critican a los apócrifos. Es una maravilla, pero también es un personaje que más allá de todas sus ideales, sus hazañas, sus sueños, sus amores, es como un cristo perseguido por la Santa Hermandad, es un personaje que le agarra el “córrele que te alcanza”, es el único que defeca en unas páginas. También es un autor, no nada más lleno de una gran biblioteca de caballería sino de grandes novelas, don Quijote sabía varias lenguas entre ellas el toscano, pero también sabía tocar la lira, se sabía Orlando de Ariosto, era uno de sus autores favoritos. Sabía latín, en fin, es una fascinación. (F): Nos enfrentamos a una obra maestra que trasciende los siglos. (FC): Sí y que está llena de picos de ingenio que dan para hacer un pequeño catecismo diciendo “cuál era


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su dieta, cuáles sus libros preferidos, quiénes sus acompañantes como la sobrina y la dama, cuáles sus vecinos, cuáles sus medios económicos, porque tenía medios económicos” ¡era un caballero! Todo eso te revela un mundo que más adelante se va a complementar como con Cien años de soledad. García Márquez retoma todo lo inaudito del Quijote y plasma toda la hazaña de los turcos, de los húngaros, de los árabes que empiezan a llevar y transmitir noticias en los pueblos a través de las baratijas, que van con las señoras vendiéndoles sus listones, sus aceites, sus revistas de moda y ese es un camino poco explorado, porque nuestros orígenes también son bien arábigos, nuestras danzas, nuestras comidas, nuestro monoteísmo llega al grado de Las mil y una noches. (F): Parte de nuestro lenguaje también, mucha riqueza de nuestro lenguaje es justamente de origen árabe… (FC): Sí y no hay que olvidar que el primer autor o una de las máscaras más usadas de Cervantes, es la de Cide Hamete Benengeli y es un autor árabe. (F): Entonces, de alguna manera, el Quijote es una obra básica en su formación literaria. (FC): Pues sí, cómo no. Yo tuve la fortuna de tener un maestro que nos leía en español el Quijote. Y nos ponía a leer al estilo peripatético, caminando, a los clásicos españoles. Y es así que tú, como un muchacho de trece o catorce años, empiezas a leer, a respirar más o menos a la medida de los versos, de los endecasílabos, de las octavillas y poco a poco te va cayendo el veinte de que aquello es cierto, que están hablando de una realidad que aunque ya desapareció,


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está ahí presente. La tinta y el papel son, como decían los antiguos, más permanentes que los mármoles y los bronces. (F): Entonces ahí vamos a decir que son los cimientos de lo que sería después la obra del maestro Florentino Chávez. (FC): Como en el ‘muro de los lamentos’: ahora son más importantes los cimientos que toda la estructura del templo desaparecido. Sí, uno empieza a escribir, a leer, a saber, a estudiar o conocer como empieza uno a vivir, gran parte por imitación. Los demás son para ti más de lo que quieres ser, tanto si quieres pertenecer al lado oscuro o al luminoso o al intermedio. Entonces en este sentido, pues sí, creo que los maestros sí van por encima, incluso en la fe, en la filosofía. En el conocimiento, por ejemplo, se acaba de morir un catedrático de la Universidad Autónoma de Querétaro, el maestro Gonzalo, y en una de nuestras pláticas le pregunté que qué decían los matemáticos por darle su lugar, y me dijo: “No, los matemáticos andan en otro mundo”. Él era maestro de matemáticas, pero no se consideraba en las dimensiones de los matemáticos porque, realmente, también aquí hay niveles; como en la geografía o en la geología también hay cimas y desniveles. Entonces tampoco es una competencia de ver quién es el más Everest o el más infernal, cada quien tiene su nivel sobre el mar. (F): Por decirlo así: su lugar en la geografía literaria. (FC): Así es. (F): Oiga, maestro y ¿cuándo inicia formalmente a escribir?


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(FC): Había un periódico cultural –una hoja–, que facilitaba el Diario de Querétaro, de la Universidad, que se llamaba Andayamohi, que es una palabra indígena que significa ‘tierra nueva’. Fíjate, ¡qué bonito! Yo ahí ya vi a Gloria del Carmen Zepeda, a Nacho Frías, a Salvador Alcocer, a Norberto Maya, Chava Cuevas de gloriosa memoria. (F): ¿Quién lo editaba? (FC): Jorge Galván, es director de teatro en Aguascalientes y aquí fue director de los Cómicos de la legua. Yo a él le hice llegar mis primeros poemas con el secreto anhelo de que se publicaran, pero no con muchas esperanzas. Y cuando los vi publicados, para mí fue un gran anhelo de confirmación y entonces ya me le presenté a él de cuerpo y alma y le dije: “Soy yo, maestro” y me dijo “Ah, qué bueno. Te voy a presentar a Salvador y a todos los demás”. Y entonces entre todos los que ya estaban hechos y a medio hacer y los que empezábamos, pues se fue tejiendo la red de relaciones que se fue extendiendo al D.F., a través de Pablo Cabrera, que era el Director en Bellas Artes y de Efraín Huerta, del ‘cocodrilo’ Huerta. Como aquí vivía su mamá, pues venía a verla y traía a los poetas del D.F.: a Alejandro Aura, Andrés González Pagés, a Horacio Juván, Elsa Cross. Y los de México nos conectaban con los de Toluca y ya en Toluca conocimos al panameño Roberto Fernández Iglesias, que fundó tunAstral y a todos los ‘tunastronopitecos’; nos incorporaron a su mundo y nos editaron. Entonces ya en cierta forma nos internacionalizaron y Efraín se llevó unos poemas de Chava y míos y los publicó en México. Ya Chava después publicó en El Pájaro Cascabel y en la Universidad, ya con Hugo.


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Yo me fui al departamento editorial de música internacional de EMI y ahí conocí a Ponchito Pérez, que era gran director de orquesta y arreglista. A Mario Arturo que fue compositor, a Felipe Gil, a Sergio Esquivel que es el autor de “María, María”, a Roger Novelo que se prendió fuego en un jardín de Mérida y que era un gran guitarrista. Con otro maestro también arreglista, Luis Martínez, creo. (F): Una experiencia extraordinaria para usted, ¿no? (FC): Pues sí, ya ahí yo empecé a ver los cuentos de Valadez y le mandé y me publicó. Yo me sentí muy contento, porque en aquellos tiempos casi era el primer queretano que salía en El Cuento, la revista de imaginación. Después me incorporó a la revista. (F): ¡Wow! Era una revista de colección, una revista de biblioteca. (FC): Sí, porque venían cuentistas de todos los países, de todos los idiomas y de todos los tiempos. (F): Fue un ícono esa publicación. Así que usted apareció en El cuento. (FC): En El cuento y en El libro de la imaginación. Y a la fecha todavía los herederos del cuento me contactan y les envío cuentos. (F): Pues entonces entró usted a las ligas mayores. (FC): Bueno, todavía hay más grandes. Pero sí, realmente es tonificante, porque al mismo tiempo es como un maratón, unos te jalan, te van abriendo aire y te acompañan. Bueno, ahí vamos, hasta estar en lo mejor de nuestra tinta.


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(F): Es sentir como una especie de presión, como de decir “no me quedo atrás”. (FC): Es que también es como un premio: alguien que te escuche, que te lea, que te comparta y que también te enseñe, te modifique, que te diga, sin decir plenamente que hay algo que corregir, y a veces entre más grandes más sutiles. Tienes que estar más atento a sus logros, a sus tropiecillos. (F): Hay que leer entre líneas. (FC): Sí. Hay un poeta en Monterrey que se llama Guillermo Meléndez. Extraordinario. Y aparte de su calidad, da a conocer poetas desconocidos e incluso a poetas muy grandes, tanto de Japón como de Irak. Por ejemplo, habla del Irak de 1930, diciendo: “Nosotros vivimos en el desierto, vivimos en la arena, hemos sido pobres desde nuestros antepasados, no tenemos más que nuestras tiendas de bejuco y yo no sé ustedes qué vienen a ver aquí ¿Qué? ¿De veras les gusta el desierto?”. Ese es el poema. Y tú dices, bueno estaban bien fregados. Pero no, parece que no es eso, porque le preguntan a Guillermo: “¿Qué es eso?” y dice que parece ser que le están hablando a unos buscadores de oro negro. O sea, ya iban ingleses por el petróleo. Fíjate, también a veces debajo de las arenas de un texto, hay petróleo. (F): Sí, y ahí se ve de dónde, cuál era la intención. (FC): De este lamento. (F): No se lamentaban por su situación, sino por lo que venían a hacerles.


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(FC): Fíjate, por ejemplo, el profeta Jeremías, cuando lo cita el rey porque ya vienen los asirios. Lo cita en la tercera puerta del templo, no sé cuántas puertas tendría el templo de Jerusalén. (F): Yo tampoco no sé cuántas, pero serían varias. (FC): Serían doce. (F): Y conforme iba uno avanzando era más difícil la entrada, más limitada, no cualquiera podría acceder. (FC): Bueno, lo cita en la tercera y le dice: “¿Qué voy a hacer?, aconséjame”. Y le responde: “Si te voy a aconsejar no me vas a oír y si me vas a oír, me vas a matar, por lo que te voy a decir”. Y responde el rey: “Te prometo que no te mato, pero dime qué voy a hacer”. Entonces, Jeremías, en muchos de sus aspectos, parece que está medio chiflado, pero en realidad era un gran dramaturgo. Por ejemplo, cuando se empieza a rasurar parte de la barba y pesa esos pelos en una balanza y ve el otro platillo, dice: “Van a ser llevados en cautiverio y les van a cortar la barba”, sí. Él hablaba con metáforas vivientes. (F): ¡Qué fantástico! Maestro, usted ha incursionado en varios géneros, entre ellos la poesía, ¿cómo es su inicio en la poesía? (FC): Bueno, creo que la mayoría nos vamos con la finta de que el poema son unos versitos y que son muy fáciles de abordar. Y creo que sí, no andábamos tan equivocados porque también tiene mucho de la canción, del tono, nos duermen con canciones de cantos. Y como decía León Felipe: ‘nos arrullan con cuentos y nos entierran con cuentos’, pero acá son cantos.


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Pero el chiste es que le entré por primera vez, con este maestro Jorge Galván, con poemas inspirados en la poesía del 98 de España. (F): La generación del 98. (FC): Sí, creo yo que lo mejor es recurrir a tus fuentes biográficas. Tu biografía te está dando tu inspiración o todas tus raíces se nutren de vida de tus amigos, de tus parientes. Cada casa es una historia, una novela, un culebrón, un drama infinito. (F): Y una inspiración, una fuente de información para lo que uno va a escribir o quiera publicar. (FC): Así es. (F): ¿Cuál fue la primera obra formal que usted publicó? La primera obra propia o en alguna antología… (FC): La primera obra propia fue en la preparatoria de San Juan del Río, en el departamento cultural. Fueron cuentos, prosas poéticas. Se llamó Ezequiel el Profeta y otros cuentos. Algunos de ellos ya iban incluidos en El cuento. (F): ¿Era una recopilación de lo que había publicado ya en la revista El cuento? (FC): Más inéditos. Son como unos 30 cuentitos. (F): ¿Esa fue su primera publicación? (FC): Sí. Fue en 1975, con motivo del décimo aniversario de la fundación de la escuela preparatoria de San Juan del Río incorporada a la UAQ. Mi segundo título fue Rústica crónica de los reyes, diez años después. (F): Diez años tardó en publicar su segunda obra.


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(FC): Es en la colección Autores de Querétaro. Y diez años más tarde aparece En las orves navegantes, que es una antología que publica el Sindicato de la Universidad y al mismo tiempo una edición particular de Jean Baptiste. Y así se han ido dando, más o menos son etapas de diez años. La otra publicación que es Bitácora de albatros, la publico en el 2002 o 2004. Y Los altares de la lluvia en el 2011. Ya más cercano, en el 2016, El dorador de láminas ya tiembla. (F): Lo más reciente. De alguna manera el de Los altares de la lluvia es una de sus obras más completas, porque es un volumen bastante completo. (FC): Sí, comprende once títulos. Y realmente también es en parte compilación y gran parte inédito. Ahí viene un poema de 1967. (F): ¡Qué barbaridad! Debe ser de sus primeras obras. (FC): Sí, con ese poema gané un premio en el Teatro de la República, junto con Gloria del Carmen Zepeda. El jurado fue Juan Bañuelos y Hugo Gutiérrez Vega. Es un poema que yo le hice a una de las poetas inglesas, Emily Dickinson y, trae otro poema que se publicó en San Luis, en la revista Punto y aporto, en 1993 más o menos y que presentamos en la casa de Manuel José Othón. Ese es Mujer, estrella, eje, que lo volví a publicar en los Cuadernos de cultura sindical, del Sindicato y que ahora viene aquí incluido. (F): ¿Y ya tiene algo de material que va a publicar próximamente o está trabajando en ello? (FC): Umh! Sí, ya. Yo casi publico diario. (F): Ya es una necesidad escribir para usted.


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(FC): Es que tengo bastante material. Entonces estoy publicando, pero a través de las redes. (F): Bueno, aprovechando la tecnología. (FC): Sí, y fíjate que me llegan respuestas desde Barcelona, desde Monterrey, de Oaxaca. Pon tú que me den un like, pero también me comentan. (F): Sabe usted que lo están leyendo desde distintos lugares. (FC): Bueno, con suerte, porque sí hay respuesta. Eso me anima más que casi la obra tradicional. (F): Es una retroalimentación que a lo mejor antes no era tan fácil o no era posible. (FC): No, no porque yo vengo desde el mimeógrafo, que eran las hojitas de cilindro. (F): Cuando se tenían que perforar las plantillas. (FC): Sí. Así salía el boletín de los de Toluca, también; con hojitas volantes. (F): Y realmente para que recibiera uno retroalimentación era muy difícil, quizá nada más en las presentaciones de libros o en algunas pláticas, pero no había retroalimentación como ahora que al minuto de que publica algo puede estar recibiendo comentarios. Eso viene a revolucionar la dinámica de las letras. (FC): Sí, porque por ejemplo, ahora con motivo del sismo, dedico unas líneas al Señor del Mictlán, y le agradezco su visita, que haya salido a visitarnos con su pectoral de ruinas. Y debo decir que sí hay eco. (F): Sí, pues es un tema que nos llega, que nos duele,


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que está muy presente en estos días. Oiga, maestro, siendo un poquito indiscreto ¿cuál es su rutina para escribir, en qué momento escribe usted? (FC): Bueno, cambia. Pero últimamente, digamos, de unos cinco años para acá, pues es despertando, tomo el lápiz y la hoja, enciendo un café y me pongo a cafetear el texto, si es que sale. Y si no, prendo la compu y corrijo lo que tengo en proceso. Y en ocasiones subo hasta siete o más textos. (F): ¿Cuánto tiempo le dedica usted a la literatura? (FC): Púes yo creo que las veinticuatro horas. (F): ¡No me diga! Aún dormido sigue dando vueltas. (FC): Sí, es que aunque vayas en el camión ya llevas algo para leer y de allí, ya que convivo con la compañera, arreglamos o desarreglamos el día. (F): Según esté el clima familiar. (FC): Si hay chance –que generalmente lo hay, porque es rutina–, me encamino al café. Y más que por cafetear o por ver a los amigos o leer, es por caminar, porque me tengo que activar. Si dejo un día sin salir, entonces lo resiente el cuerpo. Y me cobra factura, yo tengo más de 75 años. De los amigos sigo aprendiendo muchísimo, de mis hermanos no se diga, de los libros, del café, de la familia. Así, más o menos, es la rutina. Y toda esa se nutre de fuentes. Por ejemplo, uno de mis amigos que es terapeuta tiene una paciente de ochenta y ocho años y escribe. Es casi mi vecina. Hay muchos talentos y virtudes desperdigados y al mismo tiempo desconocidos y que tienen tesoros desconocidos.


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(F): Y hay que irlos descubriendo. (FC): Me invitó a verla, fuimos y convivimos, me enseñó sus hojas y me dijo que tenía faltas de ortografía. Y sí, tiene unas letrotas tamaño monumental, pero se entienden, son legibles y coherentes. ¡Ochenta y ocho años, Fernando! (F): Un ejemplo de vida, ¿no? (FC): Y ella también recurre a su infancia, a sus recuerdos. Ahí están las voces que siguen hablando. (F): Claro. Oiga maestro, de los literatos, de los escritores, ¿quiénes han sido sus mejores amigos? (FC): Salvador Alcocer. Chava Alcocer me abrió su puerta, me invitó sus libros, su pan, que no era muy abundante, pero me lo invitó de todo corazón. Lo mismo en correspondencia y platicamos buen tiempo, sobre todo en nuestra soltería. (F): Cuando se podía. (FC): Pues sí, que generalmente lo dedicábamos ahí sí todas las noches hasta la madrugada. Leíamos a los clásicos, los comentábamos; Chava era en ese sentido muy cristiano porque había dejado todo por seguir al verbo. (F): Muy dedicado. (FC): Pues sí. Hay otros maestros también, muy entrañables como don Pablo Cabrera, Paula de Allende, qué maravilla de mujer y de poeta, Hugo Gutiérrez Vega, siempre con su cariño indeclinable, atendiendo a todos, a pesar de que tenía tantas ocupaciones, Shara Martínez Vara, poeta veracruzana, Eraclio Zepeda,


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muy entrañables. Todavía nos vimos en el 2013 en Villahermosa y le dije: “¿Te acuerdas de mí, hermano?”. Y me dijo: “¿Cómo no? y de tu cuento también”. Fíjate, ese cuento lo leyó Eraclio en Malinalco. A Chava y a mí nos invitaron los de Toluca y ahí leí yo ese cuento. Y me dijo Eraclio: “Es más, treinta años después te voy a decir dónde pasó”. Y me dijo: “delante de San Cristóbal de las Casas, en el camino a Ocosingo”. (F): ¡Wow! (FC): Y me dice: el cuento trata sobre dos mujeres indígenas negociando unas aves. (F): ¡Qué fantástico! Eso quiere decir que le dejó una huella muy importante a él. (FC): Me estimaba mucho Eraclio, me llamaba hermano, me enseñó mucho de Cuba, hablaba mucho de Cuba. Elsa Cross, fue también muy bella, Alejandro Aura, no se diga, ¡grandes, grandes amigos! Andrés González Pagés, el ‘Gordo’ Iglesias. El mismo Juan Antonio Isla, que me acaba de publicar. (F): De sus obras ¿cuál es la que más aprecia, la que más le llega? (FC): No sé, es muy difícil, porque todas están bonitas para mí. (F): Son como los hijos. Oiga, pero siempre hay un hijo que, hay algo en uno de ellos, algo especial. (FC): Sí, pero otros también tienen lo suyo. Es que dicen, son como los dedos de la mano. (F): Claro, todos son diferentes pero son necesarios e importantes.


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(FC): Además de que todos son amorosos. (F): Y de los temas que trata usted ¿cuál es el que más le llama la atención? (FC): Pues el que esté trabajando, porque hay temas que me ocupan años. Por ejemplo, acabo de subir uno a la red que tiene conmigo como diez años o más y todavía como que no queda muy bien. Todavía hoy le hice correcciones. Al mismo tiempo que no puedes cambiar el pasado con la letra que está impresa, en la que está en proceso puedes corregir, puedes modificar. Decía Alfonso Reyes que se publica porque ya no se quiere seguir corrigiendo. (F): Porque hay que poner punto final. (FC): Entonces este relato que te comento, ya tiene buen rato. (F): Mucha constancia y mucha paciencia. Ya para terminar esta entrevista, quisiera preguntarle: ¿qué no ha escrito?, ¿qué quisiera escribir?, ¿qué tema?, ¿qué le falta por hacer? (FC): Por escribir, hay intentos de novela, no he escrito novela. Por publicar, yo me puedo quedar así, es más, creo que me excedí. (F): Está satisfecho con lo que hay. (FC): Lo podemos dejar así. Pero si hay oportunidad de publicar lo inédito, lo tomo. Por eso aprovecho las redes porque todos los días subo nuevos textos y esos textos después de un tiempo digo: se necesita modificar. Pero eso ya es para posterior y verás, ahorita es como un escaparate universal y si se puede recopilar


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en forma de libro, qué bueno y si no, pues bueno. Una vez enterrada la semilla ya no depende del agricultor la siembra. (F): Ya son los ojos del lector, ¿no? (FC): Sí, los elementos, el tiempo, las culturas. (F): Muchas gracias por su tiempo para esta entrevista, maestro. (FC): Te agradezco muchísimo.


Imanol Martínez González Fernando Pérez Valdez (F): Muchas gracias por acompañarnos en esta charla, Imanol. Imanol Martínez González (I): A ti, muchas gracias por la invitación. (F): Imanol, ¿cómo te inicias en las letras? (I): Pues mira, es curioso. Mi madre me cuenta que cuando viajábamos en carretera me gustaba mucho ir viendo la carretera y empezaba como a contar historias, a contarles historias a ella, a mi papá, a mi hermana, algo que ahora hace mi sobrino, es curioso. Pero yo creo que ya realmente como una cuestión de deseo, tiene que ver con una experiencia lectora muy temprana. De niño me gustaban mucho los cómics. Entonces yo quería –más que ser el guionista–, yo quería dibujar cómics, o sea, ese era mi sueño de mayor, yo quería ser dibujante, pero eso lo dejé por la paz y no forcé un talento que no tenía. Pero seguí con la idea de contar historias, esos son como los primeros recuerdos. (F): ¿Qué cómics leías? (I): Recuerdo mucho como un crossover entre Batman y Spiderman, y ahí como que el Guasón se mezclaba con Carnage, uno los villanos de Spiderman. Y yo hacía mis cómics. (F): O sea, ¿tú fabricabas tus historias? (I): Sí, yo fabricaba mis historias y las dibujaba; hacía la cuadrícula y tal… pero eran los únicos ¿no?, sólo había una. 98


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(F): Eran cómics de autor (I): Exacto, eran cómics de autor. Artesanal. Y esa fue de las primeras cuestiones que recuerdo. Pero ya más cercano, creo que tiene que ver siempre de la mano de una experiencia lectora. Durante la secundaria deberíamos contar ya con ciertos gustos, ya más adolescente, escuchando cierta música, ciertas películas, jugando videojuegos, pues también me gustaba contar cosas. Entonces llegaba a la casa, –la computadora que había en casa era más bien para trabajar– y yo ahí escribía historias, que eran un poco como artefactos ficticios de esa vida que tenía, pero cómo me gustaría que fuera: en ellos era bueno en ciertos juegos pero en realidad no lo era; tenía como más aventuras, era como una especie de alter ego mío. Era mi propia historia con el vuelo de la ficción, cosa que como escritor haces siempre. Pero sí eran como los primeros acercamientos. Ya después, de adolescente empecé a formarme ahora sí que de manera formal –valga la redundancia–, acudiendo a talleres. Que es una gran ventaja, es como confrontar lo que uno piensa o lo que uno genera, con otros. (F): Y de tus lecturas de aquella época ¿qué recuerdas? (I): ¿De adolescente? Después de los cómics, pues no sé, me maravillaba leer El señor de los anillos y esas cosas. Pero poco antes de que yo fuera a los talleres, me gustaba mucho José Saramago, leía a Julio Cortázar, que además nos fascina a los escritores muy adolescentes y que además tenía que ver con el Boom. Y el hecho de que aquí viviera Ignacio Padilla y que por


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lo tanto se hicieran presentaciones de libros de Jorge Volpi y de toda la generación del Crack, pues me hacía como seguirlos y leerlos. Entonces esas fueron mis primeras lecturas que recuerdo ya más en forma. (F): Y entonces empiezas a tallerear. (I): Sí, empecé a acudir a los talleres del Seminario de Creación Literaria, del que luego formaría yo parte. Ahí empecé a ir a los talleres que daban Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, Luis Alberto Arellano, el propio Ignacio Padilla y ahí fue que empecé a darme cuenta de que lo que más me interesaba era escribir. Además se acercaba cada vez más el momento de tomar esas decisiones, que nunca se toman del todo, como estudiar una carrera, y fue cuando me di cuenta de que yo quería escribir de manera profesional. No sabía muy bien cómo era eso, tenía los referentes desde el periodismo de mis padres, sabía más o menos de qué iba, pero no sabía cómo era vivir de ser un escritor más bien de ficción. (F): ¿Tus padres, ambos, fueron periodistas? (I): Fueron periodistas, sí. (F): Bueno, tu madre, Elizabeth González, todavía lo es. Tu padre, Ezequiel Martínez Ángeles, que en paz descanse, también era periodista. (I): Si, también yo intento de alguna forma tomar de ambos, porque mi padre más bien era analista político, muy crítico, y mi madre más enfocada a la cultura. Entonces a mí me interesa mucho ese cruce. Por eso respeto tanto al periodismo, por eso me interesa escribir, aunque lo mío realmente, en un ochenta por


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ciento sea ficción. Por eso creo que también como lector me interesa mucho ese periodismo que además innova o cuando menos intenta procurar el lenguaje. (F): Entonces ¿ya te veías escritor en aquella época? (I): Sí, ya me veía escritor, aunque no sabía lo que significaba eso. Recuerdo mucho las cosas que me contaban, nunca me tocó verlo, pero que en el primer día de clases en la UNAM de Edgar Chías les decía a sus alumnos: “piensen que están eligiendo uno de los oficios más difíciles, el de escritor, en un país como México. Ahora piensen que si quieren escribir dramaturgia, es uno de los géneros más difíciles dentro del oficio más difícil”. Y sí, un poco era eso, yo no sabía muy bien cómo iba a ser, pero me parecía a mí muy natural empezar contando dramaturgia, una cosa un poco rara. Normalmente uno empieza con cuento o con poesía, pero en mi caso tenía que ver con el hecho de que mi madre y mi hermana sean actrices. (F): Claro, todo eso te dio una formación. (I): Totalmente, yo bromeo con que –y esto es verdad–, como me tocaba acompañarlas a los ensayos, en la temporada, yo era el niño que se quedaba en los camerinos esperando… (F): Esa era tu zona de juegos… (I): Exacto. Y esa fue mi formación: estar escuchando a lo lejos obras de Edward Albee. Era hermoso y me pareció muy natural que el modo de contar historias fue a través del teatro. (F): Qué fantástico. Oye, y entonces entras a la Universidad.


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(I): Entro a la Universidad, pero ahí estudié Filosofía. Claro, una serie de malas decisiones ¿no? querer ser escritor y además estudiar Filosofía, cuando podría haber sido más práctico, pero… (F): Algo que te diera para vivir. (I): Exacto, algo que tuviera un horario de trabajo. Pero no, ya bromas aparte, estudié Filosofía porque tenía un interés genuino por la Filosofía y no quería estudiar literatura. Yo sabía que quería dedicarme a escribir, pero no sabía cuál iba a ser la entrega al oficio. Como lo desconocía y hasta la fecha, creo que de eso se trata, me interesa tanto la literatura, que no quería hacer de un gusto una obligación, fastidiarme con la escuela. Uno va a la escuela para aburrirse, muchas veces, y yo no quería que eso me pasara en la literatura. Por eso, mejor aburrirme con Heggel y los alemanes, que con la literatura, que para mí en ese momento era más bien como la única tabla que tenía a la mano. (F): ¿Pero durante la carrera seguías escribiendo? (I): Sí, de hecho fue cuando empecé a escribir muy en forma, cuando empezaron a montarse las obras de teatro, sobre todo dramaturgia. De hecho, no fue sino hasta que fui a hacer el posgrado que incursioné en otros géneros, o cuando menos públicamente, es decir, como que empecé a escribir otros géneros que no fueran dramaturgia. Empecé a meter a concursos o publicar o a colaborar. Por aquel momento solo era dramaturgia, era como mi escritura principal o casi la única. (F): ¿Y con qué empiezas?


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(I): Yo estudié un bachillerato en artes y humanidades y mi examen de dirección estaba en el específico de teatro. Fue una obra que yo escribí, creo que es la que puedo considerar como mi primera obra en forma. Digamos que fue linda la experiencia, la primera vez que escribía algo y que se montaba aunque fuera por mí mismo. Pero eso me abrió las puertas para empezar a colaborar con gente con la que ahora he seguido trabajando, sobre todo con Jean Paul Carstersen, con Fabián Verdín y con algunos otros colegas con los que he seguido trabajando. A raíz de la primera obra, Jean Paul empezó a montar textos míos. El primero de ellos se llamó Siete. Fue una obra que se estrenó, si no mal recuerdo como en 2009 o 2010, en La Fábrica. (F): Wow, qué padre ¿no? (I): Sí, para mí era un sueño. Me gustaba mucho el trabajo de Jean Paul, me gustaba mucho el espacio de Alonso en La Fábrica. Claro, me parecía como muy pronto para conseguir algo que me gustaba tanto y me hacía muy feliz. (F): ¿Qué edad tenías en esa época? (I): Unos dieciocho o diecinueve años. Desde entonces colaboré mucho tiempo con Jean Paul. Casi que todo lo que escribía lo montaba Jean Paul y todo eso fue justo el tiempo de la carrera. (F): Y terminas la carrera ¿y luego? (I): Termino la carrera y me fui. Uno de los grandes consejos que recibí de un hombre muy generoso, que se la pasaba dándote consejos, era Luis Alberto Are-


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llano. Si yo tuviera que elegir a uno de los que más impactaron mi vida, lo que nos dijo a Jaime He, hoy socio y colega mío, y a mí, claro en charlas distintas, pero era cosa de váyanse a estudiar fuera, pero no con esta idea de váyanse a conocer mundo, sino váyanse para volver. Yo me acuerdo que me decía mucho: “Vete fuera, pero piensa en volver. No te vayas con esa ilusión de allá agarro mi vida y ya. Eso no va a pasar, tienes que volver”. (F): Y además en el estilo del gordo Arellano… (I): Sí, y me aconsejó: “Mira, hay estas opciones”. Una de ellas era la Pompeu Fabra en Barcelona, y sí, ahora yo creo que fue de las mejores experiencias y mejores consejos que me dieron. (F): Pero además ir a Barcelona para ti era como ir a la capital del mundo. (I): La verdad es que busqué un Master para poder ver a Messi en vivo… (F): Y estar ahí en la cancha del… (I): Del Camp Nou, ¡sí, por supuesto! Además coincidió que el año que yo estuve allá estudiando fue el año del triplete, el año en que ganamos todo. (F): Y tú con la camiseta del Barça. (I): Si, totalmente. Fue una gran experiencia Barcelona. El Master me parece un programa interesantísimo, un Master que está cumpliendo ya diez años, justo en estos días es el aniversario del Master que coordina Jordi Carrión y José María Micó, dos grandes escritores, en el que tuve la oportunidad de tomar clases con


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escritores que admiro muchísimo como Juan Villoro, Martín Caparrós, Marcos Ordoñez… (F): O sea de primer nivel, puro dream team. (I): Como buenos catalanes, tienen también al dream team de la literatura. (F): Es que Barcelona es otra cosa ¿no? (I): Si, es impresionante. (F): Es así como fuera de todo ¿no? (I): Si, es una cosa impresionante. Bromeamos mis amigos y yo haciendo el símil con aquel otro título, decíamos Barcelona no se acaba nunca, Barcelona era una fiesta. Y además como esa gran experiencia de poder convivir con profesionales de la literatura como el propio Carrión, y aprender el oficio. Creo que –y hasta la fecha lo creo–, que han sido como etapas, desde que empecé a tomar los talleres, dedicarme a escribir, mas no sabía cómo. Empecé a aprender sobre la marcha y creo que la gran lección que tiene también Barcelona fue eso, que es un oficio, que escribir es un oficio: sentarse a escribir, una actividad profesional, o sea que uno puede vivir de ciertas cosas, que para eso están las becas, los premios, las ediciones en menor medida. Pero que de ahí viene el ingreso para tener cierta solvencia escribiendo. (F): O sea que sí se puede vivir escribiendo. (I): Sí, pero para hacerlo hay que escribir, que el escritor escriba. Parece una obviedad, pero muchas veces es algo que perdemos de vista muchos, muy a menudo. Pensamos que ser escritor es más ser escritor que


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escribir. Vivir la vida de escritor, pues sí, está muy bien también, pero que sí es todo un oficio, trabajar diario, tener un horario, una rutina, sea la que sea. (F): Y colaborar en diversos medios. (I): Claro, a mí me gustaba mucho la idea de que John Cheever escribía así como en un sótano de un edificio, en calzoncillos. Manías aparte, con que se esfuerce uno mucho imitando al propio Cheever, habrá quien se levante a las cinco de la mañana y habrá quien escriba en la noche, pero que es como cualquier otra actividad. Hay que dedicarle tiempo y eso creo que lo aprendí en Barcelona. Además de aprender, pues eso sí, de línea directa a los escritores que admiraba como sus propias experiencias, sus propios consejos. Y entonces fue como empecé a probar en otros géneros. (F): Entonces te dio un gran oficio el Master en Barcelona. (I): Sí, por supuesto, es una cosa increíble. Yo bromeaba con el propio Carrión: ¿uno puede volver a cursar el Master? ¿Me dan permiso de volver a hacer el Master, por favor? Porque es una cosa impresionante la cercanía con los escritores, reconocerse entre pares, con otros colegas de todo el mundo. Realmente es un proyecto de vocación iberoamericana, inclusive mundial, yo tenía compañeros de Chile, de Colombia, otros mexicanos y eso enriquece muchísimo la visión. (F): Y después regresas a México. (I): Regreso a México ya con ciertas ideas o deseos dentro de la misma literatura. Empecé a escribir en otros géneros.


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(F): Hasta ese momento nada más había sido dramaturgia. (I): Sólo había sido dramaturgia y yo fui con la convicción de aprender otro género. Tenía la ventaja de que dramaturgia era una de las áreas que no estaba en el Master: llevamos poesía, llevamos narrativa, poesía corta y larga, llevamos no ficción, pero no había dramaturgia. Eso estuvo muy bien para mí en el sentido de que pude concentrarme en escribir un libro que era de narrativa de largo aliento. Durante mi viaje a Barcelona estuve escribiendo algunos apuntes que conformaron un libro que publiqué acá al regreso. Y empecé a probar otros géneros, no sólo aprender esto del oficio, los tiempos, la dedicación, sino además, empezar a probar en otros géneros. (F): Y de las publicaciones, después de Siete ¿qué viene? (I): Digamos que publicaciones de libro, como tal, ha sido, es curioso, porque en la transición del año pasado y el antepasado fue que empecé a publicar realmente. Todo lo demás había sido montajes o colaboración en plaquettes. Pero en los últimos años es que se han publicado obras. Por ejemplo, en uno de los casos es el libro Tríptico sobre las despedidas, un libro publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, era una obra que yo había escrito entre el año 2011 y el 2013. Fueron obras que entre las correcciones de la edición y demás, ya identificaba el paso del tiempo, ya identificaba ciertos errores. Me hubiera gustado moverle, pero como viene marcada la fecha, pues es algo que ya escribí. En cambio en Neighborhood, que


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también se publicó el año pasado en el Fondo Editorial del Estado de aquí de Querétaro, como parte del “Premio Manuel Herrera”, esa sí es una obra mucho más reciente. Pero es curioso que salgan en el mismo año dos libros con tanta distancia, justo con experiencias intermedias y sobre todo con preocupaciones creativas distintas. Ahora cuando leo Tríptico sobre las despedidas, creo que ahí yo tenía una visión muy particular de la literatura, que es distinta en Neighborhood o sea, yo intentaba hacer cosas distintas entre una cosa y otra, y muy probablemente es muy distinta a lo que acabo de terminar hoy por la mañana ¿no? Es como estar constantemente moviéndose, aunque uno siempre se repite. (F): Pero qué bueno, quiere decir que vas avanzando. Si uno dijera mi primera obra fue lo máximo, pues ya para qué escribes. El chiste es que cada vez vayas evolucionando. (I): Claro, ahorita que decías eso, pensaba en el caso de este director de cine Paul Thomas Anderson, que cuando acabó Magnolia, dijo: “Creo que hice mi mejor película”. Y bueno, ha entregado otras grandes obras maestras después de Magnolia, pero es eso. Es estar trabajando. Otra anécdota de otro director de cine que me gusta mucho, Fernando Trueba con Guardiola, cuando éste le platica que lo que más le gusta es imaginarse el partido, o sea, cómo va a ser el partido de mañana. Y le dice el director de cine: “eso es una tontería, yo también pensaba, soñaba con la película que quería hacer y eso hacía que no me dedicara a la película que estaba haciendo. Entonces empecé a aprender a disfrutar la película que estaba


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haciendo”. Y creo que es eso, como cualquier cosa, yo creo que a los músicos les pasa igual, a los bailarines les pasa igual, que tienes que creer totalmente en lo que estás haciendo ahorita. (F): En el momento piensas que es lo mejor, pero mañana vas a hacer mejor otra cosa ¿no? (I): O mañana vas a querer otra cosa, por eso a mí me gusta eso de los géneros. Por ejemplo, en dramaturgia, ahora le tengo como un respeto mayor, ahora he probado otros géneros. Pero no lo hubiera visto, si no hubiese intentado dar el salto al ensayo, a la crónica o a la novela. (F): Sí, porque era salirte de tu zona de confort. Tú te sentías a gusto en la dramaturgia. (I): Sí, y además a mí me tocó aprender de una generación que estaba innovando en el sentido de traer a la dramaturgia elementos de la narrativa, por ejemplo, una cosa que se extendió muchísimo aquí en el país, que es una moda, mi trabajo me permitió darme cuenta de eso. (F): Que podrá o no gustar. (I): Pero es algo que está sucediendo, es un fenómeno. Y claro, yo lo aprendí así desde la propia dramaturgia. Por ejemplo, cuando empecé a escribir narrativa, cuentos, novela, o inclusive cosas como no ficción, porque estaba enclavado en la narrativa, empezaba a ver herramientas que luego puedo aprovechar mejor en la dramaturgia. Es decir, es como aprenderlo de primera mano. (F): O sea, se va entretejiendo un género con el otro.


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(I): Como supongo que ocurre en muchos otros oficios. O sea, si alguien te dice que ocurre así, realmente es así. A menos que uno vaya y vea, va a darse cuenta cómo funciona realmente. (F): Cuéntanos del “Premio Manuel Herrera”. (I): El “Premio Manuel Herrera” fue con una obra que se llama Neighborhood, de la que platicábamos, editada por el Fondo Editorial del Estado y eso fue en 2016. Fue una obra que yo escribí entre 2015 y 2016, justo, gracias a un PECDA, Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico, que pretendía eso. Yo acababa de regresar de Barcelona, había estado trabajando en narrativa en Barcelona y quería contar una historia que en el teatro trataba de emular, por un lado que tuviera herramientas de otros géneros literarios, del ensayo, de la narrativa, ponerlos como en juego, pero que al mismo tiempo estuviera dialogando con una de mis pasiones, además del futbol y la literatura, que son las teleseries. (F): Qué interesante. (I): Entonces es una obra ambientada en el mundo de las teleseries, que intenta emular como ciertas herramientas del discurso teleserial y que al mismo tiempo era un obra que me gusta pensarlo como que el tema era cómo se va dejando atrás una etapa particular de juventud y lo que eso implica. Y entonces era además un tema recurrente: cómo hemos crecido con música, con películas, con literatura. Cómo estos triángulos amorosos de verano que se acaban como se acaba el verano, esta cosa como ‒siempre me gusta decirlo así‒, yo quería escribir una obra como una canción de


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Bruce Springsteen, esta cosa de los chicos de pueblo que quieren huir y sólo van a dar la vuelta alrededor del pueblo para regresar al pueblo. Entonces era eso un poco, como hablar de las teleseries. Tiene mucho que ver con cierta tradición otra vez literaria, musical, digamos que tiene que ver con un espacio físico, con una urbanización, que es el modelo del suburbio. De hecho hay muchos guiños en la obra a este modelo de esta compañía Levittown sounds, que es un modelo que hemos replicado, inclusive nosotros mismos en la ciudades que hoy habitamos. De algún modo, muy sui generis, pero intenta imitar ese modelo. Y como hay toda una tradición literaria en torno a esas urbanizaciones, desde John Cheever, que platicábamos hace rato, el gran escritor norteamericano que ambienta buena parte de sus cuentos en estos entornos suburbanos, pero también las teleseries, está Madman, que tiene mucho que ver con John Cheever. Hay un punto en común; pero están también discos como The Suburbs de Arcade Fire. O sea, quería que estuviera todo eso en la obra y creo que al final, sí entraba. (F): ¿Ese fue el primer premio que obtuviste? (I): El primer premio, digamos, de ese alcance. Había concursado en premios universitarios, que son premios igual, que sirven muchísimo para validar lo que uno está haciendo. No en el sentido de reconocimiento hacia afuera, pero te sirven como aliciente. De pronto uno pasa tantas horas escribiendo, que uno puede llegar a pensar: y todo para qué; nadie me está pidiendo que cuente esto, o sea, para qué lleno de más ruido el mar de ruido que ya hay en el mundo… Y si además no tienes una retroalimentación de ello, como


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un taller que alguien te diga eso está muy bien o te diga lo contrario, o un premio. Yo pienso que los premios funcionan para ese tipo de cosas, además de la nada despreciable solvencia económica. Yo bromeaba como que había solicitado una beca cuando gané el premio, y decía que el premio era mi beca, porque el premio me permitió vivir un año de escribir, o sea, dedicarme a escribir. De otro modo no hubiera podido hacer las cosas que entonces hice. (F): Y después del “Manuel Herrera” ¿qué vino? (I): Después del “Manuel Herrera” fue que concursé para el “Premio Ignacio Padilla”, que además era un premio que me da mucho gusto haber ganado, que ganamos con Jaime He, somos muy buenos amigos. Yo gané el primero y Jaime ganó el segundo; yo quedé en segundo lugar en el segundo año y le dije: “Si no fuera por ti, hubiera logrado conseguir el bicampeonato”. Y él me decía: “Somos como la escudería McLaren”. Y fue el “Premio Padilla”, las dos ediciones. A mí me da mucho gusto por Jaime que es un gran escritor y además somos socios, tenemos juntos un espacio y me toca verlo trabajar y a él verme a mí. Y me doy cuenta de eso, es alguien súper dedicado, y cuando le va bien, cuando se reconoce su trabajo me alegra doblemente, no sólo porque es un gran amigo, sino porque me parece un gran escritor. (F): Qué bien. (I): Y eso ocurrió con el “Premio Ignacio Padilla”, que además, yo me acuerdo mucho y lo platicaba con Jaime y con varios colegas que entonces teníamos un taller de narrativa, que era eso, vamos a concursar,


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más allá del premio, o del reconocimiento o del dinero o de la publicación. Decíamos, cualquier currículum donde puedas poner que ganaste un premio con el nombre de Ignacio Padilla, está increíble. Hay un concurso literario –y esto es real–, hay un concurso literario en Argentina que se llama “Premio Lionel Messi”. Uno no gana realmente nada, más que una placa que dice que ganaste el premio sobre literatura y futbol “Lionel Messi”. Es muy caro mandar un manuscrito hasta Argentina, pero me encantaría poner en el currículum: ganador del Premio Lionel Messi. Bueno, así, muy en serio, era lo que pensábamos del “Premio Ignacio Padilla”, no sólo por esta cuestión personal, sino por el reconocimiento que implica el que se reconozca la obra de alguien, como alentando a esos otros que vienen después de él. Aprendimos de Padilla. Me parece que honrar la memoria de un escritor es convocando a un premio para escritores. O como la música, ojalá se hiciera un concurso, o como en el periodismo ¿no? Una buena forma de recordar a los periodistas es haciendo medallas. Era eso. Y además, creo que con el “Premio Ignacio Padilla” el Municipio de Querétaro hizo algo que era muy necesario: convocar a ese concurso; porque en muchas partes del mundo, siempre los premios de ciudades permiten mapear la ciudad. O sea, uno podría pensar que nos conocemos todos y no es verdad, de pronto estamos Jaime y yo y tenemos un espacio, pero no conocemos a otros escritores que también están trabajando en Querétaro, que están publicando en Querétaro. Entonces para ese tipo de cosas sirve mucho un premio municipal.


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(F): Te da visibilidad ¿no? (I): Exactamente, y además reconocer quién está trabajando al igual que tú entre pares, porque además es un concurso abierto, no está cerrado ni a edad, ni a cierta trayectoria, en absoluto. Mientras se esté en Querétaro, se puede concursar y eso está súper padre, porque te permite conocer a los colegas. (F): Oye, pues debe ser un aliciente muy grande ganar ese premio. (I): Sí, muchísimo, me dio mucho gusto, además, me dio mucho gusto también con el “Manuel Herrera”. Pero con el “Manuel Herrera” fue concursar en un premio de dramaturgia, pero yo llevaba escribiendo siete u ocho años dramaturgia, entonces no es que no tuviera un esfuerzo, pero sí era como más natural. Uno pensaría que eso podría suceder eventualmente, la verdad es que yo no pensé que sucedería cuando sucedió, pero sí era como un sueño. En cambio, con el “Premio Ignacio Padilla”, aun siendo municipal, para mí fue como un gran aliciente, porque yo no había escrito relatos. (F): Te estabas metiendo en un terreno desconocido. (I): Sí, y que además eso se reconociera estuvo muy bien, me permitió como cierta tranquilidad de saber, o sea, sé que hay muchas cosas a trabajar, pero sí me deja esa especie de feedback de lo que estaba haciendo. (F): Y después de Neighborhood ¿qué se publicó? (I): Después de Neighborhood se publicó Tríptico sobre las despedidas, después de toda una larga travesía


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en el Fondo Editorial Tierra Adentro y los cambios de Conaculta a Secretaría de Cultura y los cambios internos de editores. Y un año antes se había publicado la plaquette con Harris Publisher de aquellos textos que escribí estando en Barcelona. (F): ¿Y más recientemente? (I): Pues eso es lo más reciente, justo en la premiación del segundo año del “Premio Ignacio Padilla”, se presentó la publicación de los ganadores del primer año, entonces eso fue lo más reciente. (F): Y ahora, para terminar esta entrevista quiero preguntarte ¿qué viene para adelante?, ¿en qué estás trabajando? (I): Ahora intento no dejar de lado la escritura, pero volví a estudiar. Estoy haciendo una Maestría en Comunicación y Cultura Digital, que me ocupa la mayor parte del tiempo. Es de tiempo completo, estoy haciendo un proyecto de investigación que procede de esa pasión que te decía hace un momento de las teleseries, pero ahora académicamente: investigar qué está pasando con la ficción televisiva como fenómeno actual. Estoy muy dedicado a la maestría, pero al mismo tiempo intento probar otras cosas, no dejar de escribir en la medida de lo posible. (F): Y seguramente de la maestría van a salir mil temas ¿no? (I): Sí y además el hecho de tener también colegas con los cuales platicar, que también son mis grandes amigos, y estar discutiendo cosas tan pertinentes ahora, como es la cultura digital, cómo está cambiando el


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mundo. Entonces estoy dedicado a eso y procurando escribir. Y junto a Jaime y Rafael Vuelta tenemos un espacio en el centro de la ciudad que funciona como estudio para nosotros. Nos da un lugar para escribir, pero también nos da un lugar donde poder impartir talleres, presentar libros y todo eso. Se llama Vendedores Paraíso, que son las escrituras laterales, las marginales. La idea es tener un espacio que oferte, ¿cómo decirlo?, lo que no abarcan otras instituciones que ofertan talleres de literatura. Esas escrituras laterales que quedan como al margen de los talleres de literatura tradicionales. Eso es lo que intentamos cubrir nosotros acá. Por ejemplo, ahí yo di un taller de ficción televisiva ¿no? un tema un poco más raro que la oferta cultural general. Y ahora estoy por dar uno de no ficción. Entonces esos son los proyectos. (F): Imanol, te agradecemos muchísimo que nos hayas acompañado. (I): No muchas gracias a ti por el espacio.


Jaime Zúñiga Burgos Fernando Pérez (F): Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista, Jaime. Jaime Zúñiga (J): Es un gusto para mí, Fernando. (F): Pues realmente yo creo que el tema que nos reúne contigo es muy interesante porque te has dado a la tarea de conjuntar una serie extraordinaria de leyendas, de mitos, de historias de aquél Querétaro de la antigüedad, de aquél Querétaro con el que a algunos ya no les tocó vivir, pero que tú rescatas. (J): Tuve la suerte de vivir momentos muy gratos cerca de algunos familiares como mi abuela. Mi abuela era parte de la historia de México porque ella era Rosa Altamirano Bravo, descendiente de Don Nicolás Bravo. Platicaba una serie de hechos, incluso tenía unas cartas con el seudónimo de Nicolás Bravo, cartas que nos mostraba y que con el tiempo se perdieron. Porque cuando Nicolás Bravo era un rebelde, un guerrillero en esa época, pues anduvo huyendo y anduvo escondiéndose para evitar ser aprehendido. Mi abuela nos interesaba a tal grado por las historias que nos contaba, algunas de ellas muy descabelladas, porque se le grabó en la mente y siempre he puesto en entredicho la veracidad de lo que cuente la abuela porque decía que en Michoacán cuando ella era niña, aparecían de repente lluvias de ranas, peces y sapos, y que había unas culebras que rezaban la magnífica y con un cuchillo con agua bendita las cortaban en el cielo. A mí se me hacía descabellado, pero después, viendo

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que efectivamente un tornado levanta todo lo que hay en el agua ‒en los cuerpos de agua‒, pues tenía razón mi abuela. Mi abuela era sobrina de un canónigo, el canónigo Ignacio Prisciliano Altamirano Bravo, la misma familia, que la recogió como huérfana. Estaba ya nada más la prima del canónigo y en esa época hubo un problema, ya que uno de los sacerdotes tuvo un problema con una sirvienta y el obispo prohibió que las sirvientas y el personal femenino atendiera a los sacerdotes. El padre trajo entonces a la prima viuda y a las dos sobrinas para que lo atendieran y de ahí mi abuela tuvo acceso a muchos documentos, a la biblioteca del canónigo y a lo que el propio sacerdote le llegó a platicar. Y realmente, las leyendas de Querétaro eran muy simples. La de La Carambada era una leyenda muy simple, que en una cuartilla estaba resumida. Porque era una mujer fea, charrasqueada, que hablaba y montaba como hombre a la cual le mataron al marido y ella con familiares muy cercanos para evitar una traición como la del marido, se dedicó a asaltar el camino, la carretera a Celaya porque ella era de San Antonio de la Punta. El ingenio hacía que con tres o cuatro hombres, en la noche prendiera olotes a la orilla del camino y esto no lo rescata el padre Cabrera en la nueva versión que hace de La Carambada; la mujer prendía los olotes que se avivaban con el viento y salía ella con los que tenía, con toda su banda, pero parecía que estaban rodeados. (F): Parecía que eran muchos. (J): Sí. Entonces les quitaba y les robaba todo. Lo chusco de esto, lo gracioso es que ya cuando se iban, hacía escarnio de los que les habían robado y se le-


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vantaba la enagua y les decía: “Vean quién les robó: les robó una mujer”. Entonces aquí en Querétaro se les decía: “es que está del carambas” o “Ay, carambas”, y acabó por llamarse la Carambada. Era la famosa Carambada. Después con el seudónimo de Joel Verdeja Sousa, los hermanos Cabrera, el padre, el canónigo Cabrera y su hermano el poeta, un insigne queretano muy culto, hacen un libro que rescata La Carambada. Pero al final les había fallado algo, era un sacerdote y dice: “Bueno, ¿y cómo le vamos a hacer si es un secreto de confesión?”, se supone que… (F): Que no debería ser revelado. (J): Entonces el mismo padre, ya al final del libro, lo corrige y dice que fue una confesión pública porque había más heridos ahí. Y así corrigió esto. (F): Oye, pero entonces, desde muy pequeño tuviste acceso a estas leyendas, a estas historias, pero cuénteme una cosa, ¿por qué te decides a estudiar Medicina? Eres médico cirujano, ¿no? (J): En efecto, yo soy médico cirujano. Tenía un tío de la familia Ballesteros, que estaban emparentados con la abuela, era médico militar. Y toda mi intención era irme a la Escuela Médico Militar, pero había quedado viuda mi madre. Mis hermanos estaban chicos y decidí quedarme disponible. Porque iba a México y regresaba, pero los fines de semana atendía el negocio de mi padre que eran los molinos de nixtamal. Entonces yo hacía la labor de toda la semana, la hacía en fin de semana que era sábado y domingo. Era sencillo quitar las pilas como mi abuelo lo hacía o como lo hacía mi padre, que fue el negocio que tuvo la familia. Enton-


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ces todo esto surgió cuando yo termino ya mi función como médico, que traía en la mente muchas cosas y estaba yo como Braulio Guerra o como Juan José, que se nos va la cabeza así de lado con tanto conocimiento. (F): Sí, porque además de médico también estudiaste Derecho y además tienes Maestría en Administración. No acabas nunca de aprender, siempre tienes los libros en la mano. (J): Por los cargos que he tenido, vi la necesidad y que hubiera sido muy conveniente tener, cuando fui representante de los trabajadores del Seguro, saber algo de Derecho. (F): Fuiste Secretario General, ¿verdad? (J): Sí, fui Secretario del sindicato y el hecho de conocer algo básico de Derecho, me hubiera allanado muchos problemas. Entonces ya una vez que tuve los cuatro años sabáticos, me dediqué a estudiar Derecho, fue la segunda vuelta. (F): Y entre otros cargos que has desempeñado, está el de Delegado Federal de Medio Ambiente. (J): Primero fui de Pesca, y mis irónicos compañeros me decían que dónde estaba mi barco. (F): Que qué pescabas (risas). (J): Que qué pescaba aquí en Querétaro, porque ignoraban ‒yo también lo ignoraba‒, que todos los cuerpos de agua en Querétaro se podían sembrar, practicar la acuacultura y fue una experiencia bonita. (F): Luego también fuiste miembro del Consejo Estatal contra las Adicciones.


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(J): Esa fue una labor que se iniciaban apenas los Centros de Integración Juvenil y tuvimos una labor muy, muy ardua porque había mucho problema en esa época con los inhalantes. La marihuana aquí en Querétaro, yo recuerdo mi infancia, que me amenazaban: “no vayas a la Alameda” y “no puedes ir, estás muy chico”, “les sale el marihuano”, así en singular. Entonces se les tenía miedo a los marihuanos. Y con el paso del tiempo, pues eso fue cambiando y ya fue el plural, ya no sólo era uno. (F): Ya eran varios. (J): Más de tres, pero sí, todo esto nos causó muy grata impresión porque iniciamos esta labor de reintegración juvenil. Ahí estuvo el doctor Fonseca de Director, mucho tiempo. La labor fue muy buena, ya después por cargos públicos tuve que… (F): También fuiste Diputado. (J): En efecto, fui diputado por el IV distrito. (F): Y candidato a Gobernador. (J): Ese fue un movimiento ciudadano que ahora ya lo retomaron como fuerza ciudadana. Ese era el movimiento ciudadano que se convirtió en partido, con Jorge Alcocer y anduve yo participando porque tenía muchas inquietudes al respecto de lograr ciertos equilibrios políticos en Querétaro, creo que se lograron. (F): Y ahora estás en un movimiento que se llama Preserva Patrimonio. (J): Preserva Patrimonio es un grupo que surge del maestro Modesto Cervantes, con Luis Montes de


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Oca, Emilio Lobato, Francisco González, Mariano Amaya, su esposa. Somos bastante gente que nos interesa esto, principalmente académicos. Y el grupo ha funcionado desde hace seis años, un año más que el programa que tenemos. Este grupo trata de rescatar lo que son las tradiciones ante el embate de nuevas costumbres, que hay que respetar. (F): Claro. (J): Pero también, que no prevalezcan sobre lo queretano. (F): Que no se pierdan. (J): Que lo que llega enriquezca lo que tenemos. (F): Muy padre la labor, entonces, de ese grupo de preservación del patrimonio. (J): Sí, se ha hecho bastante, todavía nos falta mucho por hacer. (F): Oye, y en cierta forma ya se te ha reconocido porque recibiste la medalla Fray Junípero Serra por parte del Congreso. (J): Sí, el Congreso me hizo esa distinción que me honra mucho. (F): En 2009 ¿no? (J): Así es y pues para mí es un orgullo tener algo, como un estímulo que me ha ayudado porque hay veces que, yo no sé escribir a máquina, no uso la computadora, sino que soy de los que arrastro el lápiz y la pluma. (F): ¿En serio?


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(J): De lo otro no sé y en el Seguro Social cuando vi que las computadoras llegaban, dije: “Ahora sí, mis garabatos en las recetas van a ser obsoletos”. Y afortunadamente llegó la jubilación, pero sigo arrastrando la pluma y su tinta, el lápiz y la pluma. Generalmente escribo en la noche y al día siguiente edito, porque después de tres o cuatro días ya no respondo lo que escribí, no me entiendo. (F): Pero entonces, ¿cómo es posible que un escritor tan prolífico como tú todavía lo escriba a mano? (J): Sí, hay veces que algunos compañeros míos, uno de ellos Sergio Arturo Alarcón, ironizaba frente a Andrés Estévez y Marco Antonio León diciendo: “No es posible que alguien escriba un libro cada tres meses”. Pero yo podría escribir más, sólo que no tengo dinero para publicarlos. (F): Un día en tono de broma y haciendo alusión a la gran cantidad de libros que has escrito, dijo: “Yo creo que ha escrito más libros de los que ha leído”. (J): Sí, y luego mi buen amigo Andrés Garrido se permitió, en uno de los prólogos que me hizo favor de escribir, poner: “Nada más haciendo un recuento de los libros que he leído en dos carreras, en Medicina…” (F): No, pues es una cantidad impresionante. (J): La realidad es que no leía mucho de lo queretano porque traía yo mi formación. Y usaba un pretexto, para no recibir influencia alguna o que dijeran que les había copiado y lo hice en serio. Entonces empecé a escribir todo lo que tenía. Y después, con el paso del tiempo empiezo a leer a Valentín Frías y veo que


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había muchas coincidencias. Pero eso es explicable, porque ¿qué puede escribir un queretano como los de antes? Lo mismo que escribió Valentín, era lo mismo, las mismas calles. (F): Sí, pero no quiere decir que tú hayas tomado de ellos. (J): Así es. (F): Ahora bien, centrándonos en el tema de esta entrevista, es una cantidad impresionante la que has escrito de libros. Algunos de ellos son: Personajes del Centenario, El emperador Maximiliano y el Legendario túnel de Querétaro, Rincones y remembranzas: crónicas queretanas, Anécdotas y leyendas queretanas, Historia oculta: Conspiraciones y organizaciones secretas en Querétaro, Crónicas e imágenes de El Marqués, Crónicas e imágenes de Querétaro, Rincón Querétaro: Mitos, falsedades y hechos poco conocidos, Rincones y remembranzas: crónicas queretanas de entierros, tesoros y uno que otro fantasma, Crónicas y recuerdos de aquel Querétaro antiguo e Historias y recuerdos de aquel Querétaro antiguo. No sé si me faltó alguno, pero es una bibliografía impresionante la que tienes. (J): Yo tengo que hacer un recorrido mental, desde el primero, de que fue Rafael Camacho Guzmán, anécdotas, que fue el primer libro: fue mi debut. Rescatando la vida muy interesante de un personaje singular, como lo fue Don Rafael Camacho Guzmán, con hechos chuscos y con todo lo que se pueda uno imaginar.


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(F): Muy pintoresco. Nos decías que tú desde la prepa ya estabas en los medios de comunicación. (J): En 1958, el Rector Fernando Díaz, nos dio facilidades para que (ahora sí los voy a recordar porque hace poco omití nombres), Sergio Alberto Solorio, Eduardo Moreno Salazar, José Luis Osejo, Lucilba Romero y tu servidor, teníamos un programa que se llamaba Acercamiento estudiantil cultural, y este programa, ¿qué crees que hacía yo? Lo mismo que estoy haciendo. (F): Estamos hablando de 1958. (J): Así es. Platicábamos de las Leyendas de Querétaro, los hechos poco conocidos, que topas muchas veces con pared. Les decía: “Eso que está en el convento de La Cruz no fue un cañonazo”. Yo desde la prepa sabía que ahí había estado Alberto Hans y que era una tronera, habían hecho una terraza para tener ahí las piezas de… (F): Así es, ya estaba lista la puerta, nada más quitaron el cañón y por ahí entraron. (J): Entonces todo este tipo de mitos es parte de la historiografía y de las historietas de Querétaro. (F): Y le van echando de su cosecha. (J): ¿Y sabes quiénes aportaron mucho a esto? Los guías de turistas que eran tres, el hermano del payaso Guzmán y otro que después lo dejaron trastornado los judiciales, lo golpearon, estuvo muy feo, lo dejaron muy mal y andaba por el jardín hablando solo. Eran los dos guías de turistas que para ayudarse ‒porque no había turismo‒, venían tres o cuatro a la semana


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vendían hiedras, gemas les llamaban ellos, igual que mi amigo Meche Aguilar, eran fondos de botella y vidrios de semáforos, todo lo que encontraban en los basureros, salvo el ópalo. Ellos se aventaban unas historietas muy buenas de Querétaro. (F): Pues sí porque mientras más le echaban, más le interesaba a la gente y más propina les dejaban. Ahí hicieron historias. (J): Estaban los turistas boquiabiertos con la historia de Querétaro (risas). (F): Así es, Jaime. Yo creo que lo realmente valioso es que tú te has encargado de rescatar la leyenda tal y como es, o sea, no de inventar cosas, no de sacarlas de su contexto, sino realmente rescatarlas como son, en su origen. Pero creo que uno de los temas que causan más polémica es el del legendario túnel de Querétaro. ¿Qué tan cierto es eso de que hay un túnel? Porque incluso hay quien habla de que hay un túnel desde La Cruz hasta el Cerro de las Campanas y que por ahí escapó el emperador Maximiliano. (J): Es una leyenda. Cuando la mañana del 15 de mayo 1867, llegan a aprehender a Maximiliano y no está, empiezan las especulaciones. Nuestros paisanos estaban encerrados, no se dieron cuenta de que Maximiliano se fue caminando, cruzó por Venustiano Carranza, lo que es ahora 5 de Mayo, Madero y llegó al Cerro de las Campanas en un recorrido que le lleva 45 minutos aproximadamente. Más bien se tardó por andar despidiéndose de la familia Rubio, en la casa de Pedro Romero de Terreros, que ahora le llaman Casona de los Cinco Patios.


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(F): Así es. (J): En el Casino Español, que tenía algunas cosas ahí, pasa a despedirse. Todo lo demás ya lo conocemos. Pero nuestros paisanos hacen nacer una leyenda, porque existía algo ya previo, ¿por dónde escapó Maximiliano? Lo lógico era que por el túnel, en esa época se conocía abiertamente, era la acequia madre, que con el paso del tiempo fue olvidada, ya no corrían los drenajes. El agua entró por el Acueducto y era muy diferente la situación y quedó obsoleta. Pero qué ha pasado, a través de la historia de Querétaro, es muy frecuente que la gente lo reencuentre. Hay a quienes se les sumió el piso, se cayó una pila que habían hecho para los patos, o muchos que sabían de que existía lo rellenaron, y tenemos bares en casas particulares, bajo tierra. Hay capillas, y en la calle de Madero las medidas, por un ingeniero que tuvo a bien darme las medidas, ya falleció, Antonio Mariné, me dice “Jaime, es una cosa bien impresionante la construcción. El piso bien formado, con algo de basura y todo por el paso del tiempo, son cuatro metros de ancho por tres y medio de alto, con bóveda de medio cañón”. Todo eso está en la acera sur de la calle de Madero. Y en La Marquesa, por ejemplo, todo lo que es un patio, en un tiempo se pensó abrir un bar subterráneo y estuvo a discusión si lo abrían o no, por los malos olores; hay que recordar que era una cloaca, era la acequia. Se tienen que hacer unas labores de rescate y es leyenda porque no existe esa escapatoria. (F): Que se le atribuye a Maximiliano, pero sí existe ese túnel que cruza varias calles ¿no?, cruza Juárez, Morelos, Corregidora, 5 de Mayo, Pasteur, andador


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Libertad, Plaza de Armas, Jardín Zenea, en fin, cruza todo el centro de la ciudad. (J): Te doy el último hallazgo, reciente porque estamos nosotros permanentemente. Hace tiempo fuimos nosotros a hacer un programa de Radio y Televisión Querétaro, a la Hacienda El Castillo y uno de los lugareños nos dijo que había un túnel que llegaba del Cerro de las Campanas. Nos vimos Luis Montes de Oca y yo, con escepticismo, con cierta sonrisa. Pues resulta que hace unos días, en un edificio nuevo que está en Avenida Hidalgo con 5 de Febrero, dentro de los terrenos del campus universitario, se encontraron los ingenieros con dos túneles, dos túneles que después se supo que fueron hechos por Don Bernabé Loyola y por Don Carlos Rubio, que eran parte de la presa de lodo, el desagüe, para llevarlo a San Juanico y a la Hacienda el Castillo. Hicieron dos grandes túneles que conducían el agua hasta allá. Entonces sí había algo de verdad; los ingenieros en cuanto hicieron el hallazgo, pensaron “vienen las autoridades y nos paran la obra”, lo cubrieron y hay un piso ahí. Pero hay testimonios. (F): Es lo mismo que en muchas casonas sucede, que no lo dan a conocer por temor a que a lo mejor pierdan sus propiedades. (J): En Pasteur número 8, en plena Plaza de Armas, en una madrugada el señor Villegas ‒ahí vivía la familia Juárez Villegas‒, empezó a oír voces y decía que parece que estaba soñando. Era una gran cantidad de ruidos en la parte de abajo. Prende la luz, se asoma y ve su patio junto a la puerta de la salida a Plaza de Ar-


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mas, lleno de una multitud de gente. Se estaba dando una fuga en la cárcel, estaban en Palacio Municipal (que en ésa época era cárcel) y salieron por uno de los drenajes de la acequia. (F): ¡Fantástico! (J): Es que no son de los drenajes de tubería que conocemos, eran unos túneles propiamente como… (F): Como calles subterráneas. (J): Incluso tienen en algunas partes, escaleras que bajan para subir el agua a esa propiedad. En La Marquesa, ahí estaba bien claro, una zona bien cercana y vamos a ver si es posible que en unos meses más exista ya un acceso para una muestra de lo que fue. (F): Sería muy interesante para de alguna manera aclarar ya este legendario túnel de Querétaro, que ha dado pie a muchas especulaciones. (J): Así es. (F): Pero también tienes algunas otras investigaciones donde hablas de temas muy espinosos. Por ejemplo el códice de Juan Diego que se encontró aquí en Querétaro, el llamado Códice Escalada o Códice 1548. (J): Sí. Hay que recordar que existen libros muy interesantes porque insisten en tocar asuntos medio espinosos, porque generalmente entra el fanatismo de la gente, entra la fe. Pero en lo científico está demostrado que el lienzo de la Virgen fue manipulado, fue retocado varias veces. Varios hacen algunos relatos. Incluso yo tengo un libro muy bueno sobre esto, pero, ante la situación de falta de evidencia, porque ni la


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tumba de Juan Diego se conoció, se ponía en duda que existía, etcétera. Se trata de buscar, de localizar argumentos sólidos, y casualmente aquí en Querétaro se encuentra un códice. (F): Así es, en medio de un libro ¿no? (J): Sí, en un libro en una biblioteca, pero, aquí te voy a comentar lo que supimos nosotros. La persona que hizo esto, que lo elaboró él, era un conocido de Modesto Cervantes, que habían hecho algunos trabajos sobre algunas investigaciones y efectivamente, el papel, el pergamino es de la época. Las pinturas, esta persona era muy hábil y se documentó y todo. ¿Tú has vuelto a saber de ese códice? ¿Lo pusieron bajo una lupa de algún historiador? No, pero cumplió un objetivo y se le debe a un piadoso queretano que pagó treinta mil pesos por la elaboración de este códice y hay que decirlo porque si no, se queda en el limbo todo esto. Se logró porque el Arzobispado lo llevó a Roma y fue parte determinante para la canonización de Juan Diego. (F): Fue una de las pruebas ¿no? (J): Fue una de las pruebas. (F): Y en esta labor de investigación, ¿te has topado con algunas dificultades o con gente que te hay puesto limitaciones al hacer tus investigaciones? (J): Nunca. En libertad absoluta, porque cuando decimos algo, se puede demostrar. (F): ¿Tienes pruebas documentales?


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(J): Tenemos pruebas documentales, tenemos testimonios de mucha gente que aún vive y que pueden dar testimonio de todo lo que decimos. Afortunadamente la gente me conoce y sabe que yo no persigo ninguna otra cosa, ni económico porque no me voy a hacer rico con los libros sino al contrario, andamos tocando puertas para poder imprimir. La gente ha sido muy bondadosa, mis paisanos me han tenido confianza, con respecto al túnel conozco yo innumerables partes, pero me piden por favor que no lo diga, porque al rato o les meten a alguna autoridad o les meten gente a verlo. (F): Claro, se convierte en un sitio de atracción turística. (J): Sí. Que sí lo sería, pero en un lugar adecuado. (F): Y bueno, después de toda esta cantidad impresionante de libros que has hecho, ¿qué sigue para adelante?, ¿qué has pensado? (J): Pues mira, yo pensaba dedicarme al ballet pero ya no, o a tocar un instrumento, pero soy malo para la música. Y el ballet, pues ya me falla la condición (risas). (F): Un gusto haberte tenido en esta entrevista, Jaime. Muchas gracias.


José Luis de la Vega Fernando Pérez Valdez (F): Maestro, muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista. José Luis de la Vega (JL): No, pues muchas gracias a ti por brindarme esta oportunidad de comentar parte de mi trayectoria y de mi formación como escritor. (F): Maestro, en esta platica nos vamos a concentrar únicamente en lo que es su actividad literaria, y qué le parece si empezamos por el mero principio, cuando usted era un niño ¿cómo es que nace esa inquietud por la literatura? (JL): Dice Ricardo Yáñez que la poesía es un don y que uno debe escuchar el llamado de la poesía o no hay manera de acercarse. En realidad, yo, desde muy pequeño, en la época en que ingresa uno a la primaria, mi abuela me enseñó algunos poemas para que los recitara en la familia. Me llevaba de casa en casa para que yo los dijera y era parte de su orgullo. Posteriormente, en la misma primaria leí algunos poemas a la bandera, o en las efemérides de todos los lunes en las escuelas. (F): Es lo que yo le iba a comentar ¿qué tipos de poemas le ponía la leer? (JL): Pues, “Mamá soy Paquito, no haré travesuras” y de ese tipo. Recuerdo de Rubén Darío; aquella muy famosa de “un cielo impasible…”. Ya en la secundaria, teníamos un maestro, Tiburcio (no recuerdo ahora su apellido) era el maestro de Español, pero en reali-

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dad era muy buen basquetbolista, entonces muy poco nos enseñó sobre el tema. Sin embargo nos acercó un libro: una preceptiva literaria, que me descubrió el mundo de la literatura a esa edad: sonetos, epigramas, toda una serie de poesías que me hicieron sentir que por ahí podía ser mi camino. Y desde ahí me aficioné mucho a la literatura, a la lectura fundamentalmente; hubo un momento en que leía de todo lo que caía en mis manos, pero sobre todo poesía. Mucha de ella en los suplementos culturales de la época, particularmente en suplemento cultural de El Heraldo de México, que tenía un suplemento donde, por ejemplo leí El Chacal, de Julio Cortázar; José de la Colina escribía sobre cine, en fin. Y ahí comencé a adentrarme en el mundo de las letras. (F): ¿Y comienza a escribir? (JL): De hecho comencé a hacer mis pininos, la mayoría de las veces imitando a los clásicos, en otras con poemas cursis que escribía para las novias de mis amigos y que me celebraban mucho. Poco a poco fui haciéndome de una bibliotequita pequeña que tenía ahí en mi mesa de trabajo. Intenté cosas ya con mayor interés por escribir, y escribir particularmente poesía. Pero este acercamiento era muy disímbolo en estilo, en forma, en temas, generalmente de amor, porque es la época en que uno descubre el amor y es el tema principal de nuestra vida en ese momento. Pero no fue sino hasta 1971, en que Paula de Allende prodigó un taller de poesía que dirigía Alejandro Aura. Cuando yo llegué a ese taller me di cuenta de que la poesía no era naturalmente inspiración sino trabajo, seriedad con el oficio que intentaba


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aprender, empeño, dedicación. Y de pronto estaba totalmente involucrado, tanto en la discusión sobre la estética que se impulsaba en ese momento, como en la propia creación del verso. (F): O sea, un verdadero oficio. (JL): En ese mismo taller, un amigo mío que era pintor, Rojo Garrido, me dijo un buen día: “Bueno ¿qué no te vas a asumir nunca como escritor, no te vas a asumir nunca como poeta?”. Y de una manera para mí era algo colateral en la vida, si bien no lo entendía como un hobby, sí lo entendía como algo que no iba a ser mi vida, como finalmente y al paso de los años lo ha sido. Así que le dije: “Tienes razón”, y comencé a escribir con la idea de hacer un poemario. Y Alejandro nos decía: “Bueno, para hacer un poemario primero hay que hacer un poema”. Y entonces al mismo tiempo que empecé a escribir ese primer poema y los siguientes fui aprendiendo que parte del oficio es tener una crítica literaria. Tener una idea, tener un concepto sobre lo que uno escribe. (F): Ya lo que es propiamente un taller. (JL): Un taller, ya estábamos, como te digo, involucrados en el tema. En esa época en la poesía mexicana había lo que se dio en llamar una guerra civil entre los que escribían por lo derecho, claro; y los que escribían dándole un poco de vueltas al asunto, buscando más las imágenes que el objeto mismo de trabajo. Los grandes ejemplos serían Octavio Paz: que una base de cristal, un chopo de agua, en fin, una carretada de imágenes; y por el otro lado Jaime Sabines que en algún momento lo dice muy claro: hay poetas que se


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tropiezan con una piedra y dicen que son piedras frustrantes y otro que dice pinche piedra. (F): Dos visiones. (JL): En un principio, y dado el taller, mi producción fue más encaminada a este lado de las imágenes, de buscar la expresión, el sentido, el sentimiento; pero por el lado de que las palabras te lo dijeran como de rebote, lo diré de esa manera. De esa época son Saxífraga es mi flor, de esa época son poemas como Caballos, pulsación de mar, el cráneo de una gaviota es perforado por la luz que se filtra en las bahías… y por ahí iba mi propuesta. Entonces llega esta idea de realmente yo sí quiero decir cosas que se entiendan, cosas por lo derecho. Sin embargo, llegar a ese por lo derecho, pero todavía cargaba la formación propia del taller, y al siguiente poemario lo titulé Distinta fragancia, con esta idea de hablar por lo derecho, hablar claro, hablar directo, sin mayores adornos. Pero finalmente el gusto y la estética me arrastraban hacia imágenes que conllevaban, o según yo conllevaban, a cierto tipo de belleza; que me referían a otra cosa distinta a la realidad visible, tangible. (F): Maestro, estamos hablando de que estos poemas ya estaban publicados o todavía no. (JL): Todavía no se publicaban. De hecho tardo en publicar. Me tardo casi veinte años en publicar. (F): Así que seguía usted escribiendo pero sin publicar. (JL): Sin publicar porque no había muchas oportunidades en Querétaro de publicar. Pero publicaba en


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un suplemento cultural que dirigía Paula de Allende y que se llamaba El Ruido de las Letras, y se editaba por el Periódico Noticias. (F): Entonces usted seguía en esa tesitura. (JL): Pero sí publicaba en suplementos, uno El caballo de papel, que salió en el Diario (de Querétaro), en fin… Yo entonces comienzo a llevar mi poesía por estos senderos en busca de una voz propia. Para esos momentos, voy a la Ciudad de México y hago vida literaria, pero ahí mismo comienzo a escribir sobre Historia de México. Un título que ya también es editado ‒prácticamente mi obra está editada toda‒, que se llama Estampas de la Triple Alianza, y que el tema principal es el mundo prehispánico, el mundo de los indígenas, y donde si bien es todavía esta idea estética, de belleza, ya la temática es concreta, es la historia, es lo que pasó y cómo pasó y cuándo fue. Lo concluyo en una estancia en la ciudad de Guadalajara e ingreso a un taller de Jorge Esquinca, que en realidad era el taller que de alguna manera le heredó Elías Nandido, el poeta, autor de Nocturnos. Y a partir de ahí comienzo a escribir otra serie de poemarios donde ya, digamos que el amor, si bien está en algunos poemas, hay otros temas que aparecen. Hay los temas clásicos del poeta que son el paso del tiempo, la amistad, algunas visiones de la realidad de ese momento, cuestiones de amistad, retratos de memorias de familia, de amigos que al paso del tiempo regresaban a mí sus recuerdos e hice una especie de retratos. De hecho escribí un poemario que se llama De memoria, en el que incluí esta nueva manera de plasmar mi propuesta literaria.


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(F): Y después regresa. (JL): Así es. Regresé a Querétaro y aquí continué con mi producción, pero ya digamos, retomando el asunto histórico que terminó en un libro que se llama Canciones de la Patria, y que tiene las luchas de la Independencia en México. Pero también al mismo tiempo aparecieron poemas como Los versos de Alfonso Ruiz Lobo, un poeta que inventé yo y al que le achacaba una manera de ver el mundo que no me atrevía yo mismo a reconocer como propia. Pero un día en Guanajuato, Marco Antonio Campos me dijo: “Oye, ese poeta se parece mucho a ti…”. Ni modo, pues, finalmente no era un heterónimo, no era un seudónimo, realmente era un poeta que me inventé, sencillamente. (F): Un alter ego. (JL): Después vinieron, una experiencia académica en la maestría en Antropología, a la que yo llego tarde, a los cuarenta años, digamos, y conozco a un grupo de jóvenes interesados en las letras. Estos jóvenes me vuelven otra vez a plantear cosas que según yo ya había dejado atrás. Y además había ya experiencias de vida con escritores amigos fraternos como Salvador Alcocer, Florentino Chávez, Humberto Carreón Hurtado, en fin, una serie de escritores a los que yo sentía la necesidad de regresarles algo de mi producción. Y ahí aparecen unos retratos, unas dedicatorias, pero sobre todo aparece un poema que se llama El lagartón, y que está dedicado a ese grupo de jóvenes, ocho o nueve jóvenes, que aún hoy son parte de la producción literaria de Querétaro, y no sólo de Querétaro sino ya ha rebasado la Cuesta China. Y en el que in-


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tento hacer reflexiones sobre mí mismo, sobre cómo entiendo yo cómo me hice escritor y qué pretendo cuando escribo, y finalmente, qué es lo que exige el oficio, como una especie de charla con estos jóvenes; amigos ya todos ‒ahora yo tengo sesenta y seis años y ellos tienen fácil cuarenta, son cuarentones todos‒, y tienen una producción ya reconocida, ya avanzada. Han consolidado y han ratificado su vocación de escribir. Uno de ellos es más bien monero, pero también ahí está produciendo, sigue en lo mismo. (F): ¿Qué está produciendo? (JL): Viñetas. Es el pulpo santo, el famoso pulpo santo. Bañuelos, se apellida. Manuel Bañuelos. Y ahí después de citarlos personalmente les digo poetas todos, aunque algunos se van por el lado de la prosa, Jesús Reyes, por ejemplo, que ya tiene una producción importante, pero él en la prosa. Nunca ha intentado escribir poesía y pues es una cuestión de vocación, de gusto, de sensibilidad para tal o cual género. (F): ¿Y después, maestro? (JL): Digamos que ahí cierro un ciclo, y cuando logro que se publique Los Panes, que es una recopilación de mi obra, una poesía reunida ‒se le llama así‒, un amigo mío que conoce mi trayectoria escribe y tiene inclinaciones sobre la Historia, me dijo: “Oye, has cambiado. Ya eres otro escritor al que yo conocí hace cuarenta años”. Le digo: “A ver, a ver ¿cómo está eso?”. “Sí ‒dice‒, antes me costaba mucho trabajo entenderte, y ahora eres clarito, clarito”. ¡Ah, caray!, pues entonces sí, efectivamente, esta trayectoria es un camino hacia la claridad. Pero también me doy cuen-


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ta que voy de regreso. En algún momento yo dije: “A ver, yo voy a escribir con un lenguaje que nadie dude en saber qué estoy diciendo, que todo el mundo lo entienda. No voy a usar palabras grandilocuentes, ni supuestamente intelectuales. O sea todo lo que yo diga debe ser sencillito”. Y sin embargo, en la última parte de mi trabajo y como si fuera natural, comienzan a aparecer palabras que digo ¡Ah, caray!, ¡ésta de dónde la saqué! ¡De dónde vino, cómo apareció! Entonces también digo: la imagen vuelve a llamarme. No nada más la realidad visual y la realidad sensible directa, sino que ahora también está de nuevo el tamiz de la mente, el tamiz de la creación, digamos. Y regreso a esta posición de darle también una imagen para que sea comprensible. Como por ejemplo, qué imagen del tiempo es más clara, pues el agua. O sea el agua se va como el tiempo, por la coladera, dice por ahí algún poeta: el agua se va por la coladera; el tiempo se va por la coladera. Pero qué imagen representa más al agua: la sed. Y entonces escribo un cuartetillo que dice: qué tiempo es el que corre en la poesía; qué agua bronca o mansa fluye entre sus versos; qué sed nos calma. Entonces regresamos a la imagen pero ahora con mayor intensión. Con la búsqueda de, mediante el oficio, de logros más acabados, de logros que sean al mismo tiempo una propuesta. Pero finalmente esta propuesta, hoy que ya casi toda ha pasado por debajo de los puentes, esta propuesta creo que está basada en la idea de que la conciencia debe dominar al poeta, ¿sí? Que lo que escriba tiene que pasar por su tamiz, tiene que ser procesado desde esa visión razonada… más que razonada, decirlo de


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una manera consciente, tener una opinión pero expresa, no escrita en un mamotreto, sino en un verso. (F): Oiga, no es fácil ¿eh? Esa es la labor del poeta. (JL): Ese es el trabajo, pero además, a mi edad, como que la lírica se me está alejando, se está yendo. O sea, en los últimos dos años he escrito seis poemas. (F): No me diga. Ya no hay aquella proyección… (JL): Me ha pasado lo que a muchos poetas, conforme avanza uno en la edad, la prosa lo comienza a uno a atrapar. Y he escrito algunos cuentos, Licantros mexicanos, una historia sagrada, ahora escribo un cuento que se llama Las plumas del pavorreal, y es una historia de vampiros, justamente. El licantro pues es el hombre lobo ¿no? son historias, pues qué más trillado que un hombre lobo, ¿qué más trillado que un vampiro?, pero el reto hay que asumirlo y trabajarlo con seriedad. Ya mi mujer me regañó, ¡ya párale a eso! de lo que se ha dicho, invéntate tú algo… En esas estamos. (F): ¿Qué le parece si hacemos un recuento de las publicaciones que ha hecho? Me dice que tarda veinte años en publicar… (JL): Claro. Mira, si te las puedo citar: Saxífraga es mi flor, en 1991 (no te voy a decir las editoriales para abreviar). Estampas de la Triple Alianza, 1993… en 1991 de Saxífraga es mi flor, fue escrito en el taller de 1971… (F): Es la que tardó veinte años para publicar. (JL): ¡Ajá!. Luego de Las Estampas, en 1993. De memoria, en 1994. Luego Los versos de Alfonso Ruiz


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Lobo, de 1996. La ceniza y el viento, 1996. De distinta fragancia, 1997. Hasta entonces se publica ese poemario que fue el segundo que escribí en realidad. Pero también pasan veintitantos años… Luego De cosas ya muy dichas, 1998; en realidad yo sigo pensando que ese podría ser el leitmotiv de mi trabajo, que ahí te habla de lo ya muy dicho. (F): ¿Y no le da miedo? (JL): No, pues ya está dicho todo… (F): Bueno, a lo mejor eso sería más difícil ¿no?, que a lo ya dicho, usted le diera… A lo mejor a mí me daría miedo el tratar un tema que ya se ha tratado muchas veces y sería más fácil meterme con lo que nunca se ha dicho. (JL): Es que yo quería ser original, al principio. Y luego me di cuenta de que, pues cuál originalidad ¿no?, ¿dónde está la originalidad? En todo caso creo que la búsqueda es por tu propia manera de decir las cosas, pero son las mismas cosas que se han dicho siempre. (F): Bueno, tiene usted razón. El amor, por ejemplo, ¿quién no ha hablado del amor?, el chiste es encontrarle una nueva palabra. (JL): El cómo… sí, sí. (F): ¿Después de eso, maestro? (JL): Después me publicaron otra reunión de poesía que se llamó Qué extraño tan diferente, en 1999. Canciones de la patria, en 2010. El lagartón y siete poemas inéditos, 2015. Y Reflexiones, retratos y dedicatorias, en 2015, también. He escrito cuento, como


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ya te decía. Pero en realidad, hasta hoy, ahí va mi producción. (F): ¿Y Los Panes de cuándo es? (JL): Los Panes es del año antepasado, de 2016. Es lo más reciente que se ha publicado, es poesía reunida. (F): Maestro, ya para terminar, ¿qué viene para adelante?, ¿en qué está trabajando usted? (JL): Tengo un poemario por ahí que son Los versos extraviados de Alfonso Ruiz Lobo. (F): Continúa usted con ese personaje imaginario. (JL): Sí, por las mismas razones que lo cree. Entonces ahí va, medio gruesecito el poemario. Y una serie de poemas sueltos que ya te venía comentando, que todavía no tienen lugar, digamos, no han sido un cuerpo que se reúna, pero que a mí me satisfacen y espero en algún momento tener una colección que pudiera editarse. Esa sería mi intención. (F): Y ya para terminar, no nos ha dicho cuáles son los motivos para crear esa poeta imaginario. (JL): Porque no me quiero asumir las cosas que él dice. (F): ¿Pero qué dice? ¿Qué es lo tan terrible que dice ese poeta que usted no quiere decir? (JL): Hay una cosa: por ejemplo, hay unos poetas ahora y algunos de mi generación, que son muy malhablados, y que dicen puras groserías; otros que son escatológicos. No es el caso de Ruiz Lobo ¿verdad? pero a mí no me gustaría que me recordaran como ese


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pinche poeta malhablado. O sea, yo puedo ser malhabladón de cuates, aquí entre nosotros, pero esto va a ir más allá de mí mismo, y no me gusta aparecer como tal. (F): Pero Ruiz Lobo sí lo puede hacer. (JL): No es malhablado tampoco. Por eso dicen que se parece mucho a mí. Pero habla de ciertas experiencias dolorosas que no me gusta asumirlas como propias, pero ahí están. (F): ¿Y qué tanto hay de autobiográfico ahí? (JL): Yo creo que esta es mi mejor biografía. Aquí está todo lo que he leído, aquí está todo lo que he pensado, aquí está mi punto de vista más certero, más tonto si se quiere en algunos momentos, pero éste soy yo: Los Panes, poesía reunida de cuarenta y cinco años. (F): Toda una vida, maestro. (JL): Toda una vida, por eso al principio te decía que yo no quería asumirme como poeta, y finalmente, el asumirme me dio la vida. Me ha hecho ser quien soy. (F): Qué fantástico. (JL): Así es como llegué a estos días. (F): Maestro, no sabe, de verdad, cómo le agradezco. (JL): Sí, nada más para redondear la idea de Ruiz Lobo, el de los versos extraviados: Esta noche la poesía anda de loca por las anchas avenidas del cielo, lleva puesto su verde vestido y sus zapatos de tacón dorado… o sea, eso ya de veras… Es que muchos poetas me van a decir: “No, güey, ¡cómo crees que la


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poesía va a ser una loca!, ¿qué pasó?”. Y sin embargo, de repente te exige la poesía, a ver: “Dame la vida, cabrón. Y te voy a dar un ratito. O sea, a cambio de tu vida te voy a dar esta que soy”. Y como ése hay varios en ese sentido ¿no? Hay las experiencias de amor que no son propias, digámoslo así… (F): Pero que las puede vivir a través de ese alter ego. (JL): Que las viví, uuuuy… y que las expreso a través de él (risas) (F): ¡A mí no me eches la bronca! (risas) (JL): Es el malvado poeta ¿no? (risas) (F): Muy bien, maestro, pues en verdad le agradecemos muchísimo esta conversación muy interesante, y de verdad, ha sido todo un honor platicar con usted. (JL): Yo siempre estoy porque el trabajo se reconozca. De otra manera, pues, no publicaría, no me prestaría a entrevistas, ni a programas de ninguna naturaleza, porque sencillamente sería para mí. Pero eso es una falsedad enorme: uno escribe para que lo lean. (F): No hay que ser egoístas. (JL): Así es. (F): Maestro, muchas gracias, de verdad. (JL): No, muchas gracias a ti.


José Martín Hurtado Galves Fernando Pérez (F): Dr. José Martín Hurtado, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Martín Hurtado (M): Muy amable, muchas gracias. (F): Es un verdadero placer platicar con usted, pero debo confesarle que realmente para mí fue muy difícil acercarme a su trayectoria. El curriculum que usted posee es impresionante, una cantidad tremenda tanto de estudios, de diplomados, de obra publicada, de experiencia profesional, de estudios, investigaciones, memorias, ensayos… Vaya, francamente impresionante. Pero si le parece bien, en esta ocasión nos vamos a centrar únicamente en su obra literaria. Quisiéramos empezar por el principio ¿de dónde viene la inquietud por escribir? (M): Bueno, primero que nada gracias por la invitación, es un honor estar aquí en estos micrófonos. Y bueno, ¿de dónde me viene la inquietud por escribir? Yo creo que fue como consecuencia del gusto de leer. Cuando yo era chico, mi hermano José Ramón, que también escribe, aunque él no se ha dado mucho a conocer, me daba cosas de literatura, libros de literatura: poesía, novela, pero sobre todo poesía, algunos cuentos también. Yo creía que la literatura ‒estoy hablando de cuando era chico de edad‒, era muy aburrida, no llegaba ni a la adolescencia, estaba muy chico. Pero cuando empecé a leer los libros que me daba mi hermano, me di cuenta que la literatura es muy interesante y me parece que de ahí fue de donde me

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surgieron las ganas, además de que, bueno, en mi casa también veía que alguien escribía ¿no?, mi hermano, mi primo, mi padre llegó a escribir también. (F): El caso de su padre es muy interesante porque nos comentaba que algunos de sus escritos habían sido justamente piezas de la estudiantina de Querétaro. (M): Sí, mi padre se llamaba ‒en paz descanse‒, José Hurtado Vázquez y él escribió, entre otras, una canción que se llama “España”. La grabó la estudiantina de Querétaro con el nombre de “Estrellita”. Mi padre la escribió y se la regaló a mi primo que todavía vive en Acapulco y se llama Jorge Carrión Hurtado. En el disco aparece mi primo como el autor, porque es de él (en el sentido que él es el dueño), se la regaló mi padre, pero el autor es mi papá. Y de hecho tiene letra, nada más que cuando la grabó la estudiantina, la grabó como “Estrellita” y sin letra. En un libro pongo la letra, precisamente de esta canción “España”. (F): Así que realmente, parte de su inquietud literaria viene de su padre. (M): Sí. (F): Muy bien ¿cómo es que dentro de todas estas labores de investigación, de estudio... ¿de dónde viene ya propiamente la inquietud por la literatura? (M): Yo tenía ganas de escribir, pero realmente no sabía por dónde. Escribía algunas cosas muy elementales y anteriormente me inscribí en la Escuela de Escritores de Querétaro, en la SOGEM. Entonces ya de ahí fue de donde me dediqué ya un poco más en forma a escribir textos literarios.


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(F): Usted ya tenía libros de otros temas, ya tenía ensayos, ya tenía… (M): Sí, de hecho ya tenía yo publicadas algunas otras cuestiones. El Fondo Editorial de Querétaro me había publicado un libro de cuentos y yo había publicado también algunas plaquettes en la Universidad. Pero realmente no… (F): Todavía no era en forma. .. (M): Exacto. (F): Y después de la SOGEM, ¿cuál es el primer libro que publica? (M): Después de la SOGEM, ¡ay caray! no recuerdo pero me parece que fue precisamente este, el de Fragmentos del ser. (F): Que se publicó en el Perú, ¿cómo fue esa experiencia? (M): Pues, lo que pasa es que había unos poemas míos que se habían publicado en internet y los leyeron algunas personas de otros países y me invitaron a participar en varios libros antes de este, pero eran antologías. Ya después que se publicaron pues salí en varias antologías y me invitaron a hacer un libro, pero de manera individual. Y lo editaron allá. (F): Qué interesante, entonces este se publicó en el año 2005, Fragmentos del Ser. (M): Sí, entonces yo creo que fueron antes otros. No sé, no recuerdo ahorita. (F): Después vendría Manojo de poemas, también de


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poesía, después sería Las palabras en el morral, que es un libro de cuentos. (M): Sí, ese me lo publicó el STEUAQ. No, el SUPAUAQ, perdón. (F): Sí, porque además entre toda la labor que usted ha desarrollado, también ha desarrollado una labor muy importante en la docencia. (M): Pues algo. (F): Entonces éste de Las palabras en el morral es un libro de cuentos editados por SUPAUAQ, después vendría Una palabra siempre es otro centro. (M): Esa es una plaquette. (F): Después vendría El reparador de ideas, también un libro de cuentos. (M): Así es. (F): Después tenemos, El quijote de la mancha en su cuadragésimo cuatrocientos aniversario, que sería un libro de ensayo literario. (M): En efecto, era ensayo literario. (F): Después vendría El autor como costumbre. (M): No, El amor como costumbre. (F): ¡Ah!, el amor, perdón. Ya le estoy cambiando el nombre. Este también fue de poesía. (M): Sí, ese es poesía. (F): Y dígame: ¿qué le gusta más, escribir poesía o narrativa?


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(M): No sé, quizá me guste más la poesía pero, me tardo más en escribir poesía. Creo que me gusta más la poesía, pero la narrativa también me gusta mucho, claro. (F): Por cierto, ¿por qué le toma más tiempo la poesía? (M): La poesía tiene un grado de dificultad porque es muy fácil que uno caiga en lugares comunes, o bien, que se convierta en un texto forzado, en un texto que al final de cuentas lo que uno está diciendo es solamente para que quede bien el texto, ¿no? no porque uno lo sienta o lo piense. (F): Entonces lo va trabajado, lo va puliendo y lo va desarrollando con más cuidado. (M): El caso de la narrativa no es que sea, digamos, fácil tampoco, pero uno sí tiene la idea y al final de cuentas tiene mucho que ver la redacción, la sintaxis, el cuidar bien que el argumento no se vaya a salir, no se vaya por otro lado. (F): Pero de alguna manera fluye con más facilidad que la poesía. Después vendría Como un río que lleva, también de poesía. (M): Ese fue un libro de poesía que coordiné en la Escuela Normal Superior de Querétaro, donde participaron algunos maestros y alumnos. El libro fue producto del taller que di, precisamente de literatura. (F): También ha coordinado talleres de creación literaria. (M): ¡Ajá! algunos. Poquitos.


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(F): Después vendría Fragmentos del ser, que es justamente el libro que estamos comentando, que fue editado en el Perú. Después vendría Desde el eco: aproximaciones a una realidad difusa. (M): Sí, este fue publicado por Gobierno del Estado, precisamente por el Fondo Editorial de Querétaro y son aforismos, pero son aforismos poéticos. (F): Muy interesante. Después vendría Literatura queretana multimedia, que son cuentos. (M): Ahí el que lo coordinó, fue el escritor Tarsicio García Oliva, mí querido amigo Ticho. Bueno, pues él me hizo favor de invitarme a participar y ahí lo que saqué, fueron cuentos breves, mini cuentos. (F): Después vendría De la vida y otros excesos, también de poesía. (M): Poesía, publicada por el Municipio en El Tren de las letras. (F): Pero fíjese, nada más, de pura literatura ya llevamos doce libros y todavía nos faltan más. (M): Son plaquettes y libros, están revueltos. (F): La luz como desengaño, que también sería de poesía. (M): Sí. El de La luz como desengaño es un libro que me publicaron en Acapulco y creo que le seguía, le seguía nada más uno más ¿no? (F): Exteriores del silencio. (M): ¡Ah, no!, perdón, La Luz como desengaño es el que está diciendo ¿verdad?


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(F): Sí. (M): Y luego Exteriores del Silencio, que también es poesía y Vértebras de la voz. (F): Ése es el más reciente. (M): Es el más reciente en literatura. (F): Sí, en literatura, porque en investigación, memorias, historia, ensayos, tiene otros cincuenta títulos. (M): No, menos, pero sí unos treinta más o menos. (F): ¡Qué impresionante! ¿En qué momento puede tener una obra tan extensa? ¿Nada más se dedica a esto? (M): No, doy clases, hago investigación, escribo. Lo que pasa es que, yo creo que cuando a uno le gusta algo, busca momentos ¿no? Espacios en el día, la noche, la tarde, momentos para leer, escribir, investigar, etcétera. (F): En vez de estar haciendo otras actividades. ¿Y cuál es el futuro?, ¿qué viene para adelante para el Dr. José Martín Hurtado? (M): ¿En cuestión de literatura? (F): Sí, en cuestión de literatura. (M): Bueno, ahorita acaba de salir este libro, se llama La función social de la poesía en Querétaro, de 1811 -1911, que es un estudio histórico de la función social de la poesía en este periodo, con un enfoque sociológico. Pero me interesa ahora hacerlo en la parte de la colonia, es decir, todos los trescientos años que duró la Nueva España.


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(F): Sí, porque éste es a partir de 1800. (M): Sí, el siglo XIX y hasta el fin del porfiriato. Y después hacer lo mismo pero de 1911, si no a la fecha, al menos a mediado del siglo XX, de los 60’s por ahí. Y ese es el caso de la investigación sobre literatura. (F): Que eso está impresionante porque son cerca de… (M): Tiene quinientas y tantas páginas. (F): Es un estudio impresionante. (M): Y ahorita hay algunos libros que están por salir, pero le comento, no son de literatura pero son de productos de investigación en otros espacios, en otros lugares, y bueno, sigo escribiendo poesía y estoy escribiendo también ensayo literario. (F): O sea que no para. (M): No. Ahorita hay un libro de ensayo literario pero, pues, todavía no lo menciono porque está por salir. (F): Tiene varios, varios ya terminados sin publicar ¿verdad? No uno, sino varios libros ya listos para ir a la imprenta. (M): Así es. (F): ¿Qué diría usted que le ha faltado por hacer en esta extensa obra que ha publicado? ¿Qué es lo que le faltaría? (M): Híjole, yo creo que lo que me faltaría es seguir haciendo lo que estoy haciendo. Es decir, cuando uno publica un libro ya sea de poesía, de filosofía, de narrativa, de historia o de lo que sea, es un libro que


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vale mucho la pena y todo, pero llega un momento en el que ya se quedó atrás, entonces hay que seguir haciendo otros libros sobre lo poco que sabe uno. Entonces sobre ese mismo tema, esa misma área, seguir publicando y seguir investigando y seguir escribiendo. Yo creo que lo que me falta es, hasta el día que me muera y si todavía tengo posibilidad de hacerlo, pues seguir escribiendo sobre lo que comúnmente escribo. (F): ¿Y cuál de toda esta extensa obra que tiene usted publicada, cuál diría usted que es su libro favorito? (M): ¿Mi libro favorito? Híjole, me parece que no tengo un libro favorito. Más bien diría, por ejemplo, que creo que cada uno conforme van saliendo se convierte en el favorito de ese tiempo, pero cuando ya viene otro, cuando nace digamos, ése es el favorito. Ahorita por ejemplo, el más reciente, pues es el que lo tengo más presente ¿no? pero conforme va pasando el tiempo tengo que seguir haciendo otros. (F): ¿Y de cuál se arrepentiría usted de haber publicado? (M): ¡Del primero! Porque ahora le encuentro muchos errores, pero bueno, en su momento me gustó. (F): ¿Usted ve una evolución en el Martín Hurtado de aquella época al de esta? (M): ¡Claro! Hay personas que dicen que no se arrepienten de lo que han hecho. Yo en particular, yo sí me arrepiento, porque si no me arrepintiera sería como dios, un ser perfecto. Yo sí me arrepiento de muchas cosas que hice, o al revés, me arrepiento de no haber hecho cosas cuando las pude haber hecho.


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En el caso del libro no me arrepiento de que haya salido, me arrepiento de haber puesto poemas que no debí haber puesto. (F): Dr. José Martín Hurtado Galves, le agradecemos mucho el tiempo concedido a esta entrevista.


Luz Angélica Colín Fernando Pérez Valdez (F): Luz Angélica, te agradecemos el tiempo que nos concedes para estar aquí con nosotros. Yo creo que hay muchos temas de los que podríamos platicar contigo porque realmente tu trayectoria ‒ya de varias décadas‒, abarca muchas áreas: desde el teatro hasta las marionetas. En fin, son muchas las áreas en las que has destacado. Pero concretamente en esta entrevista quisiéramos hablar contigo de la literatura. Así que si te parece bien, en esta plática vamos a enfocarnos en el tema literario. Luz Angélica (L): Con todo gusto, Fer y además para mí es un honor que me invites a estar aquí contigo y compartir mis más grandes pasiones, la escritura y la literatura. (F): Si te parece bien, vamos a iniciar justamente con el principio. ¿Cómo es que te inicias en la literatura? (L): Pues mira, podríamos hablar de que hay dos maneras de iniciarse: una, o bien leyendo o la otra escribiendo. Pero creo que no sucede una sin la otra. (F): Claro, ya lo dijo Carlos Fuentes: no hay escritores, sin lectores. (L): Te soy franca: no sé qué empezó primero, pero casi podría asegurarte que fue lectura la que empezó primero, solo que son recuerdos tan tempranos que no recuerdo el momento exacto donde mi madre seguramente me leyó. Porque era una gran lectora, era una mujer que amaba la historia, que amaba la cultura,

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tenía una cultura muy vasta. Le gustaba, bueno, decir gustaba es poco, le fascinaba hablar de las culturas antiguas, del imperio Otomano, de Constantinopla, hablar de Carlo Magno, hablar de Marco Polo, de sus viajes. Entonces todo eso llenaba mi imaginario infantil y se poblaba obviamente de duendes, elfos, unicornios, pegasos, junto con la mitología griega y la mitología romana. Porque eso mi madre lo compartía mucho en sus pláticas. Era una gran conversadora y una gran cuentacuentos. (F): ¡Qué fantástico! (L): Entonces, parte de lo que hay en mi imaginario fue producto de las lecturas. Porque además cuando yo era niña bastante pequeña, vivíamos en Ciudad Satélite en México y había en la colonia una mercería muy grande que se llamaba Yuriko. Pero como buenos japoneses, que sabemos que leen como mínimo un libro a la semana, pues obviamente la mercería tenía un gran estantero de puros libros a la venta. Y allí en esos estanteros, yo encontré Mujercitas de Louisa May Alcott, encontré El príncipe y mendigo, encontré Los miserables de Víctor Hugo, encontré El Conde de Montecristo, que fue uno de los que más me apasionó, porque para una niña de seis o siete, era una lectura fuerte ¿no? Pero como eran ediciones de Editorial Novaro, la mitad de la página venía ilustrada a todo color y la otra mitad eran letras no muy grandes, pero sí de buen tamaño. Entonces entre lo que veías de la imagen y lo que leías... (F): Echabas a volar la imaginación. (L): En efecto, echabas a volar la imaginación. Enton-


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ces yo me imaginaba el costal donde habían aventado al conde y cómo con la navaja que se había él fabricado con una hoja de lata, abría el costal. Y todo aquello poblaba mi imaginario y junto con eso te puedo decir que entre esas lecturas se fue Edgar Allan Poe, que no es una lectura como para niños, para nada. Yo recuerdo muy claramente El pozo y el péndulo, entre otras de Allan Poe. (F): Algunas muy fuertes, para esa edad. (L): ¡Exacto! Pero bueno, me gustaba tanto que me sumergía por supuesto en esas lecturas, pero yo no recuerdo que me horrorizara. Me acuerdo que me daban ganas de leer más y más. Y justo es en esa época, cuando seguramente ya dominaba un poco la escritura, que yo empiezo mi primer libro de cuentos y lo empiezo, además, por el índice. Fabulosamente enlisto los diez cuentos que va a contener mi libro y después empiezo a escribirlo. (risas) (F): ¿Qué edad tenías? (L): Como siete años. (F): ¡No me digas! (L): Entre seis y siete años. Es cuando empecé a dominar la escritura, porque era con letra manuscrita. Y déjame decirte que además guardo como un tesoro ese pequeño librito donde, de los diez cuentos que yo me había prometido en el índice, terminé dos. Pero los guardo porque me parece encantador encontrar mi caligrafía de esa edad y aparte cómo construía yo la historia. Una historia que te puedo decir que me causa mucha gracia ahora que la leo, porque la pura


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introducción era, bueno, una y otra vez hacer lo que serían muchos vicios literarios, que hoy puedo descubrir a través de lo que he estudiado y de mi Maestría en Creación Literaria. Obviamente sabes que jamás escribiría así. (F): Si, pero ya lo estás viendo con otros ojos. Oye, pero qué fantástico el poder tener ahí el punto de partida ¿no? No todo el mundo podemos decir: “Conservo lo que fue el inicio”. (L): Así es: el inicio. (F): Justamente: el primer paso. (L): Y yo tengo la fortuna de conservarlo. Mi papá fue contador público, entonces en casa siempre hubo libretotas de contabilidad, esas gigantes de pasta dura. Y la más grandota yo la utilicé, porque mi mamá me enseñó ‒muy pequeñita, también‒, corte y confección con el sistema “Acme”: armado como se debía, desde la ‘a’ hasta la ‘z’. Y en una de esas libretotas, donde seguramente se hacía el balance o llevaban las cuentas pequeñas ‒porque es un librito pequeño‒, en donde puedes encontrar este cuento del que yo te hablo y que espero poder mostrártelo muy pronto para que tú lo veas con los dibujos de una niña, obviamente. (F): Así que eso fue en tus primeros años, prácticamente estabas en la primaria. (L): Estaba en primero de primaria. (F): ¿Y luego qué: siguieron las lecturas? (L): Siguieron las lecturas y yo recuerdo haber retomado de manera seria la escritura cuando empe-


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cé con la cosquilla del amor. Y entonces hubo dos vertientes o dos géneros, que se me adhirieron a las puntas de los dedos. Por un lado la dramaturgia y por el otro la poesía. Entonces empecé a escribir mucha poesía. (F): Los primeros poemas de amor. (L): Sí, claro. Cursis, cursis. Sin embargo, en una de esas, entré al concurso de poesía universitaria y saqué el segundo lugar. (F): ¡Que fantástico! (L): Sí, allá por el 81, más o menos. Y en cuanto a la dramaturgia tuve un maestro que era director de teatro y cuando leyó uno de mis textos, dijo: “Deberías dedicarte a la dramaturgia: hay muy pocas dramaturgas”. (F): ¿Quién fue tu maestro? (L): Víctor... ¡ay!, ahorita se me fue su apellido. Víctor... bueno, fue esposo de una connotada teatrera, que hoy ha recibido varios apoyos, varias becas y demás que tiene el grupo Atabal. Pero el apellido de Víctor, perdón pero se me fue. Te prometo ahorita darle vuelta a la ardilla para dártelo. Y bueno, fue mi maestro de teatro en el CEDART, cuando el CEDART estaba todavía en el centro de Querétaro. Y ahí leyó uno de mis primeros libretos teatrales, una de mis primeras obras de dramaturgia y le pareció que tenía madera para ser dramaturga. (F): ¿Y ya estabas en la carrera? (L): No, estaba apenas en preparatoria.


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(F): ¿Y ya tenías la idea de qué es lo que ibas a estudiar, a qué te ibas a dedicar? (L): Fíjate que me costó mucho trabajo. Sabía que era el arte, de eso no me caía la menor duda. (F): Pero no sabías cuál exactamente. (L): Así es, amaba la danza, amaba la música, amaba la escritura, amaba el teatro, entonces era mucho, pero mucho muy difícil decidirme por cuál de ésas me iba a ir. (F): Y todas las dominas, todas las abarcas, entonces ha de ser muy difícil el decidirte por alguna ¿no? (L): Es tremendamente difícil, porque te voy a decir ‒y tú lo sabes‒, el arte es tremendamente celoso, y si no le dedicas el alma, el corazón y el cuerpo a una de las disciplinas, corres el riesgo de querer abarcar mucho y apretar poco, como dice el dicho. Entonces me ha costado mucho trabajo y creo que lo he hecho por etapas. Por eso verás que mi abanico está medio abierto, pero es por eso, porque lo he hecho por etapas. Hay etapas donde me da fuertísimo por la escritura, termino un nuevo libro o termino una novela y entonces me voy a hacer un espectáculo de títeres o un espectáculo de teatro. Y bueno, la danza la he tenido que ir dejando, además porque con el ballet me acabé los cartílagos de mis rodillas y entonces ya no puedo hacer eso que tantísimo amo y me apasiona. Pero en la medida de lo posible yo sigo en todas las áreas, excepto, te voy a decir, dejé el violín, dejé la guitarra clásica que estudié, y el canto sí me sigue haciendo cosquillas en la garganta.


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(F): Porque además son instrumentos, como tú dices, celosísimos, que requieren muchísimas horas de práctica. (L): Muchas, son mínimo cuatro a seis horas diarias. Entonces, pues no. (F): Nos quedamos en la preparatoria. Cuéntanos: y ya que participas en ese concurso que ganas el segundo lugar ¿qué pasa después? (L): Fíjate que ahí lo que pasa es como una especie de impasse porque es cuando tengo que tomar la decisión de qué voy a estudiar. Por cuestiones de, digamos de requisitos dentro de la Escuela Nacional de Danza, no quedo. Dije: “Bueno, yo tengo que decidirme por algo. Quiero ser primaballerina de México”. Y bueno, en mi alter ego era Adriana Benavides en ese entonces. Y entro a hacer las audiciones, quedo y demás, pero ya en el filtro me dicen: “¿Sabes qué? Te faltan tres meses de preparación”. Porque yo llevaba dos años nueve meses de estudios de ballet clásico y como requisito debías de tener tres años, como mínimo, y tener dieciocho años cumplidos. Y entonces me dicen: “O te faltan tres meses o te sobran tres meses o de un lado o del otro”. Por esa razón de tres meses, no quedé y entonces tengo que decidirme por el teatro, entrar al teatro. Y ahí el teatro me absorbió. Estuve trabajando muy duro con Lola Bravo, con Rosa Furman, con figurones del teatro. No sé por qué razón tuve la enorme fortuna y la gran suerte de que muy escuincla yo, pudiera alternar de tú a tú en el escenario con ellas. (F): Oye, pero qué gran escuela ¿no es cierto?


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(L): Así es. Tremenda. Y además tremenda para una chamaca de diecisiete o dieciocho años que tenía entonces. Porque me trataban con la misma mano dura que se quizá Noé trató a sus discípulos. (F): Pero eso ayuda ¿no es así? (L): Sí, ayuda, pero asusta por supuesto. A mí sí me asustaba mucho, porque eran, eran de esas mujeres, de esas actrices egresadas de la escuela antigua del teatro, donde no hay rajadura: es así como va. (F): Y es la autoridad. (L): En efecto, es la autoridad. Entonces te cuadrabas; jamás como ahora los chamacos. (F): Sí, ahora son más cuestionables. Pero antes, antes no se cuestionaba. Antes se obedecía ¿no es así? (L): Absolutamente. (F): Antes, solamente respondías con un: ¡Sí, señor! ¡Sí, señora! (L): Exacto, eso y punto. No había más. Y luego bueno, pues imagínate, actué en el teatro Reforma, en el teatro Tepeyac, en el teatro Hidalgo, en el Polifórum Cultural Siqueiros. Y en el Polifórum Siqueiros fue un mano a mano con Rosa Furman, con los diálogos de Salvador Novo. Entonces ella en el papel de la Malinche y yo el papel de Carlota, ella el papel de Pita Amor y yo el papel de Sor Juana, ella en el papel de Josefa Ortiz de Domínguez y yo de Leona Vicario. O sea, era un tú a tú. Entonces o dabas... (F): Sí, dabas el mil por ciento.


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(L): Exacto. Dabas la altura o ya hubiera sido tu fracaso sonoro y hasta ahí llegó tu carrera ¿no? (F): Qué experiencia tan extraordinaria. (L): Sí, una experiencia muy fuerte. Tan fuerte que fue la primera vez que mis papás, estando en contra de que yo estudiara el arte y me fuera a estudiarlo a México, me apoyaron. Porque a pesar de que crecieron en el Distrito Federal, mis papás se regresaron a Querétaro. La familia de origen es queretana, y aunque yo nací en Querétaro, me formé realmente en el D.F. Sólo en esta nueva vuelta ya llevo mucho años acá y acá nacieron mis hijos; pero realmente yo me formé allá. Y entonces, cuando mis papás se vinieron a Querétaro, pues lo que menos querían es que yo me regresara al D.F. otra vez a estudiar y menos sola y menos al arte. Sin embargo, esa noche que yo actué en el Polifórum, mis papás estuvieron allí y fue la vez en que dijeron: “Si es este tipo de teatro, si es este tipo de actriz, tienes nuestro apoyo”. (F): ¡Qué fantástico! (L): No sabes: es pasar ‘la prueba del añejo’. (F): Sí, pues no solo por tus maestros, sino por tus papás. (L): ¡Claro! (F): Pero entonces en ese inter supongo que la literatura quedó un poquito en segundo plano. (L): No, porque entonces me dio fuerte por la dramaturgia, que es una rama de la literatura, como sabemos. Es que fíjate que no es posible hablar de la es-


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critura o de mi historia, sin jalar un vaso comunicante que conectó con el otro arte, porque al estar yo dentro del teatro voy un día al... ¡ay! se me fue ahorita el nombre, qué barbaridad. No, espero no haber llegado a la etapa del “ya no me acuerdo”. Este... al centro cultural que está en Chapultepec, tiene un nombre… (F): ¿El del Bosque? (L): No, no del Bosque, sino el que está en el lago, donde siempre se presentaban domingo a domingo. Incluso al “Llanero Solitito”, que se llamaba así. Se presentaba ahí. (F): ¿En La casa del lago? (L): En efecto: La casa del lago. Ahí actuaba un gran maestro titiritero, que fue incluso discípulo de maestros muralistas, de Ramón Alva de la Canal. Y ese fue el que me enseñó a mí el mundo de los títeres. (F): Qué fantástico. (L): El discípulo de Alva de la Canal: imagínate la escuela que heredé ¿no? Pero además con sus planos, me permitió construir exactamente la réplica, con esos mismos planos, la construcción de mi teatrino, el que yo conservo. Con los mismos planos del que fue el teatrino de la Compañía Nacional del Títere que se fue a alfabetizar por todo México, bajo las misiones vasconcelistas. (F): Entonces obviamente tenías que escribir la dramaturgia para representar. (L): Justamente para allá voy, porque Germán Lizurbide es uno de los pocos dramaturgos que ha es-


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crito para títeres, hay muy poca literatura dramática para títeres. (F): Escrita especialmente para títeres. (L): Exactamente. Y entonces cuando llega mi enamoramiento con los títeres ‒que es súbito, es así, total; nos enamoramos, ellos de mí y yo de ellos ‒, dije: “¡Es que esto es lo mío! Esto es realmente mi vertiente”. Y entonces es que empiezo a buscar maestros para especializarme en dramaturgia, tanto para teatro, como para títeres. Tomé cursos con Suzanne Lebeau, que es del Grupo Carrusel de Canadá y ella me da clases una y otra y otra vez. Tomé como tres diplomados con ella de dramaturgia y también con Maribel Carrasco. Ella ha tenido montajes importantísimos a nivel nacional e internacional con espectáculos muy importantes, “El gato Boris”, por ejemplo, es uno de los espectáculos que ella montó. Maribel Carrasco fue mi maestra de dramaturgia y justo allí es donde empiezo a especializarme y conforme entra esa especialización, regresa con toda su fuerza la literatura y empiezo a la par a escribir novela, a escribir cuento, a escribir ensayo y a escribir poesía. Fíjate el impasse. (F): Sí. (L): Es como cargar la pila, para después despegar. (F): Como destapar una botella de champagne ¿no? y sale todo. (L): Ándale, sí, haz de cuenta así empezaron a salir todas las burbujas y fue una afición y una necesidad enorme de hablar a través de la palabra. (F): Y ¿qué sale de ahí?


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(L): Bueno, pues mira, de ahí salió una novela, que es una novela que tiene que ver con la época difícil que vivió Querétaro de mucha represión religiosa, cuando Saturnino Osornio, y se llama El nido de las avispas. De allí surgieron dos poemarios. En la última etapa surgió un poemario con cuentos para niños que se llama Ahí viene la O, que es un poemario que también denuncia; es la voz de los niños a través mío, denunciando el bullying, denunciando el acoso. También hablando de cosas bellas, porque el mundo de los niños no es solamente las partes oscuras, por supuesto; pero tampoco creo que la niñez sea esa niñez rosa que nos han vendido. (F): Oye, pero te estabas adelantando a la época ¿no? (L): Pues no, porque este poemario de Ahí viene la O no es tan anterior. Apenas tiene dos años o tres que lo comencé y ya lo estoy terminando para hacer sus primeras presentaciones. (F): ¡Ah! O.K., pensé que era de aquella época. (L): No, en aquella época hice mucho cuento, allá en la Ciudad de México. Yo vivía en Coyoacán y entonces vivía en unos departamentos en la calle de Américas que estaban rodeados de plantas. Se oían muchos grillos. Era máquina de escribir todavía, obviamente, y tacatá, tacatá, tacatá, ¿no? De ahí salieron tres libros de cuentos. Fue una época muy prolífica en ese género. Y yo creo que, no sé si te pasa a ti, pero los géneros te llaman por etapas ¿no? Hay veces que es la poesía la que necesitas y hay veces que lo que tu requieres hablar es en un cuento corto o en un cuento largo, o bien en un ensayo, si estás haciendo otro


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tipo de análisis de la vida o bien en una novela, si te das cuenta que se complejizan los personajes y que es mucho más profundo de lo que quieres hablar. Y entonces te metes a mundos emocionales o psicológicos o de otro tipo. (F): Oye, y esta novela de la que nos platicas ¿cómo la recibió el público, cómo la recibió la crítica? (L): Pues mira, creo que bastante bien, creo que gustó. Hay, obviamente, personas, sobre todo las personas más religiosas, que no la vieron con muy buenos ojos, porque sí hay un par de capítulos donde hablo del abuso de las monjas a niñas que estaban en un internado. Y ese abuso, bueno tú sabes que la voz del hablante literario, se supone que no es propiamente la del autor, pero si es una parte tu herencia, lo que has captado, lo que has recibido, de lo que has abrevado. Y estas historias me las contaron personas que vivieron su niñez en internados y que tuvieron este tipo de situaciones tan difíciles, que yo narro en esta novela. Entonces a veces no gusta que tú te atrevas a denunciar este tipo de abusos, porque no se le llama de otra manera. (F): Y los cuentos, ¿cómo los han recibido la gente? (L): Fíjate que creo que sí gustan. Donde más lo he podido palpar es en los encuentros de Lumbre entre las hojas, que es donde más he compartido estos cuentos a audiencias más amplias y más abiertas. Y creo que sí han gustado, aunque creo que el cuento lo debe de leer uno en un espacio íntimo, porque tú sabes que en una Feria del libro o en una presentación siempre hay distractores y son muchos. Entonces sí, han gustado,


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pero sí creo que la intimidad ayuda mucho para que tú puedas perfilar al personaje, el entorno o el contexto, la historia. Entonces de estas personas que han podido tener el cuento en privado, pues me dicen que algunos de los cuentos son tremendos, que algunos son, son verdades muy fuertes. Pero creo que ‒y es mi punto de vista, por supuesto‒, creo que el escritor no puede ser deshonesto consigo mismo: ese es su primer deber. (F): Sí, tienes que decir lo que sientes. No tienes que quedar bien con nadie. (L): No puedes traicionar tu propia voz literaria, tu voz de escritor ¿no? Y podrá ser fuerte y podrá no gustar a algunos. De cualquier manera, aunque tú no, aunque se sabe que lo van a leer otros, realmente lo haces primero que nada para ti. (F): Oye, entonces dirías que de tu producción literaria, lo que más ha tenido difusión, lo que más ha tenido, vamos a decir, reconocimiento, es la cuestión de la dramaturgia. (L): No, fíjate que yo creo que la dramaturgia y el cuento. Los cuentos van en varias antologías que se han publicado. Varios cuentos míos se han incluido y creo que ha tenido muy buena acogida, muy buena aceptación. El libro de poesía, que si bien no se ha presentado el libro al público, ya he leído, he hecho lecturas públicas de ese libro y también gustó muchísimo. Gustó y conmovió, que creo que la literatura también es parte de, si no de su fin por supuesto, pero pues no se trata de ir por la superficie, sino de tocar fibras íntimas.


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(F): Incluso ya se ha presentado en varios foros importantes. Por ejemplo en la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de México. (L): La Feria de Minería. (F): Exactamente, entonces realmente pues has tenido la oportunidad de presentarte en foros importantes. (L): Sí, ahí tuve el honor de que me fueran a escuchar dos escritores que considero muy importantes y además de una escritura de muy alto nivel: Víctor M. Navarro y Vladimiro Rivas Iturralde y los dos estaban allí el día de mi lectura porque supieran que me iba a presentar y bueno, para mí fue así como muy, muy importante, un día muy especial. (F): Un gran honor. Luz Angélica, en la cuestión de la dramaturgia te has especializado en la cuestión de los niños, en la cuestión de los títeres. (L): Sí, principalmente. Y me doy cuenta. Al principio no lo noté; pero cuando tú ya llevas varias obras es cuando puedes hacer un análisis de cuál ha sido como un especie de motor que te ha guiado o del voz a la que le das vida. Y creo que a la que le he dado vida es a la voz de las mujeres, porque casi todos mis personajes principales ‒y con esto no quiero decir que sean voces de mujeres lindas‒, quiero decir, que simplemente es darle vida a la voz de la mujer, porque en una de mis obras para niños hay una mamá maltratadora, hay una mamá que abusa, que abusa del lenguaje y que etiqueta a sus hijos diciéndoles: “Tú nunca vas a dejar de ser flojo, tú nunca vas a dejar de ser perezoso”. Y creo que al devolverle al público


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un poco esas imágenes le permite una introspección, para darse cuenta que quizá una de esas personas que está en el público hace lo mismo con sus hijos. (F): Que se siente identificado. (L): Ajá, que se siente identificado y los niños también por supuesto. Con la posibilidad de abrir una ventana para hacer un cambio en sus vidas y decir, si etiqueto a mis hijos voy a obtener justamente lo que no estoy buscando obtener, que conscientemente creo que voy a obtener otra cosa, pero al etiquetarlos obtienes justamente donde estás enfocando. (F): Y a veces sirve hasta para sanar ¿no? Para que esos momentos difíciles que uno haya vivido, al verlo reflejado, te sirve para irlo superando, para darle vuelta a la hoja ¿no es cierto? (L): Sí (F): Decir, bueno eso ya quedó atrás. (L): Recordemos cómo nace el teatro: provocando una catarsis en las mujeres de Tebas ante la pérdida de sus maridos y de sus hijos en la guerra. Entonces ven el teatro y es posible llorarlo, llorar la pérdida, llorar la ausencia y empezar de nuevo, establecer un punto de partida a través del duelo. (F): Una sanación, vamos a decirlo así. (L): Exacto, ésa es la catarsis: una sanación que a través del arte sabemos que se produce. (F): Claro, y que realmente el teatro tiene que hacer eso. Si sales del teatro igual que como entraste, pues realmente no cumplió su objetivo.


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(L): No, no cumplió su fin. Creo que el teatro no está hecho para divertir y hacer reír, definitivamente no. Que lo haga porque está muy bien construida una comedia y tiene acciones tan dramáticas y tan tremendas, que resultan chuscas, tremendamente hilarantes, es diferente. Pero creo que el teatro está hecho para moverte de lugar y cambiarte hasta de butaca si es necesario. (F): Así es, cuando empieza uno a no encontrar posición cómoda en el asiento, es cuando realmente el teatro está realmente cumpliendo su objetivo. (L): Por supuesto. (F): Luz Angélica, realmente tu preparación ha sido permanente ¿no es cierto? Todavía hace poco estabas en el Master de literatura. (L): Así es, pues es que yo creo que cuando la gente dice: “Ya llegué”, es un mal punto, porque cuando tu llegas a la cima, sólo hay un camino y es hacia abajo. Uno debe de estar permanentemente ávido de conocimiento. Me considero una gran ignorante en muchísimos temas y me gustaría saber más y más y por supuesto cada vez que tengo la posibilidad de estudiar un curso, un diplomado, un taller, una maestría, le entro; idiomas y demás, le entro. ¿Por qué? Porque me interesa abrevar del vasto conocimiento que tiene el universo y conocer mucho más. Me enriquece en primer lugar como persona, enriquece mi quehacer artístico y si mi quehacer artístico logra incidir en la gente, creo que también de refilón enriquece mi trabajo artístico y enriquece a la gente que lo ve.


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(F): Oye, pero ¿cómo te da tiempo para todo? Para producir radio, para hacer teatro, para hacer marionetas, para escribir, no sé... son tantas actividades que veinticuatro horas al día son pocas. (L): Mira quién habla (risas). Pues yo creo que le robamos horas al sueño, mi Fer ¿no es cierto? Hubo un tiempo que dormía cuatro o cinco horas. Ya no lo hago tanto, cuido más mi cuerpo, cuido más mi sueño y ahora a la mejor le robo tiempo a la socialité. Le robo tiempo a irme de cafecito y prefiero ahorita que mis hijos ya crecieron y que ya están tomando sus vidas, prefiero la introspección y prefiero estar frente a mi computadora y ponerme a trabajar o frente a mi mesa de trabajo, porque además estoy haciendo artesanía vintage, que me llena profundamente, que me hace volcar otra parte de mis habilidades manuales. Y creo que la vida te marca, bueno, o el día te marca los tiempos ¿no es cierto? Los tiempos en que estás listo, porque vas trabajando y cavilando un personaje y el personaje camina contigo a lo largo de la semana y te va diciendo cosas y ves alguna escena en la calle y dices: “Eso es lo que haría mi personaje”. Y vas hacia algún lugar y dices: “Hacia allá hubiera viajado y hubiera hecho tal cosa”. Y se va construyendo y va madurando y entonces, de pronto, es como si se te apareciera como una manzana y dices, es que era manzana, y entonces la pescas y dices, ahora sí la tengo en la mano y le corres a la máquina. (risas) (F): Lo cual a veces es terrible porque te vas de la realidad y también es difícil para los que están junto a ti ¿no es verdad? Porque no entienden lo que te pasa:


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tú estás viviendo en otro mundo, estás platicando con otros personajes que no existen más que en tu mente. (L): Pues sí, pero ya cuando estás solito, lo haces. Yo busco las horas en que no interfiero con mis hijos por ejemplo. En esas horas afortunadamente no hay quien toque la puerta, porque justo cuando estás creando un diálogo o una escena, es terrible que te interrumpan en la escritura, tú debes de saberlo ¿no es verdad? Necesitas absolutamente un respeto total, por algo a la mayoría de los escritores les dejaban la comida en el suelo en la puerta, del otro lado por su puesto, y a la hora que ellos querían la tomaban. (F): Y si se acordaban, porque a lo mejor ni se acordaban. (L): Sí, así era en una pausa recogían el plato. Porque te sumerges en otro universo, en otro mundo para poderle dar vida. Y los personajes te hablan y el espacio te habla y para mí, al recordar por ejemplo simplemente, la novela de El nido de las avispas, casi puedo jurar que estuve en los lugares que yo creé en la escritura, porque los puedo ver. (F): Y así debe de ser, porque finalmente para escribir de lo que estás hablando tienes que vivirlo ¿no es cierto? (L): Sí. Entonces veo claramente la cocina de las monjas y veo el mosaico y veo cómo eran las rejas y veo la luz tenue y veo cómo era medio lúgubre el patio; o sea, todo... el color, el olor, el aroma, la atmósfera; tienes que crearlo en tu mente para que puedas recrearlo en la escritura. Si no, no se da. Y creo que


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eso pasa también de otra manera distinta, pero pasa también en la poesía, es una atmósfera, la que creas en el poema, con muy pocas palabras, con los recursos que tiene la poesía y a través de la metáfora por supuesto, del ritmo, de la métrica; pero es una atmósfera la que se da. Y cuando se logra, es cuando oyes un poema o lees un poema y dices ¡”¡Oh!” y te saca el aire. No sé si a todos los poetas les pasará, pero a mí me pasa: yo vuelvo a leer una de mis poesías y digo: “Ésta no lo logró.”. Y leo otra y digo: “Ésta sí.”. Hay algo que te lo dice. (F): Sí, supongo que eso mismo le pasa al lector. (L): Sí, por supuesto sí. (F): Cuando se siente algo en la piel, es que realmente la poesía cumplió ¿no? (L): Sí, pero además hay que tallerear mucho. Hay que tallerear para estar trabaje y trabaje, tanto el cuento, como la poesía, como la novela. Y también hay que saber poner un punto final, porque te puedes pasar la vida tallereándolos y siempre es perfectible, obviamente. (F): Es mucho trabajo en solitario, mucho trabajo de escritorio, de estar sentada. (L): Así es. (F): Y ¿qué sigue para adelante? ¿Qué proyectos tienes por delante en la cuestión literaria? Sabemos que tienes proyectos en el teatro, sabemos que tienes proyectos en el radio, en fin, en muchas actividades, pero queremos saber concretamente en la literatura.


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(L): Mira, lo que está en puerta en la literatura, es una obra de teatro, es nuevamente en la dramaturgia. Estoy trabajando para un nuevo espectáculo de títeres. Es un unipersonal, es la primera vez que voy a hacer un unipersonal y es dar vida a ciertos personajes de las historias de Scheherezade. (F): ¡Que padre! (L): Sí, y es a través de esa voz femenina, es a través de esas evocaciones que escuchó Dinersá de la hermana, que van a crearse ciertos personajes y ciertas atmósferas nuevamente para que se logre esa magia del medio oriente o del lejano oriente. Tú sabes que esos cuentos vinieron de muchísimas partes por tradición oral. Entonces la idea inicial es poder tener la capacidad de evocar esas atmósferas de esos países, que a veces parecen inasibles, porque son de una cultura totalmente ajena a la nuestra. (F): Totalmente. ¿Y volverás a la novela? (L): Sí, desde luego. (F): ¿Tienes alguna idea?, ¿algún proyecto? (L): Mira, no es idea, ya está. Digamos que la dejé en pausa, la dejé descansar. Estoy trabajándola. Debo llevar unos seis o siete capítulos, pero sentí que necesitaba dejarla en pausa. Hubo un momento de mi vida en el que varias cosas hicieron cambios muy importantes, viví duelos muy fuertes y entonces también tienes que ser consciente de que hay momentos de pausa. Y este año que se acabó, fue un momento en que necesitaba mucho a mí misma y creo que me di esa oportunidad. El haber terminado la Maestría fue


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muy fuerte, tremendamente fuerte; fueron semanas y semanas de no tener sábados y domingos. Dos años de no tener sábados y domingos. Entonces también necesitaba ese respiro. Me invitaban a hacer el Doctorado en Literatura en Casa Lamm y decidí no hacerlo, porque creo importante hacer pausas en la vida, para precisamente tener qué darle al lector y al espectador en el caso de la dramaturgia. No puedes estar seco y querer de ese pozo seco brindar algo, necesitaba yo volverme a nutrir para poder volver con toda la fuerza. Y creo que estoy mi momento de retomar la novela y estoy en mi momento de ya meter a la imprenta mi libro de cuentos y de poesía para niños, el de “Ahí viene la O.”. Y en el momento de escribir la obra de Scheherezade. (F): Y en esta etapa de tu vida ¿quién es tu autor favorito? (L): Te diré que tengo varios;: no podría decir que sólo uno, y bueno, me van a tachar de que vivan las mujeres, pero pues me gusta mucho la literatura escrita por mujeres. No creo que haya una literatura femenina. Simplemente creo que es literatura escrita por hombres o por mujeres, pero en este caso me gusta mucho Silvia Molina, me gusta mucho...esta niña, Marcela Serrano, Marguerite Yourcenar por supuesto; vuelvo a releer porque siempre hay cosas que tienen dos, tres y cuatro lecturas. A Simone de Beauvoir, aunque no propiamente podríamos decir que es escritora, porque es filósofa lo sabemos, pero siempre hay cosas del Segundo sexo que puedes volver a releer y te nutren la parte de tu escritura. Y esta mujer que se suicidó, que


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era londinense, que era del grupo de los bloomsbury, que se metió piedras a las bolsas del vestido y se dejó hundir en el río… (F): Virginia Woolf. (L): Sí, Virginia Woolf. (F): Por último, Luz Angélica ¿qué consejo le darías, sobre todo a las mujeres, a las jovencitas que quieran iniciarse en la literatura? ¿Qué consejo les darías? (L): Creo que el consejo que yo podría ofrecerles es que sigan su voz interior, que no la traicionen, que permitan que su voz hable. Porque creo que cada quien ‒aunque dicen que todo está escrito‒, yo no creo que sea así, porque cada quien tiene una manera de mirar el mundo y aunque vivimos en el mismo mundo, simplemente ahorita lo que yo estoy viendo, tú no estás viéndolo. Y lo que tú ves, yo no lo puedo ver. Y seguro que si tú hablaras de este momento, vas a decir cosas bien distintas, que si yo escribiera de este momento. Entonces creo que cada quien, cuando decides que es la escritura tu modo de expresión artística, tienes que hablar de la forma en que tú miras ese mundo. (F): Como dices, con esa sinceridad ¿no es cierto? (L): Con honestidad, con verdad. (F): Esta es mi voz, o sea no estoy tratando de imitar a alguien. (L): Exacto. Aunque no dejas de tener influencias de escritores por supuesto: de Cortázar, de Borges o de quien quieras, pero yo creo que es tu voz la que debes


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de permitirte a ti mismo: primero que nada escucharla y luego permitir que hable. (F): Perfecto. ¿Algo más que quieras agregar, Luz Angélica (L): Pues que me da un placer gigante que en el año 2006 me hubieran incluido en una antología internacional de poesía amorosa y que este libro se presentara en Quito y en Lima y que ese libro siga su periplo, porque éramos ciento veintiún poetas de América, África y Europa, y yo fui una de las mexicanas elegidas. (F): ¡Que orgullo! Muchas felicidades, Luz Angélica. (L): Sí, la verdad que sí. (F): Pues de verdad te agradecemos muchísimo el que nos hayas concedido estos minutos dentro de tu agenda tan apretada que todos los días tienes con tantas actividades. (L): No, pues la agradecida soy yo. (F): Muchas gracias Luz Angélica.


Mariana Hartasánchez Fernando Pérez Valdez (F): Muchas gracias por acompañarnos, Mariana. En esta entrevista quisiéramos conocer lo que ha sido tu vida y lo que ha sido tu trayectoria. Y realmente tú te inicias siendo una niña. Y si me permites la broma: te inicias en el teatro por azar, pero no por azar del destino, sino por Héctor Azar, ¿no es cierto? Mariana Hartasánchez (M): Mi abuela siempre fue una persona amante del teatro, lo es todavía. Yo me crié prácticamente con ella. Yo tenía muchísimas ganas de estar del otro lado. Entonces estuve insistiendo e insistiendo y fue mi madre quien después de varios años ‒desde más o menos los siete años yo estaba moleste y moleste‒. Entonces dijo: “Bueno, tal vez si lo está pidiendo, es en serio”. Y averiguó que estaba la escuela de Héctor Azar, el CADAC, Centro de Arte Dramático, allá en Coyoacán, preciosa escuela y pues muy emocionada me llevó. Yo tenía trece años y tenía que hacer un pequeño examen. Y yo me acuerdo muchísimo que cuando me hicieron el examen, yo no pude dormir en la noche pensando: “¡Ay, ojala que sí quede!”. En realidad nada mas era una plática que tenía el maestro Azar con cada uno de los que entraba. Era algo un poco protocolario. Pero me acuerdo la emoción de un día antes de entrar a la escuela de teatro. Y ya finalmente estuve en CADAC aproximadamente ocho años. Me quedé un buen rato. Tomé todos los cursos habidos y por haber. Porque desde el primer momento en que me trepé al escenario dije: “De aquí soy”. 179


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(F): Entonces contaste con el apoyo de tu familia. (M): Si, afortunadamente, después de mucha insistencia. Bueno, es gente que le gusta muchísimo la literatura, que le gusta muchísimo el teatro. Mi mamá es cantante, después de tanto fumar ahora ya es más cantante de blues, ya canta un poco como Chavela Vargas. Pero bueno, la mitad de la familia es gente de ciencia y la mitad gente de arte. Finalmente no hubo ninguna oposición, afortunadamente. (F): Entonces realmente tus inicios en el teatro son en el Centro de Arte Dramático. (M): Exacto. (F): Y después estudias la carrera de Letras Hispánicas. (M): Exacto, sí. Estuve ahí un buen rato en CADAC y después, yo escribía narrativas sobre todo. Entré a la carrera de literatura primero, de Lengua y Literatura Hispánicas ahí en la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras, al mismo tiempo. Yo llevaba un año en la carrera y se abrió la convocatoria en el CUT y dije: “Pues bueno, voy a ver” y me aventé las dos carreras. Entonces un rato en la mañana iba al CUT, luego comía una de esas hamburguesas grasosas y luego me iba a la otra carrera, en la noche a hacer tareas y demás. (F): ¿Desde entonces ya escribías? (M): Sí. (F): ¿Desde cuándo tenías esa afición a escribir? (M): Pues también muy chica. Empecé a escribir cuentos, que también me leían muchísimo y estaba


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sobre todo la casa de mis abuelos que en realidad estuve con mis abuelos desde los diez años. No aguante a mi madre y dije: “¡Me voy!”. Desde ahí me surgió la iniciativa. Escribía y les leía todos los cuentos a mi abuela y a mi hermana. No crean que tenía la paciencia de escucharme y ya empecé a escribir teatro a raíz de que entré a la carrera de actuación. Desde ahí empecé a escribir mis primeras obras ya de teatro. (F): ¿Llegaste a montar algunas de las que escribiste? (M): Sí, ahí en la escuela con el grupo. Sobre todo con Ginés Cruz, que es ya ahora un director bastante conocido que estuvo en mi grupo. Éramos la banda ahí, los que nos juntábamos éramos Gabriela Betancourt muy buena actriz y directora, Ginés Cruz y yo. Con ellos empecé a montar cosas durante la carrera. (F): Y ya después cuando entras a la universidad, a la UNAM a estudiar letras hispánicas, ahí vas dando más forma a tu carrera como dramaturga. (M): Sí, exacto. En realidad bueno, en este país particularmente la carrera de dramaturgia es prácticamente autodidacta. Hay cursos, talleres y etcétera; pero en un principio tiene mucho también que ver la relación que uno tenga con la escena. Entonces para mi fortuna siendo actriz, siempre me escribía un personaje. Hasta la fecha. Como me gusta cantar, muchas de las obras siempre decían: “Aquí canta el personaje”. (F): Con la anotación: “Y ese soy yo”. (M): Exacto, entre paréntesis: “Tiene que ser interpretado por Mariana Hartasánchez” (risas). Pero siempre hay un personaje en el que pienso cuando estoy


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escribiendo. Después entré a la Fundación para las Letras Mexicanas. Terminando la carrera, después de mudarme aquí a Querétaro, se dio la oportunidad de entrar a la Fundación para las Letras Mexicanas y ahí pues es mucho más serio el trabajo, más depurado. (F): Llegas a Querétaro en el 2003. (M): Sí, en el 2003. Con mi hija muy pequeña, recién nacida. (F): ¿Por qué fue el cambio de la Ciudad de México a Querétaro? (M): Había familia aquí y también fue la idea por dos motivos: uno, una vida mejor para “la chaparra” y descentralizar un poco también el quehacer artístico, el quehacer escénico. Porque de pronto como que todo parecía estar muy centralizado. (F): Todo era en la Ciudad de México. (M): Sí, indiscutiblemente. Claro que se hace mucho teatro en otros estados, particularmente también aquí en Querétaro, pero eventualmente vemos que también el teatro que tiene más apoyo, el que está más producido, el que se hace con mayor seriedad, está concentrado allá. Dijimos: “Bueno, por qué no se puede hacer también muy buen teatro y de buena calidad en otros lugares, ¿no?” y particularmente esta ciudad que cada casa es un teatro. (F): Ya es una escenografía natural ¿no? (M): “Aquí en los Arcos voy hacer esto, en las escaleras”. (F): Es una ciudad maravillosa.


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(M): Una ciudad preciosa en la que de verdad hay muchos recintos que pueden usarse para teatro. (F): Entonces llegas a Querétaro y ¿cuál es tu desarrollo al llegar aquí a la ciudad? (M): Pues, inmediatamente después de llegar hubo un curso de Maribel Carrasco y yo lo fui a tomar, igual con mi niña en brazos que la llevaba a todas partes: estás como mamá actriz. (F): Es difícil ser mamá actriz. (M): Ella es una hija increíble, realmente digo para otras madres debe ser más difícil, pero ella es de las que se aguantan desde chiquitas: te callas y se callan. (F): ¿Tiene doce años? (M): Ahorita tiene doce años. Aprendió a caminar tras bambalinas. (F): ¿En serio? También el teatro ha sido su mundo. (M): Entiende muy bien, porque le gusta mucho. Pero por ejemplo en la primera obra en la que estuve aquí justamente, fue Los Acreedores de Strindberg. Ella estaba atrás, acostadita y estaba el técnico que es muy buen amigo mío, Fernando Flores. Y de buenas a primeras la niña se levanta y entonces él no supo qué hacer. La nena se mete a la escena, sus primeros pasos los dio ahí. En la obra no había ningún bebé contemplado. Tuve que improvisar: “¡Ah! de seguro es la hija de alguien más del balneario”, porque es una pareja que se va al balneario. Entonces la tomé, la regresé y le dije a Fernando que la controlara. Claro, ante la emoción primero como actriz tiene uno que


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estar muy ecuánime porque el personaje no tiene hijos, pero imagínate la emoción como mamá: “¡Está caminando mi bebé!” (F): ¡Qué maravilla, que anécdota! (M): Sí, ni lloró, ni nada. Nada más así a sus anchas se metió. Así como: “Yo también”. (F): Oye y luego, ¿cómo surge Sabandijas de Palacio? (M): El nombre original del grupo era Pasaje al Acto, que era un término psicoanalítico y que sonaba también como teatral. La primera obra que tuvimos se llamaba Drol, drol, drol” que era un nombre peculiar. (Muchas alusiones a mi hija, ahorita es la protagonista. Le voy a decir: “Hablé de ti toda la entrevista”. Va estar muy feliz). Yo le pregunte a ella: “¿Cómo quieres que se llame la obra?” y dijo: “Drol, drol, drol.”. Estaba muy chiquita. (F) Que en realidad, ¿qué significa? (M): Nunca sabremos. El texto en realidad venía en cuento, porque eran tres escenas. Era como una especie de juego de cajas chinas, el nombre nada más es onomatopéyico, porque había una canción al principio que se improvisaba y cantaba y era con el tema “Drol, drol, drol,”, que era como improvisado. Después eran tres pequeñas escenas. Fue la primera obra que montó la compañía y que yo escribí seriamente para la compañía. Eran tres cuadros, que estaban vinculados también con una estructura que pusimos como de fondo. Era una historia de una mujer que se iba suicidar en un hotel y entonces como no le daban


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la receta del valium tenía que llamar al médico del hotel y el médico del hotel era médico forense de origen, pero le pagaban mejor en el hotel como médico de guardia. Finalmente se enamoran, no se mata y tienen una relación un poco peculiar. Esa era una de las historias y otras dos historias. (F): Originalmente el nombre de la compañía era Drol, drol, drol. (M): Pasaje al acto y la obra fue una onomatopeya como para bautizarla con algo que Paula a sus escasos ocho meses, pusiera como nombre de la obra. (F): ¿En qué año nace Pasaje al Acto? (M): En el 2003. (F): Llegando: luego, luego. (M): Llegando entré a Acreedores, que esa la dirigió otra compañía e inmediatamente después gracias a la generosidad de Gabriel Hörner, que de verdad ese espacio del Museo de la Ciudad, es increíble, hay que decirlo, porque si no nos hubiera recibido de esa manera tan abierta y generosa hubiera sido muy difícil darle seguimiento a una compañía independiente. Fui, hable con él y vi que ahí se presentaban obras e inmediatamente nos dijo: “Sí, sin problema”. Tuvimos la primera temporada, nos fue bastante bien porque la gente está acostumbrada a ver teatro aquí, lo cual es muy bueno. (F): ¿Cuándo se da el cambio a Sabandijas de Palacio? (M): Tuvimos un apoyo con una obra que para mí fue muy importante, después de que ya entro a la Funda-


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ción para las Letras Mexicanas. Una de las primeras obras que escribí que es de más largo aliento y de muchísimos personajes que se llama: La Graciosa Comitiva del Leteo, que en mi obra yo considero que ahí también di un salto al tipo de teatro que yo quería escribir. Y a mí me gustaba mucho el nombre de Sabandijas de Palacio, porque cuando estaba en la carrera de letras tuvimos un maestro que era el que nos daba siglo de oro y nos platicó que a toda la comitiva de enanos, mujeres barbadas, bufones, cantantes, que acompañaban a la corte se les conocía como las sabandijas de palacio. (F): Los marginados. (M): En apariencia eran los marginados. Lo más interesante es que en realidad eran los más allegados al rey. (F): Porque pasaban desapercibidos, la gente los ignoraba. (M): Como que nada más venían a cantar cuando les tocaba, pero por eso sabían mucho de política. (F): Porque estaban metidos en todos los rincones. Cambiaste el nombre a Sabandijas de Palacio y ¿cuál es el desarrollo de la compañía teatral? (M): Empieza con la obra La graciosa comitiva del Leteo y de ahí pues cada año hemos tenido entre tres y cuatro montajes (F): ¡Qué barbaridad! Es un ritmo impresionante. (M): Pues sí, hay tantas cosas de lo que uno quiere hablar, que afortunadamente el grupo permite ese


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ritmo de trabajo también. Se han sumado muchos miembros nuevos. Otros se han ido varios a estudiar al Distrito Federal. Varios se han quedado allá, colaboramos también con ellos esporádicamente. Pero la idea también es que el grupo sea lo más estable posible, porque si no, el ritmo de trabajo no es factible desarrollarlo. (F): Sí, claro. Sería demasiado para un grupo reducido ¿no? Tienes que estar rolando personajes. (M): Escribo para los actores de la compañía. Los estables aquí somos diez, el músico que ha estado desde el principio: Claudio Irrera, que hay que mencionarlo que ha sido valiente, constante, ha estado en las buenas y en las malas. Porque él hace la música original Por lo general toca en vivo. No en todos los montajes, pero casi en todos. (F): ¿Y la respuesta de la gente como ha sido? (M): Pues por fortuna muy buena. Hacemos un teatro que no siempre es diplomáticamente correcto, en el sentido que a veces nos saltamos un poquito las trancas y decimos cosas que por lo general no dice cualquier persona. Pero eso justamente nos ha hecho de un público muy fiel y muy leal, que nos ha seguido de principio a fin. Cuando alguien va y le gusta mucho lo que hacemos, tenemos la plena seguridad que nos van a estar buscando, entonces pues ya son como nuestros aliados. (F): Ya son seguidores. (M): Ya son seguidores muy fieles de la compañía. A través del dichoso facebook, por ejemplo, los últi-


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mos montajes nos sorprendemos mucho porque antes teníamos que estar volanteando, yo misma antes de las funciones tenía que estar saliendo y volanteando y cantando en las calles y platicando a la gente. Hacía de todo. (F): Volanteas, diriges, actúas, cobras las entradas, barres… (M): Sí (risas) Pero ahora es increíble porque ya poniendo unos cuantos posters ahí en el Museo y haciéndole saber a la gente por las redes sociales, solita llega la gente. (F): Ya tienes tus seguidores. Oye, mencionabas justamente la cuestión de que los temas que tratas en tus obras, son temas fuertes, son temas veces no muy fáciles, a veces incluso hasta llegan a poner incómodo al espectador. Pero de eso se trata el teatro: de que te mueva ¿no? (M): Exacto, intentamos siempre tener un tinte fársico y cómico, que es mucho lo que hacía el cabaret desde sus apariciones en Alemania. Fue durante la Alemania nazi, entonces previo a la segunda guerra mundial, que surge también este teatro que era muy explosivamente fársico, pero que al mismo tiempo tocaba temas muy crudos. Nunca queremos molestar a la gente de manera grosera, como en algunas obras de teatro en que les escupen y les dicen: “Tú, tonto”. No, siempre está cubierto con el velo de la comedia, que a mí me parece muy importante para que la gente entienda mucho mejor de lo que se está hablando. La comedia no aleja, la comedia acerca, porque justamente es lo que le quita el mal sabor a la medicina


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¿no? Es la forma en la que uno puede digerir más fácilmente algo y decir: “Ahorita me la paso muy bien, incluso me estoy riendo de algo de lo que no sé si me debería de reír”. (F): Sí, te quedas con ese gusanito. Vas reflexionando y vas cavilando y te mueve así las fibras más internas. (M): Exacto, dices: ¿De qué forma estoy involucrada con este tema o alguna vez me involucre con este tema? (F): Es más, a lo mejor ni siquiera había pensado en eso. En el momento en el que llegue aquí al teatro fue cuando realmente empecé a pensar en ello ¿no? (M): Sí, los personajes manejan la ironía y el sarcasmo. Sobre todo la ironía. Es posible también que digamos: “Es un personaje que también puede reírse en su situación, pero le rasco y me doy cuenta de lo terriblemente dolorosa que puede ser esa situación”. Incluso nosotros que de pronto, no sé, en este último montaje que tenemos que hablar también de este tema tan difícil. (F): ¿La de Mr. Bright? (M): La de Mr. Bright. El asunto de la mujer y de la opresión de la mujer que de pronto como que uno da por hecho que ya la igualdad y la equidad existen y uno dice: “Okay, en 1953 la mujer obtiene el derecho al voto, ¿Cuántos años tenemos votando?” Es muy poco y no es cierto que ahorita las condiciones ni laborales ni sociales sean igualitarias y que pues la trata de personas es una situación gravísima y también de niños. Que uno dice: “Bueno, realmente me ha im-


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portado saber” o yo soy de las que dicen: “No pasa nada”. (F): Prefiere uno como cerrar los ojos, hacerse de la vista gorda y pensar que eso no sucede. Pero justamente esta obra, de una manera divertida, va tocando esos puntos y te va haciendo reflexionar acerca de que realmente todavía no hay esa igualdad, como se supone que debería de estar. (M): Es decir, respetar la diferencia. No se trata de que seamos exactamente iguales. Los derechos sí tienen que ser exactamente los mismos, pero conservar la diferencia. Es increíble, como decía Lévi-Strauss: “A partir de la diferencia surge la riqueza”, porque para empezar uno lleva un bebé nueve meses en el vientre. Tenemos diferencias hormonales, tenemos diferencias fisiológicas, tenemos diferencias de concepción y también ideológica, porque tenemos universo cultural. Entonces no vas a echar para abajo siglos y siglos de cultura que han generado un contexto ideológico. (F): Sí, porque por más que queramos no puede haber igualdad, puede haber equidad que eso es muy diferente. No siempre lo igual es justo. (M): Claro, igualdad de derechos: que ganemos lo mismo por supuesto. (F): Que haya las mismas oportunidades. (M): Las mismas oportunidades por supuesto y que justamente de la riqueza de la diferencia saquemos algo culturalmente fabuloso. (F): Que es un poco de lo que habla esta obra.


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(M): Lo interesante en esta obra de Mr. Bright, es el surgimiento de una vengadora o detective femenina. Porque hay mucha novela negra en la que tenemos puros detectives hombres. Entonces yo quería el surgimiento de una especie de detective mujer con una razón de peso como la que tienen que tener los detectives. (F): Además con una sutileza hermosísima, que te va descubriendo poco a poco sin que te des cuenta. Te va llevando, de repente surge la trama y te quedas impactado. (M): Porque al principio tiene que parecer una mujer boba… superficial… (F): Una mujer frágil. Exacto. Como realmente se da el estereotipo de la mujer. Yo te quería preguntar, cuando estas escribiendo tu obra, cuando estas escribiendo la dramaturgia, ¿en qué estás pensando, estás pensando en el público que va estar sentado en la butaca, estás pensando en ti? ¿O cómo es ese proceso creativo? (M): Siempre pienso en el receptor, no como algo que me demande que tenga que escribir de tal o cual manera, sino como a nivel de empatía. Escribir teatro es imposible, si uno no piensa que eventualmente uno se tiene que consumar en el hecho escénico. Siempre uno tiene que idealmente considerar que el teatro es para ser representado. Por supuesto que maravilloso que sea leído, porque es literatura, pero si no llega a este culmen escénico, la obra no está completa. (F): Queda a medias.


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(M): Exacto, la lectura es increíble cuando uno lo lee y que también a uno le digan: “¡Ay!, con tu obra vi claramente la escena, porque se lee como si uno fuera espectador”. El teatro se lee como si uno estuviera sentado en el patio de butacas: es increíble. Te puedes imaginar las voces, como cuando uno lee narrativa etcétera; pero aquí hay tanta disociación de personajes y esa polifonía es la que finalmente le da riqueza al texto dramático. Es muy bonito cuando alguien puede visualizar el montaje. Si tu texto es difícil de visualizar y resulta caótico para el lector no está cumpliendo con el objetivo primordial, que es justamente transcribirse escénicamente. A veces es un poco caótico. Y entonces la gente dice: “¡Ay, ya me perdí!, ¿cuál personaje? Me tengo que regresar… ¿Cuántos años tenía?”. Entonces, si no está teniendo la continuidad desde el principio, si el personaje no está hablando como tiene que hablar, si empieza hablar de una manera y a la mitad habla de otra manera, pues te pierdes. Es muy difícil también en ese sentido por lo que uno tiene que hacer varias versiones del texto, hasta que el personaje sea muy limpio y que hable diferente cada personaje. Si tiene veinte años y es de Tepito, pues no puede hablar como el Marqués de Villar del Águila. Entonces ¿cómo hago que el lector no se pierda? Eso es lo que uno tiene que lograr, que cada personaje tenga vida, su propia voz. (F): Y fíjate que eso es lo que me sorprende, cuando yo vi la obra de Mr. Bright me sorprendió la facilidad que tú tienes para cambiar justamente de voces, de personaje para pasar de la esposa del malvado, a la narradora española, a la secretaria y haces unos cam-


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bios de voces, de interpretación fabulosos, impresionantes. (M): Muchas gracias, justo desde el texto se tiene que lograr eso. Si en el texto no logra uno esa calidad, como actor es muy difícil transitar. Desde el texto uno tiene que decir “Okay, este personaje es argentino entonces claro que tiene que decir: Vos”. Uno tiene que estar oyendo mucho y en la escritura tiene que aparecer esta sensación para que no haya ruptura. Yo lo que siempre les digo a mis actores jóvenes que van empezando: “El secreto es que no pierdas las imágenes”. El secreto primordial no es que uno escuche o que seas bueno imitando, no. Que cada vez que vayas a decir algo tengas muy claro dónde está el personaje, quién es el personaje y por qué está ahí, que uno sepa muy claro. (F): Mariana, también tuviste una estancia en Londres, en el Royal Court. Cuéntanos, como fue esa experiencia en Inglaterra. (M): Pues era la primera vez que brincaba el charco, para mí fue muy importante. Gracias justamente a Luis Mario Moncada, que era entonces el director del Centro Cultural Helénico. A él le tocó leer La graciosa comitiva del Leteo. Esta obra que yo metí a concurso, quedó como finalista. Estaban como jurado Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, mejor conocido como LEGOM y en ese entonces estaba como director Luis Mario Moncada, que le tocó leer el texto. Él había abierto un puente entre el Royal Court y el Helénico, un puente muy importante. Habían llevado dramaturgos mexicanos entre ellos había estado jus-


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tamente Luis Mario y Elena Guiochins, varios dramaturgos habían presentado sus textos allá y entonces postuló la candidatura, me quedé y estuvo maravilloso. Porque teníamos que escribir una obra, nos daban un mes para escribir una obra y se iba a perfeccionar allá, se traducía y se montaban algunas escenas. También para ver nosotros como reaccionaba el público británico. Estuvo muy bien porque iban dramaturgos de varios lugares del mundo, entonces iba un sueco, un cubano, un venezolano. (F): Entonces fue un intercambio de experiencias, interesantísimo. (M): Así es, saber cómo están escribiendo los cubanos, cómo está escribiendo el venezolano, porque aunque estábamos los de Latinoamérica, cada uno era diferente. (F): De pronto te das cuenta que cada uno tiene su propia cultura, incluso su propio lenguaje. (M): Exacto, muy diferente. Había un español, había una hindú, era increíble. Londres es maravilloso, nos sacamos nuestra foto ahí en Abbey Road. Casi nos atropellaban, deben de estar hartos los británicos de que toda la gente que quiere una foto ahí. (F): Sí, que llegue a fotografiarse ahí en el lugar donde la portada de los Beatles. (M): Porque no se paran los tranvías que van por ahí. (F): ¿En serio? No les importa que te sientas ahí parte de los Beatles. (M): Y es muy buena experiencia porque uno escu-


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cha el texto en otro idioma y uno empieza también a ver qué cosas funcionan a nivel universal, que cosas son demasiado locales, si los juegos de palabras son traducibles. (F): Entonces te abrió un panorama muy rico y muy extenso. (M: Y además, el forito donde estábamos trabajando ‒que es hermoso‒, fue el lugar donde se presentó por primera vez Esperando a Godot, donde Becket ensayaba. (F): ¡Ah, qué fabuloso! (M): Hasta se me pone chinita la piel. (F): Deber ser una experiencia fabulosa. Oye, y ya que mencionabas los premios, has obtenido varios premios, por ejemplo en dos ocasiones has obtenido el “Premio Nacional de Teatro Manuel Herrera” y también una mención honorífica en ese mismo. (M): Aparte de que es un buen premio, porque además antes contemplaba el montaje. Ahora ya le subieron un poquito más al premio, lo cual está muy bien, pero ya no contempla el montaje. (F): Le subieron la cuestión económica. (M): Exacto, está bueno. (F): Para que tú te encargues de montarlo. Entonces te echaron la pelotita. (M): Ahí está el dinero… (F): Ahí está la lana…


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(M): Es un premio de los importantes. Ya lleva muchos años de existir y bueno, estando aquí siempre es mucho más fácil llevar la carpeta acá mismo al Instituto y toda la cosa y pensando en el montaje, que aquí era mucho más fácil también de llevar a cabo. Si era de los únicos premios que contemplaban la publicación y el montaje. Entonces eso es muy diferente a otros premios que hay en la República. No sé si van a seguirlo haciendo de esa manera, ojalá que sí porque es un sentimiento increíble. (F): ¿La primera vez lo ganaste en el 2006? (M): En el 2009 con Un banjo y dos muertos, que aquí cuando la montamos se llamó La mano del mago que era una mano autónoma. Y esa obra se tradujo al inglés en el Lark Play Development Center de Nueva York y al rumano el año pasado. (F): ¡Qué padre! (M): Sí, es rarísimo además que se traduzca a rumano. Éramos los primeros tres autores que eligieron para este ciclo. Bueno, somos los primeros tres autores teatrales que traducen al rumano: Gibran Portela, Luis Santillan y yo. Hicieron un ciclo de lectura, estuve por allá y es increíble, porque Rumania aunque esta tan lejos y es Europa del Este está muy cerca a nivel ideológico a México. Bueno, ellos pasaron por esta cosa terrible por un dictador comunista que es Ceausescu, que estuvo muchos años, que les construyo y devastó la ciudad como ya sabemos. En su principio el comunismo tuvo cosas interesantes, pero ya la ejecución fue lo mismo que muchos gobiernos. Ni el capitalismo, ni el socialismo, pero ellos pasaron


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por una terrible dictadura, la ciudad todavía es de las ciudades de Europa del Este que no se ha acabado de levantar del todo y es muy interesante ir a una ciudad que pasó por una dificultad política tan grande y que apenas está viendo resurgir el teatro y la libertad de expresión. (F): ¿Tú fuiste al montaje? (M): Al montaje sí, yo porque entendía mi obra. Dicen que el rumano se parece al español, pero no es cierto. Claro, son lenguas de origen indoeuropea. (F): Si, pero cuando llegas allá no entiendes para nada. (M): Nada, o sea de verdad, nada de nada. (F): Hablando de los premios que has obtenido, que obtuviste dos veces el “Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera”, también una mención honorífica en este mismo premio. ¿Has obtenido algunos otros reconocimientos? (M): Si, en el “Premio Gerardo Mancebo del Castillo”, que Gerardo justo era de aquí y era uno de los grandes dramaturgos jóvenes, que es una pena que lo hayamos perdido porque tenía una pluma excepcional. Yo debo de decir que si le debo a él un cambio de perspectiva radical en lo que a la dramaturgia se refiere y al teatro. Cuando vi La Capitana Gazpacho, ahí dije: “¡Wow!, esto es otra cosa”. Tuve dos menciones honoríficas en ese premio, una con La graciosa comitiva del Leteo, que se montó varios años después con Haydeé Boetho, como directora, esplendida directora. Y La navaja en el espejo, que es una obra de


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la Guerra Civil Española, que escribí en honor a mis abuelos que eran republicanos. Mis abuelos paternos, o sea por un lado eran republicanos y por otro lado mi abuelo materno es inmigrante judío. La Segunda Guerra Mundial venía de Alemania, entonces él vive todavía y me cuenta todavía muchas historias. (F): Y de ahí te vas nutriendo. (M): Si, porque a él justamente le escribí La navaja en el espejo fue para los republicanos y la obra con la que gané en el 2014 el “Premio Manuel Herrera” fue para mi abuelo materno. (F): Que fue El Último Libro de los Hermanos Salmón. (M): Que es justamente de los inmigrantes judíos que llegaron con la desgracia del fardo de la culpa y la gente que se quedó atrás y los que no pudieron saltar porque las familias no pudieron viajar completas. En el caso de mi abuelo quedó un tío que se llamaba Fritz y él por desgracia murió en un campo de concentración y mi abuelo siempre carga todavía con la pregunta de ¿por qué no lo trajeron? Y hay muchas hipótesis que él tiene sobre por qué pudo ser que se quedara, entre ellas que él era cantante, actor y homosexual. No sé si estoy revelando mucho mi abuelo. Me va decir: “¿Por qué estas contando esa historia de la familia, del tío Fritz?”. Pero es para hacer memoria sobre gente muy valiosa y él no sabe si fue porque era muy conflictivo que no quisieron traer al padre de mi abuelo. (F): Para el jurado no debió ser fácil. El fallo decía:


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“Se otorga por la loca, intrincada, pero bien resuelta construcción dramática, por el uso de un lenguaje muy elaborado, por la creación de personajes insólitos, pero verosímiles, por el imaginario partiendo de la realidad, crea un universo propio”. Así fue como lo determino el jurado. (M): Es que combina muchos tiempos la obra: es Alemania, veinte años después de la guerra, y son dos hermanos, justamente uno de ellos enloquece y piensa que tiene la duda de que su sobrina o sea el hijo del doctor Albert Salmón. Tal vez está viva, porque ésta es la historia de la obra: ellos abordan un barco y para despejar camino, etcétera van antes y la niñera de la niña la lleva en brazos. Pero se topan con unos soldados. Entonces deja a la niña ahí en medio de la calle y ella no puede subirse al barco. Entonces ellos viven con la culpa durante mucho tiempo y no saben qué paso con ella. El hermano decide regresar o sea el tío de la niña, para ver si la encuentra. Y es un tiempo en el que vemos lo que pasa en Alemania y lo que pasa en México. No voy a contar el final (F): No, eso lo dejamos para el público. Cuéntanos mejor de La pinche vieja loca que se encueró delante de la gente decente. (M): El gancho es que yo les decía a las personas: “Traigo tres prendas y son tres historias. Si no les gusta la historia me quito una prenda”. Afortunadamente nunca me tuve que quitar nada. (F): Sí les gustó. (M): O tenían que mentir. (risas)


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(F): Se apiadaron de ti. (M): Ése era el juego. (F): El gancho. (M): Y era muy padre, porque hay cosas que uno no cree, pero son providenciales. Uno de pronto saca papelitos y dice: “Y entonces el tipo le dijo a la señora… ¡Que le pasa! ¿Está usted loca?” y salen así los papelitos, porque yo tenía que usar los papelitos en toda la historia. Entonces yo iba contándoles. Ellos me decían el género, entonces yo les daba a elegir entre diez géneros. Ya decían si era terror, melodrama, época de oro del cine mexicano, Shakespeare. Entonces ellos decían “¡Shakespeare!” tenías que hacerlo o siglo de oro y el músico tenía que ponerse a tono. (F): También ponerse en sintonía. (M) En ese tono, ¿no? (F): Que barbaridad. (M): Terror que era lo que les encantaba. (F): Que fantástico. Entonces nunca se cumplió el título de la obra. (M): No, afortunadamente no se cumplió. (F): Oye y del doble malvado… (M): Doppelgänger. (F): Que es este doble que se supone que todos tenemos. (M): Exacto, disfrutamos muchísimo esa obra. Es una obra que trata justamente sobre el doble, pero en


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realidad, un poco el tema de la obra es todas esas vidas que nosotros no vivimos que hubiéramos querido vivir. Este momento de frustración que uno llega a determinada edad en la vida, que empieza un poco como a partir de los treinta y cinco y de ahí ‘pal real. Entonces como que cada lustro, cada década va diciendo: “A ver ¿qué es lo que hice?”. Y entonces dices: “Claro, es que si en este punto de mi vida, en esta bifurcación, yo hubiera tomado esa decisión, mi vida hubiera sido diferente”. (F): Qué hubiera pasado si… (M): Y esos son dobles, porque a uno le están atormentando, porque viven con nosotros a partir de que uno se hace esa pregunta. (F): Y no te dejan. (M): Nunca. Si hubiera aprendido esto, si hubiera tocado un instrumento y pude aprenderlo en ese momento. Ese otro yo que convive con nosotros, que sí toca un instrumento, que sí sabe cuatro idiomas, que sí estudió un doctorado en no sé qué, que sí se fue a Austria de au pair y se quedó en Austria y aprendió alemán y vivió allá. En la obra hay dobles, sí aparecen los dobles de estos personajes, pero se juega con esto. Tanto la aparición, como cuando te dicen: “Te vi en no sé dónde” (F): Era igualito a ti. (M): ¿El de la cantina, bien borracho? No, ese no era yo. (F): Se parece a mí, pero…


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(M): Pero no. Entonces juega con las dos cuestiones, pero el tema de la obra es justamente el destino, la pregunta que tenemos eterna por más escépticos que seamos ¿existe o no existe? Hay cosas que están predeterminadas, hay cosas que no, ¿quién toma las decisiones por mí o las tomo yo? y ¿qué decisiones hubiera podido tomar en la vida?. (F): Qué hubiera pasado. (M): Qué hubiera pasado, sí. (F): Tantas veces que nos repetimos eso ¿Qué hubiera sucedido? (M): Exacto. (F): Oye, Mariana. ¿Qué sigue para delante? (M): Pues hay muchos proyectos. Mr. Bright va tener nuevas entregas más. Pero ya con más actores, ya no van a ser unipersonales todos. Es como una saga policiaca, pretendemos que haya dos entregas por año. La otra estará saliendo ahí por noviembre, espero y así sucesivamente. Nos vamos aventar cinco años, es un proyecto para cinco años y ahorita viene otra obra que se llama: La Hija de Orson Welles, que es una obra que tiene mitad siglo de oro, mitad contemporáneo y es sobre la supuesta hija que tuvo Orson Welles en México, por petición de Dolores del Río. Tenemos ahorita varios proyectos más en puerta, vamos hacer un reto de dramaturgia que se llama Diez horas, cuarenta historias y la idea es que en diez horas yo voy hacer cuarenta pequeñas historias improvisadas y se van a grabar. Entonces la gente me va contar algo en cinco minutos y yo tengo siete minutos para grabar la


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historia. En el facebook de Sabandijas de Palacio va a salir la convocatoria y vamos a reunir a la gente, les vamos a dar fichas y les vamos a dar horarios. Tienen que estar en su horario muy puntual porque si no, no se cumple. (F): Muy interesante esta propuesta. (M): A ver qué tal nos sale. (F): Pues Mariana, de verdad te agradecemos muchísimo esta plática la hemos disfrutado muchísimo. (M): Muchísimas gracias, para mí también estuvo riquísima la plática.


Mary Paz Mosqueda Fernando Pérez (F): Es un gusto tenerte como invitada en estos micrófonos, Mary Paz. Mary Paz (M): Muy amable, el gusto es mío. (F): Mary Paz, yo sé que normalmente para una mujer, pues no se debe de decir su edad, es una cuestión de cortesía el guardarnos esa edad; pero en el caso tuyo yo creo que es algo que en verdad vale la pena comentar. Es impresionante, algo muy motivador el saber que a tus sesenta y siete años todavía tienes ese gusto de aprender, ese gusto de asistir a los talleres, ese gusto de irte preparando y de seguir aprendiendo. Realmente para todos nosotros eres un ejemplo y es algo que mucha gente quisiéramos llegar a la edad que tú tienes con esa vitalidad y con esa energía y con esas ganas de seguir aprendiendo. (M): Pero en realidad para mí no es un sacrificio, sino al contrario, es una realización, es un gusto, es seguir el camino que muchas veces yo quise seguir cuando estaba en mi trabajo, pero no podía precisamente por eso, por mi trabajo. Ahora que ya estoy jubilada puedo dedicar más tiempo a escribir, a pensar, a sentir, lo que en realidad no podía sentir con la vida tan apresurada que se vive ahora, que me tocó un poco, pero también me tocó una vida bastante calmada en mis años mozos, de la que también disfruté. (F): La inquietud de escribir ya la tenías, nada más que tu trabajo y la contabilidad en las empresas, en la administración, te absorbía. Además, pues es un tra204


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bajo impresionante, a veces llevabas siete sucursales de una empresa o te proponían para la gerencia de otra, en fin. Era un trabajo muy demandante el que tú tenías ¿no? (M): Sí, de tiempo completo. De seis de la mañana a once de la noche. Y los fines de mes, cuando todavía no había contabilidad mecanizada como ahora con todos los adelantos, era puro manual. Entonces las maquinitas se manejaban con mecánica, las sumadoras y todo, había unas ya eléctricas, pero nada más las teníamos dos o tres personas en una empresa, no todo el mundo lo tenía. (F): Me acuerdo que las fechas de corte o el inventario, no sé cómo le llamaban a fin de mes, se pasaba toda la noche trabajando. (M): Cierre de mes, cierre de ejercicio de mes. (F): Era trabajar absolutamente toda la noche. (M): Toda la noche hasta que todo checara, faltaba un centavo y teníamos que buscarlo a ver dónde andaba. (F): Póngalo de mi bolsa, ¡ya! (M): Y también en los inventarios también durábamos noches y noches, días sin dormir hasta que no cuadraba. (F): Era pesadísimo. (M): Había que entrar al trabajo a determinado día y a determinada hora, pero no sabías cuándo ibas a salir. (F): Y después de todo eso, ¿te seguían dando ganas de escribir?


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(M): Sí. Yo iba a estudiar Derecho, pero mi papá en ese entonces dijo que esa carrera no era para mujeres, era para hombres. Me dijo que escogiera la que quisiera menos Derecho. Entonces me puse a “tin marín de do pingüé” y salió contabilidad. (F): Pero también te gustaba. (M): Sí, también. Me gustan mucho los números por suerte. En realidad, para mí fue un disfrute todo el trabajo, toda la época de mi trabajo fue disfrutar. Cuando terminé de trabajar me pregunté: “Y ahora ¿qué hago?”, “¿En dónde estoy sentada?”, “¿Qué va a ser de mi vida, a quién le voy a ayudar, a quién le voy a servir, a quién le voy a enseñar?” (F): Sentirse uno productivo, sentirse útil, sentir que está haciendo algo importante. (M): Ajá. Pues sí se siente uno, yo no sé otras personas, pero yo cuando me jubilé sentí que el mundo se acababa para mí. (F): Es una etapa difícil. Si no estás preparado, es una etapa muy difícil. (M): Y en realidad yo todavía no estaba jubilada, porque dejé de trabajar antes de la jubilación, por equis circunstancias. Pero pues sí, yo vivía, es más, les digo yo a los que trabajan que sean dichosos y disfruten su trabajo porque el trabajo es la riqueza del hombre. (F): Claro. (M): La salud primero y después el trabajo. (F): Entonces la inquietud de escribir, ¿desde cuándo la tienes?


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(M): Desde que tengo uso de razón, a los ocho años, nueve años, ya empezaba yo a escribir. (F): ¿Qué escribías en aquel entonces? (M): Cuando el primer novio que tuve le escribí unos versitos. (F): El amor era el motor de tu escritura. (M): Sí, siempre ha sido el amor el motor de mi vida. El amor a la naturaleza, el amor a los animales, el amor a la vida, el amor al semejante, el amor a la familia. Todo, siempre ha sido para mí el amor lo primero. Es el sentimiento que nos une como humanos, el amor a la tierra también. (F): Oye, entonces le escribías a ese niño. ¿Y se los leíste o era un amor callado? (M): Sí se los leí. Después nos casamos. (F): ¡Ah!, ¡Qué extraordinario! (M): Sí, es que terminamos en aquel entonces por cualquier cosa. Se terminaba uno odiando ¿no? Le escribí unos versitos y los guardé, y ya después que nos casamos. (F): ¿Cuántos años después? (M): Pues como unos cinco o seis años después. (F): Te casaste muy chica. (M): Sí, sí me casé a los diecisiete o dieciocho años. Así se casaba uno. (F): Era otra época. (M): Más viejo ya no se casaba uno, ya lo pensaba.


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(F): Ya le decían a uno que se quedaba. Sobre todo, en mujeres, ya pasando los veinte, le decían a uno: “Se quedó”. (M): “La quedada”, les decían a las muchachas. (F): Era un mundo totalmente diferente. Por ejemplo, en la iglesia se sentaban de un lado los hombres y de otro las mujeres, en las escuelas estábamos separados, era la escuela de hombres y la escuela de mujeres. Incluso puertas separadas, los niños por una puerta y las niñas por otra. (M): De una cuadra y la otra cuadra del otro lado. (F): Y ni poder verse los niños con las niñas, era otra cosa, otro mundo. (M): Sí, era otro mundo muy diferente a lo de ahora. Pero bueno, como dicen: “Así me tocó vivir”. Pero como dicen también, me sentí yo muy bien viviendo esa época. Soy muy feliz, yo soy muy feliz porque las cosas que le pasan a uno, en contra de lo que uno imagina o de lo que uno desea, no tiene por qué amargar la existencia del ser humano. Hay que minimizarlo y maximizar, o sea, hacer más grande lo que para nosotros cuenta, lo que podemos realizar, aunque no sea lo mejor o lo máximo pero hacerlo valer, antes uno mismo primero y después ante lo demás. Y así con eso, con lo que uno tiene y con lo que uno cuenta, con lo que uno dispone tanto materialmente pero primero, interiormente, ser feliz. Porque me gusta decir, siempre va a haber los inconvenientes, las incongruencias, las desazones, todas las cosas que entorpecen o que uno no desea, en la vida de una persona, siempre las


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va a haber. Pero si nosotros tenemos presente siempre lo mejor, seremos felices. (F): Qué gran filosofía de vida, Mary Paz. Entonces pasa toda tu vida laboral y te jubilas. Y entonces inicias ya lo que sería el estudio formal de la literatura. (M): Pues a mí me lo dieron por prescripción médica, porque cuando estaba desocupada empecé a bajar de peso y empecé a irme para abajo. Sentí yo que mi salud se disminuía emocionalmente, psicológicamente y me dijo el doctor de cabecera: “Si usted no se ocupa en algo que le guste, dentro de unos dos años le aseguro que usted ya no está aquí” (F): ¡Qué barbaridad! Así de plano. (M): Sí. Andaba yo arrastrando la cobija. Entonces dije: “Pues ¿qué hago?”. Voy a hacer lo que a mí me gustó siempre, lo que me gustó siempre fue escribir. Entonces fue que ya me dediqué exactamente a eso y estuve en la SOGEM, un año. Estuve después acá en el CEFAQ con el maestro Luis Alberto (Arellano) y con el maestro (Arturo) Santana, con el maestro (Roberto) Cuevas también estuve, con todos los que estaban en ese entonces ahí. (F): Tuviste buenos maestros. (M): Sí, tuve buenos maestros. (F): Y entonces empiezas ya tu formación, vamos a decir y valga la redundancia, de manera formal, de la cuestión literaria y te inclinas hacia la poesía, ¿es lo que más te gusta? (M): Sí, pues soy muy romántica. Es que repito, yo


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estoy enamorada de la vida, del amor, de la naturaleza, de las flores, de los pajarillos, de todo lo que tiene vida e inclusive de la tierra que creo que también tiene vida. Estoy enamorada de eso, o sea, yo amo todas esas cosas. (F): Y eso es lo que plasmas en tu literatura (M): Sí, es que casi siempre hablo de amor. Ahora escogí unas que no hablan mucho de amor pero por ahí van. (F): Entonces también escribes prosa y escribes cuentos. (M): Cuentos, escribo cuentos. Tengo una veintena de cuentos que nunca los he dado a luz porque como es una, pasan a segundo término, para mí la poesía es primero. Pero sí quiero, creo que tengo que trabajarlos un poquito porque no por nada, pero están bonitos. Pero, creo que son, me dijo una de mis hijas: “Mamá, eso ya pasó”. Son para la fantasía. Ya pasó para los niños y le digo: “No, ni el amor, ni la fantasía, van a pasar para la humanidad”. (F): Nunca. (M): Ahorita lo que hay que hacer, es darle un enfoque nuevo, un enfoque diferente, más actual y no tan atrasado de aquella época, sino de la actual de la que estamos viviendo nosotros. Yo trato de adaptarme. Muy seguido, al pensar de las personas, sobre todo de los jóvenes, yo aprendo mucho de los jóvenes. Yo los observo y yo soy como una esponjita porque todo lo asimilo. Me gusta, inclusive, el comportamiento de los jóvenes, la conducta de los jóvenes, los que yo


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conozco ¿verdad? Y su agudeza de pensamiento. Son muy dinámicos, no están como antes uno estaba, tranquilo, casi, casi como tortuga. (F): Nos movíamos a otro ritmo. (M): La vida no era tan apretada. (F): Oye, pero entonces eso es lo que a ti te mantiene joven, ese contacto con los jóvenes, es lo que a ti te mantiene con esa vitalidad, con ese entusiasmo, con esas ganas de seguir aprendiendo. (M): Sí. Cuando fuimos al encuentro de poesía de Tamaulipas y fuimos a unas escuelas y los jóvenes, las muchachitas y los jóvenes muchachos, hombres, vi que comulgaban mucho con mi poesía, o sea les gustó mucho la forma de exponer yo mis poesías en el primer libro que se llama Bajo el agua. Leí yo algunas de ahí, de ese libro y les gustaba mucho. (F): Qué padre, ¿no? que haya esa comunicación, esa comunión entre las generaciones y que no haya ese distanciamiento, ese rompimiento entre las generaciones. (M): Eso es lo que yo trato de despertar en los jóvenes; el amor a la lectura, el amor a lo humano, o sea, la pasión por el ser, porque hay que apasionarse uno en el ser, o sea, ser uno pero ser totalmente y no a medias, a veces sí y a veces no, no. Totalmente. (F): Totalmente. Y qué maravilloso que se logre esa comunicación con los jóvenes porque no es fácil, no todo el mundo puede hacerlo porque hay quienes ponen una barrera, hay quienes ponen un distanciamiento y es donde viene el choque de generaciones, donde


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viene la brecha generacional y no hay esa comunicación, esa comunión con los jóvenes, entonces qué padre que tú sí logres esa comunicación y que logres que se comuniquen. (M): Es algo bonito. (F): Sí yo creo que de verdad es algo muy valioso porque te digo, hay muchas personas que, como tú lo mencionabas, al llegar la jubilación o al llegar a cierta edad como que ya se sienten que ya no pueden ser productivos, que ya no pueden aprender y que ya no sienten la motivación ¿no? Entonces, verte a ti con ese entusiasmo, con esa vitalidad, con esa energía, con esa juventud, con esas ganas que tienes de seguir aprendiendo, realmente es un ejemplo para todos nosotros. (M): Cuando me jubilé, me fui a inscribir a la Universidad Autónoma de Querétaro a estudiar Filosofía y Letras o Periodismo. Pagué, hice mi prueba, la pasé y resulta que ya había el horario. Era de la mañana, creo que lo cambian y un año es, un semestre, dos semestres es en la mañana y otros dos semestres en la tarde. No compaginó con mi horario y bueno, el alto mando me dijo: “No se puede” y lo dejé, pero ya hace diez años yo tenía la… (F): La idea de regresar. (M): La idea de estudiar una carrera de Filosofía y Letras para escribir. (F): ¡Qué fantástico! Mary Paz, ya nos platicaste, que ya después de que te jubilas inicia el proceso formal de la creación literaria. ¿Cuándo logras conjuntar el material para tu primer libro?


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(M): El primer libro fue hace tres años, más o menos. El primero fue Bajo el agua, después de… ¿qué serían?, cinco años, más o menos que estuve trabajando en él. (F): Cinco años te llevó el conjuntar los textos para este libro. (M): Sí, más o menos. (F): ¿Y cómo fue que lograste publicarlo? (M): Con la ayuda del maestro Miguel (Aguilar). Él me ha servido mucho de orientación y de esa manera fue como hice yo el primer libro. (F): Este de Bajo el agua publicado por Montazonte editores en México hace tres años. ¿Qué sentiste cuando viste tu trabajo ya publicado? (M): Pues no me lo creía, como dicen por ahí. (F): Te pellizcabas a ver si era verdad. (M): Duré mucho, mucho tiempo para aceptar lo que era, un libro. Hasta ahora lo estoy viendo y hasta ahora ya después de dos o tres años, empieza a uno a caerle el veinte, como dicen y bueno, dice uno: “¡Ah!, pues sí, ya publiqué”. E inclusive en el viaje que se hizo a Guadalajara, cuando fue la exposición del libro en Guadalajara, ahí estuvo mi libro y el maestro también nos llevó a reunir allá sus libros y yo me sentí en otro mundo porque ahí estaban los escritores que son conocidos y también los que no son conocidos y también los últimos como yo, los últimos que no conoce nadie. Entonces esa es una vivencia que tengo grabada yo, muy adentro, porque es una satisfacción muy grande.


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Es como no poder subir una escalera y al último cuando ya estás arriba dices: “¡Zaz!, sí lo hice, ¡ya lo logré!” (F): Oye, ¿y tu familia? Tu esposo, ¿qué te dijeron? (M): Pues él también. Tampoco no creía nada de lo que yo hago ¿verdad? Y dicen que todos los escritores estamos medio fuera del mundo. (F): Y medio tiene razón. (risas) (M): Y hasta que salió el segundo libro, dice: “No, pues ahora sí ya estoy creyendo que estás haciendo algo”. (F): Ahora sí cree que realmente has escrito. (M): Mis hijas, ellas me apoyan mucho y dicen: “Pues lo que tú quieras hacer para que te entretengas, mamá” Y ven que yo estoy bien, estoy contenta y estoy feliz de hacer lo que puedo hacer y quiero hacer. No todo lo que quiero hacer lo hago, porque no es posible, pero lo que puedo hacer lo hago y ellas están muy contentas. Por eso me dicen: “Hazlo mamá, hazlo”. Me apoyan mucho. (F): Es una satisfacción muy grande. Entonces publicas Bajo el agua y después vendría Trenzar el día. (M): Sí, Trenzar el día es un libro completamente distinto al de Bajo el agua. Ya tiene otra forma de expresar la poesía, otro enfoque, otras palabras, ya es un poquito más complicado. (F): Hubo un cambio. (M): Un cambio muy grande. (F): ¿Por qué se dio este cambio, esta evolución?


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(M): Bueno, pues uno va sintiendo. Es cosa que se siente. Yo me dejo guiar mucho por lo que yo siento, o sea, no me invento nada, ni quiero enseñar nada. Pero, hay que decir lo que uno siente y entonces entre lo que escribo, es lo que fue dándose y nada más. La persona que ayer sentía, por ejemplo, rencor por algo que le hicieron, hoy ya no lo siente o siente menos, ya cambió. La persona que apreció un amanecer ayer, y lo ve hoy, lo ve distinto. (F): Claro. (M): O sea, hay un cambio y todo va evolucionando. (F): Y en eso también contaste con la guía, con la asesoría de Miguel. (M): Sí. En realidad aquí ya se puso más estricto y él escogió lo que podía yo publicar, porque uno hace todo por hacer las cosas bien, pero no salen o salen mal hechas. (F): Él te fue asesorando. (M): Yo le mandé un volumen de unas ochenta páginas y él me publicó cuarenta y ocho o cincuenta, que son las que están en este libro de Trenzar el día. (F): Mary Paz, ¿y qué sigue para adelante? (M): Pues lo mismo. Ya tengo material para otro libro. Quiero seguir leyendo mucho, porque la lectura es la que lo pule a uno, lo lima y le despierta la sensibilidad, la perspectiva que uno tiene de las cosas. Cambian y quiero seguir leyendo mucho, lo que pasa es que para eso también se necesita mucho y cuesta mucho trabajo, mucho dinero.


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(F): Mucho tiempo y muchos recursos. ¿Qué es lo que más te gusta leer, Mary Paz? (M): Pues de todo, de todo. Pero leo más poesía. (F): ¿A quién te gusta leer? (M): Me gusta leer, bueno para la influencia que tengo yo, muy marcada es de Sor Juana Inés. A ella la leí dese antes de que yo empezara a escribir. Me gustaba mucho, me gusta todavía cómo escribe ella, verso medido y es lo único pero, yo escribo verso libre. (F): ¿Nunca has intentado? (M): Sí, todo lo que te digo que tengo de antes es verso con rima, porque da mucho trabajo escribir con rima también. Encontrar la palabra que vaya con la idea que tienes y encontrar la rima también. Entonces todo lo que tengo de antes nunca lo he revisado, ni lo he trabajado, está tal cual es verso con rima. Y ahorita ya no, ya o escribo verso con rima es puro verso libre. (F): Oye, cuando participaste en el “Concurso de Poesía María Luisa Moreno”, lo ganaste dos veces consecutivas. (M): No, no fueron consecutivas. Es un concurso anual y entonces yo participé, en el siguiente no participé, sino hasta el tercer año que volví a ganar. (F): Hubo un intermedio pero lo ganaste dos veces. (M): Sí, pero son puros chicos. Bueno, también hay gente grande, inclusive estaba un compositor ahí de una canción muy famosa, que no me acuerdo ahorita cuál es, un compositor de México que también tomó parte en el concurso.


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(F): Le ganaste al compositor famoso. (M): Sí. El año pasado fui jurado y me invitaron como jurado. (F): Deben haber pensado: “Señora, ya no participe porque ya está ganando muchas veces”. (M): “Sí y ya no le podemos dar el tercero. Ya mejor la ponemos como jurado” (risas). Entonces en los jóvenes sí hay mucha creatividad y sí les gusta la poesía, lo que pasa es que hay que promover la lectura, la poesía en las escuelas secundarias, en las escuelas de preparatoria, sobre todo cuando están los jóvenes aceptando ser un poquito moldeados porque ya más grandes, ya no aceptan. Pero la época en la que uno conoce el amor, el primer amor, que es lo más grande que nunca se olvida en la vida de una persona, nunca se olvida el primer amor de una persona. En ese momento ellos están abiertos para sembrar el gusanito. (F): Entonces tú crees que el momento ideal para inculcarles es en ese momento cuando están descubriendo el amor. (M): Exactamente. Después ya, en el siguiente cuando están ya de dieciocho años, pues ya es otro tipo de amor, un amor de atracción física, pero cuando se está en secundaria y prepa es un amor impalpable, que no se puede tocar ni se puede llenar con un cuerpo. Como ya después de que ya se conocen y se casan o se juntan o lo que sea, eso es algo más. Eso es algo etéreo, porque la niña es la primera vez que se está descubriendo el sentimiento, no lo puede tocar. Hay que promover en esa edad.


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(F): Yo te iba a preguntar cuál era, desde tu punto de vista, la forma más adecuada de motivar a los alumnos a la lectura, pero tú ya lo acabas de decir. Bueno, si en ese momento están descubriendo un mundo nuevo, qué mejor que a través de la lectura puedan conocer un poco más. Es el momento en que se apasionan por la lectura y ya después no lo dejan. Oye, Mary Paz ¿y tú qué consejo le darías a un joven que quiera iniciarse en la literatura? (M): Pues que se meta a las bibliotecas, nada más. Si no tiene la posibilidad de comprar libros que él selecciona o le gusten, en primer lugar, sí necesita acercarse a un maestro para que lo oriente, porque yo he conocido a varios muchachos, jóvenes que creen que escribir es nada más decir lo que yo siento y ya. ¡Y no!, hay que prepararse, hay que leer. Como en todo, para andar en bicicleta hay que darse unas cuatro caídas o cinco o diez; entonces para aprender a escribir o hacer un renglón, un verso, necesitas empaparte con lectura, para sacar lo que tú quieres decir. (F): A través de los talleres. (M): Sí, sí. A través de los talleres. Uno solo no se puede. Bueno, sí se puede, pero no sale como debiera. (F): Es sobre todo la orientación, que te estén criticando, digo, en el buen sentido de la palabra, criticando tu trabajo, ayudándote a encontrar los errores, qué es lo que puedes mejorar. (M): Que te recomienden, el maestro ve tu capacidad, tu orientación y te dice: “Lea esto, lea el libro fula-


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no, lea”. Porque sabe por dónde vas, es una guía y es como en todo, hay que aprender. (F): Así es, Mary Paz. Muchas gracias por acompañarnos en esta charla.*

* Posterior a este entrevista, Mary Paz publicó El Cisne Rojo, editado por el Fondo Editorial de Querétaro en 2017; Llorar no tiene caso, publicado por Sediento Ediciones en 2017; y participó en las Memorias del Encuentro Lumbre entre las hojas, publicadas por el Fondo Editorial de Querétaro, en 2015 y 2016.


Patricio Rebollar Fernando Pérez (F): Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista, Patricio. (P): Muchas gracias por la invitación. No podíamos dejarlo pasar. (F): Cuéntanos, ¿cómo se inicia tu inquietud por la literatura? (P): Yo llegué a vivir a Querétaro en el año 2000. Yo llegué al colegio Álamos y en secundaria empezamos a tener algunas lecturas y acercamientos. Desde pequeño me ha gustado. Mi mamá me leía y pues yo también le hacía como que leía, pero agarré más costumbre ya en la prepa porque tuve un profesor que nos obligaba a leer muchísimo. Muchos lo veían como malo pero hasta eso, las lecturas que fue seleccionando y los libros, me encantaron; conocí a Borges y a Cortázar, conocí a muchos otros y fueron los que al final despertaron en mí ese sentimiento de: “Yo quiero ser como ellos”. Y a partir de ahí empecé a escribir y a copiarlos, obviamente no lo hacía bien pero lo intentaba. Y entre más los leía, más quería escribir como ellos. Desde ese entonces ha surgido en mí esa inquietud. (F): ¿Y había concursos ahí en el colegio Álamos? (P): No, había de oratoria, pero yo no le entraba. Digamos, no soy bueno con la palabra hablada, me cuesta mucho trabajo poderme expresar, etcétera. Me gusta más poder escribir egoístamente, en soledad y ya de ahí pues compartirlo. 220


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(F): Y sin embargo tienes la carrera de abogado y se supone que un abogado debe ser muy hábil con las palabras ¿no? (P): Sí. Sin embargo en lo que me especializo es en la empresa, entonces, pues todo es trabajo de escritorio y la mayoría son contratos, asambleas, etc., que todo es por escrito. Y sí platicas con el cliente pero es más una charla para ir indagando qué es lo que tiene su empresa para resolver su problema. (F): No tanto litigios y cosas así. (P): No. Pelearme no va conmigo. Me preocupo mucho. Yo hago míos los problemas ajenos, entonces no. (F): Estudiaste en la Universidad Contemporánea, ¿verdad? (P): Sí, correcto. Empecé en la Universidad Panamericana, pero por algunas cuestiones tuve que regresarme y ya en el 2009 vine a Querétaro. (F): La Universidad Panamericana, vamos a decirlo, es de… (P): Sí, bueno, del Opus Dei. (F): Igual que el Álamos. (P): Sí, correcto. Entonces tuve ahí el pase directo para estudiar en la UP, no pude terminar ahí pero no me arrepiento de nada. (F): Y entonces viniste a terminar a la Universidad Contemporánea. (P): Correcto (F): Y luego montas un despacho.


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(P): No, al principio trabajaba con mi papá. (F): ¿Él es abogado? (P): Él es abogado y se dedica a lo mismo que yo. Con él estuve trabajando de 2009 a finales de 2012, casi toda la carrera la estudié con él y después entré a la Notaría Número 16 a trabajar. Y estuve un año ahí y después puse mi despacho, a finales del año pasado. (F): ¿Y todavía lo tienes? O sea, ¿es un trabajo paralelo a lo que haces en la literatura? (P): Sí, básicamente es mi principal fuente de ingresos. (F): Si no, no te podrías dedicar a la literatura. Bueno, ya desde la secundaria tienes esa inquietud de escribir, ¿qué escribías en ese momento? (P): Reflexiones y cosas de esas. Lo que me iba sucediendo, no era un diario en sí, pero escribía cómo me sentía en ese momento, o que quería hacer, etcétera. Creo que a los doce años no se me ocurrían ideas brillantes, pero intentaba expresarme a través de las palabras. (F): Y cuestiones románticas... (P): Algunas, pero ya más adelante. Como a los catorce o quince años lo intentaba. (F): ¿Cuál fue tu primera formación ya en la literatura? Independientemente de la preparación que tienes como abogado. (P): Llegó hasta el 2012. Durante todo ese año estuve en un taller de Narrativa con Roberto Cuevas, en


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Talleres Tinta Creativa. Antes de eso tallereaba mis textos con algunos amigos y de ahí conocí a Osvaldo Fernández, con él empecé un taller privado: nos íbamos de café, llevaba mis textos y me ayudaba pulirlos. Eso fue en 2011. Ya de ahí decidí meterme a un taller formal. (F): Y entraste con Roberto. (P): Entré con Roberto Cuevas al taller. Al principio llevé cuentos y en ese entonces llevé una novela que la sigo trabajando pero, con él llevé todos los capítulos en todo ese año y me iba dando sus opiniones y me ayudó mucho, en la estructura de los personajes. (F): Ya llevas dos años y medio con esta novela. (P): Sí, ya un rato. (F): Está bien, quiere decir que la estás trabajando. Pero de eso hablaremos un poquito más adelante. Entras al taller de Roberto Cuevas, ¿y cuándo empiezas a publicar? (P): Es curioso, en 2011, cuando tallereaba mis textos con mis cuates y luego con Osvaldo, formé el 5301 y otros cuentos y al final Osvaldo me dijo que tenía un buen trabajo y que valía la pena buscar alguna editorial. Al final Luis y Osvaldo me dijeron que a través del Fondo Editorial podría buscar y ahí habría posibilidades. Entonces a principios de 2011 llevé el libro y se lo presenté a Manuel Cruz. No le dieron más seguimiento y como que me empecé a desesperar. En ese entonces tenía la necesidad y la prisa de publicar, de ver la obra. Quizá un poco inmaduro, pero tenía esa necesidad. Entonces decidí formar yo, con otros dos


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cuentos que tenía, hacer la antología, a la par me informan que ya se había reunido el consejo editorial y que “5301” se iba a publicar. Entonces pues me emocioné y en 2011 saco la antología de Par Tres ¿por qué?, pues porque ya había crecido la biblioteca digital y entonces decidí hacer una muestra impresa porque siempre me han gustado los libros, y no volvimos a saber del “5301” hasta marzo de este año que salió. (F): Yo creí que ya tenía más tiempo. (P): Bueno, la que publicó el Fondo Editorial dice julio de 2013, pero en realidad la presentamos el 24 de abril de 2014 en la Galería Libertad. Durante ese lapso seguí escribiendo. (F): Entonces casi salieron a la par ¿no? 5301 y El largo sueño de las cifras. (P): Sí, se presentó el 23 de abril y el 24 presenté 5301. (F): ¡Qué curioso! (P): Sí, fue chistoso. Un libro de cuatro años. (F): Bueno, pero al final lo pudiste ver ya impreso. (P): Es como una plaquette. Además es padre porque fue dentro de los últimos libros que publicó el Fondo Editorial de Querétaro, que ya desapareció. Entonces cerramos el Fondo Editorial con esta publicación. Ésa semana hubo varias y me gustó, aunque se haya tardado. (F): Además una edición muy padre. (P): Sí, es muy bonita la portada, me encanta.


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(F): ¿Y de quién es la portada? (P): Se llama Zens Ortíz. (F): Muy bonita. (P): Sí, la verdad es que sí es muy bonita. (F): ¿Y esa fue la primera vez que publicaste? (P): Sí, es lo primero. (F): ¿Por qué el título 5301? (P): 5301 es el cuento con el que inicia este libro y trata sobre un prisionero. Y retomo esta idea de la reencarnación y el tiempo cíclico. Y el prisionero no se acuerda de su nombre, porque es un tipo al que agarraron no sé en dónde y sólo sabemos que lo llevaron a una cárcel en las afueras de Karnak, en Egipto. A partir de ahí le dan un plaquita con ese número. Entonces él en su celda durante mucho tiempo, va zafando el piso y se da cuenta que había otros tipos que fueron el 5301, como él, y que van haciendo anotaciones desde abajo. Durante todo este tiempo él quiere descubrir qué significa el cráneo, el jeroglífico, es toda una travesía. Y bueno, ya se va con Anubis al inframundo y cuando llega ahí, lo vuelven a encarcelar en una prisión idéntica a la suya. (F): Suena interesante este cuento. Pero luego, también te publican en el extranjero, ¿cómo fue eso? (P): Participé en las página de escritores.org y algunas otras. Buscaba a ver en dónde podía participar, concursos. El primer concurso en el que participé fue con 5301 y obviamente no gané. Lo mandé al “Edmundo Valadez”, no saqué nada. Ni me avisaron, ni nada. A


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partir de ahí empezó como una especie de: “Me voy a ganar algo y lo voy a lograr porque lo tengo que hacer”. Entonces empecé a mandar cuentos y empecé a escribir mucho. Encontré este concurso en Chile que en sí, sí daban un primer lugar y las menciones honorificas y yo fui de esas menciones y el premio era la antología. Entonces en 2011 participé con un cuento que se titulaba Juego de pelota que es un juego en el que están los guerreros jaguar y los guerreros águila. Y después en 2012, ya algo un poco más maduro, participé con Marina, que evoca a la poeta Marina Tsvetáyeva, que se suicida. Entonces me inspiré mucho en ella porque al final ella junto con dos escritores y un artista plástico, instalaron en plena revolución bolchevique, una librería en el centro de Moscú. En ese entonces había muchísimos libros prohibidos y había quema de libros comunales y ellos arriesgaban su vida por salvaguardarlo y también, digamos, el mercado negro de los libros. Ayudaban mucho a los pobres. La gente llevaba una enciclopedia y ellos daban un costal de papas ¿por qué?, porque la gente no tenía de comer. Entonces pues ella a través de esto, con los otros escritores, empiezan a intercambiar libros hasta que queman la librería con todas las joyas que tenían. Porque tenían libros de gente muy rica que iba y los guardaba con ellos. Pues a ella le va muy mal. Matan a su esposo porque dicen que él es autor intelectual del asesinato del hijo de Trotsky, a su hijo la mandan a una mina, su hija más pequeña se muere en un orfanato y su hija la más grande pues quién sabe, nadie sabe de ella. Pero al final de todo es ella quien recopila los cuentos de su mamá y los publica y por ella los conocemos. La historia me inspiró


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(F): Y con esto participaste. El reconocimiento era la publicación. (P): La publicación, sí. (F): De todos los participantes. (P): Era una selección de poesía y una de cuento y pues ya me mandaron mis cinco libritos de Chile. (F): ¿Hubo más mexicanos en esa antología? (P): En la primera no, y en la segunda creo que uno de Veracruz, pero no recuerdo. Los demás argentinos, de España y de otras partes. (F): Ha de haber sido una experiencia muy emocionante para ti, ¿no? (P): Sí, cuando me entero de que mi cuento quedó, ví un atisbo de luz, y dije: “Creo que puedo seguir intentándolo”. (F): Pero para esto ya habías tocado muchísimas puertas ¿no? (P): Sí, ya. Además me dio un poco de coraje porque pensé: “Es impresionante que me publiquen en Chile y que no me publiquen en mi estado”. Ya no tenía noticias de que 5301 fuera a salir. Yo me enteré de que sí salía en enero de este año. Fue padre, fue una grata experiencia. (F): Ha de haber sido una grandísima experiencia, el ver tu obra publicada en otro país. Que no es fácil, no cualquiera lo hace. (P): Y saber que de los 500 ejemplares les dieron sus cinco a cada autor y mi cuento está ahí.


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(F): ¿Y cómo publicas en el Largo sueño de las cifras? (P): Pues, yo participo en Querétaro Lee con la editorial y pues estábamos buscando una idea para regalar ahora en el día mundial del libro y se me ocurrió que podría ser una publicación. Me propusieron a mí como antologador y les dije que no, que yo quería participar. Llegaron muchísimos textos. Valentín García se encargó de llevar la convocatoria y yo presenté cuentos y él se encargó de seleccionar los que él quiso y corría el riesgo de quedarme fuera de las dos tortas, ¿no? Sin ser el antologador y sin ser parte. Valentín eligió mis dos textos y me llenó de orgullo. (F): Claro, es un libro que ha tenido bastante difusión y es un libro vagabundo, que anda por todos lados y la idea es, que justamente, sea un libro que vaya pasando de mano en mano y que no quede en una biblioteca. (P): Que se relea, claro. Además me emocionó porque yo, más o menos sabía en qué consistía y yo más o menos me desafané un poco para que no se fuera a malinterpretar. Y fue divertido porque publicaron cuatro mil libros, es el tiraje más grande en el que participo. De 5301 se hicieron mil, de los de Chile eran quinientos y de la antología fueron doscientos. Fue creciendo poco a poco el número de libros (F): Que a veces uno se conforma con que te impriman cincuenta libros, uno se da por bien servido. Realmente sí es un gran logro. (P): Muchas gracias.


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(F): Nos platicabas que ya tienes algunas obras listas para publicarse, ¿no es cierto? Tienes una novela. (P): Una novela que lleva como dos años y medio, una novela que se llama El ocaso de los nibelungos, y, en vista de que me gusta mucho la ópera, una de las óperas que más me gusta es El anillo de los nibelungos de Richard Wagner, que está inspirada en poesía escáldica que se llama Los nibelungos. Y esta poesía que no sabemos quién la escribe, se rescata en el 400 d.C. y ahí nos cuenta toda la historia de los nibelungos. El héroe Sigfrido, Atila el huno casado con Krimilda de Burgundia, etcétera. Entonces quise hacer esta fusión entre la poesía, la historia y la ópera. Narro, algunos dicen que desde Sigfrido, otros que desde Atila, pero lo que quise enfocar es el segundo matrimonio de Atila el huno. Muchos conocemos a Elche que es la primera, pero después, Atila, mientras está invadiendo todo Roma oriental, ahí se encuentra a los burgundos y entonces los hermanos cazan a su hermana para apaciguar la ira y el azote de dios. Y a través de esta hermana, es la primera, se enamora perdidamente de Sigfrido y se casa con él porque Sigfrido, el héroe aquel que en El anillo de los nibelungos mata al dragón Fafner, se baña en su sangre y se hace inmortal, una especie de Aquiles; pero su punto débil es en los omóplatos. Y él conoce a Brunilda y en la leyenda dicen que es la valquiria desterrada por Odín, porque ella se enamora del papá de Sigfrido. Y él, en una batalla contra un malo que le quería bajar a su hermana, porque él estaba enamorado de su hermana, pues se casa este bárbaro con Siglinda y al final lo destierran a él, Y entonces, al final él va de regreso,


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cuando vuelve a encontrar las tierras donde él vivía y se encuentra a su hermana y se la lleva. Y aquí se junta la leyenda de Wagner, que es la espada de Odín que se clava en un árbol y que sólo aquel que tenga el corazón puro la va a poder sacar y es Sigmundo el que la saca y se la hereda a Sigfrido. Entonces es una trama interesante, porque también meto a los enanos, a los enanos nibelungos y toda la historia del oro del Rhin, que casi hasta el norte del Rhin estaba el territorio burgundio. Y pues bueno, hago esta mezcla entre lo que es la historia con fantasía total. (F): Muy interesante, mucho trabajo de investigación. (P): Sí, mucho. Además hice unas líneas del tiempo en Excel, en el que digamos que cada cuadro de Excel es un año en la vida de cada personaje, entonces al final cuando la imprimí en plotter, salió una tira tipo noventa por doscientos centímetros. (F): Oye, y además tiene cierta predilección por los países nórdicos. El viaje que realizaste a Europa fue más al norte de lo que comúnmente visitan los turistas, ¿no es cierto? (P): Sí, me hubiera gustado todavía ir más al norte pero ya no se pudo; el frío no creo que lo hubiera podido soportar. (F): ¿Esa cuándo la piensas publicar? (P): No lo sé, la tengo pausada ahora. La dejé descansar un rato porque ya le metí mucha mano. Al principio la pensé en unos catorce capítulos de unas doce páginas y ahora ya vamos en treinta y dos capítulos de siete páginas cada uno. La he dividido mucho, la


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he cercenado, le he agregado y ahora me he enfocado más en los diálogos, porque son los que le dan mucha carne. Y como hay muchas cosas repetidas porque uso un formato en el que primero se cuenta la parte de en medio, luego el principio y luego la parte final, entonces hay que repetir algunas cosas y quizá se pueda cansar al lector. (F): A través de los diálogos puedes meter un poquito más de variedad. (P): Correcto. Y como son muchos personajes tengo que volver a meterme a revisar la personalidad de cada uno. (F): Sí, porque llega un momento en que te pierdes. (P): Tenemos catorce personajes principales. (F): ¿Y después de eso qué va a seguir para adelante? (P): Pues estoy en cuentos infantiles ilustrados. Hace poco terminé uno que está inspirado en un cuento de 5301 y otros cuentos, y de ahí lo saqué y desarrollé una historia que va con treinta y dos páginas ilustradas, que son puros óleos de Gastón Lafourcade. Y ahorita, otra vez con los nórdicos, tengo uno que se llama Las travesuras de Loki y pues es un niño como yo, que se llama Patricio y que a través de un libro, su imaginación lo lleva a ver cómo Loki hace todas estas travesuras. (F): Y vuelves al tema nórdico, no lo dejas. (P): Ese lo está ilustrando Luis Sánchez. Y tenemos otro por ahí, que ya está escrito, falta ilustrarse, que se llama Horacio y el circo de pirómanos.


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(F): Platícanos, ¿qué es Par Tres? (P): Par Tres es una editorial que inició como un proyecto personal, un blog, en realidad. Este blog lo que hacía, es en vez de publicar yo mis cosas, empecé a invitar a los cuates que sabía que escribían y creé la Biblioteca Digital de Escritores Queretanos. En 2011, eso fue en junio, participé en el Apoyarte en el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes y lo gané. Ahí mi intención fue difundir a la gente que escribiera y de ser un blog casual, lo convertimos ya en una página con un host y un diseño y todo. Y a partir de ahí empezó a crecer y sacamos un par de convocatorias: Carta al padre y Escríbele a tu país, que son muy sencillas, pero era este ímpetu juvenil que quería que la gente escribiera. Y sacamos un taller de géneros literarios que impartió Alejandra Camposeco. Muy bueno, se llenó. Y en 2012 volvimos a participar para ver si lo podíamos elevar a algo impreso y se volvió a ganar. Ahí publicamos un par de libros, Ocio y civilización que es un ensayo, es un libro de trescientas páginas, que son varios ensayos que como lo dice el título, son unos apuntes de historia, filosofía y etcétera. Y un libro infantil ilustrado que fue de Tarsicio García Oliva, ilustrado por Ricardo Burbridge Balandra y a partir de ahí me gustó. Vendimos bien los ejemplares y todo salió bien. Con algunos desperfectos y quizá algunos problemas por mi corta experiencia en el tema. (F): Vas aprendiendo sobre la práctica, vas haciendo camino al andar. (P): A partir de ahí se me fue facilitando, fui cono-


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ciendo más caminos, más medios, nos unimos ya en un equipo de tres personas y en 2013 nos ganamos el crédito SEJUVE, con el cual gracias a la Secretaría de la Juventud del Estado de Querétaro, pudimos con un préstamo que nos da, con base en eso constituimos la sociedad. Seguíamos publicando pero a partir de que ya se constituye Par Tres S.A. de C.V., y ya son dieciséis libros los que se han publicado.* (F): Pues es un apoyo para escritores queretanos, y sobre todo, cuando empezó el blog pues realmente no había muchas formas de publicar así que Par Tres vino a dar esa posibilidad. (P): A revolucionar un poco porque hoy en día ya tenemos cuarenta y cinco escritores, con más de setecientos textos gratuitos entre poesía, cuento, ensayo, e incluso hay novelas completas ahí y están gratuitas. Al principio yo me quería meter en el medio pues no conocía a nadie y nadie, no podía leer a nadie y decidí crear esta biblioteca. (F): Muy padre, porque realmente una buena plataforma para muchos que no teníamos en dónde publicar. (P): Así es. (F): Patricio, muchas gracias por habernos concedido esta entrevista.

* Al 2018, ya son ochenta títulos los que ha publicado Par Tres.


Paula Muñoz Inclán (F): Paula, ¡qué gusto tenerte aquí! (P): Muchas gracias, Fernando, finalmente lo logramos y estamos aquí. (F): La ya tan llevada entrevista que no habíamos podido concretar. (P): Pero bueno, qué alegría que estamos aquí. (F): Y además en compañía de tu papá. (P): Sí, de lujo. (F): Oye, ¿qué sentiste el día que presentaste a tu papá en la Feria Internacional del libro de Guadalajara? (P): Mira, va a sonar muy presumido de mi parte, pero es la verdad: me importa más que era el libro de mi papá que el marco. La verdad lo de las ferias me apabulla, se me hace un mercado espantoso, se vende tan de todo, que no tiene ningún significado y para mí este libro de Lobotomías pues tiene un valor muy importante. Tú destacaste uno más que yo no había mencionado ni mencioné en la presentación, que es el valor histórico, en todo caso de primera mano nombra lugares que estuvieron ahí y que ya no son como ahora, como eran antes y qué bueno, eso lo tiene; el valor que yo quise recalcar de este libro es la sinceridad y la generosidad con la que está hecho, que se nota. Aunque yo no lo diga ahí está pero si se trata de presentarlo para mí es importante decirlo. (F): Desde luego que la FIL es un marco impresionan234


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te y créeme que fue una emoción muy grande el haber estado ese día en la feria. (P): A mí me pasa que cuando tengo que hablar y no se trata de mí, tengo que quitarme la pena y mi particular sensación de estar ahí en donde sea que esté y pues no hacer quedar mal a eso de lo que estoy hablando. (F): Pero la emoción, yo creo que esa va a quedar para toda la vida. (P): Sí, bueno, la emoción pues está ahí, ahí está el libro y es algo que se agradece y sobre todo gracias por invitarme a hacer la introducción porque es una experiencia muy padre. (F): Bueno, pero ahora vamos a platicar concretamente de ti. Mencionabas que habías estudiado Filosofía, pero nos dices que es Filosofía del Lenguaje. (P): En realidad, yo fui a estudiar a la Universidad de Buenos Aires, una maestría que se llama Análisis del Discurso que tiene varios ámbitos en los que se puede utilizar. Es una herramienta en primera instancia para investigación científica en humanidades, pero también es para la apreciación del arte, para literatura, pero también para otras artes, entonces por supuesto que llevamos filosofía del lenguaje y llevamos argumentación y todo eso, y tengo que decir que no me titulé, aunque no les guste que lo diga pero, tengo esos estudios. (F): Pero tuviste esa oportunidad, y además de conocer otra cultura. (P): Me sirvió muchísimo.


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(F): Salir del país siempre es una experiencia muy importante. Pero aquí ya habías estudiado Periodismo. (P): Yo estudié Periodismo en la UAQ. (F): ¿Y qué sucede cuando regresas de Buenos Aires? (P): A buscar trabajo, fue un show, en verdad que fue algo… es un drama, una tragedia. Mis papás no vieron, tan no vieron cómo sufrí para buscar trabajo aquí que me dijeron: “Pues si quieres vete a buscar trabajo allá otra vez, te apoyamos” y yo ya estaba a punto de irme cuando salió una oferta en Periodismo, en León, Guanajuato. Yo había jurado y perjurado que nunca iba a volver a ser reportera, porque es un trabajo muy matado y muy poco apreciado, en el que por amor al arte tampoco se puede hacer la gran cosa, porque periodismo como tal no se hace aquí, periodismo de investigación, por supuesto que hay unas excepciones muy notables, pero periodismo de investigación son muy pocos los que lo hacen. (F): Es más que nada el destajo, el trabajar así a contrarreloj. (P): Bueno ahorita tengo un trabajo muy privilegiado, pero, ¿cuánto hace que regresé?, ¿dos años? Primero estuve ahí en León haciendo edición para una página de noticias que se llama Zona Franca, aprendí mucho y además hice uno o dos buenos amigos en León, muy buenos amigos y ya, renuncié y aquí en San Juan del Río encontré trabajo, estuve también unos nueve meses como maestra de preparatoria en Literatura, en Taller de Lectura y Redacción y después hice un tallercito de Creación Literaria, ese era un poquito a


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mi cargo. Tuve esa experiencia, me gustó mucho, me costó mucho y bueno, espero algún día volver a dar clases. (F): ¿Te gustó la docencia? (P): Sí, es mágico. Poder acercarse a alguien que no sabe, que no tiene ni idea de qué trata leer literatura y de pronto encontrar una chispa sorpresa, sobre todo en los chicos de esta edad. A mí me pareció genial. (F): Y además, cuando tienes un buen maestro de literatura se abre un universo impresionante y te motiva. (P): Bueno, yo tuve muy buenos maestros de literatura y sobre todo en Buenos Aires, unas cosas espectaculares de análisis literario y así, pero pasa que los públicos en ciertos lugares somos gente ya interesada en… los mejores maestros que he tenido es en medios en los que todos los alumnos somos amantes de la literatura, la verdad. Esas han sido las clases más notables que he tenido, y acá, pues hay una labor muy distinta que es la de explicarles por qué, aunque no quieran escribir algo hermoso jamás, les puede servir aprender a leer literatura. Es un problema, pero me gustaría poder hacerlo alguna vez mejor de lo que ya lo hice. (F): Pero es parte del reto que se tiene que enfrentar el maestro. Cuéntanos ¿cómo inicias tu labor ya en la literatura? (P): Yo empecé a querer escribir y escribir desde primaria. (F): ¿Y escribías?


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(P): Sí. Tuve mucho apoyo de mi papá, por supuesto, y yo creo que eso me motivó más. Yo veía que mi papá leía y eso era lo más importante de su tiempo libre era tener espacio para leer. Y yo creo que eso me marcó muchísimo porque finalmente para mí no es un oficio con el que me mantenga, pero creo que puedo presumir de cierto oficio porque es algo que he hecho toda mi vida con la intención de hacerlo cada vez mejor. (F): ¿Y qué es lo primero que publicas? (P): Era algo sobre una anécdota de la escuela. Fue un concurso de la escuela, pero mi papá me ayudó a presentárselo a un periodista de San Juan del Río, y lo publicó en su periódico. (F): ¿En qué año estabas? (P): Pues yo nací en el 80, y eso fue como el 89, 88… (F): Estabas en la primaria. (P): Sí, en primaria. Ése y otro también de un concurso sobre la bandera. (F): Oye, tener un papá así, que te apoye de esa manera, qué envidia. (P): Sí, pero después, caber en esos zapatotes, no es fácil. (F): Oye, pero luego, ¿qué viene ya más formal? (P): Pues perder el lenguaje tan florido que había tenido toda mi primaria, si no, imagínate, todo lo que leí en la primaria y la secundaria después había que dejarlo. Bueno, mi objetivo se ha vuelto ya más egoísta


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porque si yo en la primaria soñaba con ser escritora reconocida y tal, a mí ahora lo que me interesa es que a mí me guste lo que yo estoy escribiendo, que logre expresar o que logre cambiarme a mí. Me interesa más que si estoy en la lista o no estoy en la lista, que si tengo un libro o no tengo un libro, me reconocen o no; es imposible darle gusto a un montón de gente tan difusa, a una masa tan incontrolable como es el público. (F): Oye, la primera antología donde te incluyen es Nosotras y las Palabras. (P): Debe ser. Pues ya no publiqué más hasta terminando la preparatoria. Llego aquí a estudiar italiano y francés porque al Periodismo entraban cada dos años y de todas formas yo quería venirme ya a vivir a Querétaro y me vine a estudiar italiano y francés, ambiciones mías, los idiomas. Entro a un concurso de poesía y me enojé muchísimo porque no gané, como si fuera tan sencillo pero fue el primer concurso abierto en el que participé. Después de eso… (F): ¿Vendría Besar de lengua? (P): No, la que me decías de Nosotras y las Palabras fue porque entré a un… ¡ah!, pues mis amigos de Al minuto, que fue un periódico que duró nada más nueve meses. Dos de ellos escritores y estaban involucrados en la creación de un taller literario que es el Seminario de Creación Literaria que todavía funciona. Ellos me escribieron y ahí empecé a tener la idea de lo que es la publicación, la literatura, ya con unos estándares pues más serios que lo que había visto incluso en la licenciatura.


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(F): Y después de eso ya viene Besar de lengua y finalmente Embutido de poetas. (P): Hubo alguno otro, pero yo creo que esos son los más importantes porque fue un reconocimiento autentico y deliberado de ellos sin que yo estuviera picando piedra para que pasara. (F): ¿Y qué viene para adelante? (P): Bueno, no sé, pero me avisaron que van a publicar un poema mío en Tierra Adentro*, y sigue pues… quiero escribir una novela, ya sé que eso se dice muy fácil, pero sí, es mi ambición de este año. Lo demás lo seguiré escribiendo, seguro. (F): Muchas gracias, Paula, por habernos concedido esta entrevista. (P): Muchas gracias a ti.

* Se publicó en el 2014 y al año siguiente se publica Poesía en sí, en la Normal del Estado de Querétaro. En 2015 aparece en la Memoria del Encuentro de Escritoras Lumbre entre las hojas, publicada por el Fondo Editorial de Querétaro.


Roberto Cuevas Fernando Pérez Valdez (F): Roberto, Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista. Roberto Cuevas (R): No, gracias a ti, Fernando. (F): Oye, Roberto, yo creo que son muchísimas actividades las que has tenido a lo largo de tu trayectoria profesional como docente, como guionista, como productor, como encargado de imagen corporativa, como corresponsal, como narrador, o sea, prácticamente has abarcado todas las actividades. (R): Más bien, lo que pasa es que en muchos lugares donde iba a pedir trabajo me decían: “Oye, tú nunca paras o ¿es que acaso de todas partes te corren? (risas) Tienes un montón de actividades”. (F): Es impresionante tu trayectoria. Pero qué te parece si en esta ocasión nos centramos en lo que es tu trayectoria literaria, que es el motivo de este libro. Y qué te parece si nos remontamos al mero principio ¿cómo nace en ti la inquietud por la literatura? (R): Mi abuelo nos platicaba historias antes de dormir y ya desde ahí me nació el gusanito. Por otro lado, yo viví en varias casas donde había muchos libros, desde luego en la casa de mis papás. Mi papá tenía muchos libros, pero por ejemplo, tenía una tía que era una lectora voraz, tenía un cuarto bastante amplio, repleto de libros, y además su esposo también era un buen lector y leía muchas revistas, sobre todo políticas, ¿te acuerdas? Creo que todavía sigue la revista Siempre,

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la revista Sucesos, que luego tomó otro matiz distinto, el Por qué y el Selecciones de Reader’s Digest. Y entonces tenía alteros de libros y revistas. (F): ¿Y tú tenías acceso a todo eso? (R): Sí, sobre todo mi hermano, el que me lleva un año de edad, que éramos muy unidos, nos revolcábamos prácticamente en todos estos papeles, tal vez antes de tener completa la lecto-escritura. Por ejemplo, las revistas del Reader’s Digest, a veces nada más veíamos los anuncios. (F): Y era una cantidad impresionante de temas los que trataba. (R): Pero entonces, había libros, tenía mucho acceso a los libros y a veces mi mamá nos decía que teníamos que tener determinado tiempo para leer. Y otro tío también nos mandaba libros de los que él ya no leía. He de confesar que al principio yo leía muchas historias como de aventuras, no literatura. Pero también, y hace poco que me lo recordó una amiga del face, que me dijo ¿cuál fue tu primer libro? Y echando la mente atrás, no sé si conociste unos libros que se llamaban El libro de oro de los niños, que en México creo que lo publicó una editorial que se llamaba Arcadia. Pero eran unos libros gordos, como seis volúmenes, muy bonitos, porque además, el que había en mi casa era de mi hermano mayor y tenía incluso un librero especial. (F): Y ahí venían los clásicos. (R): Muy para niños, muy adaptados para niños: por ejemplo, La Biblia, una selección de pasajes de la Bi-


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blia; venía siempre alguna novela, venían anécdotas, es decir, era una joya de libro. Las ilustraciones eran muy bonitas, muy atractivas. Justamente yo lo veía con mucha frecuencia, incluso antes de leer. Me gustaban mucho las imágenes. Y entonces, al paso del tiempo aprendí a leer y en una convalecencia que tuve me leí todos los seis libros “de pe a pa” Y bueno, como colofón necesario, estaba ya en la prepa, cuando dije: “Me voy a poner a escribir”. (F): ¿Y qué escribías en ese momento? (R): En ese momento, yo era un enamoradizo, entonces había una muchachita… y escribí cuentos precisamente, pero se los dedicaba. Y entonces alguna vez me había robado una máquina de escribir Remington, me la había agandallado, porque ya estaba por ahí abandonada ¿no? y me puse a escribir un cuento, que se lo iba a dedicar a esta chica. Y de repente un día mi papá entró y me dijo: “¿Qué tanto escribes?”. Él ingenuamente pensaba que yo estaba haciendo tareas. Le dije: “No, pues estoy escribiendo un cuento” Y en ese momento mi papá me dijo: “¿Un cuento?, oye que padre, síguelo haciendo”. Me leyó algunas cosas, como era profesor de primaria, de los que todavía tenían buena ortografía, pues me tachoneó. (F): Entonces él fue tu primer corrector. (R): Mi primer corrector de estilo, me llenó de rojo todo ahí. Por eso ahora me vengo con mis alumnos (risas). Después, cuando ya lo comencé a hacer en serio y comencé a publicar, primero en el periódico El Diario de Jalapa, y luego cuando apareció mi primer libro mi papá casi no me decía nada. Yo en algún


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momento me comencé a sentir: “¿Por qué ya no me dice nada mi papá?”, y en algún momento que se lo comenté a mi mamá, me dijo: “No es que no esté orgulloso de ti y de lo que haces, es que no quiere que te vuelvas vanidoso”. Entonces mi papá hablaba mucho de mí con sus amigos, pero a mí no me decía nada. (F): ¿Y cómo fue que llegas al periódico, al Diario de Jalapa? (R): Ah, porque tenía un amigo, un compañero de prepa que trabajaba en la librería de la Universidad y, Raúl Hernández Viveros, un escritor de ahí, era el director de la librería y era el coordinador de un suplemento cultural del Diario de Jalapa. Entonces mi amigo me dijo: “Oye, que dice Raúl que si no tendrás por ahí un cuento para publicar”. Y sí, ahí comencé a entregar cosas, a veces me las publicaba, a veces no. (F): ¿Pero ya tenías alguna formación, algún taller o todo había sido completamente autodidacta? (R): Autodidacta, pero creo que con cierta intuición. Pero además mis lecturas eran un poco analíticas, desde ahí a veces me siento en desventaja al ver que otros escritores han leído mucho más que yo. Hay autores que me mencionan de repente y digo: “¡Ah!, este no lo he leído”, pero la explicación viene: es que yo leo algunos libros, no todos, pero algunos libros los leo tres veces. Primero para disfrutarlo, después vuelvo a agarrar el libro con marcador en mano ‒yo sí cometo esta atrocidad de rayar los libros‒, mis libros todos están marcados; entonces en una segunda lectura agarro el libro y me voy deteniendo, y voy subrayando todo lo que me interesa, no un subrayado escolar, de


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las ideas principales. “A ver, aquí me emocionó mucho este pasaje, quisiera escribir así”, y voy buscando cómo se produjo este texto, porque a veces es la parte inefable de la literatura: cómo se escribe, qué hace grande a un escritor, y entonces lo subrayo. A veces páginas completas. Y luego en la tercera lectura vuelvo a tomar ese libro y voy escribiendo a mano todo lo que subrayé. Después de hacer esto con distintos autores, de repente comienzo a escribir y resulta la situación de que yo mismo cuando me leo me digo: ¿de dónde saqué esto? Y es porque se me quedó por ahí. (F): Entonces es una metodología muy analítica ¿no? En realidad has leído tres veces más de lo que se supone que has leído. (R): Bueno, luego entré a la carrera de Letras Españolas, que no culminé, porque además mis primeros maestros, el maestro Alberto Espejo, me dijo: “¿Qué haces aquí?”; le dije “Yo quiero ser escritor”. Me dijo: “¡Pues vete a escribir! No necesitas estudiar Letras para ser escritor”. Pues yo pensaba que sí. Luego tomé un taller con Juan Vicente Melo; brevemente un taller con el colombiano radicado en Jalapa, Marco Tulio Aguilera Garramuño; y tuve un maestro que no quiero dejar de mencionar, que publicó un solo libro y sus textos sueltos en la revista La palabra y el hombre, que publicaban Sergio Galindo, Sergio Pitol y todo este grupo de la editorial veracruzana, Francisco Salmerón. Era un señor muy afable, que cuando yo iba al café de la Parroquia, ‒el de Jalapa, no el de Veracruz‒, a veces no estaban mis amigos y entonces yo me sentaba en una mesa y él en otra, nos comenzamos a saludar. Yo sabía quién era él, y un día, siendo yo


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muy tímido me acerqué y le dije: “Oiga, maestro, a mí me gustaría escribir como usted”. Y para no hacer el cuento largo hicimos una gran amistad, de un señor como de mi edad actual, unos sesenta años, y de un chamaquito de veintidós. Y él era muy amable con su conocimiento. Le mostraba yo mis cuentos y me hacía observaciones. (F): O sea, prácticamente era un taller personalizado. (R) : Y a él le debo el hallazgo de un cuento de Jorge Luis Borges que se llama El hombre de la esquina rosada. Me dijo: “Léete éste cuento. Seguramente no has observado que hay una parte donde dice: en la puerta, un golpe y una voz. Alguien abre la puerta, y luego dice: el hombre era como la voz”. O sea, no adjetiva el golpe, no adjetiva la voz, pero con esas tres cosas te hace una figura. Ahí me di cuenta de que no es necesario escribir muchas palabras, ni describir mucho, sino buscar simplemente la síntesis. Ya luego, con este taller con Francisco Garzón Céspedes, que aunque es de otra especialidad, la narración oral escénica, también me sirvió. Y luego, sucedió algo muy chistoso: cuando se abrió la Escuela de Escritores de Querétaro yo quería ingresar a ella, pero en esa época no me alcanzaba para pagar la colegiatura. Y un día me mandó llamar Adalberto Martínez, que era el secretario de Torres Portillo, y entonces me dijo: “Oye, te queremos invitar a que des clases”. O sea, me brinqué el asunto, entonces ya no tomé un taller, comencé a darlo. A dar clases de narrativa. (F): Pero para entonces ya habías publicado. A ver,


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cuéntanos cómo es esto. Tu primera publicación es Donde se cuentan vidas, que vidas parecen y semejanzas por el estilo. (R): Este título tan largo. Leía mucho, y sigo haciéndolo, leía mucho al Quijote, entonces ponía esos título tan largos y luego todavía una descripción. De hecho, en ese libro hago un juego de un título que dice: Cuando el hombre hizo tal, y tal, y tal, entonces el título es como de veinte líneas y el cuerpo del cuento dice: Así fue. (risas) Hacía yo muchas burradas. (F): Y esto te lo publica el Gobierno de Veracruz. (R): La impresora del Gobierno de Veracruz. (F): ¿Cómo llegas ahí, te invitaron a participar? (R): No, yo fui y pedí que se me publicara. De hecho era la imprenta, no una editorial. Y por cierto, esa edición yo la pagué. Yo ahora ando rescatando los libros que me encuentro por ahí para borrar la edición. (F): ¿Por qué? ¿Te arrepientes de lo que escribiste en esa época? (R): Sí. (F): Bueno, es la trayectoria de un autor, ni modo. (R): Claro, por otro lado, es que uno nunca está satisfecho con lo que escribe. Debería de ser, hay mucha gente que no tienen ningún pudor, y me pasa mucho en los talleres: el cuate que llega a tratar de aprender literatura, pero tan pagado de sí mismo, que no acepta ninguna crítica. Entonces llega al taller para que le aplaudan. Luego salen con eso: es que todos mis amigos y toda mi familia dicen que escribo maravi-


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llosamente. Mi papá fue, precisamente por eso muy discreto. Pero entonces ahí hay textos que me dan vergüenza de ese libro, y sin embargo, hay personas que me dicen que ese cuento les gustó. Hay un cuento de ese libro que yo sí rescataría, pero obviamente, lo volvería a trabajar. (F): Claro, porque lo estás viendo con la perspectiva de los años. (R): Y se puede hacer. Dice José Emilio Pacheco que él más que escritor, es reescritor. (F): Este es de 1980. (R): Sí. (F): Y dos años después publicas Fantasías. (R): Si, ya luego cambié radicalmente de estilo de escritura. Alguien me prestó un libro de Eliseo Diego, que se llama Versiones, que son poemas en prosa, pero con una parte narrativa, y las greguerías de Tomás de la Serna, que me dio a conocer Francisco Salmerón. Y comencé a hacer unos textos muy, muy breves, el más largo es como de media cuartilla. Y entonces justamente un amigo puso una editorial, porque recibió una herencia y consiguió apoyo de la embajada de la Unión Soviética en México y me invitó a publicar. Y ese libro Fantasías, lo presentó Eraclio Zepeda. Como él había vivido en Jalapa, y en las pláticas con él, que más bien eran etílicas, de Eraclio Zepeda creo que aprendí algunas cosas. Y luego mi tercera publicación es ya de la Universidad Veracruzana que se llama Revestiario. Esa es una colección muy famosa de plaquettes, es un cuentito muy breve.


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Y esta colección la dirigía un poeta que se llama Ángel José Fernández, que vive en Jalapa y publicó a autores importantes. (F): Y luego viene tu tema favorito que es Naolinco. (R): Sí, soy bien chovinista. Yo no soy naolinqueño, pero es el pueblo de mi padre y de mi abuelo. (F): Yo pensé que sí eras originario de Naolinco, porque le tienes un amor que se te sale por las venas. (R): No lo divulgues: yo soy chilango. De nacimiento soy chilango, pero jalapeño y naolinqueño, y bueno, actualmente queretano. Sí, es un pueblo fabuloso, es mi Comala, mi Macondo personal. (F): Donde ocurren todas tus historias. (R): Algunas son reales, algunas son de esas cosas que se le atribuyen lo mismo a gente de San Miguel de Allende, que de otro lado. (F): Y luego vendría en ese mismo año Sísifo ama a su roca. (R): Ese ya es poesía, ese ya es poesía. Escribí un poema de largo aliento en el yo me peleaba originalmente con Dios. Yo fui educado como católico, pero en la adolescencia se vuelve uno muy quejosito, nada le gusta, “¡Ay, qué desdichado soy!”. Pero aparte esto lo heredo de mi abuelo, le decíamos “papapancho”, se llamaba Francisco, pero le decíamos “papapancho”, y en su pueblo le decían “vidamarga” porque se supone que en algún momento dado un señor ya adulto se encuentra al niño (mi abuelo) en la banqueta diciendo: “¡Ay, qué vida tan amarga!”.


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(F): Y se le quedó el nombre. (R): Entonces tuve un choque violento con Dios y lo mandé al demonio. Me volví ateo, y luego dije: “Bueno y ¿por qué?”. Justamente está basado, en algunas partes, en mi lectura de El Mito de Sísifo de Albert Camus. Y sobre todo esta frase que dice: “Sísifo ama a su roca”. Yo pensé que era una cita textual de Camus. No, en realidad es frase nunca la dice, pero el sentido sí. En el libro cuando dice que nos la pasamos teniendo derrumbes anímicos y resurgimientos. Entonces es El Mito de Sísifo. Ahí es donde tengo una reconciliación con Dios y está narrado en este poema de largo aliento. Y Naolinco es también una versión de El Mito de Sísifo o sea, aquellas personas que suben primero una piedra hasta la cima y luego la desbarrancan a final de cuentas. Pero esta piedra que van subiendo poco a poco, entonces es también la representación de El Mito de Sísifo. (F): Y luego viene Ni siquiera por amor, que este lo has publicado ya en varias ediciones. (R): Ni siquiera por amor es un cuento que me gusta mucho. Yo no me había dado cuenta de que era otra versión de La Odisea, porque precisamente no me había percatado que narro la historia de un soldado de la época de la intervención francesa, que milita del lado de los liberales, pero que se ha estado yendo a todas la guerras que hubo previamente, y entonces siempre deja a la mujer desatendida. Hasta que muere en una batalla y él no se da cuenta, sigue vagando como fantasma. Y de verdad que no fue intencional. El personaje se llamaba Ausencio y la mujer se llama


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Soledad. Y no me había dado cuenta de que estaba volviendo a narrar La Odisea, hasta que alguien me dijo estos son Penélope y Ulises. (F): Y ese se acaba de publicar en la colección Literatura Portátil del Fondo Editorial de Querétaro. Ya ha tenido varias ediciones. (R): Igual Naolinco, publico poco, muy poco. Eraclio Zepeda decía: hay que publicar poco para arrepentirse poco. (F): Y luego viene Café de ninguna plaza. (R): Es un poemario armado de distintos momentos, ahí aparecen poemas de los primeros que intenté viviendo en Jalapa, luego un periodo en el DF, como dos o tres años, y después lo que publiqué en Querétaro hasta ese momento, que fue en 1999. Yo llegué a Querétaro poco después del terremoto de 1985, pero no por esa razón, sino porque no tenía trabajo en el DF y Francisco Rascón me dijo: “Están abriendo una estación de radio en Querétaro”. (F): Eres de los iniciadores de Radio Querétaro. (R): Así es, soy fundador. (F): Y ya finalmente viene El sueño de las monedas, bueno es una colección: El sueño de las monedas, De adoración arcángel, Naolinco y Ni siquiera por amor, publicado por Fuera de Comercio Y en el 2004, Velia tiene las llaves de la luz, de Ediciones Papuras. (R): Así es. (F): Así que este sería un recuento de tu obra publicada. Cuéntanos de los premios que has recibido.


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(R): Precisamente, la primera vez que se abrió en una disciplina artística el Premio Alejandrina, se abrió con una convocatoria para Cuento y creo que algo de fotografía, no me acuerdo, y pues me lo gané. (F): ¡Y además dos veces! (R): Salió este cuento El sueño de las monedas. Dos años o tres, vuelve a salir la convocatoria, pero esta vez para poesía. De hecho, a mi esposa de aquella época, precisamente a la que le dedico el libro, leyó la convocatoria y le dije: “Me voy a volver a ganar el premio” Y entonces yo tenía un libro que había venido construyendo como tres años, de muchos poemas, algunos de aliento más o menos largo, y me dije: “Sí da para el número de cuartillas”. (F): Oye, has tenido premios y reconocimientos en algunas otras actividades como en la producción de radio y todo esto, pero en la cuestión literaria, cuéntanos, qué sigue para adelante. (R): Ay, pues mira, voy a decir algo que ya me da pena decir: Estoy tentado, varias veces, a escribir una novela, pero se me complica, de alguna manera se me empieza a complicar la escritura. Tengo varias cuartillas escritas, pero otra vez, este gusanito de que si la riegas. O sea, lo pienso mucho. Pero por ahí anda este texto. (F): Ya será en algún momento. (R): Ya será. (F): Roberto, muchas gracias por concedernos esta entrevista.


Romina Cazón Fernando Pérez (F): Romina, en verdad que es un gusto tu presencia en estos micrófonos. Romina Cazón (RC): Gracias, Fernando. Al igual que te pasa a vos, me siento muy honrada y muy halagada. (F): Qué bueno, Romina. Vamos por el principio, vamos a hacer un pequeño recuento de tu vida. Tú naces en una población del norte de Argentina, rodeada de montañas, nevadas hermosísimas, en un lugar que se llama San Salvador de Jujuy, que por cierto, te quiero preguntar, ¿por qué se le llama “la tacita de plata”? (RC): ¡Vaya pregunta! Bueno, es cierto, nací en un pueblo rodeado de cerros y de llamas. Jujuy está cerca de Chile, a seis horas, y entonces hay un cierto lazo con respecto a Chile y a Bolivia, sobre todo, digamos más con Bolivia porque al fin y al cabo somos todos del norte y compartimos la misma cultura. Te he explicado un poco lo que es coquear y que es parte de lo cultural, entonces “tacita de plata”… yo sabía que le decían “botita”, porque como verás, en lo geográfico se parece a una botita y entonces Jujuy es la botita de Argentina, y Santa Fe es la botita con caño largo de Argentina. (F): Y San Salvador de Jujuy se distingue, entre otras cosas, por ser un muy importante centro cultural de Argentina. (RC): Sí. Y aparte se distingue mucho porque está en regiones altas y son las únicas poblaciones muy, muy indígenas y entonces allí radica todo lo que es

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la confección artesanal, en barro, de allí sale todo el producto para todo el resto de Argentina, lo que es el telar. Yo solía ver a mi abuela hacer colchas o frazadas por ella. Un trabajo muy laborioso y esas cosas que se rescatan de Jujuy. Tiene patrimonio cultural en ese sentido, y somos los únicos que conservamos la cultura quechua, prácticamente. (F): Ahí es en donde tú en la Universidad destacas como escritora, primero como narradora y luego como poeta. (RC): Es bien extraño, yo comencé haciendo cuentos, destaco como narradora, pero destaco a partir del movimiento que solía hacer yo en la Universidad, mis propias presentaciones, me reunía con otros escritores y después viene esto de los premios, que dan fuerza a un escritor y hablan mucho. En estas circunstancias y en estos momentos los premios no me dicen mucho a mí, porque me interesa más la trayectoria del autor, pero en ese momento ha sido clave, digamos escritores que tuvieran o que tenían más presencia que yo, empezaran a respetarme, mirarme o a señalar y a ver mi trabajo. (F): ¿Qué fue primero? ¿El de narrativa? (RC): El de narrativa. Y al año siguiente el de cuento. Y así fue creciendo, era niña todavía. Y fui creciendo hasta llegar aquí a Querétaro. (F): Antes de llegar a aquí, eras muy inquieta porque ahí en la Universidad fundas la Revista El Humo, y además, sin recursos. (RC): Así es, fue una labor tremenda, porque siempre


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tuve la actitud o la inquietud de fundar algo en donde los escritores pudieran expresarse y poder dar esa información de lugares e invitaciones a eventos, más o menos lo que hacemos ahora desde el facebook. (F): En aquella época no había esa facilidad, las redes sociales… (RC): Claro, surge la gran idea, esto es en 2004, me costó todo un año lograr sacar el primer número, que salió de 300 ejemplares. (F): Y hecho totalmente a mano, o sea, hecho por ti. (RC): Fotocopiado, por supuesto, y a un precio terrible de lo que podía sostener en ese momento. Cuando uno es universitario, yo creo que todo es costoso y uno lo ve de otra manera, y en ese momento para mí, sostener la revista es muy pesado. La revista sale por trece números y no puede sostenerse. Además, algún número llegó a salir de 500 ejemplares pero el tema es, ¿quién te los compra? (F): Y además sin recursos, vaya, 500 ejemplares son muchísimos ¿no? y en una población como, que no es tan grande como San Salvador Jujuy, pues son bastantes ejemplares. (RC): Aun así no suficientes porque, siempre digo, no suficientes, no para mí. Porque estamos pensando en que tal vez San Salvador tiene ahora, no sé, 200 mil habitantes. (F): En esa época tenía como 70 mil ¿no? (RC): Yo calculo que más cerca de cien, la verdad que no estoy muy actualizada con los números pero hay


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que revisar, es bueno actualizarse ¿no? En esa época yo imagino que eran cien mil y, con 500 ejemplares no llegas a abarcar a toda la población. Mi preocupación era no solamente esa, sino cómo podía vender la revista. (F): ¿Y cómo la vendías? (RC): Hay mucha gente que tiene registro de esto: tenía una bicicleta y con la bicicleta salía a dejarla a los lugares en donde yo ya sabía que me podían recibir bien, estamos hablando de que la revista costaba cuatro pesos mexicanos. (F): O sea, sacabas únicamente el costo. (RC): Para la producción. Estamos hablando de que salía a tres pesos cincuenta mexicanos, entonces el interés más grande que tenía en ese momento es que al menos se pudiera recuperar para las próximas ediciones. (F): Oye, y tu principal mercado era la Universidad. (RC): Sí, mi principal mercado era la Universidad pero, estudiantes todos, sin dinero, entonces los tres pesos con cincuenta… (F): Era mucho dinero. (RC): Para una situación en la que, Argentina quedó mal después del 2001, nos tocó la peor parte y además, la inquietud era porque tampoco en la provincia había publicaciones de libros, teníamos necesidad y no éramos un grupo: era yo tratando de buscar los artistas para que publicaran y entonces la situación se ponía más compleja y bueno, la revista termina con trece números.


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(F): Pero con una labor titánica y extraordinaria, ¡qué bárbara! Oye, esa misma labora la vienes a desarrollar a México, la misma intención de querer promover al artista, la continúas con la edición digital de El Humo. (RC): Así es, mi labor con la revista El Humo en Argentina termina en el 2006. Ya estando aquí en Querétaro, yo pienso que sufrí una depresión y creo que mucho de mis compañeros artistas pasan por periodos muy eventuales pero muy pequeños también, yo sufrí una especie de “ya no quiero más con la revista”, pero me dejé ganar porque me vi tentada nuevamente en proyectos literarios. De nuevo para darle lugar a los artistas y escritores, si te das cuenta en la revista no tengo publicación, en el 2009 en diciembre nace una edición digital y desde entonces no he parado. Hay gente que me ayuda, hay gente que está detrás de todo esto, y en el facebook de hecho ya hay cuatro mujeres más aparte de estar yo, que estamos actualizando todo el tiempo la revista lo cual es agradable porque se va sumando gente que sabe que es un proyecto sin ánimos de lucro. Porque la revista El Humo no tiene la finalidad de lucrar, es un proyecto independiente, desde entonces, aun así la revista, yo pienso que para mí era poco en el sentido de que no la podía tocar. (F): Era algo virtual nada más. (RC): Además no podía hacer que un autor mostrara toda su labor, como por ejemplo, lo que pasa con el libro de Marisol Vera Guerra, que regala todos los poemarios y ella muestra la obra completa y no parcial como hacemos en revista El Humo. (F): Que sin embargo, ya lleva ¿cuántos, 52?


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(RC): Estamos en el número 52. (F): A lo largo de todos estos años desde el 2009, ininterrumpidamente cada mes se ha publicado. Y luego viene tu proyecto de Ediciones El Humo, en donde ya vuelves al formato tradicional de papel. (RC): Sí, vuelvo al formato tradicional de papel pero ya con imprenta, ya lo único que hacemos es depurar todo y engrapar todo y ahora estamos vendiendo libros pegados. Hay proyectos diferentes a como comenzamos, porque no somos los mismos, ya no soy igual a la de antes. También estamos cambiando porque se suma nueva gente, Gabriela como diseñadora editorial ha puesto su estilo, y eso es como marca registrada para ediciones y eso que yo no podía hacer, por ejemplo, está y hay muchas cosas que por ahí se notan. Estamos trabajando con editores invitados y hay proyectos, varios proyectos. (F): A mí lo que más me llama la atención de todo esto es que, justamente tu preocupación es estar impulsando a jóvenes, pues vamos a decirlo, promesas de la literatura, jóvenes que a lo mejor todavía no tienen obra publicada y apenas esto va a ser su primer título, su primer proyecto publicado y tú te arriesgas y tú te avientas y los publicas contra viento y marea, o sea, es una labor titánica la que desarrollas de impulsar al nuevo talento. (RC): Sí, normalmente lo que se podría pensar es que no se trabajara de este modo porque soy escritora y por ejemplo, Marisol, Nadia, Johana Jaramillo y muchos otros escritores que han publicado en El Humo, hacen lo mismo que yo, es decir, son parte de mi com-


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petencia –si lo vemos así–, pero esa parte no la he desarrollado y a mí lo que me importa. Es por eso que mi proyecto sigue siendo independiente y la revista sigue siendo independiente, porque yo creo que hay que darle un espacio a todo lo contrario, hay que darle un espacio en este ambiente que es muy sectario, muy cerrado, muy egoísta y creo que hay que darle vuelta a la moneda y ver que hay otros proyectos. Ediciones El Humo no le cobra al autor y sin embargo estamos muy por encima de lo que marca la ley. Toda editorial le da el treinta por ciento a sus autores y nosotros le damos el cincuenta, ¿y por qué hacemos esto? No porque regalemos, sino que el autor, el artista es el más desatendido y somos artistas y nos ponemos en su lugar. (F): Claro, realmente es hermosa esa labor que haces. Romina, ahora cuéntanos de tu obra. Lo primero que publicas es un libro de poesía Con mis uñas de gata. (RC): Así es, Con mis uñas de gata es un libro de poesía japonesa, un haiku que sale publicado en el 2008 y también es publicación independiente con ediciones La Luz y el libro ha sido muy bien recibido. Recuerdo que en ese año salió como el libro, creo que en el octavo lugar de los diez más vendidos del estado. La Librería del Fondo Cultural sacó un listado de libros y eso también fue muy positivo. Fue positivo también que una figura como Eduardo Milán haya hablado muy bien de mi trabajo y eso dice mucho, y también fue mi primer trabajo con muchos errores que ahora lo puedo visualizar, pero tengo consciencia en que eso es importante. (F): Claro, después vendría Patria Ajena, de poesía.


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(RC): Así es, es un libro, básicamente de poesía en prosa. Es una exploración a la poesía en prosa, son libros muy viejitos para mí ya, se alejan un poco de mi trabajo actual, pero han sido parte de mi experimento y lo bueno es que al público le ha gustado. Yo recuerdo mucho las reuniones en la librería, a la gente le gustaba escucharme y eso ha sido bueno para mí en su momento porque esas fases se van terminando. Y ya entré en un periodo mucho más virtual en donde yo prácticamente no aparezco. (F): Oye, y luego vendría Artefatuo o Del Fondo de Ningún Vientre. (RC): La cosa es esta: Del fondo de ningún vientre estaba dentro del libro Artefatuo que son piezas visuales y los incluí en los dos, tanto las piezas visuales como el poemario. Y se presentó en 2012 como un proyecto independiente a través de facebook. Había en ese momento todas las grabaciones para pasarla, hice mis audio-poemas y mi música y todo fue virtual, comentarios virtuales porque iban comentado desde distintos puntos de Latinoamérica, hasta las Islas Canarias. Invité a algunas personas a comentar la obra y a la hora de la presentación se acercó mucha gente a mirar el proyecto como algo novedoso, porque era una presentación virtual que requiere de audio, imagen y de vídeo, que tenía eso el libro. Luego se separan, no se separan por voluntad sino por mi propia voluntad ¿no?, digo, quedó el poemario solo, El fondo de ningún vientre y Artefatuo todas las piezas visuales, y el libro Artefatuo sale publicado otra vez en el 2014 a modo virtual e impreso, y el año pasado…


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(F): Perdón, déjame comentarte, en Artefatuo lo interesante es que también juegas ya con la cuestión visual, es decir, vienen imágenes que acompañan al texto y estas imágenes son de tu propia creación. (RC): Claro, creación bastante extraña porque lo que hago es dibujar a lápiz y luego digitalizar, en este caso Artefatuo no tiene alfabeto, digamos no hay poesía y no viene acompañado de texto, solamente es la imagen. (F): Bueno, viene una pequeña explicación de lo que está. (RC): Tienen nombre básicamente alguna de las piezas. Fue la forma de explorar nuevamente la poesía y yo estoy en la búsqueda constante de cómo puedo hacer poesía. (F): Es decir, estos dibujos tú los presentas como una forma de poesía visual. (RC): Exactamente. Entonces este fue mi primer trabajo en el 2012, por cierto muy malo porque era a lápiz y he aprendido nuevas técnicas. Gabriela intervino mucho en la cuestión, ya que tiene una mirada como diseñadora, sin embargo su mirada no entra mucho a veces porque yo tomo la decisión al final ya que ella ve como diseñadora y yo veo como poeta, entonces mi interés en ese momento estaba en hacer piezas que pudieran hacer pensar y no que vieran trazos, no que vieran una figura como perfecta. (F): No, sino que te mueva. (RC): Ese era mi interés para ese entonces. Las piezas salen a lápiz y luego ya tienen un borde negro, que ya aparece como pintura digital y fueron mejorando.


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(F): Sí, por ejemplo aquí estamos viendo una lavadora, una persona adentro y el texto dice “lavado de sesos”. (RC): Ese es el título. (F): O tenemos aquí un plato donde se refleja una cara con unos cubiertos al lado y nos dice “el Paz nuestro de cada día” que se supone que es la imagen de Octavio Paz. Aquí tenemos por ejemplo, una licuadora con una cara y nos dice que son “emociones mezcladas”, entonces tú juegas con este… aquí está otra licuadora en donde tenemos adentro la figura pero ya hecha pedazos y nos dice que es un licuado de cabeza. Realmente es muy interesante esta propuesta porque combina la cuestión gráfica con los enunciados. (RC): Sí, llegó un momento en el que de tanto explorar tuve, pues ya quería decirlo de otra manera y recurrí al dibujo que era con lo que estaba jugando y actualmente acudo a la música. (F): Sí, es a lo que vamos, pero, antes de eso viene un último título que es De sus piernas en mi cuello, que es narrativa. (RC): Así es, es un proyecto que presenté para el Apoyarte en el 2012 y salió el año pasado en diciembre. Es narrativa bastante vieja, yo diría del 2002, entonces es un trabajo que también me hace ver de otra manera, cómo va la narradora porque todo había sido poesía, sin embargo… (F): Está muy atrás de lo que estás haciendo. (RC): Sí, sin embargo, no pongo mi interés en el cuento. Tengo mucho que replantear con el trabajo, pero


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es un trabajo que lo he planteado y que ha gustado a ciertas personas y como es todo. (F): Pero ahora sí, actualmente está experimentando y yendo mucho más allá de lo que es un formato tradicional y te estás metiendo con audio y con imagen y en fin. (RC): Sí, voy a sacar un libro digital que se llama Materia On Off,* que es poesía a través de números binarios, poesía alejada de todas las formas tradicionales que conocemos de poesía, he tomado distancia hasta de mi personalidad. (F): En términos naranjeros ¿qué es poesía en números binarios? (RC): Te tendría que explicar todos los conceptos computacionales, pero para que te des una idea, por ejemplo, cuatro ceros más uno, forma la “a” y entonces fui formando toda la poesía.

* Materia OnOff se publicó en 2014, así como Corderos, Watch your step y El decoro extraviado, Volátiles, Producto vencido y Comprueba que eres humano en el 2015. En 2016 se publicó la Colección de poemas con códigos binarios y en gif. En el 2015 también publicó los libros Todavía la sangre (Fondo Editorial de Querétaro) y Guardar imagen (Tierra Adentro). Argumentos de un maniquí ebrio, fue su última publicación editada por Morgana (2017). Sus obras se pueden encontrar en: Ideas de una mujer ebria y en Actos perros. Ha tenido varios premios y reconocimientos, uno de ellos Artista del año 2015, en Argentina. Actualmente dirige la revista de poesía El Humo, Zona noverbal, Poetas en mp3 y Backup Poems. Adicionalmente espera la publicación de la plaquette Diario íntimo de una millennial en Ecuador, y también la traducción de su libro en italiano Todavía la sangre.


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(F): Oye, pero los que no sabemos que cuatro ceros más uno es “a”, no vamos a entender tus poemas. (RC): Ahí está la cosa, justamente, no se explica la poesía, mi labor no es explicarla. Si ustedes, digo, el compromiso del lector es que no está comprendiendo el código binario, que se ponga a investigar y digo, pues estamos acostumbrados a la escritura tradicional. Yo también estoy acostumbrada porque yo la he fomentado muchos años, la he fomentado y me gusta. Sin embargo, es otra forma, lo que quiero mostrar son otras maneras de ver poesía y que el lector se esfuerce a ver el significado. (F): Porque ahorita te estás metiendo con poesía conceptual y cosas así, más de vanguardia. (RC): Me interesa mucho pensar en el concepto y bueno, traigo un proyecto de música, de mi creación y estoy haciendo bastantes cosas. La idea es unir la imagen, el texto si se puede, animado, conjuntamente con la música, estoy viendo cosas que creo que pueden ser parte con el trabajo de los demás poetas y creo que pueden colaborar, entonces no sé si puede ser lo definitivo pero estoy en la búsqueda. Me interesa no estancarme en ese sentido tradicional de la poesía que puedo tener yo porque yo vengo… al ser el sur siempre estoy mirando a Europa con nostalgia y todos miramos como argentinos ¿no?, siempre parece que tenemos lágrimas y la poesía también es así. Mi poesía ha sido como del tango y cosas así. (F): Pero ahora ya es una especie de poesía multimedia.


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(RC): Sí. Al ser multimedia es más fría en otros términos porque, desde mi experiencia, es lo que estoy experimentando ¿no? Por ejemplo, esto del código binario, que es muy difícil traducirlo y eso hace más difícil que el texto llegue a mí, que pueda conmoverme y pueda llegar a tocarme fibras. (F): Es un reto muy interesante ¿no? Habrá que ver el resultado final. (RC): Así es. (F): Romina, muchas gracias por esta entrevista.


Romina Marcel Fernando Pérez (F): Romina, de verdad que es un gusto tenerte en este estudio, sobre todo porque hace unos ocho meses me hiciste el favor de invitarme a tu programa “La cuchara del otro” en Radio Tequis, donde me invitaste a presentar mi libro Siempre adelante, y en aquella época estábamos a punto de iniciar nuestro programa “Escritores en su tinta” (semilla de este proyecto editorial). Y en ese momento todavía no sabíamos exactamente qué es lo que iba a suceder y tú me diste ese apoyo, esas ganas de enfrentar ese reto. Así que te agradezco públicamente ese empujón inicial que me diste para iniciar ese programa. Romina Marcel (RM): Es un placer estar aquí contigo, en realidad es un halago que me hayas invitado a esta entrevista y sí, efectivamente, estabas casi a semanas de iniciar tu proyecto y me decías que de pronto era quitarte un poquito el nervio, a lo mejor familiarizarte con el micrófono que no es como muy cotidiano. (F): Sí, porque está uno acostumbrado a estar de un lado del micrófono, como invitado, pero realmente el cambiarte al otro lado es un cambio tremendo. (RM): Es que es mucho compromiso. Creo que estar del otro lado del micrófono es comprometerte con tu trabajo y disfrutarlo muchísimo, pero prepararte mucho por respeto a tu invitado. (F): Sí, la verdad antes de iniciar esto, uno no tiene la idea de la cantidad de trabajo que se requiere para reparar un programa semanal, pero como dices, real266


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mente se disfruta muchísimo y te da la oportunidad de conocer gente muy interesante, de conocer mucha obra, de enterarte de muchas cosas. (RM): Así es. Qué padre que tengas este perfil y que nos des la oportunidad a los que nos gusta expresarnos a través de la palabra, sobre todo de la palabra escrita, y que nos des la oportunidad de comunicarnos con los que no nos conocen y compartirles un poquito de nuestro quehacer. (F): Un poquito de eso que no se conoce de un escritor, de su vida, de su obra, sus anécdotas, sus experiencias. (RM): ¡Sus locuras! Es que creo que este sendero, este camino es un poquito turbulento, algo así, hay que ser valiente. (F): Oye, antes de iniciar con las locuras, vamos con la parte menos loca del asunto: tú estudiaste Lengua y Literatura en la UNAM, y después de esto o al mismo tiempo estudiaste Ciencias Humanas. (RM): Antes estudié Ciencias Humanas y de la Cultura en el Claustro de Sor Juana. No la terminé, pero sí me di cuenta y confirmé que mi línea es la literatura. Y entonces fue cuando decido meterme a Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Y ahí encontré mi camino. Disfruté la carrera, creo que, más que escribir que fue la época en la que menos escribí, pero fue en la que más aprendí. Lo que pasa es que conocer plumas tan extraordinarias a uno lo inhibe, de pronto te sientes hormiguita, y dices ¿qué tengo que decir cuando grandes eminencias han dicho muchas cosas


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ya? Pero es una búsqueda personal. Creo que de cierta manera, el que los demás lo hayan hecho mejor o peor, eso termina siendo solamente una enseñanza y te da muchas tablas pero la experiencia te queda. (F): Y además buscar uno su propio lenguaje, es decir, no importa que ya lo hayan dicho otros. (RM): Es la manera. (F): Que uno encuentre una manera original de decirlo. Realmente es donde uno debe encontrar su lugar o destacar, ¿no? Terminas la carrera de Literatura Hispánica en la UNAM ¿y después? (RM): Fíjate que entonces me dedico a escribir. Pero al mismo tiempo, yo tengo una línea espiritual muy marcada desde los diecinueve años y tengo también una vertiente esotérica, que esa no te la había comentado, pero que lo fui manejando al tiempo. Esta parte esotérica me permitió conocer mucho al ser humano, tener contacto directo con el ser humano, me adentré mucho en el conocimiento de un instrumento de trabajo que se llama Tarot y me dediqué muchos años de mi vida a ello, de hecho todavía lo practico e incluso transmito los conocimientos. (F): Haces lectura de Tarot. (RM): Así es. La gente se sorprendía mucho porque yo comencé desde muy chiquita, pero mi formación literaria le daba un matiz muy diferente, porque te forma en analítico, te forma muy lógico, muy estructurado y la gente de pronto piensa que esta cuestión esotérica ni tiene análisis ni tiene estructura, pero también es un instrumento para conocer al otro, conocer la sim-


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bología y los símbolos, que son representativos de lo que ha sido el ser humano durante toda su historia. Entonces, a través de este lenguaje, uno aprende muchas cosas, y mi vertiente espiritual me mantiene muy entretenida. Porque es una exploración de mí misma y de esta comunicación con el universo, la naturaleza, con mi propia naturaleza, y que de cierta manera me ha influenciado mucho en la parte en la que escribo. (F): Oye, pero también en otras vertientes del ámbito artístico te has desarrollado, por ejemplo, la pintura. (RM): ¡Sí! Te digo que de pronto es como buscar lenguajes, es nada más explorarte y no cortar ni coartar posibilidades. Entonces lo que ha sucedido es que alterno a mis publicaciones, de pronto en revistas o periódicos es buscar, yo soy muy visual. De hecho, a pesar de que mi lectura es a veces desde olfato, porque es todo en base al olor, es sumamente visual, hay muchas imágenes. Entonces pues claro, la pintura de alguna manera me tenía que jalar, no soy pintora ni lo pretendo ser, me gusta mucho el arte objeto, expresarme a través de los objetos y romper paradigmas y retar al otro a que le busque y que encuentre. Es nada más experimentación. (F): Incluso también en el canto ¿verdad? (RM): Sí (F): Más bien ¿qué no has hecho? (RM): Mira, ese es otro de los rollos: de chavita, pues, a todos nos gusta cantar, a todo mundo nos gusta cantar, sobre todo porque tenemos nuestro instrumento integrado que es la voz.


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(F): Pero tú estudiaste canto profesional. (RM): Me topé con un pianista clásico que es mi esposo. (F): Juan Mendoza. (RM): Exactamente, Juan Mendoza, que trae unos conocimientos de la música y una inquietud muy grande en transmitir esos conocimientos y maneja una metodología interesante. Dentro de ello, él fue descubriendo la forma de cómo utilizar este instrumento que es la voz para poder cantar. Entonces fue con él. De hecho cursé dos o tres años de canto, no canto extraordinario pero por lo menos ya sé colocar la voz y eso es importante. Aprendí a que todo mundo podemos hacerlo ¿sabes?, no necesitas tener una voz extraordinaria para poder conocerla y sacarle brillo. (F): Pero necesitas esa guía ¿no? (RM): Claro. A mí me gusta mucho, hoy en la mañana lo platicaba, estoy en un taller, en un diplomado de locución y lo platicaba con alguno de mis maestros: es maravilloso tener un talento, es extraordinario tener un talento, pero si tú no buscas las herramientas que te permitan la técnica, que te permita refinar y conocer esas herramientas, pues ese talento se puede quedar ahí estacionado sin brillar nunca ¿no? Entonces yo insisto mucho en eso, a mí creo que más que cualquier otra cosa, me gusta estudiar. (F): Bien, pero dentro de todas estas actividades que has realizado, Romina, ya concretamente en la cuestión literaria, ¿cómo es que inicias en tu carrera como escritora?


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(RM): Pues mira, a mí prácticamente me atraparon las letras desde bien pequeñita. Fue influencia de mis papás, fue la realidad; mi mamá una asidua lectora, mi papá un gran coleccionista de libros, y entonces fue una extraordinaria combinación porque yo crecí rodeada de libros. Nunca me forzaron a leer, siempre fue muy natural. Yo veía a mi mamá leer y en lugar de correrme como lo hago yo, cuando me interrumpen: “¡Argh!, estoy trabajando”, o “Estoy disfrutando, déjenme”, no, mi madre tuvo a bien bajar el libro y voltear a decirme: “Es que no sabes qué buena novela me estoy echando” y entonces se sentaba a platicarme toda la historia y claro que llegó el momento en el que yo me asomaba y le decía: “¿Te puedo interrumpir? Sígueme contando, ¿ya avanzaste?” Y entonces ahí, muy pertinente dijo: “No, si quieres saber qué sigue, espera a que lo termine y te lo presto”. Ahí es donde empecé a ser escritora, porque no puedes escribir si no lees. (F): Así es, ya lo dijo Carlos Fuentes, no puede haber un buen escritor sin un buen lector. (RM): Y lo dijo bien, porque creo que es nuestra primera forma de iniciarnos en las letras. Paso segundo, yo creo que estuve un poquito influenciada desde antes; inicié un diario, inicié un diario que tengo hasta la fecha, pero ha tenido una historia maltrecha mi pobre diario. Pero es lo que me permitió comenzar a experimentar a través de la palabra y transmitir lo que yo sentía a través de la palabra. Tuve una frustración, una muy pequeñita, porque a mí, mi pasión fue el ballet clásico, pero tuve un accidente a los siete años. Yo


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ya estaba en ballet clásico y descubrieron que tenía las piernas al revés. (F): ¡No me digas! (RM): Y entonces el doctor dijo: “De aquí en adelante, botines, no tacones. Tienes la pierna chueca”. Sale, adiós con el baile. Y fue realmente muy frustrante. Yo era amante de la música culta, de la música clásica, y tuve una temporada de no poder escucharla porque era una frustración de mí, terrible. Ya en la universidad, en el Claustro de Sor Juana, me topé con alguien que de pronto dijo: “Yo escribo por la frustración de no poder pintar”. Y ahí es cuando me cayó el veinte y dije: “¡Claro!”. Y busqué la manera de sacar la expresión que no pude con el baile, por medio de la palabra, entonces así fue como me inicié. (F): Bien, y entonces, ¿cuándo empiezas a publicar? Empiezas en el periódico. (RM): Sí, fíjate que me fui por la puerta grande de suertuda, porque mi segunda publicación fue en el periódico Unomásuno. Y yo estaba muy chavita, entonces fue como un shock. Sin embargo, tenía una de mis mejores amigas que decidió también estudiar letras, se fue a la Universidad de las Américas, en Puebla, y tenían una publicación que se llama La masacre de Cholula, extraordinaria, de puros chavos estudiantes de literatura o similares, entonces sacaron una publicación tan buena, literaria y ahí comencé a participar. Eso me ayudó a perderle el miedo porque, acuérdate que cuando uno escribe es difícil mostrarse y decirles que te desnudas. Entonces ahí fueron como mis primeros pininos, lo de Unomásuno me asustó en de-


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masía y bueno, ya después tuve la oportunidad de comenzar a desenvolverme un poco más allá en revistas, como correctora de estilo, en redacción y ya la última incursión que tuve, me ofrecieron ser editora de una revista para jóvenes que, por motivos económicos no subsistió, pero muy interesante. La búsqueda para editar ya mi libro fue un poquito amplia, no es el pan de cada día el que puedas mandar un escrito y te diga una editorial: “¡Ah, sí claro!, te estábamos esperando”. Entonces tuvo que esperar. Yo escribía, escribía, escribía y de hecho todavía tengo muchas cosas ahí guardaditas esperando su momento. (F): Y finalmente fundas el Centro de Arte y Cultura que en un momento dado fue librería. (RM): Sí, hace cinco años, casi exactos, empezamos con este centro de música, arte y literatura y comenzamos como galería de arte, pero inmediatamente después abrimos la librería porque ya era como mi intención el difundir y el ayudar a que el libro llegue a la gente. (F): Incluso de esta idea nació la “Librecleta”, es decir, la librería ambulante montada en una bicicleta, en un triciclo ¿no? (RM): Así es. (F): Después viene tu libro, ¿es novela, verdad? (RM): Es relato, en realidad es un relato. (F): Relato: ¿Y tú cuándo te desnudas? ¿Por qué el título? (RM): Pues mira, en realidad el tema es candente. Se


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trata de un stripper, narrada de viva voz. En la voz narrativa, el relato principal es de Iker, que es este chico que por azares del destino llega a dedicarse a ser bailarín exótico. Entonces, el asunto no es nada más el desnudarse y de lo que sucede con la vida de él. La primera parte es un relato de lo que sucede en un bar de mujeres, en un ‘solo para mujeres’ por decirlo de alguna manera y todas las circunstancias que se prestan tanto de los chicos que bailan, como de las personas que asisten. Eso le da un telón y le da cabida a la voz de Iker contándote todo lo que ha vivido. Y la intención es primera persona, quiere decir que te habla de tú, te introduce a su mundo de una forma muy particular. El lenguaje es coloquial y quien quiera experimentar escribir el lenguaje coloquial, créanme que a veces es hasta más difícil hacerlo que pulirlo porque tienes que recurrir un poquito a la repetición de palabras, pero no pasarte porque si no, cansa, utilizar muletillas, porque es va marcando mucho la forma de ser del personaje. (F): Un poquito lo que hacían la literatura de la onda (RM): Tengo una gran influencia innegable de la literatura de la onda, en primera porque me fascina y en segunda porque creo que fueron ellos los que me formaron de cierta manera. Claro que tengo a los clásicos ahí encima, pero son los que me dijeron: “Oye, puedes ser irreverente”, que no lo soy tanto. (F): Puedes salirte de los cauces normales. (RM): Exacto. Y que pienso experimentar y esto fue un poco ese experimento, te voy a platicar que tengo dos influencias muy importantes en cuanto al tema:


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uno de ellos es El vampiro de la colonia Roma de Luis Zapata. Y él hace una literatura de grabadora, que es mucho más difícil la lectura, porque ahí se repiten y se repiten las palabras. (F): Es transcribir ¿verdad? (RM): Es transcribir literalmente, como si estuvieras grabando, con todos los errores del lenguaje. Y lo más interesante es que también hace una experimentación con los puntos y las comas. Que casi no existen, son espacios, así como hacemos silencios. Entonces está padrísimo, no lo hice yo así porque no era mi intención hacerlo, era como basarme un poco en el trabajo del diseño del personaje. (F): ¿Y la otra? (RM): Por el otro lado Casi el paraíso de Luis Spota, que no tenía una gran pluma literaria, pero era un extraordinario periodista, conocedor de la sociedad mexicana y de la política mexicana. Si tienen oportunidad, lean algo de Luis Spota. En Casi el paraíso te enamoras de un facineroso, de un tipo terrible, pero te enamoras. Entonces de pronto es un poco esta parte de cuál es el encanto que utilizan estos chavos, cuál es la proporción y la dimensión del golpeteo con una sociedad como la de nosotros y cuáles son las intenciones con la vida de ellos. (F): ¿Y esa fue tu intención? ¿este personaje es real? Es decir, tú entrevistaste a alguien, a un stripper. (RM): Mira, sí y no. Ahí te va: yo me llevé un año de investigación y sufrí, no sabes, sufrí yendo cada rato a ver los shows de los strippers, lloraba yo cada vez


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que se me presentaba un monumento de estos extraordinarios, con esos cuerpazos. (F): ¿Llorabas de gusto o de sufrimiento? (RM): Sufrí horrible. ¡No es cierto! Claro que te diviertes y pierdes el miedo. Entrevisté hasta a la de intendencia, me quedaba horas y horas escuchando las conversaciones de las chavas y las mesas, la dinámica de los hombres y mujeres ante estos eventos, la forma de comportarse. Y literalmente es diferente. Los hombres parece que están en cualquier café, e incluso ni las pelan, están arreglando negocios y hay otras intenciones por ahí cuando recurren a este tipo de lugares. Las mujeres ‒en esta sociedad de pseudo represión, pues todavía hay mucha represión sexual‒, entonces no somos muy manifiestas. Solamente cuando estamos entre mujeres, que eso fue lo que quise exaltar en la primera parte del libro. Y es interesante ver cómo se vuelven, literalmente locas, se les avientan a los chavos, que los chavos dicen: “Dios de mi vida, ¿qué es esto? Quítenmela”. Es una dinámica que comencé a fijarme en todo este menester, porque yo no era una gente muy asidua a esto, incluso al revés, lo rechazaba. Me decían: “Oye, mira, vamos a una despedida de soltera, habrá un stripper” y yo decía “¡Ay!, no, yo no necesito ver un stripper”. Y en el ‘yo no necesito’ me caché. No hay que necesitar, hay que vivirlo nada más como es. A veces ni siquiera es el chavo, si no todas las reacciones de las mujeres, lo que gritan como carretoneros. (F): ¿Ibas tomando nota de eso? (RM): Yo iba tomando nota de todo. El personaje prin-


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cipal está construido de muchos personajes, quise que no fuera el stripper tradicional, así el más neto para que tuviera un poquito más de capacidad de análisis y te pudiera contar. Pero también fui abriendo otras puertas, porque el ser stripper puede ser nada más una pantalla para muchas otras cosas, es una puerta de entrada a otros mundos. Está muy interesante. Creo que cuando hablamos de prostitución, hablamos de este tipo de cosas, pero siempre dirigido a la mujer prostituta, o al tráfico de blancas, pero la parte de los hombres no es muy tratada. (F): Y eso es terrible ¿no? (RM): Es fuerte, es bastante fuerte. Muchos muy perdidos en la droga, muchos muy perdidos en la lana, en el dinero: traen carrazos y develé algo bien importante que tenemos como mito ‒sobre todo los hombres‒ que dicen: “Todos esos son gays”. Déjame que te cuente que todo el año que tuve de investigación, claro que hay, como hay también con los artistas y con los escritores y con los que no son escritores, pero no es la media, definitivamente no; si conocí a uno o a dos, fue mucho. Más bien al revés, son muy mujeriegos, de hecho, es lo que devela, no es muy agradable que sí devela cosas. (F): ¿Y cómo lograste que estos strippers te platicaran sus historias? (RM): Pues es que me convertí en parte del mobiliario. (F): Ya estabas ahí siempre. (RM): O sea, te lo juro que yo ya hasta me daba cuenta cuando se equivocaban y al principio llamaba mu-


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cho la atención. Luego era: “¿Que eres qué?, ¿escritora?, ¿cómo?” Y creo que esa parte de la sorpresa fue lo que me abrió las puertas a que los gerentes, los meseros, los mismos bailarines me empezaran a contar. Yo llegaba directito, estoy haciendo una investigación, voy a hacer un libro que se trata de ustedes, entonces quiero que me cuentes. Hubo una persona en particular que fue el que me dio como todo el parámetro y me dio la puerta de entrada y me guió dentro de todos estos strippers, un stripper claro, quien fue conectándome historias y todas esas cosas ¿no? pero el personaje como tal, está hecho de muchos. (F): de alguna manera, ¿tú crees que esto haya cambiado tu vida? Es decir, hay una Romina antes del libro y otra después. (RM): Bueno, definitivamente lo es, porque en principio fue mi primera edición sola, sin esta asociación de escritores. (F): Individual. (RM): Sí, es como el pintor que por primera vez expone su obra completa solo y es extraordinario. Creo que eso, el enfrentarme a las críticas, también fue una experiencia muy interesante. (F): ¿Has recibido muchas críticas? (RM): Fíjate que sí, sobre todo mucha sorpresa de la gente cercana porque rompo un poquito con la autoridad y como que reto un poco. Entonces a la gente cercana a la familia pues como que es moverle su status quo, de ‘cómo te fuiste a meter a eso’ y ‘cómo evidenciaste tal cosa’. El personaje principal, se lla-


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ma Marcela y es muy similar a mi nombre. Además es escritora y entonces juego, juego un poco con los personajes en los espacios, en el tiempo y espacio en ese sentido. Claro que la gente que no me conoce pues no le importa, pero la que me conoce dice: “¿Qué?, ¿eso hiciste?”. Pues claro que no, es un personaje y es un juego, esa parte estuvo muy divertida. La otra, la gran sorpresa, porque según yo, el público eran mujeres, pero claro que no porque, las súper golpeo, la verdad es que evidencio mucho nuestras carencias y, para mi sorpresa, fueron los jóvenes, mujeres y hombres de dieciséis a los veinte, llegaban a buscar el libro: “Oye, me recomendaron un libro, este que se llama ¿Y tú cuándo te desnudas? (F): Y tú pensabas: “Estás hablando con la autora” (risas) (RM): Pues sí, yo pensaba ¡wow!, qué extraordinario. Y fue una gran sorpresa porque no me lo esperaba, no era un público que digo, tú cuando escribes no escribes para nadie, escribes y ya, sin embargo, siempre está volando este lector ideal ¿no? y resulta que no era, y creo que los chavos les está gustando porque es un tema completamente nuevo. (F): ¿Y ya se agotó? (RM): Ya se agotó. Estoy por ponerme en contacto con la editorial para ver si se puede hacer un nuevo tiraje, se puede encontrar como ebook, se puede bajar en la computadora. (F): ¿Cómo lo buscas? (RM): Si tú te metes en la editorial El Aleph, o deau-


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no.com, ahí puedes encontrar el libro. Y ha de costar alrededor de entre seis y ocho dólares descargarlo. Está muy accesible, porque tú también lo sabes, uno no escribe para comer, escribes para vivir porque te mueres si no lo haces. (F): Si no te mueres de hambre. (RM): No es para sostenerte. (F): ¿Y qué viene para adelante? (RM): Escribir, escribir y publicar, buscar la plataforma. (F: Dedicarte de lleno a la literatura ¿no? (RM): Sí, fíjate que sí, yo fui librera durante cinco años hasta hace mes y medio, y estoy en sabático en ese sentido precisamente para escribir. (F): Esperemos que muy pronto tengamos ya noticias de tus nuevas publicaciones. Romina, muchas gracias por habernos concedido esta entrevista.


Silvia Gurrola Fernando Pérez Valdez (F): Muchas gracias por acompañarnos, Silvia. Silvia Gurrola Bonilla (S): Gracias a ti. (F): Yo sé que son muchísimas experiencias las que nos tienes que platicar acerca de lo que tú has vivido de primera mano en el África, pero si te parece bien vamos por el principio. Tú estudiaste Pedagogía en la Universidad del Valle de México. (S): Exactamente. Fue de 1984 a 1988. (F): Y después estudias Psicoterapia. (S): Exacto, y eso me dio las bases para poder trabajar en programas, no de los de trabajo clínico, en programas de salud reproductiva y VIH SIDA, sino más en la parte educativa, en la prevención de enfermedades y en el cambio de comportamiento. (F): ¿E inicias aquí en México ese trabajo de educación de la sexualidad, de la reproducción? (S): Exactamente. En Chiapas, ahí fue no solamente un encuentro con el trabajo humanitario, pero también en una revisión interna, fue una exploración el haber conocido el enfoque de género y empezar a identificar dónde estaba yo también trabada con una serie de estereotipos que fui aprendiendo a lo largo de mi infancia, ya mis primeros años de adultez en los que realmente hay muchas inhibiciones y muchos tabúes que vivimos no solamente las mujeres, fíjate, también los hombres. 281


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(F): ¿Y cómo continúa tu carrera? (S): Bueno, mi hermana es quien recibe una oportunidad de trabajar para Naciones Unidas. De hecho ya estaba con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados. Ella se va para Mozambique, y yo estando en aquella época soltera y sin compromiso, decidí seguir sus pasos y acompañarla en una aventura que creí que apenas duraría unos seis meses, pero estando allá me dieron un primer trabajo que duró tres años. (F): ¿Y qué fue ese primer trabajo? (S): Trabajé para una organización como asesora para el Departamento de Educación de la Provincia, donde se desarrolla y ubico la novela. (F): ¿En Mozambique? (S): En Mozambique. Y ahí fue donde empiezo a recoger información que me va dando a veces de manera muy espontánea la gente y, a veces, de manera muy deliberada, muy planeada y utilizando métodos de investigación aprobados, en los que voy obteniendo información, y en algún momento me surge la inquietud de escribir un libro. Eso fue hace como quince años. (F): Es decir, todo ese bagaje que estabas recogiendo había que transmitirlo. (S): Exacto. Tenía yo esa inquietud, pero en aquel momento yo pensé hacer un libro que era algo así como una comparación en blanco y negro de lo que eran las tradiciones y cómo éstas estaban siendo una violación a los Derechos Humanos y reproductivos


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de la población. Pero, afortunadamente no sucedió, porque creo que terminó siendo una novela que es un vehículo que probablemente va a ser más leído que un libro un poco técnico, que finalmente llegaría a las manos de los convertidos. Yo espero que esta novela La dignidad encarnada, llegue a las manos, y empieza a llegar ya, a las manos de gente que no tenía noción de que este tipo de situaciones suceden allá, pero conforme avanza la historia también suceden aquí. (F): Fíjate que eso es algo de lo que me llama mucho la atención de tu novela. Desde luego, me gustó muchísimo, hay partes donde ‒te voy a ser sincero‒, ni siquiera pude continuar la lectura porque me impactó de tal manera, que realmente te llega hasta lo más profundo. (S): Pues qué bueno que lo experimentas de esa forma, porque esa era realmente la intención y ahí es donde estaba el desafío más grande porque yo no tengo formación en letras. (F): Como escritora. (S): Como escritora, definitivamente, pero el ir escribiendo y armando una historia, narrando circunstancias, emociones, personajes, la psicología de los mismos y elementos que están en la historia, fue un desafío bastante grande y por eso me llevó cerca de seis años, con interrupciones a veces un poco largas, pero a lo largo de seis años fue que tuve la oportunidad de ir plasmando estos detalles, como tú le llamas, didácticos. Finalmente se nota que hay una parte ahí de mi formación como psicoterapeuta. Porque hay una clara distinción entre la psicología de los perso-


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najes. Y quien la ha podido juzgar es Editorial Planeta, que estamos hablando de una de las editoriales líderes en el mercado. (F): Claro. Yo quería preguntarte, ¿de qué manera te asesoraste, cómo fue que lograste plasmar todo esto en una novela? (S): Fíjate que en una primera novela sí me atreví a irlo haciendo yo misma, y me puse a leer novelas, en su momento de García Márquez para tratar de comprender cuáles eran los elementos, porque no es lo mismo leer una novela por placer a ir tratando de desmembrar que es lo que está ahí, qué elementos tiene, cómo se dice. Y fue la primera vez que lo hice una manera muy deliberada y traté de copiar más o menos esa forma de ir narrando los hechos, los personajes, las circunstancias, las emociones. Y después la fui compartiendo con amigos cercanos, que yo sabía que podían darme una crítica constructiva, pero aún faltaba mucho para tener un manuscrito profesional como yo lo quería. Entonces me hice rodear de personas que fueron mucho más críticos, pero ya desde una perspectiva literaria. Yo creo que quienes más criticaron la parte literaria, porque todavía yo me entrometía mucho, hablaba mucho por los personajes, no permitía mucho el diálogo. (F): Eras una narradora acaparadora. (S): Exactamente. Que sí, se vale ser un narrador omnisciente, no lo había visto desde esa perspectiva. Efectivamente, era muy entrometida. Y fíjate que fue cuando hice este ejercicio de hacer hablar a los personajes, es que ellos tomaron vida.


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(F): Y cobran su propia vida. (S): Exacto y toman su ritmo… ¡su rumbo! Y deciden, y responden de manera espontánea, sin que yo me esperara una respuesta de los diálogos, y ahí es donde estuvo no solamente la magia, sino la adicción, porque llega un momento en que uno quiere seguir escribiendo. Es una experiencia tan intensa que uno quiere tenerla. Porque creo que llegó un momento en que para mí era muy claro que había terminado y lo lloré como no te puedes imaginar. Cuando puse las últimas frases y me despedí de los personajes. Y se me quiebra la voz cuando te lo estoy contando porque los adoro. Pero fíjate que yo sé que no puedo dejar la escritura de aquí para adelante, que me tengo que buscar el momento de volver a hacerlo porque hay muchas cosas que decir y la escritura te puede dar un placer enorme al mismo tiempo que sufres con los personajes. (F): Todo lo que retratas en este libro es verdadero ¿no es así? (S): Sí. Los personajes son ficticios, pero los hechos son reales. (F): Y por poner algo ‒no vamos a platicar la novela‒, pero, no sé, una de las situaciones más impactantes de la guerra que mencionas en el libro es cuando mencionas que este niño, que se llama Milagro, es obligado por la guerrilla a violar a su propia madre. Cualquier escritor, por mucha imaginación que tuviera, no tendría la maldad suficiente como para imaginarse una situación como esa. Y sin embargo es la realidad de la guerra.


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(S): Sí, jovencitos de catorce, de quince años fueron obligados a violar a sus madres y a sus hermanas. Era una forma de iniciación. (F): De volverlos insensibles. De que ya no les importara matar a nadie, ¿no? (S): Sí, sí, es una manera de castrar su mentalidad, su decisión, su personalidad, su voluntad. (F): Qué terrible. (S): Pero, bueno, hubo varios casos que han sido recuperados. Casos maravillosos que son muy emblemáticos del trabajo que también hace UNICEF en el que hay algunos de ellos que han inspirado a muchos otros a dejar ese estilo de vida y recuperar esa dignidad de la que se va hablando a lo largo de la novela. Y fíjate que ese caso que tú mencionas, justamente, cuando yo lo escribí terminé por ahí de las dos de la mañana, fue uno de esos momentos pico o cumbre de la inspiración y que me dejó una fuerte experiencia de lo que es la empatía humana, porque había tantas partes de la novela que yo había preconcebido, pero ésta conforme la fui desarrollando, no tenía muy claro cómo iba a avanzar, porque apenas tenía estos datos que tú acabas de mencionar, apenas unas dos líneas escritas. Al irlo desarrollando por ahí de unas tres páginas o cuatro en las que me voy imaginando cómo pudo haber sido esa circunstancia. Y recuerdo que mi esposo en ese momento estaba estudiando o terminando ya una maestría y estudiaba hasta muy tarde. Él no hablaba, tampoco yo, por mi lado, escribiendo. Y cuando terminé lloré y lloré. Y fueron aproximadamente seis días después como si hubiera sido un


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accidente o un luto que yo estaba en una catarsis, yo tenía que contar lo que le había pasado a Milagro. Es una situación de empatía, que es algo que no hemos valorado lo suficiente los seres humanos y que tenemos que revalorar, porque el ponernos en el lugar del otro es vital para la supervivencia misma de la especie y es una circunstancia en la que estamos viviendo nosotros ahora de crimen organizado. Si consiguiéramos recuperar estos valores y pudiéramos recuperar la empatía, seríamos otra sociedad. (F): Y cuéntanos, Silvia ¿qué viene para adelante? (S): Fíjate que acabo de estar en unas conversaciones con uno de los escritores más emblemáticos de Mozambique, que acaba de recibir premios que serían el equivalente al Premio Cervantes, pero en portugués. Él es mozambiqueño, de origen portugués, y está interesado en la publicación en portugués de la novela. (F): ¡Qué padre! (S): Entonces… pues espero que pronto les pueda anunciar formalmente que este libro sea traducido por primera vez a otro idioma. Justamente en Mozambique, para que sean los mozambiqueños quienes puedan leerlo en su propio idioma (F): Ojalá que sí se logre muy pronto. Silvia, muchas gracias por tu tiempo en esta entrevista. (S): Muchas gracias a ti.


Silvia Lira León Fernando Pérez Valdez (F): Silvia, muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista. Silvia Lira León (S): No, muchas gracias a ti. Yo encantada. (F): Yo sé que hay muchos temas de los que podríamos hablar contigo, que tu carrera abarca varias áreas de la comunicación, pero el día de hoy quisiéramos centrarnos concretamente en lo que ha sido tu trayectoria literaria. Y si te parece bien vamos desde un principio: tú estudias Comunicación para las Artes Gráficas, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM… (S): Comunicación Gráfica, así es. Bueno, mi actividad literaria te podría decir que empezó prácticamente desde que nací. Yo comencé a hablar y caminar a muy temprana edad, y desde niña era muy parlanchina, y contaba y contaba, inventaba e inventaba cuentos, historias, hasta que mi pobre madre me decía: “¡Ay, hijita, ya cállate, por favor!”. Entonces eso ya viene desde siempre. Aparte también fue muy alentado por mi padre. Mi padre fue un hombre muy sencillo, pero era un gran lector. Le encantaba leer; entonces mis hermanos y yo tuvimos la gran suerte de tener un cuentacuentos en la casa. Mi padre nos leía cuentos, no sólo los leía, sino los actuaba. Hacía las voces de los personajes, te digo, era un cuentacuentos… (F): Te hacía vivir la literatura…

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(S): Exactamente. Y tenía mucha habilidad, mi padre tenía muchas habilidades, y de ahí me viene también la herencia de la gráfica. Mi padre pintaba al óleo, dibujaba, cantaba, bailaba excelente, tocaba instrumentos, bueno, era muy alegre. (F): ¡Qué barbaridad! Oye, pero entonces, también en casa tenías la oportunidad de encontrar los libros. (S): Naturalmente, sí. No había muchos, pero sí, sí había algunos, sobre todo mi papá nos compraba libros para leernos a nosotros, la bola de hermanos que éramos… (F): ¿Cuántos hermanos fueron? (S): Seis. Sí éramos bastantes, y como tampoco había muchos recursos para salir a la calle, pues mi padre hacía lo que podía para pasar el tiempo con nosotros y gracias a eso es que mis hermanos y yo somos lectores. Somos muy bohemios, de vena artística; toda la familia de mi padre es así. Entonces de ahí viene todo ese inicio para la literatura y para la plástica también. Aunque yo nunca lo pensé como una profesión o que yo pudiera vivir de eso. Yo lo hacía pues porque lo veía en mi casa, porque me gustaba hacerlo, pero nunca pensé que podría ser un modo de vida. (F): Eso es. (S): Yo siempre quise ser maestra, mi máxima aspiración era ser maestra de primaria, pero cuando se enfrenta uno a la realidad de que no pude acceder a la Escuela Nacional de Maestros ‒esa fue mi primera gran decepción en la vida‒, y entonces por no dejar, me metí al bachillerato de la UNAM, y ahí en el CCH


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fue donde descubrí realmente el mundo. Ahí se me abrieron todas la posibilidades, todo lo que yo no había alcanzado a percibir, y ahí fue donde decidí que iba a estudiar Lengua y Literaturas Hispánicas. (F): ¿Ya escribías en ese momento? (S): Ya. Ya escribía algunas cositas muy sencillas, pero te digo, no pensaba que lo fuera a hacer profesionalmente. Me interesaba sobre todo la literatura y la lengua, siempre me gustó el idioma español, siempre tuve muy buenas calificaciones en esa materia; por eso es que yo había decidido irme por ese camino, a la Facultad de Filosofía y Letras. Pero ya estando en el bachillerato, empecé a descubrir… Por mí misma inquietud yo regalaba dibujos, en el cumpleaños de alguna compañera, pues le regalaba el dibujo que estaba de moda o que le gustaba, ya sabes, que el Snoopy, que la Mafalda, que el Pitufo, ¿no? Caricaturas. Entonces les gustaba mucho a mis amigos que les regalara esos dibujos, y me decían: “Bueno, ¿tú por qué no estudias artes plásticas?”. Yo no tenía idea de que eso pudiera ser una profesión; hasta que me puse a investigar y encontré en la guía de carreras la Escuela Nacional de Artes Plásticas y en cuanto empecé a ver el programa de estudios me dije: de aquí soy. Esto es lo que quiero hacer en la vida. Ahí vi toda mi vida, mi futuro lo vi en ese momento. Ahí decidí irme a la Escuela Nacional de Artes Plásticas a estudiar la carrera de Comunicación Gráfica. Pero fíjate, resulta que no me la dieron. No me dieron esa carrera porque estaba saturada. ¿Y adónde crees que me mandaron? (F): No, no tengo idea ¿Adónde te mandaron?


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(S): A la Facultad de Filosofía y Letras. A la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas. (F): (Risas) O sea, sin querer fuiste a dar ahí. (S): Yo dije: No, yo no quiero estudiar ahí. (F): ¿Pero si eso era lo que querías? (S): Bueno, sí, eso lo quería hace años, pero ahorita ya no. Y me aferré y me emperré hasta que conseguí que me dieran la carrera en la de Artes Plásticas. Entonces han sido giros muy raros en mi vida. Yo terminé la carrera y empecé a trabajar, siempre trabajé en la industria editorial. (F): ¿Dónde trabajaste al salir de la carrera? (S): En una empresa que se llamaba Rotodiseño y Color, que era como una filial de Editorial Trillas, lo que más hacíamos ahí eran libros para la Editorial Trillas. Y ahí fue donde empecé a hacer libros, y siempre fue le giro que siguió mi carrera. (F) Realmente ahí fue donde descubriste la industria del libro. (S): Sí, libros así en serie. Y de ahí he trabajado en muchas otras editoriales; estuve también en el Fondo de Cultura Económica, que es uno de los lugares donde más me ha gustado trabajar. (F): Ha de ser fantástico. (S): Sí, es una maravilla trabajar ahí. Yo si pudiera me regresaría… ahí estaría… Pero sí, ha sido un trabajo muy bonito, muy satisfactorio, y además estuve siempre en contacto con los libros y con la literatura,


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nunca estuve ajena a ese mundo, aunque no era mi intención. Jamás pensé que yo iba a publicar un libro. Yo había hecho libros de muchos autores y de mucha gente, pero nunca me imaginé que algún día iba a hacer uno mío o que yo iba a escribir algo. No, eso no lo pensaba siquiera. (F): Y luego, ¿cuándo fue el momento en que ya empezase a tomar en serio dedicarte a la escritura? (S): Pues eso fue hasta que llegué vivir a Querétaro. Yo llego aquí en el año 2000 y no tenía nada qué hacer. No encontraba trabajo, estaba muy desesperada porque no hallaba en qué ocuparme. Entonces me encontré de pura casualidad, en el Centro, un anuncio que anunciaba ‒¡Ay! “un anuncio que anunciaba” ¿eh?‒ un taller literario gratuito. Me llamó la atención y me dije: “Bueno, pues voy a ir”. Y me apunté a ese taller literario. El taller lo estaba impartiendo Manuel Cruz, ahí fue donde lo conocí y ahí hicimos amistad… (F): ¿Ya era él director del Fondo Editorial de Querétaro? (S): Sí, él estaba en ese momento dirigiendo el Fondo Editorial de Querétaro, de hecho el taller lo daban ahí, en las instalaciones del Fondo Editorial. Y entonces él me dijo: “Bueno y ¿qué es lo que sabes hacer?”. Contesté: “Pues mira, yo soy diseñadora editorial, he trabajado en tal y tal editoriales”. Me miró y me dijo: “No, pues si está complicado que vayas a encontrar un empleo así aquí en Querétaro. Pero mira, tengo un amigo que está trabajando en un periódico y están necesitando un corrector de estilo”. Respondí: “No,


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pues, sí, yo he trabajado muchos años con correctores, sé cómo se hace el trabajo, pero nunca lo he hecho”. Y me dice: “Pues no pierdes nada con ir a hacer la prueba. Ve y a ver qué pasa”. Bueno, pues sí, voy a ir. Me dio el nombre de su amigo con quien tenía que presentarme, y el amigo era Eduardo Garay, y entonces así yo conozco a Lalo, que actualmente sigue siendo uno de mis más queridos amigos, que también es escritor, que también es cuentista. Y empiezo a trabajar ahí. En ese momento, en ese periódico el jefe de redacción era Juan José Arreola, entonces hice ahí un bonito equipo de trabajo, y sobre todo descubrí algo muy importante en mi vida que fue el periodismo. (F): ¿Era la primera vez? (S): Yo nunca había imaginado que me pudiera gustar el periodismo, pero una vez que empecé a trabajar en ese medio, me encantó. Y entonces ahí me empezó a surgir la inquietud de querer escribir. Pero me preguntaba cómo. Ya después salí de ese medio y entré a trabajar a otra empresa que no tenía nada que ver. Y después, por azares del destino llegué a Diario de Querétaro y ahí fue donde me surgió todavía más la inquietud porque ahí estaba el suplemento cultural Barroco, y yo decía: “¡Ay!, yo quiero publicar ahí, pero ¿qué?”. (F): El que dirige Margarita Ladrón de Guevara. (S): Exacto. Pero yo misma me preguntaba ¿qué podría escribir?… yo no soy periodista, no soy escritora, yo no soy nadie. Y así empecé a pensar y pensar, qué podría ser… qué podría ser… hasta que di con las Crónicas desde el Portal, y entonces me puse a


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escribir algo. Se lo presenté a Margarita, y ella me dijo, sí, está bien, vamos a verlo, vamos a ver si pasa la prueba. Y ya, resulta que a la siguiente semana me dijo que salía el domingo. Yo dije: “¿Qué?”. Y ella reiteró: “Ya el domingo sale tu primera crónica”. Y ya ahí empecé a escribir cada semana las Crónicas desde el Portal.. (F): ¿Y cuando viste tu texto en el periódico qué sentiste? (S): Pues me sentí muy rara, fue difícil. Fue bastante difícil empezar porque yo no lo había hecho nunca. Entonces tuve que empezar a informarme, a tomar cursos, a buscar la forma de prepararme para esto, porque era un gran reto y yo quería hacerlo bien. Entonces fue difícil al principio, me costó mucho trabajo hacer la crónica cada semana. La verdad sufrí, pero es de esos sufrimientos que te retan. (F): Porque además es una disciplina estar haciéndolo cada semana. No es cuando te viene la inspiración, sino que tienes el compromiso. (S): Así es, lo tengo qué hacer. Y sí, tal como lo dices se volvió una disciplina, y entonces ya de ahí empecé a soltarme, y a escribir otras cosas. Tenía por ahí algunos cuentos empezados pero no estaban terminados y tenía ahí varias cosas. Entonces ya me empecé a animar y a ver que sí podía. Y ya me puse también a escribir mis cuentos y empecé también a tomar cursos. (F): ¿Con quién empezaste a tomar cursos? (S): El Diplomado de Narrativa del Siglo XX en la Facultad de Filosofía de la UAQ. Tomé un curso de


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Periodismo Narrativo, con Francisco Garrido… Garrido Guzmán… (risas) el periodista… Estuve en un curso sobre la vida y obra de Juan Rulfo, donde conocí a un grupo de gente entusiasta y con mucho talento. Al término del curso nos seguimos, ya como taller literario, guiados por el maestro Heriberto Sánchez Parra. También hice un poco de taller con Eduardo Garay. Tuve la fortuna de asistir a un curso de Periodismo Cultural que impartió el periodista y escritor José Gordon, en San Luis Potosí. Y tomé un curso preciosísimo que se llamó Narratología, Semiótica y Literatura, con Ignacio Padilla. (F): ¡Qué fantástico! Tuviste un maestro de lujo. (S): El mejor que he tenido. Tuve esa gran suerte de conocer a Nacho y de que haya sido mi maestro. Entonces fue muy padre toda esa época de aprendizaje, de iniciación, de preparación que ya me dio más confianza que al publicar el primer libro de cuentos que se llamó Materia Urbana. (F): ¿Ese libro quién te lo publica? (S): El Fondo Editorial de Querétaro. Ese fue mi primer libro ya formal. (F): ¿Estamos hablando de qué año? (S): 2007 (la publicación). Entonces así empecé a tener más seguridad. Ya me empezaron a invitar a las presentaciones. Y uno como que no se la cree, y que te llamen maestra y escritora, y a pedirte firmas, y yo decía ¡no!. Me daba cosa andar firmando libros. Era raro porque era algo que yo nunca lo imaginé, nunca lo planeé. Fueron cosas que empezaron a llegar.


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(F): No estaba en tu visión. (S): No. Ahorita pues sí, ya estoy más centrada. Pero en ese momento sí era todo muy incierto, yo no sabía realmente lo que estaba haciendo. Y fue muy bonito, fue muy padre toda esa primera época. (F): Y luego de Materia Urbana ¿qué viene? (S): Seguí publicando las Crónicas y el siguiente libro fue hasta el año 2013, cuando se creó Ediciones El Humo y me invitaron a participar… (F): ¡Oye, pero pasaron seis años! (S): Sí, sí fue bastante tiempo. Claro que uno siempre sigue produciendo ¿no? Uno siempre está escribiendo aunque no publique, siempre estás trabajando. Y yo no había vuelto a publicar nada hasta ese momento en que me invitan a la editorial y yo con mucho gusto, sí claro, sí participo, y les mandé un material y así salió el libro Jirones al Viento, que tiene además en la portada una ilustración hecha por mí y que me gusta mucho ese dibujo. Y ese fue el segundo libro. (F): Ese fue con Ediciones El Humo, de Romina Cazón. (S): Así es. Y aparecí también en algunas antologías como la que hicieron Aurora Velasco y Marcia Trejo (Kikey), que tienen también su editorial e hicieron una antología de escritoras Nosotras y las palabras; ahí me publicaron un cuento. (F): Oye, pero cuéntame cómo recibieron el primer libro, el de Materia Urbana, cómo lo recibió la gente, la crítica ¿cómo te trataron?


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(S): Ah, pues muy bien. Eso también fue raro porque de repente me encontraba gente que yo jamás había visto y me decían: “¡Ah!, tú eres Silvia Lira… ¡Ah!, la de las crónicas… ¡Ah!, leí tu libro”. Y me citaban alguna frase. Y yo ¡ay, híjole! No estás preparado. No sabes ni qué decir. Y sí, eso me empezó a suceder con frecuencia. (F): Entonces desde Materia Urbana ya te empezaron a ubicar. (S): Si, de hecho me ubicaba mucha gente por las Crónicas. Yo realmente nunca me imaginé el alcance que tenía ese suplemento cultural, hasta que empecé a encontrar gente que me decía que me leía. Y yo: “¡Ay!, ¿de veras?” (F): Pero eso también es un compromiso muy grande ¿no? Te das cuenta realmente del alcance que tiene la palabra. (S): Yo creía que nada más mi mamá me leía, pero no, ya me empecé a dar cuenta de que ese suplemento tiene muchos lectores y me empezó a caer el veinte de que sí era una responsabilidad y de que sí tenía que cuidar muy bien todo lo que dijera y la manera en que lo expresara. Me obligó también a tener mucho más cuidado. Y, ya también uno con la práctica se va volviendo medio mañosito, como que le vas agarrando, y vas creando tu método de trabajo. (F): Entonces, Materia Urbana lo recibieron muy bien. ¿Y con Jirones al viento cómo te fue? (S): También bastante bien. De hecho ya no tengo ejemplares de ninguno de los dos libros, ya se me ter-


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minaron todos, y también tuvo muy buenas críticas, aunque ese libro lo han ubicado más como poesía. No era mi intención hacer poesía, pero así salió. Yo siempre digo que no soy poeta, que respeto mucho la poesía y me gusta mucho la poesía, conozco magníficos poetas, y a los que también respeto mucho, pero yo no me considero poeta. (F): Esos textos están ubicados como una plaquette de poesía. (S): Sí. Y el último libro que hice Viajes, brebajes y demás excitantes. Ese sí fue un capricho mío. Porque ese libro lo había pensado para hacerlo ilustrado. Y fui escribiendo los textos poco a poco y también mi idea era ir haciendo poco a poco las ilustraciones. Sólo que, como tú sabes, cada año se lleva a cabo el encuentro de escritoras Lumbre entre las hojas, y en el encuentro del año pasado (2017) yo me puse a pensar: bueno ya viene el encuentro y yo no tengo nada, no he publicado nada nuevo, no he sacado nada nuevo. Y eso me empezó a inquietar. Y me dije: voy a llevar lo mismo de siempre, los mismos libritos. Como que ya se me antojaba presentar algo diferente, pero no tenía ninguna publicación y ya no tenía tiempo para hacer una publicación. Entonces me acordé de esos textos que tenía ahí guardados para ser ilustrados y me dije: “Bueno, pues de una vez; ya están hechos, ya están terminados, ya están corregidos”. (F): Pero sin ilustración todavía… (S): No, pero dije: ¡pues va! Y yo misma me puse a hacer mis libros, yo los hice todos a mano, los cosí a mano, la impresión de la portada en serigrafía, y va.


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Para el encuentro ya tenía yo mis libros y los presenté ahí. (F): ¡Oye, pero son libros realmente hechos mano y hechos por ti! (S): Sí, cada ejemplar está cosido a mano, está pegado a mano, cortado con cutter, no está refinado con guillotina. No, así a mano todo. (F): ¡Qué barbaridad! Totalmente artesanal. Pero lo curioso es eso, que cuando uno piensa en libros hechos a mano, piensas en libros cartoneros, piensas en esos libros todos chuecos, digo, no porque sea malo, pero normalmente los libros cartoneros esa es su característica, son muy artesanales, pero luego, luego se nota que están hechos a mano, malhechitos, ¿no? como el patito feo. Pero tus libros parecen hechos en una editorial. O sea, nadie se imaginaría que tú los hiciste a mano. (S): Bueno, pues es que después de veintitantos años de trabajar en la industria editorial hubiera sido demasiado que no me salieran. Yo creo que es mucho eso, la experiencia de trabajo, de tantos años de hacer libros y además la práctica que tiene uno. Aunque actualmente ya no trabajo uno con herramientas o manual, sino que ya todo es en computadoras, pero uno que aprendió todavía a hacer las cosas en restirador, con cutter y escuadras y con papel, trabajar y ensuciarte las manos y ensuciarte la ropa, pues yo disfruté mucho esa parte precisamente por eso, ¿no? Así fue como yo aprendí, y ya lo de la computación ya vino después. Pero a mí todavía me tocó aprender de esa manera.


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(F): ¿Cuántos ejemplares fueron? (S): Cien. (F): ¡Cien ejemplares! Eso es un trabajo titánico. (S): Sí, pero no lo sentí ¿eh? Yo pensé híjole a lo mejor hasta me voy a cortar o me voy a picar, pero no, no me corté, no me accidenté, todo salió perfectamente bien. Entonces yo creo que son los años de experiencia, de práctica. Y aparte pues también el gusto de estar haciendo mí libro, a mí gusto, sin que nadie me dijera nada. (F): Tú podías tomar la última decisión, en todos los aspectos. (S): Exactamente, toda la responsabilidad era mía nada más: era mi libro, mi dinero, mis recursos, mis textos… y creo que quedó bonito. (F): Es lo que podríamos considerar totalmente un libro de autor. (S): Totalmente. (F): Bueno y ese libro te lo presentó Valentín García Márquez. (S): Sí, hicimos la presentación formal en la Estación del Ferrocarril, un lugar preciosísimo, bellísimo. (F): Y además presentador de lujo. (S): Si, no podía haber tenido, de verdad, un presentador mejor. Y eso salió de una charla de café con Valentín. Le dije: “Oye ¿y se podrá presentar el libro?”. Y me dijo: “Claro que sí”… “Pero mira, está así chiquito”… “Es un libro, Silvia, es un libro, y cla-


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ro que se puede presentar y se va a presentar como libro. Consigue un presentador”. Yo dije: “No, no tengo que conseguir ningún presentador”. Preguntó: “¿Por qué no?”. Respondí: “Pues porque vas a ser tú”. Él me dijo que era un honor y yo les respondí que el honor era mío. Y entonces así fue como se dio la presentación. Fue muy bonita la forma en que Valentín lo expresó, lo presentó, y las participaciones que hubo, también. Sí, fue muy bonito. (F): ¿Y cómo lo han recibido? ¿Qué comentarios ha tenido? (S): Yo creo que ese libro es el que más comentarios chuscos me ha traído. Yo no me había dado cuenta de que producía algunos efectos, y sí, los comentarios eran de que: “Oye, se antoja un vinito cuando lo estás leyendo”. O: “Oye, pero es que está como muy cachondo, ¿en quién estabas pensando?”. (F): Pero desde Materia Urbana ya traías esa tendencia, eso no fue nuevo. (S): Sí, pero este libro sí está como un poquito más cargado hacia la sensualidad, y como el nombre lo dice, viajes y bebedizos, que siempre se antojan para acompañar a una situación agradable, o triste o melancólica o hasta muy, muy eufórica. Entonces ahí hablamos de café, de agua, de vinos, de líquidos y lo que resulte. Es un libro que ha gustado mucho por eso. (F): ¿Qué tanto de Silvia hay en sus libros? ¿Qué tanto es autobiográfico? (S): No sé, eso ya es otra cosa ¿no? Yo creo que no


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nada más en mis libros, sino en todos los libros de todos los autores hay algo de alguien… (F): Te está yendo por la tangente… (S): Si quieres saber si realmente son anécdotas mías cien por ciento, no, no lo son. Siempre hay cosas que se le agregan o que se le quitan, cosas que no se dicen o que se dicen a medias, o cómo me hubiera gustado que terminara esta historia… (F): O sea, tú le pones el final. (S): Incluso, en mi libro de Materia Urbana, hay anécdotas de personas cercanas a mí, que no necesariamente me ocurrieron a mí, pero que le pasaron a gente que estaba cerca y yo las escribí. (F): Oye, eso es lo peligroso de ser amigo de un escritor ¿verdad? que de repente se puede uno convertir en el protagonista. (S): Exactamente, bueno, mientras no se digan nombres, ni se den datos, podemos decir “es literatura”. (F): Es la mente del escritor. (S): Y ya si alguien quiere proyectarse ya será su problema. (risas) (F): Como dicen: si quiere ponerse el saco. (S): Exactamente, ahí pues a ver cómo le hace, porque ahí no hay nombres. Pero si vas a hablarle a tu lector tienes que decirle cosas que le conecten. (F): Y ¿hay la idea de hacer una producción, vamos a decir, en forma editorial o se va a quedar así como edición de autor?


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(S): Sí me gustaría hacer una edición más formal, pero no sé, no lo sé todavía. (F): Bueno, formal ya es, ya tiene la forma de un libro, pero me refiero a un tiraje editorial. (S): Sí, no sé. Probablemente sí porque le ha ido muy bien. Ha gustado mucho ese libro y me gustaría poder llevarlo fuera de la ciudad, a otras partes, a otros lugares, y yo creo que sí, porque también ya se me están terminando ¿eh?, ya me quedan bien poquitos y ponerme a hacer otros cien, pues sí lo pienso. (F): ¿Y hay la idea de completar esa otra parte, es decir, la parte ilustrada que no se completó? ¿Hay la idea de hacer una edición especial? (S): Sí. Si hago una edición con un tiraje más amplio, sí tendría que ser ya ilustrada; sí me gustaría que fuera como se pensó originalmente. Porque fíjate que, aparte, ahí metí un par de textos que son muy antiguos, viejísimos, que tenía ahí guardados. Uno que se llama Onda Hertziana, que es creo de los últimos, ese texto fue de lo primero que yo empecé a escribir, pero nunca lo había publicado en ninguna parte. Y entonces dije, aquí de una vez lo voy a meter, ya es justo que salga a la luz el pobrecito ha estado ahí guardado por años. Y también el de la Ciudad de México, el primer párrafo, esa también fue de lo primero que escribí y nunca lo publiqué. Y ya salió en este librito también. Entonces ya también le dio salida a eso que estaba pendiente. Pero todo lo demás es muy reciente. (F): Entonces hay la idea de hacer una edición ya con las ilustraciones...


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(S): Si, yo espero…, nada más que me tengo que sentar a hacer las ilustraciones, pero yo espero que sí. (F): Y además de ese libro de Viajes, brebajes y demás excitantes, ya con sus ilustraciones, ¿qué más viene para adelante? ¿Qué tienes proyectado? (S): Tengo varios cuentos que no he publicado, que no han podido salir por más que lo he intentado. He buscado a través de las instituciones la publicación, pero no se ha podido. Entonces me interesa que ya se publicara esto, voy a seguir insistiendo en que salga ese material porque ya estoy escribiendo cosas nuevas; estoy trabajando ya en textos que tienen que ver más con la literatura fantástica, ya di una muestra de ello. (F): Además tuviste un maestro extraordinario, tienes de donde sacarlo. (S): Este cuento, Animal Perverso, que obtuvo la Mención Honorífica en el Premio de Cuento Ignacio Padilla, precisamente, es ya una muestra de la inquietud por la literatura fantástica. Entonces ya he estado trabajando más en ese sentido. Y bueno, este cuento es muy especial para mí porque me llevó diez años escribirlo. No lo escribí ayer, es un cuento viejísimo que lo venía trabajando y trabajando, y luego lo quise hacer novela, lo quise hacer novela corta, no mejor otra vez cuento, me llevó diez años hacer ese cuento. (F): Realmente está muy trabajado. (S): Sí, mucho. Si tuviera todas las versiones de ese cuento haría un libro.


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(F): Pero valió la pena, porque se llevó el premio. (S): Bueno, la Mención Honorífica. (F): La Mención Honorífica en el Concurso de Cuento Ignacio Padilla. (S): Si, bueno, qué te puedo decir lo que es para mí el nombre de Ignacio Padilla. Para mí fue un gran logro en lo personal. No gané ningún lugar, pero una Mención Honorífica es muy significativo para mí. (F): ¿Tú crees que es más difícil la literatura fantástica que la literatura, vamos a decir, real? (S): No, no creo que sea más difícil, pero si hay que ser, creo yo, más cuidadoso para que resulte verosímil. Porque a lo mejor cualquier historia que le pueda pasar a alguien sí te la puedes creer, pero inventar, personajes, situaciones, trabajar con seres imaginarios puede traer ciertos riesgos así de que digan: “¡Ay!, no me la creo”. Entonces sí hay que ser muy cuidadoso. Y ahorita sí he estado experimentando con estos seres mágicos, imaginarios, situaciones un tanto surrealistas, y estoy ahorita metida en eso. Si me gustaría que los cuentos que hice antes, ya poderlos publicar, que son un poco más en el tono del realismo, de la autobiografía; de hecho ya estoy más metida en la fantasía, ya ando en eso, y no me he fumado nada. (F): Silvia, ¿algo más que quieras agregar?, ¿algo que no hayamos contemplado en esta plática? (S): No, pues solamente muchas gracias por la entrevista, y pues, a seguir trabajando. Y yo espero conse-


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guir la publicación de mis otros cuentos porque me interesa mucho que ya salga a la luz lo reciente. Así es. (F): Perfecto. Muchísimas gracias por este tiempo, por compartir tus experiencias, por abrirte de esa forma. (S): Gracias por permitirme compartir.


Susana Pagano Fernando Pérez Valdez (F): Susana, te agradezco mucho que nos acompañes en esta entrevista. Susana Pagano (S): Te agradezco muchísimo la invitación y bueno, pues ahora sí que empecemos esta charla. (F): Muy bien, Susana, como digas, pero déjame decirte que hace como medio año te venimos persiguiendo y nomás no se daba esta entrevista, así que casi, casi te tuvimos que poner cadenas para que vinieras aquí. (S): Si, claro, Fernando, me tuvieron que hacer manita de puerco (risas). No, ya en serio, yo encantada de venir, pero sí había como que muchas cosas que se interponían. (F): Que fueron posponiendo esta entrevista. Pero qué bueno que finalmente se logró. (S): Exactamente, sí. (F): Susana, qué te parece si empezamos por el principio. ¿De dónde te viene esta inquietud por la literatura? (S): Bueno yo en mi casa siempre vi, sobre todo a mi madre leyendo libros. Era algo cotidiano, era parte de la vida en la casa. Y había muchos libros, entonces pues me daba curiosidad esta actividad, digamos, ¿no? Entonces yo leía y leía un poco sin mucha guía, en realidad, no era que me dijeran mira lee Julio Verne o lee Charles Dickens o lee. 307


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(F): Era lo que tú te encontrabas, no te ponía ninguna restricción de este sí y este no o este es para tu edad o este no. (S): Era lo que yo me encontraba. No me ponían restricciones, Exacto, entonces yo leía desde si tú quieres novela rosa, por decirle de algún modo hasta Azteca de Gary Jennings, que la leí a los quince años y hasta la fecha todavía recuerdo el trauma que me dejó (risas). Fue una novela muy impactante para una adolescente. No la he vuelto a leer y hay escenas que todavía tengo grabadas y que tendré para el resto de mi vida. Pero luego, por ejemplo, leí el Conde de Montecristo, también más o menos a esa edad y yo me lo llevaba a la escuela y como yo fui muy mala estudiante, entonces yo lo que yo hacía era leer en lugar de atender las clases. Me sentaba en la última fila para que no me vieran los maestros (risas) y en lugar de saber qué estaba sucediendo con los algoritmos y cosas así extrañas y que hasta la fecha no entiendo, pues yo leía estas historias de aventuras que eran mucho más fascinantes. (F): Oye ¿y en las calificaciones te fue cómo en feria? (risas) (S): Sí, reprobé un año, incluso, tercero de secundaria lo tuve que repetir, porque ya no iba a la escuela, me lo pasaba en la chorcha, me chocaba, no entendía las clases, no entendía, o sea yo decía ¿física?, ¿qué es eso?, es como de otro planeta, ¿no? es como para extraterrestres. (F): ¿A ti lo que te llamaba era la literatura?


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(S): La literatura y la historia, eran mis únicas materias que me gustaban; no me gustaba ni deportes vaya, todo lo que tuviera que ver con las artes estaba bien. (F): Y luego entonces, de hecho inicias la carrera de literatura. (S): Si, inicio, estuve tres veces intentando estudiar Letras, la carrera de Letras y no me gustó. (F): ¿En la UNAM? (S): En la UNAM dos veces y una vez en el Claustro de Sor Juana. En el Claustro lo único que me gustaba era el Claustro. El lugar me parecía maravilloso, mágico, de hecho ahí también estudié un curso de introducción a la filosofía y tradición de la India, porque andaba yo por escribir una novela de la India, entonces, el Claustro me fascinaba pero la carrera no; nunca me gustó eso de lingüística, morfosintaxis, griego, latín, me pasaban de noche. (F): ¿Tres veces desertaste de la carrera de letras? (S): Tres veces deserté. (F): Y luego cuándo finalmente ya estudiaste en forma fue en la SOGEM. (S): En la SOGEM. Porque en la SOGEM realmente yo veía lo que quería estudiar, llevábamos cuento, novela, teatro, bueno, dramaturgia, poesía, aunque poesía no es mi fuerte pero la estudiábamos también, estudiábamos ensayo, tuvimos una clase de ensayo, psicología. (F): ¿O sea ya más enfocado a la práctica literaria, a la escritura?


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(S): Exacto, y escribíamos. Y se leía lo que escribíamos en los talleres. Con Eduardo Casar, con Hugo Argüelles, con estos maestros, Aline Peterson, con ellos escribíamos. (F): Fernández Unsain. (S): Con Fernández Unsain y eran mucho más enriquecedores, además la escuela de Escritores era muy heterogénea. Ahí iba toda una fauna extrañísima (risas) Yo era de las más jóvenes, entonces tenía 19 años, y sólo había una chica más joven que yo, de 17 más o menos. Y teníamos una compañera de sesenta y tantos, entonces la gama era así como que insólita. Por supuesto había todas las preferencias sexuales que se pueda uno imaginar y yo que pues crecí en una sociedad bastante fresa, en una familia muy fresa. (F): Conservadores. (S): Pues más que conservadora, fresa. (F): Entonces ahí se te abrió otro mundo, otro universo, totalmente. (S): Sí, porque yo sabía que existían cosas raras, pero ahí las fui a ver con mis propios ojos. Era muy divertido. O sea, tuve amigos de lo más extraños, estrambóticos. Y como yo siempre me sentí rara en la escuela, pues como ahí estaba yo bien. Porque ahí era de las no raras, imagínate. Entonces sí, dije de aquí soy, y desgraciadamente nada más duraba dos años; yo me quedé un semestre más, pero ahí si no fue porque reprobé. (F): ¿O sea terminando el diplomado?


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(S): Si, terminando el diplomado, pero no fue porque lo hubiera reprobado, al contrario, por primera vez había exentado materias, entonces por gusto me quedé otro semestre porque además me hice muy amiga de esa generación, entonces yo iba a las clases, aunque ya ni me iban a contar, no me iban a dar más puntos pues, pero yo iba muy feliz. Entonces yo hubiera estudiado la carrera, ahí sí, la licenciatura de diez años si hubiera sido posible, bueno carrera, maestría, doctorado. (F): Oye y después, tuviste otros estudios en el Instituto Cultural Helénico. (S): Sí, ahí estudié otro diplomado, uno de la mujer en la antigua Grecia, que era muy interesante porque era todo el marco, todo lo que es Grecia, los griegos, la mitología griega, pero, además, cómo veían a la mujer en la antigua Grecia. (F): Un enfoque muy original. (S): Si claro, un enfoque muy original porque normalmente no se ve eso. (F): No es lo tradicional de la literatura griega, sino un enfoque muy particular. (S): Si, era interesante. (F): Y luego también en Barcelona. (S): Ahí fueron estudios Hispánicos. Entonces ahí teníamos literatura antigua española, entonces ahí vimos al Quijote y otras lecturas medievales. Por supuesto que no vimos al Quijote entero porque era imposible, pero digamos ya lo vimos como en cier-


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tos fragmentos y explicado en el contexto en el que fue escrito. Porque muchas veces a la gente le aburre porque no comprende el contexto histórico, entonces dices, esto cómo va a ser comedia si esto a mí no me hace reír, y es muy divertido. (F): Y es divertidísimo, pero tienes que, como dices, tienes que conocer el contexto. (S): Exacto. Entonces era muy padre, teníamos materias así. Obviamente literatura contemporánea también llevábamos. Llevábamos una materia de dichos. (F): ¿En serio? (S): Sí. Claro esto fue en el año “cuatro caña” entonces ya no me acuerdo bien (risas). Pero me acuerdo de un dicho que en México no se usa, pero en España evidentemente si, que decía: ‘Es que llegaste a las aceitunas’. Llegar a las aceitunas significaba llegar hasta el final de una comida o de una reunión o de un algo, porque originalmente, al final de la comida se daban aceitunas. (F): Mira, ay, qué curioso, en vez de entrada. (S): Como postre. Al final. (F): Aquí normalmente se dan como botana ¿no? Antes de comer. (S): Como botana: las comes antes. (F): Yo pensé, que cuando dijiste llegar a las aceitunas, yo pensé que llegaste a barrer ¿no? (S): Exacto. Pues era al revés, llegabas al final. (F): A recoger. (risas)


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(S): Entonces era muy interesante. Además, ahí tenía puros compañeros extranjeros porque era para extranjeros, pero todos eran de habla extranjera, solo habíamos dos de los cuales el español era nuestra lengua materna, que era un peruano y yo, todos los demás eran irlandeses, escoceses, alemanes. (F): Estudiando Literatura Española. (S): Y hablaban un español que a mí me daba envidia, porque, ojalá yo hablara el idioma de ellos como ellos hablan el español. (F): Pero además eso también te enriqueció muchísimo, ¿no? en cuanto a conocer otras culturas. (S): Bueno, me casé con un escocés, tú dirás si no me enriqueció mucho. Ahí conocí a mi primer marido. (F): Si, una experiencia… (risas) (S): Completa (risas). (F): Total (risas). (S): Totalmente completa (risas). (F): Entonces con esto vamos a decir que concluimos tu preparación académica formal: con tu boda escocesa (risas). (S): Con mi boda escocesa. (F): ¿Y te quedas a vivir allá o se vienen a vivir aquí? (S): No, me lo traje para acá, me lo importé (risas). (F): ¿Y no le costó trabajo adaptarse aquí a la cultura mexicana? (S): No, estuvo bastantes años en México. Lo que más


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le costaba trabajo era el calor. Él si se moría de calor todo el tiempo, en invierno incluso, o sea, el invierno aquí para él era el verano, él estaba agustísimo. Hacía un frío en Escocia, yo estuve en Escocia dos veces y tanto en verano como en invierno y me helaba en verano y en invierno. (F): Sí, a las playas tienes que ir con abrigo ¿no? (S): Si, y él claro, cuando se mete por primera vez en un mar mexicano, dice qué es esto, qué horror, es un caldo. (risas) (F): Bueno, y regresando a la literatura, ¿terminando el diplomado en la SOGEM publicas tu primer cuento? ¿Fue el primero? (S): Sí, porque era como una manera de conclusión. (F): ¿Un ejercicio final? (S): Un ejercicio final, pues conmemorativo, digamos, de que ya terminábamos SOGEM. (F): Y ¿Por qué el cuento se llamó Había una vez un hombre muy feo, de dónde sale ese cuento? (S): No sé, no tengo la menor idea, seguramente en ese entonces conocí a alguien muy feo. No es cierto. No, no sé por qué, pero de repente tengo este humor medio negro, medio macabro, bueno no de repente, siempre, en mis novelas lo podrás ver, quizás la de Susana es lo menos, pero tengo esta tendencia por el humor macabro. (F): Si, porque el cuate este el feo, deja de ser feo cuando le cortan la cabeza ¿no es cierto?


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(S): Si claro, él era tan feo que decide cortarse la cabeza, porque dice pues soy demasiado feo, entonces empieza ya a tener éxito con las chicas y se vuelve popular porque ya no tiene cabeza ¿no? (F): Porque ya no es feo. (S): Porque ya no es feo, si, de hecho, ese cuento, yo creo que lo voy a rescatar, creo que es muy bueno. Era yo muy jovencita cuando se publicó, pero es muy simpático. (F): Estabas recién salida de la SOGEM. (S): Si, recién salida. Debió haber sido claro, del noventa y dos, ahora sí que ya tiene más de veinte años ese cuento. (F): Y luego de eso sigues publicando algunos cuentos. (S): Algunos cuentos más en el periódico Uno más uno, en el suplemento cultural. (F): Pero no publicas mucho. (S): No. (F): ¿Por qué? (S): Porque me ha costado trabajo publicar, no ha sido fácil para mí, a pesar incluso del premio. (F): Si quieres ahorita platicamos ya de la novela, pero digo, ¿es una cuestión de que no te gusta producir así mucho? (S): Sí, tengo muchísimas cosas inéditas. Yo creo que también mucho es en parte que también he tenido que


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trabajar para sobrevivir, entonces he trabajado porque de esto te juro que no se puede vivir. (F): No, nadie, come, bueno a lo mejor unos cuantos, a lo mejor mi cuate Francisco Martín Moreno, ¿no? (S): Sí. (F): Él ya puede vivir de esto. (S): Pero yo todavía no, por desgracia. Entonces he tenido que trabajar en mercadotecnia. Muchos años trabajé en mercadotecnia, porque mi mamá era psicóloga, y trabajaba en una empresa de investigación de mercado. Entonces yo era como su asistente. Y cada que necesitaba dinero era ¿mamá me das trabajo? (risas) y me daba trabajo. Pero ya desde hace varios años más bien de lo que vivo es de los guiones. Escribo guiones para televisión. Y bueno, con eso más o menos ahí voy tirando, entonces como que eso le quita mucho tiempo a la parte de literatura y no he publicado más. Pero yo tengo la esperanza del año que entra publicar otra vez, pero de eso ya no quiero quemar ese cartucho, hablaré después de esa novela. (F): Antes de tiempo. Oye, ¿poesía has hecho? (S): No, tengo amigas poetas, pero no se me ha dado la poesía en realidad. (F): No la has practicado. Y después de esos cuentos que publicas en Uno más uno ¿hay más cuentos? (S): Hay cuentos más recientes. De hecho en la FIL me encontré con que todavía se vende un cuento que se llama Un hombre a la medida que fue una compilación que hizo Claudia guillén, se publicó con Cal y


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Arena, y somos como doce escritoras, más o menos, no sé el número exacto, y cada una publicó un cuento acerca de la figura masculina, el tema masculino. (F): Y tú ¿cuál publicaste esa vez? (S): Se llamó La liga del gineceo. Sí. (risas) (F): Esa risa te está delatando. (S): Lo que pasa es que en ese libro que se llama Un hombre a la medida, cada una de las escritoras tenía que hablar de una parte específica del cuerpo masculina. (F): Si. (S): No te quiero decir cuál me tocó. (risas) (F): ¿Fue al azar o…? (risas) (S): Pues lo que pasa es que ninguna se animaba, entonces yo dije: “Pues yo le entro”. (F): Ok, pero ¿si está publicable? (S): Sí, lo que pasa es que en realidad ese cuento es como un divertimento o sea fue como una cosa muy divertida que hice, de un grupo de mujeres que se juntan para hacer una especie como de veneración a esa parte específica, que ya se imaginan. (F): A la cual no queremos nombrar. (risas) (S): De cuyo nombre no me quiero acordar. (risas) (F): Susana, con tu primera novela Y si yo fuera Susana San Juan, entras con el pie derecho porque te ganas el premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero.


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(S): Así es. (F): ¿Cómo le hiciste? (S): No sé. Bueno, fue algo que verdaderamente no me esperaba porque esta es una novela en la que yo me estoy metiendo con uno de los grandes mitos y leyendas y amores de la literatura mexicana, de los máximos exponentes. (F): Y le hablas de tú. (S): Le hablo de tú. Y es así como muy fuerte, porque claro, yo tenía 25 años cuando la escribí, de los 25 a los 27, y pues me ayudó un poco esa frescura de la juventud, esa inocencia, y ese pues, que no eres consciente realmente de nada, porque si yo hubiera tenido consciencia de lo que estaba escribiendo quizás no lo hubiera escrito, bueno, yo misma me hubiera censurado. Pero afortunadamente no lo hice, y ahora digo pues qué bueno, qué bueno que me salió bien el hijito, porque corría yo el riesgo precisamente pues de que se me criticara muy duramente o de que fuera una cosa así como terrible, casi casi una blasfemia, que hubiera yo atentado contra alguien como Juan Rulfo y pues salí creo que airosa ¿no?, y me ha dado muchas satisfacciones. (F): Oye y ¿qué sentiste cuando te enteraste que con tu primera novela ganabas el premio? (S): ¡Ay! pues fue muy muy emocionante. Me hablaron por teléfono y fue así como que no lo podía yo creer. Me dijeron, este… no recuerdo bien las palabras pero fue, la señorita que me habló que no sé ni quién era por supuesto, me dijo así como muy directa,


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muy al grano, este, pues le hablo del Instituto Michoacano de la Cultura para decirle que ganó usted el premio José Rubén Romero, y yo así como con cara de ¿qué?, ¿qué pasó?, ¿de qué me están hablando?, si, sentí que se me bajaba yo creo que el azúcar, la presión, me puse a temblar, muy emocionante; y luego ya fuimos a recoger el premio a Michoacán, a Morelia, fue de lo mejor que me ha pasado. (F): Claro. Pero, a ver, ahora cuéntame, ¿cómo es que recibes el premio y luego no te la publican? (S): Si, eso fue muy curioso porque no había interés, no les gustaba. (F): O sea te acercaste con las editoriales con una novela que es ganadora de un Premio Nacional de Novela y no les interesó. (S): Y la verdad es que yo pensaba que iba a ser muy fácil. (F): Claro, bueno yo creo que cualquiera pensaría eso. (S): Si, pensé que casi, casi se la iban a pelear. (F): Pensaste: ya soy rica y famosa. (S): Y yo creo que de aquí directo al estrellato, a Hollywood directo. Pero no fue así, y yo creo que también es bueno porque todo debe tener como su momento, sus tiempos. Era yo muy joven y pues enfrentarme de pronto a que las cosas no son tan fáciles como tú crees, pues también como que te centra un poco y ganas en humildad. (F): No dejas que te eleve demasiado.


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(S): Exacto, fue así como que una lección de humildad. (F): Ok. (S): Y tres años después, Tierra Adentro fue la que decidió que sí me publicaba. (F): Pero tres años después de haber ganado el Premio. (S): Tres años después de haber ganado el Premio; o sea el premio fue en el 95 y la primera publicación en 98. Y después el mismo Tierra Adentro la reedita en el 2006 y ahora esta última reedición del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes. (F): Que apenas se va a presentar el próximo año (2015). (S): Así es. (F): Con motivo de los veinte años de su primera edición. (S): Exactamente, veinte años del premio. Es una edición conmemorativa, digamos. (F): Oye y ahora cuéntanos un poquito de la historia de la novela. ¿Cómo se te ocurre? ¿Hay algo de la Susana Pagano? (S): ¡Claro!, uy, sí, muchísimo. (F): O sea ¿Susana Pagano está en la Susana San Juan? Pero, primero cuéntanos ¿de dónde sale? (S): Sale de una manera mágica, porque yo creo que la literatura es magia. Así lo creo cien por ciento. Por-


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que en ese momento vivía yo precisamente en Barcelona, estaba yo estudiando este diplomado. Entonces, la Universidad de Barcelona es un edificio también bellísimo, entonces yo creo que eso me elevaba a otros planos, o no sé qué pasaba. (F): Permitía que las musas aterrizaran. (S): Sí, entonces yo iba caminando por la gran vía, y pues en la ‘lela’ como siempre. (risas) Entonces me viene a la cabeza precisamente la frase con la que inicia la novela: “¿No es una coincidencia que Susana San Juan y yo nos llamemos igual?”. Así tal cual, o sea ni le puse más ni le quité. (F): ¿En serio? (S): Y de pronto dije: “¡Ah, caray! Pues qué tiene de raro llamarse Susana, o sea tampoco es un nombre tan extraordinario ¿no?, es un nombre a lo mejor no tan común, pero pues es bastante común, hasta yo mismo dije, “O sea, no eres tan especial”. (F): Bajaste de la nube. (S): Pero me quedé ya con esta idea de esta mujer que se llama Susana y que quiere convertirse en Susana San Juan; que desea fervientemente ser ese personaje: la Susana San Juan de Pedro Páramo. Es decir, convertirse verdaderamente el personaje. (F): La musa. (S): Y otra la que se inventa esta Susana. Para Susana, Susana San Juan como la mujer, casi casi la mujer perfecta, la mujer ideal, o muy idealizada, lo que ella quisiera ser en la vida. Porque este personaje de Susa-


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na es muy retraída, es muy solitaria, vive una juventud muy aislada, con un padre que la abandonó, con una madre que no le hace caso, con una abuela loca, son tres mujeres en una casa, y las tres como que se enloquecen unas a otras, entonces como que su manera de escapar de esa realidad gris es convertirse en Susana San Juan, y de eso se trata, que ella va, poco a poco convirtiéndose en Susana San Juan. (F): ¿Y hay algo de Susana Pagano en ese anhelo, en ese querer ser? (S): Si claro, querer ser sí, sí lo hay. Aunque mi vida no era tan gris, ni tan gacha, pero siempre fantasiosa. Entonces como que sí había este anhelo por querer ser alguien más, no sé, a lo mejor más bonita, más interesante, más inteligente. Y a mi Susana San Juan me parecía, más que inteligente, interesante, un personaje sumamente interesante porque ¿cómo era posible que un Pedro Páramo gracias a ella, digamos inventara un pueblo como Comala y después lo destruyera? Después de la muerte de Susana San Juan, Pedro Páramo destruye Comala. Tiene un poder increíble. (F): Tiene que ser alguien fuera de serie. (S): Sí, entonces pues sí había en mí ese anhelo, digamos. (F): Entiendo. (S): Después en otros personajes incorporé otra psicosis que veía yo por ahí en el mundo: la mamá de una amiga era muy rara, la abuela de este marido escocés tenía mucho de la abuela, más bien, la abuela de Susana tiene mucho de esa abuela de mi ex marido.


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(F): Como basado en ella. (S): Si, pero al mismo tiempo ese personaje tenía cosas de una tía mía, que fue mi madrina a quien yo quise muchísimo, y de hecho está dedicada esa novela a ella. Toda la parte bonita era como de esa tía, y toda la parte loca era como de la abuela loca, entonces se crea una mezcla muy interesante, porque además claro era una mujer que no estaba loca en un inicio, la enloquecen. (F): Y aparte del premio; la crítica ¿cómo la recibió, la novela? (S): Pues muy bien, una de las mejores críticas que he tenido ha sido la de Federico Patán, que además creo que es el que mejor la entendió, el que verdaderamente entendió toda esta doble personalidad de Susana, porque si la analizas de una manera psicológica, o psicoanalítica, pues, te vas a encontrar con una persona que tiene una personalidad múltiple o doble, por lo menos, pero él entiende esta cuestión literaria de la locura, que no es locura, sino sólo una faceta literaria del personaje. (F): ¿Una especie de proyección? (S): Una especie de proyección, un escape, el recrear, hacer de la vida del personaje, una vida más interesante a través de la literatura; entonces fue una de las mejores críticas que recibí en ese momento, de esta novela. (F): Bueno, y cuéntanos, por qué se reedita en el 2015, ¿por qué hace esta edición el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes?


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(S): Porque es conmemorativa. (F): Claro, ¿pero tiene algún otro objetivo? (S): Claro, porque es una novela que está ilustrada. La ilustra Jorge Enciso, que es un amigo mío ilustrador, muy buen ilustrador, y yo le pedí que hiciéramos este proyecto juntos para acercar la novela a los jóvenes entre 15 y 18 años. El texto es el mismo, el texto no cambia, sigue siendo el mismo, pero tiene insertadas estas ilustraciones muy bellas, porque siempre es más atractiva a esa edad sobre todo ver dibujitos (risas), entonces esa es la razón principal. (F): Motivar a los jóvenes en la lectura. (S): Exactamente. (F): ¿Es también una manera de introducirlos hacia Pedro Páramo? (S): Porque Pedro Páramo es una novela muy difícil de leer, yo para escribir esa novela, yo ya la había leído por supuesto, pero la tuve que releer. (F): Y le encontrabas nuevas lecturas. (S): Parecía que no le había entendido nada, la vez anterior (risas). Exacto, había nuevas lecturas, nuevas maneras de entenderla, y es una manera de decirles, es una bellísima obra maestra que hay que leer, y que hay que entender, y que hay que leerla no una sino varias veces. (F): Qué padre. Entonces el objetivo realmente es muy bonito, y qué bueno, esperemos la presentación de esta nueva edición el próximo año por parte del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes. Después


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de eso tienes otras dos novelas, Trajinar de un muerto y La pitonisa de Agua Prieta, cuéntanos un poquito de ellos. (S): Trajinar de un muerto es una cosa divertidísima. Yo me divertí mucho escribiéndola, no sé si el lector también se divierte. (F): Yo creo que sí. (S): Yo cuando la escribí vivía en un departamento en la colonia Roma en la Ciudad de México, que era una cosa así como de decir, o sea todos mis vecinos eran raros, era así como sacados de una novela, entonces yo lo veía y decía aquí hay una novela, aquí hay una historia, nada más de verlos, eran este, personaje, entonces, estaba el personaje este el de la tintorería, que era coqueto, pero lleno de tatuajes y aretes, estaba el de la carnicería, y los que vivían en el edificio, entonces está precisamente plagada de humor negro, es yo creo que la que más humor negro tiene. (F): Y la que más has disfrutado. (S): Si, la disfruté bueno, tremendamente, desde el principio, porque además el personaje principal está muerto desde un inicio. Todo es: a alguien lo mataron y hay que averiguar quién lo mató. (F): Hay que averiguar de dónde salió esto. (S): Así es. (F): ¿Oye y la de La Pitonisa de Agua Prieta? (S): Y la Pitonisa, que también tiene mucho humor negro, esa es la lucha de dos hermanos por tener el control del pueblo donde viven, que es Agua Prieta.


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Entonces uno de ellos hace unos bordados maravillosos, y la madre de ellos, lee el futuro, lee la suerte de los pobladores en esos bordados, es una especie como de tarotista, pero en lugar de tarot, en lugar de baraja de tarot son bordados. Y el otro hermano es pastor, entonces se contraponen totalmente, entonces luchan por mantener, por apoderarse digamos del pueblo y al mismo tiempo sabemos que hay algo que sucedió entre ellos hace dieciocho años, que se desentrañará en algún momento y se sabrá qué sucedió entre ellos. (F): A lo largo de la novela. (S): Así es. (F): Oye y rápidamente cuéntanos, ¿qué viene para adelante, viene ahorita la reedición de Si yo fuera Susana San Juan, pera a nivel personal, ¿qué más? (S): Yo tengo ahorita a todos mis santitos de cabeza (risas) para que se publique el año que entra una novela. F: Que ya está lista (S): A ver si me la aceptan, una editorial, pero si te puedo anticipar el título, el título que no sé si sea el que vaya a quedar finalmente, porque luego no sé, pero que se llama El país de ojos negros, ese sería para el año que entra. (F): Ojalá el próximo año nos des la noticia de que sí se publicó. (S): Ojalá que sí.


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(F): Susana, de verdad que ha sido un gusto tenerte en estos micrófonos, yo sé que hay otros muchos temas que se quedan pendientes y esperemos que cuando ya publiques la próxima novela nos vengas a platicar de esta nueva edición, así como de otras muchas cosas que se quedaron pendientes. (S): Que se quedaron en el tintero. Muchísimas gracias por la invitación.


Tarsicio García Oliva Fernando (F): Tarsicio, de verdad que es un verdadero honor y un gusto enorme el tenerte en estos micrófonos. Tarsicio (T): Gracias, Fernando, el gusto es mío. (F): Yo sé que hay muchísimo que platicar contigo y créeme que una entrevista no sería suficiente para abarcar toda tu amplia carrera, pero si te parece bien, vamos a enfocarnos en esta ocasión a lo que es tu obra literaria, ¿te parece bien? (T): Me parece muy bien. (F): Bien. Platícanos, ¿cómo es que te inicias en la literatura? (T): Bueno, mira, yo siempre digo que no conozco a un escritor, a un buen escritor, que antes no haya sido un buen lector. Entonces digamos que mi incursión en la literatura empieza por el lado de la lectura. Desde chico, desde que estaba en la primaria, mi abuela materna me inculcó el gusto por la lectura y entonces, tiene una extensa biblioteca ella en su casa y leía los clásicos para niños: Robin Hood, Tom Sawyer… toda esa literatura de piratas, de aventuras ¿no? (F): O sea que te atrapó la literatura por el placer de leer, meramente. (T): Me atrapó la literatura, exactamente. Ya más adelante, en primero de prepa, tuve la suerte y el privilegio de tener un maestro de literatura que marcó definitivamente mi vocación. Él es el maestro Guillermo

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Sheridan, más adelante sería un, o es todavía, un cronista importante de la vida cotidiana en México, él es fundador de la Fundación Octavio Paz, estuvo como agregado cultural en México en Francia, él tiene una carrera, una trayectoria muy interesante en la literatura sobre todo desde el punto de vista crítico ¿no? (F): Oye, pues tuviste un maestro de lujo, un maestro de primera. (T): Tuve un maestro que me abrió los ojos al mundo increíble y misterioso de la literatura. Resulta que este Sheridan era, o es, un fanático de Edgar Allan Poe, entonces empezamos por ahí, esa fue la entrada a la literatura, a los cuentos y la poesía de Poe. Ahí, en primero de prepa, pues conocimos a Lovecraft, Alejandro Dumas, a autores futuristas, no sé, como Crónicas marcianas de Bradbury, en fin, una serie de autores fascinantes ¿no? Y sucedió algo muy curioso, yo como sabía que a mi abuela materna le gustaba la lectura, yo iba y le regalaba o le prestaba los libros que me dejaban en la escuela y ella, curiosamente, empecé a darme cuenta de que en su casa para calentar el agua del baño ‒tenían todavía boiler de esos que calientas con combustible‒, entonces los echaba al boiler, los quemaba. Eso en vez de espantarme y decir: “¿Por qué hará esto?”, me fijaba más bien en qué libros tiraba y cuáles no y de cómo de veinte libros entre los que estaban Drácula, Frankenstein y… pues nomás se salvaron dos, Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas y Rimas y leyendas de Becquer. Eso fue lo único que se salvó del boiler. (F): ¿Y ya habías leído Fahrenheit 451?


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(T): Sí, está en la lista de, yo lo llamo, ‘los libros del boiler’. Y es una metáfora completa con Fahrenheit que estaba viviendo en carne propia y el libro en carne propia lo que pasa ahí. Bueno, y entonces ya me interesó mucho más la literatura, pero fíjate, finalmente, un par de años más tarde sino es que menos, sucedió algo que yo dije: “Bueno, por aquí es el camino”, porque mi abuela enfermó del corazón y, justo el día antes de morir, la visité en el hospital y le pidió a todos los demás que se salieran porque quería hablar conmigo a solas, y me dijo que todos los libros que había quemado, que en realidad sí los había leído ella y que le gustaban mucho, que eran su autores preferidos y que por favor no dejara de leerlos y de buscarlos, que ella había actuado de esa manera como actuaría cualquier abuela católica tratando en enmendarle el camino al nieto ¿no?, de no recibir malas influencias, etc. Y bueno, me dije “esto sí es serio” y ya, seguí procurando más autores. Fui conociendo más autores en la Universidad y mis primeros pininos, digamos, fue en la prepa influenciado por Edgar Allan Poe. Empecé a escribir unos cuentitos que siempre acababan con algún final irónico y de humor negro ¿no? Y esa marca ya quedó para siempre, que al final esa marca ya quedó en todos mis cuentos, ya están sellados, ese sello de sarcasmo. Y bueno, gané el concurso de la escuela, yo estudié en el Centro Universitario de México, en el CUM, gané el concurso literario. (F): ¿Eres anterior o posterior a Nacho Padilla, a Volpi, a Eloy Urroz? (T): Con esta generación de Nacho Padilla y ellos, curiosamente la trayectoria estudiantil fue la misma


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porque estudiamos en el CUM la prepa, y después estudiamos la carrera de Comunicación en la Ibero, pero fue con años de distancia. Yo no los conocí en las aulas, ellos son posteriores a mi generación. (F): También Carlos Fuentes estudió ahí ¿no? (T): Carlos Fuentes estudió en el CUM y él ganó un concurso, eso fue muy chistoso, lo comenta el que fuera Secretario de Gobernación de Luis Echeverría. Este personaje estudió también en el CUM y convocaron al concurso y él metió un cuento y dieron el resultado y primer lugar Carlos Fuentes, segundo lugar Carlos Fuentes, tercer lugar Carlos Fuentes y confiesa ese político que decidió dedicarse a la política en ese momento y no a las letras (risas). (F): Lo que pasa es que Carlos Fuentes participó con seudónimos, entonces en ese momento todos los premios fueron para él. En el momento en que abrieron las plicas y se dieron cuenta de que todos eran Carlos Fuentes. (T): Así es, así fue. Bueno, pues ahí empecé a escribir más o menos como Dios me daba a entender y después ya, casi al final de la Universidad, entré a un taller literario. Empecé a trabajar en una revista que se llama Expansión y algunos de los redactores y de los jefes de redacción, entre ellos Ciro Gómez Leyva, por cierto, les gustaba escribir. Entonces hicieron un taller literario en casa del poeta Arturo Córdoba Just y ahí me inicié. Yo cultivaba de entrada en el cuento pero me topé con un taller muy rudo y muy violento, muy crítico, hacían pedazos al que llegaba ¿no? Y fíjate que me gustó y así, hay unos talleres que son


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más lights y no, a mí me gustó más la otra fórmula ¿no? Entonces definitivamente yo al principio llevé un cuento, lo hicieron pedazos y dije: “No, pues ya no voy a llevar cuento y voy a tratar de hacer poesía”. Entonces empecé a cultivar la poesía y eran puros poetas, no se permitía narradores, tenías que llevar un vino de mesa a fuerza, si llevabas Padre Kino estabas expulsado para siempre, entonces nos volvimos enólogos también. Bueno eran muy divertidos los talleres y teníamos disciplina porque la mitad del taller era leer a escritores mexicanos. Entonces, cada taller leíamos por ejemplo a Gorostiza, a Tablada, es decir, poetas mexicanos. (F): Oye, pero qué padre ¿no? porque imagínate leer poesía y acompañado de un buen vino. (T): Sí, después se hacían como performance porque llegaban… ‒yo era mucho más pequeño que todos ellos, estaba Maricruz Patiño, estaba Sergio Mondragón, yo era como la mascota de todos ellos‒ y entonces, te digo que luego llegaban artistas de otras disciplinas ¿no? como Gabriel Macotela, otros pintores, Reyes Meza, en fin, fue una experiencia muy buena y ahí empecé a cultivar la poesía bien, empecé a escribir poesía, me publicaron por ahí una poesía en la revista Plural y después la UAM publicó una antología del taller. (F): ¿Cuál es tu primera publicación formal? (T): Bueno, la primera formal fue en la prepa y fue un cuento que se llama Pequeño accidente, se prohibió venderlo porque traía alguna grosería el texto.


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(F): La censura estaba fuerte todavía en esa época. (T): Pero la censura, como tú sabes, a veces ayuda, pues se agotó inmediatamente. Incluso íbamos nosotros a vender la revista a las escuelas de las niñas que estaban cerca de la colonia del Valle, y era el slogan: “Adquiere la revista prohibida”. Se acabó de inmediato y eso me llenó de satisfacción. Ese mismo año corrieron al maestro Sheridan de la escuela, porque la Asociación de Padres de Familia se indignó porque había dejado leer Germinal de Flaubert… no era de Flaubert, ¿de quién es Germinal? Bueno, ahorita me acuerdo. Y lo corrieron porque hay un pasaje en la obra en el que una señora, la mamá de una muchacha, castra con sus manos a un minero que había violado a su hija y por ese pasaje se indignaron los padres de familia y corrieron a Sheridan. Entonces yo decía: “Bueno, qué poder tiene la literatura para levantar estas pasiones y estos sentimientos”. Entonces el misterio de la literatura leída y escrita cada vez me atraía más. Digamos que esa fue la primera publicación formal. (F): ¿Y después de eso qué vino? (T): Algunas publicaciones en revistas y después el primer libro que publiqué es: Será el sereno. Ese es de 1989, me lo publicó la editorial Mercurio Comunicación y lo interesante de ese libro no es lo que está escrito, sino la historia del libro, porque publicaron mil ejemplares y en una inundación se echaron a perder como ochocientos. Y luego, está ilustrado por Enrique Chao con unas ilustraciones muy pornográficas, entonces cuando iba a tratar de venderlo a las libre-


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rías, no me dejaban, en la librería Cristal por ejemplo. En el único lugar donde me dejaron venderlo fue en Gandhi, de hecho lo dejaron en la mesa de novedades y todo y vendí como diez libros. (F): Es una colección de cuentos ¿no?, y los dibujos estos tan escatológicos están relacionadas con los temas de los cuentos. (T): Bueno sí, lo interpretó el dibujante pero no lo es tanto, bueno, cada quien ve lo que quiere ver. Esos cuentos después de algunos años los reescribí y los recuperé para otro libro de cuentos. Y un día en internet me enteré de que mi libro estaba a la venta en una librería en Madrid, y que costaba como tres euros. Bueno, yo no sé cómo llegó allá, no tengo ni idea, se me hizo muy curioso y lo más interesante es que estaba el listado, era una librería especializada en autores latinoamericanos, y entonces estaba literal en orden alfabético, era: García Márquez, García Oliva y García Ponce. (risas) (F): Estabas entre los grandes. (T): Por eso te digo que ha sido más satisfactoria la historia del libro, que el libro en sí. (F): ¿Qué vino después? (T): Fíjate que esa ansia de publicar de los jóvenes, a veces no es buena consejera porque yo después ya con calma, vi los cuentos y me arrepentí de haberlo publicado en libro, siento que no tiene el nivel que debe tener. Entonces estuve en la sombra como trece años, no que no produjera nada, sino que no publicaba. A lo mejor me excedí ahora, en cuidar los textos ¿no?


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(F): Te fuiste al otro extremo. (T): Será el sereno se publicó en 1989 y yo me vine a vivir a Querétaro en 1990, entonces aquí en Querétaro empecé a conocer a algunos artistas. Había antes un grupo que se llamaba La estropajera. Los estropajos, que eran pintores plásticos, los hermanos Alcocer, estaba Bárbara Peón, este amigo que le decíamos el estropajo barroco, bueno, había una lista ahí también de escritores. Algunas veces, si no es que todas las semanas, nos juntábamos en una cantina que todavía existe, pero ya es otra modalidad, se llama La Selva Taurina, allá por La Cruz, pero antes era La Selva nada más, no tenía Taurina y ahí nos juntábamos disque para intercambiar experiencias artísticas. Pero no, lo que intercambiábamos eran ‘salud’ y brindis (risas). Pero bueno, largos ratos de pláticas muy divertidas. Aquí vivía un poeta que se llama Víctor Navarro, muy chistoso. Y de vez en cuando se acercaban algunos poetas, como José Luis de la Vega –bueno no de vez en cuando, José Luis de la Vega era muy asiduo–. Llegó a estar por ahí algunas veces mi amigo Arturo Santana, en fin, se congregaban varios escritores y artistas plásticos. Raúl Ávila se llamaba el estropajo barroco, y bueno, con el tiempo conocimos a Luis Sierra también. Me acuerdo que Arturo Santana y José Andrade tenían un programa de lecturas de escritores en un lugar del centro, en la calle de Independencia y creo que se llamaba Hermitage, o algo así. Cada semana presentaban a un escritor y una vez, no sé cómo leyó algo de mi obra y me invitó a leer mi obra. La leí y me dijo: “Oye, ¿por qué no publicas?, creo que vale la pena.” E incluso me dio una como


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carta de recomendación para Manuel Cruz, que era el jefe del Fondo Editorial en Querétaro y sí me animé a ir porque la gente que asistió en esa ocasión, me decía que dónde podía comprar mi libro y yo: “No, pues no hay libro”. Y entonces, me decidí a hacer la siguiente publicación. Publicaron este libro que se llama Nadie navega por el mismo sueño, que es con Hugo Hernández y la parte que yo escribí se llama Circunnavegar tus ojos, una serie de poemas. Posteriormente ya vinieron otros. La Secretaría de Cultura del Distrito Federal convocó a un concurso de cuento el cual gané y me publicó los trabajos ganadores. Se llamaba Cinco cuentos cosmopolita, después esos cinco cuentos los integré en otro libro ya más extenso que se llama Hijos naturales y cuentos, y más cuentos. (F): Y otros cuentos. (T): Y otros cuentos ilegítimos, sí, exacto. Ese me lo publicó la Secretaría de Cultura de Michoacán, en coedición con el Instituto de Cultura del Municipio de Querétaro. Es que ese libro me lo iba a publicar el Fondo Editorial de Querétaro, pero no sé por qué razón Manuel no lo quiso publicar y se me hizo muy raro porque llevaba los cuentos ganadores de un concurso nacional, etc., y se negó a publicarlo. Incluso ya estaba armado el libro, no sé por qué no lo quiso publicar. Afortunadamente en Morelia sí me lo publicaron y fui a ver a Manuel Naredo, que estaba a cargo del Instituto de Cultura y le regalé un ejemplar. Le dije: “Lástima que aquí no me apoyan como en Michoacán” y se quedó así como “no pues no estaba enterado de lo que había pasado, cuando se te ofrezca


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ven primero conmigo y hablamos” y yo, pues de una vez... (F): Aprovechando. (T): Ya tenía yo listo otro libro de poesía que se llama Bisonte fugitivo que salió en la colección “Pan de día”. Ese salió muy rápido y bueno, hasta ahí he publicado de poesía. Seguí publicando cuento. En el año 2010, participé en el concurso internacional de literatura Letras del Bicentenario de Sor Juana Inés de la Cruz y gané el primer lugar en cuento, con Los huesos del Centauro y otras piezas anatómicas, y después de eso publiqué una edición corregida y aumentada de Hijos naturales, le aumenté algunos cuentos y corregí algunas cosas de las que estaban ya publicadas. Y finalmente, el último que he publicado se llama C(r) uentos Mag(r)os, me lo publicó el nuevo Fondo Editorial. Ese lo escribí el año pasado en el 2013. Bueno, mi salud está un poco delicada y entonces a cada rato tengo que estar con médicos, tengo que hacerme estudios, y durante todas las antesalas de esto, es que escribí ese cuento. (F): Son esperas interminables ¿no? pero aprovechaste muy bien el tiempo, porque además es un libro delicioso, yo lo disfruté muchísimo. (T): Sí, salió así igual. Me sentaba y casi, casi tenía el final. Y como son cuentos muy breves… (F): Pero muy ingeniosos, y además juegas con la doble lectura ¿no?, los títulos y todo esto viene en paréntesis y puedes hacer una doble lectura de cada uno de ellos.


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(T): Sí, la idea es que cada cuento, el título de cada cuento es una palabra o dos palabras en una. La diferencia es que hay una letra en paréntesis, por ejemplo, cuento-cruento y entonces puede leerse como cuento y bueno, son cincuenta y dos cuentos que están en ese tenor. (F): Pero además muy entretenidos, muy divertidos, créeme que es de los libros que más he disfrutado leer. (T): Pues es que se me da esa cuestión del humor negro, que creo que es muy atractivo para los lectores. (F): Pero, independientemente, ya hablamos mucho de tu carrera literaria, pero has tenido desarrollo en otros ámbitos, por ejemplo, en la producción de radio, tú fuiste el iniciador de Radio Mexiquense ¿no es cierto? (T): Sí, hace treinta y un años. En 1983, bueno, en realidad empezamos en 1982. Mi tesis de licenciatura, es prácticamente un manual de cómo hacer una radio cultural en México. Desde el aspecto técnico, el aspecto cultural, el aspecto creativo. El otro día alguien me preguntaba: “¿Cuáles fueron los criterios para la producción y para la programación musical?”, y bueno, pues ahí viene. A cada objetivo le correspondía un bloque de programas por seguir ese objetivo. Bueno, te digo es un manual, yo creo que aún es vigente en algunas partes. (F): Paso a paso te describe cómo debe ser una radio cultural. (T): Sí, es muy puntual. Con respecto al personal: “A ver ¿qué necesitamos en esta área? ¿Qué cualida-


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des debe de tener un programador o un locutor?”. En treinta y un años ha cambiado mucho la radio, pero en cuestión técnica. (F): Pero las bases siguen siendo las mismas. (T): O sea, el aspecto conceptual y práctico es básicamente lo mismo. (F): Oye, has hecho cualquier cantidad de producciones. De hecho, hace poco escuchábamos todavía la radionovela La toma de Zacatecas. Tú realizaste el guion y la producción fue de Dora Guzmán. (T): Sí, con Dora he trabajado mucho la radionovela, he adaptado novelas de Paco Ignacio Taibo II. En el 2010 adaptamos Tres golpes de tacón de Rebeca Orozco, la biografía ficticia de la Corregidora. (F): Novelada, pero muy interesante. (T): Sí, mucha gente se levantó indignada porque había pasajes muy comprometedores, que no están comprobados históricamente. (F): Pero bueno, finalmente es la versión del autor ¿no es así? (T): Fíjate que para ese escabroso episodio donde cuenta la autora que la Corregidora se escapa con Allende y tienen un romance cerca de una cascada de aquí, eso no es posible porque aquí no hay cascadas cerca. Bueno, el romance parece que no es verdad, entonces yo en esa parte de la novela hice dos versiones y dejé a la productora que escogiera cuál versión del libro, a sabiendas de que mucha gente en Querétaro se iba a parar de uñas y una alternativa que era mucho


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más light. Creo que finalmente optaron por la light. Sí, he trabajado mucho radio, mucho, mucho, llevo treinta y un años haciendo o guiones o produciendo. (F): Incluso has recibido reconocimientos y premios. (T): Sí, en radio, el Premio Nacional de Periodismo Cultural y gané el Premio Latinoamericano de Radio, que convocó la UNESCO en el noventa y ocho. Y es que me gusta mucho, es el medio, o sea que hay que pensar con las orejas ¿no? me gusta mucho. Fíjate, yo antes de entrar a la Universidad, me llamaba mucho la atención, un tío me regaló una grabadora de esas de cassette y yo jugaba a hacer programas: le metía música, le metía pues como si fuera un programa de variedades. (F): Entonces ya traías la inquietud. (T): Ya traía ahí el gusanito. Curiosamente yo no estudié radio en la Universidad. Estudié Comunicación en la Ibero, pero se murió la maestra, se murió al día siguiente de que empezamos las clases y ya no tuve hasta el final, que nos llegó otro maestro y nos repartió un guión, nos dio una hoja a cada uno. (F): Y esa fue tu clase de teoría de radio. (T): Sí, nada más. (F): Oye Ticho, y hay una faceta también muy interesante tuya, que es la música. Formaste un grupo musical llamado Tichoretes. (T): Sí, mira, esta es otra, yo le llamo otro género literario casi, casi. Escribir las letras de las canciones. Son canciones dirigidas a niños, el género que yo cultivé es el género infantil. Me di cuenta que en México


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la música infantil está devaluada totalmente, y está devaluada por todo el mundo, está devaluada por los músicos o sea, ¿cuántos músicos hay que hacen canciones para niños? Son pocos, porque ellos mismos piensan que hacer música para niños es como hacer algo de menor calidad, no sé. Entonces los autores son los primero que desprecian al género, después las disqueras, las grandes disqueras no te van a publicar un disco si no eres un autor o un actor que haya salido antes en televisión, entonces aquí ves a Chabelo, a Cepillín y a ¿cómo se llama? A Tatiana ¿no? son los que salen en la tele y son a los que les hacen discos. (F): Y no siempre sus producciones, ni las letras de sus canciones son de la mejor calidad. (T): Afortunadamente existe en la radio cultural un conjunto de grupos musicales que hace música para niños muy importante, desde Qué payasos, no sé si todavía sigan funcionando pero está Medallita de oro, Yucatán a go go, no sé, son muchos. Donde se escuchan son en los festivales o en las radios culturales pero no en todas, a veces no hay espacios exclusivos para ello; otro grupo, Cántaro también, más antiguos digamos, Los hermanos Rincón, etcétera. Entonces para mí hacer música para niños es más bien un reto ¿no?, y mis canciones tratan de tener un ritmo atractivo y una letra que deje algún mensaje. (F): ¿Y qué satisfacciones has recibido con ese tipo de actividad? De música para niños. (T): ¡Oh!, pues mira, los niños son el público más honesto que existe, entonces los niños son tu termómetro exacto: si tú ves que están entusiasmados es que estás


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haciendo bien las cosas, si ves que están aburridos y se van, es que no les gusta lo que estás haciendo. (F): Ellos no te van a ver por compromiso. (T): Exactamente. Sí he tenido la fortuna de que mis canciones son atractivas, no sólo para los niños, también para sus papás. Me he encontrado gente que voy a dar un concierto y se acercan y me dicen: “Mire, estos son mis hijos, lo oían cuando iban a la escuela” y ya son chavos de veinte años ¿no? (F): ¿Cuántos discos han grabado? (T): Hasta ahorita dos. Pero tenemos el proyecto de hacer un producto que sea Tichoretes total, digamos, unas treinta canciones con un librito ilustrado con la letra de las canciones y vamos a meter algunos temas, digamos de la prehistoria de Tichoretes ¿no? Acompañado nada más por la guitarra y sin arreglos. (F): Es lo que te iba a preguntar, aparte de escribir las canciones ¿tú ejecutas algún instrumento? (T): Sí, la guitarra. Pero yo no soy arreglista, los arreglos son el cincuenta por ciento de la canción, así que he trabajado con Óscar Reynoso, que en paz descanse, con el maestro Felipe López y con un concertista de la filarmónica, Valery Sekretov y les agradezco mucho porque, te digo, el cincuenta por ciento de las canciones son los arreglos. (F): Ticho, ha sido una verdadera delicia platicar contigo. Te agradecemos enormemente tu tiempo y el habernos recibido en tu casa. (T): Muchas gracias a ustedes.


Valentín García Fernando Pérez (F): Valentín, de verdad que es un gusto tenerte en estos micrófonos porque sabemos de la cantidad tan extraordinaria de anécdotas de la historia de México que nos puedes contar. Así que, si te parece bien, vamos a iniciar un poquito con la historia de tu vida y después nos metemos ya de lleno al tema literario. Valentín García (V): Muy bien, Fernando. (F): A mí me llama mucho la atención que tú tienes la carrera en Relaciones Comerciales y la especialidad en Comercio Internacional, en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Politécnico Nacional. (V): Efectivamente. (F): ¿Cómo es que de esa carrera viene después el interés por la historia? (V): No, el interés siempre estuvo presente. Yo creo que si de joven hubiese sabido que como historiador uno se podía ganar la vida, seguramente hubiera elegido esa carrera. Pero no tuve una muy buena preparación vocacional. La historia siempre se me facilitó desde la escuela, la historia y la geografía eran, como decimos, mi mero mole. Las circunstancias me fueron llevando a estudiar otra cosa y yo busqué el área de Administración, huyéndole al álgebra y al cálculo, pero no me lo quité de encima hasta que terminé la carrera. (risas)

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(F): Pero de hecho sí ejerciste la carrera, sí estuviste en empresas privadas en cuestiones de ventas, de comercio. (V): De Comercio Exterior. Trabajé para la industria privada, para agencias aduanales, nunca para el gobierno, nunca para las aduanas como tal, trabajé como empleado de una agencia aduanal, llegué a ser apoderado de dos agencias aduanales, llegué a trabajar para empresas importantes como Polaroid, siempre ejerciendo mi carrera al cien por ciento, circunstancias de la vida que te van llevando por otros avatares y de pronto tuve la disyuntiva: salud o trabajo. Y escogí la salud. El estrés mal manejado me hubiera acabado. (F): Es decir, el trabajo te estaba enfermando. (V): Era un estrés insoportable y opté por cambiar de profesión y me metí de panadero. (F): ¿En serio? (V): Así es. A hacer bolillos y cocoles. (F): Así que entonces pones una panadería en Santa Mónica, panadería “Las espigas”. (V): Efectivamente. Ahí mi esposa tiene la culpa porque es Ingeniero de Alimentos, me enseña a hacer pan y me transformo en panadero. (F): ¿Y cómo es la experiencia? Cuéntame. (V): Es padrísimo. Yo alguna vez quizá soñé con aprender a hacer pan, pero nunca me imaginé que iba a vivir de eso, que es muy diferente. Amigos, familiares me decían: “Si hace diez años hubieses sabido que ibas a ser panadero, ¿lo habrías creído?” y la


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respuesta era: “No, definitivamente no. Por eso uno estudia una carrera”. Pero, en mi circunstancia, uno lo disfruta muchísimo y me encanta. Me encanta saber hacer pan, me encanta estar amasando, darle la forma a los panes, darle su tiempo de fermentación para que quede como debe ser. (F): Oye, pero también tuviste que madrugarle, porque los panaderos empiezan muy temprano ¿no es cierto? (V): Fíjate que afortunadamente mi mujer y yo planeamos otro tipo de negocio y no nos desvelábamos tanto. Trabajamos por la mañana y abrimos en la tarde, estaba tranquilito y no había que desvelarse tanto. Y bueno, eso me dio el tiempo de liberar la mente, porque tú mantienes las manos ocupadas, es una actividad física que no requiere tanta concentración. (F): Mientras la mente está volando. (V): Efectivamente, la mente está volando, y está creando y está imaginando. Fue entonces que un día escuché que en Radio Querétaro convocaban a un concurso de cuento corto y se cerraba la convocatoria. Entonces, recuerdo que fue un viernes en la noche, cerramos el negocio y llegué a casa y a eso de las doce de la noche dije: “Voy a escribir un cuento”. Me metí a la habitación de mi hijo el mayor que es donde estaba la computadora y a las cuatro o cinco de la mañana lo terminé, y vine a entregarlo a un programa que empezaba los sábados a las nueve de la mañana. No recuerdo el nombre del programa, lo conducía Carlitos… no me acuerdo. Vine todo desvelado a entregar mi cuento porque se cerraba ese día la convocatoria.


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La persona que iba a calificar los cuentos era Carmen Simón, que ahora radica en España. Y me encuentro con la sorpresa de que dicen: “Qué bueno que viniste pero, vamos a dar más tiempo en la convocatoria porque los alumnos de la maestra no han terminado”. Y esto ya no me gustó, parece que hay algo raro. Pero no, no había nada raro. Fueron muy profesionales. Resulta que cuando dan el veredicto, pues me entero que fui el ganador, y con un comentario muy bueno de Carmen Simón. Y dije: “Bueno, pues entonces yo creo que esto de escribir como que sí se me da”. (F): Te animó. (V): Así es. Pues, digamos que fue mi primera experiencia exitosa como escritor. (F): Ahí descubriste que tenías esa facilidad. (V): Ahí descubrí que leer tanto me había dado una facultad y una habilidad que yo desconocía. Yo soy fanático de la revista Arqueología Mexicana, ¿por qué? Pues porque me gusta la historia y sobre todo la historia prehispánica, porque siento que ahí están mis raíces más profundas ‒aunque mis apellidos no sean mesoamericanos, sino europeos‒, no importa, porque yo elegí ser mesoamericano. Entonces tiempo después me entero que hay un concurso que organiza la revista en conjunto con la Universidad Iberoamericana, un concurso de cuento histórico y decido participar. Desarrollo el tema que es en parte una historia familiar real, pero está tergiversada la historia para no repetir la historia familiar y lo meto a concurso. Pasa el tiempo y habían dicho que nos avisarían cuál sería el resultado. Se vence el plazo, no avisan y yo estoy


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algo inquieto, pero de pronto, un día entra la llamada a mi panadería, mientras estaba yo amasando los bolillos, y me dicen: “Le llamamos de la Universidad Iberoamericana”. Un poco sorprendido le contesté: “¡Ah!, ¿en qué le puedo servir?”. Me dijo que tenía que estar el día 31 de enero en la Universidad, porque se iba a dar el veredicto del concurso. Le pregunté que para que tenía yo que ir. Me dijo: “Pues es que tiene usted que estar presente”. Yo le pregunté si había ganado algo o qué. Había nada más premio al primer lugar y mención honorifica, no había premio ni al segundo ni al tercero. Me dijo: “Mire, no le puedo dar más detalles pero, o gana o le dan la mención honorifica”. Y dije yo: “¡Ah!, bueno, pues entonces así, sí voy”. Y ya sabes, ahí vamos con toda la familia y toda la flota emocionadísimos, muy nervioso porque fue en el aula magna San Ignacio de Loyola, ahí en la Universidad. Un ambiente pues, ¿cómo te diré? Yo soy politécnico y de repente entrar a una Universidad de ese tamaño y con ese prestigio, y que todavía muy en mi ego interno decía yo que era de niños ‘popis’ ¿no? (F): De chicos Ibero. (V): Y pensé, algo habrá de ocurrir aquí y lo que sea es bueno porque, o gano o me llevo la mención honorifica. Pues ya cuando dan el veredicto y es mi cuento el ganador, te imaginarás la emoción porque el jurado era todo el departamento de Historia de la Universidad, entonces fue impactante para mí, la verdad. (F): Quiere decir que realmente hiciste un buen trabajo de investigación ¿no?


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(V): Pues mira, la historia tenía que ser plausible, entonces yo investigué las cosas para que apareciera como algo que la gente pudiera creer. (F): Un buen marco histórico ¿no? (V): Efectivamente, elegí un par de nombres reales, un acontecimiento real y desarrollé una historia muy humana. Quien tenga oportunidad de leerlo está publicado en la revista Arqueología Mexicana. (F): ¿En qué número? (V): Es el número 109, que corresponde al bimestre mayo-junio de 2011. Todavía se consiguen estas revistas en el Museo de Arte, ahí se pueden conseguir, o por encargo. Si no, en el sitio de internet de la Universidad Iberoamericana, está publicado ahí también. (F): ¿Qué cuento fue el ganador del concurso? (V): En la categoría universitaria, fue el de Volando trenes. El título, de primera mano parece incongruente, porque uno dice: “Oye, los trenes no vuelan”, pero si les pones dinamita sí vuelan. Y se llama así. (F): Porque remite justamente a esa época tan difícil de nuestra historia. (V): La época de la Revolución, pero de la lucha de facciones, es decir, cuando ya no había un enemigo común al frente y las facciones: Carranza, Zapata, Villa, terminan por enfrentarse entre ellos mismos, y bueno, aquí relato la historia de hermanos que terminan en bandos contrarios. (F): Claro, te levantaban y te llevaban a la bola y no sabías ni siquiera contra quién estabas peleando, tú


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disparabas y a ver qué pasaba: era una guerra sin sentido. (V): Completamente. Eso lo plasmo un poco por aquí y yo creo que les gustó mucho al jurado. (F): A la Universidad Iberoamericana y a la revista Arqueología Mexicana, dos instituciones muy prestigiosas. (V): Ahí fue cuando me envalentoné y dije: “Aquí voy” Y escribo. Fueron un par de años que me dediqué a escribir cuento, lo que yo hago y cambié de profesión, me volví “contador público”. (F): ¿Por qué? (V): Porque cuento cuentos en público. (risas) Pues seguí participando en algunos concursos y unos amigos de ahí de mi pueblo ‒yo soy de Teoloyucan, Estado de México‒, me invitaron a participar en la revista que ellos tienen y que es una revista local, en donde se hace difusión de historia y de acontecimientos importantes, de eventos culturales, etcétera, y desde entonces soy colaborador de la revista y he publicado preponderantemente cosas que tienen que ver con la historia del pueblo. (F): La revista se llama Voces y Tratados. (V): Precisamente el 13 de agosto se cumplió un aniversario de la firma de esos tratados y este es un ejemplar conmemorativo. (F): Que además es uno de los temas que dominas, ¿verdad? El tema de los Tratados de Teoloyucan. (V): Definitivamente, tuve la fortuna de participar


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con una asociación civil para conseguir que la fecha fuera reconocida como fecha solemne para toda la nación y mi participación ahí consistió en aportar la fundamentación histórica y la trascendencia nacional que tuvieron estos tratados. (F): Para los que no estamos muy versados en la historia de Teoloyucan, ¿qué importancia tienen los tratados? (V): Mira, te ubico muy rápidamente. Con la firma de estos tratados culmina la etapa armada de la revolución constitucionalista y, con la firma de ellos se evita, primero: el enfrentamiento entre dos ejércitos de treinta mil uno, y de veinticinco mil el otro, en la Ciudad de México, el derramamiento de sangre excesivo; se evita una invasión más deshonrosa de los Estados Unidos que estaban ya en Veracruz desde el mes de abril y en agosto tenían instrucciones de que si la vida de los americanos que vivían en la Ciudad de México se veía amenazada por la guerra entre las dos facciones, tomarían la Ciudad de México. Entonces se evita una invasión y lo más importante aún, se disuelve el ejército federal y nace el nuevo ejército mexicano. A partir de ahí, el ejército constitucionalista de Venustiano Carranza que era un grupo rebelde, se convierte en institución y es el actual ejército que tenemos hasta ahora. Esa es la trascendencia. (F): Realmente es evento muy importante. (V): Definitivamente, los militares la consideran como su acta de nacimiento, aunque celebren su nacimiento el 19 de febrero de 1913, porque no puede haber dos instituciones con el mismo nombre, hasta que muere una nace la otra.


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(F): Entonces para ti, como originario de Teoloyucan, es un tema que te interesa mucho. (V): Es obligatorio. Además, me apasiona, me han invitado a dar conferencias con el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, en el Museo Casa de Carranza, con ese tema que para mí es mi especialidad. (F): Y ahora, incluso ya eres Cronista de Teoloyucan ¿verdad? (V): Sí, mira, recientemente hubo una convocatoria para participar. Antes los Cronistas en el Estado de México tenían un nombramiento de por vida, pero ahora ya no. Entonces esta administración lanzó la convocatoria y metí mis documentos y tuve la fortuna de ser designado como Cronista Municipal. (F): ¿Desde cuándo eres Cronista Municipal? (V): Desde el 28 de junio de este año (2014). (f): ¡Qué padre!, porque eso te permite seguir documentándote. (V): Me permite tener acceso a un montón de documentos, entonces estoy como niño en dulcería, imagínate. (risas) (F): Como estabas antes en la panadería ¿no? (V): Así es. (F): Sin embargo, tu labor de investigación de la historia ha abarcado muchos temas, eres conferencista en diversos temas de la historia. (V): Efectivamente. Algo de la Independencia, defi-


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nitivamente la historia de mi pueblo. Te comento que estoy por publicar, ahora sí, por fin, espero publicar el libro que se va a llamar Raíz madre y que es la etapa desde los orígenes de mi pueblo hasta la invasión española, y pues, han sido quince años de investigar profundamente cómo es que se fue formando y habitando el lugar del que soy originario. La crónica de algunos historiadores decía que se había fundado por ahí de 1236 D.C. Les corregí la plana y les dije, no fue 1236 sino 1200 y dijeron: “Oye, pero 36 años no es la gran cosa”. Y yo les respondí que era el año 1200, ¡pero A.C.! Y ahí sí hay un margen bastante grande. Y bueno, eso basado en el estudio de la cerámica que es el marcador cronológico de excelencia de la arqueología. Así es que puedo, sin lugar a dudas, asegurar que es una de las culturas originarias mesoamericanas. (F): Pero además, aparte de tener este interés en la historia de tu población natal, también tienes interés en el papel de las mujeres en la Revolución. (V): No sólo en la Revolución, también en la Independencia. De hecho fíjate que tuve la fortuna de ofrecerle al Instituto de Cultura, para los festejos del Bicentenario, precisamente un ciclo de conferencias en donde incluí la participación de la mujer en ambos movimientos, en el Insurgente y en la Revolución. ¿Por qué? Porque es una realidad, hay una deuda histórica con la mujer. Los próceres de la Independencia están sus nombres en las estatuas en la columna de la Independencia ‒el ángel o como lo quieran llamar‒, pero solamente hay tres mujeres, tres nombres de mujeres ahí y si tú le preguntas a la gente: “Oye,


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dime los nombres de los próceres de la patria, que nos dieron independencia”, te los recitan: Rayón, Aldama, Allende, Hidalgo, Morelos. Y cuando les dices: “Dime tres mujeres que hayan participado”, te contestan: Leona Vicario, la Corregidora y si alguno te dice la Güera Rodríguez ¡ya, bingo: tres!, pero ¿y las demás? Ignoradas. (F): Pero además, tantas heroínas anónimas de las que no hubo constancia, no hubo un documento histórico, pero son de una importancia grandísima. (V): Heroínas de las que no se sabe ni su nombre, como María Soto la Marina, que ni se llamaba María ni se apellidaba Soto la Marina. (F): Nada más porque era de ese lugar, ¿no? (V): Porque en ese lugar ocurrió un acontecimiento donde fue importante su participación, entonces le decían María porque todas eran Marías. También Altagracia Mercado que recientemente supe cuál era su nombre, la conocían como ‘la heroína de Huichapan’, pero así como el pípila, que nadie nos acordamos cómo se llaman. Sí, ha sido muy injusta la historia. (F): Sí, hay una deuda muy grande. (V): Así es y a mí me parece pertinente reivindicar que no solamente eran las soldaderas de la Revolución, sino que eran espías, eran mujeres que financiaban la lucha armada, tanto en la insurgencia como en la Revolución. Había libre pensadoras, como Leona Vicario que cargaba una imprenta para sacar los panfletos y convocar a las mujeres y a los hombres a unirse a esa gesta.


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(F): Que además eran enfermeras, eran cocineras y salían y tiraban bala. (V): Cuando les mataban a su Juan ellas agarraban el rifle y seguían, y se buscaban otro Juan, porque necesitaban quién las llevara. Pero han sido guerras que sin la participación de las mujeres, quién sabe cómo nos hubiera ido. ¿Por qué? Porque una tropa necesita del avituallamiento para funcionar, es el aspecto logístico de cómo hacer llegar agua, municiones, alimentos, etcétera, a la tropa y se carecía de todo ello. ¿Quiénes lo hacían? Las mujeres, ¿quiénes llegaban a los pueblos y mandaban información de si había o no tropa enemiga? Las mujeres informaban cuántos soldados eran, dónde estaban. (F): Y a veces llevaban parque escondido en su ropa. (V): O los mensajes en forma de cigarrillos. Se las ingeniaban. Y fíjate, en la Independencia, Agustín de Iturbide creó un delito que era “la seducción”, la mujer era objeto de seducción, era un ser malévolo y peligroso porque tenía la habilidad de seducir a la tropa y sí, algunas se casaron con algunos soldados realistas y no sólo que depusieran las armas. (F): Sino que se convirtieran a insurgentes, por es que eran peligrosas. (V): Por eso eran peligrosas. (F): Oye, Valentín, pero además tienes otros temas interesantes, por ejemplo, la historia del ferrocarril. (V): Bueno, esa es obligada también porque a mí me invitan a ser director del Centro Cultural ‘La Es-


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tación’, en la estación de trenes. Y yo llego y digo: “Bueno ‒igual que cuando llegué a Querétaro‒, si aquí voy a vivir, si aquí voy a trabajar, tengo que enterarme de qué ocurrió aquí”. Y empiezo a investigar la historia. (F): ¿Había algo? ¿Había documentación? (V): No, no había absolutamente nada. Iba recopilando información de aquí a allá y apoyándome con amigos historiadores, como Edgardo Moreno, que me proporcionó información muy importante, acudiendo a las bibliotecas, al archivo histórico, a donde se pueda sacar información y pude reconstruir la historia de la antigua estación del ferrocarril. Se llamaba “Estación González” o “Estación del Ferrocarril Nacional”. Y ahora todos lo conocen como la Vieja Estación y a mí me gusta decirle la Antigua Estación porque pues viejo yo, y antiguo el carro y el carro vale más que el viejo ¿no? (F): Y la Estación se conserva. (V): Sí, la cuidamos muchísimo, la verdad. (F): Está preciosa. Además ahora va a haber la posibilidad de ver la maqueta de los ferrocarriles ¿no? Que nos decías que no está abierta normalmente. (V): Mira, la maqueta no es de nosotros como Instituto de Cultura, es del Club Amigos del Ferrocarril, División Querétaro y ellos llevan once años construyéndola, y la operan, pues el día que pueden que es los domingos. Ellos van entusiastamente desde las doce del día a las cuatro de la tarde, operan la maqueta y la gente puede pasar a verla y no tiene ningún


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costo. Pero ahora, que estamos celebrando el 110 aniversario de la Antigua Estación, ellos van a colaborar abriendo viernes y sábado de cuatro a ocho y el domingo en su horario habitual, de las doce del día pero hasta el cierre, a las ocho de la noche. Además tendremos un concierto del Coro Sinfónico de Santiago de Querétaro y sus solistas y estará en exhibición un tren de pasajeros. No vamos a poder subirlos, para que no se hagan ilusiones, es el tren ejecutivo de la empresa Kansas City Southern de México y que gentilmente nos lo prestaron para estar en exhibición y que la gente que vaya ese día sienta lo que es una auténtica estación de trenes con un tren de pasajeros. (F): Que a mucha gente ya no le tocó esos viajes en tren tan largos y hermosos, que después de dos o tres días de estar arriba del tren te bajabas y seguías brincando, ¿no? (V): Así es. Me toca impartir una conferencia que se llama Trenes y estaciones de Querétaro. (F): Valentín ¿cuáles fueron los primeros libros que leíste? Y aparte de los libros de historia, ¿qué otros libros lees? (V): Hay un libro que a mí sí me marcó, si a mí me hubieran hecho esa pregunta en la FIL, yo sí la hubiera sabido contestar: El llano en llamas de Juan Rulfo, ese libro me marcó. Mis orígenes son campesinos y la forma en que este hombre retrata la vida dura del campo, porque no tiene nada de romántica, es muy cruda y es muy real, y para mí es muy cercana. Entonces Comala, Diles que no me maten, El llano en llamas, todos esos cuentos cortos a mí me marcaron


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definitivamente. Me gusta más El llano en llamas que Pedro Páramo. Me gusta, Niebla de Miguel de Unamuno, también me encanta ese manejo que hace de las situaciones, de que vas pensando una cosa y hablando de otra y ejecutando una más. La verdad es que soy muy abierto para la lectura, últimamente he leído muchos libros de historia, no te imaginas cuántos, pero aun así me doy tiempo para la novela, creo que es lo que más me gusta a mí. (F): ¿Quién es tu novelista favorito? (V): Curiosamente no es Gabriel García Márquez, de una vez lo aclaro, no he podido terminar un libro de Gabriel, aunque he hecho el intento. No tengo un novelista en particular, me gusta de todo género. (F): Oye, no te ha pasado que cuando dicen: “Va a venir García Márquez” la gente se emocionaba. Bueno, ahorita ya no, pero antes, cuando estaba vivo. (V): A la gente le pesa tanto el nombre que en la antología de Acapulco en su Tinta… (F): ¿Cómo te firmaste? (V): No, yo no, yo firmé completo Valentín García Márquez, pero aparece nada más Valentín García. (F): No lo quisieron poner. (V): No lo quisieron poner. Y bueno, el Gabo pues merece todos mis respetos, aunque no sea muy de mi agrado su estilo. (F): Te desmarcas del apellido. (V): No, digo no es que me desmarque, pero simplemente no comulgamos él y yo.


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(F): Y también participas con otro cuento en el concurso de Acapulco en su tinta. (V): Morir dos veces es un cuento que le debía a una prima que ahora radica en España, hace muchos años y que andaba buscando el origen de su apellido. Ella se apellida Pag y me dijo: “No encuentro la genealogía de mi apellido”. Y me puse a investigar y le digo: “Oye, tu apellido es chino” y me responde muy sorprendida: “¿Cómo?”. “Sí, es oriental, viene de allá, entre la India y las Filipinas”. Mira encuentro que hay similitud con Anpang en filipino. Y bueno, si los españoles en vez de Huitzilopochco decían Churubusco y en vez de Cuauhnáhuac decían Cuernavaca, entonces dije, seguramente Anpang lo castellanizaron a Pag y ahí está el origen del apellido. Y entonces decido escribirle un cuento para narrarle el origen de su apellido. Ella me cuenta cosas de sus familiares más cercanos, porque somos primos, pero nada más por parte de la madre, son medias hermanas, son primos hermanos pero vamos, no es el lazo sanguíneo directo. Y me platica cosas de su abuelo, de una personalidad muy fuerte, muy malévola, y me creo este personaje y se llama Lorenzo Apang, que es un hombre real, es una persona real en un contexto totalmente distinto, ellos vienen de Acapulco curiosamente. Así que seguramente llegaste con la Nao de China. (F): Valentín, ¿y qué falta por hacer? ¿qué viene para adelante? (V): Te comentaba de esta publicación del libro, de esa etapa de la historia de mi pueblo y hay un segundo libro de la etapa virreinal y un tercer libro que sería ya la


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etapa revolucionaria en donde tenemos una destacada contribución a la historia nacional en mi pueblo. Y dar conferencias, muchas conferencias que pienso que son el medio ideal para divulgar la historia.* En mis conferencias, los invito, yo no leo nada, no los voy a aburrir con fechas, ni con nombres, ni con cosas tediosas. (F): Hacer la historia interesante. (V): Platicarla y contar anécdotas, cuando ya ves que la gente está aburrida estás frito, ya se te aburrió y se van. Entonces, nunca he leído, excepto las citas textuales, en mis conferencias y trato de que la gente se aproxime a la historia. A mucha gente ‒a muchos jóvenes‒, no les gusta la historia y si no sabes de dónde vienes, no sabes a dónde vas, para comprender tu presente, tienes que entender tu pasado. (F): Valentín, muchas gracias por habernos concedido este tiempo. * Posterior a esta entrevista, Valentín García Márquez ha publicado: El caudillo y yo y La ejecución, en Cuentos queretanos, coordinado por José Martín Hurtado Galves y editado por la Escuela Normal Superior de Querétaro, en 2017. También ha publicado los artículos: Los tratados de Teoloyucan, documentos fundamentales de la patria, en El triunfo del Constitucionalismo, editado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, en 2015; La legitimación del constitucionalismo, en Memoria del XIV Coloquio Nacional; México en 1917, en el Centenario de la Constitución, Seminario de Cultura Mexicana (2017) y Educación, cultura y ética, una propuesta para la resignificación de estos conceptos, en Ética y educación, Hurtado Galves, J. M. Coordinador (2017) Escuela Normal Superior de Querétaro. Asimismo, ha publicado las leyendas: La tragedia de El Cazadero, Treinta años de maldición, La leyenda de la planchada, en Leyendas queretanas, Hurtado Galves, J.M. Coordinador, (2017) Escuela Normal Superior de Querétaro. También fue antologador de El largo sueño de las cifras, antología literaria, publicada por el Municipio de Querétaro (2014).


Verónica Llaca Fernando Pérez (F): Verónica, muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista. Un gusto poder charlar contigo. Verónica Llaca (V): Muchas gracias por acodarte siempre de mí. (F): Vero, quisiéramos iniciar esta plática ahora si que desde el principio. ¿Cómo nace en ti el gusto por la escritura? (V): Bueno a ver, creo que no tengo una fecha como tal de inicio. Desde muy chica me ha gustado leer. Y escribo historias desde que me acuerdo. Si pusiera una fecha tal vez sería en tercero de primaria cuando en un examen de español escribí mi primer cuento, que fue leído en voz alta por la maestra y eso me gustó. (F): Ese es el momento clave. (V): Sí, supongo que ese fue el momento en que decidí que me dedicaría a escribir. (F): ¿Pero en qué momento lo haces ya de una manera formal? (V): Yo creo que cuando comencé a publicar la columna del periódico A.M., que fue por ahí del 2000, yo creo. Me hago bolas con las fechas. (F): O sea tu entrada a la literatura fue a través del periodismo.

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(V): Sí, escribía una columna en el A.M. y también colaboré en Nuevo Milenio y en la revista Expansión. (F): La columna del periódico A.M. era “Mi ciudad” (V): Así es. (F): E incluso llegaste a ser miembro del Consejo Editorial del periódico ¿no es cierto? (V): En efecto, fui miembro del Consejo Editorial durante varios años. (F): Y supongo que eso te dio mucha disciplina y oficio en la escritura. (V): Así es. La columna me dio estructura y disciplina. Fue una gran escuela, sobre todo para sentarse todos los días a escribir, que es lo que cuesta. (F): Sin embargo, tu formación literaria ha sido de cierta manera autodidacta ¿no es cierto? (V): Sí, autodidacta totalmente, aunque he tomado varios talleres de escritura. Actualmente tomo uno de novela con Verónica Flores. (F): Y estando en el periódico es que empiezas a escribir tu primera novela Cuerpos en renta. ¿Cómo nace la idea? (V): De una noticia que leí en internet, buscando qué escribir para la columna. La noticia decía que un director de teatro en Inglaterra solicitaba un cadáver para una obra. (F): No inventes ¿en serio? (V): Sí. Entonces se me ocurrió escribir la obra: una puesta en la que se necesitara un cadáver y a partir de


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ahí escribí la novela, por lo que el personaje principal de la novela es la obra de teatro. (F): Oye, pero es divertidísima. Digo, a pesar de ser novela negra, tiene un humor negro muy fino. (V): Es que fue una novela en color negro light o sea, medio gris. (F): Pues créeme que yo la gocé muchísimo. Me divertí de lo lindo. (V): Me alegra que así haya sido. (F): Oye, y luego viene La simetría de los árboles. (V): Mi segunda novela. (F): Y con ella ganas el Premio Nacional de Novela Negra “Otra vuelta de tuerca”. (V): ¡Cómo ves! Y dime ¿lo pudiste acabar? (F): No le he terminado, pero se me hizo un libro mucho más intenso, que va mucho más profundo que Cuerpos en renta. (V): Fíjate que salió una crítica en El Economista y lo catalogaba como un thriller psicológico. Yo creo que sí, lejos de la primera que era como mucho humor negro, ésta es como meterte en la cabeza de los personajes. (F): Y esto lo hace más interesante de leer, pero más difícil. Hay que estarla analizando. (V): Es una novela que, según yo ‒aunque no ha sucedido contigo‒, la había escrito para que no la pudieras soltar. Que en cada capítulo se quedara en suspenso para que siguieras. De hecho tuve el comentario en


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facebook de una persona que me dijo que la había leído en veinticuatro horas. (F): ¡No me digas! (V): ¿Sabes qué? Es una novela muy emocional. Es una novela que tiene muchas cosas autobiográficas. (F): Reflejas muchas cuestiones personales. (V): En la primera novela me divertí muchísimo y era como este ejercicio de hobby. Empecé a escribir como jugando. Ya había tenido un primer intento, pero me había quedado a la mitad por falta de disciplina. Pero con Cuerpos en renta ya tenía la disciplina del periódico. Además era un tema, como diría mi madre:‘jalado de los pelos’. (F): Sí, la verdad, desde el tema de que al personaje principal lo tienen que contratar para el papel de muerto, pero tienen que esperar que se muera. Es un juego interesantísimo. Divertidísimo. (V): Y ésta de Simetría de los árboles ya tiene como más trabajo literario. Si bien lo que más me encanta es investigar y en la primera investigué muchísimo. (F): Hasta te metías a las funerarias ¿no es cierto? (V): Y ésta tiene como mucha parte histórica. De hecho era una novela que tenía dos partes: una que ocurría en Madrid y la otra en México: un capítulo allá y otro acá. Y de pronto me dí cuenta que no estaba funcionando la parte de Madrid. La estaba metiendo muy a la fuerza. Y tuve que reescribir todo el libro. Pero además era otro tema: el de los niños en España que durante el franquismo y hasta casi los noventas, se los


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robaban en los hospitales. A las mamás les llegaban con el cuento de que se había muerto su hijo. Y hasta tenían un feto congelado para mostrárselos. Pero me dí cuenta de que en realidad eran dos novelas. Entonces la partí y me quedé sólo con la parte mexicana, la otra está en el tintero. Entonces me doy cuenta de que empiezo a tocar el tema de lo que era mi vida, que nunca creí que así sería. (F): Eso es. (V): Mi papá era maniacodepresivo, era bipolar. Entonces de repente me doy cuenta que estoy tocando ese tema. (F): Temas muy personales y que se ve que te llegan. (V): Eran temas delicados, muy personales. Por eso la dedicatoria dice “a mis padres, porque conocieron la locura”. Mi mamá tiene doce años con Alzhaimer. Y yo le digo a mi marido, pobrecito de ti, espero que no te toque. (F): Que te voy a decir que todos los escritores tenemos algo de locura ¿no es cierto? (V): Bueno, si lo utilizas para escribir está padre. Yo digo: “Esa vocecita que oigo, es mi escritura”. O sea, no digo esquizofrénica, ni nada por el estilo. (F): Es mi musa. Vestida de blanco, con bata de doctor, pero es mi musa. (risas) (V): Oye, y lo fantástico es que la metes al Premio Nacional de Novela Negra, y ganas. (V): Fíjate que fue muy curioso. Mandé esta novela a Alfaguara, cuando todavía no la compraba Random


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House, que era Santillana. Y entonces la mando. Me escriben y comienzo a trabajar con ellos. Pero en el inter, Random compra Alfaguara y cambian todas las políticas. O sea, Alfaguara iba a ser un sello donde iban a entrar solamente escritores premiados o muy famosos. (F): Y te dejan fuera. (V): Pues sí. Yo ya me había emocionado. Había dicho: ¡esto está de poca madre! (F): Pero no sabían que ibas a ganar el Premio. (V): Entonces recojo mi novela, la meto en mi chamarrita, bajo el brazo y me regreso. Y entonces justo comienzan a suceder cosas en mi vida. Mi mamá con Alzheimer, le quitan el medicamento y deja de comer. Se le olvida comer. Y el doctor nos dice que tenemos que decidir si la dejamos sin comer o le ponemos una sonda gástrica. Entonces era una decisión super difícil. Y casualmente hablaba de varios temas que en el libro estaban tocados. No a profundidad, pero sí relacionados. Por ejemplo, del suicidio asistido y la eutanasia, que en esos momentos te hacen ruido en la cabeza, porque no es una vida con calidad. (F): Ni para el paciente, ni para la familia. (V): Yo me he lavado el cerebro diciendo que mi mamá está enferma porque tenemos que darle de comer a las enfermeras. Y que si no fuera por mi mamá no tendrían trabajo. (F): Si no, te vuelves loca. (V): Entonces justo empiezan estos temas a dar vuelta


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en la cabeza y también me mandan mi novela de Random y me dicen: “Gracias por participar”. (F): Sólo faltaba un perrito que te hiciera pipí. (V): Estaba como Laura, la de la canción, al borde del suicidio. Aléjenme las galletas de animalitos. (F): Porque me corto las venas. (risas) (V): Y entonces uno de mis tíos me escribe y me manda la convocatoria del premio. Muy chistoso, porque él no sabía que yo tenía una novela terminada. Entonces me fui de vacaciones y la verdad es que me pasé una Navidad pésima por lo de mi mamá y por lo del libro. (F): Ya me imagino. (V): ¡No! Es que eso de los libros que te digan que no, es horrible. Es peor que te digan que tu libro está feo, a que lleguen y te digan que tu hijo que acaba de nacer está muy feo. (F): O sea... (V): Pues que en el hijo no tuviste nada que ver: ¡la neta! (F): Pues sí, si está feo o no es cosa de la naturaleza. (V): Pero en el libro no, ahí sí es tu trabajo. (F): ¿Y luego? (V): Pues ya, me voy de vacaciones. Y la convocatoria se cerraba tal día. Y yo regreso y estaba con la incertidumbre: ¿lo mando o no lo mando? Total, que el mero día, el meritito día que cerraba la convocatoria, me levanté y dije: “A ver ¿qué pierdo?”. Pues


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las copias. Porque necesitabas presentar tres copias fotostáticas del manuscrito. (F): Y era aquí mismo. (V): Así es, ni siquiera tenía que pagar mensajería. Pero típico que a última hora todo. Tenía que hacer la plica con mis datos, con el seudónimo y el pasaporte y no sé qué. Y tenía que tener seudónimo la novela y seudónimo yo. Y dije: “Voy a cambiarle el nombre a la novela”. (F): ¿Cómo se llamaba? (V): Se llamaba La sombra de tu voz. Y en ese instante dije: “Necesito cambiarle el nombre a este libro”. Así como para quitarle las malas vibras. Como un rebautizo. Y hay una partecita en donde habla de la simetría de los árboles. Y es una parte que me gusta mucho. Así se va a llamar. Y llegué al cuarto para las tres, que se cerraba la convocatoria. Porque ya sabrás, la cola en la copiadora y luego no había lugar en el estacionamiento. Llegué rayando y empapada en sudor. (F): Y luego ¿cómo te enteraste? (V): Pues no es que se me hubiera olvidado, pero no lo tenía muy presente. Y un día antes de que me hablaran, presentamos el libro de Laura Martínez Belli en el CEART y Javier García me dice: “Oye, necesito que platiques con Cissi Montilla”. Y al día siguiente me habla Cissi y yo pensé que me hablaba por lo de Javier. Y yo le dije: “Ah! Sí, ya me había dicho Javier que me ibas a hablar”. Y ella ha de haber pensado: “Esta vieja está loca”. (F): Y resulta que era para lo del premio.


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(V): Sí, me dice: “Es que ganaste el concurso de novela negra”. (F): Qué fantástico. Oye, Vero y ya para finalizar esta entrevista, te quiero preguntar: ¿qué sigue para delante después de La simetría de los árboles? (V): Tengo una novela terminada que anda en busca de casa editorial y otra en proceso de escritura. La que estoy escribiendo. Ahora sí es novela negra, negra. (F): O sea, de esas que salpican sangre por todos lados. (V): Más o menos. No tanto, pero para mí ‒que ya te dije que escribo negro light o medio gris‒, pues ésta sí es muy negra. (F): Muchas gracias por esta entrevista. (V): Muchas gracias a ti.


Vicente López Velarde Fernando Pérez Valdez (F): Muchas gracias por acompañarnos en esta entrevista, Vicente. Vicente López Velarde (V): Fernando, siempre un gusto estar contigo, saber de ti, y por supuesto felicidades por este gran proyecto. (F): Vicente, yo creo que habría muchos aspectos que platicar de tu carrera como músico, como compositor, como maestro, como catedrático, en fin, pero si te parece bien, el día de hoy vamos centrarnos en la parte literaria, en el aspecto literario. Cuéntanos ¿cómo es que nace en Vicente ese gusto, esa inquietud por la literatura? (F): Fíjate, Fernando, que ya desde los tiempos universitarios, de mi vida académica que es casi toda ‒ actualmente estoy jubilado‒, pero en la vida académica estuve realizando una serie de investigaciones y varias de ellas se publicaron en libros. Por lo tanto ahí hay un poco de experiencia, aunque es un poco estricta, por los modelos de los departamentos de investigación. Pero saqué alrededor de cuatro o cinco libros relacionados con las publicaciones, el concepto literario, la investigación. Pero como te digo, sujetos a los marcos teóricos y a las referencias APA y a todas esas cosas que tiene la investigación, que son maravillosas, pero también muy estrictas. Pero al mismo tiempo ya venía yo trabajando en escribir canciones, en escribir poesía, prosa libre y por lo tanto, esto ya viene desde veinte o veinticinco años. Ya que tuve la

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oportunidad de tener un poco de tiempo para dedicarme a escribir ‒porque me di cuenta de lo que todo escritor padece, y que ya me lo habían contado varios escritores amigos míos‒, que escribir es de tiempo completo. Y bueno, quién mejor que tú lo sabes. Escribir es de tiempo completo y ahora estoy dedicado completamente a escribir. Todo el día me planteo, soy muy disciplinado en ello y por lo tanto, he tenido la oportunidad de ya publicar una novela, ya terminé otras dos novelas, acabo de publicar el nuevo libro que se llama i-corpus e corpus ‒ahorita vamos a platicar un poco de él‒ y estoy metido en talleres de creación literaria y estoy escribiendo dos libros de poesía. En eso estamos. (F): Justamente tu novela, la publicas hace dos años (2016) ¿verdad? Cuéntanos ¿cómo fue la creación de esta novela? (V): Fíjate que la novela en sí es un primer ejercicio. La novela, como tú sabes, se llama Él y parafrasea un poco la vida de Jesús, en este caso, la vida de Cristo, del hijo de Dios y juega un poco con ello de manera irónica, respetada, pero irónica. Tiene una parte divertida, de aventuras. Entonces es una primera novela que yo la considero un ejercicio. Le gustó a Fontamara, decidió publicarla en su sección Cisne y por lo tanto, ahí anda rodando esa novela. Ahorita terminé una novela que se llama La Poetisa, que es una novela ya más en forma, ya más revisada, más cuestionada, muy interesante; es una chica que no puede de ninguna manera comunicarse más que poéticamente. Entonces tiene un problema porque es complicado para ella poderse comunicar de una forma podríamos


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decir más cotidiana, más normal… Esperemos que en unos meses ya podamos publicarla. (F): Y tienes otra… (V): Hay otra novela que estoy a punto de terminar que se llama… todavía no tiene nombre muy preciso, porque primeramente le iba a poner Los secretos de los libros, pero me pareció demasiado obvio. Entonces lo más seguro es que se llame El libro de los adendum, porque trata justamente de una señora que se queda viuda, descubre la biblioteca de su marido y empieza a encontrar en cada libro hojas sueltas escritas por él, donde él intenta de alguna manera, a través de la poesía, decir qué le falta al libro. Pero lo más interesante de la novela es que todos los libros existen de verdad, tienen editorial y los puedes encontrar en cualquier lado. Entonces está divertida, está romántica, tiene una dosis de soledad impresionante, por la señora; y bueno la novela ahí va caminando y esa es la tercera novela. (F): ¿Y qué tanto de Vicente hay en esas novelas? (V): Muchos de los que leyeron Él piensan que es un poco autobiográfica, y no. Siempre he intentado crear mis personajes muy alternos. Por eso en Él están Noe Pinotaje, Sofía de la Luna y Soledad Abril, que no llegan a ser totalmente seudónimos, sino son personajes creados para que tengan una vida propia y que no caiga yo en lo autobiográfico porque si no me perdería y bueno aquello sería desastroso. Pero sí he intentado de alguna manera que tengan vida propia y que poco se mezclen con las experiencias personales, porque no sabría cómo manejar eso.


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(F): Aunque de alguna manera los personajes siempre conviven con uno, siempre están acompañándote a lo largo del día ¿no es cierto? (V): Sí, por supuesto, a veces esta especie como de seudónimos te rebasa y te conviertes un poco en ventrílocuo de ellos, entonces tienes que tener ese cuidado, pero darles también su lugar para que no se metan en tu vida privada, sino que creen un mundo alterno, fantástico, donde puedan hacer lo que gusten. (F): Ese es el aspecto, vamos a decir, de novela. Pero también has incursionado en la poesía. (V): Sí, he estado trabajando en la poesía. La poesía es complicada, muy complicada, porque yo la considero una construcción mental, una construcción del conocimiento. Siempre creemos que la poesía ‒o a veces la música‒, llega a través de las musas o llega a través de un detonante: estás con los amigos, unas bebidas y de repente surge toda esa especie como de inspiración, que nace de la nada, o qué sé yo, o del instinto. Hay que tener mucho cuidado con el instinto; el instinto es peligroso porque te pierdes y no encuentras una estructura. La literatura me ha enseñado que no puedes escribir como hablas, sino tienes que escribir para quien lee. Entonces ante ello, he trabajado mucho en la poesía. Me ha causado dolores de cabeza, me ha hecho enojar o me pone a veces de malas, porque son construcciones del conocimiento y mapas metales claves, trabajar endecasílabos, trabajar el soneto, es sumamente complicado. Pero lo que me ha llamado mucho la atención es que frenan el instinto y lo convierten en un trabajo de letras; eso es


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lo que me ha gustado mucho. Aunque también le he dado opción a que el instinto de vez en cuando salga, pero después matizarlo. (F): Un poco de disciplina ¿no? es lo que se impone. Oye, pero en tu caso lo interesante es que, por ejemplo en Sinestésica evasión puedes combinar tus pasiones que son la música con la poesía ¿no es cierto? (V): Sí, yo siempre he creído que la música es poesía, y que la poesía es música, porque ambas poseen una condición del ritmo, una por la métrica y otra por el ritmo estricto. Entonces ante ello, creo que van muy de la mano; ya a estas alturas me parece inconcebible la música lejana de la poesía y la poesía lejana de la música. (F): Vamos a platicar de tu más reciente libro: e-corpus i-corpus. (V): Es una investigación que viene ya de un año atrás, el libro se llama e-corpus i corpus, y tiene que ver con estos prefijos: ‘e’ que es como el ‘e-book’, que no tiene otra connotación más que es electrónico, e-book: libro electrónico; e ‘i’, que viene de ‘ipad’, que no es otra cosa más que internet. El ‘ipad’ es un dispositivo que tiene la capacidad de conectarse a internet. Y entonces yo venía trabajando una investigación desde que estaba en el ambiente académico, relacionada con el cuerpo, la tecnología y el arte. Y por lo tanto, el libro de e-corpus i corpus, no es otra cosa más que el cuerpo electrónico, el cuerpo internet. Y tiene mucho que ver con los artistas del cuerpo, que se viene trabajando desde la década de los setentas, pero que se está haciendo en el siglo XXI: cómo


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interviene la tecnología y cómo la tecnología se pone del lado del arte para fusionar lo que podemos considerar como e-corpus i corpus. Ahí se trata también las adicciones a los dispositivos, las adicciones a lo virtual, a los personajes virtuales, pero también cómo debemos entender el tiempo real. (F): Es decir… (V): Ese tiempo real que, podríamos decir, pronostica una pertinencia ¿por qué?, porque ahí trato un poco en el libro este slogan que nos ha pesado muchísimo, porque los seres humanos cargamos con una era nostálgica y una era melancólica de que “todo tiempo pasado fue mejor”. Y ese tiempo pasado fue mejor es el que no permite que el tiempo real, el presente y la posibilidad del futuro tenga una pertinencia. Por lo tanto, ahí se trabaja el “todo tiempo pasado fue mejor. Sí, pero sin tecnología”, ¿para qué?, para que la tecnología ponga el plus al tiempo real y ponga el plus de una posibilidad de pronóstico. (F): Y bien utilizada la tecnología puede potenciar el arte ¿no? Realmente nos damos cuenta de que tenemos un gran abanico de posibilidades que se pueden aprovechar para el arte. (V): Claro. El arte que no utiliza o que no pone de su lado la tecnología es un arte que sufre todavía esa melancolía, esa posibilidad de lo análogo, del “hágalo usted mismo”, de la feria de antigüedades, del precio de la historia; que de repente vemos y queremos todo solucionarlo de manera mucho más análoga. Pero la tecnología es una herramienta maravillosa y el artista y, por supuesto, el arte, lo tiene que poner de su


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lado. En todas las ramificaciones, la misma literatura. Ahora estoy haciendo una serie de poemas que tienen que ver con la virtualidad y que sólo por medio de la virtualidad funcionan, si no, no funcionan. Entonces hay que utilizar la tecnología, no tenerle miedo. (F): Interesante. (V): Hay un proyecto de iniciativa de ley que se está trabajando tanto en España como en Argentina, relacionado en considerar a los co-dependientes de la tecnología como minusválidos de la tecnología. Imagínate, nosotros sabemos que esa palabra, que se ha peleado mucho, que se ha marginado mucho, en capacidades especiales, en la minusvalidad, etcétera, trae como consecuencia que el co-dependiente de la tecnología, en efecto se convierte, yo no le llamo minusválido, ahí hago a un lado la palabra minusválido, para considerarlo como más relacionado con diverso de la tecnología. Y por lo tanto se vuelve co-dependiente de su dispositivo. ¿Qué es lo que se hace cuando alguien es co-dependiente un dispositivo y de la tecnología? Pues obviamente se le ataca. Se le dice: “Oye, estamos aquí, en una reunión familiar, apaga tu celular, te quito el internet, te quito esto”. Es como una especie de bullying. Entonces el co-dependiente de la tecnología dice: “Oye, no me puedes hacer esto. ¿Por qué?, porque yo dependo de mí tecnología, y soy co-dependiente de mi dispositivo. Si tú me lo quitas, me anulas completamente”. Eso es entender el tiempo real y no decir te anulo, te lo quito porque pierdes tu lado humano, cuando realmente el ser humano, desde su aparición, está en una constante deshumanización. Todos los utensi-


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lios, accesorios que han surgido desde el hombre de Neanderthal y del Cromagnon, están relacionados con la deshumanización. Por lo tanto, la tecnología por supuesto que deshumaniza, pero es que vivimos en un entorno deshumanizante, y que tenemos que entender como la capacidad de tiempo real. (F): Otra visión. (V): Ahí se habla de cómo se protege un co-dependiente de la tecnología para no ser atacado, para que no le hagan bulliyng y para que él tenga su pertinencia de decir: “A cualquier lugar que llegue y no haya Wifi, puedo demandar mis derechos, ¿por qué?, porque yo lo necesito, porque soy un co-dependiente; por lo tanto, un diverso de la tecnología”. Entonces el libro es muy interesante porque se vuelve un: ¡Cómo es posible!, pero al mismo tiempo es la protección que están buscando los que viven detrás del chat, los que crean un avatar, un mundo alterno, un mundo espejo, virtual, y que prefieren comunicarse con el mundo exterior de esa manera a tener un contacto humano. (F): Otro de los peligros que hemos visto es que la facilidad que da la tecnología para acercarse a ciertos medios provoca que a lo mejor alguien, con un celular y una cámara, pues ya sienta que es reportero o ya sienta que es cineasta o ya sienta que hace radio, en fin. O sea, que esa facilidad de acceso a los medios también provoca que a lo mejor la gente piense que ya no es necesario estudiar, que ya no es necesario prepararse, que ya no es necesario tener los conocimientos, sino simplemente con tener un celular ya puedo hasta hacer música con un celular…


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(V): Fíjate que a eso yo lo llamo, ‒y viene también explicado un poco en el libro anterior, que es Touch-cultura y Visualmiento‒, también lo atiendo en esta nueva publicación, es lo que yo le llamo: del ritual al tutorial; y lo pongo en el arte, pero realmente funciona. Del ritual al tutorial. Obviamente… ¿qué es lo que hace un tutorial?, un tutorial simplifica completamente todo para que en un entorno superficial ‒con dosis de banalidad‒, pueda funcionar en determinado momento esa información mínima, ese contenido mínimo. ¿Qué es lo que pasa con la anterior formación? La anterior formación es el ritual, tu sabes que un pintor que tiene que hacer su trabajo, su arte, tiene su ritual, estudia, se prepara, se forma, atiende, son muchos años, etcétera. Hay una especie como de iniciación y posteriormente de madurez y de desarrollo. Actualmente tú dices: “Quiero pintar acuarela: bajo un tutorial”. ¿Quieres componer canciones?: baja un tutorial. ¿Quieres ser un periodista?: baja un tutorial. Por eso yo le llamo del ritual al tutorial. ¿Qué es lo que se ha perdido? Se ha perdido el ritual para convertirlo en algo mucho más efímero, mucho más mediático, porque así es nuestro entorno. Nuestro entorno es de hiper-resumen. (F): Lo inmediato. (V): Y ha pasado, te dicen: “Oye, tienes que leer todos los Diálogos de Platón”. Y entonces buscas la película o el resumen, lo bajo y listo. Y busco un resumen de dos o tres palabras, y con eso tienes una comunicación. Es que lo importante es que haya una comunicación. ¿Qué ha pasado con las redes? Ahí


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lo comento en el libro. Las redes sociales las hemos hecho un caos. ¿Por qué?, porque hemos creado una incertidumbre total, basado en que hay una participación mucho más grande: todo mundo tiene derecho a participar en una red social con cualquier dispositivo. El problema es que se ha perdido la profundidad y el sustento, la sustentabilidad se ha perdido y por lo tanto se ha desacreditado. (F): Vicente, este libro también es publicado por Fontamara. (V): Sí, este libro ya salió de manera independiente. Es decir, ya no es por parte de la Universidad (UAQ). Lo saqué yo directamente con Fontamara. Se puede decir que quedó un logotipo que se llama Universo Sonoro, que es mi programa de radio, entonces son Producciones Universo Sonoro y Fontamara. Yo le envié a Fontamara, tardó un poco en resolverme, porque hay una terminología a veces un poco compleja ahí, pero creo que lo mandaron a la UNAM, lo atendieron, y dijeron: “¿Sabes qué?, nos interesa, vamos a publicarlo”. Y listo, el libro salió en noviembre del año pasado (2017). A mí me urgía, porque escribir sobre tecnología es inmediato porque si no, te gana. Escribir sobre la tecnología tiene un pequeño problema: no caer en la ciencia-ficción, primero; y segundo: que tus pronósticos son inmediatos, por lo tanto, si escribes sobre tecnología lo tienes que publicar inmediatamente porque en un año te gana. (F): Así es. (V): La publicación del libro se retrasó por el sismo en la Ciudad de México, porque algunas instalacio-


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nes de Fontamara y también del derecho de autor sufrieron daños. Por lo tanto, se tardó, pero a finales de noviembre me llega el libro y principios de diciembre lo presentamos en el Museo de Arte. Ahí lo presentamos con un nutrido público que agradezco mucho la presencia de todos ellos, y ahí expliqué un poco los conceptos de hardware skin, por ejemplo, que tiene mucho que ver con lo que se está utilizando a nivel de piel. Es decir, para que en tu piel puedas tener una piel sintética, que se adhiere a tu piel, a tu brazo, y que recibe bluetooth. Por supuesto puedes traer tu pantalla ahí para poder tener tu contacto con internet, por eso se llama e-corpus i corpus. Los trabajos que han hecho algunos neurólogos en relación con neuronas artificiales combinadas con neuronas, podríamos decir, del ser humano, lo que se conoce como inteligencia artificial. Todo lo relacionado con ello. (F): Muy interesante. (V): Y también algunas cosas que han tratado sicólogos como es el caso del ‘síndrome fantasma’, que de repente sientes que te vibra tu celular y dices: “El celular lo dejé en la casa y me está vibrando”. Eso se llama ‘síndrome fantasma’ y está siendo tratado por sicólogos en todo el mundo, la sensación fantasma. (F): Oye, qué bueno que me lo dices porque a mí me sucede, pero me daba pena decirlo. Pensé: “Si lo platico van a pensar que estoy loco”. Cómo es que sientes el celular, pero te lo juro que sí, o sea, yo siento de repente que me está sonando… (V): Sí, eso también lo toco ahí, en e-corpus i corpus, el ‘síndrome fantasma’. Y una cosa interesante que


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tiene el libro, que da para más, pero una cosa interesante es que hay una serie de médicos, neurólogos, que estudian lo que viene a ser el movimiento ocular. Hay un movimiento ocular cuando se está dormido. Cuando uno duerme los ojos se mueven. Y resulta ser que ese movimiento ocular cuando uno está dormido o está en el sueño profundo es igual al movimiento ocular que se presenta cuando vemos en antifaz de 360 grados, de accesorio virtual. Entonces ¿por qué es tan adictiva la virtualidad? Porque tiene el mismo movimiento ocular que en el sueño, en 360 grados. Por lo tanto, ahí trabajé yo con algunos neurólogos y llegamos un poco a esa conclusión. Todavía está por hacer un trabajo de más investigación mucho más profunda, pero es interesante esa parte del movimiento ocular. (F): Qué interesante. (V): Y también que cuando tú ves tu dispositivo, cuando tú ves tú celular, realmente ves con un solo ojo, aunque creas que ves con los dos. Por eso, ahí manejo un término llamado ‘monóculo smart’ o ‘smart monóculo’, porque tu mente se pone en una condición vouyerista inconscientemente. Entonces estás viendo tu celular, tu ipad, ante todo el celular, y realmente lo único que haces es ver con un ojo. Es vouyerista, es como si estuvieras viendo a través de la mirilla, a través de una cerradura y por lo tanto, ese vouyerismo es instintivo, es nuestro primigenio, es como ‘el gran hermano’, el big brother de la intimidad. Por lo tanto, ahí viene porqué es tan adictivo el dispositivo y la virtualidad.


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(F): Interesante, en verdad. (V): Es un libro que no es complicado de leer, es un libro muy ameno, pero es un libro que da para mucha investigación, que uno puede estar ahí años y años investigando, pero aparte es muy divertido. (F): Pues seguramente se leerá con mucho interés. (V): Muchas gracias. (F): Muchas gracias a ti, Vicente, por esta deliciosa charla.


Yolanda Rubioceja Fernando Pérez (F): Es un gusto tenerte en esta entrevista, Yolanda. Y la verdad es que para mí es muy difícil saber por dónde empezar, porque realmente has tenido tantas actividades tan diversas, que parecería que has abarcado todo en la vida, qué estás buscando, qué es lo que te falta hacer y justamente eso es a lo que te dedicas. Yolanda Rubioceja (Y): Sí. Bueno, yo lo llamaría indecisión, inquietud. Creo que uno es muy joven cuando decide estudiar una carrera, siempre lo he pensado. Y ahora que tengo una hija pienso que cuando le toque el tiempo le voy a dar un año sabático para que haga el proyecto que se le pegue la gana y sepa decidir bien. Porque me gusta la carrera que tomé, aunque en realidad salí queriendo buscar otras cosas. (F): A ver, vamos a empezar, estudiaste Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana. (Y): Sí (F): ¿Cuando todavía estaban en Taxqueña? (Y): No, en Santa Fe. Fue muy chistoso porque uno tiene que decidir ‒antes de salir de la prepa e irse de vacaciones‒, a qué se va a dedicar toda la vida. Y eso es mucha presión. Entonces cuando iba a hacer el examen de admisión, que yo iba muy convencida, según yo de Diseño Industrial, a uno le dan tres opciones por si no pasa uno, pues no van a perder el dinero y no van a dejar de cobrarle a uno. Entonces te van a meter a una o a otra carrera. De modo que uno po382


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nía tres opciones y yo puse Diseño Industrial, luego Arquitectura y luego Ingeniería Química. No tenían nada que ver, no sabía qué era lo que quería, pero ya iba yo con la idea de Diseño Industrial. Entonces la puse y sé que mucha gente se echa ese volado y dice: “Bueno, voy a poner tres cosas, a ver a cuál entro”. (F): Pero ¿era tu primera opción? (Y): Sí. Pero pasé en la primera y ahí me quedé y me quedé todo el tiempo. (F): Terminaste la carrera ¿no? (Y): Sí. Saliendo ‒según yo‒, quería ser actriz, pero estaba mal de la espalda, entonces no me aceptaban porque tenía que hacer cosas como maromas y no sé qué más. Me puse a buscar por todos lados y estuve unos buenos años estudiando de todo. Además, creo que me gusta más estudiar que trabajar. (F): Oye, entonces terminas la carrera de Diseño Industrial en la Ibero y después estudias varios diplomados. (Y): Sí, pues ahí en mi búsqueda, la verdad es que me gustaba hacer muchas cosas, pero esa presión de que te vas a dedicar a algo toda la vida pues no, no me sienta muy bien. Entonces a mí me gustaba mucho dibujar y pintar y pues los talleres de dibujo y pintura me gustaban, entonces me metí a hacer desnudo en figura humana. (F): En San Carlos. (Y): Primero fue en los talleres de Coyoacán y como que cada vez sentía que me había estancado y entonces me metí a San Carlos, otros dos años.


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(F): Preciosa Academia, la de San Carlos. (Y): Sí. Ahí dibujando en el patio gente desnuda, era divertido porque nos regañaban mucho. (F): ¿Por qué? (Y): Por meter gente ahí, o sea, se veía de la calle y eso les parecía malo. (F): Así que entonces te dedicaste un poco a la cuestión del dibujo de la figura humana. (Y): Sí, bueno, me metí con el que todavía era mi novio y ahora es mi esposo, ingresamos a San Carlos y aprovechamos que habíamos salido los dos de Diseño Industrial también para apuntarnos para montar exposiciones. Entonces nos sentíamos todos unos artistas, pero no duramos mucho tiempo ahí. Bueno, mi esposo como que pinta mejor que yo, la verdad. Yo lo que quería era ser buena en algo, eso me gustaba muchísimo, pero sentí que no iba a ser la artista del año, y estaba yo con esas ondas en ese tiempo, entonces dije: “Esto está muy bonito, ya lo terminé, pero pues ya, a buscar otra cosa” (F): ¿Y de ahí? (Y): De ahí me metí a estudiar Diseño Escenográfico en la UNAM, en la Facultad de Arquitectura, pero ese papel no lo tengo… casi ninguno, pues no recojo los papeles. Justo antes cuando íbamos a poner la escenografía, que además escogieron la mía… (F): ¿De qué obra fue? (Y): Era de… ¿de qué obra era? Ni me acuerdo. Pero a ese maestro sólo le gustaban las obras de Usigli,


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pero no me acuerdo. De alguna obra. Ahorita me acuerdo. Yo creo que al final de la entrevista voy a gritar: “¡Ah!” Ya me acordé del nombre de la obra”. (F): (Risas) (Y): El caso es que iban a poner mi escenografía, pero entré a trabajar, cosa maldita porque ni me gustó el trabajo y me perdí la escenografía y también hacerla porque las íbamos a hacer con nuestras manos e iba a ser muy divertido. Ni siquiera tuve tiempo nunca de ir a ver cómo quedó. (F): ¡Qué barbaridad! ¿Ni fotos? (Y): No, nada. Soy lo peor, pero bueno. Tampoco fue lo mío la escenografía. (F): Ahí estaba un poco ligado con tu inquietud de actriz. (Y): Sí, la verdad es que creo que siempre me ha gustado, de hecho, entré a SOGEM porque quería escribir teatro. Siempre me ha encantado el teatro y desde chiquita cuando me llevaban al teatro yo casi lloraba. (F): ¿Y has hecho teatro? (Y): Escribí una obra que pusieron por ahí, un grupo experimental en una casa de cultura. (F): Pero ¿tú no has actuado? (Y): No, es que ¿sabes qué? No sé por qué quería ser actriz porque tengo pavor escénico, entonces no sé en qué estaba yo pensando. (F): Así que, entonces estudias el diplomado en escenografía.


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(Y): Sí, en escenografía. Pero tampoco… (F): Tampoco ahí era. (Y): Pero sí me divertía mucho porque antes de nosotros ensayaban las obras de teatro y eso me gustaba más. Llegaba antes a ver los ensayos. (F): A ver cómo eran. (Y): Sí, y me divertía más que las clases, y dije: “Bueno, ya acabo”. Porque hasta eso, siempre acabo lo que empiezo. (F): ¿Y después de la escenografía? (Y): Estuve trabajando en lugares horribles. De hecho, escribí mi primer cuento ‒que yo no sabía que iba a ser escritora‒, pero escribí. Una vez quería yo renunciar y me salió un cuento. No lo presenté como renuncia, pero dije: “Mira, éste como que me gustó”. Entré a una agencia de publicidad en diseño gráfico y luego entré a una editorial. (F): El estrés es horrible ¿no? Siempre estás sobre el tiempo y la presión. (Y): Además de que era diseño gráfico y yo estudié diseño industrial y entonces no me encantó la carrera, pero sí quería trabajar de eso y no de diseño gráfico. Entonces hice diseño gráfico y de ese lugar me salí. Luego entré a la editorial del Instituto de Investigación de la UNITEC, pero ya como ilustradora, porque es lo que había estado haciendo mucho tiempo: diseño e ilustración. Ahí había editores y había escritores. Estaba Héctor Carreto, que es un poeta que me encanta, que no era mi jefe sino mi compañero de banca, se


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sentaba al lado mío y me recitaba. De repente se le ocurrían cosas y se burlaba de toda la gente con sus poemas y me parecía divertidísimo. En realidad, eran puros escritores los que estaban de editores y todos sacaban sus libros y nos leían y a mí eso se me hizo interesante. Entonces ya no quería yo ilustrar, quería hacer edición y corrección y dije: “Aquí, a lo mejor aquí”: Y uno de ellos estudiaba en la SOGEM y me dijo: “Entra, si te gusta, pues entra”. Es muy difícil entrar, se hacen los muy sangrones. Fui e hice el examen, entré y ya, me encontré con pura gente como yo que le gustaba leer y estaba muy loca y no era como la gente común que a mí me parecía aburridísima de los trabajos, menos el último en donde había puros escritores. Y dije: “De aquí soy, no sé si voy a ser buena escritora, pero me encantó la gente, éste es mi grupo de gente”. Y ahí me quedé los dos años que dura el diplomado (F): ¿Lo terminaste? (Y): Sí, también. De ese sí tengo el papel porque mis papás me obligaron a recogerlo. (F): ¿Y qué tal fue la experiencia en SOGEM?, ¿qué maestros tuviste? (Y): Pues, de los más memorables: Hugo Argüelles en teatro, Verónica Murguía, que es excelente en literatura infantil y juvenil. Ella nos daba literatura infantil, ¿quién más? Eduardo Casar, que es poeta pero nos daba cuento, supongo que también hace cuentos pero lo conozco más de poeta. Bueno y unos que mejor no menciono porque no me traen buenos recuerdos. Sobre todo yo creo que ellos, Juan Miguel de


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Mora que era un personajazo, yo creo que tuvimos buenos maestros. Más bien, no todos eran muy buenos maestros, pero todos eran muy buenos escritores. Pero los que te digo eran muy buenos maestros, todos los demás eran muy buenos escritores. No tan buenos maestros pero se les aprende igual porque uno les rasca y puede sacar algo, aunque hay quien no quiere enseñar pero esa es otra cosa. (F): Oye, y entonces terminas en SOGEM ¿y luego? (Y): Bueno, yo además de todo abrí una tienda, tengo una tienda de juguetes educativos. Entonces me dediqué a que la tienda funcionara, porque me estaba costando mucho trabajo por lo mismo llegar a un equilibrio. (F): ¿Tú misma diseñas los juguetes? (Y): Fíjate que justo la puse porque según yo iba a hacer. (F): Ibas a diseñar los juguetes. (Y): Pero cuando abrí la tienda, estuve como un año con la tienda, luego entré a SOGEM. En ese año hacía cositas pero como más artesanal, entré y ya no me dio tiempo de hacer. Que más que tiempo, yo creo que si hubiera querido lo hubiera hecho, como que me sentía más a gusto leyendo y escribiendo y se me iba el tiempo en eso y entonces compro los juguetes y los vendo. (F): ¿Todavía la tienes? (Y): Sí. Busco fabricantes mexicanos sobre todo. Y todo ese rollo y ahí está la tienda. Pero mientras yo


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atendía ‒porque yo atendía ahí‒, pues me dediqué a leer muchísimo y a escribir. Eso me sirvió así, porque no me iba muy bien en la tienda. (F): Aprovechabas entre un cliente y otro. (Y): Mientras estuve en SOGEM leí muchísimo, pero eso era un poco a fuerza y acá leía lo que yo quería y escribí también muchísimo. (F): ¿Y cuáles son tus lecturas favoritas? (Y): En esa época eran Gabriel García Márquez y Cortázar, Faulkner, pero los mismos que estaban ahí en SOGEM te van recomendando cosas. Y entonces siempre tengo un favorito, que deja de serlo hasta el siguiente libro. Ahorita estoy con Donoso, o sea, amé a Donoso y El obsceno pájaro de la noche me dejó extasiada. Y luego todo lo que he leído no me gustó tanto, entonces tengo siempre que superar la lectura anterior. Y me ha costado trabajo, pero estoy con él. Y antes, pues Clarice Lispector. Eso es más o menos lo que me gusta leer. (F): Y luego empiezas a escribir más formalmente. (Y): Pues sí. Nunca escribo formal porque yo no soy formal. Odio la solemnidad y la formalidad y todo eso me parece poco inteligente: la onda formal y solemne y todo eso. Escribir formal creo que nunca lo voy a hacer, pero escribir mucho, sí. (F): ¿A qué horas escribes? (Y): En la noche, leo en la noche y como de madrugada más o menos, es cuando me pongo a escribir. Duermo muy poco, pero aprovecho porque nadie me molesta.


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(F): Y luego viene el concurso del Instituto Mexiquense de Cultura, el Premio Biblioteca Mexiquense del Bicentenario y ahí mandas tus cuentos. (Y): Sí, ahí, tengo, bueno, tenía un buen amigo, que era escritor y acaba de fallecer. Iba mucho a visitarme a mi tienda, porque vivía por ahí y él fue el que casi que me obligó. Me dijo: “Ese libro de cuentos que me diste a leer, entrégamelo porque lo voy a engargolar y lo voy a mandar”. (F): Son cuarenta y tantos cuentos ¿no? (Y): Sí, son bastantes. Es que yo hago cuentos muy cortos y no todos son cuentos, pero todos los textos son muy cortos. Él fue realmente el que me animó a mandarlos. Bueno, él lo mandó. Básicamente lo mandó porque él sabía mucho de esas cosas y estaba muy metido en los eventos, y sabía que todavía no habían encontrado qué publicar, que iban a ampliar la fecha y me dijo: “Si no han encontrado, hay que aprovechar” (F): ¿El premio era la publicación de la obra? (Y): Sí, el premio era la publicación de mil ejemplares y al autor le daban cien como pago. (F): Y entonces seleccionan tu obra, tus cuentos y los publican. (Y): Sí, fue mi primer libro individual. (F): ¡Qué padre! ¿Qué sentiste? (Y): Es que es muy emocionante, pero da muchos nervios también, porque va a salir a la luz, todo mundo va a leerlo y te va a poder criticar. Pero sí me emocioné. La verdad es que es bien difícil a veces publicar


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por primera vez, digo, a veces porque hay quien tiene sus contactos pero para quien no. (F): Hay que estar tocando puertas y puertas. (Y): Me dio mucha emoción, porque me dijeron “Tú ten paciencia”. (F): O sea, de que saliste de SOGEM a… (Y): No de que salí, sino de que fue mi primer libro. Realmente me metí a ver si lo publicaban y yo nunca me había animado a hacer eso. De hecho nunca me animé, fue Sergio el que se animó, pero nunca pensé que a la primera me iban a publicar. (F): Así que ganas el Premio Bicentenario y se publica El mundo y otros productos desechables, tu antología de cuentos. ¿Y después? (Y): Se supone que iban a realizar otra edición de todos los libros que hicieron del Bicentenario, pero como siempre, se cambia de funcionario y los planes se cancelan. Firmado el contrato y todo, ya no hubo segunda edición y entonces nos regresaron a todos nuestros contratos y los rompimos. Yo me quedé con un mal sabor de boca, porque era mi primer libro y pensé: “Nadie lo va a leer”. Porque todos esos libros, casi todos, fueron a las bibliotecas estatales y entonces se acaban los mil. Yo dije: “Nadie va a las bibliotecas”. Me quedé realmente traumada. Y me propuse meter este libro en algún lado y lo metí en Ediciones B. Se supone que no publicaban cuentos, se supone que iba a ser una especie de prueba, que iban a apostar conmigo y todo el rollo. Y bueno, quedó el libro pero también como los cuentos míos son muy cortos y el


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libro era bastante delgado, ellos tienen un mínimo de hojas, y entonces hice más cuentos y aproveché para quitar unos que no me gustaron y ya, salió éste, que en parte es el primer libro que salió, pero con cuentos extras y textos extras que no son cuentos. (F): Editado por Ediciones B, que es El insólito mundo y otros seres imaginarios. ¿En qué año salió? (Y): En el 2012. (F): ¿Y luego de esto qué viene, Yolanda? (Y): Luego viene la mudanza a Querétaro. (F): ¿En qué año fue esto? (Y): Esto ya fue en, ¡no! entonces el libro lo publiqué antes, ¿sabes qué? Suelo tener muy mala memoria, soy la única escritora en el mundo con mala memoria. ¡Ah! No sí, en enero de 2012; me mudé a Querétaro hace como… ya ni me acordaba que este lo habían editado cuando yo ya estaba aquí (risas). Pero en fin, me mudé hace como unos tres o cuatro años y medio. Fue un poco duro porque yo tenía mi grupo de escritores amigos que nos juntábamos y acá pues me sentí muy sola mucho tiempo porque no son muy amistosos para recibir a los foráneos. Pero ya tengo mi grupo y estoy muy contenta porque yo necesito juntarme a leer y contar de libros, no sé, hacer cosas medio bohemias. Me encontré un grupo de escritores. Entré a estudiar con Roberto Cuevas. (F): ¿Tinta Creativa? (Y): No sé si él lo daba en Tinta Creativa, supongo que sí, pero lo daba en donde el gobierno lo dejara.


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(F): ¿Y qué tal tu experiencia con Roberto? (Y): Pues divertida. Entré un poco, la verdad, más por socializar con escritores que por tomar cursos, pero sí me llevé la sorpresa de que Roberto no deja pasar un solo error de tus textos. Es como ‘el policía de las letras’, me servía. (F): Eso es bueno. (Y): Me servía mucho porque le llevaba cosas que son para publicar y que yo no veía ciertos errores y había muchísimos. (F): Se encargaba de encontrarlos. (Y): Y conocer gente que le gustara escribir y salir a tomar una copa y no sé, a leer, a hacer ejercicios de escritura. Eso me urgía, lo logré gracias a Roberto. (F): ¿Y a quiénes conociste en esa época? (Y): Conviví con gente que no recuerdo cómo se llama, en realidad me quedé con una amistad de ahí, pero conecté con otras personas: Isabel, que ella es escritora y diseñadora. Entonces éramos afines, porque tenemos la onda del diseño y la onda de escribir. Y nos fuimos juntando ahí entre varias personas, la verdad es que mi grupo es muy pequeño pero es mi grupo de tres, ya con eso; y Jaime, que acaba de regresar de Barcelona. (F): ¿Y luego cómo inicias los talleres en Gloria Books? (Y): Ahí básicamente fue porque entre mis ocupaciones también distribuyo juguetes de mi tienda. Ella tiene una librería, ya sabes, con zona infantil y todo,


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y básicamente ‒según recuerdo‒, ella me dijo que si quería dar unos cursos y ya me puse a diseñar la onda de cómo se va a llamar y cómo va a ser y todo. Y ahí ya tengo algunos alumnos que van y vienen, pero la verdad es que me divierto mucho. (F): Y además está muy original el título del taller “Cuentos con patas”, “Gritos y escritos” y “Si no lo digo”. (Y): Sí, esos son los tres, el de “Cuentos con patas” es el de niños, “Gritos y escritos” para adolescentes y el otro para adultos. (F): Y también tienes un taller de elaboración de juguetes. (Y): Eso fue en el servicio social que hice en Zipolite, Oaxaca, cuando salí de la carrera ahí hice el servicio social y ahí fue cuando di el taller. (F): Qué chistoso, yo ubico a Zipolite más como una playa nudista. (Y): Sí, ya ves que se me da lo nudista. (risas) (F): Aprovechabas para hacer tus bosquejos también. (Y): Sí, y para pasearme por ahí. Pero sí, ahí estuve tres meses haciendo el servicio social. También aprendí muchísimo, porque eran niños discapacitados y que salían adelante como fuera, porque ahí no queda de otra, en Oaxaca, hay que darle, hay que trabajar. Hacer talleres era para ellos, que tienen que aprender un oficio y para que cuando ya se fueran a salir de ahí ‒que fueran mayores de edad ‒, por lo menos tuvieran este oficio para salir adelante, aunque no todos iban a


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hacer juguetes. Ellos estudiaban su prepa y algunos la universidad, van por su camino, pero siempre todo lo que les pudiera prestar, les ayudaba pero en realidad creo que nos ayudaron más ellos a nosotros. (F): Muchas veces sucede así, uno cree que da y no es cierto. (Y): Y además, hicimos un letrero y juegos que se llevó luego el huracán. Entonces, ya ahí se fue todo. (F): ¿Y también has hecho ilustración para libros, verdad? Libros de primaria en lengua indígena hñähñú. (Y): Sí, ese fue el primer trabajo de ilustración que tuve. Que también fue un poco chistoso, porque yo no tenía recibos de honorarios y entonces no sale mi nombre en los créditos, pero ahí están mis dibujos y lo puedo comprobar con los originales. Después entré a trabajar de ilustradora al Instituto de Investigación Educativa de la Unitec. Ahí estuve ilustrando libros de texto, ya en la computadora y todo el tiempo, desde que me metí a San Carlos, siempre me sale algo de ilustración. Me gusta mucho. (F): Combinas la ilustración con la literatura. Y también has escrito textos infantiles, ¿verdad? Una obra de teatro infantil. (Y):Sí, y voy a denunciar. Es que entré a un concurso, allá en el Helénico, pero nunca registré la obra y no gané. Y después vi por ahí una obra muy parecida. Pero entonces esa creo que ya no la puedo sacar, no estoy muy segura porque ya no es mía. Pero bueno, la fui a registrar después, no sé cómo funcione eso legalmente pero ahí está; y tengo dos libros de


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cuentos que se iban a editar y que son de los que me pidieron las traducciones, que ya está el contrato y ya hasta me pagaron y no entiendo por qué no sale. No hay dinero para hacerlos y pues a ver si salen algún día. (F): También has participado en antologías y revistas culturales. (Y): Sí, en donde puedo. (F): Las antologías, ¿cuáles son? (Y): Son Fantasiofrenía, antología del cuento dañado y Pragmatáfora: cosas, versos y prosas. (F): ¿Ahí participaste con varios textos? (Y): Con un cuento en cada una. Éramos exalumnos de la SOGEM, que queríamos sacar un libro y fue de lo primero que hicimos, bueno que hizo un compañero que se dedicó a editar los libros y luego mandé un cuento a la revista Castálidas del Instituto Mexiquense de Cultura y a Parteaguas. El de Castálidas era pro-toros. Yo aborrezco la fiesta de toros y era pro-toros. Y me pidieron un cuento de toros y básicamente hice uno anti-toros, pero sí lo publicaron. (F): Era contrapeso. (Y): Pues sí, yo creo que ni lo leyeron porque se me hace muy raro, porque ahí está mi cuento anti-taurino. (F): Y cuéntame ¿cómo está esto de la novela que estás escribiendo a cuatro manos? (Y): ¡Divertidísimo! Tengo una amiga que siempre me ha gustado mucho, también de SOGEM, se llama


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Emilia Negrete Philim, y ella escribe increíble, pero es un poco desordenada. Entonces siempre le he dicho: “Tú escribe y necesitas un editor que te ordene un poco las ideas”, pero sus ideas son maravillosas. Siempre quise hacer eso, pero luego un día me vino a visitar a Querétaro y sucedieron algunas cosas que nos dieron ideas para una novela y entonces yo dije: “Voy a aprovecharla”. Tenemos un tema, tenemos personajes y nos ponemos a escribir, tenemos un capítulo, yo se lo medio ordeno porque no tienes una idea de lo bien que escribe pero es desordenada. Así es la gente y yo, no es que sea muy ordenada, pero intento ordenar mis ideas. Ella hace lo mismo con lo mío ‒que pensaba yo que era muy ordenada pero ya me di cuenta de que no tanto‒ y entonces, como que con la obra de alguien más es más fácil ¿no? Yo corrijo lo suyo, ella corrige lo mío y así nos vamos por capítulos. Nos estamos divirtiendo mucho y espero que acabemos un día, porque por nosotras nos seguíamos. (F): ¿No es difícil el escribir a cuatro manos? (Y): Pues yo creo que sí es difícil, pero ella y yo tenemos una conexión extraña, porque vamos escribiendo y vamos conectando bastante bien. Digo, hay cosas que hay que revisar ya que acabemos. (F): Pero avanzas. (Y): Avanzamos y tenemos la misma idea sin ponernos tan de acuerdo ¿no? Decimos: “Ahora vamos hacia acá” y ya la otra también quería lo mismo. Ya tenemos el final, porque si no, nos va a salir horrible. Hay que dirigirse a algún lado y tenemos bases que nos pusimos ¿no?


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(F): Y dices que es autobiográfica. (Y): No, no. Si dices que es autobiográfica, luego te juzgan muy feo. O sea, sí es, pero no vayan a creer que lo que pasa en mi personaje me ha pasado a mí. Es más bien mucho de imaginación. Nació como de autobiografía de algo que nos pasó, pero ya después se fue muy lejos. (F): Tomó su propio camino. (Y): Sí, si no me van a correr de Querétaro. Ya ves que hay cosas que no se pueden hacer en Querétaro. (F): ¿Y para cuándo piensas que esté lista? (Y): Ni idea, llevamos como 120 páginas y no sabemos de cuántas va a ser. La estamos dejando fluir a ver qué pasa, pero tampoco tenemos prisa. Cada quien está con sus otras cosas y ésa, cuando salga, pues ya. (F): Yolanda, además de esta novela que estás escribiendo a cuatro manos, que ya nos aclaraste que no es autobiográfica para que no se asusten y no vayan a pensar que es algo que te pasó a ti… (Y): Sí, no me vayan a quemar en la hoguera. (F): Yolanda, te agradecemos mucho el tiempo que nos has dedicado para esta entrevista. (Y): Muchas gracias a ti.

* Posterior a esta entrevista, los textos de Yolanda Rubioceja fueron incluidos en las Memorias del Encuentro de Escritoras Queretanas Lumbre entre las hojas, en 2015 y 2016, publicadas por el Fondo Editorial de Querétaro. Secretaría de Cultura de Estado de Querétaro.


Contenido Introducción 3 Alejandra Camposeco

7

Araceli Ardón

25

Arturo Santana

38

Cóatl Sandoval

50

Dalia Larisa Juárez Otero

68

Florentino Chávez

82

Imanol Martínez González

98

Jaime Zúñiga Burgos

117

José Luis de la Vega

132

José Martín Hurtado Galves

145

Luz Angélica Colín

155

Mariana Hartasánchez

179

Mary Paz Mosqueda

204

Patricio Rebollar

220

Paula Muñoz Inclán

234

Roberto Cuevas

241

Romina Cazón

253

Romina Marcel

266

Silvia Gurrola

281

Silvia Lira León

288

Susana Pagano

307

Tarsicio García Oliva

328

Valentín García

343

Verónica Llaca

360

Vicente López Velarde

369

Yolanda Rubioceja

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Esta obra se terminรณ de imprimir en abril del 2018, en los talleres grรกficos de Groppe Libros, de la ciudad de Guadalajara, Jal.


Este libro reúne una serie de entrevistas realizadas a lo largo de cuatro años, a escritores queretanos o radicados en Querétaro. En dichas entrevistas se aborda la trayectoria profesional de los escritores, pero también se descubre ese lado humano que algunas veces permanece oculto a la vista del lector. En esta edición, se incluyen entrevistas a: Alejandra Camposeco Araceli Ardón Arturo Santana Cóatl Sandoval Dalia Larisa Juárez Otero Florentino Chávez Imanol Martínez González Jaime Zúniga Burgos José Luis de la Vega José Martín Hurtado Gálvez Luz Angélica Colín Mariana Hartasánchez Mary Paz Mosqueda

Patricio Rebollar Paula Muñoz Inclán Roberto Cuevas Romina Cazón Romina Marcel Silvia Gurrola Silvia Lira León Susana Pagano Tarsicio García Oliva Valentín García Márquez Verónica Llaca Vicente López Velarde Yolanda Rubioceja

Fernando Pérez Valdez tiene más de treinta años de experiencia en medios de comunicación, colaborando como escritor, productor de audio y video y conductor de programas de radio y televisión. Ha publicado tres novelas históricas y un libro de arte. Una de ellas: “Espinas”, fue traducida al inglés por la Universidad de Texas y se distribuye en toda la Unión Americana y el mundo a través de Barnes & Noble. Es miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía, del Seminario de Cultura Mexicana y de la Historical Novel Society.

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