cultura. recordando Salvador Espriu
Los tres reyes de Oriente Personajes de cartón de una vieja comedia infantil
Tres que viajan siempre juntos, mirando estrellas del cielo, por caminos polvorientos. El blanco se cae a veces de la grupa del camello, pues se le dormía el alma en un sueño volandero. El rubio es grande y fiestero glotón de miel como un oso. El negro languideció, más allá de espacio y tiempo, de Belkis, reina de Saba. Le servía, fidelísimo, Sembobitis, consejero, mago y médico, salido de la antigua escuela de On. Conocía mil secretos y el espanto del hechizo de las hierbas de seducción. –Ya me empiezan a aburrir las tertulias del desierto. Galopamos tras la estrella. Si se para, pararemos. –Mejor fuera que volvieras a la corte, a sancionar tratados de paz y guerra. –Que se esperen, ¡qué más da! Sigamos hacia el portal.
Ante un niño han llegado, que es igual a cualquier otro. En pañales ajustados, llora en brazos de su madre. Una mula ven también, y un buey al sol tendido (¡reposo enorme del buey!), y a un hombre que remacha sentado en un banquillo, con gran aire de fatiga y de no saber qué pasa. –Traemos mirra, incienso, oro, casi un plus de vida cara. Tomad lo que os apetezca, disculpad que sea poco: en actas sacerdotales no hay precedentes legales. Dios mantenga la salud y no aumente la infancia. El viaje ya ha acabado, barón de florida vara, síguenos hasta el cancel y al menos danos las gracias. Los jerarcas van tranquilos, por la tarde toda en calma. Hablaban de cosas suyas con la faena acabada. Se contaban chascarrillos hasta caérseles las lágrimas. Sembobitis les seguía dándose a los diablos. Desaprueba aquel humor, pues aquella asignatura no se enseñaba en On. Salvador Espriu Las canciones de Ariadna Traducción: Jordi Virallonga